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La luna tiene ojos negros

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previo del editor. 
Primera edición, 1998 
Segunda edición, 2001 
Tercera edición, 2003 
© ANA MARÍA GÜIRALDES, 1998 
Derechos exclusivos 
© EDITORIAL ANDRÉS BELLO 
Av. Ricardo Lyon 946, Santiago de Chile 
Registro de Propiedad Intelectual 
Inscripción N° 105.633, año 1998 
Santiago - Chile 
Se terminó de imprimir esta tercera edición 
de 1.000 ejemplares en el mes de junio de 2003 
IMPRESORES: Productora Gráfica Andros Ltda. 
IMPRESO EN CHILE / PRINTED IN CHILE 
ISBN 956-13-1550-5 
A N A MARÍA GÜIRALDES 
LA LUNA 
TIENE OJOS NEGROS 
ILUSTRACIONES DE 
PAULA GUTIÉRREZ 
FUNDACION EDUCANDO 
Fono: 2215524 
EDITORIAL ANDRÉS B E L L O 
L A L U N A 
TIENE OJOS N E G R O S 
C o m o todas las noches, d o n 
Sapo Gitano se amarró a la 
cabeza u n pañuelo a lunares 
rojos, tomó la guitarra y 
partió a saltos a la laguna a 
darle una serenata a su amor. 
¡Qué l i n d o estaba todo! 
E l agua bri l laba c o m o p a p e l de 
chocolate, los árboles se mecían c o n 
tanta suavidad c o m o si abanicaran a u n 
enfermo, y había tanto o lor a hierbas 
que los peces saltaban c o n ganas de 
vivir fuera. 
E l Sapo se sentó en una roca. P l i n , 
ritiplín, afinó la guitarra, miró hacia e l 
ANA MARÍA GÜIRALDES 
para asegurarse de que su amada 
iera despierta. 
i corazón le d i o u n salto; allí estaba 
con su cara redonda, su ve lo de 
las y su vestido oscuro. Carraspeó 
rienzó a cantar c o n su v o z ronca. 
Ayayay, Lunita mía, 
dame tus ojos tan negros 
que parecen dos carbones 
o las alitas de un cuervo. 
i Sapo levantó su cara verde hacia 
na para ver si ella le contestaba. 
sro no. C o m o todas las noches, la 
permaneció m u d a . 
i Sapo abrió la bocaza a ver si 
:haba algún m u r m u l l o plateado. 
nada. Nadita de nada. 
c o m o y a hacía m i l noches que le 
ba, se quedó c o n la boca abierta, 
ANA MARÍA GÜIRALDES 
»s ojos se le convirt ieron en dos pozos 
Lie empezaron a gotear y a gotear, y 
ermaneció sentado e n la roca, mirando 
acia el cielo. 
Le había dado la Tristeza de los 
ipos . Y cuando a u n sapo le da la 
risteza de los Sapos, sólo u n milagro lo 
uede curar. 
U n zorzal que pasaba p o r ahí, al ver 
fue l la cosa verde tan inmóvil, lo 
infundió c o n u n árbol y se paró en su 
ibeza a picotear los lunares rojos, 
ensando que eran caquis maduros. 
Pero esos caquis tenían sabor a tela, 
, bastante molesto, e l Zorza l d i o u n 
ütito para ver quién le había hecho esa 
roma de m a l gusto. 
—¡Pero si es e l Sapo Gitano! 
-exclamó, c o n u n a hi lacha de l pañuelo 
Digando de su p i c o — . ¿Qué te pasa? 
C o m o e l Sapo n o contestaba, el 
LA LUNA TIENE OJOS NEGROS 9 
Zorzal se asustó. Miró para todos lados: 
sólo v i o el agua bril lar c o m o p a p e l de 
chocolate, los árboles mecerse c o m o si 
abanicaran a u n enfermo y a los peces 
saltar para oler la hierba. 
—¿Quién le h i z o esto al Sapo 
Gitano? — p i ó e l Zorza l . 
—¡La Luna fue! —respondió el Río 
c o n v o z mojada. 
—¿Y por qué le h i z o esto? 
—¡Le d i o la Tristeza de los Sapos 
por cantarle a la Luna! — r e s p o n d i e r o n 
los Árboles, c o n reverencias m u y lentas. 
—¿Y qué mentira le dijo e l Sapo a la 
Luna? 
Y los peces, c o n sus cabezas fuera 
del agua, cantaron c o n la v o z de c ien 
sapos: 
Ay, Luna, Lunita mía, 
dame tus ojos tan negros, 
I ANA MARÍA GÜIRALDES 
que parecen dos carbones 
o las alitas de un cuervo. 
—¡Pero si la Luna no tiene los ojos 
íegros! ¡Ni siquiera sabemos si la Luna 
iene ojos! — e x c l a m ó e l Zorza l . 
Y c o m o las aves t ienen u n corazón 
dulce y generoso, el Z o r z a l decidió que 
tenía que hacer algo. 
—¡Río, dame barro! — p i ó . 
E l Río movió sus aguas, las mezcló 
c o n tierra de la oril la y el Zorza l se 
revolcó y se revolcó hasta quedar 
convert ido e n u n pájaro oscuro. 
—¡Árboles, denme brisa! 
Los Árboles se m o v i e r o n hasta 
endurecer e l barro de sus plumas. 
—¡Peces , a imitar la canción de l 
Sapo! 
Y mientras los peces, c o n sus 
cabezas fuera d e l agua, comenzaban a 
LA LUNA TIENE OJOS NEGROS 
cantar, el Z o r z a l emprendió u n vue lo 
veloz y directo hacia la Luna. 
Minutos después, una v o z se 
escuchó venir desde el cielo. Era u n 
m u r m u l l o plateado, u n susurro lunar, 
una v o z tan blanca que h i z o que el 
Sapo Gi tano se estremeciera. 
Y , c o m o despertando de u n 
profundo sueño, v i o a l o lejos a su Luna 
c o n unos ojos negros, rasgados, 
temblorosos, más parecidos a dos alas 
de u n pájaro oscuro, que le cantaba: 
Ayayay, Sapo Gitano, 
te respondo desde el cielo 
y te miro con mis ojos 
estos ojitos tan negros. 
L A CERDITA P A N C H I T A 
Las señoritas de l corral 
estaban m u y nerviosas: 
el G a l l o Plutarco había 
organizado la elección de \ 
Miss Preciosura y todas 
tenían m u c h o que hacer. 
La señorita Lora Lira se desesperaba 
buscando zapatos de taco alto que n o 
se le cayeran, porque tenía los pies tan 
flacos c o m o sus piernas. 
La señorita Pata Patty, que estaba m u y 
segura que sería la ganadora, porque se 
balanceaba al caminar, se preocupaba de 
leer los diarios para contestar b ien 
cualquier pregunta de cultura general. 
4 ANA MARÍA GÜIRALDES 
La señorita Ga l l ina Paul ina se 
probaba unos bikinis y le preguntaba a 
todo el m u n d o c o n cuál se veía más 
cocoroca. 
Y la señorita Cerdita Panchita 
caminaba b i e n lento de u n lado a otro, 
mirando a la Lora, a la Pata y a la 
Gal l ina , porque n o sabía andar c o n 
tacos a l t ó s e n o tenía idea de cultura y 
n o se atrevía a usar b i k i n i . 
Por eso, lo único que hacía era 
ensayar c ó m o pintarse b i e n la boca, que 
era lo más l indo que tenía. Se la pintaba 
color cereza, se la pintaba color melón, 
se la pintaba color sandía, se la pintaba 
color salmón. 
Pero le tiritaban hasta las orejas de 
sólo pensar que el sábado tendría que 
subirse a u n a tarima y decir: 
" H o l a , m i nombre es Cerdita 
Panchita y vengo de l corral" . 
16 
ANA MARÍA GÜIRALDES 
Y llegó e l día d e l concurso. 
E l patio de la granja estaba l leno de 
público y , tras las cortinas, las señoritas 
se preparaban. 
La Lora Lira ensayaba caminar c o n 
sus tremendos tacones que le d o b l a b a n 
sus piernas v 
La Pata Patty se balanceaba c o m o u n 
bote y ponía cara de ganadora. 
La G a l l i n a Paul ina se miraba en e l 
espejo, desesperada porque e l b i k i n i le 
quedaba grande. 
Y l a Cerdita Panchita se miraba la 
t rompa, s in saber de qué co lor 
pintársela. 
E n ese m o m e n t o salió e l maestro de 
ceremonias, e l G a l l o , c o n corbata de 
humita y zapatones de charol . Y 
también apareció e l jurado: e l señor 
Pavo, la señora Gansa , e l señor G a t o y 
e l señor Conejo. 
LA LUNA TIENE OJOS NEGROS 17 
—¡Bravooo! —aplaudió e l público. 
Los miembros d e l jurado se pus ieron 
sus anteojos y se sentaron. 
—¡Muy buenas noches, público de l 
corral! — c o m e n z ó e l G a l l o — . Tengo e l 
agrado de presentar e l Concurso de 
Bel leza, e n e l que elegiremos a Miss 
Preciosura. ¡Un aplauso para e l jurado y 
para nuestras cuatro candidatas! 
Las señoritas aparecieron e n fi la . 
La Pata trataba de ponerse delante 
de las otras para que e l jurado la viera 
mejor. 
La Lora arrastraba los pies para que 
no se le cayeran los zapatos. 
La Ga l l ina inflaba e l p e c h o para que 
no se notara que e l b i k i n i le quedaba 
grande. 
Y la Cerdi ta . . . la Cerdi ta . . . ¿dónde 
estaba la Cerdita? 
Panchita apareció caminando bien , 
8 
ANA MARÍA GÜIRALDES 
j i e n lento, c o n su cuerpo b i e n , b i e n 
gordo y e l corazón, p u m , p u m , 
latiendo, y también c o n la b o c a pintada 
de color azul . 
¿Azul? Sí, azul c ielo, a z u l mar, azul 
marino, azul total. 
La pr imera pregunta de cultura 
generalfue para la G a l l i n a Paul ina : 
—¿Qué fue pr imero, e l h u e v o o l a 
gallina? 
La Ga l l ina se p u s o manos e n 
caderas, miró para arriba c o m o u n 
cuarto d e hora y f inalmente respondió: 
—¿Podría repetirme la pregunta? 
E l jurado se miró y anotó algo e n su 
hoja. Le tocó e l turno a la Lora : 
—¿Qué es más grueso, u n cabel lo o 
u n hilo? 
— ¡ Q u é t ienen que meterse c o n mis 
piernas! —respondió la Lora furiosa, 
y se fue. 
LA LUNA TIENE OJOS NEGROS 
19 
E l jurado anotó e n su hoja. Le tocó 
e l turno a la Pata. 
—¿Cuál es e l c o l m o de u n a pata? 
—¡Tener mala pata! ¡Pero n o es m i 
caso! —respondió la Pata, mirando a l 
jurado m u y sonriente. 
E l jurado se miró y anotó e n su hoja. 
Le tocó e l turno a la Cerdita: 
—¿Qué es l o más hermoso de la 
naturaleza? 
— E l color a z u l —respondió 
Panchi ta—, porque e l c ie lo se refleja e n 
e l agua, e l agua e n e l c ielo, y n o se 
sabe s i estamos mirando para arriba o 
para abajo. Muchas gracias —añadió, 
h izo u n a reverencia y se fue. 
E l jurado se miró y anotó e n su hoja. 
Para entretener a l público, sal ieron 
al escenario o c h o lauchas a bailar rap. 
M e d i a hora después, e l G a l l o 
apareció c o n otra corbata y otros 
20 
ANA MARÍA GÜIRALDES 
zapatos, para anunciar que e l jurado 
tenía e l nombre de la ganadora. 
E l G a l l o infló e l pecho , miró al 
público, tomó aire y gritó: 
—La ganadora es... ¡la Cerdita 
Panchita! 
Detrás d e l escenario, tres 
concursantes se desmayaron. 
Y la ganadora n o apareció. 
—¡Dije que la ganadora es la 
Cerdita Panchita! 
Y la ganadora apareció. Venía 
caminando b i e n lento, c o n su cuerpo 
b i e n gordo y e l corazón b i e n contento. 
Y cuando le pusieron la corona, sonrió 
c o n unos dientes manchados de azul : 
de u n a z u l c ie lo , de u n a z u l mar, de u n 
azul marino, de u n a z u l total. 
L A C O R O N A 
D E L R E Y ESTANISLAO 
i * 
Esta es la historia de Su 
Majestad Estanislao, u n rey 
tan simpático y alegre, tan 
deportista y amigable, que 
era adorado p o r todos los 
que l o conocían. 
E l único problema era que siempre 
perdía sus coronas. O las dejaba e n u n 
árbol cuando subía a buscar nidos, o e n 
e l río cuando iba a bucear; e n la p laya 
cuando jugaba paletas, o e n la luna 
cuando quería soñar. 
Pero l o más habitual era que las 
dejara en e l camarín d e l estadio, entre 
sus calcetines y su capa de terciopelo. 
2 
ANA MARÍA GÜIRALDES 
Lógicamente, cuando se acordaba y 
la iba a buscar, y a n o estaba. Y tenía 
que mandar a comprar otra, porque u n 
rey n o p u e d e andar c o n l a cabeza 
pelada. 
Su esposa, la reina, se desesperaba y 
l o tenía amenazado c o n hacerle u n a 
corona de p a p e l de diar io s i seguía c o n 
su mala costumbre. 
— N o os preocupéis —di jo u n día 
Estanislao—. Esta corona que me compré 
ahora me va a durar para siempre. 
U n a mañana, su esposa l o v i o salir 
m u y apurado c o n su real tenida de 
fútbol y la corona recién comprada e n 
la cabeza. 
—¿Adonde vais, o h rey Estanislao? 
—preguntó la reina. 
— A jugar u n part ido c o n mis 
subditos, o h reina Estela — d i j o e l rey 
mientras hacía precalentamiento, y la 
LA LUNA TIENE OJOS NEGROS 
23 
corona de oro, rubíes y diamantes le 
rebotaba en la cabeza. 
—¡Otra vez fútbol! —suspiró la reina. 
— E s e l último: e l que gana se l leva 
la C o p a —se entusiasmó e l rey. 
—¡Cuidad la corona, mira que es la 
última que vendían e n e l almacén de la 
esquina! — l e recordó la reina. 
—¡No os preocupéis! — d i j o e l rey, y 
salió trotando c o n la pelota bajo e l 
brazo. 
Apenas llegó a l estadio, se dirigió a 
los camarines a juntarse c o n su equipo , 
Los Caregatos. 
—¡Hoy sí que les vamos a ganar a 
Los Careperrosl — d i j o e l rey. 
— S u Majestad, que n o nos vayan a 
meter quince goles c o m o la otra vez, 
porque quedaríamos e l iminados de l 
campeonato — d i j o e l centrodelantero. 
—¡No os preocupéis! — d i j o e l rey. 
í ANA MARÍA GÜIRALDES 
—¡Pero, Su Majestad, no se ha sacado 
a corona! —di jo el mediocampista. 
—¡Es para que n o se me pierda! 
—respondió e l rey. 
—¡Pero así n o vais a poder jugar! 
—di jo e l defensa. 
—¡No os preocupéis! —insistió el rey. 
Los equipos salieron a la cancha e n 
m e d i o de los gritos de l público, que 
repletaba las graderías. E l arbitro d i o el 
pitazo inic ial y comenzó e l partido. 
U n careperro va c o n la pelota, u n 
caregato se la quita; u n careperro le 
pega u n a patada y el arbitro l o 
amonesta. Los caregatos avanzan, los 
careperros persiguen, e l público se 
entusiasma, y e l partido se enciende. 
E l rey, en e l arco, saltaba de u n lado 
a otro. Los minutos pasaban y e l partido 
iba cero a cero. 
Los caregatos avanzan, los 
26 
ANA MARÍA GÜIRALDES 
careperros persiguen, la h inchada grita 
y e l nerviosismo cunde. U n caregato se 
adelanta, jparece que viene e l gol! , e l 
puntapié es certero y . . . ¡el arco se 
remece! 
—¡GOOOOL! ¡GOLAZO DE LOS 
CAREGATOS! ¡UNO A CERO EL 
MARCADOR! ¡VAN G A N A N D O LOS 
CAREGATOS! 
¡El rey Estanislao, frente a su arco, 
daba saltos mortales de fe l ic idad y los 
careperros se mordían las manos de 
rabia! 
E l arbitro tocó e l silbato y se 
reanudaron las acciones. 
U n careperro v a c o n la pelota, u n 
caregato se la quita, u n careperro le 
pega u n a patada y e l arbitro l o 
amonesta. Los caregatos avanzan, los 
careperros persiguen, e l público se 
entusiasma y e l part ido se enciende. 
LA LUNA TIENE OJOS NEGROS 
27 
E n eso, u n caregato tocó la pelota, 
u n careperro se la quitó, avanzó hacia 
e l arco y e l caregato se picó. ¡Le p u s o e l 
pie , le d i o u n empujón, e l careperro 
cayó e n la z o n a de go l ! 
—¡¡PENAL!! ¡¡PENAL EN CONTRA DE LOS 
CAREGATOS!! 
Los caregatos, angustiados, v i e r o n 
que todo estaba perdido : ¡el careperro 
más temible d e l e q u i p o haría efectivo e l 
penal ! 
—¡No os preocupéis! ¡Yo lo atajo! 
—murmuró e l rey, c o n las piernas 
tiritonas. 
E l careperro co locó la pelota e n e l 
punto que le indicó e l arbitro. 
E l estadio estaba e n s i lencio 
absoluto. 
E l rey, pálido, restregó las manos y 
miró a l careperro que iba a tirar. E l 
careperro retrocedió, avanzó, lanzó la 
28 ANA MARÍA GÜIRALDES 
pierna derecha hacia atrás, luego hacia 
adelante. La pelota salió disparada, d i o 
u n giro e n e l aire, derechito hacia e l 
arco, e l rey se e levó y . . . jzaz! . . . la 
pelota quedó ensartada e n las puntas 
de rubíes y diamantes de la corona d e l 
arquero. 
—¡Y TERMINÓ EL PARTIDO! 
—¡Ganamos la C o p a ! —gri taron los 
caregatos. 
E l rey salió e n andas de l estadio c o n 
la pelota clavada e n la corona. 
Y u n poeta escribió e l siguiente 
verso en todos los diarios de todos los 
reinos: 
El rey Estanislao 
es un rey particular 
que usa una corona 
para poder cabecear. 
LA LUNA TIENE OJOS NEGROS 
Dicen que no se la saca 
jamás para jugar 
y quiere que lo contraten 
para el próximo Mundial. 
U N C U E N T O A S O L E A D O 
- x @ f Todas las mañanas, apenas 
w"'-^ el sol aparecía p o r el c ie lo 
a calentar el bosque, a la 
Lagartija Corali ja le bajaba 
el sueño, y se quedaba 
d o r m i d a sobre su roca. 
Y c o m o dormía de día, despertaba 
de noche, justo justo cuando el sol se 
despedía de l campo c o n su último rayo 
amaril lo. 
Después de bostezar, se ponía su 
sombrero de plumas y los zapatos de 
tacón, se pintaba la boca c o n rosas y los 
ojos c o n carbón, y partía a hacer sus 
visitas nocturnas. 
32 
ANA MARÍA GÜIRALDES 
U n a noche de verano decidió ir a 
ver a su comadre, la Rana A n a . 
Ahí estaba la comadre, incl inada 
sobre e l estero a la l u z de la luna , 
lavando los cuarenta y c inco pañales de 
sus renacuajos recién nacidos. 
—¡Ay, comadrita, tanto que trabaja! 
— d i j o la Lagartija Corali ja al verla, 
escobil la que te escobil la, c o n jabón en 
la chasquil la . 
—Es que mis renacuajos todavía n o 
saben avisar —suspiróla Rana Ana, escobilla 
que te escobilla, con jabón en la patilla. 
La Lagartija se quedó mirándola 
estrujar, c inco, diez, quince , veinte, 
veint ic inco, cuarenta y c inco pañales. Y 
después la v i o tenderlos u n o a u n o 
sobre e l cordel . 
—¿Se tomaría u n té de limón? 
—ofrec ió la Rana, secándose las manos 
e n su delantal. 
LA LUNA TIENE OJOS NEGROS 33 
Corali ja aceptó. Caminó m u y 
elegante e n m e d i o de la noche hacia la 
casita, c o n la cola recogida para n o 
ensuciarla, y tratando de n o h u n d i r 
demasiado sus tacos e n e l barro. 
—Ojalá se sequen en la noche todos 
mis pañales — d i j o la Rana, mientras 
escuchaba unos agú desde e l dormitor io 
de los renacuajos—. N o p u d e lavarlos 
mientras estaba e l sol , porque estaba 
preparando cuarenta y c inco 
mamaderas de leche. 
—¿Sol? ¿Y quién es ese tipo? —se 
extrañó la Lagartija. 
— E l so l es una pelota amarilla que 
cuelga de l cielo y nos da calorcito y luz, 
pues, comadre. ¡Cómo no v a a saber eso! 
— ¿ Y a qué hora se cuelga e l so l d e l 
cielo? ¿Se puede saber? 
—¡A la hora que usted duerme, 
pues, comadre! —rió la Rana. 
LA LUNA TIENE OJOS NEGROS 35 
Coralija se quedó c o n la boca 
abierta. ¡Una pelota amarilla y brillante 
colgaba todos los días de l c ielo y ella 
n o la conocía! 
—¡Ay, comadre, despiérteme 
mañana para conocer el sol! ¡Y y o le 
regalo m i sombrero . . . no , mejor mis 
zapatos! —ofrec ió al verlos todos 
mojados y c o n los tacos embarrados. 
— M u y bien, m u y b ien — a c e p t ó la 
Rana, y se fue a ver a sus renacuajos, 
que chi l laban a toda boca. 
A l día siguiente, b i e n temprano, 
cuando la Lagartija estaba durmiendo , 
sintió que la remecían. 
Apretó b ien los ojos pintados y 
sujetó los zapatos embarrados, pero los 
remezones se transformaron en 
empujones. 
Abrió los ojos, y lo pr imero que v i o 
fueron unas manchas verdes rodeadas 
36 
ANA MARÍA GÜIRALDES 
de u n a luz amaril la m u y fuerte, que la 
obligó a cerrar los ojos nuevamente. 
Creyó q u e era u n a p e s a d i l l a ; 
soñaba que estaba soñando , así que 
se d i o vuel ta para cambiar d e sueño , 
p e r o ¡plaf!. . . sintió q u e l a empujaba 
d e arr iba abajo y despertó e n e l 
sue lo . 
Abrió b i e n los ojos y v i o unos 
renacuajos que la miraban chupándose 
u n a pata. 
—¡Me d u e l e n los ojos! —gritó 
Corali ja y se tapó la cara c o n su cola 
flaca, porque e n e l c ie lo u n a pelota 
amarilla le mandaba toda su luz . 
E n eso apareció la comadre A n a c o n 
las manos c o n lavazas. 
—¡Le presento al so l , comadrita! ¿Le 
gusta? —preguntó la Rana. 
—¡Es grande y boni to y m u y 
calentito! —parpadeó la Lagartija. 
LA LUNA TIENE OJOS NEGROS 37 
—¿Se acuerda de que m e ofreció sus 
zapatos si y o se lo mostraba? —preguntó 
la Rana. 
—¡Sí!, ¡sí! — e x c l a m ó Corali ja, todavía 
mirando e l c ielo. 
— P e r o y o quería preguntarle si en 
lugar de los zapatos me podría dar otra 
cosa que necesito. . . —pidió la Rana. 
—¿Qué cosa? —preguntó Coralija, 
pensando asustada en unas medias de 
seda nuevas que había c o m p r a d o en el 
invierno. 
—¡Yo le p i d o c o n todo m i corazón 
que usted me ayude a lavar! — e x c l a m ó 
la Rana, c o n la v o z b i e n pedigüeña. 
La Lagartija se quedó callada. 
—¡Le mostré e l sol , comadrita, n o lo 
o lv ide . ¡Una promesa es u n a promesa! 
—recordó la Rana. 
—¡Agú!, ¡agú! — l a apoyaron 
veint ic inco guarisapos. 
38 
ANA MARÍA GÜIRALDES 
La Lagartija, n o m u y convencida , 
dijo sí c o n la cabeza. 
—Entonces la espero — d i j o la Rana. 
Y partió de vuelta a su casa c o n sus 
renacuajos en brazos. 
Y , c o m o dijo la Rana, las promesas 
son promesas. 
P o r eso, la Lagartija Corali ja se 
levanta tempranito, pero se ve m u y 
buenamoza c o n su n u e v o color 
bronceado, porque junto c o n la 
comadre: 
Lava que lava pañales 
en el estero asoleado 
con su sombrero de plumas 
y los tacos embarrados. 
L A ARAÑA M E L A N I A 
La Araña Melan ia escuchaba 
p o r la radio su programa 
preferido y suspiraba p o r 
la preciosa v o z de Rorro, 
e l Abejorro romántico, 
que cantaba: 
Viene la primaveeeera 
a llenarnos de coloooor; 
viene un par de ojos veeeerdes, 
para hablarnos de amoooor. 
D e pronto paró la música. 
—¡EXTRA! ¡EXTRA! ¡EXTRA! —di jo 
el locutor c o n voz alharaca—. 
40 ANA MARÍA GÜIRALDES 
Interrumpimos nuestro programa Música 
para bichos, para informar que e l gran 
profesor Ciempiés Calloso, el bailarín 
mañoso, mañana dará clases de "picazón 
primaveral", e l nuevo ritmo que causa 
furor en los bosques del m u n d o . 
La Araña Melania quedó 
paricunflética. ¡Qué buena noticia, c o n 
lo que le gustaban a ella los bailes 
nuevos! 
A la mañana siguiente, partió 
caminando m u y apurada. Iba c o n sus 
zapatillas l impias y las pestañas 
encrespadas, c o n olor a co lonia y el 
vestido m u y planchado. Pasó por una 
cafetería, p o r una videoteca, p o r una 
zapatería y por una bibl ioteca. D e 
pronto, v i o u n montón de animales que 
formaban una paciente fila frente a u n 
local de letrero luminoso que decía: 
"Ciempiés Cal loso, e l bailarín mañoso". 
42 ANA MARÍA GÜIRALDES 
—Aquí es — d i j o la Araña Melania . 
Se puso al f inal . 
Delante de ella estaba la Pulga 
Renata, m o v i e n d o la cabeza y las patas; 
más adelante estaba el Murciélago 
Cir i lo , m o v i e n d o las alas y los colmil los , 
y más allá, la Lora Fedora remecía las 
plumas de la cola. 
D e pronto se abrieron las puertas y 
¡ZUUUMMM! entraron todos corriendo. 
La Araña Melania se metió entre la 
lombr iz y la mosca, saltó p o r sobre el 
ratón y le h izo cosquillas c o n la pata a 
la lora. 
Llegó la primera de todos a una sala 
enorme e i luminada, y ¡OOOHHH!... allí 
estaba el profesor. 
Tenía bigotito y se peinaba c o n 
patillas, usaba medias blancas y botas 
amarillas. 
— C h i c o s y chicas, ¿quieren bailar 
LA LUNA TIENE OJOS NEGROS 43 
"Picazón primaveral"? —preguntó, 
dando u n salto. 
—¡Sííí! —gr i taron todos. 
— C h i c o s y chicas, ¿de verdad 
quieren aprender "Picazón primaveral"? 
—gritó, dándose una vuelta de carnero. 
—¡Sííí! — c h i l l a r o n los alumnos. 
—¡Pitipiti, pitipá! ¡A imitarme, chicos! 
A y , pit ipit i , ay, pitipá, ay, papar ipi , 
ay, piripá, se escuchó la música y el 
profesor empezó a bailar c o m o si le 
hubieran dado cuerda. 
Pero justo cuando la Araña Melania 
se preparaba a dar u n pasito tímido, la 
Pulga Renata d i o u n salto, calculó mal , 
y en lugar de caer al suelo, aterrizó e n 
la espalda de la Araña Melania . 
Y para no perder la costumbre, 
¡plic!, la picó. La Araña dijo ¡ay!, movió 
una pata y movió dos, d i o una voltereta 
y u n tropezón. ¡Plic!, la picó de nuevo. 
44 ANA MARÍA GÜIRALDES 
La Araña se rascó la espalda, se 
rascó u n talón, se rascó la cara y d i o u n 
tiritón. 
¡Plic!, de nuevo la picó la Pulga . 
Melania movió u n ojo, movió los dos, 
cayó de espaldas y se paró. 
A y , pit ipit i , ay, pitipá, ay, papar ipi , 
ay, piripá, sonaba la música mientras 
todos aplaudían y el profesor Ciempiés 
Cal loso se estiraba el bigote y miraba 
paricunflético, c o n la boca abierta, las 
contorsiones de la Araña. 
—¡Eso, eso, Araña Melania ! —decían 
los alumnos, m o v i e n d o las patas y 
dando tropezones, rascándose la 
espalda y dando tiritones. 
Y mientras la Pulga se daba la 
comi lona de su v ida e n la espalda de la 
araña, ésta n o tenía idea de que entre 
saltos y manotazos, rasquidos y 
costalazos, estaba inventando el baile 
LA LUNA TIENE OJOS NEGROS 45 
más fanta-bulo-vil loso que jamás nadie 
había visto. 
P o r eso, Ciempiés Cal loso, al ver 
que n o tenía nada que hacer ahí, h i z o 
su maleta y partió a tomar e l avión para 
dar clases en otro país. 
Mientras tanto, Rorro, el Abejorro 
romántico, inventó una canción que dice: 
Ay, ya viene el Picazóooon 
a bailar a su manera; 
ay, me muero de emocióooon 
cuando bailo en primavera. 
¡QUÉ B U E N A PATA! 
C l o r i n d o era u n pato 
. Jl diferente de sus amigos. 
' * • Sabía decir cuá-cuá. 
caminaba c o m o pato, pero 
era diferente. Le gustaba 
comer maíz, bailaba m u y b i e n e l 
patapata, pero era diferente. 
¿Por qué? 
Porque a C l o r i n d o n o le gustaba el 
agua. Tal cual . E l pobre era tan, pero 
tan friolento, que cada vez que trataba 
de meterse a la laguna tiritaba de tal 
manera, que se le l legaban a volar las 
plumas. 
Por eso, mientras en el verano sus 
48 ANA MARÍA GÜIRALDES 
amigos se daban vueltas de carnero y se 
lanzaban piqueros, él, e n su tina 
caliente, se daba u n chapuzón y jugaba 
c o n el jabón. 
U n a tarde de enero, cuando todos 
los patos estaban pasándolo fabuloso 
en el agua y C l o r i n d o andaba p o r la 
ori l la tratando ( de que n o lo salpicaran, 
llegó a la laguna una Pata en b i k i n i . 
Todos quedaron paricunfléticos de 
la impresión. La Patita tenía los ojos así 
c o m o l indos, las plumas así c o m o 
suaves, unas piernas así c o m o asá, una 
cintura c o m o acinturadita, y caminaba 
m o v i e n d o una cadera para allá y la otra 
para acá. 
Llegó haciéndose la que no veía a 
nadie, puso una toalla b i e n estirada en 
la arena y s in arrugarla se sentó a tomar 
el sol . 
Los que estaban en la laguna 
50 ANA MARÍA GÜIRALDES 
c o m e n z a r o n a reírse para que la Patita 
los mirara. Pero ella se puso los 
anteojos ahumados y movió u n ala para 
espantar una mosca. 
Los d e l agua sacaban p e c h o y 
n a d a b a n de espalda . P e r o el la estaba 
cara al c i e lo c o n los ojos cerrados. Y 
C l o r i n d o , c o n e l corazón b a i l a n d o 
rock, c o m e n z ó a caminar p o r la 
oril la. 
— ¡ Q u é l indo día! —decía Clor indo, 
n i rando e l sol . 
Y la patita se sacaba u n grano de 
trena de u n a p l u m a . 
—¡Mmm! ¡Qué rica debe estar e l agua! 
Y la Patita naca la pirinaca. 
— ¡ Q u é calor hace! —dec ía Clor indo , 
banicándose c o n u n ala. 
Hasta que la Patita se sacó los 
nteojos, d i o u n suspiro y se levantó, 
lor indo se p u s o e n pose de pato 
LA LUNA TIENE OJOS NEGROS 51 
b u e n m o z o , pero la Patita pasó por su 
lado s in decir n i cuac. 
C u a n d o , b i e n colorado, miró hacia 
sus amigos que se reían de él, se sentó, 
s imulando mirar una hormiga . Miró a la 
hormiga arrastrar una hoja, dos hojas, 
tres hojas. . . cuando escuchó: 
—¡Ay! ¡Ayayay! 
C l o r i n d o miró hacia e l lago: ahí 
estaba la Patita c o n cara de dolor. 
—¡Mi pata . . . ayyy! —gimió ella, 
comenzando a hundirse. 
C lor indo , asustado, miró a sus 
amigos que nadaban allá lejos. 
—\Aglúglame\ —gritó la Patita c o n e l 
agua a la boca . 
C l o r i n d o avanzó u n paso hacia la 
laguna y se mojó u n poqui to . Y se le 
l legaron a arrugar los ojos de frío. 
— A . . . g l u . . . g l u . . . p o r . . . 
f a . . . g l o g . . . 
52 ANA MARÍA GÜIRALDES 
Y sólo se le v i o la última p l u m a de 
la cabeza. . 
C l o r i n d o sintió u n remezón p o r todo 
e l cuerpo. 
—¡Al agua, pato! —gritó. Se le heló 
el intestino, e l corazón, la pana, y e l 
riñon, pero v i o bajo el agua u n cangrejo 
}ue tenía agarrada c o n u n a tenaza la 
:>ata de la Pata. D e u n puñete casi 
loqueó a l fresco, que alcanzó a decir 
abusador", agarró a la pobre de u n ala 
r la sacó a la ori l la . 
—¡Mi héroe! — e x c l a m ó ella, y le d i o 
n beso e n la cara. 
C l o r i n d o estaba azul , morado, tiritón 
empapado. 
Titiritití, titirita, n o puede moverse, 
o puede hablar. La Patita de inmediato 
>mó su toalla, lo envolvió b i e n y le 
npezó a dar aletazos para ayudarlo a 
itrar en calor. 
LA LUNA TIENE OJOS NEGROS 
D i c e n los que c o n o c e n la historia, 
que C l o r i n d o quedó b i e n zamarreado, 
pero m u y enamorado. Y que la Pata 
todavía tiene u n a pata hinchada, pero 
n o le importa nada, porque su héroe, 
aunque se le arruguen las plumas de 
frío y salga d e l agua todo patuleco, se 
mete al agua c o n ella para cuidarla. 
¡Qué buena pata! 
COSE, COSE, C O S E M U C H O 
La Coneja Cosemucho era la 
mejor modista de l pueb lo . 
Las señoras le l levaban sus 
géneros y ella les hacía 
vestidos c o n u n corte e n la 
cintura y blusas c o n las mangas 
deshiladas, camisetas c o n rebaje e n e l 
escote y faldas c o n la basta m u y 
planchada. 
Esa N a v i d a d tuvo más trabajo que 
nunca y n o tenía t iempo n i de comer n i 
de dormir. 
P o r eso, cuando la tarde de 
N o c h e b u e n a entregó el último pedido , 
comenzó a barrer las hilachas que 
56 ANA MARIA GÜIRALDES 
daban vueltas p o r la pieza , guardó la 
aguja, colgó las tijeras y se sentó. 
Lo único que quería hacer era ver 
pasar las horas, ver correr e l viento y 
quedarse ociosa siquiera u n momento . 
D a b a u n segundo suspiro cuando 
¡plin! sintió una punzadita de hambre e n 
u n a pata, pero n o se movió porque le 
d i o lata. 
¡Plin! otra punzadita la tocó e n la 
cola, y ella n i le d io la hora. 
¡Ring!, otra p u n z a d a m u y grande 
sonó en la puerta y la coneja se h i z o la 
muerta. 
—¡RIIING! — s o n ó el t imbre. 
—¡TOC-TOC-TOC — g o l p e a r o n . 
—¡Señora Cosemuchito , abra p o r 
favor, es urgente! —se escuchó.una v o z 
m u y suave. 
—¡Estoy durmiendo! —gritó la Coneja. 
—¡RING! ¡TOO. ¡POR FAVOR! 
58 ANA MARÍA GÜIRALDES 
La Coneja se levantó c o n los ojos a 
medio abrir, caminó a m e d i o caminar y 
abrió la puerta c o m o si quisiera cerrarla. 
A l otro lado, u n a señora m u y 
hermosa esperaba c o n ansiedad. 
—¡Necesito que me cosa u n a camisa 
blanca! —suplicó. 
—¡No p u e d o ; estoy m u y cansada! 
—se quejó la Coneja, s intiendo el 
hambre detrás de la oreja. 
—¡Es u n a camisa m u y senci l la ! 
— p i d i ó la señora. 
—¡Es que n o he c o m i d o y tengo 
sueño! —di jo Cosemucho, c o n los ojos 
cerrados y el hambre metida por el lado. 
—¡Es u n a camisita tan pequeña que 
cabe e n una mano! 
— B u e n o , si es tan pequeña . . . 
— a c e p t ó la modista c o n u n bostezo y 
ganas de comer queso—. ¿Trajo la tela? 
— N o , pero ésta puede servirle — d i j o 
LA LUNA TIENE OJOS NEGROS 5 
la señora. Y rasgó u n pedazo de su 
enagua blanca. 
La modista se sentó frente a su 
máquina de coser y cortó la camisita en 
u n dos p o r tres. 
E l hambre le subía p o r el p e c h o y 
ella cosía al derecho. E l sueño le subía 
p o r los pies, y ella remataba al revés. Y 
cuando sentía que la aguja le estaba 
p icando los ojos, terminó. 
— T o m e , aquí tiene — l e dijo a la 
señora que esperaba junto a la ventana 
mientras la luz de l atardecer le 
i luminaba la cabeza y la frente. 
—Grac ias . ¿Cuánto le debo? 
—preguntó la señora, apretando la 
camisita contra su pecho. 
— N a d a . . . ¡era tan pequeña, que se 
cosió sola! —respondió Cosemucho . 
C u a n d o la señora se fue m u y 
apurada, la modista pensó que ahora sí 
60 ANA MARÍA GÜIRALDES 
podría mirar p o r la ventana y ver pasar 
las horas y ver correr el viento, para 
estar ociosa siquiera u n momento . Pero 
recordó que era Nochebuena . 
Se puso u n vestido nuevo que ella 
misma había cortado, y partió a la 
iglesia. Entró junto a muchos animalitos 
y se sentó en primera fila. Se le iban a 
cerrar los ojos cuando se le abrieron ¡así 
de grandes! 
Y ¡plim! e l corazón le d io u n salto, 
porque en el pesebre estaba el Niño 
Jesús vestido c o n el pañal de l año 
pasado y una camisita nueva. 
Y ¡plim!, le saltó de n u e v o cuando 
v i o a la Virgen, que trataba de tapar c o n 
su mano su pedazo de enagua rota. 
A C o s e m u c h o se le pasó e l sueño y 
el hambre también, sonrió u n poqui to y 
susurró "amén". 
U N N O V I O 
PARA R A C A RETACA 
La bruja Raca Retaca se 
arreglaba para la fiesta que 
se celebraría e n el Salón 
Conjuros Inn. 
Esa vez tenía que conseguir 
n o v i o c o m o fuera, pero tenía que ser 
u n brujo b u e n m o z o c o n ¡ay! barbil la , 
¡ay! bigotes y ¡ayayay! patillas. 
Por eso se esmeraba en depilarse las 
cejas, pintarse la boca y lavarse las 
orejas. 
Se miró e n el espejo y n o se 
encontró nadade mal : el vestido negro 
era m u y elegante y n i se notaba que l o 
había acortado para lucir las canillas. 
62 ANA MARÍA GÜIRALDES 
Pero, antes de salir, abrió 
nuevamente su Libro de Hechizos y 
Dichos e n la sección Embrujos 
Casamenteros, y leyó: 
" U n a bruja es b i e n mirada cuando se 
ríe c o n ganas y luego se queda callada". 
C o m o n o entendió m u c h o , d io 
vuelta la hoja. Decía: 
" A u n a bruja la miran dos veces si 
n o le crujen e l maní, las palomitas y las 
nueces". 
Raca Retaca n o entendió nada. D i o 
vuelta la hoja y leyó: 
" U n a bruja es popular cuando le 
p ica u n lunar". 
Pensó que nada de eso le servía. Iba 
a seguir leyendo, y e l reloj maulló las 
once de la noche. Miró p o r la ventana y 
v i o a u n grupo de invitados, que se 
encaminaba m u y apurado hacia la 
fiesta. 
64 ANA MARÍA GÜIRALDES 
—¡Espérenme! —gritó Raca Retaca y 
salió corr iendo de su casa. 
Pero c o m o no estaba acostumbrada 
a caminar c o n tacos altos, los zapatos se 
le enchuecaron, las canillas se le 
torcieron y las tapillas se le soltaron. Y 
¡paf! cayó Raca Retaca de bruces sobre 
alguien y los dos rodaron p o r el suelo. 
—¡Ay! — d i j o Raca Retaca c o n u n 
salto e n el corazón: había caído sobre e l 
brujo más barbudo, más b igotudo y más 
pat i l ludo que ella había visto e n su 
v ida . 
—¡Ayayay! —di jo el brujo, porque ella 
le tenía el codo enterrado en una costilla. 
Raca Retaca se levantó y sacudió su 
vestido negro. 
—¿Te hiciste daño? —preguntó el 
brujo c o n v o z m u y varoni l . 
Raca Retaca n o respondió, pero se 
paró en u n solo pie . 
LA LUNA TIENE OJOS NEGROS (, • 
—¡Ah!, te torciste el tobi l lo —di jo él. 
Raca Retaca pensó "ahora o nunca" , 
d i o u n salto y e l brujo, asustado, estiró 
los brazos y la recibió en el aire. 
—Gracias —di jo ella, acomodándose. 
E l brujo quedó pañcunflético, pero 
c o m o era realmente m u y amable, 
caminó c o n Raca Retaca en sus brazos 
las dos cuadras que le faltaban para 
llegar al Salón Conjuros Inn. 
Entraron p o r la puerta pr inc ipal . 
Estaba repleto de invitados y de mozos 
que paseaban c o n bandejas llenas de 
cosas ricas. 
E l brujo se abrió paso m u y derecho 
entre el gentío, siempre c o n la bruja en 
brazos. 
—Lis to . Llegamos — d i j o cuando 
encontró u n lugar vacío junto a una 
ventana. 
Y, mientras alcanzaba a ver la luna 
66 ANA MARÍA GÜIRALDES 
redonda y coqueta que alumbraba el 
jardín, se inclinó c o m o para que ella se 
bajara. 
—¡Ayayay! — d i j o Raca Retaca, y n o 
se bajó. 
E l brujo, que era sumamente 
educado, se enderezó, tosió u n poco , y 
comenzó a hablarle del t iempo en 
Chi le . Después le habló de otras cosas, 
c o m o de l t iempo en Argentina. Y 
cambió de tema y le empezó a hablar 
de l t iempo en Brasil . Cada vez que 
terminaba c o n el tema, intentaba dejarla 
en el suelo, pero ella de inmediato 
decía ¡ay! Así que no le quedó más 
remedio que sostenerla s in mover una 
pierna n i mover u n pie, s in tomar n i u n 
juguito n i comerse u n canapé. 
Raca Retaca no tenía n i hambre n i 
sed, porque estaba m u y ocupada 
mirándole la barbil la, los bigotes y las 
LA LUNA TIENE OJOS NEGROS (, 
patillas, y él, casi s in darse cuenta, 
mientras cambiaba de conversación y le 
hablaba d e l t i e m p o e n España, 
empezó a encontrarle m u y interesantes 
las cejas depiladas, m u y simpática la 
boca roja y m u y l impias las orejas 
lavadas. 
—¡A bailar! ¡A bailar! —gri taron 
todos cuando la orquesta comenzó a 
tocar una salsa b i e n m o v i d a . 
Todos se lanzaron a la pista en 
medio de serpentinas y gritos, 
carcajadas y brincos. Todos menos Raca 
Retaca, que seguía c o n do lor de pie . 
Además, n i se d ieron cuenta de l o que 
pasaba a su alrededor, porque 
cont inuaban mirándose a los ojos, 
mientras ella pensaba que a su l ibro le 
faltaba u n dicho : 
" U n a bruja es más bonita cuando la 
t ienen en brazos y la sienten l ivianita". 
LA AUTORA Y SU OBRA 
Ana María Güiraldes nació en Linares. Su niñez 
transcurrió rodeada de amigas y hermanos siempre 
atentos a la última novedad ingresada a la librería, 
a tal punto que las lecturas devoradas, o paladeadas 
página a página, l legaron a ser una de sus 
entretenciones favoritas. 
Esta afición por la lectura muy pronto se vio 
complementada por la curiosidad de crear ella 
misma sus propias historias. De este modo —y 
alentada por su madre y su profesora de castellano— 
comenzó a escribir ingenuos poemas, hasta que muy 
pronto lo que fue una pequeña libreta dio paso a un 
cuaderno que comenzó a poblarse de f icción. 
Envalentonada por algunos premios en concursos 
literarios a nivel escolar y sintiendo que las letras 
eran un buen aliado suyo, decidió muy temprano su 
futuro: profesora de castellano y, tal vez, escritora. 
Egresó de la Universidad Católica con el título de 
Profesora de Castellano, y más tarde, ya casada, 
comenzó a escribir en forma profesional. Sus cuentos 
70 LA AUTORA Y SU OBRA 
para niños aparecieron en revistas y diarios, y fue 
llamada a colaborar en el suplemento infantil "Pocas 
Pecas" de El Mercurio, donde dio vida al personaje 
del mismo nombre, labor que complementó por un 
tiempo con la de libretista de un conocido programa 
para niños en el Canal Nacional (El Rincón del 
Conejito Tevé). Más tarde, d e s a p a r e c i d o el 
suplemento, aceptaría el cargo de editora de la 
revista para preescolares, Jardín Infantil Apuntes, 
de Ediciones Lo Castillo. 
Intentando complementar su vida literaria con 
la de madre y esposa, ingresó a los talleres literarios 
de Enrique Lafourcade y Miguel Arteche. Incentivada 
por el poeta, publicó en 1983 su primer libro de 
cuentos para adultos: El Nudo Movedizo, que 
mereció el Premio Municipal de ese año. Dos años 
después publicó Las Muñecas Respiran, también 
cuentos para adultos, y en 1989, Cuentos de 
Soledad y Asombro. ¿Qué opina la crítica de los 
cuentos de Ana María Güiraldes? Guillermo Blanco 
aplaude "su increíble parquedad, como si algún 
instinto le indicara el basta y el cómo", Miguel 
Arteche, prologuista de dos de sus libros, descubre 
en ella "esa mezcla que pocas veces se da en un 
escritor, la que yo definiría como la máxima potencia 
de la palabra, con el empleo más estrictamente 
ceñido de ella; y, al mismo tiempo, la más honda 
penetración en la soledad humana, con eso que no 
LA AUTORA Y SU OBRA 71 
hay más remedio que calificar de maestría". Ignacio 
Valente, por su parte, escribe: "El talento más propio 
de Ana María Güiraldes consiste en escribir cuentos 
de nada —con una anécdota levísima, impalpable, 
mínima—, y escribirlos con nada —con un máximo 
ahorro de medios expresivos, con unos pocos 
brochazos verbales—, cuentos que a pesar de su 
nada, e incluso a través de ella, aspiran a aprisionar 
el todo de una situación humana". 
Ana María no evade el misterio de una atmósfera, 
el simple matiz de una voz o de una mirada. O sea, 
esos chispazos que se apagan al segundo de ser 
emitidos, pero que, sin embargo, actúan como la 
espina dorsal de sus cuentos. Sus obsesiones tienen 
caracteres de instantáneas imposib les de ser 
capturadas en muchas páginas, por lo que la fuerza 
radica en el personaje, visto a veces como de perfil, 
pero llevando el peso de toda la situación. Estos 
personajes son hombres y mujeres, la mayoría de 
las veces ancianos, e incluso niños, todos ellos 
alucinados por el misterio de vivir o en busca de 
resolver una situación límite. En esos cuentos, 
marcados por ese estilo que sugiere más que dice, 
la autora revela los misterios de las cosas más 
simples que son, justamente, las que no siempre se 
aprecian: una mujer espera a su marido estremecida 
por la premonición; un inválido ansia las caricias de 
su mujer en su cabello; una pareja de solteronas se 
72 LA AUTORA Y SU OBRA 
prepara para salir; una niñita mira a una muñeca que 
flota en la corriente del río desbordado... Núcleos, 
cargados de sentimientos, que se expanden en el 
lector y dejan su cargapor largo tiempo. 
¿Y qué sucede con Ana María Güiraldes cuando 
sus textos van dirigidos a los niños? Sucede que no 
van dirigidos para un niño, sino que ella, en esa 
ocasión, escribe desde un niño. Es decir, su mirada 
se transforma para apreciar ciertos lados de la vida 
que interesan más a una edad que a otra, y se 
detiene en ciertos detalles y los escribe de la forma 
que esos detalles lo requieren. El resultado final es 
un cuento que será apreciado más por un niño de 
diez años que por un adulto de cuarenta. Es cuando 
la autora usa las palabras tanto para contar como 
para jugar, ayudada por rimas y sonoridades que 
invitan a que la historia se desarrolle con gracia y 
espontaneidad. Los motivos para estos cuentos 
nacen —al igual que en su temática de adultos— 
de la nada. Pero, en este caso, ella prefiere a los 
animales. Los viste como a seres humanos y los hace 
hablar de una manera tal que se acerca al non sence 
o humor que proviene del absurdo. Existen los animales 
niños, animales padres, animales vendedores o mozos. 
Abundan las figuras femeninas y ahonda en ese 
absurdo para hacerlas aparecer estrafalariamente 
pretenciosas, sin perder el sentido de la ternura. 
Crear nuevos códigos para hablar: lo fantabulovilloso 
LA AUTORA Y SU OBRA 73 
es el resultado de algo fantástico, fabuloso y 
maravilloso; quedar paricunflético de impresión es 
algo parecido a impactado de impresión; estar 
birulíbirulay en el lenguaje de los osos, es lo mismo 
que estar cuchuflí bombón, en el lenguaje de los 
congrejos, o lalay lalay, en el lenguaje de las 
golondrinas; o sea, muy linda. 
Los niños ya conocen a sus personajes. Ratita 
Marita (del libro Ratita Marita — La lombriz resfriada), 
por ejemplo, ha servido en muchos colegios como 
motivo de dramatizaciones y dibujos; La lora Cucú 
(de El Mono Buen Mozo) les entregó un personaje 
mareador y locuaz que incita a la imitación, y Torito 
Puñete (de Animales, animalitos y animalotes) ha 
servido de sobrenombre a niños peleadores. 
Por otra parte, la autora ha formado una 
interesante dup la con la escr i tora Jacque l ine 
Balcells. Ambas han escrito una trilogía de ciencia 
f icción (Aventura en las estrellas, Misión Alfa 
Centauro, La rebelión de los robots), un libro de 
cuentos detectivescos (Trece casos misteriosos), 
donde ambas desean captar al niño inteligente y 
dinámico a través de la lectura. Juntas han dirigido 
su interés a los más pequeños, y los libros Fábulas 
cantadas y Cuentos sabrosos, hablan en su favor. 
Luego vendría su incursión en la novela juvenil 
con tres títulos: Un embrujo de cinco siglos, El 
violinista de los brazos largos y El castillo negro en 
74 IA AUTORA Y SU OBRA 
el desierto, que han alcanzado gran éxito gracias a 
su estilo, que mezcla con naturalidad lo cotidiano y 
lo maravilloso. 
Utilizando el lenguaje característico, Ana María 
entrega ahora a sus pequeños lectores su más 
reciente serie de cuentos: en La luna tiene ojos 
negros, se encuentra una entretenida invitación al 
juego y a la imaginación, con divertidas historias en 
que un rey juega fútbol con su corona para no 
perderla, una araña hace un curso de baile o una 
cerdita se presenta en un concurso de belleza. 
Narraciones breves acompañadas de musicales 
expresiones en que el estilo es el gran protagonista. 
Se vuelven a apreciar palabras inventadas por la 
autora, junto a otras de uso familiar, logrando un 
singular lenguaje en que el lector no sólo se siente 
atraído por la historia, sino también partícipe de una 
mirada diferente de la realidad. 
c 
INTERACTUEMOS CON 
LA LUNA TIENE OJOS NEGROS 
LA LUNA TIENE OJOS NEGROS 
1. Dibuja el principio y final del cuento. 
2. ¿Cómo era la Tristeza de los Sapos? 
3. ¿Podrías decir cómo es la Tristeza de los Niños? 
4. ¿Por qué el Zorzal le pidió al Río, barro y a los Árboles, 
brisa? 
5. ¿Quién fue el que le habló al Sapo Gitano desde la Luna? 
6. Inventa otro título para el cuento. 
Dilo de otra forma: 
a) Una voz se escuchó venir desde el cielo. 
b) Las aves tienen un corazón dulce y generoso. 
c) La Luna permaneció muda. 
d) El Sapo carraspeó y comenzó a cantar con voz ronca. 
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LA CORONA DEL REY ESTANISLAO 
1. Agudiza tu ingenio y descubre el error en las siguientes afirma-
ciones. Corrige las equivocadas dando la respuesta correcta. 
a) Su Majestad Estanislao era un rey simpático, alegre, depor-
tista, pero muy viejo. 
b) La reina le hizo al rey una rara corona de papel. 
c) Al Rey Estanislao le gustaba jugar fútbol. 
d) El Rey jugaba por el equipo de Los Careperros. 
e) El Rey jugaba como arquero en su equipo. 
f) El arquero atajó el penal con su enorme cabeza. 
2. Aumenta tu vocabulario 
¿Podrías explicar qué es y qué hacen? 
a) La hinchada. 
b) El arbitro. 
c) Los subditos. 
3. Dibuja las ideas de estas oraciones: 
a) El arbitro dio el pitazo inicial y comenzó el partido. 
b) El rey salió en andas del estadio. 
UN NOVIO PARA RACA RETACA 
Un dicho muy bien dicho. 
1. ¿Cuál de estos dichos te parece más gracioso? 
a) Una bruja es bien mirada 
cuando se ríe con ganas 
y luego se queda callada. 
b) Una bruja es popular 
cuando le pica un lunar. 
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c) Una bruja es más bonita 
cuando la tienen en brazos 
y la sienten livianita. 
2. Inventa un dicho o hechizo divertido. 
3. ¿Este cuento es real o fantástico? ¿Por qué? 
UN CUENTO ASOLEADO 
1. Responde las siguientes preguntas 
a) ¿Por qué la Lagartija Coralija no conocía el sol? 
b) ¿Por qué la Rana Ana necesitaba ayuda para lavar los pañales? 
c) ¿Qué será esa pelota amarilla colgada del cielo? 
d) ¿Cómo llamarías tú a la luna? 
e) Invéntale otro título a este cuento. 
f) Dibuja a las comadres al final del cuento. 
2. Juguemos al diccionario 
Inventa una definición para estas palabras y luego comprueba 
cuan cerca estuviste, consultando el diccionario. 
a) Baratija 
b) Rendija 
c) Repartija 
d) Sabandi ja 
3. Nombra las herramientas que necesita un jardinero. 
4. Nombra plantas que florecen en primavera. 
5. Recordemos las acciones de los cuentos. 
Une cada acción con el cuento en el cual aparece: 
INTERACTUEMOS CON LA LUNA VENE OJOS NEGROS 
"La Cerdita Panchita". 
"La Araña Melania" 
Qué buena Pata!" 
"Cose, cose Cosemucho" 
a) Clorindo realiza un acto de 
valor que termina en amor 
o) La modista Coneja le hizo 
una camisita al Niño de la 
Nochebuena. 
c) La Pulga Renata hizo bailar 
"Picazón primaveral" 
d) El color azul es lo más lindo 
de la naturaleza, afirmó 
alguien que no era nada 
de lesa. 
6. A la autora le gusta rimar. 
Juega a unir las palabras que suenan parecido, pintándolas del 
mismo color, e inventa oraciones divertidas con cada pareja. 
Ejemplo: imagino - pingüino 
Yo no me imagino 
muerto de frío a don Pingüino. 
pirinaca 
rato 
maraña 
caracol 
araña 
cuna 
espinaca 
gansa 
ataca 
mansa 
arrebol 
luna 
aceituna 
pato 
pata 
nata 
Retaca 
rato 
7. Inventa nombres con rima para estos animales. 
Ejemplo: la lora Fedora 
El pato 
INTERACTUEMOS CON LA LUNA TIENE OJOS NEGROS 
8. Inventa, tu propio cuento para uno de estos títulos: 
a) El ratón futbolista 
b) El payaso del circo 
c) Las zapatillas mágicas 
d) El fantasma travieso.

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