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Gabriel
Misas Arango
Desarrollo 
económico y social
en la.
S I G L O X X
f f UNIVERSIDAD
Æ f NACIONAL
'¿ J e # DE COLOMBIA------------------------
Sede Bogotá
Facultad de Ciencias Económicas
Autores
Consuelo Corredor Al.
Salomón Kahnanovitz 
Absalón Machado 
César Giraldo 
Gabriel Misas A rango 
Alberto Corchuelo 
Luis Bernardo Flórez 
Óscar Rodríguez 
Alvaro Balcázar 
Jesús Antonio Bejarano 
A ntonio Hernández Gamarra 
Ignacio Lozano E.
Ricardo Bonilla 
jorge Iván González 
Darío Restrepo 
Clara Ramírez 
Alvaro Camacho 
Luis Jorge Garay 
César González
Manuel Ancízar 
1Ô12 - i 8 8 z
Nació en Fontibón, Cundinamarca, el25 de diciembre de 1812y 
murió en Bogotá el21 de mayo de 1882. Se desempeñó como abo­
gado, parlamentario, periodista, profesor universitario, historia­
dor y escritor; fundó el periódico «El Neogranadino» y fue colabo­
rador de «El Correo», «El siglo», «El Liberal», «El Repertorio», 
«El museo» y «El Tiempo».
Participó en la Expedición Corogràfica y fue el primer rec­
tor de la Universidad Nacional de Colombia entre 1868y 1871-
Su seudónimo fue Alpha. Entre sus muchos escritos están los 
siguientes libros: Peregrinación de Alpha, Editoriales del Neogra­
nadino, Anarquía y Rojismo en la Nueva Granada, Vida del Ma­
riscal Sucre, Vida del Coronel Agustín Codazzi, Lecciones de Psi­
cología, Elencos de Física Particular, Deuda del Perú a la Nueva 
Granada, Instituto Caldas, Juicio de Responsabilidad y Apéndice 
al Texto Universitario de Derecho Internacional.
Desarrollo
económico y social 
en Colombia.
Siglo X X
Gabriel 
Misas Arango
E D IT O R
Desarrollo
económico y social 
en Colombia. 
Siglo XX
Cátedra Manuel Ancízar
UNIVERSIDAD
N ACIONAL
DE COLOMBIA____________
Sede Bogotá
Facultad de Ciencias Económicas
UNIVERSIDAD
NACIONAL
DE COLOMBIA
Universidad N acional de C olom bia, 2001 
Facultad de Ciencias Económ icas 
Autores Varios
Prohibida la reproducción parcial o total 
de esta obra, por cualquier medio, 
sin permiso escrito de la editorial.
ISB N : 9 5 8 -7 0 1 -0 2 4 -8
Ed itor
Gabriel Misas Arango
C oord inación editorial 
Helena Gardeazábal Garzón
D iseño General 
César Puertas
C orrección de Estilo 
M aría Carolina M éndez Téllez
D iagram ación
Jairo Adalberto Acosta Tovar
Preparación Editorial
Universidad N acional de Colom bia 
E d i t o r i a l U n i b i b l o s
D irector
Luis Eduardo Vásquez Salamanca 
T eléfonos: 3 68 14 37/43 -T e lefax : 3 6 8 4 2 40 
E-m ail: uniblios@dnic.edu.co
Impreso en Colom bia 
Printed in C olom bia
mailto:uniblios@dnic.edu.co
Contenido
9 Presentación
1 5 La modernización inconclusa 
CO N SU ELO CO RREDO R M.
3 9 Las instituciones colombianas en el siglo XX 
SALOMÓN KALMANOVITZ
77 El café en Colombia a principios del siglo xx 
ABSALÓN MACHADO C.
9 9 Primera Administración López Pumarejo: 
la revolución en marcha 
CÉSAR GIRALDO
I I I De la sustitución de importaciones 
a la apertura económica.
La difícil consolidación industrial 
GABRIEL MISAS ARANGO
1 3 5 La inflación colombiana
en el proceso de modernización 
ALBERTO CORCHUELO R.
147 Tendencias del ahorro, la inversión 
y el crecimiento en Colombia 
LUIS BERNARDO FLÓREZ ENCISO
2 . 0 3 La difícil consolidación 
de un Estado de Bienestar 
ÓSCAR RODRÍGUEZ SALAZAR
2 . 3 1 Las transformaciones agrícolas 
en la década de los noventa 
Al v a r o b a l c á z a r v .
2 5 1 Una política comercial de transición 
para la agricultura 
JESÜS ANTONIO BEJARANO
3 0 5 El estado de las finanzas públicas 
en Colombia a fines del siglo XX 
ANTONIO HERNANDEZ GAMARRA 
IGNACIO LOZANO E.
3 6 5 De la monoexportación
a la di versificación: los retos del país 
RICARDO BONILLA GONZÁLEZ
3 9 9 Entre la sustitución
de importaciones y la apertura 
JORGE IVÁN GONZÁLEZ
4 2 7 El mito de Sísifo o veinte
años de pujanza descentralizadora 
DARÍO I. RESTREPO BOTERO
4 8 1 Desarrollo económico y social
en el siglo XX, población e indicadores sociales 
CLARA RAMÍREZ GÓMEZ
5 1 5 Mesa Redonda:
Perspectivas sobre desarrollo económico 
PARTICIPANTES:
GABRIEL MISAS ARANGO,
ÁLVARO CAMACHO,
LUIS JORGE GARAY Y CÉSAR GONZÁLEZ
Presentación
D e s a r r o l l o e c o n ó m i c o y s o c i a l
EN COLOM BIA. SIGLO X X
Cuando la Facultad de Ciencias Económicas presentó, al Consejo de 
Sede, la candidatura para llevar a cabo la Cátedra Manuel Ancízar al finali­
zar el Siglo XX, tenía como propósito, de una parte, llevar a cabo un análisis 
crítico, un balance de los desarrollos que en materia económica y social al­
canzó el país a lo largo del siglo y, por otra, presentar a la comunidad acadé­
mica y a la sociedad en general la reflexión que sobre estos temas habían rea­
lizado los profesores e investigadores de la Universidad Nacional de 
Colombia, desde diferentes campos de las ciencias sociales (la historia, la 
economía, la sociología, la política...) se abordaron los distintos tópicos.
En general en los foros y seminarios que sobre el desarrollo económi­
co y social se llevan a cabo en el país predominan, de una parte, posiciones 
dogmáticas, centradas en una única visión del mundo y, por otra, son análi­
sis centrados en una concepción estrechamente disciplinaria. La Cátedra 
por el contrario, de acuerdo con el espíritu que orienta la Universidad Na­
cional, es pluralista, abierta al debate a la controversia. Donde los temas son 
debatidos desde diferentes enfoques de las ciencias sociales, yendo más allá 
del estrecho campo disciplinar. Como lo ha señalado R.O. Kehane “una 
comprensión más profunda de los hechos macroeconómicos solo será posi­
ble en la medida que se combinen argumentos económicos con el análisis 
de los conflictos de intereses y el ejercicio del poder”.
El campo de las instituciones es estudiado desde dos ángulos diferen­
tes que se complementan en muchos aspectos. De una parte, la profesora 
Consuelo Corredor centra su análisis haciendo hincapié en las tensiones
9
DESARROLLO ECONÓMICO Y SOCIAL EN EL SIGLO XX
que se generan entre un proyecto de modernización sin modernidad y en 
los actores sociales en juego, lo que le permite construir una visión más es­
tructural de la crisis política y social que atraviesa la sociedad colombiana. 
De otra, el profesor Kalmanovitz, partiendo de las tesis de Douglas North, 
desarrolla su ponencia en torno a las relaciones entre instituciones y acumu­
lación de capital, señalando los procesos conflictivos de construcción de la 
Nación. La ausencia de una revolución democrática en la constitución de 
los estados en América Latina, es para Kalmanovitz, un factor central que 
explica en buena medida el ulterior derrotero de los países de América Lati­
na y particularmente el caso colombiano. El punto nodal de su análisis es la 
poca legitimidad alcanzada por el Estado, este último no ha logrado erigirse 
como el portavoz de los intereses generales de la nación.
Los profesores A. Machado, C. Giraldo y M. Avella presentan, lo que 
podemos denominar las bases que permitieron el desarrollo capitalista de la 
segunda mitad del siglo XX. Machado muestra el papel jugado por el café en 
la ampliación del mercado interior y en la acumulación de capital y la confi­
guración de la infraestructura del país, igualmente, presenta cómo desde el 
inicio de la Federación de Cafeteros se establecen unas relaciones particula­
res con el Estado, se desarrolla una arquitectura institucional para el manejo 
de la política macroeconómica que tiene como eje central el mantenimien­
to del ingreso real de los cafeteros. Relación que dio lugar al desarrollo, 
avant la lettre, de la parafiscalidad, en la medida que los cafeteros consiguie­
ron que sus contribuciones al fisco fueran manejadas directamente por ellos 
y en su propio beneficio. Avella presentó, en el transcurso de la Cátedra1, la 
evolución del sistema monetario y financiero. Sistema que dio lugar, desde 
el inicio de los años veinte, a un sólido régimen de pagos, el cual resistió la 
crisis a comienzos de los años treinta, que permitióconsolidar la comercia­
lización de la cosecha cafetera y financiar el proceso de acumulación de ca­
pital en el sector manufacturero. Giraldo presenta las principales caracterís­
ticas de la República liberal, haciendo hincapié en la situación de crisis 
económica y social y como las reformas emprendidas pudieron sortear la di­
fícil situación que se vivía en la época. Señala, igualmente, el papel de la eli- 
te social que en términos generales se opuso a las políticas modernizadoras 
de López considerándolas, equivocadamente, como revolucionarias.
I No se pudo incluir su intervención en este libro.
10
EL ESTADO DE LAS FINANZAS PÚBLICAS EN COLOMBIA A FINES DEL SIGLO XX
Un tercer grupo de ponencias trató en extenso las características que 
asumió el proceso de sustitución de importaciones. Los profesores Misas, 
Corchuelo, Flórez, Rodríguez y Niño presentaron, respectivamente, sus 
análisis en torno a la industrialización, la inflación, la evolución macroe- 
conómica, la difícil consolidación de un Estado de bienestar y las caracte­
rísticas del proceso de urbanización. Misas presenta las características 
principales de un proceso de industrialización complementario al modelo 
agroexportador, centrado en el abastecimiento del mercado interior, alta­
mente protegido, de carácter oligopólico y generador de normas de produc­
ción propias, alejadas de las existentes a nivel internacional. Alberto Cor­
chuelo centra su análisis en la estabilidad económica observada a lo largo 
del siglo XX. Estabilidad que es, para el autor, el resultado de la estabilidad 
política y el conjunto de alianzas establecido entre la burguesía cafetera, la 
burguesía industrial y los terratenientes que excluyeron cualquier forma de 
populismo. A su turno Luis B. Flórez presenta un detallado análisis, de la 
evolución de las principales variables macroeconómicas a lo largo del últi­
mo medio siglo, que permite aprehender los ciclos por los que ha pasado la 
economía colombiana a lo largo de este período. Óscar Rodríguez presenta 
las tensiones generadas en torno a la creación de la seguridad social en me­
dio de la no generalización de la relación salarial.
Los investigadores Balcázar, Bejarano, Bonilla, Hernández y Gonzá­
lez centran sus análisis en los fenómenos acontecidos en la década de los no­
venta. Balcázar y Bejarano analizan los efectos de la apertura sobre el sector 
agropecuario, el primero hace hincapié en la debilidad institucional del sec­
tor que le ha impedido una mejor articulación al mercado internacional y el 
segundo propone una política comercial agrícola que permita pasar de una 
agricultura altamente protegida a una agricultura que pueda articularse a 
un régimen internacional de comercio. Hernández centra su análisis en la 
incapacidad creciente del Estado para financiar sus gastos, haciendo hinca­
pié en la poca discrecionalidad que tienen las autoridades económicas para 
llevar a cabo reducciones en los niveles de gasto dada la predeterminación 
de gran parte del mismo, las transferencias a los entes territoriales tienen ca­
rácter constitucional y el pago de los intereses es un compromiso con los 
acreedores, independiente de la situación de las finanzas del gobierno. Bo­
nilla centra su ponencia en el estudio de la evolución de las exportaciones 
colombianas haciendo hincapié en su diversificación tanto por el tipo de 
bienes objeto de comercio como por el número de países con los cuales se 
comercia. El autor se interroga sobre la capacidad que se tiene en el país
n
DESARROLLO ECONÓMICO Y SOCIAL EN EL SIGLO XX
para cumplir las metas de exportaciones consignadas en el actual plan de 
desarrollo.
Darío Restrepo centra su análisis en una crítica muy fina a los fallidos 
intentos de la “corriente fiscalista” para lograr una mayor eficiencia en el 
uso de los recursos estatales. Los prejuicios que enmarcan esta corriente les 
impiden aprehender la naturaleza de la acción del Estado y las tensiones 
que atraviesan su quehacer . En consecuencia, las propuestas para manejar 
el proceso de descentralización han sido inadecuadas y repetitivas y, como 
lo señala Restrepo, su historia termina siendo el recuento de los fracasos del 
intento de “rehacer el Estado a imagen y semejanza de unos dictámenes de 
la eficiencia de mercado”.
La investigadora Clara Ramírez analiza los indicadores de desarrollo 
social a lo largo de las últimas tres décadas, haciendo énfasis en la importan­
cia y magnitud que presentó la transición demográfica y la evolución de los 
índices de condiciones de vida.
Finalmente, como culminación de la Cátedra Manuel Ancízar, los 
profesores A. Camacho. L. J. Garay, C. González y G. Misas debaten sobre 
las posibles evoluciones de la economía y la sociedad en la primera década 
del Siglo XXI.
11
Desarrollo 
económico y social 
en Colombia. 
Siglo XX
Monitores de la Cátedra 
M anuel Ancízar
Augusto Iván M ejía 
M aría Carolina Arguello R. 
Katherine Cartagena P. 
Tatiana Am ador O. 
Ana M aría Sánchez 
M aría Carolina Varela 
Edith Aristid 
Óscar Loaiza 
Eduardo Arias R. 
Natalia Arias
La modernización 
inconclusa
C O N S U E L O C O R R E D O R M A R T ÍN E Z
Decana Facultad de Ciencias Económicas. 
Universidad Nacional de Colombia
L/A M ODERNIZACIÓN INCONCLUSA. Colombia: una moderni­
zación a medias y una caricatura de modernidad”. Este no es un título for­
mal, vacío de contenido. Al contrario, sintetiza la tesis central, que en mi 
opinión contribuye a explicar la difícil situación por la que atraviesa la so­
ciedad colombiana.
Los propósitos centrales de este trabajo son presentar el contexto de 
la crisis actual y la insuficiencia de los paradigmas para su interpretación; 
sustentar como alternativa de interpretación, el proceso de configuración 
de la sociedad moderna; y argumentar su pertinencia para el caso colom­
biano.
E l c o n t e x t o d e l a c r i s i s y l a i n s u f i c i e n c i a 
d e l o s p a r a d i g m a s
La crisis vivida a lo largo de los años ochenta, en la mayor parte de los 
países de América Latina llevó a muchos analistas a señalarla como una dé­
cada pérdida. Los hechos más destacados fueron el alto endeudamiento ex­
terno, continuos procesos de desindustrialización, crecimiento del desem­
pleo y de las actividades informales, crecimiento de la población en 
situación de pobreza. Estos y otros factores conllevaron la adopción de pla­
nes de ajuste orientados, principalmente, por organismos internacionales.
En esa misma década, Colombia se destacó en el concierto latinoa­
mericano por su estabilidad económica y por sortear con relativo éxito las 
graves restricciones derivadas del endeudamiento externo y de la crisis fi­
nanciera doméstica. Esta estabilidad económica se perdió una década des­
DESARROLLO ECONÓMICO Y SOCIAL EN COLOMBIA. SIGLO XX
pués, y hoy se debate en la más profunda crisis económica, política y social 
del siglo.
El solo enunciado llama la atención sobre dos aspectos importantes: 
por una parte, la insuficiencia de una explicación meramente económica, y 
por otra, las particularidades de cada uno de los procesos de desarrollo. Ra­
zones que invalidan las pretensiones de universalidad que postulan el dise­
ño de recetarios a aplicar sin tener en consideración las especificidades na­
cionales.
Las teorías del desarrollo imperantes desde la posguerra, y vigentes 
hasta bien entrados los años setenta, identificaron crecimiento con desarro­
llo y progreso, entendidos como procesos unilineales e irreversibles. La cla­
ve de este tránsito se ubicó desde entonces, en la industrialización y de ahí la 
acogida al proceso de sustitución de importaciones seguido en la región, 
con la confianza de que la industrialización permitiría superar el subdesa- 
rrollo y aminorar la brecha con los países centrales.
En efecto, se adelantó la sustitución de importaciones, se lograron 
procesos de industrialización, la ampliación del mercado, la monetización 
de la economía, la mayor diferenciación de lasrelaciones de trabajo, la ma­
yor división del mismo, una mayor integración al mercado mundial, y una 
mejora en las necesidades básicas, principalmente de la población asalaria­
da, entre otros logros.
Sin embargo, a partir de los años setenta las cualidades asociadas a la 
idea de progreso se van revelando como su contrario: la discontinuidad, la 
reversibilidad y la incertidumbre anuncian el agotamiento del proceso de 
sustitución de importaciones, fundado en una estrategia desarrollista que 
privilegió la modernización económica.
El proceso de salarización creciente se revierte, haciendo visibles y 
crecientes las actividades informales, y la vulnerabilidad de la economía a 
los cambios externos cobra nitidez. La creciente urbanización revela el caos, 
y los problemas cruciales de pobreza, desigualdad social y regional y de he­
terogeneidad estructural, lejos de haber sido solucionados, se muestran más 
complejos.
Una de las formas privilegiadas para enfrentar la situación, fue acudir 
en forma creciente al endeudamiento con las condiciones del mercado in­
ternacional. No obstante, a comienzos de los años ochenta la crisis de la 
deuda mostró la imposibilidad de cumplir los compromisos, lo que se tra­
dujo en un menor margen de maniobra de los distintos gobiernos, que se 
vieron abocados a planes severos de ajuste y de reestructuración.
16
LA MODERNIZACIÓN INCONCLUSA
Este difícil camino fue el que dio la idea de la década perdida en 
América Latina, y conllevó las agresivas estrategias de reestructuración de 
las economías, que guiadas por el Consenso de Washington pretendieron 
relanzar el proceso de acumulación defendiendo las virtudes de los merca­
dos libres y sentenciando el fracaso de la intervención del Estado.
Partiendo del hecho de que la crisis por la que atraviesa la sociedad 
colombiana desde los años ochenta y que se expresa en su forma más con­
tundente, como es la violencia, es el problema más apremiante en Colom­
bia, país en el que la idea de futuro pierde cada vez más sentido.
El poder de dislocación que ha tenido este fenómeno, hace impres­
cindible una reflexión sobre las causas del resquebrajamiento del orden es­
tablecido, en busca de posibles soluciones, puesto que ya no se puede ocul­
tar ni esquivar la magnitud de la crisis que toca los más diversos ámbitos de 
la vida nacional.
La temática no es ajena a la problemática del desarrollo. Las múltiples 
carencias que padecen importantes sectores de la sociedad colombiana no 
sólo con relación a unas mínimas condiciones materiales de sobrevivencia, 
sino también en cuanto a integración social y política, han hecho que la 
problemática del desarrollo mantenga su vigencia.
Con la crisis, esta problemática se ha convertido en un verdadero de­
safío tanto para los sectores que ven amenazado su orden de privilegios, 
como para quienes aspiramos a un orden basado en una mayor justicia e 
igualdad.
Analistas y políticos han señalado reiteradamente que la sociedad co­
lombiana ha sido escenario de profundas transformaciones y se hacen refe­
rencias múltiples desde la política, la sociología o la economía, pero en la 
mayor parte de estas perspectivas se ha subrayado un solo aspecto de la cri­
sis, centrando la atención especialmente en las instituciones, las clases so­
ciales o las estructuras económicas.
La complejidad de la crisis en Colombia y la escalada de violencia de­
satada desde los primeros años del decenio de los ochenta, ha hecho eviden­
te la insuficiencia de estos análisis parciales para ofrecer una explicación que 
proporcione una visión integral del fenómeno. De ahí que el efecto positivo 
de esta compleja situación haya sido revitalizar la problemática del desarro­
llo en una perspectiva más amplia que los tradicionales estudios antes men­
cionados. En particular, la de los análisis económicos que privilegiaron el 
examen de las trabas al crecimiento, sin preguntarse por la apropiación de
17
DESARROLLO ECONOMICO Y SOCIAL EN COLOMBIA. SIGLO XX
los beneficios y los costos sociales del mismo, ni por el marco de las relacio­
nes de poder en el cual se daba.
Las causas y consecuencias de la crisis son de orden económico, so­
cial, político, cultural e ideológico. Hasta un pasado reciente entre la mayor 
parte de los analistas colombianos, se privilegió el estudio del sistema eco­
nómico, para derivar de allí las consecuencias sociopolíticas. La compleji­
dad de la crisis ha mostrado la necesidad de examinar todas las instancias 
desde una perspectiva integral, y de ahí que sea insostenible confinar la pro­
blemática del desarrollo a una perspectiva meramente económica. Los ele­
mentos de orden sociopolítico explican la crisis al igual que los de orden 
económico y los estudios sobre la cultura y la ideología deben complemen­
tar la comprensión global de la sociedad.
El propósito de la reflexión que sigue es contribuir al esclarecimiento 
de algunos de los factores estructurales y coyunturales que han propiciado 
la crisis en lo económico y lo sociopolítico en la historia reciente del país, re­
conociendo que para la comprensión total del fenómeno se requiere no solo 
el concurso de otras disciplinas como la antropología o la semiología, sino 
la profundización ulterior en la perspectiva de análisis que aquí se propone.
Identificar los factores estructurales permite desvirtuar la idea general 
de que la crisis en Colombia se reduce al narcotráfico y la guerrilla. Además 
de su extrema simplificación, esta visión ignora por completo el proceso de 
constitución de esos actores y no se profundiza en el contexto que hizo posi­
ble su configuración y arraigo en el escenario nacional.
Por otra parte, el esclarecimiento de los factores coyunturales, desvir­
túa la tesis, que desde un lado opuesto, sostiene que la crisis actual no es más 
que una prolongación de crisis anteriores, que no presenta características 
diferentes. Desde esta perspectiva, la violencia adquiere el carácter de fenó­
meno endémico en la sociedad colombiana, y llega, incluso, a afirmar, que 
se ha aprendido a convivir con aquélla.
La generalización incontrolada de la violencia ha puesto al descubier­
to el equivocado diagnóstico sobre la crisis y los enormes costos que sin dis­
tinción está pagando la sociedad colombiana por el tratamiento inadecua­
do de la misma.
La crisis actual no es reductible a la violencia. La violencia anida en la 
crisis y es la forma extrema de su expresión. Por consiguiente, lo que resulta 
imperativo, es identificar los factores que han precipitado al país a esta pro­
funda crisis y que han propiciado el uso de la fuerza como medio de resolu­
ción de los diversos conflictos individuales o colectivos, en la perspectiva de
18
LA MODERNIZACIÓN INCONCLUSA
construir un orden en el que se aminoren las desigualdades y los antagonis­
mos, y que en cualquier caso no se aborden a través del enfrentamiento vio­
lento.
Para ofrecer una alternativa de interpretación es conveniente señalar 
unas pautas de orden metodológico. Cinco de ellas son particularmente re­
levantes:
1. Fijar la atención en las especificidades del proceso de desarrollo, en 
tanto resultado de la tensión e interacción de fuerzas económicas, so­
ciales y políticas.
2. Abordar la realidad como un contexto, es decir, como el producto de 
múltiples condiciones y actores en continuo movimiento.
3. Desentrañar las tensiones derivadas en ese proceso, las formas y los 
espacios de expresión de los conflictos que de ahí surgen, prestando 
atención a su diferente naturaleza para poder esclarecer vías de solu­
ción duradera.
4. Examinar simultáneamente los escenarios y los actores del proceso de 
desarrollo, en su devenir y en la crisis.
5. Otorgar un lugar de primer orden a lo político como proceso de 
constitución de sujetos en actores, e identificar el rol central del Esta­
do en la constitución de lo social. Destacar el papel del Estado en la 
problemática del desarrollo, conduce a superar el mito de la mano in­
visible -e l mercado— o lautopía de su destrucción.
E l p r o c e s o d e c o n f i g u r a c i ó n d e l a SOCIED AD m o d e r n a 
La opción analítica elegida para abordar tan compleja problemática 
es el proceso de configuración de la Sociedad Moderna, entendida como un 
proceso histórico complejo de construcción del hombre como actor de su 
obra. En otros términos, el advenimiento de la sociedad moderna recoge un 
doble ideario: por un lado, la aspiración de transformar el entorno material 
y por otro, colocar al hombre como centro del mismo. El primer ideario 
alude a la Modernización y el segundo a la Modernidad.
Por consiguiente la Modernización se refiere al proceso de apropia­
ción de la naturaleza por el hombre, con el fin de desarrollar las fuerzas pro­
ductivas y poder disponer de una mayor riqueza. La Modernidad se refiere 
a la apropiación del hombre de su propia naturaleza, lo que significa hacer 
de los individuos no solo sujetos transformadores de su entorno material, 
sino también, y principalmente, sujetos de su propia transformación.
19
DESARROLLO ECONÓMICO Y SOCIAL EN COLOMBIA. SIGLO XX
Por su parte, el Modernismo se refiere a la ideología que acompaña 
estos procesos y que como tal, le otorga sentido a los mismos, es decir cons­
truye un imaginario.
Esta diferenciación conceptual no surge de la necesidad de fragmen­
tar el análisis para aprehender la complejidad del objeto. Surge del hecho de 
que la modernización es un proceso indispensable para la modernidad, 
pero por sí misma no conduce a ella.
Desde esta perspectiva los procesos sociales no son explicados por razo­
nes trascendentales o derivados de la dinámica de la evolución en el tiempo. 
No son ajenos a la organización económica, social y política. Es éste el caso de 
Colombia, donde hoy son los hombres los enjuiciados: los gobernantes, la 
clase política, los partidos políticos, las élites económicas, las Fuerzas Arma­
das, la Iglesia, los sectores de oposición y sus estrategias. En fin, tanto la So­
ciedad Civil como el Estado están comprometidos en el desorden.
Esta opción analítica permite precisar la tesis central en torno de la cual 
se articula esta reflexión y que se puede enunciar como sigue: La crisis en que 
se debate la sociedad colombiana desde los años ochenta, es el resultado de un 
largo proceso de erosión del orden tradicional, inducida por las transforma­
ciones derivadas del proceso de modernización económica, que contrastan 
con el conservadurismo del sistema político y de la organización estatal.
Las dificultades por hacer compatibles un proyecto de moderniza­
ción, que por definición comporta cambios en la organización social de la 
producción y en las expectativas y valores de la población, con la permanen­
cia de un proyecto político fundado en la exclusión e inmovilidad social, no 
puede menos que resultar profundamente conflictivo e inhibir, finalmente, 
la continuidad de los dos proyectos.
La crisis actual de la sociedad colombiana es la expresión de la extre­
ma tensión resultante entre un proyecto de modernización económica aje­
no a un proyecto de modernidad. La razón central, que como hipótesis ex­
plica el curso seguido, es que el Modelo Liberal de Desarrollo ha sido el 
contexto que ha permitido el avance de la modernización económica y la 
contención de la modernidad.
Es un modelo integrador de los intereses de las élites dominantes, 
pero profundamente desintegrador de los intereses sociales, que ha signifi­
cado la subordinación del Estado, minimizando su función de interpretar, 
gestionar y regular los intereses colectivos. De esta forma se comprenden las 
dificultades para configurar un espacio público en el que se puedan expre­
sar, confrontar y resolver los conflictos sociales. El Estado colombiano es un
20
LA MODERNIZACION INCONCLUSA
Estado privatizado atrapado entre el liberalismo económico y el conserva­
durismo político.
Con el fin de lograr los propósitos analíticos esta presentación se divi­
de en tres partes:
En la primera, se sustenta la opción analítica y se argumenta su perti­
nencia para la comprensión de las sociedades latinoamericanas en general, y 
para la interpretación de la crisis colombiana en particular. En la segunda, 
se precisa el carácter de la modernización económica seguida en Colombia. 
Y en la tercera, se analiza la crisis desde los años ochenta, vista como el resul­
tado de los límites del modelo liberal de desarrollo. Pasemos ahora a preci­
sar los aspectos centrales contenidos en cada una de ellas, para sustentar su 
conveniencia y articulación:
L a o p c i ó n a n a l í t i c a
El examen de la modernización y la modernidad como procesos per­
mite apreciar, en el caso colombiano, un creciente divorcio entre ellos con 
enormes consecuencias. En efecto, la modernización económica se convir­
tió en el abece del progreso y en el paradigma a seguir por las distintas socie­
dades, con lo cual se alimentó la visión de que la modernización económica 
es una fase de transición de una sociedad atrasada a una sociedad moderna, 
un tránsito entre el subdesarrollo y el desarrollo.
Esta reflexión destaca el papel del mercado y del Estado como funda­
mentos de la organización de la vida material y de la organización social y 
política respectivamente, en tanto su imposición se convirtió en un impera­
tivo para el desarrollo y expansión del capitalismo a escala mundial.
El examen de las formas y consecuencias del tipo de inserción de 
América Latina en el mercado mundial, muestra cómo que se exportaron a 
ésta los productos finales -e l mercado y el Estado— sin importar la forma y 
el costo de producirlos.
Así se fueron tejiendo las distintas realidades sociales, en un lento, 
conflictivo e inconcluso proceso de configuración republicana, afectando 
en forma desigual la organización social y política entre países, por cuanto 
las mutaciones dependen en lo fundamental del tipo de alianzas o relevo de 
los grupos en el poder, del carácter del proyecto de modernización imple- 
mentado y de la representación que acompañe ese proceso de cambio.
La referencia a América Latina no va más allá de señalar algunos li­
ncamientos comunes a la región, cuyas especificidades sólo podrán esclare­
cerse con el estudio de cada país.
21
DESARROLLO ECONÓMICO Y SOCIAL EN COLOMBIA. SIGLO XX
Sin embargo, lo que fue común en el proceso de modernización en 
América Latina, fue el predominio de la idea de que la modernización por sí 
misma conduciría a las transformaciones sociales y políticas propias de una 
sociedad moderna. Se identificó industrialización con modernización y se 
la concibió como un proceso gradual e irreversible. Por todo esto el discurso 
de la modernización encerró promesas e ilusiones de democracia política y 
de mayor autonomía en el ámbito internacional.
La reversibilidad del proceso de modernización y los enormes costos 
sociales revelados en todas sus dimensiones y complejidad en la crisis desde 
los años ochenta, han fracturado la idea de progreso y han hecho que la de­
mocracia y la autonomía se mantengan como ideario, pero ya desencanta­
dos de las promesas de la modernización.
A partir de esta referencia general de interpretación sobre la configu­
ración de las sociedades en América Latina, se examinan las características 
específicas de la inserción de Colombia en el mercado internacional, y más 
exactamente en la dinámica de la modernización económica.
Tres interrogantes articulan la temática: a) ¿Cómo se configuró la 
tensión entre modernización y modernidad? b) ¿Cuál ha sido el contexto 
que ha hecho posible el relativo avance de la modernización y la contención 
de la modernidad? Y c) ¿Cuáles son sus principales implicaciones?
Para responder estas preguntas, examinemos las características eco­
nómicas y políticas de la inserción en el mercado internacional que se dio a 
través del modelo primario exportador y prevaleció con nitidez hasta los 
años treinta del presente siglo.
Dos características se destacan en este proceso en Colombia:su carác­
ter regional y el papel casi imperceptible del Estado. Características que no 
son ajenas a la precaria integración nacional dadas las dificultades de articu­
lación geográfica, económica y política. Factores de suma importancia para 
comprender, por qué las élites políticas organizadas en torno de los partidos 
Liberal y Conservador, y las élites económicas agroexportadoras e indus­
triales emergentes, coparon desde muy temprano los espacios económicos y 
políticos, e hicieron del principio liberal del respeto a la iniciativa privada 
un baluarte utilizado según su conveniencia para afianzar su hegemonía y 
dominación. Los numerosos poderes regionales y locales fueron desde en­
tonces, un obstáculo central para la formación de un Estado con capacidad 
para promover la configuración de una comunidad política, la cual requiere 
una subordinación relativa de los intereses y decisiones privadas a los inte­
reses y decisiones públicas.
11
LA MODERNIZACIÓN INCONCLUSA
De esta forma se va perfilando un modelo liberal de desarrollo que no 
se opone a la intervención del Estado, pero que le define una orientación y 
unos límites. El carácter liberal del proceso de modernización que se abrió 
paso desde los años treinta, fue avalado por el modernismo como ideología 
e hizo del desarrollismo la mejor política para la consecución de sus fines. El 
enorme costo se debe a su carácter profundamente discriminatorio, confi­
gurando amplias ‘masas de extras’ involucradas parcialmente como cons­
tructoras directas de las transformaciones económicas, pero excluidas de los 
beneficios resultantes. El sistema de dominación vigente apoya este orden y 
le confiere legitimidad a través del mantenimiento de los valores y la cultura 
política más propias de un orden tradicional.
Así pues, el modelo liberal de desarrollo, afianzado en la temprana 
alianza entre los intereses agroexportadores e industriales y en la omnipre- 
sencia del bipartidismo en la vida política colombiana, se identifica como el 
contexto que hizo posible la estrategia de modernización, con un claro di­
vorcio de un proyecto de modernidad.
E l c a r á c t e r d e l a m o d e r n i z a c i ó n
ECO NÓ M ICA EN TRE 1930 Y 1980
Se eligió este período porque en los años treinta se dio el quiebre del 
modelo primario exportador en un contexto de crisis mundial y en los años 
setenta se hizo evidente el agotamiento del proceso de industrialización por 
sustitución de importaciones, que fue el que le otorgó la dinámica a la mo­
dernización económica.
Se trata de poner de relieve las características específicas de este pro­
ceso, útiles para explicar sus modestos alcances y tempranas limitaciones. 
Esto nos permite precisar las distintas restricciones que se fueron consoli­
dando hasta convertirse en factores estructurales que han inhibido la conti­
nuidad de la modernización económica y dificultan aún más la búsqueda 
de la modernidad.
El examen de la modernización en este período nos lleva a destacar 
tres aspectos fundamentales: la configuración del problema agrario, el desa­
rrollo industrial, y los alcances y límites de la modernización económica.
El problema agrario
En el examen del problema agrario, más que la dotación de recursos 
interesa examinar la forma como éstos están distribuidos, las estrategias de
23
DESARROLLO ECONÓMICO Y SOCIAL EN COLOMBIA. SIGLO XX
modernización agropecuaria y su contribución a los desequilibrios sociales 
y regionales.
La atención que se le dedica a este problema tiene un doble motivo: la 
modernización agropecuaria ha sido el fundamento y la restricción del de­
sarrollo industrial y en el problema agrario se sintetiza la tensión derivada 
de las transformaciones en la organización social de la producción y la con­
servación de las estructuras de propiedad y dominación, propias de un or­
den tradicional.
Con relación a la distribución de recursos, el análisis permite corro­
borar que el proceso de modernización se llevó a cabo sin alterar en lo fun­
damental la estructura concentrada de la propiedad sobre la tierra, indu­
ciendo crecientes procesos de migración campo-ciudad y procesos caóticos 
de colonización.
La estructura bimodal de la propiedad es un factor explicativo de 
primer orden, de la persistente heterogeneidad del agro colombiano, con 
nocivos efectos sobre la distribución del ingreso, la utilización de los re­
cursos, el tamaño del mercado y la inserción de la economía en el mercado 
internacional.
Igualmente se aprecia la contribución del uso de la fuerza para la re­
composición de la tierra favorable a la gran propiedad, que alcanza un pun­
to alto en la intensa violencia de los años cuarenta y cincuenta, que poste­
riormente se repite en los primeros años de los setenta con un masivo 
proceso de invasión de tierras por núcleos campesinos en busca de una al­
ternativa de sobrevivencia, y que desde fines de los años ochenta se recrude­
ce el proceso violento de ocupación de tierras que en la actualidad se expre­
sa a través de enormes grupos de población desalojada y desplazada.
Respecto a la estrategia de modernización se advierten dos caracterís­
ticas centrales:
a) Que no obedeció a una estrategia deliberada de las élites económicas, 
sino que se derivó de la coyuntura externa y del tipo de crecimiento 
industrial seguido, lo cual explica el privilegio que se le otorgó a la 
agricultura comercial orientada principalmente hacia la exportación 
y a la provisión de materias primas industriales.
b) El aporte de la política económica que por estar al servicio de los in­
tereses agroexportadores e industriales quedó condenada a un estre­
cho marco de corto plazo, y a satisfacer los diversos intereses no 
siempre compatibles, haciendo de la apertura y la regulación un 
problema de conveniencia, según se tratara de coyunturas adversas
2 . 4
LA MODERNIZACIÓN INCONCLUSA
o de auge. Los distintos sectores buscaban transferir las pérdidas de 
la fase baja del ciclo al Estado y usufructuar las bonanzas sin regula­
ción alguna.
El desarrollo industrial
El análisis permite diferenciar dos grandes períodos: el primero que 
va desde inicios del presente siglo hasta 1945 y el segundo, desde la segunda 
postguerra hasta 1975.
D urante el prim er período la industria se fue abriendo paso de form a 
casi im perceptible, orientada principalm ente hacia la p roducción de bienes 
de consum o no durable (textiles, alim entos, bebidas y tabaco).
Las condiciones externas favorables, la protección a este tipo de bie­
nes y el gran desarrollo de obras públicas -en especial en los años 20— fue­
ron factores que contribuyeron a la ampliación de la demanda y a las trans­
formaciones que ya se anunciaban en el sector agropecuario. En este 
período la inversión extranjera directa fue casi inexistente en la manufactu­
ra, no así en las actividades extractivas (petróleo) o de exportación agrícola, 
tales como cultivo de banano y comercialización de café.
El segundo período se caracteriza por una gran dinámica económica 
favorecida por la coyuntura de posguerra, para profundizar el proceso de 
sustitución de importaciones que desde la crisis de los años treinta se venía 
insinuando. La definición del año final, 1975, obedece a la inflexión que 
experimenta la dinámica industrial basada en el proceso sustitutivo, que ex­
presa las dificultades del capital productivo para continuar su valorización.
Del primer período se destacan tres aspectos significativos para la 
comprensión de la dinámica en el segundo período:
• El papel de los capitales provenientes de la actividad exportadora que 
realizaron las primeras fusiones entre el capital comercial y bancario 
industrial, dando origen al capital financiero nacional.
• La gran importancia que tuvo el café en la acumulación de capital.
• La temprana tendencia a la concentración industrial.
Estos elementos ayudan a comprender la formación temprana de la 
alianza entre los sectores agroexportadores e industriales, que está en la base 
del tipo demodernización seguida en Colombia. Esta alianza explica en 
parte porqué los partidos políticos no lideraron alternativas de política 
económica, ni se constituyeron en voceros de intereses específicos de uno 
u otro sector, desdibujando aún más las identidades partidarias con con­
2-5
DESARROLLO ECONÓMICO Y SOCIAL EN COLOMBIA. SIGLO XX
tenido doctrinario, y haciendo de la política económica una parcela de 
poder en manos de los distintos gremios del capital privado.
Con relación a la concentración industrial, vale señalar que ella se dio 
no sólo en términos económicos sino también espaciales. El control de las 
fuentes de capital permitió la absorción temprana de otras industrias inci­
pientes (especialmente textiles y cerveza). La concentración regional de la 
industria se localizó en las cercanías a los puertos de exportación y princi­
palmente en torno del eje cafetero, al concentrar las mejores redes de comu­
nicación e importantes núcleos de población. El papel que cumplió la eco­
nomía cafetera en la ampliación de una base mercantil, fue un importante 
factor de compensación a las trabas impuestas por la concentración de la 
propiedad.
De esta forma se reforzó la insularidad de amplias regiones del país, 
que quedaron totalmente marginadas de este proceso.
Con relación al segundo período que comprende los años 1945 a 
1975, se aprecia claramente que es el período en el que se configura la es­
tructura industrial apoyada en el proceso de sustitución de importacio­
nes, no en forma de un continuum, lo que permite diferenciar tres subpe- 
ríodos:
• 1945-1958 la sustitución se centra en los bienes de consumo no du­
rable.
• 1958-1968 el proceso sustitutivo avanza hacia algunos bienes inter­
medios y unos pocos de capital.
• 1968-1975 la industria está en condiciones de exportar.
Para los propósitos de este trabajo señalemos sólo que la prioridad 
otorgada inicialmente a la sustitución de bienes de consumo no durable y el 
consiguiente rezago en la producción de bienes intermedios y de capital, 
tuvo dos consecuencias de suma importancia para la marcha del proceso de 
modernización: una, su dependencia de la capacidad de importación ha­
ciendo de la restricción de divisas un problema recurrente; y dos, que la 
continuidad del proceso quedó restringida por limitarse a la demanda in­
terna de bienes de consumo, con fuertes repercusiones sobre la capacidad 
para generar empleo, el nivel de ingreso y la estructura de propiedad de los 
recursos.
Esto explica que, desde sus inicios, las grandes firmas se consolidaran 
como unidades oligopólicas y que orientaran su producción a satisfacer la 
demanda de los estratos medios y altos de ingreso, con lo cual se reforzó la
16
LA MODERNIZACIÓN INCONCLUSA
estrechez del mercado limitando la diversificación del aparato productivo, 
el desarrollo tecnológico y la diversificación de exportaciones competitivas 
en el mercado internacional, factores que en forma conjunta se traducirían 
en un rápido agotamiento del proceso sustitutivo.
Desde entonces se configuró un círculo vicioso que aún persiste: la 
industria no se expande porque el mercado interno es estrecho, y este últi­
mo limita la generación de empleo y la expansión de la demanda, lo que a 
su vez restringe el crecimiento industrial.
Cada subperíodo señalado abarca un menor número de años, lo que 
da cuenta del progresivo agotamiento a pesar de la importante promoción a 
la diversificación de exportaciones que se adelantó en los últimos años, para 
darle salida al problema del tamaño del mercado y de la escasez de divisas. 
Aunque la diversificación fue importante, resultó de muy corta duración, y 
a la postre se confirmaría que ella se debió más a la expansión coyuntural 
del mercado internacional, que a una mayor competitividad deda, exporta­
ciones colombianas.
Por otra parte, el fomento a la exportación agropecuaria significó en 
no pocos casos el desabastecimiento del mercado interno, con lo cual se 
presionó los precios generando el problema inflacionario, sumándose a las 
restricciones antes señaladas.
A l c a n c e s y l í m i t e s d e l a m o d e r n i z a c i ó n e c o n ó m i c a
Esta reflexión es indispensable para comprender la vulnerabilidad en 
que se encontraba la economía en el inicio de los años ochenta y que auna­
do a factores de orden externo e interno, harán de los dos últimos decenios 
un período de profunda crisis.
Vista la economía en su conjunto, a lo largo del presente siglo se apre­
cian una serie de transformaciones importantes, no sólo con relación a la re­
composición sectorial sino también en términos de las características y ve­
locidad con que se operaron tales transformaciones.
En efecto, los años 50 marcan un claro punto de inflexión: de una so­
ciedad básicamente agraria y rural, con un evidente retraso agrícola e indus­
trial respecto a otros países de América Latina, se abre paso un acelerado 
proceso de modernización económica, hasta mediados de los años setenta, 
a ritmos muy superiores a los observados en países similares: una mayor 
pérdida de la actividad agropecuaria en el PlB, un desarrollo industrial a rit­
mos mayores y un acelerado proceso de urbanización.
27
DESARROLLO ECONÓMICO Y SOCIAL EN COLOMBIA. SIGLO XX
Sin embargo este dinámico proceso se agotó rápidamente, lo que 
hace del año 1975 un punto de quiebre, en el que dadas las dificultades en 
la valorización del capital se da inicio a un ciclo de acumulación especulati­
va, profundizando las restricciones a la actividad productiva y contribu­
yendo en forma importante al clima de inestabilidad social.
Precisemos entonces las principales características del proceso:
• En primer lugar, si bien se operó una reducción de la brecha entre las 
productividades agrícola e industrial, por el relativo avance de la pro­
ductividad agrícola, no fue menos importante el rezago de la produc­
tividad industrial lo que contribuyó a que en los años setenta se 
registrara una disminución en la tasa de rentabilidad industrial y un 
crecimiento negativo en los primeros años de los ochenta.
• El paquete tecnológico adoptado en uno y otro sector, privilegió el 
uso del capital y de los insumos importados con lo cual se castigó el 
uso de la mano de obra, restringió la disponibilidad de capital e hizo 
del desempleo y de la restricción de divisas, problemas persistentes.
• La prioridad que se le otorgó a la agricultura comercial en detrimento 
de la tradicional, hizo de la insuficiencia alimentaria un problema de 
primer orden por sus efectos sobre el deterioro de los salarios y la cali­
dad de vida, la reducción de la demanda potencial para otro tipo de 
bienes, lo cual desestimuló la producción, afectó el ahorro y la inver­
sión e indujo procesos inflacionarios. Adicionalmente, esa opción 
condujo a la distracción de divisas para atender las crecientes impor­
taciones para abastecer el mercado interno.
• La creciente tendencia a la concentración hizo que la gran propiedad, 
la agricultura comercial y las firmas oligopólicas fueran las principa­
les beneficiarías de la modernización.
En consecuencia, el enorme costo de este proceso ha sido la inserción 
precaria de importantes sectores de la población, y aun en algunos casos la 
exclusión, con graves consecuencias para la continuidad misma de la diná­
mica económica al significar importantes restricciones por el lado de la de­
manda de trabajo y de bienes y servicios, así como también en el orden so- 
ciopolítico.
En efecto a lo largo del análisis se constata que estas profundas trans­
formaciones estuvieron atravesadas por intensos conflictos sociales, por 
cuanto el carácter concentrador del proceso marginó importantes sectores 
de la población de los beneficios del crecimiento. Marginalidad expresada
2 8
LA MODERNIZACIÓN INCONCLUSA
social y espacialmente configurando verdaderos contingentes de ‘masas de 
extras’ localizadas en la periferia de las ciudades y en regiones insulares eco­
nómica, social y políticamente.
Sinduda, la concentración de los poderes y de los recursos de diversa 
índole, es la matriz del conflicto social en Colombia y es el terreno propicio 
para la constitución y arraigo de los actores, que en la década de los ochenta 
tuvieron un papel protagónico en la violencia.
No olvidemos que durante este período de modernización, se confor­
man las organizaciones guerrilleras, en sus inicios como grupos de resistencia, 
pero que irán transitando hacia organizaciones políticas armadas en respuesta 
al carácter excluyente y desafiante del sistema político y gracias a una base so­
cial formada por esos importantes núcleos de población marginada.
De lo dicho hasta el momento se aprecian las serias restricciones de 
capital para continuar su valorización con base en el proceso sustitutivo y la 
génesis del conflicto social en Colombia, que posteriormente se desatará en 
los años ochenta. Con relación a las restricciones de valorización del capital, 
se señaló anteriormente que la promoción a la diversificación de exporta­
ciones se planteó como una posible salida y que tuvo efectos de muy corta 
duración.
Sin embargo, el buen comportamiento del sector externo en los pri­
meros años de los setenta y el auge que desde mediados del decenio se dio 
en los ingresos externos principalmente por la bonanza cafetera, así como 
por el incremento de los ingresos por servicios y transferencias, creó un am­
biente de liquidez, afianzando la idea de que se entraba en una senda expor­
tadora de largo alcance. La política económica al final de los setenta, transi­
tó hacia una mayor desregulación de la actividad económica, para afianzar 
la estrategia de promoción de exportaciones: reducción de los controles fi­
nancieros, altas dosis de devaluación, elevadas tasas de interés real, desmon­
te paulatino de los aranceles y del crédito dirigido, así como de los subsidios 
sobre bienes y servicios.
De esta forma se facilitó y estimuló la acción simultánea de los grupos 
económicos en las instituciones financieras y en las empresas industriales, 
en un ciclo de expansión de actividades especulativas de compra y venta, 
que requieren grandes montos de recursos líquidos. Progresivamente, la 
posesión de liquidez se convirtió en el factor más rentable de la economía.
Desde entonces se operó una recomposición sectorial en favor de los 
sectores financiero, de la construcción y de los servicios, sin ofrecer efectos 
multiplicadores de largo alcance dada la lógica especulativa imperante. La
ig
DESARROLLO ECONÓMICO Y SOCIAL EN COLOMBIA. SIGLO XX
ausencia de controles institucionales que alimentó ésta lógica y por consi­
guiente ésta recomposición, también hizo de estas actividades una presa fá­
cil para el blanqueo de dólares.
Los capitales obtenidos en las actividades ilegales vinculadas a la pro­
ducción y tráfico de estupefacientes, reforzaron este ciclo y encontraron en 
la desregulación económica, el mejor escenario para su inserción en las más 
diversas actividades. En efecto, tal como se comprobaría años más tarde, el 
comportamiento ascendente de los ingresos por servicios y transferencias, 
se explicaría por su importante papel en el blanqueo de dinero procedente 
de las actividades del narcotráfico.
Esto contribuye a explicar en parte por qué a comienzos de los años 
ochenta a pesar de la crisis de la deuda y de la recesión interna, Colombia, a 
diferencia de la mayor parte de países de América Latina, no registró tasas 
de crecimiento negativas en el PlB, ni entró en una crisis cambiaría y que los 
efectos del ajuste no fueran tan drásticos, puesto que la economía continua­
ba irrigándose con estos flujos ilegales de dinero.
Si bien por entonces no se tenía conocimiento ni se sospechaba de la 
magnitud del negocio, lo que es claro es que al inicio de la década de los 
ochenta estos capitales ya tenían un importante grado de inserción en la ac­
tividad económica y se habían convertido en una fuente de ingresos para 
importantes sectores de población marginada, que encontraron en esta ac­
tividad una alternativa de sobrevivencia.
Este es el escenario en Colombia al inicio de la década de los años 
ochenta, en el que ya estaban presentes los protagonistas de la escalada de 
violencia, y en el cual el clima macroeconómico no ofrecía ninguna solidez.
L a c r i s i s d e s d e l o s a ñ o s o c h e n t a
Finalmente, entramos a examinar la crisis, entendida como el resulta­
do de los límites del Modelo Liberal de Desarrollo, pues en ella lo que se 
pone de manifiesto es la imposibilidad de continuar haciendo compatible 
el avance del tipo de modernización seguida hasta entonces con el rezago de 
la organización social y política existente.
En efecto, en la década de los ochenta se revela con intensidad la cri­
sis de orden social y político, agravada por las restricciones económicas de­
rivadas de factores estructurales y coyunturales. Así, los factores coyunturales 
tienen un peso explicativo en la crisis, no para explicar su origen, sino para ca­
racterizar sus manifestaciones y profundización. Tras ellos lo que se aprecia es
30
LA MODERNIZACIÓN INCONCLUSA
el peso acumulado de factores de orden estructural, que a lo largo de la histo­
ria se han ido configurando y cuya solución se ha ido postergando.
A inicios de los años ochenta el escenario económico era claramente 
restrictivo: agotamiento del proceso sustitutivo, recesión agropecuaria e in­
dustrial, restricción de divisas -en particular por la caída en los precios del 
café- desempleo e inflación. Lo anterior en un ambiente de inestabilidad 
social y política en el cual sectores sociales tradicionalmente excluidos, tran­
sitan hacia actores sociales en demanda de atención a sus necesidades más 
sentidas.
El tratamiento represivo que se le dio a estos conflictos —sobre todo 
en los primeros años de la década- promovió una degradación de las prácti­
cas en algunos organismos de seguridad del Estado, con lo cual las desapari­
ciones, torturas, allanamientos y asesinatos políticos, fueron el antecedente 
inmediato de la escalada de ‘guerra sucia’ que se desataba progresivamente 
en el país.
A la par con el descrédito nacional e internacional del Gobierno, los 
grupos guerrilleros iban ganando capacidad ofensiva y presencia política. 
Esto explica que la bandera de la paz haya sido enarbolada desde los prime­
ros años de ese decenio, por parte de los sectores de oposición como tam­
bién de algunos sectores políticos vinculados al establecimiento. Desde en­
tonces las estrategias gubernamentales tienen que responder a un doble 
desafío: enfrentar la recesión económica y recuperar la estabilidad sociopo- 
lítica.
Para este último análisis es conveniente diferenciar la década de los 
ochenta y la de los noventa, poniendo la atención en el diseño y ejecución 
de las estrategias económicas y sociopolíticas.
L O S AÑOS OCHEN TA
Desde inicios de la década se visualiza el contexto de crisis en el país, 
que hace imperativa una serie de reformas económicas y sociopolíticas que 
se van delineando a lo largo del decenio.
Con relación a las estrategias económicas, es conveniente centrar la 
atención en la consistencia y alcances de la política económica para enfren­
tar las restricciones señaladas. Y en cuanto a las estrategias sociopolíticas, 
subrayar la formulación, articulación e implementación de la política 
orientada a los objetivos de integración de los sectores tradicionalmente ex­
cluidos.
y
DESARROLLO ECONÓMICO Y SOCIAL EN COLOMBIA. SIGLO XX
La primera mitad de la década estuvo marcada por serias restricciones 
de orden externo e interno. En lo externo, el cierre de los flujos de crédito, 
la elevación de los tipos de interés y las medidas proteccionistas adoptadas 
por los países centrales, hicieron del servicio de la deuda una creciente carga 
para la economía ya en recesión. En lo interno, se destaca el fin del ciclo es­
peculativo, que se tradujo en una crisis financiera (1982) que absorbió con­
siderables recursos públicos en unapolítica gubernamental de salvamento a 
las entidades en iliquidez o quiebra.
La serie de reformas que se adelantan desde entonces, tienen claros 
antecedentes en el segundo lustro de los setenta, cuando se dieron los pri­
meros pasos en materia de liberalización, desregulación y cuestionamiento 
de las funciones del Estado. Este cambio de orientación estaba en conso­
nancia con los cambios internos y externos, en un escenario de crisis, en el 
que persistían los desequilibrios. De ahí que se abra paso la necesidad de en­
frentarlos con políticas de ajuste, incorporando explícitamente recomenda­
ciones de liberalización tendientes a romper las rigideces. Los programas de 
ajuste y estabilización incorporaron como ingrediente importante de la 
política macroeconómica una meta de déficit con respecto al PlB, presio­
nando la recomposición del gasto y el adelanto de reformas administrati­
vas. El criterio que se va imponiendo es la liberalización de los mercados 
como garantía de la adecuada asignación de los recursos, acompañada de 
la búsqueda de la eficiencia en el gasto público y con ella la readecuación 
del Estado.
La restricción de recursos públicos condujo a castigar la inversión pú­
blica, en particular al gasto social, con lo cual la estrategia de integración 
orientada a objetivos sociopolíticos, se vio seriamente limitada. Esta última 
fue permanentemente cuestionada por la mayoría de las élites económicas y 
políticas y por algunos sectores de las Fuerzas Armadas.
La estrategia de integración política se redujo entonces a la negocia­
ción con los actores más visibles del conflicto, la guerrilla, pero desprovista 
de las transformaciones necesarias para iniciar un camino de integración. 
La política ambigua del gobierno Belisario Betancur, entre la represión y el 
diálogo, tuvo por parte de sus interlocutores una respuesta no menos ambi­
gua, en la que al parecer primó la idea de hacer del diálogo una forma de ga­
nar la guerra.
Igualmente ambiguo fue el tratamiento al narcotráfico cuyos actores 
van transitando de delincuentes económicos a delincuentes políticos, con 
mayor nitidez en el segundo lustro. Estos actores, con enormes recursos
32
LA MODERNIZACIÓN INCONCLUSA
de poder económico, buscaron espacios de reconocimiento social y políti­
co amenazando entonces la unidad de la clase política y de la organización 
estatal, ya fuertemente permeadas por los dineros e intereses del narcotrá­
fico.
De esta forma se profundizó el fraccionamiento del poder y se desató 
una escalada de confrontaciones armadas sin precedentes en el país.
L O S NOVENTA
Los inicios de esta década marcan uno de los momentos más acucian­
tes en la historia reciente, por lo cual el gobierno se vio abocado a enfrentar 
la profunda inestabilidad sociopolítica y a implementar un cambio de rum­
bo en la estrategia económica, dado el agotamiento del camino seguido y 
los cambios en el contexto internacional. Una vez más se hace evidente el 
viejo problema de hacer compatibles la democracia económica y la demo­
cracia política.
En materia económica se profundizó y aceleró el proceso de liberali- 
zación y desregulación, que como vimos tuvo sus inicios a mediados de los 
setenta y que durante el último período de la administración Barco ya pare­
cía perfilarse más claramente. Es así como se toman una serie de medidas 
dando inicio al proceso de apertura: liberalización del comercio exterior, re­
forma laboral, cambiaria, reforma al sistema financiero, a la infraestructura 
vial y de transporte, medidas que marcan también el inicio de la reorganiza­
ción estatal que se concretará en la estrategia de modernización del Estado.
La aceleración de la apertura y la ruptura con el gradualismo como 
tradición en el manejo económico, junto con la errática política económi­
ca, se tradujo en enormes costos para la dinámica económica, ensombre­
ciendo aún más el panorama.
Por su parte, el clima político es de mayor optimismo por el proceso 
de la Asamblea Nacional Constituyente que se había gestado en el gobierno 
anterior, y que promulgará la Carta Política en Julio de 1991. Pero las con­
cepciones sobre las relaciones Estado, Economía y Sociedad propuestas en 
la estrategia económica y en la Constitución, desafortunadamente no son 
coincidentes.
En efecto, la Carta Política ofrece una serie de aspectos positivos: un 
marco más apto para relegitimar al Estado y recobrar la credibilidad en las 
instituciones; en lo económico, sin sesgarse hacia un intervencionismo no 
le otorga al mercado un papel protagónico; en lo social, la política deja de 
ser residual y coloca al bienestar como el fin central del Estado y en materia
33
DESARROLLO ECONÓMICO Y SOCIAL EN COLOMBIA. SIGLO XX
institucional establece la descentralización y la autonomía local en contra­
vía del lastre histórico del centralismo.
En suma, en la Constitución es claro el papel central del Estado en el 
curso del desarrollo, mientras que desafortunadamente en la estrategia eco­
nómica se restringe su acción en favor del sector privado y se polariza la falsa 
dicotomía Estado-Mercado. A diferencia de la visión Republicana del 
Estado que inspira la Constitución, la estrategia de apertura extrema la vi­
sión liberal del Estado en la cual el ciudadano es externo a él, entre los dos 
media un contrato y éste debe defenderse del Estado para conservar su li­
bertad, por cuanto es el mercado el portador de los méritos en cuanto a li­
bertad, eficiencia y respeto al individualismo. El norte, en esta década, ha 
sido la estrategia de apertura económica, con el enorme costo de ignorar o 
subordinar los requerimientos que en materia de gobernabilidad son un 
imperativo para la resolución de la crisis y la construcción de una senda de 
desarrollo integral y sostenible.
Es necesario reiterar que en Colombia, el Estado históricamente no 
se ha caracterizado por un excesivo intervencionismo, y más costosa ha sido 
su ausencia en la resolución de los conflictos, en la prestación de muchos 
bienes y servicios y en su escasa o nula presencia en amplias zonas del país. 
La llamada parainstitucionalidad no se ha dado por alta legislación e inter­
vención en los mercados, ni por inhibir la iniciativa privada. Al contrario, 
ha sido fruto de la incapacidad del Estado de regular los intereses privados 
en beneficio de los intereses colectivos, por la imposibilidad del aparato 
productivo de generar empleo, por la desintegración y reducido tamaño del 
mercado interno, por la baja competencia en el mercado internacional, en 
fin, por factores de orden estructural que han impedido socializar los bene­
ficios, los recursos y la riqueza.
C o n s i d e r a c i o n e s f i n a l e s
Si bien hoy es insostenible la tesis del proteccionismo como política 
de desarrollo, igualmente insostenible es la tesis del antiintervencionismo 
estatal si se quiere que la modernización económica apuntalada por la aper­
tura y la internacionalización, no profundice las disparidades y exclusión de 
amplios sectores de la población, al dejar a la lógica del mercado las elemen­
tales pero vitales decisiones de qué, cómo, para qué y para quién producir.
Los espacios cedidos por el Estado, no siempre son copados por el 
mercado, pues mientras el primero debe tener ante todo una función social, 
el segundo se rige por el cálculo costo-beneficio. La disparidad entre costos
34
LA MODERNIZACIÓN INCONCLUSA
privados y costos sociales, sobre los que llamó la atención muy temprana­
mente Adam Smith, es justamente la que explica porqué el mercado por sí 
solo no puede asignar eficientemente los recursos.
Es más aconsejable reconocer las potencialidades y limitaciones del 
Mercado y del Estado como formas de organización de la vida material y de 
la organización social, política y cultural. No se le puede atribuir a uno u 
otro una racionalidad superior, sino entender su distinta naturaleza, lógica, 
funciones y alcances diferentes.
Es necesario construir un proyecto de integración y también un pro­yecto integrador. Ni el mercado ni el Estado, por sí solos tienen éxito en 
esta doble tarea.
Dada la tendencia estructural a la desintegración social es indispensa­
ble una nueva forma de relacionamiento si se quiere que los propósitos de 
integración política no se frustren por la búsqueda de la integración al mer­
cado mundial.
Los costos de la postergación de reformas orientadas a resolver la de­
sintegración y la exclusión de amplios sectores de la población y el trata­
miento inadecuado de la crisis, se aprecia con particular fuerza en los pro­
fundos desequilibrios sociales y regionales, que hoy son un verdadero reto a 
la legitimidad de la organización política y a la reconstrucción de la sosteni- 
bilidad económica.
Este análisis nos permite corroborar, cómo el tipo de modernización 
económica seguida y el rezago de la organización social y política, profundi­
zaron la exclusión y la desigualdad, la marginalidad y la fragmentación local 
y regional.
Igualmente se aprecia la subordinación de que ha sido objeto el Esta­
do por parte de las élites dominantes, lo que explica que su intervención 
haya reforzado estos desequilibrios.
Cuatro aspectos básicos dan cuenta de las dimensiones de la diferen­
ciación y exclusión social, otorgándole énfasis a sus expresiones regionales: 
i) los niveles de pobreza, ii) el acceso a la educación, iii) las oportunidades 
laborales y iv) la infraestructura vial y de servicios públicos.
Lo anterior permite comprender cómo las pronunciadas diferencias 
socioespaciales han hecho de las regiones más marginadas un importante 
escenario de conflictos sociales y de conflictos armados. Ellas han sido el 
principal teatro de operaciones de la guerrilla, de las actividades del narco­
tráfico y de la acción de los grupos de justicia privada. Importantes sectores 
encuentran en estos grupos una comunidad de intereses o una protección a
35
DESARROLLO ECONÓMICO Y SOCIAL EN COLOMBIA. SIGLO XX
la represión, y en el narcotráfico, una alternativa de sobrevivencia al vincu­
larse a las actividades del negocio o nutrirse de los ingresos generados en él.
Por supuesto que en uno y otro caso se sobreponen afiliaciones vo­
luntarias o impuestas, pues son comunidades que en medio del fuego cru­
zado son acusadas de ser base social de los distintos adversarios en conflicto.
Este examen simultáneo de escenarios y actores como telón de fondo 
de la crisis y de la exacerbación de la violencia, quedaría incompleto sin una 
reflexión sobre las restricciones del régimen político, que de hecho han es­
tado presentes a lo largo de la historia del país. Se trata de analizar cómo las 
limitaciones del modelo liberal de desarrollo han reforzado las restricciones 
del régimen político colombiano, y a su vez, han sido reforzadas por éste.
De tal forma se puede apreciar cómo las transformaciones inducidas 
por el proceso de modernización, han contribuido a la erosión del orden so­
cial tradicional, sin ofrecer una nueva organización social y política que las 
reconozca e integre, conduciendo a un creciente divorcio entre la sociedad 
civil y el Estado, y a una consiguiente pérdida de representatividad y legiti­
midad del sistema político.
Tres aspectos centrales nos corroboran lo anterior. En primer lugar, 
la importancia que en la vida política colombiana han tenido el sectarismo 
y el clientelismo como mecanismos de adscripción y articulación política, 
mecanismos propios de sociedades tradicionales, que sustituyen la precarie­
dad del mercado y de la ciudadanía, como formas de cohesión de socieda­
des modernas.
En segundo lugar, el contraste entre las transformaciones inducidas 
por la modernización que le restan eficacia a estos mecanismos, y el inmovi- 
lismo estatal y del sistema político, que a pesar de sus formas aparentemente 
modernas, persisten en las relaciones premodernas que no se corresponden 
con las mutaciones operadas en el orden social.
Por último, la crisis de legitimidad del régimen político, derivada de 
esta disociación entre la organización social y política. La crisis de legitimi­
dad alude a la pérdida de representación y de credibilidad en el sistema polí­
tico por parte de las bases sociales en el cual se afianza. Se trata de una pérdi­
da progresiva de espacio como mediador y canalizador de las demandas 
políticas y sociales.
Sin duda ésta es una de las caras más visibles de la crisis en los últimos 
años, y de ahí que en la actualidad el país se debata en buscar alternativas y 
espacios de diálogo y negociación para el desarme y el tránsito hacia vías ci­
viles de confrontación política, lo que pasa por la desactivación de los facto­
36
LA MODERNIZACIÓN INCONCLUSA
res inmediatos de la violencia, pero más allá, de los factores de la crisis, en 
una perspectiva de integración social, económica y política.
En el análisis desarrollado se aprecia que las administraciones guber­
namentales en las dos últimas décadas han trazado distintas estrategias en­
tre la negociación y la represión, pero orientadas básicamente a enfrentar la 
violencia sin llegar a los factores reales de la crisis. Ello contribuye a explicar 
su corto alcance al pretender institucionalizar los conflictos sin remover los 
factores que están en la base de los mismos.
A pesar de la gravedad del conflicto que vive la sociedad colombiana, 
hay una dosis de optimismo, por cuanto la crisis ha permitido la puesta en 
escena de las profundas contradicciones que la aquejan, y han contribuido a 
que ésta se reconozca mejor a sí misma y a que tenga una percepción más 
clara del orden que no se quiere, a pesar de que aún se debata en la incerti- 
dumbre del orden al que se aspira y de cómo lograrlo. Es deber de la acade­
mia contribuir a delinear este orden y poder construir entre todos, la socie­
dad que queremos.
37
Las instituciones 
colombianas 
en el siglo XX
S A L O M Ó N K A L M A N O V IT Z 1
Profesor Titular Universidad Nacional de Colombia 
Codirector del Banco de la República
L a s INSTITUCIONES CONSTITUYEN EL m ap a por donde circulan y se 
saldan rodos los intereses de una sociedad. Ellas son especialmente perti­
nentes para entender mejor los problemas del subdesarrollo pues apuntan a 
delinear los factores que rodean la acumulación de capital.
En una cápsula, las instituciones son las reglas de juego de una socie­
dad: encausan o frenan el desarrollo económico siendo también un resulta­
do histórico o sea que “dependen del pasado” [North 1993, 95]. En el caso 
colombiano, al igual que en muchos países en desarrollo, podemos observar 
que surgen de procesos conflictivos de constitución de la nación en los cua­
les el Estado no ha logrado el monopolio de la fuerza ni de la fiscalidad (im­
posición de tributos), que en la concepción de Norbert Elias son condicio­
nes necesarias para la constitución del Estado moderno. Es el caso donde las 
instituciones no se validan, o sea que los compromisos públicos o la misma 
ley no siempre se cumplen porque no son ejercidos en la realidad, ya fuera 
por la ausencia de presión externa (policías y jueces) o porque las normas no 
están interiorizadas en los individuos. Además no hay suficientes balances y 
frenos entre los distintos poderes públicos que actúan en forma ineficiente 
[Haber et al. 1999]. Una peculiaridad de las instituciones colombianas es 
que muchos de los agentes no cumplen las reglas contenidas en ellas. La ley
I El texto no refleja ninguna posición de la Ju n ta D irectiva del Ban co. Agradezco los com en ­
tarios de Jo h n Sudarsky y de Jorge A rm ando Rodríguez.
DESARROLLO ECONÓMICO Y SOCIAL EN COLOMBIA. SIGLO XX
se acata pero no se cumple, el crimen no se castiga, el contrabando se tolera 
y las luces de los semáforos son interpretadas arbitrariamente por los con­
ductores.
Este siglo que expira pronto podría constituir un punto de inflexión 
histórico para Colombia, como lo fuera el fin del siglo XIX que culminaba e 
iniciaba uno nuevo con una nación arruinada, con hiper-inflación, aislada 
del mundoy con la cruenta guerra civil que se extendería hasta 1903 y que 
nos entregó un país sin su rica provincia de Panamá. Culminada ésta, sin 
embargo, se generó un enorme cambio estructural que transformó un país 
de haciendas y campesinos en otro urbano e industrial. Unas instituciones 
políticas y legales centralizadas adquirieron nueva vida y apoyaron el desa­
rrollo capitalista que finalmente despegó para Colombia después de un si­
glo que prácticamente se perdió. Hubo compromisos del Estado de respe­
tar la oposición política, de no utilizar impuestos confiscatorios, de pagar 
sus deudas, y de no abusar del impuesto inflacionario, que sentaron las con­
diciones de confianza necesarias para desatar la acumulación privada de ca­
pital en el país.
Después de casi un siglo de desarrollo capitalista constante y relativa­
mente exitoso, estamos de nuevo en medio de un conflicto civil largo y 
complejo, que se agrava por la ruptura de la convivencia política, un dete­
rioro de las instituciones sociales, económicas y legales que organizan la 
vida de los colombianos. Ese desarrollo no ha sido suficientemente profun­
do como para absorber totalmente a la población que está desempleada o 
subempleada. La hipótesis de este ensayo es que parte de la responsabilidad 
recae en las instituciones que, de una forma u otra, han frenado la acumula­
ción de capital y no han permitido hacer tal incorporación de mano de 
obra. El crecimiento del tráfico de drogas ha afectado negativamente a la 
economía y a las exportaciones legales y ha deteriorado aún más el sistema 
de justicia, ha subvertido los valores e incentivos públicos y ha financiado 
tanto a la subversión como al paramilitarismo, que han entrado a depredar 
en forma creciente a la producción de muchas regiones del país.
A partir de los procesos de paz iniciados en los años ochenta y noven­
ta del siglo XX, el país ha pasado de ser organizado por una democracia 
clientelista a una un poco más participativa. Se ha progresado hacia una 
mayor democratización con los procesos de descentralización política, el 
voto de opinión ha ganando mucho espacio, igual que los movimientos cí­
vicos contra el voto clientelizado o comprado. El municipio se ha vuelto 
nuevamente la célula de la democracia y se ha logrado atar la tributación lo­
40
LAS INSTITUCIONES COLOMBIANAS EN EL SIGLO XX
cal con los beneficios de la inversión pública para los contribuyentes. La 
justicia se ha vuelto más accesible a la población aunque siguen acumulán­
dose millones de casos que nunca serán resueltos por los jueces. Las cortes 
superiores actúan sin considerar los efectos nocivos que tienen sus senten­
cias sobre el desarrollo económico y los incentivos de la sociedad, en parti­
cular el de cumplir con los contratos. El banco central ha adquirido un 
compromiso de disminuir progresivamente el impuesto inflacionario. La 
mayor parte de estos factores son un buen punto de partida para lograr al­
canzar una sociedad más democrática y menos injusta hacia el futuro.
Un optimismo de mediano plazo nos sugeriría que hacia el 2005 el 
conflicto armado estaría resuelto, que los cultivos de coca y amapola esta­
rían controlados y que el país estaría desatando sus fuerzas productivas en 
un ambiente de mayores libertades públicas. Si este escenario se cumple, se­
ría importante que el proteccionismo no estrangulara el cambio técnico, 
que la tributación y el gasto público fueran compatibles con el rápido creci­
miento de la economía, que el despotismo con que actúan los grupos arma­
dos no penetre las instituciones colombianas hacia el futuro y que las cortes 
actúen para garantizar la seguridad jurídica y no repriman el desarrollo eco­
nómico.
Lo que haré en este ensayo es exponer algo de la teoría de las institu­
ciones contemporánea, lo sustancial del legado histórico colombiano para 
luego referirme al Estado y la polis, al sistema legal en particular, para cul­
minar con algunos de los elementos de la estructura social que organizan las 
instituciones examinadas.
T e o r í a d e l a s i n s t i t u c i o n e s
La importancia de las instituciones en el desarrollo económico ha 
sido reconocida por varias vertientes sociológicas y económicas que subra­
yan que ellas constituyen las reglas del juego que orientan las acciones de los 
ciudadanos. Las instituciones garantizan los derechos de propiedad, gene­
ran la cooperación o el conflicto entre la población y permiten o impiden la 
depredación sobre la producción que pueden ejercer distintos grupos socia­
les, ya sea en forma lícita o ilícita [North 1993, Olson 1965, Fukuyama 
1997].
Uno de los indicadores básicos del desarrollo económico es el pro­
ducto per cápita que refleja la acumulación de capital y la productividad en 
el uso de los factores, lo que a su vez depende de la educación a que tenga 
acceso la población. En el fondo de todo está la estructura institucional y las
41
DESARROLLO ECONÓMICO Y SOCIAL F.N COLOMBIA. SIGLO XX
políticas públicas que autores como Hall y Jones han llamado la “infraes­
tructura social”. Las dos definen conjuntamente el medio económico en el 
cual los individuos acumulan destrezas e inteligencias, y las firmas acumu­
lan capital y producen bienes. La infraestructura social favorable a los altos 
rendimientos por trabajador es la que apoya actividades productivas, la ad­
quisición de destrezas, la invención y la transferencia de tecnología.
Las políticas y acciones predatorias del excedente económico
Dentro de las políticas predatorias que puede desplegar un gobierno 
está claramente una política monetaria expansionista que termina generan­
do inflaciones altas y no anticipadas que actúan como pesados impuestos a 
las rentas fijas, a los salarios de la población no sindicalizada, destruyen aho­
rros del público y licúan o reducen el valor real de los préstamos de los deu­
dores, entre ellos los del propio gobierno. Aquí denominaremos como im­
puesto inflacionario a este tipo de ingresos que surgen del exceso de emisión 
monetaria y que terminan pagando sin entender cómo los ciudadanos. Este 
tipo de incidentes inflacionarios destruye capital y son parecidos a las ex­
propiaciones o préstamos forzosos que solían hacer los monarcas europeos 
cuando no los controlaba un parlamento burgués, simplemente diluyendo 
la ley del contenido de oro y plata de las monedas.
Para que el desarrollo económico sea rápido, el producto de las activi­
dades debe ser capturado mayoritariamente por los participantes en ellas. 
El aumento de la productividad debe manifestarse en bajas de precios para 
los consumidores, lo cual requiere que impere algún grado de competencia. 
Las instituciones -el monopolio de la fuerza del Estado, los sistemas de jus­
ticia y de valores- deben garantizar los derechos de propiedad de los pro­
ductores e impedir que sus excedentes o recursos sean capturados por otros 
agentes, por medio de acciones de sanción social o incluso con medidas de 
fuerza.
Las desviaciones privadas son ejemplificadas por el robo, las invasio­
nes y la protección mafiosa -lo que coloquialmente llamamos vacunas- por 
la guerrilla y que el crimen organizado ha extendido exitosamente. Se trata 
de una situación que Haber et al. clasifican como de “inestabilidad débil, en 
la cual una sociedad percibe varios sistemas políticos compitiendo por la 
autoridad en la sociedad, lo que significa que varios agentes enfrentan dife­
rentes medios institucionales [...] donde falta control efectivo del gobierno 
central”. Esta categoría se compara con una inestabilidad fuerte cuando el 
sistema pierde su calidad de auto-validación y las fuerzas opuestas al gobier­
42
LAS INSTITUCIONES COLOMBIANAS EN EL SIGLO XX
no se tornan en amenazas creíbles a todo el sistema político, dejando sin 
efecto el contrato social subyacente.
Las desviaciones de excedentes generadas por el Estado son las expro­
piaciones, la tributación confiscatoria y la corrupción. Buena parte del gas­
to público es desviado a favor de los contratistas

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