Logo Studenta

04-prAlogo-e-intro

¡Este material tiene más páginas!

Vista previa del material en texto

79
PARACAS, geográficamente es una península y una bahía a dieciocho
kilómetros del puerto de Pisco, entre 13º 41' 40" de latitud Sur y 76º 20' de
longitud Oeste. Las tierras fronterizas del Norte forman parte de los fér-
tiles y cultivados campos de la margen izquierda del río Pisco; y las del
Sur son los extensos arenales de Otuma y Karwa, hasta la desembocadu-
ra del río Ica.
Paracas, lingüísticamente pertenece al idioma Akaro o Kauki de ori-
gen paleo-aymara, que aún se habla en los pueblos de Tupe y Cachuy de
la provincia de Yauyos, Departamento de Lima. Se deriva de: p a r a, raíz
nominal de frontis, frente; r a, sufijo de amplitud, abundancia, multipli-
cidad; a q e, raíz nominal de hombre, gente, humanidad, cuyo significa-
do es «gente de frente grande» (Tello, 1926, inédito; Bertonio, 1879, t. II, p.
250). Esta ecomología parece justificarse con los antecedentes de los pri-
mitivos pobladores de Paracas, porque allí, en tumbas precolombinas de
las cavernas y Necrópolis de Cerro Colorado, se encuentran numerosos
cráneos humanos con frente aplanado y elevada por deformación artifi-
cial. Además, la palabra Paracas significa en la actualidad el fenómeno
atmosférico que, en forma de vendaval, azota con frecuencia aquella re-
gión.
Paracas, arqueológicamente constituye el asiento de una antigua
población aborigen procedente de las tierras altas del Centro Andino.
Los vestigios de la industria humana descubiertos basta hoy revelan
una constante migración andina, con evidencias de soportes económi-
cos de origen tropical y serrano, con complejas creencias religiosas a
base de seres naturales e idealizados, con conocimientos del cómputo de
tiempo mediante la asociación del ciclo vital de plantas y animales, con
prácticas ostensiblemente de cirugía craneana, con alfarería utilitaria y
ceremonial fabricada bajo normas tecnológicas ancestrales con arte tex-
til altamente, desarrollado mediante el uso de fibras de algodón y lana,
Prefacio
[79]
04_prólogo e intro.p65 30/11/2006, 12:17 p.m.79
80
etc. Estas manifestaciones culturales, tan homogéneas en las primeras
fases de su desenvolvimiento y tan variadas y múltiples en los períodos
de su apogeo y decadencia, acreditan a Paracas como una cultura arcai-
ca y matriz del Litoral Central Peruano.
Paracas, científicamente fue desconocida hasta fines de julio de 1925,
en que el Director del Museo de Arqueología Peruana, doctor Julio C.
Tello -después de diez atina de afanosa búsqueda para descubrir el ori-
gen de la cultura Proto-Nasca de Uhle-, logra ubicar en la bahía de Paracas
los cementerios de Cerro Colorado, en compañía de su colega y amigo
norteamericano, doctor Samuel K. Lothrop.
A este acontecimiento se suceden intensiva exploraciones y
excavaciones en la zoca de Paracas con resultados muy satisfactorios,
pues, se desentierran 7 Cavernas con más de 100 cráneos, de los cuales el
40% presenta huellas ì¥Á5@ • ð ¿ - — £ • – b j b j Ï 2 Ï 2 7 ¤ — - X - X ‡ • –
ÿÿ/ÿÿ/ÿÿ/ˆþ•þ•þ•þ•þ•þ•þ• –ºˆ´ºˆ´ºˆ´8òˆ´ , ˆ ì¥Á5@ •ð¿-—
£•–b jb j Ï2 Ï27¤—-X-X‡•– ÿ ÿ / ÿ ÿ / ÿ ÿ / ˆ þ • þ • þ • þ • þ • þ • þ • –
º ˆ ´ º ˆ ´ º ˆ ´ 8 ò ˆ ´ , ˆAcarí, Yauca, Ica, Pisco, Chincha y Cañete con el
propósito de estudiar las tumbas precolombinas y establecer analogías y
diferencias entre los elementos formativos de las culturas Nasca, Chanka,
Kollawa, Chincha y Rukana o Sub-Chanka. De este modo obtiene un
amplio conocimiento sobre el fenómeno de relaciones recíprocas entre
los pueblos de la costa y de la Sierra del Centro Andino, apoyado en 537
tumbas que pertenecen a diversos períodos y estilos.
El resultado de estas investigaciones es lo que intenta ofrecer el doc-
tor Tollo en las páginas de este libro, corno una contribución al Proyecto
8b del Programa 1911-42 de The Institute of Andean Research de New
York. Lamentablemente su prematura muerte, en 1947, deja trunca la
obra, pues, sólo se publica aquí la Introducción y los tres primeros capí-
tulos, ilustrados con 93 láminas en colores y 143 figuras en negro. Sin
embargo, existe la posibilidad de editar la segunda parte con los capítu-
los restantes, previa revisión y confrontación del texto, con el apoyo de la
Universidad Nacional Mayor de San Marcos de Lima, que conserva los
manuscritos originales, y del Museo Nacional de Antropología y Ar-
queología, que atesora los materiales de Paracas y Nasca, a cuyo fin
estamos obligados a colaborar, primero como discípulos del maestro
desaparecido, segundo como copartícipes en los trabajos arqueológicos
citados y tercero como estudiosos de la prehistoria Peruana.
Las ilustraciones corresponden a objetos de cerámica de estilo ca-
vernas (Láms. I-XX), fardos funerarios de las Necrópolis de Wari Kayan
o Cerro Colorado (Láms: XI-XXVI, LV-LVIII), figuras mitológicas que ador-
nan los tejidos bordados (Láms: XXVIII-LIV, LIX-LXVI), símbolos del ca-
lendario de Paracas (Láms. LXVIII-LXXIX), representaciones de la divi-
04_prólogo e intro.p65 30/11/2006, 12:17 p.m.80
81
nidad Wira Kocha de Nasca (Láms. LXXXI-LXXXVII), cerámica de estilo
Chanka (Láms. LXXXIX-XCI) y figuras escultóricas de llamas del arte
Pre-Rukana (Láms. XLII-XCIII), cuyo estudio analítico se tratará en la
segunda parte de la obra.
Mientras tanto, el descubrimiento de la cultura Paracas despierta el
interés científico de los arqueólogos del país y del extranjero, que en las
últimas décadas culmina con el reconocimiento de nuevos sitios en el
territorio de la antigua nación Chincha, talas colmo Karwa (1927), Ocucaje
(1929), Koyungo (1935). Socos (1940), Paullu (1949), Kawachi (1952),
Teojate o Juan Pablo (1952), Chuchio (1956), Mollake (1957), Chichiktara
(1957), Tambo Colorado (1957), Jaguay (1958), Pampa de los Castillos
(1958), Kallangos (1958), etc. Estos hechos revelan cuán profunda es la
raíz del tronco cultural de Paracas y cuán extensa es el área de su propa-
gación, lo que refuerza la idea del autor, esto es, la marcada influencia de
las viejas culturas andinas de Chavín y Huaylas o Recuay, máxime si se
tiene en cuenta los recientes descubrimientos del período pre-cerámico
con elementos de origen Andino, como el caso de los montículos del
valle de Asia, provincia de Cañete.
Finalmente, cumplimos con el encargo del autor de dejar constancia
de quienes participaron en la preparación de este volumen, entre ellos:
Rebeca Carrión Cachot, en las funciones de secretaría y compilación de
datos históricos; Pedro Ulloa, Ricardo Robles, Rosa Camión Cachot, Car-
men Tipacti, Alejandro González, Pedro Rojas. Hernán Ponce, Cirilo
Huapaya y otros, en los trabajos de pintura y dibujo; José J. Bravo y
Vicente Segura, en el levantamiento de planos y mapas; Enrique Fracchia,
Víctor Elías, Domingo Cánepa, Víctor Barrera, Eliseo Galindo, Paul Truel
Pedro Tello, etc., por las Informaciones sobre la procedencia de sus colec-
ciones particulares.
Por las amplias facilidades que nos han brindado, expresamos nues-
tra gratitud a los últimos Rectores de la Universidad Mayor de San Mar-
cos, al actual Director del Museo Nacional de Antropología y Arqueolo-
gía, a la señora Oliva Cheesman de Tallo e hijas y a los miembros del
Comité Directivo de The Institute of Andean Research de New York, en
especial al Dr. S. K. Lothrop. Asimismo, los representantes de la Empresa
Gráfica T. Scheuch S. A., particularmente los señores Schust.er, Wagner
y Adrianzén, que hicieron posible dar término a la impresión de esta
obra, iniciada en 1942, merecen nuestra gratitud.
Toribio Mejia Xesspe
Museo Nacional de Antropología y Arqueología.
Lima, Junio de 1959.
04_prólogo e intro.p65 30/11/2006, 12:17 p.m.81
82
04_prólogo e intro.p65 30/11/2006, 12:17 p.m.82
83
Paracas es una Península de la costa occidental de Sud América situada
a los 13° 41' 40" de latitud Sur, en el Departamento peruano de Ica. Debe
su nombre a los fuertes vientos que la azotan periódicamente y que los
nativos denominan paraca.
Durante los últimos años se han descubierto en Paracas grandes
Necrópolis conteniendo momias ataviadas con mantos bordados y va-
liosas ofrendascuya importancia histórica y valor artístico han dado
justo renombre a este lugar.
La bahía que se forma al Norte de la Península, donde se encuentran
los cementerios, está a 286 Km. de Lima y a 15 Km. del puerto de Pisco.
Fue en ella donde desembarcó el ejército del General don José de San
Martín el 7 de Setiembre de 1820 para contribuir a la Emancipación del
Perú.
Aunque las Necrópolis se hallan en el desierto, a considerable dis-
tancia de los valles contiguos de Pisco e Ica, no se libraron de la acción
destructora de los buscadores de tesoros. Sin embargo no ha sido Paracas
Centro de activa explotación de antigüedades como lo fueron las afama-
das Necrópolis de Chanchán en el Norte, Pachacamac y Cusco en el
Centro y Tiahuanaco en el Sur. Es en consecuencia todavía, un arca de
antigüedades que guarda riquezas artísticas incólumes, no superadas
por ningún otro Centro arqueológico de los hasta ahora descubiertos en
el Perú.
En la vasta área de la Península no existen en la actualidad restos
ostensibles de viviendas o edificios. A no ser por las manchas blanquizcas
de conchas diseminadas sobre las colinas -indicadoras de viejos para-
deros- se diría que esta región, hoy yerma y desolada, nunca fue ocupada
por el hombre. Sorprende por eso, hallar en el subsuelo de Paracas -
cubierto con gruesas capas de arena y grava producidas por disgrega-
ción de las colinas rocosas y por dunas movidas constantemente por
Introducción
El Campo Arqueológico De Paracas
[83]
04_prólogo e intro.p65 30/11/2006, 12:17 p.m.83
84
fuertes vientos- abundantes testimonios de una larga ocupación huma-
na, reveladores de una civilización altamente desarrollada, desapareci-
da muchos años ha o tal vez siglos, antes de los Inkas.
Las peculiares condiciones físicas de esta región cálida y desértica,
agitada frecuentemente por vientos huracanados que levantan y trans-
portan considerables masas de arena borrando todo vestigio de
habitabilidad humana, contribuyeron a poner a salvo, en parte, tales
testimonios, librándolos de la acción destructora de los agentes físicos y
biológicos y de los profanadores de tumbas.
El material arqueológico de Paracas por su naturaleza, originalidad
e importancia histórica constituye el más alto exponente de una Civili-
zación desarrollada en la extensa área del Centro Andino, área com-
prendida entre el valle de Pativilca por el Norte y el de Majes por el Sur;
y entre el Océano Pacifico por el Occidente y la línea que marca el co-
mienzo del llano amazónico, por el Oriente.
Dentro de la Civilización Paracas se comprenden, como se verá en el
curso de este Libro, diversas culturas derivadas de un tronco común las
que, localizadas originariamente en distintas regiones del Centro Andino,
al desarrollarse se propagan por las áreas contiguas, mezclándose, fu-
sionándose y superponiéndose entre sí. Estas culturas constituyen la
gran familia geo-cultural Paracas, cuyos restos más típicos se hallan en
el Departamento de Ica, Península de Paracas.
Paracas en la historia de la explotación de antigüedades
del departamento de Ica
Ha ocurrido en Paracas lo que en otros lugares del Departamento de lea,
donde las sepulturas gentílicas luego de soportar los primeros ataques de
los Conquistadores, permanecieron inadvertidas por largo tiempo, siendo
perturbadas ocasionalmente durante la Colonia, y después saqueadas
Ininterrumpidamente en las primeras décadas del presente siglo.
La región iqueña fue teatro de las primeras escenas de saqueos de
tumbas y demolición de monumentos que realizan los conquistadores
en el afán de obtener riquezas a toda costa. Las guerras civiles entre
Pizarro y Almagro, que por algún tiempo ensangrientan el país, son
costeadas en gran parte con los tesoros arrebatados a las tumbas de Ica y
Nasca. Cuando Pizarro, a fines de 1537, hace su precipitado viaje al
Cusco, para debelar la rebelión de Almagro, pasa por el valle de Nasca.
Acampa allí durante varios días; toma prisionero al Curaca del lugar, le
obliga a revelar los sitios donde se hallan sepultados sus antecesores, y
luego le da muerte. Pizarro se apodera así de joyas avaluadas en cien mil
pesos de oro, de doscientas mil cargas de maíz y de cien mil ovejas. Y
04_prólogo e intro.p65 30/11/2006, 12:17 p.m.84
85
cuando Juan de La Torre, capitán que fue de Gonzalo Pizarro, acampa en
el valle de Ica obtiene de una sola sepultura, oculta bajo raíces de árboles
seculares objetos de oro por valor de más de cincuenta mil pesos.
Después de tres siglos de reposo, y obedeciendo a causas distintas
de las que motivan la búsqueda de tesoros en la Conquista, los valles del
Departamento de Ica vuelven a ser teatro de nuevas y más intensas ex-
plotaciones causadas ya no por el oro, sino por el afán de adquirir curio-
sidades artísticas de la gentilidad.
En las primeras décadas del presente siglo los monumentos y sepul-
cros, declarados bienes inalienables tanto por la Corona Real de España
durante la Colonia, como por el Estado peruano durante la República,
son clandestina y ávidamente explotados por otro ejército tan devasta-
dor como el de la Conquista.
En pocos años, los monumentos son derrumbados y los cementerios
vaciados. Las vecindades de los valles, en otros tiempos asientos de den-
sas poblaciones indias, quedan desoladas después de la Conquista. Per-
dida la población aborigen, las Encomiendas primero y las haciendas más
tarde se sirven de negros en los trabajos agrícolas. La nueva población
obrera, ajena a la tradición secular y sin respeto por las reliquias de un
pasado que no era el de su raza, convierte la búsqueda de tesoros de Wakas
en una industria lucrativa al igual que la explotación de las minas.
Posteriormente, debido al alto precio que en el Mercado alcanzan
los objetos arqueológicos como obras curiosas o artísticas, los campesi-
nos alternan las labores agrícolas con la búsqueda de tales curiosidades.
Se origina así el oficio de la wakeria que, infortunadamente en el Perú
logra la categoría de un trabajo especializado que no limita su acción a
los yacimientos arqueológicos de la superficie, sino la extiende a los que
se hallan en la profundidad, nunca profanados hasta entonces por estar
protegidos con arena, basura o escombros de edificios.
En ninguna otra parte de la costa Peruana como en el Departamento
de Ica se puede apreciar la magnitud de los estragos producidos por la
wakeria. Extensas áreas con múltiples hoyos -testimonio de tumbas pro-
fanadas-, ruinas de poblaciones y basurales, campos de cultivo hoy aban-
donados, aparecen enfilados en las zonas eriáceas de los valles, en hile-
ras casi continuas desde la cabecera del río hasta su desembocadura;
revelando esto, cuán densa debió ser la población que residió en estos
lugares, cuán antigua la vida humana en estos valles, cuán próspera su
economía y cuán intensa la explotación de las riquezas dejadas en sus
tumbas.
La memoria de ciertos hechos ayudará a explicar el por qué de esta
periódica intensificación del saqueo de tumbas; a valorizar la importan-
cia histórica del acervo arqueológico perdido; y a la vez, apreciar las
04_prólogo e intro.p65 30/11/2006, 12:17 p.m.85
86
circunstancia s que en el correr del tiempo han permitido obtener un
conjunto de hechos que prueban la existencia de una nueva civilización
en el campo arqueológico peruano, la de Paracas, cuyo estudio es propó-
sito de este trabajo.
Se puede afirmar que todo hallazgo de cierta importancia, en una
región no explorada, ha sido el punto de partida de excavaciones clan-
destinas posteriores. En efecto, cuando Max Uhle descubre en Ocucaje a
principios de este siglo, cuatro tumbas con cerámica fina de brillante
policromía y vistosa decoración, rica en figuras simbólicas, de inmedia-
to se inicia una activa explotación de Wakas en el Departamento de Ica.
Los productos obtenidos, que adquieren subido valor en el mercado, por
muchos años sostienen la avaricia de los traficantes en curiosidades
indias. El propio Uhle afirma que sus peones y asistentes son los prime-
ros en difundirlabuena nueva de sus hallazgos y en usufructuar el filón
arqueológico descubierto. Las vasijas Nasca comienzan a lucir en las
tiendas de antigüedades de Lima y de aquellos años data la formación
de las primeras colecciones Peruanas de Lima y de las que salen al ex-
tranjero.
En un período relativamente corto, los cementerios de Nasca son
profanados por cuadrillas de wakeros y los productos obtenidos van a
constituir entre otras, las celebradas colecciones de Javier Prado, Enri-
que Fracchia y Herman Gaffron. La Sección Arqueológica del Museo
Histórico Nacional adquiere 665 especies de Nasca de poder de los co-
leccionistas de Ica. Y cuando en diciembre de 1924 se funda el Museo de
Arqueología Peruana, figuran entre sus colecciones nueve mil especies
de Nasca adquiridas de igual manera.
A dicha época se remonta también el comienzo de la explotación de
las Necrópolis de Paracas. En las afamadas colecciones de tejidos
nasquenses de Manuel Montero, Enrique Mestanza, Domingo Cánepa y
otros de Pisco; y en las de Weiss y Sutorios de Lima, -la mayor parte de
las cuales se encuentran en el extranjero- figuran telas bordadas policro-
mas, con dibujos simbólicos decorativos. Estos tejidos se han Identifica-
do hoy como procedentes de la península de Paracas.
El saqueo de tumbas en el Departamento de Ica, realizado en forma
casi continua e intensiva durante los últimos cuarenta años, es muy
lamentable por los perjuicios irreparables que ha causado al patrimonio
histórico del país. Relativamente poco es lo que ha aprovechado la Ar-
queología de estas alocadas remociones cuyo único objeto era la búsque-
da de oro o de especies selectas comerciables, dejando a la vista las tum-
bas vacías, los cadáveres desparramados y los objetos no cotizables a la
intemperie o sepultados por los desmontes. Prolijas investigaciones prac-
ticadas en la misma región de los saqueos, e informaciones obtenidas de
04_prólogo e intro.p65 30/11/2006, 12:17 p.m.86
87
labios de los propios excavadores han permitido reconstruir, en parte,
los diferentes tipos de tumbas, la estructura del terreno que las oculta, los
estilos de alfarería, tejidos y otros objetos funerarios, los tipos predomi-
nantes de deformación craneal y cuanto contribuye a correlacionar las
diversas unidades culturales dentro de un conjunto determinado, y a
localizar la procedencia de especies selectas originarias de esta región,
que se hallan en las colecciones privadas y en los Museos.
La alfarería y tejidos de Nasca son entusiastamente elogiados por
su colorido, calidad y riqueza en representaciones simbólicas. Las bellas
vasijas policromas contribuyeron a acrecentar en Europa la fama legen-
daria del arte antiguo peruano. Contrasta, sin embargo, lo deslumbrante
de los hallazgos de esa época con la casi ausencia de trabajos arqueoló-
gicos serios. Más allá de la Memoria relativa al hallazgo incidental de
Uhle en Ocucaje y de aisladas descripciones de ciertas especies selectas,
no existe estudio alguno de importancia; nada se Publica sobre las con-
diciones y pormenores de los hallazgos. Se conocen y valorizan las espe-
cies pero se ignora su exacta procedencia; lo que representan como expo-
nentes de una cultura avanzada del Perú.
Paracas en los albores de la Historia Arqueológica
del Departamento de Ica.
El material de Nasca, cuyas especies selectas se contaban entonces por
millares, no era uniforme en su estilo ni procedía de un mismo sitio. Se
incluían en él diversas modalidades estilísticas en cerámica, tejidos y
plumaria. Extraída al margen de la disciplina Arqueológica, la especie
era valorizada sólo como muestra de un arte avanzado.
Las colecciones consideradas originarias todas de Nasca y repre-
sentativas de una sola cultura, provenían, en rigor, no de Nasca única-
mente, sino también de otros valles de la Costa; de la vasta región com-
prendida entre el valle de Chincha, por el Norte, y el de Yauca, por el Sur;
y correspondían a culturas diferentes.
A partir de los hallazgos de Uhle se comienza a distinguir, dentro
del complejo Nasca, tipos y estilos diferentes de especies que resultan
pertenecer a entidades culturales distintas, coetáneas o sucesivas.
El cuadro cultural de Uhle sería en orden de antigüedad:
Protonasca
Tiahuanaco
Ica
Inka
04_prólogo e intro.p65 30/11/2006, 12:17 p.m.87
88
La primera, la más antigua de la Costa; la segunda, Andina del
Kollao, irradiada a aquélla; la tercera, brote local reciente, en parte coetá-
nea con la cuarta Inka.
Cuando en 1915 tengo yo oportunidad de recorrer a caballo, el valle
de Nasca, cuyos cementerios estaban entonces en activa explotación,
reconozco en los múltiples objetos de alfarería de las colecciones y en los
que se encontraban abandonados en los desmontes de las tumbas, dos
tipos culturales Nasca correspondientes a dos tipos de tumbas estructu-
ral y estratigráficamente diferentes.
A base de múltiples observaciones comprobadas en el terreno mis-
mo, denomino Pre-Nasca al tipo más antiguo de tumbas; y al otro, Nasca.
Advierto, entonces, que las momias enfardeladas en grandes paque-
tes rellenos de algodón y hojas de pacae, con cabezas artificiales simu-
lando figuras humanas, rostros recamados con plumas, lagrimones de
plata y vistoso tocado, vestidas con túnicas de fina tapicería, tienen como
ofrendas vasijas y tejidos de estilo Tiahuanaco. Y descubro con sorpresa
dentro de los envoltorios que llevan en la espalda a manera de carga,
manojos de kipus. Esto me hace reflexionar que en algún periodo históri-
co Tì¥Á5@ • ð ¿ - — £ • – b j b j Ï 2 Ï 2 7 ¤ — - X - X ‡ • –
ÿÿ/ÿÿ/ÿÿ/ˆþ•þ•þ•þ•þ•þ•þ• –ºˆ´ºˆ´ºˆ´8òˆ´ , ˆ ì¥Á5@ •ð¿-—
£•–b jb j Ï2 Ï27¤—-X-X‡•– ÿ ÿ / ÿ ÿ / ÿ ÿ / ˆ þ • þ • þ • þ • þ • þ • þ • –
º ˆ ´ º ˆ ´ º ˆ ´ 8 ò ˆ ´ , ˆ más vieja, la Pre-Nasca. Por lo que serian sinóni-
mos:
Pre-Nasca (T) = Proto-Nasca (Uh.) = Nasca B (K.)
Nasca clásico (T) = Nasca (Uh.) = Nasca A (K.)
El cuadro de Kroeber sería, en orden de antigüedad:
Nasca A, o Nasca clásico
Nasca B.
Tiahuanaco y Sub Nasca
Ica e Inka.
Exploraciones posteriores realizadas entre los años 1925 a 1928,
incrementan el conocimiento todavía incipiente que se tenia de la Ar-
queología de este Departamento.
En 1925 en compañía del doctor Samuel K. Lothrop visito la Penín-
sula de Paracas y compruebo, por el examen de los despojos allí existen-
tes de tumbas explotadas, que los tejidos finos entre ellos los mantos
bordados considerados como de Nasca no procedían de ese lugar sino
de Paracas, de los cementerios llamados por los wakeros «Cabeza Lar-
ga»; y, además, descubro en las faldas y hoyadas contiguas a la garganta
04_prólogo e intro.p65 30/11/2006, 12:17 p.m.88
89
de la Península cistos hondos o pozos conteniendo cadáveres y objetos
distintos de los hasta entonces conocidos, a los cuales he denominado
posteriormente, cavernas de Cerro Colorado o Wari Kayan, que en kechua
significa antiquísimo adoratorio.
Paracas en la Historia de las Expediciones
Arqueológicas de 1927 a 1932.
A principios del año 1927 el Gobierno encomienda al Museo de Arqueo-
logía Peruana, entonces dirigido por mi, preparar una colección Arqueo-
lógica para ser exhibida en la Exposición Ibero-Americana de Sevilla, a
efectuarse en 1928. Esta feliz circunstancia me permite contar con los
medios económicos indispensables para equipar una Expedición al De-
partamento de lea, entonces tierra de atracción Arqueológica, por el tér-
mino de un año. La colección debla contener muestras representativas
del Arte Antiguo peruano en general. En el Museo existían abundantes
ejemplares duplicados para satisfacer esta demanda y para presentar
una excelente colección integral del Antiguo Perú. Infortunadamente,
las especies del Museo obtenidas por compra, carecían de exacta proce-
dencia y de la historia de sus hallazgos. Figuraban entre ellas piezas
miscelánicas que no podían ser incluidas dentro de las culturas por
entonces reconocidas. De allí que, para clasificar los materiales destina-
dos a Sevilla y equiparlos de su historia se hizo necesario realizar un
viajede Inspección a todos los valles del Departamento, examinar las
tumbas abiertas en los últimos años por los wakeros, efectuar excava-
ciones de prueba y correlacionar los tipos de cerámica con los tipos res-
pectivos de tumbas.
En los trabajos realizados con este fin, entre Enero de 1927 y Abril de
1928, se efectúan los siguientes hallazgos:
1° dentro del área de los cementerios Nasca, secciones conteniendo
grandes Cámaras construidas con adobes rectangulares y palos
cortados con herramientas de filo, en las que habían momias con-
feccionadas en fardos rellenos de algodón, con cabezas humanas
artificiales y ropa fina de tapicería del estilo Tiahuanaco.
2° En el valle de Nasca, en el fundo Pacheco, pozos conteniendo al-
farería rota, de un estilo nuevo por su tamaño, calidad, forma y
riqueza figurativa y ornamental, proveniente de tazas ceremonia-
les de gran tamaño, decoradas con dibujos de plantas alimenti-
cias andinas y de vasijas pequeñas, en su mayor parte figurati-
vas, de un tipo mixto: Kollawa - Rukana.
04_prólogo e intro.p65 30/11/2006, 12:17 p.m.89
90
3º En la quebrada de Las Trancas, capas de tumbas superpuestas
correspondientes a tres culturas distintas: la inferior, del tipo Pre-
Nasca: la media, del tipo Nasca-clásico; y la superior, del tipo de-
nominado hoy Rukana y, comprendido dentro del entonces hi-
potético Tiahuanaco.
4º En Ocucaje, cementerios formados por Cámaras pequeñas conte-
niendo múltiples cadáveres -algunos colocados dentro de
tinajones- y alfarería y tejidos del llamado tipo Ica, y hoy, Chincha.
5º En la Península de Paracas se descubre la Gran Necrópolis de
Cerro Colorado, que yacía oculta bajo capas de arena y basura,
de la cual se extraen 429 fardos conteniendo cadáveres envueltos
en telas bordadas y acompañados de múltiples ofrendas.
6° En Usaka, tumbas estructuralmente no distintas de las de Nasca;
pero, como lo notara en 1915, con el cadáver esqueletizado, casi
calcificado y fragmentado; y cerámica fina con predominio de la
forma globular con doble pico y asa como la de Nasca, ornamen-
tada con figuras rojo-violáceas sobre fondo blanco.
Las exploraciones de 1927 aportan testimonios fidedignos de la exis-
tencia de dos clases de culturas en el Departamento de Ica: unas, locales
desarrolladas en el Litoral; y otras, extrañas, Irradiadas ala Costa desde
los centros Andinos de Tiahuanaco y Cusco, y otros cuyos puntos de
origen aún se ignoraban.
Ya desde el año 1925 comienzo a distinguir, en los valles situados al
Sur de Nasca, ceramios y textiles policromos de lana y algodón de un
estilo diferente de los conocidos Inka y Tiahuanaco. En Acari y Moquegua
mezclados con restos Chincha, y en el valle de Ocoña, principalmente en
sus cabeceras, especies de formas y estilos mejor diferenciados. Dichas
muestras dan la impresión de ser exponentes de un arte mixto que tiene
caracteres similares a los de Chincha, por un lado, y a los de Pukina y
Atacama, por otro.
Pocas especies se conocen todavía de este nuevo arte que puede ser
muy antiguo y representar una nueva onda de migración andina. De ahí
que extendiera mis exploraciones hacia el Oriente, para, indagar los li-
mites aproximados de las culturas locales de la Costa y las vinculacio-
nes que podían tener con las de Tiahuanaco e Inka -las únicas reconoci-
das hasta entonces- o con las que ya comenzaban a esbozarse por los
aislados hallazgos en otros lugares de la Sierra.
Así, en 1931 exploro la Sierra contigua al Departamento de Ica des-
cubriendo el yacimiento de Konchopata, en los suburbios de la ciudad
de Ayacucho, y las ruinas de la antigua población de Wiñake, llamada
04_prólogo e intro.p65 30/11/2006, 12:17 p.m.90
91
hoy Wari o Wakaurara, ambas en la cuenca del río Huarpa, pequeño
tributario del Mantaro.
En Konchopata, ocultos bajo montículos de grava y barro, disemina-
dos en una amplia meseta cubierta de arbustos, descubro pozos conte-
niendo apilonamientos de alfarería rota de la misma clase de la hallada
en el fundo costeño de Pacheco. La magnitud del yacimiento, las nume-
rosas huellas de haber sido un Centro de fabricación de cerámica y las
estrechas semejanzas de su alfarería con la hallada en la Costa, en
Pacheco, me inclinan a creer que este sitio es uno de los focos principales
de un tipo arcaico de la cultura Kollawa, representada por la menciona-
da cerámica.
En las ruinas de Wari o Wiñake, Provincia de Huamanga, descubro
dentro y fuera del área de ellas, estatuas de piedra, y grandes acumula-
ciones de cerámica semejante a la que aparece en Nasca, cuya filiación
con ésta es clara y evidente.
Continuando mis exploraciones, recorro la región de las cabeceras
de los valles del Litoral del Pacífico, situada al Occidente de la Hoya del
Mantaro, comprensión de las actuales provincias de Cajatambo, Canta,
Huarochirí y Yauyos -aún no reconocida debidamente-, encontrando
ruinas de aldeas, viviendas construidas con Piedras y techos de paja o
de lajas; Cámaras funerarias (kullpis o chaukailas), conteniendo mo-
mias humanas desecadas, envueltas en paja y protegidas con redes de
fibras vegetales. La alfarería que las acompaña es del mismo tipo que la
del Mantaro.
En los sitios más elevados de esta región Cisandina la alfarería es
rústica, utilitaria y a medida que se desciende a los valles de la Costa,
menos rústica hasta ser sustituida por la fina alfarería policroma.
La cerámica policroma de Chancay, la de Nievería (froto-Lima de
Uhle), la de los valles del Rímac y Lurín y la que se encuentra en las
capas más antiguas de las Wakas de los valles de Asia, Mala y Huarco,
tienen estrecha analogía con la de la, hoya del Mantaro.
Paracas en el cuadro general de las culturas
reconocidas en el departamento de Ica
Los trabajos arqueológicos realizados desde el año 1925 han contribui-
do al mejor conocimiento de la Arqueología del Departamento de Ica y
del Centro Andino mediante ellos se han alcanzado, entre otros, los si-
guientes resultados:
1. Se ha comprobado la existencia de restos de seis culturas defini-
das por caracteres peculiares; cada una de ellas localizada en determi-
04_prólogo e intro.p65 30/11/2006, 12:17 p.m.91
92
nada área geográfica, circunscrita a una de las regiones naturales del
país, o propagada a través de las otras. Ellas son:
I. Paracas. IV. Kollawa.
II. Chanka. V. Chincha.
III. Rukana. VI. Inka.
Estos nombres corresponden a los de los sitios donde se hicieron los
hallazgos, como en el caso de Paracas; o a los de las Naciones que ocupa-
ron el Centro Andino, antes del dominio Inkaico y en cuyo territorio se
encuentran sus restos mejor definidos y en mayor abundancia, tales los
casos de Chincha, Chanka, Rukana, Kollawa e Inka.
2. Estas culturas pasan por diversas etapas en su desarrollo: Arcai-
ca, Media o Clásica y Decadente.
En la Arcaica tienen intima vinculación por un lado, con Chavín -
vieja cultura de la falda oriental de los Andes- y, por otro, con Huaylas -
antigua cultura del Norte ecuatorial y de la falda Occidental de los An-
des-. Es por tanto mixta. Caracteriza su Arte el predominio de figuras
grabadas en piedra, hueso y lagenas; y a su cerámica, la decoración
negativa.
En la Clásica o Media, las culturas son derivadas de la anterior y
diferenciadas localmente por las influencias ambientales del medio don-
de se fijaron. Están caracterizadas, las de la Sierra, por el notable desa-
rrollo alcanzado por el Arte textil gracias al uso de la lana de auquénidos
y de tintes vegetales, y las de la Costa, por igual desarrollo en la cerámi-
ca, debido al uso de tierras finas, plásticas y de tintes minerales policro-
mos.
La Decadente, continuación de la anterior, caracterizada por la de-
clinación del Arte y la aparición de formas manufacturadas más senci-
llas y utilitarias.
Consecuentemente, en la cultura Paracas se comprende: 1. Las ca-
vernas de Wari Kayan. 2. Las Necrópolis de Paracas. 3. Pre-Nasca y
Nasca clásico. 4. Sub-Nasca, en orden sucesivo.
En la cultura Chanka: I. Pre-Chanka. 2. Chanka clásico. 3. Sub-
Chanka.
En la Rukana: 1. Pre-Rukanao Wari de Ayacucho. 2. Rukana clásico
y Sub-Rukana.
En la Kollawa: 1. Pre-Kollawa o Pacheco. 2. Kollawa clásico. 3. Sub-
Koliawa.
En la Chincha: 1. Pre-Chincha. 2. Chincha clásico. 3. Sub-Chincha.
En la Inka: 1. Pre-Inka o Cusco arcaico. 2. Inka clásico (de los silla-
res). 3. Inka del Imperio, o de la Dinastía de Manko.
04_prólogo e intro.p65 30/11/2006, 12:17 p.m.92
93
3. Ciertos elementos fisionogmónicos sirven de pauta para el in-
mediato reconocimiento de cada una de estas culturas.
La cultura de las cavernas, representada por los hallazgos de Cerro
Colorado, Ocucaje y Cayangos. Se caracteriza por ciertos elementos pro-
pios como la alfarería imitando frutos de lagenas con figuras incisas
pintadas a la laca, o con decoración negativa; canastos, redes, gasas y
telas caladas.
La de las Necrópolis, por los fardos funerarios ricos en mantos bor-
dados que envuelven el cadáver.
La Pre-Nasca, por la alfarería fina globular de doble pico recto y de
asa plana, ornamentada con figuras demoniacas de cuyas cabezas pen-
den cordones con cabezas humanas ensartadas sobre fondo blanco le-
choso brillante.
La Nasca, por la conocida cerámica policroma con un predominio
de figuras realistas en su decoración, la misma que Uhle denominara
ProtoNasca.
La Chanka, por vasijas globulares o bi-lenticulares con dobles tubos
divergentes y asa, decoradas con figuras de monos y peces monstruosos
y escenas de cacerías de vicuñas y de cabezas humanas en las que apa-
recen guerreros portando partes del cuerpo humano y flechas
emplumadas.
La Kollawa, expansión a la Costa de una cultura Andina, cuyo Cen-
tro aun no está bien determinado, representada por las grandes tazas
descubiertas en Kawachi, fundo de Pacheco, el año 1927, del mismo
estilo de los ejemplares hallados en Pachacamac que Uhle designara
epigonal de Tiahuanaco.
La Chincha, por la alfarería de factura maciza con ornamentación a
base de reproducciones de figuras geométricas copiadas de los tejidos.
Sus restos se hallan en la capa más superficial de toda la región Arqueo-
lógica del Departamento de lea.
Y finalmente la Inka, representada por la expansión de la vieja
cultura del valle de Vilcamayo hacia la Costa.
La importancia de los materiales arqueológicos
adquiridos en 1927 en kopara. Pacheco y paracas
El material adquirido en estas exploraciones es excepcional por el monto
de las especies colectadas y por su Importancia histórica y artística. Lo
obtenido es el resultado de año y medio de trabajos intensivos en el cam-
po y procede sólo de pocos sitios arqueológicos del Departamento de Ica,
no reconocidos o muy superficialmente excavados por los wakeros. Es-
tos son: el valle de Sopara o de las Trancas, donde encuentro numerosos
04_prólogo e intro.p65 30/11/2006, 12:17 p.m.93
94
cementerios enfilados en sus dos flancos; el fundo Pacheco, cerca de
Kawachi, valle de Nasca, en el que hallo pozos llenos de alfarería frag-
mentada de calidad superior; y la Península de Paracas, valle de Pisco,
donde descubro cavernas funerarias y grandes Necrópolis en el Cerro
Colorado o Wari Kayan.
En los valles de Kopara, Nasca, Ingenio y Wayuri abro 537 tumbas
extrayendo su contenido completo consistente en 4,741 especies. De di-
chas tumbas, 160 son Nasca; 201, Chanka; 143, Rukana; 13, Kollawa; 6,
Chincha; 14 de contenido mixto -con intrusiones posteriores- cuya cultu-
ra no ha sido posible reconocer.
De los pozos de Pacheco extraigo alrededor de dos toneladas de
fragmentos de alfarería de tan fina calidad y tan bella ornamentación
que la puedo considerar como una de las más notables del arte antiguo
peruano. Estos fragmentos al ser clasificados y agrupados, produjeron
variados conjuntos que correspondían a vasijas grandes y pequeñas que,
una vez reconstruidas, integraron cuatrocientas pequeñas, figurativas,
y veinte grandes tazas de más de 1 m. de alto por 0.90 cm. de diámetro.
Constituye la base de la decoración de estas tasas, plantas alimenti-
cias oriundas del Perú, reducidas a cultivo por los indios, tales como la
papa, la oca, la mishwa, la quinua, el tarwi y el maíz. Las piezas peque-
ñas reproducen seres humanos, y animales oriundos del Antisuyo como
el mono y el tigrillo, y de la Sierra Andina, como el llama, la alpaca y la
vicuña.
Este hallazgo aparentemente exótico, dentro del campo conocido de
la Arqueología de la Costa Central Andina, indujo a buscar los orígenes
del arte allí representado en la Sierra contigua o en la Montaña.
En la garganta de la Península de Paracas descubro treinta y nueve
cavernas funerarias, algunas de éstas cubiertas por gruesas capas de
arena y de basura. Sólo siete cavernas fueron estudiadas el año 1925,
extrayéndose de ellas setecientas sesenta y siete especies, consistentes
en esqueletos de hombres, mujeres y niños envueltos en telas rústicas,
caladas, y redes con sus respectivas ofrendas. Entre las especies más
importantes figuran cráneos trepanados, cuchillos y estiletes de obsi-
diana; telas ornamentadas con figuras de peces y serpientes; y un tipo
nuevo de cerámica con ornamentos incisos y pintura a laca.
De la Gran Necrópolis de Wari Kayan o Cerro Colorado extraigo
cuatrocientos veintinueve fardos de forma cónica, de diverso tamaño,
algunos hasta de 1.50 m. de alto, conteniendo cadáveres casi en su tota-
lidad de ancianos, con llamativas ofrendas textiles. Los cadáveres están
descuartizados, aparentemente cocinados o ahumados como si hubie-
ran sido sometidos a .un tratamiento especial de preservación. Los obje-
tos que los acompañan son en su mayoría ceremoniales: vasijas finas de
04_prólogo e intro.p65 30/11/2006, 12:17 p.m.94
95
barro reproduciendo frutos; y cetros, abanicos y minúsculas prendas
textiles.
El monto y calidad excelente de las especies, son reveladores de un
arte avanzado que no pudo ser destinado al común del pueblo, sino a
sacerdotes, curacas o altos dignatarios de aquella antigua sociedad. El
vasto cementerio de la Península de donde se ha extraído esta clase de
fardos, debió por tanto pertenecer a una clase selecta que alguna rela-
ción pudo tener con la Religión o el culto a los dioses. Estos tenían sus
moradas en la Península de Paracas o en las legendarias Islas de
Sangallán y Chincha, donde los indios acudían en romería a sus prácti-
cas religiosas según la tradición recogida por los cronistas y extirpadores
de Idolatrías.
En el curso de los trabajos hago además, un reconocimiento de las
numerosas hoyadas áridas que bordean las vegas comprendidas en la
cuenca del Río Grande de Nasca, y realizo excavaciones en los sitios
señalados por manchas brunáceas de basura, encontrando hileras de
tumbas cubiertas con arena, con restos de chozas y viviendas de adobes;
y capas de tumbas de diferentes culturas: las Chanka debajo de tumbas
Nasca y las Rukana encima de éstas. Además, en la base de ciertos mon-
tículos artificiales, formados por apilonamientos de adobes rectangula-
res, descubro Cámaras conteniendo momias enfardeladas de tipo
Kollawa. Con estos hallazgos logro hacer una clara distinción entre las
tumbas Nasca, Chanka, Kollawa y Rukana, correspondientes a culturas
distintas, comprobando con testimonios objetivos, el orden o secuencia
de los enterramientos.
Los cuidados iniciales de preservación de los
materiales obtenidos el año 1927.
Los materiales encontrados casi en su totalidad dentro de áreas muy
pequeñas, son extraídos, dada su naturaleza e importancia, extremán-
dose las precauciones convenientes para evitar su ulterior desintegra-
ción, pérdida o deterioro.
El material de Las Trancas, adquirido mediante sistemáticas explo-
raciones y excavaciones, es recogido íntegramente y, en muchos casos
los pormenores de los hallazgos registrados gráfica y fotográficamente.
El cadáver esqueletizado, desnudo o vestido con ropas finas, y sus varia-
das ofrendas, es acondicionado en un solo paquete para evitar posterio-
res confusiones con las unidades de otros conjuntos.
Los fragmentos de alfarería policroma encontrados en los pozos de
Pacheco, son reconocidos desde los primeroshallazgos como pertene-
cientes a vasijas rotas intencionaì¥Á5@ •ð¿-—£•–bjbjÏ2Ï27¤—-X-X‡•–
04_prólogo e intro.p65 30/11/2006, 12:17 p.m.95
96
ÿÿ/ÿÿ/ÿÿ/ˆþ•þ•þ•þ•þ•þ•þ• –ºˆ´ºˆ´ºˆ´8òˆ´ , ˆ ì¥Á5@ •ð¿-—
£•–b jb j Ï2 Ï27¤—-X-X‡•– ÿ ÿ / ÿ ÿ / ÿ ÿ / ˆ þ • þ • þ • þ • þ • þ • þ • –
º ˆ ´ º ˆ ´ º ˆ ´ 8 ò ˆ ´ , ˆn corrosiva, tal vez salitre para conservarlo, las que
unidas a los fluidos cadavéricos escurrieron hacia la base del fardo pro-
duciendo la destrucción de las telas por combustión química. Hízose
necesario, por eso, reenfardelarlos en el mismo sitio de donde fueron
extraídos, protegiéndolos con paños de crudo.
Tan abundantes colecciones colman la capacidad del Museo lo que
obliga a habilitar un nuevo local como depósito. Allí se almacenan pro-
visionalmente los paquetes provenientes de las tumbas de Kopara, los
millares de fragmentos de Pacheco y los fardos funerarios de Paracas. Y
sé instalan también las oficinas de catalogación, el laboratorio de disec-
ción de los fardos y los talleres de reparación y restauración de telas, de
fabricación de maquetas de los principales tipos de tumbas reconocidas
y de maniquíes de hombres y mujeres, destinados a exhibir la vistosa
indumentaria hallada en los fardos de Paracas.
Las Trancas, Pacheco y Paracas, en especial este último, quedan
consagrados como importantes centros arqueológicos y se les pone bajo
el amparo del Patronato Nacional de Arqueología.
Las excavaciones de prueba practicadas en Paracas conducen a
descubrir cavernas funerarias las que son reconocidas hasta sus bocas
circulares y el cerco de Piedras que las protege y marcadas con estacas,
colocadas al Centro de cada una de ellas con el respectivo número de
orden de descubrimiento.
La divulgación del descubrimiento de Paracas.
El valioso descubrimiento de Paracas en 1925 es divulgado de inmediato
por noticias que proporciono a los periódicos de Lima y por la síntesis de
las primeras exploraciones realizadas que presento al Congreso de
Americanistas celebrado en Roma en 1926, o sea, a los pocos meses del
hallazgo.
En las Memorias del Museo, correspondientes a los años de 1925 a
1930 consigno los pormenores de los hallazgos, las condiciones en que
fueron encontrados los materiales arqueológicos entregados al Museo, y
las medidas requeridas para asegurar su preservación.
El 23 de Diciembre de 1927 el Museo realiza una Exposición Espe-
cial de Paracas en homenaje al Congreso Latino Americano de Medicina.
Se exhiben en esa oportunidad numerosos ejemplares de huesos huma-
nos patológicos y cráneos trepanados extraídos de las cavernas; una
colección de lancetas y cuchillos de obsidiana encontrados junto a los
04_prólogo e intro.p65 30/11/2006, 12:17 p.m.96
97
cadáveres; y apósitos, láminas de oro, gasas y vendas halladas prote-
giendo las heridas de la cabeza.
El año 1928 con motivo de la reunión del XXIII Congreso de
Americanistas de New York, se presenta ante ese certamen las primeras
muestras del material de las cavernas, consistentes en ejemplares selec-
cionados entre los más representativos de este nuevo arte e ilustraciones
Gráficas v fotográficas de la historia de los hallazgos y de las ob-
servaciones efectuadas hasta entonces.
En Octubre de 1929 se realiza en el Museo una exposición de las
especies selectas; Y en el mismo año, otra ante el Congreso Sudamerica-
no de Turismo. En dichas oportunidades el público pudo apreciar la
magnitud y excelencia de este arte, nuevo en los recuerdos arqueológicos
del país. El 20 de Octubre se abre ante los miembros de dicho Congreso el
fardo funerario N° 91, extrayéndose de él 40 telas que figuran entre las
mejores de la textilaria de Paracas.
A fines de 1929 el Gobierno decreta la ampliación del edificio del
Museo; adquiere vitrinas de acero y vidrio destinadas a la exhibición de
las colecciones de Paracas, y fomenta las investigaciones aumentando el
Personal Técnico y los ingresos del presupuesto del Museo.
Comienza el año 1930 bajo las más halagadoras perspectivas. Mien-
tras se prepara la ampliación del local, se emprende el estudio de los
materiales de Nasca, Pacheco, cavernas y Necrópolis, dando preferente
atención a las especies que por su estado de deterioro demandaban un
tratamiento, inmediato o requerían un paciente trabajo de reparación.
Diversos factores que contribuyen a mermar el acervo arqueológico
reconocido en los sitios explorados, y a desintegrar las colecciones obte-
nidas
El 26 de Setiembre de 1930 el Gobierno del Perú auspicia una nueva
exposición; y pocos días después reorganiza el Museo, reemplazando
Inusitadamente al personal técnico por un personal administrativo.
Desde entonces quedan, desgraciadamente, Interrumpidos los tra-
bajos en pro de la conservación y del estudio de los materiales descubier-
tos. Privados los cementerios de Nasca y Paracas de la directa vigilancia
del Museo, los wakeros toman posesión de las cavernas reconocidas y
marcadas con estacas numeradas, y de las Necrópolis de Wari Kayan,
aun no explotadas.
Durante los años de 1931 a 1933 dichos cementerios son saqueados
repetidas veces. Las remociones hechas por las excavaciones clandesti-
nas ocupaban áreas extensas, y lo extraído debió ser grande a juzgar por
el monto de los cadáveres hallados en la superficie y por las colecciones
de mantos bordados y otras piezas textiles que se vendían públicamente
en New York en 1932 y en Londres, en 1933.
04_prólogo e intro.p65 30/11/2006, 12:17 p.m.97
98
Los cementerios del valle de Kopara son Igualmente saqueados. En
los montículos de los Médanos los wakeros encuentran grandes Cámaras
construidas con Piedras labradas conteniendo valioso material arqueoló-
gico, y las piezas no cotizables por ellos son arrojadas a la intemperie.
Los grandes pozos de Pacheco, llenos de alfarería rota, desaparecen
entre los años de 1933 a 1934 a causa de los trabajos de desflorestación y
nivelación de tierras, con fines agrícolas, efectuados en aquellos años.
Hoy no es posible localizar los sitios donde se hallaron en 1827 las tum-
bas superpuestas, y donde estuvieron los montículos cubiertos de tupi-
dos huarangales ocultando los referidos pozos.
A mediados del año 1930 el Museo de Arqueología Peruana cuenta
con 429 fardos funerarios de Paracas entre ellos 33 grandes, de más de 1
m. de alto con telas finas y corrientes; 33 medianos, de 1 m.; y 363, peque-
ños en su mayoría consistentes en momias descuartizadas o en huesos
sueltos. Desde los primeros trabajos de desenfardelamiento y disección
de estos bultos se observa que su volumen guarda relación con el número
de capas de telas finas agregadas a .un paquete central, como si éste
hubiera sido extraído periódicamente de la tumba y se le hubiera agrega-
do nuevas ofrendas textiles. Además con 5,012 especies procedentes de
537 tumbas Nasca, y con los numerosos objetos de alfarería Pacheco,
reconstruidos.
Ciertas circunstancia s contribuyeron directa o Indirectamente a
mermar y desintegrar estos conjuntos arqueológicos que, dada su excep-
cional importancia era aconsejable mantenerlos intactos y al amparo de
una sola Institución. El año 1929 son seleccionados seis fardos entre los
429, y exportados a Europa para su exhibición en el Pabellón peruano de
la Exposición de Sevilla.
En el robo efectuado al Museo Nacional el 18 de Enero de 1933
desaparecen algunas de las especies de oro de Paracas y de Nasca; y en
Agosto de 1937 se remiten a New York cuatro fardos para su exhibición
en el Museo Metropolitano.
El estado en que se encontraban las colecciones de Paracas, Kopara
y Nasca a fines de 1930 en el Museo de Arqueología Peruana cuando
sobrevino el cambio de personal era el siguiente: las telas finas halladas
dentro de 25 fardos grandes de Paracas, en exhibición; las telas deterio-
radas, fijadas en bastidores; los cadáveres y telas burdas, empaqueta-
dos; las varas ceremoniales y los múltiples objetos de hueso, caña, lagena,
cráneos trepanados con sus respectivos turbantes, y telas semicar-
bonizadas, acondicionadas en cajas y en paquetes; la alfarería fina ex-traída de Kopara en exhibición; la ropa, de la misma procedencia, en
vías de restauración; y el material fragmentario de Pacheco reconstruido
en su totalidad.
04_prólogo e intro.p65 30/11/2006, 12:17 p.m.98
99
La reorganización del Museo de Arqueología Peruana, su transfor-
mación en una entidad de carácter meramente administrativo y la crea-
ción en 1931 de un Instituto dependiente de aquél, -con exiguo soporte
económico- destinado al estudio de los materiales obtenidos en las
excavaciones, trae consigo su traslado parcial a otro edificio y por ende
un motivo más para su desintegración. Las especies en exhibición que-
dan en el Museo de Arqueología Peruana, y las que se hallaban empa-
quetadas pasan a principios del año 1932 al Museo Bolivariano de Mag-
dalena Vieja, donde se instalan, a falta de vitrinas y estanterías, en los
pisos de las salas y corredores que por entonces eran los únicos sitios
disponibles para albergar el valioso material de Paracas.
Por aquellos años el Instituto no contaba con los fondos indispensa-
bles para asegurar su funcionamiento, ni con el personal técnico prepa-
rado para los trabajos de preservación, estudio e investigación.
La magnitud de las colecciones y la delicadeza de las especies de-
mandaban urgentemente materiales de conservación que las protegiera
de la humedad, de los agentes biológicos de destrucción y de los conti-
nuos cambios de sitio; y demandaban a su vez, la colaboración de perso-
nas interesadas en esta clase de estudios.
Es por esto que desde los comienzos del año 1931, sugiero al Gobier-
no la conveniencia de obtener la cooperación de la Universidad con el
Museo; de la Cátedra de Arqueología e Instituto de Investigaciones
Antropológicas de aquella, con el Instituto del Museo Nacional para
intensificar, bajo el amparo de la Universidad, los estudios y conserva-
ción de las colecciones de Paracas; proyecto que aunque logra legalizar-
se por resolución Suprema de 12 de Junio de 1931 no se lleva a efecto.
Otras iniciativas en pro de la conservación y estudio
de los materiales de Paracas.
Muy serios fueron los problemas que hubo que afrontar para asegurar la
integridad del material de Kopara, Kawachi y Paracas, y a la vez para
llevar a cabo investigaciones basadas en dichas fuentes de estudio. Pro-
teger a todo trance dicho material era lo urgente e inaplazable. Para ello
se requería local apropiado, y recursos indispensables para el funciona-
miento de un laboratorio y un taller donde prepararlo y estudiarlo. Con-
servar e investigar era más urgente que exhibir y publicar. La mayoría de
las especies de Paracas son obras de arte, testimonios históricos únicos e
insustituibles de la antigüedad del Perú, y su estudio no podía ser reali-
zado en tiempo limitado y sin los medios indispensables para hacer
efectiva la labor.
04_prólogo e intro.p65 30/11/2006, 12:17 p.m.99
100
Esta situación explica las continuas gestiones que se hacen para
poner a salvo tales reliquias Arqueológicas, y para llamar la atención de
los americanistas y del público ilustrado en general sobre la importancia
de estas fuentes de estudio. La circunstancia de haberse hallado el ma-
terial de Paracas en su mayor parte dentro de fardos; lo delicado y frágil
de las prendas contenidas en ellos, prendas en su mayoría carbonizadas
o deterioradas y adheridas a tejidos burdos, y en ciertos casos impregna-
dos de sales delicuescentes, me obligan a atender de preferencia a los
trabajos de preservación.
Aprovecho de un viaje que hiciera a los Estados unidos en 1936, -a
invitación de la Universidad de Nuevo México- para tratar sobre estos
asuntos de interés americanista. Gracias a la simpatía que el Perú de los
Inkas despierta en el país del Norte, y a la honrosa acogida que me dis-
pensaran la señora Truxton Beale y los profesores Edgar L. Hewett, Alfred
L. Kroeber y Leslie Spier, se funda el Institute of Andean Research en
New York el 26 de Setiembre del mismo año, para fomentar en forma
activa las investigaciones andinas en el Perú.
Posteriormente, en Mayo de 1937, visita el señor Nelson A. Rockefeller
el Depósito de Antigüedades de Paracas del Instituto de Antropología, y
ofrece su decidido apoyo a los fines científicos que persigue, como puede
apreciarse en la siguiente carta:
Country Club, Lima, Perú, Mayo 21, 1937. Dr. Julio C. Tello, Miraflores,
Querido Dr. Tello: durante nuestra breve visita al Perú mi imaginación e
interés han sido exaltados por la tremenda riqueza Arqueológica de su
país. Las posibilidades para el estudio e investigación científica son ilimi-
tadas; y me parece que para desenmarañar la historia del pasado reque-
rirá la más amplia cooperación de los arqueólogos más notables de ara-
bas Américas. Seria posible para mi ayudar a vincular a estos dos gru-
pos? Yo puedo asegurarle a usted que nada me proporcionaría mayor
placer. Por tanto a mi regreso a New York yo haré todo lo que esté en mi
poder para atraer el interés y soporte del Presidente y Directorio, así
como del Director y personal del Museo Metropolitano (del que yo soy
uno de los Directores) en la gran obra que usted y sus colegas están
empeñados.
Yo estoy particularmente ansioso de que algo debería ser hecho inme-
diatamente para salvar los cerca de 400 bultos de material que usted
extrajo de Paracas, y que están desgraciadamente desintegrándose con
rapidez en la actualidad debido a la falta de facilidades convenientes para
una conservación adecuada de ellos. Pensar que tan valioso material
histórico corriera el riesgo de deshacerse en pedazos a causa de la falta de
fondos, me preocupa, desde que nunca puede ser reemplazado una vez
destruido por la acción del tiempo.
04_prólogo e intro.p65 30/11/2006, 12:17 p.m.100
101
Por tanto, antes de partir del Perú, yo dejaré en la Embajada Americana
el equivalente de $3,000.- para ser utilizado bajo su dirección en la preser-
vación y exhibición de este material. Yo comprendo que esta suma re-
presenta solamente un cuarto del total del costo de este trabajo según lo
ha estimado usted. Por tanto, a mi regreso a New York trataré de intere-
sar al Museo Metropolitano para que coopere con usted en un plan que
lleve a cabo el resto de este trabajo, así como en los estudios arqueológi-
cos posteriores.
En está conexión, a fin de que el Museo Metropolitano pueda tener una
evidencia de primera mano, yo consideraría altamente útil si el Museo
Nacional pudiera enviarme a New York cuatro o cinco de estos paquetes
representativos de los cuatrocientos que usted tiene, desde que ellos
serían de asistencia infinita para mi al presentar la situación Arqueológi-
ca al Museo Metropolitano. Esto parece ser la manera más eficaz que
puede hacerse para llevar a su convencimiento la verdadera urgencia
que hay de preservar esta gran colección.
Ha sido para nosotros el placer más grande posible haber pasado tantas
horas interesantes con usted durante toda nuestra breve estadía en el
Perú.
Con muchas gracias y mejores deseos.
Sinceramente
(Firmado) Nelson A. Rockefelter.
Con el soporte de Rockefeller se inicia un periodo de intensa activi-
dad en el Instituto de Antropología. Los trabajos de laboratorio permiten
poner a la vista el excelente material que se encontraba hasta entonces
empaquetado. Las telas reparadas son colocadas en cajas especiales de
cedro, y en bastidores acondicionados adecuadamente para su fácil ex-
posición. Se arreglan numerosas especies que habían permanecido em-
paquetadas durante varios años; se logra identificar las numeraciones
originales puestas en el campamento, y que se hablan borrado o perdido,
mediante la confrontación con las registradas en los catálogos e
Inventarios; se reintegran en gran parte a sus respectivos conjuntos las
diversas unidades pertenecientes a un mismo fardo, todo lo que hizo
posible la posterior exhibición, no sólo de especies selectas sino de la
mayoría del material hallado en Nasca y Paracas.
Pocos meses después, a mediados de 1938, el Gobierno del entonces
General Benavides, secundado eficazmente por el Ministrode Educa-
ción Pública General Ernesto Montagne, el Ministro de Relaciones Exte-
riores, doctor Callos Concha, y el doctor Mariano Peña Prado, miembro
del Consejo de conservación de monumentos históricos presta al Institu-
to de Investigaciones Antropológicas, un nuevo impulso el cual se tradu-
04_prólogo e intro.p65 30/11/2006, 12:17 p.m.101
102
ce en la ampliación del edificio, en la reparación y construcción de pabe-
llones apropiados para las exhibiciones, en la habilitación de vitrinas y
cajas con vidrios para acondicionar las especies y mantenerlas libres de
los perjuicios ocasionados por las alteraciones del clima y por los insec-
tos; en la dotación de un personal adecuado y de un presupuesto más
liberal para atender a las actividades y funciones futuras de la Institu-
ción. Y con el objeto de darle autonomía técnica se expide la ley No. 8751
de 22 de setiembre de 1938 que reorganiza el Museo Nacional, y la Reso-
lución Suprema No. 1313 de 8 de Octubre del mismo año por la que se
funda el Museo de Antropología destinado a estudiar de preferencia el
material de Paracas, y reunir en el futuro todas las colecciones relaciona-
das con el conocimiento científico de la Raza Aborigen y de su Civiliza-
ción. El 25 de Diciembre de 1938 se inaugura el Museo con una nueva
exposición de las colecciones de Paracas.
En los años posteriores a su fundación, se continúan los trabajos de
preservación y arreglo de especies: nuevas piezas textiles son montadas
en bastidores, y nuevas piezas dé cerámica son restauradas. Las colec-
ciones llenan totalmente las vitrinas, y pronto resulta insuficiente el lo-
cal para exhibir y depositar las especies arregladas.
Simultáneamente a los trabajos de reparación, montaje y exhibición
de especies, se intensifican las investigaciones; se emprende su catalo-
gación ilustrada con dibujos y fotografías; y además se inicia la recopila-
ción de las referencias geográficas, etnológicas e históricas, relaciona-
das con el área Arqueológica del Departamento de lea, haciéndola exten-
siva a toda la región del Centro Andino. Por último, en el deseo de que la
nueva Institución llene su finalidad educacional, se da realce a las exhi-
biciones mediante el uso de mapas ilustrativos, modelos y dioramas de
secciones importantes de sitios arqueológicos, mostrando cortes practi-
cados en ellos, estratos superpuestos, ruinas de algunas poblaciones y
templos, y muchos otros detalles que pueden ser apreciados objetiva-
mente; y se clasifican y ordenan las especies en unidades colectivas y
cronológicas correspondientes a las diferentes culturas y aì¥Á5@
•ð¿-—£•–bjbjÏ2Ï27¤—-X-X‡•– ÿÿ/ÿÿ/ÿÿ/ˆþ•þ•þ•þ•þ•þ•þ• –
º ˆ ´ º ˆ ´ º ˆ ´ 8 ò ˆ ´ , ˆ ì ¥ Á 5 @ • ð ¿ - — £ • – b j b j Ï 2 Ï 2 7 ¤ — - X - X ‡ • –
ÿÿ/ÿÿ/ÿÿ/ˆþ•þ•þ•þ•þ•þ•þ• –ºˆ´ºˆ´ºˆ´8òˆ´,ˆno de mi expre-
sado fundo al arqueólogo doctor Julio C. Tello, un lote de terreno que
mide una área de siete mil, setecientos cincuenta y cuatro metros y
noventiséis centímetros, cuadrados (7,754.96 m2). La donación la hago
con la condición de que el donatario doctor Tello utilice este terreno con
el único propósito de que en él tenga su asiento la casa o edificio de una
Institución Nacional, destinada exclusivamente a conservar, estudiar y
exhibir los testimonios de las pasadas civilizaciones del Perú, que sirva
04_prólogo e intro.p65 30/11/2006, 12:17 p.m.102
103
como fuente de inspiración y de enseñanza para las generaciones futu-
ras. Caso de que el donatario, doctor Tello, por alguna circunstancia
imprevista, o por fallecimiento, no lograra realizar parcial o totalmente
el deseo especifico del donante, establecido en la cláusula anterior, el
terreno volverá a mi poder o al de mis herederos. Pero en el caso de que se
hubiera cumplido parcial o totalmente el deseo del donante, y ocurriera
el fallecimiento del donatario, la donación pasará a la Universidad Ma-
yor de San Marcos, la que entrará en posesión de la donación bajo las
mismas condiciones y obligaciones establecidas en la cláusula anterior».
Nuevas exploraciones destinadas a conocer el área de la
cultura paracas y sus vinculaciones con las otras culturas
del centro andino
El hecho de haberse encontrado el material de Paracas en una sección
muy limitada del país, y en apariencia con caracteres correspondientes a
una cultura distinta de las conocidas de Tiahuanaco e Inka, y lejanamente
relacionado con las nuevas culturas descubiertas de Nasca y Chavín,
obliga a continuar las exploraciones del Centro Andino -dentro del que
se halla Paracas y Nasca-, a la par que las investigaciones del material
ya adquirido.
Estimula la curiosidad indagar cuál era la verdadera posición de
Paracas dentro del complejo de culturas del área del Centro Andino y
aún del de las otras secciones más alejadas. Se hace necesario compro-
bar lo que Uhle insinuara alguna vez acerca del parentesco entre ciertas
figuras demoníacas del arte Nasca y la que aparece en la estela Chavín;
Igualmente conocer si los testimonios que Uhle considerara como pro-
ductos de la expansión del arte Tiahuanaco, sea del clásico o de su deri-
vado el Epigonal, eran en rigor meras proyecciones o irradiaciones del
arte desarrollado en el altiplano del Collao; y por último, conocer si Paracas
antecede o sucede a la cultura de los grandes monumentos líticos de la
Hoya del Vilcamayo, considerada por algunos como muy antigua y por
otros, atribuida totalmente a los Inkas.
A mediados del año 1941 encuentro una nueva oportunidad para
incrementar los conocimientos acerca de la cultura Chavín y sus vincu-
laciones con Paracas. Auspiciado por la dirección de Fomento exploro
las cabeceras del río Puccha, afluente del Marañón. Descubro nuevas
esculturas líticas diseminadas en una área extensa, semisepultadas o en
la superficie; muchas erosionadas o formando parte de los cercos de los
potreros. Saco moldes de todas ellas, y los originales los hago transpor-
tar y reunir en una casa contigua a las ruinas de Chavín. A1 mismo
tiempo realizo excavaciones de prueba en ciertos sitios, ampliando las
04_prólogo e intro.p65 30/11/2006, 12:17 p.m.103
104
que realizara Bennett en 1939; y obtengo nuevas y más abundantes mues-
tras de cerámica Chavín de la misma clase de la que yo recogiera el año
1934 en el banco izquierdo del río, contiguo al Templo, cortado por las
crecientes del Puccha. Esto hizo posible tener a la mano en el propio
Museo de Antropología las réplicas de todas las esculturas halladas en
Chavín, muestras típicas de su alfarería, y establecer con mayor funda-
mento las verdaderas vinculaciones existentes entre el arte Chavín y el
de las cavernas de Paracas.
En posesión de datos más seguros acerca de Chavín y de sus
interferencias en las culturas del Departamento de Ica procedo en segui-
da a rastrear los testimonios relacionados con la conocida cultura de
Tiahuanaco, cuyo Centro de origen se supone hallarse en el sitio de las
ruinas de este nombre. En los materiales de cerámica hallados en Pacheco
en 1927, a la par de la existencia de un estilo aparentemente semejante al
de Tiahuanaco, descubro que existen otros estilos distintos de éste o muy
lejanamente vinculados. Por un lado, se constata la presencia de un esti-
lo que es el mismo de la alfarería que Uhle calificara como Tiahuanaco
en Pachacámac; y por otro, se constata, asimismo, la presencia de diver-
sos estilos -considerados por entonces como modalidades de Nasca- y
posteriormente Identificados como Chanka Rukana y Wanka. Los restos
de Tiahuanaco antes del descubrimiento de Pacheco eran entidades com-
pletamente distintas de las de Nasca. El hallazgo de Pacheco, donde
aparecen unidos estos estilos, viene a plantear un nuevo problema: cual
es el de descubrir las diferencias y analogías próximas o lejanas que la
alfarería Nasca tiene con la de Tiahuanco.
Además, esta misma mezcla de estilos con rasgos Tiahuanaco y
Nasca se había observado también años atrás en Konchopata (Ayacucho),
en Okros (Wakaurara) y en Wari Willka (Huancayo); y aún la alfarería
que Uhle denominaba proto-Limaen el valle del Rímac, la de Chancay, y
la que hallara yo en los fundamentos de la huaca Malena (Valle de Asia
u Omas), y Kroeber y yo en Cerro del Oro, presentaban estrechas analo-
gías con la de Pacheco. Estos testimonios encontrados en sitios alejados
entre sí, pero todos dentro del Centro Andino, plantea nuevos y más
difíciles problemas.
E1 año 1940 obtengo el privilegio de realizar excavaciones en
Pachacámac bajo los auspicios del Gobierno. Ninguna oportunidad tan
ventajosa como esta para indagar mediante excavaciones las caracterís-
ticas específicas y la sucesión cronológica de los restos de culturas múl-
tiples, serranas y costeñas, existentes en este lugar de la Costa Peruana.
Las exploraciones realizadas en el área de Pachacamac durante los
cuatro últimos años han puesto a la vista testimonios nuevos que permi-
ten establecer el orden de sucesión de las culturas en esta forma: Inka,
04_prólogo e intro.p65 30/11/2006, 12:17 p.m.104
105
Pre-Inka, Pachacamac y Chavín, algo diferente al establecido por Uhle:
Inka, cultura de las vasijas blanco-rojo-negras, Epigonal y Tiahuanaco.
En cuanto a los restos de la cultura Chavín éstos son todavía escasos en
el área de las ruinas; pero abundantes en los basurales existentes a corta
distancia al N. y S. de ellas. La cultura Pachacamac está representada
por un tipo especial de edificios construidos con adobes pequeños y por
una cerámica que Comprende diversos estilos entre los cuales figura el
que Uhle llamara Proto-Lima, Nieveria, vasijas blanco-negro-rojas, y que
dada la constancia con que se presenta principalmente dentro del área
territorial de la antigua Provincia de Pachacamac y asociada a las es-
tructuras de adobitos, la denomino con este nombre. Pre Inca, represen-
tada por edificios construidos con Piedras labradas y adobes rectangu-
lares y una alfarería que denomino Kollawa y que es la que Uhle desig-
nara como Tiahuanaco o Epigonal. Y por último Inka, que en este caso
más que a la clásica cultura de este nombre, corresponde al último perio-
do de ocupación de Pachacamac por diversas culturas coetáneas.
Quedaba aún por conocer las relaciones existentes entre Paracas y
sus congéneres Cusco, Pukara y Tiahuanaco. Una nueva oportunidad se
me presenta para explorar el país considerado como cuna de la cultura
Inka. A mediados de 1942 emprendo una Expedición a la Hoya del
Urubamba bajo los auspicios de The Viking Fund, Inc. de New York con
el propósito de continuar los descubrimientos realizados por la Expedi-
ción Wenner Gren el año 1940. Esta Expedición había logrado descubrir
bajo la floresta ruinas de algunas pequeñas poblaciones del tipo de
Machu Picchu, abriendo así un nuevo camino para el mejor conocimien-
to de las características de la cultura Inka, a base de la existencia de
poblaciones relativamente bien conservadas que tenían las mismas uni-
dades estructurales, el mismo tipo de edificios y el mismo estilo en gene-
ral de las conocidas ciudades de Pisac, Ollantaytambo y Cusco. La nue-
va expedición de 1942 utiliza estas enseñanzas y las Incrementa con un
estudio más amplio de todos los vestigios Inkaicos hasta entonces cono-
cidos en la cuenca del Vilcamayo, y con el reconocimiento de nuevos
centros arqueológicos como Wiñay Wayna, y otros situados fuera del
área Inka. Esta expedición reconoce la existencia de tres estratos cultura-
les: Inka, Pre-Inka y Pre-Tiahuanaco; y además encuentra fehacientes
vinculaciones entre las viejas culturas Inka, Tiahuanaco y Paracas.
Mientras se realizan estas exploraciones se continúa el estudio y
preparación de los materiales de Paracas, aunque pausadamente debido
a causas inherentes a esta clase de trabajos delicados. Ellos se intensifi-
can en 1943 y principalmente en 1944 gracias al decidido apoyo presta-
do al Museo de Antropología por el actual Gobierno del doctor Manuel
Prado, secundado eficazmente por el Ministro de Educación Pública,
Ingeniero Enrique Laroza.
04_prólogo e intro.p65 30/11/2006, 12:17 p.m.105
106
Este apoyo ha permitido ampliar las Salas de exhibición, emprender
nuevas exploraciones y excavaciones en la Costa del Departamento de
Ica; mejorar los sistemas de conservación, preparación y montaje de es-
pecies; aumentar el personal técnico y administrativo; crear nuevos De-
partamentos para atender a las funciones especializadas; y por último,
ampliar el área del terreno donada por el señor Luna Iglesias para edifi-
car allí el futuro Museo.
Uno de los más importantes Departamentos del nuevo Museo Na-
cional de Antropología y Arqueología, según el reciente Estatuto de Re-
organización de los Museos expedido por el Supremo Gobierno (Decreto
Supremo de 29 de Enero de 1945), llevará el nombre de Paracas, aten-
diendo al monto y valor de este material. En él se continuará la disección
y estudio de los fardos -emprendido hace ya algunos años- la mayoría de
los cuales se hallan en el mismo estado en que fueron encontrados el año
1927 en la Gran Necrópolis de Paracas.
Cada fardo contiene el cadáver de algún Jefe o Sacerdote de alta
jerarquía de la vieja sociedad aborigen, engalanado con suntuosas ofren-
das textiles, y acompañado de múltiples y variados utensilios, herra-
mientas, comidas, vestidos y muchos otros objetos extraños, de significa-
do aún enigmático. Ellos dicen mucho de la sociedad a que pertenecie-
ron tales Jefes; de su arte en auge, de sus usos y costumbres, de su econo-
mía próspera y de su deslumbrante vida religiosa. Cada fardo es vivien-
da y almacén; tumba y archivo; y principalmente valiosa herencia deja-
da a los peruanos de hoy, como exponente de sus esfuerzos y éxitos, para
aprovechar las enseñanzas que encierra y trasmitirla a las generaciones
venideras, acrecentadas y enriquecidas.
Objeta y propósito de este libro
Aunque han transcurrido diez y ocho años del descubrimiento de Paracas,
poco se ha publicado sobre el particular a no ser meras noticias periodís-
ticas y breves comunicaciones sobre el hallazgo o diversos aspectos del
arte de esta cultura, en especial de los tejidos bordados contenidos en los
fardos funerarios.
El monto extraordinario de los materiales extraídos de la Península
de Paracas .demandaba, para su conservación y estudio, local espacioso
y adecuado que no lo hubo; las numerosas piezas textiles finas halladas
junto a la momia impregnadas en su mayoría con sales y sustancias
cadavéricas que quemaron o hicieron frágil su estructura, y las telas
grandes, burdas que las envolvían alternativamente formando bultos
cónicos a veces de 1.30 m. de alto x 1.20 m. de base, demandaron pacien-
tes trabajos de disección y extracción para evitar su deterioro; la no me-
04_prólogo e intro.p65 30/11/2006, 12:17 p.m.106
107
nos ardua tarea de limpieza, restauración y montaje de las especies tex-
tiles; las precauciones inaplazables que fue necesario tomar para asegu-
rar su conservación y librarlas de la acción de la humedad y de los insec-
tos; y por último, las circunstancias señaladas anteladamente, dificulta-
ron el tratamiento y estudio de estas reliquias de la antigüedad y, por
ende, retardaron la publicación de las Memorias relacionadas con la
Historia de los hallazgos, el proceso de las excavaciones y la búsqueda
de tesoros que sucedió al descubrimiento.
Esta obra publicada por el Institute of Andean Research bajo los
auspicios del Coordinador de Asuntos Interamericanos contiene una
sinopsis de los conocimientos alcanzados hasta ahora sobre la impor-
tancia y significado de Paracas en la prehistoria Peruana; es una tentati-
va de aproximación a la antigüedad, a través del inmenso material de
esta cultura. Sus conclusiones se apoyan en las enseñanzas obtenidas
en la disección de treinta y ocho fardos funerarios; en el estudio de las
diversas manifestaciones de su arte; en los reconocimientos hechos en
los cementerios de la Península de Paracas: cavernas y Necrópolis, y en
la sección baja del río Ica donde existen restos de una cultura idéntica a
la de las cavernas; en las exploraciones realizadas en el valle de Nasca
con el propósitode definir y deslindar los restos de las culturas halladas
en Kawachi (fundo Pacheco) y Kopara que son similares a los de Nasca;
y en las de la Sierra contigua hasta la cuenca del Urubamba con el objeto
de reconocer y delimitar los focos de las culturas Propiamente andinas.
En suma, este trabajo de carácter preliminar y tentativo tiene por
objeto ofrecer los incidentes de la historia del descubrimiento de Paracas;
las características que definen esta cultura; su posición cronológica; sus
diferentes aspectos y fases de desarrollo; su área de propagación y las
vinculaciones que ella tiene con otras culturas más alejadas del Centro
Andino.
Para ello se tratará de lo siguiente:
1° De la Geografía del Centro Andino.
2° De la explotación de antigüedades en el territorio del Centro
Andino.
3° De la cultura de Paracas y sus vinculaciones con otras del Centro
Andino.
4° Del arte de Paracas, de sus orígenes y sus diversas fases de desa-
rrollo.
5° De los fundamentos en que se apoya la antigüedad de Paracas y
su posición cronológica dentro de las culturas de la Prehistoria
Peruana.
04_prólogo e intro.p65 30/11/2006, 12:17 p.m.107
108
04_prólogo e intro.p65 30/11/2006, 12:17 p.m.108

Continuar navegando

Materiales relacionados

33 pag.
LOS NORTES DE MOCHICA DEL SUR

San Marcos

User badge image

Maria Zeballos

12 pag.
393 pag.
5-sm-historia-del-peru

SIN SIGLA

User badge image

Aleja Estren obredor

225 pag.