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ISSN: 2422-1228 
 
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MIRAR LA PAZ CON OJOS DE NIÑOS. DESDE UNA FILOSOFÍA DEL 
POSTCONFLICTO 
 
José Alberto Rivera Piragauta 
alberto70rivera@gmail.com 
Docente de la Secretaría de Educación de Bogotá en el Colegio Integrado de Fontibón y de 
la Universidad Nacional Abierta y a Distancia –UNAD– Escuela de Educación 
Eje temático 2. Filosofía e infancia 
 
 No todo lo que se nos presenta como la historia realmente ha sucedido, y lo que realmente sucedió 
en realidad no sucedió de la manera que se nos presenta, más aún, lo que realmente pasó es sólo 
una pequeña parte de todo lo que pasó. Todo en la historia sigue siendo incierto, los eventos más 
grandes, así como la menor incidencia. Goethe 
 
Resumen 
 
Reconociendo que la educación es integral y se inserta en los procesos y dinámicas propias 
de los individuos y de las comunidades, se genera al mismo tiempo una responsabilidad ética 
con la historia y con la sociedad para evitar que hechos y acontecimientos sociales, 
económicos, políticos y culturales que niegan el humanismo y la democracia vuelvan a 
ejercer una acción negativa sobre la construcción de la Paz y la justicia social. De manera 
particular se trata de proponer nuevos horizontes y nuevas perspectivas dadas solamente por 
la mirada de los niños y porque no también de los adolescentes elementos que alimentan una 
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reflexión filosófica distinta y novedosa por quienes son los sujetos protagonistas de estas 
historias. 
 
Además, desde la Cátedra para la Paz se presenta la experiencia pedagógica de formación 
que posibilita la construcción de escenarios democráticos acudiendo al aporte de la filosofía 
para niños que facilita este tipo de debates. Es un recurso didáctico en el cual se puede 
plantear la construcción de futuros reales en el escenario de posconflicto, entendido como un 
escenario de reconfiguración socio-ética mediante la aplicación e implementación de 
acuerdos y normas, estrategia pedagógica que encuentra espacio en el fluir del aprendizaje y 
en la puesta en escena del diario de campo que recoge lo vivido en cada clase. La educación 
de niños y adolescentes está encaminada en formar pequeños y grandes ciudadanos, 
colombianos que se reconozcan desde el pleno sentido de ser humanos, ciudadanos 
conscientes de su papel y misión en una Colombia que presenta inmensas desigualdades 
sociales, económicas y políticas que se expresan de diversas formas en la cultura e identidad 
Nacional. Desde el enfoque pedagógico de la Filosofía para niños se busca que dicho 
cometido sea un proyecto realizable y vivible por nuestros estudiantes, para disponer en ellos 
su actitud y aptitud para que cada uno se convierte en protagonistas activos de paz. 
 
Palabras clave: Historia, Filosofía para niños, Memoria, Verdad y Paz 
 
Introducción 
Lo que se presenta en este escrito recoge algunas experiencias del autor vividas en las 
distintas clases de Catedra para la paz, es por eso que sin una metodología explícita presenta 
una reflexión de tipo filosófico sobre la experiencia pedagógica. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
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El hilo conductor esta dado en la historia pero contada con la verada de lo que implica algo 
tan gravosos como es la vivencia de una realidad armónica necesaria para todos los seres 
humanos como lo es la Paz. Se incorpora, además, la herramienta de la construcción de la 
memoria como una estrategia para reconocer las historias de vida propias de la comunidad: 
sus luchas, orígenes, formas de pensar, sentir y actuar en los territorios. Todo ello en la 
perspectiva histórica de reconocernos como actores transformadores de realidades del 
presente, asumiendo las lecciones del pasado personal pero también desde lo colectivo. Se 
trata de reconocer las voces de las y los ciudadanos, sus relatos que contienen una inmensa 
riqueza cultural y constituyen las herramientas básicas que visibilizan la historia. Significa 
entonces, que las instituciones educativas deben hacer énfasis en las transformaciones o 
nuevas propuestas que hacen los actores del saber, –los niños y adolescentes– en su diario 
acontecer y que de alguna manera se hacen necesarios para construir la paz del presente que 
requiere el país. 
Se desarrollan cinco apartados que mantienen el hilo conductor ya mencionado, y en donde 
a partir de referentes filosóficos se busca presentar y fundamentar elementos actuales sobre 
el tema de paz que nos convoca no sólo a quienes por diferentes circunstancias nos ha tocado 
vivir la realidad del conflicto sino a todos aquellos que hacemos parte de la humanidad. 
 
1. Empecemos con una historia 
Por causas del fortuito azar, en un curso de quinto grado iniciaron clase dos 
estudiantes nuevos. Venía de pueblos provinciales. Normal es en estos 
acontecimientos dar la bienvenida y presentar a los nuevos al grupo de compañeros. 
Asunto del caprichoso destino –dicen algunos– permitió que estos dos niños llegaran 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
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al mismo curso. A veces las coincidencias de la vida favorecen circunstancias que 
llevan sobre sí una propuesta lógica. 
Bueno en fin… la profesora directora de curso los recibió en el salón de clase y ella 
precisamente en aquel momento tenía clase con sus estudiantes por eso se le facilitó 
que pudieran presentarse los nuevos allegados. Sean bienvenidos, este es el curso de 
quinto A soy la profesora Fabiola –les dijo–, sus puestos van a ser aquel y ese otro. 
Por favor, nos dicen sus nombres y si quieren decirnos de que colegio vienen o de 
donde y luego nos iremos conociendo mejor. Así las cosas inició el primero de los 
niños su presentación: (con un hablado como costeño dijo) me llamo Carlos vengo de 
Bolívar allí estudie hasta cuarto de primaria, y continuó el niño –sin desparpajo 
alguno– mis padres son desmovilizados de la guerrilla y decidieron enviarnos donde 
una tía que vive aquí en Bogotá. Después de que se firmaron los Acuerdos con el 
gobierno ellos pensaron que mi hermana y yo estaríamos mejor en la capital. 
Terminada la presentación de Carlos se escuchó un ligero murmullo entre los demás 
niños y niñas compañeros de clase, que fue interrumpido por la fuete voz de la profe. 
Fabiola pidió al segundo niño que se presentara , y es aquí donde tiene sentido el 
preámbulo del primer párrafo de esta historia, veamos: se puso en pie el segundo niño 
y dijo: me llamo Luis y vengo de Medellín terminé cuarto en un colegio de las 
comunas, soy hijo de exparamilitares o “paracos” –como a veces les dicen–, vivo con 
mi abuela porque mis padres tiene un negocio y prefirieron enviarme a Bogotá por 
cosas de seguridad dicen ellos. Si ante la presentación de Carlos se produjo un 
murmullo, esta vez el asunto fue un poco más atronador, pero no tanto porque Luis 
fuera hijo de “exparacos”, sino que todos sus compañeros recordaron las realidades 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
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estudiadas en las clases de sociales y concluían rápidamente que a su salón de clase 
habían llegado dos enemigos a muerte. 
La profe Fabiola leyó rápidamente la situación y sin poder evitar o disfrazar la 
honestidad y sinceridad de Carlos y Luis quiso continuar con la clase pero por un 
instante en su mente se cruzaron diferentes preguntas, que confrontabanlo que ella 
les había enseñado a los otros niños y que podían mal interpretar ante la nueva 
realidad impuesta. 
Las preguntas que en su mente retumbaban y que muy seguramente le harían también 
los otros niños eran: ¿Carlos y Luis son enemigos, entonces tendré que pedir que 
cambien a alguno a otro colegio? ¿Ellos son culpables por lo que hicieron sus padres? 
¿La historia que le tengo que enseñar a mis estudiantes diferencia a buenos y 
bandidos? ¿Es justo negar verdades? La maestra volvió en sí y observó a sus 
estudiantes que la miraban con nuevas preguntas en sus caras. Su asombro fue aún 
mayor cuando Carlos se puso de nuevo en píe y de la misma manera como hizo su 
presentación, también habló diciendo: profesora y compañeros, hasta ahora los 
conozco y ustedes me conocen yo no soy violento ni quiero la violencia en mi pueblo 
se dieron muchas muertes, vi morir a niños como yo o algunos de mis amigos se 
quedaron huérfanos, por eso no quiero que me vean como enemigo o me tengan 
compasión. Quiero cambiar mi historia de vida. En ese instante Luis se paró del 
puesto donde estaba y sin esperar a que Carlos terminara fue hacia él y le abrazo entre 
sollozos los demás niños no tuvieron más remedio que atronar el salón de clase con 
aplausos. 
Ante lo sucedido, la maestra preguntó a Luis si podía explicar lo sucedido. Luis se 
paso la mano por sus mejillas y respondió, profe tenía miedo con lo que fuera a decir 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
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Carlos, pensé que aquí otra vez no podría olvidar mi historia pasada. Creí que iba a 
tener un enemigo en este curso y yo tampoco soy violento, mis recuerdos no son 
alegres, por eso quiero construir una historia diferente y creo que Carlos y Yo vamos 
a contarla de otra manera. 
Aunque las preguntas que llegaron a la mente de Fabiola siguen siendo vigentes, ella 
ha encontrado nuevos elementos y distintos recursos didácticos para enseñar historia 
en la clase de sociales a sus estudiantes de grado quinto. 
 
Se me ocurrió construir esta corta historia, algo sencilla y sin una estructura compleja para 
plantear lo que nos convoca en esta reflexión. La necesidad de volver a pensar como niño un 
asunto, algo complejo, como lo es el de la guerra y la paz, remite a una añoranza de aquellos 
tiempos en que la vida se experimentaba de otro modo y la verdad se nos contaba de distintas 
maneras. Es un esfuerzo inverosímil empeñarnos por sacar de la historia de sangre y 
sufrimiento a nuestros niños. Ellos no deberían pasar por este tipo de dolor tal y como en su 
momento lo planteara Dostoievski (1998, p. 743) el sufrimiento de los niños lo lleva a 
declarar que todos somos culpables de su sufrimiento. 
La historia de nuestro país está siendo contada por nosotros los adultos a los niños. Al parecer 
se sienten vientos distintos en los cuales se quiere hablar de paz, construir una historia 
distinta. Aunque debo agregar que recientemente al volver sobre estas líneas suenan ruidos 
de guerra, es lamentable la paradoja, pero me quiero mantener en el ideal optimista. 
Continuemos con la idea. 
Si vamos a contar la historia de los últimos años de nuestro país a nuestros niños contemos 
lo acaecido, como eso, un asunto del pasado pero sin perpetuar el sentido de venganza o de 
insultos a alguna porción de la humanidad de la cual todos y cada uno de nosotros hacemos 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
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parte. Platón –el clásico filósofo– insistía en que antes de la gimnasia era importante enseñar 
a los niños la música y en ella educarlos mediante el discurso. Sin embargo, para Platón son 
necesarias las fábulas que aunque llenas de mentiras en ocasiones se necesitan para educar. 
Platón creía que las historias que los niños escuchan en los primeros años de sus vidas tienen 
una profunda influencia en ellos. 
Comencemos, pues, ante todo por vigilar a los forjadores de fábulas. Escojamos las 
convenientes y desechemos las demás. En seguida comprometeremos a las nodrizas 
y a las madres a que entretengan a sus niños con las que se escojan, y formen así sus 
almas con más cuidado aún que el que ponen para formar sus cuerpos. En cuanto a 
las fábulas que les cuentan hoy, deben desecharse en su mayor parte. (La República, 
Libro II). 
Es curioso que Platón más adelante invita a no contar las historias de los poetas Homero y 
Hesíodo a los niños, pues son historias que pintan a los dioses tergiversando lo que son y 
confundiendo a los niños pues están desprovistos de razón, según la apreciación platónica. 
Es obvio que los niños de los que habla Platón no tienen nada que ver con nuestros niños, 
cuya capacidad de comprensión permitiría entender diversas verdades, por más complejas 
que parezcan, como adultos pretendemos mostrara una vida agradable, y 
Se le esconde que la razón de que muchas cosas no funcionen, se debe a nuestra propia 
naturaleza, a la tendencia de los hombres a actuar de manera agresiva, antisocial o 
interesada. […] 
Por el contrario, los cuentos de hadas enseñan a los niños, divirtiéndolos, que la lucha 
contra las graves dificultades de la vida es inevitable, que ella hace parte de la 
existencia humana,…(Bettelheim, 2010, p 167) 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
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Para Bettelheim (2010), con los cuentos de hadas el niño se enfrenta a los conflictos 
existenciales humanos, uno de ellos el de la muerte. Buena parte de los cuentos de hadas 
describen la situación de muerte de alguno de los padres, así el pequeño oyente sabe de tal 
realidad existencial y poco a poco comprenderá que es también parte de su realidad como 
humano. En fin las historias permiten mostrar a los niños poco a poco la verdad. Sin que sea 
un desvelamiento total que ciegue su completa comprensión. Por otro lado, y haciendo eco a 
la propuesta de M. Lipman et al (2002) desde la Filosofía para niños, los cuentos o historias 
son un buen recurso tanto didáctico como pedagógico para pensar y dialogar filosóficamente. 
Es posible que nuestra historia de país esté llena de villanos vestidos de lobo, de caperucita 
roja o de la abuelita. Empero, al enseñar la historia a nuestros niños es importante reconocer 
que el concepto humanidad nos auto involucra, y nos llama a modo de imperativo ético a 
mantener la armonía de la humanidad. 
Muchos de nuestros niños y niñas han nacido y nacerán en una etapa del tiempo donde la 
historia del conflicto es distinta, entonces, enseñémosla desde la verdad, pero sin el 
resentimiento y sin el deseo de venganza, que fueron los sentimientos de quienes 
experimentaron la realidad de lo que pasó. Superar el pasado y asumir el presente con lo que 
aprendimos para que –como siempre deseamos–, el horror de la guerra no se repita nunca 
más, y la simple moraleja sea caminar en construcción de la armónica paz. 
 
2. Una historia pero con memoria 
 
La memoria es una condición necesaria de la historia. No hay historia sin memoria, los 
acontecimientos se relatan y se transmiten de generación en generación hasta registrarlos en 
un escrito. Casi siempre la humanidad transmite con mayor rigor histórico y con lujo de 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
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detalles cronológicos, geográficos y sentimentales aquellos acontecimientos que le han 
causado horror y dolor, por ejemplo, para los cristianos la muerte de Jesús de Nazareth 
relatada por sus discípulos en los Evangelios o la muerte de miles de judíos en los campos 
de concentración que han generado infinidad de escritos, informes, documentales y películas 
sobreeste acontecimiento. Aunque a veces ocurre (caso Colombia) que el registro de lo 
acaecido es mandado a borrar y a su relator se le obliga a retractarse o se le amenaza de 
muerte si sigue buscando la verdad. 
En Forcadell et al (2004) se afirma que la memoria es la condición del ser para ser, “la 
memoria es la garantía de la identidad, de la conciencia de ser, y del ser para sí […]” (pág. 
352). La humanidad prevalece por y a través de la historia. Tanto la memoria como la historia 
son recursos necesarios en todo proceso educativo, pues ambas, confluyen a la hora de 
brindar información detallada sobre acontecimientos acaecidos y por tanto posibles de 
transmitir. Una educación éticamente responsable será una educación emancipadora, [en el 
sentido que propone Freire (1982)y Ranciere (1987)] en cuanto que es capaz de realizar una 
correcta administración de la memoria histórica. Una historia que se educa a través de los 
aconteceres temporales. O como diría Jorge Luis Borges en el prefacio a Del amor y los otros 
desconsuelos, “La historia no es un frígido museo; es la trampa secreta de la que estamos 
hechos, el tiempo. En el hoy están los ayeres” (García, 1968). 
Con memoria, educación e historia se forma el triángulo perfecto para poder exigir 
argumentos éticos y morales, que permitan construir nuevas historias que sean distintas a las 
ya transcurridas. El recuerdo no es para repetir lo acaecido, al contrario, se trata de educar 
desde el recuerdo y de esta manera se aprende que el mal sufrido no se puede volver a repetir, 
es como si fuera un imperativo categórico moral. Construir un futuro a partir del postconflicto 
no puede infravalorar el pasado, hacer recuerdo en el presente mediante procesos educativos 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
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y formativos permitirá emancipar y liberar las conciencias con un único fin evitar que se 
repita lo acaecido. Filósofos como J. B. Metz (2002), W. Benjamín (2012) y Adorno (1996) 
han estudiado desde la filosofía política el tema del recuerdo, afirmando la imposibilidad de 
borrar de los relatos y de las transmisiones orales lo que ha acontecido. Recordar el dolor 
merece un supremo respeto. 
Los anteriores filósofos elaboraron un discurso ético y educativo fundamentado en uno de 
los hechos que marcó una huella indeleble en la historia de la humanidad del siglo XX en el 
entorno europeo, la persecución y aniquilación del pueblo judío por parte de los nazis. Con 
una sentencia implacable y era la no repetición de lo acaecido. Aunque sobre esta sentencia 
pesa el desacato de la historia reciente. Los actos violentos de la humanidad en Siria y otros 
tantos lugares del planeta dan muestra de que lo acontecido en Auswich se ha vuelto a repetir 
de maneras distintas. 
 
3. En camino por las historias de vida 
 
Relatar la historia, implica descifrar lo acontecido casi con la mirada del niño. Mirar la paz 
con ojos de niño es mantener la transparencia y la visual sin necesidad de usar algún tipo de 
enfoque, sino más bien mirar tal cual es la vida y la realidad, sin prejuicios ni 
tergiversaciones. Quienes ejercemos la vocación de la docencia sabemos bien que la vida 
como historia puesta en la línea del tiempo, se mueve bajo las interpretaciones y manejos que 
el historiador hace de ella, seguramente hemos leído o pensado muchas veces sobre el 
trajinado cuento de Caperucita roja y las diferentes posibilidades que el cuento ofrece para 
imaginar finales distintos, como pensar que el lobo no hubiese sido el villano o que la abuelita 
le hubiera matado antes de disfrazarse como ella para engañar a caperucita, en fin, distintos 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
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finales y maneras de contar la misma historia. Quien cuenta una historia maneja el destino 
de la historia y es así que como niños aprendemos de la moraleja de acuerdo a la intención 
de quien escribe el cuento. 
Por lo tanto, no es posible hablar de paz a los niños enseñando los prejuicios de aquello ya 
superado, no es posible hablar de paz dejando cabos sueltos y forjando perpetuidades en el 
tiempo de temas ya superados, como el odio y el resentimiento. Si la víctima ha perdonado 
al victimario y, por otro lado, el conflicto que dio origen a tal situación ya desapareció, 
entonces porque mantener en el tiempo lo que ellos ya decidieron acabar. Al respecto tomo 
las palabras de uno de mis profesores de filosofía que en el marco del II Congreso 
Internacional Edificar la Paz en siglo XXI, realizado en la Universidad de la Salle en 
septiembre de 2014, decía: 
El nieto del verdugo no es el verdugo. Al hijo del verdugo no se le puede imputar el 
mal que causó su padre. El hecho de pertenecer a un colectivo, a una institución que, 
en el pasado, causó mal, no puede imputarse a los miembros actuales de tal colectivo, 
de tal institución, porque ellos no fueron responsables de tales actos, porque no 
existían, pero sí deben potenciar que tales colectivos o instituciones reconozcan el 
mal causado en el pasado, que lo lamenten públicamente y que reparen, en la medida 
de lo humanamente posible, el mal perpetrado. 
Tenemos que conocer la historia con la máxima precisión, debemos evocar la 
memoria de lo acaecido, pero los presentes no somos responsables de lo que pasó 
antes de nuestra existencia, por la tanto el resentimiento histórico es, simplemente, 
absurdo (Torralba 2015, p. 11). 
No se pueden seguir escribiendo historias del pasado para seguir acrecentando el 
resentimiento en el presente y en el futuro. Caminar hacia el postconflicto implica liberase 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
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de las viejas historias y superara el dolor, sin que esto sea fácil es importante construir a partir 
de las lecciones aprendidas. Pues en las generaciones presentes y futuras se sentarán en una 
misma mesa los hijos del victimario y de la víctima; no se pueden imputar cargos, ni generar 
culpabilidades a quienes no fueron actores directos de las acciones violentas, insistimos con 
Torralba (2015) «el hijo del verdugo no es el verdugo y el hijo de la víctima no es la víctima». 
Es importante reparar los daños causados a la víctima y los suyos, pero las generaciones o 
los hijos que no fueron actores principales del acontecimiento violento no pueden responder 
ni vengar lo que directamente no hicieron, ampliando el círculo de intoxicación y de muerte 
secuencial e infinita. Continua Torralba enfatizando que 
No es posible la reversibilidad histórica, pero, es posible una reconstrucción de la 
memoria histórica que tenga la verdad como horizonte final, como el punto de llegada, 
como la causa final, como el objetivo fundamental de la narración. Partimos de la idea 
que es posible, aunque poco probable, una administración verdadera de la memoria 
histórica. (2015, p. 5) 
Ante la vejación y el maltrato de tantas historias de vida, donde se ha padecido una lesión se 
reclama una justicia reparatoria que permita superar el resentimiento. Justicia no como un 
eufemismo que implique una venganza y por lo tanto un resentimiento como percepción 
subjetiva que genera un círculo que daña y va en perjuicio de las historias compartidas. Las 
historias son personales, pero dan un matiz a la historia que transcurre en el tiempo y de la 
que dejamos nuestra huella con los matices que son necesarios. 
 
4. La importancia de decir la verdad 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
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Se requieren historias desde y con la verdad. La verdad de lo ocurrido, develar el 
acontecimiento siempreserá importante en honor a la justicia para reconstruir la paz; por el 
contrario, ocultar de forma deliberada el relato de un actor por miedo a lo que diga perpetua 
el conflicto. (Torralba, 2015) Contar la historia de lo que verdaderamente pasó devela el 
sentido para crear los espacios de perdón, siempre y cuando la impunidad no prevalezca en 
la memoria de la víctima. 
Con el propósito de recuperar la vida digna de las víctimas del conflicto armado que vive el 
país, se hace necesario construir una experiencia pedagógica que posibilite visibilizar las 
experiencias, las voces, la participación y el reconocimiento de los saberes personales y 
colectivos de las comunidades afectadas. Para ello, resulta de vital importancia generar 
procesos pedagógicos de acompañamiento que incorporen los saberes de las víctimas con los 
de las ciencias humanas, como la literatura, el arte, las ciencias sociales, etc. Lo anterior con 
el fin de facilitar el encuentro que posibilite la creación y comprensión de las narrativas que 
hacen parte de la memoria personal y colectiva de quienes han vivido el conflicto armado en 
Colombia. En consecuencia, las imágenes, relatos, narraciones e historias son la fuente 
principal para la comprensión de las experiencias que se comienzan a desarrollar a partir de 
la apuesta por recuperar la memoria de lo vivido. 
Lo anterior significa incluir desde la experiencia pedagógica a nivel de la docencia, 
ambientes de aprendizaje que favorezcan las condiciones para expresar y escuchar; construir 
sentido promoviendo la participación y potenciando la creación de alternativas para superar 
barreras en diferentes dimensiones humanas como la cultural-simbólica, participativa y 
económica en las comunidades. El encuentro en el aula de clase con las distintas historias de 
los niños y adolescentes, permiten que el Maestro ante las preguntas que le retan a acompañar 
el aprendizaje sugieran una nueva historia. Quizás desde este ejercicio pueda vincular no solo 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
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las memorias del conflicto, sino también el pasado de la vida cotidiana las creencias, los 
valores; las formas de querer, pensar y desear. Allí se encuentra el contenido pedagógico 
donde es posible producir nuevas representaciones e imaginarios atados a los intereses y 
sueños de las comunidades en sus territorios, a pesar de las múltiples situaciones de 
incertidumbre producto del dolor y del miedo que silencian a las víctimas. Se trata de 
posicionar las comprensiones de la historia “desde abajo” para no dar el campo abierto a las 
narrativas dominantes sobre la guerra y la historia. 
La propuesta de la Cátedra de la Paz como nueva asignatura de los planes de estudio, 
reglamenta la Ley 1732 de 2015, permite constituir la base para la organización de un 
proyecto formativo en memoria histórica, derechos humanos y negociación y resolución de 
conflictos. Las pretensiones del Ministerio de Educación Nacional se encaminan hacia la 
calidad de vida de la población, sin embargo, se distancia de las realidades sociales y 
económicas, así siempre críticas que no permiten tal calidad. Se debe trascender las 
concepciones hegemónicas de las relaciones entre lo público y lo privado, única manera de 
crear espacios para que las voces silenciadas del conflicto puedan irrumpir socialmente con 
la construcción de imágenes e identidades sobre lo que aconteció y acontece en sus hábitats 
de origen y en los territorios que ahora ocupan. En otras palabras, lenguajear o expresar 
públicamente la memoria a través de la creación colectiva de textos y contextos, de 
narraciones y narrativas. 
Finalmente, establecer un espacio de reflexión desde la memoria significa la construcción 
del sentido político de los sujetos y las comunidades, porque las historias construyen y 
reconstruyen las realidades, recreando la memoria de la sociedad y por ende de los pueblos. 
Nos invitan a comprender la posición frente al mundo, desde la visión del bien común, de “lo 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
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público” y de lo que podamos acompañar e intervenir en el proceso que se enuncia en los 
objetivos de la cátedra. 
 
5. Finalmente el recurso pedagógico. 
 
El punto de partida de este escrito se dio a partir de una historia creada a propósito, pero con 
algunas verdades que hacen que la historia tenga un soporte real, ya descrito en la anterior 
reflexión. Muy seguramente que la profesora Fabiola genero distintas estrategias posteriores 
para dinamizar y orientar sus clases haciendo mucho más enriquecedor el aprendizaje de 
todos sus estudiantes. 
La filosofía para niños posee uno de los mejores recursos didácticos desde la comunidad de 
indagación y en la que Lipman et al (2002) insiste desde la posibilidad de brindar buenas 
razones a las preguntas allí planteadas. Fomentar el pensamiento crítico y a su vez creativo 
con nuestros estudiantes, con la gran riqueza de lo que ellos son en sus particularidades y en 
sus contextos. En la comunidad de indagación se pueden compartir los relatos de vida que 
son biografías contadas por los propios niños o adolescentes. Como reconstrucciones 
biográficas dinamizan y enriquecen la historia de todos inclusive la de los oyentes, a través 
de otros recursos complementarios como testimonios, imágenes y referencias periodísticas.es 
un buen pretexto para reconocernos como sujetos capaces de narrarnos y poder contar 
nuestras vidas, no solo de los actos humanos propios como nacer, crecer, reproducirnos y 
prepararnos para morir; sino narrar la vida en un relato propio de los afectos, creencias, 
valores, principios y acciones que marcan la vida, los referentes con los que crecimos 
tratando de inventarnos el propio yo, de darnos una identidad y allí donde aparecen narradas 
nuestras angustias, tensiones, alegrías, tristezas, luchas y formas de asumirnos en el mundo. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
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La filosofía clásica con Platón definió la educación como el arte de cultivar el alma con el 
conocimiento para alcanzar su libertad, perfeccionándola con la sabiduría y el valor. A partir 
de lo escrito hasta ahora se puede plantear que todo proyecto educativo implicará 
necesariamente un compromiso con la paz, independientemente de una historia de conflictos. 
En el caso colombiano mantener la paz será un reto de siempre para las actuales y las futuras 
generaciones. Solamente cuando se ha sembrado y es un mensaje que se hace perdurable en 
el corazón de los hombres y mujeres de todo lugar y de toda condición social, se puede 
afirmar una cultura de paz pues el cultivo de ella se mantendrá en el corazón de todas las 
persona como un imperativo de bien común. 
Reconociendo que la educación es integral y se inserta en los procesos y dinámicas propias 
de los individuos y de las comunidades, se genera al mismo tiempo una responsabilidad ética 
con la historia y con la sociedad para evitar que ciertos acontecimientos negativos para la 
humanidad se vuelvan a repetir. De manera particular se trata de proponer horizontes nuevos 
superando las heridas causadas por la guerra y renovando los discursos de tal manera que en 
sus palabras no se repitan nuevos elementos que alimenten el resentimiento. 
En palabras de Torralba (2015), «Los resentimientos son un obstáculo para la construcción 
de la paz, tanto personal como social, porque “nos intoxican y nos esclavizan”, pero se 
pueden superar». La liberación del resentimiento en el postconflicto deberá ser la actitud que 
todos los colombianos asumamos como condición sine cua non, pues los resentimientos son 
un obstáculo parala construcción de la paz, tanto personal como social, porque “nos 
intoxican y nos esclavizan”, pero se pueden superar. Desde una ética comunitaria, la 
responsabilidad moral está en buscar y proyectar horizontes diferentes de posibles futuros, 
no se trata de trivializar el conflicto al decir que es necesario superarlo, se trata de dejar a la 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
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justicia que realice su tarea con lo que pasó y a quienes les pasó y dibujar nuevas líneas de la 
historia. 
Según Cascón (2007) se define el conflicto como: «aquellas situaciones de disputa o 
divergencia en las que hay contraposición de intereses (tangibles), necesidades y/o valores 
en pugna». Uno de los elementos interesantes que surge al definir la armonía como término 
polisémico, es que se reconoce que la armonía se da entre los contrarios u opuestos teniendo 
claro que se necesitan mutuamente. No se trata de que alguno de los opuestos tenga mayor 
protagonismo, se trata de que en la oposición haya armonía. No todo puede ser blanco o todo 
negro, tampoco gris. Por lo tanto, a pesar del ideal armónico, existe el conflicto como 
oposición o desacuerdos, normales y a veces necesarios en los escenarios en los que existe el 
ser humano. Las diferencias generan los conflictos, que a su vez se desencadenan en 
situaciones de polémicas, disgusto, intercambio de opiniones, hasta llegar incluso a la 
agresividad o violencia. Se suma una tarea más a las ya importantes de la educación, sembrar 
la paz en el corazón de todos y de cada uno de nosotros como Colombianos pero cuidarla 
para mantenerla viva por siempre. Serán los niños y adolescentes quienes darán cuenta de la 
posibilidad de vivir en paz y de establecer compromisos válidos en sus espacios donde 
manifiestan la vivencia de la paz, que demuestre que los esfuerzos y lo que acontece en el 
lugar de aprendizaje se refleja en lo que cada estudiante es. 
 
Conclusiones 
 
Lo escrito en este artículo, aunque se convierte en reflexión teórica de un tema determinado 
en el cual confluyen distintos saberes y experiencias, quiere manifestar algunas experiencias 
de vida en el aula de clase cuando se generan los debates o los foros con estudiantes. Como 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
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autor de este escrito y como docente de la asignatura de Catedra para la paz puedo inferir que 
vivimos el mejor tiempo privilegiado para conocer la dimensión humana que es capaz de 
hacerse cargo de una época de la historia de nuestro país, que puede vivir y entregar a las 
futuras generaciones. 
Por otro lado se ha expuesto referentes y sustentos teóricos que permiten entender la dinámica 
de lo que implica buscar la paz y vivir en ella. Los manejos políticos que se hacen sobre la 
paz son diversos, sin embargo, las expresiones personales de tales experiencias se justifican 
desde lo más diáfano que es la verdad expresada por los niños. Los adultos, y quienes tenemos 
la tarea de acompañar la formación de niños hemos de ser responsables desde nuestra ética 
profesional para no hacer mal uso de las historias de vida de nuestros niños y adolescentes. 
Aunque en un salón de clase tenemos distintas historias de vida, ellos, nuestros estudiantes 
junto con el docente hacemos parte de una historia colectiva, el aporte es individual, pero el 
beneficio es general. Del beneficio surgen los deberes y los derechos, que se enmarcan en 
una sola palabra la verdad, en honor a ella no podemos enseñar falsedades ni tampoco ocultar 
verdades, por lo tanto, sin extremos y sin fomentar contrariedades a lo ya expuesto, si 
podemos seguir fomentando un pensamiento crítico en nuestros estudiantes en donde ellos 
mismos reconozcan su papel y su tarea con la “gran historia” y con la humanidad. 
Por último, la filosofía ofrece los mejores recursos y posibilidades tanto didácticas, como 
pedagógicas para hacer del ambiente de aprendizaje el lugar de experimentación y de 
indagación. Los niños y adolescentes se expresan, aunque no hablen todos, todos si aprenden. 
La sagacidad del docente está en saber tejer y ofrecerles no los matices particularizados, sino 
la experiencia lógica de un conocimiento que se hace válido para esa comunidad de 
estudiantes y para otros que aprenderán del camino recorrido. Definitivamente el llamado 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
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será siempre a ser protagonistas y no espectadores, estar fuera de lo realmente vivido es 
manipular la verdad a los propios intereses. 
 
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de Biblioteca Comares de ciencia jurídica: Editorial Comares, 
Cascón, P. (2007). Educar en y para el conflicto. Cátedra UNESCO sobre Paz y Derechos 
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Cibergrafía 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
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Video conferencia del profesor Torralba: https://www.youtube.com/watch?v=Mh_pIKxP-
b4 
Informe Basta ya: 
http://www.centrodememoriahistorica.gov.co/micrositios/informeGeneral/index.htm
l 
Galtung, J Investigación para la paz y conflictos: presente y futuro. Recuperado de: 
http://www.pitangui.uepg.br/nep/artigos/Investiga%C3%A7%C3%A3o%20para%2
0a%20Paz.pdf

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