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Evernight - Donna Grant - The Kindred 4 - Adriana Palma Ponce

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SERIE THE KINDRED 03 
DONNA GRANT 
EVERBOUND 
 
 
 
 
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SERIE THE KINDRED 03 
DONNA GRANT 
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Índice 
Argumento ........................................................................................................................ 4 
Capítulo 1 ......................................................................................................................... 5 
Capítulo 2 ....................................................................................................................... 10 
Capítulo 3 ....................................................................................................................... 15 
Capítulo 4 ....................................................................................................................... 21 
Capítulo 5 ....................................................................................................................... 26 
Capítulo 6 ....................................................................................................................... 31 
Capítulo 7 ....................................................................................................................... 36 
Capítulo 8 ....................................................................................................................... 41 
Capítulo 9 ....................................................................................................................... 45 
Capítulo 10 ..................................................................................................................... 50 
Capítulo 11 ..................................................................................................................... 55 
Capítulo 12 ..................................................................................................................... 58 
Capítulo 13 ..................................................................................................................... 62 
Capítulo 14 ..................................................................................................................... 67 
Capítulo 15 ..................................................................................................................... 72 
Capítulo 16 ..................................................................................................................... 77 
Capítulo 17 ..................................................................................................................... 82 
Capítulo 18 ..................................................................................................................... 87 
Capítulo 19 ..................................................................................................................... 92 
Capítulo 20 ..................................................................................................................... 97 
Capítulo 21 ................................................................................................................... 102 
Capítulo 22 ................................................................................................................... 106 
Capítulo 23 ................................................................................................................... 111 
Capítulo 24 ................................................................................................................... 116 
Capítulo 25 ................................................................................................................... 121 
Capítulo 26 ................................................................................................................... 126 
Capítulo 27 ................................................................................................................... 130 
Capítulo 28 ................................................................................................................... 136 
Capítulo 29 ................................................................................................................... 141 
Capítulo 30 ................................................................................................................... 147 
Capítulo 31 ................................................................................................................... 152 
Capítulo 32 ................................................................................................................... 157 
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Capítulo 33 ................................................................................................................... 161 
Capítulo 34 ................................................................................................................... 167 
Capítulo 35 ................................................................................................................... 172 
Capítulo 36 ................................................................................................................... 178 
Capítulo 37 ................................................................................................................... 185 
Capítulo 38 ................................................................................................................... 189 
Epílogo .......................................................................................................................... 192 
 
 
∗∗∗∗∗∗∗ 
 
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Argumento 
 
Para vivir en la luz, ellos cazan en la oscuridad... 
 
Traumatizada por el evento más devastador imaginable, Synne tiene una cosa en mente: 
librar al mundo del Aquelarre. Las brujas y sus malvados aliados le quitaron todo lo que 
ella quería, y ni siquiera sus amados árboles pueden sofocar la creciente pena y la oscuridad 
que se filtra en su alma. Sin embargo, cuando se cruza con un escocés tan sexy como un 
pecado, su forma de pensar cambia, y descubre cosas sobre sí misma que ni siquiera ella 
hubiera adivinado. 
 
Lachlan MacCullum, el siguiente en la línea de mando de su clan, nunca esperó que su 
mundo se pusiera patas arriba. Pero en el momento en que pone sus ojos en la hermosa 
Cazadora, sabe que nunca será el mismo. Además de hacerle sentir cosas que nunca pensó 
que fueran posibles, le abre a un mundo que casi había olvidado. Ahora, está consumido 
por la necesidad de ayudarla. Y ganar su corazón. 
 
Con Sybbyl suelta y en busca de la dominación, y otro hueso de la Primera Bruja a mano, 
llegar a los Varroki y unir fuerzas es primordial. Desafortunadamente, es más fácil decirlo 
que hacerlo. El mal tiene una forma de frustrar incluso los planes mejor trazados. Al menos 
se tienen el uno al otro. ¿Pero por cuánto tiempo? 
∗∗∗∗∗∗∗ 
 
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Capítulo 1 
 
Escocia 
El aliento brotaba de la boca de Synne mientras la nieve seguía cayendo implacablemente, 
cubriendo el mundo de blanco. La yegua sacudió su cabeza, sacando los copos de su negra 
melena mientras estaban en la cima de la colina, mirando el paisaje. 
Synne acarició el cuello del caballo. "Yo también tengo frío, pequeña. Pero aún tenemos un 
largo camino por recorrer". 
Al menos eso es lo que Synne sospechaba. No tenía ni idea de dónde vivían exactamente 
los Varroki. Todo lo que sabía era la dirección: el norte. Así que ahí era hacia donde se 
dirigía. 
Conocía bien la nieve, pero el tipo de frío que sentía ahora era mucho peor de lo que estaba 
acostumbrada. Penetraba en sus capas de ropa para hundirse en sus huesos, haciendo que 
sus movimientos fueran lentos y torpes. Sus dedos estaban entumecidos, y no podía sentir 
sus pies. Necesitaba moverse rápidamente si se encontraba con el Aquelarre,y como estaba 
ahora, no estaba segura de poder hacerlo. 
El solo hecho de pensar en el Aquelarre le provocaba una rabia y un dolor tan intensos que 
su garganta se obstruía con ellos. Nunca olvidaría la visión de aquellos a los que había 
llamado familia asesinados por la bruja Sybbyl y su banda de las Gira. 
Synne era una Cazadora. Había sido entrenada por uno de los más grandes caballeros, 
Radnar, y Edra, una poderosa bruja, para cazar a las del Aquelarre y mantener a los demás 
a salvo. Ahora, Edra y Radnar se habían ido, al igual que muchos otros en su santuario. 
Durante años, Synne había conocido el amor y la seguridad. Era una experta con su arco, 
y por razones que no podía explicar, tenía una conexión con la naturaleza. Los árboles, en 
particular. Pero todo lo que había conocido y amado ya había desaparecido. Porque Sybbyl 
quería los huesos de la Primera Bruja. De eso se trataba todo esto. 
Por suerte, otra Cazadora, Leoma, y un noble, Braith, habían tropezado con el Cráneo de 
Sangre. Braith era el Guardián del Cráneo de Sangre. Sólo le respondía a él. Eso significaba 
que nadie más, especialmente las del Aquelarre, podía utilizarla. Como el Aquelarre no 
podía llegar al Cráneo de Sangre, habían ido tras el Bastón del Eterno. El trozo de madera 
contenía el hueso del muslo de la Primera Bruja, otorgando al poseedor un inmenso poder. 
Y, desafortunadamente, Sybbyl había puesto sus manos en él. 
La balanza se inclinó a su favor cuando los Cazadores se enteraron de que una bruja 
llamada Helena era descendiente de la Primera Bruja, el verdadero Corazón Vivo. La magia 
de Helena era mayor que la de Sybbyl. Lamentablemente, sin embargo, Sybbyl había sido 
lo suficientemente lista como para huir durante su batalla. 
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Synne ahora creía que el Bastón del Eterno permitiría a Sybbyl encontrar a los Varroki, que 
habían estado ocultos durante años. Todos sabían que la siguiente parada de Sybbyl en su 
lista de enemigos era Blackglade, donde vivían los Varroki. Y si los Cazadores e inocentes 
eran verdaderamente desafortunados, Sybbyl encontraría otro hueso de la Primera Bruja y 
se haría aún más fuerte. 
Un largo suspiro se escapó de Synne. Había repasado esto incontables veces desde que 
quemó a sus seres queridos en la Abadía, pero no se le ocurría nada que pudiera ayudarla 
a ella o a cualquier otro. Al menos aún tenían a Braith y el Cráneo de Sangre, sin mencionar 
a Helena como el Corazón. Pero había otros huesos de la Primera Bruja por ahí que aún no 
se habían encontrados. 
Synne impulsó a su yegua a caminar. El cielo estaba lleno de nubes, y parecía que la nieve 
no tenía intención de detenerse pronto. Necesitaba encontrar un refugio. Mientras el caballo 
se abría camino por la ladera, Synne pensaba en los Varroki. Los Cazadores no habían 
sabido de ellos hasta hace poco, aunque los Varroki habían estado librando su propia 
guerra contra el Aquelarre desde los días siguientes a la muerte de la Primera Bruja. 
Los Varroki eran reservados, y por una buena razón. Su número incluía brujos, algo que 
nadie creía que existiera. Durante toda su vida, Synne había creído que sólo las mujeres 
podían tener magia. Conocer a la Dama de los Varroki, Malene, y a su Comandante, Armir, 
abrió los ojos de Synne a un mundo completamente nuevo. 
Nunca pensó en dejar el bosque y el santuario que Edra y Radnar habían creado. Sin 
embargo, su camino ahora la llevaba hacia Blackglade y los Varroki. No tenía ni idea de lo 
que le esperaba allí además de la guerra. No había forma de superar lo que se avecinaba, 
no es que ella quisiera hacerlo. Y honestamente no esperaba sobrevivir a la batalla. Después 
de todo, no tenía magia. 
Era lo único que había deseado por encima de todas las cosas. Pero el deseo no cambiaba 
nada. Como ella había aprendido de la manera difícil. 
Synne echó un vistazo a su alrededor. Le gustaba estar al aire libre. Había viajado a 
propósito por ese camino desde que cruzó a Escocia. Eso le había permitido ver todo a su 
alrededor cuando coronó las siempre crecientes colinas. Sin embargo, los espacios abiertos 
estaban llegando rápidamente a su fin. Delante de ella había un vasto bosque. Su corazón 
saltó ante la idea de estar en los confines del bosque otra vez. Pero eso se disipó rápidamente 
cuando pensó en la Gira. 
Desde que podía recordar, Synne había estado aterrorizada por las ninfas. Su piel y su pelo 
se asemejaban a la corteza de un árbol, lo que les permitía camuflarse para que nadie 
pudiera verlas hasta que la Gira eligiera revelarse. 
Las ninfas arbóreas se mantenían principalmente en el Grove de las Brujas, pero se sabía 
que a veces se aventuraban a salir. Sus susurros atraían a la gente. Una vez cerca de la 
Gira, acercaban a la persona desprevenida, para que el árbol pudiera rodearlas, tomándolas 
como rehenes para que la Gira las torturara y jugara con ellas en su tiempo libre. Pero era 
la forma en que la Gira mataba lo que causaba que se formaran nudos en el estómago de 
Synne. 
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Las ninfas devoraban a la gente. 
Synne no podía recordar cuándo se enteró de la Gira, pero sabía de su existencia mucho 
antes de que Edra le hablara de ellas. Synne nunca había profundizado demasiado en sus 
recuerdos para saber cuándo había descubierto las Gira, sobre todo porque no le importaba. 
Las ninfas eran malvadas, y ella quería mantenerse alejada de ellas. 
Odiaba que las Gira utilizaran árboles para esconderse. Synne siempre se había sentido 
atraída por los árboles. Sólo tocarlos le calmaba, pero su miedo a las ninfas la mantenía 
alejada de ellos después de que la Gira hubiera matado a todos en la Abadía. Y Synne sentía 
la pérdida profundamente. 
A pesar de su necesidad de estar cerca de los árboles, Synne no esperaba con ansias el 
bosque que se acercaba por los peligros que había dentro. Su odio hacia la Gira creció por 
quitarle eso. La mayor parte de la ira dentro de ella estaba dirigida al Aquelarre y a la Gira. 
Ellos habían destrozado su mundo. No recordaba a su familia ni la época antes de que Edra 
la encontrara, pero ahora no sentía nada al respecto. Tal vez porque no tenía recuerdos de 
ese tiempo no fue consumida por la necesidad de venganza. 
A diferencia de la vista de todos sus amigos muertos que no podía dejar de ver cada vez que 
cerraba los ojos. 
Aunque no había hablado, la yegua sintió la confusión de Synne y relinchó suavemente 
mientras giraba sus orejas hacia ella. 
"Lo siento", le dijo Synne a la yegua. "Estoy tratando de controlarlo". 
Y el control era algo que ella necesitaba conseguir. No podía enfrentarse a sus enemigos 
mientras sentía tanta furia. Eso la llevaría a tomar malas decisiones. Necesitaba tener la 
cabeza y el corazón despejados para tener éxito. 
Hizo lo mejor que pudo para dejar ir la ira. Le tomó más tiempo del que le gustaría, pero 
finalmente, Synne logró su objetivo. Para entonces, el bosque estaba directamente frente a 
ella. Tiró de las riendas para detener el caballo. 
La yegua obedeció instantáneamente. Durante los siguientes momentos, tanto el caballo 
como el jinete miraron fijamente al bosque que tenían delante. Synne miró a ambos lados, 
pero no importaba lo mucho que buscara, no veía el camino alrededor del bosque. Sin duda 
había uno, pero no quería perder tiempo en encontrarlo. El camino más corto era a través 
de los árboles. 
"Estemos atentas", se dijo Synne a sí misma y a la yegua. 
El caballo relinchó en respuesta. 
Ella cliqueó con la lengua, y la yegua siguió adelante. El corazón de Synne se aceleraba con 
cada paso que daban, y mientras su mente le gritaba que se diera la vuelta y huyera, Synne 
no detuvo al animal. Pronto, el bosque se las tragó. 
En el momento en que estaban dentro de los confines del bosque, era como entrar en un 
mundo diferente. Los pájaros gorjeaban, y una ardilla gritaba cerca. Los árboles ayudaban 
aprotegerla de la nieve, atrapando los copos en sus ramas gruesas y sin hojas, así como 
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en los muchos árboles de hoja perenne. El viento silbaba suavemente entre las ramas, casi 
como una canción de cuna. 
Synne dirigía a la yegua, siguiendo un sendero tan lejos de los árboles como pudo, pero aún 
así estaba más cerca de lo que le resultaba cómodo. La necesidad de tocar la corteza 
luchaba con su temor de que la Gira estuvieran cerca y oculta. 
Si fuera Sybbyl, dejaría la Gira en el bosque para frenar a cualquiera que se acercara. Por 
otra parte, nadie sabía realmente dónde estaba Sybbyl. Eso en sí mismo era aterrador. 
Todos habían asumido que, dado que la líder del Aquelarre había eliminado la Abadía, 
Sybbyl se dirigiría a Blackglade para atacar a los Varroki. 
Tenía mucho sentido, pero Sybbyl había hecho cosas que no tenían sentido en el pasado, 
así que Synne no estaba segura de qué pensar. Podría estar permitiendo que su miedo la 
controlara por nada. Lo cual era lo más probable. Pero cuando se trataba de brujas, nadie 
podía estar realmente seguro. 
Synne detuvo a la yegua una vez más. Esta vez, su ira se dirigió a sí misma. Era una 
Cazadora entrenada. No temía enfrentarse a una bruja, y tampoco debía temer a la Gira. 
Las brujas podían hacer todo tipo de magia. ¿Quién iba a decir que una no podía esconderse 
como una ninfa? 
Lo último que Synne debería hacer era dejar que el miedo la dominara. Había estado en 
constante agitación desde que dejó la Abadía. Pero lo único que podía ayudarla era lo que 
la rodeaba, los árboles. 
Miró el follaje más cercano a ella. Ninguno de los troncos parecía como si un Gira se 
escondiera allí, ni Synne escuchó ningún susurro. De hecho, el bosque parecía normal. 
Synne respiró profundamente, inhalando el aroma de pino y nieve. Todo olía... a limpio. 
Nada parecía estar mal. 
Synne bajó la mirada a la yegua. El caballo estaba calmado, aparentemente no captaba 
nada que se hubiera perdido. Dio un impulso a la yegua una vez más y continuó a través 
del bosque. Su mirada se movía de un lado a otro, buscando a la Gira, brujas, o cualquier 
otra cosa que pudiera ser una amenaza. 
Cuando no pudo aguantar más, extendió la mano y tocó un árbol al pasar. Su mano 
enguantada se quedó un momento, pero incluso ese pequeño contacto la fortaleció. Sin 
embargo, no fue suficiente. Se quitó el guante antes de alcanzar el siguiente árbol. Cuando 
la corteza áspera y fría se deslizó contra la palma de su mano, cerró los ojos y suspiró con 
satisfacción. 
Nadie, ni siquiera Edra, sabía por qué Synne necesitaba poner sus manos en los árboles. 
Edra había encontrado a Synne en un bosque, al menos eso es lo que la bruja le había 
contado a Synne. No recordaba esa época ni la anterior. Lo que probablemente fuera lo 
mejor. 
Los bosques que la rodeaban se hicieron más densos, los altos pinos se extendían hasta el 
cielo, sus ramas se extendían como dedos. Miró hacia arriba, pero la capucha de su capa 
le impedía ver directamente sobre ella. 
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Con la yegua zigzagueando entre los árboles, Synne se relajó cada vez más. Nunca más 
permitiría que el miedo la gobernara. El hecho de haber dominado sus emociones había 
demostrado que necesitaba el bosque. No quería pensar en lo que hubiera pasado si 
continuaba dejando que el miedo la gobernara. 
Synne viajó durante un tiempo antes de detener a la yegua cerca de un enorme roble. Se 
deslizó del caballo y dejó caer las riendas. A Synne no le preocupaba que la yegua se 
escapara. El caballo estaba demasiado bien entrenado para eso. Synne bajó la capucha de 
su capa y se quitó el otro guante al acercarse al árbol. Una vez que se paró frente a él, puso 
ambas manos en su corteza y cerró los ojos. 
"Te he echado de menos", susurró. 
Aunque no escuchó palabras de los árboles, sí sintió cosas. En este momento, el roble la 
estaba saludando. Ella sonrió y presionó su mejilla contra el tronco mientras extendía sus 
brazos, dándole al árbol gigante un abrazo. 
"Me avisarás si algo anda mal, ¿verdad?" preguntó suavemente. 
En respuesta, el árbol crujió mientras sus ramas se movían cuando una brisa se deslizó a 
su alrededor. Los ojos de Synne se abrieron de golpe. Gracias al roble, supo en un instante 
que no estaba sola. El árbol no le dijo que era algo peligroso, pero Synne estaba en guardia, 
sin embargo. 
Se enderezó y bajó los brazos mientras su cabeza se movía hacia la izquierda. Su mirada se 
encontró con la de un hombre sentado a horcajadas en un caballo blanco. El pelo largo y 
negro del hombre colgaba suelto sobre sus hombros, y sus ojos se clavaban en los de ella. 
Incluso con la barba, podía ver la línea afilada de su mandíbula. Montaba como si hubiera 
nacido para cabalgar. 
La empuñadura de una espada podía verse sobre su hombro. Probablemente también tenía 
otras armas, porque era, sin duda, un guerrero. 
Que Synne lo matara o no, dependía del lado en el que estuviera. 
∗∗∗∗∗∗∗ 
 
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Capítulo 2 
 
Nunca había visto una mujer como ella antes. Lachlan no estaba seguro de qué pensar. 
Tocó los árboles cuando los pasó, y la acción lo confundió. Pero no fue hasta que abrazó el 
roble que vio sus labios moverse, casi como si le estuviera hablando. 
Su abuela había mencionado una vez a aquellos que tenían una profunda conexión con la 
naturaleza, pero él había creído que eran las divagaciones de su confusa mente. Ahora, se 
preguntaba si ella le había dicho la verdad. 
Lachlan había visto a la mujer cabalgando hacia el bosque. Era obvio que dudaba en entrar 
en el bosque, pero no había dejado que eso la detuviera. Al principio, él pensó que era 
porque ella podría haber sospechado que él estaba dentro. Mientras su capa ocultaba su 
cara, sus estrechos hombros y su ligero cuerpo la marcaron instantáneamente como mujer. 
Había estado tan concentrado en observarla que no se dio cuenta inmediatamente del arco 
que llevaba hasta que desmontó, pero su atención se centró rápidamente en el arma. 
Y ahora, estaba concentrado en la forma en que ella le miraba. No había miedo en sus ojos 
ámbar. En su lugar, miró el rostro de alguien que se había enfrentado a la muerte. Alguien 
que había entregado muerte. 
Se sentía intrigado por esta mujer. Ella era distinta a todas las que había visto antes, y 
mientras una parte de él se rebelaba contra ella, otra parte era incapaz de mirar a otro lado. 
Fue ese interés el que le impulsó a ir a ella, a descubrir su nombre y saber quién era. 
Lachlan había empuñado una espada antes de poder levantarla correctamente. Su padre y 
dos tíos le habían entrenado para luchar por el clan, y lo hizo no sólo porque era lo que se 
esperaba, sino porque sabía que era lo que debía hacer. 
Debido a su entrenamiento, reconoció la diferencia entre alguien que llevaba un arma de 
exhibición, y aquellos que sabían cómo usarla. Esta mujer era de los últimos. Su hermana 
le había rogado que le enseñara a usar un arco, pero su padre se había negado. Lachlan no 
se atrevió a ir en contra de su señor. Sin embargo, alguien en la vida de esta mujer se había 
tomado el tiempo para entrenarla. 
Lachlan apretó sus dedos en las riendas de su montura. Dio un ligero golpecito con el talón, 
y el castrado se movió hacia delante. Lachlan no apartó sus ojos de la mujer, ni ella de él. 
Ella no se movió, pero él tuvo la sensación de que estaba preparada para un ataque desde 
cualquier ángulo. 
Muy intrigante. 
Cuanto más se acercaba a ella, más capaz era de asimilarla. Al principio, creyó que su pelo 
rubio era corto, pero ahora vio que se lo quitaban de la cara varias filas de trenzas ocultas 
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por la capucha de su capa. Se preguntó cuán largo sería y tuvo el deseo de empujar la 
capucha hacia atráspara verla mejor. 
Los ojos color ámbar lo observaban cuidadosamente, con cautela. Mientras que su mirada 
era la de un guerrero, su rostro se parecía al de un ángel. La belleza, como nunca antes 
había contemplado, estaba ante él ahora. Su piel era impecable, sus pómulos altos y sus 
labios deliciosamente llenos. Si su cara era tan hermosa, podía imaginar cómo era su 
cuerpo. Era una pena que la capa lo ocultara de la vista. 
Detuvo su caballo a unos metros y se las arregló para encontrar su voz. "¿Estás perdida?" 
Ella arqueó una rubia ceja ante la pregunta. “¿Te parezco perdida?” 
"No eres de nuestro clan, ni tienes el aspecto de ningún clan vecino". Se encogió de hombros. 
"Así que, sí, pareces perdida" 
"No lo estoy". 
No dijo nada más, pero su acento la delató. No sabía lo que una mujer inglesa estaba 
haciendo en Escocia, pero no podía ser bueno. A pesar de que antes suponía que ella sabía 
como utilizar el arco, no pudo evitar preocuparse por ella. 
"Puedes seguir tu camino", le dijo ella. 
Lachlan le devolvió la sonrisa. Maldita sea, si ella no le hubiera dado una orden. "No voy a 
ninguna parte, muchacha" 
Ella suspiró y levantó la barbilla. "No soy una hembra marchita que necesita un macho". 
"No dije que lo fueras. Y no estoy ofreciendo ayuda". 
Pasaron varios momentos en los que ella simplemente se quedó mirándole. Finalmente, 
miró hacia otro lado, emitiendo otro suspiro, este más fuerte. "No te vas a ir, ¿verdad?" 
Él negó con la cabeza. 
Ella dio vueltas, la capa rodeándola mientras lo hacía. Fue entonces cuando vio que llevaba 
pantalones. Sólo pudo ver sus piernas antes de que el manto se asentara para ocultarla de 
la vista. Pero ese breve segundo fue suficiente para que su sangre se acelerara. 
Con interés y deseo. 
Lachlan quería volver a ver sus piernas. Y ahora, más que nunca, deseaba ver el resto de 
ella. ¿Estaba realmente vestida como un hombre? Si eso no fuera suficientemente extraño, 
ninguna mujer que él conociera le hablaría como lo estaba haciendo ésta. 
"Estás mirando", dijo la mujer. 
Ahora ella le daba la espalda mientras jugueteaba con su caballo. Él no estaba seguro de 
cómo ella sabía dónde estaba centrada su mirada. Lo más probable es que fuera una 
suposición afortunada. 
"¿Y?", respondió él. 
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Su cabeza se giró y le miró por encima del hombro. "Dejaré el bosque. Sólo quiero unos 
minutos". 
"El hecho de que digas eso me dice que no tienes ni idea de dónde estás". 
"Escocia", respondió ella. 
Puso los ojos en blanco. "Sí, ahí es donde estás. Pero también estás en la tierra de los 
MacCullum" 
"He cabalgado sobre muchos territorios, y seguiré cabalgando sobre otros", dijo ella y volvió 
a prestar atención al caballo. 
"Lass"1, dijo con un suspiro. "Se está gestando una guerra entre mi clan y uno vecino". 
"Siempre hay una guerra de algún tipo" 
"Te estás perdiendo el punto. Si viajas sola como estás, los demás podrían creer que eres 
una espía. O peor aún, alguien para ser secuestrado" 
Las manos de ella se inmovilizaron. Luego se dio vuelta y lo enfrentó con los brazos a los 
lados. "No soy una espía. Y si alguien se atreve a intentar obligarme a hacer algo, se 
arrepentirá" 
"La tierra de los MacCullum es muy extensa. Si quieres atravesar el bosque sin que nadie 
te moleste, déjame acompañarte". 
"¿Cómo sé que eres un MacCullum? Por lo que sé, todo lo que me has dicho es una mentira" 
Si esas palabras hubieran venido de un hombre, Lachlan lo habría derribado. En vez de 
eso, pasó la pierna por encima de la cabeza del castrado y se deslizó hasta el suelo. Tan 
pronto como sus pies tocaron la tierra, se acercó a la mujer y desenvainó su espada. 
Ella dio un paso atrás e hizo que una flecha se clavara en su arco en el tiempo que le llevó 
a él parpadear. Estaba impresionado, pero su ira no le permitió expresarlo. En su lugar, 
sacó su espada para que ella pudiera ver la empuñadura. 
"Mira", le exigió. 
Sus ojos ámbar se apartaron de su cara hacia el arma. "MacCullum", dijo ella y bajó su 
arco. "Podrías haber robado eso. Pero dada la forma en que lo llevas y la furia de tu mirada, 
creo que es tuyo". 
Él devolvió la hoja a su vaina. "Yo lucho por mi laird2. Este fue su regalo para mí por derrotar 
a nuestro enemigo". 
La mujer cerró brevemente los ojos antes de volver a poner la flecha en el carcaj atado al 
caballo. "Realmente me las arreglo bien sola" 
 
1 Muchacha (palabra escocesa) 
2 Jefe del Clan (palabra escocesa) 
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"Puede que conozcas las costumbres inglesas, pero no sabes nada de las nuestras, lass", le 
dijo y dio un breve silbido al caballo castrado, que se acercó a él. Recogió las riendas en sus 
manos. "Patrullo este bosque para mantener a los demás fuera" 
"¿No sería mejor tener un ejército?" 
"Hacen demasiado ruido. Estoy más tranquilo por mi cuenta" 
Asintió con la cabeza y una vez más miró el árbol que había abrazado antes. "Siempre he 
trabajado por mi cuenta" 
"Podrías ser capaz de llevarte por delante algunos enemigos, pero por ti sola, serías 
derrotada muy pronto" 
"No por los hombres", le pareció oírle decir. 
Lachlan frunció el ceño. "¿Qué?" 
"Nada", respondió ella rápidamente y le devolvió la mirada. "Necesito atravesar el bosque 
rápidamente". 
"Puedo hacerlo". 
Ella apretó sus labios, observándole. Él vio que ella no quería aceptar su oferta. En su lugar, 
él probablemente tampoco lo haría. Pero sabía que había pequeñas bandas de enemigos 
vagando por el bosque, buscando a cualquiera que creyeran que podían coger o matar para 
herir al clan. 
"Si te rehúsas, sólo te seguiré". 
Ella resopló. "Lo dudo. Soy buena cubriendo mis huellas". 
"No eres lo suficientemente buena como para conseguir que te pierda" 
Eso la hizo dudar. "Si acepto, ¿cuánto tiempo tardaré en atravesar el bosque?" 
"Dos días. Conozco las rutas más cortas. Si vas por tu cuenta, podrías estar aquí durante 
días" 
"Lo dudo", dijo. "Pero tengo prisa" 
Él quería preguntarle hacia dónde se dirigía, pero ella probablemente no se lo diría, así que 
no se molestó. En su lugar, montó el castrado. "Será mejor que nos pongamos en marcha 
si tienes prisa" 
"Sí", dijo ella y miró el roble una vez más. 
Luego se dirigió al árbol y puso su mano sobre él. Se inclinó más cerca, y él podría jurar 
que le habló. Cuando se enderezó, mantuvo la mirada baja mientras se dirigía a la yegua 
antes de subirse al animal. 
Ella le hizo una seña con la cabeza y él se puso en marcha. No se puso ni siquiera a su 
lado, sino que prefirió quedarse un poco atrás. Cabalgaron en silencio durante varios 
minutos mientras él pensaba en lo que la había visto hacer con el árbol. Ella había querido 
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quedarse con él un poco más a pesar de estar apurada. ¿Qué era tan importante sobre el 
árbol? Probablemente era una respuesta que nunca conseguiría. 
"Soy Lachlan", dijo. 
Hubo una breve pausa antes de que ella respondiera: "Soy Synne". 
Seguramente no la habían llamado así porque alguien la considerase un pecado. Ella era 
todo menos lo que él había visto hasta ahora. No era muy hablador. Nunca lo había sido, 
en realidad. Por lo general, las mujeres hablaban mucho y él encontraba maneras de no 
responder. Ahora, él era el que tenía todas las preguntas, cabalgando junto a una mujer 
que no parecía querer pronunciar una sílaba. 
"¿Hacia dónde te diriges?" preguntó cuando no pudo soportarlo más. 
"Al Norte". 
Estaba perturbado por su respuesta, pero no se sorprendió. "¿Algún lugar en particular?" 
"Sí". 
La paciencia de Lachlan se estaba agotando rápidamente. "Si no quieres decírmelo, está 
bien" 
"No quiero". Entonces suspiró. "En realidad, no sé exactamente dónde está" 
"¿Cómo se llama el lugar? Quizás pueda decírtelo" 
"Confía en mí cuando digo que lo que sea que esté pasando con tu clan es más seguro quea donde me dirijo" 
Le echó una mirada. "¿Y los hombres de tu familia te permitieron viajar sola?" 
"Soy una Cazadora", declaró con un destello de ira en sus ojos. "No necesito que nadie, y 
mucho menos un hombre, me diga lo que puedo y no puedo hacer" 
Lachlan se alegró de que su hermana no estuviera aquí para escuchar eso. Los hombres 
están hechos para la batalla. Para asegurar la seguridad de sus familias. Las mujeres eran 
las cuidadoras, las que daban a luz a los niños y mantenían el hogar en orden. Lachlan no 
estableció las reglas. Sólo las cumplía. 
"Además", continuó Synne, "no queda nadie para decir nada". 
Él la miró, pero ella se negó a encontrarse con su mirada. Entonces él lo vio, el dolor que 
ella valientemente trataba de mantener oculto. Hizo un buen trabajo. Puede que nunca se 
hubiera dado cuenta si ella no hubiera dicho esas últimas palabras, pero ahora que lo hizo, 
podía ver lo que ella luchaba por evitar que la consumiera. 
"Lo siento", dijo él. 
Ella se encontró brevemente con su mirada. "Así será para los que me los quitaron" 
∗∗∗∗∗∗∗ 
 
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Capítulo 3 
 
Fue un error que el escocés la acompañara. Synne lo sabía, pero también sabía que él la 
seguiría si no le permitía acompañarla. De esta manera, podría mantener sus ojos en él. 
Sin embargo, tenía que admitir que le gustaba tener a alguien con ella. Si sólo Lachlan 
dejara de hacer preguntas. No podía decirle lo que él quería saber. Pero lo único bueno de 
la conversación fue que la sacó de su propia mente y los constantes pensamientos que la 
rodeaban. 
"Una vez rastreé a alguien", dijo Lachlan. "La venganza no es lo que crees que es". 
"Es exactamente lo que yo creo que es". 
Hizo un sonido en el fondo de su garganta. "Nunca has buscado venganza antes, ¿verdad?" 
"¿Preguntas eso porque soy una mujer?" 
"No hay necesidad de ponerse irritable", dijo y se encontró con su mirada. "Sólo estoy 
señalando que lo que te lleva a buscar venganza ahora, no desaparecerá una vez que hayas 
conseguido lo que quieres" 
Ella tragó y miró hacia adelante. "No importa" 
"Por supuesto que importa. A menos que... creas que vivirás para preocuparte por ello" 
Synne no se molestó en responder. No le debía una explicación. Era un medio para un fin, 
y eso era todo. 
"Och, muchacha", murmuró. "Tienes demasiado de tu vida por delante para desperdiciarla 
así" 
Ella negó con la cabeza. "No dirías eso si yo fuera un hombre" 
"Advertiría a cualquiera con las mismas palabras, ya sea hombre o mujer" 
Synne le clavó los ojos. "Vi la forma en que miraste mi arma. Había sorpresa. No sabes qué 
hacer con una mujer que puede protegerse a sí misma". 
"Sí, me sorprendió", admitió con un giro irónico de sus labios. "No está hecho aquí". 
"Es de donde vengo. A cualquiera que quisiera aprender armas se le permitía entrenar" 
"Suena como un lugar increíble. ¿Había muchas mujeres?" 
"Muchas", respondió Synne en voz baja, pensando en las otras. 
Lachlan se quedó callado por un momento. "No entierres tu dolor. Solo prolongará tu 
curación ". 
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Ella no le preguntó cómo lo sabía. Synne pensó que cubría bien su dolor, pero por lo que 
parece, no lo suficientemente bien. "Voy a llorar más tarde". 
"Vas a perseguir a alguien con ira y pérdida en tu corazón, lass. Esa es una receta para el 
desastre. Necesitas tener la mente clara si quieres ganar ". 
"Lo único que necesito es llegar a mi destino". 
Lachlan detuvo su caballo y miró a la derecha con los ojos entrecerrados. Synne detuvo a 
su yegua y miró alrededor del bosque en busca de enemigos potenciales. Había espacios 
amplios para que alguien acechara o lanzara una trampa. Quizá fuera algo bueno que el 
escocés estuviera con ella, después de todo. 
Unos momentos después, el caballo de Lachlan comenzó a caminar de nuevo. Synne miró 
a la derecha para ver si podía decir lo que había llamado la atención del hombre, pero no 
vio nada. Su mirada volvió a él y se centró en sus anchos hombros. Los gruesos nudos y 
los músculos duros eran evidentes bajo la faja del tartán, el chaleco, la camisa y los 
pantalones que llevaba. 
Había una intensidad en él que ella reconoció ya que había estado rodeada de guerreros la 
mayor parte de su vida. Pero con Lachlan, era diferente. Como si se hubiera subido otro 
nivel. Ella no lo había visto en la batalla todavía, pero se imaginaba que era un espectáculo 
para contemplar. 
En el fondo de su mente, deseaba poder verlo luchar. Tan pronto como se le ocurrió, se 
arrepintió. Lo último que quería era encontrarse con brujas mientras buscaba a los Varroki. 
Probablemente era inevitable que el Aquelarre la encontrara, pero Synne no debería esperar 
que eso ocurriera sólo para ver a Lachlan moverse. 
Sus ojos se dirigieron más abajo hacia su trasero. Sus caderas eran estrechas, su trasero 
firme. Ella no debería notar cosas así, no cuando estaba en una misión. ¿Pero cómo podía 
ignorar el hecho de que Lachlan era un magnífico ejemplar de hombre? Ella nunca le diría 
eso, pero era difícil mirar a otro lugar que no fuera a él. 
"No me conoces", dijo Lachlan. "Y no tienes razones para escucharme, pero espero que 
hagas caso a este consejo. Tu cabeza y tu corazón están llenos de venganza. Te ciega a 
cosas que de otra manera no podrías ignorar. No deberías estar viajando sola. Necesitas a 
alguien que te cuide la espalda". 
"No hay nadie" 
Él suspiró ruidosamente. "Entonces estás cabalgando hacia tu muerte" 
"Si estuvieras en una situación en la que no tuvieras más remedio que cazar a alguien, o la 
muerte llegara a muchos, muchos más, ¿Ignorarías la llamada simplemente porque estás 
de duelo o no hubiera nadie para acompañarte?" preguntó, volviendo la cabeza hacia él. 
Lachlan apretó sus labios para que se juntaran por un latido de corazón. "No". 
"Yo tampoco" 
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Parecía no tener nada que decir después de eso. El silencio que siguió puso a Synne de 
nuevo en su cabeza, y no era un lugar que le gustara mucho. El poco tiempo que había 
interactuado con Lachlan la había aliviado de alguna manera. 
Volverse introspectiva empeoró todo. Pensó en lo peor que podría pasar y se encontró 
enfocándose en ellos e imaginando todas las cosas horribles que Sybbyl le haría a los demás, 
así como pensando en cómo sería su muerte. Su mente no le permitía pensar en nada 
positivo. Todo era negativo, y eso la llevó a su ya bajo estado de ánimo a una depresión que 
se descontrolaba rápidamente. 
Cuanto más intentaba no pensar en esos pensamientos desagradables, más llenaban su 
mente hasta que quería gritar. Synne cerró los ojos y luchó contra los demonios de la duda 
que se levantaron. 
"Habla", dijo ella entre dientes. Cuando Lachlan no respondió, abrió los ojos y lo encontró 
mirándola fijamente. Respiró profundamente y lo intentó de nuevo. "Por favor, habla". 
Él asintió con la cabeza y miró hacia adelante. "A veces, nuestros pensamientos pueden ser 
nuestros peores enemigos. Dime por qué elegiste el arco como arma". 
De esto, ella podía hablar. Synne estaba agradecida a Lachlan, y lo compensaría de alguna 
manera antes de que se separaran. "Mi maestro, Radnar, hizo que cada uno de nosotros 
entrenara con muchas armas. Quería asegurarse de que pudiéramos defendernos con 
varias de ellas, no sólo una" 
"Hombre inteligente". 
"Era un caballero. Uno de los hombres más valientes y amables que he conocido". 
Los ojos grises de Lachlan se dirigieron a los suyos. "Es uno de los que estás vengando". 
No era una pregunta. Synne asintió. "Él era como un padre para mí, y su esposa, Edra, una 
madre" 
"Radnar debe haber sido muy hábil". 
Synne sintió que una sonrisa comenzaba por primera vez en días, pensando en Radnar. "Lo 
era, pero también reconoció que otros podían enseñarnos, también. Trajo guerreros de 
todas partes para añadira nuestras lecciones. Su manera funcionó, aunque dudo que 
hubiera muchos que estuvieran de acuerdo con él fuera de nuestra comunidad. Nos 
observaba mientras entrenábamos con diferentes armas. La mayoría mostró habilidad con 
al menos una, y una vez que vio a qué arma se acoplaban, el entrenamiento se 
intensificaba". 
"¿Y la tuya fue el arco?" 
"Fui precisa desde mi primer disparo. Es como si no tuviera que pensar en ello. Sólo sé qué 
hacer". 
Lachlan echó un vistazo a su arma. "¿Para qué estabas entrenando, exactamente? No creo 
que fuera para cazar comida o para proteger a otros. Haces que suene como si Radnar 
estuviera creando un ejército". 
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"Radnar y los demás enseñaron a quien quisiera aprender, por la razón que fuera". 
Las cejas de Lachlan se levantaron en su frente. "Muchacha, tengo un extraño don para 
saber cuando alguien me está dando una línea de mierda, que es exactamente lo que estás 
haciendo ahora" 
"No quieras saber la verdad" 
"¿O es que no quieres decírmela?", respondió. 
Se encogió de hombros. "Las dos cosas". 
"Ha habido pocos momentos en mi vida en los que ha habido paz. Mi clan es grande y muy 
fuerte, y eso hace que los demás se sientan incómodos, además de envidiosos. Nos han 
atacado, amenazado y mentido constantemente. Te digo esto para que sepas que no hay 
nada que puedas decir que no haya escuchado ya" 
"Lo dudo", respondió ella. 
Resopló y miró hacia delante. "Guarda tus secretos, entonces" 
Synne miró brevemente al cielo en el gris que estaba encima de ella y luego soltó un suspiro. 
¿Qué daño le haría si se lo dijera? No era una bruja, y aunque él intentara llevársela, estaba 
segura de que podría escapar de Lachlan. No quería hacerle daño, pero lo haría. 
Normalmente, no se atrevería a decir nada sobre las brujas o el Aquelarre, pero había una 
guerra que podía amenazar a todos, supieran o no de brujas. Así que, quizás ahora era el 
momento de hablar. 
"Puedes descartar lo que estoy a punto de compartir contigo. Ten en cuenta que todo lo que 
digo es la verdad. Se lo digo por si no ganamos la batalla. Tendrás que preparar a tu clan y 
a tantos otros como puedas". 
Los ojos grises de Lachlan se encontraron con los suyos, esperando que continuara. 
"Radnar era un caballero, pero Edra era una bruja. Establecieron un lugar en el bosque 
como santuario para cualquiera que buscara escapar del Aquelarre. La Abadía era mi hogar, 
y fue destruida. El Aquelarre es un conjunto de brujas que toman lo que quieren y matan 
a quien desean simplemente porque tienen magia. Querían a Edra, pero ella luchó contra 
ellas y ganó. Desde entonces, ella y Radnar acogieron a niños abandonados y les dieron un 
hogar. 
"Durante años, los dos salieron a cazar a los miembros del Aquelarre. A medida que los 
niños crecían y se entrenaban, algunos de ellos se unieron a la caza. Nos convertimos en 
Cazadores. Y pensamos que estábamos haciendo progresos" 
Lachlan preguntó, "¿Cómo puede alguien sin magia luchar contra una bruja?" 
"Edra dotó a nuestras armas de magia para darnos una ventaja". 
El escocés, manteniendo su mirada hacia adelante, asintió para que ella continuara. 
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"Una de esas Cazadoras, Leoma, estaba rastreando al Aquelarre cuando se topó con un 
hombre que iba tras la misma bruja. Era un señor, y los dos trabajaron juntos. Se enteraron 
de que el Aquelarre iba tras los huesos de la primera bruja". 
"¿Cómo sabes que hubo una primera?" preguntó Lachlan. 
Synne le miró, preguntándose por qué no la miraba a ella. "Así es como nacieron las brujas. 
La primera bruja, Trea, era nórdica. Los vikingos veneraban a las mujeres que tenían tanto 
poder, y Trea tenía mucho. Al igual que sus tres hermanas, pero nada en comparación con 
Trea. Cuando murió, hizo que sus seguidores esparcieran sus huesos y quemaran el resto 
de su cuerpo para que sus hermanas no pudieran utilizarla en la muerte. Sus hermanas 
fueron las que crearon el Aquelarre". 
Lachlan permaneció en silencio. 
Synne se humedeciió los labios y continuó. "Braith y Leoma encontraron el Cráneo de 
Sangre -el cráneo del Trea- y Braith descubrió que él era su Guardián. No pasó mucho 
tiempo hasta que encontramos el Bastón del Eterno, un arma que contenía el hueso del 
muslo de la Primera Bruja, pero, desafortunadamente, lo perdimos. Una bruja llamada 
Sybbyl lo consiguió y mató a las tres Ancianas del Aquelarre. Ella ahora gobierna, el Bastón 
le da un inmenso poder". Synne se ajustó la capa y rápidamente miró a Lachlan antes de 
empezar de nuevo. 
"Pero todavía tenemos a Helena. Es descendiente directa de Trea, y, por tanto, de su 
Corazón. Afortunadamente, Helena lucha con nosotros. Pero no es suficiente. Durante la 
pelea, Sybbyl se escapó y atacó nuestro hogar, matando a todos dentro de la Abadía, 
incluyendo a Radnar y Edra. Yo estaba en el bosque en ese momento, incapaz de llegar a 
ellos para ayudar" 
"¿Por eso estás en Escocia ahora?" 
Synne asintió con la cabeza. "Sybbyl quiere localizar otro hueso, pero también está aquí 
para encontrar a los Varroki, un grupo de brujas y hechiceros que han luchado contra el 
Aquelarre desde que murió la Primera Bruja. Han mantenido su ubicación oculta. Voy con 
ellos". 
"¿Sabes dónde encontrarlos?" 
"No, pero Malene, su líder, dijo que yo podría encontrar el camino" 
Lachlan hizo un sonido. "¿Y tú la crees?" 
"Sí, la creo. Sé que Sybbyl encontrará con el tiempo a los Varroki, y sé que estaré allí 
esperándola cuando lo haga" 
"¿Es una mujer contra cuántos de estos Varroki?" 
Synne se estremeció. "Sybbyl no está sola" 
"¿Cuántas brujas están con ella?" 
"No son las brujas las que me preocupan. Es la Gira" 
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La cabeza de Lachlan finalmente giró hacia ella. "¿La qué?" 
"La Gira. Son ninfas de los árboles. Su piel se parece a la corteza de los árboles, así que 
pasas junto a ellas y ni siquiera lo sabes. Sus susurros atraen a la gente hacia ellas. Una 
vez que se acercan lo suficiente, la Gira las captura, encerrándolas dentro del árbol para 
torturarlas y comérselas a voluntad" 
Lachlan la miró fijamente durante un momento antes de volver a mirar hacia delante. "Vaya 
historia, muchacha". 
"Es la verdad" 
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Capítulo 4 
 
De todas las cosas que Lachlan había pensado que Synne pudiera decirle, nunca imaginó 
que iría sobre brujas y magia. Estaba tan absorta en su historia que aún no se había dado 
cuenta de que no le sorprendía que mencionara la magia. 
"Pronto lo verás", respondió Synne. "Si no ganamos, el Aquelarre arrasará con todo lo que 
conoces y amas". 
Lachlan tragó y miró a Synne por el rabillo del ojo. No respondió, no porque no tuviera una 
respuesta, sino porque eligió no pronunciarla. 
Ella detuvo su yegua de repente y echó la cabeza hacia atrás. "O crees que soy tonta y me 
estás siguiendo la corriente, o... ya sabes lo del Aquelarre" 
Él respiró hondo y tiró de las riendas para detener a su corcel. Lachlan cerró brevemente 
los ojos antes de que girara su montura para enfrentarse a Synne. "No creo que seas tonta". 
"Así que, ya sabes". 
Hizo un solo asentimiento con la cabeza. "Sé de brujas y magia. No puedes vivir en esta 
tierra, especialmente en este bosque, y no saber de ellas" 
"¿Qué se supone que significa eso?" Synne preguntó con los ojos entrecerrados. 
Lachlan se rodeó a sí mismo con su brazo. "Echa un vistazo. Este bosque es enorme. ¿No 
crees que los seres se refugian en un lugar así?" 
"No has respondido a mi pregunta". 
Ahora sus palabras fueron dichas entre dientes. Ella había sido desconfiada antes, pero 
ahora lo era aún más. No es que la culpara. Lachlan señaló a un lado. "Hay un Grove3 de 
Brujas en esa dirección". 
Synne le miró fijamente durante un largo y silencioso momento.Él bajó su brazo. Luego, dijo las palabras que nunca había dicho en voz alta a otra alma. 
"Lo sé porque mi abuela era una bruja". 
Aún así, Synne no dijo nada. 
"Es un secreto guardado por todos", dijo. "Nadie en mi clan lo sabe, excepto mi familia". 
"¿Ni siquiera tu laird?" 
"Mi padre es el laird". 
 
3 Bosque 
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Si era posible, los ojos de Synne se volvieron aún más fríos. Lachlan se pasó una mano por 
la mandíbula. "Mi abuela tenía el don de la curación. Nadie cuestionó su conocimiento de 
las hierbas. Sólo raramente utilizaba la magia. La última vez fue cuando mi madre tuvo 
dificultades al darme a luz. Mi abuela usó magia para tratar de mantener a mi madre con 
vida, pero no fue suficiente. Ella murió esa noche" 
"Siento mucho lo de tu madre". 
"La mía no es la única que ha muerto en el parto, ni será la última, apuesto por ello" 
"¿Tu abuela mencionó al Aquelarre?" 
Lachlan miró al suelo y asintió con la cabeza. "Un año antes de morir, recibió la visita de 
dos mujeres. Ellas no hablarían con nadie más que con mi abuela. No se quedaron mucho 
tiempo, pero después de que se fueron, mi abuela le ordenó a mi padre que nunca más les 
permitiera acercarse al Castillo. Unos meses después, llegaron informes de extraños 
sucesos. Mi abuela sólo dijo tres palabras. "Es el Aquelarre". 
"Normalmente, cuando vienen a por una bruja, pidiendo que formen parte del Aquelarre, la 
matan si se niega" 
"La abuela era una mujer vieja y frágil en ese momento. Quizás pensaron que no merecía 
la pena matarla" 
"O ella se unió a ellas" 
La furia se levantó en Lachlan con tal intensidad que le asustó a él mismo. Luchó para no 
alcanzar su espada. "Si el Aquelarre es lo que dices que es, ella nunca se habría unido". 
"O habría tenido que salvar a su familia". 
Lachlan no quería creerlo. Pero, ¿cómo podía estar seguro de que lo que Synne le decía 
sobre el Aquelarre era cierto? 
"Tú sabes de magia. Sabes de brujas y Groves de Brujas, e incluso has oído hablar del 
Aquelarre", dijo Synne. "Hay pocos lugares que no hayan sido golpeados por el Aquelarre. 
Sus brujas prosperan al herir a los inocentes. Es por eso que nosotros los Cazadores 
comenzamos. Cuando escuchamos de tales cosas, rastreamos a la bruja o brujas y las 
matamos. Es para lo que me he entrenado toda mi vida. Y tengo la intención de seguir 
haciéndolo. Porque alguien tiene que detener al Aquelarre". 
Synne pasó a su lado sin mirar hacia él. Lachlan se quedó donde estaba, pensando en sus 
palabras. Era cierto que muchas cosas extrañas e inexplicables le sucedieron a los clanes 
circundantes. Pero nunca a su gente. ¿Podría ser porque su abuela se había unido al 
Aquelarre? Ella nunca había hecho nada malo, y él sabía que ella no se habría unido al 
Aquelarre si fueran como Synne dijo. Por otra parte, él sólo estaba adivinando. No tenía 
idea de lo que su abuela había hecho porque se negó a discutirlo con cualquiera. 
Lachlan dio la vuelta a su caballo y lo empujó a medio galope para alcanzar a Synne. 
Ralentizó al castrado cuando se puso al lado de la Cazadora. Aunque no había crecido con 
la magia, sabía que su abuela tenía... dones... únicos. No fue hasta que fue mucho mayor 
que le dijo que era una bruja. 
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"Entiendo por qué no me crees sobre el Aquelarre", dijo Synne en mitad del silencio. 
"Tampoco me gustaba creer en tu palabra sobre quién eras al principio". 
"La magia no es algo de lo que se hable. Cuando lo haces, siempre hay un hilo de miedo 
con ella" 
Synne giró su cabeza hacia él, encontrando su mirada. Sus ojos ámbar no mostraban ira o 
recelo. "La mayoría de la gente no sabe nada de brujas. Ellos son los afortunados". 
"Yo no diría eso. Conocí a una bruja y la amé mucho". 
"Cierto", dijo Synne y miró hacia adelante. "Yo misma amaba a una bruja. La consideraba 
como mi madre. Edra era una mujer increíble, pero mi vida habría sido muy diferente si no 
hubiera sabido lo que hago". 
Lachlan hizo un sonido en el fondo de su garganta. "Cualquiera puede decir eso sobre 
cualquier cosa en su vida. No estaría rodeado de tanta guerra y muerte si no hubiera nacido 
varón y me hubiera convertido en un guerrero tan hábil. Este es mi camino. Lo he aceptado. 
Tú debes aceptar el tuyo". 
"Pensé que mi camino era como una Cazadora" 
"¿Por qué ha cambiado eso? ¿Porque Edra y Radnar murieron? ¿Crees que dejar de ser lo 
que te entrenaron para ser para ayudarte a ti misma y a los demás, simplemente porque 
sus vidas se perdieron?" 
Synne le miró de reojo, sus labios estrechándose. "Cuando lo pones de esa manera, no" 
"Deja de sentir lástima por ti misma. Tienes un don, uno que ellos vieron en ti. Ahora 
depende de ti mantener a los demás a salvo del Aquelarre. Y enseñar a otros lo que te han 
enseñado sobre armas y brujas". 
"Lo haces parecer muy fácil, pero no puedo dotar a las armas de magia para dar a los 
Cazadores una ventaja contra el Aquelarre" 
Él levantó un hombro. "Tal vez no, pero hay otras brujas que querrán luchar contra el 
Aquelarre. No' todas ellas se unirán tan fácilmente a las filas del Aquelarre. ¿Y no me 
hablaste algo sobre el Corazón?" 
"Helena", dijo Synne y le miró "Ella podría utilizar su magia para las armas" 
"Ahí tienes, entonces" 
Synne puso los ojos en blanco mientras movía la cabeza. "Esto no es algo que pueda hacer 
en un mes o incluso un año. Radnar y Edra pasaron muchos años fortificando la Abadía y 
enseñándonos a convertirnos en Cazadores. No tenemos tanto tiempo. Sybbyl ya nos ha 
atacado. Ahora va a por los Varroki". 
"Sí. Los hechiceros". 
"Y brujas", añadió Synne. 
Lachlan le dio una palmadita en el cuello a su caballo. "Suenan poderosos". 
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"Lo son". 
"Pero estás preocupada" 
Ella asintió lentamente. "Edra también era poderosa, y no era la única bruja allí. Pero... los 
Varroki son algo totalmente diferente. ¿Los conoces?" 
"Nunca he oído hablar de ellos" 
"Son muy reservados" 
"Deben serlo, si es que sabes cómo encontrarlos con seguridad" 
Ella sonrió, el movimiento transformando su rostro en algo etéreo. "Me dijeron que fuera al 
norte. Que al final les encontraría" 
Las cejas de Lachlan se levantaron. "Sabes que estamos en una isla, ¿verdad?" 
Synne se rió, el sonido yendo directo a su polla y haciendo que sus bolas se apretaran. 
Nunca había escuchado nada tan hermoso antes, tan dulce. Los ojos de ámbar miraron 
hacia él, claramente sin saber lo que le estaba haciendo. 
"Por supuesto", dijo ella. Entonces negó con la cabeza, con una sonrisa aún en los labios. 
"No he reído en días. Se siente... extraño" 
Él se movió en la silla de montar y encontró su mirada fija en ella, sin importar lo mucho 
que tratara de apartar la mirada. 
Cabalgaron en silencio después de eso. Lachlan escudriñaba constantemente los árboles, 
buscando el peligro. Synne hacía lo mismo, pero su idea de los enemigos era algo totalmente 
diferente. Para cuando detuvo su caballo, el sol se hundía rápidamente. Después de ver a 
sus caballos, Synne agarró su arco y flechas y se alejó. 
No se había quedado atrás para conseguir leña desde que era un joven. Eso hizo que 
Lachlan sonriera, pero no le importó. Synne era un soplo de aire fresco. A veces, no estaba 
seguro de qué hacer con ella, y en otras, se sentía maravillado. 
El fuego rugía cuando ella regresó con dos liebres. Las despellejaron y las prepararon para 
asarlas. Esperó hasta que ella se apoyó en uno de los altos pinos con una sonrisa de 
satisfacción en su cara antes de decir: "Mi abuela hablaba muy bien de los que podían 
conversar con las plantas. Tú eres una persona así". 
Synne le miró sobre el fuego. "¿Por qué dices eso?" 
"Es por la mirada en tu cara. Pareces... más feliz... cuando tocas los árboles. Cuando me 
encontré contigo por primera vez, le estabas dando un abrazo a ese roble". 
Ella serascó el cuello y torció los labios. "Me imagino que me veía peculiar" 
"No", respondió. "Contenta. Parecías muy contenta. Y le hablaste" 
"Me hizo saber que estabas allí" 
Él arqueó una ceja. "Así que, conversas con ellos" 
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"No de la manera que piensas. No me dicen las cosas con palabras. Más bien... sensaciones" 
Lachlan mantuvo su mirada. "Cuéntame más. Por favor" 
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Capítulo 5 
 
Pocos le habían preguntado a Synne cómo era hablar con los árboles. Todos en la Abadía 
habían aceptado su don sin cuestionar. Los Cazadores habían sido curiosos pero rara vez 
querían saber nada más. No haber tenido que describirlo le hacía difícil ponerlo en palabras 
ahora. 
"No tienes que hacerlo", dijo Lachlan cuando se detuvo. 
Synne negó con la cabeza y estiró las piernas hacia el fuego para calentar sus pies. "Estoy 
tratando de encontrar las palabras". 
"Antes lo hacías bien", respondió con una media sonrisa. 
Eso la hizo sonreír y mirar sus manos. Si no lo supiera, pensaría que la ponía nerviosa. 
Pero eso era ridículo. Era sólo un hombre. 
Un hombre guapo con ojos que parecían clavarle una lanza. 
Ella se sacudió esa tontería y se sentó contra el roble, prometiéndose a sí misma que no se 
volvería a mover. "Me siento más segura entre los árboles. Desde que tengo memoria, la 
necesidad de estar cerca de ellos, de tocarlos, estaba presente" 
"¿Siempre viviste en o cerca de un bosque?" 
La mirada de Synne cayó en las llamas danzantes. "No estoy segura. No sé qué le pasó a mi 
familia. Edra y Radnar me encontraron vagando por el bosque cuando era muy pequeña. 
No sé si me abandonaron o capturaron o algo más. Estaba sola, y luego no lo estaba. Edra 
intentó muchas veces ver si podía ayudarme a determinar lo que había pasado, pero ni 
siquiera la magia podía darme respuestas". 
"Entonces, te volviste hacia los árboles", conjeturó Lachlan. 
"Siempre han sido una constante en mi vida" Synne se echó hacia atrás y puso una palma 
contra la corteza. "Me han dado refugio, me han escondido en lo alto de sus miembros 
contra los enemigos, me han alertado cuando el peligro estaba cerca, y me han hecho saber 
cuando estaba a salvo". Se detuvo y frunció el ceño cuando se encontró con los ojos grises 
de Lachlan. "También me impidieron llegar a la Abadía cuando Sybbyl atacó con su Gira" 
Lachlan respiró hondo y la estudió. "Tienes una relación especial con los árboles. Querían 
asegurarse de que no te hicieran daño". 
"Podría haber ayudado a mis amigos". 
"O podrías haber muerto junto con ellos. Por mucho que te duela ahora, es evidente que tu 
destino está en otra parte" 
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Se encogió de hombros y jugueteó con el borde de su capa. "Siento que he defraudado a mi 
familia". 
"Estás luchando contra el Aquelarre. Eso no es decepcionarlos. Por lo que sabes, quizás 
Edra se aseguró de que no pudieras llegar a ellos. Quería darte una oportunidad". 
"Encontrarles..." Ella miró hacia otro lado y tragó, incapaz de terminar la frase. 
"Sí. Conozco ese sentimiento", dijo en voz baja mientras miraba al fuego. "También me ha 
pasado a mí, y no es algo que se pueda olvidar. Sin embargo, aprendes a vivir con ello". 
Synne encontró su mirada atraída hacia él. Ningún guerrero podría sobrevivir a las batallas 
y no tener heridas y cicatrices, tanto visibles como invisibles. Ella quería que él hablara 
más sobre ello para poder conocer más sobre él. Pero, en realidad, él no lo necesitaba. 
Estaba ahí en su cara, en su voz. 
Ella no había querido llevarlos por un camino tan oscuro, y era mejor para ambos si se 
retiraban rápidamente. Synne aclaró su garganta. "Como dije, los árboles no me dan 
palabras como las que tú y yo intercambiaríamos, sino más bien una... sensación Es difícil 
de describir. Es como si pasara de ellos a mí". 
"¿Tienes que estar tocándolos?" 
"Siempre lo he hecho antes" 
"Te vi dudar de entrar en el bosque. Para alguien que lo ama tanto, no querías aventurarte 
dentro" 
Synne miró a las ramas sobre ella y vio el cielo oscuro a través de ellas. "Es por la Gira" 
"¿Los árboles no te advierten de ellas?" 
"Sí, lo hacen" 
Levantó una ceja. "No entiendo, muchacha" 
Synne le miró y respiró hondo. "No tiene sentido, lo sé. La Gira me aterroriza de maneras 
que no puedo explicar. Cuando el bosque me advirtió de que se acercaban a la Abadía, me 
quedé helada. Pueden ser asesinadas, y mientras tengan magia, no debería temerles más 
de lo que temo a las brujas" 
"No sirve de nada estar enfadada contigo misma por emociones que no puedes controlar". 
"Soy una Cazadora. Tengo que controlar esas cosas" 
Su mirada era firme mientras la miraba. "¿Cuántas veces te has encontrado con la Gira?" 
"Una vez". 
"¿Cuando atacaron a tus amigos?" 
"Y no pude luchar contra ellas" 
Lachlan se quedó en silencio durante un largo momento. "¿Estás segura de que no te has 
encontrado con ellas antes?" 
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"Confía en mí, sabría si me he enfrentado a ellas antes" 
"¿A qué más le temes?" 
A estar sola. Sin embargo, no dijo las palabras en voz alta. Le había llevado años superarlo, 
sólo para encontrarse sola una vez más. ¿Estaba destinada a no tener nunca una familia? 
Tal vez había algo malo en ella. 
Lachlan se inclinó hacia un lado y se apoyó en un antebrazo. "No hay nada malo en tener 
miedo. No importa cuántas veces vaya a la batalla, mi estómago se siente como si tuviera 
abejas zumbando alrededor. Entonces la lucha comienza, y me olvido de ello". 
"Tengo una saludable dosis de respeto por las brujas. Sé lo poderosas que pueden ser, 
especialmente Sybbyl. ¿Les temo? No. Ni tampoco le temo a la muerte". 
"Sólo a la Gira, entonces" 
Synne asintió una vez, odiando admitirlo. 
"Nadie tiene tal miedo sin que esté justificado". 
"¿Qué estás diciendo?", exigió con el ceño fruncido. 
Él lanzó un guijarro al fuego. "Sólo que hay una razón para que tengas miedo de la Gira. 
¿Fueron las historias que alguien te contó?" 
"Nos enseñaron con hechos" 
A Synne no le importaba que sus palabras estuvieran llenas de ira. Se movió y giró los 
conejos para que se asaran por el otro lado antes de instalarse contra el árbol. 
"¿Qué te dijeron los árboles sobre mí?" preguntó Lachlan. 
Su mirada se deslizó hacia él para encontrarlo mirando el fuego. El brillo rojo-anaranjado 
danzaba en su rostro mientras parecía cautivado por las llamas. También le encantaba 
mirar al fuego. Era hipnotizante, al igual que escuchar un río o una rugiente cascada la 
tranquilizaba. 
"Me dijeron que alguien estaba cerca", respondió finalmente. "No había ninguna advertencia 
grave, así que no tuve la sensación de que pensaran que me harían daño". 
"Mi deber es proteger las tierras de mi clan. Estoy en el bosque para patrullarlo y buscar 
enemigos. Si hubieras sido un enemigo, te habría derribado", declaró sin preámbulo. 
Entendía las maneras de un guerrero. Mientras que otras mujeres podrían haberse 
horrorizado por tal charla, sabía que ponía a Lachlan y a ella en igualdad de condiciones. 
"Y si hubieras sido una bruja del Aquelarre, te habría derribado". 
Compartieron una sonrisa. 
El silencio cayó entre ellos mientras el fuego crepitaba. El silencio del bosque podría poner 
nervioso a algunos, pero Synne siempre lo había disfrutado. Por otra parte, los árboles 
habían sido capaces de advertirle si el peligro se acercaba. Otros no tenían ese don. Y 
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cuando algo se escondía detrás de un árbol, podía ver por qué algunos se mantenían 
alejados. 
No pasó mucho tiempo antes de que las liebres estuvieran listas. Tanto ella como Lachlan 
comieron, perdidos en sus pensamientos. Excepto que Synne encontró su mente a la deriva 
con el Highlander.No la había menospreciado por saber cómo manejar un arco o por vestir 
pantalones. No había sido condescendiente con su relación con los árboles, su 
entrenamiento como Cazadora, las brujas, ni nada. Estaba acostumbrada a eso con los 
hombres del santuario, pero se había topado con otros en el mundo exterior que no 
compartían esos puntos de vista. Eso la hizo no querer dejar nunca la Abadía, porque no 
sentía que tuviera que defender su forma de vida ante nadie, especialmente ante un hombre. 
Y el hecho de que los hombres pensaran que podían gobernar a las mujeres por completo, 
la enfurecía por igual. Enfurecía a Synne ver a las mujeres doblegarse ante tales hombres. 
Por otra parte, esas mujeres no habían tenido las mismas oportunidades que ella. Venían 
de dos vidas diferentes, y si ella estaba en sus zapatos, lo más probable es que actuara de 
la misma manera. 
Lachlan actuaba más como Radnar que como otros hombres dominantes. A ella le gustaba 
eso. De lo contrario, lo habría dejado caer sobre su trasero. 
"Tengo la sensación de que esa sonrisa engreída es de alguna manera sobre mí", dijo 
Lachlan. 
Synne negó con la cabeza incluso mientras reprimía su risa. "Háblame de tu familia y tu 
clan". 
"Mi padre es un buen laird, pero está envejeciendo. Tuve un hermano mayor que murió en 
la batalla hace varios años. Después de que mi madre murió, mi padre se volvió a casar, y 
tengo una hermana y un hermano de esa unión" 
"¿Eres el mayor, entonces?" 
"Sí". 
"Entonces, te harás cargo como laird" 
Asintió con la cabeza. "Sí". 
"¿Tienes una esposa e hijos propios?" 
"No, todavía no, para la exasperación de mi padre", dijo entre risas. "¿Qué hay de ti?" 
Synne negó con la cabeza mientras tragaba. 
"¿No está permitido?" 
"¿Casarse? Claro que sí. Edra y Radnar nos permitían tomar nuestras propias decisiones. 
Leoma se casó con Braith" 
Lachlan se detuvo a comer mientras su frente se arrugaba. "Es el Guardián del Cráneo". 
"Cráneo de Sangre", corrigió. "Y sí, así es" 
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"¿Hay otros Cazadores todavía por ahí?" 
Se limpió con la lengua la grasa de sus labios. "Unos cuantos. Leoma y Ravyn que yo sepa. 
Y Helena. Otros Cazadores estaban rastreando brujas, y les hice saber que acudieran a 
Leoma si volvían a nuestro bosque y encontraban que todos se habían ido" 
"¿Por qué no te quedaste con Leoma o fuiste a buscar a Ravyn o a Helena?" 
"Porque voy a estar con los Varroki contra Sybbyl y el Aquelarre" 
"¿Los otros no se unirán a ti?" 
Ella dejó a un lado el hueso que había limpiado de toda la carne. "Sí, pero también están 
tratando de localizar otro hueso de la Primera Bruja" 
"Dijiste que el último pedazo era Helena, así que no hay ningún hueso. ¿Estás segura de 
que el resto son huesos?" 
Synne se encogió de hombros y buscó más carne. "No se puede permitir que Sybbyl obtenga 
más huesos. Ya ha eliminado a las Tres Ancianas del Aquelarre". 
"Dijiste que no podía conseguir el Cráneo de Sangre o el Corazón. Esos son dos objetos 
poderosos. Seguramente, podrían ayudarte a enfrentarte a ella" 
"Ahora mismo, podrían. Si Sybbyl pone sus manos en más huesos, podría no ser el caso" 
"¿Sabes dónde hay otra reliquia?" 
Synne bajó la carne y lo miró sobre el fuego. "Sí". 
"¿Dónde?" 
"En Escocia". 
∗∗∗∗∗∗∗ 
 
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Capítulo 6 
 
Lachlan se despertó mucho antes del amanecer. Lo poco que había dormido estaba lleno de 
sueños de su abuela hablando de magia. Y Synne. 
Giró la cabeza para mirarla. Ella dormía de costado, de frente a él con su brazo enroscado 
bajo su cabeza. Su mirada se quedó en su rostro, absorbiendo su belleza. Las mujeres que 
él conocía eran resistentes. Tenían que serlo. Pero Synne tenía un tipo de fuerza diferente. 
Lachlan nunca había encontrado otra mujer que entendiera lo que era estar en una batalla. 
Synne lo hacía. 
Ella era firme. Dura. Se atrevía a cuestionar quién era como mujer y como guerrera. Y 
maldición si no encontraba eso insanamente atractivo. Quería negar los sentimientos que 
sentía dentro de él, pero no podía. 
El tiempo que había pasado con ella ayer había demostrado que había cosas más 
importantes para él que una guerra con otro clan. Quería ir con Synne y luchar a su lado. 
Su padre no estaría feliz con eso, sin embargo. Pero a Lachlan no le importaba. Ellos no 
podían pretender que esta guerra no los involucraba. Pero si Sybbyl ganaba, entonces sería 
por ellos. 
La verdad es que quería pasar más tiempo con Synne. Podía cuidarse a sí misma, pero 
siempre era bueno tener a alguien que te cuidara la espalda. Eso es lo que él sería para 
ella. Tenía un gran destino. No se había cruzado en su camino por nada. Su abuela solía 
decirle que nada pasaba sin razón. Ahora se lo tomaba muy a pecho. Synne había llegado 
a su vida y había contado su historia porque estaba destinado a ser parte de ella. De eso, 
estaba seguro. 
Convencerla podría no ser tan fácil. Y no quería ni siquiera pensar en su padre. Sin 
embargo, esto era algo que Lachlan tenía que hacer. Por él mismo, por Synne y por su clan. 
Respiró hondo y miró al cielo sobre él. No había podido dormir durante la noche mientras 
pasaba por cada emoción que se arremolinaba dentro de él. Se le había encomendado la 
tarea de mantener a su clan a salvo. Ayudar a Synne estaba en el mismo camino. Sin 
embargo, significaba que tendría que dejar el clan. 
Quedarse atrás, dejárselo a Synne y a quienquiera que fueran los Varroki, era ignorar el 
juramento que Lachlan había hecho para asegurarse de que hacía todo lo posible para 
evitar que su pueblo fuera dañado. Y el Aquelarre era sin duda un grupo del que todos 
debían cuidarse. 
Luego estaba Synne. Desde el primer momento en que la vio fuera del bosque, no pudo 
apartar la vista. Aunque los árboles no le hablaban, sus instintos le mantenían alejado de 
los problemas. Y no le habían advertido que Synne era un enemigo. Entonces, se acercó a 
ella y encontró su vida alterada para siempre. 
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Ahora, deseaba haberle preguntado a su hermana si había sido capaz de hacer magia ya 
que venía del lado de la familia de su padre. Después de la muerte de su abuela, la palabra 
"magia" no había sido pronunciada de nuevo. Lachlan debería haberla sacado a colación, 
debería haber hablado con su padre sobre su abuela y todas las cosas que no había 
entendido. Pero no lo hizo. No estaba seguro de por qué se había resistido, pero ahora se 
arrepentía. Y el arrepentimiento era algo que se había esforzado por no experimentar nunca. 
Los dos caballos levantaron de repente sus cabezas, sus orejas apuntando hacia adelante. 
Algo había llamado su atención. Lachlan se esforzó por escuchar, pero no escuchó nada. 
Miró fijamente a los animales, esperando a ver si cambiaban su enfoque. Cuando no lo 
hicieron, se levantó en silencio y agarró su espada mientras se apresuraba hacia Synne. 
Sus ojos ya estaban abiertos cuando la alcanzó. 
Él puso el dedo en sus labios y sacó su espada de la vaina. Synne se puso en pie en un 
instante, moviéndose detrás de un árbol con una flecha ya en el cuello y apuntando en 
dirección a donde miraban los caballos. La miró, con la mirada fija en la larga y dorada 
trenza de su pelo antes de concentrarse en encontrar lo que había asustado a los caballos. 
Lachlan se acercó sin hacer ruido a otro árbol y miró a su alrededor, tratando de determinar 
lo que había allí. Sus monturas no actuaban como si fuera un depredador, pero tampoco 
habían mirado hacia otro lado. 
Cuando miró a Synne, ella ya no estaba allí. Algo por el rabillo del ojo captó su atención, y 
levantó la mirada para encontrarla escalando el árbol con tal facilidad y rapidez que no 
pudo mirar a otro lado. De repente, ella estaba muy por encima de él, situada en una gruesa 
rama con la mirada hacia delante. Estaba tan quieta como una estatua,tan silenciosa como 
un fantasma. Él apartó sus ojos de ella y volvió sobre el asunto en cuestión, pero resultaba 
ser una de las cosas más desafiantes que había hecho. 
Despejó su mente. Uno a uno, los sonidos a su alrededor se fueron desvaneciendo hasta 
que lo oyó: los pies. Dos juegos. Quienquiera que fuera no hablaba. Pero tampoco se movían 
como lo harían los guerreros si vinieran a atacar. Incluso daban pasos como si alguien 
estuviera dando un paseo, dirigiéndose directamente a Synne y a él. 
Ellos, junto con los caballos, estaban ocultos, pero ¿por cuánto tiempo más? Los dos 
intrusos iban a pie, mientras que él y Synne tenían monturas. Esta era la tierra de su clan, 
y se enfrentaría a quienquiera que fuera. Lachlan respiró hondo. Antes de que pudiera 
moverse, una flecha cayó a centímetros de su pie. 
Su cabeza se elevó hacia Synne, que le miraba fijamente. Ella dio una sola negación de su 
cabeza. Él frunció el ceño, preguntándose cómo había sabido ella lo que él planeaba. 
Entonces se dio cuenta de que su mano estaba en el árbol. De alguna manera le debió haber 
dicho. Pero... eso significaba que el árbol sabía de qué iba. 
Miró el tronco con escepticismo. No tenía magia. ¿Cómo podía saber lo que estaba 
pensando? 
Synne no tiene magia. 
Incluso después de que su voz interior lo afirmara, a Lachlan le costó aceptarlo. Porque si 
él creía eso, entonces significaba que los árboles siempre habían sabido lo que los humanos 
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pensaban y sentían. Eso indicaba que probablemente gritaban de dolor mientras los 
cortaban, y sólo los de su especie lo habían oído. 
Cerró los ojos para ver si podía sentir algo. Para su sorpresa, un latido más tarde, parecía 
como si el calor penetrara en la palma de su mano y subiera por su brazo para extenderse 
por todo su cuerpo. Sus ojos se abrieron de golpe al mirar la corteza. 
"Gracias", susurró. 
Puede que fuera su imaginación, pero no importaba. Lachlan había sentido algo. Era una 
lástima que su abuela no estuviera viva. Le habría encantado hablar con ella sobre esto. 
Ella podría haber compartido una fuente de información con él, si él hubiera preguntado. 
Pero eso era algo a considerar en otro momento. En este momento, alguien se acercaba. 
Lachlan echó un vistazo a los caballos. Los dos estaban presionados el uno contra el otro, 
sus miradas aún se fijaban en quien se acercaba. Lachlan miró alrededor del árbol y vio un 
destello de una capa marrón pálido. Un momento después, dos mujeres aparecieron a la 
vista. Sus capuchas estaban puestas hacia adelante, bloqueando sus rostros. Caminaban 
por la nieve como si el frío no les afectara, y dados los dobladillos húmedos de sus capas, 
sin duda penetró tanto en sus zapatos como en sus vestidos. 
Se detuvieron y miraron a su alrededor antes de mirarse la una a la otra. Sin decir nada, 
sus cabezas giraron hacia Lachlan. Él no podía ver sus ojos, pero sabía que le estaban 
mirando. Eran mujeres, pero había algo totalmente diferente en ellas. No necesitaba que 
Synne le dijera que eran brujas. 
Nunca había luchado contra una antes. Entonces recordó que Synne tenía flechas 
infundidas con magia para ayudarla en su lucha contra el Aquelarre. Su espada no tenía 
magia. Todo lo que tenía era su habilidad, pero no estaba seguro de que eso fuera suficiente. 
Tal vez su confusión sobre si ir con Synne o no se le quitaría de las manos. Si tenía que 
sacrificarse para que ella pudiera escapar y luchar contra el Aquelarre, que así sea. Puede 
que no pudiera derrotar a las brujas, pero seguro que las mantendría ocupadas el tiempo 
suficiente para que Synne las eliminara. 
"Sabemos que estás aquí, Cazadora". 
La voz venía de todos lados, el acento inglés era claro. Lachlan no sabía cuál de las mujeres 
había hablado, pero estaban lo suficientemente lejos como para que tuvieran que gritar 
para que él las escuchara. Miró a la de la capa morena antes de que su mirada se dirigiera 
a la de verde oscuro. Vio algo que se encendió en la palma de la mano de la primera. 
Parecía... amarillo. 
"Muéstrate ahora, y acabaremos contigo rápidamente" 
Lachlan empezaba a odiar esa voz. Levantó la vista para mirar a Synne, pero ella ya no 
estaba en su lugar. Ni siquiera se había dado cuenta de que se había movido. 
Las brujas comenzaron a caminar hacia él una vez más. Mientras miraba, vio que cuando 
la nieve se hizo demasiado profunda, se apartaba de repente e inexplicablemente para 
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permitir que las mujeres caminaran. El hecho de que estuviera viendo magia no debería 
sorprenderle, pero lo hizo. 
"Nunca sobrevivirás al Aquelarre. Ahora eres tú la que está siendo cazada", anunció la 
bruja. 
La risa que siguió envió un escalofrío por la columna vertebral de Lachlan. Miró a los árboles 
a su alrededor, buscando a Synne. Luego la vio. Ella se movía de árbol en árbol de una 
manera que nunca había visto antes. Era casi como si estuviera flotando en el aire, lo hacía 
parecer muy fácil. Y los árboles... Si no lo supiera, juraría que se inclinaban para ayudarla. 
Mientras Synne se abría camino detrás de las dos brujas, Lachlan se volvió hacia los 
caballos. Las cuerdas que les ataban estaban ahora sueltas. Ambos animales se alejaban 
lentamente. El caballo castrado de Lachlan le miró antes de desaparecer detrás de unos 
árboles. No estaba seguro de qué hacer con eso, pero una vez más, no había tiempo para 
pensar en ello. 
"Un cazador. No puedes pensar en derrotarnos". 
Algo le dijo a Lachlan que buscara a Synne de nuevo. Cuando lo hizo, vio que ella tenía dos 
flechas ancladas. Ella le dio una inclinación de cabeza. Entonces él salió de detrás del árbol 
y se enfrentó a las mujeres. "Vosotras dos seguro que habláis mucho". 
"¿Quién eres?" 
Él se encogió de hombros, tratando de determinar cuál de ellas estaba hablando. "¿Importa 
eso?" 
"Tú no eres Cazador". 
Lachlan sonrió. "Estáis en la tierra de MacCullum, lo que significa que estáis invadiendo. 
Tenéis una oportunidad para salir". 
"¿Irnos? No nos vamos a ir a ningún lado sin la Cazadora". 
"Soy el único aquí". 
"Mientes". 
La palabra fue silbada. Envolvió a Lachlan hasta el punto de que se sintió asfixiado por ella. 
Intentó moverse, intentó levantar su espada mientras las brujas se acercaban, pero no 
pudo. Era el guerrero más fuerte de su clan, pero ni siquiera podía salvarse de dos brujas. 
Esto es lo que les esperaba si el Aquelarre llegaba. 
Lachlan quería mirar a Synne, pero no lo hizo. Mantuvo sus ojos en las brujas. Mientras se 
acercaban, intentó ver sus caras dentro de sus capuchas, pero sólo encontró oscuridad. 
Cuando los puntos destellaron en su visión, supo que se estaba muriendo. Miró a Synne 
para ver cómo retiraba su brazo, listo para soltar las flechas. Fue entonces cuando le sonrió 
a las brujas. 
Una cabeza encapuchada se inclinó hacia adelante como si tratara de determinar por qué 
sonreía. En el siguiente instante, ambas brujas se sacudieron mientras las flechas 
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encontraban sus marcas. Lachlan respiró hondo cuando su magia cesó y las dos cayeron 
hacia delante. 
Se inclinó para darles la vuelta cuando de repente los cuerpos comenzaron a desintegrarse. 
Saltó hacia atrás cuando se convirtieron en cenizas, dejando sólo sus ropas. 
"Necesitamos movernos", dijo Synne mientras pasaba junto a él y soltaba un silbido bajo. 
Lachlan vio como su yegua y su caballo castrado trotaban hacia ellos. "¿Tus flechas hicieron 
eso?" 
"Mis flechas las mataron, pero cuando las brujas mueren, se queman de dentro hacia fuera 
y se convierten en cenizas", le dijo mientras preparaba a su yegua. "Tenemos que irnos". 
Asintió con la cabeza y se enderezó mientras empezaba a ensillar el caballo castrado. Pensó 
en su abuela y ahora entendió por qué su padre no le había dejado ver el cuerpo. "¿No 
deberíamos hacer

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