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2 King Tyrant-1 - Sandra Flores

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Sinopsis 
 
Recuerdo. Todo. 
Sólo que ahora deseo no hacerlo. 
Cuando la neblina es succionada de mi mente como humo a través del vacío, 
la verdad que ha estado más allá de mi alcance por meses, por fin se revela 
por sí sola. 
Pero el alivio que pensé que sentiría nunca llega, y tengo más miedo ahora 
del que tenía la mañana en que desperté esposada a la cama de King. 
Porque con la verdad vienen oscuros secretos que nunca quise saber. 
Pondría las vidas de aquellos a los que más amo en riesgo si dejo saber que 
mi memoria ha regresado, o si buscara la ayuda del delincuente sumamente 
tatuado que me posee en cuerpo y alma. 
No sé si soy lo suficientemente fuerte como para resistir la atracción 
magnética hacia King que crece más fuerte cada día. 
Él ya me ha salvado en más de un sólo sentido. Ahora es mi turno de hacer lo 
que sea necesario para salvarlo. 
Aunque eso signifique casarme con alguien más. 
 
 
 
 
Prólogo 
King 
El tiempo promedio transcurrido entre encarcelamientos para un criminal 
de carrera es de seis meses. 
Yo sólo llevaba fuera tres. 
Esperaba encontrar a Max dentro del auto. En cambio, metal frío tintinó 
alrededor de mis muñecas y ese cerdo imbécil tuvo el descaro de reírse 
cuando apretó las esposas hasta el punto del dolor. 
Sin embargo, no me estremecí, no iba a darle la satisfacción. Presionó 
bruscamente hacia abajo mi cabeza y me aventó con fuerza en la parte 
trasera de la vieja patrulla de policía. Caí de lado, mi mejilla se estampó 
contra el pegajoso asiento. Olía como a vómito y malas decisiones. Mis 
manos hormigueaban por la pérdida de flujo sanguíneo. 
El hijo de puta tenía suerte y yo estaba esposado. 
Tres años. Ellos ya me habían tenido por tres putos años, e iban a tenerme 
por mucho más tiempo. 
El secuestro no era exactamente recompensado con un ligero apretón en las 
muñecas, especialmente para alguien cuyo registro era tan largo como el 
mío. Prometí que nunca más regresaría, pero el mantener mis promesas es 
algo en lo que nunca he sido muy bueno. 
Me importaba toda una mierda. El sistema podría tenerme. Les pertenecía a 
ellos, pero ellos jodidamente no me poseían. Ellos NUNCA podrían 
poseerme. 
 
 
Ella me poseía. 
El corazón y la puta alma negra. 
Caminaría hacía la puta fila de la comida con la expresión de come mierda 
en mi cara vistiendo mi áspero traje anaranjado cada puto día. Jugaría 
cartas con el peor de los peores y haría las paces con los guardias que están 
dispuestos a darme un descanso. En la noche cuando esté solo en mi celda 
sin ventanas y con mi pene en la mano, recordaré como era tenerla en mi 
cama; como sus inocentes anchos ojos me miraban mientras me movía 
dentro de ella. La manera en que ella arqueaba su espalda hacia mí 
mientras la hacía venirse una y otra vez. 
Me decía a mí mismo que no tenía nada que ofrecerle, pero eso no era cierto. 
Tenía amor. 
Cachorro. Doe. Ray. Como carajos se llame. La amaba más allá de lo normal, 
o lo racional, o de la cordura, y yo con mucho gusto me podriría en la puta 
cárcel con una sonrisa en la cara si supiera que mis chicas van a estar bien. 
Pero no sabía eso. No podría saberlo. 
Debí haber sabido que ese hijo de puta iba a joderme. 
– El conocido Brantley King. – dijo el cerdo con una sonrisa mientras se 
sentaba en el asiento de enfrente. El plástico tipo cuero del asiento chirrió 
contra su cinturón mientras cerraba la puerta y encendía el motor. – Podrías 
decir que has aprendido la lección hasta ahora, muchacho. 
Se rió y sacudió su cabeza. Estaba claro que el tipo estaba teniendo cierto 
placer enfermo por ser el que me puso las esposas. 
 
 
– King. – Lo corregí, desafiándolo. Nadie me llamaba Brantley, sólo ella. 
– ¿Disculpa? – preguntó, levantando una ceja a través del espejo retrovisor. 
Me senté derecho encontrando su mirada con la mía, como si estuviera 
mirando directamente a través de su maldita asquerosa alma. – Me llaman 
King, hijo de puta. 
La ira dentro de mí creció en proporciones épicas. Eso cuando me di cuenta 
de que el detective no dio vuelta hacia la carretera, sino que se dirigió 
derecho por el camino hacia el bosque. 
Este tipo no era un puto policía. Vi su arma, la había dejado encima del 
tablero. Era un juez, no del tipo de policía estándar. Este tipo no me estaba 
llevando a la cárcel. 
Me estaba llevando a la tierra. 
No había tiempo que perder. 
Mis chicas me necesitaban. 
Más que eso. Yo las necesitaba. 
El idiota me había esposado por delante. Eso tenía que haber sido mi primer 
indicador de que algo no iba. Un verdadero policía no habría hecho eso a 
menos que llevara a un criminal no violento. 
El cual yo no era. 
Usando la cadena que unía las esposas, atrapé el cuello del falso detective 
contra el respaldo y tiré hacia atrás con todas mis fuerzas hasta que sentí 
que mis bíceps iban a explotar. 
 
 
Sus manos soltaron el volante y se agitaron en un intento por sujetar mi 
cabeza, pero lo esquivé agachándome detrás del asiento. 
El auto se desvió del camino y rebotó de lado a lado cuando pasó por encima 
de un montón de raíces grandes. 
La presión se acumuló detrás de mis ojos mientras tiraba de las esposas 
hacia atrás, apretando cada vez más fuerte. No liberé mi agarre hasta que el 
auto chocó en una parada y cada pulgada de vida había sido drenada de su 
cuerpo. 
El falso policía tenía razón. Nunca sería nada más el conocido Brantley 
King. 
Eso estaba bien conmigo porque el senador tenía una lección que aprender. 
Tú no tomas algo que es mío sin esperar dolor con sangre, sudor o llanto. 
Él se llevó a mi chica. Él quiso llevarse mi vida. 
Su pago iba a ser con sangre. 
 
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Capítulo 1 
King 
La venganza es dulce. 
Eso es lo que dicen de todos modos. No fue hasta que salí de los escombros 
sacando pedazos de vidrio de mi piel, que me di cuenta de cuan cierto es ese 
dicho. 
Podía prácticamente saborear la venganza en mi lengua. Estaba salivando 
de anticipación ante el momento en que sería capaz de desenrollar un 
cinturón de mi brazo y envolverlo alrededor del puto cuello del senador por 
haberla cagado. 
Habían pasado sólo unos cuantos minutos desde que maté a un hombre. 
Pero había pasado mucho tiempo desde que me habían quitado el placer de 
ello. 
Adrenalina como nunca antes la había sentido, en una cantidad suficiente 
como para despertar a un cadáver corría por mis venas. 
Estaba en lo alto de ella. 
Me alimentaba de ella. 
Era como si empujara mi nariz dentro de un tazón de coca e inhalara una y 
otra vez hasta sentirme como si fuera invencible. 
Un puto Dios. 
 
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Y hasta que no arreglara el puto desastre que había hecho, no planeaba 
detenerme. Sentí lastima por cada hijo de puta que tuvo los huevos 
suficientemente grandes como para meterse en mi puto camino. 
Ese fue el momento en el que lo había oído por primera vez. 
Él. 
Preppy. 
Era tiempo de enseñarles a esos lambe-pitos que habían jodido con el chico 
equivocado del puto remolque equivocado. La voz de Preppy era tan clara en 
mi cabeza como si él estuviera a un lado mí. 
Iba jodidamente a enloquecer. 
Para el momento en que me arrastré fuera del bosque y hacía mi camino 
hacia la casa, Bear estaba apenas bajando de su moto. Cuando me vio arrojó 
su cigarro al suelo. Él caminaba directamente hacia mí con fuertes, enojados 
pasos. Su frente arrugada con líneas y los puños apretados. El seco pasto 
crujió bajo sus pesados pasos. – Escucha, hijo de puta, no quería llegar a los 
golpes, pero la puta manera en que manejaste esa mierda no estuvo 
jodidamente bien. Ella se merece más que eso, más que esto, más que ser 
engaña… – Bear se detuvo cuando vio la mugre y la sangre que me cubría. – 
¿Qué coño te pasó? 
Pasé de largo junto a él, ignorando su pregunta, corriendo directo a la casa, 
tomando tres escalones a la vez. Abrí la puerta de la entrada tanfuerte que 
los tornillos de las bisagras salieron disparados hacia el suelo. – ¡Cachorro! – 
Llamé. Una pequeña parte de mí sostenía la esperanza de que de alguna 
forma ella hubiera encontrado la manera de quedarse. Pero al segundo que 
 
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entré a la casa no tuve que buscar en cada habitación para saber que ella se 
había ido. Sentí el vacío. – ¡Carajo! – rugí, recogiendo una de las sillas de la 
cocina. La arrojé a través del cuarto, donde saltó sobre la mesa de café de 
cristal, rompiéndola en el centro, perforando un agujero del tamaño de una 
pelota de basquetbol en los paneles de yeso fino, mientras llegaba 
estrellándose para detenerse. 
Bear me siguió dentro de la casa. – ¿Vas a decirme qué te sucedió o vas a 
tirar la puta casa un poco más? – pasé de él en mi camino hacia el garaje. 
Necesitaba mi moto y algunas provisiones. 
El tipo de provisión que requiere balas. 
– Nada que una bolsa de mierda no pueda arreglar. 
Una de las esposas aún estaba cerrada, la otra estaba abierta colgando de mi 
muñeca, la cadena manchada con la sangre del falso policía. Tan pronto 
como ese cabrón murió y el carro chocó contra un árbol, me empujé hacia el 
asiento delantero. Gracias jodido dios las llaves de las esposas estaban aún 
en el bolsillo del cabrón. – Puedo verlo. – Dijo Bear. – ¿Dónde carajos está 
Doe? – Había un tono de protección en su voz, el cual me rozó del puto lado 
equivocado, pero me ocuparía de eso más tarde. 
Después de recuperar a mi chica. 
– El buen senador me jodió. No estaba Max. Y la última vez que vi a 
Cachorro ella estaba pateando y gritando mientras me llevaba un tipo 
arrastrándome afuera. – La imagen de ella luchando del agarre del 
senador, me hizo ver rojo. – Haz unas cuantas llamadas. – dije. – 
Averigua a donde se la pudo haber llevado. 
 
 
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– Coño. – Dijo Bear, en lugar de sacar su celular él se acuclilla y coloca sus 
manos en sus rodillas. 
– ¿Ahora qué mierda? 
Bear apretó el puente de su nariz. – Había una razón por la que regresé otra 
vez aquí, hombre. Además de patear tu culo por haberla cagado con Doe. 
Pienso que, en lugar de resolver tus problemas con un montón de balas, 
deberías saber que probablemente no fue el senador quien trataba de 
enviarte bajo tierra. – dijo, parándose y recargándose sobre la pared 
encendiendo un cigarro. 
– ¿Qué carajo se supone que significa eso? Él fue el único que tenía al tipo 
para arrestarme, claro que fue él. 
Bear negó con su cabeza. – Él es un problema, pero él no es nuestro único 
problema. Rage llamó no hace menos de veinte minutos y como tú sabes ese 
puto tiene ojos y oídos en todas partes. La cosa es que la mierda que fue con 
Isaac no ha terminado. Ni de jodidamente lejos. – Pasó su mano a través de 
su cabello y la ceniza de su cigarrillo cayó en la alfombra. 
– Yo mismo hice explotar la cabeza de ese cabrón. Luce más que terminado 
para mí. – alegué. 
– No, Isaac no. Él comida para gusanos. Es alguien que está jodidamente 
enojado porque Isaac ya no será capaz de vender su mierda en Florida 
porque está muerto. Es alguien que no tiene miedo de matar a una 
familia entera con tal de dar con la gente que se metió con él. 
Me tensé, sabiendo exactamente de quien está hablando. – Eli. 
– Sí, hombre. – Afirmó Bear. – Y si yo fuera un hombre de apuestas, 
pondría mi dinero en Eli queriendo eliminarte. 
 
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Eli Mitchell era quien Isaac tenía filtrando el dinero de su droga. Bueno, lo 
hizo hasta que yo, Preppy y Bear terminamos con él y toda su banda. Con 
sus gruesas gafas negras y su baja estatura, nunca nadie pensaría que el 
tipo sería capaz de la mitad de la mierda que hace diariamente. 
Cuando tú quieres espantar a un conejo fuera de su madriguera arrojas una 
bomba de humo. La versión de Eli de una bomba de humo era matar a 
cualquiera que alguna vez hayas amado hasta mostrarte a ti mismo y así 
podría finalmente matarte también. 
– Mi fuente dice que Eli está todavía en Miami, pero va hacer un movimiento, 
y pronto. El MC está cerrado, temeroso de un contraataque. Papá está 
enojado como el puto infierno. 
– Primero Isaac y ahora el puto Eli. – dije. – No puedo tener ni un puto 
descanso. A veces siento que estaría mejor si estuviera encerrado. 
– Te entiendo, hombre. Lo mismo conmigo. Esto ya no es sólo una mierda de 
motociclistas. Esto es mierda de carteles. Más grande, más peligroso, más 
letal. – dijo Bear. – Y no puedo asegurar a Grace. Sé que ella es más una 
madre para ti de lo que tu drogadicta madre lo fue. Pero el culo de papá es 
últimamente toda clase de grietas. Él no quiere a nadie del MC trayendo 
civiles al club, especialmente mientras está asegurado, pero necesitamos 
encontrar un lugar seguro para ella por un tiempo. – Bear me miró y 
mientras él habló me di cuenta de lo que estaba tratando de decirme. – Yo no 
tengo a nadie lo suficientemente cercano como para que lo maten que no esté 
dentro del MC, pero seguro como la mierda que tú sí. 
Cachorro. 
– ¡Coño! – grité, dándome cuenta que no podría traerla a casa. Giré y golpeé 
la pared formando una clara grieta a través del panel de cemento por 
 
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fuera de la casa. El dolor golpeó desde los huesos de mi brazo siguiendo el 
camino hasta mi hombro, pero el dolor es una mejor sensación que sólo la 
sensación de quedarse bajo ella. La sensación del fracaso. – La muerte de 
Prep es mi culpa. Nunca debí haberlo dejado empezar la mierda de las 
‘Casas de cultivo de la abuelita’ – Debí haber… – pasé una mano por 
encima de mi cabello. Había demasiado en la lista. Felicidad, tristeza y 
arrepentimiento llenando cada centímetro de espacio en la casa durante 
los últimos meses de mi vida. Había demasiado por lo que volvería para 
cambiarlo. Pensé que lo único que estaba perdiendo era a Max. Pero 
ahora era Max, Cachorro… Preppy. 
Y no importa lo que hice antes, o a quien maté. Preppy nunca iba a volver. 
– ¿Cuál es el plan, hombre? – preguntó Bear. 
– Vamos a llegar a él antes de que él llegue a nosotros… esta noche. – le digo, 
tronando mis nudillos. Los tiempos de cagadas fiestas terminó. Tenía más 
gente a la que matar. 
– Un movimiento de muchos huevos, hombre. 
– Tal vez, pero tengo que encontrar donde está Cachorro primero. Puede que 
no sea capaz de sacarla de aquí, pero tengo que llegar a ella. Decirle lo que 
está pasando. 
Bear asintió. – Puedo averiguar en donde está. Hacerle llegar un mensaje. – 
Ofreció. 
Negué con mi cabeza. – No, el mensaje necesita ser entregado 
personalmente. Es la única manera en la que ella escuchará. 
– Puedo entender eso, porque si yo fuera ella, querría arrancarte tus putas 
bolas ahora mismo. – dijo Bear. Lo fulminé con la mirada en recordatorio 
 
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de que está llegando al límite de la poca paciencia que me queda. – 
Averiguaré donde está. – masculló, sacando su celular del bolsillo. Apagó 
su cigarrillo en el cenicero del alféizar de la ventana y encendió otro. – 
Toda esta mierda es de demasiados huevos, hombre. ¿Acaso tienes una 
herida en la cabeza o algo? 
Di un paso fuera de la cubierta y me incliné en la barandilla, respirando el 
aire de la salada noche. – Sí, de hecho, la tengo. Sufro de la misma condición 
que Cachorro tiene. 
– ¿Y cuál es esa? – preguntó Bear, siguiéndome afuera e inclinándose de 
lado contra la barandilla. 
– Ambos olvidamos quien carajos éramos. 
Bear marcó unos cuantos números. Podía oír el teléfono sonando a través de 
la bocina mientras él la colocaba en su oreja. – ¿Ya recuerdas ahora? 
– Sí, estoy recordando ahora. 
– ¿Y quién exactamente eres? – preguntó Bear. 
– Soy jodidamente el tipo malo. 
 
 
 
 
 
 
 
 
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Capítulo 2 
Doe 
Conmoción. 
La boca abierta. No encuentro las palabras. Abrumador. Aturdidor. 
Pero conmoción era la palabra que mejor describía lo que sentía estando 
dentro del auto. 
Tenía un millón de preguntas, pero no podía encontrar mi voz para 
preguntar ninguna de ellas.Y desde luego no me atreví a hacerme la linda con los dos hombres que 
estaban a mi lado llamándose a sí mismos mi familia. Eran sólo extraños 
que, cuando yo no iría de buena gana con ellos, sacaron un arma grande. 
Un pequeñito con rubios chinos y con helados ojos azules que eran iguales a 
los míos. 
Un pequeñito que me había llamado mami. 
Mi vida desde que desperté sin memoria había sido un puto desastre de 
increíbles eventos juntos atados en un monstruoso nudo. 
Cada vez fui lo suficientemente estúpida para pensar que podría desatar el 
nudo, se volvía cada vez más apretado, hasta que se consumió cada gota de 
espacio alrededor mío, envolviéndose alrededor de cualquier posibilidad de 
alguna cosa buena que resultara de estar viva. 
Estrangulando hasta la muerte. 
 
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Fue una cobardía de parte de ellos traer al niño. Fue sólo gracias a él que me 
senté en abrumador silencio, incapaz de preguntar mis usuales millones de 
preguntas. Demasiado asustada de espantarlo o decir algo malo que lo 
traumatizara de por vida. 
El silencio en esa limosina era ensordecedor. Tan tranquilo que estoy segura 
que, si escuchabas suficientemente cerca, podías de hecho escuchar el sonido 
de mi conmoción. El sonido de los neumáticos girando sobre el asfalto 
mientras acelerábamos sobre la carretera era un respiro más que 
bienvenido. 
El hombre que decía ser mi padre se sentó en el asiento delantero del 
copiloto. Todo acerca de él era estirado y duro como una piedra. Su traje no 
tenía ni una sola arruga o una mancha de sudor, y a pesar del calor y de la 
humedad él mantuvo su saco puesto. Estaba comenzando a pensar que ese 
traje era su propia identidad viviendo y respirando. Era malditamente muy 
perfecto. No me habría sorprendido si hubiera un pequeño extraterrestre 
viviendo en sus mangas controlando el vivo traje del senador. 
Un celular vibró en el asiento delantero. – PRICE. – El senador ladró. 
Después de unos segundos de murmurar hacia el celular. Se alzó y presionó 
un botón, subiendo la ventanilla negra, separando la parte delantera con los 
asientos traseros. 
Me senté en la parte trasera del lado en una gradilla, a la pequeña longitud 
de un niño de distancia del chico quien se había presentado a sí mismo como 
Tanner. 
¿Mi novio? 
No, SU novio. 
 
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– Sabes… – Tanner dijo susurrándome, una maliciosa mirada en sus ojos 
castaños. – Él es la mera razón de que dejaran de decir la cosa que dices 
cuando contestas un teléfono, ¨un saludo¨ – forcé una sonrisa y Tanner se 
volvió para mirar hacia la ventana. 
Durante toda la hora del trayecto cuando sabía que él no estaba mirando, 
miraba el perfil de Tanner, permití que mi roto cerebro buscara su tarjeta 
perdida, esperando encontrarla puesta en Tanner y que dijera cuales eran 
mis sentimientos hacia él. 
Tanner era guapo con esa cara fresca de comercial de pasta dental. Pero todo 
en lo que me mantenía pensando cuando lo miré es que parecía… agradable. 
Y a pesar de que tenía la misma edad que yo, era todavía un niño. 
Palabra que nunca podría usar para describirlo a… él. 
No podía tenerme a mí misma pensando en él todavía. No quería. Era mucho 
que procesar. La traición de King, su arresto. No podía procesarlo. Pero 
cuando volvía a mirar a Tanner otra vez, no podía hacer más que comparar. 
Donde Tanner era piel limpia, brillante, alto y esbelto como si su cuerpo se 
hubiera formado a partir de dar vueltas de nado en una piscina. King era 
bronceado y tatuado con una constante tormenta en sus ojos. Su musculoso 
cuerpo parecía haberse formado como si hubiera luchado con el mismo 
diablo. 
Cuando no estaba mirando a Tanner, sabía que él estaba viéndome porque 
podía sentir su mirada quemando un agujero en mi mejilla. Pero cada vez 
que giraba mi cabeza para verlo, él desviaba la mirada y fingía estar 
interesado en algo a través de la ventana. 
Y luego estaba el pequeñito. 
 
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El hecho de que yo pudiera ser madre era completamente ridículo. 
Mejor dicho, inverosímil. 
Pero por extraño que fuera, él era lo único en ese carro de lo que me sentía 
segura. 
Mi padre, mi novio, mi hijo. La limosina estaba ocupada por mi supuesta 
familia, y aún, con excepción del pequeño, cada fibra de mi ser estaba 
diciéndome que mi familia estaba quedando lejos y más lejos con cada 
kilómetro que avanzábamos. 
KING. 
Quizás todo fue una mentira. Cada parte de ello. King había dicho que me 
amaba. Tal vez eso también fue una mentira. No pude saber en qué más 
podría creer. 
No sólo estés. Vive. Él me había dicho. 
Así que viví. 
Y amé. 
La ira que había sentido hacia King por haberme mentido había 
temporalmente desaparecido en el segundo en que vi la mirada de decepción 
cruzar en su rostro cuando se dio cuenta que Max no estaba en el auto. 
Y luego cuando el detective lo esposó, estaba ciega de rabia. 
Quería luchar por él. Quería ser la que lo ayudara a recuperar a su hija. 
Quería darle todo lo que estuviera en mis manos, pero todo lo que pude 
hacer fue mirar la horrible escena que se había desplegado en frente de mí, 
paralizada en los brazos del senador mientras arrastraban lejos a King. Mi 
 
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interior se sintió como si lo estuvieran exprimiendo hasta la muerte 
mientras King era metido al auto del detective arrastrado de regreso a una 
celda sin ventanas en algún lugar. 
Lo había dicho en serio cuando le dije al senador que él me había salvado. Y 
no me refería a las ocasiones en que él me había salvado de Ed o de Isaac. 
Me había referido a cuando él me salvó de mí misma. 
Nunca esperé enamorarme de King. Mi captor. Mi tormento. Mi amor. Mi 
amigo. Mi mundo. 
Pero lo hice. 
El niño en mi regazo se agitó y sus pequeñas respiraciones calentaban mi 
piel a través de mi playera donde su nariz presionaba fuertemente contra mi 
estómago. 
Tenía preguntas. Tantas preguntas que mi cabeza zumbaba peor que cuando 
Nikki me había disparado. Quería gritárselas tan rápido como una 
ametralladora, pero no quería asustar al pequeño de mejillas regordetas, 
cuyas pestañas tocaban sus mejillas mientras dormía. Pasé mis dedos a 
través de su suave y rizado cabello y él suspiró de agradable sueño. 
– No puedo creer que seas tú, Ray. Pensé que nunca más volvería a verte y 
aquí estás sentada junto a mí. ¿Aún no me recuerdas? ¿A él? ¿Algo? – 
Tanner preguntó tentativamente. Mis ojos se precipitaron a encontrar la 
única cosa que recordaba de mi vida pasada; los hermosos ojos castaños 
de mi sueño. 
Negué con mi cabeza. – Sólo tus ojos. Soñé con ellos. Una vez. – admití. 
 
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– ¿Así que soñaste conmigo, eh? – Tanner agitó sus cejas sugestivamente. 
Me dio un codazo en mi hombro y cambié de posición por el extraño 
contacto. – Lo siento. – dijo cuando me vio ponerme rígida. – La 
costumbre. 
– Está bien. – le ofrecí, aunque no estaba segura si realmente estaba bien. 
– Necesito preguntar acerca de él de todos modos. 
Tanner miró amorosamente al niño. – Pregunta. 
– Quiero decir, ¿qué edad tiene? Tú dijiste que tengo dieciocho. ¿Cuándo 
pasó esto? ¿Cómo? 
– ¿Cómo? – Tanner rió nerviosamente. – Bueno, Ray, cuando un hombre y 
una mujer se aman… – hace una pausa cuando vio que no estaba 
sonriendo. – Perdón. Estaba acostumbrado a bromear contigo. Eres la 
única que entiende mis chistes, al menos lo hacías. – Tanner pasó una 
mano a través de sus rizos y suspiró. Tiró de la costura del asiento de 
cuero. 
El auto se detuvo delante de una gran casa de tres pisos con un estuco de un 
rosa brillante. Altas columnas torcidas se alineaban en el porche el cual 
estaba lleno de flamencos rosas de plástico y gnomos de jardín de distintos 
tamaños. El largo camino de la entrada fue cortada en líneas que imitaba 
ventiladores y que también estaba pintado de un rosa estridente. El césped 
estaba lleno de más flamencos de plástico. Fuentes de concreto, por lo menos 
treinta, todas de diferentes tamaños alrededor del patio. 
– Esla mía. – dijo Tanner, abriendo la puerta. Recogió al pequeño fuera de 
mi regazo y mi corazón se contrajo. 
– Espera, ¿a dónde vas? – pregunté, sintiendo pánico de repente. 
 
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– Él ha tenido un largo día. Él solía pasar la mayoría de las noches en tu 
casa, pero él ha estado conmigo desde que te fuiste. – dijo Tanner, y 
aunque no podía recordar a este pequeñito no podía evitar sentirme 
desilusionada de que él no venía conmigo. Tanner debió haber sentido mi 
desilusión, porque después agregó, – Pero te prometo que pasaré pronto. 
Ve y asiéntate, hablaremos más tarde. 
El senador bajó del asiento del copiloto. 
– ¡Espera! – llamé. Tanner se giró de nuevo. – ¿Cómo se llama? – apunté al 
pequeño que tenía una mejilla recargada contra el hombro de Tanner, y 
aunque había sido empujado afuera, se quedó profundamente dormido. 
Tanner sonrió. – Samuel. 
Mi corazón se cayó de mi pecho. 
Samuel. 
El nombre de Preppy era Samuel. 
– Pero nosotros lo llamamos Sammy. – dijo Tanner. 
– Tanner. – el senador dijo despectivamente. Él tomó asiento a un lado de mí. 
Al instante, el desprecio que había estado temporalmente guardando por el 
bien de Sammy estuvo de vuelta con venganza mientras nos poníamos de 
vuelta en marcha. Lancé mis preguntas. – ¿Por qué arrestaste a King? – 
pregunté incapaz de ocultar la amargura en mi voz. – Él me acogió. Me dio 
un lugar donde quedarme. Antes de él estuve viviendo en las calles, 
luchando por encontrar protección o comida. ¡Mi única amiga fue una 
prostituta sin hogar que pensó que yo era una tipa despreciable! 
 
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El senador ni siquiera se encogió al oír mi historia de dolor ni parecía verse 
afectado de ningún modo, para el caso. En su lugar él se ajustó un gemelo y 
tecleó en su teléfono. – Brantley King es un criminal, un estafador, un 
asesino. – declaró sin levantar la mirada. – Cualquier relación que parece 
que pensaste que ustedes dos tenían fue una farsa. Apenas una legal. 
Realmente estaba esperando que cuando él insinuó que ustedes dos 
habían… intimado, él sólo estuviera provocándome, pero ahora veo que él 
estaba innecesariamente diciendo la verdad. Ese hombre vino a mí con el 
único propósito de utilizarte como un peón para obtener lo que él quería. 
Nada más. Se aprovechó de ti, de una adolescente, y trató de estafarme. 
Ahora él está yendo a donde pertenece y teniendo lo que se merece, y esa es 
la última cosa que quiero oír acerca de esto, jovencita. 
– Él sólo quería a su hija de vuelta. – discutí, cruzando mis brazos sobre mi 
pecho. – él pudo haber pensado que había efectivamente terminado con la 
conversación, pero pura mierda que lo hizo. 
– No siempre obtenemos lo que queremos. – dijo el senador 
categóricamente. Sus palabras hicieron eco en mi mente como si lo 
hubiera escuchado decirlas antes. – Además, no sé qué clase de poder 
pensó que un senador puede tener. Lo más que pude haber hecho por él 
habría sido escribirle una carta de recomendación a la corte. Tal vez 
hacer una llamada al Juez Fletcher si es que él aún estaba en el tribunal. 
 
– ¿Entonces por qué aceptaste el trato? Llévame de regreso. – demandé. – 
Ni siquiera te conozco ¡llévame de regreso! – grité alcanzando la puerta, 
sin importarme si el auto estaba otra vez moviéndose a toda velocidad en 
la carretera. Empujé la manija y abrí la puerta lo suficiente para ver el 
 
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borroso camino de grava. El senador se acercó y cerró bruscamente la 
puerta, poniendo el seguro. 
 
– Ramie, no seas ridícula. No hay nada para ti que te haga volver. Y, 
además, ¿de verdad quieres abandonar a tu hijo? – preguntó, levantando 
sus cejas. 
Carajo. 
– Tanner dijo que tú les dijiste a las personas que yo estaba en París, así no 
te verías avergonzado por el hecho de que tuvieras una fugitiva por hija. 
¿No piensas que, en lugar de haber inventado mentiras, hubiera sido 
mejor que tu tiempo lo gastaras buscándome? – pregunté, con mis manos 
aún en la puerta. ¿Si tú fueras yo, te gustaría quedarte sabiendo eso? 
El senador suspiró. – Si te buscamos, Ramie. Pero no sabíamos el asunto de 
la memoria. Simplemente pensamos que como no te habíamos encontrado 
era porque no querías ser encontrada. Y deja de hacer todo esto sólo acerca 
de ti. No sólo fuiste tú quien se vio afectada, así que piensa eso antes de ir 
por ahí lanzando acusaciones a las personas. 
– King no me secuestró. Quiero que retires los cargos. No quiero que esté de 
vuelta en prisión. – declaré, cruzándome de brazos. 
El senador propuso, – te diré algo, ve con el especialista que he contactado. 
Haz un verdadero esfuerzo para asimilar estar de vuelta a tu vieja vida. 
Trata de recordar cosas antes de ir y tirar todo por la borda y ser la primera 
dama de Logan’s Beach. – dijo Logan’s Beach como si todo el lugar dejara un 
mal sabor en su boca. Abrí mi boca para alegar, pero el continuó. 
 
 24 
– Dale un mes. Un mes de verdadero esfuerzo dirigido a tu recuperación. Si 
después de ese tiempo aún quieres regresar, quitaré los cargos en contra 
de él y tendré a mi chofer llevándote de regreso a su casa con una carta 
de recomendación a la familia del juez de la corte, la cual él puede usar 
para la custodia de su hija. Ese es el trato. – enderezó su corbata. – Y el 
único que estoy ofreciendo. 
– No creo exactamente en tus acuerdos. Mira lo que le hiciste a King. – 
espeté. 
– Ramie, ¡él es un criminal! Él no tiene derecho a voto, por el amor de Dios. 
Él no es un ciudadano en lo que mí se refiere, y no hago tratos con 
criminales. Eres mi hija. – finalmente levantó la mirada de su teléfono. – 
Nunca te haría una promesa que no estuviera dispuesto a cumplir. 
No confío en él. Ni un poco. Él es un puto político después de todo. ¿Pero qué 
otra opción tengo? Él tenía razón, no había nada para mí por lo cual volver. 
Luego estaba esa persistente curiosidad, que no se había aminorado, 
recordándome que de verdad quería saber quién era yo realmente. Lo que mi 
vida había sido antes. – Está bien. – acepté. – Pero tengo más preguntas. A 
cerca de mí, de mi… – el celular del senador sonó otra vez, se saltó su saludo 
contestando el teléfono, poniendo eficientemente fin a nuestra conversación. 
No estoy segura de que clase de relación tuve con mi padre, pero estaba 
empezando a sentir que él no era del tipo que echa porras y ayuda con mi 
tarea de matemáticas. 
Después de unos pocos minutos de haber dejado a Tanner y a Sammy, el 
senador anunció. – Llegamos. – guardó su teléfono en el bolsillo de su saco. 
Magníficas palmeras, las cuales eran al menos treinta pies de alto alineadas 
 
 25 
ambas en cada lado de la calzada. Llegamos a una parada en forma de U 
justo en frente de porche abierto al estilo sureño con blancas barandillas. 
Estiré mi cabeza hacia la casa. – ¿Aquí vives? 
– No, aquí vivimos. – el senador me corrigió. – tú, tu madre, yo, Sammy, y 
la ama de llaves, Nadine. Y cuando no estoy aquí. Estoy en Tallahassee o 
en D.C. 
El senador se inclinó sobre mí y abrió la puerta. Hizo un gesto para que 
saliera del auto. Tuve que proteger mis ojos de los rayos del sol quemando a 
través de donde las hojas de las palmas se separaban. 
La casa no era tan grande u ostentosa como había imaginado que sería la 
casa de un político. Estaba un pequeño lado con revestimiento blanco 
inmaculado, acentuando las persianas azules. La mecedora en la entrada 
gritaba el encanto sureño. Una bandera de Estados Unidos ondeaba a lado 
de la puerta frontal. Campanas de viento colgaban de los arboles tintineando 
hipnotizadamente con cada toque de brisa. – Hogar, dulce hogar. – dijo el 
senador secamente. 
No. Pudo haber sido el lugar donde había vivido, pero se sentía como todo 
menos como mi hogar. 
Ni siquiera tenía zancos. 
– Nadine te mostrará tu cuarto. – dijo el senador. Asintiendo hacia la mujer 
de mediana edad con piel oliva y cabello castaño oscuro sujetado en un 
moño a la altura de su nuca, mientrasella salía de la casa. Vestía unos 
pantalones negros y una camisa polo de mangas cortas. – Nadine, aquí, 
ha sido informada acerca de tu situación. Ella puede responder cualquier 
 
 26 
pregunta que tengas. – el senador parecía satisfecho con sus 
instrucciones como si él hubiera presentado a un hombre a su jefe en su 
nuevo trabajo. – ¿No recuerdas para nada a Nadine, Ramie? 
– No, no recuerdo a nadie. – corté 
El senador rodó sus ojos. – Veo que tu actitud no se vio afectada junto con tu 
memoria. Nadine es… bueno, Nadine hace todo. Ella ha estado con nosotros 
desde que tú naciste. Hablaremos más, pronto. – Con una breve inclinación 
de cabeza el senador se metió de vuelta al auto. Bajó la ventanilla. – A pesar 
de lo que puedas estar pensando, es bueno tenerte en casa, Ramie. 
– ¿Te vas? – pregunté. – ¿Así, nada más? 
– Debería estar de vuelta dentro de unos días. Tengo reuniones. Tu mamá 
no está por aquí. Ella está en el spa… otra vez. Hablaremos pronto. – el 
auto arrancó. 
– Señor puta personalidad. – mascullé. Nadine soltó una carcajada 
poniendo después una mano en su boca. Aclaró su garganta 
– Bueno él está en lo cierto en una cosa. – dice ella, con un ligero acento 
sureño. – Esa actitud tuya no se ha ido a ninguna parte. 
Nadine nos guío por los escalones y abrió la puerta frontal, haciéndose a un 
lado para que pudiera pasar. – ¿Así que me conoces muy bien, debo creerlo? 
– Chica, te conozco desde que estabas en pañales. Te conozco muy bien. – 
dijo con una sonrisa que me hizo creerle. – Ahora, ven, vamos a 
conseguirte algo que comer y después dejaré que te acomodes en tu 
recámara. – seguí a Nadine como si fuera un patito perdido y lo odié. No 
me había sentido tan indefensa desde que había vivido en las calles y me 
había prometido a mí misma que nunca lo haría otra vez. Pero aquí 
 
 27 
estaba yo siguiendo a una extraña alrededor de una desconocida casa 
porque no tenía otra opción. 
No, me habían dejado sin opciones, me recordé a mí misma. Claro, podía 
pedir un taxi y salir corriendo de aquí, pero sólo había un lugar al que podría 
ir. 
Y estaba vacío 
Incluso si King no estuviera en camino a la cárcel, ¿él todavía me querría de 
vuelta después de haber estado completamente dispuesto a entregarme? 
¿Querría yo incluso estar allá después de todo? 
No estaba preparada todavía para pensar en ello. 
En el interior de la casa todo el piso era de madera. Las paredes de un gris 
claro. Era de muy buen gusto sin ser agobiante. Cómodo y moderno. 
Jodidamente lo odiaba. 
– Un poco simple para ser la casa de un político, ¿no? – cuestioné. 
Nadine cerró la puerta detrás de mí mientras me quedé en un pequeño 
vestíbulo el cual se extendía como un pasillo tomando mis pensamientos. – 
Es un político en asenso – explicó. – Él no viene de tener dinero como la 
mayoría de los hombres de buen caché de este estado. Él lo hizo de sus 
prometedoras campañas, no de su cuenta bancaria. – Nadine me informó. – 
Y es raro en estos días. 
– Te escuchas como si él te gustara – pregunté en sorpresa. 
Ella negó la cabeza. – No es el hecho de que él me guste o no me guste. Tiene 
sus faltas. Como todos. Pero ese hombre merece el honor de quien honor 
 
 28 
merece. – se detuvo en frente de mí otra vez liderando el camino. – 
Ciertamente su labor como padre deja mucho que desear, pero cuando se 
trata de política, no hay nadie que pueda decir que este hombre ha logrado 
cosas extraordinarias. 
Llegamos a detenernos en el centro de la casa, la cocina, el comedor y la sala 
todos juntos en un mismo espacio, la cocina colocada en una esquina. Los 
gabinetes eran todos de color hueso. Las encimeras de un negro brillante. – 
Siéntate. – Nadine indicó con la cabeza hacia uno de los taburetes con 
respaldo alto debajo de la barra. Pero me quedé de pie ahí mismo. El darme 
cuenta de lo que realmente estaba sucediendo finalmente comenzaba a 
resonar. Siempre me había preguntado cómo lucía la casa en la que había 
crecido, y finalmente estaba allí. Sin embargo, no sentí ninguna alegría como 
había imaginado que sentiría. 
Todavía estaba conmocionada. Enojada. Amargada. Confundida como el 
infierno. 
Pero, ¿eufórica? 
Nop. 
Nadine sacó ingredientes de diferentes gabinetes, girándose hacia la estufa. 
– Siéntate, mujer. Voy a prepararte algo. Puedes preguntarme todo lo que 
quieras. Ya sé cómo eres con las preguntas. – sonrió y se limpió la mano en 
el delantal que había atado alrededor de su cintura. 
– Bueno, creo que eso no ha cambiado. – dije, finalmente tomando asiento. 
– Me han dicho a lo largo de estos últimos meses que hago demasiadas 
preguntas. – Nadine quebró un huevo dentro de un tazón. 
– Pero has cambiado. Puedo verlo. 
 
 29 
– Y eso es algo malo, supongo – suspiré. 
– No. – se acercó a mí, descansando sus codos del otro lado de la barra. – De 
hecho, creo que me gusta. 
– ¿Qué tan diferente soy de todos modos? – pregunté 
Nadine frunció sus labios. – No estoy cien por ciento segura aún, pero te diré 
algo, tan pronto como lo sepa, me aseguraré de decírtelo. – extendiendo la 
mano tocó la punta de mi nariz. Con un guiñó se giró de nuevo hacia la 
estufa, donde comenzó a mezclar los ingredientes con una cuchara de 
madera. 
– No es justo. – le dije, un poco más chillón de lo que quería. – Todos me 
conocen, pero todos son unos desconocidos para mí. Soy prácticamente 
una extraña para mí misma. 
– Niña, siento decirte esto, pero, ¿de alguna manera tu padre te dio la 
impresión de que es del tipo cálido y tierno? – Nadine sacó un cucharón 
de un cajón. 
– No. – contesté rápidamente. 
– Bueno, en cierto modo los dos siempre han sido extraños. Así que en ese 
caso las cosas siguen exactamente igual que antes. – anunció con una 
sonrisa. 
Mordí mi labio inferior. – No sé si eso es algo bueno o algo malo. – Nadine se 
encogió de hombros. – ¿Dónde está mi madre? ¿Quién va al spa cuando su 
hija desaparecida está de regreso en casa? – no había ocultado mi amargura 
porque estaba amargada. 
Nadine hizo una mueca, como si ella hubiera estado esperando a que yo no 
preguntara por mi madre. Ella mantuvo su atención en lo que sea que ella 
estaba mezclando. – Spa es un código por aquí. Ya sea que signifique que 
 
 30 
ella está alojada en algún hotel o que ella se esté desecando en un centro de 
rehabilitación o lo que sea que ella haga para limpiar su abusado hígado. – 
se limpió su mano en la toalla sobre su hombro. – Quiero decir, yo sólo… 
Ya estaba harta de escuchar sobre mi madre, así que corté a Nadine cuando 
sentí que estaba por excusarla por su comportamiento. – ¿Qué estas 
preparando? – pregunté inclinándome hacia delante sobre mis codos. 
– Tu favorito; ¡desayuno para la cena! – mi corazón se pulverizó cuando ella 
agarró un poco de mezcla y la dejó caer en el sartén. Cuando ella usó una 
espátula para voltear el contenido en el sartén, vi a Preppy, en lugar de 
ella, usando su favorito delantal de encaje rojo. 
– Panqueques. – susurré, mi corazón se pulverizó, sintiéndome mareada de 
repente. Estrellas bailaron frente a mis ojos. Me aseguré a mí misma en 
la barra para no caerme del taburete. 
Nadine se acercó y dejó un plato con tres panqueques perfectamente 
redondos en el centro, goteando jarabe. Un cubo de mantequilla nadaba en la 
parte superior antes de derretirse completamente y cayendo por el plato. El 
dulce aroma asaltó mis sentidos; arrastrando fuera hasta la última gota de 
daño y dolor que sentí la noche en que vi morir a mi amigo. 
– ¿Ya no te gustan los panqueques? – Nadine preguntó, malinterpretando 
mi reacción. 
Sacudí mi cabeza. – No es eso. – dije, luchando por hacer salir las palabras 
fuera de mi boca. 
– Entonces, ¿cuál es el problema, pequeña? – Nadine preguntó, colocando 
una mano sobre mi hombro. No contesté. 
 
 31 
No pude. 
Así que cuando ella me jaló hacia su pecho y acunó mi cabeza no me molesté 
en resistir su agarre.Estuve preocupada por King las semanas después de la 
muerte de Preppy que nunca me di cuenta que no había llorado a mi amigo. 
No me di cuenta de que estaba llorando hasta que sentí que mis hombros 
temblaban. – ¿Por qué las lágrimas? 
– Porque. – me las arreglé para escupir en una corta exhalación. 
– Porque, ¿qué? 
– Porque… panqueques. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 32 
Capítulo 3 
Doe 
Nadine me sostuvo hasta que me calmé. Ella alejó el plato como si realmente 
los panqueques hubieran sido la causa de mi pequeño episodio. 
Las dos estuvimos de acuerdo en que lo que necesitaba era una buena noche 
de descanso. Nadine me guio escaleras arriba hasta una puerta al final del 
pasillo. 
Mi habitación. 
Blancas cortinas de encaje, paredes de un azul suave y un esponjado edredón 
color rosa. Una pequeña lámpara blanca con velas eléctricas colgada sobre la 
cama, en la cual había animales de peluches alineados. Mirando alrededor 
de la habitación no pude evitar pensar en otra pequeña habitación en otra 
ciudad no muy lejos de aquí. Una con un colchón plano, la más cómoda 
manta de un desteñido azul y con un aspa rota del ventilador con el que 
Preppy se había golpeado cuando saltó de arriba abajo en la cama. 
Mi corazón dio un pequeño vuelco. 
En esta habitación –mi habitación– un pizarrón de corcho colgado por 
encima de un escritorio blanco. Clavados en el pizarrón hay bocetos 
dibujados en hojas que fueron arrancadas de un cuaderno. Caminé despacio 
alrededor de la recámara, pasando mi mano a través de las paredes con 
ligera textura, de la tela brillante de los cojines del pequeño asiento de la 
ventana, y finalmente sobre los propios bocetos donde la mayoría eran 
paisajes mezclados con algunos retratos. Reconocí algunos cuantos de 
 
 33 
Sammy y otros de Tanner. En el centro del pizarrón había uno de los dos 
juntos sentados debajo de un árbol, sonriendo al frente, probablemente a mí. 
– Te encanta dibujar. Tu padre estuvo cerca de tener una coronaria cuando 
le dijiste que querías estudiar en una escuela de arte. – Nadine ofreció 
desde la puerta. – Todo esto tiene que ser difícil para ti. 
Sí, y por más razones de las crees. 
Sentí los ojos de Nadine sobre mí mientras caminaba por la habitación, 
esperando por algo que me resultara familiar. – Conozco esa mirada. 
– ¿Qué mirada podría ser? – pregunté. Desclavando un boceto del pizarrón, 
me acerqué hacia la ventana y lo levanté. El dibujo de la vista encajaba 
perfectamente; justo abajo del marco de la ventana y los botones en los 
cojines, así como el extenso césped y dispersos robles, incluyendo el que 
obstruía parcialmente la ventana. Nadine entró a la habitación y se sentó 
en la esquina de la cama. Me mantuve de espaldas y continué 
comparando el dibujo con la versión real. 
– Tristeza. Eres una chica hermosa, pero la tristeza no se ve bien en ti. – 
me di la vuelta y alcancé atrapar el final de la sonrisa triste de Nadine. 
Coloqué el dibujo en el escritorio. – ¿Honestamente? No sé qué pensar. 
– Esto puede sonar raro, dado que no me recuerdas, pero te amo como si 
fueras uno de mis bebés. Y no importa lo que tus amigos estuvieran 
haciendo, siempre fuiste tú misma y tuviste bien puesta tu cabeza sobre 
tus hombros. Así que cuando supe que desapareciste de la nada, tú no 
habías huido como ellos habían dicho. Y ciertamente yo no me creí esa 
basura sobre París. Tú simplemente no eras ese tipo de chica. 
 
 34 
Una carcajada se me escapó. – ¿No esa clase de chica? Aparentemente soy la 
hija de un senador, una madre adolescente, y estaba haciendo suficiente 
mierda sospechosa para que mi familia entera me tachara de fugitiva, así 
que disculpa mi risa, pero no tengo ni puta idea de que tipo de chica soy. – 
todo salió en un suspiro largo dejándome la sensación de una punzada de 
culpa al instante que las duras palabras dejaron mi boca. 
Nadine se levantó de la cama. – Voy a dejarte descansar un poco. – alisando 
su pantalón con la palma de sus manos y enderezando su camisa. 
– Lo siento. – dije suavemente cuando ella alcanzó la puerta. 
– También yo. – dijo Nadine, nuestras disculpas colgando en el aire entre 
nosotras. Su comportamiento casual volviéndose profesional. Su sencilla y 
genuina sonrisa cuando había llegado ahora era apretada y forzada. – Tu 
madre no se ha sentido bien estos últimos días. Te verá mañana cuando 
tu padre regrese. 
– ¿Dónde está ella? – pregunté. 
– En la cama, con migraña. – dice ella rotundamente. 
– He estado fuera por meses y el día que regreso, ¿mi padre está trabajando 
y mi madre está en la cama con dolor de cabeza? – pregunté 
– Sí. – Nadine confirmó, marchándose y jalando la puerta para cerrarla. 
Antes de cerrarla, ella agregó, – todo está de regreso a la normalidad. 
Pasé casi toda la noche examinando los bocetos en el pizarrón de corcho. 
Mirando dentro del clóset la ropa que es de mi talla, pero no de mi gusto. Un 
montón de faldas a juego y camisas de manga larga. Tan conservadoras. Tan 
caras. Tan… todo. Finalmente encontré unos pantalones deportivos y una 
camiseta sin mangas amarilla en la parte inferior de uno de los cajones. 
Tomé una ducha en el baño adjunto, me vestí y busqué en el escritorio por 
 
 35 
cualquier cosa que me pudiera provocar un recuerdo. Encontré un iPhone 
rosa y traté de encenderlo, pero la batería estaba muerta. Lo conecte al 
cargador dejándolo en la mesita de noche. 
Me detuve cuando vislumbré mi reflejo en el espejo de cuerpo completo. 
Levanté mi camiseta y observé mi vientre plano. ¿Cómo es posible que 
alguna vez haya habido un bebé aquí? Pasé mis manos por mi piel suave y 
saqué mi estómago tanto como pude para imitar una panza de embarazada. 
Fue raro verme a mí misma abultada, especialmente desde que había sido 
piel y huesos antes de que la comida de Preppy agregara un poco de carne a 
mis huesos. 
Preppy. 
Mis rodillas se doblaron y me atrapé a mí misma sobre la esquina del 
escritorio antes de chocar con la alfombra. No quería creer todavía que él se 
había ido. Seguía pensando que iba verlo a la vuelta de la esquina u oírlo 
gritar algo que me fuese hacer reír. Pero no era sólo Preppy. De algún modo 
sentí que King también había muerto, porque no importaba que esperara 
para mí, nada volvería a ser lo mismo. Si el senador se retractó del trato que 
hizo conmigo, como lo hizo con King, las posibilidades de que King formara 
parte real de mi vida eran casi inexistentes. 
Sintiendo de repente una sensación de cansancio que no había sentido desde 
que dormía en las bancas de los parques, me moví hacia la cama, 
desplazando el montón de peluches hacia el piso. Arrastrándome hacia las 
almohadas, me acomodé de lado. El colchón y el edredón eran lujosos y 
suaves, pero la cama se sentía vacía. 
Eso es porque él no está aquí. 
 
 36 
Hace sólo unos cuantos meses era sólo una chica sin casa, sin nombre, sin 
familia. 
Después fui Cachorro. Una chica quien vivió en Logan’s Beach con la familia 
de su elección y un hogar al que amé. 
Ahora era Ramie Price, hija de un senador, una madre. Por fin estaba de 
vuelta al lugar de donde venía. Donde pertenecía. 
Esta finalmente en casa. 
A la deriva de un sueño profundo me pregunté por qué este lugar que se 
suponía era mi hogar se sentía todo lo contrario. 
De pie en medio del hielo, doy un paso vacilante hacia la orilla, el primer eco 
de la grieta que se forma en el hielo debajo de mi bota es ensordecedor. Tengo 
que dar otro paso. Tengo que cruzar antes de que sea demasiado tarde, pero 
no puedo mover mis pies. Todo lo que puedo hacer es mirar con incredulidad 
a la grieta que se expande en un millón más, al igual que serpientes, la 
carrera se dirige en todas direcciones, mandando a la delgada capa de hielo y 
a mí dentro de las heladas aguas negras. 
Es tan frío. 
Me estoy ahogando. 
Más y más profundo me hundo dentro de las negras aguas hasta que dos 
brazos aparecensobre mí, las manos se extendieron llamándome para 
agarrarlas y así podría ser salvada. Un brazo estaba adornado con un reloj 
de oro en la muñeca, la otra estaba envuelta en una pulsera de cuero grueso. 
Intento sujetar ambas, pero no puedo alcanzarlas y estas no se estiran más 
profundas dentro del agua. 
 
 37 
Es cuando me doy cuenta que, con el fin de ser salvada, sólo puedo elegir 
una. 
Me estiro hacia el brazo con la correa de cuero y agarro, pero en lugar de ser 
sacada del abismo y ser empujada al frío aire como yo esperaba, el brazo me 
da vuelta y me empuja hacia abajo más y más profundo hasta que no tengo 
más opción que inhalar el agua turbia. 
Me desvanezco en el olvido preguntándome si realmente había una opción, 
porque tengo la sensación de que no importa cual escoja, ambos van a 
empujarme dentro. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 38 
Capítulo 4 
Doe 
Toc, toc, toc 
Pensé que lo que estaba escuchando era todavía el hielo de mi sueño 
quebrándose, pero cuando se hizo más fuerte y más impaciente, abrí mis ojos 
y me di cuenta que el sonido estaba llegando de la ventana. 
Cuando abrí mis ojos me di cuenta que la luz de la televisión que había 
dejado encendida se apagó en algún momento de la noche y estaba encerrada 
en una oscuridad que hizo mi miedo crecer en proporciones épicas. 
Y después escuché el distintivo sonido de la ventana deslizándose 
lentamente hacia arriba. Me congelé, sin idea de donde podría haber algo 
con lo que pudiera defenderme a mí misma sin traer ninguna atención hacia 
donde estaba. La única cosa que podía hacer era apretar el edredón a mi 
pecho y esperar. 
La inevitable sombra se escabulló por la ventana, primero una larga pierna 
y luego la otra. Vi una bola de nieve sobre el escritorio y estaba a punto de 
hacer mi movimiento, tomarla y lanzarla hacia el intruso, cuando la sombra 
se dirigió hacia mi cama. Para mi sorpresa mientras la sombra se movía más 
cerca de mi cama, mi pánico retrocedió. 
Sólo había una persona cuya presencia podía calmar mi abrumador miedo a 
la oscuridad. 
King. 
 
 39 
Mi ira hacia él que había estado reprimiendo todo el día, era apenas un 
pensamiento en mi cabeza mientras saltaba fuera de la cama. Pero justo 
cuando estaba a punto de saltar en sus brazos, una nube se apartó de la 
luna, la luz irradiando mi habitación como un foco presentó al visitante. 
Tanner. 
Me detuve abruptamente cuando me di cuenta que aún tenía mis brazos 
abiertos en el aire, los bajé e incómodamente sujeté mis muñecas detrás de 
mi espalda. 
– ¿Qué estás haciendo aquí? – pregunté sin aire. 
– Te dije que iba a venir a hablar contigo – respondió Tanner. – ¿Quién 
pensaste que era? 
Sacudí mi cabeza y ondeé mi mano distintivamente. – Ah, nadie, 
simplemente me sorprendiste cuando entraste por la ventana. – mentí. – 
¿Quién está con Sammy? 
Tanner me dio una mirada que decía que no se creía mi mentira, pero 
amablemente él siguió de todos modos. – Mi mamá lo está cuidando. 
– Oh. – dije. Retorciendo mi muñeca, evitando el contacto visual con 
Tanner. 
– Siento haberte sorprendido. Ni siquiera pensé sobre llegar a través de la 
puerta frontal en lugar de la ventana, porque a menos que tuviera a 
Sammy, esta es la manera en la que siempre vengo… – Tanner se detuvo 
y cerró sus ojos fuertemente. Sacudió su cabeza y se movió cerca de la 
cama. Me dio una mirada tentativa y yo asentí. Tomando sólo una 
pequeña parte de la esquina de la cama, no estaba realmente sentado, 
 
 40 
más bien él estaba apoyándose. – Sigo olvidando que no recuerdas nada 
de esto. – se señaló a sí mismo y después a mí. 
– No tienes nada que explicarme. – dije. 
Pero ignorando mi protesta, Tanner intentó explicarme de todos modos. – Tu 
padre. Es un imbécil, siempre lo ha sido. Pero probablemente tú ya te has 
dado cuenta. Él más o menos me tolera debido al apellido de mi familia. Mi 
papá es la cuarta generación Redmond Shoe C.E.O. y aunque el senador ha 
estado tratando de convencerte de deshacerte de mí desde que estábamos en 
pañales, después de que tuvimos a Sammy, pienso que finalmente acepto los 
términos del hecho de que yo no iría a ningún lado. Pero no importa cuánto 
le guste mi apellido, sigo siendo el tipo que embarazó a su hija adolescente. 
Así que incluso cuando compartamos un hijo, todavía trepó por ese maldito 
árbol, escabulléndome hacia tu ventana como lo he venido haciendo desde 
que aprendimos a trepar árboles, porque a tu desaprobador padre le gusta 
pensar que él tiene el control sobre todo lo que sucede en esta casa. – Tanner 
me lanzó una sonrisa que brilló a la luz de la luna. – Así que aquí estoy, 
como si esto fuera… inapropiado. 
– ¿Inapropiado? – pregunté. La frase sonó fuera de lugar siendo dicha por 
alguien de mi edad. 
– Palabras de tu padre, no mías. – admitió. – Y sabes a lo que me refiero, 
Ray. No seas una sabelotodo. – dijo Tanner jugando. 
Me senté al pie de la cama. – Tengo tanto que preguntarte, mi cabeza tiene 
más preguntas que respuestas, pero no tengo idea por donde comenzar. – 
admití. 
Tanner empujó mi codo con el suyo. – Bueno, yo también tengo mis propias 
preguntas, si no te importa. – dijo Tanner. – Así que, ¿qué tal si 
 
 41 
compensamos, una pregunta a la vez? Pero tienes que prometer que vas a 
responder honestamente. Nunca nos mentimos antes y no voy a empezar 
ahora. 
– Okay. – acepté. 
– Tú empiezas. – dijo Tanner. – ¿Qué quieres saber primero? 
Había sólo una cosa que quería saber primero. – Quiero saber sobre 
nosotros, sobre Samuel. Sammy. Estaba un poco conmocionada antes como 
para preguntarte mucho acerca de ello. 
Tanner puso sus manos sobre sus rodillas. – Entonces debo comenzar desde 
el principio. – él dijo en algún tipo de extraño acento. Alcé una ceja, insegura 
de cómo reaccionar a su sentido del humor. Él bajó la mirada hacia la 
alfombra y continuó, sin acento. – Tú y yo hemos estado juntos desde que 
estábamos en pañales. Si tomas el atajo, hay sólo cinco minutos de camino 
entre nuestras casas. Nuestras madres eran cercanas, hasta que tu madre 
decidió que el vodka era mejor como amigo que la personas. Estuvimos en 
cada clase juntos mientras crecíamos. Nos gustaba fingir que nos casábamos 
en nuestro fuerte cuando éramos pequeños. Otro de nuestros amigos solía 
pretender que era el reverendo. Ella incluso cortó una camisa Hugo Boss de 
su padre, para hacerse su ¨bata sagrada¨ consiguiéndose un castigo durante 
una semana, y después de que sus padres les dijeran a los nuestros, nosotros 
tres no nos vimos durante un verano entero. – Tanner se rió nerviosamente. 
Él descansó su barbilla en la parte trasera de su mano y suspiró. – Se siente 
realmente raro explicarte sobre nosotros. 
– Puedo asegurarte que escucharlo es aún más extraño. – admití 
 
 42 
Tanner luchó deteniéndose y empezando otra vez, pero tomó una profunda 
respiración y continuó. – Teníamos quince cuando Samuel… pasó. Teníamos 
planeado esperar a tener… a estar… físicamente, hasta que nos 
graduáramos. – lucía afligido mientras golpeaba ligeramente sus tenis en el 
piso. – Pero después me enfermé. Realmente enfermé. – él giró su cabeza 
para mirarme. – Leucemia. 
No supe cómo reaccionar ante las circunstancias, así que le di una pequeña 
sonrisa y dije, – lo siento. 
Él presionó sus labios juntos, continuó. – Un día me dijeron que podría no 
graduarme, cambiamos nuestros planes. Éramos jóvenes y estúpidos, pero 
dijimos nuestros arreglados votos el uno al otro justamente aquí en esta 
habitación. 
A pesar de la historia que él estaba contando estaba tirando de las cuerdas 
de mi corazón. Me sentí excluida del mismo. Como si no fuera parte de mí. 
Tanner rascó su cabeza y volvió su mirada a la ventana abierta. – Te 
prometí que trituraría Cheetos sobre tus sándwiches y tu prometiste que no 
me olvidarías cuando ya no estuviera. Y después nosotros… – su voz se 
apagó incómodamente,pero se recuperó enseguida. – Y después hicimos a 
Samuel. – sonrió otra vez, esta vez una larga y orgullosa sonrisa que decía 
que él estaba genuinamente feliz de lo que habíamos hecho. 
Y de quien habíamos hecho. 
– Es una noche que realmente espero que recuerdes, porque puede que 
haya estado en el umbral de la muerte, pero fue de lejos la mejor noche de 
mi vida. – acabó Tanner. Él cruzó sus brazos sobre su regazo y con la 
barbilla en su pecho, levantó la vista hacia mí esperando mi respuesta. 
 
 43 
Insegura de qué decir, dije lo primero que me vino a la mente. – La cosa de 
los Cheetos, aún la hago. – admití. 
Tanner me ofreció una pequeña sonrisa, incluso una risa más pequeña. El 
peso emocional de lo que parecía ser la parte más importante de nuestra 
historia, juntos, obviamente recaía en él pesadamente. – ¿Todavía estás 
enfermo? – pregunté. 
Él sacudió su cabeza. – No. Para disgusto de tu padre. Sobreviví. Poco 
después de que descubrimos que estabas embarazada me aceptaron dentro 
de un programa de tratamiento experimental en Colorado. Para el tiempo en 
que Sammy nació yo estaba de vuelta en casa y mejorando cada día. Todavía 
tengo que tomar algunas píldoras aquí y allá, pero el cáncer se fue, y ahora 
creen que viviré para siempre, como un vampiro, o mejor aún, como un 
mutante. – dijo él cruzando los ojos y sacando la lengua. 
Mordí mi labio, preguntándome si debería siquiera intentar hacerle la 
pregunta que tenía en la punta de la lengua. – ¿Crees que pueda verlo? ¿A 
Sammy? ¿Tal vez pasar un poco de tiempo con él? – pregunté – Podría 
ayudarme a recordar más. – agregué, esperando que ayudara a Tanner a 
decir sí. 
Él ondeó su mano en el aire como si mi pregunta fuera ridícula. – Claro que 
sí, Ray. Eres su mamá. No tienes siquiera por que pedirlo. – Tanner se estiró 
hacia mi mano, pero cuando estaba a punto de apretar la suya con la mía, 
vaciló antes de retirarla completamente poniéndola sobre su rodilla. 
– ¿Ahora puedo hacerte una pregunta? – preguntó Tanner. 
– Sí, es tu turno. – le dije 
 
 44 
Tanner masticó la punta de la uña de su pulgar. – Tú y el sujeto de los 
tatuajes. Estuviste viviendo con él, ¿cierto? Y cuando llegamos por ti, 
ustedes dos estaban discutiendo como si fueran… – Tanner apagó su voz. 
No quería que él se sintiera incomodo, así que, en lugar de forzarlo hacer la 
difícil pregunta, le ofrecí la respuesta. – King. Su nombre es Brantley King. 
– decir su nombre me hizo sentir como si por fin pudiera respirar, pero al 
mismo tiempo, dejó sin aliento a mis pulmones. Pero así era King; una 
contradicción en todos los sentidos. 
Tanner descansó sus codos sobre sus muslos y metió su rostro en sus manos. 
– Esto es jodidamente difícil de preguntarte, Ray, pero yo sólo siento que 
necesito saberlo. No, tengo que saberlo. – gimió. – ¿Ustedes, quiero decir, 
tuvieron…? 
Yo sólo quería acabar de una vez. Arrancarlo como un curita. – Sí. – después 
de todo le había prometido honestidad, no sutileza. 
– Oh, Dios mío. Creo que me voy a enfermar. – dejó escapar Tanner, saltando 
de la cama. 
– ¡Tú dijiste que querías que fuera honesta! – exclamé, saltando también. – Y 
no me mires como que te engañé. ¡Ni siquiera sabía que había alguien a 
quien engañar! 
Tanner cambió de un pie al otro. – Lo sé, sé lo que dije. ¡No esperé que tu 
respuesta me rompiera el corazón! – Tanner susurró/gritó – Y sé que no es 
como si me hubieras engañado, porque la Ray que conozco jamás hubiera 
tenido sexo con un tipo al que acaba de conocer. – Tanner paseó por la 
habitación. Él no estaba siendo malo apropósito, él simplemente estaba 
 
 45 
enojado, pero fue el tono acusatorio en su voz que rozó mis nervios y me hizo 
arrepentirme de la promesa de honestidad. 
– Noticia de último minuto, amigo, no te conozco a ti o a la Ray que conoces. 
Mi nombre ni siquiera es Ray, me llaman Doe. Así como Jane Doe. Así 
como si no supieran quien coño era yo. Así que, si quieres hablar acerca 
de estar enojado y quien está equivocado o no, ¡entonces fórmate en la 
puta línea! – grité 
Tanner agarro sus brazos alrededor de su estómago como si físicamente lo 
hubiera golpeado en los intestinos. – Te busqué, sabes. Pasé días, semanas, 
meses. Nunca perdí la esperanza. – Su voz era tan baja que apenas podía 
oírlo. Sacudió su cabeza. – Pero tienes razón. Realmente no sé quién eres. 
– Esto no nos está llevando a ningún lado. – dije, me dejé caer en la cama, 
rodé sobre mi estómago y grité mis frustraciones en mi edredón, cuando 
me di la vuelta, la mandíbula de Tanner llegaba hasta el suelo. 
– ¿Qué? – pregunté mirando abajo hacia mi cuerpo, asegurándome de que 
estaba vestida apropiadamente. Todo estaba en su lugar. Me levanté, me 
fijé de nuevo. 
Nada. 
Tanner tartamudeó, – es tu… tu hom… tu hombro. Tu… tu espalda. Tienes 
un… tatuaje. – dijo con incredulidad, apenas capaz de terminar la frase. 
– ¿Ajá? ¿Y luego? – pregunté cruzando mis brazos sobre mi pecho y 
descansando mi palma donde King me había tatuado, sintiéndome a la 
defensiva lista para atacar. 
 
 46 
Tanner palideció. – De su nombre. Tienes un enorme tatuaje en tu espalda 
de su nombre. – repitió. No era tanto una declaración, más bien una 
acusación. No me sentí con ganas de explicarle que mi tatuaje no era nombre 
de nadie, pero estaba oscuro en mi habitación y la obra era complicada, así 
que habría sido muy fácil confundirlo con algo más. Tomé un respiro 
profundo y traté de recordar que Tanner estaba pasando por algo que era 
para mí difícil de entender, justamente como yo estaba pasando por algo que 
era difícil para él entender. 
– No quiero lastimarte, Tanner. Pero tampoco necesito defenderme de ti. 
– No sé a dónde vamos desde aquí. A donde voy yo. – él pasó su mano sobre 
su boca abierta y después sobre su mandíbula. – Tú estuviste con alguien 
más. 
– No es como si yo quería quererlo. Sabes, yo tenía toda esta idea de que me 
iba a guardar a mí misma, mantenerme a mí misma limpia y pura o algo, 
por la persona que había sido antes de perder la memoria. Por esta Ray. 
Pero el tiempo pasó, y King y yo, nos volvimos cercanos. Y después de un 
tiempo estaba cansada de luchar contra ello. Cansada de poner la vida 
que podía tener en espera por la vida de la cual no sabía nada. Así que lo 
dejé entrar. Lo dejé tatuarme. Lo dejé… amarme. – las palabras trajeron 
recuerdos que causaron que lágrimas picaran en las esquinas de mis ojos. 
– No me arrepiento. Nada de ello. No lo haré. Y no importa lo que digas, 
porque no puedes lograr que lo haga. 
– Jesucristo, Ray. ¡Él tiene como treinta y tú eres sólo una adolescente! 
Encima de eso, tú eres la única chica con la que he estado, y la última vez 
que tuvimos sexo ¡teníamos quince años! Y aquí estás tú diciéndome que 
lo dejaste… – dio un paso hacia el asiento de la ventana y se inclinó, 
apoyando sus manos sobre éste para sujetarse. – lo dejaste… tocarte. – 
 
 47 
terminó él en un tono de voz mucho más calmado que con el que había 
comenzado. 
Un nudo se formó en mi garganta. – Sí. – dije, luchando contra las lágrimas. 
– No te atrevas a juzgarme. Puedo ser simpática contigo, porque sé cómo se 
siente estar confundido y agobiado, pero eso no cambia el hecho de que no te 
conozco. – lo miré hacia abajo y me sostuve firme. No iba a dejar que él o 
cualquiera me dijera que lo que King y yo habíamos tenido de alguna 
manera estaba mal. 
Tanner tiró sus manos al aire. – Bueno, ya somos dos. La Ray que yo conocí 
nunca alzaba su voz, nunca gritaba, nunca maldecía. Puedes parecerte a 
ella, pero sólo eres una impostora. – sus palabras me abofetearon en la cara, 
podía sentir la picazón tan real como si de verdad él hubiera usado su mano. 
– Quizás no debiste haber regresado después de todo. – él dijo la comisura de 
su labio se volvió en desagrado. 
– Vete. – Demandé, pisando fuerte con mi pie en el suelo y señalando 
directo a la ventana que él uso paraentrar. – Ahora. 
Tanner se paró en el asiento de la ventana y tenía una pierna colgando de la 
cornisa cuando dudó por un momento. Lentamente se volteó hacia mí. – Lo 
siento. De verdad. Es sólo que… todavía te amo, Ray. – dijo Tanner 
suavemente. 
Todavía estaba en modo de defensa, pero me di cuenta que la única razón 
por la que Tanner estaba arremetiendo contra mí era porque realmente 
tenía el corazón roto. No podía dejarlo ir sin darle algo. – No puedo decirte lo 
mismo, pero sé que sentía algo por ti, antes de eso. Es la única razón en la 
que puedo pensar para que tus ojos fueran lo único que reconocí de todo esto. 
 
 48 
Eso tiene que significar algo, ¿no? – ofrecí. Tanner sonrió tristemente, una 
sonrisa que no alcanzó sus ojos. – Incluso los dibujé una vez. – agregué, 
esperando que ese pequeño trozo de información pudiera traerle un poco de 
consuelo. 
– ¿Lo amas? – preguntó con tristeza en su voz. – Dime la verdad, Ray. 
Puedo manejarlo. – no le creí ni por un segundo. Busqué en mi mente y 
en mi corazón por una respuesta, una que, a pesar de toda la mierda, 
todas las mentiras y todos los malentendidos, yo nunca había dudado. 
– Sí. – respondí simplemente. 
Tanner se encogió. Se volteó y saltó por la ventana sobre una rama cercana 
de un árbol. Para el momento en que me acerqué a la cornisa él ya estaba en 
el suelo sacudiéndose sus pantalones. Él miró arriba hacia la ventana. - 
¿incluso cuando él sabía quién eras y no te lo dijo? ¿Incluso cuando él te usó 
como intercambio para recuperar a su hija? Todavía lo amas, ¿a pesar de 
todo eso? – Él susurró-gritó sus preguntas. 
Traté de explicarle mis complicados sentimientos a él lo mejor que pude, – tú 
puedes estar enojado y aun estar enamorado de alguien al mismo tiempo. – 
le dije. 
Tanner caminó a través del césped, pero antes de desaparecer dentro de las 
oscuras sombras lo escuché murmurar, – dímelo a mí. 
 
 
 
 
 
 
 49 
Capítulo 5 
Doe 
Pasé los tres días siguientes en mi habitación, sola. Únicamente saliendo de 
la cama para tomar un baño rápido y cambiarme de ropa. Pero no dormí. No 
pude dormir, a excepción de unas siestecitas aquí y allá cuando mi cuerpo 
alegaba que estaba cansado mientras que el resto de mí estaba alerta. 
Era pasada de la media noche cuando me desperté de una semejante siesta 
que me encontré a mí misma en una completa oscuridad. El pánico comenzó 
a crecer. Traté de tomar un respiro hondo, pero no pude jalar aire. Busqué a 
tientas el control remoto, pero cuando lo encontré y presioné cada uno de los 
botones, nada pasó. Obligándome a mí misma a seguir buscando una fuente 
de luz, toqué por toda la pared cercana a la cama buscando por un 
interruptor, pero no pude encontrar ninguno. Finalmente corrí hacia la 
ventana y corrí las cortinas, esperando que la luz de la luna fuera suficiente 
que me permitiera recuperar el aliento. No hubo suerte. Nubes de tormentas 
colgaban en el aire retumbando en el cielo, haciendo vibrar el suelo debajo de 
mis pies. Todo lo que podía pensar era que iba a morir de puro pánico. 
Me acurruqué en el suelo envolviendo mis brazos alrededor de mis rodillas. 
Mi pecho estaba apretado. La habitación giró a mi alrededor, libros sobre un 
estante mezclados juntos en línea. Fue cuando me di cuenta de algo. Tal vez 
mi pánico no era sobre estar sola en la oscuridad. 
Tal vez era sólo sobre estar sola. 
La única persona con la que sentía un tipo de conexión en esto de mi 
nueva/vieja vida era Sammy, y solamente lo había visto por unos cuantos 
 
 50 
minutos. Y después de cómo habíamos dejado las cosas Tanner y yo, no sabía 
cuándo sería capaz de volver a Sammy de nuevo. 
Tal vez nunca. 
Podría decir lo mismo acerca de King. 
Sentí de repente que, respirando el aire en esta casa, en esta habitación era 
como inhalar veneno. Entre más respiraba más sentía que iba a morir en ese 
instante y ahí en el suelo que yo no recordaba. 
Iba a sofocarme. 
Tenía que jodidamente salir de ahí. 
Ni me molesté con zapatos. Todavía con los pantalones cortos y la camiseta 
sin tirantes que usé para dormir, me paré sobre el asiento de la ventana y la 
abrí. Me arrastré hasta que mis piernas estaban colgando de la cornisa como 
Tanner había hecho. No había nada más que oscuridad a mis pies. 
Sosteniéndome del marco de la ventana con un sólo brazo, estiré el otro y 
envolví alrededor de la rama que sabía que allí estaba. Al segundo que mi 
mano la tocó un sentido de familiaridad me abarcó. El árbol y yo habíamos 
sido conocidos durante mucho tiempo. De eso estaba segura. Puede que no 
haya sabido a dónde mirar o de dónde sostenerme, pero mi cuerpo lo sabía. 
Sin ningún paso en falso, me las arreglé para bajarme a mí misma de la 
rama con un tipo de precisión natural, encontré una rama para encajar mis 
pies sin ninguna dificultad. Al punto de no saber exactamente qué tal lejos 
estaba el suelo de mis pies, sentí la necesidad de saltar. 
Entonces lo hice. 
 
 51 
Puntiagudas hojas de hierba espesa picaron las plantas de mis pies en el 
impacto. Me doblé hacia abajo y preparándome cuando aterricé. Cuando me 
puse de pie una luz en movimiento vino a la vida, su zumbido rompiendo en 
la tranquilidad de la noche como un tren de carga a toda velocidad. Tanner 
debió saber dónde pisar sin tener que encender la luz. 
Después corrí. 
Lanzándome fuera del patio, levantando agua, hierba y barro encima de mis 
pantorrillas, corrí tan rápido como pude hacer a mis cortas piernas se 
movieran. 
La corta cerca de acero alrededor de la propiedad terminaba en la línea de 
arbustos que se definían el patio trasero. El natural follaje actuando como 
una propia cerca. Corrí directamente hacia un pequeño túnel abierto entre 
los arbustos, apenas disminuyendo el paso mientras me agaché en él, 
maniobrando a través como si lo hubiera hecho antes un millón de veces. 
Hojas y espinas lamieron y picaron mis codos, jalando mi cabello mientras 
atravesaba el camino, pero sin detenerme hasta que emergí del otro lado de 
del camino sobre una pequeña playa. 
Las nubles tomaron turnos lentamente pasando por la luna; la luz reflejada 
en el agua quieta se veía como si alguien estuviera jugando con un 
moderador de luz. Seguí la orilla de la playa, el agua fría tocando mis pies, la 
suave arena empujándose hacia arriba entre mis dedos con cada paso. 
Cuando llegué al otro lado altos manglares en mi camino fueron creciendo 
desde la ‘cerca’ del patio trasero hacia fuera varios pies a través del agua. No 
lo pensé dos veces a lo que estaba a punto de hacer. Di media vuelta y 
caminé en el agua oscura. Se había sentido ligeramente fría en mis pies, 
 
 52 
pero a medida que el agua avanzaba más y más arriba sobre mis piernas, 
estaba absolutamente fría. 
Cuando el agua tocó mi cintura, me estremecí. 
Me empujé a través del agua hundiéndome en la tierra blanda, mandando 
pequeñas olas golpeando contra la base de los árboles. Algo se precipitó 
fuera del agua frente a mí. Primero pensé que era una serpiente, la manera 
en que se deslizaba de lado a lado formando una S en el agua. Me moví más 
lejos para evitarlo, pero cuando se deslizó a un lado de mí, me di cuenta de 
que no era una serpiente, sino un lagarto grande. Siseó mientras pasaba, 
como un conductor enojado enseñándome el dedo. Una vez que despejé los 
árboles, chapoteé hasta del otro lado de la orilla. Mis pantalones cortos 
colgaban pesadamente fuera de mis caderas, aferrándose a mis muslos. 
Me encontré a mí misma en un pequeño hueco con un viejo muelle 
desgastado que conectaba con un embarcadero aún más desgastado y viejo. 
Amarrado al embarcadero había una casa flotante que estaba décadas por 
encima de su fecha de caducidad. El amarre era totalmente innecesario ya 
que el barco estaba en su mayoría en la playa en cierto ángulo que me dijo 
que probablemente había estado allí por mucho tiempo. A medida que me 
acercaba el fuerteolor a moho, mezclado con el olor de la sal creció cada vez 
más fuerte. Para mi sorpresa inhalé profundamente y a diferencia de la 
extrema sensación de pánico que había experimentado en la casa una 
misteriosa sensación de calma se apoderó de mí. 
Sonreí. Conocía este lugar. Amaba este lugar. 
No entendí ni supe los cómo y los por qué, pero necesitaba estar más cerca. 
 
 53 
Di un paso al frente del muelle y protestó ante mi intromisión, crujiendo y 
silbando mientras hacía mi camino hacia el embarcadero. A medida que me 
acerqué, me di cuenta que el bote estaba en unos buenos cinco pies lejos del 
embarcadero. Vi una larga pieza de madera contrachapada y la levanté del 
muelle, mandando hormigas corriendo alrededor de ella. Rápidamente la 
puse hacia abajo a través de la brecha, creando un puente improvisado. 
Cuidadosamente lo crucé, saltando hacia abajo sobre la cubierta agrietada 
de madera del cobertizo el cual era largo, pero en su mayoría vacío a 
excepción de tres sillas oxidadas colocadas en frente de las puertas de vidrio 
corredizas bajo el pequeño voladizo. Una lata oxidada de Dr. Pepper puesta 
en cada portavaso. Una linterna rosa con una calcomanía de My Little Pony 
estaba apoyada en una de las sillas. La tomé y traté de encenderla. Nada. Le 
di unas buenas sacudidas y un golpe al final contra la palma de mi mano. 
Sorprendentemente volvió a la vida, brillando directamente hacia mis ojos, 
dejándome brevemente ciega. Parpadeé, esperando a que mis ojos se 
ajustaran. Con mi linterna ayudándome a iluminar el camino encontré el 
mango de la puerta e intenté abrirla. Requirió un poco de fuerza para 
hacerla ceder, ya que el escombro y el moho endurecían el umbral. 
Tanto como la cubierta, la cabina también estaba vacía, excepto por unos 
cuantos gabinetes alineados en la pared del fondo. La mayoría de las puertas 
colgaban de las bisagras. Todos los estantes faltaban. Tres descoloridas 
bolsas de dormir colocadas contra otra pared. Una morada, una rosa y otra 
azul. Las tres bolsas deshilachadas y cubiertas en lo que parecía moho. 
Cada centímetro de espacio de la pared y del techo estaba cubierta de hojas 
de revista y recortes. Y cuando miré de cerca, a través de la capa de polvo 
 
 54 
que había cubierto a lo largo del tiempo, todavía podía diferenciar a los 
adolescentes famosos de bandas o de programas de televisión. 
Revistas para adolescentes. Revistas adolescentes de pared a pared. 
Cerré mis ojos otra vez e inhalé, esperando atrapar otra pista sobre lo que 
había disparado mi reconocimiento. Este era un lugar en el que había 
pasado mucho tiempo. Estaba segura que una de esas bolsas de dormir era 
mía, y estaba aún más segura de que mínimo había ayudado a pegar las 
hojas de las revistas, porque mientras caminé alrededor me encontré a mí 
misma tarareando una de las canciones de una de las bandas de chicos. Esa 
banda en particular parecía tener su propia sección de espacio en la pared 
dedicado solamente a ella. 
Estaba perdida en mi misión de recordar más acerca de este lugar que no 
escuché los pasos que se estaban acercando. 
Una fuerte mano callosa me tapó la boca desde atrás, amortiguando mi grito 
de sorpresa, un brazo envolvió mi cintura, atrayéndome sonrojada contra un 
cuerpo muy duro, un cuerpo demasiado familiar. – ¿Me extrañaste, 
Cachorro? – una voz profunda vibró contra mi cuello. El ligero olor de cigarro 
y jabón, mezclados con un poco de sudor, invadió mis sentidos. Al instante 
mi cuerpo se suavizó ante la familiaridad de su toque. Mi respiración se 
aceleró. Él me liberó sólo lo suficiente para poder voltearme a él. 
King. 
Debería estar feliz de verlo. Incluso eufórica. He estado pensando en él sin 
parar desde la última vez que lo vi hacia unos días. 
Pero mi felicidad fue callada. Por mi ira. Demasiada ira. 
 
 55 
Estaba jodidamente furiosa. 
Y el sentimiento parecía ser mutuo, porque sólo así podría describir el que 
los verdes ojos de King se tornaran furiosos a mí. 
– ¿Qué estás haciendo aquí? Pensé que… 
– No. – King me interrumpió. – Sé que estás a punto de empezar tu mierda 
de preguntas y respuestas, la cual normalmente creo que es jodidamente 
adorable, pero justo ahora antes de que pierda mi puta mierda, tú vas a 
tener que responder una de mis preguntas primero. – Su voz sonaba 
tensa, rasposa, como si estuviera manteniendo el control. 
Traté de hablar de nuevo, pero el cubrió mi boca con su mano, poniendo su 
pulgar adentro, callándome con su mordaza improvisada. – ¿Quién carajo 
era esa pequeña mierda trepando hace poco dentro y fuera de tu puta 
ventana? – sacó su pulgar de mi boca, y me arrepentí de no morderlo cuando 
tuve la oportunidad. 
– ¿Cómo? ¿Has estado vigilándome? 
King pasó su húmedo pulgar y lo frotó sobre mis labios, al instante 
inclinándome hacia su toque. – Yo no. Pero he tenido ojos en ti. – las cejas de 
King se tornaron en un punto hacia abajo. Su agarre hacia mí se endureció. 
– Respóndeme, Cachorro. – demandó. Sus dedos explorando mis caderas. 
King no era alguien al que podías ignorar. 
La lengua de King asomó fuera de sus labios; la deslizó a lo largo de su 
comisura. Trate de no fijar la vista, en su lugar, enfocarme en la ira que se 
había estado construyendo a lo largo de los días, pero la reacción de mi 
cuerpo no pudo ser contenida. Era impresionante como una cosa tan 
 
 56 
pequeña como humedecerse los labios con su talentosa lengua ya tenía mis 
pezones en posición firme, listos para su toque. 
King gruñó contra mi cuello, – si él te ha tocado, voy arrancar su puta 
cabeza de su cuerpo con mis putas manos. – no había nada en la demanda de 
King que dijera que estaba exagerando o que estaba bromeando. Tan pronto 
como lo había dicho sabía que lo decía en serio. 
Estaba a punto de responderle. Liberarlo del pensamiento de que Tanner 
pudo haberme tocado, cuando otra sensación chocó contra mi cabeza. 
Furia. 
¿Por qué necesitaba yo aliviar sus suposiciones para poner su mente en 
calma como si hubiera sido yo la que se había equivocado? Él fue el que me 
aventó fuera de la puerta. Si él pensó que yo podía simplemente pretender 
como si nunca hubiera pasado nada, entonces King tenía otro puto asunto 
por venir. 
Puse mis manos en su pecho y empujé con todas mis fuerzas, ganando sólo 
unos pocos centímetros de espacio entre nosotros. – ¡Tú! ¡Cómo te atreves! 
¡No tienes ningún puto derecho a estar ahora mismo enojado conmigo! 
– Cachorro… – empezó King, su dura mirada se mantuvo firme, una gruesa 
vena se marcaba en su cuello debajo de un colorido tatuaje del nombre de 
Max. 
Sacudí mi cabeza y traté de dar otro paso hacia atrás, pero él dio un paso 
hacia delante junto conmigo. – ¡No! ¡Cachorro nada! ¡Tú sabías quien era y 
nunca me lo dijiste! ¡Toda esa mierda sobre ser tuya y me mandaste lejos a 
la primera oportunidad que tuviste! – aventé mis manos al aire. 
 
 57 
– Pensé que no tenía otra opción. – Dijo King. Intentó presionar su frente 
con la mía, un gesto que normalmente me haría calmarme y sucumbir, 
pero no estaba lista para calmarme y sucumbir. Arrojé mi cabeza hacia 
atrás, evitando el contacto. 
– ¡No! Tú sí tuviste otra opción. Podrías jodidamente haberme dicho. 
¡Pudiste haberme dejado tomar la decisión en lugar de haberla tomado 
por mí! – una vez más empujé el pecho de King, esta vez ganando más 
espacio entre nosotros para zafarme de su agarre. Dejé la cabina del bote 
y subí de regreso hacia el muelle, caminando bruscamente hacia el 
camino por donde había llegado. El aire húmedo colgaba pesadamente 
como poner ropa en un tendedero. Me metí de regreso en el agua, no tan 
cuidadosamente como lo había hecho la primera vez. Un trueno resonó 
arriba. Iluminando el cielo como fuegos artificiales explotando alrededor 
de mí. Y como estaba corriendo en el agua y no era tan cautelosa como lo 
había sido la primera vez, perdí mi equilibrio en cada paso, hundiéndome

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