Descarga la aplicación para disfrutar aún más
Vista previa del material en texto
https://www.facebook.com/novelasgratis 1 https://www.facebook.com/novelasgratis 2 https://www.facebook.com/novelasgratis 3 De la seducción en el desierto… ¡a estar embarazada del jeque! El emocionante encuentro de Kasia con el príncipe Raif le había cambiado la vida. Lo mismo que la propuesta de matrimonio de este. Ella le había entregado su inocencia después de que él la rescatase en el desierto, sí, pero Kasia, que era una mujer independiente, no quería ni necesitaba un marido. Así que había huido con la esperanza de no volver a verlo jamás. Hasta que, semanas más tarde, se lo había vuelto a encontrar en una fiesta, y no había podido ocultarle la verdad: que estaba embarazada de él. Y en esa ocasión le había quedado claro que Raif no iba a dejarla marchar. https://www.facebook.com/novelasgratis 4 Capítulo 1 KASIA Salah clavó los ojos entrecerrados en el horizonte, envuelto en una neblina de calor, y después miró el teléfono. No tenía cobertura. Contuvo la palabra malsonante que había aprendido durante su estancia en la Universidad de Cambridge mientras el sudor se le acumulaba encima del labio superior y corría por su espalda, debajo de la camiseta y de la voluminosa túnica que se había puesto para evitar el calor y el polvo del desierto. Sin lugar a dudas, de haber oído aquella palabra, su abuela la habría castigado. Se guardó el teléfono en el bolsillo trasero de los pantalones cortos, que tardó unos desesperantes segundos en encontrar debajo de los metros y metros de tela. Entonces clavó la vista en el motor del todoterreno negro y, ya sí, juró en voz alta. Al fin y al cabo, no había nadie que pudiese oírla en un radio de setenta kilómetros y, aunque no sirviese de nada, hacía que se sintiese un poco mejor. ¿Por qué no había pensado en llevarse un teléfono por satélite antes de salir de palacio a investigar? ¿O a un acompañante? En especial, a alguien que supiese más que ella acerca de averías mecánicas. Suspiró y le dio una patada a una de las ruedas. No había imaginado que sufriría una avería en medio de la nada. El jeque Zane Ali Nawari Khan, esposo de su mejor amiga, Catherine, soberano de Narabia y, en teoría, su jefe, había trabajado mucho para conseguir que hubiese conexión a Internet y red telefónica inalámbrica en casi todo el país, pero ella debía de estar demasiado cerca de la frontera, además de estar en una zona aislada del desierto flanqueada por la región montañosa del sur, donde solo vivían los nómadas kholadis. Que ella recordase, los kholadis ni siquiera tenían agua corriente, así que las posibilidades de que necesitasen red telefónica eran escasas. https://www.facebook.com/novelasgratis 5 Utilizó la túnica para cubrirse las manos y no quemarse con el capó del coche, lo cerró de un golpe. Por suerte, les había dado a Cat y a Nadia, su asistente, el itinerario del viaje, así que cuando no volviese a casa por la noche, enviarían a alguien a buscarla. Pero eso significaba que tendría que pasar la noche allí, en el coche. No iba a ser divertido, sobre todo, cuando cayesen las temperaturas, en cuanto se pusiese el sol. El aire seco y caliente le salpicó el rostro de arena. Se subió el pañuelo que llevaba al cuello para taparse la nariz y la boca y miró hacia el horizonte. La nube de polvo que había visto un rato antes había crecido. ¿Sería una tormenta de arena? ¿Iría en aquella dirección? Nunca había vivido una tormenta de arena. Llevaba casi toda su vida encerrada en la lujosa seguridad de la zona reservada a las mujeres del Palacio Dorado. Pero había oído hablar de ellas y sabía que aterrorizaban a hombres y mujeres hechos y derechos. Su abuela le había hablado de ellas con respeto y en susurros, explicándole que habían devastado grandes superficies del país, convirtiendo terrenos fértiles en desierto y causando numerosas víctimas. Intentó controlar el pánico que quería apoderarse de ella. «No te pongas dramática». Aquel era uno de sus defectos. Lo vivía todo con demasiada intensidad. Su abuela, a pesar de haber sido una mujer muy sabia, también había sido así. Kasia había ido a vivir con ella con cuatro años y se había convertido en parte del personal de palacio cuando el viejo jeque había fallecido. Y el nuevo jeque, Zane, había contratado a Catherine Smith, becada por la Universidad de Cambridge, para que escribiese un libro acerca de su reino. Catherine la había contratado a ella con diecinueve años para que fuese su asistente y eso le había cambiado la vida. Sobre todo, cuando Cat se había casado con Zane y se había convertido en la reina de Narabia y le había abierto a Kasia los ojos al nuevo y emocionante mundo que había detrás de las paredes del palacio. https://www.facebook.com/novelasgratis 6 Kasia ya no era una adolescente demasiado ansiosa, imaginativa y romántica, sino una mujer adulta con sueños que había empezado a cumplir. Uno de ellos era convertirse en científica medioambiental y salvar el suelo agrícola de Narabia de un desierto que amenazaba con consumirlo. Así que por pasar una noche durmiendo en un todoterreno, en el desierto, no iba a ocurrirle nada. De hecho, tal vez pudiese obtener información útil para su estudio. Además, no era seguro que se tratase de una tormenta de arena. No habían previsto condiciones meteorológicas adversas, lo había comprobado antes de salir de palacio. Tal vez fuese un poco imprudente, pero no era tonta. Intentó tranquilizarse, pero no pudo apartar la mirada del horizonte. La nube oscura, impenetrable, siguió creciendo, bloqueando el sol. Era enorme y avanzaba muy deprisa. El ruido cortaba el silencio del desierto. Vio a varias criaturas: un lagarto, una serpiente, un roedor corriendo hacia ella y enterrándose en la arena. El cielo azul, completamente despejado, se oscureció. Kasia sintió miedo e intentó pensar. ¿Debía meterse dentro del coche? ¿O debajo de él? Entonces vio algo, un punto en el horizonte, salir de la nube como una bala. Y, enseguida, una silueta. Una persona montada a caballo, galopando deprisa. Se le hizo un nudo en la garganta. Se trataba de un hombre. Un hombre corpulento, fuerte, cuyo rostro iba oculto debajo de un pañuelo. El pánico se apoderó de ella al darse cuenta de que el jinete cambiaba de repente de dirección e iba hacia ella. Entonces se fijó en el rifle que llevaba colgado del pecho. Un bandido. No podía ser otra cosa, estando tan lejos de la civilización. «Corre, Kasia, corre». Un grito le retumbó en la cabeza. El viento hizo girar la arena a su alrededor. Entonces, oyó la voz de su abuela que le susurraba: «Tranquila. No tengas miedo. Es solo un hombre». Pero, a pesar de que intentó razonar, pensó en su madre alejándose de ella por última vez y no pudo evitar que se le encogiese el estómago. El hombre gritó en un dialecto que Kasia no reconocía. https://www.facebook.com/novelasgratis 7 Casi había llegado a su lado. «Haz algo, muévete, que pareces un pelele», pensó ella. «Ya no eres la niña pequeña que no servía para nada. Eres valiente, inteligente, una mujer». Se acercó al todoterreno, abrió la puerta del acompañante y se metió dentro. El sonido de la arena al chocar con los cristales la acompañó mientras buscaba la pistola que había en la guantera. Zane había insistido en que aprendiese a disparar antes de permitir que fuese al desierto sola, pero, cuando su mano agarró el metal, sintió que el corazón se le salía por la boca. Sabía disparar con cierta precisión, pero nunca le había disparado a un ser vivo. El caballo se detuvo muy cerca del coche. Kasia salió de él, notó la arena golpeándole las mejillas y levantó el arma con un dedo tembloroso apoyado en el gatillo. –Quédese ahí o le dispararé –le gritó al hombre eninglés, idioma que se había convertido en su primera lengua después de haber pasado cinco años en el Reino Unido. Sus ojos oscuros la fulminaron, brillantes, intensos. Y Kasia sintió todavía más miedo. El bandido desmontó con un movimiento ágil, sin hablar, traspasándola hasta el alma con la mirada. Ella retrocedió un paso y, sin querer, disparó. El estallido casi no se oyó, pero Kasia se vio despedida hacia atrás y vio como el hombre retrocedía también. ¿Le habría dado? El caballo se puso de pie delante de ella y el hombre tiró de las riendas para que no la golpease contra el suelo del desierto, pero Kasia sintió tanto miedo que se dejó caer. –Váyase –gritó. Intentó encontrar la pistola, que se le había caído, pero la arena le impedía ver. Solo podía verlo a él. Unos dedos largos y fuertes la agarraron del brazo, la levantaron y la sentaron a lomos del caballo con tal rapidez que a Kasia no le dio tiempo ni a asimilar lo que acababa de ocurrir. Levantó una pierna para desmontar, pero el hombre ya se había vuelto a subir al caballo, detrás de ella. https://www.facebook.com/novelasgratis 8 Sujetaba las riendas con una mano mientras con la otra la agarraba por la cintura. Kasia dio un grito ahogado al notar su brazo justo debajo de los pechos y, de repente, echaron a volar, alejándose del todoterreno que ya casi estaba enterrado por la arena. Ella intentó gritar. «Te está secuestrando. Tienes que pelear. Tienes que sobrevivir». Pero no pudo. Cabalgaron durante mucho tiempo rodeados de arena, hasta que, por fin, agotada, Kasia dejó de sentir pánico y se sintió protegida bajo el cuerpo fuerte de aquel hombre. ¿Sería el síndrome de Estocolmo? Estaba tan cansada que no podía ni pensar. Cerró los ojos, dejó sin fuerza el cuerpo y volvió a sentirse como cuando era pequeña. Salvo que, en esa ocasión, no estaba sola e indefensa, su madre no la acababa de abandonar, sino que tenía a su alrededor unos brazos fuertes. https://www.facebook.com/novelasgratis 9 Capítulo 2 KASIA despertó entre sacudidas. Notó frío en la cara y un peso en la espalda que la asfixiaba y la reconfortaba a la vez. Abrió los ojos y sintió que se le cortaba la respiración. El horizonte estaba teñido de rojo y la luz de las estrellas salpicaba el cielo sobre su cabeza. Varias estrellas fugaces iluminaron las dunas del desierto. A Kasia le temblaron las piernas y se dio cuenta de que iba montada a caballo. Entonces recordó. ¡Estaba secuestrada! Secuestrada por el hombre que cuyo fuerte brazo la sujetaba por la cintura. Y cuyo cuerpo le transmitía calor. Volvieron también los sueños poco apropiados que había tenido con él. Intentó apartarlos de su mente y mover los brazos. El síndrome de Estocolmo se había terminado. Oyó un gruñido cerca de su oreja y fue consciente del silencio de la noche, del frío de la brisa. La tormenta había pasado. Y ella estaba sola, en medio del desierto, con un bandido que la había capturado. Y también la había salvado, pero ¿por qué? Fuese cual fuese el motivo, tenía que liberarse de él. Los cascos del caballo golpearon el suelo con fuerza mientras subían una colina. Kasia vislumbró un oasis abajo, en el valle. El caballo empezó a descender la cuesta con paso seguro. El agua reflejaba la puesta de sol, rodeada de palmeras y numerosas plantas. Oyó la respiración de su captor y se le aceleró el corazón. Se preguntó si estaba excitado. ¿Cómo iba a saberlo? Kasia nunca había estado entre los brazos de un hombre excitado antes. https://www.facebook.com/novelasgratis 10 «Céntrate, Kasia, por favor». Sintió los dedos entumecidos cuando se agarró a la silla, le ardían los muslos después de haber estado, probablemente, varias horas subida a aquel caballo. También le dolía la piel y los ojos, a los que les había llegado la tormenta de arena. Tragó saliva e intentó aclarar su mente e idear un plan. Si aquel hombre la había salvado de la tormenta, tal vez no quisiera hacerle daño, y ese podía ser un buen momento para empezar a hablarle. –Gracias por haberme salvado de la tormenta –le dijo, intentando hablar con autoridad–. Soy muy amiga de la reina y estoy segura de que le recompensará por llevarme de vuelta a palacio. Él no respondió, su cuerpo siguió pegado al de ella mientras el caballo se acercaba al borde del agua. Kasia vio una tienda muy grande entre un grupo de árboles. El caballo se detuvo delante de la tienda y ella pensó que se le iba a salir el corazón por la boca. El aroma a agua fresca disipó el hedor del caballo y el olor salado del hombre. Kasia lo empujó con el hombro y liberó sus brazos. Él volvió a gruñir, pero ella no sintió miedo. Era un hombre grande y muy fuerte, capaz de viajar a caballo muchos kilómetros para escapar de una tormenta, pero el modo en que la estaba sujetando no le resultaba amenazador. Kasia se sintió protegida. Salvo que volviese a ser por culpa del síndrome de Estocolmo. No había hecho ademán de lastimarla. Así que Kasia se aferró a su optimismo, fuese una locura o no, y repitió en narabio la promesa de una recompensa, pero siguió sin obtener respuesta. Siguieron a lomos del caballo, en silencio, Kasia muy consciente de cada movimiento del cuerpo que había pegado al suyo. Sintió deseo. ¿Cómo era posible? Si ni siquiera sabía si era una buena persona o no. Él se movió de nuevo, apartó la mano de su cintura y se dispuso a desmontar. Kasia se aferró al caballo haciendo fuerza con las rodillas y agarrándose a la silla. Notó cómo el hombre se deslizaba hacia el suelo y lo golpeaba con todo su peso. Ella miró hacia abajo y lo vio tumbado debajo del caballo. https://www.facebook.com/novelasgratis 11 –Tranquilo, chico –le dijo al caballo, por miedo a que este se asustase y le pisase la cabeza. ¿Cómo era posible que se hubiese caído del caballo? ¿Estaría dormido? ¿Era ese el motivo por el que no la había respondido? Debía de estar todavía más cansado que ella después del recorrido. Se sintió aliviada y confundida a partes iguales. Se inclinó sobre el cuello del animal y agarró las riendas. No había montado a caballo desde que se había marchado de Narabia al Reino Unido a estudiar. Nunca había montado uno tan enorme, pero antes de golpearlo con los talones, volvió a mirar hacia el suelo. El hombre no se había movido, seguía tendido en el suelo. Ella relajó las piernas y, en vez de espolear al animal, se bajó de él. Tal vez estuviese loca, tal vez fuese optimismo acompañado de una buena ración de romanticismo, pero no podía dejarlo allí solo. No después de haber pasado varias horas durmiendo entre sus brazos mientras él la apartaba del peligro. Aterrizó al otro lado del animal, agarró las riendas y lo apartó del cuerpo inerte del jinete. Intentó llevarlo hacia la tienda, pero el animal no se movió. –¿No quieres dejarlo solo, verdad? El animal balanceó la cabeza, como si estuviese asintiendo. «Por favor, Kasia. Los caballos no saben hablar». Soltó las riendas y se acercó al hombre con cautela a pesar de que no se había movido. A lomos del caballo le había parecido enorme y tumbado en el suelo se lo seguía pareciendo. Una estrella fugaz iluminó la oscuridad del cielo y Kasia dio un grito ahogado cuando iluminó al hombre. El pañuelo negro que cubría su cabeza, la nariz y la boca se le había caído. Tenía el pelo grueso y oscuro, empapado de sudor, y era tan guapo que su belleza le cortó la respiración. La imagen se le quedó clavada en las retinas mientras se volvía a hacer la oscuridad. Tenía los pómulos marcados, las cejas negras, la piel morena y unos rasgos perfectos. Una barba de varios días le cubría la parte baja del rostro, pero, incluso así, Kasia no había visto nunca a un hombre tan guapo. Ni siquiera el jeque Zane le hacía sombra. «¿Qué importa que parezca una estrella de cine, Kasia? Es un bandido». https://www.facebook.com/novelasgratis12 Un bandido que habría podido ser una estrella de cine y que la había salvado. Hizo acopio de determinación y se arrodilló a su lado, lo suficientemente cerca para distinguir sus rasgos bajo la débil luz. ¿Por qué le resultaba tan familiar? Otra estrella fugaz le iluminó el rostro y a Kasia se le hizo un nudo en el estómago al reconocerlo. –¿Príncipe Kasim? Rey de Kholadi. Había asistido a la boda de Zane y Cat cinco años y medio antes. Kasia había oído muchos rumores acerca de aquel hombre: era el hijo ilegítimo del viejo jeque y una de sus concubinas, que había sido expulsado de palacio de niño, cuando Zane, el heredero legítimo, había sido apartado de su madre, que vivía en Estados Unidos, para que volviese a Narabia de adolescente. Contaban que Kasim había llegado a la tribu del desierto a la que pertenecía su madre y allí lo habían tratado con el mismo desdén hasta que se había ido abriendo paso en ella gracias a sus habilidades como guerrero, que había ido perfeccionando al tiempo que se hacía hombre. A ella le había encantado oír aquellas historias, tan emocionantes y dramáticas, y había visto a Kasim como a un mito, poniéndolo definitivamente en un pedestal tras verlo en persona por primera vez con diecinueve años, en la boda de Zane y Cat. Kasim había llegado a palacio vestido con la túnica tradicional negra, seguido por su guardia de honor, y había hecho que se le cortase la respiración a ella y a todas las chicas y mujeres del lugar. Era alto, arrogante, imponente, parte guerrero, jefe, todo hombre, y mucho más joven de lo que ella había esperado. Por aquel entonces debía de haber tenido unos veinticinco años, ya que se había convertido en jefe de los kholadis con tan solo diecisiete. Y, tras años enfrentándose a su propio padre, había negociado una tregua con Narabia cuando Zane había llegado al trono. Tras observarlo de lejos durante la boda y alguna otra visita oficial antes de marcharse a Cambridge, Kasia había llegado a obsesionarse con el príncipe guerrero. Sus proezas con las mujeres eran casi tan legendarias como su capacidad en el combate y su agilidad en la política. Kasim había sido un mito para ella, objeto de sus febriles deseos adolescentes, pero en esos momentos era solo un hombre. Sintió esa atracción que había estado intentando contener hasta entonces. https://www.facebook.com/novelasgratis 13 Si lo llamaban «el jeque rebelde era por algo. Lo observó, incapaz de creer que lo hubiese apuntado con una pistola. Menos mal que no le había disparado. A pesar de su mala reputación, era un príncipe del desierto. Además, la había rescatado de una tormenta de arena. Lo vio parpadear. Sus ojos color chocolate se clavaron en ella y Kasia sintió todavía más calor entre los muslos. –¿Principe Kasim, está bien? –le preguntó en inglés. Repitió la pregunta en narabio, por si acaso. Él volvió a gruñir y Kasia se fijó por primera vez en que estaba sudando y parecía aturdido. –Me llamo Raif –replicó–. El único que me llama por mi nombre narabio es mi hermano. Y no, no estoy bien. Me has disparado. ¿La bala le había dado? La noche cada vez estaba más oscura, pero Kasia apartó su túnica para buscar en su piel, llena de cicatrices. Pasó los dedos por su pecho, sintió que él se ponía tenso y siguió recorriendo sus costillas y después sus hombros en busca de la herida. Tocó un líquido viscoso. Apartó la mano y se la miró horrorizada. El olor metálico invadió la silenciosa noche. Kasia volvió a jurar, utilizando la misma palabra que la había hecho sentirse empoderada unas horas antes, cuando se había visto sola en el desierto, con el todoterreno averiado. En esos momentos estaba sola en el desierto con un hombre herido. Un príncipe guerrero que la había salvado y al que ella había disparado. Jamás se había sentido menos empoderada en toda su vida. https://www.facebook.com/novelasgratis 14 Capítulo 3 TÚ NO ERES mi hijo, no eres el hijo de nadie. Solo eres un parásito, una rata, nacido por error». El recuerdo hizo que Raif se sacudiese. Volvió a ver el rostro de su padre, la cruel curva de sus labios, el desprecio de sus ojos negros, la frialdad de las únicas palabras que le había dirigido en toda su vida. «Te he alimentado y te he vestido durante diez años. Ya eres un hombre, ya no eres mi responsabilidad. Vete». –No… –gritó desesperado. La bofetada de su padre le resonó como el disparo de un fusil, aunque en esa ocasión no le dolió en la mejilla, sino en el brazo. Cambió de postura, intentando escapar de las crueles palabras, de los amargos recuerdos. –Shhh… Está teniendo una pesadilla, príncipe Raif. Todo va bien, de verdad, es solo una herida superficial. Él se quedó dormido mientras alguien le susurraba en inglés. –No soy un príncipe, soy una rata –respondió en el mismo idioma. La noche olía a jazmín, a especias y a sudor femenino. Él intentó concentrarse en la sensación de placer, permitió que fluyese por su cuerpo, que aliviase el dolor que siempre le provocaba en el corazón aquella pesadilla. «No eres una rata. Eres un príncipe… Y un hombre, no un niño al que no quieren». Intentó enterrar sus propios pensamientos, consciente, a pesar del agotamiento, de que no debía admitir su debilidad delante de nadie. https://www.facebook.com/novelasgratis 15 Unos dedos suaves le tocaron la barbilla. Entonces, algo frío se apretó contra sus labios. La mujer volvió a hablar, pero él no pudo oír lo que le decía porque tenía un zumbido en los oídos. El sabor a agua fresca invadió todos sus sentidos. Abrió la boca y el líquido alivió su garganta seca. –Despacio o te atragantarás –le advirtió la voz con menos suavidad, con firmeza y seriedad, lo que le gustó todavía más. Entonces, dejó de darle agua. Él abrió los ojos con dificultad porque los párpados le pesaban como si tuviese dos piedras pegados a ellos. Y el placer fue a parar a su ingle. –¿Quién eres? –le preguntó en kholadí. La visión era exquisita, parecía un ángel, con las mejillas sonrosadas, el pelo oscuro y unos enormes ojos del color del ámbar. «Te deseo». ¿Lo había dicho en voz alta? –No puedo entenderle, príncipe Raif. No hablo kholadí –él no entendió que la mujer mezclase su título de Narabia con su nombre tribal. –Eres bella –susurró en inglés. Deseó tocar su piel y ver si era tan suave como parecía, deseó agarrarla de la barbilla y hacer que sus labios tocasen los de él, pasar la lengua por el arco de Cupido de su labio superior, pero levantó la mano y sintió un dolor punzante en el brazo. –Túmbese y duerma, todavía no es de día, príncipe Raif. «¿Príncipe Raif? ¿Quién es ese? Yo no soy príncipe de Kholadi, soy su jefe». Apretó los dientes al notar los dedos fríos de la mujer en el pecho, un oasis en medio de la cálida noche. –No eres un ángel… –dijo, intentando mantener la consciencia, queriendo aferrarse a ella para que la pesadilla no volviera–. Sino una hechicera. Entonces la maravillosa visión desapareció bajo el peso de sus párpados y se quedó dormido. Kasia miró al hombre junto al que llevaba varias horas tumbada. «Me ha dicho que soy bella», pensó. Tomó el paño que había dentro de un cuenco de agua caliente junto a la cama, lo escurrió y se lo puso en el https://www.facebook.com/novelasgratis 16 pecho. Rozó el contorno de sus músculos al hacerlo y volvió a sentir la ya familiar punzada de deseo mientras le pasaba el paño por la piel hasta llegar al hombro. La serpiente roja y negra que tenía tatuada en la clavícula y que le cubría el hombro brilló bajo la luz de las lámparas de queroseno que Kasia había encendido. Parpadeó y se obligó a mantenerse erguida y centrada. El príncipe tenía las mejillas encendidas, pero no tenía fiebre, afortunadamente. Sin duda, lo que lo había despertado había sido una pesadilla. Pero después se había vuelto a dormir y su respiración se había hecho más profunda.En esa ocasión, había conseguido beber más agua. Kasia volvió a mojar el paño y continuó pasándoselo por el ancho pecho, estudiando con la mirada las cicatrices que la habían sobrecogido cuando le había quitado la túnica manchada de sangre la noche anterior. ¿Cómo era posible que hubiese podido soportar tanto dolor? ¿Cómo había sobrevivido? Kasia sintió calor mientras limpiaba con el paño mojado una cicatriz que recorría la línea de vello que bajaba por su vientre y desaparecía por debajo de los pantalones. Se fijó en el prominente bulto que se marcaba bajo la tela negra de la única prenda que no se había atrevido a quitarle. Empapados en sudor, los pantalones no dejaban mucho a la imaginación, pegándose a los largos músculos de sus piernas y a aquel bulto en el que Kasia había posado varias veces la mirada durante las últimas horas. Visión que la aliviaba y perturbaba en igual medida. No podía estar demasiado malherido con aquella impresionante erección, pero ¿qué clase de hombre se excitaba después de que le hubiesen disparado, por superficial que fuese la herida? «Aparta la mirada de la erección. Tal vez sea normal en un hombre agotado. ¿Cómo lo vas a saber? No te has acostado nunca con un hombre, ni tampoco habías disparado antes». Se ruborizó mientras volvía a mojar el paño y se concentraba en limpiar otro surco de sudor de su piel y en no bajar la vista más allá de su cintura. https://www.facebook.com/novelasgratis 17 Se obligó a mirar la parte superior de su torso. El vendaje que le había puesto unas horas antes estaba seco. Dio gracias de que la bala solo le hubiese rozado la parte superior del brazo. Sus habilidades como enfermera no eran suficientes para realizar una operación de emergencia en una tienda. Además, había perdido su teléfono cuando él le había rescatado y no había encontrado nada parecido a un equipo de comunicación en aquella tienda. Aunque llamar tienda a aquel lugar no le hiciese justicia porque era bastante lujoso, más que adecuado para un príncipe del desierto. Ricas sedas cubrían paredes de la habitación en la que estaba la cama más grande y también había un impresionante equipo de caza, arcones llenos de productos enlatados y secos, ropa e incluso una nevera conectada a unas baterías con carne y otros productos perecederos. Por suerte, también había encontrado medicamentos, que había utilizado para limpiar y vendar la herida. Incluso había encontrado una cabra en la parte trasera del campamento, donde había un corral y un refugio para el caballo y un pequeño poni. ¿Cuánto tiempo llevaría el príncipe Raif, o Kasim, como había oído que lo llamaban en palacio, viviendo allí? ¿Y por qué vivía solo? ¿O sería aquel un lugar en el que refugiarse cuando alguien de la tribu se quedaba atrapado y solo en el desierto? «Deja de hacerte preguntas a las que no puedes responder». Metió el paño en el cuenco con agua y se sentó. El cansancio hizo que, de repente, se sintiese aturdida. Examinó a su paciente, le tocó la frente. Suspiró. No parecía tener fiebre. Tras varias horas junto a aquel hombre, siendo testigo de sus pesadillas, no tenía ningún deseo de hacerle más daño del que ya le había hecho. Se había sentido culpable al principio, pero tras varias horas allí, la vigilia había tenido en ella un efecto extrañamente catártico. El príncipe Raif la fascinaba, ya lo había hecho en la distancia, pero en esos momentos la fascinaba todavía más, vendado y casi desnudo, con las mejillas encendidas, agotado y con aquellas cicatrices y el tatuaje como prueba de su mortalidad. Cada vez la atraía más. https://www.facebook.com/novelasgratis 18 Un chasquido en la fogata que había fuera de la tienda la sobresaltó. Kasia sacudió la cabeza e intentó salir del estado de aturdimiento en el que estaba entrando. Él la había llamado hechicera y, a pesar de que tenía motivos para pensarlo, después de que le hubiese disparado, también la había mirado con deseo. Un deseo que a ella la había inquietado y excitado. La intimidad que se había creado entre ambos durante ese tiempo era solo una ilusión. El príncipe Raif era famoso, o más bien infame, por seducir a cualquier mujer que le gustase para después dejarla. El fuego volvió a crepitar y sacó a Kasia de sus pensamientos. «Te estás precipitando, Kaz». Era más sensato pensar en cómo le iba a explicar por qué le había disparado cuando se despertase, que en cómo resistirse a sus intentos de seducción. Se obligó a apartar la mirada de su cautivador cuerpo y a clavarla en el desierto. Estaba empezando a amanecer. El desierto era otro mundo, salvaje, bello y sofisticado a su manera, pero era un mundo del que ella nunca había formado parte. Siempre había vivido encerrada en el palacio del jeque y, después, en Cambridge. No había conocido nunca a un hombre como el príncipe Raif. Se obligó a ponerse en pie, salió a tropezones de la tienda y absorbió la gloriosa belleza de otro amanecer en el desierto. Entonces, fue hasta el corral, dio de beber al caballo y tomó algo de leña. Alimentó el fuego porque sabía que la temperatura no subiría hasta que el sol no estuviese mucho más alto en el cielo. Al volver a la tienda, clavó la vista en el pecho del príncipe, que subía y bajaba a un ritmo regular. Las pesadillas ya no lo atormentaban. Se sintió aliviada. Iba a ponerse bien. No le había hecho tanto daño. Parecía tranquilo en esos momentos, todo lo tranquilo que podía parecer un hombre tan grande y fuerte. Kasia se tumbó hecha un ovillo a su lado y se echó una manta sobre la camiseta y los pantalones cortos con los que llevaba ya casi veinticuatro horas al notar que el frío de la noche le había ido calando hasta los huesos. https://www.facebook.com/novelasgratis 19 Necesitaba dormir. Y por frívola o romántica que pudiese parecer la idea, quería quedarse a su lado, solo por si tenía otra de aquellas terribles pesadillas. Apoyó una mano en su corazón. Asimiló su ritmo constante y la punzada de deseo. Tal vez no quisiese quedarse a su lado solo por él, pero ¿qué daño le podía hacer? Jamás tendría otra oportunidad de tocarlo así y tal vez se lo mereciese, después de todas las horas que se había pasado encerrada, leyendo y estudiando. –Que duerma bien, príncipe Raif –susurró. Cerró los ojos, se quedó profundamente dormida, y tuvo varios sueños eróticos muy intensos, asombrosos y embriagadores, pero eso ya no la perturbó. https://www.facebook.com/novelasgratis 20 Capítulo 4 RAIF se despertó de repente, entonces, volvió a cerrar los ojos porque tuvo la sensación de que el sol que entraba a la tienda le quemaba las retinas. ¿Qué hacía en la cama a mediodía? En cuanto se movió sintió dolor en el brazo y recordó. La tormenta, el disparo, el olor a jazmín y a sudor mientras galopaba interminablemente para llegar a un lugar seguro, el agotamiento y las pesadillas, el sonido de voces: la de su padre que lo trataba con desprecio y la de un ángel que le pedía que estuviese quieto, que bebiese, pero no demasiado deprisa… Un ángel autoritario, pensándolo mejor. Un ángel, no, una hechicera. Había intentado matarlo. Sonrió de medio lado y gimió porque tenía los labios agrietados. Cerró los ojos y se concentró en su propio cuerpo, proceso que había aprendido de niño, tras una experiencia brutal, para evaluar sus heridas. Tenía el brazo un poco entumecido, pero no tanto como cuando su semental, Zarak, le había dado una patada la semana anterior, cuando había vuelto por primera vez en cinco meses a las tierras de la tribu. Había estado demasiado tiempo fuera y, al verlo llegar, su semental, que siempre había tenido mucho carácter, había tenido una rabieta. Zarak lo había echado de menos, aunque no tanto como él al animal, al paisaje, la cultura y la gente que lo había salvado de niño y lo había visto convertirse enhombre. Había sido un viaje lleno de sorpresas. Tras dejar el campamento del desierto, situado a las afueras de las tierras de la tribu, para pasar tiempo en su oasis privado y disfrutar del reto de volver a ser un hombre, en vez de ser el jefe, un príncipe, o un magnate, se había desatado la tormenta. https://www.facebook.com/novelasgratis 21 Movió el brazo para probar sus límites. Ya no le dolía el brazo, sino la entrepierna. Un suspiro acarició el pelo de su pecho e hizo que su excitación aumentase. Parpadeó, dejó que sus ojos se ajustasen a la luz y se giró para volver a ver a la mujer de la noche anterior. Era ella. Un ángel. La hechicera. Estaba tumbada a su lado, profundamente dormida. Estaba despeinada, con el pelo recogido en una coleta que acentuaba su exquisita belleza. Tenía los pómulos marcados, unos labios deliciosos, los ojos grandes, cerrados. ¿Cuántos años tendría? ¿Poco más de veinte? Sin duda, no era una niña sino una mujer. Una mujer lo suficientemente audaz como para apuntarlo con una pistola. ¿De dónde era? La sucia camiseta que se pegaba a sus pechos tenía la insignia de la misma universidad británica en la que había estudiado Catherine, la reina de Narabia. Por el color de su piel, la joven parecía de aquella parte del mundo, pero iba vestida como una estudiante de Los Ángeles o de Londres. Su erección creció al examinar sus tonificados muslos. A ella le cambió de repente la respiración y sus ojos se movieron bajo los párpados, como si estuviese soñando. ¿Habría sentido que la observaban? Él tuvo que contener una sonrisa cuando la oyó gemir. ¿Estaría soñando con él? Esa era su esperanza, porque él también había soñado con ella. Balbució algo en sueños, cambió de postura y alargó la mano, que había estado descansando sobre la cama, para apoyarla en su pecho. Él apretó los dientes mientras notaba las puntas de sus dedos en la piel. Entonces, de repente, la vio darse la vuelta, ofreciéndole unas agradables vistas a su parte trasera. Raif se humedeció los labios e intentó no sentirse decepcionado porque ya no lo tocaba. Se había sentido igual la noche anterior, cuando, tras una pesadilla, se había aferrado a su compasión. Él no era así. No necesitaba la ternura de nadie. https://www.facebook.com/novelasgratis 22 Había estado toda su vida solo, le habían disparado muchas veces y había sobrevivido a situaciones mucho peores que una tormenta de arena. Y había decidido no confiar jamás en la bondad de nadie. La vida le había enseñado, tanto de niño en el desierto como de hombre en Manhattan, que no podía confiar en nadie, que la vida era brutal y que lo único que importaba era sobrevivir. Que la debilidad te destruía. Apartó la vista de la curva de la espalda de aquella chica y se incorporó. Respiró hondo y aspiró su propio olor. Olía peor que Zarak después de una larga cabalgata. El estómago le rugió con tanta fuerza que le sorprendió no haber despertado a la chica. Tenía que comer y lavarse. Y tenía que atender a Zarak, a la cabra y al poni de carga. Después decidiría qué hacer con la mujer. Si procedía del Palacio Dorado, sede del poder de su hermano Zane en el país vecino de Narabia, tendría que devolverla allí en algún momento. Apartó la manta que lo tapaba y estuvo a punto de sonreír de nuevo ante la evidencia de su erección. Se había visto obligado a salvar a la mujer al verla perdida junto al todoterreno, pero tal vez no fuese tan mala idea tenerla allí. Había querido pasar aquellos días a solas para escapar del peso del liderazgo, para reconectar con los aspectos básicos de la vida, que no había podido disfrutar desde que, más de una década antes, con diecisiete años, se había convertido en jefe de Kholadi. Su papel como jefe había sido mucho más complicado y arduo cinco años antes, cuando la decisión de explotar los yacimientos minerales había enriquecido a su pueblo. Pero había habido que gestionar e invertir aquella riqueza para proporcionar a su tribu una existencia más tranquila y segura. Había sido su misión utilizarla para aliviar la dura vida del desierto y dar a los jóvenes oportunidades que no habían tenido hasta entonces, pero llevar a Kholadi al siglo XXI al tiempo que protegía sus tradiciones había sido todo un acto de malabarismo, que se había complicado todavía más al estar en el extranjero, apartado de la tierra que lo había definido y apoyado. ¿Qué mejor manera de relajarse y escapar de aquellas pesadas losas que perdiéndose en una mujer, si ella estaba de acuerdo? ¿Cuánto tiempo hacía que no había disfrutado de una piel tan suave, de explorar los placeres de un ángel? ¿O de una hechicera? Se puso en pie y salió de la tienda. Mientras respiraba el aire seco del desierto y el sol bruñía su piel, sintió que recuperaba su habitual vitalidad. https://www.facebook.com/novelasgratis 23 En cuanto se bañase y comiese, haría suya a la chica. Y descubriría si estaba tan dispuesta como él a divertirse un poco antes de que la llevase de vuela al palacio. Kasia se despertó lentamente, aturdida. ¿Dónde estaba el príncipe? La cama estaba vacía a su lado y el sol entraba en la enorme tienda. Se levantó de la cama y fue corriendo a la entrada. ¿La habría dejado allí sola? ¿Se habría ido a pasear? ¿Cuánto tiempo había dormido? Volvió a sentirse culpable al recordar cómo le había vendado el brazo, cómo lo había oído gritar en sueños, y cómo se había fijado en su erección. Se hizo sombra en los ojos mientras se dirigía hacia el corral en busca de su salvador. El semental levantó la cabeza y relinchó antes de volver a beber agua. Al menos, estaba allí. Oyó caer el agua sobre las rocas rojizas del oasis y, tras darle una palmadita al caballo en el hocico, se dirigió a través del camino bordeado de palmeras hacia la piscina de agua azul que había entre las rocas. Primero vio la venda, tirada en el suelo y manchada de sangre seca que hizo que se le encogiera el estómago. Después, los pantalones negros colgados de un matorral. Se acercó más, sus pies se clavaron en la arena húmeda de la orilla y buscó con la mirada en el agua. Sintió calor por todo el cuerpo al descubrir a su paciente bajo la cascada. Se le irguieron los pezones y le temblaron las piernas. El príncipe Raif estaba de espaldas a ella, metido en el agua, y era su fantasía de adolescencia hecha realidad. Todo músculos, con la serpiente tatuada en el hombro, la herida en el brazo, junto a otras cicatrices. Y pensó que era todavía más impresionante desnudo que con la ropa de ceremonia que había llevado para la boda de Zane y Cat. Kasia se quedó paralizada a pesar de saber que debía marcharse y dejar que se bañase tranquilo. ¿Acaso no le había causado ya suficientes problemas? https://www.facebook.com/novelasgratis 24 Pero siguió mirándolo, entusiasmada por la belleza de su fuerte y masculino cuerpo. Era la primera vez que veía a un hombre desnudo. Le habían pedido salir durante sus años en Cambridge, pero siempre había evitado cualquier cosa que la apartase de sus estudios. No había salido mucho de fiesta porque había querido volver a Narabia con una formación que pudiese aportar algo a su país. Cat y Zane habían invertido una fortuna en su educación. Cat siempre había insistido en que el dinero no era importante, que Kasia se había ganado aquella oportunidad después de sus años en el palacio, pero ella había querido que mereciese la pena la inversión. Era la primera mujer de Narabia que había conseguido esa oportunidad. Y pretendía que hubiese muchas más. Pero el hecho de haber sido muy estudiosa no le había parecido nunca un lastre, hasta entonces. No sabía qué hacer con una atracción física tan intensa que la asustaba. Siempre había sentido curiosidad por el sexo y había estado dispuesta a explorarlo… cuando llegase el momento, pero al ver el musculoso trasero del príncipe al inclinarse a echarse más agua por la cabeza, se preguntósi era posible estar tan excitada. Demasiado excitada. Porque la tensión de sus pechos, la debilidad de sus piernas y la humedad entre sus muslos le estaba resultando dolorosa. Y el corazón le latía tan deprisa que tenía miedo a desmayarse. Respiró, intentó relajarse, pero entonces el príncipe se giró y empezó a andar hacia ella. Lo devoró con la mirada. Se le cortó la respiración. Tenía el pecho tan ancho y musculado como se lo había visto la noche anterior, pero en esos momentos su piel brillaba, parecía lleno de salud y vitalidad. Tenía la cabeza agachada para ver por dónde andaba para no hacerse daño con las piedras, así que Kasia aprovechó para seguir disfrutando con las vistas. Era mucho más alto que ella, y la mirada de Kasia recorrió sus hombros anchos, sus músculos abdominales, y siguió bajando. No estaba excitado, pero su miembro viril no la decepcionó, completaba la impresionante imagen de la masculinidad. Parpadeó, consciente de repente de que había dejado de andar. https://www.facebook.com/novelasgratis 25 Levantó la vista a su rostro, sintiendo que el calor de su pecho le subía por el cuello y le explotaba en las mejillas. –Buenas tardes, pequeña hechicera –le dijo él, mirándola como si la situación lo divirtiese–. ¿Estás evaluando los daños? –Yo… –balbució ella. Tragó saliva, y se cruzó de brazos para controlar el dolor que sentía en los pechos, pero no lo consiguió. –Siento haberle disparado, príncipe Raif. «Y haber invadido su privacidad devorándolo con la mirada mientras se bañaba». Se guardó aquella última parte de la disculpa. A él no parecía molestarle que lo viese desnudo, de hecho, emanaba arrogancia y seguridad. –¿Cómo me has llamado? –le preguntó él, esbozando una media sonrisa. –Príncipe Raif –repitió ella, confundida. ¿No se había dirigido correctamente a él? ¿No era así como él mismo le había pedido que lo llamase? En vista de su gesto, debía de haberlo entendido mal. ¿Se suponía que debía arrodillarse como había hecho en otra época ante Zane, porque era jeque? Pero mientras aquel hombre terminaba de llegar a la orilla y se detenía delante de ella, resistió el impulso de arrodillarse. Él no parecía particularmente indignado por aquella infracción de las formas y, además, si se arrodillaba quedaría a la altura de su… Kasia levantó la barbilla. «No vuelvas a mirar hacia abajo. Ya has sido suficientemente irrespetuosa». –Solo Raif –la corrigió él–. No soy príncipe en Kholadi. Solo jefe. Cuando pasó por su lado, Kasia inhaló su olor a tomillo del desierto y a sal en vez de a sudor. Lo vio secarse el pecho y el pelo con los pantalones de algodón antes de volver a ponérselos. Kasia suspiró y consiguió relajar por fin los músculos de su nuca al ver que se vestía. https://www.facebook.com/novelasgratis 26 –Mi hermano me otorgó el título de príncipe Kasim cuando llegamos a un acuerdo hace diez años –le explicó él–, pero eso no significa nada en el desierto. Le habló con naturalidad, pero Kasia detectó cierta tensión en su voz. Ella sabía que ambos países habían estado en guerra durante varias años antes de que el viejo rey, Tariq se hubiese quedado incapacitado por un infarto cerebral. En cuanto Zane había llegado al trono, había negociado una tregua con su hermanastro y ambos países habían vivido en armonía desde entonces. Pero al parecer la relación fraternal no era del todo fluida. A Kasia se le detuvo el corazón al pensar en las numerosas cicatrices que tenía por todo el cuerpo y en las pesadillas que lo habían acuciado por la noche. Como todo el mundo, ella había oído la historia de cómo lo habían echado de palacio siendo un niño para dejar paso a su hermano, que sí era hijo legítimo, para que se muriese en el desierto. Lo que no sabía era qué parte de la historia era verdad. Y nunca había pensado en los traumas que aquello podía haberle causado, porque las leyendas acerca de cómo había sobrevivido el príncipe Kasim y las batallas que lo habían erigido en líder de Kholadi habían sido solo eso, leyendas. Cuentos. Un mito. Pero en esos momentos el mito parecía tan real y tan brutal como las cicatrices que cubrían su cuerpo. Era normal que la relación con su hermano fuese tensa, tras haber sido rechazado tan cruelmente por su padre. Tal vez pareciese fuerte e invencible, pero se le podía hacer daño como a cualquier otra persona. Sintió compasión por él al ver la cicatriz que ella misma le había causado. –Debería volver a vendarle el brazo –le dijo, pero cuando alargó la mano para tocarlo, él se la agarró por la muñeca. –No es necesario –le respondió. –¿Y si vuelve a sangrar? –insistió Kasia con los ojos húmedos. Podía sentir él la velocidad a la que le latía el corazón, podía sentir su estado de excitación. Raif volvió a sonreír de medio lado y a ella se le aceleró el pulso todavía más. https://www.facebook.com/novelasgratis 27 «Lo sabe». –Es solo un arañazo –le dijo, soltándola–. He sobrevivido a heridas mucho peores. –No causadas por mí –le dijo ella, consternada al pensar en el resto de las cicatrices de su cuerpo–. Me siento fatal por haberle disparado. –Pero no me diste, fallaste. Y, además, estabas asustada. Te estabas defendiendo. Es una reacción natural. –No, no lo es –le contestó ella–. Nunca le había disparado a nadie. Aquello no pareció conmoverlo. «Porque debe de vivir en otro mundo. Un mundo duro y cruel en el que las personas se disparan primero y preguntan después». –¿Me permite al menos que le mire la herida, príncipe Kasim? –le preguntó, intentando parecer tranquila–. Me haría sentir mucho mejor. Él pasó un dedo por su rostro. –Puedes mirarme la herida solo si accedes a llamarme Raif –le dijo él, apartando entonces la mano–. Teniendo en cuenta cómo me has visto ya, no tiene sentido que guardemos las formas. Kasia sacudió la cabeza, hipnotizada por su voz de tenor. Cinco minutos después, mientras él se sentaba de nuevo en la cama para permitirle que le vendase la herida, se dio cuenta de su error. Porque el recuerdo de su cuerpo, mojado y desnudo, hizo que estar allí con él, aspirando el embriagador olor de su cuerpo, fuese todavía más abrumador. Tanto, que ya no supo si aquello estaba ocurriendo de verdad, porque tenía la sensación de que era una de sus fantasías de adolescente hecha realidad. –¿Cómo te llamas? –le preguntó Raif porque necesitaba distraerse mientras los dedos de la chica le tocaban el bíceps al vendárselo. Llevaba dos minutos ocupándose de él y para Raif estaba resultando muy complicado controlar su excitación. ¿Lo sabía ella? Seguro que sí. –Kasia. Kasia Salah –le dijo, concentrada en el vendaje. https://www.facebook.com/novelasgratis 28 Pero él se dio cuenta de que se ruborizaba. –¿Eres de Narabia? ¿Por qué le importaba aquello? Se había acostado con mujeres de muchas nacionalidades y no las juzgaba por ello, sino por cuánto las deseaba. Y a aquella la deseaba mucho. –Sí, crecí en el Palacio Dorado. Mi abuela trabajaba en él como cocinera y yo formaba parte del personal doméstico. Eso lo removió por dentro. Así que era de origen humilde, no como él. –Hasta que me convertí en asistente de Cat –añadió Kasia en tono orgulloso. –¿Cat? ¿Quién es Cat? –Catherine Smith, que ahora es la reina Catherine Ali Nawari Khan, ya sabes, la esposa del jeque –le explicó–. Es mi mejor amiga. Gracias a ella he podido estar cinco años estudiando en el extranjero. –¿No ha sido gracias a ti misma? –le preguntó él, molesto por la intención de Kasia de otorgarle el mérito a otra persona. La esposa de Zane era una mujer muy bella, pero no tanto como ella. La única diferencia era que Catherine Khan no había tenido que luchar por su educación como debía de haberlo hecho Kasia. La muchacha lo fulminó con la mirada, como si el comentario la hubiese molestado. –Por supuesto, sí –le dijo–, pero yo quise tener esa educación gracias a Cat. Zane yella… Se sentó sobre los talones y apartó las manos de su bíceps. –Hicieron posible que yo estudiase en el extranjero, en un lugar llamado Universidad de Cambridge. ¿Un lugar llamado Universidad de Cambridge? ¿Acaso pensaba que no había oído hablar de aquella institución británica? ¿Lo tomaba por un salvaje? Se sintió herido en su orgullo, pero contuvo el impulso de corregirla. Si había estado cinco años fuera de casa, lo único que sabría de él era que se trataba del hijo bastardo del jeque, un guerrero primitivo, un mujeriego sin escrúpulos. Los rumores habían tenido parte de verdad, en especial, cuando había sido más joven, cuando le había gustado alentarlos porque eso le daba un poder y un misticismo del que se podía aprovechar en la política, en los negocios y en la cama. ¿Por qué no aprovecharlos también con Kasia? Raif nunca se había sentido avergonzado de aquel niño al que no habían querido, que había https://www.facebook.com/novelasgratis 29 sido lo suficientemente fuerte para sobrevivir a la sed y al hambre del desierto, ni del adolescente que había sido lo suficientemente salvaje para vencer a los mejores guerreros de Kholadi y convertirse en jefe. Su pasado lo había convertido en el hombre que era. ¿Acaso no había vuelto al desierto precisamente para volver a conectar con aquellas facetas de él? Sintió la adrenalina correr por sus venas. Aquella mujer lo había visto indefenso, algo que lo había incomodado, pero si volvía a ser el caudillo mujeriego recuperaba el poder. Ella sacó un antiséptico del botiquín. –Me he fijado en que tienes unos arañazos en la espalda, de cuando te caíste del caballo –le dijo, abriendo el tubo–. Gírate y te pondré un poco de esto en ellos antes de que se te infecten. –Basta –le dijo él, agarrándola de la muñeca, satisfecho al notar que se le aceleraba el pulso. –Deberías tratarte esos arañazos –le respondió ella. –No es la espalda lo que me duele –la interrumpió él. Kasia captó el mensaje y bajó la mirada a sus pantalones. Estaba tan excitado como durante las pesadillas. Levantó la cabeza. –Entiendo… lo que quieres decir –balbució, ruborizándose. –Ya hemos tenido suficientes juegos preliminares –sentenció Raif. Prefería ser sincero y honesto con las mujeres. Cuando se trataba de sexo, no le gustaban los juegos. –Si me deseas tanto como yo a ti, podemos calmar ese dolor –le sugirió, acariciándole la mejilla–. Si no, te acompañaré de vuelta al palacio. Bajó la mano. No solía ser tan brusco con las mujeres, pero aquella tenía algo que le impedía ser sutil acerca de sus necesidades. –¿Qué eliges? https://www.facebook.com/novelasgratis 30 Capítulo 5 TE ELIJO a ti». –Yo… –balbució Kasia. La audaz propuesta del príncipe Kasim parecía ser auténtica. El príncipe Kasim, no, Raif. Se corrigió. Porque en aquellos momentos era de todo menos un príncipe. Ni siquiera un príncipe del desierto. No se daba aires de grandeza, no se comportaba con formalidad ni seguía protocolos. Su deseo era básico y descarado, y eso la atraía todavía más, se exhibía en la tensión de su mandíbula, en su mirada directa y en su erección. –No sé qué decir –espetó, desconcertada por su propio deseo. Había coqueteado con hombres antes, incluso había besado a alguno, pero nunca había sentido aquello por ninguno. Él hizo una mueca. –Te lo voy a poner más fácil. ¿Me deseas, Kasia? Porque yo he soñado con hacerte mía. La salvaje declaración le sacudió el corazón a Kasia. Él le tocó la mejilla y se le cortó la respiración, el roce de sus callosos dedos hizo que sintiese todavía más calor entre los muslos. Su dedo pulgar le recorrió el pómulo, bajó por el cuello. –Quiero hacerte gemir de placer –añadió Raif, llegando a la curva del pecho–. Hacer que tus pezones se endurezcan con las caricias de mi lengua. A ella se le endurecieron los pezones como si ya hubiese sentido la caricia. Respiró con dificultad bajo su intensa mirada. https://www.facebook.com/novelasgratis 31 Raif se echó a reír, arrogante, y tan sexy que Kasia pensó que iba a explotar como un volcán. –Dime que me deseas, Kasia. –Sí –le respondió ella sin pensarlo–. Te deseo. Aquello no podía estar mal. Habían sobrevivido a una tormenta de arena. Eran jóvenes y estaban vivos. Tal vez procediesen de dos mundos muy diferentes, pero estaban allí, juntos, y deseaban lo mismo. Ella volvería al palacio aquel mismo día. Cat y Zane debían de estar muy preocupados, ya que llevaba más de veinticuatro horas perdida. Regresaría a Cambridge a finales de mes. No tenía intención de volver al desierto sola después de aquello, así que era poco probable que lo volviese a ver. ¿Por qué no disfrutar del momento? ¿Y qué mejor persona para iniciarla que un hombre al que tenía idealizado? ¿Un hombre que se suponía que era un amante increíble? ¿Un hombre cuyas «herramientas» había estado apreciando casi toda la noche? Él asintió, aceptando su rendición como si no hubiese esperado otra cosa. Entonces dijo algo en su propio dialecto. Kasia no necesitó traducción, le bastó con su intensa mirada. Raif se puso en pie y la ayudó a levantarse. Tomó su rostro con ambas manos y pasó la lengua por sus labios, que ella separó instintivamente. Fue un beso firme, convincente. Kasia había esperado que la devorase, pero sus lenguas realizaron juntas una danza sensual. Pero según fue aumentando la excitación, el beso cambió y se hizo más frenético. Raif metió las manos por debajo de su camiseta y le desabrochó el sujetador. Ella se aferró a sus hombros, abrumada por la sensación al notar que le acariciaba los pechos y jugaba con sus pezones hasta hacerla gemir contra su boca. Él levantó la cabeza y la miró a los ojos. –Te quiero desnuda, Kasia. Ella asintió porque ya no era capaz de hablar con coherencia. Retrocedió y él le quitó la camiseta por la cabeza, le quitó el sujetador. https://www.facebook.com/novelasgratis 32 Kasia se cruzó de brazos, avergonzada. –No –le dijo él, agarrándola por las muñecas–. No te escondas. Eres preciosa. Y ella se sintió preciosa y se obligó a relajarse. El sol hacía brillar el musculoso pecho de Raif y su erección levantaba el pantalón de algodón de tal modo que a Kasia se le hizo la boca agua solo de imaginárselo desnudo, pero, para su sorpresa, lo que hizo Raif fue arrodillarse ante ella. Le desabrochó el pantalón corto, se lo bajó, y le acarició las piernas desnudas antes de pegar el rostro a su sexo. Kasia se aferró a sus hombros anchos, sólidos, para no caerse mientras él le separaba las piernas y pasaba la lengua por su interior. Ella se estremeció. Sus jadeos inundaron la tienda mientras él seguía acariciándola íntimamente, mientras la sujetaba con firmeza y lamía, chupaba y exploraba la esencia de su placer. Por fin capturó la vulva henchida de su clítoris y chupó con fuerza. El clímax sacudió todo su cuerpo. Kasia se apoyó en sus hombros mientras se sentía como en una impenetrable nube de placer. –Más –gruñó él, poniéndose en pie y tomándola en brazos. Unos segundos después la había dejado en la cama y se cernía sobre ella, tapándole la luz del sol. Raif se quitó los pantalones y ella lo devoró con la mirada, excitándose de nuevo al ver su enorme erección. –Necesito estar dentro de ti –le dijo él, cubriéndola con su cuerpo. –Sí. Ella también quería tenerlo dentro, quería volver a vivir aquella maravillosa sensación. Raif la ayudó a poner una pierna alrededor de su cintura para abrirla a él y se apretó contra su cuerpo. Una punzada de dolor hizo que Kasia se pusiese tensa y diese un grito ahogado mientras intentaba asimilar la sobrecogedora sensación de tenerlo en su interior. Él juró, se quedó inmóvil. Su expresión era indescifrable porque estaba a contraluz, pero Kasia sintió su sorpresa. –¿Eras virgen? –inquirió Raif. –Lo siento –le respondió ella–. Tenía que habértelo dicho. https://www.facebook.com/novelasgratis33 –Sí, pero ahora ya es demasiado tarde. Ella no supo lo que significaba aquello. ¿Estaba enfadado? No parecía enfadado, solo sorprendido. Le acarició la mejilla. –¿Te estoy haciendo daño? A Kasia le dolía un poco, pero no quería que Raif saliese de ella. –No –le respondió–. Quiero volver a sentir el placer. Él enterró el rostro en su cuello, le dio un beso debajo de la oreja y, al mismo tiempo, le acarició un pecho. –Si te hago daño, dímelo –le pidió mientras la agarraba por las caderas y empezaba a moverse en su interior. El movimiento se fue haciendo más profundo y más rápido, y fue creando un nuevo tsunami de sensaciones. Kasia sollozó. El placer la dominó, la hizo gritar mientras él la rodeaba con su cuerpo como durante la tormenta de arena. Gritó al llegar al abismo y sentir que su cuerpo estallaba de felicidad. Lo oyó gritar a él también justo antes de derrumbarse sobre su cuerpo y derramar su semilla en ella. https://www.facebook.com/novelasgratis 34 Capítulo 6 QUÉ HAS hecho?». Raif intentó calmar los latidos de su corazón y se obligó a soltar las caderas de Kasia. Se sentía avergonzado y horrorizado a pesar de que todavía estaba aturdido después del clímax. Clímax al que había llegado dentro de ella, a pesar de no haber pretendido hacerlo. Y lo que era mucho peor, nada más hacerse con su virginidad, los había obligado a ambos a un solemne pacto que no podrían romper. ¿Por qué no había tomado precauciones, como hacía siempre, y se había informado acerca de la historia de aquella mujer? ¿Por qué no le había hecho las preguntas que los habrían protegido a ambos? Porque había estado desesperada por tenerla. No había podido pensar en otra cosa desde que había salido del agua esa mañana y la había sorprendido observándolo, con la mirada clavada en su erección. O, tal vez, incluso antes. Lo había estado volviendo loco desde que había puesto los ojos en ella, junto al todoterreno, con su mirada ambarina brillando con miedo y rebeldía. O cuando había despertado de la pesadilla y había oído su dulce voz. En cualquier caso, había despertado a la bestia y la destrucción que eso había causado en sus vidas, en las de los dos, ya no se podía evitar. En vez de pánico o resentimiento, lo único que sentía era aturdimiento y emociones encontradas acerca de las inevitables repercusiones. Tumbado boca arriba, estudió el techo de la tienda, las ricas telas, los reflejos del sol. Todo parecía igual que cuando se había despertado una hora antes, pero toda su vida, y la de ella, habían cambiado para siempre. https://www.facebook.com/novelasgratis 35 Raif sabía que no era la primera vez que jugaba con su destino, siendo siempre consciente de los riesgos, pero con Kasia ni se le había pasado por la cabeza. ¿Podía reconfortarse pensando que había sido su destino? –¿Estás bien? Raif se giró y se encontró a Kasia observándolo, con las manos unidas a la altura del pecho, los anillos de sus dedos, brillando. Volvió a desearla a pesar de ser consciente de las consecuencias de lo que acababa de ocurrir. Examinó su expresión ingenua, buscando en ella algún signo de falsedad. ¿Habría planeado aquello para atrapar a un príncipe? A Raif le parecía poco probable, pero factible, hasta que recordó la tormenta. No, eso no podía haberlo planeado. Tal vez hubiese visto una oportunidad y la hubiese aprovechado. Sintió náuseas, pero se las tragó. En cualquier caso, él tenía parte de la culpa de lo que había ocurrido allí. Era dueño de su libido. Él había decidido seducirla sin saber lo suficiente acerca de su persona. Y había perdido completamente el control en cuanto había enterrado el rostro entre sus muslos. Fuese cual fuese la motivación de Kasia, las consecuencias eran duras e inevitables. Se puso de lado, apoyó una mano en su mejilla y estudió su pelo oscuro. –No debería haberte hecho mía sin protección –le dijo, sintiéndose humillado de nuevo por su falta de autocontrol–. No tengo excusa. Aunque un embarazo tampoco me importa, ahora que tenemos que casarnos. Ella abrió los ojos como platos. Se sentó en la cama y frunció el ceño. –¿Qué has dicho? –inquirió sorprendida. Interesante. O era la mejor actriz que Raif había conocido, o no tenía planeado engañarlo para que se casase con ella. Eso lo consoló en cierto modo. No había sido el único en perderse en la intensidad del acto sexual. Apoyó la cabeza en una mano y siguió https://www.facebook.com/novelasgratis 36 estudiándola con la mirada. Estaba sorprendida de verdad, y su gesto era encantador. –Eras virgen, Kasia –le dijo, porque ella parecía esperar una explicación–. Aunque soy bastardo, la sangre de la casa real de Nawari corre por mis venas, así que nos tenemos que casar. –Pero yo no puedo casarme contigo. Ni siquiera te conozco. No es posible que me haya quedado embarazada, estoy al principio del ciclo menstrual. Él frunció el ceño. Ya no parecía sorprendida, sino más bien asustada. –El embarazo no es el motivo, sino el honor –continuó, sintiendo que se le cerraba la garganta con aquella palabra crucial. El honor. Lo único que su padre no había conseguido arrebatarle. Su honor siempre lo había sostenido, en la soledad, en el dolor, en el hambre, en la sed, y en todos los momentos de humillación que había implicado ser un niño sin hogar. El honor lo había hecho sobrevivir y luchar hasta triunfar. El honor lo era todo para Raif y no podía hacer concesiones, ni siquiera consigo mismo. –Eras virgen y, para mantener mi honor, tengo que hacerte mi esposa, mi consorte. –Pero eso es… Kasia respiró hondo varias veces antes de continuar. –No puedes estar hablando en serio. Raif la miró fijamente, con el ceño fruncido, todavía más guapo. Y ella lo deseó de nuevo. –Por supuesto que hablo en serio –le respondió él–. No tengo elección. –No seas ridículo. Siempre hay elección. –Kasia –le dijo él, acariciándole la mejilla, excitándola todavía más–. Cálmate, estás respirando demasiado deprisa. Ella echó la cabeza hacia atrás. No podía mantener una conversación con él mientras la miraba de aquella manera. Había oído hablar de la ley del matrimonio de los jeques, escrita en pergaminos. Había leído esos viejos pergaminos con Cat años atrás. Había https://www.facebook.com/novelasgratis 37 oído a sus compañeras de colegio hablar del tema entre susurros. Había oído decir que era la manera de hacer un sueño realidad, de que alguien como ellas pudiese convertirse en reina. Pero en esos momentos no le parecía un sueño, sino una pesadilla. No se había acordado del tema cuando se le había olvidado mencionarle su virginidad a Raif. Había estado demasiado inmersa en el momento como para pensar en nada. ¡Ni siquiera en la contracepción! Se puso en pie, tomó su camiseta y se la puso. No podía quedarse allí a mantener aquella conversación. Tardó en encontrar las mangas porque no paraba de temblar. ¿Por qué no había pensado antes en las repercusiones de acostarse con Raif? Era un hombre claramente autoritario y arrogante. Ella no quería casarse con un extraño. Se suponía que iba a volver a Cambridge. Había hecho aquel viaje para recoger datos antes de empezar con su doctorado acerca de los ecosistemas del desierto de Narabia. Raif quería preservar su honor, pero ¿qué pasaba con el de ella? Ella también era persona y tenía su propia voluntad. Él no podía decidir acerca de su futuro solo porque Kasia se hubiese dejado llevar y se le hubiese olvidado advertirle de su virginidad. Siempre había pensado que cuando se casase, si se casaba, lo haría por amor. Quería el mismo cuento de hadas que habían vivido Zane y Cat. Jamás se casaría por obligación o por honor. Mucho menos con un hombre que no parecía conocer la diferencia entre honor, obligación y amor. Tomó los pantalones, desesperada de repente por escapar de la asfixiante tienda.Se dio cuenta de que su error había sido acostarse con un hombre al que no conocía. Y aquello le hizo pensar en su madre. «Ya no puedo ser tu madre, Kasia. Tu abuela se ocupará muy bien de ti». Su madre la había abandonado porque no había soportado vivir como madre soltera, pero Kasia no lo había pasado mejor. Durante años, había tenido que superar las inseguridades causadas por la ausencia de su madre, y todo porque la tradición castigaba los amores mal escogidos. Se abrochó el pantalón con manos temblorosas. Pero cuando iba a salir de la tienda, Raif la agarró del brazo. https://www.facebook.com/novelasgratis 38 –¿A dónde vas? –le preguntó. –Necesito tomar el aire. Y pensar. Y lavarme. Él también se había puesto los pantalones, afortunadamente, pero Kasia vio su pecho y volvió a sentir deseo. ¿Cómo había podido entregarse a él sin pensar en las consecuencias? –Kasia, no tengas miedo –le dijo él–. Aunque entiendo que lo tengas. Debes saber que es una decisión que yo tampoco habría tomado, pero a la que ahora estamos obligados los dos. Había una determinación férrea en su voz. Pero aquello era una locura. ¿Por qué iban a seguir unas normas dictadas muchos años antes de que ambos hubiesen nacido? –Necesito estar a solas un rato –le pidió ella. Él la soltó y asintió. –De acuerdo, ve a bañarte. Mientras, yo recogeré aquí. Debemos salir hacia el Palacio Dorado antes de que caiga la noche, para hablar con tu familia. A ella se le hizo un nudo en la garganta. –No tengo familia. Mi abuela falleció. Tal vez, si no se lo contamos a nadie… –No podemos mentir, eso sería atentar todavía más contra el honor – la interrumpió él, frunciendo el ceño todavía más–. Si no tienes familia, le pediré tu mano a mi hermano, que es para quien trabajas, ¿verdad? Raif iba demasiado deprisa. Kasia no quería que Zane y Cat supiesen lo que había hecho. Y no quería meterlos en aquella situación. Ellos, sin duda, apoyarían su decisión. No eran unos bárbaros, como Raif. «Respira, respira. Y no seas más dramática de lo estrictamente necesario». –¿A qué distancia estamos de palacio? –preguntó, empezando a idear un plan. –A un día a caballo, hacia el norte –le respondió él. «Gracias a Dios». https://www.facebook.com/novelasgratis 39 –De acuerdo –contestó ella, sintiéndose tranquila de repente–. No tardaré. Raif volvió a agarrarla del brazo. –No desesperes, Kasia. Encontraremos la manera de hacerlo funcionar. Ella asintió. No podía hablar. Discutir con él no tenía sentido y jamás se le había dado bien ocultar sus sentimientos. Salió de la tienda y fue directa hacia el corral. No perdió el tiempo en ensillar al semental. No había montado desde hacía cinco años, pero había sido una buena amazona y sabía montar con y sin silla. Rezó porque su cuerpo recordase lo aprendido mientras lo espoleaba. Entonces oyó un grito y vio como Raif salía corriendo de la tienda, sorprendido, y furioso al ver echar a galopar a su semental. Kasia siguió espoleándolo, se agachó para pegarse a su cuello y lo dirigió hacia el norte. Tenía los ojos llenos de lágrimas, pero no miró atrás. No podía. https://www.facebook.com/novelasgratis 40 Capítulo 7 KASIA, si te ocurriese algo, por traumático que fuese, sabes que siempre puedes llamarme, ¿verdad? Kasia dejó de doblar la ropa que tan poco tiempo hacía que había sacado de la maleta para volver a meterla en ella. Su mejor amiga, Catherine Ali Nawari Khan, estaba con la espalda pegada a la puerta de su habitación y la miraba con preocupación. Ella asintió, decidida a hablar con voz tranquila. Todo lo tranquila que podía estar a pesar de la vergüenza que había sentido desde que había llegado a palacio, una hora antes, que había ido en aumento desde que había galopado por las dunas, lejos del campamento de Raif. –Es solo que… necesito volver a Cambridge. Sabía que era una cobarde, pero era la decisión que había tomado durante el trayecto. Había cometido un grave error, no solo por acostarse con Raif, sino por no advertirle de que era virgen. Y había hecho que ambos se encontrasen en una complicada situación, una situación que podría tener consecuencias institucionales para ambos países si Raif se empeñaba en casarse con ella. Así que la única solución era marcharse. Marcharse rápidamente, antes de que él llegase al palacio. Había tenido la suerte de encontrarse con el convoy de todoterrenos que habían enviado en su búsqueda una hora después de marcharse del campamento. Había vuelto con ellos al palacio, donde Zane y Cat habían estado esperándola. Al llegar había recibido besos y abrazos, lágrimas de alegría y de alivio, pero después habían llegado las preguntas. ¿Qué le había ocurrido? ¿Cómo había sobrevivido después de que su vehículo fuese enterrado por la arena? ¿Estaba bien? ¿Necesitaba un médico? Ella les había contado una historia deliberadamente vaga. Que la había rescatado un miembro de una tribu, que la había llevado a su https://www.facebook.com/novelasgratis 41 campamento y después le había prestado su caballo para volver al palacio después de la tormenta de arena, pero en cuanto Zane había sugerido ponerse en contacto con él para darle las gracias, Kasia había sabido que su historia no se sostendría ante un examen más profundo. Además, sospechaba que Zane sabía que no estaba contando toda la verdad. Había empezado a hacer preguntas: ¿Por qué no le había dado el hombre la silla de montar? ¿Dónde estaban sus zapatos? ¿A dónde tenían que llevar un caballo tan valioso como aquel? Y entonces Cat había intervenido, insistiendo en que Kasia necesitaba darse un baño, comer algo y descansar, pero solo había sido cuestión de tiempo que fuese a verla y expresase su preocupación. A Kasia se le llenaron los ojos de lágrimas y Cat se acercó a ella. –Kasia… sabía que te pasaba algo –le dijo, abrazándola, dándole un beso en la frente–. ¿Te hizo algo el hombre que te rescató, es eso? ¿Qué ocurrió? En cualquier caso, no es culpa tuya. No tienes que marcharte. Encontraremos una solución. Kasia sacudió la cabeza y se limpió las lágrimas. No se merecía la preocupación de Cat ni sus palabras reconfortantes. E iba a tener que darle una explicación. Iba a tener que admitir los humillantes errores que había cometido al mismo tiempo que protegía a todo el mundo, a Raif, de las consecuencias. –No, no me hizo nada. De hecho, fue más bien al contrario, fui yo la que le disparé. Cat arqueó las cejas. –¿Está muerto? –preguntó directamente. –No, no. Está bien, lo herí en el brazo. –Bueno, entonces, bien. Supongo. Kasia se echó a reír. –¿Cómo que bien? Le disparé. –¿Y qué? Seguro que se lo merecía –comentó Cat en tono pragmático. Y Kasia sintió que los ojos se le volvían a llenar de lágrimas. –No, no se lo merecía, me estaba rescatando de la tormenta de arena. https://www.facebook.com/novelasgratis 42 –Y ambos sobrevivisteis, así que todo bien –continuó Cat, agarrando a Kasia de los brazos–, pero ocurrió algo más, ¿verdad? Algo que ha hecho que quieras marcharte. Y eso no… –Me acosté con él y ahora insiste en que nos casemos porque yo era virgen –dijo Kasia rápidamente, haciendo que Cat se quedase en silencio. Su amiga arqueó una ceja. –Entiendo. ¿Y seguro que no te obligó a acostarte con él? –preguntó. –No. –¿Estás segura, Kaz? –insistió su amiga en tono amable?–. Si era tu primera vez, tal vez… –No, no, yo lo deseaba, y mucho –murmuró Kasia–. Pasamos la noche juntos. Él estaba agotado y tuvo una terrible pesadilla y yo… estuve mirándolo porque es un hombre impresionante. Se ruborizó. –Y me gustó mucho acostarme con él. De hecho, tuve dos orgasmos. No habría podido tener una mejor primera vez, pero después… Se sentó en la cama, se pasó ambas manos por el rostro, intentando borrar el recuerdo de su rostro, indomable, orgulloso, inquebrantable, y tantierno al mismo tiempo. –Insistió en que teníamos que casarnos, en que era una cuestión de honor. Por un instante, lo había pensado. A pesar de la sorpresa, una parte de ella se había sentido halagada y emocionada. Pero sabía que casarse con el príncipe Kasim, o con cualquier otro hombre, en esas circunstancias, no estaba bien. Por impresionante que fuese, por muchos orgasmos que pudiese producirle. Habían estado juntos por casualidad y, sí, había química entre ambos, pero nada más. No se conocían. Además, ella tenía un plan en su vida, un plan que había ido cambiando y evolucionando desde que era niña. Y ese plan no incluía un matrimonio de conveniencia con un hombre cuyo honor era más importante que el futuro de ella, o el suyo propio. –No puede obligarte a que te cases con él –le dijo Cat, tomando sus manos–. Aunque te entregases a él voluntariamente y no le dijeses que eras virgen. Si te sigue hasta aquí e intenta insistir, Zane hará que sus https://www.facebook.com/novelasgratis 43 consejeros le expliquen cuál es la ley. No tendrás que volver a verlo si no quieres. Y no tienes que volver a Inglaterra para evitar esa confrontación. –Lo sé –le respondió ella, girando las manos para agarrar las de Cat. Kasia pensó que era el momento perfecto para contarle a Cat toda la verdad y revelar la identidad del hombre con el que se había acostado. Y que el motivo por el que quería casarse con ella era su propia responsabilidad. Pero no podía hacerlo. No solo estaba muy avergonzada por su comportamiento, sino que, si se lo contaba a Cat y, por extensión, a Zane, sabía que estos seguirían apoyándola, pero eso los pondría a ellos en una situación muy complicada. Sobre todo, teniendo en cuenta la tensión que había entre Zane y Raif. Ella había cometido un error y era la única que podía encontrar la solución. Si volvía a Reino Unido, Raif no la seguiría hasta allí. Ambos quedarían libres y Raif ya no se vería obligado a casarse con ella. Seguro que su honor no lo obligaría a dejar el desierto y a su pueblo para aventurarse en un nuevo mundo del que no sabía nada para seguir a la mujer con la que se había acostado una noche. –De todos modos, prefiero volver al Reino Unido –le respondió–. Y olvidarme de esto. Aunque sabía que jamás lo podría olvidar. –¿Estás segura? –le preguntó Cat con preocupación. –Sí, estoy segura. Si él me sigue hasta aquí… Siempre existía la posibilidad de que Raif no fuese al Palacio Dorado. –Lo más sencillo será que yo no esté aquí. Sé que soy una cobarde, pero… –Deja de decir eso, Kasia. No eres una cobarde. Entiendo que quieras evitar a ese tipo –añadió–. Te ayudaré a hacer la maleta. Y pediré un coche para que te lleve al aeropuerto de Kallah. Podemos comprarte un billete en el vuelo de esta noche. –Gracias –le dijo Kasia, sonriendo a su amiga–. ¿Y a Zane le parecerá bien? https://www.facebook.com/novelasgratis 44 –Hará preguntas, supongo –admitió Cat–, pero confía en mi criterio y confía en ti también, Kasia. Y no te va a obligar a enfrentarte a ese tipo si no quieres hacerlo, ¿de acuerdo? Kasia asintió. –Gracias. Cat sonrió. –Al menos es bueno saber que le sacaste dos orgasmos. Kasia se obligó a sonreír también. –Y la verdad es que fueron espectaculares. Cat se echó a reír. –Bueno, eso nunca está mal. Pero Kasia se sintió triste cuando Cat se marchó a organizar su viaje y la dejó sola con la maleta. Zane confiaba en las decisiones de Cat porque adoraba a su reina. Su relación era la que Kasia siempre había querido tener algún día. Y era uno de los motivos por los que no había tenido ninguna relación con ningún chico en Cambridge. La relación de Zane y Cat estaba basada en la confianza y en la honestidad, algo en lo que ella había fallado siempre que la habían puesto a prueba. Y dudaba que Zane volviese a confiar en ella cuando se enterase de con quién se había acostado. De hecho, tal vez incluso la odiase un poco si había alguna consecuencia política derivada de aquel embrollo. Era posible que Kasia hubiese estropeado para siempre su relación con el jeque, un hombre al que siempre había admirado y cuyo respeto le importaba mucho. ¿Por qué le dolía tanto pensar que la persona que debía de odiarla más era Raif? https://www.facebook.com/novelasgratis 45 Capítulo 8 KASIA Sahal. Necesito hablar con ella. Ahora. Raif controló la ira que llevaba creciendo en su interior desde hacía cuatro días mientras la mujer que había al otro lado de la verja del Palacio Dorado temblaba visiblemente, pero se negaba a abrirle. Él no hostigaba a las mujeres, pero aquello era intolerable. Llevaba quince minutos allí y todavía no había podido localizar a Kasia. Tras un breve trayecto montando y una larga caminata hasta el campamento Kholadi más cercano, había tenido que pasar la noche descansando antes de poder emprender el viaje de dos días a caballo hasta Zafari. Durante el viaje había empezado a dolerle el costado derecho y había tenido que detenerse varias veces para recuperarse, por lo que, al final, en vez de dos días había tardado tres. Por si la situación no era ya lo suficientemente complicada, al parecer también tenía un virus estomacal. Debía haber esperado a estar completamente recuperado antes de emprender el viaje, pero el afán por encontrar a Kasia había sido más fuerte que su sentido común. Kasia había huido de él. Le había robado el caballo. Todo ello, tras prometerle que consideraría su propuesta de matrimonio. Raif pensó que tenía que habérselo imaginado. Nadie era tan ingenuo como parecía. No tenía que haber confiado en ella. –Lo siento, príncipe Kasim, pero no está aquí –le dijo la chica. –¿Y se puede saber dónde demonios está? –inquirió él en tono furioso. –Kasim, acaban de informarme de tu llegada. No te esperábamos. Raif se giró y vio a su hermano, que avanzaba por el patio seguido de dos de sus consejeros. https://www.facebook.com/novelasgratis 46 «Estupendo. Justo lo que necesitaba, una delegación política para ralentizar el proceso todavía más». Su hermano le apretó la mano con fuerza y Raif sintió dolor en el estómago, pero intentó disimular. –Me alegro verte, como siempre, hermano –añadió Zane con una sonrisa tensa, pero que parecía sincera. Debía de estar preguntándose qué hacía él delante de la verja de la zona de palacio en la que se alojaban las mujeres, gritando a una de sus criadas. Y Raif estaba demasiado enfadado para fingir una afabilidad fraternal que en realidad no sentía. Respetaba a su hermanastro y durante los últimos diez años se había visto obligado a admitir que era un buen jeque, pero no eran amigos. Si bien Zane podía ignorar la diferencia que había habido entre sus dos infancias, él no. Por algún motivo, Zane siempre se había comportado como si su terrible pasado no hubiese tenido lugar. La única ocasión en la que Raif había conseguido sacar de sus casillas a Zane había sido cinco años antes, cuando este había llegado al campamento Kholadi acompañado por la académica a la que había contratado para que escribiese un libro acerca del reino. Raif había sentido la atracción que había entre Zane y Catherine Smith y había decidido divertirse a expensas de su hermano coqueteando abiertamente con la joven durante la cena que habían compartido y asignándole la misma tienda que a Zane para dormir pese que su hermano había insistido en dormir en tiendas separadas. Zane se había puesto furioso con él, pero había tenido que disimular. Tres semanas después se habían casado y Catherine se había convertido en la reina de Zane. Desde entonces, y por motivos diplomáticos, Raif se había esforzado en comportarse de manera civilizada con su hermano, pero en esos momentos solo quería ver a Kasia, hablar con ella, averiguar por qué había huido y hacerle entender la realidad de su situación. Y también quería que dejase de dolerle el estómago.
Compartir