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LOS BIBLIÓFILOS Y SUS LIBROS ANOTADOS.
COLECCIONISMO, LECTURA, ESCRITURA Y
EDICIÓN DE LIBROS DESDE LAS BIBLIOTECAS PERSONALES
ColeCCión Debate y Reflexión
Comité editorial del CEIICH
María Eugenia Alvarado Rodríguez
Carlos Arturo Flores Villela
Marina Garone Gravier
Lev Jardón Barbolla
Elke Koppen Prubmann
Octavio Reymundo Miramontes Vidal
María Elena Olivera Córdova
Mauricio Sánchez Menchero
María del Consuelo Yerena Capistrán
Marina Garone Gravier 
Mauricio Sánchez Menchero
(editores)
Los bibliófilos y sus libros anotados.
Coleccionismo, lectura, escritura 
y edición de libros desde 
las bibliotecas personales
Centro de InvestIgaCIones InterdIsCIplInarIas en CIenCIas y HumanIdades
méxICo, 2022
unIversIdad naCIonal autónoma de méxICo
Primera edición electrónica, 2022
D. R. © Universidad Nacional Autónoma de México
 Centro de Investigaciones Interdisciplinarias
 en Ciencias y Humanidades
 Torre II de Humanidades 4º piso
 Circuito Escolar, Ciudad Universitaria
 Coyoacán 04510, México, CDMX
 www.ceiich.unam.mx
Esta obra fue sometida a un proceso de dictamen en la modalidad doble ciego por académicos 
especialistas en el tema. Los dictámenes resultaron favorables para la totalidad de la obra, en todas 
sus secciones, partes y capítulos; por lo cual el Comité Editorial del Centro de Investigaciones 
Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades dio visto bueno para su publicación.
Cuidado de la edición: Concepción Alida Casale Núñez
Diseño de portada: Laura Martínez Cuevas
ISBN del volumen: 978-607-30-5612-0
ISBN de la colección: 978-607-30-1052-8
Esta obra contó con recursos del Proyecto PAPIIT AG400319.
Título: Las bibliotecas personales: un estudio sobre coleccionismo, escritura, lectura y edición de 
libros. Los casos de J. L. Martínez, J. García Terrés, A. Castro Leal, A. Chumacero y C. Monsiváis. 
Responsable: Mauricio Sánchez Menchero.
La edición y sus características son propiedad de la Universidad Nacional Autónoma de México. 
Prohibida la reproducción total o parcial por cualquier medio sin la autorización escrita del titular de 
los derechos patrimoniales.
Hecho en México
ÍndICe

Tras las huellas de seis bibliotecas personales: 
una introducción
Marina Garone Gravier y Mauricio Sánchez Menchero . . . . . . . . . . . . 9
prImer apartado
ColeCCIonIsmo, lIbros y leCturas
Los editores y sus lecturas: una reflexión del oficio impresor 
desde las bibliotecas personales
Mauricio Sánchez Menchero . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 39
El libro antiguo mexicano en las bibliotecas personales 
de la Biblioteca de México
Marina Garone Gravier . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 109
segundo apartado
las bIblIoteCas personales y algunos temas de sus aCervos
Apuntes sobre libros de autores militares de la época 
de la Revolución en las bibliotecas de Antonio Castro Leal 
y Luis Garrido
Víctor Salazar Velázquez . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 159
El tema cine y su consulta en una biblioteca personal. 
El caso de Carlos Monsiváis
Carlos Arturo Flores Villela . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 187
8
Índice
terCer apartado
las bIblIoteCas personales y la dIfusIón Cultural 
de la bIblIoteCa de méxICo
Acercar al lector: políticas de difusión cultural en torno 
a las bibliotecas personales de la Biblioteca de México
Minerva Rojas Ruiz . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 213
anexos
Cuerpo de obras analizado en el capítulo 
“El libro antiguo mexicano en las bibliotecas personales 
de la Biblioteca de México”
Marina Garone Gravier . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 235
Sobre los autores . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 251
9
tras las Huellas de seIs bIblIoteCas personales: 
una IntroduCCIón

Marina Garone Gravier*
Mauricio Sánchez Menchero**
Con el libro Los bibliófilos y sus libros anotados. Coleccionismo, lectura, escri-
tura y edición de libros desde las bibliotecas personales, se busca analizar cómo 
se esconden, en los acervos de seis bibliotecas personales1 resguardadas 
en la Biblioteca de México, libros o revistas que posibilitaron a sus dueños 
la lectura, la apropiación y la puesta en práctica mediante la escritura y 
edición de textos de los contenidos impresos. Es decir, se pretende in-
vestigar cómo y de qué manera seis bibliófilos mexicanos coleccionaron, 
leyeron y consultaron, se apropiaron y resignificaron el contenido de 
sus bibliotecas y cómo, a partir de estas lecturas, criticaron, aplicaron y 
divulgaron sus estudios en diferentes campos del conocimiento social 
y humanista, abordando temas relacionados con la creación literaria y 
la edición de libros.
Ciertamente se trató de una amplia meta que fue posible desarro-
llar a través de una investigación multidisciplinaria propuesta bajo el 
proyecto “Las bibliotecas personales: un estudio sobre coleccionismo, 
escritura, lectura y edición de libros. Los casos de J. L. Martínez, J. García 
Terrés, A. Castro Leal, A. Chumacero y C. Monsiváis” (papIIt IG400319), 
aprobado para desarrollarse durante el bienio 2019-2020. De esta 
forma, nos dimos a la tarea de revisar una selección de las diferentes 
anotaciones en los libros (marcas de lectura o “marginalia”, así como 
de “testigos”, apuntes y recortes “trufados”, es decir, resguardados, de 
forma aparentemente azarosa, entre las hojas de algún volumen) hechas 
por sus dueños; todo lo cual da rastros sobre las posibles apropiaciones 
de los diversos contenidos de sus bibliotecas conformadas por ellos a 
* Seminario Interdisciplinario de Bibliología-IIb-unam.
** Seminario de Estudios de la Cultura Visual, CeIICH-unam.
1 A lo largo del trabajo desarrollado fue posible consultar parte del material correspondiente 
al fondo Luis Garrido Díaz (1898-1973), que se espera cuente con una sala propia de consulta y 
lectura en fechas próximas dentro de la Biblioteca México.
10
Los bibLiófiLos y sus Libros anotados
lo largo del siglo pasado. En un primer momento, se buscó reconstruir 
tan solo algunas bibliografías temáticas contenidas en las cinco biblio-
tecas personales ya en su totalidad funcionando. Todo ello en lo que 
conforman media decena de fondos que fueron adquiridos desde 2008 
y que, a partir de 2011, comenzaron a estar ordenados, conservados y 
dispuestos para la consulta pública y al cobijo de la Biblioteca de Mé-
xico, en la Ciudad de México. Se trata de las bibliotecas personales, 
enumeradas a continuación por el año de nacimiento de sus dueños 
y que cuentan con el siguiente número de volúmenes: Antonio Castro 
Leal (1896-1981): 50,000; José Luis Martínez (1918-2007): 70,000; Alí 
Chumacero (1918-2010): 46,000; Jaime García Terrés (1924-1966): 
20,000; Carlos Monsiváis (1938-2015): 25,000 y Luis Garrido (1898-
1973): 33,000 (biblioteca fusionada junto con la de su hijo Luis Javier 
Garrido (1941-2012)).
Conviene aclarar que nuestro proyecto, desde su planteamiento, 
no pretendió analizar el contenido sumado de más de 200,000 libros; 
revisar esa cantidad hubiese implicado un trabajo de más de los dos años 
de apoyo que solicitamos. Así pues, el análisis total de los libros no fue 
la meta final; en cambio, los diferentes temas de análisis que deman-
daron estos acervos sí lo fueron. Por lo tanto, si se han dado las cifras 
del total de volúmenes por cada biblioteca fue para exponer la riqueza 
bibliográfica de los acervos, lo cual ha facultado la propuesta de los 
cuatro objetivos con su particular selección y estudio de libros. Es decir, 
de estas colecciones se lograron revisar al menos cuatro líneas temáticas: 
bibliográfica, libresca, militar y cinematográfica, que las atraviesan y 
que arrojan un primer mapa de apropiación por parte de sus dueños. 
Cabe anotar una quinta línea referida a las políticas de promoción a la 
lectura desarrollada porla Biblioteca México.
Con todo el trabajo llevado a cabo se logró, en primer término, 
un registro de las anotaciones hechas por sus propietarios y lectores en 
los libros contenidos en sus bibliotecas, mediante lo cual se pudo cons-
truir una base de datos con una serie suficiente de documentos para 
inferir y comparar el tipo de información que fue apropiada por estos 
intelectuales. En un segundo término, se pudo hacer un estudio del 
desarrollo del conocimiento libresco y editorial de dichos pensadores. 
De este modo, se analizaron las claves de lectura y de escritura de estos 
eruditos: ¿qué y cómo leyeron?, ¿cómo se apropiaron de sus conteni-
dos?, ¿qué saberes resignificaron a la luz de su contexto?, ¿qué tipo de 
conocimiento humanista y social les interesó producir y difundir para el 
11
Tras las huellas de seis biblioTecas personales: una inTroducción
México de su época? Y, en tercer término, en los capítulos de este libro 
se brindan los resultados de estas pesquisas y los análisis de algunas de 
las obras resguardas en los acervos.
Con este esfuerzo académico, se pretende aportar y sumar al estu-
dio de los libros contenidos en bibliotecas conventuales o universitarias, 
públicas o privadas, que en México han sido estudiados desde diferen-
tes disciplinas. Desde la historia, se ha recuperado la conformación de 
acervos a lo largo del periodo colonial, de la Independencia o de la 
Reforma, hasta la Revolución mexicana y la construcción del Estado 
mexicano durante el siglo xx. Desde el análisis bibliotecológico se han 
desarrollado trabajos sobre la composición de antiguos acervos conser-
vados hasta nuestros días, o que han sido dispersos. Por su parte, desde 
el análisis bibliográfico y bibliológico se ha buscado dar cuenta de la 
materialidad de los libros —desde su tamaño y tipo de papel, encua-
dernaciones, hasta las familias tipográficas, tintas y grabados utilizados.
Por otro lado, desde la historia sociocultural, el estudio del libro 
ha demandado una aproximación multidisciplinaria al momento de 
analizar las diferentes etapas de su producción, circulación y prácticas 
de escritura y lectura. En este ámbito, y desde el mundo occidental, los 
estudios sobre el libro han tomado diferentes caminos. Algunos trabajos 
han hecho hincapié en la materialidad de los textos y la cultura escrita 
(McKenzie, 1991; Castillo, 2006). La etapa de distribución ha inspirado 
trabajos alrededor de las redes de tráfico, contrabando y localización de 
la oferta y demanda de mercados (Burke, 2002 y 2012; Darnton, 2003 
y 2006; Rueda, 2005). También destacan los estudios de libros con un 
enfoque filológico y bibliográfico, como los elaborados por Millares 
Carlo (1986), Escolar (1990) y Cátedra (2004). Desde luego, el apartado 
sobre recepción y consumos arroja interesantes propuestas que van desde 
los modos de censura y de lecturas —privados o colectivos— (Chartier, 
2001), los registros comparados de bibliotecas personales (Rueda y Gar-
cía, 2010; Wittmann, 2001), hasta las anotaciones o comentarios hechos 
al margen de los textos (Petrucci, 1999; Grafton, 1998).
En México, se pueden mencionar los trabajos llevados a cabo 
desde las clásicas obras sobre bibliografía de Eguiara y Eguren (1996) 
y Medina (1913), a las que pueden sumarse las de Irving (2006) y la de 
Torre Villar (1990) sobre la edición y la circulación del libro en suelo 
mexicano; sin embargo, en éstas últimas no tenía entrada el análisis de 
la lectura. Un paso más adelante es el que da Roberto Moreno (1986) 
en la reconstrucción de bibliografías. En este sentido, cabe destacar el 
12
Los bibLiófiLos y sus Libros anotados
análisis sobre la circulación del libro que ha realizado Cristina Gómez 
Álvarez, a partir de la reconstrucción de bibliografías contenidas en bi-
bliotecas personales, localizando obras relacionadas con ideas políticas 
(Gómez Álvarez, 2001 y 2009). También hay que señalar las publicacio-
nes de Carmen Castañeda (2004) y Dorothy Tanck (2005) ceñidas a la 
enseñanza de la lecto–escritura en Nueva España. Y en el ámbito de la 
transferencia y apropiación de ideas a partir de la lectura pueden citarse 
las obras de Laura Suárez (2010). Todas estas líneas de investigación 
expuestas son, de manera muy acotada, trabajos que requieren de la 
suma de más estudios que sirvan de base para responder a la incógnita 
sobre qué significa el campo de la escritura, lectura, y su papel en la 
transmisión, circulación y apropiación de las ideas. Y es precisamente en 
esta dirección donde el presente volumen se ubica y busca dar cuenta de 
lo que sucede en el ámbito de las bibliotecas y de las empresas culturales 
(editoriales, revistas, librerías) del país.
Con el marco de referencia antes señalado, en el presente libro se 
pretende aportar no solo nueva información sobre los acervos conteni-
dos en las bibliotecas personales, sino desarrollar elementos teóricos, 
metodológicos y técnicos de factura novedosa que sirvan para dar cuenta 
de las formas de lectura, escritura y edición de libros localizada en esta 
comunidad de coleccionistas y bibliófilos. De lo que se trata, a fin de 
cuentas, es de animar la multiplicación de estudios en este campo para 
entender el desarrollo cultural del conocimiento en torno al libro en 
sus manifestaciones académicas y de circulación en diversos ámbitos 
sociales en México y Latinoamérica.2
Coleccionismo mexicano durante el siglo xx: 
seis bibliotecas personales en la Biblioteca de México
Las seis bibliotecas que estudiamos se encuentran en la Biblioteca de 
México, también conocida como “La ciudad de los libros”. El espacio 
2 Al respecto cabe mencionar otro volumen resultado del presente papIIt, Todos mis libros. Re-
flexiones en torno a las bibliotecas personales en México y América Latina (CeIICH-unam, 2020), coordinado 
por Garone Gravier y Sánchez Menchero, en donde se recogen la mayor parte de las reflexiones y 
algunas contribuciones más que fueron presentadas en el VII Encuentro Internacional de Bibliología 
que con el tema “Las bibliotecas personales: estudios multi e interdisciplinarios sobre coleccio-
nismo, lectura, bibliología, escritura y edición de libros”, se llevó a cabo en septiembre de 2019.
13
Tras las huellas de seis biblioTecas personales: una inTroducción
arquitectónico que ocupa la Biblioteca de México se construyó en 1793 
y hasta 1807 albergó a la Real Fábrica de Tabacos. El edificio de La 
Ciudadela también cumplió otras funciones: “fue fábrica de armas, 
prisión militar, hospital, cuartel.”3 La biblioteca se inauguró el 27 de 
noviembre de 1946 con la presencia de Manuel Ávila Camacho, el se-
cretario de Educación Pública, Jaime Torres Bodet, y José Vasconcelos, 
que fue el primer director del establecimiento hasta 1959, año de su 
muerte. Sin embargo, el acervo no inició labores formales hasta marzo 
de 1947. Contaba con una sala general de lectura, otra de consulta, 
y un acervo de 40,000 volúmenes. El acervo incluía dos bibliotecas 
personales: la de Antonio Caso y la de Carlos Basave,4 además de la 
colección Palafox, con obras de teología en latín que había perteneci-
do a varias órdenes religiosas.5 De 1959 a 1979 la dirección estuvo a 
cargo de la bibliotecóloga María Teresa Chávez Campomanes. En la 
década de 1980 se creó el Centro Cultural Ciudadela. En ese periodo 
las instalaciones tuvieron adecuaciones a cargo del arquitecto Abraham 
Zabludovsky,6 se ampliaron las áreas de lectura, y el inmueble fue rei-
naugurado el 21 de noviembre de 1988 ante presencia del presidente 
Miguel de la Madrid, dentro del Programa Nacional de Bibliotecas 
Públicas que durante su sexenio se impulsó desde el Consejo Nacional 
para la Cultura y las Artes (Conaculta). Entre 1988 y 1996 la Biblioteca 
renovada estuvo dirigida por Jaime García Terrés y más tarde estuvo a 
cargo de Eduardo Lizalde hasta 2018. Desde 2019 su director es José 
Mariano Leyva Pérez-Gay.7
3 “Introducción”, en La Ciudadela. La ciudad de los libros y la imagen. Proyecto culturaldel siglo 
xxi mexicano, México, Conaculta, 2012, p. 10. Una amplia reseña histórica del edificio se puede 
leer en Guzmán Urbiola (2012: 40-55).
4 Especialmente rica en obras en lenguas indígenas, como se puede apreciar en el Catálogo 
de obras en lenguas indígenas de la Biblioteca de México (en adelante BdM) publicado en ocasión del 50 
aniversario de la institución, en 1996. Otras colecciones de la BdM con este perfil son las de Joaquín 
García Icazbalceta, Roberto Valles, Felipe Teixidor, Raúl Cordero Amador y Jesús Reyes Heroles.
5 En el Catálogo del Fondo Reservado de la BdM (1996), se señala que hay obras que perte-
necieron a las siguientes instancias: Convento de Toluca, Noviciado de Dieguinos de San José de 
Tacubaya, Convento de nuestra Señora de Tepepan, Convento grande de San Francisco de México, 
Colegio de la Compañía de Jesús (sic), Librería de San Andrés de Cholula, Colegio de la Compañía 
de Jesús de Oaxaca, Convento de San Joaquín de Tacuba, entre otras.
6 En ese periodo también se diseñaron las instalaciones del Centro de la Imagen, que abrió 
en 1994.
7 Información sobre la historia y los directores de la BdM pueden consultarse en el enlace 
correspondiente en Wikipedia: <https://es.wikipedia.org/wiki/Biblioteca_de_México_José_Vas-
concelos>.
14
Los bibLiófiLos y sus Libros anotados
Durante el sexenio de Felipe Calderón (2007-2012) y como parte 
del proyecto cultural que llevó a cabo el Conaculta, se tuvo la iniciativa 
de adquirir varias bibliotecas personales de intelectuales mexicanos que 
incrementarían el acervo de la Biblioteca de México.8 Para llevar a cabo 
dicha labor se emprendieron nuevas adecuaciones al inmueble, el pro-
yecto se llamó “La Ciudadela: ciudad de los libros”.9 La primera biblio-
teca adquirida fue la de José Luis Martínez,10 quien murió en 2007, esa 
adquisición determinó la ruta de las otras incorporaciones bibliográficas. 
Ordenadas cronológicamente por el año de nacimiento de sus dueños, 
las demás bibliotecas fueron las de Antonio Castro Leal, Alí Chumacero, 
Jaime García Terrés y Carlos Monsiváis, que sumadas a la de Martínez, 
forman una especie de cartografía de las letras y la cultura mexicanas del 
siglo xx. Así, entre 2011 y 2012, estas bibliotecas personales —ubicadas 
en las calles Tolsá, E. Martínez, José María Morelos y Balderas— fueron 
instaladas buscando recrear si no el espacio físico que habían tenido en 
sus lugares originales —como fue el caso de la de José Luis Martínez—, 
sí al menos una atmósfera confortable.11 El plan maestro corrió a cargo 
de Alejandro García y Bernardo Gómez-Pimienta, y en la adecuación de 
la Ciudadela participaron varios arquitectos y artistas.12 Como explica 
Rafael Vargas en un texto sobre bibliotecas de escritores:13
8 El proyecto encabezado por Consuelo Sáizar, quien entonces era presidenta de Conaculta, 
contó con un consejo asesor integrado por José Moreno de Alba, Eduardo Matos Moctezuma, Javier 
Garcíadiego, Enrique Flores Cano, Héctor Aguilar Camín, Margo Glantz, Juliana González, Enrique 
Krauze, Eduardo Lizalde, José Emilio Pacheco, Juan Villoro, Jorge Volpi, Joaquín Díez-Canedo, 
Ernesto de la Peña, Luz Eleba Gutíerrez, Guadalupe Curiel, Gisela von Wobeser, Alfonso de María 
y Campos, Arturo Menchaca, Louise Noelle, Miguel Limón, Lorena Salazar y Teresa Vicencio.
9 Hubo abundante seguimiento en la prensa periódica de cada paso de este magno proyecto, 
en el artículo de Jorge Cisneros (s.f.: 32-41), “La Ciudadela, casa de arte visual y letras”, se hace 
un recuento de las diversas tareas de intervención y rescate de ese inmueble histórico.
10 Alonso Urrutia y Ángel Vargas, “Disponen acceso público al Fondo Bibliográfico José Luis 
Martínez”, La Jornada, jueves 20 de enero de 2011, 3.
11 Redacción, “Biblioteca de México: un oasis para la lectura”, El Universal <https://
www.eluniversal.com.mx/articulo/cultura/letras/2017/06/29/biblioteca-de-mexico-oasis-para-la-
lectura#imagen-1>, consultado el 12 de julio de 2019.
12 Los arquitectos fueron: José Castillo, Saidee Springall, Jorge Calvillo, José Vigil, Javier 
Sánchez Corral, Fernando Romero, Mauricio Ceballos, María Carrillo, Aisha Ballesteros, Mauricio 
Rocha, Esterlina Campuzano, Tatiana Bilbao, David Vaner, y Juan Pablo Benlliure. Más información 
en La Ciudadela, la ciudad de los libros y la imagen, Consejo Nacional para la Cultura y las Artes-
Moleskine srl, México, 2012.
13 Vargas (2012: 20-29).
15
Tras las huellas de seis biblioTecas personales: una inTroducción
Alfonso Reyes, por cierto, mucho tiene que ver con la formación de las 
bibliotecas que ahora se reúnen en la Ciudadela. No solo porque fue el 
primer escritor mexicano que mostró lo que es conjuntar un acervo bi-
bliográfico de gran magnitud y calidad, sino también porque fue maestro 
intelectual y moral —y amigo personal— de Martínez, Castro Leal, García 
Terrés y Alí Chumacero.14
Además, los vínculos establecidos en vida de los mismo dueños de 
estas bibliotecas fueron muchos, sostenidos en el tiempo y con varios 
puntos de encuentro claros: oficinas gubernamentales, instituciones 
educativas, casas editoriales, y redacciones de periódicos y revistas; 
ámbitos que les permitieron la construcción de lazos afectivos e intelec-
tuales que perduraron por años y aún hoy se mantienen en conjunción 
a través de sus preciados libros. Para que el lector tenga una idea de 
estos personajes, en las líneas siguientes daremos un brevísimo esbozo 
biográfico de cada uno, y nos detendremos en algunos de los rasgos y 
características generales del contenido de sus bibliotecas.
Semblanza biográfica de los bibliófilos y comentarios 
sobre sus bibliotecas
Antonio Castro Leal
[Castro Leal] se significa por sus dotes de valoración y
de ordenaniento en el campo de nuestras letras.
Porque su talento es crítico.
Desde el principio supo que hay que conocer
directa y personalmente los textos,
no fiando en imprecisiones ajenas.
Genaro Fernández Mac Gregor15
Iniciaremos por el decano del grupo, Antonio Castro Leal, quien fue 
oriundo de San Luis Potosí, donde nació el 2 de abril de 1896. Se graduó 
14 Ibidem, 28.
15 Contestación de Fernández Mac Gregor al discurso de recepción de Castro Leal leído 
por su autor, ante la Academia Mexicana de la Lengua, el 11 de julio de 1953. Genaro Fernández 
Mac Gregor, “Constestación al Discurso [de Antonio Castro Leal], Memorias de la Academia 
Mexicana correspondiente de la Española (Discursos Académicos), tomo XIV, México, Editorial 
Jus, 1956, 232-233.
16
Los bibLiófiLos y sus Libros anotados
en derecho por la Universidad Nacional Autónoma de México (unam) 
y obtuvo su doctorado en filosofía por la Universidad de Georgetown, 
en Washington, D. C. Entre los cargos que ostentó en su vida es posible 
mencionar el rectorado de la Universidad Nacional entre 1928 y 1929, 
casa con la que siempre mantendría un estrecho vínculo, llegando más 
tarde a ser Coordinador de Humanidades (1952-1954), director de Cur-
sos Temporales, y de los Cursos de Extensión Universitaria de México 
en San Antonio, Texas.
Además de los cargos en la unam, fue director de Bellas Artes; 
jefe de Supervisión Cinematográfica de la Secretaría de Gobernación; 
presidente de la Comisión Nacional de Cinematografía; embajador ante 
la Organización de las Nacional Unidas para la Educación, la Ciencia y 
la Cultura (unesCo) y miembro del consejo directivo de dicha organiza-
ción. Tuvo también puestos a nivel internacional como, por ejemplo, la 
presidencia de la Comisión de Monumentos y Sitios Arqueológicos de la 
unesCo y de la Sociedad de Críticos de Arte. En el servicio diplomático 
mexicano trabajó durante tres lustros visitando Chile, Estados Unidos, 
Francia, España, Polonia, Holanda e Inglaterra. Su amplia producción 
escrita y su labor intelectual se centraron en la crítica literaria del pe-
riodo colonial y de la Revolución mexicana.16 Castro Leal murió en la 
Ciudad de México, el 7 de enero de 1981.17
Como es de esperarse por un derrotero vital tan amplio yvariado, 
su colección expresa muchos intereses con algunos énfasis en ciertas 
ramas del conocimiento que dieron estructura a su pensamiento. Según 
la información disponible de la Biblioteca de México,18 su colección se 
puede dividir en tres apartados: a) documentos bibliográficos de alto 
nivel, especialmente los que se consideran libro con valor histórico o 
artístico, ejemplares escasos y valiosos; b) colección de obras de temas 
generales de varias ramas del saber, y, c) la colección de revistas y do-
cumentos vinculados con los temas de interés de este personaje.19 El 
volumen de los materiales de la biblioteca se distribuyó entre más de 40 
16 Entre otros espacios más, se puede obtener mayor información en la página de El Colegio 
Nacional <http://colnal.mx/members/antonio-castro-leal>.
17 Mayor información biográfica se puede consultar en las semblanzas disponibles en El 
Colegio Nacional <colnal.mx/members/antonio-castro-leal> y en la Enciclopedia de la Literatura 
en México <http://www.elem.mx/autor/datos/220>.
18 El fondo fue adquirido el 18 de junio de 2010 e inaugurado el 21 de noviembre de 2012.
19 Fernando Álvarez del Castillo, oficio de la Dirección General de Bibliotecas, 21 de abril 
de 2010.
17
Tras las huellas de seis biblioTecas personales: una inTroducción
mil volúmenes de libros impresos y manuscritos, y un fondo con cerca 
de 10 mil documentos, que comprende revistas, folletos, boletines, 
periódicos y mapas.
Las temáticas que destacan en su colección son literatura, historia del 
arte y música de México de los siglos xIx y xx, así como la filosofía. De 
literatura, el mayor conjunto de obras lo representa la poesía mexicana 
(del siglo xvI hasta finales del siglo xx), literatura española del Siglo de 
Oro y literatura mexicana en prosa de los años veinte a los sesenta. En 
otros idiomas, la colección contiene más de 8,000 libros en latín, publi-
caciones en francés de autores como Diderot, Hugo, Balzac y Dumas; 
una colección de literatura y crítica en inglés, con textos de Shakespeare, 
Dickens y Wilde, y una sección de letras alemanas con textos de Goethe, 
Heine y Hegel. Algunas de las ediciones autógrafas que poseyó Castro 
Leal son de Alfonso Reyes, José Vasconcelos, Salvador Novo, Mauricio 
Magdaleno, Andrés Henestrosa, Rubén Bonifaz Nuño, y de varios ex-
tranjeros como Pablo Neruda o Luis Cardoza y Aragón, entre otros.
Entre los libros antiguos identificados en este acervo figuran: La Poé-
tica de Aristóteles (1692);20 Introducción a la vida devota de Francisco de Sales 
(1703);21 Vida del pícaro Guzmán de Alfarache de Matheo Alemán (1604);22 
Suma teológica, en latín (1886),23 así como las Obras de Tácito (1827).24
José Luis Martínez
[…] rememoro las múltiples maneras de amar los libros,
de amarlos para siempre o por un rato,
de procurarlos con amor, devoción,
afecto, morbosidad o curiosidad,
de desearlos como amores imposibles,
o de enorgullecernos por las pequeñas joyas
que sólo existen para un grupo de maniáticos.
José Luis Martínez25
20 Aristoteles (1692). Por cuestiones de espacio, las referencias a los títulos de los libros de 
la BdM se darán de modo abreviado.
21 Sales Ginori (1793).
22 Alemán (1604).
23 No localizamos esta obra en el catálogo electrónico de la BdM.
24 Tácito (1827).
25 Martínez (2004a: 57).
18
Los bibLiófiLos y sus Libros anotados
José Luis Martínez nació en Atoyac, Jalisco, el 19 de enero de 
1918. Estudió letras españolas en la Facultad de Filosofía y Letras de 
la unam y de forma simultánea tomó clases de historia, filosofía y arte. 
Desempeñó labores docentes en el área de literatura en la misma Casa 
de estudio y como profesor invitado en la Facultad de Humanidades 
de El Salvador. Martínez desempeñó varias facetas profesionales, 
tanto en el ámbito de la administración pública como de la edición y 
producción escrita.
En el primer caso, fue embajador ante la unesCo en París, y de 
México en Atenas. También fue director general del Instituto Nacional 
de Bellas Artes, consejero de la Fundación Cultural Televisa y presidió 
las celebraciones de los centenarios de Ramón López Velarde y Alfonso 
Reyes. Fundó el Sistema Nacional de Creadores de Arte y fue director 
de la Academia Mexicana de la Lengua, así como miembro de número 
de la Academia Mexicana de Historia. En el rubro de la edición fue 
gerente general de Talleres Gráficos de la Nación y director del Fondo 
de Cultura Económica. Su obra escrita es amplia y cubre facetas tanto 
de creación literaria, en particular poética, de estudios críticos de letras 
y autores nacionales, así como estudios históricos y culturales.26 Murió 
en la Ciudad de México, el 20 de marzo de 2007.
En “Repaso de mis libros, al agradecer el homenaje de la Academia 
Mexicana de la Lengua”, Martínez hizo una reflexión de la producción 
e intereses de su escritura y la organizaba en seis secciones y un anexo, 
a saber: I. Primeros estudios; II. Monografías; III. Ciclo Cortesiano; 
IV. Estudios sobre Alfonso Reyes y otros temas; V. Pedro Henríquez 
Ureña, Justo Sierra; VI. Antología de la luna, Ramón López Velarde y 
el mundo antiguo, y el anexo conformado por los libros no concluidos, 
esbozos iniciales.27 Describir sus numerosas publicaciones excede los 
objetivos de esta breve semblanza, pero es relevante indicar que están 
26 Información sobre su producción escrita se puede consultar en la página de la Academia 
Mexicana de la Lengua <http://www.academia.org.mx/academicos-2007/item/jose-luis-martinez-
rodriguez> y de la página de la BdM: <www.elem.mx/autor/datos/1465>. Consultado: 12 de 
julio de 2019.
27 José Luis Martínez (2007: 58-97). “Repaso de mis libros. Para agradecer el homenaje de 
la Academia Mexicana de la Lengua”. Este texto retoma en espíritu y en algunas citas al que años 
antes había escrito “Para agradecer la celebración de mis setenta años”, compilado en el volumen 
de autores varios Celebración de José Luis Martínez en sus setenta años, Editorial de la Universidad de 
Guadalajara, Guadalajara, 1990, 38-40.
19
Tras las huellas de seis biblioTecas personales: una inTroducción
en diálogo directo con la biblioteca que forjó porque ella es justamente 
un acervo personal de trabajo, y, retomando expresiones de Enrique 
Krauze, podemos agregar: “No es la suya una biblioteca de incunables 
—aunque contiene obras únicas o raras. Es una biblioteca de conjuntos 
que fue integrando, con infinita paciencia, para servir, en el espíritu de 
educación vasconceliano, al lector mexicano interesado en la literatura, 
la historia y la historia literaria.”28 De todos sus escritos su obra Origen y 
desarrollo del libro en Hispanoamérica (1984) se relaciona de forma directa 
con la historia del libro y en ella dedica varias páginas a las bibliotecas, 
en general, y a varias particulares.
Hablando estrictamente sobre su biblioteca personal, Gabriel Zaid 
y otros estudiosos han considerado que es una de las más amplias y 
coherentes referente a literatura mexicana.29 El fondo está integrado 
por más de 73 mil documentos, entre libros y publicaciones periódi-
cas, contiene obras de literatura mexicana y universal, historia, arte y 
de consulta general. Su hemeroteca merece mención especial porque 
incluye títulos sobre historia de México, literatura, filosofía, filología y 
suplementos culturales. También cuenta con un fondo documental de 
más de 2,500 volúmenes incluidos mapas, catálogos, folletos y fotogra-
fías, entre varios materiales más.
Varios elementos pueden ser considerados valiosos del fondo de 
José Luis Martínez: tienen impresos antiguos como la Retórica Cristiana,30 
las Obras Espirituales de San Juan de la Cruz;31 entre los libros modernos 
están las colecciones Biblioteca del Estudiante Universitario y Biblioteca 
Porrúa, además del Diccionario de Historia y Geografía de Orozco y Berra;32 
La Catedral de México y el Sagrario Metropolitano de Manuel Toussaint;33 y 
obras de Alfonso Reyes y José Vasconcelos, por mencionar solo algunos 
de los grandes pensadoresmexicanos presentes en el fondo.
28 Enrique Krauze, discurso de inauguración de la Biblioteca José Luis Martínez, Biblioteca 
de México, 19 de enero de 2011.
29 Zaid (2007).
30 No localizamos la referencia de este libro en el catálogo en línea de la biblioteca.
31 Juan de la Cruz (1774).
32 Localizamos una edición moderna de esta obra en el catálogo en línea de la biblioteca, 
pero no la edición del siglo xIx.
33 Toussaint Ritter (1948).
20
Los bibLiófiLos y sus Libros anotados
Alí Chumacero
Sí, tengo una buena biblioteca, aunque hace poco la limpié y
dejé solamente algunas materias, sobre todo, de literatura.
Tenía de todo: sociología, economía
(claro, si yo trabajaba aquí, tenía que tener economía a fuerza).
Pero limpié y me quedé con libros de psicología,
porque yo leo psicología desde los 14 años,
literatura y filosofía…34
Alí Chumacero nació en Acaponeta, Nayarit, el 9 de julio de 1918. De 
muy joven se trasladó a Guadalajara para concluir la preparatoria y de 
ahí se mudó a la Ciudad de México para estudiar en la Facultad de Fi-
losofía y Letras de la unam. Participó en la creación de la revista Tierra 
Nueva35 junto con José Luis Martínez, Leopoldo Zea y Jorge González 
Durán, y más tarde también participaría en el nacimiento de México en la 
Cultura.36 Además, fue reseñista y director ocasional de Letras de México,37 
y colaborador de El Hijo Pródigo.38 Desde 1950, se integró al Fondo de 
Cultura Económica donde desempeñó diversas actividades y llegó a 
ocupar la subgerencia y gerencia de la producción. En el ámbito editorial 
fue director y fundador de la serie SepSetentas. Fue miembro honorario 
del Consejo Nacional del Seminario de Cultura Mexicana y miembro del 
Sistema Nacional de Creadores y Artistas (snCa). Su producción escrita 
fue breve pero le valió un amplio y perdurable reconocimiento.39 Reci-
bió numerosos reconocimientos como, por ejemplo, el Premio Rueca 
(1944), el Premio Xavier Villaurrutia (1980) y el Premio Rafael Helio-
doro Valle (1985). A nivel editorial, obtuvo el Premio Ignacio Cumplido 
34 Herrera Kuri y Arriaga (2010: 15).
35 Sobre la revista, véase la entrada en la Enciclopedia para las Letras Mexicanas (elem): 
<www.elem.mx/institucion/datos/2910>, sobre la generación en torno a esta publicación ver: 
<http://www.elem.mx/estgrp/datos/13>. Consultado el 12 de julio de 2019. Sobre la revista, en 
2018 se llevó a cabo la muestra “Alí Chumacero y Jorge González en Tierra Nueva”, exposición co-
curada por Gabriela Silva y Mariana López para la Biblioteca de México. Recuperado de <https://
bibliotecavirtualdemexico.cultura.gob.mx/AliDuran.phpen la BdM>.
36 Más información en <www.elem.mx/obra/datos/205435>. Consultado el 13 de julio de 
2019.
37 Mayor información en <www.elem.mx/institucion/datos/1872> instituciones datos. Con-
sultado el 12 de julio de 2019.
38 Mayor información en <www.elem.mx/institucion/datos/1848>. Consultado el 12 de 
julio de 2019.
39 Información disponible en la página de la Academia Mexicana de la Lengua <http://
www.academia.org.mx/academicos-2010/item/ali-chumacero>. Consultado el 12 de julio de 2019.
21
Tras las huellas de seis biblioTecas personales: una inTroducción
de la Cámara Nacional de la Industria Editorial Mexicana (1996) y el 
Reconocimiento al Mérito Editorial de la Feria Internacional del Libro 
de Guadalajara en 2001. Chumacero murió el 22 de octubre de 2010.40
Su biblioteca está integrada por aproximadamente 46 mil volúme-
nes, entre libros, publicaciones periódicas y folletería mexicana. Entre 
los temas son mayoría las obras sobre literatura, historia (por caso, las 
culturas de la antigüedad o los facsímiles de códices) y filosofía, seguidas 
por las de arte (con la representación de escuelas artísticas internacio-
nales), sociología, antropología, psicoanálisis, arqueología, psiquismo, 
espiritismo, ciencias sociales y humanidades en general. La organiza-
ción que guardan sus libros sigue parámetros históricos, geográficos, 
cronológicos y onomásticos.
Jaime García Terrés
Si no todos los libros
cuando menos
he leído decenas, cientos, miles,
y no lo digo, no,
por vanidad,
muy al contrario:
después de tantos piélagos de letras
en el sistema vascular
adquiérense deberes máximos
y apenas el derecho mínimo
a preguntarse con delicadeza
cuántas calladas horas
faltan aún para reconocer
el fruto verdadero,
los prístinos ecos de la lectura
sazonados aprisa por un amanecer.
Jaime García Terrés,41 Sazón del alba (1980)
Jaime García Terrés nació en la Ciudad de México, el 24 de mayo de 
1924. Se formó en derecho en la unam, en estética en la Universidad de 
40 Más información biográfica de Chumacero la Enciclopedia de la Literatura en México 
(en adelante elem): <www.elem.mx/autor/datos/2193>. La faceta editorial se ofrece en el artículo 
Garone Gravier (2020: 93-103).
41 García Terrés (2003: 60).
22
Los bibLiófiLos y sus Libros anotados
París y en filosofía medieval en el Collège de France. Desempeñó varios 
cargos en política y cultura: fue consejero del Instituto Internacional de 
Teatro de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, 
la Ciencia y la Cultura, director de Difusión Cultural de la unam, y 
embajador de México en Grecia.
En su faceta editorial y vinculada con el mundo de los libros 
destacan haber sido consejero, subdirector general e interino y jefe 
del Departamento Editorial del Instituto Nacional de Bellas Artes; 
las direcciones de la revista México en el Arte, de la revista Universidad 
de México y de “México en la cultura”, suplemento cultural de Nove-
dades; la subdirección y dirección del Fondo de Cultura Económica y 
de La Gaceta del fce; la dirección de la Biblioteca de México y de su 
revista; la dirección general de la Biblioteca y Archivo de la Secretaría 
de Relaciones Exteriores y la dirección de Biblioteca de México. Su 
producción escrita está recogida en numerosos espacios, empezando 
por los tres volúmenes que preparó el fCe,42 las entradas que ofrece 
la Enciclopedia para las Letras Mexicanas,43 y la su semblanza de El Co-
legio Nacional.44 El poeta y crítico Rafael Vargas, colaborador y amigo 
personal de García Terrés, hacía las siguientes reflexiones sobre la 
biblioteca del poeta:
[…] convergen en ella grandes líneas de lectores por las dos ramas de su 
familia. Su abuelo paterno, el historiador Genaro García,45 fue director 
de la Escuela Nacional Preparatoria y de la Biblioteca Nacional de Mé-
xico, y su padre, Trinidad García, abogado, fue, si no un bibliófilo, sí un 
hombre de libros, y le dejó a su hijo Jaime algunas de las obras que este 
más apreciaba. Por el lado materno, su abuelo, José Terrés, fue uno de 
los grandes nombres del mundo de la medicina y un gran educador en 
su campo. […] La biblioteca de García Terrés es una biblioteca de trabajo, 
la biblioteca de un poeta con intereses muy refinados.46
42 García Terrés (1995, 1997 y 2000).
43 Información tomada de la página de la Enciclopedia para las Letras Mexicanas: <http://www.
elem.mx/autor/obra/directa/1454/>.
44 Información tomada de la página de El Colegio Nacional <http://colnal.mx/members/
jaime-garcia-terres>.
45 Sin embargo, no se debe olvidar que la biblioteca de Genaro García fue vendida en 1921 
a la Universidad de Texas en Austin por su viuda, y hoy forma parte de la biblioteca Nettie Lee 
Benson. Martínez, [1984] (1987: 83-84).
46 Vargas (2012).
23
Tras las huellas de seis biblioTecas personales: una inTroducción
Como se señala en el dictamen de avalúo, la biblioteca de García 
Terrés es una “Colección rica, sobre todo en literatura y bibliofilia, 
así como por reunir las principales imprentas de los siglos xIx y 
xx mexicanas, también por ser fuente de estudio sobre las letras 
extranjeras.”47
Compuesta por poco más de 19 mil volúmenes,48 más de mil 
publicaciones periódicas y un archivo personal, la biblioteca de García 
Terrés fue heredera de la de su padre, y de la que perteneció a Ignacio 
Chávez,49 su suegro. El fondo fue adquirido el 30 deabril de 2011 e 
inaugurado el 21 de noviembre de 2012. Los temas más representativos 
de su colección son la literatura mexicana e iberoamericana, así como 
de obras originalmente publicadas en otras lenguas (francesa, inglesa, 
alemana, italiana, portuguesa, rusa, eslovaca, húngara, grecolatina y 
griega moderna, en lenguas habladas en Asia y África). Además de 
literatura, tiene obras de lingüística y poética, teoría literaria, ciencias, 
historia de México, erotismo y sexología, filosofía, antropología, arte 
prehispánico, colonial y moderno, así como arte universal, sociología, 
economía, política y derecho, religiones y esoterismo. Los géneros no-
tables de su fondo son la poesía mexicana (quizá una de las colecciones 
más completas que hay en México) y literatura inglesa (siglos xIx y 
xx), obras de consulta especializada (concretamente diccionarios), en-
sayos, y crítica. Su acervo cuenta con casi 500 obras autografiadas por 
Gabriel García Márquez, Octavio Paz, Gabriela Mistral, Alfonso Reyes, 
León Felipe, William Styron, Rosario Castellanos, Carlos Monsiváis y 
Ernesto Sábato, entre otros. Completa la colección un conjunto de libros 
antiguos de los siglos xvI al xIx.50 El archivo es amplio y cuenta con 
47 Dictamen de avalúo, 11 de agosto al 25 de octubre de 2010.
48 Según información disponible en la página de la BdM, el fondo cuenta con 19,386 volú-
menes y 1,098 de publicaciones periódicas.
49 Conaculta (2012).
50 A manera de ejemplo transcribimos las referencias de tres obras del siglo xvI, una del 
xvII, otras del xvIII y una más del xIx: Illescas, Gonzalo de, Historia pontifical y católica…; Martín de 
Victoria M., 1583-1630, No. de sistema: 000320897, Clasificación: 282 I45; Mondani, Cervelli, Il 
theatro de vari, e diversi… Venetia, Appreffo Gio. Battifta Somafco, 1591, No. de sistema: 000326367, 
Clasificación: fre 852 M66 T53; Núñez de Avendaño, Pedro, De exequendis mandatis Regum His-
paniae… Madriti: Apud Petrum Madrigal, 1593, No. de sistema: 000320864, Clasificación: 340.1 
N86; Planis Campy, David de, L’ovvertvre de L’escolle de philosophie transmvtatoire metalliqve… París: 
Charles Sevestre, 1636, No. de sistema: 000326776, Clasificación: 540.112 P52; Rauch, Nicolas, 
Voyages… [s.l.]: Servir, 1793, No. de sistema: 000326604; Gessner, Salomon, Oeuvres completes de 
M. Gessner… París: Chez Patris... Gilbert ..., 1796, No. de sistema: 000321304, Clasificación: 838S 
24
Los bibLiófiLos y sus Libros anotados
correspondencia con escritores como Max Aub, Mario Benedetti, Jorge 
Luis Borges, Luis Buñuel, Alejo Carpentier, Henry Kissinger y Diego 
Rivera, entre varios más.
Carlos Monsiváis
Supongo que aquí hay entre veinte y treinta mil volúmenes.
Diario le dedico un tiempo a arreglarla, pero es un desastre,
porque me topo con un libro que me interesa y me pongo a leerlo.
Por lo general prefiero los libros en ediciones recientes
que estén actualizadas, porque las primeras ediciones
son complicadas de leer.
En épocas recientes me he vuelto bibliófilo, antes era bibliómano.
Entre las joyas de mi biblioteca
hay libros que datan de principio de siglo xix,
y la primera edición de las obras de San Juan de la Cruz.
Paso alrededor de seis horas en mi biblioteca,
una arreglando y cinco leyendo.
Carlos Monsiváis.51
Carlos Monsiváis nació en la Ciudad de México, el 4 de mayo de 1938. 
Estudió en las facultades de Economía y de Filosofía y Letras de la unam. 
Su obra giró en torno de la crónica, el ensayo y la narrativa y se manifestó 
en publicaciones periódicas como Novedades, El Día, Excélsior, Uno Más 
Uno, La Jornada, El Universal, las revistas Proceso, Eros, Personas, Nexos, Letras 
Libres, Este País, entre otras publicaciones. Fue secretario de redacción en 
las revistas Medio Siglo y Estaciones, director del suplemento La Cultura en 
México y director de la colección de discos Voz Viva de México de la unam. 
Recibió varias becas como la del Centro Mexicano de Escritores, del Cen-
tro de Estudios Internacionales de Harvard y la del “Fideicomiso para 
la Cultura”.52 Monsiváis murió el 19 de junio de 2010. Justamente por 
su amplia labor periodística, la obra escrita que dejó es muy abundante, 
pero no la expondremos aquí porque excede los alcances de este apartado
G47; Genlis, Stéphanie Félicité, La botanique…, Madame de Genlis, París: Chez Maradan libraire, 
1810, No. de sistema: 000321195, Clasificación: fre 843 G45 B67.
51 Citado en Glantz (2008:117). Texto aparecido por primera vez en Este País, s/a, reseña a 
propósito de la obra de Corina Amelia de Fernández Castello, Entre libros, México, Landucci, 2007.
52 Información tomada de la página <https://www.escritores.org/biografias/106-carlos-
monsivais>.
25
Tras las huellas de seis biblioTecas personales: una inTroducción
Uno de los elementos que han dado valor a su acervo, además del 
prestigio de su poseedor, es lo que se señala en el dictamen de compra:53 
“Esta colección […] conjunta algunas obras que son clara muestra de las 
tendencias de varios movimientos culturales de México. En particular, 
su hemeroteca tiene un valor singular, así como varios libros del siglo 
xIx”.54 La biblioteca de Monsiváis está integrada por 50 mil materiales 
(25 mil volúmenes de libros y el otro tanto de materiales en distintos 
formatos, sobre todo publicaciones periódicas). Los géneros que des-
tacan son la literatura, principalmente cuento, teatro, novela y poesía, 
dramaturgia y narrativa,55 y también numerosos temas de la cultura 
universal y popular mexicana y latinoamericana.
Además de libros de arte y obras en gran formato tiene una im-
portante colección de cine, fotografía artística y ciencias sociales. Son 
muchos los libros autografiados que tiene: Elías Nandino, Salvador Novo, 
Fernando Benítez, Octavio Paz, Gabriel García Márquez, Eliseo Diego, 
Manuel Álvarez Bravo, Vicente Leñero, Daniel Sada, Margo Glantz y 
Elena Poniatowska, entre otros más.
La hemeroteca cuenta con colecciones de revistas de México y el 
extranjero como Tiempo, Siempre, Sur, Heavy Metal, mad, Proceso, Esqui-
rre, Somos, Rino, Architectural Digest, Universal ilustrado, Semana ilustrada, 
Fantoche, Revista de Revistas. Es preciso señalar que también tiene cómics 
como Pepín, La pandilla, The Spirit y La Familia Burrón.
Algunas de las obras antiguas, raras y curiosas de su acervo son: 
Conquest of Mexico, con ilustraciones de Miguel Covarrubias;56 Juárez y su 
tiempo de Justo Sierra (1905);57 Obras espirituales de San Juan de la Cruz 
(1703);58 Pensil americano florido en el rigor del invierno de Ignacio Carrillo y 
Pérez (1845);59 Escritores y poetas sudamericanos de Francisco Sosa (1890);60 
Recreación filosófica o diálogo sobre la filosofía natural para la instrucción de 
personas curiosas (1877);61 Panorama mexicano: Luchas, costumbres y su-
53 El fondo fue adquirido el 15 de junio de 2012 e inaugurado el 21 de noviembre de 2012.
54 Dictamen de avalúo, 11 de agosto al 25 de octubre de 2010.
55 Vargas (2012).
56 Prescott [1949?].
57 Sierra (1905).
58 Jvan de la Crvz (1703).
59 Carrillo y Pérez (1845).
60 Sosa (1890).
61 Almeida (1787).
26
Los bibLiófiLos y sus Libros anotados
persticiones de un pueblo heroico de Carleton Beals;62 El paraíso perdido de 
John Milton (1863);63 Red de Bernardo Ortiz de Montellano;64 Historia 
de América Española de Carlos Pereyra;65 El crimen de Santa Julia: Defensa 
gráfica de Francisco A. Serralde (1899);66 El café de nadie de Arqueles 
Vela;67 y Liberales ilustres mexicanos de Enrique M. de los Ríos (1890).68
Luis Garrido Díaz69
En mis figuraciones sobre su persona,
ahora que lo he estudiado en sus libros
—que es como hay que estudiar a los escritores—,
pienso que mi dilecto amigo [Luis Garrido] va repitiendo
cotidianamente para sí la frase de Azorín:
“Solo la bondad, la bondad para todos,
la bondad en todas ocasiones puede salvarnos...
Antes que llegue el naufragio ineluctable,
abramos nuestro pecho a la bondad”.
Isidro Fabela70
En la biblioteca personal de Luis Garrido Díaz convergentanto su acervo 
como el de su hijo Luis Javier Garrido Platas, ambos juristas vinculados 
con la Universidad Nacional Autónoma de México. Luis Garrido Díaz, 
nacido en 1898 en la Ciudad de México, realizó estudios en la Escuela 
Nacional Preparatoria, se tituló en Derecho en la Escuela Nacional de 
62 Beals (1942).
63 Milton (1883).
64 Ortiz de Montellano (1925).
65 Pereyra (1920).
66 Serralde (1899).
67 Vela (1926).
68 Enrique M. de los Ríos... et al. (1890).
69 Este apartado está basado casi en su totalidad en el artículo de Adriana Mira Correa, 
“Donación de colecciones a la Biblioteca de México”, El Bibliotecario, año 15, n. 104 (febrero-
abril/2017), 27-32. También se consultó la nota biográfica de Luis Garrido hecha por Francisco 
Monterde que aprece en José Luis Martínez (ed.), Semblanzas de Académicos. Antiguas, recientes y 
nuevas (2004b: 219-220).
70 Contestación de Isidro Fabela al discurso de recepción de Luis Garrido leído por su autor, 
ante la Academia Mexicana de la Lengua, el 11 de junio de 1956. Isidro Fabela, “Constestación al 
Discurso [de Luis Garrido], Memorias de la Academia Mexicana correspondiente de la Española 
(Discursos Académicos), tomo XV, México, Editorial Jus, 1956, 289.
27
Tras las huellas de seis biblioTecas personales: una inTroducción
Jurisprudencia y realizó una maestría en Filosofía en la Escuela Nacio-
nal de Altos Estudios. Con una gran vocación académica, se dedicó a 
la docencia durante varios años impartiendo clases en diversas insti-
tuciones. Fue fundador de la Asociación Mexicana de Universidades. 
Obtuvo doctorados por la Universidad Veracruzana, la unam y la Western 
University. Asimismo, fue rector de la unam de 1948 a 1953 y durante 
su gestión se llevaron a cabo acontecimientos fundamentales para la 
Máxima Casa de Estudios como la colocación de la primera piedra para 
la construcción de la Ciudad Universitaria (1950), correspondiente a la 
Facultad de Ciencias Políticas, la conmemoración del IV Centenario de la 
Universidad (1951), y la inauguración oficial de la Ciudad Universitaria 
el 20 de noviembre de 1952.
Perteneció, entre otras instituciones, a la Academia Mexicana de 
Jurisprudencia y Legislación y al Ateneo de Ciencias y Artes de Méxi-
co. La Academia Mexicana lo nombró correspondiente el 22 de abril 
de 1955, y al ascenderlo a académico de número (1956) ocupó la silla 
xxII, que al morir había dejado vacante Francisco Castillo Nájera. A 
su discurso, acerca de “La criminología en la obra de Cervantes”, dio 
respuesta don Isidro Fabela. Fue el sexto tesorero de la corporación y 
desempeñó ese cargo desde el año de 1960 hasta su fallecimiento, ocu-
rrido el 19 de octubre de 1973, en París, Francia, cuando se disponía a 
regresar a México.
Fundó y dirigió la revista Criminalia, de la que fue colaborador 
asiduo. Narrador y ensayista, escribió estudios sobre temas jurídicos, 
impresiones de viajes, discursos y prólogos, acerca de obras, artistas y 
escritores de México y España. Publicó más de veinte obras entre las 
que se pueden citar: El valor doctrinario de la Revolución mexicana (1946), 
Notas de un penalista (1947), Espíritu de Francia (1947), Trasuntos de Egipto 
(1951), Discursos y mensajes (1952), Ensayos penales (1952), Alfonso Reyes 
(1954), Itinerario de amor (1954), Voces de Francia (1957), Evocaciones 
de Italia (1958), Visión de Israel (1959), Antonio Caso. Una vida profunda 
(1961), La sonrisa de París (1962), José Vasconcelos (1963), Días y hombres 
de España (1966), Venecia la incomparable (1966), Discursos conmemorativos 
(1966), Azorín (1967), Mensajes a un joven estudiante universitario mexicano 
(1968), Carlos Pereyra (1969), Saturnino Herrán (1971), Memorias (pós-
tumo) (1974).
Luis Javier Garrido Platas (1941-2012), originario de la Ciudad de 
México al igual que su padre, estudió en la Escuela Nacional Prepara-
toria, se tituló en Derecho y también tuvo una importante trayectoria 
28
Los bibLiófiLos y sus Libros anotados
como docente. Realizó estudios de posgrado en la prestigiosa Univer-
sidad de París I (Pantheon-Sorbonne), donde obtuvo el doctorado en 
Ciencia Política. Garrido Platas se desarrolló en un entorno familiar de 
intelectuales como Antonio Castro Leal, Isidro Fabela y José Vasconcelos. 
A partir de la biblioteca de su padre, Garrido Platas formó una biblioteca 
con obras adquiridas, muchas de ellas en las librerías de viejo tanto de 
la calles de Donceles, en la Ciudad de México, como las de Cuesta de 
Moyano, en Madrid. Forman parte también de este importante acervo 
las tesis de licenciatura y doctorado escritas por el propio Garrido Platas.
La colección de estos dos destacados bibliófilos, integrada por cerca 
de 31 mil volúmenes, además de fotografías, revistas, objetos personales 
y mobiliario, es reflejo no solo de su formación y actividad profesionales, 
sino de sus preferencias e intereses muy personales, entre ellas la tau-
romaquia y el cine, como se puede constatar en la diversidad de libros 
sobre estos temas y en particular las monografías dedicadas a directores, 
actores e historias del cine mundial. La biblioteca abarca también temas 
como derecho, filosofía, historia, sociología, política, educación, arte, 
literatura mexicana, española, francesa, norteamericana e inglesa.
La biblioteca de los Garrido, cedida por la generosidad de Elena 
Garrido Platas, hija del doctor Luis Garrido Díaz, contiene también li-
bros relevantes dedicados por reconocidos autores. Las obras completas 
de Alfonso Reyes, también autografiadas, son muestra de la cercanía 
entre Luis Garrido padre y el poeta, sobre quien escribió un interesante 
estudio publicado por la Imprenta Universitaria en 1954.
De especial importancia son también los documentos y piezas de 
archivo que dan testimonio de la trayectoria del ex rector de la unam, 
Luis Garrido: todos los títulos de los libros escritos por él, fotografías, 
diplomas, condecoraciones entregadas por gobiernos de diversos paí-
ses y una carpeta relativa al proyecto de la construcción de la Ciudad 
Universitaria, que incluye fotografías y croquis.
Organización de esta obra
El libro cuenta con cinco capítulos organizados en tres apartados. El 
primer aparado inicia con el capítulo “Los editores y sus lecturas: una 
reflexión del oficio impresor desde las bibliotecas personales” de Mau-
ricio Sánchez Menchero, en donde se investiga, a partir de seis campos 
temáticos, la bibliografía de contenido científico y técnico relacionada 
29
Tras las huellas de seis biblioTecas personales: una inTroducción
con la producción editorial que aparece en tres de las seis bibliotecas 
personales. Así, se ha tomado en cuenta un contexto socioeconómico de 
la edición y de la circulación de libros, particularmente en los casos de 
José Luis Martínez, Jaime García Terrés y Alí Chumacero que trabajaron 
en el Fondo de Cultura Económica; los dos primeros como directores, 
el último como corrector y editor. Es decir, interesa conocer y explicar 
cómo estos lectores se autoformaron en las artes editoriales y cómo 
produjeron varias colecciones de libros y revistas, además de escribir y 
editar su propia obra.
Marina Garone Gravier, en su capítulo “El libro antiguo mexicano 
en las bibliotecas personales de la Biblioteca de México”, se dio a la 
tarea de identificar los impresos editados e impresos en Nueva España 
de cinco bibliotecas personales de la Biblioteca de México. Con ello, su 
autora logra enlazar el conjunto de libros localizados con una historia 
más amplia del coleccionismo del libro impreso mexicano colonial. 
Asimismo, a partir de la selección y análisis de una muestra, logró ca-
racterizar los rasgos del coleccionismo y la bibliofilia de sus poseedores, 
con proyectos previos de la historia de las bibliotecas, en particular, 
ver el papel que jugaron los ex libris y las encuadernaciones, además 
de poder comparar comportamientos comunes en esas prácticas, entre 
los propietarios.
El segundo apartado está compuesto por los ensayos de SalazárVelázquez y Flores Villela. En el capítulo “Apuntes sobre libros de autores 
militares de la época de la Revolución en las bibliotecas de Antonio Cas-
tro Leal y Luis Garrido”, se dirigió al seguimiento de dos intelectuales 
con acervos bibliotecarios muy próximos debido a que compartieron 
la formación como abogados y también su trabajo como rectores de la 
unam. Pero, sobre todo, interesa a su autor reflexionar sobre la presen-
cia de obras de generales que participaron en la Revolución mexicana 
como Juan Manuel Torrea, Miguel Ángel Sánchez Lamego, Vito Alessio 
Robles, Francisco L. Urquizo y Felipe Ángeles.
Carlos Arturo Flores Villela, en su capítulo “El tema cine y su con-
sulta en una biblioteca personal. El caso de Carlos Monsiváis”, se abocó 
al estudio de la bibliografía y la hemerografía contenida en el acervo del 
máximo experto mexicano en cuanto a cine, como gustaba reconocer 
Carlos Fuentes, materializado en le biblioteca “monsivasiana”, referida 
en los estudios visuales, particularmente al mundo de la cinematografía.
Finalmente, en “Acercar al lector: políticas de difusión cultural en 
torno a las bibliotecas personales de la Biblioteca de México”. Minerva 
30
Los bibLiófiLos y sus Libros anotados
Rojas Ruiz estudió la política de difusión cultural de la Biblioteca de 
México, en particular las actividades organizadas por la institución 
referidas a las cinco bibliotecas personales que están bajo su resguardo, 
o que emplean materiales provenientes de estas para apoyar exposicio-
nes, lecturas en voz alta, conciertos, obras de teatro y otras acciones que 
hacen de la biblioteca un espacio no solo de lectura, sino de acceso a la 
cultura en general y a las artes académicas en particular.
Antes de concluir este apartado queremos reconocer el trabajo de 
todos las y los investigadores y alumnos que participaron en el desa-
rrollo de este proyecto. En particular, agradecemos el trabajo de las y 
los becarios Alejandra Mejía Rodríguez, Raquel Villegas Suárez, Karina 
Moyao González, Juan Carlos Lojero Espinosa y Fernanda de la Peña 
Juárez. Esperamos que la experiencia del análisis de los libros dentro 
de las bibliotecas haya dejado sembrado en todas y todos el deseo de 
convertirse en futuros académicos especialistas en la cultura escrita.
Puede señalarse, entonces, que con este libro se abre un conjunto de 
posibilidades para el estudio interdisciplinario, a la vez que sistemático 
y riguroso, de uno de los conjuntos bibliográficos más ricos, diversos y 
representativo de las letras, las artes, la historia y la cultura mexicanas 
del siglo xx, en los ojos de sus antiguos poseedores.
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de sistema: 000116528. Clasificación: 808.1 A74. [Por cuestiones 
de espacio, las referencias a los títulos de los libros de la BdM se 
darán de modo abreviado].
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ColeCCIonIsmo, lIbros y leCturas
39
los edItores y sus leCturas: una reflexIón 
del ofICIo Impresor desde las bIblIoteCas personales

Mauricio Sánchez Menchero*
A veces les parecería
que podría transcurrir armoniosamente una vida entera
entre aquellos muros cubiertos de libros,
entre aquellos objetos tan perfectamente domesticados
que habrían acabado por creerlos hechos desde siempre
para que los usaran ellos únicamente,
entre aquellas cosas bellas y sencillas, suaves, luminosas.
Pero no se sentirían encadenados a ellas:
ciertos días saldrían en busca de la aventura.
Ningún plan sería imposible para ellos.
George Perec. Las cosas.1
Preámbulo
La pasión desbordada por la cultura escrita es el factor que impulsa 
al lector coleccionista a buscar el paradero de un libro y su contenido. 
Se establece así una constante persecución intelectual de rastros o hue-
llas de ideas expresadas por autores en los infinitos párrafos escritos 
o en los trazos dejados por los libros en su circulación por imprentas 
o librerías, casa de subastas o librerías de viejo, bibliotecas u hogares. 
Dicha acechanza de referencias o de obras no cesa hasta que se da con 
su paradero y podríamos considerarla como parte de una neoicnología.2 
Por eso, las imágenes retóricas del detective —mencionada por Carlo 
* Seminario de Estudios de la Cultura Visual, CeIICH-unam.
1 Perec (1967: 17).
2 Ciertamente la icnología es una rama de la paleontología que estudia las pistas hechas 
por organismos vivos sobre o en el interior de sustratos, mientras que la neoicnología se dedica 
al estudio de los trazos recientes de organismos vivos. Pero aun así, puede pensarse en una adap-
tación al campo de la bibliología mediante la cual la neoicnología estaría dedicada al estudio de 
los trazos hechos por los lectores en las páginas de los libros.
40
Los bibLiófiLos y sus Libros anotados
Ginzburg—3 o del cazador furtivo —referidapor Michel de Certeau—4 
nos sirven aquí para describir y comprender la actividad del lector en 
su aplicación de los cinco sentidos que, en el bosque de las letras y los 
significados, realizan disparos, colocan trampas o detectan huellas para 
apresar ideas, capturar pensamientos o aprehender conocimientos.5
Desde luego es necesario realizar una primera distinción entre las 
imágenes retóricas del detective o del cazador furtivo. Y es que existe 
una pequeña gran diferencia entre un investigador profesional o un 
montero experimentado, frente al policía que deambula por aceras o al 
acechador inexperto. En el ámbito de los lectores, puede distinguirse el 
descifrador que lee de manera obsesiva del “leyente” distraído o light. 
Igualmente, de los coleccionistas de obras escritas, puede decirse que 
existen diferencias entre la propensión desmedida a acumular material 
impreso a diestra y siniestra, que el gusto por coleccionar libros con 
conocimiento de causa, especialmente los raros y curiosos. Así, mientras 
a la primera actividad se le denomina llanamente como bibliomanía,6 al 
segundo modo de relacionarse con los libros es lo que se le considera 
como bibliofilia.
Pero volvemos ahora nuevamente a la imagen de las huellas que 
siguen los cazadores para dar con su presa o la que analizan los detectives 
para encontrar al sospechoso. Traemos esta imagen, la de las huellas, 
haciendo eco a lo que metodológicamente Carlo Ginzburg designó como 
“paradigma indicial”;7 es decir, las huellas como parte del proceso cog-
noscitivo que vincula las pisadas y los rastros dejados durante la cacería 
o la indagación detectivesca. Por ello, para el microhistoriador italiano, 
el análisis historiográfico requiere partir de los indicios retrotrayendo 
o haciendo marcha atrás a través de la observación de los más mínimos 
rasgos. Tales señas, manifiestas en la actividad cinegética del cazador, 
3 Ginzburg (1999: 140).
4 Certeau (2007: 186).
5 Sánchez Menchero (2012: 28).
6 “El valor bibliofílico de un libro se establece según estos tres criterios: interés, belleza y 
rareza. El interés pude radicar, por ejemplo, en poseer la primera edición de una obra, con su 
primer texto y con la presentación original, o bien en encontrar un ejemplar que haya pertenecido 
a un personaje importante, mejor aún si está dedicado, anotado, glosado, etcétera. En cuanto a la 
belleza, se persigue una buena tipografía, ilustración muy buscada, encuadernación atractiva que 
enriquezca la biblioteca. Finalmente, el libro raro o curioso, aquel del que se han tirado o del que 
quedan pocos ejemplares, o ejemplares que se distinguen de los demás por alguna peculiaridad.” 
José Martínez de Sousa, Diccionario de bibliología y ciencias afines, Asturias, Trea, 2004, 93.
7 Ginzburg (1999: 163).
41
Los editores y sus Lecturas: una refLexión deL oficio impresor desde Las bibLiotecas
también son las que aparecen en los indicios ficcionales que describía 
Arthur Conan Doyle y que Ginzburg pone de ejemplo.8
Para tener mayor claridad al respecto, citamos el caso descrito por 
Doyle en el relato “La corona de berilos” contenido en Las aventuras de 
Sherlock Holmes:
—Cuando yo llegué a la casa —continuó Holmes—, lo primero que hice 
fue examinar atentamente los alrededores, por si había huellas en la nieve 
que pudieran ayudarme. Sabía que no había nevado desde la noche an-
terior, y que la fuerte helada habría conservado las huellas. […] cuando 
llegué al sendero de los establos, encontré escrita en la nieve una larga 
y complicada historia. Había una doble línea de pisadas de un hombre 
con botas, y una segunda línea, también doble, que, como comprobé 
con satisfacción, correspondían a un hombre con los pies descalzos. Por 
lo que usted me había contado, quedé convencido de que pertenecían 
a su hijo. El primer hombre había andado a la ida y a la venida, pero 
el segundo había corrido a gran velocidad, y sus huellas, superpuestas 
a las de las botas, demostraban que corría detrás del otro. Las seguí en 
una dirección y comprobé que llegaban hasta la ventana del vestíbulo, 
donde el de las botas había permanecido tanto tiempo que dejó la nieve 
completamente pisada. Luego las seguí en la otra dirección, hasta unos 
cien metros sendero adelante. Allí, el de las botas se había dado la vuel-
ta, y las huellas en la nieve parecían indicar que se había producido una 
pelea. Incluso habían caído unas gotas de sangre, que confirmaban mi 
teoría. Después, el de las botas había seguido corriendo por el sendero; 
una pequeña mancha de sangre indicaba que era él el que había resultado 
herido. Su pista se perdía al llegar a la carretera, donde habían limpiado 
la nieve del pavimento.9
En nuestro caso de estudio, desde luego, se trataría no de seguir los 
rastros de sangre observados por algún cazador furtivo o por el detective 
Holmes, sino de los trazos de tinta manuscritos de autores, impresos 
por editores y leídos por algunos bibliófilos mexicanos relativos al tema 
especializado de la producción editorial.10 Un bosque de ideas o cono-
cimientos que, para el lector cazador de Michel de Certeau, implican 
8 Ibidem, 143.
9 Doyle (2012: 218-219).
10 Desafortunadamente no se pudieron consultar los archivos del Fondo de Cultura Eco-
nómica debido a la crisis sanitaria provocada por el Covid-19. Será en futuros estudios donde se 
podrán confrontar estos primeros análisis.
42
Los bibLiófiLos y sus Libros anotados
seguir las huellas que indican sus diversas apropiaciones. Se trataría, 
por un lado, de la “marginalia” o comentarios acotados por el lector al 
margen de los libros o sus transcripciones en cuadernillos, a manera de 
citas, que luego pueden ser utilizados, ya como autores, en artículos o en 
libros. Por otro lado, de los materiales “trufados” o “testigos”, es decir, 
los apuntes y recortes resguardados, de forma aparentemente azarosa, 
entre las hojas de algún volumen. Por ejemplo, notas de compra, boletos 
de transporte o separadores de libro. Incluso, son de vital importancia, 
los elementos de adquisición de cada uno de los libros: información que 
se obtiene, por ejemplo, a partir de las dedicatorias o de las etiquetas 
de venta de alguna librería o casa de subasta.
Por eso mismo, nuestro estudio buscó dar cuenta de las huellas 
—“marginalia” o “testigos”— dejadas en los libros de las bibliotecas 
personales de José Luis Martínez, Jaime García Terrés, Antonio Castro 
Leal, Alí Chumacero, Carlos Monsiváis y Luis Garrido. Todo lo cual 
resulta interesante de entrada pues revela un mismo perfil lector: no 
es casual que en los seis acervos se encuentren obras de Conan Doyle. 
En particular destacan los numerosos volúmenes referidos a Sherlock 
Holmes como los 22 en la biblioteca de Castro Leal y los 19 en la de 
Luis Garrido. Aunque Carlos Monsiváis también supo hacerse de di-
versas ediciones de la obra de Doyle, una de ellas editada en inglés y 
adquirida posiblemente en Texas, como se infiere de la información 
proporcionada por el testigo en él resguardado: un pase de abordar 
de un vuelo de San Antonio a la Ciudad de México por Mexicana 
(imágenes 1 y 2).11
Pero al lado de la obra detectivesca, y para concluir esta parte intro-
ductoria, nos gustaría mencionar la presencia de nueve libros referidos 
al tema de la cetrería, de los cuales Garrido conservó cinco y Martínez 
un par. De estos últimos destaca La caza en España escrito en 1972 por el 
novelista y aficionado a la cacería Miguel Delibes. Y aquí nos atenemos 
a la figura retórica del mise en abyme, es decir, una construcción literaria 
donde, dentro de una narración, se imbrica un tema con otro similar. 
En este caso, podemos ver cómo Delibes habla de libros sobre cacería, 
obra que a su vez se conserva en la biblioteca de Martínez. En el capítulo 
“La caza hace un siglo”, el novelista hace referencia a la apropiación del 
contenido de ambos libros como un “cazador furtivo”:
11 Doyle (1986).
43
Los editores y sus Lecturas: una refLexión deL oficio impresor desde

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