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MÓDULO 0614 - METODOLOGÍA II. EL MÉTODO CIENTÍFICO Y LA EVALUACIÓN PSICOLÓGICA 1 UNIDAD I. FUNDAMENTOS TEÓRICOS Y PRÁCTICOS DE LA ENTREVISTA L e c t u r a 1 Fernández, J. (1997). La entrevista. En: G. Buela y J. Sierra (dirs). Manual de evaluación psicológica. Madrid: Siglo XXI. (Cáp. 13). INDICE LA ENTREVISTA ..........................................................................2 Introducción ...............................................................................2 Algunas notas históricas............................................................3 UU NN II DD AA DD II .. FF UU NN DD AA MM EE NN TT OO SS TT EE ÓÓ RR II CC OO SS YY PP RR ÁÁ CC TT II CC OO SS DD EE LL AA EE NN TT RR EE VV II SS TT AA Concepto y clasificación de las entrevistas ...............................3 Entrevistas clínicas ....................................................................6 La entrevista...........................................................................6 Entrevista diagnóstica............................................................7 Schedule for affective disorders and schizofrenia (SADS) [Entrevista estructurada para trastornos afectivos y esquizofrenia]» de Endicott y Spitzer (1978) .........................7 «Diagnostic interview schedule (DIS) [Entrevista estructurada diagnóstica)»..........................................................................8 La entrevista conductual ........................................................9 La entrevista en selección de personal ...................................10 La entrevista como interacción ................................................11 El papel del entrevistador.....................................................11 El papel del entrevistado......................................................14 Aprendizaje del papel de entrevistador................................15 Garantías científicas de la entrevista.......................................15 Fiabilidad..............................................................................15 Validez .................................................................................17 Conclusiones ...........................................................................18 MÓDULO 0614- METODOLOGÍA II. EL MÉTODO CIENTÍFICO Y LA EVALUACIÓN PSICOLÓGICA 2 LLAA EENNTTRREEVVIISSTTAA Introducción De todas las técnicas de evaluación psicológica es la entrevista la que tiene una mayor aplicación. De ella se ha dicho que es la espina dorsal de todas las profesiones de la salud mental (Shea, 1990), la piedra angular del psicodiagnóstico (Wiens y Matarazzo, 1983) o la herramienta por excelencia para lograr el diagnóstico (Zubin, 1989). Su importancia va más allá del ámbito de la psicología, como afirma Kerlinger (1975), ya que es el método principal cuando se trata de obtener información acerca de las personas. El abogado, el médico, el periodista o el profesor la utilizan cotidianamente, aunque cada uno con su propia finalidad. Volviendo a la psicología, si recorriéramos sus ámbitos de aplicación, desde los más consolidados como el clínico, el de las organizaciones o el escolar, a otros más recientes como la psicología del de-porte o los servicios sociales, podríamos observar que en todos ellos es, de hecho, una de las técnicas indispensables. Por otra parte, los distintos enfoques teóricos han ido generando formas específicas de intervención pero es difícil encontrar alguno que se haya propuesto, con éxito, prescindir de la entrevista. Más bien resulta precisamente una de las grandes complejidades de la misma el hecho de que las distintas posturas teóricas y metodológicas hayan ido desarrollando una gran diversidad de aplicaciones. A esto se debe añadir la variabilidad de tipos de entrevista debida a los distintos ámbitos de interven- ción (entrevista clínica, de selección...) e incluso a las distintas formas de intervenir (entrevistas de evaluación, terapéuticas, de orientación...), lo que convierte la tarea (le realizar una clasificación exhaustiva de sus variantes en una labor realmente ardua. Esta dispersidad de concepción y aplicación de la entrevista hace muy difícil realizar atribuciones de calidad para esta técnica en general. De hecho, su evolución histórica está marcada por el tránsito desde su propuesta como herramienta básica e in-discutible tomada del modelo médico, a una fuerte crítica cuando fue comparada con las técnicas psicométricas, los estudios rigurosos de observación y otras medidas más objetivas. Su falta de estandarización, la subjetividad del evaluador y su dificultad de cuantificación la convirtieron en fácil blanco de muy diversos enfoques teóricos (Maloney y Ward, 1976). Habrá que esperar hasta la década de los años sesenta para que comiencen a explorarse rigurosamente los fundamentos de fiabilidad y validez de la entrevista como técnica de evaluación, logrando recuperar su valor como tal (Zubin, 1989). A pesar de sus avatares históricos, en los que llegó a ser desechada por su carácter subjetivo y mentalista, lo cierto es que en la actualidad algunos estudios muestran el creciente interés de los profesionales por el adecuado desarrollo de este instrumento de evaluación psicológica. En un estudio de Langsley y Hollender (1982) realizado con cerca de 500 profesionales de la salud mental, el 99,40% opinó que la entrevista era una técnica necesaria, e incluso fue la que se valoró corno más importante por delante de un total de 32 técnicas. Quiere decirse con todo ello que este capítulo afronta una de las técnicas más controvertidas, pero a la vez más necesarias, de cuantas componen el bagaje del evaluador psicológico. Para su desarrollo, el capítulo incluye unas previas nociones his- tóricas, conceptuales y de clasificación, para pasar a tina revisión de algunas cuestiones básicas de su aplicación en dos ámbitos fundamentales como son la psicología clínica y la selección personal. Se eligen ambos no sólo por su importancia en cuanto a la frecuencia de aplicación de la técnica, sino también por representar dos objetivos bien diferentes que nos permitirán comentar algunas cuestiones básicas acerca de la finalidad de la entrevista y lo que implica para el evaluador. A continuación se revisará, intentando darle un carácter práctico a la exposición, la situación de entrevista como proceso de interacción de dos papeles: entrevistador y entrevistado, deteniéndonos en cada uno de ellos para comentar cuestiones relevantes acerca del buen desarrollo de la técnica. Finalmente, se comentarán algunas cuestiones acerca de las garantías científicas de la entrevista. f UNIDAD I. FUNDAMENTOS TEÓRICOS Y PRÁCTICOS DE LA ENTREVISTA MÓDULO 0614- METODOLOGÍA II. EL MÉTODO CIENTÍFICO Y LA EVALUACIÓN PSICOLÓGICA 3 Algunas notas históricas Siguiendo la exposición histórica de Shea (1990), podríamos decir que la entrevista comienza a tener relevancia en el ámbito clínico a partir del intento de clasificación de las enfermedades mentales realizado por Kraepelin. De ahí se deriva la necesidad de explorar minuciosamente conductas y síntomas que permitan realizar un diagnóstico diferencial. Adolf Meyer fue uno de los impulsores de esta técnica, subrayando la importancia de recoger una biografía del paciente en el sentido histórico general pero también biológico, psicológico y social. En concreto, propuso la recogida de datos a través de estilos semiestructurados de entrevista. Una influencia muy importante fue desarrollada por la concepción psicoterapéutica del psicoanálisis que hizo de la entrevista el soporte del proceso clínico, fundiéndose en él la evaluación y laterapia. En este caso, la entrevista adopta un formato libre ya que potencia la comunicación espontánea del sujeto, un objetivo crucial para el psicoanalista. Ya en la década de los años cincuenta, Stack Sullivan proporciona otro impulso muy importante a esta técnica. Para este autor la entrevista debía concebirse como una relación diádica, como un fenómeno social complejo, en el que ambos interactúan y se influencian recíprocamente. Sullivan propuso formas semiestructurados de entrevista con determinados apartados y recalcó, entre otras cuestiones operativas, la importancia de realizar adecuadas transiciones de unos a otros. Por otro lado, la influencia en esta técnica de la psicología fenomenológica de Carl Rogers entre otros enfatiza el proceso interpersonal, la relación empática y la capacidad de la entrevista para crear un marco de comprensión y cambio del sujeto. Desde este punto de vista de la ayuda o el consejo se han elaborado importantes manuales (Cormier y Cormier, 1979). Recientemente, la técnica de la entrevista ha sido impulsada desde dos enfoques diferentes que se revisarán en posteriores apartados de este capítulo. El primero busca la clasificación diagnóstica y se desarrolla a partir de los sistemas diagnósticos como el Research Diagnostic Criteria (RDC) de Spitzer, Endicott y Robins (1978) o los Diagnostic and statistical manual of mental disorders (DSM) (American Psychiatric Association, 1956, 1968, 1980, 1987, 1994). La entrevista adopta aquí formatos alta-mente estructurados y sacrifica la libertad del evaluador en aras de una mayor fiabilidad en la conclusión diagnóstica. El segundo enfoque se refiere a la evaluación conductual y la importancia que dentro de ella tiene la entrevista como medio de focalizar las conductas problema y formular las primeras hipótesis de intervención. Concepto y clasificación de las entrevistas La entrevista se enmarca en el grupo de técnicas denominadas de autoinforme (en sentido amplio) que son aquellas que «[...] supone(n) un tipo de mensaje verbal que un sujeto emite sobre cualquier tipo de manifestación propia» (Fernández-Ballesteros, 1992, p. 218). Dentro de los autoinformes, la entrevista reúne una serie de características que la diferencian claramente de otras modalidades como los diferentes ti-pos de cuestionarios (Fernández-Ballesteros, 1992): a. Se adapta a cualquier contexto (clínico, escolar, investigación...). b. Puede diferir en el grado de estructuración permitiendo adaptarse a las circunstancias de cada caso. c. La participación personal del evaluador es importantísima, lo que supone ventajas e inconvenientes que se analizarán más adelante. d. Permite registrar la comunicación no verbal. e. Es la técnica guía de la evaluación, ya que suele ser la primera en aplicarse y permite establecer las primeras hipótesis. f. Es una técnica de utilización longitudinal ya que se emplea a lo largo de todo el proceso evaluador e incluso del tratamiento. UNIDAD I. FUNDAMENTOS TEÓRICOS Y PRÁCTICOS DE LA ENTREVISTA MÓDULO 0614- METODOLOGÍA II. EL MÉTODO CIENTÍFICO Y LA EVALUACIÓN PSICOLÓGICA 4 En cuanto a su definición, existen muchas variaciones pero se podrían entresacar unas características o cuestiones fundamentales que casi siempre están presentes: a. Todas las definiciones coinciden en que la entrevista requiere una reunión cara a cara de dos o más personas. b. Existe un propósito o finalidad consciente, que lo diferencia de la conversación casual o informal. c. Existe una distribución de papeles, donde una parte pretende obtener información y la otra la aporta. Algunos autores hablan de relación jerárquica (Zubin, 1989) o asimétrica (Silva, 1981), y se enfatiza la recíproca influencia que entre ellos se establece (Pelechano, 1976; Párraga, 1986). En selección de personal también se enfatiza el carácter bidireccional de la comunicación ya que el profesional se sirve de la entrevista para informar al candidato de algunos aspectos del puesto o de la organización a la que en ese momento re-presenta (Morgan y Cogger, 1982). d. d. Énfasis en el intercambio verbal (Pelechano, 1976), al que se añade la situación de observación por parte del entrevistador de otras conductas no verbales. Podríamos concluir —reuniendo estos elementos y sin ánimo de construir una definición ideal— señalando que la entrevista es la técnica que permite a través del contacto cara a cara con el/los entrevistado/s obtener (o intercambiar) información con alguna finalidad preestablecida, basándose tanto en la conducta verbal como no verbal. Pasamos a continuación a exponer las clasificaciones más importantes que se suelen realizar de esta técnica. Tratar de clasificar las entrevistas no es tarea sencilla debido a la diversidad de aplicaciones y procedimientos que en ella caben. La práctica habitual consiste en recurrir a clasificaciones diferentes atendiendo a distintos criterios. Un primer criterio, y en el que existe mayor unanimidad, es el que se refiere al grado de estructuración de la entrevista. Desde este criterio cabe distinguir: a. Entrevista no estructurada. El entrevistador tiene total libertad para explorar las áreas de evaluación que considere oportunas, así como el modo de plantear las cuestiones y su registro. En este caso se enfatiza la experiencia del profesional, quien al hilo del propio contenido que va surgiendo de la entrevista va derivando los temas por donde considere de mayor interés. Este formato tiene como ventaja la posibilidad de adaptar la técnica a cada caso en particular, así como la de poder desplegar los recursos de la experiencia del profesional. Lógicamente, tiene la desventaja de que se pueden estar pasando por alto lagunas de contenido que hubieran podido resultar relevantes, o estar resaltando temáticas que a priori el evaluador considera importantes. Consecuentemente, dificulta el acuerdo entre entrevistadores y con ello un as- pecto importante de su fiabilidad. b. Entrevista semiestructurada. En este caso el evaluador se debe ajustar a un guión de áreas de contenido que se deben explorar obligadamente, si bien mantiene un amplio margen de libertad para la forma concreta de abordar y verbalizar las cuestiones, su grado de generalidad, la secuencia, etc. En este caso se resuelve al me-nos parcialmente el sesgo de contenidos de la evaluación, intentando equilibrar la ventaja de la flexibilidad con la desventaja de la pérdida de fiabilidad con respecto a entrevistas más estructuradas. c. Entrevista estructurada. Shea (1990) señala que el grado de estructura puede referirse a dos cuestiones diferentes; por un lado, se puede referir a la especificación previa de las áreas de información que se deben explorar o aspectos a evaluar, pero además la estructura puede referirse a la secuencia y los propios términos en que se plantean las cuestiones. Cuando todo ello está preestablecido se habla de entrevista totalmente estructurada. En este caso, el entrevistador es una pieza perfectamente recambiable en el uso de la técnica y que (teóricamente) no debería introducir importantes variaciones en su aplicación. UNIDAD I. FUNDAMENTOS TEÓRICOS Y PRÁCTICOS DE LA ENTREVISTA MÓDULO 0614- METODOLOGÍA II. EL MÉTODO CIENTÍFICO Y LA EVALUACIÓN PSICOLÓGICA 5 A pesar de la claridad (engañosa, como se verá) de una clasificación como ésta, el grado de estructuración de las entrevistas más bien debería entenderse como un gradiente continuo que oscilaría entre el formato totalmente libre y el totalmente estructurado, tal como propone Silva (1981). Efectivamente, la proliferación de sistemas y formatos de entrevista ha dado lugar a una variedad de estilos en los que cabe entresacar algunas características más, aparte de las ya citadas por Shea (1990), sobre las que puedeaplicarse el grado de estructuración. Tal como Schmidt y Kessler (1976) distinguen, la estructuración puede afectar a preguntas, respuestas, adminis- tración de la entrevista, registro de información e interpretación de la misma. En tanto estén especificadas previamente cada una de estas cuestiones, la entrevista resultará de mayor estructuración. Un aspecto que también conviene comentar es que las entrevistas no estructuradas lo son en cuanto a la falta de estructura preestablecida explícita, ya que el entrevistador raramente desarrolla la técnica sin sus propias ideas acerca de lo que le interesa explorar y sin una teoría a la que se adhiere para valorar lo que es o no de interés. El segundo criterio fundamental para la clasificación de las entrevistas es su finalidad, aunque las categorías obtienen un menor consenso entre los diferentes auto-res. Un primer objetivo cubierto por las entrevistas es el de investigación, donde se suele hablar del término encuesta para referirse a este peculiar modo de aplicar la técnica en el que normalmente existe un único contacto con el sujeto entrevistado y el interés se centra en la recogida de información relevante para ser procesada posteriormente (Kahn y Cannell, 1964). Otra finalidad importante es la que Silva (1981) denomina intervención, ampliando el término finalidad clínica de Pelechano (1976), ya que es aplicable a otras áreas. Dentro de esta categoría cabe a su vez realizar varias distinciones: a. Entrevista inicial o de contacto, en la que el evaluador aborda por primera vez el caso cara a cara (matizamos este aspecto porque en muchas ocasiones el profesional cuenta con algún tipo de información previa, informes o datos de quien deriva el caso, referencias de otras personas implicadas, etc.). El objetivo esencial es la identificación del sujeto y del problema que le lleva a buscar ayuda. b. Entrevista anamnésica, centrada en la reconstrucción histórica de aspectos relevantes de la vida del sujeto, incluyendo la evolución del problema o trastorno que en la actualidad presenta. c. Entrevista de planificación, que sería aquella sesión con el sujeto en la cual se sondearían las posibilidades de continuidad del curso de la intervención, objetivos a alcanzar, estrategias evaluadoras y/o terapéuticas, temporalización del proceso, etc. Especialmente en algunos enfoques en los que se enfatiza la necesidad de un contrato terapéutico explícito (como es el caso de la terapia conductual) en el que terapeuta y cliente acuerdan conjuntamente estos aspectos, este tipo de entrevista cobra la mayor importancia por su efecto motivador y por las garantías de una correcta evaluación de la intervención que aporta el establecimiento del proceso a priori. d. Entrevista terapéutica, en la que el contacto cara a cara no sólo tiene, en el ámbito clínico, una finalidad de obtener información. A través de las sesiones de entrevista con el cliente se desarrolla en muchos enfoques teóricos la mayor parte de la terapia, como es el caso del enfoque rogeriano o de las diversas terapias psicodinámicas. Ciertamente, en muchas ocasiones se va a hacer muy difícil diferenciar una entrevista de evaluación de una entrevista terapéutica ya que el efecto del cambio se filtra de manera muy sutil a través de todo el proceso de intervención. En ocasiones, incluso en una entrevista inicial, muchos sujetos abandonan la consulta del profesional con una sensación de alivio, aunque "únicamente" han facilitado información. Lógicamente, cabe pensar en otras finalidades que vienen clasificadas por el área de intervención como es el caso de la entrevista de selección de personal, la entrevista clínica, la entrevista de orientación escolar, o bien por su grado de compromiso para el entrevistador (directivas, no directivas...). A UNIDAD I. FUNDAMENTOS TEÓRICOS Y PRÁCTICOS DE LA ENTREVISTA MÓDULO 0614- METODOLOGÍA II. EL MÉTODO CIENTÍFICO Y LA EVALUACIÓN PSICOLÓGICA 6 continuación utilizaremos el criterio de áreas de intervención para comentar algunas peculiaridades de los dos ámbitos de mayor aplicación de la entrevista de evaluación: el clínico y el de la selección de personal. Entrevistas clínicas En la clasificación según el criterio de finalidad, se ha visto que dentro del proceso clínico existe una entrevista terapéutica. En esta ocasión, en el marco de un manual de evaluación psicológica, trataremos exclusivamente las entrevistas cuya finalidad es precisamente evaluadora. El uso de la entrevista como forma de evaluación de problemas psicológicos tiene sus antecedentes en la medicina y en la psiquiatría tradicionales donde la anamnesis y la historia clínica configuraban una práctica común que permitía al profesional situarse en la trayectoria de salud del sujeto y en sus circunstancias de vida y ambientales. La entrevista tenía los siguientes fines en este contexto (Zubin, 1989): a. Elicitar en lo posible información acerca de síntomas y antecedentes de los episodios actuales. b. Determinar los sentimientos y actitudes de los pacientes acerca de su situación y sintomatología. c. Observar la conducta no verbal de interés que pueda ayudar al correcto diagnóstico. d. Tomar la conducta del sujeto en la entrevista como muestra que pueda ayudar a aclarar la naturaleza del trastorno. En la década de los años veinte los principales componentes de la entrevista diagnóstica ya estaban establecidos y sus áreas de contenido eran las siguientes (Shea, 1990): a. Molestias principales. b. Historia del trastorno que presenta actualmente. c. Historia social. d. Historia familiar. e. Historia médica. f. Estado mental. La entrevista Esta primera delimitación de contenidos nos puede servir para realizar algunos comentarios. Se podría decir que en la entrevista con fines diagnósticos la parcelación de áreas de exploración perseguía en primer lugar la explicación, en los propios términos del paciente, de la causa de su petición de ayuda mediante una descripción verbal del problema. Es difícil concebir una mejor aproximación inicial en evaluación y de ahí que este proceder sea habitual en diferentes enfoques de tratamiento. En segundo lugar, se resaltan los aspectos del cuadro temporal que enmarca el problema, lo que a su vez se hace a dos niveles. El primero de ellos referido a la historia del propio problema (comienzo, desarrollo, intermitencias, continuidad, agudizaciones...). El segundo aspecto hace referencia al marco histórico del propio sujeto, su evolución en las áreas más relevantes como la familiar, social y médica (desde una tradición psiquiátrica organicista la importancia de lo médico era evidente). También en este caso es difícil concebir otra técnica de evaluación que nos permita trazar mejor los aspectos más importantes de la evolución personal del sujeto. Desde el auge de los enfoques ecopsicológicos en la actualidad, diríamos que la entrevista cobra enorme importancia por su capacidad potencial para situar al sujeto en las coordenadas ambientales (dentro de las cuales el tiempo es un factor de primer orden). Podríamos señalar que la misión de la entrevista desde esta perspectiva sería la exploración de los contextos relevantes del sujeto y de su comportamiento a través ele ellos. Un tercer aspecto del contenido es lo que se ha expresado corno el estado mental y que revela, a nuestro juicio, la intención de aprovechar la entrevista no sólo como una exploración histórica y situacional del problema y del propio sujeto, sino también como contacto personal para observar y evaluar aspectos psicológicos del sujeto, que a la postre se UNIDAD I. FUNDAMENTOS TEÓRICOS Y PRÁCTICOS DE LA ENTREVISTA MÓDULO 0614- METODOLOGÍA II. EL MÉTODO CIENTÍFICO Y LA EVALUACIÓN PSICOLÓGICA 7 constituían en el principal elemento de evaluación,antes del desarrollo de otras técnicas diagnósticas. Siguiendo a Wiens (1990), en la exploración del estado mental se pretende observar una serie de aspectos generales del funciona-miento psicológico del paciente tales como: a. Aspecto y comportamiento en general. b. Estado de ánimo, sentimientos y emociones. c. Percepción. d. Expresión de lenguaje y pensamiento. Sensibilidad y cognición. e. Juicio. f. Comprensión. g. Sinceridad. Este tipo de entrevistas tuvo su mayor problema en la falta de acuerdo en los resultados diagnósticos que se derivaban de su uso. Efectivamente, al margen de que las entrevistas en sí mismas carecían del rigor exigible a un instrumento de evalua- ción, el resultado diagnóstico depende del desarrollo de las clasificaciones nosológicas, desarrollo que solamente desde hace unas décadas ha comenzado a tener un consenso significativo, especialmente a partir de las clasificaciones RDC y D91 ya citadas. Por otro lado, como apunta Shea (1990), las clasificaciones diagnósticas inicia-les eran tan limitadas que no se requería un gran esfuerzo de discriminación ni de exploración. En la actualidad, tal y como concluíamos en las anotaciones históricas, la entre-vista de evaluación clínica parece tener dos grandes posibles enfoques que conviene revisar: clasificación diagnóstica o conductual. No se quiere indicar con ello que las entrevistas en el ámbito clínico se dicotomicen en estas dos vertientes, sino que pueden representar dos de los aspectos más discutidos y desarrollados en los últimos años. Entrevista diagnóstica La recuperación de la entrevista como técnica de evaluación diagnóstica coincide con e desarrollo de categorías en psicopatología en las que se prioriza el logro de un consenso entre los profesionales. Es a tenor de los avances en esta cuestión, cuando se comienzan a elaborar formatos de entrevista cuyo objetivo primordial es la fiabilidad en cuanto al resultado diagnóstico. Por tanto, en la actualidad se aprecia una apuesta por formas altamente estructuradas con las cuales no sólo el instrumento puede alcanzar mejores índices de fiabilidad, sino que también se logra optimizar el uso de la técnica al permitir la estructuración un recorrido amplio por los diversos aspectos diagnósticos relevantes en un tiempo razonable. A continuación, a modo de ejemplos, presentamos una breve reseña de algunas de las entrevistas estructuradas de mayor uso en diagnóstico. Schedule for affective disorders and schizofrenia (SADS) [Entrevista estructurada para trastornos afectivos y esquizofrenia]» de Endicott y Spitzer (1978) El SADS es un protocolo de entrevista que permite cierta flexibilidad al profesional, siendo por tanto calificada como semiestructurada. Su aplicación requiere dos horas aproximadamente y consta de dos partes bien diferenciadas. La primera de ellas intenta recabar información acerca del problema consultado, su comienzo, desarrollo, tratamientos previos, etc., así como otras cuestiones que puedan revelar las circunstancias personales del paciente. La segunda parte se refiere a la historia pasada del su-jeto en relación a trastornos psiquiátricos y tratamientos recibidos, así como a un amplio espectro de síntomas y problemas que pudieran observarse en el momento actual. Los síntomas que se exploran con la entrevista son calificados en una escala de gravedad de 0 a 6 puntos en función del grado de intensidad, persistencia y otras dimensiones para las cuales existen ítems estructurados. Además, el síntoma es calificado sobre dos cortes temporales; el primero referido a la semana en que el problema se presentaba en su máxima gravedad y el segundo referido a la semana anterior a la UNIDAD I. FUNDAMENTOS TEÓRICOS Y PRÁCTICOS DE LA ENTREVISTA MÓDULO 0614- METODOLOGÍA II. EL MÉTODO CIENTÍFICO Y LA EVALUACIÓN PSICOLÓGICA 8 entrevista. Esta última medida de gravedad puede servir como línea base para evaluar la mejora a lo largo del tratamiento. Tanto los autores como otros trabajos posteriores (Keller, Lavori y Andreasen, 1981) informan de datos de fiabilidad adecuados. En Lemos (1991) se pueden encontrar referencias de diversos aspectos de validez de este instrumento. No obstante, Vizcarro y cols. (1986) realizaron un estudio en España en el que el uso de esta entrevista no mejoró la fiabilidad interjueces en el diagnóstico en comparación con una entrevista libre. En cualquier caso, hasta el momento, en España su uso está muy restringido, sin que exista alguna versión de amplia difusión. Por tanto, la valoración de sus garantías científicas requiere aún mucho tiempo e investigación. «Diagnostic interview schedule (DIS) [Entrevista estructurada diagnóstica)» Esta entrevista, totalmente estructurada, fue desarrollada por Robins y cols. (1981) y en un principio se concibió como un instrumento de recogida de información para estudios epidemiológicos y detección de casos. Sin embargo, con el tiempo se ha convertido en uno de los formatos de entrevista diagnóstica más utilizado ya que permite realizar diagnósticos en relación a los sistemas DSM-111 y DSM-III-R. La DIS está diseñada para sujetos mayores de dieciocho años y se administra en una sola sesión que puede oscilar entre una y tres horas. Su grado de estructuración es total por lo que se indica hasta el modo en que se enunciarán los ítems, registrando un simple sí o no (probablemente esta rigidez obedezca a sus orígenes de encuesta realizable incluso por no profesionales). Las cuestiones acerca de los síntomas que explora cubren tanto su presencia o ausencia como su gravedad, incluyendo si se está tomando alguna medicación, si es supervisado por un profesional y el grado en que interfiere con la vida del paciente. Además, se intenta establecer la etiología del síntoma en relación a causas tales como enfermedad física, lesiones, consumo de drogas o una complicación en el uso de la medicación. También se recaba información acerca de la evolución, incluyendo la edad de aparición del síntoma y su episodio más reciente. A esta exploración basada en síntomas se añade un fondo de información demográfica que incluye aspectos tales como edad, sexo, estado civil, educación, ocupación, etc. Finalmente, se realiza una evaluación del funcionamiento del sujeto en una serie de áreas referidas al último año, tales como el trabajo o el rendimiento escolar, vida social, familiar, etcétera. Un aspecto novedoso de la DIS es su versión para ordenador en la que el sujeto puede ir respondiendo a un conjunto de cuestiones a través del teclado. Al final permite imprimir aquellos aspectos diagnósticos del DSM-111 que reúnen los criterios exigidos, con los detalles recogidos acerca de la sintomatología. Existen pocos estudios de fiabilidad, aunque en alguno de ellos, como el de Wittchen, Seniler y Von Zerssen (1985) se obtienen buenos niveles de fiabilidad test-retest. En cuanto a la validez, algunos estudios criteriales han comparado este instrumento con otros procedimientos de diagnóstico (Robins y cols., 1982; Hasin y Grant, 1987). Los resultados dependen en gran medida de las categorías diagnósticas de que se trate, siendo mayor el acuerdo en alcoholismo o dependencia de drogas, así como en pacientes psiquiátricos en comparación con estudios de tipo epidemiológico. Otros cuestionarios estructurados para entrevista diagnóstica son el Present psychiatricstate (PSE) [Estado psiquiátrico actual] de Wing, Birley y Cooper (1967) o el Structures clinical interview for DSM-III-R (SCID) [Entrevista clínica estructurada para el DSM-III-R] de Spitzer, Williams y Gibbon (1987). En la actualidad, un aspecto sobresaliente de este tipo de técnicas es la especialización que van tomando las entrevistas estructuradas, llegando a emplearse no ya para temas tan amplios como la adaptación en adolescentes o problemas de ansiedad, sino para cuestionestan específicas como entrevistas con agresores sexuales (McGrath, 1990) o la detección de riesgo de piromanía en la infancia (Kolko y Kazdin, 1989), por citar algunos ejemplos significativos. UNIDAD I. FUNDAMENTOS TEÓRICOS Y PRÁCTICOS DE LA ENTREVISTA MÓDULO 0614- METODOLOGÍA II. EL MÉTODO CIENTÍFICO Y LA EVALUACIÓN PSICOLÓGICA 9 La entrevista conductual Aunque en un principio —dado que se trata de una técnica de autoinforme— su-frió importantes críticas desde el objetivismo y experimentalismo que guió al enfoque conductual, la entrevista se ha constituido en una de las técnicas esenciales de la evaluación conductual (Kanfer y Grimm, 1977; Linehan, 1977; Haynes, 1978). Su utilidad en este contexto no es precisamente la de conducir al evaluador hacia un diagnóstico fiable, como ocurría con la aplicación que acabamos de ver en el apartado anterior. Desde el enfoque conductual, la entrevista es una parte indispensable del proceso de evaluación y terapia (desde el momento en que ambos se funden de modo que el primero va validando las estrategias que se desarrollan en el se- gundo, a modo de un sistema de retroalimentación permanente). Por otra parte, inicialmente, la entrevista permite establecer la relación terapéutica, tornar las decisiones clínicas preliminares y posibilita que el terapeuta comience a recoger la in-formación necesaria para determinar las metas y prioridades del tratamiento (Morganstern, 1988). El papel de la entrevista se comprende mejor desde su aportación al principal objetivo de la evaluación conductual que es la certera y completa identificación de la/s conducta/s problema/s, atendiendo tanto a su naturaleza como al contexto en el que se produce/n (Morganstern, 1988). Este último aspecto del contexto es esencial para el análisis funcional ya que tras la identificación de la naturaleza del problema conductual es crucial el rastreo de las condiciones estimulares, tanto antecedentes como consecuentes, que controlan esa conducta. Aunque una relación funcional más precisa se suele establecer a través de registros de observación o autoinformes específicos, la entrevista permite una aproximación inicial rápida, flexible y económica que posibilita al evaluador ir desarrollando las primeras hipótesis acerca del curso del tratamiento. Si bien la aportación de la entrevista a este microanálisis de la conducta problema es inicial y debe dar paso a registros de observación y otras técnicas, su valor se incrementa notablemente a la hora de su contribución a aspectos de macroanálisis, es decir, de relaciones entre los diferentes problemas que puede plantear el sujeto (Emmclkamp, 1982). Esta visión más general del caso tiene mucho que ver con la precaución que solicita Hersen (1983) ante la tendencia de algunos profesionales a abordar la modificación de la primera o más aparente conducta problemática que se aprecia y que es posible operacionalizar sin considerarla dentro del contexto global del caso. Así, la entrevista permite sondear las relaciones de las posibles conductas problema entre sí y los contextos donde se desarrollan, así corno las consecuencias para el funcionamiento adaptativo del sujeto, de modo que permite ir estableciendo criterios de prioridad. Siguiendo a Morganstern (1988), podríamos señalar algunos aspectos esenciales en el proceso de la entrevista conductual: a. Preparación del cliente para la evaluación; debido a la peculiaridad de la evaluación conductual como un proceso continuo y su ruptura con el papel del profesional tradicional que busca por encima de todo la etiqueta diagnóstica, el evaluador conductual debe exponer al sujeto estas peculiaridades y prepararle para un tipo de proceso distinto del que sus expectativas pueden haber formado. b. Especificación del problema; en muchas ocasiones los sujetos tienen dificultades para exponer lo que les ocurre. Es frecuente encontrar expresiones muy vagas e imprecisas y se hace necesario un esfuerzo por delimitar el problema para lo que suele resultar útil solicitar una especificación a través de actividades o conductas concretas, así como las coordenadas espaciales (lugares, situaciones sociales...) y temporales (duración, comienzo...). c. Redefinición del problema; obviamente es esencial para el evaluador redefinir los trastornos en términos operativos dentro del marco conductual. Los sujetos suelen tener sus propios conceptos acerca de lo que les ocurre, bien sea desde una perspectiva muy personal o simplemente porque utilizan conceptos más o menos conocidos como neurosis, estrés, etc. Una explicación sencilla acerca de la diferente UNIDAD I. FUNDAMENTOS TEÓRICOS Y PRÁCTICOS DE LA ENTREVISTA MÓDULO 0614- METODOLOGÍA II. EL MÉTODO CIENTÍFICO Y LA EVALUACIÓN PSICOLÓGICA 10 perspectiva que el enfoque conductual ofrece, aplicada al propio problema del sujeto y sus posibilidades de evaluación e intervención, puede ser muy deseable. d. Ampliación de la evaluación; si bien el objetivo inicial es la conducta problema, es indispensable evaluar el grado en que se ha generalizado y afecta al funciona-miento del sujeto en los distintos contextos (familia, trabajo, relaciones sociales...) en que se desenvuelve. Se requiere una exploración de estos diferentes aspectos que permita observar la incidencia en ellos del problema, así como la presencia de otras alteraciones. Un aspecto importante de este rastreo es valorar los recursos con los que cuenta el propio sujeto tanto individualmente (conductas adaptativas, habilidades...), como física y socialmente (posibles personas que puedan cooperar si es conveniente, pareja, familiares, amigos...). Una guía práctica para la realización de este tipo de entrevistas se puede encontrar en Llavona (1983). En resumen, si bien la entrevista conductual hace de la identificación de la conducta problema su principal objetivo, no se deben desechar otros aspectos propios como es la información al cliente de las claves que le permitirán comprender lo que supone el proceso conductual, favoreciendo así la motivación y la confianza, o aspectos de análisis de mayor perspectiva o de mayor molaridad que el análisis funcional de una determinada conducta. La entrevista en selección de personal El trabajo del psicólogo en las organizaciones suele identificarse con su papel en la selección de personal, aunque en los últimos tiempos el desarrollo en este ámbito h incrementado la importancia del profesional como formador y mediador, entre otras posibilidades (Peiró, 1987). Por otra parte, la selección de personal ha evolucionado cada vez más hacia la exigencia de técnicas más complejas que la entrevista (análisis de tareas, profesiogramas...), aunque ésta no pierde su importancia en momentos cruciales de la toma de decisiones acerca de los candidatos. La situación de entrevista en selección de personal presenta unas características muy peculiares que se deben tener en cuenta y que comentamos muy brevemente inspirándonos en el clásico trabajo de Nahoum (1961): a. El ámbito social en que se desenvuelve es el de la organización, empresa o institución que precisa incorporar nuevos trabajadores. Esto conduce a que el candi-dato se presente ofreciendo su propio trabajo en competencia con los demás, por lo que tratará de ofrecer una imagen muy positiva de sí mismo. El entrevistador en este caso debe tomar la entrevista como un comportamiento a evaluar que puede no ser representativo de la conducta del sujeto, y por tanto requiere una contrastación a través de otras técnicas. En apartados posteriores veremos algunas estrategias del entrevistador que son especialmente relevantes en este tipo de entrevistas (clarificación, confrontación...). b. El objetivo de la entrevista es emitir un juicio de adecuación del aspirante al puesto de trabajo.Desde esta perspectiva se requiere encaminar el proceso más hacia una valoración de idoneidad que hacia otros tipos de evaluación (para una discusión de los conceptos de evaluación y valoración véase Fernández-Ballesteros, 1985; Pelechano, 1988; o el capítulo sobre el concepto de evaluación psicológica en este mismo manual). Las hipótesis que va desarrollando el evaluador en el curso de la entre-vista se realizan no en términos de una identificación del problema, diagnóstico o análisis funcional como en el ámbito clínico, sino en términos de una valoración o juicio de calidad. Por otra parte, esto debiera reducir la exploración a aquellos aspec- tos de preparación, habilidad, motivación o elementos de claro interés para la toma de decisiones, sin explorar otros terrenos de intimidad de los sujetos (recuérdese la fuerte polémica surgida en Estados Unidos con respecto a los abusos en la evaluación de selección de personal y la intromisión en la intimidad de las personas). UNIDAD I. FUNDAMENTOS TEÓRICOS Y PRÁCTICOS DE LA ENTREVISTA MÓDULO 0614- METODOLOGÍA II. EL MÉTODO CIENTÍFICO Y LA EVALUACIÓN PSICOLÓGICA 11 c. Algunos autores como Morgan y Cogger (1982) han subrayado como finalidad de estas entrevistas la de proporcionar al candidato información sobre el puesto de trabajo, requisitos, normas y costumbres, entendiendo que el profesional se con-vierte en un representante de la organización y que la entrevista es un proceso de co- municación que intenta averiguar si los intereses de ambas partes coinciden y se ajustan. d. Finalmente, y en términos más generales, el beneficiario de la intervención es un tercero, esto es, la empresa u organización que solicita el trabajo de selección. Esto marca unas claras diferencias con el trabajo en otros ámbitos donde el beneficiario es el sujeto entrevistado. Algunos aspectos tradicionales a evaluar en este tipo de entrevista son los siguientes (Morgan y Cogger, 1982): a. Impresión inicial referida al aspecto, modales, expresión, grado de colaboración, etcétera. b. Experiencia profesional referida a aspectos como motivación en puestos de trabajo anteriores, productividad, adaptabilidad, relaciones interpersonales, experiencia de mando, promoción, etcétera. c. Estudios y formación: currículo académico, versatilidad, intereses, trabajo en equipo, relación con compañeros y profesores, etcétera. d. Desarrollo personal: contexto familiar, nivel socioeconómico, evolución de los intereses y actitudes laborales, etcétera. e. Actividades e intereses actuales: motivaciones, intereses, trato social, auto-imagen, etcétera. En definitiva, tanto el contexto como la finalidad de la entrevista de selección de-terminan una serie de peculiaridades que se han tratado de poner de relieve. Sin embargo, la entrevista, como técnica de evaluación, tiene una serie de generalidades en su desarrollo que serán materia de exposición en el próximo apartado. Consideraremos el proceso de interacción personal entre entrevistador y entrevistado, detenién- donos en las implicaciones de cada uno de estos papeles. La entrevista como interacción A continuación se analizarán algunas de las cuestiones más importantes acerca de los aspectos de la conducta interactiva que sucede en este escenario conductual (behavioral setting), en términos de la psicología ecológica de Barker (1968), y que nos servirán para examinar algunos fundamentos del proceso de esta técnica de evaluación psicológica. El papel del entrevistador En pocas técnicas como en ésta la conducta del evaluador se convierte en una parte esencial de la misma, aspecto que como hemos visto es uno de los que ha llevado a importantes críticas en cuanto a las garantías científicas de la entrevista. De ahí la importancia de detenernos en algunos aspectos sobresalientes de esta conducta. Después de comentar la clasificación de la entrevista en función del grado de estructura, se comprenderá que la variabilidad del comportamiento del entrevistador depende en gran medida del grado de estructura de la entrevista. Como han afirmado Edelbrock y Costello (1990), las entrevistas totalmente estructuradas limitan has-ta tal punto la conducta del evaluador que se torna en pieza perfectamente intercambiable dentro de la técnica, sin que el resultado tenga que variar significativamente (obviamente, aparte estaría la comunicación no verbal; así por ejemplo, un entrevistador cansado o malhumorado aun siguiendo la estructura puede influir en gran par-te en las respuestas y por tanto en el resultado). En las entrevistas totalmente estructuradas el papel del profesional se limita hasta tal punto que en muchas de ellas existe versión de aplicación para ordenador en la que es perfectamente sustituible por él. En estos casos, en nuestra opinión, la entrevista se acerca más hacia los formatos de cuestionario que a la propia entrevista ya que se pierde una parte esencial de la definición como es el encuentro cara a cara de dos UNIDAD I. FUNDAMENTOS TEÓRICOS Y PRÁCTICOS DE LA ENTREVISTA MÓDULO 0614- METODOLOGÍA II. EL MÉTODO CIENTÍFICO Y LA EVALUACIÓN PSICOLÓGICA 12 o más personas (y con ello la posibilidad de registrar conducta no verbal). Por ello, a pesar de su interés desde otros criterios, las versiones por ordenador de entrevistas estructuradas pierden una parte esencial de la definición de esta técnica. Sin embargo, en las entrevistas menos estructuradas es donde el papel del evaluador se convierte en algo crítico; es lo que se ha denominado el "estilo" de entrevista, es decir, la forma específica que caracteriza la conducta de un entrevistador concreto, lo que se convierte en fuente de error muy importante, pero también (y esto no deja de ser relevante) en posibilidad de desarrollar especiales habilidades para obtener información, motivar al sujeto e impulsar el cambio de conducta. Ante esto cabe preguntarse ¿cuáles son las conductas o estrategias que suele utilizar el entrevistador? A continuación examinamos de modo ilustrativo algunas estrategias que puede adoptar el profesional para desarrollar sus objetivos de evalua- ción. Foley y Sharf (1981) señalan cinco criterios para el desarrollo de una buena entrevista: lograr que el sujeto se encuentre cómodo, obtener información, mantener el control, mantener el rapport y concluir adecuadamente. Pasaremos a comentarlos brevemente. Para que el sujeto se encuentre cómodo es importante tener en cuenta una serie de cuestiones. Con frecuencia el entrevistado se encuentra ansioso ante el hecho de la consulta profesional y cualquier tiempo de espera adicional puede resultar especialmente molesto. Asimismo, las interrupciones de teléfono durante la entrevista o una incorrecta disposición del mobiliario que no favorezca la interacción o sea manifiestamente incómoda pueden provocar efectos indeseados. Cuando el sujeto se encuentra cómodo entra en disposición de colaborar más eficazmente y confiar en el profesional. Para obtener información de modo eficaz es importante que el entrevistador permita en algunos momentos al sujeto expresar en sus propias palabras en qué consiste el problema o algunos aspectos de su historia, sin interrupciones innecesarias. Como afirman Maloney y Ward (1976), esto permite evaluar la ambigüedad o los conflictos que subyacen a la peculiar perspectiva de cada sujeto. No obstante, el entrevistador avezado ayuda al sujeto cuando éste no es capaz de aportar información relevante o lo hace de un modo poco aprovechable. Se hace necesario entonces realizar aclaraciones sobre aspectos confusos o inconsistentes, repitiendo las cuestiones o reformulándolas de modo más específico. Otra habilidad importante es la adaptación del lenguaje a la edad y educación del sujeto. Tal como señalan Wiens y Matarazzo (1983), es importantetener en cuenta que si bien el evaluador es el experto en el diagnóstico y el tratamiento, el sujeto es el experto en sí mismo y es él quien posee la información relevante (al menos inicialmente) para la correcta orientación del caso. El mantenimiento del control supone aspectos como llevar el ritmo de la entrevista en función de las limitaciones de tiempo que existan. Un exceso de rapidez puede convertir el encuentro en un brusco tiroteo de cuestiones que desanime a los sujetos para expresarse libremente. Por el contrario, un ritmo excesivamente lento puede conducir a la divagación y a perderse en trivialidades. Dentro del ritmo son muy importantes las transiciones de unas cuestiones a otras, que pueden ser abor- dadas con un breve resumen de la información obtenida en un apartado y la presentación del siguiente, indicando o reforzando en ocasiones el interés de abrir una nueva área de contenido. Asimismo, el control implica saber actuar a tiempo interrumpiendo los discursos erráticos del sujeto y refocalizando la cuestión o el empleo adecuado de pausas que faciliten sus respuestas. Si falla este cometido, normalmente por pasividad del entrevistador, se corre el riesgo de que sea el entrevistado el que domine la interacción invirtiendo así los papeles de la entrevista. El mantenimiento del rapport implica el control por parte del entrevistador de algunos aspectos de conducta no verbal como el mantener un contacto ocular adecuado, postura, etc., que muestren un honesto interés por el sujeto. Es importante también la aceptación de la propia concepción que desde sus personales valores hace el sujeto acerca de sus sentimientos y del problema. UNIDAD I. FUNDAMENTOS TEÓRICOS Y PRÁCTICOS DE LA ENTREVISTA MÓDULO 0614- METODOLOGÍA II. EL MÉTODO CIENTÍFICO Y LA EVALUACIÓN PSICOLÓGICA 13 Por último, el evaluador debe saber concluir adecuadamente la entrevista. Éste es un momento en el que es importante permitir que el sujeto plantee, a su vez, alguna cuestión o duda. Por otro lado, es el momento en que el entrevistador informa acerca de los pasos siguientes y en donde se debe aprovechar al máximo la ocasión para motivar y animar a la participación posterior en el plan terapéutico, exponiendo si es pertinente las alternativas posibles e implicando al paciente en alguna de ellas. Con ello se da pie a la formulación de un aspecto esencial del proceso clínico como es el contrato terapéutico. Otros autores (por ejemplo, Maloney y Ward, 1976) también enuncian una serie de acciones indispensables para el desarrollo del papel de entrevistador que nos pueden servir de complemento a lo expuesto. En primer lugar, y basándose especial-mente en las preguntas iniciales más abiertas tales como «dígame qué le ocurre» o «¿cuál es el problema?», el profesional debe dedicarse fundamentalmente a escuchar y observar al sujeto, al mismo tiempo que combina estos datos para ir realizando algún tipo de inferencias. A esta función básica se añaden tres actividades fundamenta-les a desplegar: facilitación, clarificación y confrontación. La facilitación se refiere a la necesidad de ayuda que se debe prestar al sujeto para ir exponiendo adecuadamente su información en el autoinforme que se le pide. Normalmente, basta con pequeños apoyos como peticiones de ampliación («¿puede decirme algo más?» o «¿y después qué sucedió?») y en muchas ocasiones basta con ligeros gestos de asentimiento verbales o no verbales que refuerzan el flujo de la exposición. Obviamente con personas que tienen dificultades de exposición se requerirá mayor intervención de apoyo por parte del entrevistador, matizando más las cuestiones, solicitando mayor concreción, etcétera. La clarificación se refiere al esmero que el evaluador pone en no permitir que el curso de la entrevista prosiga cuando un aspecto no ha quedado suficientemente diáfano. Algunas formas verbales como «no sé si le entiendo bien...» o «no estoy seguro de lo que me quiere decir con...» cumplen el doble objetivo de solicitar una nueva explicación y al mismo tiempo tener la precaución de no atribuir al sujeto la falta de entendimiento, sino achacarla al propio entrevistador, de modo que no se pueda per- cibir una crítica implícita a la capacidad de exposición de aquél. La confrontación es un paso más elaborado en el intento que hace el evaluador por organizar la información que está recibiendo. Se trata de analizar las inconsistencias o los aspectos aparentemente contradictorios que se han recogido. Se pueden referir a aspectos de contenido, cuando el sujeto comenta la misma cuestión en dos momentos de forma diferente; también puede ser que se detecten datos improbables, esto es, que se da una inconsistencia entre el relato y las expectativas que el eva- luador se va formando (surge un dato extraño y no esperado por el hilo de la información desarrollada hasta el momento); finalmente, puede haber contradicción o falta de consistencia entre el contenido de la exposición y las manifestaciones no ver- bales del sujeto (por ejemplo, un sujeto que comenta la pérdida de su empleo en tono alegre). Finalmente, uno de los aspectos más importantes en el desarrollo de la entrevista es el registro de la información, ya que de su correcta realización va a depender una buena parte de los resultados. Siguiendo la exposición de García Marcos (1983), existirían las siguientes modalidades: a. Recoger simultáneamente por escrito el contenido de la entrevista. Su ventaja es la menor pérdida de información, y su desventaja es la posible desatención al entrevistado (falta de atención a su comunicación no verbal...). b. Registrar la información una vez finalizada la entrevista. Es la situación inversa a la anterior, por lo que resulta fácil que se tergiverse o se olvide una buena parte de la información, aunque se pueda prestar mayor atención al sujeto. Entre la postura anterior y ésta se puede realizar una modalidad mixta en la que se recojan los datos más importantes textualmente en el momento y al ter-minar se completen otros aspectos, permitiendo seguir la entrevista con UNIDAD I. FUNDAMENTOS TEÓRICOS Y PRÁCTICOS DE LA ENTREVISTA MÓDULO 0614- METODOLOGÍA II. EL MÉTODO CIENTÍFICO Y LA EVALUACIÓN PSICOLÓGICA 14 especial preocupación al mantenimiento del flujo de conversación y otros aspectos de interés. c. Grabaciones de la entrevista. Tanto en grabaciones de audio como de audiovídeo se logra el máximo de recogida de información a la vez que el evaluador puede centrar sus esfuerzos en la relación con el cliente. Sin embargo, no está exenta de problemas. En primer lugar, es necesario el consentimiento del sujeto por lo que pu-diera no ser aceptado en algún caso. En segundo lugar, y más importante, la posterior tarea de análisis del registro requiere un minucioso proceso cuyo coste en términos de tiempo y esfuerzo puede ser excesivo para la práctica clínica cotidiana. No obstante, su empleo es especialmente provechoso en tareas de investigación y entrenamiento de esta técnica. El papel del entrevistado En cuanto a la conducta del sujeto desde su papel de entrevistado, Canncl y Kahn (1968) ya establecieron que para lograr una entrevista exitosa eran necesarias tres circunstancias: a. La accesibilidad de los datos requeridos al sujeto, ya que en algunas ocasiones se pueden estar planteando cuestiones cuya respuesta no está a su alcance, bien por su edad (muy frecuente en niños y en ancianos), por su estado (por ejemplo, trastornos graves que impliquen desorientación) o por otros motivos. b. El conocimiento y la comprensión por parte del sujeto de su papel como fuente de información y de los modos de transmisión de información que debe utilizar; en este caso es importante el ajuste de la entrevista al sujeto en aspectos tales como la edad, el nivelcultural, el lenguaje, etcétera. c. La motivación necesaria para asumir este papel, en donde se podrían analizar tanto factores que incitan a la cooperación del sujeto como el deseo de agradar o la necesidad de ayuda, como factores de inhibición cuando existe temor o inseguridad sobre las consecuencias de transmitir información muy personal. Más expresamente, Wiens (1990) expone varios aspectos del entrevistador que pueden actuar como fuentes de error en la entrevista, de los cuales exponemos los más significativos: a. Deseabilidad social. b. Falta de comprensión. c. Lapsus de memoria. d. Experimentar la situación de ser interrogado como algo estresante. e. Ocultar las verdaderas opiniones. f. La variabilidad de percepciones sobre la situación y el propósito de la entre-vista. Además de estas cuestiones acerca del comportamiento del entrevistado, concebidas de un modo molar, existen estudios clásicos acerca de la conducta molecular del entrevistado en relación al entrevistador. Nos referimos a los estudios que han pasado a la historia como "efecto Greenspoon" y sus continuadores. Greenspoon (1955, 1962) demostró que es posible aumentar de forma significativa ciertas emisiones verbales (por ejemplo, los sustantivos plurales) si se utilizaban contingentemente reforzadores verbales por parte del entrevistador (por ejemplo, la vocalización "mm mm"). Posteriormente, se mostró la sutilidad y la complejidad de estos efectos que pueden llegar a influir en la emisión de contenidos como las autorreferencias positivas o negativas, verbalizaciones de hostilidad, etc. Este tipo de estudios experimentales sobre la conducta verbal del entrevistado ponen de manifiesto, tal como afirman Kanfer y Phillips (1970) y recoge Silva (1981), que la información que el sujeto elicita en la entrevista no sólo está determinada por su historia y sus propias elaboraciones perceptivas sobre el problema, sino también por la propia conducta del entrevistador y la situación de entrevista en general. De manera más incisiva aún, Matarazzo y Wiens (1972) presentan extensos estudios acerca de algunas variables como la verbalización (tiempo que emplea un sujeto en emitir todas las UNIDAD I. FUNDAMENTOS TEÓRICOS Y PRÁCTICOS DE LA ENTREVISTA MÓDULO 0614- METODOLOGÍA II. EL MÉTODO CIENTÍFICO Y LA EVALUACIÓN PSICOLÓGICA 15 palabras con las que construye un contenido comunicativo), tiempo de reacción, latencia de tiempo de iniciativa e interrupciones. En este caso también se concluye que el entrevistador de forma sutil establece una interacción de mutua influencia que puede hacer variar estos parámetros. En síntesis, la conducta del entrevistado es mucho más compleja que una simple aportación de información, especialmente por el efecto que el entrevistador y la situación misma puede tener sobre él. Se hace necesario por parte del evaluador el control de estos efectos como una parte esencial de la técnica, incluso en formatos altamente estructurados. Aprendizaje del papel de entrevistador Durante muchos años se ha asumido que la entrevista es un arte al que se accede tras muy larga experiencia, de lo que se concluía que no tenía mucho sentido la construcción de sistemas de enseñanza para esta técnica concreta. Este pensamiento estuvo enormemente potenciado por los modelos dinámicos y humanistas en donde la ausencia de estructuración dejaba en el estilo del profesional la valía de la técnica. Actualmente, la preocupación por los sistemas de aprendizaje de las habilidades básicas del entrevistador se deja notar en varias publicaciones donde se ensayan técnicas como la representación de papeles (Balleweg, 1990) dirigidas al aprendizaje del control de situaciones de entrevista y conceptualización de problemas. En otros casos, se trata de la incorporación de medios audiovisuales al entrenamiento (Veltum y Miltenberger, 1989). Por su parte, Márquez, Rubio y Hernández (1987) realizaron un estudio sobre la modificabilidad de las variables del entrevistador que intervienen en el proceso, logrando mejorar varios aspectos mediante un plan de entrenamiento. Es importante dejar claro que entrevistar no es un arte para el que sólo algunos expertos estarían capacitados sino una habilidad en la que es posible progresar mediante el adecuado aprendizaje. Garantías científicas de la entrevista Es un tanto desolador el panorama que presenta la entrevista cuando uno mira "de-bajo de la alfombra" y se pregunta acerca de sus garantías científicas. Ciertamente, esta técnica encierra tal cantidad de aplicaciones, finalidades, formatos y encuadres teóricos que probablemente sea imposible, tal como ya señaló Sundberg (1977), realizar generalizaciones sobre su fiabilidad y validez. Sin embargo, la cuestión es de- masiado importante como para posponerla ya que está en juego nada menos que el estatus científico de la técnica de más amplia aplicación en evaluación psicológica. Se intentarán exponer brevemente algunos aspectos del estado de la cuestión, tanto en relación a la fiabilidad como a la validez. Fiabilidad El concepto clásico de fiabilidad hace referencia a la consistencia de las medidas cuando a un sujeto se le aplica repetidamente el mismo instrumento. Este concepto estaba claramente vinculado a las teorías internalistas (en la acepción de Bermúdez, (1986) que defienden los presupuestos de estabilidad y consistencia de la conducta. Desde este punto de vista, la estabilidad y consistencia de la puntuación reflejaría el hallazgo de la adecuada medida del constructo que se pretende evaluar. Desde esta concepción más tradicional podríamos establecer que una primera cuestión sobre la fiabilidad de la entrevista consiste en averiguar si la repetida aplicación tras un intervalo de tiempo arroja la misma información. Tradicionalmente, la fiabilidad incorpora también el estudio de la consistencia interna de los ítems del instrumento de evaluación. En nuestro caso, para la entrevista, se trataría de averiguar hasta qué punto la información obtenida en una parte de la entrevista es consistente con la obtenida en otros apartados. Finalmente, la fiabilidad en el caso de algunas técnicas en las que interviene decididamente el evaluador como parte esencial del proceso de registro, debe justificarse con una referencia al grado en que esta intervención no sesga subjetivamente el material recogido. Tanto UNIDAD I. FUNDAMENTOS TEÓRICOS Y PRÁCTICOS DE LA ENTREVISTA MÓDULO 0614- METODOLOGÍA II. EL MÉTODO CIENTÍFICO Y LA EVALUACIÓN PSICOLÓGICA 16 en las técnicas de observación como en la entrevista, la fiabilidad del observador o del entrevistador se convierten en un tema crucial. Desde esta perspectiva existe una clara ruptura con un clásico concepto de fiabilidad psicométrica como consistencia temporal de las medidas u homogeneidad de los ítems, ya que lo que se requiere es una prueba de objetividad. Tal como lo ha expresado García Marcos (1983), en el caso de la entrevista la cuestión clave es si la información obtenida por un determinado entrevistador es idéntica a la que obtendría otro entrevistador con el mismo sujeto. Lógicamente no es ésta una medida de objetividad sino de intersubjetividad, ya que es el acuerdo entre distintas perspectivas parciales el indicador de que se está reflejando una determinada "realidad". Sin embargo, la defensa de otro criterio de objetividad, ha resultado mucho más contro- vertida. Por ejemplo, la exactitud, en el sentido en que la define Kazdin (1977), se propone distinguir precisamente el aspecto de acuerdo entre evaluadores del concepto de exactitud en los registros, que vendría definida por el grado en que éstos son reflejo fiel del comportamiento del sujeto. Aunque ha sido defendido por Cone (1987) en el ámbito de la evaluación conductual, la suposición de índicesde contraste incontrovertibles para asegurar la exactitud de lo registrado nos lleva a plantear la evaluación de tales indicadores como un problema al menos tan serio como el que se pretendía solucionar. Otra forma de exponer las diferentes vertientes del problema es la clasificación de las fuentes de error propuesta por Spitzer, Endicott y Robins (1975) con las que podríamos describir algunos de los principales problemas que afectan a la fiabilidad: a. Varianza del sujeto; el sujeto puede estar presentando distintas conductas problemáticas en distintos momentos del tiempo, bien porque son etapas de un mismo proceso (por ejemplo, trastorno maníaco-depresivo) bien porque realmente son problemas distintos. b. Varianza de las fuentes de información; referida tanto a la cantidad de información que obtiene cada profesional como a aspectos de utilización exhaustiva o no de los recursos informantes (por ejemplo, consultar con otros familiares). c. Varianza de observación; el entrevistador durante el proceso de observación y registro puede utilizar procesos diferentes que den lugar a resultados también distintos. d. Varianza de criterio; los profesionales pueden utilizar diferentes criterios diagnósticos y por tanto llegar a conclusiones muy distintas en el mismo caso. Para Spitzer y cols. (1975) la principal causa de desacuerdos es la varianza de criterios, seguido de la varianza de información. Para reducir el primero se ha intentado disminuir su magnitud con el desarrollo de sistemas de clasificación nosológica bien afinados y en los que los criterios sean consensuados (de ahí la importancia de los sistemas DSM). En el segundo caso, la disminución viene de la mano del empleo de entrevistas altamente estructuradas que aseguren que el entrevistador recorre una misma ruta y de un modo estandarizado. Si nos hemos extendido algo más en cuestiones teóricas acerca de la fiabilidad es porque precisamente en la entrevista se hace especialmente difícil aplicar unívoca-mente este concepto. En el ámbito de la evaluación diagnóstica, cuando se ha pre- tendido fundamentar la fiabilidad de una entrevista la mayor importancia se ha con-cedido a los índices de fiabilidad entendidos como acuerdo "interentrevistadores". El grado en que el uso de un determinado tipo de entrevista lograba acuerdos en el diagnóstico con que concluían los evaluadores se ha juzgado el aspecto esencial. Ya se comentó en apartados anteriores cómo las entrevistas estructuradas han ido con-siguiendo, paralelamente al desarrollo de un consenso en las categorías diagnósticas, una importante mejoría en su fiabilidad. En cuanto a la evaluación conductual, la fiabilidad debería corresponder al acuerdo entre evaluadores acerca de las conductas objetivo a seleccionar o en cuanto a las hipótesis funcionales que se derivan de los datos recogidos. Sin embargo, existen muy pocos trabajos que se refieran a estos aspectos, y alguno de ellos como el de Hay y cols. (1979) informa de una UNIDAD I. FUNDAMENTOS TEÓRICOS Y PRÁCTICOS DE LA ENTREVISTA MÓDULO 0614- METODOLOGÍA II. EL MÉTODO CIENTÍFICO Y LA EVALUACIÓN PSICOLÓGICA 17 muy escasa fiabilidad interentrevistadores para detectar áreas problemáticas específicas. Cuando se ha tratado de un modo más tradicional el concepto de fiabilidad, los trabajos han intentado comprobar si la aplicación de una entrevista en dos diferentes períodos de tiempo al mismo sujeto lograban los mismos resultados, obviamente en cuanto a aspectos que deben ser estables (por ejemplo, referentes a cuestiones históricas o del desarrollo). En una revisión de algunos de estos trabajos, García Marcos (1983) concluye que existen factores complejos como la motivación del sujeto, su nivel de formación, el intervalo temporal transcurrido, etc., que inciden de manera desigual y poco conocida en cuanto a sus interacciones recíprocas y su influencia sobre los resultados obtenidos. Un apartado especial que ha ocupado en los últimos años a un buen número de investigadores se refiere a la ventaja de utilizar otros informantes y su aumento en la fiabilidad. Ha habido recientes estudios en esta materia acerca de poblaciones o sec- tores como los niños (Hodges y cols., 1987), los pacientes psiquiátricos (Brewin y cols., 1990), los ancianos (Jorro y Korten, 1988) o los adultos con retraso mental (Klein-Parris, Clermont- Michel y O'Neill, 1986). En síntesis, la fiabilidad en las entrevistas ha alcanzado su éxito más espectacular en su acepción de acuerdo "interjueces" en las entrevistas de finalidad diagnóstica (como en el caso de la SADS o D/S), si bien su éxito se debe tanto a una alta estructuración como, probablemente en su mayor parte, a un factor relativamente externo como es el desarrollo de los sistemas de clasificación psicopatológica. Sin embargo, los aspectos de la fiabilidad en su acepción más tradicional, como estabilidad de los datos recogidos y como consistencia interna de los diferentes ítems planteados han originado muy escasa investigación. Validez Si la fiabilidad es un concepto con diferentes acepciones, la validez alcanza tal grado de matización que su utilización sin adjetivación alguna (criterial, predictiva, discriminante) se va haciendo cada vez menos frecuente. En el caso de la entrevista algunas de las vertientes del concepto de validez más importantes son las siguientes: a. Validez de contenido; con ella se suele hacer referencia al grado en que el conjunto de cuestiones planteadas en la entrevista representa adecuadamente el universo de situaciones que se desea sondear, aunque según Messick (1975) sería más adecuado hablar de la representatividad de las respuestas recogidas a través de esas cuestiones con el fin de que el término de validez esté plenamente justificado. Vista así, la validez de contenido sería una valoración de la construcción de la entrevista en cuanto a su capacidad para generar respuestas que representen el universo de aquello que se pretende evaluar. b. Validez de criterio; trata de expresar el grado en que la información recogida con un instrumento puede utilizarse para inferir el rendimiento o el resultado en otra variable diferente, tanto en el sentido de predicción futura (validez predictiva) como de covariación sincrónica (validez concurrente). En la entrevista aparecen algunos problemas específicos en relación con este tipo de validez ya que los criterios a elegir suelen referirse en ocasiones a aspectos muy parciales, incluso ítems aislados (puede establecerse la validez de un dato de la entrevista contrastándolo con un re- gistro de archivo, como el peso al nacer), pero no siempre existen criterios para todas las cuestiones. En la entrevista con finalidad diagnóstica se ha utilizado como criterio la clasificación psicopatológica realizada mediante otras técnicas, como ya comentamos en el correspondiente apartado de este capítulo (véase apartado de entre-vistas diagnósticas). c. Validez de constructo; desde las teorías psicométricas más actuales, y tal como desarrolla Silva (1989) en su importante revisión del tema, este concepto tiende a erigirse en la verdadera clave del problema de la validez de un instrumento, hasta el punto de que parece haber un consenso cada vez UNIDAD I. FUNDAMENTOS TEÓRICOS Y PRÁCTICOS DE LA ENTREVISTA MÓDULO 0614- METODOLOGÍA II. EL MÉTODO CIENTÍFICO Y LA EVALUACIÓN PSICOLÓGICA 18 mayor en que el resto de ver-tientes de validez finalmente deben hacer referencia a esta validez de constructo. Internarse en este intrincado campo conceptual excedería las pretensiones de este capítulo y por ello resumiremos, siguiendo a Nelson y Hayes (1979), en dos cuestiones fundamentales la importancia de este criterio psicométrico: • ¿Incrementa este procedimiento de evaluación nuestra comprensión del comportamiento?• ¿Nos permite sostener, extender, modificar o elaborar principios y supuestos sobre el comportamiento? A estas cuestiones, lógicamente, no se responde con un determinado índice numérico sino que es necesario estimar históricamente el conjunto de aportaciones realizadas con una determinada técnica de evaluación, en un proceso permanentemente abierto, para poder estimar la validez de constructo. Desgraciadamente, asunto tan central y candente en evaluación psicológica no ha movido apenas a la investigación en lo que respecta a la entrevista. Sin soslayar su importancia, cabe augurar un difícil camino si tenemos en cuenta la diversidad de concepciones teóricas o los diferentes entramados de redes nomológicas en los que se puede ver ubicada esta técnica. Finalmente, se ha hablado en ocasiones de la validez de tratamiento, que hace referencia a la utilidad de una técnica de evaluación concreta para lograr un tratamiento más efectivo o tomar decisiones más adecuadas. Normalmente, se trata de demostrar hasta qué punto, en este caso la entrevista, añade una información relevante para los fines de la evaluación en comparación con otras técnicas (lo que a su vez se matiza con el término de validez incremental). Creemos que uno de los pro- blemas cruciales, tal como resume McReynolds (1985), es que sobre este aspecto, para las técnicas de evaluación en general, se ha escrito muy poco. En el caso concreto de la entrevista, una de las líneas importantes de investigación debería ser precisa- mente ésta, es decir, explorar el tipo de información relevante que proporciona en cada una de sus aplicaciones y las ventajas que supone con respecto a otras técnicas. Más allá de la utilidad demostrada por su versatilidad y adaptación en todos los ám- bitos, se requiere la investigación rigurosa de este aspecto de utilidad. Finalmente, en el apartado concreto de la entrevista de selección de personal, en la reciente revisión de Schmidt, Ones y Hunter (1992), se comentan los avances en estudios de validez en este ámbito con aportaciones interesantes sobre la mejora de este criterio a través del uso de entrevistas más estructuradas (Harris, 1989) o de la revisión de los procedimientos utilizados para la validación (Dreher, Ash y Hancock, 1988). En síntesis, las garantías científicas de la entrevista constituyen un aspecto especialmente deficitario. Las dificultades de la validación de una técnica tan versátil y de tan amplia aplicación no se escapan a nadie, pero en cualquier caso, a tenor de los desarrollos teóricos de los criterios psicométricos, en la actualidad puede ser un buen momento para relanzar la investigación de los aspectos citados. Conclusiones La entrevista es una técnica de evaluación, pero también es mucho más que esto. Para la psicología es el marco en el que se desenvuelve la mayoría de sus intervenciones, de modo que difícilmente puede convertirse en opción como instrumento y más bien cabe hablar de una herramienta imprescindible. Su versatilidad y flexibilidad permiten moldear una entrevista para cada finalidad y adaptarla incluso al marco teórico del evaluador lo que le confiere gran ventaja respecto al resto de las técnicas de evaluación psicológica. La facilidad y la economía de costes con que recoge aspectos como las coordenadas ambientales (temporales y espaciales) en las que se sitúa la conducta a evaluar (aspectos biográficos, desarrollo, contexto familiar, laboral, escolar, social...) suponen una ventaja reconocida en muy diversos enfoques de evaluación y sin demasiada competencia por parte de otras técnicas alternativas. Los problemas de fiabilidad, especialmente en cuanto al acuerdo en el diagnóstico, parecen encaminarse a una solución UNIDAD I. FUNDAMENTOS TEÓRICOS Y PRÁCTICOS DE LA ENTREVISTA MÓDULO 0614- METODOLOGÍA II. EL MÉTODO CIENTÍFICO Y LA EVALUACIÓN PSICOLÓGICA 19 como consecuencia del consenso en las clasificaciones psicopatológicas. En otras aplicaciones como la entrevista conductual la cuestión no es tan clara y creemos que entra de lleno en el problema de los criterios psicométricos de la evaluación conductual. Se ha tratado de profundizar en este capítulo en los comportamientos más relevantes que adoptan los dos sujetos que interactúan en una entrevista, cada uno en cl ejercicio de su propio papel. Se ha pretendido con ello mostrar algunas de las estrategias que el evaluador debe emplear para asegurarse el máximo provecho de la entre-vista. Es de esperar que la entrevista siga su afianzamiento tras las críticas de los primeros años. En aspectos diagnósticos la mejora de las garantías científicas es un hecho, en otras aplicaciones es de esperar que se produzcan. UNIDAD I. FUNDAMENTOS TEÓRICOS Y PRÁCTICOS DE LA ENTREVISTA LA ENTREVISTA Introducción Algunas notas históricas Concepto y clasificación de las entrevistas Entrevistas clínicas La entrevista Entrevista diagnóstica Schedule for affective disorders and schizofrenia (SADS) [En «Diagnostic interview schedule \(DIS\)� La entrevista conductual La entrevista en selección de personal La entrevista como interacción El papel del entrevistador El papel del entrevistado Aprendizaje del papel de entrevistador Garantías científicas de la entrevista Fiabilidad Validez Conclusiones
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