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Educacion-sexual-y-biopolitica-regulacion-y-disciplinarizacion-de-los-cuerpos-mediante-el-dispositivo-de-la-sexualidad

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Sesión 4: sexualidad, maternidad, felicidad 
 
Educación sexual y biopolítica: regulación y disciplinarización de los cuerpos mediante el 
dispositivo de la sexualidad8. 
 
Juleily Katherine Traslaviña Castillo 
Katha_Castillo@Hotmail.Com 
Universidad Nacional Autónoma De México 
 
 
 
Resumen 
 
La presente ponencia tiene por objetivo evidenciar la relación entre Educación Sexual y 
Biopolítica, a través del pensamiento de Michel Foucault. Para ello, abordaremos la noción de 
dispositivo de la sexualidad planteada por el autor, analizando los dos medios por los cuales 
opera: la biopolítica y poder disciplinario. A su vez, se considerarán las prácticas por medio de 
las cuales se producen formas de veridicción, de normalización y modos de subjetivación, que 
hacen posible la invención de una ciencia llamada sexualidad. En este sentido, siguiendo a 
Foucault, tomaré ciertas precauciones metodológicas suponiendo la inexistencia de 
universales y planteando otra perspectiva sobre el concepto de poder. 
 
Introducción 
 
Durante los últimos años, en muchos países de Latinoamérica y del mundo hemos sido testigos 
de un crecimiento exponencial de una serie de discursos y problemáticas vinculadas al tema 
de la sexualidad y su educación. En su mayoría, el tema de la llamada educación sexual es 
tratada a partir de referentes discursivos donde, por ejemplo, las escuelas, instituciones 
médicas e instancias jurídicas se ven cada vez más comprometidas a incorporar una enorme 
cantidad de programas y acciones encaminadas a la regulación de las prácticas y los cuerpos 
de los sujetos. En este sentido, cabe preguntarnos ¿por qué y en qué momento surge la 
necesidad de educar sexualmente a la sociedad? Para ello, retomaremos el pensamiento de 
Michel Foucault, permitiéndonos pensar de otro modo el abordaje de la sexualidad, 
sospechando de cualquier pretensión de verdad sobre la misma y analizarla ya no en términos 
represivos, con la intención de señalar y responsabilizar a alguien o algo, sino de relaciones de 
poder. 
 
8 El presente artículo es parte del primer capítulo de la tesis de Maestría en Pedagogía titulada: Educación 
Sexual y Biopolítica: análisis de los procesos de subjetivación desde el pensamiento de Michel Foucault. 
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En consecuencia, el presente texto tiene por objetivo analizar la relación que existe entre 
Educación Sexual y Biopolítica, a partir de su libro de 1976 Historia de la Sexualidad, Voluntad 
de saber, evidenciando así los efectos, en términos biopolíticos, de educar sexualmente a la 
sociedad. 
 
El dispositivo de la sexualidad: acceso a la vida del cuerpo y a la vida de la especie 
 
El dispositivo de la sexualidad es un invento de la modernidad en el siglo XVIII. En su libro 
Historia de la Sexualidad, Voluntad de saber, Michel Foucault plantea la sexualidad como una 
construcción histórica, alejada de orígenes de naturaleza. El filósofo francés analiza cómo, a 
través de este dispositivo, se accede a la vida del cuerpo del individuo y a la vida de la especie, 
siendo útil para controlar y regular la población (Foucault, 1997). Para efectos del texto, es 
necesario hacer una acotación sobre el término dispositivo. 
En una entrevista concedida en 1977 titulada El juego de Michel Foucault (Rubio, 1978), el 
filósofo francés comprende este concepto como una red entre prácticas discursivas y no 
discursivas, lo dicho y lo no dicho. Las prácticas discursivas se comprenden como enunciados, 
por ejemplo, la medicina; las prácticas no discursivas son los medios que producirán esos 
enunciados, por ejemplo, instituciones, acontecimientos políticos, relaciones de fuerza 
(Deleuze, 2016, p. 57). En este sentido, el dispositivo es una red de relaciones entre un conjunto 
de elementos heterogéneos que comprende discursos, instituciones, instalaciones 
arquitectónicas, decisiones reglamentarias, leyes, medidas administrativas, enunciados 
científicos. Está vinculado a un tipo de saber que permite dividir entre lo calificable o no 
científicamente, produciendo verdad, mediante la cual se manipula, controla y moldea las 
relaciones de fuerza. 
El dispositivo es de naturaleza estratégica, lo cual le permite establecer los medios utilizados 
para hacer funcionar o mantener un dispositivo en un momento preciso. Al responder a 
determinada época, el dispositivo no es estable, es cambiante, dinámico en función de la 
efectividad. Se enmarca en un juego de poder en constante movimiento, constituido por 
relaciones de fuerza, que cruza entre las prácticas discursivas y no discursivas. Deleuze nos 
ayuda a exponer el carácter productivo del dispositivo al plantearlo como una máquina que 
hace ver y hablar: “Todo dispositivo se define pues por su tenor de novedad y creatividad, el 
cual marca al mismo tiempo su capacidad de transformarse o de fisurarse en provecho de un 
dispositivo futuro” (Deleuze, 1990, p. 159), alejándolo de una representación negativa del 
poder. 
Ahora bien, el dispositivo se anudará a la construcción de la sexualidad como un tipo de saber, 
para lo cual, Foucault se situará en las sociedades modernas occidentales durante los siglos 
XVII y XVIII. Es en este periodo donde la sexualidad pasa al orden del discurso por la incitación 
constante que existe a hablar del sexo, dejando de lado la historia del sexo enmarcada en 
hipótesis represivas. Foucault analiza la sexualidad en términos de poder y no de represión o 
de ley, para ello, el filósofo francés sugiere el abandono de ciertos postulados sobre el poder, 
tales como creer que éste es una esencia que se poseería por una clase dominante, o una 
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propiedad que se encuentra localizada en el Estado. Con ello, plantea la crítica a la idea 
reduccionista del poder a la ley. A su vez, se desmarca de postulados que creen que el poder 
actúa a través de la violencia, la ideología o la represión, ya que él plantea el poder en términos 
de relaciones de fuerza comprendidas como un conjunto de acciones que se producen entre 
sujetos de acción y buscan dirigir las conductas. Al poder no se le adjudica un lugar privilegiado 
de origen, pues lo ejercemos y lo ejercen en nosotros, procede de todas partes. Es estratégico, 
pues responde a disposiciones, tácticas, técnicas y funcionamientos mediante las relaciones 
de fuerza. A su vez, estas relaciones de fuerza están en constante interacción con otros tipos 
de relaciones, ya sea económicas, de conocimiento, sexuales o de producción (Foucault, 1997). 
En Historia de la sexualidad, Voluntad de saber, Foucault (1997) afirma: 
Se trata, en suma, de orientarse hacia una concepción del poder que remplaza el privilegio de 
la ley por el punto de vista del objetivo, el privilegio de lo prohibido por el punto de vista de la 
eficacia táctica, el privilegio de la soberanía por el análisis de un campo múltiple y móvil de 
relaciones de fuerza donde se producen efectos globales, pero nunca totalmente estables, de 
dominación. El modelo estratégico y no el modelo del derecho. Y ello no por opción 
especulativa o preferencia teórica, sino porque uno de los rasgos fundamentales de las 
sociedades occidentales consiste, en efecto, en que las relaciones de fuerza —que durante 
mucho tiempo habían encontrado en la guerra, en todas las formas de guerra, su expresión 
principal— se habilitaron poco a poco en el orden del poder político. 
La sexualidad, en el pensamiento de Foucault, no está analizada bajo hipótesis represivas, sino 
a partir de ciertas prácticas y discursos que hacen de la sexualidad una experiencia, es decir, 
una relación entre campos de saber, tipos de normatividad y procesos de subjetivación. 
Analizar la sexualidad en términos de represión establecería una concepción negativa del 
poder, dejando de lado su carácter productivo. No se hablará de ley sino de norma, siendo 
precisoconcebir la norma como los actos y las conductas que, por reiteración, se establecen 
como reglas a seguir y buscan homogeneizar (Castro, 2011, p. 282) y, de esta forma, Foucault 
se aleja de la mirada juiridico-politica del poder, buscando indagar esos mecanismos positivos, 
mediante los cuales se pueden producir saberes y multiplicar discursos. En este sentido, 
Foucault plantea la existencia de “nuevos procedimientos de poder que funcionan no ya por 
el derecho sino por la técnica, no por la ley sino por la normalización, no por el castigo sino por 
el control, y que se ejercen en niveles y formas que rebasan el Estado y sus aparatos” 
(Foucault, 1997, p. 109) 
En el pensamiento del filósofo francés el poder se ejerce vinculado a un tipo de saber, a una 
producción de verdad ligada a las prácticas. En su curso de 1975 titulado Los Anormales, 
Foucault afirma: durante el siglo XVIII se introduce “un tipo de poder que no está ligado al 
desconocimiento sino que, al contrario, solo puede funcionar gracias a la formación de un 
saber, que es para él tanto un efecto como una condición de su ejercicio” (Foucault, 2000a, p. 
59) A su vez, en su curso Defender la sociedad plantea: “No hay ejercicio del poder sin cierta 
economía de los discursos de verdad que funcionan en, a partir y a través de ese poder. El 
poder nos somete a la producción de verdad y sólo podemos ejercer el poder por la 
producción de la verdad.” (Foucault, 2000b, p.34) En Historia de la sexualidad, Voluntad de 
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saber plantea que la burguesía victoriana trataba el tema del sexo como un tabú, donde a 
través del puritanismo, se le sometía a la prohibición. Sin embargo, por una voluntad de saber, 
el sexo se enmarca en una intensificación del discurso. Existe el deseo de convertir el sexo en 
discurso, en saber, en constituir una ciencia de la sexualidad. 
En un primer momento, durante la pastoral cristiana, la práctica de la confesión se establece 
como elemento fundamental para la constitución de la sexualidad como una ciencia. La 
confesión como una práctica que constituye formas de veridicción, utilizará la carne como 
materia a examinar, por sus actos pecaminosos, para codificar el deseo. El individuo ahora será 
un sujeto de deseo que espera ser escuchado y así, la confesión se constituye como un 
procedimiento para la producción de la verdad sobre el sexo. En este sentido, Foucault afirma 
que “la pastoral cristiana ha inscrito como deber fundamental llevar todo lo tocante al sexo al 
molino sin fin de la palabra” (Foucault, 1997, p. 29). 
El dominio de la práctica de la confesión se fue expandiendo, no sólo a los individuos, también 
sobre lo que debía confesarse. Se requería ser más minucioso no solo con respecto a los 
detalles del acto sexual, también sobre las sensaciones, pensamientos y deseos. La confesión, 
durante la pastoral cristiana, tenía por objetivo purificar, liberar. Se constituyó como un 
instrumento de vigilancia. Debido a una promesa de salvación, cada individuo debía 
convertirse en sujeto de enunciación. 
Sin embargo, la extracción de la verdad no se da por el mero acto de enunciación del sujeto, 
sino por la interpretación que hace su interlocutor. La producción de verdad pasa, 
necesariamente, por una validación científica que solo surge en la interacción con los sujetos. 
Quien escucha será el sujeto capaz de absolver, condenar, perdonar, debido a su capacidad de 
desciframiento, cumpliendo una función hermenéutica (Foucault, 1997) En este sentido, la 
confesión va a establecer registros entre lo normal o lo patológico, al enmarcarse en un tipo 
de terapia dentro del discurso científico. 
Ahora bien, la práctica de la confesión no se limitó solamente a la institución eclesiástica. 
Mediante mecanismos de poder, se expandió a otros terrenos que buscaban establecer 
discursos verídicos sobre la sexualidad, por ejemplo, la pedagogía, la medicina, la psiquiatría, 
el psicoanálisis. La práctica de la confesión, como régimen de enunciación, se normalizó y 
ajustó a una regularidad científica. Esto surge con el fin de reglamentar el sexo y construir 
discursos que sean útiles para la población en tanto individuo y especie. 
Se empiezan a establecer regímenes de verdad sobre la sexualidad a partir de 4 focos de 
producción La histerización del cuerpo de la mujer donde la sexualidad se articula con la 
medicina; la psiquiatrización del placer perverso donde se ve la relación sexualidad-psiquiatría, 
la socialización de las conductas procreadoras viendo la relación sexualidad-demografía y la 
pedagogización del sexo del niño dan cuenta de los discursos que se erigen alrededor de la 
sexualidad. Estas estrategias se desarrollan de manera paralela entre sí. Me centraré 
específicamente en las últimas dos debido al interés del texto. 
Foucault planteará que, durante el siglo XVIII, los gobiernos, por problemas económicos y 
políticos, ya no tratan solamente con individuos. Surge allí el concepto de población y con él, 
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toda una serie de fenómenos que deben controlarse mediante técnicas y estrategias. . 
Foucault (1997) afirma: 
 
En el corazón de este problema económico y político de la población, el sexo: hay que analizar 
la tasa de natalidad, la edad del matrimonio, los nacimientos legítimos e ilegítimos, la 
precocidad y la frecuencia de las relaciones sexuales, la manera de tornarlas fecundas o 
estériles, el efecto del celibato o de las prohibiciones, la incidencia de las prácticas 
anticonceptivas —esos famosos "secretos funestos" que según saben los demógrafos, en 
vísperas de la Revolución, son ya corrientes en el campo 
En este sentido, la socialización de las conductas procreadoras se basará en la intervención del 
Estado. El control de los nacimientos que promoverá el Estado tendrá por objeto a las familias 
a través de la demografía. Para ello, a partir de estrategias biopolíticas, el dispositivo de la 
sexualidad se vinculará a discursos que promuevan o frenen la procreación según un juego 
económico y político. 
Actualmente, en Colombia, este tipo de intervención del Estado está extendido a la 
adolescencia, donde, se ha tenido que tomar medidas preventivas debido a los embarazos 
prematuros en las jóvenes. En este sentido, existen estrategias como por ejemplo la del 
Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF), un instituto del Estado encargado del 
desarrollo y la protección de los menores de edad, el cual tiene como uno de sus objetivos la 
elaboración de estrategias para la prevención del embarazo juvenil: 
La Estrategia de atención integral para niñas, niños y adolescentes con énfasis en prevención 
del embarazo en la infancia y adolescencia 2015-2025, en adelante La Estrategia, se define 
como el 
“conjunto de decisiones políticas y acciones planificadas de carácter nacional y 
territorial, dirigidas a promover y garantizar el desarrollo integral de niñas, niños y 
adolescentes con énfasis en la promoción de los Derechos Sexuales y los Derechos 
Reproductivos- DSR- para contribuir a la prevención del embarazo y la reducción del 
embarazo subsiguiente”(ICBF, 2018). 
Vemos así, como el tema de la sexualidad ha sido intervenido por instituciones del Estado que 
buscan administrar, regular y controlar la actividad sexual, velando así por el bienestar de la 
población. Se empiezan a esbozar posibles respuestas a la necesidad de educar sexualmente 
a la sociedad. Si bien, se plantea un sujeto con derechos sexuales y reproductivos, dichos 
derechos se encuentran enmarcados en una forma específica de deber ser de la sexualidad. 
Al mismo tiempo, la pedagogía entra a jugar en el dispositivo de la sexualidad a través de 
campañas contra el onanismo en los niños. Se va desarrollando un saber pedagógico y médico 
sobre la sexualidad del niño. Esto permitirá la intervención médica y pedagógica mediante 
técnicas o instrumentos para el control del cuerpo sexualizado del niño. Estas intervenciones 
estarán a cargo de padres de familia,profesores, médicos, psicólogos. Surge la necesidad de 
una dirección, de una formación sobre la sexualidad dentro de los espacios escolares. A partir 
de esto, el dispositivo disciplinario actúa sobre el cuerpo del niño en los colegios. Foucault 
afirma que la masturbación infantil no se encuentra en el orden del pecado, del discurso 
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cristiano de la carne, a su vez, tampoco se encuentra enmarcado en un discurso 
psicopatológico sexual. El tema del onanismo se inscribe en términos de enfermedad 
(Foucault, 2000a). Es así como surge la necesidad de vigilar las prácticas del niño, para que no 
contraiga ningún tipo de enfermedad, puesto que sería consecuencia de la masturbación. El 
cuerpo del niño es objeto médico. Será la familia el eje central de esta vigilancia. La familia 
medicalizada, tiene como principio la normalización, el enderezamiento de las conductas 
anormales mediante discursos médicos. A su vez, la educación escolar será el espacio de 
institucionalización y normalización de las prácticas destinadas a establecer una forma de vivir 
la sexualidad. Por ejemplo, uno de los planteamientos a favor del desarrollo del Programa de 
Educación para la Sexualidad y Construcción de Ciudadanía (PESCC) diseñado por el Ministerio 
de Educación Nacional de Colombia, afirma 
Educar la sexualidad es mucho más que transmitir conocimientos e información acerca de la 
sexualidad y la reproducción. No basta con enseñar las características biológicas de hombres 
y mujeres, o los métodos para prevenir un embarazo. Educar para la sexualidad es 
precisamente brindar herramientas conceptuales, actitudinales, comunicativas y valorativas 
que permitan a los adolescentes tomar decisiones con relación a su sexualidad que se 
correspondan con lo que quieren, sueñan y esperan de su realidad (MEN, 2008) 
Vemos como la escuela funciona como el espacio para construir una sexualidad que pueda ser 
administrada, a través de la configuración de prácticas (lo actitudinal) y saberes (herramientas 
conceptuales) normalizados, a su vez, que reglamenta formas determinadas y moralmente 
admitidas para un deber ser de la sana sexualidad. A su vez, actualmente, organismos 
internacionales, como la UNESCO, dan cuenta de las iniciativas relevantes para el derecho 
humano a la educación sexual integral, ya que, reconoce que la ESI (Educación Sexual Integral) 
debe comenzar en la escuela primaria y continuar en todos los niveles formales y no formales 
de la educación, para lo cual, contará con el apoyo de organizaciones como la de la salud: 
Para la Organización Mundial de la Salud (OMS), es fundamental que la ESI se inicie en los 
primeros años de la educación básica. La OMS también ha proporcionado orientación 
específica sobre cómo la educación sexual debería ser incorporada en los programas escolares 
y recomienda que la ESI se enseñe como una materia independiente, en lugar de incorporarse 
a otras asignaturas (UNESCO, 2014). 
Todo esto en busca de una sociedad que se regula y controla en pro de su bienestar, en busca 
del gobierno a favor de la vida. Sin embargo ¿cómo surge el interés por la salud de la población 
en términos de políticas de Estado? 
Durante el último apartado de su libro Historia de la sexualidad, Voluntad de saber, Foucault 
planteará cómo la sexualidad participa de la regulación y normalización de la población. Para 
ello, el filósofo francés hará alusión a la noción de soberanía, afirmando que durante los siglos 
XVII y XVIII se están presentando transformaciones en los mecanismos de poder. El poder 
soberano estaba ligado al derecho de vida y muerte. El soberano podía hacer uso de ese 
derecho cuando se sintiera amenazado, ya sea ejerciendo un poder directo al matar a sus 
súbditos, o uno indirecto al enviar a éstos a la guerra. En este sentido, Foucault plantea el 
derecho de captación que provenía del poder soberano, donde el privilegio estaba en el 
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apoderamiento de la vida hasta suprimirla, donde el derecho se formula en términos de hacer 
morir o dejar vivir. Sin embargo, este mecanismo de poder, de derecho de vida y muerte, se 
empezó a apoyar en un poder que ya no tenía por objetivo destruir la vida sino administrarla, 
un poder con miras a la producción y crecimiento de fuerzas. Se pasa del derecho de hacer 
morir y dejar vivir al poder de hacer vivir y dejar morir. Sería, entonces, un poder que se ejerce 
de forma positiva sobre la vida, donde el cuerpo social es quien tiene el derecho a vivir, “La 
vieja potencia de la muerte, en la cual se simbolizaba el poder soberano, se halla ahora 
cuidadosamente recubierta por la administración de los cuerpos y la gestión calculadora de la 
vida” (Foucault, 1997, p.169). 
La administración y gestión sobre la vida se hará de dos formas que se complementan entre 
ellas. La primera estará articulada a la regulación de las poblaciones y la segunda a las 
disciplinas del cuerpo, es decir, la biopolítica de la población y la anatomopolítica del cuerpo. 
Éstas se vinculan entre sí y de ningún modo son comprendidas como aspectos negativos, 
represivos o de las que se puedan escapar. Por el contrario, la biopolítica y el poder 
disciplinario se deben comprender como fuerzas que producen, ya sea sujetos, saberes, 
prácticas. 
De acuerdo con Foucault, la biopolítica es una tecnología de poder sobre la vida biológica del 
hombre, ya no en sentido individualizante, sino especificante. Es decir, interviene sobre “una 
masa global afectada por procesos de conjunto que son propios de la vida, como el 
nacimiento, la muerte, la producción, la enfermedad” (Foucault, 2000b, p. 221). Durante el 
siglo XVIII, con el surgimiento de un fenómeno social llamado población, se hace necesario 
repensar las formas de gobierno, el arte de gobernar, ya no en términos de un poder que mata, 
dando cuenta de su fuerza, como sucedía con el poder soberano, sino de un poder a favor de 
la vida, el cual busca su prolongación. Es en este sentido que la biopolítica se establece como 
una nueva forma de poder que da cuenta de la intervención del Estado en la gestión, control, 
regulación y administración de la vida biológica de la población. Se encargará de la demografía, 
con el control de nacimientos, tasas de mortalidad y reproducción de la población, también se 
ocupará de la higiene pública, 
analizando y previniendo enfermedades endémicas, enfermedades que afecten el medio de 
producción de un país y de la jubilación en la vejez. Se relacionará con el urbanismo y la 
ecología a favor del bienestar del medio ambiente. En consecuencia, la salud de la población 
se vuelve objetivo primordial del poder político. 
Por otro lado, estará el poder disciplinario, el cual se materializa en el cuerpo del individuo a 
través de la anatomopolítica del detalle, para lo cual, el cuerpo visto como máquina estará 
atravesado por distintas prácticas que lo conducen a ser dócil y útil mediante la educación, a 
su vez que, dentro del juego de la economía, este cuerpo-máquina produce y consume. La 
escuela será una de las instituciones disciplinarias que servirá como máquina de control para 
la supervisión de las conductas a niveles microscópicos. La enseñanza tendrá una relación 
inherente con la vigilancia, para lo cual se establece un pequeño mecanismo penal interno, 
donde cualquier conducta que quebrante el reglamento será penalizada. Por ejemplo, el 
sistema educativo de Colombia, mediante el artículo 87 de la Ley 115 de 1994 del Ministerio de 
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Educación Nacional, dicta que los establecimientos educativos deberán contar con un 
reglamento o manual de convivencia (MEN, 1994)9, en el cual se definan los derechos y 
obligaciones de los estudiantes, y deberá ser firmado por los padres o tutores de los 
estudiantes. En este sentido, a través de los manuales de convivencia, se explicitan unas 
formas jurídicas internas en la escuela que permiten sancionar a sus estudiantes por las faltas 
que cometan. Es asícomo la penalidad de las acciones empieza a normalizar las conductas de 
los sujetos, determinando lo que está permitido o no. 
En consecuencia, el dispositivo de la sexualidad será un eje de articulación entre este poder 
individualizante y especificante. Estas dos formas de poder tienen como eje principal el 
comportamiento de los individuos y la regulación de la población, mediante la vigilancia y el 
control. Poder y saber se entrelazan para tomar a su cargo la vida y normalizar cierta forma de 
vivirla. Un niño que se masturba tendrá que ser sancionado disciplinariamente, es decir que su 
cuerpo debe ser afectado por un tipo de saber (sexualidad-pedagogía-medicina) e institución 
(familia-escuela-hospital) que intervenga sobre esa conducta y que, si no se corrige, a largo 
plazo traerá problemas a la población, bien por acarrear enfermedades, por no ser útil o 
afectar las generaciones posteriores. En este sentido, el filósofo francés afirma “la sexualidad 
está del lado de la norma, del saber, de la vida, del sentido, de las disciplinas y las regulaciones” 
(Foucault, 1997, p. 179). 
 
Conclusiones 
 
Las prácticas de los sujetos son las que constituyen su realidad social. Estas prácticas y 
experiencias van a estar mediadas por los distintos saberes que se desarrollan alrededor de 
las mismas y producirán subjetividades. 
 
La vida sexual se convierte en objeto de vigilancia, administración, control y regulación, no de 
prohibición. Vemos así, cómo la confesión se constituye como una práctica para establecer 
formas de veridicción, a su vez que, la pedagogía, psiquiatría, demografía, medicina, 
psicoanálisis, se constituyen en saberes racionales, en verdades, que pueden tomar parte de 
la sexualidad de los individuos y la población. Mediante estos saberes, se van a normalizar 
prácticas que, si bien no reprimen la sexualidad, si la controla y vigila. Es entonces cuando, a 
través de los saberes y prácticas normalizadas, se producen subjetividades y por ello, en 
términos biopolíticos y disciplinarios, la sexualidad se convierte en objeto que se debe educar. 
Cualquier tipo de anomalía o patología, que ponga en peligro la estabilidad y bienestar de la 
población, será encauzada de inmediato bajo algún discurso científico, en busca del orden. 
 
 
9 2 “ARTICULO 87. Reglamento o manual de convivencia. Los establecimientos educativos tendrán un 
reglamento o manual de convivencia, en el cual se definan los derechos y obligaciones, de los estudiantes. Los 
padres o tutores y los educandos al firmar la matrícula correspondiente en representación de sus hijos, estarán 
aceptando el mismo”. Recuperado de: http://www.mineducacion.gov.co/1621/articles-85906_archivo_pdf.pdf 
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La sexualidad está así, atravesada por un tipo de poder especificante e individualizante, sea 
pues, la biopolítica y el poder disciplinario. La biopolítica se constituye como uno de los polos 
del dispositivo de la sexualidad, al tener por objetivo la salud de la población. Se apoyará en el 
dispositivo de la sexualidad para mantener controlados los fenómenos de natalidad, 
mortalidad, longevidad, jubilación. La sexualidad, mediante diferentes estrategias, servirá de 
puente para normalizar prácticas y saberes, con el fin de prolongar la vida sana de la población. 
Por otro lado, la disciplinarización de los cuerpos estará mediado por la educación, la cual, hará 
del cuerpo un blanco de poder para producir una máquina útil y dócil, siendo el objetivo de las 
disciplinas. 
 
La educación escolar será uno de los espacios de institucionalización y normalización de las 
prácticas destinadas a establecer una forma de vivir la sexualidad. La ciencia de la sexualidad, 
como un saber experto y verídico, deber ser pública, conocida, divulgada dentro de 
instituciones como la familia y la escuela. Esta última funciona como el espacio para construir 
una sexualidad que pueda ser administrada, a través de la configuración de prácticas y saberes 
normalizados, reglamentando formas específicas y moralmente aceptadas para un deber ser 
de la sana sexualidad. 
 
Al interior de la escuela, entendida como institución disciplinaria y normalizadora, se pondrá 
en juego el dispositivo de la sexualidad a través de distintos discursos. Estos discursos se basan 
en la articulación de la sexualidad con otros saberes, dentro de los cuales se visibilizan el 
modelo biologicista, en donde la sexualidad se enseña a partir de la reproducción de las 
especies en clases de ciencias naturales, por ejemplo; el modelo médico, donde se hace 
necesario el apoyo de especialistas (médicos. enfermeros) con su discurso médico para 
enseñar practicas anticonceptivas, de higiene o enfermedades, aludiendo a un tipo de vida 
sexual necesario para el bienestar, en términos de salud, del sujeto; el modelo moralizante va 
a articular la sexualidad y sus prácticas en términos de lo prohibido y lo permitido, basados en 
una ética del “deber ser”; y el modelo normativo judicial, el cual busca plantear, en términos 
de derechos humanos, una orientación hacia las personas especializadas (abogados) de tratar 
casos en donde la sexualidad es una amenaza (abuso o acoso sexual). Estos son algunos 
ejemplos que, eludiendo una lógica represiva, dan cuenta de la proliferación de enunciados, 
articulados con otros saberes, sobre el sexo que buscan el control y regulación del cuerpo-
máquina y cuerpo-especie, a través de la reglamentación y utilidad del dispositivo de la 
sexualidad. 
 
Ahora bien, estas formas de poder (biopolítica y poder disciplinar) van a ejercerse para dirigir 
la conducta de los sujetos, gobernarlos, no en forma represiva o violenta, más bien de forma 
sutil, en donde el llamado a cada sujeto es que pueda hacerse responsable de sí bajo ciertos 
discursos con presunción de verdad única. En este sentido, cada sujeto se hace “responsable” 
de su sexualidad, la cual está mediada por discursos médicos, morales, pedagógicos, que le 
atribuyen un deber ser sano de la sexualidad. Es decir, que los sujetos no se asumen 
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responsables de sí mismos por voluntad propia, más bien lo hacen como un mecanismo de 
adaptación a la sociedad normalizada. Temas como prácticas anticonceptivas, higiene, 
preservativos, métodos hormonales, píldora, inyección se configuraron como formas 
apropiadas de vivir la sexualidad de forma responsable, es decir, de forma regulada. Este tipo 
de responsabilidad se aleja totalmente de la noción de cuidado de sí planteada por nuestro 
autor, la cual tiene por base la voluntad de cada individuo que busca gobernarse, cuidarse a sí 
mismo y de forma paralela cuidar de los otros. En este sentido, cabe preguntarnos ¿Cuál es el 
papel de la escuela en relación con una ética del cuidado de sí? ¿Tendría algún papel la escuela 
en este aspecto? ¿El cuidado de sí se podría plantear como un principio educativo dentro de la 
escuela? 
 
Referencias 
 
Castro, Edgardo. (2011). Diccionario Foucault, Temas, conceptos y autores. Buenos Aires, 
Argentina: Siglo XXI. 
Deleuze, G. - Glucksmann, A. - Frank, M. - Balbier, E. y Otros. (1990). Michel Foucault, filósofo, 
Barcelona, España: Ed. Gedisa. 
Deleuze, G. (2016). Foucault. Ciudad de México, México: Ediciones Culturales Paidós. 
Rubio, Javier. (1978). Juego de la verdad. Revista Diwan, Nro. 2 y 3, págs. 171-202. Recuperado 
de http://hellowax.com/farp/wp-content/uploads/2017/06/ElJuegoDeMichelFoucault.pdf 
Foucault, Michel. (1997). Historia de la sexualidad I La voluntad de saber, Madrid, España: 
Siglo XXI Editores. 
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