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parte de esta publicación, incluido el diseño de la cubierta, puede ser da, almacenada o transmitida en manera alguna ni por ningún medio, ya ico, químico, mecánico, óptico, de grabación o de fotocopia, sin permiso previo del editor. Primera edición, 1998 Segunda edición, 2001 Tercera edición, 2003 © ANA MARÍA GÜIRALDES, 1998 Derechos exclusivos © EDITORIAL ANDRÉS BELLO Av. Ricardo Lyon 946, Santiago de Chile Registro de Propiedad Intelectual Inscripción N° 105.633, año 1998 Santiago - Chile Se terminó de imprimir esta tercera edición de 1.000 ejemplares en el mes de junio de 2003 IMPRESORES: Productora Gráfica Andros Ltda. IMPRESO EN CHILE / PRINTED IN CHILE ISBN 956-13-1550-5 A N A MARÍA GÜIRALDES LA LUNA TIENE OJOS NEGROS ILUSTRACIONES DE PAULA GUTIÉRREZ FUNDACION EDUCANDO Fono: 2215524 EDITORIAL ANDRÉS B E L L O L A L U N A TIENE OJOS N E G R O S C o m o todas las noches, d o n Sapo Gitano se amarró a la cabeza u n pañuelo a lunares rojos, tomó la guitarra y partió a saltos a la laguna a darle una serenata a su amor. ¡Qué l i n d o estaba todo! E l agua bri l laba c o m o p a p e l de chocolate, los árboles se mecían c o n tanta suavidad c o m o si abanicaran a u n enfermo, y había tanto o lor a hierbas que los peces saltaban c o n ganas de vivir fuera. E l Sapo se sentó en una roca. P l i n , ritiplín, afinó la guitarra, miró hacia e l ANA MARÍA GÜIRALDES para asegurarse de que su amada iera despierta. i corazón le d i o u n salto; allí estaba con su cara redonda, su ve lo de las y su vestido oscuro. Carraspeó rienzó a cantar c o n su v o z ronca. Ayayay, Lunita mía, dame tus ojos tan negros que parecen dos carbones o las alitas de un cuervo. i Sapo levantó su cara verde hacia na para ver si ella le contestaba. sro no. C o m o todas las noches, la permaneció m u d a . i Sapo abrió la bocaza a ver si :haba algún m u r m u l l o plateado. nada. Nadita de nada. c o m o y a hacía m i l noches que le ba, se quedó c o n la boca abierta, ANA MARÍA GÜIRALDES »s ojos se le convirt ieron en dos pozos Lie empezaron a gotear y a gotear, y ermaneció sentado e n la roca, mirando acia el cielo. Le había dado la Tristeza de los ipos . Y cuando a u n sapo le da la risteza de los Sapos, sólo u n milagro lo uede curar. U n zorzal que pasaba p o r ahí, al ver fue l la cosa verde tan inmóvil, lo infundió c o n u n árbol y se paró en su ibeza a picotear los lunares rojos, ensando que eran caquis maduros. Pero esos caquis tenían sabor a tela, , bastante molesto, e l Zorza l d i o u n ütito para ver quién le había hecho esa roma de m a l gusto. —¡Pero si es e l Sapo Gitano! -exclamó, c o n u n a hi lacha de l pañuelo Digando de su p i c o — . ¿Qué te pasa? C o m o e l Sapo n o contestaba, el LA LUNA TIENE OJOS NEGROS 9 Zorzal se asustó. Miró para todos lados: sólo v i o el agua bril lar c o m o p a p e l de chocolate, los árboles mecerse c o m o si abanicaran a u n enfermo y a los peces saltar para oler la hierba. —¿Quién le h i z o esto al Sapo Gitano? — p i ó e l Zorza l . —¡La Luna fue! —respondió el Río c o n v o z mojada. —¿Y por qué le h i z o esto? —¡Le d i o la Tristeza de los Sapos por cantarle a la Luna! — r e s p o n d i e r o n los Árboles, c o n reverencias m u y lentas. —¿Y qué mentira le dijo e l Sapo a la Luna? Y los peces, c o n sus cabezas fuera del agua, cantaron c o n la v o z de c ien sapos: Ay, Luna, Lunita mía, dame tus ojos tan negros, I ANA MARÍA GÜIRALDES que parecen dos carbones o las alitas de un cuervo. —¡Pero si la Luna no tiene los ojos íegros! ¡Ni siquiera sabemos si la Luna iene ojos! — e x c l a m ó e l Zorza l . Y c o m o las aves t ienen u n corazón dulce y generoso, el Z o r z a l decidió que tenía que hacer algo. —¡Río, dame barro! — p i ó . E l Río movió sus aguas, las mezcló c o n tierra de la oril la y el Zorza l se revolcó y se revolcó hasta quedar convert ido e n u n pájaro oscuro. —¡Árboles, denme brisa! Los Árboles se m o v i e r o n hasta endurecer e l barro de sus plumas. —¡Peces , a imitar la canción de l Sapo! Y mientras los peces, c o n sus cabezas fuera d e l agua, comenzaban a LA LUNA TIENE OJOS NEGROS cantar, el Z o r z a l emprendió u n vue lo veloz y directo hacia la Luna. Minutos después, una v o z se escuchó venir desde el cielo. Era u n m u r m u l l o plateado, u n susurro lunar, una v o z tan blanca que h i z o que el Sapo Gi tano se estremeciera. Y , c o m o despertando de u n profundo sueño, v i o a l o lejos a su Luna c o n unos ojos negros, rasgados, temblorosos, más parecidos a dos alas de u n pájaro oscuro, que le cantaba: Ayayay, Sapo Gitano, te respondo desde el cielo y te miro con mis ojos estos ojitos tan negros. L A CERDITA P A N C H I T A Las señoritas de l corral estaban m u y nerviosas: el G a l l o Plutarco había organizado la elección de \ Miss Preciosura y todas tenían m u c h o que hacer. La señorita Lora Lira se desesperaba buscando zapatos de taco alto que n o se le cayeran, porque tenía los pies tan flacos c o m o sus piernas. La señorita Pata Patty, que estaba m u y segura que sería la ganadora, porque se balanceaba al caminar, se preocupaba de leer los diarios para contestar b ien cualquier pregunta de cultura general. 4 ANA MARÍA GÜIRALDES La señorita Ga l l ina Paul ina se probaba unos bikinis y le preguntaba a todo el m u n d o c o n cuál se veía más cocoroca. Y la señorita Cerdita Panchita caminaba b i e n lento de u n lado a otro, mirando a la Lora, a la Pata y a la Gal l ina , porque n o sabía andar c o n tacos a l t ó s e n o tenía idea de cultura y n o se atrevía a usar b i k i n i . Por eso, lo único que hacía era ensayar c ó m o pintarse b i e n la boca, que era lo más l indo que tenía. Se la pintaba color cereza, se la pintaba color melón, se la pintaba color sandía, se la pintaba color salmón. Pero le tiritaban hasta las orejas de sólo pensar que el sábado tendría que subirse a u n a tarima y decir: " H o l a , m i nombre es Cerdita Panchita y vengo de l corral" . 16 ANA MARÍA GÜIRALDES Y llegó e l día d e l concurso. E l patio de la granja estaba l leno de público y , tras las cortinas, las señoritas se preparaban. La Lora Lira ensayaba caminar c o n sus tremendos tacones que le d o b l a b a n sus piernas v La Pata Patty se balanceaba c o m o u n bote y ponía cara de ganadora. La G a l l i n a Paul ina se miraba en e l espejo, desesperada porque e l b i k i n i le quedaba grande. Y l a Cerdita Panchita se miraba la t rompa, s in saber de qué co lor pintársela. E n ese m o m e n t o salió e l maestro de ceremonias, e l G a l l o , c o n corbata de humita y zapatones de charol . Y también apareció e l jurado: e l señor Pavo, la señora Gansa , e l señor G a t o y e l señor Conejo. LA LUNA TIENE OJOS NEGROS 17 —¡Bravooo! —aplaudió e l público. Los miembros d e l jurado se pus ieron sus anteojos y se sentaron. —¡Muy buenas noches, público de l corral! — c o m e n z ó e l G a l l o — . Tengo e l agrado de presentar e l Concurso de Bel leza, e n e l que elegiremos a Miss Preciosura. ¡Un aplauso para e l jurado y para nuestras cuatro candidatas! Las señoritas aparecieron e n fi la . La Pata trataba de ponerse delante de las otras para que e l jurado la viera mejor. La Lora arrastraba los pies para que no se le cayeran los zapatos. La Ga l l ina inflaba e l p e c h o para que no se notara que e l b i k i n i le quedaba grande. Y la Cerdi ta . . . la Cerdi ta . . . ¿dónde estaba la Cerdita? Panchita apareció caminando bien , 8 ANA MARÍA GÜIRALDES j i e n lento, c o n su cuerpo b i e n , b i e n gordo y e l corazón, p u m , p u m , latiendo, y también c o n la b o c a pintada de color azul . ¿Azul? Sí, azul c ielo, a z u l mar, azul marino, azul total. La pr imera pregunta de cultura generalfue para la G a l l i n a Paul ina : —¿Qué fue pr imero, e l h u e v o o l a gallina? La Ga l l ina se p u s o manos e n caderas, miró para arriba c o m o u n cuarto d e hora y f inalmente respondió: —¿Podría repetirme la pregunta? E l jurado se miró y anotó algo e n su hoja. Le tocó e l turno a la Lora : —¿Qué es más grueso, u n cabel lo o u n hilo? — ¡ Q u é t ienen que meterse c o n mis piernas! —respondió la Lora furiosa, y se fue. LA LUNA TIENE OJOS NEGROS 19 E l jurado anotó e n su hoja. Le tocó e l turno a la Pata. —¿Cuál es e l c o l m o de u n a pata? —¡Tener mala pata! ¡Pero n o es m i caso! —respondió la Pata, mirando a l jurado m u y sonriente. E l jurado se miró y anotó e n su hoja. Le tocó e l turno a la Cerdita: —¿Qué es l o más hermoso de la naturaleza? — E l color a z u l —respondió Panchi ta—, porque e l c ie lo se refleja e n e l agua, e l agua e n e l c ielo, y n o se sabe s i estamos mirando para arriba o para abajo. Muchas gracias —añadió, h izo u n a reverencia y se fue. E l jurado se miró y anotó e n su hoja. Para entretener a l público, sal ieron al escenario o c h o lauchas a bailar rap. M e d i a hora después, e l G a l l o apareció c o n otra corbata y otros 20 ANA MARÍA GÜIRALDES zapatos, para anunciar que e l jurado tenía e l nombre de la ganadora. E l G a l l o infló e l pecho , miró al público, tomó aire y gritó: —La ganadora es... ¡la Cerdita Panchita! Detrás d e l escenario, tres concursantes se desmayaron. Y la ganadora n o apareció. —¡Dije que la ganadora es la Cerdita Panchita! Y la ganadora apareció. Venía caminando b i e n lento, c o n su cuerpo b i e n gordo y e l corazón b i e n contento. Y cuando le pusieron la corona, sonrió c o n unos dientes manchados de azul : de u n a z u l c ie lo , de u n a z u l mar, de u n azul marino, de u n a z u l total. L A C O R O N A D E L R E Y ESTANISLAO i * Esta es la historia de Su Majestad Estanislao, u n rey tan simpático y alegre, tan deportista y amigable, que era adorado p o r todos los que l o conocían. E l único problema era que siempre perdía sus coronas. O las dejaba e n u n árbol cuando subía a buscar nidos, o e n e l río cuando iba a bucear; e n la p laya cuando jugaba paletas, o e n la luna cuando quería soñar. Pero l o más habitual era que las dejara en e l camarín d e l estadio, entre sus calcetines y su capa de terciopelo. 2 ANA MARÍA GÜIRALDES Lógicamente, cuando se acordaba y la iba a buscar, y a n o estaba. Y tenía que mandar a comprar otra, porque u n rey n o p u e d e andar c o n l a cabeza pelada. Su esposa, la reina, se desesperaba y l o tenía amenazado c o n hacerle u n a corona de p a p e l de diar io s i seguía c o n su mala costumbre. — N o os preocupéis —di jo u n día Estanislao—. Esta corona que me compré ahora me va a durar para siempre. U n a mañana, su esposa l o v i o salir m u y apurado c o n su real tenida de fútbol y la corona recién comprada e n la cabeza. —¿Adonde vais, o h rey Estanislao? —preguntó la reina. — A jugar u n part ido c o n mis subditos, o h reina Estela — d i j o e l rey mientras hacía precalentamiento, y la LA LUNA TIENE OJOS NEGROS 23 corona de oro, rubíes y diamantes le rebotaba en la cabeza. —¡Otra vez fútbol! —suspiró la reina. — E s e l último: e l que gana se l leva la C o p a —se entusiasmó e l rey. —¡Cuidad la corona, mira que es la última que vendían e n e l almacén de la esquina! — l e recordó la reina. —¡No os preocupéis! — d i j o e l rey, y salió trotando c o n la pelota bajo e l brazo. Apenas llegó a l estadio, se dirigió a los camarines a juntarse c o n su equipo , Los Caregatos. —¡Hoy sí que les vamos a ganar a Los Careperrosl — d i j o e l rey. — S u Majestad, que n o nos vayan a meter quince goles c o m o la otra vez, porque quedaríamos e l iminados de l campeonato — d i j o e l centrodelantero. —¡No os preocupéis! — d i j o e l rey. í ANA MARÍA GÜIRALDES —¡Pero, Su Majestad, no se ha sacado a corona! —di jo el mediocampista. —¡Es para que n o se me pierda! —respondió e l rey. —¡Pero así n o vais a poder jugar! —di jo e l defensa. —¡No os preocupéis! —insistió el rey. Los equipos salieron a la cancha e n m e d i o de los gritos de l público, que repletaba las graderías. E l arbitro d i o el pitazo inic ial y comenzó e l partido. U n careperro va c o n la pelota, u n caregato se la quita; u n careperro le pega u n a patada y el arbitro l o amonesta. Los caregatos avanzan, los careperros persiguen, e l público se entusiasma, y e l partido se enciende. E l rey, en e l arco, saltaba de u n lado a otro. Los minutos pasaban y e l partido iba cero a cero. Los caregatos avanzan, los 26 ANA MARÍA GÜIRALDES careperros persiguen, la h inchada grita y e l nerviosismo cunde. U n caregato se adelanta, jparece que viene e l gol! , e l puntapié es certero y . . . ¡el arco se remece! —¡GOOOOL! ¡GOLAZO DE LOS CAREGATOS! ¡UNO A CERO EL MARCADOR! ¡VAN G A N A N D O LOS CAREGATOS! ¡El rey Estanislao, frente a su arco, daba saltos mortales de fe l ic idad y los careperros se mordían las manos de rabia! E l arbitro tocó e l silbato y se reanudaron las acciones. U n careperro v a c o n la pelota, u n caregato se la quita, u n careperro le pega u n a patada y e l arbitro l o amonesta. Los caregatos avanzan, los careperros persiguen, e l público se entusiasma y e l part ido se enciende. LA LUNA TIENE OJOS NEGROS 27 E n eso, u n caregato tocó la pelota, u n careperro se la quitó, avanzó hacia e l arco y e l caregato se picó. ¡Le p u s o e l pie , le d i o u n empujón, e l careperro cayó e n la z o n a de go l ! —¡¡PENAL!! ¡¡PENAL EN CONTRA DE LOS CAREGATOS!! Los caregatos, angustiados, v i e r o n que todo estaba perdido : ¡el careperro más temible d e l e q u i p o haría efectivo e l penal ! —¡No os preocupéis! ¡Yo lo atajo! —murmuró e l rey, c o n las piernas tiritonas. E l careperro co locó la pelota e n e l punto que le indicó e l arbitro. E l estadio estaba e n s i lencio absoluto. E l rey, pálido, restregó las manos y miró a l careperro que iba a tirar. E l careperro retrocedió, avanzó, lanzó la 28 ANA MARÍA GÜIRALDES pierna derecha hacia atrás, luego hacia adelante. La pelota salió disparada, d i o u n giro e n e l aire, derechito hacia e l arco, e l rey se e levó y . . . jzaz! . . . la pelota quedó ensartada e n las puntas de rubíes y diamantes de la corona d e l arquero. —¡Y TERMINÓ EL PARTIDO! —¡Ganamos la C o p a ! —gri taron los caregatos. E l rey salió e n andas de l estadio c o n la pelota clavada e n la corona. Y u n poeta escribió e l siguiente verso en todos los diarios de todos los reinos: El rey Estanislao es un rey particular que usa una corona para poder cabecear. LA LUNA TIENE OJOS NEGROS Dicen que no se la saca jamás para jugar y quiere que lo contraten para el próximo Mundial. U N C U E N T O A S O L E A D O - x @ f Todas las mañanas, apenas w"'-^ el sol aparecía p o r el c ie lo a calentar el bosque, a la Lagartija Corali ja le bajaba el sueño, y se quedaba d o r m i d a sobre su roca. Y c o m o dormía de día, despertaba de noche, justo justo cuando el sol se despedía de l campo c o n su último rayo amaril lo. Después de bostezar, se ponía su sombrero de plumas y los zapatos de tacón, se pintaba la boca c o n rosas y los ojos c o n carbón, y partía a hacer sus visitas nocturnas. 32 ANA MARÍA GÜIRALDES U n a noche de verano decidió ir a ver a su comadre, la Rana A n a . Ahí estaba la comadre, incl inada sobre e l estero a la l u z de la luna , lavando los cuarenta y c inco pañales de sus renacuajos recién nacidos. —¡Ay, comadrita, tanto que trabaja! — d i j o la Lagartija Corali ja al verla, escobil la que te escobil la, c o n jabón en la chasquil la . —Es que mis renacuajos todavía n o saben avisar —suspiróla Rana Ana, escobilla que te escobilla, con jabón en la patilla. La Lagartija se quedó mirándola estrujar, c inco, diez, quince , veinte, veint ic inco, cuarenta y c inco pañales. Y después la v i o tenderlos u n o a u n o sobre e l cordel . —¿Se tomaría u n té de limón? —ofrec ió la Rana, secándose las manos e n su delantal. LA LUNA TIENE OJOS NEGROS 33 Corali ja aceptó. Caminó m u y elegante e n m e d i o de la noche hacia la casita, c o n la cola recogida para n o ensuciarla, y tratando de n o h u n d i r demasiado sus tacos e n e l barro. —Ojalá se sequen en la noche todos mis pañales — d i j o la Rana, mientras escuchaba unos agú desde e l dormitor io de los renacuajos—. N o p u d e lavarlos mientras estaba e l sol , porque estaba preparando cuarenta y c inco mamaderas de leche. —¿Sol? ¿Y quién es ese tipo? —se extrañó la Lagartija. — E l so l es una pelota amarilla que cuelga de l cielo y nos da calorcito y luz, pues, comadre. ¡Cómo no v a a saber eso! — ¿ Y a qué hora se cuelga e l so l d e l cielo? ¿Se puede saber? —¡A la hora que usted duerme, pues, comadre! —rió la Rana. LA LUNA TIENE OJOS NEGROS 35 Coralija se quedó c o n la boca abierta. ¡Una pelota amarilla y brillante colgaba todos los días de l c ielo y ella n o la conocía! —¡Ay, comadre, despiérteme mañana para conocer el sol! ¡Y y o le regalo m i sombrero . . . no , mejor mis zapatos! —ofrec ió al verlos todos mojados y c o n los tacos embarrados. — M u y bien, m u y b ien — a c e p t ó la Rana, y se fue a ver a sus renacuajos, que chi l laban a toda boca. A l día siguiente, b i e n temprano, cuando la Lagartija estaba durmiendo , sintió que la remecían. Apretó b ien los ojos pintados y sujetó los zapatos embarrados, pero los remezones se transformaron en empujones. Abrió los ojos, y lo pr imero que v i o fueron unas manchas verdes rodeadas 36 ANA MARÍA GÜIRALDES de u n a luz amaril la m u y fuerte, que la obligó a cerrar los ojos nuevamente. Creyó q u e era u n a p e s a d i l l a ; soñaba que estaba soñando , así que se d i o vuel ta para cambiar d e sueño , p e r o ¡plaf!. . . sintió q u e l a empujaba d e arr iba abajo y despertó e n e l sue lo . Abrió b i e n los ojos y v i o unos renacuajos que la miraban chupándose u n a pata. —¡Me d u e l e n los ojos! —gritó Corali ja y se tapó la cara c o n su cola flaca, porque e n e l c ie lo u n a pelota amarilla le mandaba toda su luz . E n eso apareció la comadre A n a c o n las manos c o n lavazas. —¡Le presento al so l , comadrita! ¿Le gusta? —preguntó la Rana. —¡Es grande y boni to y m u y calentito! —parpadeó la Lagartija. LA LUNA TIENE OJOS NEGROS 37 —¿Se acuerda de que m e ofreció sus zapatos si y o se lo mostraba? —preguntó la Rana. —¡Sí!, ¡sí! — e x c l a m ó Corali ja, todavía mirando e l c ielo. — P e r o y o quería preguntarle si en lugar de los zapatos me podría dar otra cosa que necesito. . . —pidió la Rana. —¿Qué cosa? —preguntó Coralija, pensando asustada en unas medias de seda nuevas que había c o m p r a d o en el invierno. —¡Yo le p i d o c o n todo m i corazón que usted me ayude a lavar! — e x c l a m ó la Rana, c o n la v o z b i e n pedigüeña. La Lagartija se quedó callada. —¡Le mostré e l sol , comadrita, n o lo o lv ide . ¡Una promesa es u n a promesa! —recordó la Rana. —¡Agú!, ¡agú! — l a apoyaron veint ic inco guarisapos. 38 ANA MARÍA GÜIRALDES La Lagartija, n o m u y convencida , dijo sí c o n la cabeza. —Entonces la espero — d i j o la Rana. Y partió de vuelta a su casa c o n sus renacuajos en brazos. Y , c o m o dijo la Rana, las promesas son promesas. P o r eso, la Lagartija Corali ja se levanta tempranito, pero se ve m u y buenamoza c o n su n u e v o color bronceado, porque junto c o n la comadre: Lava que lava pañales en el estero asoleado con su sombrero de plumas y los tacos embarrados. L A ARAÑA M E L A N I A La Araña Melan ia escuchaba p o r la radio su programa preferido y suspiraba p o r la preciosa v o z de Rorro, e l Abejorro romántico, que cantaba: Viene la primaveeeera a llenarnos de coloooor; viene un par de ojos veeeerdes, para hablarnos de amoooor. D e pronto paró la música. —¡EXTRA! ¡EXTRA! ¡EXTRA! —di jo el locutor c o n voz alharaca—. 40 ANA MARÍA GÜIRALDES Interrumpimos nuestro programa Música para bichos, para informar que e l gran profesor Ciempiés Calloso, el bailarín mañoso, mañana dará clases de "picazón primaveral", e l nuevo ritmo que causa furor en los bosques del m u n d o . La Araña Melania quedó paricunflética. ¡Qué buena noticia, c o n lo que le gustaban a ella los bailes nuevos! A la mañana siguiente, partió caminando m u y apurada. Iba c o n sus zapatillas l impias y las pestañas encrespadas, c o n olor a co lonia y el vestido m u y planchado. Pasó por una cafetería, p o r una videoteca, p o r una zapatería y por una bibl ioteca. D e pronto, v i o u n montón de animales que formaban una paciente fila frente a u n local de letrero luminoso que decía: "Ciempiés Cal loso, e l bailarín mañoso". 42 ANA MARÍA GÜIRALDES —Aquí es — d i j o la Araña Melania . Se puso al f inal . Delante de ella estaba la Pulga Renata, m o v i e n d o la cabeza y las patas; más adelante estaba el Murciélago Cir i lo , m o v i e n d o las alas y los colmil los , y más allá, la Lora Fedora remecía las plumas de la cola. D e pronto se abrieron las puertas y ¡ZUUUMMM! entraron todos corriendo. La Araña Melania se metió entre la lombr iz y la mosca, saltó p o r sobre el ratón y le h izo cosquillas c o n la pata a la lora. Llegó la primera de todos a una sala enorme e i luminada, y ¡OOOHHH!... allí estaba el profesor. Tenía bigotito y se peinaba c o n patillas, usaba medias blancas y botas amarillas. — C h i c o s y chicas, ¿quieren bailar LA LUNA TIENE OJOS NEGROS 43 "Picazón primaveral"? —preguntó, dando u n salto. —¡Sííí! —gr i taron todos. — C h i c o s y chicas, ¿de verdad quieren aprender "Picazón primaveral"? —gritó, dándose una vuelta de carnero. —¡Sííí! — c h i l l a r o n los alumnos. —¡Pitipiti, pitipá! ¡A imitarme, chicos! A y , pit ipit i , ay, pitipá, ay, papar ipi , ay, piripá, se escuchó la música y el profesor empezó a bailar c o m o si le hubieran dado cuerda. Pero justo cuando la Araña Melania se preparaba a dar u n pasito tímido, la Pulga Renata d i o u n salto, calculó mal , y en lugar de caer al suelo, aterrizó e n la espalda de la Araña Melania . Y para no perder la costumbre, ¡plic!, la picó. La Araña dijo ¡ay!, movió una pata y movió dos, d i o una voltereta y u n tropezón. ¡Plic!, la picó de nuevo. 44 ANA MARÍA GÜIRALDES La Araña se rascó la espalda, se rascó u n talón, se rascó la cara y d i o u n tiritón. ¡Plic!, de nuevo la picó la Pulga . Melania movió u n ojo, movió los dos, cayó de espaldas y se paró. A y , pit ipit i , ay, pitipá, ay, papar ipi , ay, piripá, sonaba la música mientras todos aplaudían y el profesor Ciempiés Cal loso se estiraba el bigote y miraba paricunflético, c o n la boca abierta, las contorsiones de la Araña. —¡Eso, eso, Araña Melania ! —decían los alumnos, m o v i e n d o las patas y dando tropezones, rascándose la espalda y dando tiritones. Y mientras la Pulga se daba la comi lona de su v ida e n la espalda de la araña, ésta n o tenía idea de que entre saltos y manotazos, rasquidos y costalazos, estaba inventando el baile LA LUNA TIENE OJOS NEGROS 45 más fanta-bulo-vil loso que jamás nadie había visto. P o r eso, Ciempiés Cal loso, al ver que n o tenía nada que hacer ahí, h i z o su maleta y partió a tomar e l avión para dar clases en otro país. Mientras tanto, Rorro, el Abejorro romántico, inventó una canción que dice: Ay, ya viene el Picazóooon a bailar a su manera; ay, me muero de emocióooon cuando bailo en primavera. ¡QUÉ B U E N A PATA! C l o r i n d o era u n pato . Jl diferente de sus amigos. ' * • Sabía decir cuá-cuá. caminaba c o m o pato, pero era diferente. Le gustaba comer maíz, bailaba m u y b i e n e l patapata, pero era diferente. ¿Por qué? Porque a C l o r i n d o n o le gustaba el agua. Tal cual . E l pobre era tan, pero tan friolento, que cada vez que trataba de meterse a la laguna tiritaba de tal manera, que se le l legaban a volar las plumas. Por eso, mientras en el verano sus 48 ANA MARÍA GÜIRALDES amigos se daban vueltas de carnero y se lanzaban piqueros, él, e n su tina caliente, se daba u n chapuzón y jugaba c o n el jabón. U n a tarde de enero, cuando todos los patos estaban pasándolo fabuloso en el agua y C l o r i n d o andaba p o r la ori l la tratando ( de que n o lo salpicaran, llegó a la laguna una Pata en b i k i n i . Todos quedaron paricunfléticos de la impresión. La Patita tenía los ojos así c o m o l indos, las plumas así c o m o suaves, unas piernas así c o m o asá, una cintura c o m o acinturadita, y caminaba m o v i e n d o una cadera para allá y la otra para acá. Llegó haciéndose la que no veía a nadie, puso una toalla b i e n estirada en la arena y s in arrugarla se sentó a tomar el sol . Los que estaban en la laguna 50 ANA MARÍA GÜIRALDES c o m e n z a r o n a reírse para que la Patita los mirara. Pero ella se puso los anteojos ahumados y movió u n ala para espantar una mosca. Los d e l agua sacaban p e c h o y n a d a b a n de espalda . P e r o el la estaba cara al c i e lo c o n los ojos cerrados. Y C l o r i n d o , c o n e l corazón b a i l a n d o rock, c o m e n z ó a caminar p o r la oril la. — ¡ Q u é l indo día! —decía Clor indo, n i rando e l sol . Y la patita se sacaba u n grano de trena de u n a p l u m a . —¡Mmm! ¡Qué rica debe estar e l agua! Y la Patita naca la pirinaca. — ¡ Q u é calor hace! —dec ía Clor indo , banicándose c o n u n ala. Hasta que la Patita se sacó los nteojos, d i o u n suspiro y se levantó, lor indo se p u s o e n pose de pato LA LUNA TIENE OJOS NEGROS 51 b u e n m o z o , pero la Patita pasó por su lado s in decir n i cuac. C u a n d o , b i e n colorado, miró hacia sus amigos que se reían de él, se sentó, s imulando mirar una hormiga . Miró a la hormiga arrastrar una hoja, dos hojas, tres hojas. . . cuando escuchó: —¡Ay! ¡Ayayay! C l o r i n d o miró hacia e l lago: ahí estaba la Patita c o n cara de dolor. —¡Mi pata . . . ayyy! —gimió ella, comenzando a hundirse. C lor indo , asustado, miró a sus amigos que nadaban allá lejos. —\Aglúglame\ —gritó la Patita c o n e l agua a la boca . C l o r i n d o avanzó u n paso hacia la laguna y se mojó u n poqui to . Y se le l legaron a arrugar los ojos de frío. — A . . . g l u . . . g l u . . . p o r . . . f a . . . g l o g . . . 52 ANA MARÍA GÜIRALDES Y sólo se le v i o la última p l u m a de la cabeza. . C l o r i n d o sintió u n remezón p o r todo e l cuerpo. —¡Al agua, pato! —gritó. Se le heló el intestino, e l corazón, la pana, y e l riñon, pero v i o bajo el agua u n cangrejo }ue tenía agarrada c o n u n a tenaza la :>ata de la Pata. D e u n puñete casi loqueó a l fresco, que alcanzó a decir abusador", agarró a la pobre de u n ala r la sacó a la ori l la . —¡Mi héroe! — e x c l a m ó ella, y le d i o n beso e n la cara. C l o r i n d o estaba azul , morado, tiritón empapado. Titiritití, titirita, n o puede moverse, o puede hablar. La Patita de inmediato >mó su toalla, lo envolvió b i e n y le npezó a dar aletazos para ayudarlo a itrar en calor. LA LUNA TIENE OJOS NEGROS D i c e n los que c o n o c e n la historia, que C l o r i n d o quedó b i e n zamarreado, pero m u y enamorado. Y que la Pata todavía tiene u n a pata hinchada, pero n o le importa nada, porque su héroe, aunque se le arruguen las plumas de frío y salga d e l agua todo patuleco, se mete al agua c o n ella para cuidarla. ¡Qué buena pata! COSE, COSE, C O S E M U C H O La Coneja Cosemucho era la mejor modista de l pueb lo . Las señoras le l levaban sus géneros y ella les hacía vestidos c o n u n corte e n la cintura y blusas c o n las mangas deshiladas, camisetas c o n rebaje e n e l escote y faldas c o n la basta m u y planchada. Esa N a v i d a d tuvo más trabajo que nunca y n o tenía t iempo n i de comer n i de dormir. P o r eso, cuando la tarde de N o c h e b u e n a entregó el último pedido , comenzó a barrer las hilachas que 56 ANA MARIA GÜIRALDES daban vueltas p o r la pieza , guardó la aguja, colgó las tijeras y se sentó. Lo único que quería hacer era ver pasar las horas, ver correr e l viento y quedarse ociosa siquiera u n momento . D a b a u n segundo suspiro cuando ¡plin! sintió una punzadita de hambre e n u n a pata, pero n o se movió porque le d i o lata. ¡Plin! otra punzadita la tocó e n la cola, y ella n i le d io la hora. ¡Ring!, otra p u n z a d a m u y grande sonó en la puerta y la coneja se h i z o la muerta. —¡RIIING! — s o n ó el t imbre. —¡TOC-TOC-TOC — g o l p e a r o n . —¡Señora Cosemuchito , abra p o r favor, es urgente! —se escuchó.una v o z m u y suave. —¡Estoy durmiendo! —gritó la Coneja. —¡RING! ¡TOO. ¡POR FAVOR! 58 ANA MARÍA GÜIRALDES La Coneja se levantó c o n los ojos a medio abrir, caminó a m e d i o caminar y abrió la puerta c o m o si quisiera cerrarla. A l otro lado, u n a señora m u y hermosa esperaba c o n ansiedad. —¡Necesito que me cosa u n a camisa blanca! —suplicó. —¡No p u e d o ; estoy m u y cansada! —se quejó la Coneja, s intiendo el hambre detrás de la oreja. —¡Es u n a camisa m u y senci l la ! — p i d i ó la señora. —¡Es que n o he c o m i d o y tengo sueño! —di jo Cosemucho, c o n los ojos cerrados y el hambre metida por el lado. —¡Es u n a camisita tan pequeña que cabe e n una mano! — B u e n o , si es tan pequeña . . . — a c e p t ó la modista c o n u n bostezo y ganas de comer queso—. ¿Trajo la tela? — N o , pero ésta puede servirle — d i j o LA LUNA TIENE OJOS NEGROS 5 la señora. Y rasgó u n pedazo de su enagua blanca. La modista se sentó frente a su máquina de coser y cortó la camisita en u n dos p o r tres. E l hambre le subía p o r el p e c h o y ella cosía al derecho. E l sueño le subía p o r los pies, y ella remataba al revés. Y cuando sentía que la aguja le estaba p icando los ojos, terminó. — T o m e , aquí tiene — l e dijo a la señora que esperaba junto a la ventana mientras la luz de l atardecer le i luminaba la cabeza y la frente. —Grac ias . ¿Cuánto le debo? —preguntó la señora, apretando la camisita contra su pecho. — N a d a . . . ¡era tan pequeña, que se cosió sola! —respondió Cosemucho . C u a n d o la señora se fue m u y apurada, la modista pensó que ahora sí 60 ANA MARÍA GÜIRALDES podría mirar p o r la ventana y ver pasar las horas y ver correr el viento, para estar ociosa siquiera u n momento . Pero recordó que era Nochebuena . Se puso u n vestido nuevo que ella misma había cortado, y partió a la iglesia. Entró junto a muchos animalitos y se sentó en primera fila. Se le iban a cerrar los ojos cuando se le abrieron ¡así de grandes! Y ¡plim! e l corazón le d io u n salto, porque en el pesebre estaba el Niño Jesús vestido c o n el pañal de l año pasado y una camisita nueva. Y ¡plim!, le saltó de n u e v o cuando v i o a la Virgen, que trataba de tapar c o n su mano su pedazo de enagua rota. A C o s e m u c h o se le pasó e l sueño y el hambre también, sonrió u n poqui to y susurró "amén". U N N O V I O PARA R A C A RETACA La bruja Raca Retaca se arreglaba para la fiesta que se celebraría e n el Salón Conjuros Inn. Esa vez tenía que conseguir n o v i o c o m o fuera, pero tenía que ser u n brujo b u e n m o z o c o n ¡ay! barbil la , ¡ay! bigotes y ¡ayayay! patillas. Por eso se esmeraba en depilarse las cejas, pintarse la boca y lavarse las orejas. Se miró e n el espejo y n o se encontró nadade mal : el vestido negro era m u y elegante y n i se notaba que l o había acortado para lucir las canillas. 62 ANA MARÍA GÜIRALDES Pero, antes de salir, abrió nuevamente su Libro de Hechizos y Dichos e n la sección Embrujos Casamenteros, y leyó: " U n a bruja es b i e n mirada cuando se ríe c o n ganas y luego se queda callada". C o m o n o entendió m u c h o , d io vuelta la hoja. Decía: " A u n a bruja la miran dos veces si n o le crujen e l maní, las palomitas y las nueces". Raca Retaca n o entendió nada. D i o vuelta la hoja y leyó: " U n a bruja es popular cuando le p ica u n lunar". Pensó que nada de eso le servía. Iba a seguir leyendo, y e l reloj maulló las once de la noche. Miró p o r la ventana y v i o a u n grupo de invitados, que se encaminaba m u y apurado hacia la fiesta. 64 ANA MARÍA GÜIRALDES —¡Espérenme! —gritó Raca Retaca y salió corr iendo de su casa. Pero c o m o no estaba acostumbrada a caminar c o n tacos altos, los zapatos se le enchuecaron, las canillas se le torcieron y las tapillas se le soltaron. Y ¡paf! cayó Raca Retaca de bruces sobre alguien y los dos rodaron p o r el suelo. —¡Ay! — d i j o Raca Retaca c o n u n salto e n el corazón: había caído sobre e l brujo más barbudo, más b igotudo y más pat i l ludo que ella había visto e n su v ida . —¡Ayayay! —di jo el brujo, porque ella le tenía el codo enterrado en una costilla. Raca Retaca se levantó y sacudió su vestido negro. —¿Te hiciste daño? —preguntó el brujo c o n v o z m u y varoni l . Raca Retaca n o respondió, pero se paró en u n solo pie . LA LUNA TIENE OJOS NEGROS (, • —¡Ah!, te torciste el tobi l lo —di jo él. Raca Retaca pensó "ahora o nunca" , d i o u n salto y e l brujo, asustado, estiró los brazos y la recibió en el aire. —Gracias —di jo ella, acomodándose. E l brujo quedó pañcunflético, pero c o m o era realmente m u y amable, caminó c o n Raca Retaca en sus brazos las dos cuadras que le faltaban para llegar al Salón Conjuros Inn. Entraron p o r la puerta pr inc ipal . Estaba repleto de invitados y de mozos que paseaban c o n bandejas llenas de cosas ricas. E l brujo se abrió paso m u y derecho entre el gentío, siempre c o n la bruja en brazos. —Lis to . Llegamos — d i j o cuando encontró u n lugar vacío junto a una ventana. Y, mientras alcanzaba a ver la luna 66 ANA MARÍA GÜIRALDES redonda y coqueta que alumbraba el jardín, se inclinó c o m o para que ella se bajara. —¡Ayayay! — d i j o Raca Retaca, y n o se bajó. E l brujo, que era sumamente educado, se enderezó, tosió u n poco , y comenzó a hablarle del t iempo en Chi le . Después le habló de otras cosas, c o m o de l t iempo en Argentina. Y cambió de tema y le empezó a hablar de l t iempo en Brasil . Cada vez que terminaba c o n el tema, intentaba dejarla en el suelo, pero ella de inmediato decía ¡ay! Así que no le quedó más remedio que sostenerla s in mover una pierna n i mover u n pie, s in tomar n i u n juguito n i comerse u n canapé. Raca Retaca no tenía n i hambre n i sed, porque estaba m u y ocupada mirándole la barbil la, los bigotes y las LA LUNA TIENE OJOS NEGROS (, patillas, y él, casi s in darse cuenta, mientras cambiaba de conversación y le hablaba d e l t i e m p o e n España, empezó a encontrarle m u y interesantes las cejas depiladas, m u y simpática la boca roja y m u y l impias las orejas lavadas. —¡A bailar! ¡A bailar! —gri taron todos cuando la orquesta comenzó a tocar una salsa b i e n m o v i d a . Todos se lanzaron a la pista en medio de serpentinas y gritos, carcajadas y brincos. Todos menos Raca Retaca, que seguía c o n do lor de pie . Además, n i se d ieron cuenta de l o que pasaba a su alrededor, porque cont inuaban mirándose a los ojos, mientras ella pensaba que a su l ibro le faltaba u n dicho : " U n a bruja es más bonita cuando la t ienen en brazos y la sienten l ivianita". LA AUTORA Y SU OBRA Ana María Güiraldes nació en Linares. Su niñez transcurrió rodeada de amigas y hermanos siempre atentos a la última novedad ingresada a la librería, a tal punto que las lecturas devoradas, o paladeadas página a página, l legaron a ser una de sus entretenciones favoritas. Esta afición por la lectura muy pronto se vio complementada por la curiosidad de crear ella misma sus propias historias. De este modo —y alentada por su madre y su profesora de castellano— comenzó a escribir ingenuos poemas, hasta que muy pronto lo que fue una pequeña libreta dio paso a un cuaderno que comenzó a poblarse de f icción. Envalentonada por algunos premios en concursos literarios a nivel escolar y sintiendo que las letras eran un buen aliado suyo, decidió muy temprano su futuro: profesora de castellano y, tal vez, escritora. Egresó de la Universidad Católica con el título de Profesora de Castellano, y más tarde, ya casada, comenzó a escribir en forma profesional. Sus cuentos 70 LA AUTORA Y SU OBRA para niños aparecieron en revistas y diarios, y fue llamada a colaborar en el suplemento infantil "Pocas Pecas" de El Mercurio, donde dio vida al personaje del mismo nombre, labor que complementó por un tiempo con la de libretista de un conocido programa para niños en el Canal Nacional (El Rincón del Conejito Tevé). Más tarde, d e s a p a r e c i d o el suplemento, aceptaría el cargo de editora de la revista para preescolares, Jardín Infantil Apuntes, de Ediciones Lo Castillo. Intentando complementar su vida literaria con la de madre y esposa, ingresó a los talleres literarios de Enrique Lafourcade y Miguel Arteche. Incentivada por el poeta, publicó en 1983 su primer libro de cuentos para adultos: El Nudo Movedizo, que mereció el Premio Municipal de ese año. Dos años después publicó Las Muñecas Respiran, también cuentos para adultos, y en 1989, Cuentos de Soledad y Asombro. ¿Qué opina la crítica de los cuentos de Ana María Güiraldes? Guillermo Blanco aplaude "su increíble parquedad, como si algún instinto le indicara el basta y el cómo", Miguel Arteche, prologuista de dos de sus libros, descubre en ella "esa mezcla que pocas veces se da en un escritor, la que yo definiría como la máxima potencia de la palabra, con el empleo más estrictamente ceñido de ella; y, al mismo tiempo, la más honda penetración en la soledad humana, con eso que no LA AUTORA Y SU OBRA 71 hay más remedio que calificar de maestría". Ignacio Valente, por su parte, escribe: "El talento más propio de Ana María Güiraldes consiste en escribir cuentos de nada —con una anécdota levísima, impalpable, mínima—, y escribirlos con nada —con un máximo ahorro de medios expresivos, con unos pocos brochazos verbales—, cuentos que a pesar de su nada, e incluso a través de ella, aspiran a aprisionar el todo de una situación humana". Ana María no evade el misterio de una atmósfera, el simple matiz de una voz o de una mirada. O sea, esos chispazos que se apagan al segundo de ser emitidos, pero que, sin embargo, actúan como la espina dorsal de sus cuentos. Sus obsesiones tienen caracteres de instantáneas imposib les de ser capturadas en muchas páginas, por lo que la fuerza radica en el personaje, visto a veces como de perfil, pero llevando el peso de toda la situación. Estos personajes son hombres y mujeres, la mayoría de las veces ancianos, e incluso niños, todos ellos alucinados por el misterio de vivir o en busca de resolver una situación límite. En esos cuentos, marcados por ese estilo que sugiere más que dice, la autora revela los misterios de las cosas más simples que son, justamente, las que no siempre se aprecian: una mujer espera a su marido estremecida por la premonición; un inválido ansia las caricias de su mujer en su cabello; una pareja de solteronas se 72 LA AUTORA Y SU OBRA prepara para salir; una niñita mira a una muñeca que flota en la corriente del río desbordado... Núcleos, cargados de sentimientos, que se expanden en el lector y dejan su cargapor largo tiempo. ¿Y qué sucede con Ana María Güiraldes cuando sus textos van dirigidos a los niños? Sucede que no van dirigidos para un niño, sino que ella, en esa ocasión, escribe desde un niño. Es decir, su mirada se transforma para apreciar ciertos lados de la vida que interesan más a una edad que a otra, y se detiene en ciertos detalles y los escribe de la forma que esos detalles lo requieren. El resultado final es un cuento que será apreciado más por un niño de diez años que por un adulto de cuarenta. Es cuando la autora usa las palabras tanto para contar como para jugar, ayudada por rimas y sonoridades que invitan a que la historia se desarrolle con gracia y espontaneidad. Los motivos para estos cuentos nacen —al igual que en su temática de adultos— de la nada. Pero, en este caso, ella prefiere a los animales. Los viste como a seres humanos y los hace hablar de una manera tal que se acerca al non sence o humor que proviene del absurdo. Existen los animales niños, animales padres, animales vendedores o mozos. Abundan las figuras femeninas y ahonda en ese absurdo para hacerlas aparecer estrafalariamente pretenciosas, sin perder el sentido de la ternura. Crear nuevos códigos para hablar: lo fantabulovilloso LA AUTORA Y SU OBRA 73 es el resultado de algo fantástico, fabuloso y maravilloso; quedar paricunflético de impresión es algo parecido a impactado de impresión; estar birulíbirulay en el lenguaje de los osos, es lo mismo que estar cuchuflí bombón, en el lenguaje de los congrejos, o lalay lalay, en el lenguaje de las golondrinas; o sea, muy linda. Los niños ya conocen a sus personajes. Ratita Marita (del libro Ratita Marita — La lombriz resfriada), por ejemplo, ha servido en muchos colegios como motivo de dramatizaciones y dibujos; La lora Cucú (de El Mono Buen Mozo) les entregó un personaje mareador y locuaz que incita a la imitación, y Torito Puñete (de Animales, animalitos y animalotes) ha servido de sobrenombre a niños peleadores. Por otra parte, la autora ha formado una interesante dup la con la escr i tora Jacque l ine Balcells. Ambas han escrito una trilogía de ciencia f icción (Aventura en las estrellas, Misión Alfa Centauro, La rebelión de los robots), un libro de cuentos detectivescos (Trece casos misteriosos), donde ambas desean captar al niño inteligente y dinámico a través de la lectura. Juntas han dirigido su interés a los más pequeños, y los libros Fábulas cantadas y Cuentos sabrosos, hablan en su favor. Luego vendría su incursión en la novela juvenil con tres títulos: Un embrujo de cinco siglos, El violinista de los brazos largos y El castillo negro en 74 IA AUTORA Y SU OBRA el desierto, que han alcanzado gran éxito gracias a su estilo, que mezcla con naturalidad lo cotidiano y lo maravilloso. Utilizando el lenguaje característico, Ana María entrega ahora a sus pequeños lectores su más reciente serie de cuentos: en La luna tiene ojos negros, se encuentra una entretenida invitación al juego y a la imaginación, con divertidas historias en que un rey juega fútbol con su corona para no perderla, una araña hace un curso de baile o una cerdita se presenta en un concurso de belleza. Narraciones breves acompañadas de musicales expresiones en que el estilo es el gran protagonista. Se vuelven a apreciar palabras inventadas por la autora, junto a otras de uso familiar, logrando un singular lenguaje en que el lector no sólo se siente atraído por la historia, sino también partícipe de una mirada diferente de la realidad. c INTERACTUEMOS CON LA LUNA TIENE OJOS NEGROS LA LUNA TIENE OJOS NEGROS 1. Dibuja el principio y final del cuento. 2. ¿Cómo era la Tristeza de los Sapos? 3. ¿Podrías decir cómo es la Tristeza de los Niños? 4. ¿Por qué el Zorzal le pidió al Río, barro y a los Árboles, brisa? 5. ¿Quién fue el que le habló al Sapo Gitano desde la Luna? 6. Inventa otro título para el cuento. Dilo de otra forma: a) Una voz se escuchó venir desde el cielo. b) Las aves tienen un corazón dulce y generoso. c) La Luna permaneció muda. d) El Sapo carraspeó y comenzó a cantar con voz ronca. 7 6 INTERACTUEMOS CON LA LUNA TIENE OJOS NEGROS LA CORONA DEL REY ESTANISLAO 1. Agudiza tu ingenio y descubre el error en las siguientes afirma- ciones. Corrige las equivocadas dando la respuesta correcta. a) Su Majestad Estanislao era un rey simpático, alegre, depor- tista, pero muy viejo. b) La reina le hizo al rey una rara corona de papel. c) Al Rey Estanislao le gustaba jugar fútbol. d) El Rey jugaba por el equipo de Los Careperros. e) El Rey jugaba como arquero en su equipo. f) El arquero atajó el penal con su enorme cabeza. 2. Aumenta tu vocabulario ¿Podrías explicar qué es y qué hacen? a) La hinchada. b) El arbitro. c) Los subditos. 3. Dibuja las ideas de estas oraciones: a) El arbitro dio el pitazo inicial y comenzó el partido. b) El rey salió en andas del estadio. UN NOVIO PARA RACA RETACA Un dicho muy bien dicho. 1. ¿Cuál de estos dichos te parece más gracioso? a) Una bruja es bien mirada cuando se ríe con ganas y luego se queda callada. b) Una bruja es popular cuando le pica un lunar. INTERACTUEMOS CON LA LUNA TIENE OJOS NEGROS 77 c) Una bruja es más bonita cuando la tienen en brazos y la sienten livianita. 2. Inventa un dicho o hechizo divertido. 3. ¿Este cuento es real o fantástico? ¿Por qué? UN CUENTO ASOLEADO 1. Responde las siguientes preguntas a) ¿Por qué la Lagartija Coralija no conocía el sol? b) ¿Por qué la Rana Ana necesitaba ayuda para lavar los pañales? c) ¿Qué será esa pelota amarilla colgada del cielo? d) ¿Cómo llamarías tú a la luna? e) Invéntale otro título a este cuento. f) Dibuja a las comadres al final del cuento. 2. Juguemos al diccionario Inventa una definición para estas palabras y luego comprueba cuan cerca estuviste, consultando el diccionario. a) Baratija b) Rendija c) Repartija d) Sabandi ja 3. Nombra las herramientas que necesita un jardinero. 4. Nombra plantas que florecen en primavera. 5. Recordemos las acciones de los cuentos. Une cada acción con el cuento en el cual aparece: INTERACTUEMOS CON LA LUNA VENE OJOS NEGROS "La Cerdita Panchita". "La Araña Melania" Qué buena Pata!" "Cose, cose Cosemucho" a) Clorindo realiza un acto de valor que termina en amor o) La modista Coneja le hizo una camisita al Niño de la Nochebuena. c) La Pulga Renata hizo bailar "Picazón primaveral" d) El color azul es lo más lindo de la naturaleza, afirmó alguien que no era nada de lesa. 6. A la autora le gusta rimar. Juega a unir las palabras que suenan parecido, pintándolas del mismo color, e inventa oraciones divertidas con cada pareja. Ejemplo: imagino - pingüino Yo no me imagino muerto de frío a don Pingüino. pirinaca rato maraña caracol araña cuna espinaca gansa ataca mansa arrebol luna aceituna pato pata nata Retaca rato 7. Inventa nombres con rima para estos animales. Ejemplo: la lora Fedora El pato INTERACTUEMOS CON LA LUNA TIENE OJOS NEGROS 8. Inventa, tu propio cuento para uno de estos títulos: a) El ratón futbolista b) El payaso del circo c) Las zapatillas mágicas d) El fantasma travieso.
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