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El alumno de matemática como productor de conocimiento. Desafíos, tensiones, dificultades Patricia Sadovsky 24/2/07 Manuel Ignacio Reyna1: Simplemente quiero presentarles a Patricia Sadovsky, profesora de Matemática muy preocupada por la enseñanza y el aprendizaje de la Matemática, quien además es una amiga personal de hace muchos años, y es entonces una alegría tenerla hoy entre nosotros. Los invito a compartir con ella este espacio de reflexión. Patricia Sadovsky: Buenos días. En realidad continuaremos hoy con una reflexión que comenzamos ayer2. La idea es discutir un poco – apenas un poco, porque el tema en realidad comportaría una larga discusión – qué quiere decir concebir el espacio de la escuela como un espacio de producción de conocimiento, y el espacio del aula como un espacio de producción de conocimiento y como un lugar de trabajo intelectual. Formo parte de un colectivo de personas que estamos convencidas de que la escuela podría ser un ámbito en que los niños y los jóvenes pudieran tener una experiencia sustancial, transformadora, con relación a la percepción que tienen de sus posibilidades intelectuales. Pensamos la escuela como un lugar en el que los niños y los jóvenes pueden aprender a disfrutar de la cultura, a disfrutar de la posibilidad de conocer, a tener la gratificación de sentir que pueden comprender, que pueden mirar el mundo con herramientas explicativas, esclarecedoras. ¿Qué es disfrutar de la cultura? Desde nuestra perspectiva, participar de un proceso de producción de conocimiento en el que se adoptan los modos de pensar y producir típicos de alguna actividad humana. Para utilizar alguna referencia, voy a tomar una frase de Charlot3, que es un autor que trabaja la idea de relación con el saber. Me parece que es una idea potente para repensar la escuela como ámbito de producción de conocimiento. “Aprender es una relación entre dos actividades: la actividad humana que produjo aquello que se debe aprender y la actividad en la cual el sujeto que aprende se involucra (para aprender). Para apropiarse de un saber es preciso introducirse en las relaciones que permitieron producirlo. Lo esencial no es repetir la propia actividad humana tal como ocurrió sino adoptar durante la actividad de aprendizaje la postura que corresponde a esa actividad humana que se aprende”. A partir de esta idea general, nos podríamos preguntar qué es formar en matemática. Y, en principio, es enterarse de qué se ocupa la matemática; enterarse de cuáles son sus problemas, de cuáles son sus herramientas para validar; cuáles son sus modos de representar; en qué medida nuevos conceptos modifican viejos conceptos que ya se conocían; en qué medida las herramientas que se utilizan para representar permiten producir nuevas ideas. 1 Profesor del Área de Matemática del IFDC de El Bolsón 2 Patricia Sadovsky intervino como invitada especial en el curso Los aportes de la Didáctica de la Matemática a la articulación entre los niveles de escolaridad primario y medio dictado en el IFDC de El Bolsón 3 Bernard Charlot, graduado en filosofía y sociólogo, profesor emérito de la Universidad Vincennes - Saint-Denis Paris VIII, ha centrado su actividad en Ciencias de la Educación, particularmente sobre las dificultades de aprendizaje en medios populares, fracaso escolar, epistemología e ideología subyacentes a las prácticas de enseñanza de la matemática y el fenómeno de la violencia en las instituciones educativas. Actualmente se desempeña como profesor invitado en la Universidad Federal de Sergipe, Brasil. Ha publicado más de diez libros, entre los que se encuentra La relación con el saber (Ediciones Trilce, Montevideo, Uruguay,2006) y Hacer matemática: el placer del sentido, sin traducción al español, escrito en colaboración con Rudolph Bkouche y Nicolas Rouche (Faire des mathématiques: le plaisir du sens, Armand Colin Editeur, París, Francia, 1991) Y desde esta idea podríamos pensar que nos gustaría producir un posicionamiento en los alumnos en el que la actividad matemática quede justificada por el desafío que comporta; por entrar en la lógica interna de la disciplina y tratando de vencer las situaciones que se pueden abordar a través de las herramientas matemáticas. Un posicionamiento en el que los alumnos interpreten la intervención del docente como una colaboración con su propio trabajo intelectual. Éstas serían como las grandes ideas…Y sabemos que estamos lejos de lo que proponen esas ideas, pero son los ámbitos como éste los que permiten llenar de contenido a lo que queremos y a lo que deseamos. En primer lugar no podríamos suponer que ese posicionamiento que buscamos viene dado, y tampoco podríamos suponer que el hecho de que se produzca depende solamente de lo que nosotros hagamos. Pero sí podemos considerar, como marco para pensar, que si concebimos el espacio de la clase como una práctica, como unos modos de intercambio que somos capaces de sostener en el tiempo, los alumnos puedan empezar a entender que la idea de bien y mal, que la idea de permitido y prohibido, que la idea de verdad y mentira son ideas que funcionan muy distinto adentro de la matemática que en la vida práctica. Entender esas ideas desde la matemática comporta que nosotros también las revisemos desde la matemática; qué es bien y mal; qué es verdad y mentira, qué es permitido y prohibido para nosotros, en tanto sujetos matemáticos, dentro de la matemática. Lo cual nos convoca a un trabajo crítico que incluye un proceso de desnaturalización del conocimiento. Nosotros ayer discutimos bastante algunas ideas que tienen que ver con una concepción cosificada y naturalizada, según la cual las cosas son, independientemente de quienes las produjeron, y de por qué las produjeron. Vamos a empezar a trabajar con algunos ejemplos, para trabajarlos juntos, y para discutirlos. Voy a presentarles un primer ejemplo que nos va a dar la posibilidad de empezar a discutir cómo ir construyendo un posicionamiento general de los alumnos en el trabajo en matemática, un vérselas con la generalidad, que es algo nodal en el trabajo matemático. Pero, al mismo tiempo, cómo trabajar esta cuestión en un espacio de la clase que se concibe como diverso, porque la diversidad es inherente a la idea de producción. Cuando me invitaron a participar en las actividades del Instituto, me plantearon la necesidad de discutir algunas ideas sobre la diversidad, dado que están participando de esta actividad alumnos de un postítulo en educación rural. Ayer discutíamos que el supuesto de una clase homogénea es un supuesto que se sostiene con una reducción muy grande de conocimiento. O sea que para que una clase homogénea sea verdad, lo que se distribuye como conocimiento tiene que estar muy pero muy reducido; tiene que reducirse prácticamente a cuestiones de tipo práctico, de tipo algorítmico. Si nosotros estamos pensando la clase como un espacio de producción, inevitablemente nos vamos a encontrar con una clase en la que hay diversidad de producciones, y vamos a tener que tratar con ellas, y podríamos pensar qué respuestas podemos dar desde el proyecto didáctico, y por dónde seguir buscando, porque en realidad se trata de eso. El ejemplo que voy a dar nos va a permitir apreciar la diferencia de posicionamiento de los alumnos con respecto a su perspectiva de lo general, y analizar la intervención docente y la interacción entre ellos en el marco de una secuencia de trabajo que duró varias clases. También vamos a comentar después esta cuestión del tiempo escolar y la producción de conocimiento, porque es una idea de la que depende la posibilidad de sostener una problemática durante bastante tiempo en el ámbito de la escuela, como un modo de incluir. Contextualizo un poco el ejemplo: nosotros estuvimos trabajandoen un 7º grado con problemas de división entera, donde nuestra preocupación – es decir, lo que estábamos estudiando – era tratar de analizar el proceso de producción de conocimiento cuando las situaciones que les planteamos a los chicos comportan alguna ruptura respecto de sus prácticas aritméticas (pero – digamos – desde las prácticas aritméticas). Un poco la idea era tomar esos mismos objetos con los que los chicos vienen lidiando desde los primeros grados de la escuela primaria, y transformarlos en objetos de trabajo, como un modo de interpretarlos no ya solamente como instrumentos de resolución de problemas de reparto – o cualquiera de los distintos ámbitos de utilización de la división entera – sino interpretarlos como relaciones entre elementos, interpretando la operación como una relación. Ustedes saben que la división entera está caracterizada por dos relaciones: dividendo = divisor × cociente + resto 0 ≤ resto < divisor Para los chicos, en el mejor de los casos, en su práctica aritmética, esto es un algoritmo de verificación de una cuenta ya hecha. Y se utiliza con números dados. O sea: se hace una cuenta y, si se verifica, se verifica a raíz de esos números dados, con lo cual se trata de una relación donde esos elementos nunca son variables; se trata de números fijos a raíz de una cuenta particular. Esto no es para nada una crítica; estoy hablando de lo que habitualmente sucede en las prácticas, es el uso que tiene, es lo que es necesario a raíz de los problemas con los que los chicos se enfrentan. Normalmente, cuando los chicos tienen que hacer una cuenta, lo que tienen es el dividendo y el divisor. Por ejemplo: 342 dividido 24. Los elementos dados son el dividendo y el divisor, y resolver la cuenta es hallar el cociente y el resto. ¿Qué quiere decir empezar a interpretar esto como una relación? Por ejemplo, poder analizar qué pasa si se modifica el dividendo, qué pasa cuando alguno de estos elementos varía, y hacerlo de distintas maneras. A partir de una cierta cuenta cualquiera: ¿Cuánto hay que sumar al dividendo para que cambie el cociente? ¿Qué pasa si en el dividendo se suma o se resta uno? ¿Se podría conseguir un mismo resto con otro cociente? ¿Cuántos restos se podrían conseguir? ¿Cómo habría que modificar el dividendo? Son preguntas que “se meten” en la relación, y que entonces permiten o habilitan una conceptualización de la relación diferente de la que queda habilitada cuando esto se utiliza como instrumento en la resolución de problemas cotidianos, de reparto, etc. Voy a definir genéricamente el problema que propusimos, y cómo lo fuimos concretando y plasmando a lo largo de varias clases, generando a la vez diferentes problemas. Si en vez de dar el dividendo y el divisor uno propone cuentas, a partir, por ejemplo, del divisor y el resto: Por ejemplo: encontrar dividendo y cociente si me dan como divisor 35 y el resto 27. Acá la idea es que se moviliza la relación de otra manera, porque esto no aparece ya como un algoritmo de verificación de una cuenta dada, sino que aparece como una relación genérica, productora de un grupo de cuentas. Entonces estaríamos cambiando el estatuto de esta relación. Al menos éste es el análisis que nosotros hacíamos; después vamos a ver que este cambio no es nada sencillo, sino bien costoso, y de esto se trata justamente el ejemplo que voy a plantear. Pero – en principio – la relación en su función de verificación de una cuenta, y la relación en su función de productora de cuentas, para quien está aprendiendo, son relaciones distintas. Aunque yo escriba lo mismo. ¿Por qué son distintas? Porque están ligadas a significaciones distintas, y esas significaciones están connotadas por 342 24 .... 35 27 .... Dividendo Divisor Resto Cociente la función que están cumpliendo, y por el estatuto que tienen los elementos que intervienen, que son números o son variables, por ejemplo. Un procedimiento, que quienes tenemos construida la operación de división podríamos hacer, para producir cuentas con un cierto cociente y un cierto resto, ¿cuál sería? Participante: …inventar un cociente… P.S.: Claro; inventar un cociente, multiplicarle el divisor, sumarle el resto, y éste mismo procedimiento nos está mostrando que hay distintas soluciones, porque uno puede poner cualquier cociente. Acá hay ya una estructura, porque hay que inventar un número; uno tiene que poner un número y ese número es independiente de los datos, y eso rompe con lo que los chicos están acostumbrados a hacer. Uno podría también inventar un dividendo cualquiera, y después ajustarlo; sería muy raro que inventando un dividendo se arribe a lo que se pide, pero después, maniobrando con esas relaciones y sumando el resto se puede ajustar. Cuando uno hace el análisis de esas posibilidades, lo que está suponiendo es que quien va a abordar el problema tiene el supuesto de que lo aborda buscando un procedimiento, un único procedimiento generador de todas las cuentas que se están pidiendo. Sin embargo, esto no es así para aquél que no está parado en una perspectiva general, quien en principio no reconoce necesaria la búsqueda de un procedimiento. Uno no puede suponer de entrada que el alumno va a buscar un único procedimiento para encontrar todas las cuentas. Es decir; ése es un aprendizaje que ahí está en juego: que todas las cuentas se albergan en una única relación. Eso está en juego como aprendizaje, y requiere trabajo en la clase; no viene dado… Porque ¿qué es lo que es esperable? Lo que es esperable son diversos posicionamientos respecto de lo general. Por eso decía antes que la diversidad es inherente a un proceso de producción. Y lo que es razonable esperar – y nuestro trabajo corrobora esto – es que algunos chicos estén parados en una perspectiva completamente general, empezando por el cociente; que otros “la peleen” un poco más, porque empiezan con el dividendo por el hecho de que “una cuenta se empieza por el dividendo” y qué es eso de empezar una cuenta por el cociente… Pero hay chicos que aún así exploran y consiguen una cuenta, y cuando uno les dice que hay otra posible reaccionan: “¿Otra más? Ya me sale humo de la cabeza…” Porque la producción de una cuenta y de otra cuenta son procesos que en principio no tendrían nada que ver entre sí. Analicemos qué sucede cuando en lugar de dar como datos el divisor y el resto damos como datos, por ejemplo, el cociente y el resto: Desde nuestra perspectiva el problema es casi el mismo, pero desde la perspectiva de los chicos el problema es otro. Porque en este ejemplo, para quienes empiezan a explorar con el dividendo, la cosa se complica un poco más, porque no tengo el divisor. Tendría que estar capacitado para darme cuenta de que en algún sentido divisor y cociente podrían ser intercambiables, para después poder usar eso como hipotético divisor. Participante: O intentar con un número mayor que 12… P.S.: Claro; el procedimiento más cercano al nuestro sería intentar con un número mayor que 12, y usar el mismo procedimiento. Pero para quienes todavía no construyeron el significado de esta relación como productora – en el sentido en que la estamos planteando – empieza otra lucha. Lo que estoy queriendo decir es que el problema es el mismo y no es el mismo. O sea: lo que estamos haciendo es cambiar el problema, pero sosteniendo la relación que estamos tratando. Avanzo, porque no es nuestro objetivo analizar toda esta secuencia. .... .... 12 49 Y cuando damos como elementos dividendo y resto, por ejemplo: Acá se mueven otras relaciones, porque habría que ver que la diferencia entre dividendo y resto es el producto entre el divisor y el cociente. Mientras en el ejemplo anterior hay distintas soluciones, en este último puede suceder que no haya soluciones y si hay, es siempreuna cantidad finita de soluciones. Pero puede no haber soluciones; yo puedo no conseguir una descomposición multiplicativa entre dos números, donde uno de esos sea mayor que el resto. Y ahí ya no tengo solución. Y si esa diferencia es un número primo tengo una única solución. Y también puedo tener varias…Pero en todo caso sigo tratando las mismas relaciones, explorando costados diferentes. ¿Cuál faltaría? No quiero extenderme en esto, pero si doy divisor y cociente, el problema es otro, y si doy dividendo y cociente, el problema es bien otro y es bastante más complejo. A ver: lo que quiero que retengan es que los problemas provocan rupturas – por lo que dije antes; que los problemas sostienen; que cada problema es distinto pero es igual. O sea: es distinto porque mueve un costado diferente, pero permite trabajar la misma relación; permite maniobrar bastante tiempo con transformar el significado de esa relación, y permite discutir las condiciones de la cantidad de soluciones, cuando lo transformo en objeto de análisis. ¿Por qué? Porque el problema comporta la discusión de la cantidad de soluciones, y eso introduce una práctica nueva para los chicos, porque ahora ocuparse de un problema no es solamente resolverlo, sino también analizar cuántas soluciones tiene, y encontrar un criterio que permita saber cómo estoy seguro de que agoté todas las soluciones. ¿Y cómo se aprende eso? Bueno; de eso un poquito vamos a hablar, pero este aprendizaje está involucrado en la secuencia. Discutir acá bajo qué condiciones tengo una solución, o no tengo ninguna, o tengo varias, permite - en simultáneo que estoy discutiendo sobre la división entera y poniendo en juego las relaciones de la división entera- ir metiéndome con algunos elementos de la normativa del trabajo matemático que son nuevos en el momento en el que los estoy planteando. Cada uno de estos problemas lleva una o dos clases de discusión, porque se trata cada vez de problemas diferentes para los chicos, y no todos los entienden cada vez de una misma manera, y desde la perspectiva de la diversidad tengo una manera de organizar la secuencia de trabajo donde trabajo con lo mismo durante bastante tiempo, dando la posibilidad de dejar pendiente que los chicos se vayan “subiendo al tren” en distintos momentos. Y esto es interesante para pensarlo, porque la cuestión del tiempo en la enseñanza está pensada bajo el supuesto de que el tiempo de enseñanza es igual al tiempo de aprendizaje, y la cuestión del tiempo escolar atenta contra los procesos de producción. De nuevo: para que sea verdad que no haya diversidad necesitamos operar una reducción muy grande de conocimiento, y para que sea verdad que lo que se enseña se aprende de manera inmediata también. Y eso es cierto para objetos muy reducidos en su complejidad, que justamente no habilitan procesos interesantes de producción. Voy entonces con el ejemplo de lo que sería un “problema cero”; un problema anterior a éstos. Para entrar en calor, nosotros les propusimos a los chicos un problema dados el divisor, el cociente y el resto: Tenían que hacer una cuenta dados el divisor, el cociente y el resto, que era una manera de poner el esquema de la relación, aunque sea como verificación, y también preguntarnos por 137 .... 23 .... .... 34 12 18 la cantidad de soluciones (aunque esto tiene solución única) como un modo de empezar a mover estas relaciones: qué pasa si sumo uno al dividendo, y qué pasa si sumo uno al divisor, por ejemplo; como argumento, como medio para producir una explicación. O sea, si yo pregunto acá cuántas soluciones hay, y cómo estoy seguro, estaría esperando que esas relaciones sean un medio para explicar por qué hay una única solución. Veamos el ejemplo: Proponé una división en la que el divisor sea 34, el cociente sea 18 y el resto 12. ¿Cuántas soluciones hay? Si pensás que hay menos que tres, escribilas todas y explicá porqué no hay más. Si pensás que hay más de tres soluciones, proponé al menos cuatro y explicá cómo pueden obtenerse otras soluciones. Fíjense que este problema ya tiene muchos supuestos de generalización en la consigna, y los alumnos se van adaptando a eso en distintos momentos, y no de entrada. Cuando uno les pregunta a los chicos “cuántas soluciones hay”, operan con el supuesto de que hay más de una y buscan. Nosotros anticipamos eso, y no nos importaba si acaso no hubiera más de una, porque aunque la búsqueda de más soluciones fuera como un modo de interpretarlo de manera más externa a lo que subyace a la consigna, igual consideramos que íbamos a tener un espacio para discutir porqué había una única solución, apoyándonos para ello en sus argumentos. Un grupo de alumnos hace: 34×18+12 = 624 Y pasó algo en la clase absolutamente interesante. En tren de buscar, un grupo hace: (34 +18) × 12, o sea divisor más cociente por resto; y yo pienso “papita para el loro”; me siento ahí al lado, para ver cómo reaccionan los chicos frente al resultado que iban a obtener… Hagan ustedes la cuenta… Participante: Da lo mismo; 624. P.S.: Claro; pero en este caso da lo mismo… ¿Estamos de acuerdo? Es un caso recontraparticular… Participante: ¿Lo hicieron a propósito? P.S.: No… Lo importante es ver qué pasó, y cómo transformar esta coincidencia en una oportunidad para reflexionar. Analicemos algunas cosas: los chicos usan la relación dividendo = divisor × cociente + resto; es una relación que conocen, y que ponen en juego, después vamos a ver con qué estatuto, pero en principio con la misma idea de verificación, porque utilizan los números dados. Pero usan esta relación, y no sabemos con qué nivel de generalidad; no sabemos cómo ellos están usándola, porque cuando ponen 34 en la igualdad, ¿lo piensan como el divisor o sólo ponen en juego en algún cálculo el número que se dio como dato? No sabemos… ¿Y esta igualdad vale para esta cuenta o vale para cualquier cuenta? No sabemos. Piensen que una situación como ésta en el espacio de la clase se produce de una manera instantánea, y no hay mucho tiempo para pensar las intervenciones posibles. Son cosas que podemos pensar después, analizando la clase… Pero en principio no podemos saber con qué nivel de generalidad se produce 34×18+12 = 624, ni mucho menos con qué nivel de generalidad se produce (34 +18) × 12. Y tampoco podemos saber si los tres alumnos que participaron de ese episodio pensaban lo mismo y estaban parados en el mismo lugar con respecto a la generalidad. Otro participante: Pero me parece que no importa, porque al llegar al mismo resultado se dan cuenta de que hay una sola forma… P.S.: Discutamos un poco esto… Participante: A los chicos se les propone encontrar un dividendo a partir de esos datos, y encuentran dos veces el mismo… P.S.: ¿A ver, qué piensan los demás? Otro participante: Sí importa, porque si les cambiás los números llegan a otro resultado… Otro: Además, hay que ver cuál de las reglas institucionalizan para otras divisiones… P.S.: A ver, eso que (el primer participante) estaba planteando, en algún sentido lo podríamos repensar para los chicos. Los chicos dicen “para ésta vale”, pero es verdad de casualidad, no es la generalidad, y es algo que no podemos dejar pasar… Si lo dejamos pasar entramos en una zona pantanosa; la intención no es dejarla pasar, porque si la dejamos pasar es como esconderla bajo la alfombra. Al contrario: ya que tuve la suerte de que, así sea de casualidad, encontraron una cuenta donde les dio lo mismo, la intencionalidad didáctica es la de trabajar el nivel de generalidad de la relación dividendo = divisor × cociente + resto y la de trabajar qué es lo que caracteriza a la división entera, y lo que la determina. Participante: Porque una cosa es el resultado final y otra el procedimiento… Es como un chico que resuelve una ecuación equivocándose dos veces, pero llegando de casualidad al resultado correcto. Otro participante:Pero según la forma de operar, esa cuenta podría ser resuelta por un alumno con ese resultado, 624, a partir de una serie de operaciones apropiadas… P.S.: Depende de cuál sea el proyecto; si el proyecto era producir esa cuenta, o si el proyecto era producir esa cuenta como una cuenta genérica de cualquier cuenta. Por eso, también, si yo solo doy el enunciado del problema – y esta discusión lo muestra – el enunciado no porta la intención didáctica del problema. La intención didáctica del problema es el enunciado más el análisis que nosotros podamos hacer, más las explicaciones que podamos producir en los chicos a partir del problema. Si los chicos acomodan los números – y puede ser que lo hagan – para obtener 624 de distintas maneras, lo que vamos a tener que discutir es si esas distintas maneras funcionan para cualquier cuenta. Y ahí nos vamos a tener que pelear con los chicos, entre el “qué me importa si no funciona para otra cuenta si funciona para ésta”, versus los chicos que empiezan a entender que lo que estamos comunicando es una propiedad de funcionamiento general. Y si una propiedad es válida, lo es para todos los elementos de un cierto dominio, y no para un caso particular. Y estas ideas están en juego en este problema. En ese sentido el análisis nos hace ver que este problema era mucho menos inocente que lo que parecía, porque las cosas que estaban en juego eran muchas más que las que nosotros habíamos anticipado para este primero, al que habíamos llamado “problema cero”. Creo que con todo lo que nos dio, bien se merece el estatuto de “problema uno”… (risas). ¿Se entendió? No sé si están de acuerdo… Participante: Más o menos… Por un lado, si es un “problema cero”, me parece bárbaro que encuentren en dos cuentas distintas un mismo resultado. Y si después decimos que no es lo que quisimos hacer es una cuestión aparte, pero por un lado me parece bárbaro que haya salido así… P.S.: ¿Qué opinan los demás? Otro participante: Yo creo que son dos cosas distintas. Está bárbaro que haya salido así, pero también que no lo podés dejar ahí… Participante anterior: Pero se trata de un problema cero; si fuera el último de la serie entonces sí, el docente habría fallado… Segundo participante: No creo que se trate de haber fallado; uno se encuentra con esto, que salió así, y entonces algo tenés que hacer. Y la cuestión es cómo hacerlo… Primer participante: Lo que pasa es que obtener ese resultado en un primer problema me parece que está bueno… P.S.: ¿Por qué? ¿Si hubiera salido distinto hubiera estado peor? Te digo un poco cuál fue nuestra posición: Nosotros estábamos involucrados en un proyecto que tiene que ver con construir un posicionamiento general, y fundamentado. Las dos cosas. Después vamos a ver la relación entre justificación y fundamentación. Nosotros podemos intervenir, en principio, tratando de interpretar qué es lo que están planteando los chicos sin esperar que se agote ahí, pero sí intervenir… Porque es un modo de empezar a plantear la discusión, y sin esperar que la cuestión se agote allí. Porque eso no se agota ahí, y eso está más allá de nuestro deseo…Porque nosotros no podemos controlar cuándo un alumno va a asumir una posición más general y va a entender que hay un dominio y un ámbito de validez y una propiedad… Lo que nosotros podemos ofrecer es un ámbito de discusión y una práctica que ponga en juego eso. Pero en qué momento lo van a ir asumiendo los alumnos es una cosa que no se puede controlar… Participante: Una acotación: éste no es el único caso en el que se produce; hay muchos casos más… P.S.: Exacto; por supuesto, cuando nos encontramos este caso, después nos pusimos a demostrar cuál es la familia que cumple con esto, pero eso para un análisis nuestro, porque es algo que está afuera de las posibilidades de los chicos, por supuesto… Después, si quieren, porque no quiero usar el tiempo de la conferencia para eso, pero a los que les interese les puedo dar el desarrollo; cómo hicimos la demostración y cuáles son las condiciones para que esto se cumpla. Hay toda una familia que cumple con esto, pero no era para nada el objetivo tratar eso con los alumnos… Quiero analizar con ustedes la intervención de la maestra; pero antes quiero decirles algo: Había dos chicos y una chica en el grupo, y la chica dice: “Nos dio igual, pero no estoy segura si esto vale para cualquier caso”. Mientras que uno de los chicos dice: “Acá vale y punto”. Y el otro chico se queda en una posición intermedia. De manera que, de entrada, ya se manifestó un posicionamiento diferente de los tres frente a este resultado que obtuvieron. Entonces, cuando esto sucede, podemos decir que los tres están usando esta relación (divisor por cociente más resto); no sabemos exactamente con qué nivel de generalidad la están usando, pero sí tenemos datos que nos permiten interpretar que están parados en distintos lugares respecto de la generalidad. Maestra: Pónganse otra cuenta cualquiera y fíjense si esto se vuelve a dar. José María: (Luego de ensayar un cálculo) Ahora hicimos 34 x 12 + 18 y no nos dio. Esta primera intervención de la maestra tiene un montón de supuestos, que vamos a analizar. “Fíjense si esto se vuelve a dar”… ¿A qué se refiere con “esto”? Para interpretar ese “esto”, ¿qué es lo que se tiene que volver a dar? ¿Cómo interpretan ustedes el “esto”? Participante: La relación… Otro participante: El mecanismo… Otro: El resultado… P.S.: …desde la intención de la maestra, pero los chicos no interpretan el “esto” de esa misma manera; no necesariamente… Sin embargo, su intervención está comunicando algo, y eso empieza a formar parte de la clase. Y el “si se vuelve a dar” también tiene un supuesto, que es que esto se tiene que volver a dar. O sea que, para que funcione, se tiene que volver a dar en otros casos. O sea que hay una primera aproximación en esa intervención, y lo que los chicos interpretan con el “esto” es otra cuenta con los mismos números dados, y no reproducir la relación divisor por cociente más resto. Y lo intentan, y dicen: “Hicimos, y no nos dio”. Y fíjense en el registro. La interacción continúa: Maestra: Yo les decía si en lugar de divisor 34, cociente 18 y resto 12 yo les pidiera una cuenta en la que, por ejemplo, el divisor fuera 53, el cociente 17 y el resto 23, ¿cómo harían? José María: Esto por esto más esto (53 x 17 + 23), da 924. Maestra: O sea que 924 dividido 53 da 17 y resto 23. ¿Cómo saben que esto está bien? Paula: Porque multiplicás divisor por cociente más resto. Maestra: Lo que ustedes habían hecho antes con la otra cuenta, ¿cómo era? Paula: Habíamos sumado el divisor más el cociente y lo multiplicábamos por el resto Maestra: A ver, háganlo… Gabriel: (hace el cálculo) 1610, no da. Maestra: O sea, es una casualidad que les haya dado antes, ¿entienden? Gabriel y Paula: Sí A partir de que la maestra ve que los chicos hacen otra cuenta con los mismos números, dice: “Yo les decía que si en lugar del divisor 34, cociente 18 y resto 12, yo les pidiera una cuenta en la que por ejemplo el divisor fuese 53, el cociente 17 y el resto 23, ¿cómo harían?” “Esto por esto más esto”, o sea divisor por cociente más resto. O sea que José María usa la relación, pero usa ésta y usa otras… Da 924, o sea que 924 dividido 53 da 17 y el resto es 23. “¿Cómo saben que esto está bien?” “Porque multiplicar divisor por cociente más resto”, dice Paula, que es la que ya se estaba preguntando de entrada si lo otro servía o no servía. “Lo que ustedes habían hecho antes con la otra cuenta ¿cómo era?” Y aquí es Paula la que responde en términos de relación; los otros chicos no. Paula dice: “Habíamos sumado el divisor más el cociente y lo multiplicamos por el resto”. Y esto ya nos da más elementos para interpretar que el posicionamiento de Paula respecto del de José María era diferente, porque ella está planteando que usaron una relación, en tanto queJosé María insiste, en distintos momentos, que está trabajando con números, y que se trata de estos números…Y entonces, la maestra, apoyada en lo que dijo Paula: “Habíamos sumado el divisor más el cociente y lo multiplicamos por el resto”, les dice: “A ver; háganlo”. Y hacen; y no da. Y la maestra dice: “O sea que es una casualidad que les haya dado antes”. Participante: Pero también podrían haber hecho otra cuenta, con esos mismos números, que no les dé 624, por ejemplo: 24 más 12 por 18, que no les daría el mismo resultado; al menos eso espero… (risas). ¿Por qué no la hacen? Ahí hay algo que los chicos también están suponiendo… P.S.: No; eso sería muy especulativo… Yo no sabría contestar por qué hacen esta cuenta y no hacen otra… Yo creo, por todo lo que pasa después, que no está planteado desde otro supuesto. De todos modos, lo que nosotros estábamos esperando no era que esto se saldara encontrando más cuentas con el mismo resultado, sino que se saldara con una explicación. Explicación que todavía no alcanzan… Participante: Me parece que el problema que se está planteando tiene que ver con una diferencia de objetivos. Cuando vos les planteás a ver si pueden encontrar otros resultados tenés claro el objetivo. Y al ver, como plantea la compañera, que también es rico que hayan encontrado ese segundo resultado, lo que de todos modos no hay que perder es el primer objetivo, que era el de que los chicos puedan relacionar correctamente las distintas relaciones de la cuenta. P.S.: Sí; y yo diría aún más que eso: que puedan relacionar, que puedan concebirla como la caracterización de la división, que puedan verla como una relación productora de las soluciones del problema que se les está planteando, que puedan ver los elementos como variables… Todo eso es lo que está en juego en la secuencia. Cuando intervenimos, intervenimos como un modo de ir instalando discusiones, y sin pensar que las vamos a saldar… Y mucho menos que las vamos a saldar con cuentas. Las vamos a saldar apelando a la producción de explicaciones, que era un poco el objetivo. Y el medio para explicar sería el de movilizar relaciones vinculadas a la división entera. Participante: Pero uno en algún punto lee que los chicos no están interpretando bien el sentido de la división, porque cuando uno aplica la relación divisor por cociente más resto, es como volver a encontrar algo que ya repartí: me pregunto cuántos tenía, y entonces hago esta cuenta para saber cuántos tenía… Pero si hago otra cuenta que no sea esa, no tiene ninguna relación con el sentido de repartir, ni con la división… No sé si me explico… P.S.: Sí, te entiendo, pero te voy a objetar, porque así es lo nuestro… A ver: yo no diría que “no están interpretando bien”; yo diría que en un contexto la división tiene un significado, y que en otro contexto la relación se transforma, y lo que están haciendo es reconstruirla en ese nuevo contexto. Entonces, esa idea que estás trayendo, en donde inmediatamente tomás como referente una situación contextualizada para pensar esta otra, fue un tipo de intervención que se hizo pero que los chicos no asumían de manera inmediata…El agrupamiento mismo de un mismo tipo de problemas también es producto de una construcción y de un trabajo. Por eso es que yo no diría que “no están interpretando bien”, porque éste es un contexto que provoca mucha ruptura, y hay que dejar ir pensando la cuestión en ese contexto… Veamos lo que anota José María en su carpeta: a. Hay que multiplicar el divisor por el cociente y sumarle el resto: 34 x 18 + 12 = 624 b. Hay que sumar el divisor más el cociente y multiplicarlo por el resto: 34 + 18 x 12 = 624 (es una coincidencia) Hay que seguir avanzando. El problema está planteado y no se salda de inmediato; es todo el conjunto de la secuencia el que ayuda a ir saldándolo. A ver: hasta ahora, ¿cuál es la moraleja? Se plantea una cuestión vinculada al posicionamiento de los alumnos con relación a lo general, aflora cuál es el estatuto de la relación divisor por cociente más resto; si esa relación compite con otras de la misma manera, se empieza a comunicar que un procedimiento para ser tal tiene que ser general, y se empieza a comunicar que una propiedad, para que sea una propiedad, tiene que ser válida para todos los elementos del dominio al que se refiere la propiedad. Pero todo esto se empieza a comunicar a través de las intervenciones, a través de las discusiones, y a través tanto de la intervención de la maestra como de la intervención de Paula, que se hace preguntas, que aunque los compañeros no asumen de manera inmediata, de todos modos escuchan. Viene otro problema: Proponé una cuenta de dividir en la que el divisor sea 32 y el resto sea 27. ¿Cuántas soluciones hay? Si pensás que hay menos que tres, escribilas todas y explicá porqué no hay más. Si pensás que hay más de tres soluciones, proponé al menos cuatro y explicá cómo pueden obtenerse otras soluciones. .... 32 27 .... Ya hablamos de este problema. No lo voy a analizar. ¿Qué pasa con José María con este problema? José María es el que dijo que aquel resultado era una coincidencia. Acá se ve claro: José María a duras penas produce dos cuentas. Vamos a ver cómo las produce. Hace 32 + 27 : 32, que le da cociente 1 y resto 27, pero ¿qué es lo que hizo? En la primera cuenta sumó los datos, y en la segunda los multiplicó y como le dio resto 0 decide sumar el 27. En principio, en esta primera solución José María no propone más cuentas, y esto nos está indicando que no tiene una estrategia para producir muchas cuentas, que no está viendo cada una de las cuentas como correspondiendo a una misma relación, que está viendo cada una de esas cuentas de manera aislada, separada una de la otra; en suma, que opera con los datos. Participante: De todos modos busca la manera de resolverlo… P.S.: Sí, pero la idea es interpretar qué hace, desde dónde lo hace, y entrar en diálogo con eso. De eso se trata un proceso de producción, que es lo que estamos discutiendo. O sea: uno podría sobreimprimirle otras producciones, pero la idea es tratar de entender desde dónde está produciendo esto, y qué tipo de interacción vamos a tratar de desplegar para que se vaya transformando el significado de la relación que él está tratando. Participante: A mí se me ocurre que lo que José María está haciendo es ir probando… P.S.: Sí; 32 y 27 son datos; ahora, ¿qué pasa con los datos? Quiero contarles otro episodio, que tiene que ver con cómo se enlaza la cuestión del tiempo en la secuencia, que es un elemento que planteamos al principio… A raíz del primer problema, en otra clase, muchos alumnos planteaban que la solución es única, porque si le sumo uno al dividendo cambia el cociente o cambia el resto. Voy a leer el registro de un alumno al respecto; surge a raíz del “problema cero”, no de este último; lo que pasa es que después se pone en relación con éste. Están tratando de argumentar que para el problema anterior hay solución única. Marina: Además es sólo un dato lo que podés cambiar, si fuera el resto también, pero es sólo ese dato el que podés cambiar, es sólo ese dato dividido lo otro y te tiene que dar exacto. Maestra: A ver, no te entendí bien. ¿Lo podés decir de nuevo, para que puedan llegar a una conclusión entre todos? Marina: El único número que podemos cambiar es 624, porque los otros tienen que quedarse como están; 12, 34 y 18. Y una unidad más que es lo menos que podemos aumentar no da, el resto cambia. El resto no lo podemos cambiar, tenemos muy pocas posibilidades. Maestra: Lo que ustedes están diciendo es: 624 dividido 34 da 18 y resto 12, y si cambio el 624 y pongo 625, ¿qué pasa? Vicky: Cambia el resto. Da 13. Si vos a 624 le volvés a sumar 34 lo que no te va a dar es el cociente. Maestra: ¿Estánde acuerdo con lo que dicen Marina y Vicky? Agustín: Sí. Maestra: Pablo, ¿escuchaste lo que ellas dijeron? 32 + 27 32 27 1 32 x 27 32 0 27 Pablo: Sí. Maestra: ¿Y te convencieron o no? Pablo: A mí me gusta buscar hasta que me canse. Maestra: ¿Pero el argumento de ellas no te convence? Pablo: Más o menos. Cuando la maestra interviene diciendo: “Lo que ustedes están diciendo es que 624 dividido 34, da 18 y el resto es 12” y les propone ver qué pasa si cambio el 624 y pongo 625, Vicky responde: “Cambia el resto; da 13. Y si vos a 624 le volvés a sumar 34, lo que no te va a dar es el cociente”. O sea que esta alumna tiene bastante claras las relaciones de variación. Pero en el grupo había otros dos alumnos; veamos sus respuestas: “¿Están de acuerdo con lo que dicen Marina y Vicki?”. Agustín dice “SÍ”. La maestra pregunta: “Pablo, ¿escuchaste lo que ellas dijeron?” “Sí”. Maestra: “¿Se convencieron o no?” Y Pablo responde: “A mí me gusta probar hasta que me canse”. “¿Pero el argumento de ellas no te convence?” “Más o menos”. …O sea que no lo toma: queda pendiente. Y aceptamos que queda pendiente, porque conocemos que esto se sigue trabajando, que es algo que no vamos a agotar con este primer problema. Cuando viene el segundo problema, Pablo dice: “Ahora entiendo por qué el problema anterior tenía una solución única”. Al tener un grado de libertad (en el segundo problema), y al ver que ahí están variables el cociente y el dividendo, y que puede maniobrar con el resto y con el divisor, entiende por qué el primer problema tiene una única solución. O sea que para Pablo queda planteada una pregunta que se responde con otro problema, y el nuevo problema le permite volver a aquel primero. Más allá de este caso particular, lo que quiero resaltar es el juego con el tiempo; cómo un problema puede ser productor de preguntas que quedan pendientes y que se vienen a saldar con otros problemas del mismo tipo. A raíz del segundo problema (el de divisor 32 y resto 27), que es un problema que tiene infinitas soluciones, voy a plantear problemas que tienen otras condiciones, en esta idea de pensar la clase como un espacio donde las intervenciones de los chicos y del docente funcionan como elementos que permiten modificar la perspectiva de algunos alumnos, que es algo que pasa con algunos alumnos y no con otros, porque es algo que tiene que ver con las anticipaciones que los chicos hacen. Vamos a ver ahora dos ejemplos, pero lo que quiero decir es que con el tema de la cantidad de soluciones pasa algo: uno produce una relación, una cuenta en este caso, y los chicos tienen elementos para saber si esa cuenta responde o no a las condiciones del problema. Pero en principio eso mismo no los habilita para estar seguros, para afirmar cuántas soluciones tiene el problema. Es algo que depende de cómo lo hayan pensado. Entonces, una apuesta nuestra es que la confrontación entre distintas soluciones, o la confrontación entre chicos que decían que hay solución única y otros que decían que hay infinitas, o varias, tenía que funcionar como modo de avanzar en esa discusión, y tenía que devolverles algo a los chicos que planteaban que había solución única. Es decir, necesitábamos del espacio colectivo para saldar esa cuestión de la cantidad de soluciones. Porque es algo que no vemos que se pueda dirimir en la interacción de cada chico con el problema. Porque la sola interacción de los chicos con el problema no ofrece elementos para eso. Bien; esto que acabo de decir: que las intervenciones de los otros les van a permitir a los chicos que postulan la solución única modificar su perspectiva, no es siempre verdad…Depende, de nuevo, desde qué lugar y con qué anticipaciones los alumnos dicen que hay solución única. En otras palabras, que el solo hecho de que digan “hay solución única” no alcanza para interpretar cuál es el posicionamiento del alumno. Eso es lo que quiero resaltar. Y entonces voy a plantearles dos ejemplos: un ejemplo donde la intervención de un alumno permite hacer un “clic” a otras alumnas, y un ejemplo donde eso no ocurre para nada. Vamos primero al ejemplo en el que “todo termina bien”: Silvina: Nosotras hicimos 32 x 27 – 27 y nos dio 837 Maestra: ¿Y qué hicieron con ese 837? Silvina: Ese 837 vendría a ser el cociente. Para sacar el dividendo hicimos 32 x 837 + 27 Maestra: Y cuando lo dividimos por 32, les da cociente 837 y resto 27 (Anota 837 x 32 + 27). Hasta acá, ¿cómo interpretamos lo que hizo Silvina? Participante: Buscó los números para justificar un cociente… P.S.: O sea que el cociente no lo puede inventar; no se anima a inventarlo. Lo obtiene con los datos. Participante: ¿Y por qué escribe “menos”? P.S.: No sé; no tengo explicación. Lo que puedo ver es que opera con los datos. Y que el cociente lo obtiene a partir de los datos. Les digo cuál es mi interpretación: acá tendría que plantear un cociente, multiplicarlo por 32, etc. Pero esa atribución, en vez de hacerla, ella la obtiene de los datos. Hay un supuesto, bastante explícito, de que el cociente depende de los datos. No es una variable independiente. Y acá se mezclan dos cuestiones: una cosa que es lo que sucede en las prácticas aritméticas con los problemas donde los chicos cualquier dato que usan, o viene dado o lo van obteniendo a partir de operar con los datos, es decir, no hay derecho a atribuir, con la idea más compleja de lo que es una variable independiente, que también está jugando acá. Participante: Y esta chica también supone que hay una solución única… P.S.: Claro; y en la medida que tiene el supuesto de que el cociente depende de los datos, también – coherente con ese supuesto – es que hay solución única. Entonces viene otra, que proviene de otro grupo, y en la discusión colectiva plantea: Julieta Nosotros hicimos 32 por.... Bueno hicimos 32 x 10 pero puede ser cualquier número. Maestra: ¿Cualquier número o diez? Julieta: Puede ser cualquier número pero pusimos por ejemplo 10. Maestra: 32 por 10 más 27, igual 347 (anota en el pizarrón 32 x 10 + 27 = 347) Silvina: (Con tono muy eufórico) Entonces sí pueden haber un montón de cálculos!!! Lo puede multiplicar por cualquier número y ese va a ser el cociente. Por ejemplo si multiplicás por 1, te va a dar 1 de cociente; si multiplicás por 3, te va a dar 3 de cociente, y así. Ahí lo que nosotros interpretamos es que Silvina, aunque opera con los datos, esa pregunta que ustedes se hacían “por qué menos”, yo supongo que ella también se la hizo, porque ella opera de alguna manera con los datos pero con bastante incertidumbre… Lo interesante es que ella hace eso pero no está nada convencida. Participante: Está allí el supuesto de que el problema se resuelve con los datos; pero descubre que se puede hacer otra cosa, y que entonces puede haber un montón de cálculos… P.S.: Yo coincido con esa interpretación. O sea: en este caso, la intervención de la otra alumna funciona como una retroacción, y modifica el planteo inicial. Pero sobre la base de un posicionamiento inicial que era bastante incierto. Yo creo que ella hizo eso pero no estaba para nada convencida de lo que estaba haciendo. Además, ya había usado la relación de divisor por cociente más resto; obtuvo ese cociente, pero después lo que hace es usar bien la relación, la tenía disponible… Veamos cómo sigue el registro ese, para ver lo que pasa con el resto de los chicos. Después de esa discusión: Maestra: ¿Se puede inventar cualquier número o hay que usar los números que me dieron? Silvina: Nosotros lo hicimos y nos dio. Pero da igual (P.S.: La misma Silvina, que ahora redobla la apuesta…) A1: (con un tono un poco desafiante o desconfiado) A ver, probá con otro!!! Maestra: Probemos, decime un número. A1: 3 Maestra: Díctenme. A1 3 x 32 + 27 = 123 Maestra:¿Cuánto va a dar el cociente? A1: Te tiene que dar de cociente 3 (P.S.: Fíjense que dice: “Te tiene que dar”; aquí ya hay una anticipación. Esa relación tiene que dar 3) Maestra: ¿Seguro? Algunos: Sí. Maestra: ¿Ilan, seguro? Ilan: No sé. Maestra: ¿Tenemos que hacer la cuenta? Ilan: Sí. Para este alumno, la relación no es anticipatoria de la cuenta; la relación sirve para verificar, pero no para producir. O sea: siguen conviviendo distintas significaciones de esa relación a lo largo de toda la secuencia. Se van modificando, pero siguen conviviendo. Veamos otro ejemplo. Se trata de otra clase, otra maestra, otro grupo: En este grupo, una alumna, Constanza, también plantea que para la cuenta con divisor 32 y resto 27 hay solución única. Constanza: Nosotros nos confundimos porque primero hicimos 32 x 27 y nos dio 864. A eso lo dividimos por 32, pero en vez de darnos resto 27 nos dio cociente 27 y resto 0. Entonces estaba mal. Entonces lo tachamos. Entonces después hicimos 32 + 27 y nos dio 59 y lo dividimos por 32 y nos dio resto 27. (P.S.: Fíjense que multiplica los datos, tiene que hacer la cuenta para advertir que tiene que darle cociente 27 y “le da mal” porque le dio en un lugar equivocado, y entonces no sirve, está mal. Y la descarta). Maestra: ¿Por qué sumaron 27 + 32? Constanza: Para ver cuál era ese. Maestra: ¿El dividendo? Constanza: Sí. Maestra: ¿Única posibilidad? (P.S.: Esa pregunta por el dividendo es una intervención que tampoco coincide para nada con lo que estaba pensando Constanza; no hay ninguna razón para suponer eso…) Constanza: (se ríe) En realidad, nosotros pensábamos que no había más, porque si poníamos 60 nos daba 28, y si poníamos 58 nos daba 26. P.S.: Quiero detenerme en el argumento que usa: lo baja y lo sube un poquito; ensaya un poquito, y con esos ensayos concluye que la solución es única. Acá quiero señalar la relación mutua entre las herramientas que usa para dar por válido, y la conceptualización de la división entera. ¿Qué estoy queriendo decir? Si ella se hubiera atrevido con más exploraciones se podría haber dado cuenta de que si suma 1 se modifica el resto, pero que si suma 32 vuelve a caer en el mismo resto. O sea que si ella hubiera ampliado su posibilidad de exploración, en vez de ensayar solo con uno o dos ejemplos, hubiera llegado a otra conclusión. Entonces, para analizarlo, nosotros podríamos decir que hay dos cosas: por un lado qué nivel de exploración ella necesita para dar algo por válido, y qué afirma respecto de la división entera. Entonces, de alguna manera me parece interesante resaltar que las herramientas que se necesitan para dar por válido algo intervienen en la conceptualización. Hay una evolución en la racionalidad matemática, por llamarla así, y el conjunto de herramientas que los alumnos utilizan para producir no se elabora aislada de la conceptualización de los objetos con los que están tratando. Ahí hay una doble relación: intervenir sobre las herramientas que se necesitan para dar por válido, interviene sobre la conceptualización, y recíprocamente. O sea, el conocer otras relaciones de la división entera le podría haber informado que con esos ejemplos no le alcanzaba para hacer una exploración exhaustiva. Sigamos con el registro: Maestra: Entonces antes de que expusiera este otro grupo pensaban que había una única posibilidad, ¿ahora no lo piensan? Constanza: No (se ríe y sus gestos muestran que no está muy convencida) Constanza: Viendo lo de los otros grupos nos dimos cuenta de que había más porque nosotros lo que hicimos no fue adivinar, nosotros tratamos de no adivinar, o sea sacar el número que tenía que ir ahí pero sin adivinar, usando los números que teníamos. Maestra: ¿Qué piensan en cuanto a las posibilidades? Constanza: (riéndose) No sé. Detengámonos en esto que ella llama “adivinar”. Poner un número es adivinar, y ella lo está viendo como una “avivada” de los otros. Los otros “adivinaron”, qué vivos que son… Escriben cualquier número, lo ponen, y así cualquiera…(risas) Pero es el marco de trabajo con el que cuenta, y es con el que hay que discutir, con el que hay que interactuar… Pero es el que tiene, y que es producto de la práctica aritmética. Ella está en algún sentido descalificando las estrategias de los otros porque se basan en algo que para ella no está habilitado: “adivinar”. Si no adivino, hay una sola; si adivino puede haber muchas, pero así no vale… Participante: No sé quién es el docente de Constanza, ni qué pasó con el docente de Constanza en el primer ejercicio, en el que está determinado… P.S.: Lo digo, porque es interesante; ahí se discutió si había solución única, y se movieron las mismas relaciones que usó después Constanza para justificar que había relación única. Participante: Mi pregunta es ¿Estamos seguros de que en algún momento la maestra de Constanza no le dijo “Mirá bien los números; a ver qué podés hacer con eso”? P.S.: No; no intervino así. Esto dispara otra discusión. Les voy a decir cómo intervino; con esto “me estoy saliendo del libreto”, pero es interesante y se los dejo para que lo piensen: Este grupo efectivamente estaba trabado con este problema, no les salía; y lo que hace la maestra es llevarlos a una situación de reparto: “Piensen, por ejemplo, si ustedes están repartiendo caramelos, y son 34 chicos, y le di 18 a cada uno y sobraron 12. ¿Cuántos había?” Dicho así, este problema es un problema de multiplicación… Entonces, la contextualización los chicos la hicieron perfectamente: Constanza responde a eso y hace una multiplicación, pero se pierde el vínculo entre el problema y la resolución. Y eso está dado por el contexto. O sea: en este caso, el contexto oscurece lo que yo quiero tratar. Y eso pasa muchísimas veces. Participante: El contexto es necesario, pero es polémico… P.S.: Exacto; el contexto ofrece elementos para pensar, y tiene límites. Y es interesante como reflexión. En este caso el contexto habilita algo que oscurece lo que queremos tratar. Participante: También sucede que muchas veces lo que nosotros queremos es que el chico resuelva el problema, pero algunas veces la intencionalidad didáctica puede ser que no lo resuelva, para que pueda pensar…Porque a veces resolviendo el problema el chico encuentra la respuesta pero pierde la posibilidad de pensar; el trabajo matemático no es que resuelva el problema, sino que encuentre la relación entre las variables…Cosa que no se va a dar en un día, en un único problema ni en un momento, sino que requiere un proceso. Otro participante: Por eso decía antes; como hubo seis años antes de prácticas con otros docentes… P.S.: Pero no lo miremos solo en términos de culpabilización. Hay una práctica; y hay una ruptura cuando queremos que los chicos empiecen a tratar estas nociones, y esa ruptura es inevitable, y es contra esa práctica. Y hay que tomarla como referencia, y “pelearse” con ella. Pero no lo miremos como una “desgracia” del sistema educativo… Participante: Pero a mí me pasa que me suelo encontrar con muchas de esas cristalizaciones típicas del proceso educativo, y trato de generar estas rupturas a principios de año – en cuestiones de matemática como en tantas otras – como para poder encarar estos problemas más liberados de estos esquemas… P.S.: Es algo que yo no sabría contestar “en general”, de una manera generalizada e independiente del asunto que estemos tratando…Sí me parece que uno podría construirse un marco para pensar esto, y analizar cada situación. Yo puedo plantear una ruptura pero tengo que cuidar cuáles son los elementos que se preservan para que los chicos puedan seguir trabajando. De otro modo, uno “dejaría afuera”; uno podría producir una gran ruptura pero inhabilitando a los chicos…Entonces, importa visualizar cuáles son las referencias que sí pueden seguir teniendo, y cómo se juegan los elementos de ruptura,para que esos mismos que son de ruptura también sean de apoyo. Que es lo que pasa con la aritmética… En este caso se está planteando una ruptura con la práctica aritmética, pero también es un punto de apoyo. Para contestarte de manera general, creo que uno tendría que pensar qué es lo que queda habilitado, y cómo puedo seguir sosteniendo a los chicos en una posición habilitada y autónoma. Porque muchas veces, si yo planteo cuestiones muy rupturistas pero los chicos dejan de tener herramientas, los dejo tan dependientes como cuando les planteo cosas con clave; es “por el otro lado” pero el efecto es parecido, porque dejo al alumno pendiente de lo que el maestro quiere; porque tiene que adivinar esta intención rupturista, pero finalmente es una adivinanza…Esto sería lo que te podría contestar de manera muy, muy genérica, y después la invitación a analizar cada caso… Otro participante: Antes hablaste de la diversidad, y pensando en nuestro postítulo– que es un espacio en el que nos la pasamos trabajando esta cuestión de cómo atender a la diversidad, cosa nada fácil – muchas veces nos confundimos pensando que atender la diversidad es el esfuerzo de buscar distintos contenidos para cada chico, y en tu ejemplo mostraste claramente cómo atender a la diversidad puede ser otra cosa; no tanto seleccionar distintos contenidos para cada chico, ni buscar cantidad de material diverso…Donde el desafío tiene que ver más con la práctica, con el hacer… P.S.: Sí; la intención era comunicar eso con un ejemplo… Y también la de comunicar que hacer eso no es nada fácil. No es nada fácil encontrar problemáticas que se puedan sostener en el tiempo, que sean potentes, que habiliten distintos posicionamientos, que puedan ser trabajadas desde distintos posicionamientos… Otro participante: A partir de estos registros de observaciones, me preguntaba cómo el observador puede definir hasta dónde las respuestas tienen que ver con el posicionamiento de los chicos, con la lógica con la que abordan los problemas, y hasta dónde no intervienen también cuestiones de relación entre ellos…Contradecir la respuesta que da un chico simplemente “porque no me lo banco”, y sin tomarme el trabajo de analizar cómo llegó a esa solución… P.S.: Siempre intervienen en el aula cuestiones que son del orden de lo social; pero hay maneras de reasegurarse. Uno está bastante tiempo adentro de un aula y puede analizar el grado de compromiso que van teniendo los chicos, y los vínculos que se entablan; en todo caso no hubiera tomado como ejemplo, para interpretar el posicionamiento de los chicos, situaciones en las que estuvieran jugando cosas que fuesen más del orden de lo social. Pero es una dimensión que siempre está presente. Pero en los casos de los ejemplos que les traje, son situaciones donde los chicos tenían mucho compromiso con los problemas con los que trabajaron. Y la actitud entre ellos era de colaboración. Pero no descarto para nada que en el aula suceden cosas como las que vos traés…Y un docente, que tiene más tiempo de trabajo con los chicos, también tendría que poder hacer jugar ese costado de las relaciones que se establecen entre los chicos… Participante: Sería bueno aclarar también cuál es el contexto social del que provienen estos ejemplos… P.S.: Provienen de la escuela pública. El ejemplo del grupo de José María proviene de una escuela de la Capital, del barrio de Saavedra, a la que asisten chicos de clase media, y clase media baja. Otro participante: Pienso que estas estrategias son más fáciles de implementar en un ámbito en el que el alumno va predispuesto, con perspectivas de ir a una universidad, donde el chico va con “voluntad de”…Aunque les cueste, pero ponen voluntad. A mí me cuesta mucho trabajar con chicos que no tienen voluntad, que no tienen actitud, que no les interesa… P.S.: En principio es un problema que no tenemos que pensar en términos de culpa… Para nada. Yo quisiera ubicar este problema en un contexto de crisis, que es un contexto más amplio, que escapa completamente a la responsabilidad individual de los docentes. Dije al principio que este posicionamiento no viene dado, y que estamos analizando la posibilidad de la escuela de ayudar a construirlo. Que esto no se construye de manera individual; que no se trata del esfuerzo de un docente, más el de otro, más el de otro, y por eso ayer dedicábamos bastante tiempo a fundamentar la necesidad de espacios compartidos de trabajo. A fundamentarlos: porque una cosa es decir “necesitamos espacios compartidos de trabajo”, y otra cosa es decir por qué los necesitamos. Necesitamos un colectivo de docentes sosteniendo y validando las modificaciones que se van planteando. Pero lo único que se me ocurre decir es que pasa por el intento compartido con los colegas, y el análisis de lo que pasó con esos intentos; hayan sido interesantes o no. No es bueno para nosotros, como trabajadores, pensarlo como una cosa congelada. En tu planteo aparece como una cosa de mucho desasosiego, del tipo: “yo lucho, lucho, lucho y no sirve”. Y entiendo perfectamente de qué estás hablando; sé muy bien cuál es la escena, la escena de un docente “tironeando” de chicos que no están dispuestos… Sabemos que hay una deslegitimación social de la docencia, pero frente a esa deslegitimación social la convocatoria sería la de reinsertar el tema del conocimiento como una cuestión de amparo hacia los jóvenes. Y eso no se logra con cualquier conocimiento, y no se logra con cualquier práctica. Y hace falta también construir otras referencias; porque vos planteás como referencia la universidad, y por ahí no es tan buena referencia para los chicos; se trata de que los chicos entren en una práctica, en el juego del conocimiento, y una vez que entraron después veré cómo me las arreglo para aportarle todas esas técnicas que necesitan para entrar en la universidad. Pero si la universidad aparece como una referencia aislada, por ahí los estoy alejando de la posibilidad de… Pero hay mucho para revisar, y casi da como vergüenza apelar a que los docentes revisen, en el sentido de que en realidad están también muy solos y muy desamparados, mientras las políticas públicas se siguen ocupando de definir contenidos, sin convocar a revisar las prácticas en espacios colectivos, como éste. Este es un espacio de discusión en el que estamos buscando estrategias con las que sí podamos maniobrar… Por eso no me parece interesante que cada uno se lo plantee como algo individual, que le pasa a cada uno de nosotros, y tampoco que se piense que el posicionamiento de los chicos viene dado. Participante: …Porque de otro modo, la deslegitimación de afuera, sin darte cuenta la tenés adentro, naturalizando a los chicos… P.S.: Claro. Porque se confirman esas posiciones… Participante: Yo no me quisiera ir sin concretar cómo se salda la explicación, más allá de los ejemplos. Me refiero a la explicación del primer ejemplo. P.S.: Ese primer ejemplo queda en una zona semipendiente, en el sentido de que los chicos dicen cosas, pero quedan pendientes. Pero la secuencia sigue, y al final se toma con los chicos la secuencia como objeto de análisis, agrupando todos los problemas que los chicos estuvieron tratando en un problema, porque es un tipo de problema. Lo que se salda es la relación divisor por cociente más resto con resto menor que el divisor como característica de la división entera, y el análisis de las condiciones que hacen que haya infinitas soluciones, o una única solución, o varias, o ninguna. Esto permite una vuelta, problema por problema, una vez que se hizo todo el recorrido. En el camino hubo un montón de explicaciones, que tienen que ver con las relaciones intermedias que se hicieron para ir justificando cada caso. Si sumamos un elemento al dividendo – bajo ciertas condiciones, con cierta acotación – el cociente no cambia y el resto aumenta uno; si sumamos una cierta cantidad cambia el cociente. ¿Qué tenemos que hacerpara volver a sumar “uno más” al cociente y caer en el mismo resto? Por ejemplo, para esto último fue muy interesante confrontar para el primer problema a los chicos que parten del cociente (y hacen cociente por divisor más resto) con los chicos que parten del dividendo. Porque para los que parten del cociente, ese número es seguro, pero el dividendo no es seguro. Y los chicos dicen, por ejemplo, que acá (partiendo del dividendo) hay infinitas soluciones, pero que acá (partiendo del cociente) hay “menos infinitas”. Ahora, ¿qué relación hay entre estas dos soluciones? Cada 1 que aumento en el cociente, aumenta 32 en el dividendo. En el intento de acercar estos dos procedimientos se construye esta relación. Cuando uno suma al dividendo el divisor, el cociente aumenta uno. Entonces, ya no es solo la relación; es la relación con un conjunto de propiedades. Y ese conjunto de propiedades son las que sostienen las explicaciones que se van dando. Participante: Me pregunto cómo pesa el tiempo en este tipo de estrategias… P.S.: El tiempo: una de las contradicciones a las que nos enfrentamos; tiempo de aprendizaje o tiempo escolar. Lo pongo en términos extremos, pero no es “una u otra”. Uno va maniobrando… Pero ciertamente el tiempo escolar no es el tiempo de aprendizaje, y entonces, a la hora de desarrollar el proyecto, ¿qué es lo que prima? ¿Prima el programa?, ¿prima la lógica? ¿Es el paso del tiempo lo que hace avanzar o las condiciones del propio proceso? Es un problema; no lo estoy simplificando… Participante: Trato de pensar cuánto tiempo me llevaría desarrollar todo esto… P.S.: ¿Y qué anticipás? Participante: Que no termino con el programa… Son las presiones con las cuales hay que confrontar… P.S.: Bueno; no conozco tu situación particular, pero ¿por qué no la probás? Así la discutimos en la próxima. Participante: Son muchas las presiones; el tiempo escolar, un maestro del grado siguiente que nos está esperando con ciertos contenidos trabajados…Hay que estar muy convencido, por otra parte. No me faltan elementos para convencerme de trabajar así, pero tengo otras presiones… P.S.: Ahí está la importancia de lo colectivo dentro de la escuela. No nos podemos seguir concibiendo como enseñantes que trabajan cada uno individualmente, y donde cada cosa que hacemos es una responsabilidad casi privada. Tenemos que empezar a pensar en términos institucionales, y pensar la enseñanza como hecho colectivo, y sostenida por el colectivo. Otro participante: También está el problema de la diversidad de los docentes… P.S.: Con más razón la necesidad de un colectivo para discutir. Yo creo que estamos confrontados a un montón de contradicciones. Quería dejarles, para que piensen, lo que propone un grupo de autores que trabajan en lo que en Buenos Aires se llama “zona de acción prioritaria”, o escuelas de riesgo. Es un programa que trabaja en escuelas a las que concurren chicos muy, muy pobres y desfavorecidos… Participante: Si me permitís, yo quisiera volver antes a una cuestión vinculada con esta secuencia. Los docentes trabajamos con la idea de que los chicos tienen que terminar más o menos con lo mismo. Me pregunto qué pasa con los que no, con los que no llegan al final de este recorrido… P.S.: Uno nunca puede controlar que los chicos aprenden todos lo mismo. La idea es ir definiendo aspiraciones: aspiro a que todos puedan modificar su significación de la división entera. Eso es bastante probable que vaya a pasar… Aspiro a que puedan maniobrar y entender la relación como productora de cuentas. Y el nivel de profundización de cada una de las relaciones que estuvimos mencionando seguramente va a ser diferente. Y seguimos trabajando… No pasa nada…No lo voy a controlar mediante una prueba escrita. Lo que puedo controlar mediante una prueba escrita es muy poquito respecto de lo que quiero, de lo que aspiro como espacio de trabajo en la escuela. Les contaba que quiero tomar la producción de un grupo de trabajo, un equipo que coordinó Aline Robert, y que produjeron un libro, “Duro de enseñar”. Ellos trabajan en medios muy desfavorecidos, en Francia, con población de inmigrantes, y estudiaron la enseñanza, y las decisiones que toman los maestros frente a esa realidad que es extremadamente compleja, y muy parecida por lo demás, con lo que ustedes cuentan de su realidad y lo que todos sabemos. Ellos plantean en sus conclusiones una cantidad de contradicciones a las que están sujetos los docentes, y me gusta la idea de cerrar esta conferencia planteando esas contradicciones, tensiones o conflictos, para que los sigan pensando. Son contradicciones que no se resuelven; hay una cuestión de énfasis o de matices con las que uno maniobra, está todo el tiempo con esas dicotomías, y el asunto no es optar por una u otra, sino ver cómo va llenando de contenido esas contradicciones: Una contradicción entre una lógica de socialización de los alumnos y una lógica de aprender – o contengo a los chicos, o les enseño; lo que nosotros estaríamos planteando es “los contengo enseñándoles”; los contengo a través del conocimiento; socializo a través del conocimiento, les doy herramientas a través del conocimiento; Una contradicción entre éxito y aprendizaje, o entre éxito y comprensión: ¿les aseguro un éxito para fortalecerlos, para fortalecer la comprensión que tienen de sí mismos, o apunto a un abordaje más profundo y más costoso desde el punto de vista de lo que se está planteando? De nuevo, no se trata de optar entre esos extremos, sino de maniobrar allí; Una contradicción – para los chicos con muchas dificultades – entre una lógica de remediación (llenar los agujeros de lo que les falta), o aspiro a que planteando un proceso a largo plazo existe la posibilidad de retomar aquello que no se saldó acabadamente en un cierto momento; Un conflicto entre la producción individual, singular y los espacios colectivos; entre lo que se comparte y lo que no se comparte; entre lo público y lo privado adentro de la clase; y de paso – no tuvimos tiempo de hablar de esto – pero sería interesante pensar, si pensamos el aula como un proceso de producción, pensar un aula donde existen muchísimos espacios compartidos de trabajo, pero donde también hay espacios para la producción privada; que no es interesante que sea compartida, ni para el que la produce ni para los otros, para los demás integrantes; Un conflicto entre la lógica del control versus la lógica del intercambio intelectual. O sea: si la posición del docente es la del control de los aprendizajes, eso entra en contradicción con dar al alumno un espacio de libertad y autonomía como para que haya verdadero intercambio intelectual. Y entonces la idea es cómo se dirimen estas cuestiones. Y el modo en el que se pueden ir resolviendo estos conflictos y estas contradicciones tiene que ver con el sentido formativo que le estamos otorgando a la escuela en general, y en particular a la enseñanza de la matemática. No es lo mismo pensar el aula de matemática como un aula de realización de tareas donde un sujeto aprende a ser un alumno, que pensar el aula como un espacio de producción de conocimiento donde alguien aprende a ser un sujeto autónomo. Cuál es nuestro horizonte al respecto también marca las opciones que podemos ir haciendo. Versión autorizada por la autora, y revisada por los profesores del área de Matemática del IFDC de El Bolsón Transcripción: Oscar Dominguez Verri
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