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Socialización - Maleno Baez

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DOCUMENTO BIBLIOGRAFICO Nº 3
Roose, Caroline. SOCIOLOGIA, Estudio del hombre en sociedad. México. Pág. 72 - 93.
Socialización
En el seno de una familia, los padres y los hermanos esperan ciertas cosas del hijo me-
nor. Cuando el hijo hace “algo que los padres consideran indeseable, le dicen “No, no”, 
acompañando estas palabras con el fruncimiento del ceño, moviendo la cabeza de un lado 
a otro, e incluso dando una palmada en las manos del niño. Esta es la forma en que el niño 
aprende lo que los padres desean (lo que significa y lo que vale), cuando utilizan las pala-
bras “no, no” o cualquiera de los gestos acostumbrados para acompañarlas.
En algún momento, el hijo puede que llegue a decirse: “No, Juan, no”, respondiendo así 
a las expectativas que él mismo se ha ido creando al contenerse dé hacer algo que, gracias 
a su experiencia, sabe que provocará reacciones ne gativas. El muchacho se ha colocado en 
el lugar de sus padres y se convierte en objeto de sí mismo, precisamente cuando adquiere 
el carácter de objeto a los ojos de sus padres. Comienza a verse como los demás lo ven, 
a valo rar su conducta y su apariencia, del modo que piensa que la valoran los demás, y a 
tener una sensación de vergüen za o de orgullo, por la actitud que cree descubrir en los 
otros. Adquiere una imagen de sí mismo, que no es más que el reflejo de las actividades de 
los demás; algo así como si estuviera mirándose en un espejo. Ha comenzado a aparecer 
su yo social. Está empezando a socializarse. El yo social es un producto final en el proceso 
de sociali zación.
El yo social aparece en algún momento alrededor de los dos años. Hasta entonces, las 
expectativas dirigidas de cual quier niño son las que convienen a su edad. Pero a los dos 
años, el niño sólo ha sido capaz de “interiorizar” una pe queña parte de la sociedad a la que 
pertenece. No es un miembro pleno de su propia familia ni ha tenido contac tos con sus ve-
cinos ni con la escuela, cosa que segura mente ocurrirá más tarde. Según vaya aprendiendo 
lo que su familia espera de el cuando sea mayor y la clase de conducta que sus vecinos, sus 
maestros y sus semejantes aguardan, se irá haciendo más social. Cada vez interio riza una 
variedad mayor de expectativas, que proceden de personas muy diferentes. Durante toda 
la vida, cuando se llega a entrar en contacto con otro grupo y se “interiori zan” las expec-
tativas de los miembros de ese nuevo grupo, tiene lugar la socialización.
Los individuos insociales no son totalmente humanos. Las criaturas que permanecen 
en los hospitales o en los orfanatos durante los primeros meses de su vida no se desarro-
llan física ni mentalmente. Cuando a las enfermeras se les pide que tomen a los niños 
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en brazos con regulari dad, para acariciarlos y mimarlos, como hacen las madres, se tra-
ta de que los niños puedan desarrollarse normalmente. En esa época, las expectativas 
consisten en gestos y en expresiones sin sentido; pero para el desarrollo humano cierto 
grado de comunicación, aunque sea muy simple, resulta evidentemente esencial. Los 
niños sobre quienes sus padres dirigen expectativas contradictorias, siendo severos un 
día y condescendientes al día siguiente, no pueden conseguir una adecuada socialización, 
porque nunca llegan, a saber qué es lo que se espera de ellos. Su propia imagen se dis-
torsiona, como si se mirasen en un espejo defectuoso. De algunos enfermos mentales, en 
ese sentido, suele decirse que tuvieron una socialización inadecuada. 
Los individuos también pueden llegar a la desocialización. La técnica comunista del 
lavado de cerebro es un método de desocialización. Aunque las causas que provocan la 
enfermedad mental son muy variadas, se entiende que muchos enfermos mentales no 
son otra cosa que personas desocializadas.1 Los prisioneros que regresan a la sociedad, 
o aquellas personas que han permanecido en hospitales durante largo tiempo, en cierta 
medida deben ser resocializados. Esta es la razón de que los criminólogos y los psiquia-
tras, en primer lugar, traten de mantenerlos alejados de las instituciones y recomien-
den el estableci miento de centros de reconversión intermedios para los que regresan, 
sometiéndolos a una resocialización, antes de que se instalen en el seno de la sociedad 
general.
Pápeles. Las expectativas, componentes importantes de la socialización, pueden ser 
analizadas más a fondo, desde el punto de vista de la conducta individual. Las expecta-
tivas que se dirigen sobre un individuo durante su socia lización no son fortuitas ni desor-
ganizadas. Los miembros del grupo tienen en sus mentes ciertos conjuntos organiza dos 
de significados y valores llamados papeles. Estos pape les son los que se ofrecen a los de-
más, y lo que se “inte rioriza” son los papeles, no las expectativas separadas. Una vez que 
se ha “interiorizado” un papel, el individuo puede ordenar su conducta de acuerdo con 
él. Por ejemplo: “lava tus manos”, “siéntate derecho”, “no pegues a tu hermano”, son 
algunas, entre una enorme cantidad de expectativas, que componen el papel de “niño 
de clase media bien edu cado”. Esto implica ciertos valores. Las expectativas se pueden 
trasmitir positivamente, mediante premios y apro baciones, pero también negativamen-
te, y tan frecuente es transmitirlas en forma directa como con gran sutileza.
Como resultado de la constante corriente de expecta tivas creadas por cualquier gru-
po, un miembro de él tiene una idea general de cómo se espera que se vaya a condu cir. 
Sabe cuáles son sus papeles. El papel de madre, en la cultura norteamericana suburbana, 
incluye la condimenta ción de la comida para sus hijos, llevarlos al dentista, leer les, or-
denar sus programas de televisión y ser miembro de la asociación de madres y maestros. 
En algunas culturas, el papel de madre no sobrepasa los límites de tener a los niños y 
llevar el mínimo cuidado con ellos, durante dos o tres años. Hablando con precisión, un 
papel no se refiere a la conducta externa, sino a las ideas. Es conveniente te ner esta idea 
de los papeles, porque cuando el individuo actúa, sus acciones son resultado de cierto 
número de pa peles mentales que ha logrado organizar de algún modo.2
Pero no sólo se representa el puro papel. Por ejemplo: cuando una madre se levanta a 
las dos de la mañana para dar el biberón a su niño, puede estar representando, al mismo 
tiempo, el papel de “madre” en general, y el papel concreto de “madre responsable”. 
También puede estar poniendo de manifiesto la idea de que el alimento de las dos forma 
parte de la tarea de la esposa, de su papel, de preferencia al del esposo. Mientras cría al 
niño, la madre puede estar leyendo un libro o preparando un examen de sociología para la 
próxima semana, de acuerdo con su papel de estudiante, de mujer de carrera, o de “espo-
1 Cuando la sociedad está tan desorganizada que aparecen gran número de personas desocializadas, se dice que se está en 
presencia de anomia. Ver las páginas 54-56.
2 Desde luego, el YO es el que realiza l integración. Ver la pág. 30.
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sa que mantiene despierto su interés intelectual”.
A veces, los papeles entran en conflicto. El contenido del papel de madre y el de mujer 
de carrera se pueden oponer; pero si el individuo debe actuar como un todo, tiene que rea-
lizar cierta integración de las ideas que com prenden esos dos papeles. Una acción puede 
reflejar una parte de cada papel, o se puede dejar de representar un papel en cualquier 
momento. Si de un par de papeles opues tos se representa uno de ellos en un momento y 
el segundo en otro momento, la acción se torna inconsistente. Se ha estudiado el conflicto 
de papeles que tiene lugar en un niño cuando las exigencias de su casa y de su escuela no 
son iguales a las de un grupo de amigos. Cuando se nombra capataz a un trabajador, éste 
tiene que dividirse entre su lealtad a la compañía y su identificación con los demás traba-
jadores.
Grupos primariosCuando la atención pasa del individuo al grupo, puede aparecer un tipo de” análisis 
diferente. Los sociólogos no sólo se interesan por lo que ocurre en el seno de la fami lia; 
también se preguntan si la familia es un grupo espe cializado, por ser el campo donde ocu-
rre la socialización, y si existen grupos similares. Han descubierto que los gru pos se pue-
den diferenciar por sus estructuras. Los sociólo gos entienden por estructura de un grupo 
la clase de rela ciones usuales y típicas que tienen lugar entre los miembros de ese grupo. 
La familia es un grupo primario, porque es el primer grupo con que se encuentran los seres 
humanos, y porque es el grupo en cuyo seno la gente aprende las primeras nociones de la 
interacción y de la comunicación (socialización). Los vecinos de una localidad, un grupo 
de amigos y ciertos grupos de trabajadores, también pre sentan la estructura de un grupo 
primario. La sociedad total de pequeñas tribus o poblados puede constituir un gran grupo 
primario, aunque esto ocurría en lo pasado con mayor frecuencia que hoy.
El sentido común nos dice que pertenecer a un grupo primario es importante para los 
niños pequeños, pero los sociólogos creen que también es muy importante para los mayo-
res. El papel de las relaciones de carácter prima rio para los adultos se descubrió acciden-
talmente. Como en las instituciones para enfermos mentales había muy pocos psiquiatras 
que pudieran prestar a todos sus pacientes la atención que necesitaban, los psiquiatras 
comenzaron a tratar a los enfermos en grupo. La mejoría de esos pacientes tuvo caracte-
res de pequeño milagro y los doctores co menzaron a preguntarse por qué. Sin darse cuen-
ta, habían organizado grupos primarios, y los enfermos tenían rela ciones y conversaban 
entre sí. La terapia de los grupos pri marios es ahora bien conocida y se ha extendido desde 
las instituciones para enfermos mentales a los hospitales generales, consiguiendo una re-
cuperación más rápida de los enfermos. En las cárceles modernas se utiliza la terapia de 
grupos, para la rehabilitación de los prisioneros. El éxi to de la Asociación de Alcohólicos 
Anónimos, en parte de pende de los contactos de grupo primario que se han logra do en su 
seno. El movimiento Black Muslim, un pequeño y agresivo grupo negro de protesta, ha con-
seguido éxitos extraordinarios en la curación del vicio de las drogas en tre sus miembros. 
Este resultado se debe también a las relaciones de grupo primario.
La utilidad de establecer grupos primarios para resolver los problemas sociales ha con-
ducido a nuevos planteamien tos teóricos sobre los grupos desviados. El mas importante 
ha sido la interpretación de las pandillas de delincuentes como grupos primarios que han 
logrado socializar a los muchachos, tras el fracaso de la socialidad en sus casas o en las 
escuelas.3
3 Un excelente resumen de la investigación de grupos primarios, en cuanto se refiere a los problemas de la infancia, aparece 
en los primeros capítulos de la obra Improving English Skills of Culturally Different Youth in Large Cities, de Arno Jewett, 
Joseph Merand y Doris V. Gunerson, ed. (Washington, D.C; U.S Department of Health, Education and Welfare, 1964).
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Grupos secundarios
Cualquier grupo que no sea primario recibe el título de grupo secundario. La partici-
pación en los grupos secundarios es impersonal, segmentada (no se llega a expresar toda 
la personalidad) y puede ser de corta duración. Es típico que, en una sociedad moderna y 
pluralista, se per tenezca a varios grupos secundarios. No todos los grupos secundarios se 
estructuran de igual forma. Uno de los grupos secundarios cuyo tipo está más difundido en 
nuestra sociedad es la burocracia.
La burocracia es una organización social jerárquica, cuya mejor representación es el 
diagrama triangular, en el que aparecen unas pocas personas en el vértice y gran can tidad 
de ellas en la base. Una burocracia es un tipo de organización racional u ordenada, que se 
basa en reglas escritas. Se supone que las pocas personas que se encuen tran en el vértice 
detentan la mayor parte del poder, pero también que lo han conseguido porque reúnen 
cierto nú mero razonable y específico de requisitos. Los caminos por los que se puede llegar 
desde la base hasta el vértice de la pirámide también aparecen perfectamente señalados, 
así como las relaciones entre todos los miembros de una buro cracia. Las burocracias cam-
bian lentamente y no tienen mecanismos de adaptación a las necesidades individuales. Lo 
que no aparece escrito en los reglamentos no existe. El Ejército es un buen ejemplo de 
burocracia, pero también los gobiernos americanos, con sus constituciones escritas. La in-
dustria, las escuelas, los sindicatos e incluso algunos grandes credos religiosos, tienen una 
organización jerár quica.
Otro tipo muy común de grupo secundario es la asocia ción voluntaria. Cuando se tienen 
intereses o problemas co munes, las personas se reúnen con frecuencia para tratar de con-
seguir aquéllos o resolver éstos. La National Bridge Association, la American Medical Asso-
ciation, la Audubon Society, la Cruz Roja, los Boy-Scouts, las hermandades y comunidades, 
los clubes políticos, las asociaciones de empresarios y contribuyentes, los sindicatos, las 
organizaciones de granjeros, son típicas asociaciones voluntarias.
Las asociaciones voluntarias tratan de mantener a sus miembros informados de lo que 
ocurre dentro del círculo de su interés. Cuando los miembros piensan que se debe apro-
bar, una ley, con frecuencia actúan como grupo de presión; así lo hace, por ejemplo, la 
National Education Association, en lo que se refiere a las cuestiones educa tivas. Como las 
asociaciones voluntarias están muy exten didas por todo el país, sus actividades de carácter 
informativo y de presión distribuyen el poder político y permiten a los ciudadanos ejercitar 
una función de control directo sobre sus asuntos.
Las relaciones entre los grupos primarios y secundarios
Algunas personas demuestran gran habilidad para com prender las estructuras burocráti-
cas, por lo que pueden responder a sus exigencias y progresar rápidamente dentro de ellas. 
Sin embargo, la mayoría comprende que sus de seos y sus necesidades no se satisfacen del 
todo con la acti vidad burocrática. Es común la sensación de estar siendo manejado y de 
quedar a merced de fuerzas impersonales, incluso para las personas que ocupan su vértice, 
que pue den haber sido elegidas para esos puestos por votación popular y a las que sólo se 
puede destituir mediante pro cedimientos establecidos de antemano. Como resultado de 
ello, en el interior de la estructura formal de la organiza ción burocrática suele brotar con 
frecuencia una estructura informal, que ofrece la posibilidad de saltarse las reglas, de 
acelerar los trámites, de conseguir ventajas especiales, de obtener a un nivel más bajo 
la información que, en pro piedad, debería estar limitada a los niveles más altos, hasta el 
punto de que se pueden anticipar los acontecimientos y, en general, llegar a controlar el 
destino propio.
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Las estructuras informales que se desarrollan en el inte rior de las burocracias se consti-
tuyen en grupos primarios. Como la mayoría de la gente ha tenido en su vida expe riencias 
de carácter familiar, no debe sorprender que ese tipo de relaciones aparezca fuera de 
la familia allí donde sea posible. La línea impersonal de producción de una fábrica está 
controlada por grupos primarios de trabaja dores que llegan al acuerdo de reducir su pro-
ducción. Las muchachas que trabajan en oficinas muy mecanizadas for man grupos estre-
chamente unidos. Los estudiantes univer sitarios buscan el prestigio entre sus compañeros, 
demos trando los valores del compañerismo en vez de conseguir buenas notas y cumplir con 
los objetivos señalados por la burocracia escolar. Las estructuras políticas informales, los 
aparatos, surgen con el fin de proporcionar información y facilitarel acceso a la burocracia 
política.
Muchos directores de organizaciones burocráticas, al darse cuenta de lo importante que 
es para sus empleados tener contactos de grupos primarios, estimulan delibera damente la 
formación de esos grupos. Los directores de las fábricas que hacen esto, con frecuencia se 
ven recompen sados por el aumento de la producción y el descenso de las ausencias y de 
las quejas. Para disminuir el efecto de la burocracia, a veces, en las grandes universidades 
se construyen residencias de tipo familiar para estudiantes, y en ocasiones se agrupa a 
quienes empiezan los estudios en pequeños grupos, que los mantienen unidos durante el 
pe ríodo de orientación.
Cuándo las asociaciones voluntarias tienen mucho éxito y consiguen un alcance nacio-
nal, con frecuencia se tornan burocráticas. A pesar de ello, normalmente suelen tener 
secciones locales, muchas de las cuales responden a las ca racterísticas de los grupos pri-
marios. Algunas personas con vierten a las asociaciones voluntarias en grupos primarios, por 
lo que respecta a ellas mismas, al dedicar toda su vida al grupo. Para muchas personas, 
las asociaciones vo luntarias están a medio camino entre los grupos primarios y los grupos 
secundarios. Los contactos resultan bastante íntimos, aunque menos de lo que ocurre en 
la familia, y el individuo que trabaja en un grupo suele descubrir obje tivos personales 
interesantes. Este es uno de los aspectos de la sociabilidad. El jardín de niños es un buen 
ejemplo de grupo que aunque no llega a ser tan primario como la familia tiene, sin embar-
go, algunas características de grupo primario.
Comunicación
Todavía hay otros caminos por los que el sociólogo puede seguir los fenómenos sociales. 
Durante el proceso de sociabilización, la gente se comunica entre sí. Par tiendo de esta 
observación, los sociólogos han descubierto que los grupos se pueden dividir en aquellos 
en los que los miembros se comunican entre sí y aquellos en los que eso no ocurre. Son 
muy pocos los que pertenecen a esta cate goría y casi todos los agrupamientos humanos 
correspon den al primer sector. Los sociólogos han resumido estas observaciones diciendo 
que: la vida social es el resultado de la comunicación y de la interacción. Una sociedad 
o grupo integrado es cualquier grupo de personas entrelazadas y comunicadas entre sí. 
La mayoría de los sociólogos no pien san que sólo se pueda considerar como sociedad a la 
na ción o a una gran ciudad. Una familia es una sociedad, como lo son una clase de estu-
diantes, la National Educational Association, una sala de un hospital o una pandilla de mu-
chachos. Teniendo en cuenta las bases de su tamaño, permanencia y otras características, 
los sociólogos distin guen los agrupamientos de personas mediante los términos de “grupo”, 
“organización” e “institución”. Cada uno de estos grupos es, por lo tanto, una sociedad o 
un grupo comunicante.
Una familia es una sociedad, porque sus miembros ha blan entre sí y ajustan su conducta 
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mutuamente (inter acción). Cuando el hijo menor, la hermana y el padre desean utilizar el 
automóvil al mismo tiempo, tienen que decirlo, razonar su petición, tratar de compren-
der los pun tos de vista de los demás y tomar una decisión. No es nece sario que estén de 
acuerdo, e incluso pueden llegar a en fadarse. A veces se aborrecen, pero eso no impide que 
entre ellos subsista la interacción y la comunicación.
Las comunicaciones entre los miembros de la National Educational Association no son 
necesariamente íntimas ni directas, pero, sin embargo, existen. Para llegar a ser socio hay 
que pagar una cuota. A cambio de ella, se recibe infor mación del grupo y se conoce su po-
lítica, así como las reuniones a las que es posible asistir y en las que se puede participar. 
El grado de participación entre los miembros puede variar enormemente. Algunas personas 
pagan su cuo ta y ya no hacen nada más por el grupo, mientras que otras pueden dedicar la 
mayor parte de sus vidas a fomen tar sus finalidades. En ambos casos, sin embargo, existe 
un mínimo de comunicación con los demás miembros.
En contraste, las personas que pasean frente a los esca parates no se comunican entre 
sí para nada, ni de palabra ni de gesto. Esas personas pueden tropezarse sin llegar a en-
fadarse ni a discutir. Si ocurriera un accidente en la calle y los transeúntes se pararan a 
prestar ayuda, podría llegar a constituirse una sociedad. La persona que cono ciese algunos 
remedios de urgencia asumiría la responsa bilidad y dirigiría a las demás. Podrían hablar y 
discutir acerca de la mejor forma de resolver las cosas. Estaría iniciándose la interacción 
y la comunicación. Una sociedad de este tipo resulta, desde luego, efímera y presenta 
escaso interés para los sociólogos, en comparación con un grupo tan universal y extendido 
como la familia. La formación de una sociedad debido a un agrupamiento casual, per mite 
comprender que la simple reunión de personas que se juntan o reúnen no da lugar a una 
sociedad. Para ello, tiene que estar presente la comunicación.
Multitudes, auditorios y públicos
Cuando no existe comunicación entre los miembros del grupo, hablamos de grupos no 
integrados, y algunos de ellos son cada vez más importantes en la sociedad moderna. Un 
grupo de mirones de escaparates se llama multitud casual. Un grupo de personas fuerte-
mente excitadas, pero que no se comunican entre sí, como los espectadores de un partido 
de fútbol o la gente que huye, presa del pánico, de un tea tro en llamas, se llama multitud 
expresiva. Si alguien pu diera hacerse oír en medio de una multitud presa del pánico y es-
tableciera comunicación con los miembros de esa multitud, podría lograr que la multitud 
expresiva se convirtiera en una sociedad capaz de tomar determinacio nes comunes, razo-
nables y deliberadas.
Un tercer tipo de multitud es la multitud en acción: una turba dispuesta a linchar a 
alguien o un grupo de alborotadores. Desde el momento en que comienza a for marse una 
multitud, cesa la comunicación. Quienes inte gran la multitud responden a la cercanía física 
de los de más, a la excitación común, a los gritos y a los ruidos sin sentido. Sin embargo, si 
alguien consigue restablecer la comunicación antes de que la multitud comience a actuar, 
surge una sociedad y ya no se produce la acción tumul tuaria. La policía sabe perfectamente 
lo que hay que hacer para convertir una multitud en una sociedad.
Las personas que escuchan un programa de televisión tampoco constituyen una socie-
dad. Son individuos que res ponden al estímulo común que les ofrece el programa. Si nunca 
se comunican entre si, toman el nombre de audito rio; pero si el programa es, digamos 
como ejemplo, la trans misión de una asamblea política nacional y los televidentes, al día 
siguiente, discuten con sus vecinos y conocidos lo que han visto, o se dedican a escribir car-
tas a los periódicos acerca de sus resultados, a este grupo lo llamamos público. El público 
es un amplio grupo de discusión informal, que proporciona a sus miembros una comunica-
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ción indirecta, en general a través de los medios de información. Por eso, el público es, en 
cierto sentido, un grupo integrado, aun que también se asemeje desde luego a los grupos 
no in tegrados.
Los sociólogos no establecen estas distinciones basandose en la existencia o la falta de 
comunicación entre los miembros del grupo o por un meticuloso deseo de preci sión.
La ausencia de comunicación entre los miembros de un grupo provoca consecuencias 
muy graves y con frecuen cia indeseables: son obvias las que aparecen con la forma ción de 
una multitud expresiva o en acción. No está muy claro, en cambio, el efecto que en una 
sociedad produce la existencia de múltiples auditorios.
Si la gente no se comunica entre sí y sólo responde a un estímulo exterior, pierde su 
capacidad de comunica ción.
Para un individuo, esto puede significar la enfermedad mental, lo mismo quesi se le 
hubiera encerrado en una cárcel, lejos de los demás. No puede existir la democracia en 
una nación en la que todos o la mayoría de sus ciuda danos actúan como espectadores, en 
lugar de comunicarse entre sí, directa o indirectamente.
La sociedad de masas
La novela 1984, de George Orwell, pinta una sociedad de masas en la que sus miembros 
aparecen totalmente ma nipulados mediante la propaganda dirigida a esos audito rios, a 
través de los medios de comunicación. La Alemania nazi fue una sociedad de masas; la 
sociedad de muchos países comunistas está en vías de “masificación”. Los so ciólogos en-
tienden peligrosa para la democracia cualquier cosa que impida la comunicación, y ésta es 
la causa de que estén preocupados por el creciente aumento del nú mero de personas que 
ven la televisión y siguen los espec táculos deportivos en vez de tomar parte activa en los 
grupos.
Durante el año 1964 los periódicos contaron diversos incidentes en que los transeúntes 
se negaron a ayudar a mujeres que estaban siendo atacadas. En una ocasión, hubo perso-
nas que miraban desde sus ventanas y podían hablar por teléfono, pero de treinta y cinco 
espectadores, sólo uno fue capaz de llamar a la policía, y esto ocurrió después de haber 
transcurrido casi una hora. En otro caso, el asalto tuvo lugar en un edificio para oficinas 
que estaba lleno de público, y una mujer estuvo pidiendo ayuda infructuo samente. Estos 
ejemplos de conducta tipo auditorio, en vez de conductas de participación o interacción, 
preocu pan a los sociólogos mucho más que los crímenes o los cambios de valores.
En una sociedad amplia y heterogénea, como lo son la mayoría de las sociedades moder-
nas, es difícil mantener la comunicación en toda la extensión de la sociedad. Los medios de 
información, la radio, los periódicos, las revis tas y la televisión pueden difundir una misma 
información por una zona bastante amplia. La conversión de esa infor mación en valores y 
significados comunes depende de la forma en que estén estructurados los grupos y de la 
importancia que en ellos tenga la participación de las personas.
El establecimiento de muchos públicos, sobre todo si se permite la libertad de comuni-
cación, es una de las ma neras de combatir la conducta tipo auditorio. Otra es la prolifera-
ción de las asociaciones voluntarias, las cuales, al informar y orientar a sus miembros en 
una sociedad de masas, les permite controlar sus destinos mediante una ac ción colectiva 
racional.
Como la comunicación parece ser la clave y la carac terística distintiva de muchos gru-
pos, los sociólogos han tratado de analizarla y de ahondar en ella mucho más. Puesto que 
cierta comunicación se produce a través de sig nos y de gestos, a primera vista parece que 
casi toda comu nicación humana es verbal y se realiza de mente a mente. Esto ha impulsado 
a los sociólogos a decir que la sociedad existe en la mente de sus miembros. La sociología 
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moderna se basa firmemente en la suposición de que, para existir, una sociedad no necesi-
ta contar con una base geográfica ni artefactos (cosas materiales), sino que consiste en la 
suma de las ideas que tienen todos los individuos que com ponen un grupo.
Esto es algo muy difícil de comprender; sin embargo, es uno de los elementos más 
importantes de la perspectiva sociológica. No es fácil pensar en Estados Unidos sin tener 
en cuenta su territorio, que se extiende de océano a océano, sus granjas y ciudades, sus 
escuelas y fábricas, sus auto móviles y aeroplanos. Sin embargo, si los norteamericanos des-
aparecieran de repente, aunque dejaran intactas todas sus posesiones materiales, dejaría 
de existir esa sociedad. Y a la inversa: si un grupo importante de norteamericanos fuese a 
dar en cualquier lugar remoto, no hay duda de que, dentro de un cuadro válido de posibi-
lidades físicas, recrearían una sociedad, organizada en torno a los valores norte americanos 
previamente establecidos.4
Cuando una maestra piensa en “mi clase”, probable mente lo hace teniendo en mente 
una clase determinada, en la que hay ciertos libros, mapas y diversos instrumentos a su dis-
posición. En realidad, la clase sólo existe cuando los alumnos y los maestros se comunican 
entre sí. Si las clases están suspendidas, el grupo deja de existir, hasta que todos vuelvan 
a reunirse. Cada uno de ellos, mentalmente, llevará consigo una parte de la clase y es ne-
cesario re unirlos a todos para que la clase exista.
Los sociólogos estiman que para llegar a tener una idea clara de lo que es la sociedad, 
no sólo es necesario pensar que la sociedad existe en la mente de sus miembros, sino que, 
además, hay razones prácticas que permiten sos tener este punto de vista. Por ejemplo: el 
análisis de las estadísticas demuestra que la delincuencia juvenil, el alco holismo, la desor-
ganización familiar y otros fenómenos desconcertantes, se producen más frecuentemente 
en las ba rriadas lóbregas y míseras de una ciudad que en las zonas residenciales mejor 
cuidadas. Con la mejor inten ción del mundo, los norteamericanos llegaron a la con clusión 
de que si se mejoraban las condiciones de las zonas lóbregas o si sus habitantes se trasla-
daban a otros barrios, llegarían a desaparecer estos problemas sociales. A pesar del gasto 
de miles de millones de dólares en planes de cons trucción de casas baratas y de renovación 
urbana, no se ha logrado ninguna solución. Las familias desorganizadas siguen viviendo tan 
desorganizadas en las casas amplias de reciente construcción como lo hacían en los barrios 
bajos, porque sus mentes siguen creyendo en el mismo tipo de sociedad.
Cuando se inició la renovación urbana y se examinaron una por una las zonas lóbregas, 
para que no se perdieran sus características individuales en las medias estadísticas, se 
encontró que muchas barriadas estaban altamente orga nizadas. Sus residentes, en vez de 
sufrir por los problemas sociales parecían felices y se mostraban capaces de movili zarse 
para impedir la desaparición de sus vecindades. Nue vamente, el hecho más significativo lo 
constituían las ideas de la gente, no el aspecto externo de las barriadas.
Cultura
La localización del sentido de una sociedad en la mente de sus miembros no simplifica 
la tarea de los sociólogos, porque lo que ocurre en la mente de los individuos no se puede 
observar directamente. Eso sólo se puede deducir de su conducta externa, según la manera 
en que un indi viduo actúa con respecto a:
1. Los objetos (qué significan para él), y
4 La novela Lord of the Flies, de William Golding (Londres: Faber, 1954), es una confirmación de esto. Un grupo de mucha chos 
ingleses que naufragan en una isla, establecen en ella exac tamente el tipo de sociedad primitiva y violenta que era posible 
esperar de hombres jóvenes escasamente sociabilizados. El marino inglés que los rescata, dice: “¡Qué mal ejemplo para los 
mucha chos ingleses!”. Como se trata de un adulto, plenamente socia lizado, tiene una idea muy distinta de lo que constituye 
una “buena sociedad”.
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2. Las demás personas (naturaleza de sus interaccio nes).
La conducta externa que se observa con mayor frecuen cia es la verbal; es decir: lo que 
una persona dice que piensa, cree, necesita y le desagrada, o lo que habla de otra persona. 
Un ejemplo de este tipo de análisis aparece en la página 72, en la descripción de lo que 
ocurre en la mente de un niño pequeño durante el proceso de su sociali zación.
Pero los sociólogos también quieren descubrir qué es lo que ocurre en la mente de todas 
las personas que compo nen un grupo. Les preocupan el sentido y los valores com partidos 
por los miembros del grupo. Esto se puede expre sar de la siguiente manera: una cultura 
consiste en los significados y en los valores compartidos, comunes a los miembros de cual-
quier grupo. La cultura se adquiere a través de la interacción y la comunicación existentes 
en tre los miembros de un grupo.
Un significado se parece a una definiciónde diccio nario y dice a la gente cómo hay que 
actuar hacia un objeto. La significación corriente de la palabra “silla” es “algo para sen-
tarse”, aunque esté claro que una silla pue de tener varios significados. También puede ser 
“la anti gualla heredada de mi abuela”, “algo que puedo patear cuando estoy furioso” o, 
para un muchacho que juega, “la máquina de mi tren”. Los significados varían de un grupo 
a otro. A quienes viven en los suburbios, un automóvil les puede parecer el transporte más 
adecuado; pero para los quinceañeros es un instrumento que proporciona indepen dencia 
y prestigio. En Estados Unidos, la bicicleta es un medio de distracción, sobre todo para la 
gente joven. En cambio, en un país poco desarrollado puede significar ri queza y poder para 
su poseedor. En algunos países de Eu ropa, la bicicleta es un medio de transporte. La bici-
cleta, el artefacto, no cambia; lo que varía de un sitio a otro es su significado.
Un valor es cualquier actitud que lleve incorporada una emoción positiva o negativa. El 
hecho de que alguien no se conforme con ciertos valores, generalmente aceptados por un 
grupo, no siempre produce una excitación excesiva. Aunque las mujeres acostumbren lle-
var el sombrero puesto durante el servicio en una iglesia protestante, y la mayoría lo haga 
así, si aparece en la iglesia una mujer sin sombrero, aunque por otra parte vaya vestida con 
toda propie dad, podrá dar lugar a pequeños comentarios. Hay valores que se defienden con 
energía y que, si son violados, el que lo haga se verá convertido en objeto de habladurías, 
será desterrado o se le despojará de toda estimación pública. La estimación pública se 
otorga a los individuos con el fin de alentar la conducta deseable. Una escuela conce derá 
de cuando en cuando premios de escolaridad, igual que los concede en atletismo, como un 
intento de aumentar la estimación pública que se otorga a los estudiantes más brillantes. 
Esta treta no siempre resulta bien, pero indica que la mayoría de la gente está consciente 
de la función social que cumple la pública estimación.
El grupo entiende que algunos valores son esenciales para su bienestar. Se les llama cos-
tumbres, y en la sociedad moderna no suelen ser muchos. Hoy, en Estados Unidos, nuestras 
costumbres prohíben cosas como el incesto, el ca nibalismo y la traición. En su mayor parte, 
las personas no transgreden las costumbres; pero si lo hacen, la desapro bación del grupo es 
inmediata, espontánea y violenta. Teó ricamente, los valores de cualquier grupo se pueden 
disponer a lo largo de una línea, en la que a un extremo se colocan los más débiles, y en 
el otro, las costumbres.
Cuando en un país se forman demasiados grupos y cada uno de ellos tiene su propio 
cuadro de significados y valores (como ocurre en Estados Unidos), resulta inevita ble el 
cambio social. Los individuos pertenecen a demasia dos grupos y, por lo tanto, aceptan y 
mantienen simultá neamente valores, distintos y, en algunos casos, antagónicos, que deben 
reconciliar de algún modo. Los valores de los grandes grupos sociales encuentran su expre-
sión a través de sus dirigentes y otros portavoces, y son conocidos y dis cutidos mediante 
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el mecanismo del público. Por eso, las sociedades pluralistas contienen en su seno un tipo 
peculiar de cambio social. Un grupo sólo puede mantener inalte rable su cultura gracias al 
aislamiento.
La creencia de los sureños blancos en la segregación de los blancos y los negros, es un 
valor fuertemente imbuido, que está pasando por un proceso de cambio. Gran número 
de sureños blancos han servido en unidades del Ejército racialmente integradas. Se han 
trasladado al norte a tra bajar o estudiar. Allí se han visto expuestos a un cuadro de valores 
distintos acerca de las capacidades de los negros y de su lugar en la sociedad. La industria-
lización del sur ha obligado a muchos norteños a vivir en él, y han llevado sus ideas hasta 
el sur. La televisión, la radio y las revistas de gran circulación han presentado nuevas ideas 
a los su reños. Como resultado del quebrantamiento del aislamiento del sur, los viejos sis-
temas de valores del sur están desapareciendo con toda rapidez. El lector debe tener en 
cuenta que este estudio del cambio de los valores contesta a algu nas cuestiones acerca del 
consenso, que habíamos planteado en el Capítulo II, página 29.
La cultura no es una colección multiforme de signifi cados y valores. Los significados y los 
valores se apiñan juntos y se llaman papeles. Antes, al analizar el concepto de papel, lo es-
tuvimos observando desde el punto de vista de un individuo. Con esa perspectiva, el papel 
aparecía como un patrón de conducta dirigida, que adquiría la forma de la expectativa de 
una persona respecto de otra y que se aceptaba como guía de conducta.
Visto con otra perspectiva, un grupo puede ser pensado como un complejo de papeles. 
La familia, por ejemplo, puede resultar de la combinación de los papeles de padre, madre, 
esposa, marido, pariente, hijo, hija, niño, hermano y hermana. A estos papeles podemos 
añadir otros, como marido subordinado, mujer de carrera, esposa regañona, marido galan-
te, hija amorosa y miles más que podamos imaginar.
En el seno de cada grupo, sus miembros valoran en forma diferente los papeles del gru-
po. El dirigente está mucho mejor visto que un miembro cualquiera y los miem bros deben 
poseer ciertas cualidades para poder convertirse en dirigentes. Las madres tienen distinto 
valor que los pa dres, los hermanos y las hermanas. Cada papel completa los demás pape-
les, de modo que la totalidad de los papeles de cualquier grupo forman por consiguiente 
un conjunto funcional.5 Una escuela comprende tanto a los que apren den como a quienes 
enseñan, tanto a los que inspeccionan y dirigen como a quienes cuidan de la salud de los 
estu diantes o tienen la obligación de mantener limpio el edificio. Cada individuo que, den-
tro del grupo, cumple con estos papeles, tiene cierta posición (“status”), en relación con 
los demás miembros del grupo. Por eso, a cada papel le corresponde un “status” y algunos 
sociólogos hablan del papel - status en lugar de decir simplemente papel.
Si se observa con perspectiva de grupo, el conflicto en tre papeles adquiere nuevas di-
mensiones. Algunos conflic tos de papeles se resuelven gracias a la aparición de un nuevo 
papel que resume los elementos de los viejos papeles en conflicto. Cuando esto afecta a 
un papel social impor tante, puede cambiar la estructura del grupo. El cambio en los pape-
les de la mujer incide en la estructura básica de la familia y altera permanentemente las 
relaciones entre los miembros de la familia. La alteración de las relaciones entre personas 
toma el título de cambio de papel.
Los sociólogos pueden utilizar otros conceptos, además del de papel, para analizar la 
cultura. Compendian la no ción de sistemas de significados y de valores, y los denomi nan 
ideologías. Todas las frases utilizadas para justificar la democracia norteamericana y la 
conducta que se espera que lleven o dejen de hacer los norteamericanos como ciu dadanos, 
constituye la ideología democrática. Los grupos tienen símbolos que representan los sig-
5 Recuérdese que estamos hablando de patrones de conducta y no de individuos. Si una familia carece de madre, el padre o 
un hermano mayor, e incluso alguien de fuera, puede jugar ese pape! o llegar a compartirlo. Si en el grupo no hay nadie fue 
tenga un papel sobresaliente, se dice que. por lo menos en algún sentido, está desorganizado.
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nificados y los va lores de una ideología, de igual modo que la bandera norte americana 
representa a la democracia de ese país. Una parte de la ideología consiste en mitos, los 
cuales ilustran y explican esa ideología. El mito de que “cualquiera puede ser presidente”, 
es una simple manera de decir que vivimos en una sociedad libre, sin rígidas delimitacio-
nes de clase. Se aprende una ideología de igualmodo que se aprende un papel, gracias a 
la “interiorización” de las expectativas que el grupo dirige sobre una persona. Cuando los 
niños reci tan el “Pledge of Allegiance” en una clase, están celebrando un ritual, ante el 
símbolo de la ideología de la democracia norteamericana. Esta es una de las maneras como 
se logra aprender la ideología. Cuando un niño que pertenece a los Testigos de Jehová deja 
de recitar el “Pledge”, vive el con flicto entre papeles y se ve metido de lleno en un con-
flicto ideológico.

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