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El rival de Garcilaso: «esse que de mi s'está reyendo)) (Egl.l.18o) (*) Se ha dicho que la identificación ele Galatea con doña Isabel Freire "no añade nada a nuestro entendimiento" ele la égloga I ele Garcilaso ele la Vega '. Si esto es cierto, no lo es menos que la falta ele esa identificación o la inexactitud con que se hiciera la ele Nemoroso son cosas que entorpecieron el entendimiento ele ese poema y, en general, ele la poesía ele Garcilaso como lo que es: preciso artificio ele apasionante mano ele obra porque en ésta late ele verdad "el eloloriclo sentir" 2 que produjeron criaturas historiables, no entes ele imitación poética. * Abreviaturas: AHN (Archivo Histórico Nacional, Madrid); BAC (Biblioteca ele Autores Cristianos); BAE (Biblioteca de Autores Espa- ñoles); BHi (B1tlletin Hispaniqnc); B NM (Biblioteca Nacional, Madrid): BRAE (Boletín de la Real Acade111ia Espaíiola); BRAJ-I (Boletín de la Real Academia de la Historia); Codoin (Colección de do cumentos inéditos para la Historia de Espaíia); CSIC (Consejo Superior ele Investigaciones Científicas); NBAE (Nueva Biblioteca ele Autores Españoles); PM L A (PuNications of the lvfodcJ·n Langua.r;e Association of Awcrica); RABM (Re·v ista de Archivos, Bibliotecas y Muscos); RHi (Revu.c J-Iispaniqne). A lexander A. Parker, "Tema e imagen ele la égloga I ele Garcila- so ... en La poesía de Garcilaso: Ensayos críticos. compilados por Elías L. Rivers, Esplugues ele Llobregat (Barcelona), Ariel, 1974, pág. 204. 2 Égloga I.350. Citamos a Garcilaso por sus Obms com.pletas con cmnentario , edición crítica ele Elías L Rivers, Madrid, Castalia, 1974 [ = Rivers 1974 ]. Citaremos a los comentaristas por la edición ele Antonio BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA ESPAÑOLA Así, los tapujos, probablemente motivados por respetos so- ciales, con que los comentaristas ele Garcilaso en el siglo xvr, y aun en los dos siguientes, di simularon la pasión adúltera del poeta por Isabel F rei re de Anclracle 3 , cuando es obvio que ya Gallego Morell, Garcilaso de la. Vega. y s1ts comentaristas: Obms com- pletas del poeta. a.com pa.Fíadas de los textos íntegros de los comentarios de el B1·ocensc, Fernando de Herrera, Tamayo de Vargas y Azara, 2." ed., Madrid, Gredos, 1972 [=Gallego 1972]. Para la biograf ía del poeta te- nemos en cuenta, principalmente, a Eustaquio Fernández de Navarrete, :' V ida del célebre poeta Garcilaso de la Vega", en Cddpin,· XVI (Madrid, r8so), págs . . 5-288 [= Navarret~ ]; a Hayward Keni ston, Garcilaso de la Vega : A Critica! Study o( !-lis Lije and W orks, New York, H ispanic Society of America, 1922 [= Keniston]; y a Antonio Gallego Morell, Garcilaso de la Vega: docu·mentos completos, Barcelona, Planeta, 1976 [=Documentos]. Para otros aspectos biográficos de este estudio hemos usado los siguientes repertorios : Historia del re}' Don Pedro y s·u des- cendencia, qu.e es el linaje de los Castillas; escrita por Gmtia Dei, glosa- da y anotada por ot1·o autor, q1tien va contimtando. la dicha descendeuc·ia, publicada por Antonio Valladares de Sotomayor en su Semanario e·rudito (Madrid, 1790), XXVIII (págs. 222-288) y XXIX (págs. 3-61) [= Des- cendencia ] ; A lonso López de Raro, N obilia·rio genealógico de los re·yes y títvlos de Espw1a, 2 vols., Madrid, Luis Sánchez, Impressor Real (I) y Viuda de Fernando Correa Montenegro (II) , 1622 [=Raro] ; Diego Gutiénez Coronel, Hist01·ia genealógica de la casa de 1\!fendoza [1 772], ecl . Ángel González Palencia, 2 vols., Madrid, CSIC, 1946 [ = Coronel] ; A lberto y Ar turo García Carraffa, Enciclopedia heráldica y genealógica hispano-mnericana, 88 vols., Madrid, Nueva ImpreÍ1ta Radio, y también Hauser y Menet, 1952-63 [ = Can·affa] ; Archivo General de Simancas, Catálogo V: Pat1·onato real (834-I851), ecl. Amalia Prieto Cantero, 2 vols., Valladolid, Cuesta, 194Ó-49 [ = e atálago V]. Siendo evidente, pues el poeta no lo ocultó (canción IV.ro1 -07; elegía II.1 51-33) , qué clase de pasión era la que turbaba a Garcilaso, el meterse a explicar quién fuese quien bajo los nombres pastoriles podía ser ofensivo a los familiares del poeta y más aun a Jos de la viuda y los de Antonio de Fonseca, viudo de Isabel, todos gente importante. Recuér- dese que el Brocense dedica su edición a Diego de Zúfíiga, hermano del duque ele Béjar (Gallego 1972, pág. 20, nota 19) y pariente ele E lena ele Zúñiga (Navarrete, págs. rso, 281); y que Antonio Portocarrero y ele la Vega, a quien Herrera consultó para preparar su edición (comentarios 134, 207, etc.), era sobrino y yerno del poeta (Keniston, pág. 164; Navarrete, págs. 141, 151). En cuanto a Tamayo ele Vargas, había dedicado su edi- ción a Luis Laso ele la Vega y Guzmán, conde ele Añover y biznieto ele Pedro Laso, el hermano mayor del poeta; además era amigo (comenta- rio 5) de Juan ele Fonseca y Figueroa, de la familia del marido de Isabel EL RIVAL DE GARCILASO: «ESSE QUE DE MI S'ESTÁ REYENDO» 193 entonces muchos pensaban que la dama de los pensamientos de Freire (Can·affa, XXXV, 196; cfr. con Juan Hurtado y Angel González Palencia, Hist01·ia de la literatnm espaiio/a., 6.a ed., Madrid, Saeta, 1949, pág. 497, y Bartolomé José Gallardo, Ensayo de una biblioteca de libros mros y curiosos, Madrid, M. Rivadeneyra, r866, II, apéndice, pág. 57 a). Por estas razones se entiende que los comentaristas citados, aunque no tenían inconveniente en identificar a Garcilaso con Salicio y a Elisa con Isabel Freire, indicasen, como hizo en 1574 el Brocense (comentario 95), que bajo el nombre de Nemoroso se aludía a Boscán, que fue soltero hasta I539, o a don Antonio de Fonseca, solución propuesta en rs8o por Herrera (comentario 423) y seguida por Tomás Tamayo de Vargas (Gar· cilasso de la Vega, natwral de Toledo, Príncipe de los Poetas Castellanos, Madrid, Luis Sánchez, r622, fol. IO r) y, en 1765, por Azara (comenta· rio 63). El pudibundo Herrera debía saber la verdad por su amistad con Portocarrero, pero, aunque admitía que el poeta, por todas las "cosas que pertenecen a un cavallero para ser acabado cortesano, de que él estuvo tan rico, que ninguna le faltó, tuvo en su tiempo mucha estimación entre las damas", no quiso ir más lejos, a fin de r:arrarnos la vida de Garcilaso con "mui recatada consideración", según dice en sus Obms de Garcilasso de la Vega con anotaciones, Sevilla, Alonso de la Barrera, rs8o, págs. I3· 14. Tamayo prefirió explicar el humo apuntado al fuego menos serio de la aventura napolitana (sonetos XIX y XXVIII) que justifica casi como si hubiese sido premio al heroísmo del poeta en Túnez ("con la ocasión de tan honrado ocio [en Nápoles, tras la campaña africana] pudo la blandura del Amor regalar su corac;ón) y añadiendo que esto era "passión ineuitable a vezes a espíritus de generosa erudición como el de Petrarca, i escusa honrosa de los que en este error le imitan" (ob. ci- tada, fols. 6 v-7 r). Habiendo dicho tanto, sin embargo, resulta compren- sible que Tamayo hubiese sentido la necesidad de puntualizar que Gar- cilaso (y subrayamos nosotros) "tomó estado escogiendo para s1t g1tsto [cfr. infm, nota !02] i honor a doña Elena de Zúñiga", "prima hermana del Conde de Miranda" y "señora de singular caudal" (fols. 5-5 v). Se comprende también que los portugueses no tuviesen que andar con tantos rodeos y que, en consecuencia, Sá de Miranda titulase N e1noroso (1537) una égloga inspirada por la muerte de Garcilaso, a quien llama "Nemo- roso Laso de la Vega", identificándolo como el cantor de "Elisa, el tu cuidado / que acá tanto plañiste". Es posible que Miranda hubiese tra- tado a Garcilaso. En todo caso se declaraba (y era) pariente suyo y en su obra muestra un conocimiento singular de las actividades de los Lasos (cfr. infm, notas 9 y 24) y los versos del toledano, que tenía en manus- crito. Otro portugués que identificó a Garcilaso con Salicio y Nemoroso fue Cam6es. Todo esto fue puntualizado por Carolina Michaelis de Vas- conceJos en su edición de las Poesias de Franciscode Sa de Mimnda, Halle, Max Niemeyer, 1885 (págs. 349-78, 565-66, 831-38, 864, 885), don- 194 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA ESPAÑOLA Garcilaso no era su mujer, Elena de Zúñiga 4 , hicieron posibles dos errores contrapuestos. Uno, que en r823 Jeremiah Holmes de también propuso (págs. 820-24) que Isabel Freire fue la " Célia" ama- da de Miranda hacia 1512 ó 1513 -cosa que creo imposible- y además llorada en la égloga e élia (1536), cosa improbable (cfr. in/m, nota 13). Jorge de Sena ha estudiado la genealogía ele Isabel Freire ele Andrade, probando su parentesco con Miranda, en "Isabel Freire, a amada ele Gar- cilaso", Diá1·io de Notícias, Lisboa, 6 ele septiembre, 1973, págs. 17 y 19, y en Franc·isco de la Torre e D. Joao de Almeida, París, Funclar;ao Ca- louste Gulbenkian, Centro Cultural Portugués, 1974, págs. 71 -72, nota 8. 4 Cristóbal Mosquera ele Figueroa, en su elegía "A la muerte ele Garci Lasso ele la Vega", publicada por Herrera (ob. cit.), aludía al "fuego amortiguado i asconcliclo" del poeta toledano y aun precisaba que "Salicio", esto es, Garcilaso (pág. [36]), celebró "proprias pasiones" en su canto (págs. 39-40). Lope de Vega, en La Do1·otea (1632), también percibía realidades bajo la ficción pastoril ele Garcilaso (ecl. Eclwin S. M01·by, Maclricl, Castalia, 1968, págs. 143-45) . Por otro lado, la comedia- centón garcilasiano ele Diego Serón Spinossa, Garcilaso enamorado (im- presa por Antonio Gallego Morell en El poeta Garcilaso de la Vega en el teatro espai'íol, Granada, Universidad ele Granada, 1963), con todos sus defectos, muestra bien lo que, bajo la ficción dramática, un lector ele Garcilaso enterado de la vida del poeta podía insinuar en el Madrid ele 1616, frente a las componendas del Brocense (m. 1600) y Herrera (m. 1597), a quienes alude (págs. 89-90), y aun frente a las de su coetáneo Tamayo de Vargas. Serón, desde luego, se puso a cubierto haciendo que Garcilaso saliese a escena soltero (desde el principio ele la acción, en 1535, hasta su final, con la muerte del poeta) y llamando María (cfr. égloga III.1-8), y no Isabel, a la amada del caballero. Pero también deja en claro lo si- guiente: (1) María es Galatea y Elisa (pág. 15); (2) la copla "Culpa debe ser quereros" (véase infra, nota 12) la dice Garcilaso a María cuan- do sabe que ella va a casarse en Toledo con Felisarclo (págs. 44-45); (3) Garcilaso llora, con las palabras de Salicio en la égloga I, el casa- miento ele María con Felisardo (págs. 6! -62), y con las ele Nemoroso (págs. 79, 82-83), la muerte - de sobreparto- ele María; no hay eluda, pues, de que María representa a Isabel Freire; tampoco que Serón, y probablemente no sería ni el primero ni el último, veí.:t este asunto de la manera que sólo Faría y Sousa manifestaría después (véase infm. nota 8); (4) Felisarclo, nunca identificado con Nemoroso, repres~nta el papel que históricamente correspondió a Fonseca; aquí es presentado como un "no- ble y rico" "hacendado" que heredó el caudal de sus padres (págs. 47, 58, 61); María, enamorada de Garcilaso, se casará con el otro übligada por su padre, el "avariento " Alcino (págs. 14, 61); Felisarclo es también un personaje grotesco que monta en burra, y con ella se le compara, mal versificador (págs. 46-47, 58-59), rudo y feo (pág. 14), viejo, calvo y con EL RIVAL DE GARCILASO: «ESSE QUE DE MI S'ESTÁ REYENDO» I95 vViHen creyese ver en la obra ele Garcilaso "the sincerity ancl steacliness" del amor conyugal a Elena ele Zúñiga 5• Otro, que la frecuente caracterización del poeta como "vano, artificioso y falto ele interés en la expresión de sus sentimientos", pareciese justificada por su biografía 6 . En muchos libros, en efecto, se ha hecho la historia de Garcilaso sin aludirse a la naturaleza ele su relación con Isabel Freire 7 , a pesar de que en r689 la dientes postizos, con cara de almohada ele estrado " y "nariz de arpía" (págs. 47-48); su nombre, Felisardo, significa 'afortunado' en portugués y ésta es lengua que usa, dirigiéndose a su mujer, encinta, para llamar "menino" al hijo por nacer (pág. 68) ; (S) el amor ele Garcilaso por Ma- ría, que el poeta califica ele adúltero (págs. 53-54; cfr. pág. sr : "Gar- cilaso, estoy casada") , es definitivamente cortés, frente al del mujeriego poeta Diego Hurtado de Mencloza (págs. 78-79, 83-84); (6) Boscán, que también es personaje dramático (con otros más igualmente históricos), nunca es identificado con Nemoroso; tampoco es galán ele María; su papel consiste en ser amigo y confidente ele Garcilaso; (7) la égloga II se dramatiza en parte identificándose a Garcilaso con Albania, a María con Camila y a Salicio con Boscán. The W01·ks of Gm·cilaso de la V ega ... Tmnslated into English Verse; with . . . a Life of the A1tthor, London, Hurst, Robinson & Co., r823, pág. r28. Las palabras citadas son de Tomás Navarro Tomás, en su edición de las Obms de Garcilaso de la Vega, Madrid, Clásicos Castellanos, I9II, pág. xviii. Ca!lete, en su discurso de ingreso a la Real Academia Española, sobre la poesía de Garcilaso, fray Luis de León y Francisco de Rioja, tachaba de poco original, de "forzado y demasiadamente artificioso" a Garcilaso (frente a la originalidad de fray Luis, que " nos conmueve tan hondamente"), echando de menos en el toledano "la ingenua expresión de pensamientos y afectos espontáneamente nacidos en el alma". Es obvio que Cañete creía que Nemoroso era Boscán o Fonseca porque dice que Garcilaso, en los versos 282-87 de la égloga I, "se transforma en sus camaradas y amigos, recuerda sus infortunios, y teme perder la que adora, porque el amigo perdió su amada" (Discursos leídos ante la Real Aca- demia Espaííola en la recepción pública de Don Mamtel Caiiete, Madrid, Rivadeneyra, r8s8, págs. ro-u, 13, 19). 7 Algunos de los autores que evitaron el asunto son: Antonio Gil ele Zárate, M amtal de lite·raf1tm, Seg1tn.da pa·rte: R esmnen histó1·ico de la literatum espaFíola, Maclricl, Boix, 1844, I, 88-roo; George Ticknor, Historia de la litemtura espaiiola [r849], traducción ele Pascual de Ga- yangos y Enrique ele Vedia [r8sr ], reimpresión ele José A. Oria, Buenos Aires, Bajel, 1948, II, 26-32, 34-37; Navarrete, pág. 53; Adolfo ele Cas- tro, BAE, XXXII [r8s4l. págs. ix-xvi, 3 (nota r); y Manuel ele la Re- BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA ESPAÑOLA había descubierto Manuel de Faría y Sousa 8 , aunque lo hicie- ra con tiento, pues, para él, Garcilaso había galanteado a Isabel villa, Principios generales de literatura e historia de la literatura espa- íiola, Madrid, Francisco Iravedra, 1884, II, 367-72. Y esto, a pesar de que Friedrich Bouterwek ya había indicado, refir iéndose a la égloga I, que su primer canto "a pour objet l'infidelité, et l'autre, la mort d'une aman- te. Un fait réel de la vie du poete parait lui avoir fourni le sujet de ce dernier chant ., (I-Iistoú-e de la littératttTe espagnole trad'ltite de l' Alle-nwnd [ ... ], París, J. Gratiot, r8r2, I, 252; la edición alemana, de r8o4, se tra- dujo también al español en r823. Entre estos autores el que hizo contri- bución más favorable fue Navarrete. Tanto por la documentación allegada cuanto porque llevó al extremo la tendencia a adecentar la biografía del poeta que hemos visto en Herrera y Tamayo. Y así, a pesar de haber leído a todos los comentaristas y manejado la impresión de 1796 de las Obras de Garci laso, editadas por Antonio de Sancha en Madrid y en la que se había recogido la teoría de Faría y Sousa (cfr. infm, nota 8) y las noticias de Zapata (infra, nota 10), decidió no ahondar en el asunto de Isabel, para referirse sólo al episodio napolitano, que, además, narra (pá- gina 66) como si lo declarado por Garcilaso (soneto XXXV) fuese in- creíble. En cambio, y sin duda atento a su propósito de que " la impor- tancia de los sucesos, que teníamos necesidad de tocar, no ahogase u os- cureciese con su grandeza al personaje principal" (pág. viii), da como hecho probado que Garcilaso, siendo "naturalmente afectuoso,suspiraba por los placeres de la vida doméstica", y que, "a pesar de algunos ga- lanteos, ligeros estravíos de su corazón, o tributo rendido a la galantería del siglo, amaba a su mujer tiernamente, y, cansado de dejarla tanto tiem- po en la soledad de su casa, se retiraría a ella en cuanto encontrase oca- sión" (pág. 6r; cfr. págs. 23-24, 31). Pamela Waley, que en "Garcilaso, Isabel and E lena: the growth of a legend", Bulletin of Hispanic Studies, LVI (1979), r r-rs, quiere ver amor matrimonial en los sonetos III, IV y V de Garcilaso y echa una mirada fría a la acogida que la crítica mo- derna ha dado a la noticia de Faría y Sousa sobre el amor entre Gar- cilaso e Isabel, pasa por alto hechos importantes (cfr. Dowmentos, núme- ro 70), supone que el poeta pensaba trasladar su familia a Reggio (pág. 12) y deja sin comentario esta vieja leyenda del Garcilaso marido enamorado y hogareño, llevada a la perfección sin pruebas (ni siquiera el "docu- mento n.0 7" aludido por Navarrete) por nada menos que "Garcilaso's first serious biographer" (pág. u). 8 En su edición de las Rimas varias de Lwis de Camoens (Lisboa, Imprensa Craesbeckiana, r689, IV), comentando un pasaje camoniano (égloga II, estancia I7: "Ouviase Salicio lamentarse") alus ivo a Garci- laso, especifica que " Garcilasso lo mismo es Salicio que Nemoroso" , que "Gala tea . y E lisa representan a Doña Isabel Freyre " (pág. 21 r) y que "de sus amores fue Garcilasso muy derretido, estando ella en Pa lacio; EL RIVAL DE GARCILASO: « ESSE QUE DE MI S'ESTÁ REYENDO» 197 "antes de casar, y bien puede ser que con intento de casar con ella" (pág. 212) 9 • y a ella son los más de sus versos; y aunque un Anotador dize se en- tiende por Nemoroso su marido D . Antonio de Fonseca, Garcilasso la llora por sí". Y si la llamó con dos nombres fue "por el respeto devido a Don Antonio, pues no era lícito que después de ser muger D. Isabel, la nombrasse Garcilasso como servidor suyo [ ... ] ; y assí, por dissimular, la llamó Galatea en lo que le tocava della, y después E lisa, quando se podía presumir que D. r\ntonio, su marido, se representava en Nemo- roso " (pág. 212) . Esta teoría, insinuada por su autor ya antes, y recogida luego en la "Advertencia" preliminar de las Ob1·as de Garcilaso de la Vega, Madrid, Antonio de Sancha, 1786, sólo sería difundida en el siglo pasado por Carolina Michaelis, sorprendida de que, después ele tanto tiempo, todavía laborasen "em erro os modernos historiadores " de Gar- cilaso (pág. 832). Gracias a ella, Marcelino Menénclez Pelayo, en 1908, en su Antolog-ía de poetas lí1·icos castellanos (Edición Nacional, Santander, Alclus, 1945, X, 50-54) endereza las cosas. A pesar ele ello, y del estudio preliminar en la citada edición de Navarro T omás (19II), donde todo aparece claro (pág. xviii), todavía en la 2.a edición, aumentada, de la traducción francesa del manual de James Fitzmaurice-Kelly (Littérature espagnole, París, A. Colin, 1913; la edición inglesa, de 1898, se había traducido ya al español, en 1901, y al francés en 1904) se elude el asun- to (pág. 194), y se sigue repitiendo sobre Garcilaso que "on lui a objecté qu'il abanclonne sa personalité, et se transforme en un écho merveilleux cl'une convention pseudo-classique surannée" (pág. 193) . E n España, Julio Cejador y Frauca, en su Historia de la lengua y literatu·ra castellana (1915-22), no obstante los detalles biográficos que trae, no dice una pa- labra sobre Isabel Freire y sí hartas sobre los versos de Garcilaso, que le parecían carecer "del nervio, del real ismo y ele la sinceridad [ .. . ) pro- pias del alma española" (2.U ed., Madrid, Hernando, 1928, II, 86). 9 Al parecer, ningún estudioso ele Garcilaso ha tomado en serio esta afirmación, aunque su autor había insistido en que Garcilaso fue " ser- vidor suyo [de I sabel] en tiempo en que lícitamente lo pudo ser" (pá- gina 212), es decir, cuando tanto ella como él eran solteros. Esto, que parecería un tapujo (al estilo del ele Serón Spinossa) con que velar un tanto la realidad, podía ser verdad, ya que Faría y Sousa, como estudioso de las cosas ele su país, estaba enterado ele noticias sobre Isabel que los españoles desconocían. Que Garcilaso hubiese conocido a Isabel antes ele que ella llegase a España en 1526 es muy posible porque lo es la visita del poeta a Portugal cuando su hermano mayor, Pedro, estaba allí exilado por su intervención a favor ele las Comunidades, lo mismo que la viuda ele Juan ele Padilla, María Pacheco, prima y vecina ele los Lasos en Toledo, y el regidor Hernanclo ele Avalos, casado con la tía materna del poeta, María ele Ribera. Pedro Laso de la Vega, a quien el emperador BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA ESPAÑOLA Parecidos desaciertos resultarían de las contradictorias noti- cias que desde el siglo XVI nos han llegado sobre el marido ele había confiscado el mayorazgo (Los Arcos, Cuerva y Batres), andaba re- fugiado, ya antes de diciembre de 1522, en la patria de Isabel, donde "no son pocos" los portugueses influyentes que le ayudaban, según informaba el vigilante embajador ele España. A éste también le preocupaban las ma- niobras del embajador francés, interesado en que Pedro pusiese su es- pada al servicio de Francisco I e insinuando que la reina de Francia estaba a la muerte y que eso "synifica casamiento para la señora yn- fante doña Y sabe!" de Portugal. Más inquietante fue que, en 1523, y por- que se le quisiera tomar el señorío de Los Arcos (en Badajoz y codi- ciado por el Condestable de Castilla) , Pedro cruzara la frontera y se encastillase con gente de armas en Los Arcos precisamente cuando iba a ser vendido. Asegurado de que se le mantenía acatamiento, Pedro se vol- vió a Portugal y luego trató ele conseguir la gracia imperial. Esta le lle- garía con dificultad y, según parece, se debió más al favor lusitano que a su incursión en Extremadura. En efecto, Joao III, que lo estimaba (como antes Manuel I) , le había abierto las puertas ele su corte e inter- cedió por él ante Carlos V. Y esto sucedió cuando al emperador le im- portaba mucho agradar al monarca lusitano, porque Carlos V, necesitado de reafirmar la unión ibérica frente a Francia, trataba con dificultad de concertar el matrimonio de su hermana Catalina con Joao III (y el suyo con la infanta Isabel ele Portugal) al mismo tiempo que descontentaba a los portugueses mandando naves a "Calicud o los mamellucos (según es- cribía D. Martín de Salinas) a saber y conocer la calidad de la especie- ría". Es comprensible, en consecuencia, que en marzo ele 1524 se permitiese a doña Sancha de Guzmán, madre de Pedro Laso, comprar Los Arcos por 6.ooo escudos. Es probable que la infanta ele Portugal hubiese tenido mano en este asunto porque el embajador español, en carta de 26 de julio de 1524, notificando que Pedro (que "tenía consigo un hermano suyo") "andaba públicamente en la Corte [en Évora] y Palacio, y que el Rey le libró mil ducados y mandó que le hiciesen crédito de otros mil", tam- bién informaba que "se hablaba de casarse [Pedro] con una dama" ele la corte. Por fuentes portuguesas sabemos que el enlace se llevó a cabo; que a Pedro "por este casamento se !he restituiram" las tierras confis- cadas; que esa señora, Brites de Sá, era prima segunda del poeta Fran- cisco de Sá de Miranda, y que era dama al servicio de Isabel de Portugal (1503-39), cuya camarera mayor, Isabel ele Almeida (1447-1518), era pa- rienta de Isabel Freire. Esta, como es sabido, también sirvió a la futura emperatriz, que la estimaba tanto como para decir, según Faría y Sousa, ,e que o no vendría [a España], o le avían de dexar traer consigo a D. Isa- bel Freyre" (pág. 212). Garcilaso, que frecuentaba Los Arcos (Docmnen- tos, pág. 13) y que ya por estas fechas habría hecho su breve noviciado en Uclés (cfr. Keniston, pág. 64, con nota 83, infra), pudo fácilmente ser EL RIVAL DE GARCILASO: «ESSE QUE DE MI S'ESTÁ REYENDO» 199 Isabel, don Antonio ele Fonseca, identificado con el refinadoy amantísimo Nemoroso, pero también objeto ele ambiguas, si no ese hermano que acompañó a Pedro durante el verano de 1524, pues ninguno de los otros hermanos, Gonzalo, profesor; Francisco de la Vega, clérigo; ni Fernando de Guzmán, con sólo dieciséis años de edad, parece el más indicado para tales aventuras. En esa ocasión, y cuando el poeta aún era soltero, pudo haber visto por primera vez a Isabel Freire, prima hermana de Joao de Almeida, gentilhombre de Carlos V y compañero de armas de Garcilaso en 1523. Un pasaje de la égloga Ne·moroso (ver- sos 518-23), de Sá de Miranda, en el que el poeta portugués se refiere al parentesco entre Sás y Lasos de la Vega, así como a la facilidad con que éstos (Pedro y luego su primogénito, en 1532) cruzan la frontera bus- cando el amparo de la familia lusitana, también parece aludir a la pre- sencia de Garcilaso en ese enlace. Dirigido a Garcilaso (el pastor Ne- moroso) , el pasaje reza: " Al mui antiguo apr isco 1 de los Lasos de Vega 1 por suerte el de los Sás viste juntado. 1 Si cae el mal pedrisco 1 abrigando se allega 1 i canta ende el pastor, huelga el ganado." V éanse: ] acintho Pe res, "Notas soltas a proposito de Francisco de S á de Miran- da", Occidente: R evüta. illnstrada de Port1.tgal e do estmngei1-o, I (Lis- boa, I5 de octubre, !878), pág. !58; Carolina Michae!is, págs. 378, 83I-J2, 837-38, 885; Manuel Danvila, Historia crítica y documentada de ' !as Co- munidades de Castilla (6 tomos publicados en el Me·morial Histórico Es- paiiol, XXXV-XL, Madrid, Viuda e hijos de M. Tello, 1897-99), V, 369, 37I, 385-86, 4'33, 437-39, 447-48, 458, 492-501, 568, 574 (para el Pedro de Guzmán mencionado por Jacintho Peres, véanse II, 216, 462; IV, 61 4); Joseph Perez, La R évo lntion des "Comunidades " de Castille (rsza-I52I), Bordeaux, Institut d'Études Ibériques et Ibéro-Americaines de l'Univer- sité de Bordeaux, 1970, págs. 234, 291-307, 620, 622, 629, 642, 649; An- tonio Rodríguez Villa, "El emperador Carlos V y su corte (1522-39)" [Cartas de D. Martín de Salinas], BRAH, XLII-XLVI (1903-05), car- tas ro, 19, 21, 24, 31, 33, 36, 54, 55, 6o, 66, 71, 74 ; cfr. con las numera- das Sr, 97, 123, 124 [=Salinas] ; Hayward Keniston, Fmncisco de los Cobas, Secretar3' of the Empe1'or Charles V , Pittsburgh, University of Pittsburgh Press, 1958, págs. 86-87 [= Keniston 1958]; Catálogo V, núms. 4·199-4.203 y 837 (cfr. Doc1/.ln.entos, págs. 74, 87 y 204); Cristovao AHio de Morais, P edatnra htsitana (Nobiliá1'io de famílias de Portugal), Porto, Fernando Machado, 1945, tomo III, vol. 2, págs. r85-86. En Na- varrete (pág. r4r), Docu.mentos (págs. 79, 82, 85, ro3, 302) y Rivers (1974, pág. !09) hay noticias sobre los hermanos menores de Garcilaso, y en Doc~tmentos (págs. 304-05) y Joseph Perez (págs. 6r9-21, 644, nota 26) sobre su parentesco con el comunero Hernando de Avalos, regidor to- ledano. En cuanto a la fuga a Portugal del hijo de Pedro Laso (Garcilaso de la Vega y Guzmán, quien, en 1531, se había casado en secreto con su parienta Isabel de la Cueva, heredera del ducado de A lburquerque) y el 200 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA ESPAÑOLA malignas reticencias que apuntaban a algo ocultable que se de- jaba indeterminado: Fonseca "no fue de la compañía de Gar- cilaso" 10, Isabel Freire se había casado "con un hombre fuera de su condición" 1\ y el propio Garcilaso había aludido a una mayúscula. y misteriosa "diferencia" (égloga I. 166) entre Isabel y Antonio que hacía inconcebible su matrimonio. Entre los comentaristas, que podían haber precisado la ín- dole de tales rumores, no hay sino circunspecto silencio, y por ello en nuestros tiempos resultó fácil llenarlo de conjeturas, pre- asilo que allí encontró entre sus parientes, véanse Documentos (págs. 130, 131) y el artículo citado (supra, nota 4) de Sena. En Documentos (pág. 307) se menciona "una escriptura de arras que el señor don Pedro Laso otorgó a doña María de Mendoza, su muger" [primera] en 1526. La fecha debe estar equivocada o mal leída porque Pedro ya era viudo en 1524. Además, su hijo, y de María de Mendoza, era ya mayor de catorce años en 1531 (Navarrete, págs. 222-23, 232; infra, nota no). Sobre la mencionada Isabel de Almeida, hija de Branca de Almeida y Ruy Gomes da Silva, antepasa- dos de los duques de Pastrana, consúltense Coronel (pág. 56o), la Peda- tura lusitana, tomo II, vol. 2 (1944), pág. 398 (cfr. con pág. 402) , y el Livro de linhagens do séwlo XVI, ed. António Machado de Faría, Lis- boa, Academia Portuguesa da História, 1956, pág. 285 [ = Linhagens]. En estas dos últimas obras, respectivamente en las páginas 400 y 287, se habla de Joao de Almeida, frustrado heredero del condado de Abrantes, primo de Isabel Freire y padre del toledano Juan ele Almeida, rector de la Universidad de Salamanca en tiempos ele fray Luis de León y el Bro- cense. Jorge de Sena (libro citado supra, nota 3, págs. 71-77) situó su ida a España hacia 1530, pero, por los Documentos (pág. 63), consta que ya servía a Carlos V en 1523. El parentesco de Garcilaso y María Pacheco puede verse en Coronel (págs. 160-67, 178, 331-37) y Navarrete (pág. 275). 1o Luis Zapata, Miscelánea., ed. Pascual de Gayangos, en el Memorial Histórico Espmiol, XI (Madrid, Imprenta Nacional, 1859), pág. 385. '11 "De Garc;illasso, A doña Y sabe! Freyra porque se casó con vn hombre fuera de su condición" (fol. 117 v) es el título que se da, en el MS. 17.969 (Lastanosa-Gayangos) ele la BNM, a la copla II de Garcilaso, publicada por primera vez en la edición de 1574 del Brocense con el título "Canción, aviéndose casado su dama". Véase Rivers 1974 (págs. 53-54) y, para el manuscrito: Karl Vollmoller, "Der Canc;ionero Gayangos", Ro- manische Stttdien, IV (1880), 197-228; O reste Macrí, "Recensión textual de la obra de Garcilaso", Homenaje: Estudios de Filología e Historia Literaria, La Haya, Instituto de Estudios Hispánicos, Portugueses e Ibe- roamericanos, 1966, págs. 305-3'3I, especialmente 312, 323, 326; Alberto Blecua, En el te.rto de Garcilaso, Madrid, Ínsula, 1970, pág. r8o. EL RIVAL DE GARCILASO: «ESSE QUE DE MI S'ESTÁ REYENDO» 201 cariamente fundadas, acerca del aspecto físico 12 y condición es- piritual13 de Fonseca. Y aunque aquellas medias palabras sobre 12 Keniston, págs. 8r-82. Que a Fonseca se le apodase "el Gordo" parece cosa fabricable a partir de los versos 175-80 ele la égloga I de Garci laso. Keniston, sin explicar ele dónde sacara la noticia ele que "Don Antonio vv'as commonly known as el Go·rdo" (pág. Sr), la dio como hecho cierto, y de él la toman muchos, sin discusión, empezando por Navarro Tomás, en su reedición ele las Obms del poeta (Madrid, Clásicos Caste- ll anos, 1924, pág. xix). Véase infra, nota 132. 1 3 Gregario Marañón (Elogio y nostalgia de Toledo [1940], 2." ed., Madrid, Espasa-Calpe, 1951 [=Marañón rgsr ], pág. 82), leyendo mal a Keniston (pág. 82), quien a su vez ya había reproducido e interpretado mal una cantiga de Sá de Miranda (cfr. ecl. Carolina Michaelis, pág. 43), nos dice que Antonio ele Fonseca no tenía "nada de humano". La fuente de Keniston había sido un comentario, definitivamente infundado, ele Teófi- lo Braga (Histon:a da Littemttwa Po1·t~tgneza: Sá de Mimnda e a Eschola Ita.liana, Porto, Charclron, r896, págs. rSr-84), según el cual Miranda, ena- morado de Isabel Freire, habría lamentado ·el casamiento con Fonseca en las cantigas XXVII y XXX (págs. 43-44, 50-51 ed. citada). Que la "Célia" de Miranda fuese Isabel Freire -hipótesis iniciada con explícitas reservas por Carolina Michaelis (pág. 820, líneas 23-27; comentario en págs. 823-24 a los VV. 52-56 de la dedicatoria y V . 83 ele la égloga Célia), pero vigorosa- mente aumentada por Braga en r896, quien, sin embargo, la enmendaría en 1914 para duplicar a "Célia" en Isabel Freire y Vittoria Colonna- es un buen ejemplo de la "prodigaliclade no fantasiar" que José V . de Pina Martins (Sá de Mimnlla : Poesias escolhidas, Lisboa, Verbo, 1969, pág. 13) censura en sus ilustrespredecesores, particularmente en Braga. El juicio no es excesivo si pensamos en que la "Célia" ele Miranda (men- cionada por Bernardim Ribeiro en un texto anterior a 1530) no puede ser anagrama ele la " Elisa" (=Isabel) de Garcilaso porque por esas fe- chas el poeta toledano aún no había compuesto sus églogas I ni III, los únicos versos en los que usa el nombre "E lisa" para referirse a Isabel (cfr. Lapesa, págs. r87-89). Por otro lado, si el citado pasaje de Ribeiro se lee como propuso Carolina Michaelis (cfr. con Braga r8g6, pág. 49) resulta que "Célia" es una "nympha do Mondego" (pág. 820), cosa inapli- cable a Isabel Freire, que nada tuvo que ver con Coimbra, sino con Beja, donde nació y vivía su familia (iufm, nota 124). Pero el reparo más serio es otro: el idilio entre Miranda (nacido en r48r) y "Célia" se supone que ocurrió hacia I5I2-I3 (período que podría ampliarse a rs ro-r 5), cuando, seg{m sabemos hoy, Isabel, hija de Guiomar Freire y su tercer marido, Bernarclim ele Almeicla. sería todavía muy niña, porque en 1500 su madre aún no había enviudado del segundo esposo, Ruy o Rodrigo de Sancle, poeta y embajador en Espaíía . A pesar de que Menénclez Pelayo (X, 53- 54) prefi rió ignorar la tesis ele Carolina Michaeli s, Keniston (1922) y, tras 202 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA ESPAÑOLA la "condición" y la "diferencia", según Keniston, no al u dirían al gordo cuerpo ele Fonseca, sino a la incompatibilidad entre el caballero y su mujer, ambas suposiciones se han combinado lue- po para producir un Fonseca ridiculizado "no sabemos exacta- mente por qué" 1 4 . Y así, ele la gordura improbada, le derivan como cosas indudables "baja estatura" 1 5 , "robusto cuello" , "mala facha" y "opulencia" 16 ; y porque Zapata (pág. 385) ha- él, Navarro Tomás (1924) la aceptaron (con las añadiduras de Braga, y sin mencionar su palinodia de 1914) y la pusieron en circulación entre los estudiosos de Garcilaso (la ed. de Sá de Miranda hecha por Manuel Rodrigues Lapa, Lisboa, Sá da Costa, 1937, sigue igualmente tal parecer). Y entre nosotros todavía continúa hospedada, aunque ya en 1928 José ele Sousa Machado (0 poeta do N eiva, Braga, L ivraria Cruz, pág. 47) la había desterrado ele la biog rafía de Miranda por carecer ele fundamento serio, y en 1941 Dámaso Alonso la rechazó por la misma razón (cfr . Ber- nardim Ribeiro, Obms completas, ecl. A quilino Ribeiro y Manuel Marques Braga, L isboa, Sá da Costa, 1950, II , 40, con Dámaso Alonso, Obras co1n.- pletas, Madrid, Gredas, 1973, II, 527-29). E l ingenioso y en algunos as- pectos útil artículo de Adrien Roig, "¿Quiénes fueron Salicio y Nemo- roso ?", C1·iticón, IV (Université de Toulouse-Le M irail, 1978), r -36, donde se propone que el Salicio garcilas iano es el disfraz pas toril ele Sá de Miranda, desdeñado amante ele Isabel Freire (y no se trataría, según Roig, de los "amores idílicos que participan ele los juegos infantiles" ex- presados por Nemoroso-Garcilaso, sino de los amores sensuales de " la posesión", "dichosos y logrados"), es buena prueba ele que la leyenda sigue sigue atrayendo más que la historia. Véanse : sltpra, nota 3; Braga (1896: págs. 48-62, 181-84) y también su Bcnra·rdim Ribei1·o (Porto, Chardron, 1897, págs . 40-43, 79-81, II7) y su T-Iistoria da Littemtnra Portugueza: Il, R enascenr;a, Porto, Chardron, de Lello e irmiio, 1914, págs. 132-3•3, 155, 158, 168, 180, 184-88; P edatum lusitana (snp·ra, nota 9) : tomo I, vol. 2 (1944) , pág . 323 (Sandes); tomo II, vol. 2 (1944), págs. 9, 15 (Freires de Andrade), 399, 402, 41 5 (Almeidas); Linhagens, pág. 268; Catálogo V, núms. 4.177-78; Cancionei1·o geml de Garcia de Rese11de, ecl. J. A. Gonc;alvez Guimarais, Coimbra, lmprensa da Universidade, 1915, IV, 224-25; Grande Enciclopédia P01·tgnesa e Bmsileim, Lisboa-Río ele Janeiro, Editorial Enciclo'péclia, s. f. , XXVII, 43 ("Rui ele Sande "). 14 Dámaso A lonso, "El destino ele Garci laso " [1942-62], en Obms rompletas, II, 529. 15 Garcilaso ele la Vega, Églogas, estudio, notas y comentarios ele texto por Antonio Gallego Mot·ell , Madrid, Narcea, 1972, pág. 147. 16 Marañón 195 1, págs. 74, 82, especificando que era "rico y tan opulento, que le llamaban el Gordo". En su estudio preliminar a la An- tología poética e11 honor de Garcilaso de la V ega (Madrid, Guaclarrama, EL RIVAL DE GARCILASO: «ESSE QUE DE MI S' 1 ESTÁ REYENDO» 203 bía afirmado que Fonseca, a diferencia de Boscán, no era poeta, ele ello se deducirá que era "un hombre vulgar" '17, y " burdo" 18, y se insistirá en su "notoria vulgaridad", clescribiéndosele como "de ingenio bastante romo " y, "al parecer, poco inteligente, mu- cho menos, ele seguro, que su rival". Como si esto no fuera su- ficiente, se le tuercen unas palabras a fray Antonio de Guevara para de ellas sacarle a Fonseca el oficio de avaro usurero "que prestaba con réditos implacables a los cortesanos entrampados por el juego". Para colmo ele ligerezas, se le desnaturaliza y se le hace portugués 19. Y todo este retrato, parecido al ele Dorian Gray en la incontenible evolución hacia una estampa "peor", se hace sin parar mientes en la incongruencia que implica suponer que tan pobre diablo fuese capaz ele enamorar a una mujer a quien se nos presenta habituada al trato de poetas exquisitos. Más aún, tan grotesco personaje habría sido quien inspirase en Garci laso las quejas más graves que el poeta escribiera. 1958) compilada por Antonio Gallego Morell, Marañón se refiere de nuevo a Fonseca como "rico, torpe y grotescamente obeso" (pág. 13) . 17 Manuel Altolaguirre, Ga·rcilaso de la Vega, Madrid, Espasa-Calpe, 1933, pág. So. En otro lugar dice que Fonseca era "un propietario de Toro, engreído con sus riquezas " (pág. 89) y, como amante, " monóto- no" (pág. 83) . 1.8 Antonio Prieto, Gm·cilaso de la Vega, Madrid, Sociedad General Española ele Librería, 1975, pág. so. 1·9 Marañón 1951 (págs. 74, 82) y en Espafíoles fu.era de E spaña, Colección Austral, Buenos Aires, Espasa-Calpe Argentina, 1947, pág. 17 [=Marañón 1947]. No cita Marañón el pasaje ele Guevara en que funda que Fonseca fuese prestamista. Pero es sin duela la epístola V, para D. Pedro Girón, de 15 ele septiembre de 1523 (BAE, XIII, 84-86), al final ele la cual se relata que Guevara había hablado "al Sr. Antonio de Fonseca sobre no sé qué embargo que había en una libranza" a favor ele Girón y que su sobrino Rodrigo Girón, jugador empedernido, no conse- guía cobrar. Pero ni este Fonseca es el rival de Garcilaso, sino Antonio ele Fonseca y Ayala, señor ele Coca y Alaejos, ni hay aquí caso a lguno ele usura, sino algo crónico en la España carolina : la lentitud y dificultad con que la tesorería real (este Fonseca era entonces contador mayor ele Castilla) despachaba las órdenes ele pago. Otras referencias a este señor hizo Guevara en la epístola VIII (pág. <)O b), ele 1532 (y no 1523, como se lee) , y en la X LVIII (pág. 149 b). 204 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA ESPAÑOLA I Sobre qtuen, sin glosa, fuese "Don Antonio de Fonseca, ca- ballero principal ele Toro" que casó "con su amiga" Isabel Freí- re "estando la Corte en Toledo", según informó Zapata (pági- nas 3'84-85), sólo sabíamos eso y los elatos allegados por Kenis- ton : que era miembro ele una ele las más destacadas familias ele la nobleza española, que fue regidor de Toledo, y que, después de tener dos hijos, se le murió la mujer dando a luz a otro 20 • Una investigación ele la frondosa genealogía ele los Fonseca, familia procedente de Portugal que desempeñó un papel importante en la vida eclesiástica y cortesana española desde tiempos ele Juan I de Castilla 21, muestra que Antonio ele Fonseca y Ulloa, que así se llamaba el rival de Garcilaso, perteneció, por la línea ele su padre, Gutierre ele Fonseca, a la rama más ilustre ele la dinastía -la encabezada por su tatarabuela Beatriz ele Fonseca, mujer del Dr. Juan Alonso de Ulloa 122 , letrado del Consejo Real ele Juan II- y ele la cual, según se diráen el siglo xvrn, "pro- ceden los más Graneles ele Castilla, pues de sola Doña Beatriz [ ... ] descienden, y con Estados de su Apellido, las Casas de los Marqueses del Cenete, Duques del Infantado, y las de los Con- des ele Monterrey, Fuentes ele Valclo Pero, Ayala, y Villa-Nueva ele Cañedo" 23 . Son los activos Fonsecas que como prelados, miembros del Consejo real, comendadores y contadores mayo- res, capitanes generales o presidentes ele consejos y ele las Cor- tes, aparecen continuamente en las crónicas y documentos ele los siglos xv y xvr. La "condición", pues, ele Antonio ele Pon- seca, en cuanto a lustre familiar, no era en modo alguno inferior ·20 Páginas Sr, 123, 473-74, 478. No me ha sido posible localizar en el AHN la fuente usada por Keniston porque éste sólo indicó los números del legajo (230) y documento (3.117), pero no la sección en que se ha- llaban. llt Carraffa, XXXV, r66-2oo. 22 Carraffa, XXXV, rgo. 23 Joseph de Roxas y Contreras, Historia del Colegio Vie:io de S . Bar- tholomé, Mayor de la célebre Universidad de Salamanca, segunda parte, tomo primero, Madrid, Andrés Ortega, r768, pág. 249. EL RIVAL DE GARCILASO : «ESSE QUE DE MI S' ESTÁ REYENDO» 205 a la esclarecida de Isabel, parienta de Garcilaso y Sá de Miran- da, y procedente de una casa remontable al gallego Nuño Freire de Andrade, exiliado político en Portugal, donde sería Gran Maestre de la Orden de Cristo en tiempos de Pedro I 24 • 24 Jorge de Sena, artículo citado (supra, nota 4), pág. 19, donde se muestra que Isabel era parienta de Sá de Miranda y se afirma sin más precisiones que también lo era de Garcilaso. Este parentesco (para el de Garcilaso y Miranda véanse también supra, notas 3 y 9), que era remoto, se estableció por enlaces de las tres familias con la casa de Meneses. Así, el poeta J oao Rodrigues de Sá de Meneses, que era primo de Sá de Mi- randa, lo era igualmente de Isabel porque, por parte ele su madre, des- cendía de Fernando de Meneses, que había casado con Brites ele Anclrade, prima hermana de J oao Freire de Andrade (m. 1421), tatarabuelo paterno ele Isabel. Descendiente también del matrimonio ele Brites y Fernando fue Jorge de Meneses, II conde de Castanhede, que casó con Leonor Manuel de Sotomayor, hija ele Juan de Sotomayor, II sefwr ele Alconchel (en tiempos ele Enrique IV), que era primo hermano ele Blanca ele Sotoma- yor, señora de Los Arcos y abuela paterna ele Garci laso. Por otro lado, Martinho, hijo tercero del citado Fernando ele Meneses, había casado con María Freire Coutinho, hermana ele Nuno Freire de Anclrade, abuelo ma- terno de Isabel Freire. El vínculo ele las fam ilias ele Isabel, Garcilaso y Sá de Miranda se establece también por medio ele otra Isabel Freire, prima de la amada ele Garcilaso e hija ele Guiomar Freire da Si lva y ele Jorge Furtado de Menclo.;a, procedente, éste, ele la rama portuguesa ele la casa española de la que descendía el a lmirante Diego Hurtado ele Men- doza (136S-1405), marido ele Leonor ele la Vega y antepasado de Garci- laso. La primera mujer de este Jorge había sido Isabel da Cunha, hija de J oao Rodrigues ele S á, señor ele Sever y pariente del poeta Sá ele Miran- da. Garcilaso estaba también relacionado con los Freires ele Anclracle gallegos a través del matrimonio en 1423 ele Nuño Freire de Anclracle (se- ñor ele Puente de Eume, Ferro! y Villa lba) con Beatriz ele Va lclés, nieta ele Íñigo López de Orozco (II señor ele Escamilla, muerto en 1367) y ele su muj er Marina de Meneses, de quienes descendía Íñigo López de Men- cloza, el primero y famoso marqués ele Santillana (I398-r4s8), pariente ele Garcilaso. Por estos reiterados lazos entre Isabel y Garcilaso podría pensarse que éste habría a ludido a ella cuando Albanio llama a Cami la " de mi sangre y agüe los descendida " (égl. II, 171) . Lo mismo podría apli - carse a su muj er, Elena ele Zúñiga, prima ele los duques ele Béjar y condes ele Miranda e igualmente parienta lejana del poeta. En efecto, el bisabuelo paterno ele Elena, Íiiigo Ortiz ele Zúñ iga, señor ele Villavaque- rín, era hermano menor ele Pedro ele Zúñiga (r383-1453), I conde ele Le- clesma y P lasencia, y sefwr ele Béjar, cuya nieta, Elvira ele Zúñiga y Manrique, casó con Alonso ele Sotomayor, I conde ele Belalcázar (1466), 206 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA ESPAÑOLA Sin embargo, cuando un amigo y compañero de armas del poeta, Diego de Toledo, prior en la orden militar de San Juan e hijo de Fadrique, II duque de Alba (m. rsr3) 25, quiere ca- sar a su hija, Leonor de Toledo, que no era partido sin botana, pues era bastarda y con madre del linaje j udeoconverso de los Ocampo, y le da como marido a Pedro Rodríguez de Fonseca, señor del Cubo y primo de nuestro Antonio de Fonseca 26 , no faltó quien dijera que "la casaba bajamente" ~ 7 • N o se precisó y primo hermano de la citada Blanca de Sotomayor, abuela ele Garcilaso. Ver: las genealogías de Sá de Miranda en Braga (r896) y Carolina Mi- chaelis; bibliografía antes citada (mpra, nota 13) sobre la familia (Freires de Andrade, Almeidas) ele Isabel Freire; Linhagens, págs. roó-07, 266-71, 273, 3I3-I7; Navarrete, págs. 23, I50-5I, 275-81 ; Coronel, .págs. 7, 24-35, 8r-82, r6o-78, 243-45, 348-49; Salazar, págs. 28-33, 38, IOJ -II2, 145-46, 155-57, 171, r8o-83, 212-21, 226-32 y tabla II; Pedatnm htsitana: tomo IV, vo l. 2, pág. 440; tomo V, vol. r, págs. 353-57; Antonio Caetano ele Sousa, !VI e1nórias histó1·icas e genealógicas dos gmndes de Po1·t~tgal, ecl. Arc¡uivo Histórico de Portugal, Lisboa, 1933, pág. 398; y del mismo autor, I-Iis- tó?·ia genealógica da casa real port11gnesa, ed. Manuel Lopes ele Almeida y César Pegado, Coimbra, Atlantida, I X (r9sr), 253 (Bernarclim ele Al- meida); XII, parte r (1953), pág. 23. 25 Keniston, págs. 48-5 1, 62-64; también su edición del Lib1·o de la vida y costmnbres de Don Alonso Enríq1tez de Gu.zmán, en BAE, CXXVI (r96o), 358. Fue también caballerizo mayor de Felipe II y ele sus consejos ele Estado y Guerra. Carraffa le llama, erróneamente, Antonio (XXXV, 193). Cfr. Catálogo V, núms. 13, 1.490. 26 Sus respectivos abuelos paternos (María ele Aceveelo ele Fonseca y el obispo Alonso II ele Fonseca y Quij acla) eran primos hermanos, y nietos de Juan A lonso ele Ulloa y su muj er Beatriz ele Fonseca (Can·affa, XXXV, I90-9r, 193). El padre ele Pedro, Alonso Rodríguez de Fonseca y Vega, fue procurador por Salamanca en las cortes de Burgos en 1515 (Catálogo V, núm. 6.394). 27 Emilio Cotarelo, "Varias noticias acerca ele Florián ele Ocampo' ', BRAE, XIII (1926), 265. La información salió a relucir en las demoradas pruebas de limpieza (Salamanca, 1579-90) para un hábito de Santiago concedido a Diego ele [Fonseca y] Toledo, hijo del mencionado señor del Cubo y de Leonor ele Toledo. La madre de esta señora, Catalina de Car- vajal , era hija de Aldonza ele Ocampo (hermana del cronista Florián de Ocampo), de linaje de confesos, y del bachiller Francisco de Carvajal, cuyo cuñado, el bachiller Diego Pérez de Palencia, abogado, había sido quemado por judaizante en Zamora, en 1493 . En la famosa "Instrucción" del relator (y conocido converso) Fernán Díaz ele Toledo, en 1449, ya figuran los Ocampo como descendientes de judíos enlazados con el linaj e EL RIVAL DE GARClLASO: «ESSE QUE DE MI S'ESTÁ REYENDO» 207 en qué consistiese la inferioridad de Pedro Rodríguez de Fon- seca. Y resulta difícil pensar que se le pudiese considerar per- sona oscura cuando su abuela materna era prima hermana ele próceres tan poderosos como los hermanos Antonio de Fon- seca y Ayala y Juan Rodríguez de Fonseca y Ayala (1451- 1524); aquél, inmortalizado por su diplomacia agresiva y ha- zañas bélicas en el libro IV de la Diana ele Montemayor, don- ele figura junto al Cid, Fernán González y el Gran Capitán, fue comendador mayor de Santiago en Castilla (1 526), contador ma- yor, IV señor ele Coca y Alaejos, y el capitán general del ejér- cito de Carlos V que quemó Medina en la guerra de las Comu-nidades; el segundo, obispo de Badajoz, Córdoba y Burgos, arzobispo de Rosano, confesor del emperador y primer presi- dente del Consejo de Indias. No menos destacado fue el her- mano de esta señora, Alonso III ele Acevedo y Fonseca (m. I 512), arzobispo ele Santiago y ele Sevilla, presidente de la Chancillería de Valladolid, virrey ele Castilla (1491), patriarca ele Alejandría, y, ele añacliclura, padre ele su heredero en el arzobispado gallego, Alonso IV ele Fonseca y Aceveclo (1475-1534), arzobispo tam- bién ele Toledo, humanista, gran admirador ele Erasmo y el prelado que casó a Carlos V y bautizó a Felipe II 28 • del converso Juan Sánchez de Sevilla, contador mayor del rey. Véase Alonso de Cartagena, Defe11sorimn 1tnitatis chrütianae, ec\ . Manuel A.lon- so, Madrid, CSIC, 1943, pág. 352. Otros enlaces entre Fonsecas y Ulloas con los Ocampo o Docampo cuyo solar más importante se había estable- cido en Zamora, se indican en Carraffa, XXXV (192-94), LXII (257-58), LXXXVIII (49, 53). No menciona, sin embargo, a Diego ele Fonseca y Toledo entre los hijos ele Pedro Rodríguez de Fonseca (Rodríguez o Ruiz de Fonseca y Nieto) . Más adelante veremos otras omisiones o retoques que, enturbiando los hechos, ponen en claro que las genea logías nobilia- rias por lo general prefieren registrar glorias, no borrones. Para este caso véase también Vicente Vignau y Francisco R. ele Uhagón, Índice de prnebas de los caballe1'os qne han vestido el hábito de Santiago desde el an.o I50T hasta la fecha, Maclricl, Viuda e hijos ele M. Tello, 1900, don- ele al caballero ele quien tratamos se le llama Diego ele Toledo y Rodrí- guez (pág. 340 b). Para los Ocampo consúltese igualmente Enrique Fer- nánclez-P rieto Domínguez y Losada, N oble.za de Zamora, Madrid, CSIC, 1953, págs. 674-77, 812, 881-84, etc. 2 8 Can·affa, XXXV, 190, 192. Roxas y Contreras, págs. 250-51; Fer- nando del Pulgar, Crónica de los Reyes Católicos, ecl. Juan ele Mata 208 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA ESPAÑOLA La estatura social ele la familia, sin embargo, no fue obstácu- lo a que la maledicencia se cebase en alguna lejana tacha en la casta. Esa podría haber sido la bajeza del señor del Cubo, y también la del marido ele Isabel Freire y los otros Fonsecas ci- tados. Porque todos ellos descendían del mencionado doctor Juan Alonso ele Ulloa, procedente de los Ulloas ele Toro emparenta- dos con los Deza y Tavera del mismo lugar, y todos ellos una familia considerada hoy como "más que sospechosa" ele origen j ucleoconverso '29, y sobresaliente en empleos -concejal es, con- Carriazo, Madrid, Espasa-CaJpe, 1943, II, 205; BAE, LXX, 556-57; CCLXVII, 288 b. 29 Francisco Márc¡uez Villanueva, Investigaciones sobre htan Alva.rez Gato, Madrid, Anejos del BRAE, IV, 1960, pág. 148, n. 155; "Conversos y cargos concejiles en el siglo xv", RABM, LXIII: 2 (1957), soS. Los Ulloas con fama de conversos eran los doctores Periáñez (Pedro Yáñez) de Ulloa, Juan Alonso de Ulloa (ambos letrados y del Consejo Real de Juan II), Hernando Alonso ele Ulloa (secretario), García Alonso de Ulloa (regidor de Toro y caballero de la casa de Juan II), Lope Fernández de Ulloa e Isabel Fernánclez de Ulloa. Todos eran hijos de María Yáñez ele Anclrade y Juan Pérez (o acaso Fernández) ele Ulloa. De éste se dice en los papeles infamatorios que era un "pellejero", judío en GaJicia y con- verso en Toro. Véanse José Amador de los Ríos, Histo1·ia social, política y religiosa de los .ittdíos de Espaiia :v Portugal, reimpresión de Madrid, AguiJar, 1960, pág. s88, n .. 2; Julio Roclríguez-Puértolas, Poesía de pro- testa en la Edad Media castellana, Madrid, Gredos, 1968, pág. 324; cfr. con Francisco de Mendoza y Bobadilla, Tizón de la nobleza de Es- paí'ía: ed. Antonio Luc¡ue y Vicens, Madrid, D. Saavedra y Compañía, 1849, págs. L1II-LIV; ed. ele Cuenca, Francisco Gómez, 1852, págs. 24-25, so; ed. Barcelona, La Selecta, 188o, págs. 140-42. Prosapia mucho más ilustre (pero extraña, pues se hace descender ele nobles guerreros a Jos letrados y secretarios) se trazó en el siglo xvn, como puede verse en Josefina García Araez, Don Luis de Ulloa Pereira, Madrid, CSIC, 1952, págs. 12-13. Raro (II, 240-44, 444-47) y Carraffa (LXXXVIII, 49-52) no puntualizan el origen de Juan Pérez de Ulloa y se limitan a sus des- cendientes. Tampoco Jo hace Armando Cotarelo y Valledor, en Fray Diego de Deza, Madrid, José Perales y Martínez, 1902, donde trata con detalle Jos enlaces de los Ulloa con los Fonseca, los Tavera y Jos Deza (págs. 20- 22, 42, 49-50, 71-74, 102, 16o, 169) y da noticia de cómo algunos miembros del Consejo de Castilla dijeron que fray Diego de Deza era "marrano" por línea materna, cosa que le indujo a abandonar su cargo de Inquisidor general en 1507 (págs. 226-28) . Cfr. con Julio Caro Baroja, Los judíos en la Espaíia moderna y contemporánea, Madrid, Arión, 1961, I, 295 [ = Baroj a]. Véase también in fra., nota 70. EL RIVAL DE GARCILASO: «ESSE QUE DE MI S''ESTÁ REYENDO» 209 tadores, letrados, secretarios- tachados entonces como carac- terísticos de confesos 30 . Lo fuesen o no, con tal fama, que es lo que importa señalar aquí, corrían en coplas. Y así, en las encizañantes del Provin- cial segundo, que son las viejas Coplas del Provincial con adi- ciones apropiadas a los tiempos de Garcilaso, se saca a Diego de Acevedo y Fonseca, mayordomo que sería ele Felipe II, y pri- mo ele nuestro Fonseca y del citado señor del Cubo 3 \ para echársele en cara, entre otras cosas, el origen ilegítimo, y a la vez hebreo, con los versos "A ti, frai Diego levita, ele casta ele sa<;erclotes, mal haya quien te lo quita, la coro<;a y cien a<;otes" 32 • so Pagando con la misma moneda el haber sido llamado enemigo del tocino, el Dr. Francisco López de Villalobos, médico y converso notorio en la corte de los Reyes Católicos y Carlos V, motejó a Alonso Gutiérrez, tesorero del emperador (Catálogo V, núm. 410), ele ser "mi pariente", no venir "ele Hasturias" y otras cosas, haciendo también equivalente a "ser marrano" el "ser tesorero" y "ser contador". V éanse Antonio Rodríguez Moñino, "El cancionero manuscrito ele Pedro del Pozo (1547) ", BRAE, XXX (1950), 303, y el malicioso comentario a la reyerta hecho por don Francesilla (BAE, XXXVI, 36a). En el paródico "Traslado ele una carta de privilegio que el rey Don Juan II dio a un hijodalgo", una sátira contra el ascendiente adquirido por los conversos en la sociedad caste- llana, y escrito a raíz del tumulto toledano de 1449 (infm, nota 13?), hay una amplia relación ele los puestos que ocupaban, desde los excelsos ele grandes señores con escudos ele armas a los más corrientes de mayordo- mos y consejeros del rey, arrendatarios ele rentas y alcabalas, eclesiásticos, alcaldes, regidores, escribanos, físicos, cirujanos, etc. (BAE, CLXXVI, 25- 28). Este papel ha sido estudiado por Kenneth R. Scholberg, Sátim e invectiva en la Espaíia medieval, Madrid, Greclos, 1971, págs. 349-52. 3 1 Véase su.pra, nota 26. La abuela paterna de Pedro Rodríguez de Fonseca y N ieto, María de Aceveclo y Fonseca, era hermana del arzobis- po de Sevilla, Alonso III ele Acevedo y Fonseca, abuelo paterno ele Diego de Aceveclo y Fonseca (Can·affa, XXXV, 190-91). 32 P1·ovincial segundo, copla 243 . Tanto para éstas como para las viejas coplas usamos la edición ele Mm·cella Ciceri, "Las Coplas del Provincial", Cultura Neolatina, XXXV (1975), 39-210. Sobre las hum·i- llaciones causadas por esta obra "a graneles familias en los Consejos de la Inquisición y de las Órdenes", véase R. Foulché-Delbosc, "Notes sur Las coplas del Provincial", RHi, VI (1899), 418-19. La difusión escan- 2IO BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA ESPAÑOLA Era, pues, un remoto dejo de "ra<;a" 33 , como tenían tantas nobles familias españolas, incluidas la real, a partir de los Ca- dalosa del Provincial segundo se documenta en 1546-47, pero lo más pro- bable es que las coplas, compuestas por varios autores durante un amplio período ele tiempo, corriesenoralmente bastante antes de esas fechas. So- bre este asunto véase el citado trabajo ele Rodríguez Moñino, en BRAE, XXIX (1949), 458-63, y XXX (1950), 123-46, así como Ciceri (págs. 50-54). La copla no va dirigida (según cree Ciceri) contra el Diego ele Aceveclo sobrino de Alonso I ele Fonseca (1418-72), arzobispo de Sevilla (1454-63) en tiempos de Enrique IV, sino contra Diego de Acevedo y Fonseca, hijo ele Alonso IV de Fonseca y Aceveclo (1475-1534), arzobispo ele Santiago y Toledo (Carraffa, XXXV, 190). A esto apunta "levita", aquí 'hijo de sacerdote' (más levita fue el padre de Diego, pues recibió del suyo la vida y la mitra), y también, como el deliberado uso de la palabra "casta" confirma, a que el tatarabuelo de Diego era el citado Juan Alonso de Ulloa, con nota de converso. En las viejas Coplas del Provincial, !os versos "¡Ah, fraile doctor fiscal! 1 Ahora que viene el rey 1 ha man- dado el Provincial 1 que vós salgáis con la ley " (copla 67), alusivos a la costumbre en las aljamas peninsulares ele salir con la Ley (Torah) en pro- cesión para recibir al rey (Amador de los Ríos, págs. 3-71, 518, 683, 707, 735; para algo parecido en 1440, véase BAE, LXVIII, 563 b), tachaban de judío al Dr. Juan Gómez de Zamora, letrado converso y fiscal del Consejo de Juan II (Amador ele los Ríos, pág. 588, n . 2). De modo aná- logo se moteja en el Provincial segundo al hermano ele Juan Alonso ele Ulloa, el Dr. Periáñez de Ulloa, a quien se presenta "con las leyes en la mano" (copla 179). Y su hijo, Juan ele Ulloa y Herrera (m. 1476), hermano del contador Rodrigo ele Ulloa, que era abuelo materno de nues- tro Fonseca (Haro, II, 446; Carraffa, LXXXVIII, sr), a pesar ele que las crónicas lo pintan como el osado y feroz tirano ele Toro (BAE, LXX, 266, 269, 280 b, 3o8 b, 316-r7), aquí recibe la consabida caracterización antisemita de cobarde y triste (coplas 120, 179). Lo mismo, ya en tiempos de Enrique IV, en las Coplas del Provincial (copla 69). Para la reacción de Alclonza de Castilla, descendiente del rey Pedro el Cruel, ante su ma- trimonio con Rodrigo de Ulloa, véase infm, nota 46. 33 "Raza en el paño, la hilaza que diferencia de los demás hilos ele la trama [ ... ] Raza, en los linajes se toma en mala parte, como tener al - guna· raza ele moro o judío", anotó Sebastián ele Covarrubias en su Te- soro de la len.g11a castellana o espaíiola (r6rr), ed. Martín de Riquer, Bar- celona, S. A. Horta, I943· Cfr. con Emilio Cotare lo, "Nuevos y curiosos datos biográficos del famoso trovador y novelista Diego ele San Pedro .. , BRAE, XIV (1927), 322, n. 2 [ = Cotarelo 1927], y con Eugenio Asen- sio, La Espaíia imag·inada de Amé?-ico Castro, Barcelona, El Albir, 1976, págs. 58, 66, rs8, r6r. EL RIVAL DE GARCILASO: «ESSE QUE DE MI S'ESTÁ REYENDO» 2II tólicos Fernando e Isabel, y la del propio Diego de Toledo 34 • Tacha que, en general, no impedía a los poderosos ejercer un papel destacado representando los ideales de una aristocracia que se proclamaba castiza (es decir, limpia de "ra<;a") y anti- semita, porque, oficialmente, la mancha se daba por no exis- tente 35 • Y aunque se la reconocía en el lenguaje ambiguo del 34 El hecho suele constar, sin que se den detalles, en las obras de divulgación sobre los judíos españoles, incluso en las escritas por judíos como el libro de Cecil Roth, A History of the 1\!Jarranos, 3a ed., New York-Philadelphia, Meridian Books & The Jewish Publication Society of America, 1954, págs 24-25. La madre de Fernando el Católico, ] uana Enríquez de Córdoba, era hija de Faclrique Enríquez de Mencloza, II al- mirante (en su familia) de Castilla. Y este señor era, por parte ele su padre (Alonso Enríquez, I almirante), nieto de "una hermosa judía" y ele Faclrique ele Castilla, hermano ele Pedro el Cruel (Carraffa, XXXI, 46-50, 53-54; véase también infra, nota 51). Faclrique ele Toledo, II duque ele Alba y padre del citado prior ele San Juan, era primo hermano ele Fernando el Católico, pues su madre, María Enríquez, mujer ele García Alvarez ele Toledo, I duque ele Alba, era hermana entera de la madre del rey (Navarrete, pág. 156). Los rumores sobre la casta hebrea ele los Enríquez almirantes constan en procesos inquisitoriales (Nicolás López Martínez, Los jndaizantes castellanos :v la Inquisición en tiempo de Isabel la e atólica, Burgos, Seminario Metropolitano, I954, pág. IIO) y corrían también en tiempos ele Garcilaso por la corte ele Carlos V, a quien, tal vez por ello, se le llamó "puto judío" (Algunas cartas de Don Diego I-hwtado de M endoza, e d. Alberto V ázquez y R. Selden Rose, N ew Ha- ven, Yale University Press, 1935, pág. 143). El bufón del emperador, don Francesilla ele Zúñiga, que era converso cleclaraclo, aludía jocosamente en su e rónica al "deudo" sanguíneo que tenía con Fadrique Enríquez, IV al- mirante ele Castilla (BAE, XXXVI, 49). Otras bromas motejando de ju- díos al almirante y al II duque de Alba se recogieron luego en la Mis- celánea de Zapata (pág. IJI) y en el Libro de chistes ele Luis ele Pinedo (BAE, CLXXVI, roo a, IOJ a). Véase también Américo Castro: "Espa- Hol", palab1·a extranjera: razones y motivos, Madrid, Taurus, 1970, pá- gina 43; De la edad conflictiva, J.a ed., Madrid, Taurus, 1972, págs. xi, xxx (nota 15) . Sobre la ascendencia judaica en el linaje de Isabel la Ca- tólica, por su parentesco con la casa ele Braganza, véase Eugenio Asen- sio, págs. ÓI, I 58. 35 Entre quienes, en 1521, escriben a Carlos V para achacar la re- volución comunera a los conversos, "casta dura ele <;eruiz ", están, preci- samente, el IV almirante Fadrique Enríquez ele Velasco, su primo her- mano, el condestable Íñigo Fernánclez ele Velasco (infra, nota 74), y el obispo Juan Rodríguez de Fonseca, todos ellos tenidos por descendientes 212 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA ESPAÑOLA chiste -admitido entre los grandes, pero castigable en los de- más- y el rencoroso de los libros verdes, tizones y coplas sa- tíricas, todo esto se consideraba, teóricamente, indigno ele crédito. Pero ese pasado era también un muerto cuyos huesos, dadas las circunstancias propicias, podían ser emocional o maligna- mente desenterrados cuando convenía a desplantes ele más-valer y resquemores personales o ele clase, o cuando interesaba desacre- ditar indeseadas tentativas ele reforma. En las páginas siguientes aduciremos varios hechos clocumentables que indican que, si al- guno pudo calificar ele baja la calidad ele los descendientes ele Beatriz ele Fonseca por la dudosa limpieza de los Ulloa ele Toro, otros pudieron pensar lo mismo por parecidas razones, ya que la fami lia, emparentada, como se ha visto, con los Ocampo, tam- bién se había enlazado con los Castilla, con la hermana del es- critor Diego ele San Pedro y con otros linajes igualmente mo- tejados de confesos. Para colmo tendrían deudos quemados como protestantes en unos autos ele fe en los que buena parte de las víctimas llevaba en sus venas, en variable grado, sangre hebrea. Son hechos -alguno coetáneo a Garcilaso ; la mayoría, pos- teriores a su muerte, pero consecuencia de otros anteriores a 1536, o que muestran la endogamia de los motejados- que, en su conjunto, hacen razonable suponer que quien tituló la co- pla II de Garcilaso, "De Gan;illasso a doña Y sabe! Freyra por- que se casó con vn hombre fuera de su condición", usaba esta última palabra ele su acepción de 'casta' 36 . de conversos (Pérez, La 1·évoltttion des "Comunidades", págs. 5o8-09) . Buen ejemplo de farfulleos o prudente silencio sobre quién fuese la madre del I almirante Alonso Enríquez (1354-1429) hay en Lorenzo Galíndez de Carvajal, "Adiciones genealógicas a los Claros va1·ones de Castilla de Fernán Pérez de Guzmán" [1517], en Codoin, XVIII (1851), 454-55; Haro (I, 41, 338-344, 395-404); Luis de Salazar y Castro, Histo1·ia ge- nealógica de la casa de Haro, ed. Delmiro de la Válgoma y Díaz-Varela, Archivo Documental Español, XV, Madrid, Real Academia ele la His- toria, 1959, pág. 164 [= Salazar],y en Coronel, I, 125. Más difícil era acallar las acusaciones lanzadas en las pruebas de limpieza, pero se llegó a hacer. Baraja (II, 354, 365) registra dos casos famosos en que se otorga algo así como limpieza ele sangre por real decreto a los Osarios descen- dientes del converso Pablo ele Santa María y a los del I marqués de Moya, Andrés de Cabrera, tenido por confeso. Cfr. infm, notas 94, 127. 36 Véase, en el Diccionario de Autoridades, co 11dición ("la naturaleza, EL RIVAL DE GARCILASO: «ESSE QUE DE MI S'ESTÁ REYENDO» 213 II El parentesco del rival de Garcilaso con los Castilla le venía de su madre, Catalina ele Ulloa, hija del contador mayor Rodrigo de Ulloa (m. 1494) y ele Aldonza ele Castilla (m. 1509). Era cier- tamente linaje ilustre, aunque ele origen bastardo, porque pro- cedía del rey Pedro I, el Cruel, ele Castilla, pero se había infa- mado en la coyunda de Pedro de Castilla (m. 1461 ), obispo de Osma (1432) y de Palencia (1440), con la inglesa Isabel Droklin (1410-¿ 1477?), de quien se decía que era hija de judíos. El obis- po, hombre que, según el Padre Mariana, "tuvo poca cuenta con la honestidad" 37 , engendró cuatro hijos en la inglesa y a ellos añadió otros tantos habidos en otra manceba, María Fernández Berna!. Aunque, por lo que se lee en los nobiliarios, parece que ésta era castiza cristiana vieja, a sus descendientes en alguna ocasión se les imputaría la misma tancha de los hermanastros. Los rumores que motejaban los descendientes del obispo, cuyo escudo de armas sería estrepitosamente derribado de la cumbre de la capilla mayor de la catedral de Palencia en 1534 38, eran antiguos, se habían difundido mucho y persistieron largo tiem- po, según muestran varios incidentes. calidad y distintivo del nacimiento de los hombres") y cfr. con casta, ca- lidad, y, en el Tes01'o de Covarrubias, con naf1traleza (" la casta"), casta, casti:w, fidalgo ("castizo"), limpio, noble ("hidalgo y bien nacido"). Véase también el Tizón de la nobleza (ecl. r88o), donde del obispo Lope de Barrientos, que era de linaje de conversos (Baraja, II, 258), se dice que era "ele baja casta" (pág. 85), y las expresiones "de bajo linaje " (pág. 135) y "de baja condición" (pág. II8) , se aplican indi stintamente a Clara Báez, mujer de Gonzalo Chacón, señor de Casarrubios y contador mayor ele los Reyes Católicos en 1475 (Fernando del Pulgar, C1'Ónica de los Re31es Ca- tólicos, I, 67) , en compañía de Rodrigo ele Ulloa y Gutierre de Cárdenas, también motejados ele "ra~a ". 37 Juan de Mariana, Histo1·ia de España [1 592], BAE, XXXI, 49 a. 38 Alonso Fernández de Madrid, arcediano de Alcor, Silva palentina: nueva edición de Jesús San Martín Payo, conforme a la anotada por Ma- tías Vielva y Ra111ón Revilla, Palencia, Diputación Provincial, 1973, pá- ginas 297-98, nota 3· El famoso erasmista no mencionó esto, aunque fue sonado y trajo destierros y pri siones, que sabemos por sus anotadores modernos. Cfr. infra, nota 71. 214 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA ESPAÑOLA Constan ya a principios del reinado ele Carlos V en un m- forme presentado al emperador para darle cuenta ele qué clase ele gente tenía como consejeros. El informante, uno ele ellos, era el Dr. Lorenzo Galínclez ele Carvajal, quien, como analista per- suadido ele que es "el cronista juez ele la fama" 39 , y buen cono- cedor ele las crónicas del siglo xv, incluso las pertinentes al lina- je ele los Castilla 40, debía saber lo que hacía cuando, refirién- dose a Alonso ele Castilla, primo hermano ele la citada Alclonza, informó: "Dicen que tiene un poco ele converso de parte de los Castilla" 41 • Alonso ele Castilla dejó el Consejo Real en 1523 cuando se le hizo obispo de Calahorra. Como no se sabe ni la 39 Anales breves del reinado de los Reyes Católicos, en BAE, LXX, 535 b. A continuación proclama su imparcialidad frente a los cronistas que, callando la discutible calidad inicial de quienes luego tienen grandes estados, los ensalzan haciendo a la virtud hija de la riqueza y sin atender a que en tiempos de Juan II y Enrique IV "tantos fueron sublimados en dignidades y estados cuantos supieron agradar fuera de razón a los Prlncipes y sus privados" (pág. 536 a). El mismo pensamiento encabeza su edición (1517) de la Crónica de hta.n JI, donde advierte a Carlos V que desde tiempos de Juan II "se comenzó en vuestros Reynos otra nueva manera de mundo, según las mudanzas y novedades de hechos y estados que en ell os ovo, que ninguno bastaría enteramente a lo explicar cómo pasó" (BAE, LXVIII, 273 a). 40 Véase el prólogo de Pascual de Gayangos al Blasón general y no- bleza del 1mive1'so [1489], de Pedro Gracia Dei (Madrid, M. Muri llo, r882), págs. xv-xvi, y también Descende11C'ia, XXVIII, 284-85. 41 "Informe que Lorenzo Galíndez de Carvajal dio al Emperador Carlos V sobre los que componían el Consejo Real de S. M.", Codoin, I (1842), 122-27. Ver también Antonio Domínguez Ortiz, Los jt-tdeoconve1'- sos en Espaiia }1 Amét-ica, Madrid, Istmo, I97I, pág. s6 [= Domínguez 1971] y Baroja, II, 263-65. En el Libro de chistes ele Luis de Pinedo, que los recogió en su mayoría de labios del escritor Diego Hurtado de Mendoza, primo y compañero de armas de Garcilaso, hay uno en que se llama "berriondo", esto es, 'converso' y a la vez 'lujurioso' (cfr. Joan Corominas, Diccionario C1'Ítico etimológico de la lengua castellana, Berna, Francke, 1954, s. v. "verraco"), a Alonso de Castilla, obispo de Calahorra (BAE, CLXXVI, rr5 a; cfr. pág. 125). También a él -y no a Pedro González de Mencloza (1428-95), como dice Ciceri- parece aludir el P·ro- vincial segt.tndo, coplas 223-24. La genealogía del obispo viene en Can·affa, XXV, 85. Para el parentesco de Diego Hurtado de Mendoza (hermano de María Pacheco) y Garcilaso, ver snpra., nota 9. EL RIVAL DE GARCILASO: «ESSE QUE DE MI S'ESTÁ REYENDO» 215 fecha del informe 42 ni si Carlos V lo tomó en cuenta, no po- demos estar absolutamente seguros de que la mitra ele Castilla, hombre sin letras, fuese un premio o un medio discreto de apar- tarle del Consejo Real. Lo segundo, sin embargo, es bien plausi- ble ya que otros miembros del Consejo sobre cuya casta Galín- clez había registrado la misma o peor tacha, el Dr. Tello y el Dr. Diego Beltrán, también dej an ese cargo en 1523 para in- corporarse, respectivamente, al Consejo ele órdenes y al de In- dias 43 . Años después, cuando, en r 547, el arzobispo Juan Martínez Silíceo promulga un estatuto ele limpieza ele sangre para los canónigos ele la catedral ele Toledo, Diego de Castilla, deán ele la mi sma y sobrino del citado Alonso, se opuso por escrito a ello. Esto dio ocasión a que los partidarios del estatuto sacaran 4 2 Baroj a (II, 263) lo sitúa "bastante a l comienzo" de l reinado de Carlos V. Acaso tenga relación con los planes ele reforma de la casa y consejo reales iniciada por Mercurino Gattinara en 1519 y que, a causa de las Comunidades, sólo se llevarían a cabo en 1523. Véase Keniston 1958, págs. s6-57, 79-82. •a Keniston 1958, págs. 8r, 94, y las relativas a Beltrán que se señalan en el índice de nombres. Martín ele Salinas (snp1·a , nota 9), para quien la reforma del Consejo había sido hecha "para quitar algunos" (núm. 20), se refiere a Castilla, Beltrán y T ello como los "despedidos", comentando ''cuán g ravemente lo han sentido " a pesar de que se les diese otros car- gos (núm. 27, cfr. con núm. 79). F rancesilla de Zú ñiga dio noticias del linaje ele Beltrán, así como ele sus malas costumbres y venalidad (BAE, XXXVI, r8 b, 45 b, 49 b, 52 a) . Keniston también señala que procedía (como Lo pe de Conchillos, protector ele F rancisco de los Cobas) de " la ma- rranilla ", esto es, el grupo de secreta rios conversos que había prosperado con Fernando el Católico (1958, págs. 21, 30, 34) . Esto y la amistad que unía a Cobas con Beltrán (pág. 94) da peso a la opinión ele Maree! Bataillon (BHi, LVI [ 1956], 247) sobre la casta conversa del secretario del empera- dor. A pesar elelos reparos ele Domínguez Ortiz (1 97 1, pág. 57), a lo mismo apuntan las bromas que Cobas se permitía con Diego Hurtado ele Men- cloza sobre el tener ambos " dos leyes" y cosas por el estilo. Éste, aunque se declaraba " marrano" cuando estaba ele buen humor, también hablaba mal ele ellos. Véanse sus citadas (mpra, nota 34) cartas (págs. 46, sr, 56, 66, II9-20, 181, 124). H Baraja, II, 277, 28o; Amador ele los Ríos, pág. 8rg. Muchos otros ele! cabildo que siguieron su opinión también eran ele linaje ele conversos, entre ellos el erasmista ] uan ele Vergara, penitenciado ya en 1535, en la plaza ele Zococlover, por alumbrado. Véanse Jerónimo López de Ayala y 216 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA ESPAÑOLA a relucir la prosapia hebrea de los Castilla 4 \ cosa que, como veremos, se repite en otros lugares, y que probablemente motivó la confección de una genealogía de la familia, atribuida al deán y en la que toda bastardía aparece legitimada e Isabel Droklin, o Drochelin, sin mancha alguna 45 . En este escrito ya figura An- tonio de Fonseca, el marido de Isabel Freire, entre los descen- dientes de Aldonza de Castilla 46 . Alvarez de Toledo, conde de Cedilla, Toledo en el siglo XVI despttés del <Jencimiento de las Comunidades, Real Academia de la Historia, Madrid, Hijos de M. Ginés Hernández, 1901, págs. 46-so y 132-35, notas II8-2o [=Cedilla], y Albert A. Sicroff, L es co1tl1'0Ve1·ses des stattts de "pm·eté de sang" en Espa-gne dtt XVe a1t XVII• siecle, París, Didier, r96o, pá- ginas 103 (donde llama, no sé por qué, Diego del Castillo al deán), II7-20. Silíceo, para quien la Fe "debaxo de sus pies tenía al Maldito de Maho- ma" y la Esperanza "al desesperado de Judas", era un plebeyo y "bat·- tolomico" aristófobo, despreciador de "blasones escusados". Jugando con su último apellido (Guijarro), llevaba en su escudo episcopal un eslabón de pastor, "para dar lumbre al ganado", y estaba muy consciente de que muchos nobles tenían "ra<;a" judía. Ver Cedilla (págs. 170, 172, 173), Sicroff (págs. ros, IIS, 125) y Pinedo (BAE, CLXXVI, ro9). Y también Eugenio Asensio (págs. 71-72, r69-78), para el carácter clasista que, con los " bartolomicos" o formados en el Colegio Mayor de San Bartolomé, en la Universidad de Salamanca, adquirió la lucha en torno a la limpieza de sangre. La aristocrática prestancia que tenía en la corte imperial Fe- lipe de Castilla, padre del citado deán, fue registrada por fray Prudencia de Sandoval (BAE, LXXXI, 358 b). 45 Esta genealogía, añadida a un escrito más antiguo (a nombre ele Gratia Dei) en defensa de Pedro el Cruel, es la mayor parte ele la H is- toria- del rey don Pedro y stt descendencia (supm, nota 3), que venimos citando como Descendencia-. Véanse Luis Salazar y Castro, Biblioteca ge- nea-lógica espali.ola [1 702], BNM, MS. r.821, en copia mecanografiada de I93I, págs. s-6; el citado Blasón geneml ele Gracia Dei, págs. xv-xvi; y Benito Sánchez Alonso, Fttentes para la hist01•ia, espa,iiola e hispanoam.e- ricana, Madrid, CSIC, 1952, I , 212, núm. r.4o8. En el MS. r.soo de la BNM se fechan las adiciones sobre los Castillas en 1570 y se atribuyen a don Alonso de Castilla. Pero éste había muerto en 1541 (Vázquez y Selden Rose, ed. citada snpra, nota 34, pág. 72), mientras que el deán viviría hasta 1584 (Ceclillo, pág. 123, nota Sr). •s También se cuenta aquí que, después de muerto el obispo Pedro de Castilla, a consecuencia de una caída, como a su hija Aldonza la ca- saran los hermanos con el contador Rodrigo ele Ulloa, ella, que debía pensar que la enlazaban con bajo linaje, "no embargante que el dicho don Rodrigo de Ulloa era muy buen caballero", dij o: "Agora voy a dar mayor caída que dio mi padre " (XXVIII, 275). EL RIVAL DE GARCILASO: «ESSE QUE DE MI S'ESTÁ REYENDO» 217 III Doce años después, el 2 1 de mayo y el 8 de octubre de 1559, se encienden en Valladolid las llamas inquisitoriales para peni- tenciar al conventículo luterano del Dr. Agustín de Cazalla, pre- dicador del emperador y "judío descendiente de judíos quema- dos y convertidos" , que es llevado a la hoguera con cinco de sus hermanos, los huesos ele su difunta madre, otros conversos protestantes, y, ele añadidura, el lisboeta Gonzalo Vaez, que no moría por protestante, sino por ser "un j uclío fino ", "con sus opiniones judías" 47 . En los mismos autos pierden la vida o son penitenciadas varias personas emparentadas con Antonio de Fon- seca, entre ellas dos señoras principales ele la motejada dinastía ele los Castilla: Catalina ele Castilla 48 y su tía Isabel, prima hermana del citado deán ele Toledo, Diego de Castilla 49 . Otras 47 Elías Amezaga, Attto de fe en Valladolid, Bilbao, Gráficas Ellacu" ría, rg66, documentos núms. 45, 47, 48, so, 52, 54; Juan Antonio Llo" rente, Histoi1·e c1·itiqtte de l'luqttisition d' Espagne, 2.a ed., París, Plassan, r8r8, II, cap. xx; M. Menéndez Pe layo, Historia de los heterodoxos espaiíoles : N~teva edición con notas inéditas, Edición Nacional, Santander, Aldus, 1947-48, III, cap. vii; VII, 428-643 [ = H eterodosos ]. De linaje judeoconverso fueron otros luteranos castigados en estos autos: la beata Francisca Z úñiga ele Baeza, penitenciada, hija del licenciado Alfonso ele Baeza, contador real ; las monjas Catalina de Reinoso, quemada, y Fran" cisca ele Zúñiga Reinoso, penitenciada, ambas hijas ele Juana ele Baeza. También lo era la monja Catalina ele Alcaraz. Por diferentes razones también fueron condenados otro j uclío portugués y un morisco " que se llamaba Morisco". El número total de penitenciados, incluidos los 25 que" mados, fue 6r ; una cuarta parte ele ellos eran nobles. V éanse : Ame zaga, núms. 48, 50 ; Lloren te, II. 232, 24 r, 243; H etcrodo:ros, III, 424, 436" 37; Baraja, II, 222 ; Maree! Bataillon, Ems·mo y Espaíía, traducción de Antonio Alatorre, México, Fondo de Cultura Económica, rg66, págs. 706" rs [= Bataillon]. 48 Hija de Diego ele Castilla y Guevara y ele su muj er Catalina (o Margarita) ele Avalas. Se le confiscaron los bienes y fue condenada a sambenito y cárcel perpetua en el auto ele octubre. Amezaga, núm. 48, pág. 503; Carraffa, XX V, 86; Llorente, II, 242-43. 49 Isabel de Castilla era biznieta ele I sabel Droklin. Estaba casada con el italiano Carlos ele Sesso, corregidor de Toro, que fue quemado vivo. Las penas ele ella fueron como las de la sobrina. Amezaga, núm. 48, 2!8 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA ESPAÑOLA víctimas, mucho más ilustres, que también llevaban en sus venas sangre ele Isabel Droklin, fueron Luis de Rojas Enríquez y su prima Ana Enríquez de Rojas, hijos, respectivamente, ele los hermanos Francisca Enríquez, nuera del I marqués de Poza, y Juan Enríquez ele Almansa, II marqués de Alcañices, ambos primos hermanos de nuestro Antonio de Fonseca 50 . La misma suerte corrieron tres tíos paternos de Luis de Rojas, quienes, aunque por la bisabuela materna, Catalina de Castilla, no des- cendían de la inglesa, sino de la otra manceba del obispo, que era tenida por cristiana vieja, por otro lado venían de antepa- sados motejados de conversos 51 • pág. 503; Carraffa, XXV, 87, donde no se menciona el caso; Lloren te, II, 235. Sus sambenitos se pusieron en Logroño: BRAH, XLV (1904), 429-30, 433· 5 0 La madre de Francisca y Juan Enríquez (de Almansa y Ulloa) era Isabel de Ulloa, hija, como Catalina de Ulloa, del contador Rodrigo de Ulloa y ele Alclonza de Castilla (Can·affa, XXV, 82). Y el padre, Fran- cisco Enríquez de Almansa, I marqués ele Alcañices (desde 1533), era, por vía paterna, biznieto de Alonso Enríquez, I almirante de Castilla, cuya madre era judía (supra, nota 34). En cuanto a la penitenciada Ana Enríquez de Rojas, estaba casada con Juan Alonso Mesía ele Fonseca (señor de Villasbuenas, hijo de Rodrigo Mesía Ponce ele León y hermano menor ele Gonzalo Mesía ele Fonseca, que sería I marqués ele la Guardia y Santa Eufemia en 1566), quien, por el lado de su madre (Mayor de Fonseca y Toledo, natural de Toro, ochentona en 1559,
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