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B-Economia-marxista

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JOSE FELIX CATANO
LECCIONES DE ECONOMÍA MARXISTA: 
Mercados, precios y dinero desde 
un enfoque heterodoxo
UNIVERSIDAD N ACIO N AL DE COLOMBIA
SEDE BOGOTÁ 
FACULTAD DE CIENCIAS ECONÓMICAS
JOSÉ FÉLIX CATAÑIO. Economista de la 
Universidad de Antioquia (Medellín, 
1978), D octor de tercer Ciclo de la 
Universidad Paris 10 (Nanterre, 1984). 
Profesor de la Facultad de Ciencias 
Económ icas de La Universidad de 
Andoquia (1978-1994), Profesor de la 
Universidad Nacional de Colombia, sede 
Bogotá, (1994-2009) Profesor de la 
Universidad de los Andes (1995-2009).
Ha publicado varios artículos sobre 
temas de teoría económica general en 
Lecturas de Economía (Universidad de 
los Andes), Cuadernos de Economía 
(Universidad Nacional de Colombia ) y 
Econom ía Institucional (Universidad 
Externado de Colombia)
LECCIONES 
DE ECONOMÍA MARXISTA
M E R C A D O S , PR E C IO S Y D IN E R O 
D E SD E U N EN FO Q U E H E T E R O D O X O
J o s é F é l i x C a t a ñ o
Universidad Nacional de Colombia 
Facultad de Ciencias Económicas 
Escuela de Economía
UNIVERSIDAD NACIONAL DE COLOMBIA 
SEDE BOGOTÁ
Moisés Wasserman
Rector
Fernando Montenegro Lizarralde
Vicerrector de sede Bogotá
Facultad de Ciencias Económicas 
Jorge Iván Bula Escobar
Decano
Gerardo Ernesto M ejia Alfaro
Vicedecano Académico
Escuela de Economía 
Edgar Osvaldo Bejarano Barrera
Director
Programa Curricular de Economía 
Leonardo Duarte Vergara
Coordinador
Cataño Molina, José Félix 1951-
Lecciones de economía marxista: mercados, precios y dinero desde un enfoque 
heterodoxo / José Félix Cataño. — Bogotá: Universidad Nacional de Colombia. 
Facultad de Ciencias Económicas, 2009 
200 p.
ISBN : 978-958-719-177-6
1. Marx, Karl, 1818-1883 - Pensamiento económico 2. Economía marxista 
3. Teoría de la utilidad 4. Valor (Economía)
CD D -21 335.412 / 2009
Catalogación en la publicación Universidad Nacional de Colombia
U N IV ER SID A D N A C IO N A L DE C O L O M B IA 
Facultad de Ciencias Económicas (FCE)
Escuela de Econom ía 
José Félix Cataño
Coordinación de Publicaciones
Facultad de Ciencias Económicas
Edificio 238 piso 1, A u la N o. 6
Conm utador: (57) (1) 316 5000 extensión 12308
Correo electrónico: publicac_fcebog@unal.edu.co
Bogotá, Colom bia, Sur América
PRIM ERA E D IC IÓ N 
Bogotá D .C., A bril de 2009 
ISBN 978-958-719-177-6
Coordinador de Publicaciones 
Carlos A ndrés Á lva re z Gallo 
Profesor A sociado - FCE
Equipo de Publicaciones 
Jenny Paola Lis Gutiérrez 
D avid Alejandro Bautista Cabrera 
Juan Carlos García Sáenz
Corrección de estilo 
Jenny Paola Lis Gutiérrez
A rm ada digital, impresión y acabados 
Editora G u a d a lu p es. A.
Tel.: 2690788 - Bogotá, D.C.
Prohibida la reproducción total o parcial de este libro, sin autorización 
de la Coordinación de Publicaciones de la FCE.
mailto:publicac_fcebog@unal.edu.co
A Carlo Benetti y jean Cartelier
TABLA DE CONTENIDO
Pág.
P R Ó L O G O ........................................................................................ 11 
PREFACIO........................................................................................ 15 
IN TR O D U CCIÓ N .......................................................................... 17 
CAPÍTULO I
MARX Y LA TEORÍA DE LOS PRECIOS
DE LOS ECONOMISTAS CLÁSICOS............................................. 25
CAPÍTULO II
TEORÍA MARXISTA DE LA SOCIEDAD
MERCANTIL SIM PLE.......................................................................... 33
CAPÍTULO III
LAS CONCEPCIONES MARXISTAS DEL TRABAJO 
GENERAL Y LAS TEORÍAS DEL MERCADO............................. 51
CAPÍTULO IV
EL DINERO O LA FORMA DEL VALOR..................................... 65
CAPÍTULO V
EL DINERO ES UNA “MERCANCÍA” PERO... ESPECIAL.... 85
CAPÍTULO VI
EVALUACIÓN CRÍTICA DE LA TEORÍA MARXISTA
DEL VALOR Y DEL DINERO........................................................... 95
10 Lecciones de Economía Marxista
Pág.
CAPÍTULO VII
TEORÍA DE LA SOCIEDAD CAPITALISTA:
PLUSVALOR Y SA LARIO................................................................. 109
CAPÍTULO VIII
TEORÍA MARXISTA DEL EXCEDENTE........................................ 125
CAPÍTULO IX
EVALUACIÓN DE LA TEORÍA MARXISTA
DEL PLUSVALOR................................................................................ 137
CAPÍTULO X
MERCADOS Y CAPITALISMO
DESDE UNA PERSPECTIVA MONETARIA:
EL MODELO DE BENETTI Y CARTELIER................................... 147
CAPÍTULO XI
CONCLUSIONES.................................................................................. 167
BIBLIOGRAFÍA............................................................................... 169
PRÓLOGO
L as Lecciones de Econom ía M arxista que contiene este libro son el producto de un trabajo paciente, dedicado y sobre todo de convicción. La paciencia de José Félix en la elaboración 
de estas Lecciones se evidencia en el esm ero con que traduce en 
palabras sim ples, bien ordenadas y estructuradas unas ideas tan 
com plejas y sobre todo tan olvidadas por las nuevas generacio­
nes de econom istas, para quienes la obra de M arx y el m arxism o 
parecen pertenecer al m useo de la historia. Este trabajo les ofre­
ce una m irada diferente para reconocer la v igencia de una teoría 
económ ica ocultada por la carga ideológica que su autor adqui­
rió durante el siglo pasado. Este es el gran m érito y la difícil 
tarea que em prendió el Profesor Cataño y que hoy queda plas­
m ada en esta obra que es una m ezcla justa de ensayo académ ico 
y de libro de texto.
Dado el objeto de estudio, la complejidad del pensamiento de Marx 
y su posición particular como un econom ista distinto a los demás, 
requiere de un ejercicio literario difícil; un esfuerzo pedagógico 
particularm ente cuidadoso. Que estas Lecciones logren conquistar 
con éxito ese reto se debe a un trabajo que se articuló lentam ente en 
varios años de enseñanza. José Félix construyó sus Lecciones pu­
liend o sem estre tras sem estre sus argu m en tos, su estru ctu ra 
expositiva y sus principales ideas, hasta decidirse finalm ente a ofre­
cer a un público más amplio que el de sus propios estudiantes, un 
trabajo que seguram ente él mismo quisiera continuar perfeccionan­
do, pero que m uchos consideramos, desde hace bastante tiempo, 
algo digno de presentarse a la comunidad académica.
Como m encioné anteriormente, este es un trabajo hecho con una 
gran convicción, tanto personal como académica. Personal porque
12 Lecciones de Economía Marxista
refleja la pasión del autor por la argum entación y la discusión teó­
ricas que, sobre todo en nuestro país, se han convertido en pasiones 
escasas en estos días tan adversos a las grandes preguntas abstrac­
tas y propensos a las investigaciones puntuales, dispersas y con 
poco apego por la coherencia teórica. Académica porque este traba­
jo, que aparentem ente busca ser sólo una exposición pedagógica 
como apoyo de un curso de formación para estudiantes, es en reali­
dad una contribución a un debate más amplio. Se trata de intentar 
discutir la actualidad de las ideas económicas de un gran pensador 
evalu ándolas críticam ente, reconstruyénd olas de m anera más 
estructurada y poniéndolas a dialogar con las nuevas teorías eco­
nómicas. Por estas razones este trabajo busca y debería encontrar 
un público am plio y crítico entre los académicos interesados en las 
discusiones de teoría económica.
T ratán d ose de una obra sobre pensam iento econ óm ico , unas 
Lecciones de econom ía m arxista debían ser fieles al propio M arx, 
es decir, ser adem ás de una exposición rigurosa, erudita y seria 
de la teoría económ ica, una “crítica de la econom ía p olítica”. Pero 
podría pensarse que la crítica de finales del siglo XIX es hoy en 
día estéril, que la econom ía política burguesa a la que se d iri­
gían los dardos del autor alem án hoy está superada y que la teoría 
económ ica m oderna está depurada de aquellos errores. Leccio­
nes de Econom ía M arxista m uestra locontrario. Las intuiciones 
y desarrollos teóricos de M arx siguen siendo tierra fértil para 
alim entar una crítica teórica sólida a la teoría económ ica dom i­
nante. Este es uno de los tenores principales de este libro. A la 
im agen de M arx, José Félix reconstruye los elem entos críticos que 
perm iten señalar las debilidades y las a lternativas a la teoría 
neoclásica. Igualm ente, respetando una de los valores m ás sig­
n ificativ os de M arx, este trabajo crítico se hace con el m ayor 
respeto por los desarrollos teóricos de la escuela dom inante, re­
con ocien d o sus grand es logros y p roced iend o m ed ian te una 
crítica más “interna” que “externa”.
Este es un ejercicio con un doble riesgo. Por un lado, porque a los 
ojos marxistas tradicionales parecen ofrecerse muchas concesiones 
a la teoría neoclásica. Por otro, porque frente a los autores neoclásicos 
las críticas pueden parecer menos contundentes y ser absorbidas
Mercados, precios y dinero desde un enfoque heterodoxo 13
como parte de la construcción de esta misma teoría más que como 
una alternativa. Sin embargo, siguiendo las pistas ofrecidas por Marx, 
José Félix muestra que se trata de una verdadera alternativa teórica. 
En particular, de una visión diferente del mercado y del papel de 
las instituciones monetarias. El riesgo es superado mediante una 
propuesta novedosa que llena o contribuye a cubrir grandes vacíos 
de la teoría contem poránea que muchas veces son evitados por otros 
enfoques que se dicen heterodoxos.
El libro se enfoca esencialm ente en el estudio de la teoría del 
m ercado y de la relación salarial. Estos tem as son tratados a tra­
vés de una perspectiva en la que se resalta la im portancia de las 
instituciones m onetarias com o elem ento distintivo y esencial de 
todo fenóm eno económ ico en una sociedad m ercantil. Este enfo­
que “heterodoxo m onetario”, com o lo llam a el profesor Cataño, 
destaca un m ensaje central cíe la crítica a la Econom ía Política 
m arxista que tiene gran vigencia: la com prensión de una socie­
dad de m ercado tiene com o condición principal el entendim iento 
de su carácter m onetario. Esta posición es doblem ente heterodoxa 
puesto que, prim ero, rom pe con el “enfoque real” que caracteri­
za la teoría económ ica dom inante desde el siglo de A. Sm ith. 
Segundo, porque la interpretación tradicional de M arx, al menos 
la que se im puso en las últim as décadas del siglo XX, se pliega 
igualm ente al “enfoque real”. De esto últim o es una m uestra, 
particularm ente relevante, el m arxism o construido por los here­
d eros te ó r ico s de P iero S ra ffa (i.e . Ian S teed m a n ) q u ien es 
pretenden que la esencia de la teoría m arxista debe construirse 
sobre la sólida teoría sraffiana del valor, en la cual sobresale la 
ausencia de referencia al intercam bio m onetario y al papel san- 
cionador del m ercado.
Esta doble ruptura, con los enfoques dom inantes y heterodoxos, 
pone de m anifiesto la originalidad y la posibilidad de encontrar 
en esta nueva visión “heterodoxa m onetaria” un nuevo paradig­
ma teórico. Este es el cam ino que abrieron y exploran desde los 
años 1980 dos profesores franceses: Cario Benetti y Jean Cartelier. 
Los m aestros de José Félix y a quienes él no sólo rinde hom enaje 
a través de la transm isión de sus ideas, sino tam bién m ediante 
sus aportes personales y una síntesis ordenada y coherente que
14 Lecciones de Economía Marxista
hacía falta para m ostrar que se trata de unas de las propuestas 
más ricas en teoría económ ica de los últim os decenios. Segura­
m ente q u ien es co n o cen estos ap o rtes, a trav és cié la am plia 
literatura de sus autores, y quienes aún no, tendrán en estas Lec­
ciones de Econom ía M arxista una obra de referencia sobre la 
escuela que, sin pretenderlo, dejaron para las nuevas generaciones 
Benetti y Cartelier.
Andrés Álvarez
PREFACIO
E stas lecciones sobre econom ía m arxista en la perspéctiva heterodoxa se derivan de las notas de clase que fueron el cen­tro de mi docencia en las facultades de ciencias económicas de la 
Universidad de Antioquia en Medellín (de 1984 a 1994), posterior­
mente en la Universidad Nacional de Colombia (en la sede de Bogotá) 
y en la Universidad de los Andes hasta 2008. El motivo principal ha 
sido presentar una exposición detallada sobre las bases y los resulta­
dos de una reinterpretación novedosa de la teoría económica marxista, 
denominada heterodoxa, en el sentido de que la visión es diferente a la 
de los neoclásicos, a la de los clásicos y al marxismo tradicional.
Para decirlo en form a más precisa, es el intento de rescatar una par­
te del discurso económ ico de Marx, bastante descuidado por los 
comentaristas, respecto al dinero, el mercado y la relación salarial, 
y presentar un enfoque novedoso sobre esos mismos temas. Esta 
nueva perspectiva la encontré entre 1979 y 1984 en la Universidad 
París X (Nanterre), al tener la oportunidad de cursar mis estudios 
de maestría y doctorado con sus forjadores, los profesores Cario 
Benetti y Jean Cartelier. Este libro quiere mostrar los elem entos que 
encontré en los textos de Marx que me llevan a confirm ar la perti­
nencia y la fecundidad de este enfoque.
Con el fin de distinguirlo de otros enfoques heterodoxos, el nom ­
bre de heterodoxia monetaria parece lo más acertado, porque parte 
del principio de que el sistema de pagos monetarios es la base para 
la inteligibilidad de los procesos económicos modernos, principal­
mente lo que se refiere a los precios y mercados, en contraste con la 
posición ortodoxa que insiste en que un mundo natural (no social) 
de individuos racionales y de bienes físicos es la plataform a ade­
cuada para el conocim iento económ ico. En otras palabras, esta 
heterodoxia propone que las relaciones comerciales y salariales del
16 Lecciones de Economía Marxista
mundo m oderno están empotradas en un conjunto de instituciones 
monetarias y de negociación que determinan la m odalidad y la re­
gulación de los vínculos entre individuos privados y libres. Por 
último, la designación de heterodoxo también toma sentido al mos­
trar que es la hipótesis monetaria la que permite hablar y modelar 
el funcionam iento de la economía capitalista por fuera de las situa­
ciones de equilibrio y al tener esta posibilidad sienta las bases para 
entender mejor los mercados de bienes (cuestión imposible en el 
paradigm a neoclásico), las tensiones que se registran en las turbu­
lencias crediticias y financieras y, sobre todo, las posibilidades 
institucionales para regular los mercados y los agentes.
Dedico este libro a quienes más han aportado a su elaboración. Pri­
mero que todo, a los profesores Cario Benetti y Jean Cartelier, dado 
que son ellos quienes han propuesto las principales ideas aquí pre­
sentadas, que considero más interesantes para entender, criticar y 
desarrollar a Marx en los últimos 30 años. En segundo lugar, a los 
estudiantes que durante tantos años han recibido pacientem ente mis 
cursos y que consideraron que las notas de clase les daban claridad 
sobre los debates teóricos de la economía, de cóm o criticar la orto­
doxia y sobre el alcance de esta heterodoxia.
Muchos de estos antiguos estudiantes hoy son economistas y algunos 
docentes reconocidos en diversas ramas de la economía y les debo 
mucho por su colaboración en distintos momentos y el aliento para 
llevar a cabo una buena presentación de estas lecciones. Aquí debo 
mencionar a Dairo Estrada y Alexander Tobón de la Universidad de 
Antioquia; Alvaro Gallardo, Deyber Cano, John Mauro Perdomo, Diego 
Silva, Aída Sofía Rivera, Aníbal Granda, Alejandra Ramos, Yachay 
Julián Tolosa y Jenny Paola Lis de la Universidad Nacional; a Carlos 
Andrés Álvarez, Jimena Hurtado y Eric Wancier de la Universidad de 
los Andes. No puedo olvidar el apoyo de Eduardo Bolaños y del re­
cientemente fallecido Jorge Pérez, profesores de la Universidad de 
Antioquia, que siempre tuvieron una gran simpatía por este trabajo. 
En tercer lugar,a las instituciones que permitieron que este libro se 
efectuara en un ambiente de libertad y altura académica, la Universi­
dad de Antioquia de Medellín y la Universidad Nacional de Colombia.
Bogotá, 20 de enero de 2009
INTRODUCCIÓN
K arl M arx es el primer crítico de la econom ía política en un doble sentido: crítico de la sociedad capitalista y crítico de la form a de pensarla. Un cambio revolucionario de la sociedad y 
una nueva teoría social, son los dos proyectos alternativos que de­
ben tom arse como complem entarios en el pensam iento marxista. 
Por razones que van aclararse a lo largo de este libro, esto hace de 
Marx el fundador de una reflexión que abre las puertas a una teoría 
heterodoxa del mercado.
A manera de introducción, se presentarán tres com ponentes de su 
enfoque: 1) la m etodología holista, 2) el mercado como form a parti­
cular de organización económica, y 3) la crítica al enfoque de los 
econom istas respecto a los precios.
Un método holista para el análisis de la sociedad
M arx es partidario de un enfoque holista, si por ello se entiende 
el principio según el cual para explicar la sociedad se debe par­
tir de ella m ism a (por lo m enos de un rasgo colectivo más allá 
del individuo) y no, com o los econom istas neoclásicos, de una 
idea de individuo definido antes de sus características sociales. 
En efecto, su oposición a un enfoque de individualism o m etodo­
lógico es explícita:
Individuos que producen en sociedad, o sea la producción de los 
individuos socialmente determinada; este es naturalmente el punto 
de partida... El cazador o el pescador solos y aislados con los que 
comienzan Smith y Ricardo pertenecen a las imaginaciones despro­
vistas de fan tasía que produjeron las robinsonadas del siglo 
XVIII...En esta sociedad de libre competencia cada individuo apare­
ce como desprendido de los lazos naturales, etc., que hacen de él una 
parte integrante de un conglomerado humano determinado y
18 Lecciones de Economía Marxista
circunscrito. A los profetas del siglo XVIII, sobre cuyos hombros 
aún se apoyan Smith y Ricardo, este individuo del siglo XVIII... se 
les aparece como un ideal cuya existencia habría pertenecido al pa­
sado. No como un resultado de la historia sino como punto de par­
tida de la historia. [...]
El hombre es, en el sentido más literal, un animal político, no sola­
mente un anim al social, sino un anim al que sólo puede 
indwidualizarse en la sociedad. La producción por parte de un indi­
viduo aislado, fuera de la sociedad... no es menos absurda que la 
idea de un desarrollo del lenguaje sin individuos que vivan juntos y 
que hablen entre sí (Elementos, I, 3).
De acuerdo con esta posición, para entender la sociedad no se debe 
partir de un ambiente natural, exterior a ella, sino de una configura­
ción social mínima, aquella que determina un modo específico de 
la individualidad de cada persona y la forma de relación con las 
otras, en resum en, un vínculo entre individuos. En este sentido, el 
problema principal de la ciencia social no es plantearse la cuestión 
del origen de la sociedad a partir de un dato natural sino otro dis­
tinto, el funcionamiento y los vínculos entre los individuos conforme 
a ciertas norm as sociales mínimas que caracterizan la form ación 
social estudiada.
La sociedad de los m ercados como form a particular de sociedad
Marx clasifica las sociedades de acuerdo con la form a del vínculo 
entre los individuos que la componen. Bajo esta óptica identifica 
tres grupos de relaciones.
Las relaciones de dependencia personal (al comienzo sobre una base 
del todo natural) son las primeras formas sociales. (...) La indepen­
dencia personal fundada en la dependencia respecto a las cosas es la 
segunda forma importante en la que lleva a constituirse un sistema 
de metabolismo social general... La libre individualidad, fundada en 
el desarrollo universal de los individuos y en la subordinación de su 
productividad colectiva, social, como patrimonio social, constituye 
el tercer estadio (Elementos, I, 85).
Las prim eras formas de relación social se sitúan en todas las socie­
dades pre-mercantiles: las primitivas, las esclavistas y las feudales, 
en las cuales diversos modos de sumisión directos a la comunidad 
o a otro individuo, son la base de la configuración específica de los
Mercados, precios y dinero desde un enfoque heterodoxo 1 9
individuos y de la relación entre ellos. En el segundo caso se en­
cuentra la sociedad del intercambio mercantil:
La reducción de todos los productos y de todas ¡ns actividades a 
valores de cambio presupone tanto la disolución de todas las rí­
gidas relaciones de dependencia personales (históricas) en ¡a pro­
ducción, como la dependencia recíproca general de los productores 
(...) Esta dependencia recíproca se expresa en la necesidad 
permanente del cambio y en el valor de cambio como mediador 
generalizado (Elementos, 1, 83).
O también:
El individuo (comerciante) presupone al mismo tiempo el aisla- 
miento completo de sus intereses privados y una división del tra­
bajo social, cuya unidad e integración recíprocas existen, por así 
decirlo, como una relación externa a los individuos, independiente 
de ellof. Es la presión sucesiva de la oferta y la demanda genera­
les la que media la conexión de los individuos recíprocamente 
indiferentes (Elementos, l, 85).
La sociedad del intercam bio com ercial es aquella en la cual el 
individuo aparece separado de los otros y donde su realización 
in d iv id u al d ep en d e de las re lacio n es con los o tro s. En este 
co n tex to , el in d iv id u o no p osee el co n tro l in m ed ia to de la 
sociedad en dos sentidos: prim ero, el individuo adquiere libertad 
de acción respecto a los criterios que vendrían de una instancia 
colectiva; y segundo, la sociedad [los otros] aparece com o algo 
externo, por lo que esta relación se tom a com o m ero instrum ento 
para lograr sus fines privados. Bajo estas condiciones, el funcio­
nam iento de las relaciones entre individuos aislados no se realiza 
por re la c io n es de p erson a a p erson a, sino que n ecesita una 
m ediación especial, una m odalidad de transacción indirecta que 
perm ita el v ínculo entre ellos.
[En las relaciones de comercio] se lia extinguido toda particidaridad 
de la relación entre ambos [individuos] y así mismo todas las condi­
ciones políticas, patriarcales y de otra índole que surgen de la parti­
cularidad de la relación. Ambos se comportan recíprocamente como 
personas sociales en abstracto que sólo representan, una para la otra, 
el valor de cambio en cuanto tal. El dinero se ha convertido en el 
único nexus rerum [nexo de las cosas] entre ellos, en dinero sans 
phrase (sin rodeos) (Elementos, III, 124).
2 0 Lecciones de Economía Marxista
De igual forma:
La necesidad misma de transformar el producto o la actwidad de 
los individuos ante todo en... dinero, y de que solo en esta forma 
de cosa ellas adquieran y manifiestan su poder social, demuestra 
dos cosas distintas: 1) que los individuos siguen produciendo solo 
para la sociedad y en la sociedad. 2) que su producción no es 
inmediatamente social, no es the offspring o f association [el fruto 
de una asociación] que reparte en su propio interior su trabajo 
(Elementos, 1, 86).
A partir de los textos anteriores, se tiene que el carácter descentra­
lizado de las conductas de los individuos y el m ecanism o de 
relación por m edio del dinero y las cosas, van juntos. Indepen­
dencia individual y sistem a de interdependencia entre individuos 
por m edio del dinero, constituyen la base del funcionam iento de 
la sociedad.
Dos particularidades distinguen de inmediato esta sociedad com er­
cial. En prim er lugar, dada la mediación del dinero (en apariencia, 
una cosa), las relaciones son fetichizadas en el sentido que las cosas 
mismas aparecen con poderes sociales propios:
ApA [los individuos productores], por ende, las relaciones so­
ciales entre sus trabajos privados se les ponen de manifiestocomo lo que son, vale decir, no como relaciones directamente 
sociales trabadas por las personas mismas, en sus trabajos, sino 
como relaciones propias de cosas entre las personas y relacio­
nes sociales entre cosas (El Capital, 89).
En segundo lugar, la descentralización (la producción no es inme­
diatamente social) hace que el sistema de interdependencia no esté 
controlado por los individuos:
Los individuos están subordinados a la producción social que pesa 
sobre ellos como una fatalidad, pero la producción social no está 
sometida a los individuos y controlada por ellos como un patrimo­
nio común. (Elementos, I, 86).
Esta sociedad y su funcionamiento se vuelven, entonces, sorprendentes:
La belleza y la grandeza de este sistema residen precisamente en 
este metabolismo material y espiritual, en esta conexión que se crea 
naturalmente, en forma independiente del saber y de la voluntad de
Mercados, precios y dinero desde un enfoque heterodoxo 21
los individuos, y que presupone precisamente su indiferencia y su 
independencia recíprocas. (Elementos, I, 89).
Siendo la sociedad del intercambio una sociedad de individuos pri­
vados que se relacionan mediante un representante abstracto (el 
dinero) y que se coordinan por medio de mecanismos independien­
tes de la voluntad, ella posee la característica de ser oscura para los 
individuos que en ella participan y, de esta manera, es posible plan­
tear una comparación con las demás formas de funcionamiento social.
El contraste entre las formas de sociedad
Lo anotado anteriorm ente respecto a los rasgos de la sociedad de 
intercam bios mercantiles contrasta de inm ediato con las socieda­
des anteriores, puesto que en ellas explícitam ente la relación entre 
el individuo y los otros se presenta como vínculos directos y trans­
parentes en su principio y en su fin. Marx explica los diversos casos:
L a e c o n o m í a d e R o b i n s o n C r u s o e
Se trata del mito del hombre solo, donde no existe la interdepen­
dencia con otros. Sabiendo que esta figura es muy apreciada por la 
economía política Marx comenta:
Pese a la diversidad de sus funciones productivas [Robinson Crusoe] 
sabe que no son más que distintas formas de actuación del mismo 
Robinson, es decir, nada más que diversos modos del trabajo huma­
no... Todas las relaciones entre el Robinson y las cosas que configu­
ran sus riquezas, creadas por él, son tan sencillas y transparentes 
que hasta el señor Marx Wirth, sin esforzar mucho el magín podría 
comprenderlas (El Capital, 94).
E n l a t e n e b r o s a E d a d M e d i a
La dependencia personal caracteriza tanto las relaciones sociales en 
que tiene lugar la producción material como las otras esferas de la 
inda estructuradas sobre dicha producción. (...) Los trabajos de las 
personas ingresan al mecanismo social en calidad de sewicios direc­
tos y prestaciones en especie (...) El diezmo que le entrega al cura es 
más diáfano que la bendición del clérigo... Aquí las relaciones exis­
tentes entre las personas se ponen de manifiesto como sus propias 
relaciones personales y no aparecen disfrazadas de relaciones socia­
les entre las cosas (El Capital, 94).
22 Lecciones de Economía Marxista
L a s s o c i e d a d e s c o l e c t i v a s
Aquí, en primer lugar, están aquellas muy antiguas (en los um bra­
les históricos de todos los pueblos civilizados), por ejem plo, la 
industria patriarcal rural:
Aquí el gasto de fuerzas individuales de trabajo, medido por la du­
ración, se pone de manifiesto desde un primer momento como una 
determinación social de los trabajos mismos, puesto que las fuerzas 
individuales de trabajo solo actúan, desde su origen, como órganos 
de la fuerza de trabajo colectivo de la familia (El Capital, 95).
En segundo lugar, las sociedades colectivas futuras
En las comunidades de trabajo colectivo como en las asociaciones 
libres las relacione sociales con sus trabajos siguen siendo 
diáfanamente sencillas (El Capital, 96).
En resumen, frente a estos diversos tipos de relaciones directas en­
tre individuos que son tra n sp a re n te s , d iá fa n a s y s e n c il la s , que algunas 
veces funcionan por medio de una centralización autocràtica y otras 
gracias a un “libre” acuerdo previo, la sociedad de los productores 
libres de mercancías (la del intercambio descentralizado), se pre­
senta como aquella en la cual las relaciones entre los individuos no 
son transparentes, directas ni inmediatamente controladas por ellos, 
dado que al partir de la actividad privada y descentralizada se al­
canza una interdependencia que asume la forma de relación entre 
cosas, esto es, un sistema de precios en dinero que media la rela­
ción entre las personas.
De esta m anera, lo que los individuos ganan en descentraliza­
c ió n y lib e r ta d , re sp e c to a las e n tid a d e s c o le c tiv a s de las 
sociedades anteriores, es pérdida de transparencia de las rela­
ciones entre los individuos y en el control de los resultados que 
ellas generan. Por tal m otivo, M arx habla aquí de relaciones que 
tom an la form a de figuras disfrazadas o fantasm agóricas que 
expresan que las relaciones entre los hom bres son de naturaleza 
a lie n a d a (el individuo es separado de la sociedad) y f e t i c h i s t a (las 
relaciones se “cosifican”).
Ahora bien, puesto que el resultado es in d e p e n d ie n te d e l sa b e r y de la 
v o lu n t a d d e lo s in d iv id u o s esto da pie a que esté dominado por fuerzas
Mercados, precios y dinero desde un enfoque heterodoxo 2 3
reguladoras, “tal como se le impone de In gravedad cuando a uno se le cae 
la casa encim a” (El Capital, 92). Un proceso que com ienza con deci­
siones sep arad as resp ecto a los otros y que es m ed iad o por 
mecanismos impersonales, hace necesaria y posible una ciencia es­
pecífica para explicarlo. Precisamente, para descubrir esta manera 
de coordinación se debe proponer la teoría económ ica del inter­
cambio de mercancías, del sistema precios y de mercados, tal como 
los econom istas clásicos lo habían ya planteado y desarrollado en 
sus respectivas teorías del valor1.
1 "Desde Cantillon todos los economistas sostienen que en una sociedad de mercado existe 
un mecanismo tal que las decisiones inicialmente incompatibles se armonizan progresiva­
mente. Se trata de un mecanismo que no depende de la voluntad de los agentes, siendo en 
particular independiente del Estado. Con esta afirmación nace la ciencia económica: existe 
un campo de la actividad social en el que la cohesión de la sociedad se realiza con autonomía 
de la decisión política" (Klimovsky 2000, 80).
C a p ít u l o I
MARX Y LA TEORÍA DE LOS PRECIOS 
DE LOS ECONOMISTAS CLÁSICOS
Marx reconoció que los econom istas clásicos habían avanzado en el 
estudio de los m ecanism os de la sociedad descentralizada plan­
teando la idea de la mano invisible y habían hecho proposiciones sobre 
el valor de las mercancías. Sin embargo, propone un balance crítico 
bastante severo:
Con Adam Smith, la economía política se había desarrollado hasta 
alcanzar cierta totalidad;... [Sin embargo] Smith se mueve con gran 
simplismo con una continua contradicción. De una parte indaga la 
concatenación interior entre las categorías económicas o la traba­
zón oculta del sistema económico burgués. De otra parte, coloca al 
lado de esto la concatenación que aparentemente se da en los fenó­
menos de la com petencia. Estos modos de con cebir (...) se 
entrecruzan y se contradicen continuamente. [...]. Pero Ricardo se 
interpone por último y grita a la ciencia !Alto ahí! El fundamento, 
el punto de partida de la fisiología del sistema económico burgués 
es la determinación del valor por el tiempo de trabajo. De esto 
parte Ricardo, obligando a la ciencia a abandonar su pacotilla an­
terior y a rendir cuentas de cómo y hasta qué punto las demás 
categorías desarrolladas... corresponden a este fundamento... so­
bre el que descansa la concatenación interna... Tal es, en efecto, la 
gran importanciahistórica de Ricardo para la ciencia (Teoría sobre 
la plusvalía, II, 145, subrayado propio).
Aquí M arx considera que los clásicos habían avanzado en una teo­
ría del valor en tanto fundamento de la teoría económ ica científica 
y que Ricardo es el mejor ejemplo. Sin embargo, m anifiesta que el 
autor de Principios no hizo la tarea satisfactoriam ente como se de­
duce de las críticas que enarbola y que a continuación se mencionan.
26 Lecciones de Economía Marxista
Críticas generales a la teoría clásica del mercado
P l a n t e a r u n a r e s p u e s t a s i n c l a r i d a d s o b r e l a p r e g u n t a t r a t a d a
[La economía política clásica] ha analizado, aunque de manera in­
completa, el valor, la magnitud del valor y descubierto el contenido 
oculto de esas formas. Solo que nunca llegó siquiera a plantear la 
pregunta de por qué ese contenido adopta dicha forma; de porqué, 
pues, el trabajo se representa en el valor, a qué se debe que la medida 
del trabajo conforme a su duración se represente en magnitud de 
valor alcanzada por el producto del trabajo (El Capital, 98).
Aquí el trabajo es sustancia del valor y no se confunde con cual­
quier actividad productiva en cualquier sociedad. El trabajo, en 
cuanto actividad, sin representación social (en el precio), sin forma 
de expresión, es lo propio de las sociedades pre-mercantiles, aque­
llas en las cuales las relaciones son directas, personales. Mientras 
que el trabajo que es sustancia del valor, con forma valor para relacio­
narse con otros, es particular de la organización m ercantil. Los 
econom istas clásicos, según Marx, no perciben la diferencia y, por 
el contrario, plantean que la relación moderna, la relación mediada 
por las cosas, es la relación natural de los hombres en tanto produc­
tores, com o si toda organ ización social fuese con stitu id a por 
intercambios m ercantiles2. Es en este sentido que Marx afirma que 
los econom istas clásicos carecen de perspectiva histórica y, por tan­
to, hablan com o si las diferencias en la forma de los trabajos (la 
diferencia entre lo privado y lo social) no expresaran algo funda­
mental, una forma histórica específica, sino un rasgo general de toda 
relación entre los hombres.
La conciencia burguesa de esa economía... tiene [a la forma de va­
lor de las relaciones/ por una necesidad natural tan manifiesta­
mente evidente como el trabajo productivo mismo. De ahí que, 
poco más o menos, trate a las formas preburguesas del organismo
2 "[Ricardo] de inmediato hace que el pescador y el cazador primitivos, en cuanto poseedo­
res de mercancías, intercambien el pescado y la caza en proporción de las cantidades de 
trabajo materializado en eso valores de cambio" (Contribución, 46).
Mercados, precios y dinero desde un enfoque heterodoxo 2 7
social como los padres de la Iglesia a las religiones precristianas 
(El Capital, 99).
En resum en, la econom ía política clásica al naturalizar el intercam ­
bio hace que todas las sociedades parezcan como mercantiles y así 
se ve en la im posibilidad de entender las distintas formas históri­
cas de las relaciones sociales.
O b s e r v a c i o n e s s o b r e l a t e o r í a d e l a g r a v i t a c i ó n d e p r e c i o s
Es conocido que la idea de Cantillon y Sm ith sobre la gravitación de 
precios de m ercado alrededor de los precios de equilibrio (o natura­
les), un proceso explicado por dos leyes (la del precio de mercado y 
la del precio natural), reúne la concepción fundamental de los eco­
nomistas clásicos respecto a la naturaleza y funcionam iento de una 
sociedad de mercados. Marx se refiere a ella en algunos apartes. 
Por ejemplo, sobre el tratamiento de esta idea en Ricardo, Marx afir­
mó en sus Cuadernos de París (1974):
Ricardo afirma que hablando del '"valor de cambio" él apunta siem­
pre al "precio natural" y que él aparta los accidentes de la competen­
cia que el designa "como causas momentáneas y accidentales". Para 
dar más consistencia y precisión a sus leyes, la economía política debe 
suponer la realidad como accidental y la abstracción como real. []ean 
Batiste] Say subraya al respecto que "el precio natural... parece qui­
mérico". No hay sino precios corrientes en economía política".
Además:
Ricardo hace abstracción de lo que considera accidental. Otra cosa es 
exponer el proceso real en el que las dos cosas - lo que él llama accidental, 
pero que es algo constante y real, y su ley, la relación promedio- 
aparecen igualmente como esenciales (El Capital, III, 47).
Estas declaraciones m uestran que Ricardo com etería el error de tra­
tar los precios del mercado com o algo sin ley, com o si no fueran 
esenciales, a pesar de que ellos son el resultado normal de la acción 
del mercado, la expresión misma del funcionamiento de una eco­
nomía descentralizada. En contraste, a Marx los precios naturales le 
parecen inventados por la teoría al ser demasiado abstractos.
Por el contrario, en El Capital (capítulo X del tomo III) se encuentra 
una aceptación del esquema de la gravitación:
28 Lecciones de Economía Marxista
La suposición de que las mercancías de las diferentes esferas de la 
producción se venden a sus valores, solo significa, naturalmente, 
que su valor es el punto de gravitación en torno al cual giran los 
precios y hacia el cual se nivelan sus constantes alzas y bajas (El 
Capital, III, 225).
Aunque es posible identificar una ambigüedad en este tema, a pe­
sar que se afirme que lo “accidental” [los precios de mercado] es más 
esencial que lo normal [los precios naturales], Marx parece acoger de 
todas maneras el m odelo de gravitación como el paradigm a para 
dar cuenta del mercado, en el cual una teoría de los precios de acuer­
do con las cantidades de trabajo explicaría al m enos el nivel de 
referencia para esa gravitación. Sin embargo, esto no significa adhe­
rir del todo a esa teoría de los precios, dado que diagnostica algunos 
defectos en su formulación.
Críticas particulares a la teoría del valor de Ricardo
Marx expone en tres motivos concretos su descontento con la teoría 
del valor expuesta por Ricardo.
L a c o n f u s i ó n e n t r e t r a b a j o c o n c r e t o y t r a b a j o a b s t r a c t o
En lo que se refiere al valor en general la economía política clási­
ca en ningún lugar distingue explícitamente y con clara concien­
cia entre el trabajo, tal como se representa en el valor, y ese mismo 
trabajo, tal como se representa en el valor de uso de su producto.
En realidad, utiliza esa distinción de manera natural, ya que en 
un momento dado considera el trabajo desde el punto de vista 
cuantitativo, en otro cualitativamente. Pero no tiene idea de que 
la simple diferencia cuantitativa de los trabajos presupone su 
unidad o igualdad cualitativa y por tanto, su reducción a trabajo 
abstractamente humano (El Capital, nota 31, 97)*.
Aquí se plantea que Ricardo no tuvo en cuenta que el trabajo con­
creto o p rivad o que elabora un p roducto no es de la m ism a 
naturaleza del trabajo creador del valor. El primero existe en la pro­
3 También: "En Ricardo encontramos la confusión entre el labour que se presenta en el 
valor de uso y el representado en el valor de cambio" (Teoría sobre la plusvalía, III, 123).
Mercados, precios y dinero desde un enfoque heterodoxo 2 9
ducción descentralizada de los objetos y en este sentido los diver­
sos trabajos son de naturaleza m aterial y heterogénea entre sí; 
mientras que el segundo trabajo, es social y homogéneo. No consi­
derar esta diferencia impide plantear la explicación de la reducción 
de uno en el otro, y de la relación entre actividad descentralizada y 
el reconocim iento social.
L a a u s e n c i a d e l a c o n e x i ó n i n m a n e n t e e n t r e v a l o r y d i n e r o
Dos textos de origen distinto sirven aquí:
Una de las fa llas fundamentales de la economía política clásica 
es que nunca logró desentrañar, partiendo del análisis de la mer­
cancía... la form a valor, la form a misma que la hace unvalor de 
cambio. Precisamente en el caso de sus mejores expositores, como 
Adam Smith y Ricardo, trata la form a del valor como cosa com­
pletamente indiferente, o incluso exterior a la naturaleza de la 
mercancía... (El Capital, nota 32, 98).
Así mismo:
Ricardo no entra a investigar la forma - el carácter de ese trabajo, 
la especial determinación del trabajo como creador de valor de cam­
bio o como algo que se plasma en los valores de cambio. Esto hace 
que no comprenda la conexión entre este trabajo y el dinero, la 
necesidad que se manifieste como dinero. No comprende por tanto, 
en absoluto, la concatenación entre la determinación del valor de 
cambio de las mercancías por el tiempo de; trabajo y la necesidad 
de las mercancías de avanzar a la creación del dinero. De ahí su 
fa lsa teoría monetaria. Para él solo se trata de la magnitud del 
valor” (Teoría sobre la plusvalía, II, 144).
Se evidencia que M arx no está de acuerdo con un tratam iento del 
valor separado de su form a de expresión en dinero (la form a valor). 
Propone, al contrario, que form a y contenido (dinero y valor) son 
dos categorías im bricadas y necesarias. Esta posición es contraria 
a la dicotom ía tradicional entre teoría del valor y teoría m onetaria 
propia de la ortodoxia en teoría económ ica. Es conocido que Sm ith 
y Ricardo rechazaron al dinero com o la form a intrínseca de los 
valores y en su lugar buscaron una medida invariable entre las dis­
tintas m ercancías. De esta forma, hacen pensar que el dinero es
30 Lecciones de Economía Marxista
apenas una form a (y medida) posible aunque inadecuada del pre­
cio. Para M arx, por el contrario, la existencia del valor y del precio 
im plica la form a m onetaria, de manera que la búsqueda de la me­
dida invariable no es algo esencial a la teoría del precio sino una 
consecuencia de la existencia previa del valor y, por ende, poste­
rior a la incorporación del dinero4.
La relación de las mercancías con el dinero es especial
Para M arx, la relación inicial de las m ercancías con el dinero no 
se debe buscar en el m ercado con el fin de resolver los proble­
mas del trueque (com o propone Sm ith), ya que la relación entre 
las m ercancías y el dinero es necesaria antes del intercam bio. Dos 
textos lo declaran:
Si el oro sube o baja de valué por ivhatever cause lo mismo sucederá 
con todas las mercancías estimadas en oro. (.) Pero aquí reside el 
falso supuesto de Ricardo de que el dinero, en cuanto sirve de medio 
de circulación, puede cambiarse como una mercancía por otra. Las 
mercancías se estiman en él, antes que circulen. (Teoría sobre la 
plusi’alía, II, 178).
El segundo enuncia que:
El error de Ricardo es que sólo se ocupa de la magnitud de valor. De 
ahí que solo dirija su mirada a la cantidad relativa de trabajo que 
representan las mercancías... Pero el trabajo contenido en ellas debe 
representarse como trabajo social... En el precio, esta representación 
es ideal. Solo se realiza con la venta. Esta conversión de los trabajos 
de individuos privados contenidos en la mercancía en trabajos so­
ciales iguales... este lado cualitativo de la cosa, que se contiene en la 
representación del cambio como dinero, no aparece desarrollado en 
Ricardo. Ricardo pasa por alto esta circunstancia: la necesidad de 
representar como trabajo social igual, es decir, como dinero, el tra­
bajo contenido en ellas" (Teoría sobre la plusvalía, III, 116).
4 Marx interpreta la problemática clásica de la medida invariable de los valores 
como una confusión innecesaria: "el problema de encontrar una "pauta de valor in­
mutable" no era en realidad, más que una manera falsa de expresar la búsqueda del 
concepto, de la naturaleza del valor mismo" (HCP, III, 2 29).
Mercados, precios u dinero desde un enfoque heterodoxo 31
Aquí se insiste en que es necesaria la form a valor, la función de uni­
dad de cuenta del dinero y que debe aparecer antes del intercambio 
mismo, cuando se requiere ligar el trabajo concreto o privado con 
el objeto que hace de dinero, representante del trabajo social. Este 
último, entonces, no debe plantearse inicialmente como una mer­
cancía adicional que se encuentra con las otras m ercancías en el 
momento del intercambio, sino como el objeto que sirve de repre­
sentación del carácter social de los trabajos y de sus productos.
En síntesis, Marx a pesar de elogiar que los econom istas clásicos 
estudiaron la relación de cambio entre sujetos por medio de una 
teoría de los precios entre cosas, con base en las m agnitudes de 
trabajo, acusa a Ricardo de no haber entendido:
• La distinción exacta de la naturaleza de los trabajos de los pro­
ductores: la diferencia entre los trabajos privados y sociales.
• La necesaria expresión del trabajo individual en dinero o la 
representación social del trabajo privado antes del intercambio.
• El estatuto especial del dinero respecto a las mercancías.
Las críticas de Marx muestran hacia adonde apunta su programa 
de investigación: una nueva teoría del valor o de los precios que 
sea la representación de una sociedad descentralizada -e s decir, 
los agentes actúan separados de la colectividad-, en la cual los in­
dividuos existen y se relacionan por medio del dinero (que es algo 
más allá de una cosa) y donde los resultados del proceso aparecen 
por fuera del control de los sujetos.
En este sentido, se puede afirmar que Marx com parte la gran pro­
blemática propuesta por los economistas desde Adam Smith, según 
la cual la economía como ciencia social debe com enzar por explicar 
el funcionam iento y la viabilidad de una sociedad en la que la ini­
ciativa y las acciones provienen de agentes privacios sin una 
coordinación central.
En otras palabras, los agentes actúan sin esperar que entidades como 
el gobierno, la esfera política o un dictador, determinen la conducta 
de los sujetos o que la acción dependa de un consenso construido 
por fuera del mercado, tal como existía en las sociedades primiti­
vas o se presume existe en la sociedad socialista. Se trata, entonces,
32 Lecciones de Economía Marxista
de colocar al com ienzo de la teoría económica el problem a y la ex­
plicación de la coordinación mercantil de la pluralidad de decisiones 
descentralizadas mediante los precios.
M arx com ienza su teoría por m edio del estudio de las leyes de la 
sociedad m ercantil sim ple que ofrece una explicación de la coord i­
nación de productores que son artesanos y trabajadores partícipes 
de una división del trabajo descentralizada y que llevan sus pro­
ductos al m ercado. Aquí interesa exam inar, principalm ente, la 
explicación que el autor de El Capital ofrece de la relación de in­
tercam bio, para com pararla con la de los econom istas. Se verá 
que ella no está hecha con suficiente claridad, dado que afloran 
d iversas am bigü edades y a veces incluso co ntrad icciones. En 
verdad, com o se m encionará más adelante, sólo un trabajo críti­
co y de re co n stru cc ió n a n a lítica p erm ite p re c isa r su v is ió n 
verdaderam ente heterodoxa5. Por este m otivo, la lectura que se 
presentará hará énfasis en estas dificultades6.
5 Su carácter heterodoxo es también mediante los precios, frente a la versión de la 
tradición marxista. Como hemos anunciado la visión heterodoxa defendidas aquí 
son tomadas funda- 'ntalmente de los diversos trabajos de Cario Benetti y Jean 
Cartelier. Si bien en cada momento específico se citarán los textos respectivos su 
contenido y desarrollo se encuentra principalmente en Benetti y Cartelier (1980), 
Cartelier (1991) y Benetti y Cartelier (1998).
6 El desarrollo de estos aspectos se encuentra en los tres primeros capítulos de los 
Elementos fundamentales (borrador 1857-58), Contribución a la crítica de la economía 
política y El Capital.
C a p í t u l o II
TEORÍA MARXISTA DE LA SOCIEDAD 
MERCANTIL SIMPLE
En la sociedad comercial, el individuo lleva su poder social, 
así como su nexo con la sociedad,... en el bolsillo.
K a r l M a r x
Definición de los agentes básicosdel mercado
Marx com ienza el estudio de la relación de intercambio (la relación 
económ ica mínima), en el marco de una sociedad mercantil pura, esto 
es, bajo la suposición de que sólo existen agentes productores y 
com erciantes de m ercancías sin la intervención de las realidades 
propiam ente capitalistas (contratación de obreros asalariados, apa­
rición de las ganancias de los capitales invertidos). Su idea es que 
las categorías básicas que perm iten representar una sociedad de 
m ercado pueden construirse con esos simples parám etros y que las 
realidades capitalistas más complejas no van a agregar característi­
cas generales adicionales mediante los precios a la naturaleza de 
esta relación básica7.
7 Este enfoque no es exclusivo de Marx. En Smith y en Walras se procede de la 
misma manera: primero se brinda la explicación de la relación comercial y, 
posteriormente, se incorpora una relación superior que da cuenta de la realidad 
propiamente capitalista. Recuérdese que en el análisis ricardiano tal división no 
existe: al explicar el intercambio y los precios se incorpora inmediatamente la 
idea de salarios, capital y ganancia.
34 Lecciones de Economía Marxista
El primer paso de Marx es postular que los bienes son obtenidos 
por una serie de actividades que surgen de las iniciativas autóno­
mas de los agentes, esto es, en el marco de una división social del 
trabajo que reúne un conjunto p r o d u c c i o n e s p r i v a d a s a i s l a d a s o d e s c e n ­
t r a l i z a d a s . En efecto:
En una sociedad cuyos productos adoptan en general la forma de 
mercancías, esto es, en una sociedad de productores de mercancías, 
esa diferencia cualitativa de los trabajos útiles - los cuales se ejercen 
independientemente unos de otros como ocupaciones privadas de 
productores autónom os-se desenvuelve hasta constituir un siste­
ma multimembre, una división social del trabajo (primera redacción 
capítido I de El Capital, 978).
Y también:
Solo los productos de trabajos privados autónomos, y recíprocamente 
independientes, se enfrentan entre sí como mercancías (El Capital, 5)8.
Esta a u t o n o m ía e i n d e p e n d e n c ia puede entenderse, por lo tanto, como el 
reconocimiento de una libertad económica de los individuos que fun­
ciona sin la existencia de una voluntad o autoridad central que 
determine y organice la conducta o la actividad económica de los agen­
tes9. Ahora bien, que los individuos puedan actuar de esta manera no 
es producto de la evolución de una racionalidad inicial y natural que
8 La división del trabajo no implica la existencia de las mercancías. "En la comuni­
dad paleoíndica el trabajo está dividido socialmente, sin que por ello sus productos se 
convierten en mercancías" (primera redacción capitulo I, El Capital, 978).
9 Los casos de tales intervenciones en la vida social han sido una constante en la 
historia. Los faraones determinaban autocráticamente en el antiguo Egipto las 
actividades de las comunidades de base y los empleos de los recursos humanos y 
materiales existentes; en la Edad Media europea los individuos, campesinos prin­
cipalmente, estaban sometidos a un sistema de dependencias personales que 
encontraba su cumbre en los reyes y príncipes, con lo cual no podía existir ni la 
independencia personal ni la autonomía de decisiones; tampoco en el comunis­
mo primitivo de las tribus, más cerca de las formas iniciales de la sociedad, 
exhibe posibilidades para la acción privada ya que los lazos de sangre servían de 
base a las relaciones y funciones sociales de los individuos. En todos estos casos 
las relaciones humanas están inmediatamente condicionadas por circunstancias 
que predeterminan tanto la forma en que actúan los individuos como la meta a la 
cual debe llegarse, y en consecuencia, ellos no pueden ser designados como 
autónomos e independientes, ni la sociedad como descentralizada.
Mercados, precios y dinero desde un enfoque heterodoxo 35
los im p u lsa a e llo (la p ro p en sió n al intercam bio d e Sm ith), sino el re­
su ltad o d e u n d esarro llo histórico d e las socied ades q u e h a d estru id o 
las circunstancias p ro p ias d e otras form as d e in d ivid u alid ad :
La reducción de todos los productos y de todas las actividades a 
(mercancías) presupone tanto la disolución de todas las relaciones 
de dependencia personal en la producción como la dependencia recí­
proca general de los productores (Elementos, 1, 83).
N o o b stan te , la p o s ib ilid a d d e esta autonomía e independencia10 va 
p a ra le la co n u n a d e p e n d e n cia so cia l en tre lo s in d iv id u o s , q u e se 
e x p re sa e n q u e su s m ie m b ro s d e c id e n sin co n o cer la s d e c is io n e s d e 
lo s o tro s y p o r e n d e so n a fec ta d o s p o r las co n se cu e n cia s q u e p ro ­
v ie n e n d e la in te rd e p e n d e n c ia co n lo s otros:
El cambista ha producido mercancías y precisamente para pro­
ductores de mercancías. Esto implica: por una parte, que ha pro­
ducido mercancías como individuo privado independiente, por 
propia iniciativa y no como integrante de una entidad comunitaria 
natural ni como individuo que participa en forma inmediata en la 
producción... Por otra parte, empero, ha producido valor de cam­
bio, un producto que sólo se convierte en producto para sí mismo 
luego de pasar por determinado proceso social... La independencia 
de la producción individual se complementa de esta suerte con una 
dependencia social, que encuentra su correspondiente expresión en 
la división del trabajo (Elementos, III, 167)u .
10 Normalmente, la ciencia económica no estudia los procesos que realizan esta 
disolución. Son más bien los historiadores de la sociedades los que pueden dar 
una explicación de cuáles fueron los mecanismos (por ejemplo, revoluciones 
sociales o modificaciones impuestas por acción de fuerzas externas a ciertos pue­
blos), que permitieron crear las condiciones propias para que el comercio priva­
do se estableciera de manera generalizada en el seno de las sociedades. De todas 
maneras se conoce que en el caso de Europa, el crecimiento y hegemonía de las 
ciudades, las revoluciones anti-feudales (entre las cuales sobresalen las revolu­
ciones inglesa y francesa con sus banderas de igualdad jurídica de los individuos 
y de libertad ciudadana), y la generalización de las democracias burguesas, son 
piezas esenciales de estos procesos. En lugar de querer deducir un origen racio­
nal de la sociedad a partir de los individuos, Marx coloca la historia de las socie­
dades como responsable de la creación de las condiciones para la acción de los 
individuos calculadores e individualistas.
11 En los Manuscritos de 1863 Marx agregaba:
“Si la existencia de productos en una relación recíproca de mercancías, y por ende, de los 
individuos como poseedores de mercancías y en un estadio superior como vendedores
3 6 Lecciones de Economía Marxista
La sociedad com ercial es, entonces, aquella en la cual los agentes 
están inicialm ente dispersos o separados entre sí y gracias a sus 
m utuas relaciones en el m ercado se obtiene un orden entre ellos. 
En este sentido, el m ercado es el lugar de encuentro de las deci­
siones individuales realizadas sin una unidad preconcebida, y por 
ello, de éste resultan ciertos efectos que escapan al control de los 
agentes descentralizados.
Entre estos efectos se podría mencionar ya sea una situación de in­
compatibilidad de las decisiones, así como, en último término, un 
estado de coherencia y de viabilidad. Se intenta com prender cómo 
es viable un proceso movido por los mecanismos mercantiles sin 
hacer intervenir una voluntad explícita que im ponga un orden12.
Los componentes de la relación de intercambio
Al colocar com o punto de partida una división social de las activi­
dades productivas en la cual se presenta un número plural de individuos 
independientes que buscan satisfacer un consumo determinado, se plantea 
la necesidadde entender el tipo de relaciones que esos sujetos rea­
lizan de manera voluntaria.
Los trabajos privados no alcanzan realidad como partes del trabajo 
social, sino por medio de las relaciones que el intercambio establece 
entre los productos del trabajo y, a través de los mismos, entre los 
productores (El Capital, 89).
y compradores, presupone además una determinada división del trabajo, es decir, una 
división que formalmente es absolutamente contingente y que es abandonada a la 
suerte y al libre gusto de los productores de mercancías. Si esta libertad es limitada, 
no lo es en razón de influencias del Estado o por otras influencias exteriores, sino por 
las mismas condiciones de existencia, las características que hacen que una mercancía 
sea una mercancía. Es necesario que ella sea un valor de uso para la sociedad, es decir, 
para el comprador... Sin embargo que el productor satisfaga las necesidades existen­
tes... que se equivoque en sus cálculos o que cree una cosa inútil, es su responsabili­
dad. [...] La producción del producto como mercancías... condiciona entonces una 
división social del trabajo que reposa sobre un lazo entre las actividades pero este lazo 
solo se transmite formalmente por la presentación del producto como mercancía, por la 
confrontación los productores como compradores y vendedores... “ (332, Ed. France­
sa, traducción propia).
12 Los neoclásicos no han resuelto este problema básico para la ciencia económica 
(ver Cataño, 2004).
Mercados, precios y dinero desde un enfoque heterodoxo 3 7
Tales relaciones, por medio de los productos del trabajo y no a tra­
vés de relaciones directas entre las personas (ver la Introducción), 
se designan normalm ente como intercambios, lo cual será necesario 
describir en sus componentes y la manera cómo se realizan. La pri­
mera característica es la presencia inmediata del equivalente general 
y, por ende, la ausencia del trueque (cambio directo entre bienes):
Nunca se efectúa un tráfico en el que los poseedores de mercancía 
intercambien sus artícidos unos por otros, y los comparen con éstos, 
sin que las diversas mercancías de los diversos poseedores de éstas, 
se intercambien dentro de ese tráfico con una tercera mercancía, siem­
pre la misma... un equivalente general (El Capital, 108).
Este equivalente general es el dinero, el cual determina que:
El proceso de intercambio de la mercancía, se lleva a cabo a través 
de dos metamorfosis contrapuestas que a la vez se complementan 
entre sí: transformación de la mercancía en dinero y reconversión 
del dinero en mercancía (El Capital, 128).
Vistas de esta manera, las transacciones describen una secuencia 
respecto a cada individuo que puede ser representada como una 
venta, M - D, (Mercancía - Dinero) y luego una compra D - M (Dinero - 
Mercancía).
Sin embargo, a pesar de afirmar la presencia necesaria del dinero 
en el intercambio, en el primer momento de la exposición de Marx 
éste no aparece explícitamente. La relación de los bienes con el di­
nero se relega inicialmente para dar espacio a una relación directa 
entre bienes13. En efecto,
La riqueza de las sociedades en que domina el modo de producción 
capitalista se presenta como un enorme cúmulo de mercancías, y la
13 Como se verá más adelante, tal separación es apenas un momento de la exposi­
ción. De todas maneras, al hacerla Marx se aproxima al enfoque de los economis­
tas clásicos y neoclásicos, quienes proceden en el primer instante excluyendo la 
relación con el dinero como primer objeto de estudio. En esta forma, la segunda 
etapa del análisis es restablecer lo que se ha excluido previamente. Se verá que 
esta restitución Marx la hace de manera muy original. Sin embargo, este coque­
teo con el enfoque de los economistas ha permitido una interpretación según la 
cual la teoría de la mercancía de Marx es un caso particular de la teoría de Ricardo. 
Este punto se desarrollará más adelante.
3 8 Lecciones de Economía Marxista
mercancía individual como la forma elemental de esa riqueza. Nuestra 
investigación se inicia con el análisis de la mercancía (El Capital, 43).
De donde se deriva:
Una mercancía individual, por un ejemplo, un quarter de trigo, se 
intercambia por otros artículos en las proporciones más diversas... 
Tomemos dos mercancías, por ejemplo, una chaqueta y 20 varas 
de lienzo (El Capital, 45).
Por tanto, el intercam bio inicial se representa de la siguiente forma.
20 varas de lienzo valen igual a 1 levita o 
20 varas de lienzo se intercambian por 1 levita
Puestas así las cosas, se procede inicialmente a explicar dos aspec­
tos propios de esta relación.
• La presencia del lienzo y la levita como sujetos del intercambio.
• La ex isten c ia de una eq u iv a len cia cu a n tita tiv a en tre estas 
m ercan cías.
El prim er aspecto rem ite a lo que son estos dos objetos en esta rela­
ción de intercam bio; el segundo, por su lado, estudia por qué esa 
relación presenta un aspecto indicado por el signo de igualdad, esto 
es, la presencia de una relación cuantitativa entre objetos.
Marx estudió ambas cuestiones en su teoría de la m ercancía como 
los aspectos cualitativo y cuantitativo existentes en cada una de ellas. 
Para dar cuenta de ellos utiliza las palabras de valor de uso y valor de 
las m ercancías propuestos antes por los econom istas clásicos, pero 
m odificándolos en algunos aspectos. A continuación se plantean 
en detalle cada uno de ellos.
El aspecto cualitativo de la relación de intercambio: el concepto del 
valor de uso
Explicar que los bienes lienzo y levita se encuentren com o elem en­
tos del in tercam bio exige dar cuenta de la razón que los hace 
portadores de una de las cualidades que les perm ite entrar en el 
mercado. M arx desarrolla este punto al referirse a los valores de uso 
de las m ercancías de la siguiente forma.
Mercados, precios y dinero desde un enfoque heterodoxo 39
Una vez se tiene en cuenta la hipótesis de la existencia de p r o d u c t o ­
r e s a u t ó n o m o s e i n d e p e n d i e n t e s se supondrá tam bién que cada uno de 
ellos produce m aterialm ente un solo objeto, un único bien. Este 
objeto, bajo ciertas condiciones que van hacerse explícitas más ade­
lante, se convierte en mercancía, y asociada a ella, está el atributo 
de ser un i m l o r d e u s o .
La mercancía es, en primer lugar, un objeto exterior, una cosa que 
merced a sus propiedades satisface necesidades humanas del tipo 
que fueran (El Capital, 43).
La utilidad de una cosa hace de ella un valor de uso. Pero esta 
utilidad no flota por los aires. Está condicionada por las propieda­
des del cuerpo de las mercancías. El cuerpo mismo de la mercan­
cía, tal como el hierro, trigo, diamante, etc., es pues el valor de uso
o un bien (El Capital, 44).
Consecuente con esta idea, el cuerpo material del objeto producido 
identifica una utilidad que sirve para satisfacer una necesidad o deseo 
material de los agentes compradores. Con respecto a esta relación di­
recta entre el bien y los agentes, Marx anota en la C o n t r i b u c i ó n de 1859:
En este estado de indiferencia (social) frente a toda determinación 
económica formal, el valor de uso está por fuera del dominio de la 
investigación de la Economía Política (Contribución, 9).
Lo anterior es com prensible puesto que si l o s v a l o r e s d e u s o de las 
m ercancías se confunden con los cuerpos m ateriales de los bienes, 
la característica de ellos debe tom arse en el análisis (es decir, ser 
considerada por el investigador), como una realidad anterior y co­
nocida antes del intercambio. M arx indica que este conocim iento es 
en realidad una especialidad de una disciplina llam ada la m e r c e o l o g í a 
que genera el conocim iento pericial de las m ercancías, y anota en 
form a adicional, que en 1 a s o c i e d a d b u r g u e s a e x i s t e e l f i c t i o j u r i s ( la f i c ­
c i ó n j u r í d i c a ) d e q u e t o d o c o m p r a d o r d e m e r c a n c í a s t ie n e u n c o no c im i e n t o 
e n c i c l o p é d i c o a c e r c a d e l a s m i s m a s ( E l C a p i t a l , 4 4 , n o t a 5 ) u .
14 Esta hipótesis de identificación física de los bienes es denunciada por Benetti y Cartelier 
como algo común a las grandes teorías del valor, clásica y neoclásica, y equivale a: 
“Suponer que es posible la descripción de un conjunto de cosas, calificadas de
40 Lecciones de Economía Marxista
En esta form a, en un mundo de n bienes se tendrá un vector de n 
valores de uso m ateriales que sirve de realidad inicial para los 
agentes económ icos y que corresponden a los diversos trabajos par­
ticulares com ponentes de la división del trabajo.
Llamamos, sucintamente, trabajo útil al trabajo cuya utilidad se re­
presenta así en el valor de uso de su producto... A s í como los pro­
ductos son valores de uso cualitativam ente diferentes, son 
cualitativamente diferentes los trabajos por medio de los cuales lle­
gan a existir (El Capital, 51).
En resum en, al adoptar la idea de valor de uso com o una caracterís­
tica de los objetos se afirma que ellos son portadores de propiedades 
físicas útiles a p r i o r i para los agentes y que son resultados de activi­
dades cualitativam ente diferentes15.
Aspecto cuantitativo del intercambio: el concepto de la sustancia 
del valor
Contrario al aspecto c u a l i t a t i v o de los valores de uso, la relación eco­
nómica entre dos bienes, por ejemplo, entre la tela y la levita, implica 
una relación cuantitativa del siguiente estilo: e l v a l o r d e 2 0 v a r a s d e 
l i e n z o e s i g u a l a l v a l o r d e 1 le v i t a . Según Marx, esta relación obedece a 
que los bienes así relacionados poseen el atributo especial de po­
der referirse a una m agnitud hom ogénea que las haga com parables:
Las magnitudes de cosas diferentes no llegan a ser comparables 
cuantitativamente sino después de su reducción a la misma unidad.
Sólo en cuanto expresiones de la misma unidad son magnitudes de la 
misma denominación, y por tanto, conmensurables (El Capital, 61).
En seguida, se descarta que esta unidad sea de tipo natural, m ate­
rial o física (por definición las materias son todas distintas y por lo
bienes o mercancías, antes de cualquier proposición relativa de la sociedad. En 
otros términos, las formas sociales específicas (intercambio, producción, etc.) se 
levantan sobre un sustrato neutro, la naturaleza o el mundo físico, del que es 
susceptible de hablar en primera instancia” (Benetti y Cartelier 1980, 94). 
Recuérdese que la hipótesis neoclásica de información perfecta sobre los bienes 
es una condición previa para el cálculo de la conducta maximizadora de los 
agentes antes del intercambio.
15 Más adelante se verá que este supuesto va a permitir determinar el valor asigna­
do al agente por medio del cálculo del “valor” atribuible al bien (y no directa­
mente al agente).
Mercados, precios y dinero desde un enfoque heterodoxo 41
tanto, incom parables). Se trata, en realidad, de cristalizaciones de 
una cantidad de una sustancia o unidad social específica, designada 
com o sustancia del valor o sim plem ente, valor:
La objetividad de las mercancías en cuanto valores... no se sabe 
por donde agarrarla. En contradicción directa con la objetividad 
sensorialmente grosera del cuerpo de las mercancías, ni un solo 
átomo de sustancia natural forma parte de su objetividad como 
valores (El Capital, 5 8 )16.
En cuanto cristalización de esa sustancia social com ún a ellas, (las 
mercancías) son valores (El Capital, 47).
Ahora se necesita precisar el contenido de esta sustancia social 
que determ ina o explica la unidad social de las m ercancías. En 
realidad, varias cualidades sociales podría servir para hacer equi­
valentes cuantitativam ente las m ercancías. Una de ellas podría ser 
la relación m onetaria que cada m ercancía posee, de tal form a que 
fuese el dinero lo que hace com parable las m ercancías. Sin em bar­
go, M arx excluye, en prim era instancia, que esa m agnitud sea el 
dinero: Las m ercancías no se vuelven conm ensurables por obra 
del dinero (El Capital, 115)17.
Otra posibilidad podría ser que la m agnitud buscada sea la utili­
dad asociada a cada uno de los bienes. Sin em bargo, M arx tam bién 
la descarta en la mism a frase en que plantea su solución18:
16 "Como el valor de cambio es determinada manera de expresar el trabajo en una cosa, 
no puede contener más materia natural que por ejemplo, el curso cambiario" (El 
Capital, 100).
17 En la Contribución de 1858 Marx afirma (contra Aristóteles): "es mera apariencia del 
proceso de la circulación el que el dinero haga conmensurables a las mercancías" (53). 
Para Marx, el dinero no es el contenido del valor sino su expresión. Es fácil 
pensar que si se aceptara que el dinero fuese lo que permite la comparación de 
las mercancías, es la relación bienes -dinero la que habría que explicar en prime­
ra instancia y el dinero sería contenido y forma del valor.
18 Esta exclusión de la utilidad llama la atención porque es a partir de ella que 
los neoclásicos, en el siglo XIX, desarrollaron la teoría del valor-utilidad. 
Smith había descartado tal relación con el argumento de la llamada paradoja 
del valor. Sin embargo, es notable que Marx no explica por qué es conveniente 
descartar esta alternativa que fue inicialmente defendida por Turgot y Jean 
Batiste Say. Parece una exclusión a priori, como lo anotó Bohm-Bawerk (sobre 
este punto ver Faccarello, 2000).
42 Lecciones de Economía Marxista
Ahora bien, si ponemos a un lado el valor de uso del cuerpo de las 
mercancías, únicamente le restará una propiedad: la de ser produc­
tos del trabajo (El Capital, 46).
Si lo com ún es el trabajo, sin embargo, no se trata de cualquier tipo 
de trabajo: U n v a l o r d e u s o o u n b ie n ... s o l o t ie n e v a l o r p o r q u e e n é l e s t á 
o b j e t i v a d o o m a t e r i a l i z a d o t r a b a jo a b s t r a c t a m e n t e h u m a n o ( E l C a p i t a l , 4 7 ) .
De igual forma:
Es solo la cantidad de trabajo socialmente necesario, pues, o el tiem­
po de trabajo socialmente necesario para la producción de un valor 
de uso, lo que determina su magnitud de valor (El Capital, 48).
Ahora bien, si la m agnitud está por lo menos ya anunciada, falta 
precisar su sistem a de unidades. ¿Cómo m edir esta especial m ag­
nitud? ¿Cuál es la unidad del valor? La idea que se propone es que, 
com o el trabajo es movimiento,
La cantidad de trabajo se mide por su duración, y el tiempo de tra­
bajo, a su vez reconoce su patrón de medida en determinadas frac­
ciones temporales, tales como hora, día, etcétera (El Capital, 48).
En resum en, la tesis es que si unos metros de lienzo poseen un va­
lor equivalente al de la levita, ello resulta de que ambos productos 
están asociados a una magnitud social que les es común: c a n t i d a d e s 
d e t r a b a j o a b s t r a c t o o s o c i a l m e n t e n e c e s a r io . La relación con esta m agni­
tud les perm ite presentarse com o poseedores de valor, esto es, como 
cuotas de la unidad social entre las m ercancías, de tal m anera que 
en el seno de la sociedad com ercial existe un m om ento en que de 
m anera norm al los objetos producidos son poseedores de i m l o r e n 
g e n e r a l , su dim ensión económ ica de carácter cuantitativa que les da 
poder de ser intercam biable entre sí19.
19 P a r a D e le p la c e ( 1 9 9 9 , 1 2 0 ) la id e a d e “ u n i d a d s o c i a l " d e las m e r c a n c í a s y c a d a 
m e r c a n c í a c o m o u n a c u o t a d e e s a u n i d a d s o c ia l s ig n if ic a :
[...] que en Marx se prohíbe concebir la determinación del valor de cambio entre dos 
mercancías i y j como resultado de un trueque bilateral. Por lo tanto, no tiene 
sentido en Marx determinar el valor de i independientemente de todas las otras 
mercancías. Se trata, puesto en términos modernos, de una concepción del precio 
relativo como componente deun sistema de precios. [...] El Capital ofrece por la 
primera vez una representación explícita de la economía de mercado como un sistema 
de magnitudes relativas.
Mercados, precios y dinero desde un enfoque heterodoxo 43
Sin em bargo, existe un problema. Com prender este valor no es fácil 
para el observador ni para el agente com erciante mismo, porque:
La determinación de las magnitudes de valor por el tiempo de traba­
jo... es un misterio oculto bajo los movimientos que afectan a los 
valores relativos de las mercancías (El Capital, 92).
Los m ovim ientos de los precios son las fluctuaciones observables 
en cualquier mercado. Norm almente, se trata de precios de m erca­
do que cam bian constantem ente y en este sentid o, la idea de 
intercam bio de acuerdo con el valor no puede observarse de inm e­
diato, puesto que está oculta, no es visible excepto para la mirada 
científica, la cual al final deberá explicar tanto el valor com o las 
desviaciones de los valores del m ercado respecto al valor normal. 
Le corresponde a la ciencia económ ica resolver este misterio. Se­
gún el m ism o M arx, para saber cóm o el tiem po de trabajo general o 
abstracto determ ina el valor de cambio, deben explicarse las siguien­
tes ideas esenciales20:
1. El modo específico en el cual el trabajo creador de valor de cam­
bio, es decir, productor de mercancías, es trabajo social; y
2 . Por último, la diferencia entre el trabajo que da como resultado 
valores de uso y el trabajo que da como resultado valores de cambio 
(Contribución, 12).
Son estos puntos los que se tratarán a continuación.
La d e fin ic ió n del trabajo so cialm en te necesario o trabajo 
homogéneo
Se ha visto que para determ inar los valores y, por ende, los pre­
cios relativos de las m ercancías, M arx postula que antes de poseer 
precio relativo, las m ercancías se asocian con la m agnitud desig­
nada com o trabajo social o la sustancia de la unidad social entre 
ellas. La pregunta clave es entonces la siguiente: ¿cuándo el pro­
ducto de las actividades adquiere esta “sustancia del valor”? ¿En 
qué circunstancias los bienes producidos portan esta “sustancia”? 
La solución se encuentra en la explicación que se ofrece sobre el
20 La crítica que Marx hace a Ricardo se refiere a esta ausencia.
44 Lecciones de Economía Marxista
proceso que convierte los diversos trabajos privados o concretos 
en ejem plares o cuotas del T r a b a j o S o c i a l m e n t e N e c e s a r i o (en adelan­
te TSN )21. Pero antes de presentarla se deben tener en cuenta las 
siguientes consideraciones:
El TSN no se confunde con los trabajos particulares o concretos
Anteriormente se vio que los t r a b a jo s ú t i le s , también designados como 
c o n c r e t o s o p r i v a d o s son, en prim er lugar, gastos de energía humana 
de m anera particular y, en segundo término, se caracterizan por ser 
heterogéneos puesto que la diversidad de los objetos elaborados 
implica la diversidad de los trabajos.
La heterogeneidad natural de los trabajos concretos hará im posi­
ble que el TSN -defin ido, vale la pena recordarlo, com o algo de 
naturaleza hom ogénea y social- pueda ser asociado a ellos. En 
efecto, sería com pletam ente contradictorio pretender que el traba­
jo com o esfuerzo físico, una realidad presente en toda sociedad, 
sea la m agnitud buscada para servir de sustancia com ún de las 
realidades económ icas de una sociedad de productores privados. 
La idea es que aunque estas dos realidades se designan con la 
m ism a palabra, t r a b a j o , existe una diferencia esencial en su natura­
leza, y esta d iferen ciación , es la clave para hacer la teoría del 
m ercado y del capitalism o22.
Marx expresa tal convicción al enunciar lo mismo en tres textos claves:
En cuanto actividad útil para apropiarse de lo natural en una u otra 
forma, el trabajo es condición natural de la existencia humana, una 
condición independiente de todas las formas sociales, del proceso 
metabólico entre el hombre y la naturaleza. En cambio, el trabajo 
que crea valor de cambio es una forma específicamente social del 
trabajo (Contribución, 13).
21 L a s e x p r e s i o n e s trabajo socialmente necesario o trabajo homogéneo se e m p l e a n a q u í 
c o m o s i n ó n i m o s p a r a e s ta s u s ta n c i a del v a lo r .
22 C o m o se v io a n t e r i o r m e n t e , és te e r a u n p u n to f u n d a m e n t a l p a r a M a r x al c r i t i c a r 
a la e c o n o m í a c l á s i c a , d e lo c u a l e s ta b a o r g u l l o s o : He sido el primero en exponer 
críticamente esta naturaleza bifacética del trabajo contenido en la mercancía. Como este 
punto es el eje en torno al cual gira la comprensión de la economía política, hemos de 
dilucidarlo aquí con detenimiento (El Capital, 51).
Mercados, precios y dinero desde un enfoque heterodoxo 45
Vimos que el trabaje, al estar expresado en el valor, no poseía los 
rasgos característicos que lo distinguían como generador de valores 
de uso (El Capital, 51).
El carácter del trabajo creador de valor es específicamente burgués 
(Contribución, 44).
El TSN es, entonces, un trabajo especial, una forma específicamente 
social del trabajo, que no se puede identificar con los trabajos con­
cretos o útiles.
El trabajo homogéneo de Marx no es el mismo de Ricardo
Ricardo (Smith y también Sraffa) denominaron trabajo homogéneo la 
unidades de trabajo simple que resultan de la conversión del conjunto 
de trabajos heterogéneos que participan en las distintas producciones 
gracias a la escala salarial que ellos consideran está dada por toda so­
ciedad23 . Esta posición de los clásicos implica que todo trabajo posee 
reconocimiento social por el hecho de ser actividad asalariada y sólo 
como tal se puede incorporar en su teoría. Tal concepción no tiene 
cabida en la teoría marxista por la razón sencilla de que en el modelo 
de sociedad comercial simple no existe la categoría salario. E n la p r e ­
s e n t e f a s e d e n u e s t r a i n v e s t i g a c i ó n , la c a t e g o r í a s a l a r i o a ú n n o e x i s t e , e n 
m o d o a l g u n o ( E l C a p i t a l , 5 5 , n o t a 1 5 ) .
Por lo tanto, m ientras para Ricardo el salario es lo que perm ite ha­
blar de trabajo hom ogéneo, en Marx se plantea una idea de trabajo 
hom ogéneo antes de incorporar la realidad salarial. Esto indica que 
el concepto de trabajo hom ogéneo en tanto “sustancia” del valor no 
es idéntico en M arx y en los clásicos.
23 R i c a r d o ( 1 9 7 3 , 1 6 ) . a f i r m a :
"A l hablar del trabajo como base de todo valor ...no debe suponerse que paso por alto 
las distintas calidades de trabajo ni la dificultad que surge al comparar una hora o de 
un día, en una ocupación, con la misma duración de trabajo en otra. La valuación de 
las distintas calidades de trabajo se ajusta rápidamente en el mercado para los fines 
prácticos y depende mucho de la destreza comparativa del trabajador así como de la 
intensidad del trabajo realizado. Una vez establecida esta escala, está sujeta a pocas 
variaciones. Si el trabajo diario de un joyero es más valioso que la labor diaria de un 
obrero común, ha sido ajustado hace mucho tiempo, y se le sitúa en su debida posición 
en la escala del valor".
L a e s c a l a d el v a l o r e s la e s c a la s a la r ia l .
46 Lecciones de Economía Marxista
El trabajo homogéneo no resulta de una abstracción teórica
Marx com ienza por enunciar que el TSN no es algo existente a p r i o r i 
sino que resulta de un p r o c e s o d e r e d u c c i ó n o d e a b s t r a c c i ó n efectuado 
sobre el conjunto de trabajos privados:
Con el objeto de medir los valores de cambio de las mercancías se­
gún el tiempo de trabajo contenido en ellas, es menester reducir los 
propios y diversos trabajos a trabajo indiferenciado, uniforme, sim­
ple, en suma, a trabajo cualitativamente igual, y que por ende, solo 
se diferencia cuantitativamente (Contribución, 13).
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