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LA PAZ VERDE 
ESCENARIOS DE TRANSFORMACIÓN DE 
CONFLICTOS EN EL OCCIDENTE DE BOYACÁ 
 
 
 
 
 
 
 
 
Ángela Marcela Flórez Varela 
 
 
 
 
 
 
 
 
Universidad Nacional de Colombia 
Facultad de Ciencias Humanas 
Especialización en Acción Sin Daño y Construcción de Paz 
Bogotá, Colombia 
2019 
 
II La Paz Verde: Escenarios de transformación de conflictos en el Occidente de Boyacá 
 
 
 
 
LA PAZ VERDE 
ESCENARIOS DE TRANSFORMACIÓN DE 
CONFLICTOS EN EL OCCIDENTE DE BOYACÁ 
 
 
 
 
 
Ángela Marcela Flórez Varela 
 
 
 
 
 
Trabajo presentado como requisito para optar al título de: 
Especialista en Acción Sin Daño y Construcción de Paz 
 
 
 
 
 
 
Tutoras: 
Patricia Sierra Pardo 
Olga del Pilar Vásquez Cruz 
 
 
 
 
 
 
Universidad Nacional de Colombia 
Facultad de Ciencias Humanas 
Especialización en Acción Sin Daño y Construcción de Paz 
Bogotá, Colombia 
2019 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
“Cuando uno no ha vivido en guerra, no sabe que es la paz, 
 entonces no la aprecian, nosotros sí sabemos que es la paz 
 y no queremos perderla”. 
 
José Campos 
4 La Paz Verde: Escenarios de transformación de conflictos en el Occidente de Boyacá 
 
 
Agradecimientos 
 
 
A mi familia y compañero por apoyarme incondicionalmente en este proyecto. A William Nandar, 
Katherin Garzón y José Campos por disponer de su tiempo para compartir con paciencia sus 
conocimientos y experiencias. A las y los profesores de la Especialización, quienes desde sus 
diferentes orientaciones nutrieron y complementaron este escrito, especialmente a la profesora 
Patricia Sierra, por guiarme durante este proceso de formación. Y finalmente a mis compañeras y 
compañeros de la Especialización, pues gracias a la consolidación de una amistad, logramos 
acompañarnos colectivamente durante la realización de este posgrado. 
 
La Paz Verde: Escenarios de transformación de conflictos en el Occidente de Boyacá 5 
 
 
Resumen 
Este escrito documenta analíticamente un conflicto local presentado en la Provincia Occidental del 
departamento de Boyacá denominado “guerra verde”, y materializado en enfrentamientos entre 
sectores de la población por el control y el usufructo de las minas de esmeraldas de la región. Ante 
el recrudecimiento de la guerra, deciden iniciar un proceso de negociación, con el acompañamiento 
de la Iglesia Católica, el cual termina con la firma de lo que denominaron acuerdo de paz. El 
documento aborda las dinámicas particulares de la zona minera, analizadas a la luz de las teorías de 
conflicto y violencia. Para posteriormente, examinar las iniciativas de paz locales, centrando la 
atención en los actores involucrados en el proceso, los puntos acordados y la manera como estos se 
articulan a las teorías de paz y transformación de conflictos. 
 
Palabras clave: Paz, transformación de conflictos, esmeraldas, guerra verde, conflicto, 
violencia, negociación, minería. 
 
 
Abstract 
This paper analytically documents a local conflict presented in the Western Province of the 
department of Boyacá called “The Green War”, materialized in confrontations between different 
sectors of the population for the control and usufruct of the emerald mines of the region. In the face 
of war's recrudescence, the people decided to start a negotiation process with the accompaniment of 
the Catholic Church, which ended with the signing of what is named the peace accords. This 
document addresses the particular dynamics of the mining area, analyzing them based on the theories 
of conflict and violence. Then, examines the local peace initiatives, focusing on the actors involved 
in the process, the agreed points and the way in which these elements are articulated to theories of 
peace and conflict transformation. 
 
Keywords: Peace, conflict transformation, emeralds, green war, conflict, violence, 
negotiation, mining. 
 
6 La Paz Verde: Escenarios de transformación de conflictos en el Occidente de Boyacá 
 
 
Contenido 
 
Introducción ....................................................................................................................................... 8 
1. DISPUTAS EN LA ZONA ESMERALDÍFERA .................................................................... 14 
1.1 Los albores de la Guerra ................................................................................................... 14 
1.2 La consolidación de un poder local: los actores de la guerra ........................................... 17 
1.3 Primera guerra verde: El “Ganso Ariza” Vs “La Pesada” ............................................... 19 
1.4 Segunda guerra verde: “Borbur” Vs. “Coscuez” ............................................................. 20 
1.5 El camino hacia una noción de paz negativa .................................................................... 21 
2. VIOLENCIA Y CONFLICTO EN EL OCCIDENTE DE BOYACÁ ..................................... 23 
2.1 Tercera guerra verde: La renovación de los bandos en conflicto ..................................... 23 
3. ACUERDO REGIONAL DE PAZ DEL OCCIDENTE DE BOYACÁ .................................. 32 
3.1 Hacia la transformación de conflictos en el Occidente de Boyacá .................................. 32 
3.2 ¿De qué paz hablamos? .................................................................................................... 38 
3.3 La problemática de la impunidad en el acuerdo ............................................................... 40 
3.4 Escenarios de pos-acuerdo ............................................................................................... 42 
4. CONCLUSIONES ................................................................................................................... 44 
Anexos .............................................................................................................................................. 46 
Referencias Bibliográficas ............................................................................................................... 51 
 
 
 
 
 
La Paz Verde: Escenarios de transformación de conflictos en el Occidente de Boyacá 7 
 
 
Lista de figuras 
 
Figura A-1. Mapa de los municipios que componen el Occidente de Boyacá 
Figura A-2. Mapa de georreferenciación de la Provincia Occidental de Boyacá 
Figura 1-3. Administración de la extracción de esmeraldas 
Figura 1-4. Bandos en confrontación en la segunda guerra verde 
Figura 2-5. Bandos en confrontación en la tercera guerra verde 
Figura 2-6. Triángulo de análisis de los conflictos alrededor de la explotación de esmeraldas en el 
Occidente de Boyacá 
Figura 2-7. Mapa bandos en confrontación en la tercera guerra verde 
Figura 2-8. Muertes violentas registradas en el Occidente de Boyacá (1985-2005) 
Figura 3-9. Condiciones para avanzar en el diálogo 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Lista de tablas 
 
Tabla A-1. Referentes conceptuales 
Tabla 2-2. Dirigentes militares en los municipios de Occidente 
Tabla 2-3. Tipos de violencias 
 
8 La Paz Verde: Escenarios de transformación de conflictos en el Occidente de Boyacá 
 
 
Introducción 
 
Los relatos sobre los impactos del conflicto armado interno, caracterizados por su énfasis en los 
daños, las víctimas afectadas, el dolor y el sufrimiento de un país con una larga historia de violencia, 
se presentan en la literatura de manera reiterada. Aun cuando Colombia se ha caracterizado por la 
emergencia de múltiples procesos organizativos y comunitarios, que, en medio de esta situación, le 
han apostado a construir escenarios de paz, a través de estrategias que permiten transformar los 
conflictos. 
 
Estos últimos son procesos de los que poco se ha hablado, y que merecen ser estudiados con mayor 
profundidad por las y los practicantes de paz. En este sentido, el presente escrito pretende analizar 
uno, de los muchos procesos de paz regionales que se han llevado a cabo en el país, situado 
geográficamente en la Provincia de Occidente del departamentode Boyacá (Ver Figura A-2), el cual 
fue precedido por uno de los conflictos más violentos que han azotado la región, denominado Guerra 
Verde o Guerra por las esmeraldas. 
 
La Provincia de Occidente se encuentra ubicada en la región andina de Colombia, más precisamente 
en el centro-este del país, comprendida por una extensión territorial de 3500 kilómetros cuadrados y 
conformada por 15 municipios, entre los cuales se encuentra: Muzo, La Victoria, Otanche, San Pablo 
de Borbur, Quípama, Pauna, Briceño, Maripí, Tununguá, Buenavista, Coper, Caldas, Saboyá, San 
Miguel de Sema y Chiquinquirá. 
 
Figura A-1. Mapa de los municipios que componen el Occidente de Boyacá 
 
Fuente. Fondo Mixto de Cultura de Boyacá, 2018. (Versión editada por la autora). 
La Paz Verde: Escenarios de transformación de conflictos en el Occidente de Boyacá 9 
 
 
La geografía de la Provincia ha hecho de esta, una zona con bajas tasas de migración y colonización 
de tierras, debido a la existencia de barreras naturales que por muchos años impidieron que la 
población nativa creciera y que los recursos mineros fueran explotados masivamente; sin embargo, 
con el descubrimientos de nuevos yacimientos esmeraldíferos, un número importante de migrantes 
atraídos por la posibilidad de hacerse a una fortuna, llegaron a la región, creando conjuntamente con 
los pobladores algunos accesos a la zona y la infraestructura necesaria para la extracción del mineral. 
Así mismo, se ha posicionado como un corredor geoestratégico, al colindar con los departamentos 
de Cundinamarca, Santander y Caldas (ver figura A-2). Que con el auge del narcotráfico en el país, 
consolidarían a la industria esmeraldera, como una actividad atractiva para la legalización de 
capitales provenientes de economías ilegales; dada la imposibilidad de monitorear la producción de 
esta piedra preciosa y por ende los ingresos percibidos por las empresas dedicadas a la extracción de 
este recurso. 
 Figura A-2. Mapa de georreferenciación de la Provincia Occidental de Boyacá
 
Fuente. Gobernación de Boyacá, disponible en: https://www.boyaca.gov.co/mapas/ 
El potencial de la producción de esmeraldas para determinar la economía regional y la deficiente 
presencia estatal en la región, posibilitaron el fortalecimiento de un sector esmeraldero, representado 
10 La Paz Verde: Escenarios de transformación de conflictos en el Occidente de Boyacá 
 
 
por un grupo minoritario de actores con un alto nivel de legitimidad en la región, quienes ejercían el 
papel de proveedores de infraestructura y servicio básicos a la población, poniendo en duda, la 
capacidad del Estado para resguardar y garantizar los derechos e intereses de sus ciudadanos, 
especialmente en los escenarios en donde interactuaban actividades mineras con acciones violentas. 
Es así, como el poder local de estos actores en la Provincia y el descubrimiento de grandes 
yacimientos esmeraldíferos, consolidarían la “génesis” de la confrontación armada en la región, 
marcada por unas serie de disputas por el control del usufructo de las minas, que permitieron la 
emergencia de tres períodos de enfrentamientos violentos, que involucraría a la población minera de 
todo Occidente. 
Estas “guerras” coincidieron con los momentos de mayor producción esmeraldífera en la región, 
dando inicio en el año de 1965, tras la muerte de Efraín González, uno de los jefes militares más 
poderosos del sector esmeraldero, reclutado por un grupo denominado “La Pesada”, quienes ejercían 
un fuerte control en el área cercana a la mina de Peñas Blancas. Un conflicto de intereses que sería 
originado por las diferencias frente a la distribución de los recursos, entre La Pesada y Humberto 
Ariza, sucesor de González; que finalizaría en 1971 con el cierre de las zonas mineras bajo el control 
y vigilancia del Ejército y de la Policía Local. 
Y aunque la violencia directa disminuyó, las razones que llevaron al inicio de la guerra no fueron 
resueltas por el Estado. Dejando un enorme descontento de ciertos sectores, que con el tiempo, 
renovaron y reestructuraron sus fuerzas, desatando lo que se conocería como la segunda guerra verde 
en 1975. Una disputa que paulatinamente delimitaría dos bandos en contradicción (Bando de Borbur 
y Bando de Coscuez), a los cuales muchos de los habitantes de Occidente fueron sumándose, de 
acuerdo a los lazos de lealtad que poseían con ciertos liderazgos y que sólo cesaría con la licitación 
de las minas en disputa a través de concesiones mineras en 1977. 
No obstante, esta estrategia continúo desconociendo los factores de fondo detrás de la guerra, por el 
contrario, fortaleció los liderazgos de poderes privados, aumentando su nivel de influencia en la 
región. Que, con el aumento de producción de la mina de Coscuez en 1985, intensificaron las 
rivalidades del pasado, a tal punto de generar un nuevo estallido de guerra, que dejó a su paso, un 
saldo de más de 3500 muertes y un panorama de polarización regional, que se tradujo en sentimientos 
de desconfianza, de apatía frente al sufrimiento del otro y de estigmatización de la población 
vinculada a esta industria. 
Situación que llevó a que desde diferentes sectores de la población (esmeralderos, alcaldes, iglesia 
católica y rectores de las escuelas municipales) se pensará en explorar alternativas, que pusieran fin 
a la confrontación armada que azotaba a la región y que trajeran consigo garantías para el desarrollo 
pleno de los derechos de la ciudadanía. Es así como en 1990, con el acompañamiento de Álvaro Raúl 
Jarro Tobos, en ese entonces Obispo de la Diócesis de Chiquinquirá, se da inicio a una fase de 
negociación entre las dos facciones en conflicto, con el fin de consolidar un acuerdo que trajera paz 
a la Provincia. 
La Paz Verde: Escenarios de transformación de conflictos en el Occidente de Boyacá 11 
 
 
Un acuerdo que se posiciona como una estrategia de transformación de conflictos, que permitió que 
actores en contradicción se sentaran a dialogar. El cual refleja los grandes derroteros a la hora de 
construir paz en el país y que hoy se mantienen en el anonimato, entre otras cosas, debido a la 
preponderancia de la literatura por relatar los hechos del conflicto armado interno, que si bien son 
indispensables, dejan de lado escenarios de paz que merecen ser evaluados, a la luz de las 
implicaciones de este frente a los hechos violentos y a las víctimas. 
 
En este contexto, el objetivo general del presente estudio de caso, es documentar los procesos de 
diálogo llevados a cabo en 1990 en el Occidente de Boyacá posterior a la Tercera Guerra Verde, que 
condujeron a la pacificación de la región. Para tal fin se plantean tres objetivos específicos. El 
primero de ellos, es analizar el conflicto desatado en el Occidente de Boyacá alrededor de la 
explotación de las esmeraldas, haciendo énfasis en su tercera fase. En segunda instancia se pretende 
desentrañar las estrategias y/o mecanismos de transformación de conflictos que se emplearon en el 
proceso de negociación. Por último, se señalará la noción de paz que se encuentra detrás de los 
denominados acuerdos de paz del Occidente. 
 
Este interés surgió de la escucha detenida de los relatos de algunos pobladores de la región, en el 
marco del acompañamiento a procesos de restitución de tierras realizados desde la Unidad de 
Restitución de Tierras, como parte de un proceso práctico desarrollado durante mi formación 
profesional como trabajadora social. En estos relatos la población de Occidente se auto reconocen 
como constructores de paz regional y hacen un llamado de atención a pensarse procesos de largo 
aliento, que requieren de la participación de la sociedad civil en su conjunto, pues con todo y sus 
dificultades, el Acuerdo desarrollado en 1990 trajo a la Provincia una sensación de tranquilidad y de 
esperanza, que paulatinamente se tradujo en la desnaturalización de la violencia acaecida por el 
conflicto minero y el restablecimiento de relaciones de confianzaentre sus habitantes. 
Sin embargo, el período de posacuerdo sentaría los precedentes de las grandes dificultades que 
atravesaba la región, pues sumado a la violencia, las ganancias derivadas de la explotación de este 
mineral no se tradujeron en beneficios para los municipios productores. Por el contrario, la pobreza 
y la desigualdad en la Provincia fueron cada vez más evidentes. 
En este orden de ideas, el documento se encuentra estructurado en cuatro apartados. El primero de 
ellos, expone los acontecimientos que antecedieron a la guerra verde, señalando los actores 
involucrados en el conflicto y las dos primeras guerras que experimentó la Provincia. En un segundo 
momento, se pretende abordar la tercera etapa del conflicto minero, analizada a la luz de las teorías 
de violencia y conflicto. Posteriormente, se reseñara el proceso de paz llevado a cabo en 1990, 
apartado que contiene una descripción de los actores involucrados en el mismo, las fases de 
negociación que se llevaron a cabo, los puntos acordados por las partes y una breve alusión al período 
de posacuerdo. Finalmente, se expondrán las conclusiones del presente estudio, resaltando los 
aprendizajes del proceso y las posibles recomendaciones a las que haya lugar. 
Para la consolidación de este escrito, se delimitaron tres momentos que guiaron el proceso de 
escritura. En primer lugar, se procedió a la recolección de información primaria y secundaria, fase 
desarrollada a través de la aplicación de tres entrevistas, las cuales fueron realizadas a actores claves 
12 La Paz Verde: Escenarios de transformación de conflictos en el Occidente de Boyacá 
 
 
del proceso, quienes hacían parte de diferentes sectores sociales durante la ocurrencia de los hechos. 
Entrevistas que estuvieron apoyadas por una revisión bibliográfica previa de diversa índole 
compuesta por libros, tesis, artículos de revistas especializadas y prensa. Los cuales aportaron en la 
delimitación de los objetivos y preguntas orientadoras del caso, precisando con mayor claridad los 
intereses del trabajo. 
Una segunda fase consistió en el procesamiento y triangulación de la información encontrada, 
clasificándose de acuerdo con su pertinencia en el caso a analizar y a los objetivos el estudio, con el 
fin de estructurar las conexiones categoriales y la presentación sintética y conceptualizada de los 
sucesos ocurridos en el Occidente de Boyacá. 
 
Finalmente, se procedió a realizar una lectura a profundidad de la información recolectada, con el 
objetivo de encontrar aquellos puntos de conexión y aquellas tensiones y/o contradicciones que 
emergen sobre el tema de estudio. Lectura que se desarrolló teniendo en cuenta los enfoque teóricos 
y conceptuales expuestos en la Tabla A-1, con el fin de resaltar los elementos aplicables para el caso 
de la región y cuáles son esos aspectos de la teoría, que a la hora del proceso de paz no fueron tan 
claros. Desarrollando consigo la capacidad de análisis y de síntesis de una experiencia de paz 
particular, interrelacionándola con los diferentes aprendizajes obtenidos durante la formación 
posgradual como especialista. 
Tabla A-1. Referentes conceptuales 
Referentes 
conceptuales 
 
Autores 
 
Bibliografía de referencia 
 
Violencia 
 
Johan Galtung 
Galtung, J. (1998). Una visión de conjunto y un de resumen. 
En J. Galtung (ed) Tras la violencia, 3R: Reconstrucción, 
Reconciliación, Resolución. (pp. 13-18). Bilbao: Gernika 
Gogoratuz. 
Conflicto John Paul 
Lederach 
Lederach, J. (2003). El pequeño libro de transformación de 
conflictos. Estados Unidos: Good Books. 
 
 
 
 
 
 
Diálogo 
 
Bettye Pruitt y 
Philip Thomas 
Pruitt, B. & Thomas, P. (2008) Diálogo democrático. Un 
manual para practicantes. Nueva York: Secretaría General 
de la Organización de los Estados Americanos, Instituto 
Internacional para la Democracia y la Asistencia Electoral y 
Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo. 
Fundación 
Cambio 
democrático y 
Fundación 
Ambiente y 
Recursos 
Naturales 
Fundación Cambio democrático y Fundación Ambiente y 
Recursos Naturales. (2010). Ciudadanía ambiental y la 
minería: herramientas para la transformación democrática de 
conflictos socio ambientales. Buenos Aires: autores. 
 
 
John Paul 
Lederach 
Lederach, J. (2008). La Imaginación Moral. El arte y el alma 
de construir la paz. Bogotá: Editorial Norma. 
La Paz Verde: Escenarios de transformación de conflictos en el Occidente de Boyacá 13 
 
 
 
 
Paz 
 
Francisco Muñoz 
Muñoz, F. (2001) La paz imperfecta ante un universo en 
conflicto. En F. Muñoz (ed.) La paz imperfecta. Granada: 
Instituto de la Paz y los Conflictos, Universidad de Granada. 
Pp. 21-66. 
 
Esperanza 
Hernández 
Hernández, E. (2008). La paz imperfecta que construyen las 
iniciativas de paz de base social en Colombia. En Manuel 
Salamanca (Coord.). Las prácticas de la resolución de 
conflictos en América Latina. (pp. 137-152). Bilbao: 
Editorial Universidad de Deusto. 
 
 
Negociación 
 
Francisco Diez 
Diez, F. (2006). Manual de Negociación. Programa de las 
Naciones Unidas para el Desarrollo. 
 
John Paul 
Lederach 
Lederach, J. (1992). Enredos, pleitos y problemas: Una guía 
práctica para ayudar a resolver conflictos. Guatemala: 
Ediciones Semilla. 
 
 
Transformación 
de conflictos 
 
María Paula 
Prada, Bárbara 
Unger & Jaime 
Gómez. 
Prada, M., Unger, B. & Gómez, J. (2014). Transformación 
de conflictos mediante el diálogo. Herramientas para 
practicantes. Bogotá: Deutsche Gesellschaft für 
Internationale Zusammenarbeit (GIZ) y Cooperación entre 
Estado y Sociedad Civil para el Desarrollo de la Paz 
(Cercapaz). 
 
María Zapata 
Zapata, M. (2009). Construcción de paz y transformación de 
conflictos. Módulo Diplomado en Acción Sin Daño y RPP. 
PIUPC (Ed.) Bogotá: Universidad Nacional de Colombia. 
 
Borja Paladini 
Paladini, B. (2011). Construcción de paz, transformación de 
conflictos y enfoques de sensibilidad a los contextos 
conflictivos. Bogotá́: Universidad Nacional de Colombia, 
Módulo Especialización en ASD y CP (PIUPC, Ed.) 
Fuente. Elaboración propia, 2019. 
 
 
 
14 La Paz Verde: Escenarios de transformación de conflictos en el Occidente de Boyacá 
 
 
1. DISPUTAS EN LA ZONA ESMERALDÍFERA 
1.1 Los albores de la Guerra 
 
La extracción y producción de esmeraldas en Colombia, centralizada principalmente en el Occidente 
de Boyacá, han sido acompañadas históricamente por una serie de hechos bélicos entre grupos 
antagónicos, protagonizados por actores que han ido cambiando con el paso del tiempo y que han 
llevado a asociar a la sociedad esmeraldera con múltiples formas de violencia que se remontan 
incluso, al período colonial. 
 
De acuerdo con Uribe (1992), las esmeraldas boyacense han sido aprovechadas desde tiempos 
precolombinos por los indígenas “muzos”, quienes las utilizaban como adornos y medio de canje 
para comerciar con otras tribus. Sin embargo, con la llegada de los españoles a la región se 
introdujeron una serie de cambios que llevaron a la monopolización de la extracción, el tallado y la 
comercialización de esta piedra; acompañada de agresiones dirigidas a los muzos, que 
paulatinamente llevaron a la disgregación de la población, luego de mostrar una fuerte resistencia 
armada en contra de los encomenderos y los funcionarios de la Corona, a través de la conformación 
de bandas interétnicas de asaltantes indígenas desde el siglo XVII hasta principios del siglo XIX 
(Páramo, 2011). 
 
Es así, como la dinámica regional del siglo XVII se caracterizó por los ataques constantes de los 
indígenas hacia los pueblos recién fundados por los españoles. En respuesta a lo anterior, a mediados 
de dicho siglo las autoridades locales deciden conformar una compañía militar encargada de 
perseguir a los indígenas salteadores cercanos a las montañas, con el objetivo de lograr su 
sometimiento (Uribe, 1992). 
En los dos siglos subsiguientes predominó una dinámica lenta de usurpación de las tierrasde 
propiedad indígena a manos de algunos colonos, lo que paulatinamente llevó a la disgregación de la 
población y a procesos migratorios masivos a zonas más prósperas (Uribe, 1992). Lo que produjo 
que un número considerable de pueblos recién fundados desaparecieran, mientras que otros lograron 
mantenerse con diversas dificultades. Con la proclamación de independencia de España, la 
extracción de esmeraldas empezó a ser asignada por contrato a particulares y posterior a la segunda 
mitad del siglo XIX a compañías mixtas (británicas y colombianas) (Leiteritz & Riaño, 2013). 
Durante el período del radicalismo1, se conformaron las primeras compañías particulares de 
explotación y comercialización de esmeraldas en la región, otorgadas por medio de contratos con 
escasa intervención del Estado, que consistían en la cesión de todos los derechos como administrador 
 
 
1 “Entre 1863 y 1889, en Colombia tiene lugar una intensa lucha entre dos proyectos de nación antagónicos, 
encarnados por los movimientos del Radicalismo y la Regeneración, fruto de la cual se construyó el 
significado hegemónico de la nación” (Rodríguez, 2010, p. 69) 
La Paz Verde: Escenarios de transformación de conflictos en el Occidente de Boyacá 15 
 
 
de este capital (Londoño, 2015, p. 66). Los interés por el usufructo de las esmeraldas, generaron 
enfrentamientos y luchas entre los partidos políticos tradicionales (liberal y conservador), que 
trasladaron la contienda del ámbito político al económico, pues al notar el poderío que generaba el 
negocio, se aliaron para fortalecer sus filas con votos y armas. 
 
En 1940 se da la creación del Ministerio de Minas y Petróleo, que en adelante asumió la vigilancia 
de la industria de las esmeraldas, quienes decidieron salvaguardar todo lo extraído al Banco de la 
República hasta 1946, fecha en la cual se estipuló que este último sería la única entidad encargada 
de su explotación y comercialización (Pineda 2008, p. 62). Así pues, tal como lo expone la gráfica 
1-3, en 1947 el Banco da inicio a la explotación de las minas de Muzo y Coscuez, con un control 
parcial de la actividad clandestina (Uribe, 1992). 
 
Sin embargo, el régimen punitivo y restrictivo implementado por el Banco, sustentado a través de la 
Ley 145 de 1959, -estatuto regulador de todo lo relacionado a esta explotación minera-, fue una de 
la razones que impulsaron la contra-institucionalización empleada por los involucrados en el 
negocio, que al ver una restricción normativa apoyada por el Estado, elevó la percepción negativa 
frente a la institucionalización, y sentó un precedente en contra del control y orden que se venía 
gestando (Torres & Ordóñez, 1995). 
 
Es así, como en 1960 tras el descubrimiento de la mina de Peñas Blanca en el municipio de San 
Pablo de Borbur, se incrementaron los niveles de explotación clandestina e ilegal, liderada por 
cuadrillas compuestas por población de los municipios de Briceño (Boyacá), Puente Nacional 
(Santander) y Jesús María (Santander); con apoyo de algunos líderes de la región como Isauro 
Murcia, Parmenio Molina, Los Buches Castillo, Mario Moreras, Pablo Orjuela y Rafael Orjuela 
(Uribe, 1992, p. 95), apropiación que desafiaba al Estado y que atrajo una migración sistemática de 
buscadores de fortuna procedentes de diversos lugares del país (Páramo, 2011). 
 
Tarea que fue liderada por Efraín González, un bandolero conservador a quien apodaban “Don Juan”, 
quien fue reclutado por los patronos y se convertiría en una figura que marcaría el inicio de la 
conformación de grupos autodefensas en la región y el principal mediador de los diversos conflictos 
sociales entre guaqueros2 y esmeralderos3 (Coral, 2012; Páramo, 2011). Sin embargo, esta alianza 
entre los líderes concluyó rápidamente, debido a las discrepancias por el predominio de la minas que 
empezaron a surgir entre Pablo Orjuela alias “Don Pablo” y Mario Moreras (Claver, 2011) y aunque 
dicha disputa no logró escalar, marcó los precedentes de lo que sería la primera guerra verde. 
 
Sumado a lo anterior, en 1965 es asesinado Efraín González, a manos de agentes del Estado, 
ocasionando un enorme menoscabo al orden público y a la estabilidad en el sector. Los líderes 
esmeralderos aglomerados en lo que posteriormente se llamaría “La Pesada” supieron que 
 
 
2 Persona dedicada ilegalmente a extraer esmeraldas que deja la producción formal de esta piedra preciosa en 
el río o en alguno de los túneles abandonados en las montañas. 
3 Personas dedicadas a la explotación y/o comercialización legal de esmeraldas. 
16 La Paz Verde: Escenarios de transformación de conflictos en el Occidente de Boyacá 
 
 
requerirían del apoyo de alguien que ejerciera las funciones de orden y control militar que 
desempeñaba González, quien posteriormente sería reemplazado por Humberto Ariza alias “El 
Ganso Ariza” (Pineda 2008). 
 
Figura 1-3. Administración de la extracción de esmeraldas 
 
Fuente. Elaboración propia a partir de Leiteritz & Riaño, 2013. 
 
Por su parte, la administración de las minas por el Banco de la República demostró ser un desastre, 
agravado por los tropiezos en el comercio internacional, los altos niveles de corrupción de sus 
funcionarios y el aumento en la extracción ilegal y clandestina. Es así como en 1968, el gobierno 
decide revocar el contrato de operación del Banco y ceder nuevamente el control de la minas a los 
privados (Leiteritz & Riaño, 2013). 
 
A la par, en 1968 se creó la Empresa Colombiana de Minas (ECOMINAS), que gracias a la campaña 
de desprestigio del Banco de la República y como un reconocimiento al trabajo de los privados, los 
cuales se mencionan con mayor detalle en la gráfica 1-3, recibió la administración de las minas de 
Muzo, Coscuez y Peñas Blancas, junto con el derecho de adjudicar las concesiones de sus 
operaciones (Leiteritz & Riaño, 2013, p. 28). 
 
Así pues, el contexto previo a la consolidación de las guerras verdes se caracterizó por diversos 
enfrentamientos entre los diferentes sectores interesados en dominar el usufructo de las minas y 
definir un poder territorial. Agravado por el abandono estatal a la región, que permitió la 
consolidación de un poder local, capaz de acumular los medios y recursos políticos y militares, con 
el fin de controlar las actividades de explotación de las esmeraldas. 
Extracción de 
esmeraldas 
Pública (1947-1968)
Banco de la República 
Privada (1968-1992)
ECOMINAS, ESMERACOL, 
TECNIMINAS y la Sociedad 
Minera de Boyacense
Conjunta (1992-hoy) 
La Paz Verde: Escenarios de transformación de conflictos en el Occidente de Boyacá 17 
 
 
1.2 La consolidación de un poder local: los actores de la guerra 
Lo que se observa en la zona esmeraldífera es la consolidación de un régimen jerárquico gestado 
desde el poder privado, mediado por una estructura militar coercitiva que gozaba de cierta 
legitimidad en la población; la cual se encontraba sustentada por diversas razones, entre las que se 
destaca la estrategia de “redistribución de la riqueza”, materializada a través de la construcción de 
infraestructura vial, la dotación de algunos servicios públicos a la población y la generación de 
empleos en las empresas mineras (Uribe, 1992). 
 
Y aunque esta redistribución respondía a las necesidades particulares de los líderes frente al 
desarrollo de la cadena productiva del mineral, estos mecanismos de cohesión permitieron que su 
poder se publicitara a tal punto, que para muchos, entró a suplantar el orden económico, social y 
político del Estado, gozando consigo de un estatus social elevado, que les facilitaba ejercer un control 
en la población. 
Un orden que requirió la delimitación de roles y funciones de los diferentes agentes sociales, con 
una dinámica flexible en la estructura de ascenso social, pues ésta dependía de la relación con los 
patronos, conformando entre sí una red de relaciones mediada por un valor absoluto de la palabra y 
un alto grado de lealtad hacia los líderes; valores que se convertirían posteriormenteen el motor de 
la confrontación, en tanto que las necesidades e intereses de los jefes influían en términos de cambio 
sobre los de la población. 
Tal como se venía resaltando, es precisamente la ausencia Estatal y la falta de liderazgos políticos 
en el territorio lo que permitió la aparición de unos líderes regionales, conocidos también como los 
“duros”, “patronos”, “mandamás”, “la pesada”, “los jefes” o “los propios”. Personajes de origen 
humilde, muchos de ellos, involucrados inicialmente en el negocio como guaqueros, que con el 
tiempo fueron acumulando enormes fortunas debido a su apropiación temprana de los yacimientos 
esmeraldíferos (Uribe, 1992). 
 
Circunstancias que les permitió consolidar un monopolio alrededor de la extracción de este recurso, 
protegido a través de la figura de cuadrillas armadas, bajo el liderazgo de jefes militares, las cuales 
mantenían un poder de intimidación en la población, que les posibilitaba tomar decisiones en materia 
de orden público y seguridad (Pineda, 2018). Su gran influencia en todos los sectores de la sociedad 
permitió su constitución como autoridades locales, encargadas de actuar como jueces ante rencillas 
entre pobladores o infractores de las normas; pero también como fieles servidores cuando se trataba 
de solucionar algunas de las necesidades inmediatas de la comunidad (Londoño, 2015). 
 
En un segundo nivel se encuentran los esmeralderos de nivel intermedio, es decir, personajes que 
lograron acumular un porcentaje del capital que les permitió escalar de posición, hasta lograr 
establecer relaciones de “compadrazgo” o “padrinaje” con los patronos; encargados especialmente 
en tareas de coordinación de las operaciones comerciales y la logística de seguridad del negocio en 
asocio con los jefes militares. Su posición les permitió moverse entre las acciones violentas y las 
18 La Paz Verde: Escenarios de transformación de conflictos en el Occidente de Boyacá 
 
 
actividades económicas mineras y a su vez mantener una interacción poco conflictiva con los líderes 
regionales (Londoño, 2015). 
 
A estos les siguen los planteros, comerciantes locales con la capacidad de financiar a los guaqueros, 
con quienes establecen un contrato tácito de palabra, por medio del cual se comprometían a dotar de 
las herramientas de trabajo necesarias, -una pica, una pala, una pica-veta y una mochila para lavar la 
tierra, y de algunos elementos básicos para su alimentación; con el compromiso de ir “en socia” 
respecto a lo encontrado, lo que los obligaba a vender las piedras exclusivamente al plantero, al 
precio que este decidiera unilateralmente; de lo contrario, este podría ser castigado dependiendo del 
valor de la transacción (Uribe, 1992, p. 46). 
 
Su interacción originó un tipo de relación singular de trabajo, pues los planteros se convirtieron en 
los líderes más cercanos de las comunidades guaqueras, que, mediados por unos fuertes sentimientos 
de lealtad, eran capaces de defender hasta la muerte a su “patrón”. Quienes sirviéndose de ello, no 
tardaron en consolidar sus esquemas de seguridad con la protección de sus adscritos. 
 
Por último se encuentran los guaqueros o 
rebuscadores, quienes se constituyen en la 
fuerza de trabajo informal de la industria 
de las esmeraldas. Individuos provenientes 
de diferentes regiones del país, con el 
interés de probar suerte, pues sus ingresos 
dependían exclusivamente del azar, es 
decir, de lograr encontrar una gema cerca 
al Rio Minero que haya quedado de la 
producción formal o en uno de los túneles 
abandonados en las montañas, que contara 
con un gran valor comercial (Leiteritz & 
Riaño, 2013, p.15). 
 
De acuerdo con Torres y Ordóñez (1995) y Álvarez (2015) esta actividad, acelerada con el 
descubrimiento de la mina de Peñas Blanca, alteró el equilibrio relativo que había existido entre la 
productividad agropecuaria y la explotación minera, pues ante la falta de empleo y de posibilidades 
para acceder a estudios secundarios y vocacionales en la región, la minería se publicitó como la 
oportunidad de enriquecimiento rápido, atrayendo la atención de gran parte de los jóvenes, quienes 
se desplazaron hacia los centro urbanos, generando con ello una ruptura en la economía campesina 
de muchas familias de la región debido a la escasez de mano de obra. 
 
La posibilidad de escalar en los eslabones productivos jugó en dos vías para ellos, pues aunque 
algunos de los líderes regionales alcanzaron la cumbre del negocio iniciando en la guaquería, muchos 
guaqueros pasaron décadas trabajando en la industria, en condiciones bastante precarias, sin lograr 
elevar de manera sustancial sus condiciones de vida. 
Fuente. Flórez, 2017. Boyacá: Muzo, Quebrada las animas 
 
La Paz Verde: Escenarios de transformación de conflictos en el Occidente de Boyacá 19 
 
 
1.3 Primera guerra verde: El “Ganso Ariza” Vs “La Pesada” 
Tras la retirada del Banco de la República y la muerte de Efraín González, el primer monopolio de 
esmeraldas del sector privado conocido como “La Pesada” y conformado por Virgilio Valentín, 
Alberto y Aldemar Ávila Forero, Francisco “Pacho” Vargas, Isauro y Olmedo Murcia y Pablo Emilio 
Orjuela; empezó a mostrarse preocupado por la idea de perder su fortín económico (Baquero, 2017), 
por lo cual, deciden reclutar a un nuevo jefe militar, Humberto Ariza alias el “Ganso Ariza”, quien 
era originario de Puente Nacional (Santander) y se encontraba recluido en una cárcel de Bogotá; no 
obstante, gracias a una acción organizada por parte de este grupo logra fugarse con el propósito de 
asumir el mando que ejercía González (Londoño, 2015 y Uribe, 1992). 
Y aunque con el liderazgo del “Ganso Ariza” la autoridad de “La Pesada” se vio reforzada, este 
resultó enfrentado con sus patronos. Muchas son las explicaciones frente al detonante principal de 
la guerra, Claver (2011) hace alusión a una agresiva declaratoria de guerra que llegó a manos de 
Murcia, quien sin pensarlo dos veces, aceptó el reto propuesto por el “Ganso”; por su parte Baquero 
(2017) señala que una de las razones que desataron la guerra fue el asesinato de un trabajador al 
servicio de Olmedo Murcia. Al respecto, Pineda (2008) marca la ruptura debido al aumento del poder 
de los dos grupos, que traería posteriormente serias dificultades en la distribución de las riquezas 
entre los diferentes grupos y la proliferación de desconfianzas y acusaciones de robos y asesinatos 
de importantes líderes de la región. Sea cual sea la razón, esta disputa entre los dos grupos marcaría 
el inicio de la primera guerra verde. 
 
Es así como empieza una dinámica de reclutamiento de fuerzas militares con jóvenes para formar un 
grupo de base que se conocería como “los pájaros”, actividad que no sólo involucró a los dos bandos 
en contradicción, pues el Alcalde de Otanche, ante el escenario de violencia que afectó en mayor 
escala a su municipio, organizó su propia milicia para hacerle frente a la violencia desatada por Ariza 
(Álvarez, 2015). 
Inicialmente prestaban el servicio de guardaespaldas de los nuevos líderes o patrones. Se les 
empezó a llamar lugartenientes de uno u otro personaje lo cual, a su vez, les daba cierto 
prestigio entre sus iguales. Se capacitaron en el uso de las armas de fuego, en el conocimiento 
de la región y fueron desarrollando una estructura de jerarquías y lealtades que permitía 
detectar su posición y rango dentro del grupo, según su cercanía a los patrones o en particular 
a uno de ellos (Polo et. al., 1996, p.54). 
Con el paso del tiempo, la violencia, en vez de disminuir en la región, se extendió hasta llegar a 
Bogotá, ciudad en la que se refugiaron muchos de los integrantes de la “Pesada”, quienes iniciaron 
una alianza con la fuerza pública de la región, y una campaña de desprestigio hacia Ariza, culpandolo 
de innumerable crímenes cometidos en el Occidente. Por otro lado, el “Ganso” aprovechó su cercanía 
con la población y la baja aceptación que mantenía la “Pesada”, para sumar más familias ala 
confrontación (Londoño, 2015, p. 72). 
 
20 La Paz Verde: Escenarios de transformación de conflictos en el Occidente de Boyacá 
 
 
Esta guerra dejó alrededor de mil doscientos muertos, con un número mayor de heridos y de 
desplazamientos. Situación que llevó a que el Ministro de Defensa de ese entonces decidiera 
militarizar las minas en 1971, a través de lo que se denominó “el plan esmeraldas”, el cual consistió 
en el cierre de las zonas mineras, con la vigilancia permanente del Ejército y de la Policía Local. 
 
Pese a ser una medida que permitió la disminución de los niveles de violencia directa que se venían 
gestando, en términos de seguridad esta medida dejó en un estado de desprotección a la población 
ubicada en las zonas urbanas, donde por lo general llegaban los mineros los fines de semana para 
realizar todo tipo de desmanes (Álvarez, 2015). 
 
Así mismo, esta estrategia permitió evidenciar las dificultades del Estado para mediar en los 
conflictos de la región. Es precisamente su carácter ausente y su incapacidad de controlar la 
situación, lo que permitió ir cediendo el uso de la fuerza a particulares que convertirían la guerra en 
el instrumento para definir el mando, doblegandose con ello a su voluntad (Uribe, 1992). 
 
Durante este período las intenciones por formular un pacto de paz fueron nulas, contrario a ello, lo 
que se presenció en la región fue la disminución de las acciones bélicas, debido a la imposibilidad 
de ambos bandos de seguirse haciendo daño, debido a que la guerra y el cierre de las minas puso en 
serias dificultades la acumulación de su capital. 
 
Y aunque algunos de los autores consultados para la documentación de esta guerra (Londoño, 2015; 
Polo, Restrepo, y Mayorga, 1996; Uribe, 1992), coinciden en fusionar la primera y la segunda como 
una única fase de confrontación, argumentando que la violencia entre 1971 a 1975 no cesó; es preciso 
señalar que este se consolidó en un período de transición de la guerra que es necesario subdividir, 
pues es durante esta franja temporal donde las fuerzas en conflicto se reestructuraron y reorganizaron 
estratégicamente. 
1.4 Segunda guerra verde: “Borbur” Vs. “Coscuez” 
La falta de un proceso de paz entre los grupos productores llevó a que la ausencia de la violencia 
directa en la región no se mantuviera por un largo tiempo, generando un nuevo estallido de guerra 
en 1975, liderado por los grupos sobrevivientes de la familia González y sus rivales, con el interés 
de mantener el control de la producción y comercialización de la mina de Coscuez (Leiteritz & 
Riaño, 2013). 
 
Una de las explicaciones que giraron en torno al surgimiento de esta guerra se encuentra en la muerte 
de dos hermanos de Francisco “Pacho” Vargas en Otanche a manos de integrantes del grupo de 
Borbur (Coral, 2012), otra de ellas se encuentra sustentada en una venganza ejecutada por Pablo 
Elías Delgadillo, en alianza con Parmenio Molina, Isauro Murcia, Gilberto Molina y Tortuaco 
López; contra Luis Murcia Chaparro apodado el “Pequinés”, líder del bando de Coscuez y personaje 
aliado con su hermano Gustavo Murcia alias “Garbanzo”, German Barrera García y Ruperto 
Córdoba Barreño alias “Colmillo”; apoyados por “Pacho” Vargas, quien era socio mayoritario de 
ESMERACOL (Polo, et al., 1996). 
La Paz Verde: Escenarios de transformación de conflictos en el Occidente de Boyacá 21 
 
 
Figura 1-4. Bandos en confrontación en la segunda guerra verde 
 
Fuente. Elaboración propia, a partir del texto de Coral, 2012. 
 
Tal como lo resalta la figura 1-4, a cada uno de los bandos se fueron sumando sectores aliados de 
los diversos municipios del Occidente, por lo cual nunca fue explicada como un conflicto entre 
sociedades, sino como un conflicto entre los líderes esmeralderos y los pueblos que estos 
representaban (Páramo, 2011). 
 
Este segundo período de confrontación cesó sólo hasta que el gobierno concedió a los esmeralderos 
la formalización de sus fortunas a través de la licitación de las concesiones mineras en 1977 a las 
nuevas empresas creadas en la región: 
 
ECOMINAS, la Sociedad Minera de Boyacense, ESMERALCOL y TECMINAS, estas dos 
últimas creadas por empresarios locales que históricamente estuvieron involucrados en la 
extracción clandestina de esmeraldas. Esta decisión del gobierno legalizó finalmente la 
extracción privada de la industria de las esmeraldas y habilitó a los esmeralderos más 
tradicionales de Boyacá para ser reconocidos como empresarios mineros legales (Leiteritz 
& Riaño, 2013, p. 35). 
 
Así, los socios esmeralderos consiguieron lo que por tanto tiempo estuvieron buscando. Ser 
legitimados por el Estado, legalizar sus fortunas y consolidar grupos de seguridad privada legalmente 
constituidos, logrando así el control del negocio por la vía armada (Baquero, 2017). 
1.5 El camino hacia una noción de paz negativa 
Ante esta compleja realidad de violencia, que produjo la muerte de muchos de los líderes de la región, 
los bandos se vieron obligados a reorganizarse y replegarse para poder recuperar la capacidad 
ofensiva (Londoño, 2015). Uno de los intentos por acabar la guerra estuvo liderado por el entonces 
recién nombrado Obispo de Chiquinquirá Álvaro Jarro, apoyado por Isauro Murcia, a través de una 
BANDO DE BORBUR 
Liderado por Pablo Elías
Delgadillo. Conformado por
comerciantes con conexiones con
sectores estatales y contacto con
el gobierno departamental y el
ejército.
BANDO DE COSCUEZ 
Liderado por el "Pequinés" e
integrado por familias de
guaqueros y comerciantes leales
a los líderes esmeralderos en
conflicto.
22 La Paz Verde: Escenarios de transformación de conflictos en el Occidente de Boyacá 
 
 
serie de reuniones que contaron con la participación de varios de los patronos y alcaldes del 
Occidente de Boyacá; quienes se comprometieron a cesar las hostilidades, con el fin de promover la 
Paz en la región (Baquero, 2017, p. 65). 
Este pacto de no agresión denominado “paz concertada” fue sellado de palabra en la ciudad de Tunja, 
atestiguado por el comandante de la Brigada del Ejército de ese entonces y el Obispo de esa ciudad 
(Uribe, 1992, p. 99). Sin embargo, este no duró mucho tiempo pues ambas partes empezaron a 
acusarse de incumplir los acuerdos y de haber asesinado a guaqueros de la región. A razón de lo 
anterior, Ruperto Córdoba, decide atacar abiertamente al bando contrario (Baquero, 2017, p. 65-66). 
Y aunque el conflicto se renovó, dicho intento por construir un pacto regional que cesara la violencia 
en la región sentó el precedente de lo que se denominaría posteriormente como acuerdos de paz del 
Occidente, dejando una serie de lecciones aprendidas en cuanto a la funcionalidad de los procesos 
de negociación y de diálogo, que posibilitan la Paz, pero que se desarrollan sin cuestionar el poder 
de los patrones esmeralderos en la región (Londoño, 2015). 
 
 
 
 
La Paz Verde: Escenarios de transformación de conflictos en el Occidente de Boyacá 23 
 
 
2. VIOLENCIA Y CONFLICTO EN EL 
OCCIDENTE DE BOYACÁ 
2.1 Tercera guerra verde: La renovación de los bandos en conflicto 
Luego de casi seis años de cese de hostilidades entre los bandos en conflicto, las confrontaciones 
violentas se reactivaron en 1985, entre otras cosas, debido a los enfrentamientos de los líderes 
esmeralderos por los turnos de la mina de Coscuez, ubicada en el municipio de San Pablo de Borbur, 
la cual poseía la veta de esmeraldas más grande de la Provincia. Situación agravada por los 
homicidios subsiguientes generados en la región. Dentro de los más significativos, se encuentra el 
asesinato de dos representantes a la Cámara de Boyacá por Pauna y la muerte de Arsenio Severo, un 
guaquero muy estimado en Coscuez a manos de un concejal de Borbur (Uribe, 1992). 
 
La violencia directa fue alimentado el conflicto en el Occidente, acompañada con la participación de 
los antiguos líderes esmeralderos, que de la misma manera que en períodos anteriores, mantuvieron 
su interés por dominarla principal actividad económica de la región, pues esta representaba la mejor 
vía para mantener el control territorial. Patronos amparados por su autoridad e influencia local, 
demandaban de sus adeptos un apoyo incondicional ante la exigencia de sus necesidades e intereses, 
logrando vincular a una red de familias extensas, a tal punto, de contar con más de trescientos 
combatientes bien entrenados extendidos en los diferentes municipios aliados, dispuestos a defender 
a sus respectivos jefes. 
 
Dichos intereses en contradicción, llevaron al reforzamiento de los bandos estructurados en la 
segunda guerra (Ver figura 2-5). El grupo de Coscuez, fue inicialmente liderado por “Pacho” Vargas, 
quien es asesinado un mes después de iniciada la guerra, siendo precedido por Luis Murcia Chaparro, 
alias “El Pequinés”; grupo integrado por líderes como Horacio Triana, Daniel Cañón alias “La Gata”, 
Martín Rojas conocido como “Martín Capoteras”; grupo que, debido a su cercanía con la mina de 
Coscuez, mantuvo un contacto estratégico con las comunidades guaqueras. 
 
Sin embargo, con el inicio de la guerra, sus operaciones se desarrollaron de manera aislada, en los 
sectores de la Culebrera, El Chico y La Catorce, barrios bajos de Coscuez, desde donde se consolidó 
el centro de operaciones del Grupo Justiciero y Recuperador de las Esmeraldas de Boyacá 
(GRUJUSBOY), comandado por alias “Colmillo” y conformado por mineros clandestinos con un 
fuerte poder armado (Baquero, 2017). 
 
Del otro lado se encontraba la facción conocida como Borbur, liderada bajo el mandato de Gilberto 
Molina y su socio Víctor Carranza, apodado el zar de las esmeraldas (Ver figura 2-5), este grupo 
estaba integrado por esmeralderos como Benito Méndez, Julio Silva alias “El caballista”, que 
apoyados por los sectores estatales, del comercio y del ejército ejercían control y dominio de las 
minas de Muzo-Quípama y Peñas Blancas. Operando a través de la estructura de cuadrillas, con 
24 La Paz Verde: Escenarios de transformación de conflictos en el Occidente de Boyacá 
 
 
personal entrenado que serían de ayuda para acechar al enemigo, tomarlo por sorpresa, y finalmente 
asesinarlo (Uribe, 1992). 
 
Figura 2-5. Bandos en confrontación en la tercera guerra verde 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Fuente. Elaboración propia a partir de los documentos citados en el documento, 2019. 
 
Ambos bandos poseían grandes recursos económicos, sofisticados equipos de comunicación 
y armamento, vehículos terrestres y aéreos, y disponían de un pie de fuerza permanente de 
no menos de 300 hombres- arma cada uno, con entrenamiento y la posibilidad de 
reclutamiento inmediato de varios centenares más (Polo et. Al., 1996, p. 2). 
 
Los cuales se encontraban re-organizados con la dirigencia de líderes militares subdivididos en los 
diferentes municipios de la Provincia, de la siguiente manera: 
 
Tabla 2-2. Dirigentes militares en los municipios de Occidente 
Municipios Líder 
Otanche Luis Murcia Chaparro 
San Pablo de Borbur N. López 
Muzo Argemiro Páez y Mariano Rodríguez, alias “Rasputín” 
Quípama Pedro Najará 
Pauna Gustavo Acosta 
Maripí y Briceño Leónidas Niño y Alberto Sánchez 
Buenavista Orlando Murcia 
Fuente. Elaboración propia, a partir de Molina, 1990. 
 
De acuerdo con Lederach (1996), citado por la Fundación Cambio Democrático y Fundación 
Ambiente y Recursos Naturales (2010), existen al menos tres elementos distintivos del conflicto que 
son aplicables a la situación del Occidente de Boyacá. Uno es la relación de interdependencia entre 
las partes, situación que se da cuando ninguna de las partes en conflicto cuenta con los suficientes 
medios para alcanzar sus objetivos unilateralmente, lo cual se ve reflejado en este caso, en la medida 
Gilberto Molina 
Luis Murcia Chaparro 
“Pequinés” 
 
Vs. 
• Muzo 
• Otanche 
• Quípama 
• La Victoria 
• San Pablo Borbur 
 
• Maripí 
• Pauna 
• Briceño 
• Coper 
• Buenavista 
• Tununguá 
 
BORBUR COSCUEZ 
La Paz Verde: Escenarios de transformación de conflictos en el Occidente de Boyacá 25 
 
 
que ninguno de los líderes de la región mantuvo un control absoluto de los yacimientos mineros, 
debido a que, estos se distribuían bajo la figura de concesiones. Un segundo elemento, es la 
percepción de incompatibilidad o contradicción frente a los objetivos de los actores involucrados 
(ver figura 2-6). Por último, los conflictos se caracterizan por hacer manifiestas conductas y actitudes 
agresivas, cimentadas en la violencia directa y la violencia cultural respectivamente. 
 
Figura 2-6. Triángulo de análisis de los conflictos alrededor de la explotación de esmeraldas 
en el Occidente de Boyacá 
 
Fuente. Elaboración propia, 2019. 
 
Sumado a lo anterior, los conflictos alrededor de la explotación de recursos naturales entremezclan 
múltiples factores, que se ven reflejados en el caso de estudio, que directa o indirectamente 
contribuyen a la emergencia o fortalecimiento de períodos violentos, pues estos son alimentados por 
dinámicas como el crecimiento poblacional producto de los períodos de bonanza esmeraldera; la 
distribución desigual de los ingresos que dejan esta actividad, que hace evidente la precaria 
reinversión de las utilidades de esta economía de enclave; el inequitativo acceso a la tierra; la 
presencia estatal desigual reflejada a través de la precariedad en las instituciones o políticas públicas 
que enfrentaran la situación, entre otras. 
Triángulo de 
conflictos 
La práctica de la no 
denuncia por parte de 
los pobladores ante la ocu- 
rrencia de crímenes de lesa 
humanidad, la descalificación y 
violencia física a las comunidades 
del bando contrario, como parte de 
venganzas del pasado. 
 
 
 
Disputa de los líderes 
 esmeralderos por la explo- 
tación de las minas de Coscuez, 
ante una ausente regulación estatal. 
 
 
 
 
La cultura del 
silencio, los odios 
reciclados de las gue- 
rras anteriores, una lealtad 
ciega hacia los líderes de la re- 
gión, estigmatización y/o descon- 
fianza hacia las comunidades perte- 
necientes al bando contrario, represen- 
tados bajo la figura del traidor y un senti- 
miento apático hacia el sufrimiento del otro 
 
 
 
 
Tabla de convenciones 
 Conductas 
 Actitudes 
 Contradicción 
 
26 La Paz Verde: Escenarios de transformación de conflictos en el Occidente de Boyacá 
 
 
Factores que inmersos en un contexto violento generaron afectaciones a todos los estamentos y 
estratos sociales, políticos y económicos de la Provincia, que se materializaron en condiciones 
socioeconómicas de la región, tales como el urbanismo, las dinámicas del mercado, las relaciones 
laborales, la productividad ganadera y agropecuaria, el tránsito y transporte al interior de la Provincia 
y las comunicaciones; y alteraron asuntos políticos, ante la desfiguración de las entidades estatales 
que ejercían un nivel de poder importante en el territorio, como el Ejército, la Policía y las alcaldías, 
que mantuvieron un grado de connivencia con los actores en conflicto (Polo, et al., 1996). 
 
Adicionalmente, la escalada en las vendettas llevó a que las condiciones sociales que afloraron el 
conflicto se volvieran cada vez más difusas, pues estas trascendieron de las confrontaciones violentas 
de algunos actores de la región, a formar parte de la cotidianidad de las comunidades, que a través 
de los odios reciclados, estructuraron una figura de enemigo, representada en todo aquel que habitará 
el sector opuesto de la línea o muro invisible, establecida en la quebrada La Mioca (Uribe, 1992) 
(ver figura 2-7). 
 
Línea imaginaria que de vez en cuando, podía ser cruzada por mujeres, exclusivamente para la 
compra de suministros, quienes podían ser acompañadas solo por niños menores de 7 años, pues de 
lo contrario también eran ejecutados (Baquero, 2017, p. 64). Es precisamente, la posibilidad de 
moverse sin ningún problema en el territorio, lo que generó que los actores de la guerra utilizaran a 
los niños paratransmitir mensajes, debido a que no existía ningún otro método de comunicación 
(Guerrero, 1999). 
 
Figura 2-7. Mapa bandos en confrontación en la tercera guerra verde 
 
Fuente. División política extraída del Fondo Mixto de Cultura de Boyacá, 2018.Versión editada a 
partir de la información recolectada sobre la estructuración de “bandos” durante la tercera 
guerra verde. 
La Paz Verde: Escenarios de transformación de conflictos en el Occidente de Boyacá 27 
 
 
Esta situación generó que las comunicaciones terrestres se vieran afectadas, en especial para el bando 
de Borbur, quienes debido a su cercanía con Puerto Boyacá, municipio en el que avanzaba la 
conformación de grupos autodefensas, siguieron beneficiándose de las escuelas de adiestramiento 
militar desarrolladas por extranjeros como Yair Klein y David Tonkis, con el propósito de hacerle 
frente a la entrada de grupos guerrilleros a la zona esmeraldífera (Guerrero, 2008). Lucha 
antisubversiva y anticomunistas a la que se suma la campaña “Viva Boyacá” que convirtió la guerra 
por las esmeraldas en un conflicto interregional que articuló los grupos autodefensas del Occidente 
con los del Magdalena Medio y los del municipio de Pacho en la Provincia de Rionegro en 
Cundinamarca (Uribe, 1992, p. 125). 
 
En este conflicto se entremezclan los diferentes tipos de violencia4, qué clasificadas de acuerdo al 
esquema propuesto por Galtung (1998), nos permiten comprender el amplio espectro de las 
manifestaciones violentas en el caso del Occidente de Boyacá, las cuales trascienden de las 
afectaciones meramente físicas (violencia directa); a los ámbitos culturales y estructurales, estos 
últimos presentes en las relaciones sociales, económicas y políticas. 
 
Tabla 2-3. Tipos de violencias 
Tipos de Violencias 
 
Directa 
 
Materializada a través del uso de las armas para el restablecimiento del orden y 
control del territorio; y el asesinatos, homicidios, desapariciones selectivas, 
torturas, amenazas e intimidación, con el objetivo de inmovilizar, herir o matar 
a aquellas comunidades del bando contrario. 
 
 
Cultural 
 
La emergencia de un argumento justificatorio frente a “hacer justicia por mano 
propia”; la muerte como la solución al conflicto; la militarización, es decir, el 
control de la vida de la población por la vía armada, que naturaliza la violencia 
como medida preferente para resolver las problemáticas y el poder afincado en 
el uso de las armas; y la glorificación de la guerra. 
 
 
 
4 Entendida como una acción destinada a causar un daño o perjuicio a una persona, como también aquella que 
impide la satisfacción de las necesidades básicas y el pleno ejercicio de los derechos humanos (Zapata, 2009, 
p. 8). 
28 La Paz Verde: Escenarios de transformación de conflictos en el Occidente de Boyacá 
 
 
 
 
 
Estructural
5
 
 
Manifiesta principalmente por una ausencia estatal, reflejada en la incapacidad 
técnico-administrativa para garantizar un pleno ejercicio de los derechos de la 
ciudadanía en el territorio, establecer un monopolio legítimo del uso de la fuerza 
y canalizar los conflictos y tensiones sociales, accionar que no logró trascender 
de la intervención militar; debilitamiento del sistema de justicia, manteniendo 
unos índices elevados de impunidad frente a la judicialización de los 
responsables de hechos violentos durante la guerra; proliferación de las 
condiciones de pobreza, desigualdad social y necesidades básicas insatisfechas 
de la población, que pese a los acuerdos de paz persisten (ver anexo A); 
participación de agentes o representantes de las instituciones estatales en las 
dinámicas de la guerra, especialmente de la Policía, institución que en los 
períodos de confrontación se encontraba subordinada a la autoridad de los 
líderes regionales. 
 
Fuente. Elaboración propia, 2019 
Frente al último tipo de violencia, aun cuando el Estado es el encargado de estipular un marco 
regulatorio de la actividad minera y siendo este el responsable principal de la protección de los 
Derechos Humanos de la población; las autoridades oficiales decidieron limitar su actuación frente 
a esta situación, depositando la responsabilidad absoluta a los patronos para resolver la disputa por 
sus propios medios. De acuerdo con Torres & Ordoñez (1995) este fue un conflicto catalogando 
como de segunda categoría, debido a que era percibido como rencillas o casos de criminalidad 
aislados, que desde su perspectiva, no necesitaba de una intervención a nivel central. Percepción 
similar a la expuesta por Leiteritz & Riaño (2013), quienes afirman que, las autoridades oficiales 
decidieron mantenerse al margen del conflicto, siempre y cuando este se mantuviera controlado en 
un área territorial pequeña. 
Contrario a lo esperado, lo que se observa durante la guerra es la dominación por parte de élites 
locales de las instituciones de poder gracias a sus alianzas con la Policía local y el Ejército. De 
acuerdo con un informe del Ministerio del Interior citado por Leiteritz & Riaño (2013) “durante la 
última guerra, miembros de la Policía y del Ejército alquilaban sus uniformes y participaban en 
acciones que exacerbaron aun más las rivalidades” (p. 38). Es así como algunos integrantes del 
Ejército y de la Policía en connivencia con los actores involucrados en la guerra, prestaban sus 
servicios para arrestar, aprisionar e incluso asesinar a integrantes del bando contrario, a cambio de 
beneficios económicos (Leiteritz & Riaño, 2013). 
 
 
5 El análisis sobre la violencia estructural de la tercera guerra verde se desarrolló de manera general, debido a 
que el énfasis del escrito está centrado en explorar los procesos mediante los cuales se lograron superar algunas 
de estas manifestaciones. Para una mayor profundización, es necesario evaluar la manera como esta estuvo 
presente a nivel nacional, regional y local en los distintos períodos de confrontación. 
La Paz Verde: Escenarios de transformación de conflictos en el Occidente de Boyacá 29 
 
 
Situación que permeó incluso las dinámicas políticas de la región, en la que un sector de las 
autoridades locales, servía de puente de comunicación entre los patronos y algunas instancias 
estatales de nivel departamental y central. Así lo expone uno de los testimonios recolectado por 
Uribe (1992), a un representante a la Cámara por la Provincia, quien afirma: 
Nosotros somos los que hacemos la conexión entre el mundo de las esmeraldas y el Estado. 
Nosotros les hacemos las vueltas a los empresarios. El Occidente, incluyendo Chiquinquirá, 
está bajo el poder decisorio de los dueños de las minas de esmeraldas. Los políticos, si 
quieren hacer política, tienen que estar de acuerdo con los patronos (p. 105) 
Es así como paulatinamente se produjo un sentimiento de desconfianza frente a las instituciones 
estatales y una fuerte resistencia a sus formas administrativas y gubernamentales, las cuales eran 
consideradas cómplices de la guerra a través de su indiferencia e incapacidad para resolver los 
conflictos, prefiriendo usualmente la mediación de la Iglesia, como se vería posteriormente en los 
acuerdos de paz (Páramo, 2011, p. 13). 
La suma de dichos factores afectó la forma como las comunidades percibían el conflicto, cuya 
atención se centró en el aumento escalar de la violencia directa, siendo esta la más visibles en la 
guerra, la cual fue aglutinando a familiares y amigos de los afectados, con el propósito de llevar a 
cabo sus venganzas personales, posicionándose como una confrontación de disputas ajenas heredas, 
que los patronos no lograron controlar (Uribe, 1992). “Nosotros no iniciamos la guerra, la 
heredamos, (…), porque quienes empezaron este problema se fueron eliminando entre ellos” 
(entrevista realizada a Martín Rojas por el Tiempo, 2010) 
Esta lógica de reacción “ojo por ojo” según Lederach (1992), crea un espiral en el que se pasa del 
enojo a la hostilidad abierta como una forma de reparar el daño causado por el otro, a talpunto de 
producir la legitimación social de la violencia, como única alternativa eficaz para resolver los 
conflictos, lo cual conduce a la pérdida de los valores y prácticas necesarias para la convivencia y el 
desarrollo de las comunidades. 
Siguiendo a Lederach (2001) ante el escalamiento de la polarización social y la violencia, esta cadena 
de acciones y repuestas entre las partes llevan a que el conflicto se autogenere sin necesidad de una 
relación con la raíz del problema. A tal punto que se produce un cambio de las metas que dieron 
origen a dicho conflicto, es decir, que ya no se trata de resolver el problema original sino causarle 
daño a la otra parte (p. 28). 
En esta línea de ideas, al ser este un conflicto asumido bajo la necesidad de defenderse del otro, las 
únicas posibilidades allí son ganar o perder. Siendo un conflicto que no se regula constructivamente, 
por el contrario, se asume desde una perspectiva personal, en el que los problemas concretos se 
diluyen y se mezclan con los sentimientos y emociones que evocan los hechos violentos (Lederach, 
2001, p. 25). 
Transcurridos dos años desde el inicio de la guerra, el 29 de octubre de 1987 el gobierno de Virgilio 
Barco decide expedir el Decreto 2045, con el fin de establecer la prohibición del porte de armas en 
30 La Paz Verde: Escenarios de transformación de conflictos en el Occidente de Boyacá 
 
 
el Occidente de Boyacá, lo cual no trajo resultados contundentes en el desarrollo de la confrontación. 
Por el contrario, con el alza en la campaña anticomunista de grupos de autodefensa en todo el 
territorio nacional, el recrudecimiento de la guerra se mantuvo (Páramo, 2011). 
 
A lo anterior, se suma la entrada del narcotráfico al sector esmeraldífero, que para la década de los 
ochentas y noventas alcanzó el punto más alto registrado en la historia del país, capitales que 
ingresaron a través del Magdalena Medio, específicamente por el municipio de Puerto Boyacá, 
convirtiendo a la Provincia en un corredor que comunicaba a los departamentos de Cundinamarca 
con Antioquia (Londoño, 2015). 
 
Uno de los actores que marcó la intromisión de este fenómeno con mayor fuerza en Occidente fue 
Gonzalo Rodríguez Gacha, alias “el Mexicano”, quien en el pasado se había desempeñado como 
guaquero de la región, labrando una relación de compadrazgo con Gilberto Molina, y siendo un 
aliado estratégico en la guerra hasta 1987, momento en el cual Molina y Carranza son investigados 
por presuntos vínculos con el negocio del narcotráfico, después de que las autoridades encontraran 
cultivos y laboratorios de coca en una de las fincas de Paime de Molina, quienes no dudaron en 
señalar la responsabilidad de Gacha al respecto (Baquero, 2017). 
Esto condujo a la ruptura definitiva de la alianza entre Gacha y Molina en 1988, año en el cual el 
grupo de Borbur decide atacar a su adversario con el asesinato de Carlos Murcia alias “Garbanzo”, 
siendo este un duro golpe para El Pequinés, hermano y líder de facción que reaccionó aliándose con 
Gacha en una estrategia de venganza. Situación que llevó a un importante escalamiento de la 
violencia directa, tal como se observa en la figura 2-8, entre otras cosas, debido al aumento de los 
recursos económicos y militares, que a su vez aumentaron el poder de fuego y confrontación. 
Con el asesinato de Gilberto Molina el 27 de febrero de 1989, en una celebración con motivo de su 
cumpleaños, en una finca ubicada en el municipio de Sasaima, las hostilidades entre los dos grupos 
se redujeron (ver figura 2-8). Que sumado a la muerte del Mexicano el 15 de diciembre de 1989, 
bajo un operativo militar dirigido por el Estado, fracturó la confrontación, desapareciendo del 
escenario las figuras más importantes en la perpetuación del conflicto violento. 
Figura 2-8. Muertes violentas registradas en el Occidente de Boyacá (1985-2005)
 
Fuente. Elaboración propia a partir de la información del Departamento de Policía de Boyacá 
registrado por Torres & Ordoñez, 1995. (Para mayor información ver Anexo B y C). 
0
50
100
150
200
250
300
350
400
450
500
1985 1986 1987 1988 1989 1990
La Paz Verde: Escenarios de transformación de conflictos en el Occidente de Boyacá 31 
 
 
Sin embargo, las disputas continuaban en el territorio, de acuerdo con Baquero (2017), el grupo 
liderado por el “Pequinés” estaba dispuesto a continuar la dinámica de guerra, pues contaba con un 
gran abastecimiento armamentístico. Mientras que, Carranza veía con la muerte del Mexicano, la 
posibilidad de salir victorioso de la situación (p. 82). Pese a ello, los cinco años de guerra había 
dejado a los dos bandos exhaustos, y con un número importante de asesinatos de los principales 
líderes, en total se calculan que la confrontación dejó un saldo de más de 3500 muertos distribuidos 
en los diferentes municipios de Occidente, por lo que la idea de explorar nuevas alternativas que 
pusieran fin a la confrontación armada empezaron a rondar en la cabeza de los líderes. 
 
32 La Paz Verde: Escenarios de transformación de conflictos en el Occidente de Boyacá 
 
 
3. ACUERDO REGIONAL DE PAZ DEL 
OCCIDENTE DE BOYACÁ 
3.1 Hacia la transformación de conflictos en el Occidente de Boyacá 
 
 
 
 
 
 
guerra. Dicho trabajo se consolidó en la fase exploratoria de los acuerdos, pues a través de los 
diferentes comunicados y reuniones, se evaluaron las condiciones existentes para iniciar un proceso 
de diálogo y negociación en la región, que involucrara a todos los actores en conflicto. 6 
Simultáneamente, la idea de consolidar un pacto de paz fue impulsado por el entonces Zar de las 
esmeraldas, Víctor Carranza, iniciativa que se empezó a extender por todo el Occidente de Boyacá, 
a través de un grupo de comisionados, compuesto por aquellas personas del sector esmeraldero que 
contaban con un fuerte nivel de confianza de parte suya, para distribuir cartas a los desertores de los 
municipios del bando contrario, invitándolos a buscar alternativas para acabar con el conflicto. 
Adicionalmente, a principios de los noventa Carranza sostuvo una conversación con Horacio Triana, 
con el objetivo de ir abonando el terreno de lo que serían las negociaciones, buscando su apoyo para 
servir como mediador en una conversación que proyectaba realizar con “El pequinés” en su zona de 
dominio. Y así, sin previo aviso, ingresó al sector cercano a la mina de Coscuez, con el fin de exponer 
su idea de paz para la región (Baquero, 2017). 
 
 
6 La fotografía fue realizada en la vía que conduce al municipio de Quípama, y hace alusión a la manera como 
la paz se constituyó para la Provincia en una nueva oportunidad, en un “renacer de las cenizas de la guerra”, 
que plantean otras formas posibles para asumir los conflictos, desde mecanismos no violentos. 
 
Fuente. Flórez, 2017. Boyacá: Quípama6 
 
De acuerdo con la información recolectada, no 
existe un consenso acerca de quién o quiénes 
fueron los promotores que dieron inicio al proceso 
de negociación de paz, pues este se consolidó 
como la suma de iniciativas de diferentes actores. 
Preocupados por la situación de violencia, en 1987 
algunos sacerdotes de la región contactaron a 
diversos líderes de cada grupo para consolidar una 
iniciativa de paz, estableciendo encuentros 
clandestinos, los cuales representaba un gran 
peligro, teniendo en cuenta las condiciones de la 
guer 
 
Fuente. Flórez, 2017. Boyacá: Quípama6 
 
 
La Paz Verde: Escenarios de transformación de conflictos en el Occidente de Boyacá 33 
 
 
Esta iniciativa llegó a oídos de los alcaldes municipales, quienes buscaron refugió en la Iglesia 
Católica, a través de la vocería del Obispo de Chiquinquirá, Álvaro Raúl Jarro Tobos, para iniciar 
un acercamiento con los esmeralderos. Alcaldías representadas por personajes como William Nandar 
(Alcalde de Muzo), encargado de realizar las labores de facilitación en el área controlada por el 
Pequinés; Gabriel Parra (Alcalde de Otanche), acompañante del proceso desdeel área controlada 
por Carranza; y Eccehomo Lara (Alcalde de Maripí), participante de los escenarios de diálogo con 
los esmeralderos (Flórez, 2015). 
Aún con las intenciones de construir un pacto, que posibilitará el fin de la guerra, este traía de fondo 
los intereses económicos del sector esmeraldero sobre la región, pues la confrontación trajo consigo 
un detrimento de la explotación y comercialización de las esmeraldas, producto de la campaña de 
desprestigio y estigmatización hacia los comerciantes de esta piedra y de la disminución de mano de 
obra, pues los asesinatos se volvieron cada vez más recurrentes. Así mismo, las amenazas hacia ellos 
se incrementaron, extendiéndose incluso a miembros de sus familias, lo que les permitió reflexionar 
sobre los diferentes impactos a nivel personal que traía consigo la guerra. 
 
A lo anterior se sumó, la entrada de las FARC y el fortalecimiento en el territorio de los frentes XI, 
bajo el mando de alias “Richard” y XXIII, quienes operaban principalmente en los municipios de 
Pauna, Maripi, Briceño, Buenavista, Tununguá y La Victoria (Páramo, 2011). Situación, que 
cuestionaba el control y poder territorial de los esmeralderos en las zonas mineras. Razón por la cual, 
se justificaría la consolidación de grupos autodefensas en períodos subsiguientes al Acuerdo, dentro 
de los que se destaca el grupo conocido como “Las Cuerdas”, que además de ejercer la función de 
combatir a la guerrilla, ejercían labores de regulación de la actividad minera. 
 
Así pues, la confrontación que ya sumaba más de cinco años, paulatinamente trajo a la población un 
agotamiento exacerbado, producto de la degradación de la guerra, manifiesta en el aumento de la 
cantidad de muertes violentas y el asesinado de muchos de los patronos que durante años 
acompañaron fielmente (Torres & Ordoñez, 1995, p. 270). Lo que evidenció un equilibrio de las dos 
fuerzas involucradas en el conflicto, a tal punto, que hacía imposible definir un vencedor y un 
vencido. 
 
Partiendo de estas claridades, y del alto grado de legitimidad que mantenían en la población, los 
esmeralderos iniciaron sus primeros acercamientos a principios de 1990, y sin dejar de lado los 
intereses económicos que los motivaron a iniciar la guerra, se organizó un encuentro en la base del 
Ejército cerca a la quebrada Mioca, donde se demarcaba la línea imaginaria que dividía a los dos 
bandos. Dicha reunión contó con la participación de seis delegados de cada bando, el Ejército, la 
Policía y el Obispo de Chiquinquirá (González, 2014). 
 
Lo que se evidenció en el caso del Occidente es un interés de los actores involucrados por participar 
en espacios de diálogo, los cuales, aunque no se encontraban listos para negociar, tampoco querían 
continuar con el mantenimiento de las relaciones destructivas (Pruitt & Thomas, 2008). Así pues, la 
labor ejecutada por la Iglesia, en un primer momento, estaba encaminada al intercambio 
34 La Paz Verde: Escenarios de transformación de conflictos en el Occidente de Boyacá 
 
 
conversacional de percepciones entre las partes involucradas, con el fin de delimitar las impresiones 
sobre las problemáticas presentes en el territorio y evidenciar los puntos de encuentro de estas. 
Con el propósito de analizar las fortalezas y debilidades de los diálogos desarrollados para la 
consolidación del Acuerdo, se retomaron los avances teóricos adelantados por la Fundación Cambio 
Democrático y Fundación Ambiente y Recursos Naturales (2010) y Pruitt & Thomas, (2008), tal 
como puede apreciarse en la figura 3-10. 
Figura 3-10. Condiciones para avanzar en el diálogo
 
Fuente. Elaboración propia a partir de la información de Fundación, 2010 y Pruitt & Thomas, 
2008. 
La voluntad política se constituye en un elemento indispensable de los procesos de diálogo, esta debe 
ser legítima y sostenida en el tiempo por los actores involucrados, lo cual se refleja con claridad en 
el Occidente, pues de principio a fin, los actores se concentraron en consolidar un pacto regional que 
trascendiera en el tiempo. Sostenido a través de una convocatoria confiable para la población, debido 
a la gran legitimidad de los líderes de la zona, conversaciones apoyadas por un grupo de convocantes 
conformado por miembros de la comunidad eclesiástica, Policía, Ejército, rectores de los colegios 
municipales, entre los que se destaca Marco Antonio Triana Mejía y Edison Morales; colegios que 
en algún momento fueron sede de las reuniones (W. Nandar, entrevista, 9 de octubre de 2019). 
Conversaciones en la que la Iglesia Católica ocupó un nivel intermedio fundamental para su 
continuidad, pues su alto grado de reconocimiento frente a la resolución de conflictos en la región, 
Condiciones 
para avanzar en 
el diálogo 
Voluntad 
política 
Convocantes 
confiables 
Inclusividad
Equilibrio 
de poder
Apropiación 
compartida 
Perspectiva 
de largo 
plazo
La Paz Verde: Escenarios de transformación de conflictos en el Occidente de Boyacá 35 
 
 
por encima del Estado, le otorgó la facultad de mediar en diferentes instancias de diálogo para la 
superación de la violencia. Es por ello, que de manera consensuada, tanto alcaldes como los líderes 
decidieron ceder la interlocución de las negociaciones al Obispo de la Diócesis de Chiquinquirá, 
depositando su confianza frente a la facilitación que la Iglesia podía ofrecerles (Londoño, 2015). 
En este sentido, el proceso de paz del Occidente se caracterizó por lo que Lederach (2001) denomina 
de nivel alto (modelo de arriba hacia abajo), es decir, iniciativas que proviene de un número reducido 
de personajes con poder de decisión, como lo son los líderes esmeralderos, mediadas a través de 
figura públicas de renombre, como es el caso de la Iglesia Católica representada en la Diócesis de 
Chiquinquirá, que llegados a un acuerdo, implican a los actores del nivel inferior de la pirámide 
acogerse a lo pactado (Zapata, 2001). 
Así mismo, teniendo en cuenta las entrevistas realizadas y los documentos revisados para el presente 
trabajo, la percepción de las comunidades frente a lo que se realizaría en la Provincia, generaba una 
apropiación compartida de lo que estaba en juego, pues ante la propuesta de finalizar una guerra que 
trajo múltiples consecuencias para la región, los procesos de diálogo se posicionaron bajo un carácter 
legítimo, al estar anclados con la realización de sus propios intereses y necesidades. Lo cual, permitió 
un compromiso por aportar a la construcción de un proceso de largo plazo, que trajera por fin paz al 
territorio, pues el desgaste frente a la guerra era cada vez más evidente. 
Aun cuando se perciben estos elementos, el diálogo sostenido en el Occidente de Boyacá se 
caracterizó por contar con serias dificultades frente al factor de inclusividad de la población, puesto 
que no es suficiente apropiarse de los problemas que los convocan, sino además abrir espacios de 
escucha a las propuestas que surjan desde las comunidades, que se vean reflejadas en las decisiones 
que sean tomadas. 
En consonancia con lo anterior, la participación de la comunidad en las diferentes reuniones se 
caracterizó por mantener un carácter limitado, generando escenarios con un fuerte desequilibrio de 
poder, guiados por algunos individuos y organizaciones que en el pasado actuaron como agentes 
activos de la violencia (Ortiz, 2015). Así pues, la mesa de negociación termina siendo un espacio en 
el que las comunidades no tienen acceso, y aun cuando el resultado de esta los afecta, existe un 
desconocimiento de su voz y voto en los puntos sustanciales abordados. 
Vale la pena resaltar que, dicho proceso se constituye en un caso excepcional a la luz de la teoría de 
transformación de conflictos, pues aunque algunos autores (Fundación Cambio Democrático y 
Fundación Ambiente y Recursos Naturales, 2010), señalan el diálogo y la negociación como 
elementos que se contraponen, en la práctica el proceso llevado a cabo en el Occidente se nutrió de 
ambos para

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