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Lo grotesco en angelitos empantanados 
 
 
 
 
Jairo Alberto Ruiz Ropero 
 
 
 
 
Director: Hernán Joaquín Fonseca 
 
Trabajo de grado para optar por el título de magíster en literatura 
 
 
Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia 
Facultad de Educación 
 Maestría en Literatura 
Tunja, Boyacá 
 2022 
2 
 
Dedicatoria 
 
A mis padres quienes siempre me han 
 Brindado su apoyo incondicional y sincero. 
 
Una madre deja caer su hijo al Nilo. 
¡Y dale con la madre! Un cocodrilo se apodera de él. 
 La madre implora que se lo devuelva. 
 El cocodrilo dice que perfectamente con 
Tal de que ella adivine lo que va a hacer con 
 El niño: si comérselo o no comérselo. 
Retrato del artista adolescente (James Joyce). 
 
A mi director de tesis por su paciencia. 
Esta peregrinación, no obstante, le parece insensata. 
Cree que en las bibliotecas nada es hallazgo 
 Y en cambio todo es extravío. 
Y, en ocasiones, le gana la certeza de que buscarle 
Sentido a los libros es una actitud supersticiosa. 
 Lejos de Roma (Pablo Montoya) 
 
A Rhonald. 
Con quien una mañana pactamos proponerle 
Al otro el libro para su respectiva tesis. 
Él ya había cumplido con su parte del trato. 
Ahora yo cumplo la mía. 
3 
 
Contenido 
Introducción ................................................................................................................................ 4 
Justificación .................................................................................................................................. 8 
Planteamiento del problema ....................................................................................................... 11 
Objetivos ................................................................................................................................... 14 
Marco teórico ............................................................................................................................ 15 
Antecedentes ................................................................................................................. 15 
Bases teóricas ................................................................................................................ 19 
Metodología .............................................................................................................................. 24 
Marco metodológico ...................................................................................................... 24 
Método ............................................................................................................................ 24 
De los angelitos empantanados a lo grotesco ............................................................................. 28 
El pretendiente ............................................................................................................... 30 
Angelita y Miguel Ángel ................................................................................................ 43 
Angelita ............................................................................................................. 43 
Miguel Ángel ..................................................................................................... 53 
El tiempo en la ciénaga ....................................................................................... 62 
Conclusiones ............................................................................................................................. 72 
Referencias bibliográficas .......................................................................................................... 76 
4 
 
Introducción 
Lo grotesco es una estética que ha venido cobrando interés y relevancia dentro de los 
estudios literarios en los últimos años. Desde todas las latitudes, laboriosos teóricos centran su 
atención en él y descubren un fenómeno desbordante en formas e interpretaciones. Como un 
espíritu que lo recorre todo, atraviesa los siglos y los continentes, dejando a su paso su extraña 
huella imposible de borrar. Quizá sea su carácter heterogéneo, en el que confluyen los 
elementos más dispares e inesperados en un único lugar, o su inagotable capacidad de cambio, 
lo que atrae y atraerá a los estudiosos, quienes fascinados con él no puede sino comportarse 
como sentenció el poeta latino Horacio “ut canis a corio nunquam absterrebitur uncto (el 
perro que ha probado la piel untada con aceite ya no deja de comerla). 
La presente investigación analiza el concepto de grotesco en el libro de cuentos 
Angelitos empantanados (1988) de Andrés Caicedo. En los respectivos relatos de los 
protagonistas el estudio enfatiza en lo grotesco que encarna en la narración a través de lo 
monstruoso, el “id fantasmal”, la locura, la lengua grotesca, entre otros motivos grotescos que 
tornan “extraño” su mundo circundante, que despojado de “sus ordenaciones” u 
“orientaciones” propicia en cada sujeto una pérdida de confianza en la realidad, revelando así 
una vida angustiante en donde todo lo que los rodea queda enfrascado en el absurdo o sin 
sentido. Estos “angelitos” son una porción de la juventud de una clase social acomodada, que 
predispuesta a los mejores desarrollos vitales, “topa inesperadamente con la fatalidad”. Así, 
contrarían un destino de bienestar y felicidad asegurados por el solo hecho de pertenecer a las 
clases altas y sumen inexorablemente su existencia en terribles padecimientos (desclasamiento 
social, la muerte prematura, la abulia y la criminalidad). 
La investigación del concepto de grotesco en relación con los cuentos de Angelitos 
empantanados (1988) se realizó motivada, en un principio, por estudiar en el texto sentidos 
relacionados con lo sucio, escatológico o grosero. Pero a lo largo de su desarrollo aparecieron 
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nuevos elementos como lo humorístico o lo trágico que señalaron la necesidad de ampliar mi 
primera interpretación. Una pesquisa posterior de un texto apenas revisado (Kayser, 1964) y 
una lectura más profunda de la obra literaria, a la vez que indagar más sobre lo grotesco desde 
diferentes perspectivas, me permitieron encontrarme con lo grotesco y elaborar un concepto 
teórico que abarcara tanto las primeras como las más recientes intuiciones de lectura. 
Por otro lado, la abundancia de textos académicos y lecturas no profesionales 
convergen muchas veces en leer la obra de Andrés Caicedo, simplemente, como textos en los 
que se hace referencia a las drogas, el existencialismo, el terror, la música o la contracultura. 
Esos sentidos no me satisfacían del todo como lector, pues yo veía en la escritura caicediana 
otro tipo de temas: observaba un escritor cuya literatura también estaba integrada por lo 
humorístico, a veces a través de la parodia, y otras, de la sátira o la situación de ingenio. A la 
par, y en contraste, hallaba escenas llenas de oscuridad, de asuntos tenebrosos, sórdidos y 
terroríficos. Contemplaba una literatura que me maravillaba y dejaba perplejo. No sabía bien 
cómo definirla: contemplaba lo grotesco. Este trabajo manifiesta esa novedosa interpretación 
de Angelitos empantanados (1988) e intenta ampliar el espectro de su lectura y devolverlo a 
nuevos y antiguos lectores un poco más remozado. Desde luego, intenté no olvidar que mi 
primera lectura de Andrés Caicedo versó sobre unos adolescentes de colegio que se 
enfrentaban a la penuria de empezar a descubrir el mundo del amor y el erotismo, como en el 
caso del Pretendiente, y sobre un muchacho cuya idea de alcanzar un mundo mejor a través de 
la exploración de una sociedad contraria fracasa. Estos elementos hacen parte de esta nueva 
interpretación. 
En el marco de la teoría semiótica se considera todo producto cultural como un proceso 
cultural y, por ende, un proceso de comunicación que se descompone en signos susceptibles de 
interpretación(Eco, 2000, p. 21). Para la semiótica, la literatura es un signo, pues su lenguaje 
literario tiene la capacidad de comunicar lo mismo que otros lenguajes (Romera, 1980, p. 27). 
6 
 
Ahora bien, el análisis científico de la semiótica permite hacer “más explícito posible todo lo 
que está implícito en el texto” (Ramírez-Solano, 2002, p.3). Es decir, utilizar la semiótica 
permite acceder a leer rigurosamente Angelitos empantanados (1988) y a “explicitar” su 
sentido implícito grotesco. 
El primer paso consistió en realizar una indagación sobre las diferentes 
conceptualizaciones de lo grotesco dentro de la literatura y el arte. Los resultados arrojaron un 
trabajo en lo grotesco alrededor del mundo, en el que cada investigación aportaba elementos 
nuevos o repetía resultados anteriores. Destacaban, en especial, los trabajos clásicos sobre lo 
grotesco de Kayser (1964) y Bajtín (2007). Enseguida se procedió a elaborar un concepto de 
grotesco con los aportes de teóricos que parecieran más idóneos para la comprobación de la 
hipótesis de lectura: Kayser (1964), Pavis (1998) y Rodríguez-Guerrero Strachan (2007). 
El segundo paso comprobó la hipótesis de la manifestación de lo grotesco dentro de la 
obra Angelitos empantanados (1988). Para esto se realizó una lectura juiciosa del texto y se 
señalaron los diferentes elementos disímiles dentro del texto que se podían englobar dentro del 
concepto de grotesco. Se hallaron componentes de cariz erótico, trágico, cómico, terrorífico, 
entre otros, que se fueron explicitando dentro de la narración de los protagonistas de cada 
cuento, a la vez se identificaron a lo largo del texto los diferentes motivos existentes de 
grotesco. 
En el único capítulo de la presente investigación están los diferentes análisis de los 
cuentos que componen el texto Angelitos empantanados (1988). En este se evidencia que lo 
grotesco se encarna en cada uno de los relatos de los protagonistas a través de sus diferentes 
motivos (monstruoso, lengua grotesca, locura, id “fantasmal”, etc.), a la vez que en la 
estructura de la narración misma, en la que se hallan contrastes más o menos estridentes entre 
los elementos disímiles que le componen. 
7 
 
En el caso del cuento “Pretendiente”, la relación de los hechos se extiende por su 
experiencia de desamor y desencuentro con Angelita Rodante. Situación que lo lleva a 
abandonar sus estudios, su familia, su clase social y a entrever en sí mismo y en los que lo 
rodean ser marionetas o “tool´s fool” de un “destino fatal” e inapelable. En el cuento de 
Angelita y Miguel Ángel sus protagonistas también experimentan el sufrimiento en el día a día 
de su noviazgo y en la relación con las personas que los rodean. En primer lugar, es Angelita 
Rodante quien convierte su despertada de cada mañana en una “casus belli” entre su padres. 
Asimismo, se enfrenta a su progenitora por la idea de bailar el vals de sus 15 años con su papá. 
En segundo lugar, Miguel Ángel Valderrama Ríos cae en la abulia y la locura luego de que 
Berenice le comunique su partida a otra ciudad. 
 Finalmente, en el cuento “El tiempo de la ciénaga” su protagonista, cansado de los 
valores de su clase y los distintos infortunios que lo aquejan, viaja a uno de los barrios del sur 
de ciudad a poner en práctica su teoría del “mutuo entendimiento”. Praxis con la que pretende 
reconciliar dos mundos opuestos y distintos, pero de la que sale siendo testigo del asesinato de 
su novia, a la vez que un muerto más de una guerra no pactada entre clases sociales 
enfrentadas. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
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Justificación 
En un artículo titulado “Lo sentimos: somos la generación que se mamó de Andrés 
Caicedo” de Sánchez Villareal (2022) se afirma que los libros de Andrés Caicedo ya no son tan 
apetecidos como antes. Afirma que si bien ha aumentado la difusión de su literatura desde las 
grandes editoriales, se percibe que la gente no se acerca a sus obras con el mismo agrado de 
hace unos años. Es decir, este nuevo clásico
1
 de las letras colombianas –según el mismo autor- 
experimenta un agotamiento y, por ende, una segunda y prematura muerte. 
Pero, ¿a qué se debe que el autor caleño, como se dice popularmente, “haya subido 
como palma y bajado como coco”? De acuerdo con Felipe Sánchez Villareal, dicho 
decaimiento se debe a 3 factores. Primero, al contexto político, social y económico de las 
obras caicedianas y al cambio generacional, pues los lectores de hoy en día permeados por la 
cultura americana y el internet, no ven el rock y la salsa (tan en boga en los setenta), así como 
en la lucha de clases sociales y el existencialismo, sean tópicos que preocupen de la misma 
manera a la juventud actual, pues nuevos discursos como el de “automotivación” centran su 
atención. En este sentido, tanto sus personajes, situaciones y su contexto son bastante lejanos 
en el tiempo; segundo, a la imagen de Andrés Caicedo se le ha quitado frescura y, por ende, se 
ha hecho menos atractiva con los años, debido a la forma como las editoriales y sus herederos 
manejan hoy en día su obra; y, tercero, su biografía, pues muchos lectores fascinados por los 
acontecimientos de su existencia han dejado su literatura y solo muestran devoción por ese 
becerro de oro en que se ha transformado con el tiempo, es decir, “la leyenda sobre su vida se 
 
1
 Se propone aquí el término de clásico de las letras colombianas debido a que el autor fue 
homenajeado en el año 2013 por RCN y el Ministerio de Educación. 
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ha tragado sus libros y eso ha impedido (…) una reflexión crítica juiciosa sobre su obra” 
(Sánchez Villareal, 2022). 
Por otro lado, hay que tener en cuenta el papel que ha desempeñado la crítica literaria 
en todo esto, pues si bien, en su momento, los estudios arrojaron importantes resultados sobre 
la obra caicediana, esta favoreció de alguna manera que su literatura se siga leyendo como 
algo relacionada con drogas, música y sexo, es decir, como literatura juvenil, cuando pudiera 
fungir en otras perspectivas gracias a los críticos y a las editoriales. O si no, ¿de qué otra 
manera se explica que un libro como Los viajes de Gulliver (1727), una sátira audaz y 
trepidante contra la sociedad de su tiempo, haya sido amansada hasta convertirse en inocente 
literatura infantil? En ese sentido, la obra de Andrés Caicedo, quizás no desde los edificios de 
la editorial, pero sí desde el templo de la crítica logre su mayoría de edad. 
Y no es que las interpretaciones que le atribuyen a la literatura caicediana no sean 
acertadas o estén caducas, al contrario, han dotado a la obra de Andrés Caicedo de 
aproximaciones fidedignas y loables. No obstante, los estudiosos y lectores caicedianos han 
llevado a que su literatura se haya convertido en un “texto cerrado”, en el que los sentidos son 
limitados a lo que hasta ahora se ha dicho. Por ende, surge la necesidad de abrir nuevamente 
un texto como Angelitos empantanados (1988) para que deje “de ser cerrado y represivo para 
convertirse en un texto sumamente abierto, en una máquina de generar aventuras perversas” 
(Eco, 1993, p. 82), pues, como bien afirma Roland Barthes (1994) hay que “demonizar” la 
literatura para hacer que se pase de la obra al texto, ya que la primera viene determinada por el 
significado, mientras que en el segundo, el lector opera con la intención de originar nuevos 
sentidos, puesto que: 
El Texto es plural. Lo cual no se limita a querer decir que tiene varios sentidos, sino 
que realiza la misma pluralidad del sentido: una pluralidad irreductible (y no solamente 
aceptable). El Texto no es coexistencia de sentidos, sino paso, travesía; no puede por tanto 
10 
 
depender de una interpretación, ni siquiera de una interpretación liberal, sino de una explosión, 
una diseminación (p. 77). 
En consecuencia, el presenteestudio tiene como objetivo identificar lo grotesco en la 
narración de los protagonistas de Angelitos empantanados (1988) para dar cuenta de los 
motivos grotescos existentes en cada relato de Andrés Caicedo. Asimismo, este trabajo tiene 
como finalidad engrosar, diversificar y enriquecer los estudios críticos anteriormente 
realizados, en la medida que los antecedentes verifican que no se ha realizado crítica alguna 
donde lo grotesco haya sido estudiado en la obra Angelitos empantanados (1988). 
Por otro lado, y de acuerdo con Piña (2015), una de las funciones de los críticos es 
indagar en los textos literarios y hallar en su veta de significados una moral subyacente, no con 
la intención de juzgar la obra en términos positivos o negativos, sino con el objetivo de 
proporcionar una forma crítica de abordar la literatura. En este sentido, el crítico es un oráculo 
o guía que da al lector herramientas que le permiten reflexionar sobre sí mismo y su papel 
dentro de la sociedad. De la misma forma, ante la presencia de textos que pueden tornarse 
oscuros en su interpretación e, incluso, perniciosos, el crítico en su lectura exhaustiva puede 
destacar elementos no vistos por el lector y así mostrar dimensiones desconocidas de la 
condición humana. 
Para el caso del presente estudio sobre la obra Angelitos empantanados de Andrés 
Caicedo, la moral que subyace es la de lo grotesco (“moral” según Piña, 2015) la cual puede 
propiciar en los lectores de este trabajo una capacidad de crítica, más allá de la propia y de la 
conseguida por la lectura de la obra caicediana que les permita observarse a sí mismos y al 
mundo que los rodea y, por qué no, quizás cambiarlo. 
 
 
 
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Planteamiento del problema 
Lo grotesco es una categoría estética que evita la reproducción realista o idealizada y 
promueve una representación imaginativa de la realidad. Establece como su marca significativa 
el carácter subversivo de sus contenidos, puesto que evidencia constantemente una necesidad 
de desafiar los límites preexistentes. Razón por la cual lo grotesco se vale de elementos como 
lo monstruoso, la locura y lo absurdo para develar el cariz temporal del poder hegemónico 
reinante o la voluntad inaprensible del mundo en que vivimos. 
En Europa el libro Lo grotesco, su configuración en pintura y literatura de Wolfgang 
Kayser (1964) aborda el problema de lo grotesco como una categoría estética que está 
presente en 3 niveles del fenómeno artístico: el creador, al referir que lo grotesco muchas veces 
pareciera salir de los sueños debido a su componente altamente imaginativo; la obra, al ser un 
producto configurado para ser grotesco, ya sea por su estructura o sus temáticas subyacentes; y 
la recepción o efecto, en los que lo cómico, lo sorpresivo y lo repugnante se conjugan en la 
obra para dar un sentido siniestro que produce angustia ante la vida. 
Por otro lado, el crítico literario ruso Mijaíl Bajtín (2003) observa que el fenómeno 
grotesco es una categoría estética que concibe -a diferencia del cuerpo cerrado, estático y 
perfecto de la Edad Media- el cuerpo como un ente imperfecto y en continuo movimiento, el 
cual propende por exhibir elementos, estados, partes y operaciones de sí mismo que no son 
tenidos en cuenta por una estética tradicional. 
En Latinoamérica, el estudio de lo grotesco no ha pasado desapercibido y el trabajo en 
Chile de Natalia Figueroa Ironía y grotesco en la tentación de San Antonio: el carnaval de lo 
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cómico (2004) retoma tanto ideas de Bajtín como de Kayser para señalar lo grotesco como una 
realidad desquiciada en la que el hombre no experimenta una “ambivalencia terrible” 
abismarse en el infinito y descubrir su propia finitud o mortalidad, sino que ve en esta 
contradicción ontológica la posibilidad de una existencia mucho más rica y armónica. 
En México el estudio de Eduardo Parrilla Ironía, humorismo y carnavalización en 
Cien Años de Soledad (2002) propone que el nobel colombiano se valió tanto del realismo 
grotesco de Bajtín y el realismo mítico de Faulkner y Kafka para señalar el ethos de la cultura 
latinoamericana y colombiana del Caribe. Esto con el fin de escarnecer y dejar sin asidero a las 
ideologías conservadoras vigentes en su época. Destaca el autor que Gabriel García Márquez 
cumple este objetivo subversivo al manifestar la presencia de la tradición satírico-humorística 
en el discurso del narrador y los personajes de la novela. Esta toma forma a través de 
operaciones como las figuras de pensamiento (ironía, perífrasis, paradoja, etc…) o imágenes 
del principio material-corporal del realismo grotesco. 
En Colombia el trabajo de Laura Alejandra Ruiz, Lo grotesco en la narrativa de 
Samanta Schweblin (2019), estudia el concepto de grotesco de Kayser en relación con los 
comportamientos psicológicos de los personajes en la obra narrativa de la escritora argentina. 
De esta manera, la autora explora también el diálogo existente entre lo grotesco y categorías 
como lo ominoso de Freud o lo abyecto de Julia Kristeva. Determina cómo el sentimiento de 
angustia es un elemento sustancial en el estilo narrativo de Samanta Schweblin que se 
manifiesta tanto en relaciones familiares como en el espacio público e íntimo presentes en la 
narración. 
En Tunja, en la Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia, en especial en la 
Maestría de Literatura, el fenómeno de lo grotesco no ha ocupado suficientemente la atención 
de sus estudiantes. Y aunque se han elaborado trabajos que toman como objeto de estudio la 
obra de Andrés Caicedo sus enfoques han tomado caminos muy diferentes. 
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 “Tras los rastros de la toma de posición romántica en la literatura colombiana del siglo 
XX, a propósito de la narrativa de Andrés Caicedo” de Carlos Daniel Ortiz (2010) realiza un 
estudio sociocrítico, a partir de los postulado de Pierre Bourdieu, para analizar y describir la 
toma de posición romántica en la narrativa del autor caleño. Asimismo, el trabajo “Ver y ser 
visto en Calicalabozo” de Santiago Guevara (2014) da cuenta de la manera como el territorio 
urbano es presentado en el libro de cuentos Calicalabozo de Andrés Caicedo, a la vez que 
analiza la dicotomía del “ver y ser visto” brindando una aproximación al imaginario de la 
ciudad que Caicedo propone en su narrativa. 
Los anteriores estudios han sido muy importantes para comprender la obra caicediana: 
manifiestan un gran estudio del escritor caleño y un acertado uso de la ciencia literaria. Sin 
embargo, como otros tantos desarrollos han centrado su atención en lo urbano, juvenil y 
político presente en la narrativa de Andrés Caicedo dejando de lado elementos poco o nada 
estudiados como el fenómeno de lo grotesco existente en libros como Angelitos empantanados 
(1988) o El atravesado (2002). En consecuencia, permanecen sin develar elementos novedosos 
que aportarían renovadas interpretaciones de su narrativa y que desentrañarían, asimismo, 
facetas desconocidas hasta ahora de la obra caicediana. 
La presente investigación estudia cómo lo grotesco se encarna en diferentes motivos 
(locura, monstruoso, id “fantasmal”, etc.) en la narración de los protagonistas del libro 
Angelitos empantanados (1988). Este estudio tiene en cuenta los abordajes anteriores que se 
han ocupado de lo grotesco y de la narrativa de Andrés Caicedo. Además, tiene en 
consideración, pero en menor medida, los contrastes generados en la estructura del texto por 
diferentes componentes (temáticos y estilísticos) que hacen parte de lo grotesco dentro del 
texto. Esta exposición nos induce a proponer una nueva exégesis de la obra caicediana que 
amplía sus lecturas y, por ende, la sitúa en un nuevo marco metodológico y literario. 
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La pregunta que guía esta investigación es: ¿cómo se manifiesta lo grotesco en la obra 
Angelitos empantanados (1988) de Andrés Caicedo? 
 
ObjetivosObjetivo general 
 Identificar lo grotesco en la narración de los protagonistas de Angelitos empantanados 
(1988) para dar cuenta de los motivos grotescos presentes en cada relato. 
Objetivos específicos 
 Establecer un concepto de grotesco para el análisis de lo grotesco en la narración de los 
protagonistas de Angelitos empantanados (1988). 
 Analizar lo grotesco en la narración de los protagonistas de Angelitos empantanados 
(1988). 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
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Marco teórico 
Antecedentes 
En Pereira, Tabárez Pulgarín analiza a través de su estudio Rabelais, Boecio y otros 
intertextos en la obra La conjura de los necios de John Kennedy Toole (2019) la 
intertextulidad presente entre el libro del autor estadounidense y algunos textos de sus pares 
europeos. Asimismo, examina la presencia de una variedad de textos literarios y no literarios 
que participan como paratextos y metatextos en La conjura de los necios de John Kennedy 
Toole. En relación con lo grotesco, Tabárez Pulgarín (2019) destaca el papel de la estética del 
realismo grotesco (la risa y el principio de la vida material y corporal) en la disposición del 
cuerpo de Ignatius, personaje principal del libro. Esto con la calculada intención de satirizar y 
degradar los miedos humanos y los problemas sociales de la época. 
En la ciudad de Bogotá, el trabajo de Laura Alejandra Ruiz Lo grotesco en la narrativa 
de Samanta Schweblin (2019) estudia el concepto de grotesco de Kayser en relación con los 
comportamientos psicológicos de los personajes del cuento “Respiración cavernaria” (2015). 
En él se examina cómo a través del humor disolvente de lo grotesco la narradora argentina 
describe personajes capaces de auscultarse y observar su realidad dramática en el mundo. De 
esta manera, la estudiosa colombiana explora también el diálogo existente entre lo grotesco y 
categorías como lo ominoso de Freud o lo abyecto de Julia Kristeva, determinando también 
cómo el sentimiento de angustia es un elemento sustancial en el estilo narrativo de Samanta 
Schweblin que se manifiesta tanto en relaciones familiares como en el espacio público e íntimo 
presentes en la narración. 
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En Cartagena, Juan David Ospina Castrillón aborda La estética de lo cómico bufonesco 
del antihéroe moderno en Un novelista en el museo del prado de Manuel Mujica Laínez (2018). 
La disertación estudia la figura de bufón presente en cada de los cuentos desde la perspectiva 
de lo cómico-grotesco, lo carnavalesco y la representación teatral de la commedia dell’ arte. 
Destaca Ospina Castrillón (2018) que el cuentista argentino realiza una reconstrucción del 
antihéroe bufonesco valiéndose de las pantomimas y la caricaturización de figuras del arte. 
Esto tiene lugar gracias a la puesta en diálogo de la pintura, literatura y comedia italiana. 
También observa el estudioso colombiano que el personaje del bufón debe ser 
considerado una estética, pues su figura es una visión de mundo que transforma radicalmente el 
sentido de la obra, la cual ofrece al hombre la misma liberación que le daría un héroe 
cualquiera. Pero que desde su perspectiva de antihéroe dispone de lo festivo y vulgar para 
humanizarse y encarar el absurdo de la vida de los hombres. 
En Bogotá, Luis Fernando Sierra Hortúa reflexiona en Miradas somáticas: 
aproximaciones a la caracterización semiótica y estética del género gore (2020) sobre la 
estética y semiótica del género gore en el cine. En el estudio se vale de procedimientos 
metodológicos tanto diacrónicos como sincrónicos para dar cumplimiento a su objetivo. En el 
primer caso, acopia un conjunto de textos y películas que le informan sobre los orígenes y la 
evolución de gore a lo largo del tiempo. Mientras que, en el segundo caso, reúne un corpus de 
películas del género gore entre los años 1960 y 2010 y formula los términos precisos de su 
caracterización. Ahora bien Sierra Hortúa (2020), teniendo en cuenta los aportes de Didi-
Huberman (2005), concluye que el realismo grotesco es esencial para una tipificación de la 
estética del cine gore, pues a través de él escenifica una “figuración de cuerpo”, en la cual se 
transforman las imágenes de la corporalidad en una “experiencia visual cercana a lo 
insostenible (…) y desagradable (p. 132). 
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Sebastián Toca Álvarez en Lectura semiótica de la sátira y la desigualdad social en la 
obra pictórica de Débora Arango (2021) analiza los cuadros Masacre del 9 de abril de 1948 
(1948) y El cementerio de la chusma y/o mi cabeza (1951) en busca de imágenes 
pertenecientes al ámbito de la sátira política y desigualdad social. En este estudio el autor 
asegura que la pintora colombiana utiliza lo grotesco en su pintura para exagerar y caricaturizar 
la realidad circundante. Esto con el fin de crear sátiras que expongan la imperfección y la 
bajeza humana. Asimismo, la artista se vale de la imagen del carnaval grotesco para crear una 
polifonía de signos e imágenes alejadas de los códigos institucionales, la cual instaura una 
denuncia directa contra los excesos de los poderes hegemónicos, a la vez que manifiesta en el 
poder del arte y su contenido un efecto renovador de la sociedad. 
En Reino Unido, Inés Ordiz (2019) en Poesía y transgresión: figuraciones góticas en 
Poeta en Nueva York de Federico García Lorca interpreta las diferentes corporalidades del 
poemario lorquiano a la luz de los conceptos de grotesco de Bajtín y de abyecto de Julia 
Kristeva. Asimismo, describe los paralelismos entre las metáforas surrealistas de García Lorca 
y la teoría de siniestro de Sigmund Freud. Estos acercamientos teóricos los utiliza como 
herramientas para iluminar desde el gótico la poderosa transgresión inherente en Poeta en 
Nueva York. Para la autora, tanto lo abyecto como lo grotesco, encarnados en las imágenes de 
corporalidad del poema, evocan horrores metafóricos y terroríficas indeterminaciones. 
Ahora bien, el cuerpo grotesco y sus excrecencias son fundamentales para la 
determinación de una corporalidad hiperbólica, la cual se acerca al imaginario del gótico y al 
desafío de significación propuesto por el surrealismo. En este sentido, Ordiz (2019) afirma que 
lo grotesco es un intento de representación de las incongruencias de la vida moderna y de la 
alienación presente en la realidad. 
En Guatemala, Cifuentes Ramírez de Monterroso (2018) en “Por los caminos de 
Negrura de Virgilio Rodríguez Macal” estudia la presencia del impresionismo y lo grotesco en 
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la obra Por los caminos de Negrura (2016). Como metodología, analiza hermenéuticamente los 
conceptos propuestos, mientras que por medio del análisis del estilo literario describe cómo se 
manifiesta la alegoría “negrura” a lo largo del relato. Entre sus conclusiones, la autora destaca 
que la presencia de lo grotesco en Negrura (2016) se manifiesta a través de la yuxtaposición de 
los elementos trágicos y cómicos encarnados en los diferentes personajes de la novela, quienes 
permiten una sociedad angustiante en la que el egoísmo y el materialismo propician lo absurdo 
de la vida y el sufrimiento. De igual manera, lo grotesco aparece en la narrativa de Virgilio 
Rodríguez como una forma de evasión de la realidad, pues la enmascara, cambiando su talante 
inicial y otorgándole uno nuevo en señal de protesta. 
En México, Elizabeth Ocaranza Ordóñez (2019) en Mirada crítica en de Felisberto 
Hernández: la disolución grotesca analiza cómo lo grotesco, en especial, sus mecanismos de 
distorsión se materializan a través de la mirada crítica y creadora de los narradores instituidos 
por el cuentista uruguayo. Mediante la utilización de la narratología de Gérard Genette se 
describen los diferentes tipos de narradores presentes en Primeras invenciones (1983) 
estableciendo la presencia de narradores de tipo homodiegético y omnisciente, a la vez que los 
sitúa en correspondencia con lo grotesco y sufuncionalidad en la cuentística de Filisberto 
Hernández. De esta manera, Ocaranza Ordóñez (2019) señala que los narradores grotescos de 
Hernández ofrecen una perspectiva de “extrañamiento” del mundo, desde la cual critica la 
religión, la ciencia y al hombre de su propia época. 
En Italia, Pietro Carminati (2019) en El Cine Grotesco se analizan las películas más 
importantes del director Álex de la Iglesia para explicar la persistente presencia de elementos 
grotescos en su cinematografía. Con este estudio el autor afirma que lo grotesco constituye un 
componente esencial en el cine del español, pues a través de la desigual mezcla de horror y 
humor adquieren sus películas tintes diferentes. En el caso que el horror es un tanto suprimido 
por el humor, la película adquiere matices patéticos; mientras que si el horror supera el 
contenido de lo cómico, la risa adquiere un sentido inquietante y amargo en el espectador. 
19 
 
Asimismo, se afirma que los elementos grotescos en la obra cinematográfica de Álex de la 
Iglesia poseen una función crítica frente a la cultura occidental, pues en él se observan 
señalamientos al consumismo, la intolerancia, el racismo y el miedo al otro propagado por los 
medios de comunicación. 
En Portugal, António Lobo Antunes (2018) en Carabelas portuguesas en el callejón del 
gato: la representación de lo ibérico en modo grotesco esperpéntico se analiza el texto de Santa 
María de Abreu (1988) desde la perspectiva del expresionismo y el grotesco esperpéntico. El 
estudio revela que la categoría de grotesco se subordina a lo épico o solemne de las poéticas 
clásicas para generar una crítica a la realidad. De esta manera, se muestra cercano y vigente a 
tendencias nihilistas contemporáneas como las de Beckett, Joyce o Valle-Inclán, en las que lo 
absurdo, enfrentado a lo heroico y glorioso de las autoridades predominantes, desvanece el 
arraigado carácter eterno de los poderíos y revela su cariz temporal. Asimismo, en As Naus 
(1988) el grotesco esperpéntico es un recurso utilizado para introducir la “literaturización” en 
representación ficcional, es decir, la referencia paródica a otras obras literarias a través de la 
alteración de sus personajes o diálogos e incluso estructura narrativa. 
Bases teóricas 
Grotesco 
La presente investigación en busca de un concepto de grotesco idóneo que englobe 
algunas de las percepciones alrededor del fenómeno y genere el sustento teórico que permita 
comprobar o no la hipótesis de lectura ha seleccionado los aportes de distintos estudiosos, 
quienes, como resultado de su trabajo arduo, proporcionan ideas importantes para el análisis de 
los cuentos de Angelitos empantanados (1988). De modo que, como dijo un pajarito inglés, 
(Sir Isaac Newton), "si he visto más lejos, es poniéndome sobre los hombros de gigantes". 
De acuerdo con Wolfgang Kayser (1964), lo grotesco es una categoría estética que 
está presente en 3 niveles del fenómeno artístico: en el creador, al referir que lo grotesco 
muchas veces pareciera salir de los sueños (sonni dei pitori), debido a su componente 
20 
 
altamente imaginativo, es decir, que se puede tasar de imaginación grotesca a la capacidad de 
un artista de llevar lo estético a su más alta plenitud; (la obra, al ser un producto configurado 
para ser grotesco, debido a la estructura generada por sus temáticas subyacentes, la cual “tiene 
un carácter especial que la capacita para perdurar en sí misma por más que haya influido en 
ella la situación que la motivó; pues la obra de arte tiene la fuerza elevarse por encima de la 
ocasión” (Kayser, 1964, p. 219). Y, por último, la recepción o efecto, donde lo cómico, lo 
sorpresivo y lo repugnante presentes en la estructura se conjugan en la obra para dar un sentido 
siniestro que produce angustia ante la vida. 
De Kayser (1964) se toman en cuenta los dos últimos ítems, es decir, sus desarrollos 
sobre la obra y la percepción sobre lo grotesco, los cuales están íntimamente vinculados en su 
obra. A partir de esto se concibe lo grotesco tanto como una estructura artística como el efecto 
recibido o experimentado por un espectador o lector ante la interacción de sus distintos 
componentes. Entre las características de lo grotesco propuestas por Kayser (1964) resalta su 
composición, la cual reúne un conjunto de elementos disímiles para su funcionamiento. Entre 
ellos están lo cómico, trágico, extravagante, macabro, horroroso, siniestro, erótico, onírico, etc. 
Este carácter híbrido y heterogéneo proporciona que lo grotesco posea, por un lado, cierto 
hálito de indefinible o difícil, pues su mezcla temática rehúsa que se le valore por una sola de 
las muchas aprehensiones de su contenido. Por otro lado, la conjunción de sus componentes 
produce una generación de contrastes entre sí, a veces más o menos estridentes, que producen 
un choque en la realidad en el que el mundo se distancia y se revelan “como extrañas y 
siniestras las cosas que antes nos eran conocidas y familiares” (Kayser, 1964, p. 224). Este 
estremecimiento –según Kayser (1964)- implica que falle nuestra orientación del mundo, es 
decir, que el sujeto pierda confianza en los sustentos de la realidad circundante (lógica, 
lenguaje, separación de las especies, etc.) y se instaure en él una angustia ante la vida en la que 
21 
 
todo queda sumido en un absurdo o sinsentido, mientras “desaparece la tierra bajo nuestros 
pies” (p. 92). 
Ahora bien, muy a pesar de que la conceptualización de lo grotesco de Kayser (1964) 
resalte la mayor parte del tiempo un carácter angustiante, en que lo absurdo o sinsentido 
gobierna la vida de los seres humanos, el teórico alemán señala en el final de su estudio la 
posibilidad de lo grotesco de “conjurar y prescribir lo demoníaco en el mundo” (Kayser, 1964, 
p. 228). Esta capacidad de lo grotesco de ofrecer “libertad y alegría” solo se da cuando a través 
de la estetización un objeto aparece en escena convertido en “una verdadera representación 
artística” para iluminar los lugares más sombríos de la existencia: 
En este caso, y solo en él, vislumbramos otra cosa más. Pese a toda la desorientación y 
todo el estremecimiento producidos por los poderes oscuros que están en acecho en nuestro 
mundo y detrás de él y que son capaces de producirnos el distanciamiento de este mundo, la 
representación verdaderamente artística, nos trae a la vez una secreta liberación. Se ha divisado 
lo oscuro, descubierto lo macabro y pedido explicaciones a lo incomprensible (Kayser, 1964, p. 
228). 
En este sentido, el grotesco de Kayser (1964) parece acercarse un tanto, aunque 
solamente cuando está de por medio una estetización, es decir, cuando se habla del creador, al 
concepto de grotesco de Bajtín (2003) en el que la risa carnavalesca encarnada en la sátira, la 
locura o la parodia no revela una existencia llena de absurdos controlados por fuerzas feroces 
que aíslan al ser humano y lo obligan a la contemplación de un mundo en el que fallan las 
categorías de orientación. En el grotesco propuesto por el estudioso ruso el mundo se torna al 
revés pero con una lógica emancipadora y regeneradora para el individuo. Los poderes 
jerárquicos personificados en las instituciones o en las ideologías dominantes sucumben ante lo 
grotesco que los despoja de su carácter de sagrado y eterno, revelando su posición transitoria 
en el mundo. Este hecho lo considera Bajtín ambivalente, pues lo grotesco degrada y hace 
22 
 
renacer aquello que somete a su tamiz. Así, la humanidad que había perdido su conexión con 
el cosmos y lo terrenal-material (agua, fuego, aire, etc.) se reúne nuevamente en la masa de la 
fiesta popular, en la que la individualidad se transforma en un colectivo universal que 
“contiene a todo y todos” y cuyo destino histórico es avanzar hacia una edad de oro. 
Por otro lado, Rodríguez Guerrero-Strachan (2007) define lo grotesco comofenómeno 
permanente y cambiante en la historia de la humanidad; caracteriza lo grotesco por su 
presencia constante, su movilidad y su capacidad de adaptación histórica a través de las épocas, 
señalando que lo grotesco tiene un tono predominante trágico y angustiante en momentos en 
que se sobrecarga la angustia vital de una sociedad, mientras que en momentos de bienestar 
social, “la risa desfigurada de lo grotesco” recuerda lo temporal y fatuo de toda bonanza. 
De las ideas del teórico Rodríguez Guerrero-Strachan (2007) sobre lo grotesco interesa 
sobre todo a esta investigación la que enfatiza en la manera como este trastorna la percepción 
del mundo con su aparición, pues se presenta a la realidad “distorsionada, como si fuera vista a 
través de una lente gruesa, cóncava y ondulada, realidad que es subjetiva aunque la presenten 
con el marbete contrario” (Rodríguez Guerrero-Strachan, 2007, p. 9). Asimismo, señala el 
autor español que la distorsión producida por lo grotesco no debe tomarse simplemente como 
deformación física, sino que han de tenerse en cuenta casos como lo psíquico, anímico y 
lingüístico. 
Prosiguiendo con Rodríguez Guerrero-Strachan (2007) se toma también la idea presente 
en Kayser (1964) de que lo grotesco no siempre rehúye la “finalidad de enseñar, de advertir o 
despertar la compasión” como lo dice decir, de poseer un mensaje moralizante que lo convierta 
en un instrumento de denuncia ante los poderes hegemónicos. De esta manera, el teórico 
español aporta un nuevo de tipo de grotesco: el grotesco panfletario, el cual amplía el conjunto 
de grotescos precedentes: satírico, fantástico, moderno (romántico), técnico y lúdico. 
23 
 
Con respecto a las ideas de que lo grotesco posea tanto una finalidad (Rodríguez 
Guerrero-Strachan, 2007, p. 21) como una estructura sobre la que esté soportado (Kayser, 
1964, p. 218) aportan al presente estudio las consideraciones de Patrice Pavis (como se citó en 
Pólak, 2011) quien afirma que es característico del fenómeno grotesco la mezcla de géneros y 
estilos presentes en él. Es decir, que lo grotesco para el dramaturgo inglés es también una 
estructura en la que se reúnen elementos heterogéneos en una obra de arte, pero que no 
representa la angustia ni la liberación del individuo como lo piensa Kayser (1964), sino que se 
“vale del realismo para representar el caos y no la armonía de una sociedad (Pavis, 1998, p. 
228 citado por Pólak, 2011, p. 51). Y si bien, muchas veces la realidad se halla deformada, su 
trasformación es solo un medio para ejercer “la crítica a la política oficial, sátira social o 
filosófica o, simplemente, el gusto por el cómico gratuito” (Pavis, 1998, p. 228 citado por 
Pólak, 2011, p. 51)En este sentido, Patrice Pavis (como se citó en Pólak, 2011) considera que 
para el estudioso francés no existe lo grotesco, sino determinados proyectos ideológicos 
grotescos (grotesco satírico, parabólico, cómico, romántico, nihilista, etc.) 
Por último, Kayser (1964) aporta que además de los contrastes generados por la 
estructura heterogénea de lo grotesco y su efecto sobre el espectador, se hayan contenidos 
motivos como la máscara, la locura, lo monstruoso y el id “fantasmal”, los cuales tienen la 
misma capacidad de producir “distanciamiento” de la realidad, pues a través de ellos se 
observa, muchas veces, un desorden y desproporción tanto en las formas como en los 
comportamientos que propicia que el mundo se convierta en “un juego de muñecos, huero y 
carente de sentido” (Kayser, 1964, p. 226) y ante el que no se puede sino experimentar una 
angustia vital. 
 
 
24 
 
 
 
 
 
 
 
 
Metodología 
Marco epistemológico 
De acuerdo con Bajtín (como se citó en Todorov, 1981) "existe un paralelismo entre las 
ciencias naturales y humanas que se explica por sus raíces comunes en lo ideológico y 
social"(p. 54). No obstante, a pesar de estas similitudes -agrega el mismo autor- entre los tipos 
de ciencias hay algo que las diferencia: el rol de la palabra, pues es a través de los discursos 
que se hacen patentes los objetos de las ciencias humanas. Es decir, su objeto de estudio no 
existe por sí solo en las ciencias humanas, como lo hace el sol o el relámpago para las ciencias 
naturales, sino que necesita de la mediación de las palabras para su tangibilidad. Al hecho de 
que el objeto de estudio de las ciencias humanas esté construido de una materia abstracta se 
debe agregar que la manera de aprehenderlo lo modifica según la profundidad con que se le 
aborde. A pesar de esto permanecen todavía en él partes inamovibles que garantizan 
posteriores aprehensiones. 
En el caso de un texto, su lectura o interpretación está relativizada a la temporalidad, las 
ideologías y los métodos de los intérpretes. Razón por la cual ningún texto se mantiene 
estático o petrificado, pues en el momento de aproximarnos a la lectura, sentencia Jorge Luis 
25 
 
Borges (1988), “cambiamos incesantemente y es dable afirmar que cada lectura de un libro, 
que cada relectura, cada recuerdo de esa relectura, renuevan el texto. También el texto es el 
cambiante río de Heráclito” (p. 39). No obstante, y por muy múltiples que lleguen a ser las 
interpretaciones de un texto, aún permanecen en él constituyentes “inamovibles” como el 
significante lingüístico que se cristaliza en la lengua escrita y que permiten sustentar tanto sus 
lecturas precedentes como sus posteriores. 
Método 
Ahora bien, una disciplina como la semiótica ofrece a través de su enfoque textual la 
posibilidad de abordar nuevamente la obra Angelitos empantanados (1988) de Andrés 
Caicedo. Esto con el fin entregar a la crítica literaria y a los lectores caicedianos una lectura 
novedosa que hace “lo más explícito posible todo lo que está implícito en el texto” (Ramírez 
Cano, 2002, p. 3). En razón al método interpretativo de la semiótica se reafirma en el texto el 
sentido del concepto de grotesco eslabonado en virtud de los aportes teóricos de Kayser (1964), 
Pavis (1998) y Rodríguez-Guerrero Strachan (2007), verificando así cómo, mediante los 
elementos lingüísticos y narrativos presentes en el texto, lo grotesco se encarna en diferentes 
motivos (locura, monstruoso, lengua grotesca, etc.) en la narración de cada protagonista de los 
relatos. 
 De acuerdo con Umberto Eco (1986) “la semiótica estudia todos los procesos 
culturales como procesos de comunicación; tiende a demostrar que bajo los procesos culturales 
hay unos sistemas” (p. 28). Es decir, esta disciplina afronta la posibilidad de describir y 
analizar cada uno de los objetos que se haya en el mundo, propiciando “el proyecto de un 
estudio de la cultura [que descompone] en signos una inmensa variedad de objetos y 
acontecimientos” (Eco, 2000, p. 21). Por ende, la semiótica “se ocupa de cualquier cosa que 
pueda considerarse como signo” (Eco, 2000, p.22). 
26 
 
En este sentido, afirma Barthes (1971) que la semiótica: 
Tiene por objeto todos los sistemas de signos, cualquiera que fuere la sustancia y los 
límites de estos sistemas: las imágenes, los gestos, los sonidos melódicos, los objetos y los 
conjuntos de estas sustancias -que pueden encontrarse en ritos, protocolos o espectáculos- 
constituyen, si no «lenguajes», al menos sistemas de significación (p.13). 
Sin embargo, según Romera Castillo (1980), la semiótica no considera a la literatura 
como un signo en un principio, pues no la analiza como un objeto estético sino como una parte 
más del habla. Pero al enfocarse la semiótica en el lenguaje literario de la literatura y en su 
capacidad para comunicar lo mismo que otros lenguajes, esta adquiere su carácter sígnico. Por 
lo tanto, “puede ser descompuesto por medio de un análisis sistemático a través de unos 
medios formales de un modo inmanente y sincrónico, [y] su estudio puede entrar dentro de la 
parcela semiológica” (Romera Castillo, 1980, p. 27). 
De acuerdo conel mismo autor, que tiene en cuenta los planteamientos de Mukarovsky 
(2000) a la hora de definir el texto literario como signo, la obra Angelitos empantanados 
(1988) es un “signo autónomo”, pues está compuesto: 
Por un símbolo sensible realizado por el creador, por una significación (=objeto 
estético) asentada en la conciencia colectiva y por una relación con la cosa significada. A él se 
le puede estudiar semiológicamente porque tiene, en definitiva, un significado (signos con 
significado, código convencional, denotaciones y connotaciones, materia o sustancia) y un 
significante (la obra-cosa) con una función esencialmente comunicativa (p. 29). 
Para Eco (2000) el significado tiene lugar durante el proceso de comunicación. En él 
una fuente, no necesariamente humana, produce un contenido informático con signo que recibe 
un destinatario (un ser humano) para ser interpretado, generando de esta manera una “respuesta 
interpretativa” o interpretación. En el caso de la presente investigación, el “signo” es el texto 
27 
 
Angelitos empantanados (1988), el cual a través del proceso cuidadoso de lectura ha generado 
una “respuesta interpretativa” o hipótesis de lectura en la que lo grotesco se manifiesta en la 
narración de los personajes principales de Angelitos empantanados (1988), en especial, se 
encarna en lo monstruoso, el “id fantasmal”, la locura, la lengua grotesca, entre otros motivos 
grotescos. A la vez que es posible rastrearlo en los diferentes componentes temáticos y 
estilísticos de los relatos de Angelitos empantanados (1988). 
Ahora bien, la “respuesta interpretativa” ha surgido como resultado de una lectura del 
texto que tan solo se interesa por su significado y prescinde de elementos satelitales como el 
autor, el contexto o recepción de la obra. En este sentido, se tiene en cuenta los planteamientos 
de Barthes (1971) para el análisis del objeto de investigación semiótico. Por lo tanto, se aplica 
ante todo el principio limitativo de pertinencia, en el cual: 
Se decide no describir los hechos recogidos a no ser desde un único punto de vista, para 
lo cual han de tomarse en consideración, dentro de la masa heterogénea de estos hechos, sólo 
los rasgos que afectan a este punto de vista, excluyendo todos los demás (p. 99). 
Dentro de la aplicación del principio limitativo de pertenencia se presta atención a los 
personajes principales de cada narración y a la relación de los hechos que ellos hacen a partir 
de la búsqueda y verificación de lo grotesco en el texto. 
 
 
 
 
 
 
28 
 
 
 
 
 
 
 
 
De los angelitos empantanados a lo grotesco 
El presente análisis pretende demostrar cómo lo grotesco se manifiesta en la narración 
de los personajes principales de Angelitos empantanados (1988). En los respectivos relatos de 
los protagonistas el estudio enfatiza en lo grotesco que encarna lo monstruoso, el “id 
fantasmal”, la locura, la lengua grotesca, entre otros motivos grotescos que tornan “extraño” su 
mundo circundante que, despojado de “sus ordenaciones” u “orientaciones, propicia en cada 
sujeto una pérdida de confianza en la realidad, puesto que aquello que sostenía el mundo: la 
lógica cotidiana, la separación clara de la especies (reinos naturales, sueño-vigilia, esfera 
pública-esfera privada) la coherencia en la comunicación, desaparecen quitando la “tierra bajo 
los pies” y revelando una vida angustiante, pues todo lo que los rodea queda enfrascado en el 
absurdo o sinsentido. 
Esta experiencia de lo grotesco o efecto grotesco (Kayser utiliza ambos términos) está 
presente también en la estructura misma de la narración. Dispuesta en ella están elementos 
heterogéneos como lo trágico, cómico, extravagante, horroroso, ridículo, repulsivo, macabro, 
satírico, erótico, y onírico que mantienen un “contraste estridente” entre sí que produce un 
choque con la realidad inmediata, pues el mundo adquiere un “distanciamiento” y se develan 
29 
 
“como extrañas y siniestras las cosas que antes nos eran conocidas y familiares” (Kayser, 1964, 
p. 224). Este “contraste estridente” muchas veces está protagonizado por la risa según Kayser 
(1964), la cual producida por la presencia de lo humorístico se ensombrece por la 
representación simultánea de un componente oscuro o trágico que la trasforma en una risa 
siniestra o satánica de la que no se puede sentir el placer de la liberación, sino todo lo contrario, 
“un estremecimiento” ante el que “el mundo ha de tornarse extraño y ridículo-siniestro 
“(Kayser, 1964, p. 85). 
Pero la presencia de lo grotesco no se ciñe tan solo a la yuxtaposición de tonos diversos 
dentro de la narración de los personajes y a la posterior descarga de lo grotesco por 
acumulación de contrastes. Observando el estilo de los cuentos es posible también rastrear lo 
grotesco en la heterogeneidad de estilos que se superponen en ellos, pues según Pavis (como se 
citó en Pólak, 2011) “lo grotesco representa una mezcla de géneros y estilos” (p. 52). En este 
sentido, lo grotesco está en la escritura misma de los cuentos de Angelitos empantanados, pues 
su autor Andrés Caicedo se ha valido tanto del realismo mágico y del romanticismo de Poe 
como de otros estilos para materializar su propuesta estética. 
Ahora bien, los personajes de cada cuento pertenecen a una porción de la juventud de 
una clase social acomodada que predispuesta a los mejores desarrollos vitales “topa con la 
fatalidad” contrariando, de esta manera, un destino de bienestar y felicidad asegurados, y 
sumiendo su existencia en el desclasamiento social, la muerte prematura, la abulia, la 
criminalidad, entre otros. Dicho de otra manera, es la juventud más prominente de una 
sociedad que se seca en su propia rama y jamás da los frutos esperados. 
En “Pretendiente” su narración abarca los pormenores de su fallido amor por Angelita 
Rodante. Situación que lo lleva abandonar sus estudios, su familia, su clase social y a entrever 
en sí mismo y en los que lo rodean el ser las marionetas o el “tool´s fool” de un “destino fatal” 
e inapelable. En el cuento de “Angelita y Miguel Ángel” sus protagonistas también relatan sus 
30 
 
sufrimientos. En primer lugar, es Angelita Rodante quien cuenta cómo ha convertido su 
despertada de cada mañana en un “casus belli” entre su padres. Asimismo, refiere el 
enfrentamiento con su progenitora por la idea de bailar el vals de sus 15 años con su papá. En 
segundo lugar, Miguel Ángel Valderrama Ríos nos menciona su caída en la abulia y la locura 
luego de que Berenice le comunique su partida a otra ciudad. Finalmente, en el cuento “El 
tiempo de la ciénaga” su protagonista, cansado de su clase social y sus valores, narra su viaje a 
uno de los barrios del sur de la ciudad, lugar en el que planea poner en práctica su teoría del 
“mutuo entendimiento”, pero con tan mala fortuna que termina siendo testigo del asesinato de 
su novia por parte de unos jóvenes sureños, a la vez que una víctima más de una guerra no 
pactada entre clases sociales opuestas. 
1. El Pretendiente 
Muchos años después de su salida de Cali, el protagonista del cuento se halla en su 
cama recostado. Desde allí vive indiferente al paso de los días y centra su atención, ante todo, 
en las condiciones meteorológicas de la calle. Todo le hace suponer que la ciudad se comporta 
como si “estuviera próxima a la peste”. Observando las paredes de su cuarto empieza a 
recordar las jornadas de su vida anterior hasta que el flujo de los recuerdos le lleva a encallar 
en el pasado no muy lejano de su actual residencia. En esta atmósfera decadente y de 
postración (en la que se percibe en el relato ecos del estilo de Poe) decide iniciar una historia 
que ponga freno a los dolores que lo aquejan y que lo llevan a la autoflagelación: 
Agitado con tantos recuerdos, tan desordenados como dolorosos por lo desordenados 
(…) me he impuesto la urgencia de encontrarles unasucesión, una armonía que no digamos 
justifique mi estado actual, pero que al menos neutralice tanto potencial, tanta capacidad de 
herirme. (Caicedo, 1988, p. 135). 
Consciente del poder de la narración como distractora de sus sufrimientos inmediatos, 
la organiza en relación con aquello que recuerda. Su punto de vista es el único que da razón 
31 
 
de los hechos y a partir de allí informa a sus lectores. Entonces dispone el tiempo, el lugar e 
inicia un relato que da cuenta de su fallido amor por Angelita, una hermosa joven de 14 años, 
y cuyo infeliz encuentro determina a la postre el estado presente del protagonista. El principio 
del relato detalla el carácter de Angelita a partir de sus viajes en bus y del comportamiento un 
poco agresivo que mantiene con los pasajeros del sexo opuesto, a quienes excluye 
constantemente y de múltiples formas de su compañía. Con este relato el narrador sintetiza el 
poderío e indiferencia de Angelita sobre los hombres, de la cual él también ha sido una víctima 
más: 
El hombre se confundía con todo ese “Permiso por favor” que ella siempre acompañaba 
de alguito de presión con la rodilla; a la vez lo invadía una como misericordia por aquella 
muchacha de rostro abierto y frente tan sudorosa (…) que humedecía la profunda raíz del pelo, 
esa muchacha de bluyines que no podía soportar la cercanía de él, un semejante sin demostrar 
tanta consternación, tan agonía. Solo después de que la había visto bajar a tierra y perderse con 
paso largo y torpe se le antojaba el sentido y la naturaleza de ese (que si recordaba) ronco 
“Permiso por favor”, y el furioso golpe que ella le dio en la pierna, tanto que cuando bajara le 
seguiría doliendo, y esa tarde también, y también mañana. (Caicedo, 1988, pp. 136-137). 
Es precisamente en esta escena de la narración en la que empieza ya a manifestarse lo 
grotesco en la estructura de la narración. Hay en su composición elementos del horror-
repulsión-ridículo que generan contraste entre sí. El narrador presenta a un pasajero que, 
golpeado por Angelita al abandonar el bus, “siente como una misericordia”, es decir “como una 
necesidad de auxiliar” inexplicablemente a esa “muchacha de rostro abierto y frente sudorosa” 
que cruza a su lado. Esta situación es ante todo extravagante por una empatía surgida sin 
explicación y aumenta más su ridículo-horror y contraste al saberse que Angelita no 
experimenta sino “agonía” y “consternación” por esa compañía de la que no desea saber nada. 
Pero este no es un contraste tan “estridente” que propicie que el mundo se salga de sus goznes, 
32 
 
se torne absurdo y genere angustia en el espectador. Para que esto ocurra el grotesco debe 
darse en pleno (Kayser, 1964, p. 296). Es decir, la realidad tiene que perder asidero en la 
lógica cotidiana, la coherencia de la lengua, etc. 
No obstante, en la presencia de este contraste se alcanza a percibir un tipo de grotesco 
distinto del de Kayser (1964), que no revela lo abismal y sin sentido para el sujeto, sino una 
composición de sus elementos que desfigura la realidad, pues lo grotesco “no debemos 
asociarlo exclusivamente con lo delirante o con lo demoníaco (…) Es un modo que se 
caracteriza por la distorsión de la realidad” (Rodríguez Guerrero-Strachan, 2007, p. 10). Esta 
“distorsión” se percibe en la duración del golpe que recibe el hombre de Angelita. A pesar de 
ser un golpe insignificante con la rodilla, posee un efecto duradero en el tiempo, pues duele 
más allá de lo necesario. Duele al bajarse, “esa tarde también” y “también mañana”. Y 
precisamente en esta trascendencia de un detalle tan nimio en la que la percepción del tiempo 
se transforma para distorsionar la realidad y establecer que el lector tenga una experiencia en la 
que no es posible ubicarse todo. 
Continuando con el relato, el narrador agrega una anécdota (con ecos de realismo 
mágico) del día de nacimiento de la muchacha que pormenoriza aún más su actitud vital y 
perfila a través de otros hechos su relación con sus padres y su hermano menor. Asimismo, 
adiciona un comentario cómico-satírico sobre el carisma de Angelita que la encumbra y 
ridiculiza, a la vez utiliza vejaciones al gremio de las sirvientas por su falsía en el trato o poca 
inteligencia: 
Pero a los 14 ella les era su alegría, y también la alegría de las sirvientas de interés y 
simpatía poco comunes pos estos lados, habida cuenta que las negras son hipócritas y las 
pastusas se embrutecen ante la ciudad. (Caicedo, 1988, p. 137). 
33 
 
De a poco se ha ido posicionando lo grotesco en la narración, a veces con escenas 
cerradas en que el “contraste estridente” se genera allí mismo por la composición de elementos 
dispares o por escenas ahiladas como las del comentario de las sirvientas o por las escenas que 
determinan atmósferas que se van intercalando para propiciar “contraste” o “distorsión” en la 
totalidad del relato. 
La narración que había disuelto su atmósfera decadente y de opresión inicial gracias a 
la aparición de Angelita se torna ahora sombría e inquietante en virtud de la revelación de 2 
asuntos crepusculares: la deformación de Antonio Rodante y la pugna entre los padres de 
Angelita por un tercer vástago. . Allí lo terrorífico contaminado por chispas de humor se 
introduce en escena para generar contrastes, pero sin llegar al grotesco en pleno. Por un lado, 
es la descripción del hermano de Angelita como una especie de monstruo enfermizo debido a 
su deformación física y su estado mental: 
A los 18 años Fernanda tuvo un hijo hombre: Antonio Rodante, que salió belfo, de 
mirada moribunda, pelo abundante, seco y puyoso, y aunque la boca era bien formada (como 
la del padre), la terrible empalizada de los dientes acabó por deformarla, produciéndole desde 
muy niño una extraña fantasía: que no podía controlar su boca. (..) Se crió de naturaleza solo, 
propenso al encierro y a darse contra las paredes. (Caicedo, 1988, p. 138). 
Y por el otro, la explicación de la discordia existente entre los esposos Rodante en 
razón a la negativa de Fernanda de parir un tercer hijo para satisfacer la curiosidad científica de 
Luis Carlos, a quien lo intriga la imperfección de su segundo hijo y lo obsesiona la llegada de 
un nuevo vástago para que resuelva el enigma. Esta obsesión a la larga los encierra a cada cual 
en su respectiva esquina de terror y desprecio y les determina que la llegada de la muerte sea 
“sin ver más allá de sus respectivos y poco gratos sentimientos” (Caicedo, 1988, p. 138). Este 
tono oscuro-terrorífico de la narración introducido en escena tanto por la relación de la 
deformación del hermano de Angelita (el cual se nos presenta como un monstruo urbano) como 
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por el comportamiento abyecto del doctor Rodante hacia su progenie y esposa se disipa un 
tanto y genera un contraste con la cómico al salpicarse de humor con la imagen caricaturesca 
del papá de Angelita que inserta el narrador. Una estampa en la que doctor Rodante “incapaz 
de entender la negativa de su esposa” (Caicedo, 1988, p. 138) de no tener más hijos termina 
convertido para el narrador en un ser perplejo con la boca abierta. Es decir, en un tonto o 
estúpido que nunca puedo escuchar las razones del otro y que no dejó en vida de decir 
equívocos, y al que le hubiera venido bien oír el viejo refrán “En boca cerrada no entran 
moscas” con el afán de cambiar o redimirse. Finalmente, la narración retoma su tono oscuro-
terrorífico al comentar el narrador que la cercanía de la relación entre los hermanos Rodante lo 
consternaba sumamente: 
Antonio Rodante, niño sin aficiones no demostraba otra preferencia que la que sentía 
por Angelita. Ella respondió regalándole su compañía, y expresándole tanto amor y dedicación, 
en tantas y vehementes formas que, en los tiempos en que la conocí, me llenaban de confusión 
y terror (Caicedo, 1988, p. 138). 
Pero, ¿por qué confusión y terror? ¿Acasoinsinúa el Protagonista que recelaba algún 
tipo de relación incestuosa entre los hermanos? ¿O solamente el grado de amor filial alcanzado 
de la hermana por el hermano, como dice literalmente, lo asustaba? 
Buscando extraer todos los hechos que se tejen en relación con su encuentro con 
Angelita Rodante, el narrador trae a colación el asunto de “Las revistas”. Lo pone como un 
antecedente necesario en su narración, pues este se vincula al primer avistamiento que tiene de 
Angelita Rodante una mañana mientras pasa el bus que la transporta por los alrededores de su 
colegio. En esta escena, el oscuro-terrorífico desaparece de la narración y es reemplazado por 
un tono cómico que cae en lo socarrón hacia el final. El narrador inicia comentando cómo su 
afición por la lectura de los cuentos de Poe y Sant El Enmascarado de Plata lo llevan a 
conocer las revistas de mujeres en pelota y a ser estafado continuamente por el dueño del 
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puesto de revistas, quien se las alquila a una precio abusivo y con el que se enemista tiempo 
después por no concederle rebaja. 
La pelea entre el cliente y el vendedor es más que de antología. Y es precisamente allí 
donde reside mucho de lo humorístico, pues se observa al narrador convertido en bellaco que 
aprovecha su ingenio, velocidad y procacidad para vengarse del viejo vendedor de revista que 
queda indefenso ante la sorpresa del ataque de su antiguo cliente: 
Porque le pedí rebaja y él no quiso dármela, yo me puse altanero y él me dio la de pata, 
yo me le fui corriendo pero mentándole la madre, no en voz alta sino vocalizándole bien el 
insulto sin que ningún sonido saliera de mi boca, pero tan claro era que a las 2 cuadras él 
hombre aún se sentía aludido y quiso salir a perseguirme pero no encontró a nadie que se le 
quedara cuidando las revistas (Caicedo, 1988, p. 139). 
El humor en la escena está construido con base en diferentes capas cómicas. En primer 
lugar, observamos lo cómico en el “dar de pata” del vendedor al narrador. Esta acción es un 
calco del cine antiguo de comedia en el que inferir golpes a otro, ya sea patadas en el trasero, 
puños, golpes o empujones accidentales, era uno de sus tanto motivos para hacer reír. En 
segundo lugar, lo cómico está en la misma expresión coloquial que utiliza el narrador para 
hablar de la injuria que le profieren. Y, en tercer lugar, está la forma de insultar del narrador al 
vendedor de revistas. En ella, el agravio se potencia en virtud de la nueva manera de ejecución, 
donde las palabras insultantes no son proferidas para ser escuchadas sino vistas a través de los 
gestos de la boca. Así el narrador pulveriza brutalmente a su víctima, la cual, como en una 
película de cine cómico antiguo, se revuelve impotente y en movimientos desordenados para 
salir a perseguir. 
A partir del suceso de las revistas, el narrador agrega una nueva escena donde lo 
cómico se asienta otra vez en la narración. Se trata de un cómico que no es tan ingenioso ni 
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pulverizador como el insulto en la escena de las revistas, pero que encarnado en un sarcasmo 
saca su buena sangre. Comenta el narrador que siendo estudiante de un colegio religioso, el 
San Juan Berchmans, ocupaba la mayor parte de la semana en enfocarse en sus estudios para 
llegado el viernes por la tarde premiarse con la visita al puesto de revistas de “mujeres en 
pelota”. Allí menciona que se destacaba en especial en las materias de Religión, Historia y 
Literatura, pero que empieza a tener problemas en Geografía y Álgebra, dado que estas 
materias están cercanas al día de solaz y lectura en el puesto de revistas y el pensamiento de 
ver sus “mujeres en pelota” le impide toda concentración. Endilga también que su bajo 
rendimiento es culpa de los profesores de ambas áreas, pues ambos son hermanos y el odio que 
sentía el profesor de Geografía por él lo experimenta también el profesor de Álgebra, su 
hermano. Al respecto, el narrador afirma en aire sarcástico que los dos hombres no son 
hermanos arguyendo una falta de parecido físico entre ambos: 
Perdí Geografía en ese mes de mayo (primera vez en mi vida), pero no me pareció ni 
tan raro pues Quiroga el flaco me tenía odio, sentimiento que no demoró en comunicárselo a su 
hermano, que era gordito y no se le parecía nada (seguro no eran hermanos); daba matemáticas, 
así que en mayo perdí Álgebra también (Caicedo, 1988, p. 140). 
Hemos de dejar aquí por el momento el estudio de los diferentes componentes de la 
estructura de lo grotesco en la narración. Se ha demostrado la presencia de elementos cómicos, 
horrorosos, repulsivos y terroríficos que generan diferentes tipos de contrastes en el relato. 
Ahora se procederá a estudiar lo grotesco haciendo énfasis sobre todo en los motivos de lo 
monstruoso, “id fantasmal”, locura, etc. 
 Cuando Angelita rechaza las intenciones amorosas del narrador este decide convertir 
su pena en un proyecto de vida. Se llama a sí mismo “romántico desgraciado” y abandona 
sistemáticamente todo aquello que fuera parte de su antiguo mundo: colegio, amigos, familia, 
pasatiempos y futuro. En el mismo momento de su decisión emerge la presencia de lo grotesco 
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propiciando que su mundo se torne “extraño y siniestro”. El narrador ha dejado a la muchacha 
atrás entre maldiciones y malos deseos por su rechazo, mientras que él avanza abatido en la 
oscuridad y topa con un pájaro que lo ataca en la cabeza sin explicación: 
Desvié un poco mi ruta hacia el sur, intentando alejarme del río. Un coclí renegado se 
me vino en picada, chillando desesperadamente y me picoteó la cabeza; yo me voltié y le hice 
frente con las manos como garras, manotiando y maldiciendo hasta que rocé plumas; luego 
corrí hasta la carretera a donde llegué furiosísimo. ¡Cómo me dolía y me quemaba esta rabia! 
No podía tragar saliva pues me bajaban gargajos de fuego por la garganta (Caicedo, 1988, p. 
154). 
El carácter de la batalla es más que inesperado. A la lucha interior por la frustración 
sucede la lucha contra una naturaleza ahora “extraña” que muestra su cara menos favorable. 
Pero este “distanciamiento” no solo se ha dado en la colisión con el pájaro: el “coclí renegado” 
es su término. A lo largo de la escena el narrador ha venido señalando una serie de elementos 
narrativos que se refieren a la naturaleza y en la que esta va perdiendo su cariz benévolo para 
transformarse en una entidad agresiva. Desde que sale de su casa a buscar a Angelita para 
confesarle su amor hasta el momento de su rechazo el cielo y la tierra se han hecho 
paulatinamente inhóspitos. Ese mismo día las fuertes lluvias desbordan el río Cali y ocasionan 
la muerte de 65 jóvenes que asistían a un concierto en un grill. Sin embargo, este suceso pasa 
un poco desapercibido en la narración y pierde en la escena su talante trágico-siniestro cuando 
el narrador agrega que todo ha ocurrido “mientras un solo de trompetas” y que “ese mismo día 
inauguraron la autopista Norte Yumbo”. Estos pormenores frívolos no permiten que lo 
grotesco en pleno se asiente en la narración, pues en ningún momento se percibe que se pierda 
la confianza en la realidad y en los parámetros lógicos que la sustentan. 
Es la conducta inesperada del pájaro lo que despierta lo grotesco tanto para el lector 
como para el narrador. Como espectador, el lector se siente “estremecido” ante una conducta 
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animal de la que no se puede dar cuenta en la narración. Está completamente sorprendido y 
desencajado. ¿Es real lo que lee lector? Se vuelve a leer y se encuentra lo mismo. Entonces, el 
lector se pregunta ¿qué ha ocurrido? ¿Qué hay aquí? No halla un sentido. Todo parece 
“incomprensible” e “inexplicable”. Es precisamente esta “perplejidad del contemplador [la 
que] es correlativa al rasgo esencial que se ha destacado como determinante en todas las 
configuraciones de lo grotesco” (Kayser, 1964, p. 40). Es decir, la falla en las categoríasu 
ordenaciones del mundo que permiten confiar en la realidad del mundo y vivir en él. La lógica 
cotidiana, la fe, la razón, las ciencias, todo aquello que da un sentido o dirección a la existencia 
se extravía con lo grotesco, desaparece “la tierra bajo los pies” y se desploman los cimientos 
de la realidad. Entonces el espectador de lo grotesco queda allí, paralizado ante el “carácter 
abismal” del mundo que ahora absurdo o sin sentido le produce angustia ante la vida. 
Ahora bien, el ataque del pájaro provoca que el protagonista adquiera atributos 
animales para defenderse. Es decir, que se torne grotesco. Esas “manos como garras” que 
repelen el ataque del ave son lo monstruoso de lo grotesco que ha emergido y pone de 
manifiesto que “las ordenaciones” del mundo están sufriendo un “proceso de disolución”, a la 
vez que revelan un mundo sin sentido. Kayser (1964) señala, hablando de Callot, a las 
máscaras como uno de los instrumentos que “sirven para aplicar a los cuerpos humanos 
atributos animales” (p. 43). En esta escena no es posible hablar de ninguna, pero se observa 
que la noche, la frustración y la naturaleza enrarecida se homologan como una o, más bien, que 
lo grotesco siempre es capaz de otorgar una. 
Lo grotesco está también presente en la forma como el narrador habla de su rabia una 
vez arriba a la carretera: “me bajaban gargajos de fuego por la garganta”. En el espíritu lírico y 
liberador que transluce la expresión misma se haya lo grotesco. Allí se “distancia” el mundo al 
rarificarse la lengua con que se enuncia, pero también se percibe una estetización del momento. 
Esta última constituye lo grotesco, pero alejado de su carácter “abismal” que sumerge al 
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sujeto en la angustia del absurdo, su labor es ante todo esperanzadora pues es “la tentativa de 
proscribir y conjurar lo demoníaco en el mundo” (Kayser, 1964, p.228). En este sentido, este 
tipo de grotesco que se vale de una “representación artística [que] nos trae a la vez, una secreta 
liberación” (Kayser, 1964, p.228) posee un carácter positivo inexistente en los demás grotescos 
y lo acerca un tanto a la conceptualización de Bajtín. 
Hemos de dejar aquí por un momento la demostración de lo grotesco que encarna lo 
monstruoso y la estetización. Este dio como resultado, en primer lugar, una falta de confianza 
hacia la realidad y, por ende, una sensación de angustia en el espectador ante el absurdo del 
mundo, pues todo lo que sostiene la existencia queda sin asidero. En segundo lugar, se obtuvo 
que lo grotesco puede llegar a ser esperanzador, es decir, mostrar un lado benévolo y con 
alguna dirección siempre que se le ponga en el camino del arte. 
Gracias al desengaño amoroso, el narrador ha cambiado un brillante futuro en las 
humanidades, en un presente sombrío y solitario en el que como “romántico desgraciado” 
empieza a sufrir una serie de padecimientos físicos y espirituales que lo llevarán a la ruina. Una 
a una la abulia, el desclasamiento social y la locura van apareciendo en su vida para arrasarla. 
Días después de su encuentro infortunado con Angelita Rodante, el narrador pierde el 
interés por todo. Decide encerrase en su cuarto y no volver al colegio a pesar de los ruegos de 
sus padres y el rector. Solo sale para dejarse ver con “facha de vago” a la salida del colegio y 
oír las reprimendas de sus compañeros ante su descuido. En una de sus visitas solicita altivo la 
presencia de Solano Patiño y es echado de la institución por el cura de gimnasia y unos 
“buenos estudiantes”. A través de estos eventos el narrador introduce un ambiente sombrío y 
decadente en la que se percibe en escena lo trágico, pues el joven estudiante está malogrando 
su futuro y yendo en picada vertiginosamente. No obstante, apenas se ha asentado este 
sentimiento en la narración aparece también en escena lo cómico y genera el contraste para 
concebir lo grotesco. No se puede dejar de sonreír al pensar en los contrastes intrínsecos en el 
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altercado entre el desaliñado estudiante y su profesor de gimnasia. Más si se tiene en cuenta el 
talente religioso de la institución por lo que el docente debiera ser pacífico, pero que se ha 
exaltado y revelado violento ante el mal comportamiento del alumno, al que en gavilla se hace 
huir por la calles. Incluso se podría asociar un poco la escena al lejano cura Gimnaste de 
Gargantúa y Pantagruel del autor grotesco por excelencia: Francois Rabelais. 
Sumada a la desescolarización del narrador, una languidez se va apoderando de él y 
empieza a volverse lento en sus propósitos. Se deja caer por ahí en cualquier parte de la calle y 
duerme de vez en cuando a la intemperie como un indigente. Su mente se embota y ve en su 
situación un cumplimiento de su “destino fatal”. Una madrugada, Danielito Bang (compañero 
de colegio), lo despierta dándole “pataditas”. Lo acompaña una mujer de “cabellos de fresa”. 
Se saludan y se escudriñan mutuamente. El dictamen es desolador: ambos compañeros están 
experimentando una espiral de destrucción irreductible. De los 4 madrugadores echa cuentos, 
solo H. P. Lovecraft finalizará el bachillerato, los demás “topan con la fatalidad”. El narrador 
ve en Danielito un doble de su situación y aunque reconoce que en él el amor es 
correspondido, aprecia también que su interlocutor está próximo a una prematura muerte. En 
esta escena aparece nuevamente lo siniestro-trágico en la narración, representado en el aciago 
cruce de destinos de los antiguos camaradas, el cual muestra que irrevocablemente la desgracia 
los ha alcanzado a ambos y que cumpliendo con su cometido no les permitirá volverse a 
reencontrar otra vez: 
“Te veo muy bien, Danielito”. Le mentía: los profundos surcos que debajo de los ojos 
le robaban la expresión demostraban lo contrario. Quería como regalarme una sonrisa que se 
oponía a aparecer allí en su cara, que estaba falta de carnes y como agujerada. Me miró con 
angustia que nada tenía que ver con mi lamentable estado; era él quien le daba el soplo último, 
el impulso (Caicedo, 1988, p. 156). 
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 El amor ante todo es una fuerza destructiva eso queda claro para el narrador. La 
misma Angelita lo experimenta enamorándose de un tal Miguel Ángel Valderrama. Llama al 
protagonista para comunicárselo y este recibe la noticia con sorna escatológica: 
“¿Y cómo se llama el novio, vea?”. 
“Miguel Ángel Valderrama Ríos, vos lo debes conocer, estudia en el San Juan 
Berchmans”. 
Yo no lo conocía. Yo sentía era como el placer de la última flojera antes del líquido. 
(Caicedo, 1988, p. 157). 
En esta breve escena aparece otra vez lo cómico para generar un pequeño contraste en 
la estructura de la narración, salpicando a lo trágico precedente con briznas de humor donde lo 
escatológico sirve para escarnecer el sentimiento amoroso de Angelita. Pero lo cómico se 
esfuma pronto al retornar lo trágico en escena con el desenlace de los nuevos amantes pues el 
nuevo amor de Angelita no dura demasiado. Una noche de “torci” Miguel Ángel sale con unos 
amigos y se enamora de “una prostituta barata” llamada Berenice. La pobre Angelita queda 
desolada convirtiéndose en una resignada mártir del amor que sobrelleva su destino de 
manera patética y afectada. En este comportamiento de la joven enamorada vuelve a retornar lo 
cómico a la narración, pues ante todo se percibe a Angelita como un ser ridículo, el cual 
inspira más a la mofa que a la conmiseración: 
Que a Miguel Ángel lo embargaba un amor grande y desesperado y que no iba a ser ella 
(vil criatura) la que se interpusiera, que ella llevaría su destino con lucidez, en paz su pena, y 
que haría todo lo que estuviera en sus manos para ayudarlo, para aconsejarlo, oh, ¡pero duele 
tanto! (Caicedo, 1988, p. 159). 
 A Miguel Ángel tampoco le salen las cosas bien. Su nuevo amor lo abandona y lo 
vuelve solitario que pasa los días yendo a una casa mala a “sentarse y oír música

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