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¿Qué es el discurso? La polisemia del término “discurso” Para comenzar a trabajar sobre los temas anunciados nos preguntamos en principio: ¿qué significa el término teórico discurso? Lo primero que podemos decir es que el concepto discurso es polisémico, es decir, tiene múltiples significados, y cada significado se corresponde con una determinada visión sobre el lenguaje. Tradicionalmente, se opuso el concepto “texto” al de “discurso”; en tanto que la noción de texto da cuenta de la materialidad del intercambio y del producto en sí, el discurso en cambio, se relaciona con las condiciones de producción, interpretación, con los elementos de la situación enunciativa, en otras palabras, con el proceso textual. Revisemos distintas definiciones del concepto “discurso” Discurso 1: equivalente a la “parole” de Saussure, sinónimo del término habla, vale decir toda utilización individual del lenguaje. Discurso 2: unidad lingüística superior a la frase, objeto de estudio de la gramática del texto. Discurso 3: en el marco de las teorías de la enunciación o de la pragmática, se entiende como un enunciado en su dimensión interactiva. Discurso 4: una serie o sucesión de frases que componen el enunciado encadenadas por un conjunto de reglas. Discurso 5: en la oposición lengua/discurso, es el uso de la lengua en un contexto particular. Discurso 6: discurso como práctica social, esto quiere decir que existe una relación dialéctica entre el discurso y el contexto. El discurso, como cualquier otra práctica social, es complejo y heterogéneo, lo que no implica que sea caótico sino que, por el contrario, podemos diferenciar distintos niveles de organización a través de los cuales se puede manifestar. Como podemos observar, existen tantas definiciones como posiciones sobre el lenguaje, sin embargo, las diferentes posturas paradigmáticas comparten una cuestión esencial en los Estudios del Discurso: la compleja relación entre lo lingüístico y lo que tradicionalmente se llamó lo “extralingüístico”, la relación entre el “texto” y el “contexto”. Esto quiere decir que es imposible realizar un AD (Análisis del Discurso) sin tener en cuenta las condiciones de producción, reproducción y circulación que hacen posible hablar de algo en un determinado momento de la discursividad social. Coincidimos con Bonin (2011) en que: El gran desafío epistemológico y metodológico que plantea el análisis del discurso es construir un objeto cuya materialidad lingüística no borre su materialidad socio-histórica, y definir una metodología que no privilegie un aspecto sobre el otro. De esta manera, la determinación de las propiedades relevantes del contexto de un discurso no se puede llevar a cabo desde el punto de vista de la lingüística sino desde su relación con la ciencia social que provea el marco interpretativo que le da materialidad socio-histórica al texto. Ambas corrientes difieren tanto en términos metodológicos como terminológicos. Sin embargo, comparten algunos presupuestos básicos acerca de la definición del objeto discurso como la articulación compleja de una superficie lingüística o textual con las condiciones extralingüísticas que la hicieron posible. Distintas tradiciones teóricas en los estudios del discurso Siguiendo nuestro planteo inicial, podemos distinguir distintas tradiciones en los Estudios del Discurso que nos permiten, de alguna manera, encontrar ese lazo analítico entre la materialidad discursiva y las condiciones materiales de producción del discurso. A continuación detallamos algunas de las corrientes más importantes de los Estudios del Discurso, a saber: Una visión formalista, derivada del estructuralismo lingüístico, que intenta ampliar la unidad de análisis de la oración a unidades mayores como el texto. Básicamente se trata de una visión inmanente, intradiscursiva, donde el interés de la teoría radica en tratar de describir, explicitar los elementos “estructurales del texto”. Estas posturas intentan construir algo así como una gramática del texto que se deriva directamente de la gramática oracional. También aquí se pueden incluir las reflexiones acerca de la organización discursiva, tales como la narración o la argumentación, que solo tienen en cuenta aspectos internos del texto. Precisamente, una de las críticas más acentuadas, desde esta perspectiva, es considerar los textos como lingüísticamente homogéneos, es decir, que significan de la misma manera cualquiera sea su ámbito de utilización. (Harris, Greimas, van Dijk) Una visión enunciativa, donde el discurso es parte de una situación de comunicación. La enunciación aparece como un conjunto de consideraciones teórico-metodológicas que nos permite indagar el papel del sujeto en el lenguaje, vale decir, el carácter subjetivo de toda interacción verbal, el conjunto de circunstancias únicas e irrepetibles en las que se produce un enunciado (situación, participantes, interacción, roles, marcos interpretativos, etc.) el objeto de estudio de esta perspectiva consiste en tratar de develar las diferentes huellas o marcas lingüísticas que deja el sujeto enunciador en el enunciado. Todo discurso está “marcado” por un sujeto enunciador y, precisamente, la tarea del analista consistirá en develar cuáles son esas marcas que hacen que un discurso sea más o menos subjetivo. (Voloshinov, Bajtin, Benveniste, Ducrot, Kerbrat Orecchionni, Mainguenau) Una visión materialista y dialéctica, que entiende el discurso como una interacción generalizada donde los enunciados deben pensarse como eslabones de cadenas dialógicas y son reflejos de interacciones discursivas. En este sentido, el discurso social es todo lo que se dice y escribe en un estado de sociedad, está conformado por los sistemas genéricos, entendiendo la noción de género en un sentido bajtiniano. De esta manera, el discurso social es un sistema regulador global cuya naturaleza no se ofrece inmediatamente a la observación, tiene reglas de producción y circulación específicas en cada época. La aceptabilidad, legibilidad, regularidad están determinadas por un particular estado de sociedad que marca temas, sociolectos, géneros. Finalmente, se entiende perspectiva materialista como una práctica social vinculada a sus condiciones sociales de producción y a su marco de producción institucional, ideológica cultural e histórico coyuntural (Angenot, 2010) Una visión multimodal que desestima la visión de la lingüística tradicional que sostenía que el sentido se realiza de una vez y en un solo modo y propone revisar las múltiples manifestaciones modales en todos los niveles de representación. en este sentido acordamos con Kress, G. & van Leeuwen T. en tanto que: En el registro de la lingüística tradicional el sentido se realiza una vez, por decirlo de alguna manera. Por contraste, nosotros vemos que los recursos multimodales están disponibles en una cultura acostumbrada a construir sentido en cada uno de los distintos signos, en todos los niveles, y de cualquier forma. Donde la lingüística tradicional tenía un lenguaje definido como un sistema que funciona a través de la doble articulación, donde un mensaje era una articulación entre significante y significado, nosotros vemos textos multimodales como constructores de sentido en múltiples articulaciones (Kress, G. & van Leeuwen T., 2001) Algunas conclusiones preliminares Una de las cuestiones más importantes para trabajar el AD radica en sospechar, de manera permanente, del contenido de las piezas discursivas que sometemos al análisis, precisamente porque partimos de entender el lenguaje desde su opacidad desde la consideración de que, en todo intercambio lingüístico, es mucho más lo que no se dice que lo que se dice explícitamente: el dato engañoso del contenido, de lo argumental, de lo “dicho”, muchas veces atenta contra lo que buscamos en el AD. En este sentido, partimos de enfoques cuyas nociones sobre eldiscurso traen algunas consecuencias evidentes como: La opacidad del lenguaje, lo que implica que el contenido en ciertas circunstancias suele comportarse como un dato engañoso, poco fiable, en la mayoría de los casos ocultador de un análisis del tema en cuestión. La necesidad de ir más allá de lo textual: la sola descripción de las características textuales de una pieza discursiva, desde el dato lingüístico, no resulta del todo importante para indagar acerca del sentido del discurso. El analista del discurso debe tener en cuenta en forma permanente que el contenido del texto no alcanza para dar cuenta de lo no dicho en la mayoría de los discursos que sometemos al análisis y hasta en ocasiones puede resultar confuso. La diferenciación entre oración/enunciado, sistema abstracto/discurso. Es obvio que el discurso siempre se dirige hacia algo más que las reglas del uso de la lengua, esto es, “enlaza las circunstancias en las que se habla o escribe con lo que se dice” (Charaudeau, P., 1997:49) La forma y el contenido no son disociables: las formas de hablar se unen a ideas en el discurso social, la realización parcial del mensaje está dada en la forma del enunciado, porque nuestras elecciones y posibilidades paradigmáticas siempre se dan en el marco de una perspectiva ideológica. El común denominador de los estudios del discurso es el que considera al significado como un producto de las prácticas sociales. El significado, en otras palabras, no debe entenderse como una propiedad inherente de los enunciados o textos sino que es el resultado del uso que se hace del lenguaje en contextos específicos. Todo lenguaje es ideológico: todo lleva la marca de maneras de conocer y de representar el mundo que no son universales sino que implican apuestas sociales y ocupan una posición en la economía de los discursos sociales. INFD (2014) Clase 1: El estudio del discurso. Discurso y sociedad. Especialización docente de nivel superior en enseñanza de escritura y literatura en la escuela secundaria. Buenos Aires: Ministerio de Educación de la Nación. ¿Qué es un texto? La palabra texto se ha usado desde siempre en la escuela, pero con un sentido muy diferente al que actualmente tiene en lingüística. Antes decir “hoy trabajaremos un texto” equivalía a una muestra de buena literatura, es decir un cuento, un poema, un fragmento narrativo o de ensayo, escrito por un autor. En cambio, en la acepción moderna de la palabra, texto significa cualquier manifestación verbal y completa que se produzca en una comunicación. Por lo tanto, son textos los escritos de literatura, las redacciones de los alumnos, las exposiciones del profesor, los diálogos y las conversaciones de los estudiantes en el aula o el patio, las noticias de la prensa, las pancartas publicitarias, etc. Los textos pueden ser orales o escritos, literarios o no, para leer o escuchar o para decir o escribir, extensos o breves, etc. Las siguientes definiciones de texto según diversos lingüistas (extraídas de Bernárdez, 1992) nos aproximan a este concepto fundamental: “Todo conjunto analizable de signos. Son textos, por lo tanto, un fragmento de una conversación, una conversación entera, un verso, una novela”. Lázaro Carreter. “Texto es el mayor signo lingüístico”. Dressler. “Texto es un mensaje objetivado en forma de documento escrito, que consta de una serie enunciados unidos mediante diferentes enlaces de tipo léxico, gramatical y lógico. Galperín. “Texto es una forma primaria de organización en la que se manifiesta el lenguaje humano. Cuando se produce una comunicación entre los seres humanos (hablada/escrita) es en forma de textos.” Isenberg. “Texto es la unidad lingüística comunicativa fundamental, producto de la actividad verbal humana. Se caracteriza por su cierre semántico y comunicativo y su coherencia … formada a partir de la intención comunicativa del hablante de crear un texto íntegro y, también, a partir de su estructuración…” Bernárdez. Este último autor destaca tres ideas fundamentales sobre texto, que resume las definiciones anteriores: El texto tiene un carácter comunicativo: es una acción o una actividad que se realiza con una finalidad comunicativa. Es decir, el procesamiento del texto, por un lado, una actividad como lo pueden ser hacer gimnasia o cocinar un pollo al horno; y, por otro lado, también es un proceso de comunicación como la visión de una película o de un cuadro o la contracción de un músculo para hacer una mueca. El texto tiene un carácter pragmático: se produce en una situación concreta (contexto extra lingüístico, circunstancias, propósito del emisor, etc.) los textos se insertan en una situación determinada, con interlocutores, objetivos y referencias constantes al mundo circundante, y no tienen sentido fuera de ese contexto. El texto está estructurado: tiene una ordenación y unas reglas propias. Los textos también tienen una organización interna bien precisa con reglas de gramática, puntuación, coherencia, que garantizan el significado del mensaje y el éxito de la comunicación. La última definición de texto es la del teórico soviético Juri Lotman para quien el texto es “cualquier comunicación que se haya realizado en un determinado sistema de signos. Así, son textos un ballet, un espectáculo teatral, un poema o un cuadro”. Según esta concepción original y genérica, los textos verbales, orales o escritos, serían un subconjunto de todas las manifestaciones comunicativas posibles (la danza, la música, las matemáticas, una tabla de gimnasia, etc.) de la sociedad. Salvio Martín Menéndez define al texto de la siguiente manera “un texto es una unidad gramatical del lenguaje en uso caracterizada por ser coherente”. El texto es una unidad gramatical: todas las operaciones de descripción y explicación gramatical lo tendrán como marco básico de justificación. El texto es la unidad de análisis gramatical dentro de una gramática que se orienta funcionalmente. La descripción y explicación gramatical lo tienen como centro. Entendemos que, desde la perspectiva funcional, el texto es una unidad gramatical cuya extensión es variable y está realizado por una clausula o un conjunto de ellas que suponen la proyección simultánea de las tres funciones del lenguaje que se relacionan entre sí a partir de las relaciones cohesivas. El texto es una unidad de lenguaje en uso porque su constitución depende de una situación comunicativa en la que los participantes, por ser usuarios de la lengua, interactúan de un modo determinado, con una finalidad específica y dentro de una comunidad en particular. Es en los textos donde el uso del lenguaje no solo se verifica sino que se conforma. Entendemos el texto como una unidad semántico-pragmática que marcan dos polos dentro de la gradación del significado. El texto es una unidad coherente. La coherencia es una propiedad que define al texto. Puede caracterizarse como la intersección del conjunto de relaciones gramaticales y contextuales que hacen posible que un texto sea comprendido y, en consecuencia, interpretado. Desde este punto de vista, la coherencia no es una propiedad exclusivamente gramatical; pero sin las relaciones gramaticales es imposible su determinación. La coherencia es, entonces, una propiedad que los textos tienen por ser textos, es decir, unidades interaccionales. Los textos permiten que los hablantes interactúen, en este caso, por medio del lenguaje. Menéndez, Salvio (2010) ¿Qué es una gramática textual? Buenos Aires: Editorial Biblos.
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