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La articulacion de asia oriental - Manu FI

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La articulación
de Asia oriental
El nacimiento del mundo chino
Dolors Folch i Fornesa
P03/87003/01864
La articulación
de Asia oriental
El nacimiento del mundo chino
Dolors Folch i Fornesa
P03/87003/01864
.. ..
© Universitat Oberta de Catalunya • P03/87003/01864 3 La articulación de Asia oriental
Índice
Introducción ............................................................................................ 5
Objetivos.................................................................................................... 6
1. El concepto de Asia oriental............................................................. 7
2. La periodificación de la historia china ......................................... 11
3. Las grandes regiones geográficas e históricas de China ............ 13
4. La prehistoria de China y Japón ..................................................... 18
5. La implantación de los Shang sobre el territorio ....................... 25
6. Los Zhou Occidentales y la articulación del estado ................... 31
7. La tradición central china ............................................................... 34
Resumen .................................................................................................... 38
Bibliografía .............................................................................................. 39
© Universitat Oberta de Catalunya • P03/87003/01864 3 La articulación de Asia oriental
Índice
Introducción ............................................................................................ 5
Objetivos.................................................................................................... 6
1. El concepto de Asia oriental............................................................. 7
2. La periodificación de la historia china ......................................... 11
3. Las grandes regiones geográficas e históricas de China ............ 13
4. La prehistoria de China y Japón ..................................................... 18
5. La implantación de los Shang sobre el territorio ....................... 25
6. Los Zhou Occidentales y la articulación del estado ................... 31
7. La tradición central china ............................................................... 34
Resumen .................................................................................................... 38
Bibliografía .............................................................................................. 39
© Universitat Oberta de Catalunya • P03/87003/01864 4 La articulación de Asia oriental
..
© Universitat Oberta de Catalunya • P03/87003/01864 4 La articulación de Asia oriental
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© Universitat Oberta de Catalunya • P03/87003/01864 5 La articulación de Asia oriental
Introducción
Asia oriental no es un concepto abstracto creado por la conveniencia de los
geógrafos, los economistas o los políticos eurocentristas; es una realidad his-
tórica que va mucho más allá de una simple conjunción de tres civilizaciones
vecinas pero separadas. China, Japón y Corea comparten unos orígenes si-
milares, un sustrato cultural idéntico articulado por el pensamiento confu-
ciano y una escritura muy similar. China, como los griegos en el mundo eu-
ropeo, representa la fuente cultural desde donde irradiaron las diversas
culturas de Asia oriental. Las maneras de pensar, las formas de vida y, en par-
te, la organización política de la China antigua tuvieron una resonancia im-
portante en los reinos que iniciaron la unificación de la península de Corea,
y desde allí llegaron a las islas de Japón.
Los orígenes de la civilización en Asia oriental se localizan en las llanuras
del río Huanghe, en la China del norte, sin olvidar que, contemporánea-
mente, en Japón una cultura similar empezaba a dominar las costas. En es-
te primer módulo se analizan los elementos más importantes que determi-
nan la posterior articulación de Asia oriental, desde la importancia de la
implantación en el territorio de las primeras culturas neolíticas a la forja de
las bases del pensamiento chino.
© Universitat Oberta de Catalunya • P03/87003/01864 5 La articulación de Asia oriental
Introducción
Asia oriental no es un concepto abstracto creado por la conveniencia de los
geógrafos, los economistas o los políticos eurocentristas; es una realidad his-
tórica que va mucho más allá de una simple conjunción de tres civilizaciones
vecinas pero separadas. China, Japón y Corea comparten unos orígenes si-
milares, un sustrato cultural idéntico articulado por el pensamiento confu-
ciano y una escritura muy similar. China, como los griegos en el mundo eu-
ropeo, representa la fuente cultural desde donde irradiaron las diversas
culturas de Asia oriental. Las maneras de pensar, las formas de vida y, en par-
te, la organización política de la China antigua tuvieron una resonancia im-
portante en los reinos que iniciaron la unificación de la península de Corea,
y desde allí llegaron a las islas de Japón.
Los orígenes de la civilización en Asia oriental se localizan en las llanuras
del río Huanghe, en la China del norte, sin olvidar que, contemporánea-
mente, en Japón una cultura similar empezaba a dominar las costas. En es-
te primer módulo se analizan los elementos más importantes que determi-
nan la posterior articulación de Asia oriental, desde la importancia de la
implantación en el territorio de las primeras culturas neolíticas a la forja de
las bases del pensamiento chino.
© Universitat Oberta de Catalunya • P03/87003/01864 6 La articulación de Asia oriental
Objetivos
Los objetivos de este módulo son los siguientes:
1. Comprender los condicionantes geográficos que determinaron los inicios
de la civilización en Asia oriental.
2. Analizar los rasgos fundamentales de las diferentes culturas neolíticas sur-
gidas en China y Japón.
3. Entender la articulación social, política y religiosa del primer estado chino.
4. Captar la importancia de la cristalización de la tradición central china
como sustrato cultural que se transmitirá a todas las regiones de Asia
oriental.
© Universitat Oberta de Catalunya • P03/87003/01864 6 La articulación de Asia oriental
Objetivos
Los objetivos de este módulo son los siguientes:
1. Comprender los condicionantes geográficos que determinaron los inicios
de la civilización en Asia oriental.
2. Analizar los rasgos fundamentales de las diferentes culturas neolíticas sur-
gidas en China y Japón.
3. Entender la articulación social, política y religiosa del primer estado chino.
4. Captar la importancia de la cristalización de la tradición central china
como sustrato cultural que se transmitirá a todas las regiones de Asia
oriental.
© Universitat Oberta de Catalunya • P03/87003/01864 7 La articulación de Asia oriental
Herodoto, s.V aC.
1. El concepto de Asia oriental
El concepto de “Asia” lo acuñaron los griegos –en especial Herodoto–
en el siglo V antes de nuestra era, dentro del contexto de las guerras
médicas que enfrentaban a Atenas y al Imperio Persa: era un concepto
negativo que actuaba de contrapartida en el mundo positivo de los
griegos y que se identificaba casi exclusivamente con el mundo persa.
Este concepto, más literario que geográfico, se fue ampliando a lo largo de los
siglos a medida que el conocimiento geográfico de los europeos se iba hacien-
do más amplio: las conquistas de Alejandro les acercaron por primera vez a la
cordillera del Pamir y a Asia central; la comprensión del mecanismo de los
monzones permitió a los romanos navegar regularmente hasta la India y estos
contactos les introdujeron en los circuitos comerciales del Índico: la península
de Malasia aparecía ya en los mapas de los primeros siglos de nuestra era; el
comercio de Bizancio y las caravanas de los monjes nestorianos conectaron por
primera vez de forma regular el mundo mediterráneo con las grandes rutas de
Asia central; la expansión de los mongoles y los viajes que monjes y mercade-
resemprendieron hacia este nuevo imperio hicieron que Europa tomara con-
ciencia de la presencia de civilizaciones avanzadísimas en el extremo oriente
del continente; y, finalmente, en el siglo XVI Europa se introdujo de forma de-
finitiva en los grandes circuitos comerciales del continente.
Ya entonces, para los europeos, “Asia” y “Oriente” eran sinónimos y la Asia
inicial de Herodoto se había convertido en un inmenso continente, donde
cabían toda clase de paisajes geográficos y una gran cantidad de civilizacio-
nes altamente refinadas y con escasísimas relaciones entre sí. Visto desde Eu-
ropa, todo aquel conglomerado seguía teniendo una unidad a la que se de-
nominaba “Asia”. La presencia de los jesuitas en China desde finales del siglo
XVI hasta el siglo XVIII generó un alud de información sobre este país, que
impactó especialmente a la sociedad de la Ilustración europea, lo que motivó
el surgimiento de un nombre específico para toda el área donde la influencia
del mundo sínico era bien visible: el Extremo Oriente englobaba China, Ja-
pón, Corea y Vietnam. En la segunda mitad del siglo XX, el eurocentrismo
inherente en el nombre de ”Extremo Oriente” y las críticas que ello generaba
motivaron que en la mayor parte de las publicaciones se sustituyera este
apelativo por el de “Asia oriental”.
En los países actuales de Asia oriental, sin embargo, el nombre de Asia no aparece
en ninguna de sus crónicas hasta finales del siglo XIX, y es claramente un con-
cepto tan ajeno a su tradición cultural que ni siquiera tenía nombre: hoy en día,
se utiliza una adaptación fonética del nombre occidental “Asia”, que en chino se
Matteo Ricci en compañía
de Lÿ Paul
Dibujo que apareció en el li-
bro de Athanasius Kircher,
China monumentis, qua sacris
qua profanis, nec non variis na-
turæ & artis spectaculis, alia-
rumque rerum memorabilium
argumentis illustrata, publica-
do en Ámsterdam en 1667.
© Universitat Oberta de Catalunya • P03/87003/01864 7 La articulación de Asia oriental
Herodoto, s.V aC.
1. El concepto de Asia oriental
El concepto de “Asia” lo acuñaron los griegos –en especial Herodoto–
en el siglo V antes de nuestra era, dentro del contexto de las guerras
médicas que enfrentaban a Atenas y al Imperio Persa: era un concepto
negativo que actuaba de contrapartida en el mundo positivo de los
griegos y que se identificaba casi exclusivamente con el mundo persa.
Este concepto, más literario que geográfico, se fue ampliando a lo largo de los
siglos a medida que el conocimiento geográfico de los europeos se iba hacien-
do más amplio: las conquistas de Alejandro les acercaron por primera vez a la
cordillera del Pamir y a Asia central; la comprensión del mecanismo de los
monzones permitió a los romanos navegar regularmente hasta la India y estos
contactos les introdujeron en los circuitos comerciales del Índico: la península
de Malasia aparecía ya en los mapas de los primeros siglos de nuestra era; el
comercio de Bizancio y las caravanas de los monjes nestorianos conectaron por
primera vez de forma regular el mundo mediterráneo con las grandes rutas de
Asia central; la expansión de los mongoles y los viajes que monjes y mercade-
res emprendieron hacia este nuevo imperio hicieron que Europa tomara con-
ciencia de la presencia de civilizaciones avanzadísimas en el extremo oriente
del continente; y, finalmente, en el siglo XVI Europa se introdujo de forma de-
finitiva en los grandes circuitos comerciales del continente.
Ya entonces, para los europeos, “Asia” y “Oriente” eran sinónimos y la Asia
inicial de Herodoto se había convertido en un inmenso continente, donde
cabían toda clase de paisajes geográficos y una gran cantidad de civilizacio-
nes altamente refinadas y con escasísimas relaciones entre sí. Visto desde Eu-
ropa, todo aquel conglomerado seguía teniendo una unidad a la que se de-
nominaba “Asia”. La presencia de los jesuitas en China desde finales del siglo
XVI hasta el siglo XVIII generó un alud de información sobre este país, que
impactó especialmente a la sociedad de la Ilustración europea, lo que motivó
el surgimiento de un nombre específico para toda el área donde la influencia
del mundo sínico era bien visible: el Extremo Oriente englobaba China, Ja-
pón, Corea y Vietnam. En la segunda mitad del siglo XX, el eurocentrismo
inherente en el nombre de ”Extremo Oriente” y las críticas que ello generaba
motivaron que en la mayor parte de las publicaciones se sustituyera este
apelativo por el de “Asia oriental”.
En los países actuales de Asia oriental, sin embargo, el nombre de Asia no aparece
en ninguna de sus crónicas hasta finales del siglo XIX, y es claramente un con-
cepto tan ajeno a su tradición cultural que ni siquiera tenía nombre: hoy en día,
se utiliza una adaptación fonética del nombre occidental “Asia”, que en chino se
Matteo Ricci en compañía
de Lÿ Paul
Dibujo que apareció en el li-
bro de Athanasius Kircher,
China monumentis, qua sacris
qua profanis, nec non variis na-
turæ & artis spectaculis, alia-
rumque rerum memorabilium
argumentis illustrata, publica-
do en Ámsterdam en 1667.
© Universitat Oberta de Catalunya • P03/87003/01864 8 La articulación de Asia oriental
llama Yaxiya, en japonés Ajia y en coreano Asia. Dicho de otro modo, vista des-
de Asia, Asia no ha existido nunca.
Los grandes núcleos civilizadores del continente –Persia, India, China–
son entidades tan individualizadas en los campos cultural, histórico y
geográfico como lo es Europa, y todos ellos han irradiado de forma
poderosa sobre las dos grandes periferias del continente: Asia central y
el Sudeste asiático, donde también han surgido civilizaciones altamen-
te originales.
Si “Asia” ha sido un concepto ajeno a las civilizaciones que se han desarro-
llado en este continente, es evidente que el concepto de ”Asia oriental” tam-
bién lo ha sido. No obstante, el núcleo de países que Europa ha englobado
bajo las discutidas denominaciones de “Extremo Oriente” o “Asia oriental”
tienen un común denominador, que les proporciona a todos unos rasgos cla-
ramente distintivos: su evolución ha seguido el modelo que denominaremos
chino, ya que es en China donde éste cristalizó. a
El núcleo inicial de este mundo sínico es el que se denomina China histórica
o China propiamente dicha, es decir, aquella parte de China actual que ha si-
do china desde hace un par de milenios y que entre Pekín y Guangzhou (Can-
tón) se extiende por la tierra de loess y por las grandes llanuras aluviales del río
Huanghe y el río Yangzi. Fuera de aquí, la influencia china ha estado muy viva
en los oasis del Turquestán chino –la actual provincia del Xinjiang– desde hace
2.000 años. Otras zonas periféricas de China son el resultado de conquistas ex-
teriores: Mongolia y Manchuria son las tierras originales de los grandes con-
quistadores del mundo chino; mientras el Tíbet, a pesar de su incorporación al
estado chino a partir del siglo XVIII, es un mundo fundamentalmente aparte,
mucho más vinculado culturalmente con el núcleo indio que con el chino.
Dentro de la denominación de ”Asia oriental” también inclui-
mos aquellos países en los que la huella del modelo chino ha
sido decisiva por lo que respecta a la organización histórica
de sus estados, a las grandes corrientes culturales que han
conformado sus respectivas tradiciones y a las formas de
organización social que han impregnado su vida cotidiana;
en concreto, el uso de la escritura china en este ámbito ha
configurado de forma distintiva la educación y el funciona-
miento del ente político, y el uso de los palillos para comer es
prueba de una influencia profunda en un ámbito decisivo de
la vida cotidiana.
No es fortuito que Japón, Corea y Vietnam hayan escrito con caracteres
chinos y coman con palillos; como tampoco lo es que el Tíbet no haya he-
cho nunca ni una cosa ni la otra. a
© Universitat Oberta de Catalunya • P03/87003/01864 8 La articulación de Asia oriental
llama Yaxiya, en japonés Ajia y en coreanoAsia. Dicho de otro modo, vista des-
de Asia, Asia no ha existido nunca.
Los grandes núcleos civilizadores del continente –Persia, India, China–
son entidades tan individualizadas en los campos cultural, histórico y
geográfico como lo es Europa, y todos ellos han irradiado de forma
poderosa sobre las dos grandes periferias del continente: Asia central y
el Sudeste asiático, donde también han surgido civilizaciones altamen-
te originales.
Si “Asia” ha sido un concepto ajeno a las civilizaciones que se han desarro-
llado en este continente, es evidente que el concepto de ”Asia oriental” tam-
bién lo ha sido. No obstante, el núcleo de países que Europa ha englobado
bajo las discutidas denominaciones de “Extremo Oriente” o “Asia oriental”
tienen un común denominador, que les proporciona a todos unos rasgos cla-
ramente distintivos: su evolución ha seguido el modelo que denominaremos
chino, ya que es en China donde éste cristalizó. a
El núcleo inicial de este mundo sínico es el que se denomina China histórica
o China propiamente dicha, es decir, aquella parte de China actual que ha si-
do china desde hace un par de milenios y que entre Pekín y Guangzhou (Can-
tón) se extiende por la tierra de loess y por las grandes llanuras aluviales del río
Huanghe y el río Yangzi. Fuera de aquí, la influencia china ha estado muy viva
en los oasis del Turquestán chino –la actual provincia del Xinjiang– desde hace
2.000 años. Otras zonas periféricas de China son el resultado de conquistas ex-
teriores: Mongolia y Manchuria son las tierras originales de los grandes con-
quistadores del mundo chino; mientras el Tíbet, a pesar de su incorporación al
estado chino a partir del siglo XVIII, es un mundo fundamentalmente aparte,
mucho más vinculado culturalmente con el núcleo indio que con el chino.
Dentro de la denominación de ”Asia oriental” también inclui-
mos aquellos países en los que la huella del modelo chino ha
sido decisiva por lo que respecta a la organización histórica
de sus estados, a las grandes corrientes culturales que han
conformado sus respectivas tradiciones y a las formas de
organización social que han impregnado su vida cotidiana;
en concreto, el uso de la escritura china en este ámbito ha
configurado de forma distintiva la educación y el funciona-
miento del ente político, y el uso de los palillos para comer es
prueba de una influencia profunda en un ámbito decisivo de
la vida cotidiana.
No es fortuito que Japón, Corea y Vietnam hayan escrito con caracteres
chinos y coman con palillos; como tampoco lo es que el Tíbet no haya he-
cho nunca ni una cosa ni la otra. a
© Universitat Oberta de Catalunya • P03/87003/01864 9 La articulación de Asia oriental
Un factor decisivo –probablemente el que más– para definir lo que denomina-
mos “Asia oriental” es el de la lengua escrita. La región tiene una gran variedad
lingüística: las lenguas sino-Tíbetanas ocupan el espacio central, que es el más ex-
tenso, y engloban todas las variedades del chino; en el norte se encuentran las
lenguas altaicas –entre las cuales algunos lingüistas sitúan el coreano y el japonés,
lenguas de filiación dudosa–; y al sur las austroasiáticas –importantes en Vietnam.
En cada uno de estos grandes grupos existen decenas de lenguas locales total-
mente ininteligibles entre ellas.
A pesar de esta Babel, lo que caracteriza a Asia oriental es que todos los
estados que la componen adoptaron en la fase inicial la escritura chi-
na. Los hanzi ( ), que los japoneses denominan kanji y los coreanos
hanja, se convirtieron en el vehículo transmisor del modelo chino, ya
que los caracteres chinos, a diferencia de las letras de nuestros alfabe-
tos, no son ideológicamente neutrales: la escritura de China trans-
mite su cultura.
En los primeros siglos de nuestra era, los hanzi se impusieron en aquellas so-
ciedades próximas a China que ya eran suficientemente complejas como pa-
ra adoptar una organización estatal y que no tenían otro modelo de escritura
para escoger más que el chino. Allí donde los contactos con otras civilizacio-
nes eran lo suficientemente importantes y el chino convivía con sistemas
fonéticos de escritura –como es el caso del Xinjiang y Mongolia, por lo que
respecta al resto de Asia central, o del Tíbet, por lo que respecta a la India–,
fueron los hanzi los que acabaron sirviendo de base a los sistemas de escritu-
ra que adoptaban los nuevos estados.
El hecho de que toda Asia oriental adoptara la escritura china es una
prueba del poder civilizador del modelo sínico, pero al mismo tiempo
también lo es del relativo aislamiento de Asia oriental.
Otro elemento definidor de Asia oriental es una tradición cultural común,
basada en el confucianismo y el budismo. Además, cada uno de los países de
esta zona tiene elementos culturales propios, profundamente anclados en su
concepción de las relaciones entre los hombres, los espíritus y las fuerzas na-
turales –taoísmo en China, shinto en Japón, chamanismo en Corea– y que, a
su vez, han influido y han sido influidos por las dos grandes corrientes que
tienen en común. Lo que denominamos confucianismo fue la fuerza articu-
ladora de todos los estados de Asia oriental, que se cimentaron sobre socie-
dades altamente jerarquizadas desde el núcleo familiar primigenio hasta las
más altas esferas del gobierno: en todas partes el poder estaba en manos de
los hombres, los ancianos, los ricos y los bien relacionados, y en todas partes
© Universitat Oberta de Catalunya • P03/87003/01864 9 La articulación de Asia oriental
Un factor decisivo –probablemente el que más– para definir lo que denomina-
mos “Asia oriental” es el de la lengua escrita. La región tiene una gran variedad
lingüística: las lenguas sino-Tíbetanas ocupan el espacio central, que es el más ex-
tenso, y engloban todas las variedades del chino; en el norte se encuentran las
lenguas altaicas –entre las cuales algunos lingüistas sitúan el coreano y el japonés,
lenguas de filiación dudosa–; y al sur las austroasiáticas –importantes en Vietnam.
En cada uno de estos grandes grupos existen decenas de lenguas locales total-
mente ininteligibles entre ellas.
A pesar de esta Babel, lo que caracteriza a Asia oriental es que todos los
estados que la componen adoptaron en la fase inicial la escritura chi-
na. Los hanzi ( ), que los japoneses denominan kanji y los coreanos
hanja, se convirtieron en el vehículo transmisor del modelo chino, ya
que los caracteres chinos, a diferencia de las letras de nuestros alfabe-
tos, no son ideológicamente neutrales: la escritura de China trans-
mite su cultura.
En los primeros siglos de nuestra era, los hanzi se impusieron en aquellas so-
ciedades próximas a China que ya eran suficientemente complejas como pa-
ra adoptar una organización estatal y que no tenían otro modelo de escritura
para escoger más que el chino. Allí donde los contactos con otras civilizacio-
nes eran lo suficientemente importantes y el chino convivía con sistemas
fonéticos de escritura –como es el caso del Xinjiang y Mongolia, por lo que
respecta al resto de Asia central, o del Tíbet, por lo que respecta a la India–,
fueron los hanzi los que acabaron sirviendo de base a los sistemas de escritu-
ra que adoptaban los nuevos estados.
El hecho de que toda Asia oriental adoptara la escritura china es una
prueba del poder civilizador del modelo sínico, pero al mismo tiempo
también lo es del relativo aislamiento de Asia oriental.
Otro elemento definidor de Asia oriental es una tradición cultural común,
basada en el confucianismo y el budismo. Además, cada uno de los países de
esta zona tiene elementos culturales propios, profundamente anclados en su
concepción de las relaciones entre los hombres, los espíritus y las fuerzas na-
turales –taoísmo en China, shinto en Japón, chamanismo en Corea– y que, a
su vez, han influido y han sido influidos por las dos grandes corrientes que
tienen en común. Lo que denominamos confucianismo fue la fuerza articu-ladora de todos los estados de Asia oriental, que se cimentaron sobre socie-
dades altamente jerarquizadas desde el núcleo familiar primigenio hasta las
más altas esferas del gobierno: en todas partes el poder estaba en manos de
los hombres, los ancianos, los ricos y los bien relacionados, y en todas partes
© Universitat Oberta de Catalunya • P03/87003/01864 10 La articulación de Asia oriental
la educación era una vía de acceso importante al poder político. Durante la
fase inicial en la que el modelo sínico fue el desencadenante de la organiza-
ción estatal de los países de este ámbito, los gobiernos se regían por proce-
dimientos administrativos complejos y contaban con un control social im-
portante, que se ejercía desde el mismo núcleo familiar y que les permitía
una movilización notable de la fuerza de trabajo.
Aunque el budismo llegó un poco más tarde, produjo en toda Asia oriental
una fermentación cultural, artística, religiosa e intelectual sin precedentes. A
pesar de sus orígenes indios, el budismo de Asia oriental es esencialmente
chino, ya que deriva de la corriente mahayana, la que arraigó en China con
mayor fuerza. El relativo aislamiento de Asia oriental, por otro lado, garanti-
zó la pervivencia del budismo.
La unidad y diversidad en este marco de Asia oriental se ha ido construyendo
lentamente durante milenios. China se convirtió a partir del 221 aC. en un
imperio multiétnico que se impuso sobre el conjunto de pequeños estados
que se disputaban su territorio, y a partir de este momento su influencia
irradió de forma directa sobre lo que hoy conocemos sobre Corea y Viet-
nam,,,, y de forma indirecta sobre lo que actualmente es Japón, influyendo de
forma decisiva en las trayectorias de estas regiones –que todavía no eran es-
tados independientes identificables– durante más de mil años.
El impacto del modelo chino en este mundo sinocéntrico era aún más
grande por el hecho de que, a pesar de que Asia oriental no ha estado
nunca totalmente aislada –como lo demuestra, entre otras cosas, la di-
fusión del budismo–, ha evolucionado –a diferencia de los mundos
indio y persa– con escasísimas referencias de otros modelos.
© Universitat Oberta de Catalunya • P03/87003/01864 10 La articulación de Asia oriental
la educación era una vía de acceso importante al poder político. Durante la
fase inicial en la que el modelo sínico fue el desencadenante de la organiza-
ción estatal de los países de este ámbito, los gobiernos se regían por proce-
dimientos administrativos complejos y contaban con un control social im-
portante, que se ejercía desde el mismo núcleo familiar y que les permitía
una movilización notable de la fuerza de trabajo.
Aunque el budismo llegó un poco más tarde, produjo en toda Asia oriental
una fermentación cultural, artística, religiosa e intelectual sin precedentes. A
pesar de sus orígenes indios, el budismo de Asia oriental es esencialmente
chino, ya que deriva de la corriente mahayana, la que arraigó en China con
mayor fuerza. El relativo aislamiento de Asia oriental, por otro lado, garanti-
zó la pervivencia del budismo.
La unidad y diversidad en este marco de Asia oriental se ha ido construyendo
lentamente durante milenios. China se convirtió a partir del 221 aC. en un
imperio multiétnico que se impuso sobre el conjunto de pequeños estados
que se disputaban su territorio, y a partir de este momento su influencia
irradió de forma directa sobre lo que hoy conocemos sobre Corea y Viet-
nam,,,, y de forma indirecta sobre lo que actualmente es Japón, influyendo de
forma decisiva en las trayectorias de estas regiones –que todavía no eran es-
tados independientes identificables– durante más de mil años.
El impacto del modelo chino en este mundo sinocéntrico era aún más
grande por el hecho de que, a pesar de que Asia oriental no ha estado
nunca totalmente aislada –como lo demuestra, entre otras cosas, la di-
fusión del budismo–, ha evolucionado –a diferencia de los mundos
indio y persa– con escasísimas referencias de otros modelos.
© Universitat Oberta de Catalunya • P03/87003/01864 11 La articulación de Asia oriental
2. La periodificación de la historia china
La importancia que tienen los ciclos naturales en el pensamiento chino se re-
fleja también en su visión de la historia. De la misma manera que todo en
la naturaleza, desde las estaciones hasta las fases de la luna, se rige por unas
pautas cíclicas, los historiadores aplicaron este modelo cíclico al surgimiento
y decadencia de las dinastías, generando la idea de los ciclos dinásticos, que
era evidente ya en la primera gran historia del mundo chino, el Shiji ( ) o
Memorias históricas de Sima Qian. a
Todas las dinastías entrantes recopilaban los documentos de las dinastías an-
teriores y redactaban meticulosamente la historia. Ésta seguía siempre unas
pautas similares: el fundador –que podía ser excelente o tener algunos defec-
tos o debilidades manifiestas– era siempre muy fuerte y capaz de reunir un
gran poder. Ello le permitía recaptar los impuestos con los que mantener un
sistema burocrático eficaz y poner en marcha las obras públicas necesarias:
los períodos iniciales de todas las dinastías eran siempre de prosperidad ma-
nifiesta. No obstante, sin embargo, sus sucesores iban perdiendo poder y en-
tonces éste pasaba a manos de las grandes familias –que evadían los impues-
tos y desviaban hacia ellos mismos las tasas que deberían pagar sus
campesinos, proporcionándoles a cambio una parte de los servicios que ini-
cialmente eran prerrogativa del estado y de los grandes grupos de palacio:
familias de los consortes, eunucos, alta burocracia. A medida que el número
de campesinos que pagaba impuestos al estado iba menguando, las obras
públicas eran cada vez más escasas, los diques y los canales quedaban sin
mantenimiento, los graneros con los que hacer frente al hambre y a los de-
sastres naturales quedaban vacíos, y no había dinero para pagar al ejército.
El final de la dinastía –que generalmente coincidía con el gobierno de un
emperador perverso y disoluto en el trono– se precipitaba normalmente por
causa de una combinación de levantamientos de campesinos y de la incapa-
cidad de defender las fronteras. Y entonces se fundaba una nueva dinastía
y se inauguraba un ciclo nuevo.
Este concepto organizador de la historia pone el acento en la fragilidad de la
salud económica, administrativa y militar de los estados durante los períodos
largos, pero en cambio, concede una importancia desmesurada al núcleo
central del poder, donde se generan y archivan los documentos, que tiende a
minimizar e incluso desestimar las transformaciones que se extienden a lo
largo de períodos que no encajan con las dinastías. a
De hecho, bajo la idea de los ciclos dinásticos hay una falacia importan-
te: la creencia de que los momentos culminantes de la civilización
Sima Qian (145 – 85 aC)
Vivió en tiempos del empera-
dor Han Wudi y es el iniciador
de la tradición histórica china.
Por ejemplo...
... ni la difusión y aclimatación
del budismo entre los siglos I
y VIII, ni el gran desarrollo eco-
nómico de China entre los si-
glos IX y XII pueden seguirse a
través de las historias oficiales.
© Universitat Oberta de Catalunya • P03/87003/01864 11 La articulación de Asia oriental
2. La periodificación de la historia china
La importancia que tienen los ciclos naturales en el pensamiento chino se re-
fleja también en su visión de la historia. De la misma manera que todo en
la naturaleza, desde las estaciones hasta las fases de la luna, se rige por unas
pautas cíclicas, los historiadores aplicaron este modelo cíclico al surgimiento
y decadencia de las dinastías, generando la idea de los ciclos dinásticos, que
era evidente ya en la primera gran historia del mundo chino, el Shiji ( ) o
Memorias históricas de Sima Qian. a
Todas las dinastías entrantes recopilaban los documentos de las dinastías an-
teriores y redactaban meticulosamente la historia. Ésta seguíasiempre unas
pautas similares: el fundador –que podía ser excelente o tener algunos defec-
tos o debilidades manifiestas– era siempre muy fuerte y capaz de reunir un
gran poder. Ello le permitía recaptar los impuestos con los que mantener un
sistema burocrático eficaz y poner en marcha las obras públicas necesarias:
los períodos iniciales de todas las dinastías eran siempre de prosperidad ma-
nifiesta. No obstante, sin embargo, sus sucesores iban perdiendo poder y en-
tonces éste pasaba a manos de las grandes familias –que evadían los impues-
tos y desviaban hacia ellos mismos las tasas que deberían pagar sus
campesinos, proporcionándoles a cambio una parte de los servicios que ini-
cialmente eran prerrogativa del estado y de los grandes grupos de palacio:
familias de los consortes, eunucos, alta burocracia. A medida que el número
de campesinos que pagaba impuestos al estado iba menguando, las obras
públicas eran cada vez más escasas, los diques y los canales quedaban sin
mantenimiento, los graneros con los que hacer frente al hambre y a los de-
sastres naturales quedaban vacíos, y no había dinero para pagar al ejército.
El final de la dinastía –que generalmente coincidía con el gobierno de un
emperador perverso y disoluto en el trono– se precipitaba normalmente por
causa de una combinación de levantamientos de campesinos y de la incapa-
cidad de defender las fronteras. Y entonces se fundaba una nueva dinastía
y se inauguraba un ciclo nuevo.
Este concepto organizador de la historia pone el acento en la fragilidad de la
salud económica, administrativa y militar de los estados durante los períodos
largos, pero en cambio, concede una importancia desmesurada al núcleo
central del poder, donde se generan y archivan los documentos, que tiende a
minimizar e incluso desestimar las transformaciones que se extienden a lo
largo de períodos que no encajan con las dinastías. a
De hecho, bajo la idea de los ciclos dinásticos hay una falacia importan-
te: la creencia de que los momentos culminantes de la civilización
Sima Qian (145 – 85 aC)
Vivió en tiempos del empera-
dor Han Wudi y es el iniciador
de la tradición histórica china.
Por ejemplo...
... ni la difusión y aclimatación
del budismo entre los siglos I
y VIII, ni el gran desarrollo eco-
nómico de China entre los si-
glos IX y XII pueden seguirse a
través de las historias oficiales.
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 china han coincidido con los períodos de unidad. Por contra, algunos
de los momentos más brillantes de la historia china se han producido
en los largos períodos de desunión, que ocupan un espacio nada me-
nospreciable en el tiempo.
Por otra parte, el hecho de que estas historias oficiales reproduzcan siempre
una visión exclusivamente desde el centro distorsiona la historia: a lo largo
del siglo XX tanto la arqueología como los estudios regionales de la moderna
sinología han alterado seriamente la visión proporcionada por las historias
oficiales. a
Si bien desde muchos puntos de vista la visión cíclica de la historia
china resulta decepcionante, el concepto de progresión linear, que es
el habitual en Occidente, también plantea problemas. La división tri-
partita de la historia en antigua, medieval y moderna, con su corres-
pondiente modelo de desarrollo progresivo y marco cronológico, no
encaja con las grandes etapas de la historia china, ni por fechas ni en
contenidos.
A lo largo del siglo XX, la visión de la historia que más impacto ha tenido sobre la his-
toria china ha sido la marxista, que asume que todas las sociedades siguen un desarro-
llo similar desde la esclavitud, el feudalismo, el capitalismo y el socialismo, hasta de-
sembocar en el comunismo. Este esquema, que finalmente es una versión
pormenorizada y muy cerrada de la concepción linear de la historia que ha sido siem-
pre la de Occidente, ha distorsionado durante décadas el trabajo de los historiadores
chinos: era necesario hacer encajar la primera dinastía histórica, los Shang, en el marco
esclavista, cuando no existía evidencia alguna de esclavos; el feudalismo resultaba un
concepto tan elusivo para la periodificación que acabaron extendiéndolo desde el pri-
mer milenio aC. hasta mediados del siglo XX, generando un período de 3.000 años de
duración, que contrastaba con las pocas décadas que se concedían a la etapa capitalista.
Actualmente, teniendo en cuenta que la sinología se basa cada vez más en
fuentes autóctonas y que en China los documentos han sido organizados
históricamente a partir de las dinastías, se tiende a respetar el marco dinás-
tico incluyéndolo en ámbitos más al uso en la historia universal, siempre
que ello sea posible: los Shang, Zhou, Qin y Han encajan bien dentro del
marco de la historia antigua, pero la edad media presenta problemas casi
insolubles, que de hecho se extienden del mismo modo a la edad moderna
y contemporánea: ni la cronología ni los criterios de desarrollo que ha ge-
nerado Occidente sirven para nada cuando se intenta aplicarlos al mudo
de Asia oriental. a
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 china han coincidido con los períodos de unidad. Por contra, algunos
de los momentos más brillantes de la historia china se han producido
en los largos períodos de desunión, que ocupan un espacio nada me-
nospreciable en el tiempo.
Por otra parte, el hecho de que estas historias oficiales reproduzcan siempre
una visión exclusivamente desde el centro distorsiona la historia: a lo largo
del siglo XX tanto la arqueología como los estudios regionales de la moderna
sinología han alterado seriamente la visión proporcionada por las historias
oficiales. a
Si bien desde muchos puntos de vista la visión cíclica de la historia
china resulta decepcionante, el concepto de progresión linear, que es
el habitual en Occidente, también plantea problemas. La división tri-
partita de la historia en antigua, medieval y moderna, con su corres-
pondiente modelo de desarrollo progresivo y marco cronológico, no
encaja con las grandes etapas de la historia china, ni por fechas ni en
contenidos.
A lo largo del siglo XX, la visión de la historia que más impacto ha tenido sobre la his-
toria china ha sido la marxista, que asume que todas las sociedades siguen un desarro-
llo similar desde la esclavitud, el feudalismo, el capitalismo y el socialismo, hasta de-
sembocar en el comunismo. Este esquema, que finalmente es una versión
pormenorizada y muy cerrada de la concepción linear de la historia que ha sido siem-
pre la de Occidente, ha distorsionado durante décadas el trabajo de los historiadores
chinos: era necesario hacer encajar la primera dinastía histórica, los Shang, en el marco
esclavista, cuando no existía evidencia alguna de esclavos; el feudalismo resultaba un
concepto tan elusivo para la periodificación que acabaron extendiéndolo desde el pri-
mer milenio aC. hasta mediados del siglo XX, generando un período de 3.000 años de
duración, que contrastaba con las pocas décadas que se concedían a la etapa capitalista.
Actualmente, teniendo en cuenta que la sinología se basa cada vez más en
fuentes autóctonas y que en China los documentos han sido organizados
históricamente a partir de las dinastías, se tiende a respetar el marco dinás-
tico incluyéndolo en ámbitos más al uso en la historia universal, siempre
que ello sea posible: los Shang, Zhou, Qin y Han encajan bien dentro del
marco de la historia antigua, pero la edad media presenta problemas casi
insolubles, que de hecho se extienden del mismo modo a la edad moderna
y contemporánea: ni la cronología ni los criterios de desarrollo que ha ge-
nerado Occidente sirven para nada cuando se intenta aplicarlos al mudo
de Asia oriental. a
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3. Las grandes regiones geográficas e históricas
de China
La geografía física de China, como la de todo elresto de Asia, viene determi-
nada por el nudo del Pamir, a partir del cual surgen las ramificaciones mon-
tañosas que articulan todo el continente. La meseta del Pamir, con sus 5.000
metros de altura, marca el límite occidental de China y, lejos de constituir
una barrera, fue el camino por donde los peregrinos introdujeron los grandes
textos budistas de la India, y la vía por la que penetraron tanto los pueblos
procedentes de Asia central, como las grandes religiones del Próximo Orien-
te: algunas herejías del mundo persa y cristiano, y el Islam. a
Como si fueran los dedos de una mano, del Pamir arrancan, hacia el este,
una serie de grandes cordilleras –Tianshan, Kunlun, Karakorum, Himalaya–
que delimitan entre ellas grandes mesetas y depresiones: entre el Tianshan y
el Kunlun se abre el desierto de Taklamakan, que contiene la profunda de-
presión de Turfan a 154 metros bajo el nivel del mar. La provincia china del
Xinjiang, formada de hecho por el cinturón de oasis que rodean este desierto
por el norte y por el sur, es una zona profundamente marcada por el paso de
las caravanas y por las luchas y alianzas surgidas entre los pequeños estados
que se articulan al abrigo de cada oasis. Al norte del Taklamakan, entre los
montes Tianshan y Altai, se extiende la depresión de la Dzungaria, que du-
rante siglos vio pasar también las largas caravanas de la ruta de la seda.
Entre el Kunlun y el Himalaya, apoyado en el oeste en el contrafuerte del Ka-
rakorum, se encuentra la meseta del Tíbet, con una altitud media de entre
4.000 y 5.000 metros. Los grandes ríos –Huanghe o río Amarillo y Chan-
gjiang o río Largo (denominado Yangzi en Occidente)– nacen en esta parte
del territorio, mientras otros, como el Tarim en el desierto de Taklamakan, se
deslizan sin fuerza entre los arenales para fluir hasta el mar.
A medida que avanzamos hacia el este, la altura del territorio empieza a dis-
minuir: el perfil geomorfológico de China podría visualizarse como formado
por tres grandes escalones.
El primer escalón, configurado por las grandes cordilleras que arrancan del Pamir,
tiene una media de cerca de 5.000 metros y constituye de hecho el “techo del mundo”:
el Tíbet es su rellano más imponente.
El segundo de estos escalones está formado principalmente por una serie de mesetas
entre las que destacan Mongolia Interior, la meseta de loess, la cuenca del Sichuan y la
meseta de Yunnan-Guizhou. En la parte sur, este escalón está separado del anterior por
uno de los plegamientos más impresionantes del planeta, la cordillera de Hengduan,
que con cimas de 5.000 y 6.000 metros separa el Tíbet del Sichuan y del Yunnan. Todo
el escalón de altiplanos ha sido profundamente modelado por las grandes arterias flu-
viales chinas y es aquí, en la meseta de loess, en torno a la cuenca del Huanghe o río
Amarillo, donde surgió el núcleo más consistente de la civilización china.
El tercer escalón lo forman las planicies de la China oriental, que conectan las gran-
des llanuras aluviales del Huanghe y del Yangzi con la zona de bajas e intrincadas
Ruta de la seda
La ruta de la seda, alimentada
inicialmente por las sedas que
los Han regalaban a los
xiongnu, unía Chang’an con
el desierto de Taklamakan, los
oasis al pie de las montañas
de Tianshan y a través de los
Pamirs con los mundos indio y
persa. La ruta, atravesada por
caravanas que recorrían las
distancias de forma intermi-
tente, estaba llena de monas-
terios excavados en la roca,
como el de Dunhuang o las
cuevas de Bezeklik o los gran-
des budas de Bamiyan.
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3. Las grandes regiones geográficas e históricas
de China
La geografía física de China, como la de todo el resto de Asia, viene determi-
nada por el nudo del Pamir, a partir del cual surgen las ramificaciones mon-
tañosas que articulan todo el continente. La meseta del Pamir, con sus 5.000
metros de altura, marca el límite occidental de China y, lejos de constituir
una barrera, fue el camino por donde los peregrinos introdujeron los grandes
textos budistas de la India, y la vía por la que penetraron tanto los pueblos
procedentes de Asia central, como las grandes religiones del Próximo Orien-
te: algunas herejías del mundo persa y cristiano, y el Islam. a
Como si fueran los dedos de una mano, del Pamir arrancan, hacia el este,
una serie de grandes cordilleras –Tianshan, Kunlun, Karakorum, Himalaya–
que delimitan entre ellas grandes mesetas y depresiones: entre el Tianshan y
el Kunlun se abre el desierto de Taklamakan, que contiene la profunda de-
presión de Turfan a 154 metros bajo el nivel del mar. La provincia china del
Xinjiang, formada de hecho por el cinturón de oasis que rodean este desierto
por el norte y por el sur, es una zona profundamente marcada por el paso de
las caravanas y por las luchas y alianzas surgidas entre los pequeños estados
que se articulan al abrigo de cada oasis. Al norte del Taklamakan, entre los
montes Tianshan y Altai, se extiende la depresión de la Dzungaria, que du-
rante siglos vio pasar también las largas caravanas de la ruta de la seda.
Entre el Kunlun y el Himalaya, apoyado en el oeste en el contrafuerte del Ka-
rakorum, se encuentra la meseta del Tíbet, con una altitud media de entre
4.000 y 5.000 metros. Los grandes ríos –Huanghe o río Amarillo y Chan-
gjiang o río Largo (denominado Yangzi en Occidente)– nacen en esta parte
del territorio, mientras otros, como el Tarim en el desierto de Taklamakan, se
deslizan sin fuerza entre los arenales para fluir hasta el mar.
A medida que avanzamos hacia el este, la altura del territorio empieza a dis-
minuir: el perfil geomorfológico de China podría visualizarse como formado
por tres grandes escalones.
El primer escalón, configurado por las grandes cordilleras que arrancan del Pamir,
tiene una media de cerca de 5.000 metros y constituye de hecho el “techo del mundo”:
el Tíbet es su rellano más imponente.
El segundo de estos escalones está formado principalmente por una serie de mesetas
entre las que destacan Mongolia Interior, la meseta de loess, la cuenca del Sichuan y la
meseta de Yunnan-Guizhou. En la parte sur, este escalón está separado del anterior por
uno de los plegamientos más impresionantes del planeta, la cordillera de Hengduan,
que con cimas de 5.000 y 6.000 metros separa el Tíbet del Sichuan y del Yunnan. Todo
el escalón de altiplanos ha sido profundamente modelado por las grandes arterias flu-
viales chinas y es aquí, en la meseta de loess, en torno a la cuenca del Huanghe o río
Amarillo, donde surgió el núcleo más consistente de la civilización china.
El tercer escalón lo forman las planicies de la China oriental, que conectan las gran-
des llanuras aluviales del Huanghe y del Yangzi con la zona de bajas e intrincadas
Ruta de la seda
La ruta de la seda, alimentada
inicialmente por las sedas que
los Han regalaban a los
xiongnu, unía Chang’an con
el desierto de Taklamakan, los
oasis al pie de las montañas
de Tianshan y a través de los
Pamirs con los mundos indio y
persa. La ruta, atravesada por
caravanas que recorrían las
distancias de forma intermi-
tente, estaba llena de monas-
terios excavados en la roca,
como el de Dunhuang o las
cuevas de Bezeklik o los gran-
des budas de Bamiyan.
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Marco Polo
montañas de la China del sur. Este escalón de las llanuras aluviales es la gran zona
agrícola de China y es aquí donde vive la mayor parte de su población.
El clima de China viene determinado en gran parte por los monzones, pero,
a diferencia de la India, donde los monzones son el elemento determinante
por excelencia de su clima, la orografía china introduce variantes importan-
tes en la incidencia de los monzones sobre su territorio. Muchas cordilleras
chinas, que son especialmente elevadas en la parte occidental, siguen una lí-
nea oeste-este que las sitúa casi en ángulo recto con respecto a la direcciónde las corrientes de aire y que entorpece sus movimientos.
China se divide en dos grandes regiones climáticas, a partir de un eje trans-
versal que cruzaría China desde el nordeste, sobre el río Heilongjiang, en
Manchuria, hasta el sudoeste, sobre el extremo nordoriental de la frontera
india. La parte occidental, claramente afectada por los monzones de invier-
no, debería subdividirse, a su vez, entre la zona de altas montañas (Himala-
ya, Tíbet, Kunlun, Tianshan) y el cinturón de los grandes desiertos de Asia
central (Taklamakan, Gobi, Ordos).
La parte oriental de esta divisoria es la que corresponde a la China histórica:
la línea de la Gran Muralla, que se superpone a la de la isohieta de 375mm.
de lluvia anuales, recorre las tierras áridas del desierto del Ordos a través del
bucle del Huanghe. Pero si bien este conjunto de tierras escapa globalmente
a la aridez que marca los territorios occidentales, también presenta diferen-
cias muy marcadas entre norte y sur. La línea formada por el río Huai y los
montes Qinling divide la China histórica en dos mitades tan diferentes entre
ellas que Marco Polo las denominó, respectivamente, Catai y Manji, con-
vencido de que se encontraba ante dos mundos diferentes.
Por un lado, está la China del norte, centrada en el río Huanghe y en una
tierra de loess quebradiza pero fértil; de pluviosidad moderada, pero siem-
pre amenazada por inundaciones y sequías catastróficas; gran productora
Marco Polo…
… en su Libro de las maravillas
habla de dos países bien dife-
renciados, Catai y Manji, que
se corresponden a China del
norte y China del sur respecti-
vamente.
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Marco Polo
montañas de la China del sur. Este escalón de las llanuras aluviales es la gran zona
agrícola de China y es aquí donde vive la mayor parte de su población.
El clima de China viene determinado en gran parte por los monzones, pero,
a diferencia de la India, donde los monzones son el elemento determinante
por excelencia de su clima, la orografía china introduce variantes importan-
tes en la incidencia de los monzones sobre su territorio. Muchas cordilleras
chinas, que son especialmente elevadas en la parte occidental, siguen una lí-
nea oeste-este que las sitúa casi en ángulo recto con respecto a la dirección
de las corrientes de aire y que entorpece sus movimientos.
China se divide en dos grandes regiones climáticas, a partir de un eje trans-
versal que cruzaría China desde el nordeste, sobre el río Heilongjiang, en
Manchuria, hasta el sudoeste, sobre el extremo nordoriental de la frontera
india. La parte occidental, claramente afectada por los monzones de invier-
no, debería subdividirse, a su vez, entre la zona de altas montañas (Himala-
ya, Tíbet, Kunlun, Tianshan) y el cinturón de los grandes desiertos de Asia
central (Taklamakan, Gobi, Ordos).
La parte oriental de esta divisoria es la que corresponde a la China histórica:
la línea de la Gran Muralla, que se superpone a la de la isohieta de 375mm.
de lluvia anuales, recorre las tierras áridas del desierto del Ordos a través del
bucle del Huanghe. Pero si bien este conjunto de tierras escapa globalmente
a la aridez que marca los territorios occidentales, también presenta diferen-
cias muy marcadas entre norte y sur. La línea formada por el río Huai y los
montes Qinling divide la China histórica en dos mitades tan diferentes entre
ellas que Marco Polo las denominó, respectivamente, Catai y Manji, con-
vencido de que se encontraba ante dos mundos diferentes.
Por un lado, está la China del norte, centrada en el río Huanghe y en una
tierra de loess quebradiza pero fértil; de pluviosidad moderada, pero siem-
pre amenazada por inundaciones y sequías catastróficas; gran productora
Marco Polo…
… en su Libro de las maravillas
habla de dos países bien dife-
renciados, Catai y Manji, que
se corresponden a China del
norte y China del sur respecti-
vamente.
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de cereales de secano, mijo y trigo, y con una, máximo dos, cosechas
anuales; conectada con Manchuria y con los grandes caminos de Asia cen-
tral; con casas excavadas directamente en el loess o con paredes de tierra
apisonada; con unas costas bajas y difíciles que no propiciaron nunca un
desarrollo marítimo; y con una unidad lingüística basada en el dialecto
mandarín.
Por otro lado, está la China del sur, articulada por los afluentes, lagos y ma-
rismas del río Yangzi; con una pluviosidad abundante que, a pesar de lavar
excesivamente la tierra, permite tres y cuatro cosechas anuales gracias al lar-
go período de maduración y al abandono constante; atravesada por una in-
trincada red de canales útiles tanto para la irrigación como para el transpor-
te; gran productora de arroz; con un uso omnipresente del bambú en la
construcción; con una línea costera profusamente articulada y punteada de
islas que favoreció un gran desarrollo marítimo y unas relaciones ininte-
rrumpidas con el sudeste de Asia; y con una gran diversidad dialectal espe-
cialmente intrincada en las zonas montañosas.
El perfil geomorfológico de China, con grandes escalones que descienden
hacia el mar, junto con la importancia de las cordilleras que la cruzan trans-
versalmente, explica el recorrido de los grandes ríos chinos, que avanzan de
oeste a este. Los dos ríos más importantes de China, el Huanghe y el Yangzi,
nacen ambos en la meseta del Tíbet –como lo hacen también otros muchos
grandes ríos de Asia: Indus, Brahmaputra, Irawadi, Salwen, Mekong– y reco-
rren un largo camino hasta llegar al mar: 5.464 el Huanghe y 6.300 km el
Yangzi.
El Huanghe o río Amarillo, cuna de la civilización china ha sido también su
azote: es el responsable de las grandes inundaciones históricas que han asolado
el norte de China. El río, que circula por la meseta de loess, donde ha esculpido
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de cereales de secano, mijo y trigo, y con una, máximo dos, cosechas
anuales; conectada con Manchuria y con los grandes caminos de Asia cen-
tral; con casas excavadas directamente en el loess o con paredes de tierra
apisonada; con unas costas bajas y difíciles que no propiciaron nunca un
desarrollo marítimo; y con una unidad lingüística basada en el dialecto
mandarín.
Por otro lado, está la China del sur, articulada por los afluentes, lagos y ma-
rismas del río Yangzi; con una pluviosidad abundante que, a pesar de lavar
excesivamente la tierra, permite tres y cuatro cosechas anuales gracias al lar-
go período de maduración y al abandono constante; atravesada por una in-
trincada red de canales útiles tanto para la irrigación como para el transpor-
te; gran productora de arroz; con un uso omnipresente del bambú en la
construcción; con una línea costera profusamente articulada y punteada de
islas que favoreció un gran desarrollo marítimo y unas relaciones ininte-
rrumpidas con el sudeste de Asia; y con una gran diversidad dialectal espe-
cialmente intrincada en las zonas montañosas.
El perfil geomorfológico de China, con grandes escalones que descienden
hacia el mar, junto con la importancia de las cordilleras que la cruzan trans-
versalmente, explica el recorrido de los grandes ríos chinos, que avanzan de
oeste a este. Los dos ríos más importantes de China, el Huanghe y el Yangzi,
nacen ambos en la meseta del Tíbet –como lo hacen también otros muchos
grandes ríos de Asia: Indus, Brahmaputra, Irawadi, Salwen, Mekong– y reco-
rren un largo camino hasta llegar al mar: 5.464 el Huanghe y 6.300 km el
Yangzi.
El Huanghe o río Amarillo, cuna de la civilización china ha sido también su
azote: es el responsable de las grandes inundaciones históricas que han asolado
el norte de China. El río, que circula por la meseta de loess, donde ha esculpido
© Universitat Oberta de Catalunya • P03/87003/01864 16 La articulaciónde Asia oriental
Capitales de los Han: Chang’an y Luoyang
Las zonas económicas clave
un imponente entramado de torrentes amarillentos, debe su nombre de río
Amarillo –que ya tenía hace 2.000 años– a la cantidad de sedimentos que arras-
tra. El río Amarillo y las tierras de loess que lo rodean han sido durante mile-
nios el centro neurálgico de China y aquí es donde se concentró históricamen-
te el grueso de la población china hasta bien entrada la edad media. a
Sus afluentes, mucho menos importantes por su longitud y su volumen de agua que los
del Yangzi, son primordiales en cuanto a la historia china. Si bien el Fen, que recoge las
aguas de los montes Lüliang, y desemboca en el Huanghe por la izquierda, ha sido un río
importante para la historia antigua de China, nada puede compararse con el carisma de
sus dos afluentes por la derecha: tanto el Wei, que confluye con el Huanghe en el extremo
sur del gran bucle, como el Luo, de corto recorrido, han sido las sedes de las grandes capi-
tales históricas de la China antigua: Chang’an (la actual Xi’an) y Luoyang.
El Yangzi, que recorre una zona de alta pluviosidad y está flanqueado por
montañas en la mayor parte de su curso, recoge el agua de múltiples e im-
portantes afluentes que forman un complejo sistema hidráulico que incluye,
además, cerca de 1.000 lagos menores. Estos lagos son los restos de un hori-
zonte de marismas que cubría en tiempos históricos la orilla sur del Yangzi, y
que, al ser drenado y desecado por el hombre, se
convirtió en la gran reserva arrocera de China.
A lo largo de los siglos, el territorio chino se ha articu-
lado en una serie de regiones económicas clave: la
unidad del estado chino depende en gran medida de
su capacidad para controlar las cuatro grandes zonas
económicas de la China propiamente dicha.
La primera de estas zonas es la de la China del norte,
formada por la meseta de loess y la llanura aluvial del
Huanghe. La meseta de loess, formada por granos finos
y amarillentos de aportación eólica, tanto friable como
fértil, cubre unos 500.000 km2 , es decir, una superficie
similar a la de España, y es allí donde se implantaron las
primeras dinastías chinas. El loess se extiende también
hacia el nordeste, por el corredor de Gansu: la Gran
Muralla marca el límite tanto de las tierras de loess, como el de la zona donde
la implantación del modelo económico chino es viable.
La segunda de las zonas económicas clave, la del Yangzi, constituye un sis-
tema hidráulico extraordinariamente complejo: la inmensa red de afluentes
y lagos, entrecruzados por canales a menudo más que milenarios, ha propor-
cionado a toda la región un mercado integrado en torno a este mar interior y
una unidad cultural muy distintiva.
La tercera de las zonas económicas clave es el Sichuan. Esta llanura, situada
sobre el Yangzi y conectada con su curso medio exclusivamente a través del
paso de las Tres Gargantas, está totalmente cercada por montañas y atrave-
sada por ríos poderosos que han sido objeto de grandes obras hidráulicas
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Capitales de los Han: Chang’an y Luoyang
Las zonas económicas clave
un imponente entramado de torrentes amarillentos, debe su nombre de río
Amarillo –que ya tenía hace 2.000 años– a la cantidad de sedimentos que arras-
tra. El río Amarillo y las tierras de loess que lo rodean han sido durante mile-
nios el centro neurálgico de China y aquí es donde se concentró históricamen-
te el grueso de la población china hasta bien entrada la edad media. a
Sus afluentes, mucho menos importantes por su longitud y su volumen de agua que los
del Yangzi, son primordiales en cuanto a la historia china. Si bien el Fen, que recoge las
aguas de los montes Lüliang, y desemboca en el Huanghe por la izquierda, ha sido un río
importante para la historia antigua de China, nada puede compararse con el carisma de
sus dos afluentes por la derecha: tanto el Wei, que confluye con el Huanghe en el extremo
sur del gran bucle, como el Luo, de corto recorrido, han sido las sedes de las grandes capi-
tales históricas de la China antigua: Chang’an (la actual Xi’an) y Luoyang.
El Yangzi, que recorre una zona de alta pluviosidad y está flanqueado por
montañas en la mayor parte de su curso, recoge el agua de múltiples e im-
portantes afluentes que forman un complejo sistema hidráulico que incluye,
además, cerca de 1.000 lagos menores. Estos lagos son los restos de un hori-
zonte de marismas que cubría en tiempos históricos la orilla sur del Yangzi, y
que, al ser drenado y desecado por el hombre, se
convirtió en la gran reserva arrocera de China.
A lo largo de los siglos, el territorio chino se ha articu-
lado en una serie de regiones económicas clave: la
unidad del estado chino depende en gran medida de
su capacidad para controlar las cuatro grandes zonas
económicas de la China propiamente dicha.
La primera de estas zonas es la de la China del norte,
formada por la meseta de loess y la llanura aluvial del
Huanghe. La meseta de loess, formada por granos finos
y amarillentos de aportación eólica, tanto friable como
fértil, cubre unos 500.000 km2 , es decir, una superficie
similar a la de España, y es allí donde se implantaron las
primeras dinastías chinas. El loess se extiende también
hacia el nordeste, por el corredor de Gansu: la Gran
Muralla marca el límite tanto de las tierras de loess, como el de la zona donde
la implantación del modelo económico chino es viable.
La segunda de las zonas económicas clave, la del Yangzi, constituye un sis-
tema hidráulico extraordinariamente complejo: la inmensa red de afluentes
y lagos, entrecruzados por canales a menudo más que milenarios, ha propor-
cionado a toda la región un mercado integrado en torno a este mar interior y
una unidad cultural muy distintiva.
La tercera de las zonas económicas clave es el Sichuan. Esta llanura, situada
sobre el Yangzi y conectada con su curso medio exclusivamente a través del
paso de las Tres Gargantas, está totalmente cercada por montañas y atrave-
sada por ríos poderosos que han sido objeto de grandes obras hidráulicas
© Universitat Oberta de Catalunya • P03/87003/01864 17 La articulación de Asia oriental
desde el siglo III aC. Sichuan ha sido siempre una zona riquísima: la fuerza
dinamizadora del primer imperio chino, el de los Qin, no se explica sin la
previa conquista e irrigación del Sichuan.
La cuarta y última zona económica clave la constituyen en el sur las provin-
cias de Guangdong y Guangxi, los dos Guang, las tierras del hinterland de
la ciudad de Guangzhou. Su posición extremadamente excéntrica respecto
de los grandes centros históricos de China –que hacen evidente las diferen-
cias lingüísticas entre el cantonés y el mandarín, dos lenguas sínicas neta-
mente–, no debe engañarnos: esta zona siempre ha estado bien conectada a
través de los canales que, desde el siglo III aC. unían los principales afluentes
del Yangzi con los del Xijiang, el gran río del sur. Al mismo tiempo, la nave-
gación por las costas situadas entre el Guangzhou y la desembocadura del
Yangzi ha sido siempre fluida, con o sin el consentimiento del estado chino.
Mientras que el perfil costero de la China del norte es bajo y arenoso, las costas del
Guangdong, en cambio, de bahías profundas y golfos resguardados, con un contrapun-
to de centenares de islas, han sido tierra de comerciantes y marineros en épocas de
apertura al mundo exterior, y costa de piratas cuando China se cerraba sobre sí misma.
Los contactos por mar de China con el exterior han pasado siempre por estas
calas: la importancia de la zona de Guangzhou ha sido siempre directamente
proporcional a la apertura de China al mundo exterior.
© Universitat Oberta de Catalunya • P03/87003/01864 17 La articulación de Asia oriental
desde el siglo III aC. Sichuan ha sido siempre una zona riquísima: la fuerza
dinamizadora del primer imperio chino, el de los Qin, no se explicasin la
previa conquista e irrigación del Sichuan.
La cuarta y última zona económica clave la constituyen en el sur las provin-
cias de Guangdong y Guangxi, los dos Guang, las tierras del hinterland de
la ciudad de Guangzhou. Su posición extremadamente excéntrica respecto
de los grandes centros históricos de China –que hacen evidente las diferen-
cias lingüísticas entre el cantonés y el mandarín, dos lenguas sínicas neta-
mente–, no debe engañarnos: esta zona siempre ha estado bien conectada a
través de los canales que, desde el siglo III aC. unían los principales afluentes
del Yangzi con los del Xijiang, el gran río del sur. Al mismo tiempo, la nave-
gación por las costas situadas entre el Guangzhou y la desembocadura del
Yangzi ha sido siempre fluida, con o sin el consentimiento del estado chino.
Mientras que el perfil costero de la China del norte es bajo y arenoso, las costas del
Guangdong, en cambio, de bahías profundas y golfos resguardados, con un contrapun-
to de centenares de islas, han sido tierra de comerciantes y marineros en épocas de
apertura al mundo exterior, y costa de piratas cuando China se cerraba sobre sí misma.
Los contactos por mar de China con el exterior han pasado siempre por estas
calas: la importancia de la zona de Guangzhou ha sido siempre directamente
proporcional a la apertura de China al mundo exterior.
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Cerámica de Yangshao con el motivo
de un cormorán pescando.
4. La prehistoria de China y Japón
Aunque China estuvo habitada desde principios del Paleolítico inferior –el
Sinanthropus Pekinensis de Zhoukoudian vivió hace unos 500.000 años– es en
el paleolítico superior, entre 50.000 y 12.000 aC., cuando aparece de forma
inequívoca dentro del espacio chino una diferenciación regional: a finales
del Pleistoceno, Asia oriental, incluyendo lo que actualmente es China, esta-
ba ya ocupada por gente que poseía una notable capacidad tecnológica en el
trabajo de la piedra y una habilidad en la manipulación de los productos se-
cundarios de la gran caza –huesos, astas– comparable a la de los magdale-
nienses y perigordianos de nuestro extremo del continente eurasiático.
A finales del Paleolítico superior se producen en China unos cambios climá-
ticos lo suficientemente importantes, mucho más que en el Mediterráneo o
en el Atlántico, como para haber producido alteraciones significativas en el
ecosistema. El más decisivo fue las alteraciones en la línea de la costa, que no se
fijará en su perfil actual hasta mediados de la dinastía Han, hacia el siglo I dC.
En los períodos de máxima regresión marina, toda la costa del Pacífico quedó
totalmente modificada, con las islas de Taiwan y Hainan soldadas al conti-
nente, y Corea y Japón completamente asequibles por tierra.
Entre el 5.000 y el 3.000 a.C, se consolida en China un Neolítico pleno, con
la aparición de núcleos muy diferenciados, representados en el norte por las
culturas de Yangshao, la de Dawenkou y las del río Liao, y en el sur, por las
culturas del Yangzi.
La cultura de Yangshao ( ), de la que se han estudiado más de mil yaci-
mientos en la China del norte, coincide plenamente con la zona de las tierras
de loess, y tiene su máxima intensidad en la cuenca del río Huanghe y en la de
sus afluentes Wei y Fen. Sus habitantes vivían en poblados situados general-
mente en terrazas próximas a pequeños afluentes, desde las que tenían acceso a
la amplia gama de recursos de los ríos y las montañas. A pesar de que la caza, la
recolección y, sobre todo, la pesca –como lo demuestran los abundantes moti-
vos de peces que se encuentran en la cerámica– proporcionaban una parte im-
portante de la dieta, los poblados ya habían establecido con la agricultura una
clara relación de dependencia.
Los hombres de Yangshao manipulaban una cantidad considerable de produc-
tos: soja, cebollas, melocotones, albaricoques, col china, nueces, morera, árbol
de la laca, cáñamo; pero el cultivo esencial era el mijo, y su implantación su-
ponía, como la de todos los cereales, una alteración irreversible del ecosistema.
Los poblados, cuya ocupación discontinua era, sin lugar a dudas, el resultado
de la agricultura itinerante por el fuego, muestran a menudo una disposición
© Universitat Oberta de Catalunya • P03/87003/01864 18 La articulación de Asia oriental
Cerámica de Yangshao con el motivo
de un cormorán pescando.
4. La prehistoria de China y Japón
Aunque China estuvo habitada desde principios del Paleolítico inferior –el
Sinanthropus Pekinensis de Zhoukoudian vivió hace unos 500.000 años– es en
el paleolítico superior, entre 50.000 y 12.000 aC., cuando aparece de forma
inequívoca dentro del espacio chino una diferenciación regional: a finales
del Pleistoceno, Asia oriental, incluyendo lo que actualmente es China, esta-
ba ya ocupada por gente que poseía una notable capacidad tecnológica en el
trabajo de la piedra y una habilidad en la manipulación de los productos se-
cundarios de la gran caza –huesos, astas– comparable a la de los magdale-
nienses y perigordianos de nuestro extremo del continente eurasiático.
A finales del Paleolítico superior se producen en China unos cambios climá-
ticos lo suficientemente importantes, mucho más que en el Mediterráneo o
en el Atlántico, como para haber producido alteraciones significativas en el
ecosistema. El más decisivo fue las alteraciones en la línea de la costa, que no se
fijará en su perfil actual hasta mediados de la dinastía Han, hacia el siglo I dC.
En los períodos de máxima regresión marina, toda la costa del Pacífico quedó
totalmente modificada, con las islas de Taiwan y Hainan soldadas al conti-
nente, y Corea y Japón completamente asequibles por tierra.
Entre el 5.000 y el 3.000 a.C, se consolida en China un Neolítico pleno, con
la aparición de núcleos muy diferenciados, representados en el norte por las
culturas de Yangshao, la de Dawenkou y las del río Liao, y en el sur, por las
culturas del Yangzi.
La cultura de Yangshao ( ), de la que se han estudiado más de mil yaci-
mientos en la China del norte, coincide plenamente con la zona de las tierras
de loess, y tiene su máxima intensidad en la cuenca del río Huanghe y en la de
sus afluentes Wei y Fen. Sus habitantes vivían en poblados situados general-
mente en terrazas próximas a pequeños afluentes, desde las que tenían acceso a
la amplia gama de recursos de los ríos y las montañas. A pesar de que la caza, la
recolección y, sobre todo, la pesca –como lo demuestran los abundantes moti-
vos de peces que se encuentran en la cerámica– proporcionaban una parte im-
portante de la dieta, los poblados ya habían establecido con la agricultura una
clara relación de dependencia.
Los hombres de Yangshao manipulaban una cantidad considerable de produc-
tos: soja, cebollas, melocotones, albaricoques, col china, nueces, morera, árbol
de la laca, cáñamo; pero el cultivo esencial era el mijo, y su implantación su-
ponía, como la de todos los cereales, una alteración irreversible del ecosistema.
Los poblados, cuya ocupación discontinua era, sin lugar a dudas, el resultado
de la agricultura itinerante por el fuego, muestran a menudo una disposición
© Universitat Oberta de Catalunya • P03/87003/01864 19 La articulación de Asia oriental
Reproducción de una casa del poblado de Banpo,
perteneciente a la cultura de Yangshao.
de las viviendas alrededor de una plaza central, con
espacios netamente delimitados por los establos, los
hornos de cerámica y la necrópolis. Tanto la
disposición de las casas en algunos poblados –
distribuidas en grupos presididos por un edificio más
grande–, como la de algunas necrópolis –con las
tumbas ordenadas en grandes grupos de contenido y
ordenación similares– apuntan a una organización
social basada en clanes o linajes y esencialmente
igualitaria.
La cerámica se hacía a mano y estaba pintada; a
orillas del río Wei se han encontrado piezas rojas y
marrones,con motivos estilizados hasta adquirir perfiles geométricos siem-
pre vinculados a la pesca, mientras que la cerámica hallada en la región del
Gansu, en la parte donde la meseta de loess se alarga hacia las tierras de Asia
central, se caracteriza por una profusa decoración geométrica que ocupa toda
la superficie de las piezas. En esta cerámica de Yangshao aparecen por prime-
ra vez marcas que identifican al alfarero o al propietario. Aunque simples y
rudimentarios, es posible reconocer entre estas marcas algunos de los carac-
teres chinos de etapas posteriores, sin que se pueda identificar, sin embargo,
estos primeros signos como antecedentes directos de la escritura china.
Cerámica de Yangshao con motivos geométricos.
De la cultura de Dawenkou ( ), situada en la península de Shan-
dong, se han estudiado cerca de doscientos yacimientos. Surgida un poco
más tarde que la de Yangshao, de la que la separaban las marismas que
después recubrieron los aluviones del Huanghe, su nivel de desarrollo
social y económico le es comparable: la agricultura se basa en el mijo, y
la pesca en lagos y marismas ocupa un lugar importante. Por el contra-
rio, los enterramientos muestran una sociedad más compleja, con más
diferenciación social y con más variedad ritual que la de Yangshao. Sin
embargo, la desigualdad social no es todavía un hecho dominante: lo
más significativo no es tanto que unas pocas tumbas contengan más
cuencos y mandíbulas de cerdo que otras, sino que en la gran mayoría
no haya absolutamente nada.
© Universitat Oberta de Catalunya • P03/87003/01864 19 La articulación de Asia oriental
Reproducción de una casa del poblado de Banpo,
perteneciente a la cultura de Yangshao.
de las viviendas alrededor de una plaza central, con
espacios netamente delimitados por los establos, los
hornos de cerámica y la necrópolis. Tanto la
disposición de las casas en algunos poblados –
distribuidas en grupos presididos por un edificio más
grande–, como la de algunas necrópolis –con las
tumbas ordenadas en grandes grupos de contenido y
ordenación similares– apuntan a una organización
social basada en clanes o linajes y esencialmente
igualitaria.
La cerámica se hacía a mano y estaba pintada; a
orillas del río Wei se han encontrado piezas rojas y
marrones, con motivos estilizados hasta adquirir perfiles geométricos siem-
pre vinculados a la pesca, mientras que la cerámica hallada en la región del
Gansu, en la parte donde la meseta de loess se alarga hacia las tierras de Asia
central, se caracteriza por una profusa decoración geométrica que ocupa toda
la superficie de las piezas. En esta cerámica de Yangshao aparecen por prime-
ra vez marcas que identifican al alfarero o al propietario. Aunque simples y
rudimentarios, es posible reconocer entre estas marcas algunos de los carac-
teres chinos de etapas posteriores, sin que se pueda identificar, sin embargo,
estos primeros signos como antecedentes directos de la escritura china.
Cerámica de Yangshao con motivos geométricos.
De la cultura de Dawenkou ( ), situada en la península de Shan-
dong, se han estudiado cerca de doscientos yacimientos. Surgida un poco
más tarde que la de Yangshao, de la que la separaban las marismas que
después recubrieron los aluviones del Huanghe, su nivel de desarrollo
social y económico le es comparable: la agricultura se basa en el mijo, y
la pesca en lagos y marismas ocupa un lugar importante. Por el contra-
rio, los enterramientos muestran una sociedad más compleja, con más
diferenciación social y con más variedad ritual que la de Yangshao. Sin
embargo, la desigualdad social no es todavía un hecho dominante: lo
más significativo no es tanto que unas pocas tumbas contengan más
cuencos y mandíbulas de cerdo que otras, sino que en la gran mayoría
no haya absolutamente nada.
© Universitat Oberta de Catalunya • P03/87003/01864 20 La articulación de Asia oriental
Las diferencias entre la cultura de Yangshao y la cultura de Dawenkou
hay que buscarlas sobre todo en los terrenos artístico y ritual: la cerá-
mica, hecha con torno, multiplica las formas –entre las que destacan
el trípode ding ( ) y el recipiente dou ( ), que se perpetuarían incluso
en las piezas metalúrgicas de etapas posteriores– y los colores, mientras
que los objetos rituales depositados en los enterramientos son cada
vez más numerosos y de mayor valor.
La presencia más al norte, en las orillas del río Liao que riega las llanuras del
sur de Manchuria, fuera ya del ámbito cultural de Yangshao y Dawenkou, de
los huesos oraculares de la cultura de Hongshan ( ), confirma los oríge-
nes diversos de la civilización china. En un marco de clanes consolidados, las
escápulas de ciervos o corderos con incisiones hechas con fuego marcan el
inicio de una técnica adivinatoria original que se convertiría en un aspecto
cultural central con las primeras dinastías.
Alejada de las culturas de Yangshao y Dawenkou, la región del Yangzi evolu-
cionó a partir de tradiciones propias. Allí, en torno al lago Taihu, para las
culturas del Yangzi la subsistencia se basaba en una gran variedad de pro-
ductos acuáticos –lotos y castañas de agua–, tubérculos y vegetales –ñame,
taro, calabazas, espinacas–, y frutas –naranjas, lichis– que se complementa-
ban con la explotación de los abundantes recursos procedentes de la pesca,
la recolección y la caza. Muchas especies se cultivaron por primera vez en es-
ta región del Yangzi, tanto en la parte baja como en la región central, en
torno a los grandes lagos Dongting y Boyang. El arroz es una de ellas.
Hacia el 4.000 aC los grandes centros de cultura del mijo, Yangshao, Dawen-
kou y Hongshan, tienden a extenderse y a interrelacionarse entre sí, mien-
tras aumentan los indicios de contactos entre Dawenkou y las culturas del
Yangzi. A diferencia de lo que se creía hasta hace poco, la civilización china
no es el resultado de la irradiación de un núcleo originario situado en la lla-
nura central, sino el resultado de la interacción entre las múltiples y diversas
culturas que habían surgido a partir del 5.000 aC. a lo largo y ancho de la
Ding, dinastía Shang
Los trípodes ding eran recipientes
utilizados en los rituales religiosos
para ofrendas sólidas.
© Universitat Oberta de Catalunya • P03/87003/01864 20 La articulación de Asia oriental
Las diferencias entre la cultura de Yangshao y la cultura de Dawenkou
hay que buscarlas sobre todo en los terrenos artístico y ritual: la cerá-
mica, hecha con torno, multiplica las formas –entre las que destacan
el trípode ding ( ) y el recipiente dou ( ), que se perpetuarían incluso
en las piezas metalúrgicas de etapas posteriores– y los colores, mientras
que los objetos rituales depositados en los enterramientos son cada
vez más numerosos y de mayor valor.
La presencia más al norte, en las orillas del río Liao que riega las llanuras del
sur de Manchuria, fuera ya del ámbito cultural de Yangshao y Dawenkou, de
los huesos oraculares de la cultura de Hongshan ( ), confirma los oríge-
nes diversos de la civilización china. En un marco de clanes consolidados, las
escápulas de ciervos o corderos con incisiones hechas con fuego marcan el
inicio de una técnica adivinatoria original que se convertiría en un aspecto
cultural central con las primeras dinastías.
Alejada de las culturas de Yangshao y Dawenkou, la región del Yangzi evolu-
cionó a partir de tradiciones propias. Allí, en torno al lago Taihu, para las
culturas del Yangzi la subsistencia se basaba en una gran variedad de pro-
ductos acuáticos –lotos y castañas de agua–, tubérculos y vegetales –ñame,
taro, calabazas, espinacas–, y frutas –naranjas, lichis– que se complementa-
ban con la explotación de los abundantes recursos procedentes de la pesca,
la recolección y la caza. Muchas especies se cultivaron por primera vez en es-
ta región del Yangzi, tanto en la parte baja como en la región central, en
torno a los grandes lagos Dongting y Boyang. El arroz es una de ellas.
Hacia el 4.000

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