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1 CLASIFICACIÓN DE LAS FUNCIONES DISCONTINUAS: LAS CLASES DE BAIRE Y SU TRANSPOSICIÓN A LA MATEMÁTICA MODERNA HUGO ARMANDO PAZ VIVAS Trabajo de grado presentado en el programa académico de Matemáticas como requisito para optar al título de matemático. DIRECTOR Dr. Luis Cornelio Recalde UNIVERSIDAD DEL VALLE FACULTAD DE CIENCIAS NATURALES Y EXACTAS DEPARTAMENTO DE MATEMÁTICAS SANTIAGO DE CALI 2019 2 Agradecimiento A mi familia: mis padres, Martha y Victor quienes me han acompañado con su amor desde la distancia; mis abuelos, Alba y Hernando que me acogieron en su casa; mis hermanos, Andres y Victor; mis tios, Fanny, Alfredo y Gustavo; mi esposa, Paola quien me acompañó y creyó en mí en este largo proceso. Al profesor Recalde por su paciencia. 3 Dedicatoria A Dios y Helena, con la promesa que por ti seré cada día una mejor persona. 4 Contenido RESUMEN……………………………………………………………………………………... 6 INTRODUCCIÓN……………………………………………………………………………… 7 1. EL PROBLEMA DE EXISTENCIA EN MATEMÁTICAS…………………………………9 1.1. El problema de existencia en matemáticas en la antigüedad griega…………….....10 1.2. El racionalismo cartesiano y la existencia en matemáticas………………………..21 1.3. La existencia en matemáticas para los empiristas…………………………………25 1.4. Cantor y la teoría de conjuntos…………………………………………………….26 1.5. El problema de existencia en matemáticas a principios del siglo XX……………..29 1.5.1. Escuela Logicista…………………………………………………………...29 1.5.2. Escuela Intuicionista………………………………………………………..31 1.5.3. Escuela Formalista……………………………………………………….....32 1.6. Planteamiento Filosófico de Zermelo………………………………………...........34 2. LA EXISTENCIA DE LAS FUNCIONES EN LA CLASIFICACIÓN DE RENÉ BAIRE..35 2.1. Demostración del teorema 1……………………………………………………….38 2.2. Demostración del teorema 2……………………………………………………….45 3. EL PROBLEMA DE LA EXISTENCIA DE LAS CLASES DE BAIRE…………………. 47 3.1. La existencia en las clases de Baire en Lebesgue y Lusin.....………………...........47 4. TRATAMIENTO MODERNO A LA EXISTENCIA EN LAS CLASES DE BAIRE……...52 5. CONCLUSIONES..................................................................................................................64 BIBLIOGRAFÍA........................................................................................................................68 5 TABLA DE FIGURAS Figura 1. Metáfora de la línea………………………………………………………………….11 Figura 2. Primer Polígono Inscrito en Figura No Rectilínea…………………………………...19 Figura 3. Primer Polígono y Segundo Polígono Inscrito en Figura No Rectilínea……………...19 Figura 4. Primer, Segundo y Tercer Polígono Inscrito en Figura No Rectilínea………………..20 Figura 5. Hexágonos Inscritos y Circunscritos en un Círculo………………………………….21 Figura 6. Cuadratriz……………………………………………………………………………23 Figura 7. Rectángulo del Problema 3…………………………………………………………..39 6 RESUMEN Clasificación de las funciones discontinuas: las clases de Baire y su transposición a la matemática moderna Hugo Armando Paz Vivas El propósito de este trabajo es analizar la transposición de los resultados sobre teoría de funciones, establecida por Rene Baire en su tesis doctoral de 1899, a la escolaridad y en el desarrollo de la teoría de funciones. No es nuestro propósito principal indagar sobre el problema de existencia en matemáticas, pero si se hace necesario su análisis para entender el contexto en el que Baire formuló su clasificación de funciones discontinuas y que significaba la existencia efectiva de funciones en cada una de las clases. De esta manera se presenta en este trabajo un problema epistemológico dirigido bajo un enfoque ontológico, para mostrar los elementos y las dificultades para llegar a la solución de la conjetura de Baire y como dicha solución se presenta modernamente en la escolaridad. Palabras claves: existencia efectiva, funciones discontinuas, clases de Baire, teoría de funciones. 7 INTRODUCCIÓN La teoría de funciones presentó varias dificultades en el proceso de desarrollo y consolidación como rama de la matemática. Fue el francés René Baire, afínales del siglo XIX e inicios del siglo XX, quien abre paso a su desarrollo definitivo, con la clasificación jerárquica en clases las de funciones discontinuas que son límite de otras funciones. Parte de la comunidad matemática solo se interesaba por el estudio de funciones con “buen comportamiento”, es decir, diferenciables o lo más diferenciables a trozos. Pensamiento que había puesto la mayoría de funciones discontinuas en el lugar de las aberraciones, considerándolos casos patológicos que solo servían para temas de formalismo o como contra ejemplo para algún problema. Baire conjetura la existencia efectiva de funciones en cada una de las clases definidas que definió. Sin embargo, no consiguió demostrar la existencia en cada una de las clases, y fue el matemático también francés Henry Lebesgue quien se enfrentó al problema dando una primera solución. Basándose en una correspondencia biunívoca entre las funciones en cada clase de Baire con los conjuntos borelianos. Lebesgue comete un error que es enmendado por el matemático ruso Nicolás Luzin, quien, para poder dar solución, se ve obligado a aceptar e identificar ciertas categorías existenciales. El problema de existencia efectiva de funciones en cada clase, tiene antecedes filosóficos que intervienen con la búsqueda de una solución, por eso se hace indispensable conocer cuando un objeto se considera como perteneciente al mundo de las matemáticas. La cual es una discusión que tiene sus orígenes en los desarrollos de la ciencia, y fue evolucionando a medida que el edificio matemático fue siendo construido. En el primer capítulo se hace una historiografía, recorriendo autores representativos que aportaron cambios a la ontología matemática. Partiendo en la antigua Grecia, con los filósofos Platón y Aristóteles, y los matemáticos Euclides y Arquímedes; pasando por René Descartes quien establece una conexión entre la aritmética y la geometría; Leibniz y Newton con los infinitesimales y el nacimiento del cálculo, los empiristas Hume y Locke, hasta Kant. Revisando el nacimiento con Georg Cantor de la teoría de conjuntos y la crisis que revivió el ingreso del infinito actual a las matemáticas. El problema de los fundamentos y la respuesta de las escuelas filosóficas de inicios del siglo XX. 8 el segundo capítulo se definen las clases de Baire y se hace un seguimiento de los pasos que siguió para dar respuesta parcial a la existencia efectiva de funciones en cada una de las clases, donde conjeturo que ninguna de las clases es vacía. El tercer capítulo inicialmente se encuentra el trabajo realizado por Lebesgue, desde la correspondencia biunívoca entre funciones de Baire y borelianos, hasta los pasos que, seguidos en la demostración, la descomposición y recomposición que hizo para obtener una respuesta. Continua con parte de las con las categorías existenciales y las consideraciones filosóficas que realizó Luzin para subsanar el problema de Lebesgue. En el cuarto capítulo se hace un seguimiento al trabajo realizado por Isidor Natanson. Con diez teoremas, incluyendo uno de existencia pura y usando las herramientas modernas del análisis matemático, la teoría de funciones y la teoría de conjuntos, nos muestra cómo se presenta modernamente en la escolaridad la solución al problema de existencia efectiva de funciones en cada una de las clases de Baire. Finalmente, el quinto capítulo es de conclusiones, en el cual se hace una descripción del proceso ontológico de finales del siglo XIX y principio del siglo XX, a manera de conclusión, se describe el desarrollo histórico del problema de existencia y la transposición de la solución de la conjetura de Baire del saber sabio al saber a enseñar. 9 1. EL PROBLEMA DE EXISTENCIA EN MATEMÁTICAS El desarrollo histórico de las matemáticas tiene relación directa con concepciones ontológicas y epistemológicas. El corpus teórico de las matemáticas está constituido por entidades inteligibles a las cuales tenemos acceso a través de sus propiedades que se establecen a partir de definiciones, axiomas o proposiciones. Uno de los problemas históricos que se puede identificar en el desarrollo de las matemáticas tiene relación con la ideología positivista, según la cual, lo importante son los resultados y los métodos, sin tener en cuenta los procesos y los objetos utilizados. Afloró, entonces un clima de aversión a los aspectos ontológicos que comenzó a hacer crisis a partir del siglo XVIII con la aparición de las cantidades infinitamente pequeñas y se convirtió en un problema de envergadura con la incorporación del infinito actual en matemáticas a finales del siglo XIX. Uno de los problemas en esta dirección tiene relación con las definiciones y teoremas de existencia. Se trataba de establecer la diferencia entre definiciones nominales y esenciales. Un caso particular tiene relación con la incorporación de familias de conjuntos infinitos no numerables. Un problema concreto en esta dirección tiene relación con la existencia de funciones definidas por el matemático francés René Baire (1874-1932) en una escalera jerárquica que incluye los ordinales transfinitos de la segunda clase. El soporte ontológico de los objetos matemáticos, tiene una relación directa con el desarrollo de la ciencia. Tal como lo argumenta el matemático ruso Nicolás Luzin (1883-1950), esa discusión está relacionada el tipo de existencia que se considere. Este aspecto se haya ligado al problema de los fundamentos. Al respecto el matemático alemán David Hilbert (1862-1943) dice: El edificio de la ciencia no se construye como una vivienda, donde primero se asientan firmemente los cimientos y sólo después se procede a edificar y a ampliar las habitaciones. La ciencia prefiere asegurarse, tan pronto como sea posible, espacios confortables donde moverse libremente y sólo después, cuando aquí y allá surgen señales de que los tambaleantes cimientos no son capaces de sostener la expansión de las habitaciones, se pone a fortificarlos y afirmarlos. Esto no es signo de debilidad, sino más bien la forma correcta y saludable de su desarrollo. (Hilbert, 1905) Así pues, Hilbert planteó que era necesario un desarrollo inicial de las matemáticas, antes de preguntarnos por los fundamentos y por ende de la naturaleza de los objetos matemáticos. 10 1.1. El problema de existencia en matemáticas en la antigüedad griega El filósofo griego Platón (427-347 a. C.) distingue dos mundos o modos de realidad. El primero corresponde al mundo inteligible y el segundo al mundo tangible. Los objetos del mundo inteligible son las "Ideas", las cuales son inmateriales, eternas e inmutables. Las ideas corresponden a los arquetipos de los objetos del mundo sensible, los cuales son materiales, contingentes. Los objetos del mundo inteligible constituyen el verdadero ser, mientras que los objetos del mundo tangible no existen en sí mismos, sino como reflejo de los objetos del mundo de las ideas. La ontología planteada por Platón se encuentra desarrollada en algunos de sus diálogos, así: en el dialogo Fedón, afirma que el alma contempla las ideas mucho antes de la existencia del cuerpo que habita; en el dialogo Timeo, muestra que el Demiurgo modela el mundo material tomando como referencia el mundo de las Ideas. En la Republica, Platón establece una categorización de los dos mundos y establece su teoría de conocimiento; todo esto lo explica muy detalladamente a través del mito de la caverna. Este planteamiento platónico también puede ser visto desde la teoría del conocimiento como tal, el cual les da existencia a los objetos puros del pensamiento. Para Platón existen cuatro tipos de conocimientos, dos en el mundo de las sombras y dos en el mundo de las ideas. El tipo de conocimiento más burdo, según Platón, es el adquirido únicamente por los sentidos, es un conocimiento falto de ciencia, el cual se ubica en el mundo de las sombras. Seguido al anterior están las creencias, también carecen de ciencia y se basa únicamente en las cosas planteadas por eruditos y “líderes religiosos”. Posteriormente, tenemos el conocimiento matemático, el cual está más allá de los sentidos, no obstante, está atado a las hipótesis, las cuales son necesarias para acceder a él. Los objetos matemáticos para Platón son realidades inteligibles, inmateriales, invisibles e inmutables. Sin embargo, a pesar de ser parte del mundo de las ideas, son puestas detrás de las ideas mismas, pues él considera los objetos matemáticos como copia de ideas, es decir, un triángulo es una copia de la idea de triangularidad. Al conocimiento se accede a través de la razón, mediante al pensamiento discursivo, usando percepciones del mundo sensible e hipótesis. Los objetos de 11 este conocimiento son ahistóricos, ellos han existido siempre, según Platón, y el quehacer matemático se reduce a descubrir o re-descubrir dichos objetos. Finalmente, tenemos la filosofía en la parte más alta del mundo de las ideas, “la idea del bien”, es la cúspide del conocimiento. Para llegar a este nivel es necesario dominar el conocimiento matemático. Como se mencionó anteriormente, Platón plantea que realmente no aprendemos, el conocimiento se reduce simplemente a recordar, aquello que el alma ya conocía, pero olvido en el momento de la encarnación, esto es conocido como la teoría de la reminiscencia. Esta explicación es ilustrada en la metáfora de la línea y el mito de la caverna. Donde explica el comportamiento de los dos mundos y el tipo de conocimiento en ellos. Figura 1. Metáfora de la línea. En la metáfora de la línea, Platón representa los distintos niveles de conocimiento: imaginación, creencia, pensamiento e inteligencia. En la parte derecha se encuentra lo ontológico de cada mundo y en la izquierda lo epistemológico. Platón nos pide que cortemos la línea en dos segmentos desiguales A parte superior y B parte inferior, luego que cortemos los dos segmentos en otros dos segmentos desiguales Aa, Ab, Ba y Bb. Los primeros segmentos (A y B) representan la división de los mundos, el mundo de las ideas el segmento A, representa el conocimiento científico y el mundo sensible el segmento B, representa el conocimiento de dicho mundo, la 12 experiencia y creencias. Cada uno de los sub-segmentos de la línea representa un tipo de conocimiento diferente. Iniciado desde la parte más baja tenemos el segmento Bb, correspondiente a las imágenes de las cosas de la naturaleza, en cuanto a la ontología. En cuanto a la epistemología, corresponde al mundo de eikasia, es decir, conjetura, comparación, analogía superficial; también suele traducirse como imaginación, siendo éste el conocimiento más burdo que se mencionó anteriormente. Luego encontramos el segmento Ba en la parte superior del mundo sensible, correspondiente a las cosas físicas o materiales en cuanto a la ontología. En cuanto a la epistemología a la percepción directa, la creencia o pistis, el cual fue nombrando como el segundo conocimiento para Platón también carente de ciencia. Conocimiento imperfecto basado en los sentidos. En la parte inferior del mundo inteligible encontramos el segmento Ab, que corresponde a entidades matemáticas y conocimiento matemático, hipótesis o conceptos matemáticos en la parte ontológica. En cuanto a la parte epistemológica, está el pensamiento discursivo o diánoia. Este es el tercer escalón del conocimiento, caracterizado como se dijo anteriormente por la forma de acceder a él. Finalmente, en la cúspide de la línea tenemos el segmento Aa, en el lado ontológico corresponde a las ideas, el mundo de los “principios”. Mientras en el lado epistemológico corresponde a la inteligencia o intelección. La parte de las entidades matemáticas es solo un medio para llegar al verdadero conocimiento, la idea del bien, espacio propio de la filosofía. Platón no está interesado en los objetos matemáticos como tal, el número, la línea, el punto, entre otros, es para él irrelevante su nacimiento, por el contrario, el interés yace en la demostración de las proposiciones matemáticas, que tiene origen en las bases y demostración en el método hipoteco-deductivo. Una posición diferente a la de Platón, es la de su discípulo Aristóteles (384-322 a. C.), quien plantea que el ser humano llega al conocimiento a través de los sentidos. Según este filósofo griego, el conocimiento parte de las percepciones, la mente encuentra la esencia de las cosas mediante la abstracción, generalización o inducción. El proceso culmina con la conformación de un pensamiento determinado, el cual cobra independencia del proceso. Tanto el conocimiento intelectual, como el material tienen el mismo origen, la experiencia. 13 Para Aristóteles, partimos de la experiencia y mediante la abstracción de nuestra mente podemos extrapolar las ideas, los pensamientos y llegar así a un conocimiento científico. Nuestra mente desecha cualidades especificas conocidas como sustancia primera y se queda con las cualidades esenciales conocidas como sustancia segunda, así logramos saber qué es un libro, después de haber visto uno. Nuestra mente no se queda con la portada, su color, su tamaño ni el número de hojas, por el contrario, la mente desecha esas cualidades específicas (sustancia primera, lo que define el particular), lo que permite distinguir entre dos libros; se queda con las propiedades generales (sustancia segunda) que le van a permitir, distinguir cualquier libro de un lápiz, definiendo la esencia. Se conoce como universal, la noción obtenida por la mente después de haber abstraído las propiedades esenciales de algo, sustancia segunda. Mientras que se conoce como particular, la noción obtenida mediante la sustancia primera. Para Aristóteles y a diferencia de Platón, el universal no puede existir separado del particular; es el particular quien da la esencia para crear la percepción universal. Así mismo, Aristóteles plantea la existencia de tres tipos de ciencias: la Física, la Matemáticas y la Metafísica. La Física es catalogada por Aristóteles como la ciencia imperfecta, la cual, trata sobre el ser en movimiento. Según Aristóteles accedemos a ella por medio de la experiencia y a través los sentidos. Esta ciencia tiene por objeto de estudio los “seres dotados intrínsecamente de movimiento” es decir, es la ciencia de la naturaleza. Luego tenemos la ciencia imperfecta del ser inmóvil: La matemática; accedemos a ella mediante un proceso denominado como la aphairesis, el cual consiste en un procedimiento mental a partir de la observación de las cosas para desechar propiedades particulares y quedarnos con propiedades universales consistentes en la cantidad y la forma (esto va acorde con el pensamiento aristotélico en el cual se plantea que la matemática es la ciencia de la cantidad y la forma, es decir: aritmética y geometría), dando de esta manera nacimiento a los objetos matemáticos y sus relaciones. 14 Finalmente, tenemos la metafísica o ciencia perfecta del ser inmóvil. Es la ciencia del ser en cuanto el ser, también conocida como la Filosofía Primera, las demás ciencias giran en torno al ser, se ocupan de una parte de la realidad; mientras que la metafísica contempla toda la realidad. Aristóteles tiene una postura constructivista frente a manera cómo podemos acceder y definir los objetos matemáticos. Considera dos tipos de definiciones, la nominal y la esencial, con ellas se busca caracterizar la naturaleza de los objetos. La nominal es un tipo de definición que busca darle nombre a un proceso o una noción, mientras que la esencial se da haciendo uso de las características propias del objeto. Aristóteles, considera del infinito únicamente en potencia. En su tratado Física en el libro III, desarrolla la teoría sobre el infinito como un ser en construcción: el infinito en potencia y su rechazo al infinito en acto, puesto que plantea que el infinito no puede tener una existencia independiente ya que permitiría la existencia de paradojas como las de Zenón de Elea (495-425 a. C.). Para Aristóteles, los objetos matemáticos se construyen mediante la aphairesis, que permite al ser humano “construir” dichos objetos y sus relaciones. Si bien provienen del mundo fenomenológico no hacen parte del conocimiento meramente empírico, para describirlos se necesita la lógica, disciplina que Aristóteles considera una preparación para hacer ciencia. El matemático griego Euclides de Alejandría (325-265 a. C.) elaboró el compendio más destacado de la historia de las matemáticas; Elementos. Una obra pensada para la academia con una clara intención pedagógica. Los Elementos constan de trece libros, que se dividen así: Los libros I, II, III y IV; geometría plana. Libro V; razones y proporciones. Libro VI; teoría de la semejanza. Libros VII, VIII y XIX; teoría de números. Libro X; relaciones entre números y magnitudes. Libro XI, XII y XIII; geometría del espacio. Los objetos matemáticos pueden ser construidos, mediante demostraciones, regla y compás, o pueden ser definidos; para Euclides existen dos tipos de objetos: números y magnitudes. Las magnitudes son líneas, ángulos y figuras de dos y tres dimensiones, estos objetos son introducidos en el libro I por medio de 23 definiciones, entre las que se encuentran las siguientes: 15 Punto es lo que no tiene partes. Una línea es una longitud sin anchura. Los extremos de una línea son puntos. Los extremos de una superficie son líneas. Un ángulo plano es la inclinación mutua de dos líneas que se encuentran una a otra en un plano y que no están en línea recta. Un ángulo obtuso es un ángulo mayor que un recto. Un ángulo agudo es un ángulo menor que un recto. Algunas definiciones como la del punto y la línea son esenciales, mientras que definiciones como la del ángulo obtuso y ángulo agudo son nominales. para establecer equivalencias instaura teoremas de existencia. Para ello incorpora los siguientes cinco postulados: Por dos puntos pasa una recta y solo una. Se puede prolongar recta finita en una línea recta. Se puede describir un círculo con un centro y una distancia. Todos los ángulos rectos son iguales entre sí. Si una línea recta corta otras dos, de tal manera que la suma de los ángulos interiores del mismo lado sea menor que dos rectos, las otras dos rectas se cortan, al prolongarlas, por el lado en el que están los ángulos menores que dos rectos. Los postulados anteriores se encuentran en el libro I, los utiliza como base teórica para la construcción mediante el método de regla y compás. Para poder realizar los procesos demostrativos, Euclides hace uso de lo que denomina: nociones comunes, que hoy conocemos como axiomas. En el libro I, encontramos que las nociones comunes nos dan herramientas para comparar objetos matemáticos, por ejemplo: Cosas iguales a una misma cosa son iguales entre sí. Si de cosas iguales se quitan cosas iguales, los restos son iguales entre sí. Las cosas mitades de una misma cosa son iguales entre sí. El todo es mayor que la parte. 16 A partir de 47 proposiciones en el libro I y 14 en el libro II, Euclides demuestra el teorema de existencia fundamental: para toda figura rectilínea existe un cuadrado equivalente1. La admisión del infinito potencial es fácilmente verificable en la demostración del hoy, conocido como “teorema de Euclides”, de la siguiente manera: Teorema de Euclides: Los números primos son infinitos. Demostración: supongamos que existen 𝑚 números primos, 𝑝1, 𝑝2, 𝑝3, … , 𝑝𝑚. Consideremos ahora la multiplicación de dichos números 𝑘 = ∏ 𝑝𝑖 𝑚 𝑖=1 , luego el numero 𝑘 + 1, no es divisible por ninguno de los 𝑝𝑖, por ende, 𝑘 + 1 es número primo; de esta manera podemos, añadiendo este nuevo número a la lista, generar otro más. La demostración empleada es un proceso similar al seguido por Euclides; recursivo, y consiste en construir números primos, dada una cantidad finita y ordenada de ellos. Así, nos muestra que estos no pueden ser finitos. Está considerando el infinito en potencia, como una creación constante. De manera similar concibe los números. Dicha concepción le permite establecer una diferencia entre estos y las magnitudes. Las magnitudes las concibe continuas, mientras que los números son discretos. Los números pueden aumentar infinitamente partiendo desde la unidad, sin llegar a ser infinitamente grandes y las magnitudes que tienen un límite hacia lo grande, pueden ser divididas infinitamente, pero sin llegar a ser infinitamente pequeñas. Una postura tomada de Aristóteles. En la definición IV del libro V, Euclides expresa: Definición: Se dice que las magnitudes guardan razón entre sí cuando, al multiplicarse, puedan exceder la una a la otra. Una magnitud infinitamente grande, no podrá guardar razón con otra magnitud, pues no existirá una multiplicidad de una de las magnitudes que pueda exceder a la primera. Sin embargo, es posible encontrar una contradicción en la obra de Euclides, pues contrario a la tradición aristotélica, la proposición III.16, dice: Proposición: La recta dibujada por el extremo del diámetro de un círculo formando ángulos rectos con el diámetro, caerá fuera del círculo, y no se interpondrá otra recta 1 Elementos, Libro II; Proposición XIV: Construir un cuadrado a una figura rectilínea dada. 17 al espacio entre la recta y la circunferencia; y el ángulo del semicírculo es mayor y el que queda es menor que cualquier ángulo rectilíneo agudo. Esta proposición hace referencia al ángulo de contingencia, el cual es un ángulo que se encuentra entre las tangentes de dos curvas. Inicialmente toma una circunferencia como la primera curva y la tangente a la circunferencia como la segunda curva. Euclides considera el ángulo entre dichas curvas como un ángulo mayor que cero, pero menor que cualquier ángulo dado; es una idea muy similar a lo que después se conocerá como infinitesimal, lo cual es una aproximación a la aceptación del infinito actual. A pesar de las aproximaciones y las contradicciones, no podemos afirmar que Euclides aceptara el infinito en acto como objeto matemático. Podemos construir una idea de su tradición aristotélica y su aceptación del infinito en potencia por la manera como plantea la construcción de los objetos matemáticos y las demostraciones en los Elementos, con regla y compás. En los Elementos Euclides inicia a construir un cuerpo teórico para las matemáticas, y hace un avance en la cuadratura de figuras mediante la construcción con regla y compás, este trabajo es retomado por Arquímedes de Siracusa (287-212 a.C.) matemático, físico, ingeniero e inventor. Al igual que Euclides trabajó en torno a la tradición aristotélica. Aunque, el historiador Plutarco (45- 127) en su obra Vidas paralelas – tomo II, Marcelo, lo describe como un platónico riguroso. Ciertamente, en Arquímedes podemos encontrar vestigios aristotélicos y platónicos, en la relación existente de la geometría con la mecánica y en la visión de la matemática como constituyente de los principios naturales. Su trabajo sobre cuadraturas y cálculo de áreas, es un aporte significativo a la matemática, continua con los avances euclidianos, pero con tres consideraciones adicionales: La aceptación de las fracciones y las raíces inexactas como cantidades matemáticas. La aceptación de procesos físicos como elementos heurísticos para obtener cuadraturas. El establecimiento de un formalismo para los procesos infinitos. (Recalde, 2018) Estas consideraciones aumentan los objetos matemáticos existentes para Euclides. Para desarrollar su trabajo Arquímedes introduce algunas definiciones y principios, por ejemplo: 18 Definición: Llamo cóncava en la misma dirección a la línea tal que las rectas que unen dos cualesquiera de sus puntos caen completamente del mismo lado de la línea o algunas de ellas del mismo lado y otras a distinto lado. Definición: También hay superficies limitadas que, teniendo sus extremos en un plano sin yacer sobre él, están todas situadas del mismo lado de aquel que tienen sus extremos o, al menos no tienen ninguna parte en el otro lado. Definición: Llamo rombo solido a una figura solida compuesta de dos conos de la misma base y vértice a distintos lados del plano de las bases, de modo que sus ejes estén en una línea recta. Principio: La línea recta es la más corta de todas las que tienen los mismos extremos. Principio: Dos líneas en un plano con los mismos extremos son desiguales cuando ambas son cóncavas en la misma dirección y una de ellas está completamente limitada por la otra y por una recta con los mismos extremos que la esta otra y el resto es común, la línea limitada es más corta. Principio: Dadas dos líneas, dos superficies o dos solidos desiguales, si el exceso de una de estas figuras sobre la otra se le añade a sí mismo un cierto número de veces, se puede superar una u otra de las figuras que se comparan entre sí. Con las definiciones Arquímedes extiende el mundo de los objetos matemáticos, consideras ciertas curvas que Euclides no menciona y nuevas nociones como la concavidad, ahora forman parte de los objetos matemáticos. Con los principios busca establecer relaciones no definidas por Euclides como criterios de desigualdad y conceptos de mínimos. Arquímedes inicia su trabajo con la noción de centro de gravedad y con una serie de teoremas propios y euclidianos. Con estos planteamientos y métodos mecánicos logra mostrar que el área de un segmento de parábola es 4 3 del área de un triángulo inscrito en ella con la misma base. A pesar del resultado Arquímedes considera que no es un procedimiento matemático riguroso y después de mostrar dicho resultado, encontró demostraciones geométricas de algunos procesos mecánicos utilizados. Desarrollo el método exhaustivo; el cual es una herramienta geométrica rigurosa que permite aproximar áreas de figuras no rectilíneas. Este es encontrado en su obra El método de los teoremas 19 mecánicos dirigida al también matemático, Eratóstenes de Cirene (276-194 a.C.). El método exhaustivo fue una salida a las paradojas que surgieron con los procesos infinitos y encuentra su soporte en la primera proposición del libro X de los Elementos, que dice: Proposición: Asignadas dos magnitudes desiguales, si de la mayor se resta una magnitud mayor que su mitad y de lo que queda se resta una magnitud mayor que su mitad y si esta operación se repite sucesivamente, quedará fácilmente una magnitud menor que la menor magnitud propuesta. Haciendo uso de esa proposición, Arquímedes desarrolla su método, que consiste en inscribir en figura no rectilínea un polígono, así: Figura 2. Primer Polígono Inscrito en Figura No Rectilínea. El triángulo 𝐴1 = 𝐴𝐵𝐶, tiene un área menor que la figura 𝑋, luego se construye otro polígono inscrito en 𝑋, con el doble de vértices del primer polígono, pero que comparten vértices: Figura 3. Primer Polígono y Segundo Polígono Inscrito en Figura No Rectilínea. 20 Formando el hexágono 𝐴2 = 𝐴𝐸𝐶𝐹𝐵𝐷, el cual tiene un área menor que 𝑋, pero mayor que el triangulo 𝐴1. Repitiendo el proceso anterior, se obtiene: Figura 4. Primer Polígono, Segundo Polígono y Tercer Polígono Inscrito en Figura No Rectilínea El polígono 𝐴3 = 𝐴𝐺𝐸𝐻𝐶𝐼𝐹𝐽𝐵𝐾𝐷𝐿, el cual está inscrito en 𝑋 y es mayor que 𝐴2, se continua el proceso creando una sucesión de polígonos inscritos en 𝑋 y creciente; además las magnitudes 𝑋 − 𝐴1, 𝑋 − 𝐴2, 𝑋 − 𝐴3, … , 𝑋 − 𝐴𝑛 , … cumplen la hipótesis de la proposición 1 del libro X de los Elementos. Con consideraciones teóricas, se asume que la sucesión de polígonos tiene un “limite”, que se denomina 𝐴. Si 𝑋 > 𝐴, entonces 𝑋 − 𝐴 > 0, luego existirá un polígono 𝐴𝑛, que cumpla: 𝑋 − 𝐴𝑛 < 𝑋 − 𝐴, así pues, 𝐴 < 𝐴𝑛 lo cual sería un absurdo, luego 𝑋 ≤ 𝐴. De otra parte, si 𝑋 < 𝐴, entonces, 𝐴 − 𝑋 > 0 y como la sucesión de los 𝐴𝑛, tiene “limite” 𝐴, existe un polígono 𝐴𝑚, tal que 𝐴 − 𝑋 > 𝐴 − 𝐴𝑚, entonces 𝑋 < 𝐴𝑚, lo cual es un absurdo, por consiguiente 𝐴 = 𝑋. Arquímedes utiliza este método para trabajar en un problema clásico de la geometría de la época, la cuadratura del círculo. Mediante dicho proceso, logra hacer una aproximación a lo que hoy conocemos como 𝜋 (Pi), la relación entre el perímetro de un circulo y su diámetro, también demuestra que el área de un círculo es igual al área de un triángulo rectángulo, cuya base es el radio y altura la longitud de la circunferencia, siendo esta última difícil de calcular. Arquímedes inicia la cuadratura con dos hexágonos, inscribiendo y circunscribiendo a un circulo de radio uno. 21 Figura 5. Hexágonos Inscritos y Circunscritos en un Círculo Los hexágonos que se aprecia en la ilustración 3 (el inscrito y el circunscrito), mediante bisecciones van duplicando sus lados. Por abstracción algebraica, ese proceso se repite 𝑛 veces hasta que las tres figuras alcanzan la misma área. Mediante contradicción supone dos áreas diferentes, es decir, que el área del circulo es mayor o menor que la de los polígonos y se llega a una contradicción. Todo el proceso le permite concluir que: el perímetro de un circulo es tres veces su diámetro , con una parte menor que 1/7 y mayor que 10/71 del diámetro; es decir: 3 10 71 < 𝜋 < 3 1 7 Este método es, sin duda, un primer paso a lo que modernamente se conoce como calculo infinitesimal y por ende a la existencia matemática de los infinitamente pequeños o infinitamente grandes, además tímidamente se vislumbra una aproximación a los límites. En síntesis, las corrientes platónicas y aristotélicas han prevalecido a través del tiempo, aunque no exactamente de la forma planteada por sus autores, vemos como Euclides y Arquímedes tomaron algunas cosas de cada uno. No obstante, siendo posturas diferentes, convergen en el hecho que los objetos matemáticos tienen de una existencia real y efectiva. 1.2. El racionalismo cartesiano y la existencia en matemáticas René Descartes (1596-1650) marcó una diferencia en la forma de hacer matemáticas al establecer una correspondencia entre la geometría y la aritmética. Sin embargo, su postura es aún similar a la platónica, pues considera que la divinidad es quien dota a las personas de conocimiento matemático. Siendo las matemáticas una creación divina, ellas son perfectas y sus objetos son ahistóricos. 22 Para Descartes, los objetos matemáticos existen como creación divina y las mentes en las cuales Dios puso el conocimiento matemático, son las encargadas de descubrir estos objetos. Su libro Meditaciones metafísicas, está compuesto por seis meditaciones elabora un sistema filosófico, en la quinta meditación muestra que la relación entre la esencia y la existencia de Dios es la condición necesaria para los saberes, las verdades y las leyes de la ciencia y la matemática, pues como establece al final de esta meditación, Dios garantiza el recuerdo de ideas claras y distintas. Es decir, la matemática no puede desarrollarse con conocimientos presentes, requiere de Dios para ser. De esta forma, navega muy cerca de la posición platónica de las matemáticas. En su libro el discurso del método, Descartes busca establecer filosóficamente las reglas que se deben seguir para la nueva matemática que iniciaba con la conexión lograda entre geometría y aritmética. También hace algunas posturas críticas frente a la tradición aristotélica, pues la considera pobre y limitante. Descartes plantea cuatro reglas que deben tomarse como base para el desarrollo matemático: Regla de la evidencia: “Nunca escoger nada como verdadero si antes no se conoce que lo es con evidencia; por lo tanto, evitar con cuidado la precipitación y la prevención; y no abarcar en mis juicios nada que esté más allá de lo que se presentaba ante mi inteligencia de una manera tan clara y distinta que excluía cualquier posibilidad de duda”. Regla del análisis: “Dividir todo problema, sometido a estudio, en tantas partes menores como sea posible y necesario para resolverlo mejor”. Regla de síntesis: “La tercera regla es la de conducir con orden mis pensamientos, comenzando por los objetos más simples y fáciles de conocer, para ascender poco a poco, como a través de escalafones, hasta el conocimiento de los más complejos; suponiendo que hay un orden, así mismo, entre aquellos cuyos objetos no proceden naturalmente a los objetos de otros”. Regla de enumeración y revisión: “La ´ultima regla es la de efectuar, en todas partes, enumeraciones tan complejas y revisiones tan generales que se esté seguro de no haber omitido nada”. (Recalde, 2018) Descartes con estos principios y la filosofía tratada en el libro, establece los que considera sus requerimientos para la ontología matemática en su trabajo, el método hipotético-deductivo es el 23 que le permite desarrollar y definir nuevos objetos y sus relaciones. Incorpora la geometría analítica, como método para generar nuevos objetos geométricos. Diferencia entre curvas geométricas y curvas mecánicas. Las curvas mecánicas son aquellas que se generan por dos o más movimientos independientes, de puntos o segmentos. Entre ellas se encuentra la cuadratriz, que se genera de la siguiente manera, dado un cuadrado 𝐴𝐵𝐶𝐷, el segmento el punto 𝐵 baja a una velocidad constante girando sobre 𝐴 hasta llegar al segmento 𝐴𝐷, en el mismo instante a la misma velocidad el segmento 𝐵𝐶, baja perpendicularmente hasta el segmento 𝐴𝐷, de ambos movimientos es la cuadratriz. Descartes logra establecer la imposibilidad de encontrar una expresión algebraica para este tipo de curvas. Figura 6. Cuadratriz. Las curvas geométricas las define como las que se pueden relacionar con una expresión algebraica. Descartes considera por geométrico lo que es preciso y exacto. Acepta como objetos geométricos, las curvas generadas por regla y compás, también aquellas que pudiesen ser expresadas con una ecuación., es decir, la existencia de los objetos geométricos, está supeditada al algebra. De esa manera va más allá de las construcciones que se hacían en la antigua Grecia. La filosofía racionalista cartesiana, pone los métodos científicos como procedimientos racionales inductivos de la ciencia y en concreto de las matemáticas. Esta fue acogida por el matemático y filósofo alemán Gottfried Leibniz (1646-1716), quien además adopta de Descartes el pensamiento de que las matemáticas son una creación de Dios y de ahí parte su exactitud y armonía con el mundo físico. http://www.monografias.com/trabajos10/fciencia/fciencia.shtml 24 En su obra póstuma: nuevos ensayos sobre el conocimiento humano, Leibniz plantea un principio básico para ontología matemática, conocido como el principio de la no contradicción. Dicho principio consta de dos enunciados: Una proposición no puede ser verdadera y falsa a la vez. No puede ocurrir que, una proposición no sea ni verdadera ni falsa. Leibniz también plantea un segundo principio básico que tiene repercusiones directas en su visión de existencia en matemáticas, conocido como: el principio de la razón suficiente. Según este principio, nada ocurre sin una razón que lo cause o algo que lo determine, a pesar de que estas causas y razones escapan de nuestro entendimiento, siempre existen. El matemático, filósofo y físico ingles Isaac Newton (1643-1727), por su creencia cristiana compartió con Descartes, al igual que Leibniz, la idea de que los objetos matemáticos tienen un origen divino. Al respecto escribió Escolios Clásicos, para el segundo volumen de los principia, sin embargo, no fueron publicados. En dichos Escolios Clásicos, Newton busca establecer una relación entre el saber y su origen. Para ellos se basa en la tradición prisca scientia, la cual considera que Adán conocía todas las cosas y la ciencia, pero dicho conocimiento se perdió en el momento de la caída, así pues, la búsqueda de la sabiduría, el conocimiento y la ciencia que se dio en el renacimiento, era la intención de recobrar dicho conocimiento, no era en realidad la búsqueda de uno nuevo. Tanto a Newton como a Leibniz se les adjudica la creación del cálculo. Casi al mismo tiempo y de manera independiente trabajaron en problemas similares que permitieron su nacimiento, basados en procesos para obtener tangentes (derivada) y cuadraturas (integrales). Dicho trabajo, a grandes rasgos, se basó en la introducción de las cantidades infinitesimales: los infinitamente grandes y los infinitamente pequeños. Estas cantidades involucran el infinito actual, pero los autores buscaron hacerlos compatibles a la tradición aristotélica del infinito potencial. Leibniz, por ejemplo, uso el triángulo característico, para el cual sus lados se pueden hacer infinitamente pequeños, mientras que Newton definió el método de las razones primera y última de incrementos evanescentes. De esta forma, Newton hace la presentación de los infinitesimales, haciendo referencia a unas ciertas cantidades variables, buscando el momento en que dichas cantidades nacen (razón primera) o se anulan (razón última). 25 Se puede observar cómo de cierta forma, a la postura racionalista se le puede encontrar similitudes, como se plantea anteriormente, con el pensamiento platónico. Sin embargo, el racionalismo no fue la única corriente que dio cuenta sobre una ontología matemática, el empirismo también hizo contribuciones y marcó diferencias, puesto que los empiristas consideraban que el conocimiento matemático no puede ser innato. 1.3. La existencia en matemáticas para los empiristas El británico David Hume (1711-1776), fue uno de los principales representantes del empirismo, converge con Descartes en la idea de que la forma de hacer matemáticas está en la razón, no obstante, considera que los objetos matemáticos no dan cuenta del mundo físico, que nuestra mente, abstrae los objetos matemáticos. Hace una diferencia entre las ciencias mentales y las ciencias reales, ubicando a las matemáticas en la primera y a la medicina, por ejemplo, en la segunda. Hume considera que los objetos y las verdades matemáticas, están basados en definiciones, de dos tipos: las primeras constituyen una verdad empírica y las segundas una verdad lógica y consistente. Por su parte, el inglés John Locke (1632-1704), otra de las grandes figuras del empirismo, plantea que el conocimiento tiene tres niveles: primero el intuitivo, segundo el demostrativo y por último el sensible. Los dos primeros niveles son adoptados del pensamiento cartesiano, sin embargo, el tercero es añadido por Locke. Cabe aclarar que, aunque sean unas ideas tomadas de Descartes la gran diferencia radica en que los empiristas, en particular Locke, no aceptan que el conocimiento matemático sea innato. Locke considera que el principio de los conceptos es la experiencia, y mediante ella obtenemos conocimiento, incluido el matemático; sin embargo, para Locke la validez de estos conceptos no puede estar en la experiencia sino en otra instancia, muy similar a lo planteado por Aristóteles. El conocimiento matemático y el acceso a los objetos matemáticos son propios del segundo nivel de conocimiento: el demostrativo. Existe un pequeño número de objetos y relaciones matemáticas que son evidentes e indemostrables: postulados o axiomas; como el numero 1, y a partir de ellos se van constryuendo los demás; como la suma de 1, construye los números naturales. De otra parte, el filósofo Immanuel Kant (1724-1804), busca hacer una combinación entre ambos tipos de pensamientos. Su planteamiento es conocido como filosofía crítica. Para Kant las 26 proposiciones matemáticas son verdades necesarias y el conocimiento matemático es obtenido por la construcción de conceptos. Considera la matemática como una ciencia sintética y a priori, pues sus conceptos y desarrollos son construcciones no empíricas. En palabras de Kant, las proposiciones matemáticas son: juicios sintéticos a priori, es decir, su valor de verdad no depende de la experiencia, solo se crea una dependencia de la razón pues son a priori, necesarios y universales; al ser sintéticos, nos ofrecen información nueva y extensiva del sujeto inmerso en cada proposición. El quehacer matemático a diferencia del filosófico, considera lo universal en lo particular, ello le permite hacer un camino entre los conceptos generales y las intuiciones que los representan. La principal diferencia de Kant con los pensamientos expuestos radica en otorgarle al sujeto la capacidad de generar un conocimiento capaz de relacionar y describir de una forma racional los fenómenos del mundo externo, esto brinda la posibilidad de conocer y poder generalizar propiedades del mundo físico, más allá de la experiencia. 1.4. Cantor y la teoría de conjuntos Las discusiones sobre existencia en matemáticas alcanzan su cúspide a finales del siglo XIX con la teoría de conjuntos de Georg Cantor (1845-1918). Su aceptación y formalización del infinito actual era algo que para muchos matemáticos de la época resultaba difícil de aceptar. Como hemos visto antes, Aristóteles definió dos tipos de infinitos: el infinito actual y el infinito potencial, siendo el segundo una construcción sin final, como los números naturales, es decir, una recursión. Dado un número natural 𝑛 podemos construir otro número natural más grande 𝑛 + 1, un proceso que puedo repetir tantas veces como quiera, es decir, un infinito en constante construcción, mientras que el primero, sería un infinito como un “todo”, completo. Sin embargo, el infinito en acto, trae consigo contradicciones y paradojas, como, por ejemplo, la de Aquiles y la tortuga o la paradoja de Zenón. Por esto fue rechazado el infinito actual como objeto matemático. Otros matemáticos, objetaron también este concepto. Carl Friedrich Gauss (1777-1855), expreso al respecto: Protesto contra el uso de una cantidad infinita como una entidad actual; ésta nunca se puede permitir en matemática. El infinito es sólo una forma de hablar, cuando en realidad deberíamos hablar de límites a los cuales ciertas razones pueden aproximarse tanto como se desee, mientras otras son permitidas crecer ilimitadamente. (Ortiz, 1994, pág. 63) 27 Así, Gauss acepta el infinito en potencia, pero no en acto. Este concepto tampoco es aceptado por Augustin Louis Cauchy (1789-1857), por la posibilidad de una biyección del infinito con una de sus partes. Sin embargo, Cantor a finales del siglo XIX, formaliza el infinito actual, busca una manera de remediar los daños que trae consigo el concepto, por ejemplo, define: un conjunto A es infinito si, existe un subconjunto propio B equipotente a A. Cantor entiende que los infinitos deben tratarse de manera distinta a los números finitos, deben existir, unos objetos matemáticos diferentes a los números naturales. Allí es donde, Cantor define los números transfinitos, ordinales, cardinales y su manera de operar. Mediante dos principios Cantor caracteriza como se generan los ordinales. En el primer principio: dado un ordinal, se pueden generar nuevos ordinales mediante la adición de unidades. En el segundo principio: dado una sucesión ilimitada de números, se define un nuevo número como el mínimo número mayor que cualquier componente de la sucesión (Recalde, 2004-1, pág. 10). Primero define los ordinales finitos, correspondientes a los números naturales, llamados ordinales de clase I: 0, 1, 2, 3, 4, … 𝑛, 𝑛 + 1, 𝑛 + 2, … Aplicando el segundo principio se puede definir 𝜔, como el primer ordinal infinito, mediante el lim 𝑛→∞ 𝑛 = 𝜔, siendo más grande que cualquier natural dado. Así pues, aplicando el primer principio, Cantor construye una secuencia de ordinales infinitos de la siguiente manera, llamados ordinales de clase II: 𝜔,𝜔 + 1,𝜔 + 2,𝜔 + 3, …𝜔 + 𝑛,… Nuevamente con el segundo principio, Cantor define lim 𝑛→∞ 𝜔 + 𝑛 = 𝜔2, y a su vez aplicando el primer principio, obtuvo lo siguiente: 𝜔2,𝜔2 + 1,𝜔2 + 2, …𝜔2 + 𝑛,… De esta manera y aplicando ambos principios, Cantor logra mostrar que se pueden construir ordinales de la forma 𝜔2, 𝜔𝜔 , 𝜔𝜔 𝜔 y 𝜔𝜔 …𝜔 . 28 Cantor entiende la diferencia entre ordinales como 𝜔 y 𝜔 + 𝑛, sin embargo, estos ordinales tienen la misma cantidad de elementos. Es así, como Cantor establece una clara diferencia entre los números infinitos y los finitos, pues estos últimos tanto su ordinal como cardinal es el mismo. Procede entonces, a definir los cardinales o la potencia de un conjunto de la siguiente manera: Damos el nombre de “potencia” o “número cardinal” de M a aquel concepto general, que surge de la facultad activa de nuestro pensamiento, acerca del conjunto M cuando hacemos abstracción de la naturaleza de sus diversos elementos m y del orden en el cual son dados.(Recalde, 2004-1, pág. 11) Así pues, Cantor continúa definiendo cuando dos conjuntos 𝐴 y 𝐵 tienen la misma cardinalidad, de la siguiente manera: Definición: Sean 𝐴 y 𝐵 dos conjuntos, diremos que la cardinalidad de 𝐴 (|𝐴|) y la cardinalidad de 𝐵 (|𝐵|) son iguales y se denota por |𝐴| = |𝐵| si y solamente si, existe una función 𝑓: 𝐴 → 𝐵, tal que 𝑓 es biyectiva. Así también, define cuando |𝐴| < |𝐵|, si existe una función 𝑓: 𝐴 → 𝐵, tal que 𝑓 es inyectiva, pero no existe 𝑓: 𝐵 → 𝐴, inyectiva. Con esta definición, se establece que todo conjunto infinito numerable tiene la misma cardinalidad de ℕ, y dicha cardinalidad es denotada por cantor como ℵ0, aleph cero, el primer cardinal infinito. Ahora bien, teniendo en cuenta el siguiente teorema: Teorema de Cantor: sea 𝐴 un conjunto cualquiera, entonces,|𝒫(𝐴)| > |𝐴|, donde 𝒫(𝐴), es el conjunto partes de 𝐴 2. Cantor logra demostrar mediante un método denominado la diagonal que |ℝ| > |ℕ|, además, mediante la definición de cardinales iguales y el teorema de Cantor, logra establecer que |𝒫(ℕ)| = |ℝ| = 2ℵ0, pero como se tiene que |ℝ| > |ℕ|, entonces, ℵ0 < 2 ℵ0. De otra parte, Cantor demuestra que el conjunto de los ordinales de clase I, tiene potencia menor que el conjunto de ordinales de clase II, y a la potencia de este último conjunto la define como ℵ1, aleph uno, el cardinal siguiente 2 Definición: sea 𝐴 un conjunto cualquiera, definimos 𝒫(𝐴) como el conjunto de todos los posibles subconjuntos que se puedan formar con elementos del conjunto 𝐴. 29 de ℵ0. Siguiendo un proceso constructivo similar Cantor logra construir una secuencia infinita de cardinales transfinitos: ℵ0 < ℵ1 < ℵ2 < ⋯ < ℵ𝜔 < ℵ𝜔+1 < ⋯ < ℵℵ𝜔 < ⋯, extendiendo las clases de ordinales a la clase III, clase IV, clase V… infinitamente. Este proceso constructivo de Cantor es conocido como la inducción transfinita y se cimienta en la inducción matemática normal. Dicho proceso no fue aceptado por la comunidad matemática, en general. Estos nuevos objetos matemáticos y la naciente teoría de conjuntos abrieron la puerta a paradojas. Sin embargo, en el intento de preservar los resultados cantorianos en especial su teoría de los transfinitos, se hace una transposición de la teoría intuitiva de conjuntos planteada por Cantor, a una teoría axiomática de conjuntos. Pero, si bien la introducción axiomática de conjuntos diseñaba una salida procedimental, el problema ontológico y el tipo de existencia de los conjuntos, trajo consigo una ferviente discusión sobre los aspectos ontológicos y epistemológicos de estos nuevos objetos matemáticos. 1.5. El problema de existencia en matemáticas a principios del siglo XX A finales del siglo XIX, nace nuevamente una preocupación por conocer la naturaleza de los objetos matemáticos. En torno a esta discusión, se formaron tres escuelas que trataban de dar explicación a la existencia de los objetos matemáticos: la logicista, en cabeza de Bertrand Russell (1872-1970); los intuicionistas, guiados por Luitzen Brouwer (1881-1966) y finalmente, los formalistas, liderados por David Hilbert (1862-1943); cada uno de ellos con visiones distintas de la ontología y el problema de existencia en matemáticas. 1.5.1. Escuela Logicista Uno de los principales exponentes de la escuela logicista es Gottlob Frege (1848-1925), quien intento demostrar que la lógica es el origen de los números y por tanto estos son axiomatizables, los objetos matemáticos existen, siempre que puedan ser derivados de axiomas lógicos, pues las leyes de la lógica pueden aplicarse en cualquier campo del conocimiento. Al respecto de este pensamiento, Anthony Kenny escribió: 30 Los matemáticos no entienden realmente lo que están tratando ni siquiera en el nivel más básico… los matemáticos no podían explicar a juicio de Frege la naturaleza de los objetos primarios de su ciencia o de la base fundamental de la disciplina que enseñan. (Kenny, 1995, pág. 98) Frege tenía como uno de sus objetivos demostrar que la matemática era un capítulo de la lógica, algo que en su época no era considerado en gran medida. Su proyecto logicista buscaba reducir los teoremas, la axiomática y la ontología matemática como tal, al campo netamente lógico, y en ese sentido publicó conceptografía (1879), el cual es considerado como el inicio de la lógica moderna. En este libro se planteó una lógica de predicados formalizado en su totalidad y una serie de fórmulas para la transmisión del pensamiento puro. Finalmente, en Frege, publica Las leyes fundamentales de la aritmética (1902), donde para él, el problema quedaba resuelto y la matemática fundamentada desde la lógica, es decir, el triunfo logicista. Sin embargo, otro logicista, el inglés Bertrand Russell quien recibió una copia enviada por el mismo Frege, encontró una incongruencia soportada en una versión del principio de abstracción que dice: “Dada una propiedad, existe un conjunto cuyos elementos son precisamente aquellas entidades que tienen esa propiedad”; basado en esto, Russell escribió a Frege advirtiendo que el axioma V de su libro el cual establece que: “si todo F es G, y todo G es F, entonces la clase de los F es idéntica a la clase de los G, y viceversa” (Kenny, 1995, pág. 24); permitía la formación de clases de todas las clases que no son miembros de sí misma. Pero la formación de una clase como esa, advertía Russell; conduce a una paradoja: si es miembro de sí misma entonces no es miembro de sí misma; si no es miembro de sí misma, entonces es miembro de sí misma, sin embargo, este axioma es la base para que Frege mostrará la transición de un concepto a su extensión, esencial para establecer los números como objetos lógicos. Así pues, un sistema que conduje a una paradoja, no puede ser lógicamente correcto. Sin embargo, Russell creía en el proyecto logicista e inicia lo que se puede considerar como la segunda etapa de dicha escuela; en su obra los principia matemática (1903), busca mostrar la consistencia de la lógica y por ende, de la matemática derivada de está (Barbosa, 2009). Russell definió la teoría de tipos y para solucionar el problema de su paradoja, establece que “aquello que contiene la totalidad de una colección no ha de formar parte de ella” (Barbosa, 2009). Esto evita considerar que un conjunto pueda pertenecerse a sí mismo; también describe en una 31 publicación para la revista americana de matemáticas titulada “Mathematical logic as based on the theory of types” (1908) una clasificación jerárquica de tipos de conjuntos: Tipo 0: individuos Tipo 1: clases de individuos Tipo 2: clases de clases de individuos Tipo n: clases de la jerarquía (𝑛 − 1) Dicha clasificación se basa en el denominado axioma de reducibilidad, desarrollado en su obra introducción a la filosofía matemática (1918), junto con el axioma de elección y el axioma de infinitud. Axiomas que traerían consigo problemas de fundamentación, pues no son considerados como verdades lógicas, al no ser tautologías, ni consecuencias de otros axiomas y tampoco pueden ser deducidos de un conjunto vacío de premisas; motivo por el cual Russell abandono el proyecto logicista, pues estos axiomas eran fundamentales en la base de su teoría, pero escapan de la lógica como tal. En conclusión, para los logicistas los objetos matemáticos y sus relaciones existen mediante la lógica o una lógica axiomatizada. Russell demostró que: todas las proposiciones aritméticas se pueden realizar en términos lógicos; e intentó demostrar sin éxito que: toda proposición matemática verdadera es una expresión lógica válida. Lo anterior con el fin de ligar la existencia de los objetos matemáticos a demostraciones meramente lógicas. 1.5.2. Escuela Intuicionista Luitzen Egbertus Jan Brouwer (1881-1966), fue un matemático y filósofo holandés, perteneciente a la escuela intuicionista, plantea que un objeto existe en matemáticas si es posible caracterizarlo. Algo existe siempre y cuando podamos mostrar un caso concreto y podamos expresarlo o caracterizarlo en un número finito de pasos u operaciones. No es suficiente la no contradicción y tampoco que dicho objeto sea el resultado de algún principio lógico, como la ley del tercero excluido (Esponiza, 2003). El programa intuicionista de Brouwer se puede resumir en los siguientes aspectos: la existencia de los objetos matemáticos está ligada a intuiciones originarias a priori; el único elemento a priori, 32 es el continuo temporal; el continuo matemático es una abstracción matemática que existe únicamente en la mente del hombre; el continuo es un concepto primitivo, que pertenece a la categoría de intuición primordial; el continuo no puede construirse a partir de puntos. Es la idea de continuo temporal, la que da al hombre la idea de secuencia, idea base para la definición de números naturales. Brouwer considera las matemáticas como un producto histórico que se desarrolló con la evolución del pensamiento humano. Consideró que para fundamentar la ciencia era necesario desterrar los vínculos metafísicos implícitos en la teoría de conjuntos cantoriana. Este pensamiento deja por fuera los resultados obtenidos por Cantor, no acepta las demostraciones de existencia pura como, por ejemplo, la realizada por Cantor para probar que los números trascendentes son infinitos, pues en dicha demostración no se da una prueba de cómo son estos números, no acepta los números transfinitos. 1.5.3. Escuela Formalista En esta escuela, el matemático alemán David Hilbert quien, en 1899 inicio a delinear su programa formalista, propone que la matemática debe seguir demostraciones lógicas como lo plantea Russell, con la diferencia que ven la lógica como un lenguaje inmerso en las matemáticas, no como el inicio de las mismas. Apoya la teoría en un cuerpo axiomático, mediante un sistema formal, con una serie de axiomas adecuados y finitos, para demostrar todas las proposiciones de la matemática, el cual debe estar libre de contradicción, es decir, consistente y completo. En un artículo escrito en 1904, Hilbert delinea su programa formalista y plantea los siguientes aspectos: Es conveniente establecer axiomatización separada de la lógica y la aritmética como teorías separadas. Establecer un sistema de axiomas. Demostrar la consistencia del sistema. Demostrar la existencia de un tipo de infinito. Deducir la existencia de los números reales. 33 Hilbert, critica las escuelas logicista e intuicionista, pues considera que ellas buscan desterrar los conceptos incomodos, sin antes revisar el concepto. Considera que: para establecer una fundamentación del edificio matemático, es necesario ir más allá de los resultados matemáticos y revisar la metamatemática: que consiste en una teoría de la demostración, que busca establecer la consistencia e independencia de los axiomas. Hilbert consideraba que las matemáticas reales se podían llevar a un lenguaje simbólico y transformase en un conjunto de fórmulas. Partiendo de fórmulas básicas (axiomas), para establecer propiedades, a partir de maniobras deductivas, que también son formulas. Después de establecido el conjunto de fórmulas básicas, se debía establecer su consistencia, es decir, mostrar que los axiomas no conlleven a contradicciones. Para el proyecto formalista los objetos matemáticos no son construidos, inicialmente son nombrados; luego mediante axiomas son constituidos y caracterizados. Hilbert considero los siguientes: Símbolos individuales como: los números y los símbolos de las operaciones; funciones de individuos y funciones de funciones; signos matemáticos como de igualdad y orden; conjuntos numéricos y conjuntos de funciones; signos lógicos y cuantificadores universales. Variables en letras latinas: minúsculas como variables primitivas; variables funcionales o variables de función y variables para formulas. Signos para la comunicación en letras góticas: minúsculas para funcionales y mayúsculas para fórmulas. Las formulas son secuencias de signos que expresan una propiedad matemática. Los complejos de fórmulas son llamados figuras. Los axiomas son las formulas básicas que se utilizan como punto de partida para formar el edificio formal de las matemáticas. Para Hilbert, la existencia de los objetos matemáticos está limitada por la consistencia, es decir, se puede admitir como objeto matemático existente a todo aquel que no conlleve a una contradicción. Esta postura reduce la noción de existencia a simplemente la no contradicción y establece dos criterios como única condición para la aceptación de nuevos objetos, relaciones o teorías matemáticas: primero, que la anexión sea coherente con los contenidos de la teoría 34 subyacente; segundo, que aporten eficiencia y simplicidad en la producción del conocimiento matemático. Hilbert fue un defensor de la libertad de cada matemático para elegir métodos y objetos de estudio. Muchos matemáticos apoyaron a Hilbert y vieron su propuesta como la más acertada de las anteriores, sin embargo, Kurt Gödel (1906-1978), demostró que es un intento vano, pues en 1931 concluye que el método axiomático de los formalistas está limitado. Gödel mostró la existencia de proposiciones de la aritmética que no pueden deducirse de ningún sistema axiomático finito que se elija, las llamadas proposiciones indecidibles. Así bien, el sistema axiomático elegido será siempre incompleto. Dichos resultados se conocen como los teoremas de la incompletitud de Gödel. 1.6. Planteamiento Filosófico de Zermelo De los planteamientos anteriores Ernst Zermelo (1871-1953) toma lo más relevante y crea lo que podemos considerar la escuela conjuntista de Zermelo, está acepta el infinito en acto y potencia, hace el paso mencionado anteriormente, convirtiendo la teoría de conjuntos intuitiva en una teoría de conjuntos axiomática, para subsanar las paradojas incluidas por el planteamiento cantoriano. Junto con el matemático Adolf Fraenkel (1891-1965) introducen diez axiomas que dan así validez a los resultados obtenidos por Cantor: Axioma de extensionalidad Axioma del conjunto vacío Axioma de pares Axioma de unión Axioma del conjunto potencia Esquema axiomático de especificación Esquema axiomático de reemplazo Axioma de infinitud Axioma de regularidad Axioma de elección 35 Actualmente es una de las corrientes más seguidas en la escolaridad, la forma de enseñar matemática tradicional-contemporánea se basa los planteamientos filosóficos de Zermelo, para este existen los objetos construidos mediante la axiomática de conjuntos. 2. LA EXISTENCIA DE LAS FUNCIONES EN LA CLASIFICACIÓN DE RENÉ BAIRE El matemático francés René-Louis Baire (1874-1932), dedicó parte de su carrera al estudio de las funciones y sus relaciones, en su tesis doctoral de 1899, sur les Fonctions de variables reélles, aborda el concepto de función, teniendo en cuenta la definición dada por Dirichelt, de la siguiente manera, (Recalde, 2010, pág. 40): “A partir de ciertas funciones simples, se considera las expresiones compuestas de estas funciones simples, reservando la palabra función a las expresiones así obtenidas” (Baire, 1990, pág. 49). Con una definición de funciones y un interés en clasificar las funciones discontinuas, Baire define las clases de funciones para los ordinales de clase I 3 de la siguiente manera: 𝐶0 = {𝑓: [𝑎, 𝑏] → ℝ|𝑓 𝑒𝑠 𝑐𝑜𝑛𝑡𝑖𝑛𝑢𝑎}; Clase 0. 𝐶1 = {𝑓: [𝑎, 𝑏] → ℝ|𝑓(𝑥) = lim 𝑛→∞ 𝑓𝑛(𝑥) ∧ 𝑓𝑛 ∈ 𝐶0, (∀𝑛 ∈ ℕ)} − 𝐶0; Clase 1. 𝐶2 = {𝑓: [𝑎, 𝑏] → ℝ|𝑓(𝑥) = lim 𝑛→∞ 𝑓𝑛(𝑥) ∧ 𝑓𝑛 ∈ 𝐶𝑖 , (∀𝑛 ∈ ℕ)(𝑖 ∈ {0,1})} − (𝐶0 ∪ 𝐶1); Clase 2. 𝐶𝑛 = {𝑓: [𝑎, 𝑏] → ℝ|𝑓(𝑥) = lim 𝑛→∞ 𝑓𝑘(𝑥) ∧ 𝑓𝑘 ∈ 𝐶𝑖 , (∀𝑘 ∈ ℕ)(𝑖 ∈ {0,1, … , 𝑛 − 1})} − ⋃ 𝐶𝑖 𝑛−1 𝑖=0 ; Clase 𝑛, 𝑛 ∈ ℕ. Posteriormente, Baire define las clases para los números ordinales de clase 𝐼𝐼, 𝜔 = lim 𝑛→∞ 𝑛, como el primer ordinal transfinito, 𝜔 + 1,𝜔 + 2,𝜔 + 3,… , 𝜔 + 𝑣, … luego, con el límite define 3 Los números naturales, constituyen los ordinales de clase 𝐼 36 𝜔 × 2 = lim 𝑣→∞ 𝜔 + 𝑣, y de esta manera 𝜔 × 3,𝜔 × 4, … , 𝜔 × 𝜆, … aplicando nuevamente limite 𝜔𝜔 = lim 𝜆→∞ 𝜔 × 𝜆, etcétera. Las define como: 𝐶𝜔 = {𝑓: [𝑎, 𝑏] → ℝ|𝑓(𝑥) = lim 𝑛→∞ 𝑓𝑛(𝑥) ∧ 𝑓𝑛 ∈ 𝐶𝑖 , (∀𝑛 ∈ ℕ)(𝑖 ∈ ℕ)} − ⋃ 𝐶𝑖𝑖∈ℕ ; Clase 𝜔. Siguiendo esta construcción Baire define las clases, 𝐶𝜔+1, 𝐶𝜔+2, … , 𝐶𝜔𝜔 , … El significado de existencia para René Baire se encuentra delineado en la discusión, sobre la aceptación del axioma de elección, desarrollada a principios del siglo XX por parte de Baire, Borel y Lebesgue. El considera dos tipos de existencia en matemáticas: La existencia nominal y la existencia constructiva. La existencia nominal se da cuando se definen los objetos a través de procesos iterativos respaldados por un nombre. La existencia constructiva es cuando estos procesos iterativos son respaldados por teoremas que permiten demostrar que se pueden diferenciar los distintos niveles dados en lo nominal. (Recalde, 2010, pág. 44) En su intento por demostrar la existencia efectiva en cada una de sus clases, Baire formula las siguientes definiciones y posteriormente dos teoremas: Definición: un conjunto perfecto, es un conjunto cerrado que todos sus puntos son puntos de acumulación. Definición: un conjunto 𝐸 ⊂ 𝑅 es de primera categoría si existe una sucesión {𝐸𝑛} de conjuntos diseminados; (conjuntos no densos en ninguna parte), tal que ∀𝑥 ∈ 𝐸, ∃𝑛 tal que, 𝑥 ∈ 𝐸𝑛, en otro caso se dice que 𝐸 es de segunda categoría. (Chaves, 2006) Teorema 1: Una función discontinua 𝑓(𝑥), es el límite de una serie de funciones continuas, si y solo si, esta función es puntualmente discontinuas4 respecto a todo conjunto perfecto (Baire, 1899, pág. 62). Teorema 2: Una función 𝑓(𝑥), es de segunda clase, si y solo si, 𝑓(𝑥) es puntualmente discontinua sobre todo conjunto perfecto omitiendo un conjunto de primera categoría con respecto al conjunto perfecto (Baire, 1899, pág. 62). 4 𝑓: 𝐼 ⊂ ℝ → ℝ, es puntualmente discontinua si ∀(𝑎, 𝑏) ⊂ 𝐼, ∃𝑐 ∈ (𝑎, 𝑏), tal que 𝑓 es continua en 𝑐. 37 Para su demostración, sigue una serie de definiciones y desarrollos previos, inicia generalizando el concepto de máximo en un dominio y un en un punto de una función cualquiera 𝑓, de la siguiente manera: Sea 𝑓:𝐷 ⊂ ℝ𝑛 → ℝ, si 𝑃(𝑥1,0, 𝑥2,0, … , 𝑥𝑛,0) ∈ 𝐷, entonces se construye la esfera: 𝑆𝜌1(𝑃) = {(𝑥1, 𝑥2, … , 𝑥𝑛)|∑[𝑥𝑖 − 𝑥𝑖,0] 2 ≤ 𝜌1 2 𝑛 𝑖=1 } Sabemos que ∀𝑥 ∈ 𝑆𝜌1(𝑃), ∃𝑀1 ∈ ℝ, tal que 𝑓(𝑥) ≤ 𝑀1. Donde 𝑀1 es llamado el límite superior de 𝑓 en 𝑆𝜌1(𝑃). Luego, considera la sucesión decreciente {𝜌𝑝}, donde 𝜌1 > 𝜌2 > ⋯ > 𝜌𝑝 > ⋯, se cumple que: lim 𝑝→∞ 𝜌𝑝 = 0 Se puede definir la sucesión de esferas encajadas 𝑆𝜌1 ⊃ 𝑆𝜌2 ⊃ ⋯ ⊃ 𝑆𝜌𝑝 ⊃ ⋯ Así pues, si 𝑀𝑖 es el límite superior de 𝑓 en 𝑆𝜌𝑖, tenemos que 𝑀1 ≥ 𝑀2 ≥ ⋯ ≥ 𝑀𝑝 ≥ ⋯, finalmente se define 𝑀0 = lim 𝑝→∞ 𝑀𝑝, este punto es llamado el máximo de 𝑓 en 𝑃 y es representado por 𝑀0[𝑓, 𝑃]. (Recalde, 2010) Este máximo satisface dos propiedades, establecidas en los teoremas siguientes: Teorema A1: ∀𝜀 > 0, ∃ρ > 0, tal que 𝑓(𝑥) < 𝑀0 + 𝜀, ∀𝑥 ∈ 𝑆𝜌(𝑃) Teorema A2: ∀𝜀 > 0, ∀𝜌 > 0, ∃𝑥 ∈ 𝑆𝜌(𝑃), tal que 𝑓(𝑥) > 𝑀0 − 𝜀 Baire no se adentra en las demostraciones, sin embargo, es fácil de ver el teorema A1, mientras que A2 se cumple siempre y cuando 𝐷 sea, cerrado, acotado y continuo, y además 𝑓 debe ser acotada en 𝐷, para garantizar la existencia de un supremo en cada 𝑆𝜌𝑖. De esta manera, Baire introduce la definición de semicontinuidad superior: Definición: Si 𝑀[𝑓, 𝑃] = 𝑓(𝑃), entonces 𝑓, se dirá que es semicontinua superiormente en 𝑃. Definición: 𝑓 se dirá semicontinua superiormente en el dominio 𝐷, si ∀𝑥 ∈ 𝐷,𝑀[𝑓, 𝑥] = 𝑓(𝑥). 38 Continúa de una manera análoga definiendo funciones semicontinuas inferiormente, denotando el mínimo de una función 𝑓 en un punto 𝑃, como 𝑚[𝑓, 𝑃]. Un siguiente concepto clave para poder abordar el problema, es el concepto de oscilación. Baire lo define de la siguiente manera: Definición: dada una función 𝑓: 𝐷 ⊂ ℝ𝑛 → ℝ, consideramos su funcion máxima dada por 𝜑(𝑥) = 𝑀[𝑓, 𝑥] y la función mínima de 𝑓, dada por 𝜓(𝑥) = 𝑚[𝑓, 𝑥], ambas ∀𝑥 ∈ 𝐷. Dado 𝑃(𝑥1, 𝑥2, … , 𝑥𝑛) ∈ 𝐷, la diferencia 𝜑(𝑃) − 𝜓(𝑃), es llamada la oscilación de 𝑓 en 𝑃 y denotada por 𝜔[𝑓, 𝑃]. Definida de esta manera, Baire logra caracterizar tres propiedades de la oscilación, para brindar un valor numérico a la discontinuidad: 1. Por definición, 𝜔[𝑓, 𝑃] ≥ 0. 2. 𝑓 es continua cuando 𝑀[𝑓, 𝑃] = 𝑚[𝑓, 𝑃], es decir, 𝜔[𝑓, 𝑃] = 0. 3. Si 𝜔[𝑓, 𝑃] ≠ 0, entonces 𝑓 es discontinua. Teorema A3: Si una función 𝐺 es semicontunia superiormente y siempre positiva, existe en todo dominio un domidio de la misma dimensión, en el cual 𝐺 tiene su mínimo positivo 2.1. Demostración del teorema 1 Los conceptos anteriores, le brindan a Baire las herramientas necesarias para abordar la demostración del teorema 1. Esta la inicia con el planteamiento de tres problemas, con los cuales desea dar respuesta a la condición necesaria del teorema: 1. Problema 1: Dada una función 𝑓(𝑥, 𝑦), definida en el rectángulo [0, 𝑎] × [0, 𝑎], continua con respecto a 𝑥 y con respecto a 𝑦, se trata de determinar cómo es la función cuando 𝑥 = 𝑦. 2. Problema 2: Sea 𝑓:𝐴 → ℝ, tal que 𝐴 = {(𝑥, 𝑦): 𝛼 ≤ 𝑥 ≤ 𝛽, 0 ≤ 𝑦 ≤ 𝛾} y 𝑓(𝑥, 𝑦) continua en su dominio excepto los puntos sobre el eje 𝑥; en (0, 𝑥) la función es solo continua con respecto a 𝑦. ¿Cómo es, entonces, la función sobre el eje 𝑥? 3. Problema 3: sea 𝑓: 𝐴 → ℝ, donde 𝐴 = {(𝑥, 𝑦)|𝛼 ≤ 𝑥 ≤ 𝛽, 𝛾 ≤ 𝑦 ≤ 𝛿}, 𝑓(𝑥, 𝑦) es continua respecto a 𝑦, en todo punto, mientras que 𝑓(𝑥, 𝑦) es continua para 𝑥, en un 39 conjunto denso de paralelas al eje 𝑥, es decir: para 𝑦 = 𝑦1 y 𝑦 = 𝑦2, ∃𝑦 = 𝑦3 donde 𝑦1 > 𝑦3 > 𝑦2, en la cual 𝑓 es continua respecto a 𝑥. ¿Cómo es 𝑓 sobre una curva plana 𝐶 definida en 𝐴? (Recalde, 2010, págs. 61-62) Baire considera 𝑓:𝐴 → ℝ, como en el problema 2 y define una sucesión de creciente {𝑦𝑛} en 𝐴, tal que, si 𝑛 → ∞ entonces 𝑦𝑛 → 0. Y con cada elemento 𝑦𝑖 de esta sucesión, considera las rectas 𝑦 = 𝑦𝑖, por las condiciones del problema, se tiene que 𝑓(𝑥, 𝑦𝑖) es continua respecto a 𝑥, para cualquier 𝑦𝑖 ≠ 0, pues el caso 𝑓(𝑥, 0) puede ser discontinuo, esto quiere decir que 𝑓(𝑥, 𝑦1), 𝑓(𝑥, 𝑦2), 𝑓(𝑥, 𝑦3),… , 𝑓(𝑥, 𝑦𝑛),…, son continuas respecto a 𝑥 con 𝑦𝑖 ∈ {𝑦𝑛}. Dado un 𝑥0 ∈ 𝐴 fijo, tenemos que: 𝑓(𝑥0, 𝑦1), 𝑓(𝑥0, 𝑦2),… , 𝑓(𝑥0, 𝑦𝑛),… ⟼ 𝑓(𝑥0, 0) Si se considera la variación en cada 𝑥, tenemos que la función 𝑓(𝑥, 0) discontinua, es el límite de una sucesión de funciones continúas de la forma: {𝑓(𝑥, 𝑦𝑛)}. Continúa Baire dando respuesta al problema 3, considerando la función 𝑓:𝐾 → ℝ, la cual cumple las condiciones de dicho problema. Estudia entonces la oscilación de esta función en los elementos del rectángulo 𝐾, de la siguiente manera: 1. Se toma un punto arbitrario 𝐴(𝑥0, 𝑦0) 2. Se considera la recta 𝑥 = 𝑥0 3. Se determina un segmento 𝐵𝐶̅̅ ̅̅ en la recta 𝑥 = 𝑥0, dicho segmento dentro de 𝐴, con la propiedad que 𝐴 es el punto medio 4. Se denota por 𝜔(𝜌, 𝐴) a la oscilación de 𝑓 en el segmento 𝐵𝐶̅̅ ̅̅ , donde 𝜌 = 𝐵𝐴̅̅ ̅̅ = 𝐴𝐶̅̅ ̅̅ Posteriormente Baire define la función 𝛼𝜎(𝑃) como el límite superior de los valores de 𝜌, tales que 𝜔(𝜌, 𝑃) ≤ 𝜎, para un 𝜎 > 0. Esta función cumple que: 𝜔(𝜌, 𝑃) ≤ 𝜎 𝑝𝑎𝑟𝑎 𝜌 ≤ 𝛼𝜎 𝑦 𝜔(𝜌, 𝑃) > 𝜎 𝑝𝑎𝑟𝑎 𝜌 > 𝛼𝜎 Así pues, procede a demostrar el siguiente teorema: Teorema A4: 𝛼𝜎 es semicontinua superiormente. Demostración: para 𝑓 con las condiciones del problema 3 y 𝛼𝜎 definida anteriormente, se considera 𝜀 > 0 y un punto 𝐴0(𝑥0, 𝑦0), se traza la recta 𝑥 = 𝑥0, se toman los puntos 𝐵0 y 𝐶0, tales 40 que 𝐵0𝐴0 = 𝐴0𝐶0 = 𝛼𝜎(𝑥0, 𝑦0), asi pues, se consideran otro par de puntos 𝐴1 y 𝐶1, tales que 𝐵1𝐴0 = 𝐴0𝐶1 = 𝛼𝜎(𝑥0, 𝑦0)+ 𝜀 2⁄ . Por la definición de 𝛼𝜎, tenemos que 𝜔[𝐵1, 𝐶1] > 𝜎, luego ∃𝑡, tal que 𝜔[𝐵1, 𝐶1] = 𝜎 + 𝑡. Así pues, para un 𝑡1 < 𝑡, ∃𝑀,𝑁 en el segmento 𝐵1𝐶1̅̅ ̅̅ ̅̅ , con la propiedad de |𝑓(𝑀) − 𝑓(𝑁)| > 𝜎 + 𝑡1 Figura 7. Rectángulo del Problema 3. Enseguida, como se aprecia en la figura 7, se toman las paralelas al eje x, que pasen por los puntos M y N, y como la función 𝑓 es continua en estas paralelas, luego, se garantiza la existencia de 𝑀′, 𝑀′′, 𝑁′, 𝑁′′, para 𝑡1 2 , donde los segmentos 𝑀′𝑀̅̅ ̅̅ ̅̅ = 𝑀𝑀′′̅̅ ̅̅ ̅̅ ̅ = 𝑁′𝑁̅̅ ̅̅ ̅̅ = 𝑁𝑁′′̅̅ ̅̅ ̅̅ = 𝛿, en donde existen 𝑃 y 𝑄 en 𝑀′𝑀′′̅̅ ̅̅ ̅̅ ̅̅ y 𝑁′𝑁′′̅̅ ̅̅ ̅̅ ̅, respectivamente, donde 𝑃𝑄̅̅ ̅̅ es paralelo al eje 𝑦 tales que: |𝑓(𝑃) − 𝑓(𝑀)| < 𝑡1 2 𝑦 |𝑓(𝑄) − 𝑓(𝑁)| < 𝑡1 2 Así pues, sumando 0, se tiene que: |𝑓(𝑃) − 𝑓(𝑄)| = |𝑓(𝑃) − 𝑓(𝑄) + 𝑓(𝑀) + 𝑓(𝑁) − 𝑓(𝑀) − 𝑓(𝑁)| |𝑓(𝑃) − 𝑓(𝑄)| = |(𝑓(𝑃) − 𝑓(𝑀)) + (𝑓(𝑁) − 𝑓(𝑄)) + (𝑓(𝑀) − 𝑓(𝑁))| Por las desigualdades de valor absoluto tenemos que: |𝑓(𝑃) − 𝑓(𝑄)| ≥ |𝑓(𝑃) − 𝑓(𝑀)| − |𝑓(𝑁) − 𝑓(𝑄)| − |𝑓(𝑀) − 𝑓(𝑁)| |𝑓(𝑃) − 𝑓(𝑄)| > 𝜎 + 𝑡1 − 𝑡1 2 − 𝑡1 2 41 |𝑓(𝑃) − 𝑓(𝑄)| > 𝜎 Ahora bien, se traza un cuadro con centro en 𝐴0, con la propiedad que sus lados sean menores que 𝜀/2 y 𝛿. Luego se considera un punto 𝐴 en el cuadrado tal que la distancia de este punto los segmentos 𝑀′𝑀′′̅̅ ̅̅ ̅̅ ̅̅ y 𝑁′𝑁′′̅̅ ̅̅ ̅̅ ̅, sean menores que 𝛼𝜎(𝑥0, 𝑦0) + 𝜀. Consideramos el segmento paralelo a 𝑦, existen puntos 𝑃 y 𝑄, en 𝑀′𝑀′′̅̅ ̅̅ ̅̅ ̅̅ y 𝑁′𝑁′′̅̅ ̅̅ ̅̅ ̅ respectivamente, los cuales cumplen que |𝑓(𝑃) − 𝑓(𝑄)| > 𝜎, por lo tanto 𝛼𝜎(𝐴) < 𝛼𝜎(𝑥0, 𝑦0) + 𝜀, entonces 𝛼𝜎(𝑥, 𝑦) es semicontinua superiormente. De una manera análoga, Baire logra demostrar el teorema A5. Teorema A5: Si en un punto 𝐴0(𝑥0, 𝑦0) de 𝐶, la función 𝛼𝜎 tiene su mínimo con respecto a 𝐶, positivo, entonces 𝜔(𝑓, 𝐴0) ≤ 2𝜎. Con los dos teoremas anteriores, Baire establece las condiciones necesarias del tercer problema, en el siguiente teorema: Teorema A6: En toda porción de curva representable por una ecuación 𝑦 = 𝜑(𝑥), donde 𝜑(𝑥) es continua, existe puntos en los que 𝑓(𝑥, 𝑦) es continua respecto a (𝑥, 𝑦) conjuntamente. Demostración: Dada una curva 𝐶, se considera 𝛼𝜎(𝑥, 𝑦), la cual es positiva y semicontinua, por A3, se tiene que para todo arco 𝐷 ⊆ 𝐶, existe otro arco 𝐷1, tal que 𝑚[𝛼𝜎 , 𝐷1] > 0. Tomamos la sucesión {𝜎𝑛} tal que 𝜎𝑖 > 0, para 𝑖 ∈ ℕ, 𝜎0 = 𝜎 y lim 𝑛→∞ 𝜎𝑛 = 0, y con el mismo argumento anterior, tenemos que para el arco 𝐷1, existe un arco 𝐷2, que cumple que 𝑚[𝛼𝜎1, 𝐷2] > 0 y sobre el arco 𝐷2 existe un arco 𝐷3, tal que 𝑚[𝛼𝜎2, 𝐷3] > 0, asi sucesivamente, garantizando por la construcción y la sucesión decreciente, que en cualquier arco de la curva 𝐶 exsite un punto 𝑃 en el cual 𝑚[𝛼𝜎 , 𝑃] > 0, este punto cumple la hipótesis de A4; es decir, 𝜔[𝑓, 𝑃] < 2𝜎, para todo 𝜎, dando por demostrado el teorema A6. Así pues, Baire logro demostrar que en casos como el del problema 3, una función 𝑓 es puntualmente discontinua sobre una curva 𝐶. 42 Con toda esta base teórica, Baire se encuentra cerca de las condiciones necesarias para Teorema 1, para ello, lleva sus resultados a subconjuntos perfectos del dominio y denota de la siguiente manera: 𝑓: [𝐴, 𝐵] → ℝ 𝑡 → 𝑓(𝑡) Si 𝐸 ⊂ [𝐴,𝐵], tal que 𝐸 = 𝐸´, (𝐸 𝑒𝑠 𝑢𝑛 𝑐𝑜𝑛𝑗𝑢𝑛𝑡𝑜 𝑝𝑒𝑟𝑓𝑒𝑐𝑡𝑜) 𝑀[𝑓, 𝐸]: máximo de 𝑓 con respecto a 𝐸. 𝑀[𝑓, 𝐴, 𝐸]: máximo de 𝑓 en 𝐴 con respecto a 𝐸. 𝑚[𝑓, 𝐴, 𝐸]: mínimo de 𝑓 en 𝐴 con respecto a 𝐸. 𝜔[𝑓, 𝐴, 𝐸]: es la oscilación de 𝑓 en 𝐴 con respecto a 𝐸. Si 𝜔[𝑓, 𝐴, 𝐸] = 0, 𝑓 es continua en 𝐴 relativa en 𝐸. Teorema A7: Una función que cumpla las condiciones de 𝑃3, es puntualmente discontinua con respecto a todo conjunto perfecto. Con esto está demostrado las condiciones necesarias para el teorema 1, luego, modifica P1 y P2 para obtener las condiciones suficientes: 1. Problema 1.a: ¿Cómo debe ser 𝜑(𝑥), con 𝛼 ≤ 𝑥 ≤ 𝛽, para que 𝑓(𝑥, 𝑦), definida en 𝛼 ≤ 𝑥 ≤ 𝛽, 𝛼 ≤ 𝑦 ≤ 𝛽, sea continua en todo punto con respecto a 𝑥 y respecto a 𝑦, y además igual a 𝜑(𝑥) sobre 𝑥 = 𝑦?. 2. Problema 2.a: ¿Cómo debe ser 𝜑(𝑥) definida en 𝛼 ≤ 𝑥 ≤ 𝛽, para que exista 𝑓(𝑥, 𝑦) continua en 𝛼 ≤ 𝑥 ≤ 𝛽, 𝛼 ≤ 𝑦 ≤ 𝛽, y continua solo con respecto a 𝑦 en los puntos donde 𝑦 = 0 e igual sobre el eje 𝑥 a 𝜑(𝑥)?. El proceso sigue definiendo una función como representable si satisface las condiciones de los problemas 1.a y 2.a y muestra que las funciones con un número finito de discontinuidades son representables. Así, Baire trabaja en dos teoremas para demostrar que también las funciones con un número infinito de discontinuidades son representables: 43 Teorema A8: una función es representable en todo subsegmento de 𝐴´𝐵´ interior a 𝐴𝐵, entonces es representable en todo 𝐴𝐵. Teorema A9: sea una función definida sobre 𝐴𝐵, si existe sobre 𝐴𝐵 un numero finito de puntos tales que al tomar en torno a ellos vecindades tan pequeñas como se quiera y sustrayéndolas de 𝐴𝐵, la funcion
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