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repositorio.uptc@uptc.edu.corepositorio.uptc@uptc.edu.co La Función social del diseñador gráfico Ponencia de Felipe Valencia, diseñador gráfico. Docente de Taller Cinco, Centro de Diseño. [...] “Un proyecto de diseño gráfico social no debería hacerse por encargo sino emerger de la necesidad de comunicar que refleja la sensibilidad del diseñador” Alain LeQuernec* * Alain Le Quernec, uno de los diseñadores más representativos del afiche contemporáneo, nació en 1944, en Le Faouët, Fancia. Ejerce la docencia de diseño gráfico en el Collège Brizeux. Desde 1972 vive y trabaja en Quimper, Francia y, según su opinión, sería autodidacta si no hubiera estudiado durante un año en Varsovia bajo la tutela del maestro Henryk Tomaszewski. Forma parte de la Alianza Gráfica Internacional. A través de la historia, la comunicación entre seres humanos se ha ejercido por diversos medios. Sin embargo, los gestos, las huellas dejadas en la arena, el lenguaje y los pictogramas, los sonidos emitidos por diversos instrumentos para anunciar algún acontecimiento y otras formas primitivas para expresar algo, presentaban un inconveniente. Su perdurabilidad. Con la aparición de la escritura, que permitió la permanencia en el tiempo de razonamientos, mensajes, conocimiento y hechos de la historia de la humanidad, también asoman aquellos que comienzan a interesarse por la legibilidad, la estética de los caracteres y la presentación de los escritos. Se llamaban tipógrafos. Los iluminadores, acompañaban esos textos con imágenes o letras capitales para atraer aún más hacia la lectura y el libro comienza a ser parte del entorno del hombre. En él se consigna el saber y la historia y además, se divulgan. Podría ubicarse el inicio de la labor del diseño gráfico en ese instante, como también cuando se pintaron los primeros pictogramas en piedras y cuevas, o bien, con el invento de la imprenta o de la litografía. No puede precisarse en qué momento de la historia sucedió. Pero, desde entonces, papeles, símbolos, letras e imágenes han acompañado nuestras vidas. Estos acompañantes han cambiado su ropaje y características, se han adaptado a nuestras costumbres y, sin embargo, han ejercido siempre la misma función de transmitir conceptos y mensajes visuales. Durante un largo periodo, el papel ejerció su dominio como contenedor de comunicados, expresiones literarias o artísticas e información, hasta la incursión del cine y la televisión y posteriormente del ordenador o computador personal donde también puede reseñarse el devenir humano. Estos medios son campo fértil para que el diseñador gráfico exprese, con mayor dinamismo, su creatividad y su capacidad para que, a través de códigos visuales, divulgue lo que otro quiere decir o sus propias ideas, como también lo hará seguramente, con aquellos nuevos medios de comunicación que asomen en el futuro. El diseño gráfico no es sólo vocación. Es una decisión de vida, para que las cosas comunes sean más bellas y funcionales para todos. Para llamar la atención sobre todo aquello que lo merezca. En el mundo de los negocios, durante el primer encuentro entre dos personas, se presenta un gesto inicial de dar la mano y es inmediatamente seguido por la entrega de una tarjeta de presentación personal. Se establece un contacto con el otro. Ello demuestra su importancia en una época, que ha sido denominada como la de la “civilización de la imagen”1. Facilitar la orientación en un supermercado, dar a conocer en un afiche la fecha de realización de un evento, permitir que alguien distinga un producto o una marca de otra, hacer agradable la lectura de un libro o revista, comprensible una papelería 1 Favre, Jean-Paul y November, André. Color y Comunicación, Ediciones ABC Verlag, Zurich, 1979, p.12. comercial o legal, eficiente la visita a sitios web, interesante una animación gráfica, como también, —entre muchas otras labores—, ejercer la de comunicador gráfico de mensajes propios o emitidos por otros que alcancen al estamento social, son funciones que atañen al diseñador gráfico de la actualidad. Él debe efectuar un encuentro entre la estética y la creatividad, la funcionalidad y su anhelo de ser útil. Es su compromiso social, su responsabilidad consigo, su entorno y el mundo que habita. El diseñador gráfico comprende y se apropia de la imagen como una poderosa herramienta para contribuir a la transformación social de su entorno. Entiende a cabalidad el viejo leitmotiv que dice “una imagen vale más que mil palabras”. Como en todas las profesiones está en su esencia el destino de su saber. Puede utilizarlo para su beneficio económico o placer estético, como también puede dirigirlo a generar crítica y reflexión sobre una problemática social en ámbitos locales, regionales o globales, aprovechando la universalidad de su lenguaje. A diferencia del texto o el mensaje escrito u oral, la imagen tiene un idioma que todos conocen. El letrado o analfabeta, oriental u occidental, religioso o ateo, blanco, mestizo o negro, rico o pobre reconocen y pueden interpretar en fracciones de segundo una imagen que descrita en palabras, idiomas y escrituras diferentes alcanzaría solamente a una parte de la población global. Un ejemplo sencillo de ello, está en la simbología utilizada en las señales de tránsito o en la manera como dibujan la gran mayoría de los niños a su familia. Papá, mamá, hermanito y hermanita cogidos de la mano. El contexto social ciertamente influye en la estética que el diseñador gráfico emplea para transmitir su mensaje visual pero la uniformidad que esta estética está adquiriendo, debido a la globalización y la masificación de las comunicaciones, es evidente. En épocas anteriores era relativamente fácil determinar de dónde provenía un diseño u otro. Hoy se puede hablar de tendencias en diseño, pero es más difícil hacerlo desde el punto de vista geográfico o cultural por las razones anteriormente mencionadas. Es curioso observar que ante una problemática social que atañe a la población mundial como la violencia intrafamiliar, el trabajo infantil, el calentamiento global, el acceso a la salud, entre otros, hay similitud en la presentación gráfica de conceptos que hacen, desde distintos lugares y diferentes culturas mundiales, diseñadores gráficos preocupados por aportar para que haya cambios en los hábitos sociales que conducen a que se presenten dichos problemas. Ello refuerza la idea de la universalidad de la imagen. El diseñador gráfico de aquí y de allá, sabe que su fortaleza y su deber están en que esa imagen contribuya a mejorar la calidad de vida de los demás. Divulgar su importancia, para que en un país como Colombia, que apenas está adquiriendo conciencia de la función social del diseñador gráfico, se entienda, respete y aprecie, constituye una necesidad muy sentida para el futuro de la profesión. He escogido al afiche como la pieza gráfica que abre la puerta para introducirse hacia el mundo del diseño gráfico y parece contradictorio pues obedece a que, por tradición, no ha necesitado presentación alguna para integrarse a un grupo social determinado ya que se encuentra expuesto en un lugar donde las puertas no existen, donde no se necesita una invitación para conocerlo: la calle. En Colombia, como en otros países, pululan seres anónimos que la recorren y sus vidas transcurren sin que nadie lo note. A menudo, quienes pretenden e insisten en que los demás los vean, son aquellos que gritan o producen escándalos. Con frecuencia lo logran pero dejan tras de sí, un recuerdo vulgar que se quiere olvidar. El afiche también grita, pide que lo miren durante un instante, un solo instante. Pero su grito no es ordinario, está desprovisto de egoísmo. Su gesto es un llamado para que unos seres humanos se enterende lo que otros quieren decir y ser un vehículo de su intención. Su carácter democrático, lo hace una herramienta en extremo valiosa, para la comunicación de mensajes que alcancen a la mayor cantidad de población en el menor tiempo posible. En 1978 se crea en París, el Museo del afiche y en el catálogo de presentación puede leerse una frase que resume con claridad la función social que ejerce esta pieza gráfica: [...] “es que simplemente, en ningún otro lugar se lee mejor la historia de una sociedad como en el afiche”2. Éste revela la dinámica y los secretos de la sociedad en un determinado momento de la historia. Allí están plasmados sus costumbres, sus gustos y anhelos como también algunos hechos de la historia. Los afiches que presento a continuación están ambos dirigidos a persuadir a los jóvenes para enlistarse en el ejército. Corresponden a dos épocas diferentes y sus técnicas se adaptan a las herramientas gráficas existentes en ese entonces. Pero el mensaje es el mismo y su medio de divulgación también. Debido a su enorme popularidad, la imagen del segundo afiche se adaptó para usarlo en la segunda guerra mundial. Durante la presentación al Presidente Franklin Delano Roosevelt, su autor explicó que para ahorrar dinero, él había servido como su propio modelo. Roosevelt, impresionado replicó: “Lo felicito por su recursividad para ahorrar en los gastos de modelaje. Su método es una muestra del espíritu Yankee”.3 2 Gaëtan-PICON, Geneviève, Curadora del Museo del Afiche, París. 1978. 3 http://www.loc.gov/exhibits/treasures/trm015.html Obviamente esa recursividad no es exclusiva de dicho espíritu, ni puede medirse únicamente en términos monetarios, pero ilustra muy bien una competencia sine qua non, ningún diseñador gráfico podría desempeñarse. En Colombia, por ejemplo, es conocida en el gremio, aquella frase que todo cliente expresa al solicitar un trabajo de diseño: “lo quiero bueno, bonito y barato”. Ello obedece, con frecuencia, al hecho que menciono en la introducción a este trabajo. En el país apenas se está dimensionando la importancia de la labor del diseñador gráfico y aún más del impacto que tiene la imagen sobre el desarrollo social, político y económico de una nación. Esta recursividad la manifiesta Carlos Duque, en una entrevista concedida al periodista, Carlos Murcia de El Espectador, refiriéndose al proceso que empleó para diseñar el cartel de la campaña presidencial del líder político colombiano, Luis Carlos Galán Sarmiento, asesinado años más tarde: “Lo vine a conocer —al candidato—, cuando un día del año 81 se apareció en mi oficina y llegó con una primera imagen que me la dejó y retoqué. .... „Pero la famosa imagen nació por un afiche que llevaban Luis Carlos Galán y Maruja Pachón, la directora de comunicaciones de la campaña. El afiche era una foto de Galán —del fotógrafo Javier Pesca—, en la que se ve el micrófono. No era de buena calidad y ya tenían impreso algunos afiches como en papel periódico, el gesto era muy bueno, y yo pedí una semana para mejorarla. Imprimimos un boceto y lo pegamos en un muro al frente de la agencia. Galán lo vio y le gustó‟. Duque resaltó que la primera imagen fue hecha a punta de plumilla, porque carecían de recursos tanto económicos como tecnológicos”.4 El ámbito de exhibición del afiche no es otro que los muros en las calles de la ciudad. De ahí su carácter democrático. Se encuentra en la sala de exposiciones más grande que pueda existir. Una sala abierta permanentemente. Por ello, 4 http://static.elespectador.com/especiales/2009/08/8134452036373596f1bd54ab6d9b6ad4/h5.html alcanza a millones de seres humanos en un lapso de tiempo extremadamente corto. Su mensaje se percibe en fracciones de segundo. Nadie se detiene a contemplarlo y sin embargo alcanza su objetivo. Impactar a quienes le echan un vistazo. Se podría decir que el afiche es el sustituto del voceador de noticias que antaño recorría esas calles y, al igual que las noticias, su carácter es efímero, a pesar que cuenta con numerosos adeptos alrededor del mundo, quienes lo han convertido en objeto de colección. El pregón del voceador se hacía con la voz, el del afiche con gritos visuales. “Hay gente a quien le gusta vivir en grandes ciudades, que encuentran su elíxir en una vida —con frecuencia anónima—, entre multitudes y luces, en medio de la humareda y el ruido del tráfico. El afiche es parte integral de su existencia. Una ciudad sin afiches, sería para ellos como un espejo sin reflejo, un periódico sin noticias, un mercado sin gritos ni arengas”.5 Es difícil establecer si el impacto obtenido por un afiche se debe a la tipografía, a la fotografía o la ilustración, o bien a una combinación de ellas. Como mucho, pueden formularse reglas en cuanto a su función específica que es la de hacer asimilar rápidamente un mensaje emitido. Éste debe ser transformado para que encuentre la menor cantidad de obstáculos para transmitir la comunicación. Puede intentarse una clasificación para el afiche según el tipo de mensaje que transmite. El afiche comercial o publicitario, el cultural, el decorativo y el social. El objeto del presente trabajo es concentrar la atención en este último, para lo cual se han seleccionado ejemplos gráficos representativos de mensajes que invitan a la solidaridad hacia el otro y hacia el planeta. 5 WEIDEMANN, Kurt. Graphis Posters, Walter Herdeg, The Graphis Press, Zurich, Suiza. 1978, p.7. Existe un principio básico para diseñar piezas gráficas que transporten mensajes de manera estética y eficaz. Se ha utilizado con fuerza a partir de la filosofía de diseño de la Bauhaus que consideraba que éste era una combinación de estética con funcionalidad. Bauhaus descubrió que lo simple era bello. Esta sencillez contrastaba con el carácter enredador de Joseph Goebbels y la megalomanía de Adolph Hitler, quien le puso fin durante un tiempo, pero no evitó que su legado continuara, años después de la segunda guerra. El minimalismo acentuó la idea al notar que el hombre moderno se movía e interpretaba mensajes con mayor rapidez y en el diseño gráfico ello fue evidente. Ese principio dice: economía en los elementos, generosidad en el mensaje. En el afiche social, en la señalética y en la imagen corporativa esa máxima es casi sagrada. Pero el primero recibe apenas una ojeada durante corto tiempo mientras los otros están presentes un largo periodo y permiten ser observados con detenimiento. Más que en otro trabajo gráfico, el afiche social debe atender a esa premisa. A diferencia del afiche decorativo, en el social son necesarias pocas imágenes, pocos textos y gran contundencia. No hay tiempo para más. El bombardeo de imágenes publicitarias, seductoras como ningunas otras, hacen que el transeúnte de nuestro siglo, imbuido en el consumismo, ignore aquellas que pretenden llamar la atención sobre asuntos que tienen mayor importancia para sus vidas. En Latinoamérica, pobreza, religiosidad y analfabetismo han otorgado al afiche social un tono lastimero que tranquiliza conciencias pero no surte efecto. Esto es más evidente cuando se trata del trabajo infantil. El afiche no da soluciones, a lo sumo las propone. Su fin primordial es otro. Llamar la atención. Los ejemplos que presento son aportes de diseñadores de diversos países para exponer al público un problema de nuestros tiempos y son tomados de la página web de Good 50x70, una organización creada en 2007 por un grupo de jóvenes creativos que tuvieron una iniciativa independiente sin ánimo de lucro para promover el valor de la comunicación social entre la comunidad creativa global e inspirar al público a través del diseñográfico. Así como es difícil establecer una fecha que marque el inicio del oficio del diseñador gráfico, no lo es tanto para determinar la de la aparición del afiche. Muchos historiadores coinciden en que fue Jules Chéret, en 1866, quien produjo, en París, los primeros afiches litográficos aprovechando el invento de la litografía de Alois Senefelder en 1798 en Austria y que permitía reproducir a razón de 10.000 hojas por hora. Estos carteles son realizados, en su gran mayoría, por artistas y tienen un fin publicitario. Hacia 1933, Cassandre, otro de los padres del cartel, expresa la diferencia que existe entre la pintura y el afiche: “La pintura es un fin en sí misma. El cartel es sólo un medio para un fin, un medio de comunicación entre el comerciante y el público, algo así como el telégrafo. El diseñador de carteles tiene el mismo papel que el funcionario de telégrafos: él no inicia las noticias, simplemente las transmite. Nadie le pregunta su opinión, sólo se le pide que proporcione un enlace claro, bueno y exacto”.6 Qué decirle entonces a los creadores de los afiches que se muestran en esta ponencia. Es claro que están opinando así nadie les pida que lo hagan. Durante la época de Chéret y de Cassandre asuntos como el trabajo infantil, el maltrato a la mujer, el acceso a la salud y, con mayor razón, la proliferación nuclear o el cambio climático, no tenían la importancia que hoy tienen. 6 BARNICOAT, John. Los carteles. Su historia y lenguaje. Editorial Gustavo Gili, Barcelona, España. 1972, p. 81. Ello indica un cambio en el paradigma de Cassandre. Ahora el diseñador sí opina y se siente armado para hacerlo. Conoce a cabalidad el poder de la imagen y quiere utilizarla para expresar esa opinión y transmitirla a otros para que reflexionen. Ya no es solamente el funcionario de telégrafos. Es cierto que la mayoría de las veces ejerce esa función, pero también conoce su responsabilidad hacia su planeta y hacia los demás y dependiendo de su ideología y su condición humana está más o menos dispuesto a ejercerla. Los ejemplos que vemos, no necesitan mayor explicación. Hablan por sí mismos. Es posible que en algunos de ellos el texto sobre pues la imagen lo dice todo. Hay un común denominador en todos ellos. Son impactantes, cargados de concepto y maravillosamente simples. Fueron realizados en 2009 para el concurso organizado por Good Amsterdam, que no otorga premios. Únicamente se ofrece exponerlos y darlos a conocer. No son hechos por encargo. Nacen de la voluntad de los diseñadores gráficos de contribuir a la solución de los numerosos problemas que aquejan a la sociedad actual y que son universales. El diseñador de nuestra época es conciente de ellos como también conoce la poca disponibilidad de tiempo del público para interpretar esos afiches. Por ello no es extraño encontrar sólo una imagen, pocos colores y textos que acompañan esa imagen con algo de tipografía para reforzar el concepto. Son afiches que reflejan el trabajo del diseñador actual y también a la sociedad en la cual trabajan. Eso demuestra con claridad aquello a lo cual me refería al comienzo del capítulo: en ningún otro lugar se lee mejor la historia de una sociedad como en el afiche. La nuestra está globalizada y los problemas son comunes para todos aunque afecte más a unos que a otros. Cuando se contempla el afiche en la parte inferior de esta página, es difícil no pensar en una E.P.S. colombiana, donde con frecuencia remiten a un paciente de un lado para otro y los trámites son engorrosos. Durante la crisis de la salud de finales de 2009 y comienzos del 2010 en Colombia, se escribió y habló mucho sobre el tema. Es probable que esta imagen, algo caricaturesca, resuma todo aquello. El diseñador actual, además de las competencias técnicas, humanísticas y artísticas que debe poseer, tiene que ser un maestro de la abstracción y la síntesis para que el mensaje que transmita sea contundente, se lea e interprete con rapidez y cause un gesto o un efecto en el público y en la sociedad que integra. Además del afiche, son innumerables las piezas gráficas con las cuales el diseñador gráfico puede alcanzar a sus semejantes. Todos aquí conocemos el valioso aporte gráfico que volantes, plegables o vallas hacen a las campañas de vacunación o contra el abuso sexual, del uso de preservativos, de donaciones para fines sociales, de prevención de enfermedades, para dejar de fumar, entre otros. Igual podemos decir de las cartillas escolares en las cuales se enseñan valores para la convivencia ciudadana, de la infografía necesaria para la comprensión de un sistema de transporte o la presentación de datos económicos. Entender el drama de los mineros chilenos se hizo mucho más sencillo y rápido cuando los diarios publicaron una infografía mostrando en detalle la situación que a través de la lectura de extensos artículos. Los libros de estudio en la enseñanza básica y secundaria son también un ejemplo de la contribución del diseñador gráfico a la transformación de la sociedad pues, con toda certeza, un libro bien diagramado puede hacer el que niño o el joven se sienta más atraídos hacia su lectura y desarrolle su capacidad cognitiva, como también el maestro encuentre una herramienta atractiva e idónea para su función. En síntesis, el aporte del diseñador gráfico a la transformación social es cada vez más evidente pero aún en Colombia éste pasa desapercibido o no tiene el aprecio que merece en muchos estamentos por razones que desde el mismo diseño es necesario combatir. Es nuestro deber transmitir quizá el mensaje más importante para nuestra profesión a través de la gráfica. El diseño gráfico, contrariamente a lo que muchos creen, no es una manualidad. Requiere de una profunda reflexión de carácter sociológico, antropológico y psicológico así como de un bagaje cultural importante y de unas competencias inherentes al oficio que conduzcan al diseñador a realizar con éxito su trabajo. Éste merece dignificarse y darse a conocer con mayor vigor, porque es posible que en una imagen esté implícito el análisis que desencadene la búsqueda de una solución a un problema de su entorno. En este sentido es importante que desde la academia no se limite a la enseñanza exclusiva de competencias específicas del diseño gráfico sino que además se dé a conocer y se verifique la responsabilidad social que tiene, aprovechando el acercamiento de las nuevas generaciones a la cultura de la imagen. El diseñador debe sentir que su trabajo alcanzó a otros seres humanos, les produjo cierta emoción y contribuyó a un avance social. Muchas Gracias. Felipe Valencia Vaudour Docente Taller Cinco, Centro de Diseño.
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