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Neuroeducación_WenceslaoR - Wenceslao Reséndiz

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SECRETARÍA DE EDUCACIÓN PÚBLICA DEL ESTADO DE HIDALGO 
DIRECCIÓN GENERAL DE FORMACIÓN Y SUPERACIÓN DOCENTE 
DEPARTAMENTO DE ESCUELAS NORMALES 
ESCUELA NORMAL SUPERIOR PÚBLICA DEL ESTADO DE HIDALGO 
CICLO ESCOLAR 2020-2021 
 
NEUROCIENCIA EN LA ADOLESCENCIA 
¿A qué se le llama neuroeducación? 
Podemos entender por “neuroeducación” a una disciplina emergente que pretende influir 
en la educación a manera de mejorar los procesos de enseñanza y aprendizaje. Lo intenta a 
través de conocer cómo funciona el cerebro desde la perspectiva de la neurociencia, socio 
pedagogía, neurología, neurobiología, psicología, entre otras. Lo que plantea la 
neuroeducación es darle importancia al cerebro en el ámbito educativo (Domínguez, 2019). 
Aunque la neurociencia es una disciplina relativamente nueva, nos encontramos en un 
momento de la historia en que la ciencia avanza de una manera vertiginosa (Ortiz Ocaña, 
2015), sin embargo, se sabe muy poco de cómo aprende ese órgano vital que se encuentra 
en la parte superior de nuestro cuerpo. 
Por otro lado, la información que se produce va quedando obsoleta en un corto espacio de 
tiempo y conforme la tecnología se supera a sí misma. Además, surgen neuromitos que son 
adoptados en las escuelas, adquiridos por profesores y puestos en marcha en los alumnos 
sin un sustento válido. De ello se desprende la importancia de tener un acercamiento 
cuidadoso a la “neuroeducación” sobre todo distinguir propuestas comerciales de 
propuestas científicas, sin perder de vista que aún no hay nada definido. 
Ante la crisis pedagógica actual, en la que se necesita reinventar el modo en que se enseña 
y aprende, la neurociencia aparece en escena para ayudar a la transformación que se 
requiere en la educación. Para Marina (2018) La neurociencia debe cumplir ciertos objetivos 
educativos, que son, ayudar a los profesores a: (1) entender el proceso educativo, (2) 
resolver trastornos del aprendizaje de origen neurológico, (3) mejorar los procesos de 
aprendizaje y (4) establecer sistemas eficientes de interacción entre cerebro humano y 
tecnología. 
¿Qué aportan las neurociencias a la educación? 
Domínguez (2019) recopila de distintos autores elementos que deben ser tomados en 
cuenta por los docentes y estudiantes con el fin de mejorar el rendimiento académico, los 
cuales son: la percepción, atención, memoria, funciones ejecutivas, emociones, la 
curiosidad, el movimiento y el ejercicio físico, el juego y el arte. 
Percepción: permite al estudiante el desarrollo de diferentes áreas cerebrales conectadas 
e integradas con el fin de conseguir un significado de lo que se aborda en las clases, 
mediante contenidos visuales, auditivos y hápticos. 
Atención: hay autores que afirman que para conocer el tiempo de atención de los niños se 
debe tomar en cuenta su edad y sumarle dos minutos más. 
Memoria: Cañal de León (2014, citado en Domínguez, 2019) expresa “aprender y memorizar 
implica construir relaciones específicas entre neuronas y, desde otra perspectiva, entre 
patrones neuronales de la realidad” 
 
Funciones ejecutivas: Son un conjunto de actividades mentales de alto orden que se 
despliegan para alcanzar metas. Son de suma importancia ya que están vinculadas al buen 
desempeño académico sobre todo en matemáticas, ciencias, lectura y escritura (Yodi, 2015 
citado en Domínguez, 2019). 
 
Emociones: Sobresalen las investigaciones que indican que los espacios educativos 
estresantes o agresivos dificultan la atención y bloquean la retención de la información. 
 
Curiosidad: Lo diferente a lo cotidiano llama la atención. Se han de buscar estrategias que 
favorezcan la curiosidad en los estudiantes. 
 
Movimiento y ejercicio físico: La actividad motora entre clases, además de algunos talleres 
que impliquen el movimiento y la activación física da buen resultado en el proceso de 
aprendizaje. 
 
Juego: Al ser una actividad natural del ser humano, incluir el juego en el proceso de 
enseñanza y aprendizaje, aporta novedosas experiencias que favorecen la actividad 
neuronal (Sousa, 2014 citado en Domínguez 2019). 
 
Arte: El arte tiene un impacto positivo en el desarrollo del cerebro. Ayuda al niño a conectar 
con sus emociones, canalizarlas, interpretarlas y resolver conflictos, es decir, favorece el 
desarrollo emocional. También mejora el pensamiento creativo lo que repercute en la 
solución de problemas en las matemáticas y en la vida cotidiana. 
 
Por otra parte, Tomás Ortiz (2018) recopila una serie de aportes de la neurociencia que 
ayudan a repensar la práctica docente y el rediseño de los procesos de enseñanza. Por 
ejemplo, Glannon (2014, citado en Ortiz, 2018) menciona que la estimulación ambiental es 
capaz de influir en la actividad cerebral de adultos, adolescentes y niños, mejorando el 
desarrollo del cerebro desde edades tempranas a un nivel óptimo. Las neuronas se 
regeneran como consecuencia de estimulaciones ambientales, con ello se consigue un buen 
aprendizaje escolar, sin embargo, si las motivaciones de los alumnos no son atendidas 
pueden repercutir negativamente en el desarrollo personal y social. 
 
Los aportes de las neurociencias a la educación ayudan a desarrollar programas 
neuroeducativos que pueden contribuir a la mejora del aprendizaje escolar. La formación 
musical y el entrenamiento audiofonológico mejoran el aprendizaje de idiomas, la lectura y 
desarrollo del lenguaje (François y cols., 2015; Fonseca-Mora y cols., 2015; Kraus y cols., 
2014, citados en Ortiz, 2018) La danza y la estimulación sensoriomotriz mejoran las 
funciones cognitivas, emocionales y motoras (Vidal y cols., 2015; Berteletti y Booth, 2015; 
Danna y Velay, 2015, citados en Ortiz, 2018) 
 
También Ortiz (2018) menciona que un aporte significativo de la neurociencia a la educación 
es el conocimiento de nuestro cuerpo, de nuestras sensaciones y de nuestra motricidad en 
la mejora de las funciones cognitivas. El reconocimiento previo del entorno real mejora el 
recuerdo de patrones aprendidos y favorece respuestas más acertadas y rápidas. Además, 
incluye iniciativas que algunos países han emprendido con el objetivo de aproximar el 
mundo de la neurociencia y el mundo de la educación. Por mencionar algunos, Alemania en 
2004 marcha el Centro para la Neurociencia y Aprendizaje (ZNL) en el que un equipo 
multidisciplinar se ocupa del estudio de la dislexia, la actividad física y el aprendizaje, el 
aprendizaje y las emociones, el aprendizaje y la memoria, la consolidación de la memoria o 
el aprendizaje y la nutrición; Países Bajos en 2002 creó el Comité Cerebro y Aprendizaje con 
el objetivo de promover un intercambio activo de conocimientos y experiencias entre 
neurocientíficos, científicos cognitivos, investigadores en ciencias de la educación y 
educadores; entre otros países con objetivos similares en aras de conjuntar esfuerzos de la 
neurociencia y educación para mejorar la enseñanza y aprendizaje actual. 
 
¿Cuáles son los principales retos para su implementación? 
 
Ortiz (2018) en su libro “Neurociencia en la escuela” expone el reto de la neuropedagogía 
respecto a la implementación en el aula. Expone lo difícil y complejo que es tratar de 
implementar los conocimientos del cerebro y aplicarlos a la educación. Uno de los retos 
más importantes de los próximos años es poner en marcha programas de neuropedagogía 
en la práctica diaria de la enseñanza, sobre todo por la falta de investigación en la 
neuroeducación, el conocimiento sobre el funcionamiento del cerebro en desarrollo en el 
ámbito educativo es escaso. 
 
Adicional a lo ya expuesto por el autor, hace mención de la realidad del contexto educativo: 
la gran diversidad de maestros y educadores, su ritmo de trabajo, el excesivo número de 
alumnos por aula, el currículo ya establecido, la estructura de la enseñanza, etc. Lo que 
dificulta poner en marcha programas neuroeducativos eficaces. 
 
Lo que es evidente son los resultados negativos que tiene desencadena el estrés en 
contextosescolares y que afectan al hipocampo, la corteza prefrontal, estructuras 
cerebrales importantes para el aprendizaje y la memoria (Davison y McEwen, 2012, citado 
en Ortiz, 2018). Sin embargo, existen otras implicaciones, como los problemas bioéticos que 
pueden plantear las neurotecnologías. 
 
Lo que es de esperar, es que, los descubrimientos de la neurociencia permitan mejorar el 
sistema de enseñanza a fin de lograr un mejor aprendizaje. Se sabe que el aprendizaje de 
los niños es mucho más rápido que el de los adultos, pero no por ende más efectivo, quizás 
un objetivo importante de la neurociencia sea la posibilidad de modificar las estructuras 
cerebrales que subyacen a los diferentes procesos de aprendizaje mediante un sistema de 
enseñanza coherente con el desarrollo del cerebro. Pero, a pesar de ello, no sería suficiente 
para una buena educación, ya que el niño debe ser formado para integrarse a la sociedad 
en la que se desarrolla y eso sobrepasa la responsabilidad de la propia escuela. 
 
Un desafío latente es el de concientizar a maestros y educadores sobre la gran influencia 
que tienen sus enseñanzas en el modelado estructural del cerebro de niños y adolescentes. 
Además, lograr que los neurocientíficos, padres y educadores se entiendan mejor, 
compartiendo metas, fuentes de estudio, vocabulario, y coincidan en un mismo sistema de 
enseñanza. Se suma el compromiso de formar a profesores en programas neurodidácticos, 
buscando que la práctica y la enseñanza escolar sean eficaces, fiables y con mayor 
capacidad de mejora en el aprendizaje y la educación. Sin embargo, como mencionan 
Méndez, Méndez y Ramírez (2019) en algunos casos se llega a delegar la responsabilidad de 
curar los males de la educación como los índices de reprobación, deserción, ausentismos, 
bajo aprovechamiento escolar, rezago, etc., a los educadores y nadie más. Sumadas 
políticas gubernamentales que imponen nuevas reformas educativas cuando aún no se han 
terminado de asimilar las actuales, lo que supone un desafío más por superar. 
 
Por otro lado, un objetivo importante, pero con dificultades, es enseñar a aprender bien al 
cerebro, porque se pierde mucho tiempo en mejorar de nuevo el aprendizaje y porque lo 
mal aprendido ocupa mucho espacio. Un aprendizaje mal planificado contribuye a aprender 
mal. Si a todo ello se le suma un futuro desconocido debido a la velocidad de los cambios 
sociales y tecnológicos, como mínimo se exige nuevos modelos pedagógicos. 
 
Derivado de todo lo anterior, existe una responsabilidad de crear las condiciones necesarias 
para que los niños y adolescentes puedan desarrollar su cerebro lo más efectivamente 
posible dentro y fuera del salón de clases. 
 
Referencias bibliográficas 
 
Domínguez, M. (2019). Neuroeducación: elemento para potenciar el aprendizaje en las aulas 
del siglo XXI. Educación y Ciencia, 8(52), 66–76. 
http://educacionyciencia.org/index.php/educacionyciencia/article/view/533 
Hernández, G., Hernández, E., & Ramírez, M. (2019). Las neurociencias en educación. ¿Un 
reto para los profesores? Interconectando Saberes, 8. 
https://doi.org/10.25009/is.v0i8.2639 
Ocaña, A. (2015). Neuroeducación ¿cómo aprende el cerebro humano y cómo deberían 
enseñar los docentes? (1.a ed.). Ediciones de la U. 
https://www.researchgate.net/publication/315842120_Neuroeducacion_Como_apre
nde_el_cerebro_humano_y_como_deberian_ensenar_los_docentes 
Ortiz, T., & Marina, J. A. (2018). Neurociencia en la escuela : HERVAT : investigación 
neuroeducativa para la mejora del aprendizaje. S.M.

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