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00_presentacion.QXD 21/5/07 1:56 PM Page 1 Justo J. Solsona Hacer y decir 00_presentacion.QXD 21/5/07 1:56 PM Page 3 00_presentacion.QXD 21/5/07 1:56 PM Page 2 Biblioteca de Arquitectura Primera edición en castellano, marzo de 2007. Edición digital, junio de 2015 Diseño y supervisión general: Carlos A. Méndez Mosquera Diseño gráfico: Karina Di Pace © de todas las ediciones en español Ediciones Infinito email: info@edicionesinfinito.com http://www.edicionesinfinito.com Buenos Aires, Argentina. ISBN 978-987-9393-93-2 Hecho el depósito que marca la ley 11.723. Impreso en Argentina, Printed in Argentina. Todos los derechos reservados de acuerdo a la convención internacional de copyright. La reproducción total o parcial de este libro, en cualquier forma que sea, por cualquier medio, sea éste electrónico, químico, mecá- nico, óptico, de grabación o fotocopia no autorizada por los editores, viola derechos reservados. Cualquier utilización debe ser previamente solicitada al editor. Solsona, Justo Jorge Hacer y decir. - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Infinito, 2015. E-Book. ISBN 978-987-9393-93-2 1. Arquitectura. CDD 720 Justo J. Solsona Hacer y decir Compilación, edición, notas y prólogo de Vivian Acuña Ediciones Infinito Buenos Aires 00_presentacion.QXD 21/5/07 1:56 PM Page 5 00_presentacion.QXD 21/5/07 1:56 PM Page 6 «(…) y me habló de cosas que una vez terminado su libro yo podía seguir conociendo y amando.» Marcel Proust 00_presentacion.QXD 21/5/07 1:56 PM Page 7 00_presentacion.QXD 21/5/07 1:56 PM Page 8 Índice • Prólogo 13 • Presentación «Me apasionan las novelas policiales porque son una búsqueda» 17 Entrevista por Vivian Acuña para el ciclo «Conversaciones con estudiantes». SCA, 2005. «Uno inventa la memoria como inventa la realidad» 31 Entrevista por Vivian Acuña para el ciclo «Arquitectura de los años 60». Cátedra Juan O’Gorman, 1998. 1. La crítica Arquitectura: año 1963 47 Revista summa Nº 2, Buenos Aires, octubre 1963. Solsona al Sur 51 Revista summa Nº 152, Buenos Aires, agosto 1980. ¿Qué futuro hay para la arquitectura? 58 Revista summa Nº 185, Buenos Aires, marzo 1983. Summa 20 años: ¿Es posible una arquitectura nacional? 61 Revista summa Nº 190, Buenos Aires, agosto 1983. Opiniones en caliente 63 Entrevista Arquitecturas Bis Nº 46-47, febrero 1984. Reflexiones de fin de siglo 69 Revista 3. Sintaxis, Buenos Aires, 1994. (También publicado como «La arquitectura sin respaldo crítico», Revista de arquitectura SCA, Nº 168, Buenos Aires, ene/feb 1994.) Escritos Preulmianos 76 Revista Summa Nº, agosto 1997. Apuntes para la bienal de arquitectura de Buenos Aires» 78 M.N.B.A. Buenos Aires, 1998. La casa del futuro 81 Revista Ambiente Nº 83. Fundación CEPA. Junio 2000, La Plata, Argentina. Recuperación de edificios modernos 83 Suplemento de arquitectura, Diario Clarín, Buenos Aires, diciembre de 2000. Estructuras metálicas, arquitecturas de hierro 85 Revista summa Nº 46, Buenos Aires, diciembre de 2000. 00_presentacion.QXD 21/5/07 1:56 PM Page 9 Forma y técnica en la obra de arte arquitectónica 88 Edición A.N.B.A. Buenos Aires, 2001. El partido y las partes 93 Revista Contextos Nº 6/7, FADU-UBA, Buenos Aires, 2001. Bienal de Arquitectura de Buenos Aires 2001 96 Conferencia, M.N.B.A. 2. La ciudad Avenida de Mayo. Metodología de investigación y memoria 107 (En colaboración arquitectos Conde, Hunter y Solsona, en La Avenida de Mayo, MCBA, 1990.) Urbanismo espontáneo 113 Revista Arquis, Nº 5, Buenos Aires, 1995. Testimonios. La arquitectura de la década del ‘80 115 Entrevista por Jorge Iribarne. Revista de arquitectura SCA, Nº 151, Buenos Aires, 1991. Buenos Aires y la arquitectura del río 119 (En colaboración con arq. Luis Bruno) Revista Arquis Nº 5, Buenos Aires, mayo 1995. Anybody: Reflexiones sobre la ciudad contemporánea. El cuerpo: cabeza-tronco- extremidades 121 Conferencia, ciclo Anybody, Buenos Aires, 1996. Buenos Aires, 7 años antes 126 Revista Arquis, Nº 13, Buenos Aires, 1997. Puerto Madero, la otra ciudad 129 Revista de arquitectura SCA, Nº 187, noviembre 1997. Patrimonio: ¿Propiedad de los preservacionistas? 132 Revista de Arquitectura SCA Nº 189. Buenos Aires, julio 1998. Imágenes del ser urbano 137 Revista Contextos Nº 2, FADU-UBA. Buenos Aires, septiembre 2000. El Plan Urbano Ambiental como herramienta de planificación 141 Revista de Arquitectura SCA, Nº 203, diciembre 2001. • Obras y proyectos 145 3. Las torres Conversación sobre torres. Cinco tendencias en Buenos Aires 163 Revista Arquis Nº 3, Buenos Aires, septiembre 1994. «Diseñar más los intersticios que las grandes ideas» 167 Enrevista (Alumnos Feingold/Gisbert/Sal. Historia 3 - Cátedra Mabel Scarone). Entrevista 172 Revista de arquitectura SCA, Nº 180 marzo/abril, 1996. De la ciudad de la trama a la ciudad de las torres 181 Revista EL ARQA Nº 27. Dos Puntos, Montevideo, agosto 1998. Clase Torres 186 Taller Diseño 3 y 4, FADU-UBA; 1985 a 2004. 10 Justo J. Solsona: Hacer y decir 00_presentacion.QXD 21/5/07 1:56 PM Page 10 4. La universidad La Escuelita 1: Presentación 199 (En colaboración con Tony Díaz.) Cursos de arquitectura 1976-81. Planeta, Buenos Aires, 1981. La Escuelita 2: Introducción a los catálogos de las exposiciones 1977-1978 201 (En colaboración arq. Díaz, Katzenstein, Solsona, Viñoly.) En La Escuelita. 5 años de enseñanza alternativa de arquitectura en la Argentina 1976/1981. Planeta, Buenos Aires, 1981. Desde el papel 205 Taller Solsona, FADU-UBA; Revista summa Nº 195/6, ene/feb, 1984; Revista de Arquitectura SCA Nº 208, mayo, 2003; prólogo a Dibujar, aprender y pensar, aprender a pensar, Ediciones Su- damericanas, Revista Ingeniería, Arquitectura y Artes, Asunción del Paraguay, diciembre de 1998. Publicación Taller Solsona – I 207 Prólogo, en Cuadernos del Taller, FADU-UBA, 1984. Publicación Taller Solsona – II 209 Prólogo, en Cuadernos del Taller, FADU-UBA, 1986. ¿Qué queremos enseñar? 210 Clase inaugural Taller Solsona, FADU-UBA, 7 de abril de 1986. Viaje a Nueva York 219 Fragmento clase Taller Solsona, Arquitectura I a V, FADU-UBA, septiembre 1986. Arquitectura moderna en Buenos Aires 1930-1950 222 Prólogo. CP67, Buenos Aires, 1987. Sobre la enseñanza de la arquitectura en el Taller 224 Cuadernos del Taller, FADU-UBA, 1987. Lo permanente y lo efímero en la arquitectura actual 226 (Basado en la Conferencia para Concurso Profesor titular FADU-UBA 1994-95.) Revista Notas desde el Sur, Córdoba, abril 1995; Revista Colegio de Arquitectos de Mendoza, 2000. Limosna capitalista, limosna socialista 229 En conversación con Vivian Acuña. Esperanza 235 Inicio del Taller Solsona - Salama. Inédito. FADU-UBA / 4 de abril de 2002. Jornadas de teoría de la arquitectura y teoría del proyecto 237 Escuela de Posgrado, FADU-UBA, 2002. Exposición obra del arquitecto Horacio Baliero 240 Centro Cultural Borges, Buenos Aires, 2002. Exposición «30/40/50 décadas de arquitectura argentina» 242 Entrevista del arq. Juan Molina y Vedia. FADU-UBA, 2003. Referentes en la obra del Estudio M|SG|S|S|S| 249 Conferencia, año 2000 a 2004. 5. La profesión Diálogo informal con los arquitectos Solsona y Sánchez Gómez 261 Entrevista por Tony Diaz, Revista summa Nº 71, enero, Buenos Aires, 1974. «Hacíamos arquitectura esmóstica» 268 Por Marlene de Vries y Julio Valentino arquitectos. 11Índice 00_presentacion.QXD 21/5/07 1:56 PM Page 11 Vicisitudes de la arquitectura 273 Clarín, Suplemento de Arquitectura, Buenos Aires, 21 de agosto de 1993. Concurso Área Retiro 22 de Agosto 1996 / 1998 275 Revista de Arquitectura SCA, Nº 188, marzo 1998. Acerca del Concurso Nacional de ideas Parque público Costanera Norte 277 Revista de Arquitectura SCA Nº 188, Buenos Aires, marzo 1988.Concurso Parque Central de Mendoza, un final feliz 279 Revista de Arquitectura SCA, Buenos Aires, octubre 2000. Arquitectura y política en Latinoamérica 282 Conferencia, Asunción del Paraguay, 2003. Justo Solsona, autor de arquitectura 292 Entrevista del arq. Félix Arranz (fragmentos), Revista Scalae, Buenos Aires, Barcelona, 2004. La obra y el imaginario 297 Conferencia, años 1997 a 2004. Casas 305 En conversación con Vivian Acuña, basada en la conferencia dada en el Colegio de Arquitectos de BA, Sede Banfield y el Taller Vertical Solsona, FADU-UBA, año «En el dibujo aparecen todas las preguntas» 316 En conversación con Vivian Acuña, basada en la clase dada en el taller de Representación Gráfica FADU-UBA, 1998. • Bibliografía 323 • Curriculum Vitae 326 • Índice de nombres citados 336 Agradecimientos a personas e instituciones: Sebastián Batarev, Alberto Peluso, Juanito Ramirez Gronda, integrantes de las Facul- tades de Arquitectura de las Universidades Nacionales de Buenos Aires, La Plata, Rosario, Córdoba; Universidad Kennedy; Colegio de arquitectos de Mendoza, Edicio- nes Sudamericanas Asunción. Nota aclaratoria: El lector encontrará en el texto dos tipos de notas. La primera comprende al texto que figura al pie; la segunda, en negrita y con corchetes, en un cuerpo mayor, al pliego de ilustración, «Obras y proyectos». 12 Justo J. Solsona: Hacer y decir 00_presentacion.QXD 21/5/07 1:56 PM Page 12 Si hubiese un principio de todas las cosas habría que comenzar por él: he tenido el privilegio de hacer este trabajo. Entonces, como corresponde a un enca- denamiento de preguntas a partir de un supuesto origen –aunque hubiera preferido no utilizar esta palabra– a continuación uno podría preguntarse en qué consiste tal privilegio, y luego en qué el trabajo. En una de sus acepciones, privilegium es lo concedido por un superior a un subalterno: es casi un derecho, un derecho espe- cial. En este sentido, Justo Solsona, me ha brindado la confianza para realizar este libro. ¿Qué es este libro? Un trabajo de compilación de todos sus escritos publica- dos, desde el año 1963 hasta hoy; que incluye las entrevistas que le han realizado, las mesas de discusión en las que ha participado, y la presentación de las más rele- vantes de sus clases y conferencias editadas con este fin. Es decir, la reunión de lo diverso y disperso en un conjunto, que podría pensarse como una constelación de todos los materiales relacionados con lo dicho por Jujo Solsona, ya sea desde la oralidad, o desde la deliberada voluntad que signa la escritura. Si ya no pensamos en términos de las categorías de autor y de obra, ¿dón- de reside el valor de lo que aquí se presenta como escritura? Será la ausencia que socava la presencia del nombre, lo que nos provoca pensando que toda ella es parte de las distintas formas que se adoptan en el ejercicio de las prácticas. Lo escrito extiende así los limites de la arquitectura producida y pensada comúnmente en términos de obra –en este caso el trabajo colectivo del estudio M|SG|S|S|S|–, y se instala en el mundo de tensiones que signa la relación con las instituciones: la universidad, la prensa, las asociaciones profesionales, los concursos; del cual emer- Prólogo 00_presentacion.QXD 21/5/07 1:56 PM Page 13 gen los modos de producción de toda forma de cultura. Entonces este material toma la forma de un corpus, porque adquiere el valor del texto productor de sentido, abierto a dejarse leer, y ver esas complejas relaciones en las tramas institucionales, que signan la producción de arquitectura moderna en la Argentina, abarcando las no poco importantes décadas con las que termina nuestro breve siglo XX. Frente a este material, mi tarea ha fugado de la ingenuidad: nunca seleccio- nar, clasificar, ordenar es un trabajo ingenuo (aunque ya de niños prefiramos entre los juegos y colores, algunos y no otros). Pero si seleccionar es borramiento de lo otro, de lo que queda fuera; si construir una taxonomía es ya una operación de lectura; si ordenar, aun cronológicamente, nos pone en perspectiva cuánto nos transformamos con el tiempo: quizás acabe aquí mi privilegio: o asuma la responsabilidad que implica todo derecho. Aun así, he tratado de priorizar una forma de presentar el material que responda a lo que creo, son los problemas frente a los cuales Solsona se ha posicio- nado: la crítica, la universidad, la ciudad, la tipología de la torre, y la práctica de la profesión, bajo una franca y abierta exposición pública. Son ejes de lectura que devienen del propio material. Podría haber habido otros, o ninguno. Sin embargo, estos años en que he acompañado su tarea académica, me permitan quizás este modo de presentarlo, sabiendo que son preocupaciones que constituyen un pensa- miento, atravesado para las contradicciones propias de quien siempre se presenta a sí mismo, dispuesto a responder a la coyuntura, sin renunciar a las ideas, sino batallan- do en ellas. Como ya se sabe, Solsona no abandona la experiencia de la arquitectura moderna, no como una estética formalista, sino por los valores del proyecto de mo- dernidad al que muchos seguimos apostando: en un país, en un mundo, donde no siempre se cambia para mejor. Pero todo orden es sólo una ilusión: estos fragmentos están imbricados entre sí, se atraviesan, se piensan mutuamente. ¿Acaso es posible disociar la ciudad de las torres? ¿o en el caso de Solsona, la enseñanza de su propia práctica? ¿o la ciu- dad del futuro de la práctica universitaria? Las relaciones serán innumerables. En todo caso, el propósito de discriminar entre unos y otros, sea para ver la hetero- geneidad de un pensamiento, al mismo tiempo que la diversidad de los géneros construyen la oblicuidad de su carácter. Porque efectivamente, el artículo progra- mático difiere de la entrevista, que difiere de la mesa de discusión, que a su vez difiere de la conversación; y en ese despliegue surgen otras voces que dejan leer las diferencias entre el propio discurso, que se presenta como unívoco, y la pluralidad que se abre ante la mirada de los otros. Precisamente, el trabajo de edición del discurso oral, constitutivo de las cla- ses y la mayoría de las conferencias, requiere una cierta aclaración. He realizado el pasaje de la oralidad a la escritura considerando la forma del lenguaje como aquella que nos habla sin decir, constituyendo un pensamiento más allá de toda intencio- nalidad comunicativa. Por eso he intentado reponer la estructura lingüística, es decir la sintaxis, el vocabulario, la preferencia por ciertos tiempos verbales y frases 14 Justo J. Solsona: Hacer y decir 00_presentacion.QXD 21/5/07 1:56 PM Page 14 15Prólogo perifrásticas; que permitan leer aquello que fue dicho de la forma en que fue pen- sado: siempre es un otro el que nos habla a través de la escritura, que se encarna en el lenguaje, como cosa doble, como su propio, involuntario sedimento. Sin embargo he tenido que seleccionar y dejar fuera mucho material que podría haber sido editado. Cada charla dada en diferentes lugares, a lo largo de los años, tiene variaciones; y he mantenido en lo posible las digresiones, y lo aparentemente anecdótico, que sin embargo amplían reflexiones críticas acerca del país, o la ense- ñanza, o dificultades precisas del ejercicio profesional. El juego de elegir oscila, lenta y pendularmente, entre lo que queda y lo que nos faltará, o no será: este libro podría haber sido otro, si otros fuéramos quienes lo hicimos. También es necesario aclarar que, en el caso de varias de estas charlas, o conferencias –algunas menos formales que otras– carecíamos de su registro; muchas se han perdido totalmente; en otras, simplemente contábamos con una guía de las diapositivas que se habían utilizado (y su orden), con los lugares y fechas en que fue- ron dadas. Lo que decidimos hacer fue seguir esas guías; y a modo de conversación, juntos fuimos pasando, viendo las imágenes –como habitualmente hacemos–, pero intentando reconstruir esas clases, que grabamosy luego trabajé textualmente. Por supuesto se transformaron en otro material. ¿Acaso qué otro valor puede prosperar en la repetición más que el sentido de su diferencia? Si la mayoría de las conferencias fueron dadas en instituciones públicas, como nuestra Facultad de Arquitectura, ¿por qué carecemos de un archivo que registre este tipo de material? me refiero específicamente al ámbito de la enseñanza, al valor que tiene toda esta producción, que se transmite oralmente, y hasta suele incluir un inter- cambio de preguntas entre los alumnos y otros docentes –habiendo quedado feliz- mente tan lejos la pasividad de aquellas clases magistrales previas a la Reforma de 1918–. Me pregunto qué concepción de la arquitectura y su enseñanza impera para que todo el esfuerzo intelectual de quienes regresaron con la democracia se pierda, perdiendo, aún más, algo de nosotros mismos; que ya no pueda recuperarse del tiempo, por quedar fuera del lenguaje de la historia. ¿Por qué no tenemos edición de lo producido textualmente en los talleres? ¿Será alguna extraña forma del derroche, o desperdicio, como si nos hubiese sobrado libertad para escribir, libertad para pensar, libertad para dejar sentada la experiencia cultural como un continuum a lo largo de la historia? ¿Acaso hay algo que sea repetible y por eso lo podremos dejar ir? Pienso, por ejemplo en los valiosos años, entre el 84 y el 86, en que nos prometíamos ser. Frente a esta realidad de la ausencia, un pacto ha hecho posible este libro: un pacto que como todo acuerdo es una apuesta al futuro. Un pacto basado en la conciencia del valor de la historia y la cultura. Porque quien escribe una autobio- grafía tiene doble conciencia de sí, se sabe a sí mismo su propio objeto; del mismo modo en que la construcción del archivo personal de Justo Solsona y el de su Estu- dio, adquiera un sentido colectivo, al ser hoy un material disponible, incorporado a la producción de este libro. Y principalmente acordamos, durante los últimos años, 00_presentacion.QXD 21/5/07 1:56 PM Page 15 la grabación de sus charlas, con toda la intención de producirlas, sólo que, como ocu- rre con el voluntarismo, algunas salieron bien, otras no tanto. Agradecemos entonces, a todas las personas e instituciones, que colaboraron con la posibilidad de registrar estos materiales; muchas de ellas en otras ciudades del país y del exterior. Así podemos presentar hoy la edición de las clases y las conferencias que Solsona ofrece como parte de su actividad como Profesor Consulto de nuestra Facul- tad; actividad que realiza habitualmente, de manera constante e ininterrumpida, en nuestro país y fuera de él, como una manera más de dar; como parte de esa generosidad que signa la transmisión de la experiencia, como una forma de ense- ñanza. Son por ello la Universidad y sus alumnos, los principales destinatarios de este material. De allí la decisión de privilegiar la lectura respecto de las imágenes –además el material gráfico puede consultarse en numerosas publicaciones–; y el sentido de muchas de las notas, que tratan de reponer algunos de los debates más importantes, que implicaron la publicación de ciertos textos, con la idea de abrir un horizonte de problemas; y quede disponible a los jóvenes lectores la futura búsqueda y ampliación de su lectura. Porque una vez más, Solsona apuesta a los valores del Humanismo, a la cultura que se construye desde la escritura; producien- do el pasaje de la multiplicidad de la enseñanza a las primeras publicaciones de los cuadernillos del Taller de los ‘80; o los libros que compilan los edificios del Racionalismo de los años 30 al 50; los trabajos de La Escuelita y La Avenida de Mayo; y aún más radicalmente, al abordar su propia vida en la construcción de una autobiografía: así transforma los alcances de toda experiencia en una escritura posible, que perdure con el tiempo. Como tantos otros, he tenido una vez más el privilegio de compartir algu- nos de esos pasos del camino. Y como se lee en una de las entrevistas, es cierto que he sentido una necesidad propia que ha signado mi parte del acuerdo: siento que soy parte de un país que, desde las instituciones, se debate entre una cultura del olvido, de lo que se pierde; y una cultura que construya la historia como me- moria productiva. Quizá sea esta mi obligación ante el privilegio de haber sido alumna de maestros, de haber aprendido y recibido tanto de ellos. Pero en todo caso no es, o no ha sido, un privilegio gracioso –aquel que se da por mera gracia–, ni un mero privilegio personal –el que no se transmite a los sucesores–, sino todo lo contrario: esta constelación de fragmentos no se cierra en un círculo, sino que se abre a una espiral de lecturas, fuga hacia la historia, hacia los otros, a los que ven- drán, en otro humano intento por recuperar algo de lo inasible del tiempo, trans- formando la palabra dada, escrita y empeñada, en el devenir de una memoria que, como una pieza más, constituya nuestra historia; una historia que no tiene origen, pero tiene principios; una historia que tiene objetivos, pero no tiene fin. Vivian Acuña, 2004 16 Justo J. Solsona: Hacer y decir 00_presentacion.QXD 21/5/07 1:56 PM Page 16 «Me apasionan las novelas policiales porque son una búsqueda» Entrevista de autor, realizada por Vivian Acuña en el 2005 para el ciclo «Con- versaciones con estudiantes», organizado por el arquitecto Daniel Silberfaden, Presidente de la Sociedad Central de Arquitectos; discurre sobre temas relacio- nados a su personalidad, la pintura y la escritura; y experiencias de vida en la universidad, el trabajo profesional y familiar. Luis Grossman (LG): A mí me honra hoy reemplazar al arquitecto Daniel Silberfaden para presentar el encuentro de esta noche que, como ustedes saben será una entrevista a Justo Solsona que realizará Vivian Acuña; dentro del ciclo que hemos iniciado este año. Primero presentaré a Vivian, y luego todos recibiremos a Justo Solsona, a quien ya conocemos. ¡Quiero contarles que cuando me llegó el currículum me pareció fraguado! No puede ser que esta chica, que parece tener veinte años, haya hecho tantas cosas en el tiempo que dice; porque además de ser arquitecta, es graduada en Letras; algo que nos gusta a muchos. Presentación 00_presentacion.QXD 21/5/07 1:56 PM Page 17 Vivian Acuña (VA): ¡Todavía me falta un poquito! LG: Falta un poquito… Además ha trabajado con Solsona desde el año 1997; ha intervenido en una serie de publicaciones, como la colección Vanguardias, que edita Clarín Arquitectura; el Diccionario de Arquitectura en la Argentina, que diri- gieron los historiadores Jorge Liernur y Fernando Aliata, y trabaja en la Maestría de Diseño Arquitectónico Avanzado que dirige Solsona en la Facultad de Arquitectura. Estamos muy contentos con la presencia de ustedes aquí; y apenados por los que se lo van a perder; porque seguramente tendremos una noche reconfortante. VA: Primero quisiera aclarar que no tengo veinte años; así que ¡muchas co- sas se pueden explicar! Quiero agradecer a Daniel Silberfaden por invitarme a parti- cipar en este ciclo, y a Justo Solsona por haber aceptado. Les cuento que se trata de una entrevista de personalidad, y podríamos preguntarnos porqué la hacemos, si la categoría de autor ha sido tan cuestionada en el plano teórico. Sin embargo, hoy reconocemos que las vicisitudes y encrucijadas en las que un individuo toma decisiones frente a problemas específicos nos brinda perspectivas que extienden la comprensión de nuestra historia cultural; y esto no invalida la autonomía del arte, que excluye la figura del autor para dar sentido a una obra que construye la crítica. Y además, hay una predilección del público por este género, que se desarrolla con la prensa del siglo XX. ¿Acaso la entrevista no forma parte de cualquier programa radial, televisivo, y de múltiples ediciones literarias? En general, a todos nos gustan, en parte, porque al intentar abordar la subjetividad, rescata el valor del nombre, que se pierde en el anonimato de la vidacontemporánea; quizá, cuando elegimos leer, escuchar, o presenciar una entrevista, de algún modo buscamos algo de nosotros mismos, que se pierde en nuestra efímera existencia, y en ese personaje logra permanecer. De las múltiples miradas que puede dar una entrevista de personalidad he tomado de Jujo Solsona la figura de un hacedor; todos conocemos la obra que ha realizado junto a su estudio –que hoy integra con Manteola, Sánchez Gómez, Santos y Sallaberry–; y su protagonismo en la arquitectura argentina lo define el haber par- ticipado plenamente en momentos claves de nuestra historia cultural; esto implica decisiones y «tomas de partido» que han exigido de su parte un cierto arrojo, que lo caracterizan como un hacedor. Algunas imágenes acompañarán el recorrido de la conversación, que no será cronológica porque el diálogo será un libre fluir en el tiem- po. Les confieso que para mí es un gran placer y responsabilidad realizarla; hace muchos años que Jujo y yo trabajamos juntos y nos une una buena amistad, y si bien he preparado ciertos temas, la conversación puede derivar hacia cualquier otro, porque a él le encanta contar historias, y a mí preguntarle. La idea es que la pase- mos bien, y nos guste; como también me gustaría que lo recibamos con un aplauso. Justo Solsona (JS): De lo que suceda hoy aquí, ¡no soy el responsable! No me han dado ninguna información, y no sé de qué se trata; lo que si sé es que Vivian tuvo que ir a la peluquería. 18 Justo J. Solsona: Hacer y decir 00_presentacion.QXD 21/5/07 1:56 PM Page 18 Vivian Acuña (VA): ¡Es cierto! Comenzamos con una imagen del edificio del Concejo Deliberante, que me lleva a preguntarte por qué elegiste ser arquitecto. JS: Es complicado. Yo estudiaba en la escuela primaria Simón Bolívar e iba caminando a mi casa, que quedaba entre las calles Victoria y Piedras. Como era un niño, mi padre me iba a buscar y al pasar frente al Concejo siempre le decía, «qué lindo este edificio»; me impresionaba. Él era dentista y siempre me hacía comenta- rios para que continuara con su trabajo profesional, y me olvidara de las grandes obras. No le di ese gusto, le di otros. Y ahora, que he vuelto a pintar, hago muchas columnas de ese tipo; lo que creo que es dórico, o jónico, o corintio, son unos ga- rabatos; pero quien mira, sabe que son columnas. VA: Tu papá tuvo cierta incidencia en tu decisión ¿cómo era ser arquitecto sin pertenecer a una clase social alta? JS: Sí. Él era hijo de catalanes y se llamaba Justo como yo; era un personaje extraño que, si bien siempre trabajó en esa especie de artesanía que es la odontología, en el transcurso de su vida –murió a los setenta y tantos años–, participaba en innumerables reuniones relacionadas con el arte y la cultura; además, era coleccionista –cuando él muere deja cinco mil diapositivas de arte que doné a la Facultad–. En un sentido, dentro del uniforme blanco, había otro señor a quien le interesaba el arte. Y creo en lo hereditario; así como mi abuelo era marino, y escribía las crónicas de sus viajes que publicaba en La Vanguardia –un diario catalán–; y mi abuela pintaba; entonces, dentro de ese mundo paterno –acotado por el trabajo y una familia de clase media–, reconozco un interés por el arte que comparto. Y así es nuestro Estudio, que es una parte fundamental de mi vida. Somos cinco, y todos venimos de lo que llamaríamos «clase media argentina». Mi padre, un señor a quien nunca vi comer sin saco, ni lo vi sin chaleco; nunca tuvimos un auto, ni una casa de vacaciones; vivíamos ajustadamente. Yo compré el primer televisor; estudiaba, por supuesto, pero a partir de tercer año de la facultad empecé a trabajar. El padre de Fina Santos fue carpintero; el de Manteola fabricaba ropa para niños; y el de Javier tenía un almacén de ramos generales. Realmente un corte perfecto de la «clase media». Y la pregunta de mi padre era lógica, «Oíme, con estos antecedentes, que nadie en la familia planea hacerse una casa, no veo cómo vas a salir adelante». Y a pesar de su insistencia seguí arquitectura; le fui mostrando que me iba bien en la Facultad; pero en el fondo, estaba convencido de que lo que me decía era verdad: nunca me lo planteaba, pero no sabía cómo salir adelante. Hoy mismo puedo decir que no sé cómo salgo adelante, y creo que esa es una cuestión que permanece y se transmite a mi manera de ser, a la arquitectura y a la pintura: no sé qué pinto. Un día, aburridísimo, empecé sobre una puerta de madera con pintura de una obra que había en un depósito; además pensé que la podía agujerear, y comencé a armar objetos. No era pintor, entonces no me parecía pintar con pincel; uso otras herramientas, por eso pinto con escobas. ¡Es un disparate! Si ustedes me preguntan por qué, no lo sé; son entusiasmos. Y tuve gran 19Introducción 00_presentacion.QXD 21/5/07 1:56 PM Page 19 pasión por la arquitectura; tal vez por lo desafiante, no en relación a mi padre; sino contra la teoría que dice que si pertenecés a la clase media no estás incluido en el ranking de los que acceden a las grandes obras. Sin querer mi viejo me despertó la competencia. Y, en buena parte, el trabajo de los arquitectos tiene un cincuenta o setenta por ciento de actividad competitiva: entre nosotros, con el medio, con los clientes. Nos pasamos el día entre la creatividad y la competitividad. Y creo, ya que estoy haciendo este repaso, que siempre he sido un opositor natural. Si se quiere, frente a mi padre, al tomar su consejo como un desafío; y con mi madre, que murió hace poco –a los noventa y seis años–, por antítesis; me hizo políticamente de izquierda. Ella era una mujer tan de derecha y católica, de un carácter tan fuerte, que me obligaba a enfrentarme. Me llevaba muy mal hasta que murió mi padre. Discutíamos permanentemente porque tenía cantidad de prejuicios que impedían hacer las cosas. Cuando él muere, ella vive con mi hermana, quien un día me dice que mi madre estaba muy mal, y se quería morir. Y mis padres habían sido pareja y matrimonio durante cincuenta o sesenta años; esos tiempos increíbles de otra generación, no los de ahora. La fui a ver y le dije, «mi hermana dice que te querés morir porque se ha muerto el viejo»; no comía, habían pasado unos meses y estaba mal. «Sí», me dijo, «me quiero morir por lo de tu padre». Hizo un discurso y le contesté, «bueno, entonces, te tenés que morir». Reconozco que soy muy bestial para estas cosas porque me parece que es el mejor sistema. «¿Cómo me decís eso?»; «si querés morir, morite. Pero antes te quiero aclarar que es lo último que hubiera querido el viejo, que trabajó, hizo todo para que vos no hicieras nada, porque eras una especie de princesa. Si vos crees que te acercás a él porque te morís, te equivocás. Él quería que la pases bien; así que si querés morirte, es un dilema tuyo». Así fui de duro. Tenía setenta y cuatro años, y murió a los noventa y seis. Hasta los noventa y cuatro años iba a Punta del Este con su hermana, en un auto con chofer. Yo sufría; después de catorce horas de viaje le preguntaba «¿cómo fue?», y ella decía, «¡Magnífico, querido, siempre a la misma velocidad!»; y el chofer me contaba, «sabe que pararon una vez en el camino a comer un sandwich». Esas señoras existían; iban a Punta del Este vestidas como si fueran al Colón; mientras los demás estaban de sport; una de ellas era mi madre. VA: Ella participó en el concurso de la Biblioteca Nacional. JS: Cuando hicimos ese concurso teníamos varios dibujos del perfil y caída del techo de metal. El proyecto lo hicimos en un departamento prestado; mis hijos, como Paula, eran muy chicos y jugaban en un columpio. Una tarde llegó mi madre a tomar el té; aprovecho y le pregunto, «¿cuál de todos estos dibujos te gusta más?». Los miró un rato y dijo, «éste»; «¿por qué?»; «porque tiene un buen plissé»; y es la fachada que dibujamos para la Biblioteca. Parece poco serio, pero es al revés: éstas son las cosas que me divierten de la vida y la arquitectura. VA: Ese proyecto caracteriza el grado de invención que reconocen los críticosa la obra del Estudio y a las formaciones que integraste. Tal vez sea esa 20 Justo J. Solsona: Hacer y decir 00_presentacion.QXD 21/5/07 1:56 PM Page 20 voluntad de arrojo que mencionaste, no sabes cómo va a salir pero sale. Estas dos fotos hablarían de cierta dualidad: una jugando al Pato; la otra, estudiando muy concentrado; son dos polaridades que convergen. El Pato es un deporte donde se expone el cuerpo, y la otra es una faceta intelectual. En una entrevista del año 98, hablando sobre el grupo oam 1; lamentabas que nadie jugara a nada; no tenían esa vocación; no se arrojaban de esa manera. JS: Claro, yo era un intelectual a caballo. ¡Ahora creo que en el trabajo soy el caballo! Jugaba al Pato en el club «Cimarrones», ubicado frente a una casa que alquilábamos en Presidente Derqui; esas que se hacían de ladrillo y barro, con una galería muy linda. Ahí comienza un período que duró hasta el tercer año de la Fa- cultad. Como jugar al Pato exigía viajar una o dos veces por semana, lo abandoné. Siempre me ha inspirado la imprudencia; para el Pato no tenía la estructura corporal, ni la estatura para jugarlo; y más de una vez me sacaban con pato y todo del caballo, pero me las arreglaba. Además tenía un tío muy loco, hermano de mi madre, que había comprado tres o cuatro caballos de Polo –no de los buenos–, y uno de carrera para él; de él conservo la imagen de un hombre corriendo alrededor de una cancha de campo, y yo jugando al Pato. Aunque me rompí la muñeca y una pierna, era fantástico; dormía la siesta debajo de «Tango», el caballo de mi padre. 21Introducción 1. oam: Grupo «Organización de Arquitectura Moderna», formado en 1948 por los entonces estudiantes de la FAU Horacio Baliero, Juan Manuel Borthagaray, Francisco Bullrich, Alberto Casares Ocampo, Alicia Cazzaniga, Gerardo Clusellas, Carmen Córdova, Jorge Goldemberg, Jorge Grisetti, y Eduardo Polledo. Grupo cerrado y selecto, vinculado a la vanguardia de arte concreto, liderada por Tomás Maldonado –quien funda la revista Nueva Visión– busca integrar las distintas formas culturales convergentes en la idea de «taller», propia del Bauhaus; la editorial –el petit hotel de Cerrito 1371– se transforma en lugar de reunión, exposiciones, conciertos y talleres de pintores de dicha vanguardia. Cfr. Liernur, Francisco y Aliata, Fernando: Diccionario de arquitectura en la Argentina. Clarín Diario de Arquitectura - Artes Gráficas Rioplatenses, Buenos Aires, 2004. 00_presentacion.QXD 21/5/07 1:56 PM Page 21 Pero cuando hubo que elegir no tuve ninguna duda: abandoné el Pato. Hay situa- ciones en la vida de estudiante en que uno hace más de una cosa. En ese momento dejarlo fue durísimo, pero tuve conciencia de que si no lo hacía me hubiese quedado a mitad de camino; y me dediqué a la arquitectura, en una Facultad con caracterís- ticas distintas a la actual. VA: Tenías dos referentes, Antonio Bonet, identificado con la capacidad de hacer, y Amancio Williams, lo contrario, una obra muy rica pero no construida. JS: Yo terminaba la conscripción en el ‘52, cuando murió Evita, y empecé a trabajar como dibujante. A mí el servicio militar me dejó una experiencia fantástica; no sólo por llevarle carne a los oficiales –que siempre era mejor que estar trotando en algún campo–, sino porque lo hice en el Ministerio de Defensa. Allí mi tarea era barrer y pasar el lampazo con arena húmeda, por esos largos corredores del edificio. Ese era un momento de meditación: nadie me daba órdenes. Y volviendo a oam, cuando estaba en tercer o cuarto año de la Facultad, llegaba a Cerrito temprano, con saquito caqui de soldado; les barría el estudio y limpiaba las mesas. Ellos no entendían porqué me daba ese ataque, pero era mi aporte de soldado. Aquel fue un grupo muy particular organizado alrededor de Tomás Maldonado; yo entro de pin- che, y voy entablando relación con Horacio Baliero. Aunque eran teóricos, y no ha- cían deportes, el grupo era divertido. Con ellos llega el primer libro de Le Corbusier a la Argentina; además ya habían trabajado en la construcción de la casa Curuchet. Borthagaray y Bullrich nos contaban anécdotas sobre cómo Amancio detenía la obra para buscar un tornillo que figuraba en un plano de Le Corbusier y aquí no se fabricaba. El proceso consistía en consultarle por carta acerca de cualquier cambio; y el Corbu finalmente contestaba que usaran lo que hubiese. Hasta que el Dr. Curuchet desplazó a Amancio por su obsesión de seguir exactamente los planos originales. El tema es que con ellos tuve el primer encuentro cultural fuera de mi familia; empezó mi vida intelectual, con los libros que había que leer en aquel momento, dentro de un grupo que tenía una formación de izquierda; ellos sabían quién era Marx, Hegel y, por supuesto yo no. Entonces comienzo a tener discusiones desde esa posición de clase media católica, influenciado por mi madre; y me fueron desviando, ampliando las ideas con respecto a temas de la realidad, que yo tomaba muy esquemáticamente. Esta cuestión ideológica me permitió una discusión interna; y creo que fue fundamental para formar mi personalidad. Ese ha sido un momento fuerte; después fue complejo, cuando fuera de oam, ganamos concursos, como las Torres de La Boca, en los que ellos también competían. VA: Dejaste el Pato pero no el arrojo; entramos en el período de la Siambre- tta; incluye tu docencia junto a Wladimiro Acosta, y termina con la renuncia masiva del año ‘66. La noción de renuncia para alguien con esta vocación por el hacer es compleja. Me cuesta imaginarte renunciando; sí te veo pelear por una obra, pero no renunciar. Habría que contar a los jóvenes –que desconocen, o no conocen bien lo que ocurrió en los sesenta–, que ante el golpe de Onganía en junio del ‘66 hubo 22 Justo J. Solsona: Hacer y decir 00_presentacion.QXD 21/5/07 1:56 PM Page 22 una gran deliberación entre todos los profesores universitarios que, hacia la primavera, toman la decisión conjunta de renunciar. JS: La renuncia masiva tiene dos lecturas. Una, ingenua y heroica, que tenía la intención de producir un golpe al gobierno. La otra es autocrítica y cuestiona el aban- dono absoluto de los lugares de enseñanza; porque cuando uno deja un vacío, otro lo ocupa. Yo no dejé nunca la Facultad hasta ese momento; para los que no se acuerdan, o tuvieron la suerte de no vivirlo, cuando Onganía interviene las universidades viene la «Noche de los bastones largos», en la que primero golpean a los profesores de ciencias. Nosotros estábamos en la Facultad –que funcionaba en los galpones de exposición sobre Avenida Figueroa Alcorta, detrás de la Facultad de Derecho–, y había un clima de mucha tensión. En el gran frente de vidrio que daba a la calle se habían puesto mesas de dibujo paradas con caballetes para apoyar los carteles. Se estaba dando clase en el turno de la noche, y mientras en el hall conversábamos sobre la situación política con los arquitectos Horacio Pando y Carlos Méndez Mosquera –que eran el decano y vicedecano, respectivamente–; sentimos un rumor que empezó a tener un sonido cada vez más fuerte; las mesas que tapaban la entrada empezaron a avanzar, y el sonido se convirtió en un griterío de insultos hacia los profesores y los estudiantes. Entonces aparece la Policía Federal de uniformes, con uno de civil ade- lante. Lo puedo narrar tal cual porque cuando lo veo a Pando diciendo, «¡Qué dispa- rate es esto, yo soy el decano!», y se dirige hacia un oficial mostrando su credencial, un sargento le pega con la culata de su escopeta en el estómago, lo dobla y lo tira al suelo; a Méndez Mosquera le pasa algo similar; pero yo veo esta situación, y a la poli- cía ya entrar masivamente, y empiezo a caminar hacia la salida, lentamente, cruzán- dome con todos. Debía tener terror, pero iba caminando. No me pasaba nada, era fantástico. Pero un poco antes de la salida, otro sargento me agarra de la solapa, me levanta en el aire, y me pega una patada en el traste. ¡Genial! así creo que pasé la puerta, moviendo las piernas en el aire. Piso, trastabillo,empiezo a caminar y lo en- cuentro a Francisco Bullrich, que venía del Consejo Superior. Le digo, «esto es una locura», y dice, «no sé, yo no sabía». En aquel entonces vivía en Belgrano, y llegué caminando hasta mi casa. Le dije a mi mujer: fin a la Facultad. En esa época, como profesor adjunto de Borthagaray, firmaba las Actas; entonces, nunca me voy a olvidar, cuando me llaman por teléfono para decirme que tenía que ir a firmar las Actas de los alumnos. Les dije, «no se preocupe, usted tiene que localizar al sargento que me dio una patada en el traste y me sacó de la Facultad. Ese hombre tiene mi autorización para firmar las Actas; él es el nuevo docente.»; «¡No me diga eso!». Y no volví nunca más. VA: ¿Las reuniones se hacían en otro lugar? JS: Sí, pero se fueron debilitando. Quedaron algunos compañeros perdidos allí; otros muertos. Fue algo terriblemente doloroso porque la Facultad era como mi vida. Cuando termina el período militar vuelvo. Y si ese sargento no me hubiera pateado para el otro lado, me hubiera pasado lo que le pasó a muchos alumnos y alumnas, que las agarraban del pelo, las bajaban por la rampa, las golpeaban. Fue 23Introducción 00_presentacion.QXD 21/5/07 1:56 PM Page 23 una situación de mucha violencia que usó el gobierno militar para dar miedo, y advertir que, si a los universitarios nos hacían eso, los obreros serían los siguientes, porque eran la segunda línea. VA: Quería preguntarte qué pasa con el talento personal, la fuerte vocación por tomar decisiones; cómo se despliega, se enriquece o se limita en el trabajo en equipo. JS: El Estudio tuvo dos momentos. Primero con Ernesto Katzenstein, Gian Peani y Fina Santos –compañera mía de la Facultad–, y yo. Era pequeño, y estába- mos en una especie de buhardilla; y empezamos a hacer concursos. Primero no nos fue bien, después mejoramos, hasta que nos fue bien. Ernesto viaja a la India por dos años, y el Estudio se desarma. Entonces formamos un equipo de concursos con Javier Sánchez Gómez, que había sido alumno mío; Flora Manteola, que era alumna de Javier y mía en el taller de Wladimiro Acosta; Rafael Viñoly, que estaba en sus primeros años con Petchersky y, cuando vuelve Ernesto, le pregunto si se incorpora y dice que no. Una vez más fue coherente: no le parecía y dijo no. Pero el Estudio se planteó como un equipo universitario, y compartíamos los problemas económicos. Creo que los arquitectos tienen muchos conflictos con la evaluación económica de sus tareas y participaciones; pero estoy convencido que el arquitecto tiene que cuidar la inversión o el dinero del cliente. Yo era empleado de la Municipalidad y, con distintos roles, todos teníamos que aportar para sostenernos. Esto nos dió una cierta relación con el dinero. Además, estando Fina y Flora, éramos un Estudio modernísimo por haber integrado a dos mujeres, que son excelentes proyectistas. Siempre nos hemos movido a partir del entusiasmo por el proyecto; hemos tenido momentos difíciles; pero nunca el dinero ha sido entre nosotros un conflicto. Podría haberlo sido un proyecto. Antes, ahora menos, concursábamos internamente con un gran respeto entre nosotros mismos. Cuando alguien decía éste está bien, los otros nos plegábamos a ese proyecto con todo fervor. Al Estudio lo dominan los proyectos; es claro que podemos equivocarnos, pero el entusiasmo y la crítica nos definen. Nosotros somos los más severos con respecto a nuestro trabajo; nos tratamos muy mal con los planos, y muy bien a nivel humano. Hoy estamos preparando una exposición con la obra construida completa del estudio2; y vemos una producción por momentos ecléctica, acertada o desacertada. Pero creo que la pregunta la responde el que hoy seguimos trabajando. Si hay algo para repartir a fin de año, se reparte; si no, hay que vivir con el sueldo. Así funcionamos. VA: Podríamos entrar en el tema de ATC [27]. Es un edificio que suscita cierta discusión pública, una asignatura pendiente que nuestra cultura debe dilucidar. Lamentablemente hay una gran distancia entre los académicos y los jóvenes arquitectos o estudiantes; pero en la revista Block, «El príncipe», dedicada a la relación entre arquitectura y poder, Graciela Silvestri, promueve la 24 Justo J. Solsona: Hacer y decir 2. La muestra se realizó entre noviembre y diciembre de 2005 en el Centro Cultural Recoleta, con el auspicio del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y curaduría del arq. Néstor Otero. 00_presentacion.QXD 21/5/07 1:56 PM Page 24 posibilidad de discriminar qué tipo de obras se construyen durante la dictadura, y enfantiza el valor del espacio público en ATC3. JS: Yo hablaría de la construcción de los estadios. Hicimos el de Mendoza al final del gobierno de Isabel Perón, y ya habíamos tenido una conversación sobre la posibilidad de la televisora. El gobierno militar lo confirma y lo llevamos adelante. De ahí a que se diga que trabajamos para la dictadura es otra cosa. Tengo una teo- ría al respecto: como somos de clase media, y no tendríamos que haber levantado la cabeza, cuando lo hicimos –y nos pusimos a la altura del establishment–, nuestros amigos no nos lo perdonan, y buscan alguna dificultad; dicen que trabajamos para el capitalismo. Pero es lo que dice Aldo Rossi: una escalera no es fascista ni democrá- tica, es una escalera. Un edificio para la televisión, no es ni de la dictadura, ni de la democracia, es un edificio para la televisión. Nunca tuvimos trato con los militares. En mi caso, mientras terminábamos ATC, tuve la terrible experiencia de que once o doce tipos entraran a mi casa, y la dieran vuelta buscando al hijo de mi ex-mujer, que estaba en alguna libreta de teléfonos; por suerte, unos días antes yo había leído en el diario que, en un estacionamiento de la Avenida 9 de Julio habían aparecido diecinueve cadáveres de jóvenes de unos dieciocho a veintidós años; fue un período terrible que ustedes por suerte no vivieron; pero cuando leí eso, hablé con su padre –un psicoanalista renombrado–, y le dije que me parecía una imprudencia que Alejandro estuviera en casa, «está en la edad en que matan a la gente»; y él estaba en el Centro de Estudiantes de su Facultad, como alguna vez estuvimos todos. ¡A veces, en estos temas, los analistas dan en la tecla; otras, tienen una capacidad de equivocación como nadie! El padre trató de convencerme de que yo era un maníaco, que me perseguía; pero aceptó que Alejandro partiese para Bahía, donde estaba su tío. A la semana siguiente, tiraron abajo la puerta de mi casa y entraron; evidentemente, consideración por los arquitectos de ATC no tenían. VA: Al poco tiempo, el espacio público del edificio dejó de tener manteni- miento y prohibían el paso. JS: Se dio una situación kafkiana. Ninguna dependencia pública se hacía cargo del lugar. Es un fenómeno argentino muy increíble: la obra pública se hace por razones políticas, en muy pocas ocasiones porque se necesita. Lo más duro de la televisora es que, mientras la gente veía los partidos por televisión, las fuerzas de seguridad mataban gente donde podían. VA: ¿No sería ATC la contracara a la renuncia del ‘66, pensando que siempre hay un lugar en el cual seguir peleando; una fisura, un espacio intersticial, donde dar una batalla posible, en este caso por recuperar un espacio de uso público? 25Introducción 3. En la discriminación que propone Silvestri acerca de las distintas obras construidas durante la dictadura militar, ante cierta coincidencia entre el lenguaje moderno y el programa de una ciudad limpia y silenciosa propia del fascismo, dentro de la encrucijada entre arquitectura y poder ATC propondría una doble ruptura: evidenciar el problema sobre el espacio público y la conflictiva elección del sitio, y asimismo recuperarlo a través del artificio del lenguaje por medio del plano inclinado que conforma la plaza seca pública. Cfr. Silvestri, Graciela: Apariencia y verdad, en El príncipe, Revista Block Nº 5, Universidad Torcuato Di Tella, Buenos Aires, diciembre 2000, p. 41 y 48. 00_presentacion.QXD 21/5/07 1:56 PM Page25 JS: En el tema de ATC creo que la batalla se perdió. En algún momento alguien se hará cargo de ese edificio que es grande y sirve; pero siempre digo que habría que escribir una historia de la arquitectura argentina en relación con los golpes militares. Aunque durante la democracia también hemos tenido dolores de cabeza con la Casa Matriz del Banco Municipal, ya que le querían sacar los ladri- llos de vidrio; la Sociedad Central de Arquitectos y la Municipalidad intervinieron para que no sucediera; entonces, siempre es otra situación. En general, así como existe la vocación de cuidar una obra antigua –con lo que acuerdo–, no sucede lo mismo con la arquitectura moderna, que forma parte de nuestra cultura. Hay ex- tranjeros que se sorprenden del trabajo de los racionalistas –algunos anónimos–, en edificios como el Hospital Militar, o el Kavanagh. El libro que editamos sobre la arquitectura de los años 40 al 50–, se agotó; y lo compran arquitectos extran- jeros, que pese a estar editado en español, quieren mostrar una arquitectura que no se dio en Europa, en esa proporción, con tanta vitalidad. VA: Este es un dibujo del «Florida Garden»4 donde almorzás y dibujás; y cuando volvés al estudio lo seguís desarrollando. Quería preguntarte sobre tu relación con el dibujo, la fantasía, la lectura. JS: Sigo diciendo que soy un hombre a quien le gusta construir historias; de arquitectura y, cada tanto, otras. A veces me pasa que, cuando voy manejando e imagino una historia, sigo dando vueltas alrededor de la manzana del lugar al cual tengo que ir, para no parar y terminarla. Esas historias son muy comunes, suelo ser el héroe, ¡y busco un buen final! Además, hace treinta años que tenemos la oficina en el mismo lugar, y almuerzo en el Florida Garden; allí es donde me encuentran: yo paro en el Florida Garden. Mis hijos, que trabajan cerca, van cuando quieren y almuerzan conmigo. Saben que estoy; y si no, aviso; pero es difícil que tome un compromiso a esa hora. Y en el Florida uso esas servilletitas y dibujo; siempre empiezo por las plantas. No sé qué es, pero debo tener algo que me hace escribir un cuento o pensar un plano. Y me pregunto a mí mismo acerca de la ambigüedad entre pintar y escribir, sin ser pintor ni escritor. En cambio no dudo de ser arquitecto porque me paso el tiempo pensando en eso. En el Estudio tengo proyectos a cargo; pero estoy en los demás, como los otros en los míos. Y en lo personal, haber empezado a pintar ha sido de gran utilidad para la arquitectura. La pintura me ha dado una soltura que no tenía. VA: Decís que a veces hay una relación entre la novela policial y la arquitectura. JS: Sí, la arquitectura sería un policial porque siempre estamos persiguien- do algo. ¡Hay un lugar del crimen, que es la obra; y un criminal, que es el arqui- tecto! Me apasionan las novelas policiales porque son una búsqueda. Y le tengo más miedo a la falta de lectura de las generaciones jóvenes –no sobre arquitectu- ra–, que a la sequía del Amazonas; porque produce una pérdida muy importante 26 Justo J. Solsona: Hacer y decir 4. Ver el dibujo en 5. La profesión, p. 322. 00_presentacion.QXD 21/5/07 1:56 PM Page 26 del proceso imaginativo. Cuando uno lee «Doña Rosa vestida a cuadros cruza la calle», se tiene que imaginar una mujer cruzando alguna calle. Si uno la ve en la pantalla, no tiene nada más que hacer; ya pasó. Ese proceso es una ejercitación valiosa para la producción arquitectónica; da fluidez, y permite moverse en los dibujos; ir de uno a otro, hasta dar con el definitivo. Esto es importante, por eso la lectura me acompaña muchísimo. No siempre leo libros de valor cultural; sin embargo me entretienen y me hacen pensar. VA: Dejamos el espacio a los que quieran hacer preguntas. Primera pregunta: Mi nombre es Gabriel. La vida del estudiante no es fácil. Hicimos una investigación sobre una de sus obras –una casa en Tortuguitas–, y en la biblioteca encontramos distintos cortes y planos, pero ninguna fotografía. JS: Vos decís que no es fácil. Yo creo que es facilísimo y el problema es tratar que sea difícil; cuando las cosas son difíciles, te ponés más duro. Cuando conocés a alguien que ha tenido una situación compleja en su vida –aquellos que se salvaron de los militares, por ejemplo–, esa persona tiene algo que no tiene quien ha viajado en una nube. Hay algo en su personalidad que es fuerte. Creo que nuestro problema en la Universidad es que los estudiantes han armado un sindicato muy eficiente, y hemos perdido espesor en lo que llamo «la cultura», la exigencia. Como les conté antes, vengo de la clase media; ingresé a arquitectura; di los exámenes que tenía que dar; me pasó todo lo que me tenía que pasar; me aplazaron en alguna materia –instalaciones sanitarias no era mi fuerte–, y estoy vivo. He hecho todo lo que tenía que hacer: catorce meses de conscripción, como mi padre también. He cometido errores, por supuesto; pero creo que uno debe plantearse el camino de la dificultad. Esto es no quedarse conforme con los primeros planos, sino revisarlos. Hoy la Universidad no toma esto como problema. Y pienso que, así como está el camino más fácil, también está el más difícil; ambos pueden llevar a una conclusión. Por ejemplo, cuando camino por la calle pienso, y me entretiene darme cuenta del problema que tuvo un arquitecto apenas veo un edificio; sobre todo en las casas, donde la relación con el cliente es más artesanal. Mi consejo es ése: si hay que estudiar historia tratá de conseguir el libro, usado o prestado; y estudiá. La dificultad sirve, forma parte de la vida. Esa casa la tenés que encontrar en algún lado. Segunda pregunta [arq. Alberto Gorbatt]: ¿lográs que tus alumnos lean? JS: No creo que los alumnos del taller lean. Los de la Maestría, por nuestra insistencia, creo que leen un poco más, pero hay mucha resistencia. Están más predispuestos a ver que a leer, y son cosas distintas. Para un arquitecto, mirar es importante, porque forma parte de la cultura visual. Pero leer es una gimnasia que empieza con la lectura de los diarios, y me parece esencial. Lo digo, lo pido, lo propongo. A veces, comprendo que leer sobre arquitectura puede ser aburrido; pero el libro de Frampton, sobre historia de la arquitectura moderna es entretenido; y hay otros. Ahora acabo de terminar de leer la novela «La grande» de Juan José Saer, que es un libro para pensar. Me gusta McEwan, que es uno de los mejores 27Introducción 00_presentacion.QXD 21/5/07 1:56 PM Page 27 escritores ingleses de nuestra generación; y he leído recientemente «Sábado» que, siendo agnóstico, me interesó más porque reflexiona sobre el fin del mundo y la existencia humana. Me parece esencial. Tercera pregunta: Los rumores de la Facultad dicen que algunas cátedras dan más lugar a la imaginación que otras ¿Qué lugar tiene la imaginación en su perspectiva? JS: La imaginación es un tema de conversación; existe si lo que imaginás está bien. Es como un cuento: mejor ser lindo, rico y sano que pobre, viejo y enfer- mo. Creo que la arquitectura está formada por un 80% de razonamiento, lógica, formación, y un 20% de imaginación. En el Estudio yo decía –ya no lo digo más–, «nosotros tenemos que pensar y trabajar como ingenieros –tengo gran respeto por ellos– y en los últimos cinco minutos tener una buena idea; si no la tenés, sos un pavo». Hay que imaginar el plano, cómo se mueve la gente, dónde debe estar. La arquitectura es fantástica porque pasa desde las pirámides a un toilette; de la cultura, a lo elemental que dice una tía. Si abrís una puerta y ves el inodoro, está mal. Eso también es arquitectura: el baño, la cocina, el dormitorio, la planta libre, Le Corbusier. Sufro cuando los estudiantes comienzan un proyecto imaginativo sin resolver la estructura, ni el funcionamiento, con escaleras mal dimensionadas, ascensores fuera del reglamento… Creo que la imaginación debe estar referida a la dificultad de tener un edificio o un plano eficiente; una escuela como corresponde. La orientación es esencial, y lo será aúnmás con los problemas ecológicos. Nuestro Taller no promueve cierto tipo de imaginación; desconfío de un alumno que hace un proyecto imitando a Ghery, cuando ese arquitecto lo trabajó durante quince años; y en cambio, el alumno lo mira en la revista y cree que en un mes y medio lo puede interpretar para resolver su programa. Este es uno de los grandes aportes del Racionalismo: basarse en la situación social, la formación, la ubicación, un pensa- miento más claro. En cierto sentido me interesa más una arquitectura minimalista, de menos que de más. La imaginación tiene que ser dosificada; tal vez se trata sólo de la proporción; de pronto un edificio poco «imaginativo» es absolutamente interesante porque tiene muy buena proporción; y este es un trabajo de los arqui- tectos: la altura, el ancho, el tamaño de las ventanas. En cambio, recientemente, cuando hacíamos el concurso para la Estación de Trenes de Alta Velocidad en Nápoles, conversamos con Tony Díaz acerca de la representación. Él se pregunta si la arquitectura puede representar la velocidad; o, en cambio, si la velocidad la dan los trenes, y el edificio es el silencio. Es una discusión interesante. Yo desconfío mucho de los edificios demasiado llamativos; no entiendo por qué en Milán los rascacielos tienen que doblarse: soy antiguo, sigo creyendo en la ley de gravedad. Además, por obcecado no he ido a ver el museo de Ghery, en Bilbao; y no iré. Me han dicho que es fantástico, pero no me gusta lo que hay detrás de esa arquitectura. VA: ¿Qué hay detrás? JS: El show continuo, la arquitectura obligada a llamar la atención. Con 28 Justo J. Solsona: Hacer y decir 00_presentacion.QXD 21/5/07 1:56 PM Page 28 Ernesto Katzenstein decíamos que la Ciudad de Buenos Aires tiene, en la zona más poblada, una arquitectura anónima, de planta baja y hasta trece o catorce pisos –más tres de retiro por el código–; que incluye edificios racionalistas, académicos, y otros de estilo francés, a los que te acercás, si te interesa. En cambio, las torres se imponen al habitante; entonces tienen que ser un objeto de cultura urbana; si no lo son, no deberían permitirse. Es una agresión visual que un edificio de semejante altura no sea buena arquitectura. Lo mismo pienso de la forma forzada de expresarse; y a veces estamos enredados en este problema. Cuando estudio las plantas de Ghery, veo que están bien; pero termina con un zapateo ante el cual desconfío; es un arquitecto de éxito, pero no me interesa. VA: Jujo es un arquitecto, que pinta y escribe. Para terminar esta charla, seleccioné unos fragmentos que ha escrito; pertenecen a una suerte de diario que él lleva de modo muy esporádico y llama «Comentarios del día», que aún no ha publicado. Son reflexiones diversas y un material apropiado para una entrevista de personalidad; dado que hoy se estudian estos géneros –diarios personales, cartas íntimas–, porque son una manera de rescatar la subjetividad perdida en la efímera vida moderna. JS: A ver, ¿qué has hecho? VA: Lo que veremos mientras escuchamos a Jujo, es la casa del Tigre. JS: Es la única obra que he hecho para mí; pasajera, liviana. Leo: «Taxis» Viajo en taxi, cuatro o cinco veces por día, en recorridos cortos; cuido de esta manera la duración de mis prótesis metálicas, camino poco. Eran las tres de la tarde y yo terminaba mi cigarro después de almorzar. «¿Le molesta el cigarro?», pregunté antes de subir; le hablé a una figura anónima, que a veces sólo es una espalda y una voz que forman parte de la carrocería de línea. «Suba y abra las ventanillas»; «Gracias», contesté. El silencio del fumador ocupó las primeras tres cuadras de las seis del trayecto y como queriéndome disculpar por el corto viaje, pensando en la poca facturación, comenté, casi en un murmullo, «de estos viajes cortos hago cinco o seis por día, creo que no dejan nada para el chofer». Cuando cerraba la puerta, escuché que me decía, «no crea, el olor de su habano me ha traído recuerdos de tiempos mejores.» «Pronóstico» Hace demasiado calor en la ciudad; sus habitantes molidos y agotados, se arrastran sudorosos por las veredas, agrupándose en las plazas a la sombra de los 29Introducción 00_presentacion.QXD 21/5/07 1:56 PM Page 29 árboles. Esperan la lluvia que ha sido anunciada en los periódicos. En los dibujos meteorológicos de La Nación, hoy, y más o menos a esta hora, llueve y refresca; esta noticia me hace sentir mejor; salgo a la calle y además de ponerme el saco, tomo el perramus y el paraguas, y salgo a la vereda; por suerte llevo mis anteojos negros, con los que puedo suavizar el reflejo del sol, que impertérrito continúa ca- lentando la ciudad. Esta actitud solar me confunde, expresa una cierta rebeldía contra la prensa escrita y los medios televisivos que anunciaban igual pronóstico. Mi carácter de lector leal y ordenado me convence que es el sol, y no el diario, el que está equivocado; entonces, con decisión abro el paraguas. «Despertar» Tomemos por ejemplo un día cualquiera, igual y distinto a todos, gracias a los pequeños detalles y sutilezas cotidianas; la mañana comienza con un llamado telefónico de la chica que trabaja en casa –prefiero el sonido del teléfono interno al del despertador–, que me avisa que son las 9; bien, no me levanto como debiera ser mi reacción al llamado, sino que me propongo dormir media hora más; puedo o no tener sueño. Paso de horizontal a vertical, mediante un movimiento lento, calculado, en que las piernas caen primero y quedo en la posición de sentado. Esto dura unos minutos. Es el momento más importante del día, la verticalización de las acciones; tu entorno toma una relación distinta, prender la música implica el esfuerzo de desplazar la perilla del compact, no es simple estirar el brazo de abajo hacia arriba; ahora todo hay que hacerlo luchando contra la ley de gravedad, la perilla no es más una cosa fácil, hay que levantarla, hay que presionar con el dedo índice, hay que forzarla a cambiar de posición, haciendo un esfuerzo mínimo, pero esfuerzo al fin. Ha comenzado el día. La música que suena en la compactera me conecta con el exterior, es como el ruido del agua en el lavatorio, o la del depósito del inodoro, o la ducha, que prendo y dejo correr; son los sonidos que me conectan con el día, con el porvenir. Seguramente hago mis necesidades; no me acuerdo qué es lo primero, pero seguro que me lavo los dientes, mientras el vapor de la ducha empaña el espejo, lo que impide que vea mi primer rostro de ese día. No quiero decir con esto que en otras oportunidades, cuando me he olvidado de prender la ducha con anterioridad, no me haya encontrado de golpe con yo, o sea con mi cara de las 9:30 en el espejo. El rostro al verticalizarse, cae; se derrama en una sucesión de pliegues, que culminan en los acantilados del cuello, el pelo luce un ridículo rulo, producto del contacto con la almohada; y la barba canosa agrega un tono gris metalizado al retrato. Me aplasto el rulo, y descubro un principio de rebeldía en mi pelo, que no deja de entristecerme: «se lleva mejor con la almohada que conmigo»; entonces abro más fuerte la canilla de agua caliente para conseguir vapor, y que esa imagen, que soy yo, se pierda en la niebla del espejo. 30 Justo J. Solsona: Hacer y decir 00_presentacion.QXD 21/5/07 1:56 PM Page 30 «Uno inventa la memoria, como inventa la realidad» Entrevista pública realizada en 1998 para el ciclo «La arquitectura de los años ‘60» organizada por la Cátedra de Estudios Latinoamericanos «Juan O’Gorman», dirigida por el arquitecto Jorge Liernur, basada en el período de inicio de la docencia y la actividad profesional, los concursos y los primeros equipos de trabajo. VA: Comencemos por tus años de estudiante (1951-56), en la Facultad pre-sesentista. JS: Sería el período de mi motoneta. La Universidad de Buenos Aires estaba absolutamente en concordancia con el poder central; había una intensa actividad política desde los últimos años del peronismo. Se panfleteaba tanto en el taller como dentro de los cines, o en losencuentros espontáneos de las calles Lavalle y Florida, con muchas corridas por la policía. Mi carrera transcurre entre ese activismo contra lo que considerábamos el régimen peronista y, simultáneamente, el descubrimiento de la arquitectura. Y lo llamo de la motoneta porque gracias a unos trabajos que hicimos junto con Horacio Baliero, pude comprarme la Siambretta (versión argentina de la Lambretta italiana)… y yo iba con ella de un lado a otro. Una época muy interesante y confusa. Era la universidad donde se producían las discusiones políticas y de arqui- tectura más fuertes; pero, paradójicamente, a la distancia diría que allí no se enseña- ba arquitectura. Las polémicas se producían en el nivel de los alumnos y los docentes medios y jóvenes. Por eso, en el libro que estamos terminando5, cuento porqué es tan importante mi encuentro con el grupo oam; ese era para mí el mundo de la intelec- tualidad y la cultura. Y los conozco de casualidad, al recibir una crítica demoledora del arquitecto Alfredo Ibarlucía. Él se enoja muchísimo con mi trabajo, tan vehemen- temente que al forcejear la maqueta, la rompe; él sabía que yo era cabeza dura, y que 5. Solsona. Apuntes para una autobiografía. Ediciones Infinito, Buenos Aires, 1998. 00_presentacion.QXD 21/5/07 1:56 PM Page 31 a pesar de muchas correcciones, seguía insistiendo con un proyecto que tenía un voladizo enorme. Entonces él toma la punta de una galería, tironea para convencerme que no era así, y se queda con el pedazo de la maqueta en la mano. Juan Manuel Borthagaray y Horacio Baliero habían sido espectadores del episodio, y al terminar la corrección –dura y definitiva porque era la entrega–, salgo con los restos de mi maqueta, y ellos se acercan, tratan de explicarme que Alfredo se había ofuscado, que no me hiciera mala sangre. Así los conozco y surge para mí una línea de acción política y cultural que antes no tenía. Quizá porque provengo de una familia de clase media, con mis padres sólo preocupados por el peronismo, que los tenía a mal traer. Vivíamos en el barrio Monserrat, donde estaba el Astro, una tienda de alquiler de smokings; enfrente vivían el ingeniero Peral y el diputado Colón, quien cada vez que había una situación importante del peronismo, salía y tiraba unos tiros. Tengo todo eso muy claro. Como el día en que mi padre, un hombre muy tranquilo, socialista a su manera, extremadamente católico, dijo, «se cierran los postigones», como en la época de Rosas. Y entonces se cerraron las ventanas del departamento que alquilábamos; que ya era muy oscuro, un primer piso bastante grande y antiguo, sobre la calle Victoria; pero muy agradable realmente, aunque nunca se entendió porqué mi hermana y yo teníamos los cachetes colorados, y la gente decía, «qué aire de salud tienen estos chicos», ¡y vivíamos sin luz natural! Puede ser que de ahí venga mi extraña simpatía por la ciudad, y cierto desgano por la luz natural del campo. Viví entonces a cuatro cuadras de la Facultad de Arquitectura; en el período en que los jóvenes tomaban las facultades, como Ingeniería, en la esquina de Perú y Moreno, la policía esperando una semana, y uno iba corriendo para pasarles botellas de agua, para que se sostuvieran allí dentro. Vivimos situaciones de mucha tensión política y participación estudiantil, con profesores de arquitectura muy anónimos. Buenos en las materias técnicas, o como Otonello en matemática; o muy bueno, como Lorenzo Gigli, en dibujo de ornato. Pero la arquitectura andaba por otro lado. En aquella Facul- tad, no se sabía ni porqué se traía a Zevi con su organicismo. Y yo, aunque avanzado en mis conocimientos, todavía era un adolescente que andaba a caballo, jugaba al Pato, en la casa que mi familia alquilaba en Derqui. Mis primeros años de Facultad se repartieron entre aprender y descubrir que existía el marxismo, y el Movimiento Mo- derno; el término movimiento ya implicaba algo nuevo. Pero a su vez, los jueves me iba a Derqui, a practicar Pato y tirar; y esos eran juegos absolutamente fundamen- tales para mí. Hasta participé en un campeonato colegial representando al Club Cima- rrones. Tuve esta dualidad hasta tercer año, cuando abandono el caballo, me dedico a la arquitectura, y cambia definitivamente mi personalidad. A partir de la crisis del aprendizaje descubrí que había más cosas que las de mi entorno, y produjeron una explosión importante dentro mío. Todo vivido en un proceso muy contradictorio, porque de ser muy religioso –como mi familia–, exagerado con la mística, y un humanista relacionado al grupo de Pedro de Montereau, de la iglesia San Juan, me pasó lo mismo que a la gente que deja de fumar, que se pone totalmente en contra 32 Justo J. Solsona: Hacer y decir 00_presentacion.QXD 21/5/07 1:56 PM Page 32 del cigarrillo; y entonces muy rápidamente adherí y participé políticamente en el Reformismo. Me transformé en artista reformista, panfletario, siempre en peligro, a quien metían preso, y lo único que le interesaba era la arquitectura. ¡Y era de lo más moderno! iba a escuchar música con el maestro Paz, me invitaban y no entendía nada, me tentaba tratando de contener la risa, pero sabía que tenía que escuchar eso, y leía los artículos de Alfredo Hlito en Nueva Visión. Me tomé todo eso en serio, trabajé por esa causa, y finalmente terminé siendo miembro del primer Consejo que tiene la Facultad de Arquitectura, elegido por los estudiantes, cuando cae el gobierno de Perón. Entonces, cuando la Facultad trae a Zevi 6, se produce un choque muy fuer- te entre el pensamiento de los jóvenes enfrentados a la teoría del organicismo y los humanistas. Sintetizando un poco, aunque sea una reducción, la fisura era entre los católicos y los otros, a mí me es más sencillo así. Y las Casas Blancas 7, es a mi jui- cio, un pensamiento extremadamente burgués y fundamentalista, que fue marcan- do este país y la cultura a lo largo del tiempo. No es una coincidencia que ciertas cuestiones de grupos de poder y del establishment se den con ciertas posiciones en relación a los cultos y a las tradiciones. Esto se repite cuando uno ya es arquitecto; empezamos a competir, y nos damos cuenta que no podíamos pasar esa línea de cinco o seis estudios muy fuertes; que respondían a la imagen que llamo patrón, y que finalmente sí pudimos superar. VA: ¿Cómo era tu relación con oam? JS: oam es importante para mí, primero porque conozco un grupo de gente distinta a la que estaba acostumbrado. ¡Ninguno jugaba al Pato! Lo que para mí era una ventaja… aunque a la distancia, creo que es una desventaja en ellos, que no les haya gustado jugar a algo. Es increíble, pero cuando empiezo en oam hago lo mismo que hacía en la conscripción: durante el servicio militar fui bibliotecario, lo cual me honra, y pasando el lampazo con arena por los enormes pasillos del Ministerio de Defensa, descubro que la arena húmeda se escapa, y uno la va llevando en una recta larguísima a lo largo de los pasillos. En ese tiempo estudiaba muchísimo para dar la mayor cantidad de exámenes en la Facultad, porque era la 33Introducción 6. Invitado por la Facultad de Arquitectura y Urbanismo, durante la gestión del decano Francisco Montagna, Bruno Zevi dicta un curso de historia de la arquitectura en agosto de 1951; seguidor de Benedetto Croce si bien reconoce la autonomía del arte y el surgimiento de la crítica moderna cuestiona la ruptura de la arquitectura moderna con el pasado, le adjudica una actitud propagandística a la forma de su difusión, e intenta recomponer ese sentido de unidad del siglo XIX, centrado en la figura del poeta; focalizando el problema en la enseñanza de la arquitectura. En ese sentido su visita a la Argentina no es ajena a la polémica política universitaria local que presentaba elección de decano en octubre del mismo año. Cfr. Zevi, Bruno: «La historia como instrumento de síntesis de la enseñanza de la arquitectura», y «La estética moderna y la historiografía arquitectónica», en Dos conferencias. FADU- UBA, Ministerio de Educación, Buenos Aires, 1952. 7. CasasBlancas es una corriente estética desarrollada en la década del 60, que se proyecta como movimiento o escuela, liderada en lo proyectual por el arq. Claudio Caveri, y el arq. Rafael Iglesia, en el plano teórico. No es un movimiento homogéneo, y la crítica diferencia cuatro posiciones: la ortodoxa (Caveri), definida por la texturalidad en las superficies murarias, reivindica recursos tecnológicos artesanales y arcaizantes. Otro grupo prorracionalista, que refiere al período más racionalista de Le Corbusier y las viviendas hindúes. El grupo neorracionalista brutalista (Bidinost), retoma el brutalismo corbusierano; por último el contextualismo tipologista urbano o barrial, que trabaja el análisis del contexto, y la tipología del chalé. Cfr. Fernández, Roberto: Las Casas Blancas. Tentativa de arquitectura nacional, en Catálogo de la Exposición Las Casas Blancas. Una propuesta arquitectónica alternativa. CEDODAL, 2003. 00_presentacion.QXD 21/5/07 1:56 PM Page 33 manera en que tenía libertad. Cuando me dan la baja, me quedo con mi saco de conscripto, y entro a oam de dibujante, de ayudante, o nada. Entonces ¿qué hago? Con ese saquito me ponía a barrer el piso, y me gustaba sacar, empujar la basura, ordenarla, y cargarla en una pala. Después, me ponía a hacer algunos dibujos, o cosas de la Facultad, y miraba. Excepto unas decoraciones con Baliero, no recuerdo haber participado en nada más. VA: Decías que en oam eras un inquieto con los ojos bien abiertos. JS: Miraba lo que hacían ellos, cómo convivían, cómo se cuidaban, lo que proyectaban, y a veces trabajaba, dibujaba, veía cómo se iban haciendo las cosas, nos divertíamos muchísimo. Era una época de gran humor. Había una especie de surrealismo, como verlo a Francisco Bullrich, que medía un metro ochenta, cruzan- do todo oam declamando de memoria a Platón, o quien fuera. Y al mismo tiempo había conciencia de estar todos aprendiendo frente a un mundo que había que construir, a partir del fenómeno del Racionalismo y la arquitectura moderna. En oam me entero acerca de Le Corbusier, porque aparecen los tomos de su obra como la última noticia; y llegaba alguien con los libros y nos poníamos todos a estu- diarlos… aunque ellos ya habían trabajado con Amancio Williams. Finalmente oam me da un lugar, que alquilo con Eduardo Bell, mi compañero de trabajo, en la azo- tea del petit hotel, al lado de la Embajada Francesa, donde nos moríamos de calor, pero era nuestro lugar de trabajo. Periódicamente bajábamos, ayudábamos, parti- cipábamos en discusiones, como una fortísima que tuve con Bucho Baliero sobre la guerra de Corea. Porque yo tenía grandes confusiones sobre la cuestión de la libertad que motorizaba a los norteamericanos. Eran discusiones importantes para mi galleguismo, que fui elaborando, entendiendo cuestiones en las que estaba equivocado, y otras en las que no. Fui madurando en ese entusiasmo absoluto por la Reforma Universitaria y la arquitectura moderna como único sistema posible para entender los espacios, el habitar y el futuro de las ciudades. Jorge Liernur: ¿Cuál era la relación de los arquitectos con la arquitectura moderna? JS: Ese grupo al cual adherí absolutamente, y al que nunca tuve la fantasía de incorporarme como otro más –un super junior–, era un grupo cerrado en su inte- lectualidad, su discurso, sus posiciones políticas. Los demás aparecían muy lateralmente, como Clorindo Testa, en las reuniones, en alguna fiesta. No había es- pacio para aceptar las interpretaciones: Mies era Mies, y Le Corbusier era Le Corbu- sier, pero Clorindo era «a la manera de», y así sucesivamente con otros arquitectos. Esa situación fue clara, y lo digo como espectador, porque yo estaba sólo en la pullman; desde allí todo me parecía increíble y adhería. Si estaba mal, estaba mal. No me interesaba para nada el resto de las cosas. Además cuando estaba en oam, terminando la Facultad, empezamos a armar el equipo con Ernesto Katzenstein, Gian Peani, iniciando nuestra cuestión. Pero siempre estuvo la diferencia con oam, que se corta; quedan afectos vectoriales, cariños, broncas, y dependencias. 34 Justo J. Solsona: Hacer y decir 00_presentacion.QXD 21/5/07 1:56 PM Page 34 VA: Cuando te recibís en el año 57 concurren varias cosas: sale el último número de Nueva Visión, formás con Ernesto Katzenstein el grupo de arquitectura y planeamiento GAP, ganan el primer concurso de las Torres de La Boca, hacen la casa de Punta del Este; y destacás que para ustedes era muy importante «el hacer», diferenciándose de referentes como Amancio Williams. JS: Bueno, uno inventa la memoria como inventa la realidad, y segu- ramente el futuro. Pero el GAP, es de unas ínfulas espantosas, porque no éramos nada, sólo éramos Fina Santos, Gian Peani, Ernesto Katzenstein y yo; ocurre que en esa época a todo se le ponía una sigla, y pusimos GAP porque habíamos ganado el concurso en Villa Caraza8; nos reuníamos en las noches y hacíamos trabajos teóricos, mientras cada uno se ganaba la vida como podía. Yo trabajaba en el Plan Regulador y era Secretario de la Facultad. Cuando ganamos el concurso de las Torres de La Boca, nos dijimos, «somos arquitectos de planeamiento y no nos para nadie». Pero después nos pararon, como a todo el mundo. Teníamos un estudio pequeñísimo, en un 4° piso sin ascensor –que era toda una gimnasia– y en la pared de doble altura anotábamos todos los trabajos que no hacíamos, con gran ironía sobre nosotros mismos. Hicimos y perdimos muchísimos concursos, después empezamos a acercarnos con algunas menciones, con segundos premios, hasta que finalmente ganamos varios que tuvimos la suerte de que se hicieran. Porque a veces se los gana, pero después no se hacen. Ese período de GAP es de mucha libertad, hacemos el concurso para la Biblioteca Nacional, que en el fondo era un proyecto contestatario con respecto a todo lo que habíamos aprendido, es decir el cubo del racionalismo. Era un proyecto de pelea, para mortificar, y sin embargo casi lo ganamos; el jurado también creyó que era posible llevar adelante esas otras imágenes expresionistas. Para nosotros formaba parte de lo investigativo, con eso fabricábamos nuestro mundo. JL: ¿Cómo conformaron el equipo para el concurso de la Biblioteca Nacional? JS: Antes quisiera contar que ese concurso lo estaba haciendo mucha gente, y fue fantástico cómo nos juntábamos a pasarnos información entre todos –como el cálculo de la superficie de los libros–. Conocíamos de ley cómo era el proyecto de Borthagaray, tanto como Francisco Bullrich y Clorindo Testa vieron el nuestro, un día antes de la entrega, y algo nos dijeron. Era una competencia, pero en un clima de trabajo en el que todos estábamos muy cómodos intercambiando opiniones. Nosotros armamos un equipo de Facultad, con Javier Sánchez Gómez –alumno mío–, Tony Díaz y Flora Manteola –alumna de Javier–. Además yo había hecho previamente con Ernesto Katzenstein y Antonio Bonet, las iglesias de Laprida y Venado Tuerto, ambas con un techo formando una carpa; estábamos traba- jando el tema de los edificios sintéticos, eliminando la pared. Y queríamos que el 35Introducción 8. Concurso Urbanización 50.000 habitantes, 1961. 00_presentacion.QXD 21/5/07 1:56 PM Page 35 edificio representara, por su volumetría, la presencia de los libros –partido opuesto al ganador–, exhibiéndolos al entrar a la biblioteca con todas las bandejas a la vista, con un funcionamiento muy simple. Lo hicimos como un juego muy excitante, discutiendo otra manera de ver la arquitectura; dimos una opinión distinta a la que se manejaba, reaccionando contra una línea dura de la arquitectura, saliendo de la caja. Y salió algo fuerte, ¿no? Siempre nos ha ocurrido esto como equipo de trabajo; tenemos una relación que se va dando entre lo que pensamos de los dibujos y lo que los dibujos piensan de nosotros. Hay una doble lectura: uno propone, dibuja, empieza a tener presencia, a decir sus cosas, cambia, encuentra otras líneas, das vuelta el papel, lo ponés en espejo, lo tirás… es una relación de acción
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