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El cable coaxial submarino - arturo lara morales

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3.1 El cable coaxial submarino
Tal como se mencionó en el capítulo 1, durante la primera mitad del siglo XX todos los enlaces telefónicos intercontinentales fueron inalámbricos y de baja confiabilidad. No fue sino hasta 1956, cuando se instaló el primer cable coaxial submarino, que, al fin, fue posible aumentar tanto la confiabilidad como el número disponible de canales telefónicos simultáneos. En los años sesenta, al mismo tiempo que más cables coaxiales submarinos eran tendidos, también florecieron las comunicaciones internacionales por satélite. Las tarifas eran similares en ambos sistemas.
El medio ambiente en el que un cable submarino debe subsistir es muy distinto al de un cable terrestre. Por lo tanto, sus diseños también son diferentes, especialmente en lo que se refiere a la protección del cable contra el agua y las altas tensiones. Desde luego, la instalación y el mantenimiento son más complicados y costosos, en particular si se piensa en los trabajos necesarios para corregir la falla de un repetidor localizado en las profundidades de algún océano. Con el fin de reducir este riesgo, es entonces deseable emplear el menor número posible de repetidores. De la teoría vista en el capítulo 2, se
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deduce que la atenuación a es proporcional a l/[ln (6/a)]> en donde b y a son, respectivamente, los radios de los conductores externo e intemo. Luego, si b aumenta, a disminuye (véase también la sección 3.3). Por esta razón, y también para fines de resistencia mecánica, los cables coaxiales submarinos se fabricaron de mayor grosor que los terrestres; generalmente, sus conductores extemos tienen diámetros de cerca de 4 cm. La diferencia dimensional con un cable coaxial común y corriente es evidente.
El dominio submarino de los cables coaxiales no duró mucho tiempo; si acaso, un poco más de un cuarto de siglo. A partir de 1986, todos los nuevos cables submarinos que se han instalado son de fibra óptica monomodo (véase el capítulo 8). El coaxial submarino más poderoso fue el TAT-6 (Transatlántico #6); en sus buenos tiempos, transmitía 4,000 canales telefónicos y sus cientos de repetidores estaban espaciados unos nueve kilómetros entre sí.
Sin embargo, a pesar de la obsolescencia tecnológica de los coaxiales submarinos, es justo señalar que toda la experiencia ganada en su fabricación, instalación, operación y mantenimiento ha sido muy útil para optimizar algunos aspectos de los procesos equivalentes en el caso de los cables con fibra óptica. Las enormes tensiones mecánicas durante el tendido; la inmensa presión del agua, que prácticamente “aplasta” al cable y puede alterar su circunferencia; el jaloneo y los daños provocados por el oleaje y las anclas de buques o barcos pesqueros; la erosión por el roce con rocas; la necesidad de alimentar de energía eléctrica a los repetidores; la alta impermeabilidad y resistencia a la salinidad que se requieren; todos éstos son tan sólo algunos de los muchos problemas comunes que deben ser resueltos para todo cable submarino, sea coaxial o de fibra óptica.
Así, por ejemplo, entre otras medidas de protección, los tramos de cable que se instalan cerca de las costas, donde la profundidad es baja, siempre son más gruesos y resistentes que los que se colocan en el mar profundo. Esta mejora mecánica adicional se logra enrollando helicoidalmente alrededor del cable una armadura de hilos de acero. A su vez, dicha coraza va protegida con una nueva capa de material plástico altamente resistente.
Por lo que se refiere a los nuevos cables submarinos de fibra óptica, en el capítulo 8 se mencionan sus características principales. No sólo resalta su mayor capacidad de tráfico, parámetro que comúnmente se emplea para justificar su uso, sino también la separación entre sus repetidores, que es mucho mayor que en el caso necesario para los coaxiales.

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