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Esta obra está bajo licencia 2.5 de Creative Commons Argentina. Atribución-No comercial-Sin obras derivadas 2.5 Documento disponible para su consulta y descarga en Memoria Académica, repositorio institucional de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación (FaHCE) de la Universidad Nacional de La Plata. Gestionado por Bibhuma, biblioteca de la FaHCE. Para más información consulte los sitios: http://www.memoria.fahce.unlp.edu.ar http://www.bibhuma.fahce.unlp.edu.ar Tesis presentada para la obtención del grado de Licenciado en Sociología Directora: Pagani, María Laura Cita sugerida: Ferrea, H. (2017). Disipando la bruma de las estadísticas oficiales: Análisis metodológico de la línea de la pobreza y una propuesta de estimación para la provincia de Buenos Aires. Periodo 2013-2016. Tesis de grado. Universidad Nacional de La Plata. Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación. En Memoria Académica. Disponible en: http://www.memoria.fahce.unlp.edu.ar/tesis/te.1464/te.1464.pdf Ferrea, Hilario Disipando la bruma de las estadísticas oficiales: Análisis metodológico de la línea de la pobreza y una propuesta de estimación http://www.memoria.fahce.unlp.edu.ar/ http://www.bibhuma.fahce.unlp.edu.ar/ http://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/2.5/ar/ UNIVERSIDAD NACIONAL DE LA PLATA FACULTAD DE HUMANIDADES Y CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN DEPARTAMENTO DE SOCIOLOGÍA LICENCIATURA EN SOCIOLOGÍA TRABAJO FINAL Disipando la bruma de las estadísticas oficiales: Análisis metodológico de la línea de la pobreza y una propuesta de estimación para la provincia de Buenos Aires. Periodo 2013 – 2016.- Alumno: Ferrea, Hilario Legajo: 67152/3 Correo electrónico: hilarioferrea@hotmail.com Director: Pagani, María Laura Fecha: Octubre de 2017 2 Resumen Las estadísticas oficiales obran de insumo indispensable en la elaboración y monitoreo de políticas públicas. En sintonía con esta afirmación, la medición de la pobreza constituye un mecanismo indispensable en la producción de pruebas empíricas capaces de visibilizar situaciones de carencia, críticas y urgentes. En un contexto caracterizado por el descrédito de la información oficial, el siguiente trabajo busca contribuir al estudio de la pobreza y de las estadísticas oficiales a través del análisis procedimental de las estimaciones oficiales. Con esta intención se exponen brevemente los antecedentes de la medición de la pobreza en el país y se analiza la metodología de la Línea de Pobreza junto con diversos indicadores de agregación. Por último, y bajo este proceder, se aportan datos capaces de completar y complementar la información suministrada por los organismos estatales de producción de estadística para el periodo comprendido entre el segundo semestre de 2013 y el segundo de 2016. Palabras clave: Políticas Públicas, Estadísticas oficiales, Medición de la Pobreza, Línea de Pobreza, Indicadores de agregación. 3 A mis viejos. A Caro y a nuestra bebé. 4 Agradecimientos Quisiera agradecer a María Laura por orientarme con tanta predisposición y atino; a Marcia, por la lectura sagaz pero mucho más solidaria y; a mis compañeros de la Dirección de Estadística, por la contención y el estímulo. Colegas al fin. 5 Índice Aclaraciones preliminares: sobre la situación problemática.- ......................................... 7 Primer Ejercicio 1. Abordando la pobreza ............................................................................................. 12 1.1. Enfoque monetario. ........................................................................................ 13 1.2. Enfoque de las capacidades de A. Sen. .......................................................... 14 1.3. El enfoque de la exclusión social. .................................................................. 15 1.4. Enfoque participativo. .................................................................................... 16 1.5. Enfoque de los activos de los pobres. ............................................................. 17 1.6. Enfoque Estructural. ....................................................................................... 18 2. La medición de la pobreza en Argentina ............................................................... 23 2.1. Antecedentes, ¿para qué medir la pobreza en la Argentina? .......................... 23 2.2. Las estadísticas oficiales, dos enfoques absolutos ......................................... 26 Segundo Ejercicio 3. Identificación: análisis metodológico de la línea de la pobreza oficial. .............. 29 3.1 La población de referencia ............................................................................. 31 3.2. La Canasta Básica de Alimentos .................................................................... 33 3.2.1. Requerimientos energéticos y nutricionales ............................................. 34 3.2.2. Estructura de consumo de alimentos de la población de referencia ......... 38 3.2.3. Composición y cantidades de alimentos de la CBA ................................ 40 3.2.4. Ajustes necesarios para optimizar el criterio normativo de la CBA ........ 42 3.2.5. Valor monetario de la CBA ...................................................................... 44 3.3. Canasta Básica Total ...................................................................................... 46 6 3.3. La Encuesta Permanente de Hogares (EPH) .................................................. 49 4. Agregación: análisis metodológico de las medidas de pobreza ........................... 53 4.1. Índice de recuento (H) .................................................................................... 54 4.2. Indicadores de intensidad de la pobreza ......................................................... 55 4.3. Brecha de pobreza (PG) .................................................................................. 57 4.4. Índice de Sen .................................................................................................. 58 4.5. Medidas FGT .................................................................................................. 59 Tercer Ejercicio 5. Una propuesta alternativa.- .................................................................................... 61 5.1. Sobre los relevamientos .................................................................................. 61 5.2. Sobre las canastas ........................................................................................... 63 5.2.1. Composición y equivalencias ................................................................... 64 5.2.2. Ajustes regionales .................................................................................... 68 6. Resultados ................................................................................................................ 70 6.1. Metodología oficial vigente. Valorizaciones de CBA y CBT de INDEC. ..... 71 6.2. Metodología alternativa. Valorizaciones de CBA y CBT de FIEL. ............... 79 7. Algunas reflexiones finales...................................................................................... 86 8. Índice de cuadros y gráficos ................................................................................... 88 9. Bibliografía ............................................................................................................... 91 10. Anexo I ...................................................................................................................... 97 11. Anexo II .................................................................................................................... 98 7 Aclaraciones preliminares: sobre la situación problemática.- La información estadística supone un insumo esencial para la planificación de políticaspúblicas. Los procesos de elaboración de información estadística oficial, al igual que buena parte del accionar estatal está sujeto, no solo a los condicionantes que suponen los costos de su puesta en marcha, sino también, y más importante aún, al esquema normativo que permite y legitima este ejercicio de recolección, procesamiento y difusión de datos. Buena parte de la literatura que se ha encargado de reflexionar sobre la relación que expresan los diferentes gobiernos con la información pública despliega un abordaje específico a partir del rol preponderante de las Tecnología de la Información y la Comunicación (TICS)1. Aquí los presupuestos de “gobierno abierto”2 asumen íntima relación con el desarrollo de las tecnologías digitales y la expansión de internet. Estos procesos, si bien han fortalecido el ejercicio de derechos en las sociedades democráticas, expresan sólo en parte la discusión sobre la producción de información pública, limitándose a impulsar mejoras en los canales de difusión de la información existente3. Este trabajo, en cambio, busca destacar, tal como lo hace Lindenboim (2011), la importancia de la construcción de la “conciencia estadística” de la sociedad como labor cultural de primera línea. Así, sin desentenderse de la discusión técnica, se busca aquí aportar al análisis de las estadísticas oficiales a partir del abordaje metodológico de los procedimientos de su elaboración. 1 Véase el trabajo de Cristian Boccalari, TICs y Gobierno Abierto. Experiencias en Municipios Argentinos y Latinoamericanos (Boccalari, S/E) 2 Sobre este aspecto ver Calderón y Lorenzo (2010). 3 Para profundizar sobre cuestiones de acceso a la información véase Prince (2005), Álvarez (2011) y Rosa (2011). 8 En nuestro país el análisis de las estadísticas oficiales exige, casi ineludiblemente, atender a la batería de publicaciones que dieron cuenta del contexto de desconfianza con el que se produjo la información en los últimos años4. En este sentido, y si bien la propuesta de este trabajo no persigue un abordaje que de tratamiento pormenorizado a estas cuestiones, sí busca advertir sobre la importancia que supone para la ciudadanía disponer en tiempo y forma de información capaz de evaluar, dar seguimiento y predecir la situación de un país (Mondragón Pérez, 2002). En línea con lo postulado en los Principios fundamentales de las estadísticas oficiales (Naciones Unidas, 1994), resaltar su importancia como herramienta capaz de proporcionar datos útiles sobre la situación económica, demográfica, social y ambiental, tanto a los gobiernos, para la planificación de políticas públicas, eficaces y oportunas, como a los ciudadanos en el ejercicio de su derecho a la información. La discontinuidad de la publicación del informe Incidencia de la Pobreza e Indigencia5 expresó solo en parte el problema de la producción y difusión de la información estadística oficial. La intervención del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC) de 2007 significó el descrédito de buena parte de la producción estadística, y supuso a su vez, inaugurar nuevas alternativas en los procesos de recolección, procesamiento y difusión de la información disponible. Todos estos elementos configuraron un escenario de incertidumbre 4 Para profundizar véase Revista Latinoamérica de Metodología de la Investigación Social (ReLMIS) N°8, Construcción, usos y sentidos de las estadísticas públicas. Año 4. Octubre 2014 – Marzo 2015. 55 Así se anuncia en la página oficial de INDEC: “Como es de público conocimiento, las autoridades que ejercieron la conducción del INDEC hasta diciembre de 2015 tomaron la decisión de discontinuar la publicación en el segundo semestre de 2013. A partir de septiembre de 2016, se reanuda la publicación del informe Incidencia de Pobreza e Indigencia […] Se advierte que las series estadísticas posteriores a enero de 2007 y hasta diciembre de 2015 deben ser consideradas con reservas, excepto las que ya hayan sido revisadas en 2016 y su difusión lo consigne expresamente. […]. 9 y menoscabo, no solo de la información generada a partir del Índice de Precios al Consumidor (IPC), sino de la producción de información estadística en sentido amplio6. Ante este telón de fondo, y advirtiendo el lugar central que ocupa el estudio de la pobreza en el ámbito de las decisiones políticas, el siguiente trabajo se estructura a partir de tres ejercicios que proponen contribuir tanto al análisis de la pobreza como al de las estadísticas oficiales de nuestro país. El primer ejercicio buscará contextualizar el abordaje a partir una reflexión analítica sobre dos dimensiones vinculantes y profundamente significativas para la planificación y desarrollo de un país: la pobreza y las estadísticas oficiales. En esta dirección se realizará un breve recorrido por los diferentes enfoques que el estudio de la pobreza asume en la literatura especializada y se pasará revista de los antecedentes y principales características que la medición oficial asume en el país. El segundo ejercicio avanzará sobre el esquema planteado por Amartya Sen (1976). En esta dirección se trataran las dos dificultades cardinales de la medición de la pobreza, la identificación y la agregación. Así, con la intención de complementar la información producida a partir del procedimiento oficial de estimación de pobreza por ingresos, además de describir la metodología vigente, se analizarán diversos indicadores capaces de resumir el grado de la pobreza. 6 A principios de 2007, con el desplazamiento de la Directora del IPC, se habilitan modificaciones metodológicas, referidas a las fuentes y normativas utilizadas en la medición del índice. Al respecto, Salvia (2015) denuncia la clara intención del gobierno de ocultar la evolución ascendente del índice de precios mediante la intervención de INDEC y la manipulación del IPC, insumo fundamental para las valorizaciones de las Canasta Básica de Alimentos y la Canasta Básica Total. A pesar de la resistencia de buena parte de los trabajadores y de la planta técnica-profesional del organismo, la intervención logró extenderse, no solo hacia el control técnico–político de las estimaciones de la pobreza, sino también de otras estadísticas poblacionales y económicas. 10 El tercer ejercicio, quizás el más trascendente de los tres, buscará contrarrestar el vacío de información oficial referida a la medición de pobreza por ingresos, con la elaboración de datos construidos a partir de la información disponible. Con esta intención, primero se detallarán las decisiones metodológicas tomadas a fin de ajustar la información disponible a la construcción de la serie para el periodo comprendido entre el segundo semestre de 2013 y el segundo de 2016, para luego analizar concisamente los resultados. Sobre este esquema buscaré dar cuenta de los elementos constitutivos de un concepto tan proliferante como el de la pobreza (González, 1997) para desglosar, a partir de estos, las diferentes propuestas que asume su medición en el país. Propongo así, pasar revista de las principales perspectivas que expresan las estadísticas oficiales y construir datos alternativos a partir de la información disponible. Para tal propósito, y con la intención de contribuir a la caracterización de la población de la provincia de Buenos Aires, los datos que se presentan a continuación comparan la información nacional con la de la Provincia. Planteo advertir de esta forma cómo la estrategia cuantitativa representa un elemento indispensable en la producción de pruebas empíricas y cómo la gestión de datos supone a su vez una tarea político-administrativa, que responde a un complejo proceso de construcción, condicionadono solo por el entramado de tensiones y poderes de la sociedad, sino también por las perspectivas teórico-metodológicas desde las cuales han sido producidas (Gamallo, 2004). Destacar como: “… las estadísticas en tanto productos no son solo insumos a los que el historiador o el cientista social recurren para reconstruir aspectos de la sociedad sino que constituyen, además una imagen en si misma de la sociedad, es decir una representación discursiva y estructurada de acuerdo 11 con reglas internas de funcionamiento cargadas de sentidos que sobrepasan ampliamente los alcances del número (Otero, 2006, pág. 18)”. En suma, se procura resaltar aquí la importancia de la construcción de datos en un contexto específico y condicionante, disipando la bruma que presumió la información estadística oficial de los últimos años. 12 1. Abordando la pobreza Concebir la pobreza a partir de la privación de medios es una de las fronteras más antiguas del pensamiento social (González, 1997). Ya a fines del siglo XVIII la pobreza representaba uno de los problemas sociales más significativos del advenimiento de la sociedad industrial. La fuerte proletarización de sectores campesinos y artesanos, que arrancados de sus fuentes de riqueza, inundaban las ciudades, sobre todo de Inglaterra y Francia, redefinía, colapsándolo, un nuevo orden social. El recrudecimiento de las condiciones de vida en estas primeras instancias de la mutación al capitalismo marcó dramáticamente el surgimiento de un término específico. Verdera (2007, pág. 17) refiere a Novak y destaca “… que el punto de inicio concreto de la pobreza en tanto problema social, habría tenido lugar en aquel momento en el cual la mayor parte de la población fue separada de la tierra, deviniendo en consecuencia en trabajadora asalariada…” Pero, si bien el término pobreza sirvió para expresar las características de una sociedad en un contexto específico, su uso ha trascendido el recorte histórico de los inicios del capitalismo moderno, para situarse en tanto problema actual de la dimensión social (Bobbio, Matteucci, & Pasquino, 2011, pág. 1162). Así, la conceptualización y percepción de la pobreza en tanto proceso no pueden liberarse ni de la influencia del contexto socioeconómico, ni del presupuesto en el que se inscriben las políticas orientadas a su erradicación (Altimir, 1979). La ambigüedad teórica del concepto de pobreza representa así una de las dificultades modales de su estudio. La densidad ideológica de este concepto, repleto de subjetividades, sugiere proximidades muy finas con las diferentes interpretaciones del mundo, y en este sentido, en cercanía de diversas teorías de estratificación social, se presenta inespecífico (González, 1997). Resulta una tarea prácticamente imposible encuadrar un marco teórico capaz de 13 atender integralmente a todos los síntomas de la pobreza. Es más, todos estos intentos suelen pretender conclusiones universales al tratamiento aislado de situaciones extremas de desigualdad en un marco deficitario de distribución de bienes sociales (Altimir, 1979). Si bien, buena parte de la literatura especializada refiere a esta situación particular, a la inexistencia de una teoría socio económica integral sobre la pobreza se le anteponen diversos enfoques o perspectivas para su estudio. Ruggeri Laderchi, Saith, y Stewart (2003) proponen cuatro orientaciones fundamentales: 1.1. Enfoque monetario. Este enfoque es el que se utiliza habitualmente y se cimenta en la identificación de la pobreza a partir del cálculo del déficit de ingreso o de consumo establecido por una línea de pobreza normativa. En este sentido, la pobreza o el bienestar, responden, o a los gastos o a los ingresos que se ubiquen por debajo o por encima de un monto establecido según criterios diversos. Es sobre este supuesto, y a raíz de la inexistencia de una teoría económica que logre caratular objetivamente a los pobres, que la identificación de las diferentes líneas representa una discusión constante en la literatura. Más allá de las distintas propuestas de corte, ya sea a través de líneas relativas o absolutas7, la presunción paradigmática de este enfoque responde a la matriz disciplinar de la 7 Como la intención de este trabajo se apoya en el desglose pormenorizado de la metodología de medición pobreza por ingresos de las estadísticas oficiales, el abordaje monetario, uno de los criterios rectores de la medición oficial, será retomado en los apartados siguientes. La intención de esta sección, procura hacer un breve recorrido por los principales enfoques sobre la pobreza, pero sin pretender abarcar en detalle todos ni cada uno de ellos. 14 microeconomía, es decir, al supuesto del comportamiento maximizador de la utilidad8. Es decir, subyace “…el concepto neoliberal de que el bienestar material se reduce a la medición de la capacidad de compra en el mercado de bienes y servicios (INDEC, 2012, pág. 2). 1.2. Enfoque de las capacidades de A. Sen. Si la maximización de la utilidad como presupuesto conductual, es el eje rector del enfoque monetario, el enfoque de las capacidades constituye un modo alternativo, no solo en el abordaje de la pobreza, sino también en la conceptualización del comportamiento individual. Sobre la crítica a los fundamentos éticos del utilitarismo, se pretende aquí, abandonar la premisa a partir de la cual la evaluación de la condición social recae sobre el presupuesto mental de los individuos, para prestar más atención a las características individuales físicas y de contexto en el ejercicio del “cumplimiento del deseo”9. Bajo este enfoque la pobreza es el resultado de un proceso institucional que ratifica un acceso desigual a los recursos y una lenta expansión de capacidades (Verdera, 2007). En este sentido, el dinero no resulta ser un indicador capaz de expresar los resultados finales de la capacidad, ya que “…las diferencias que las personas enfrentan al transformar esos recursos en logros valiosos […] dependen de diferentes características individuales […] o diferencias 8 La matriz disciplinar de la economía clásica expresa la normas para su legitimación a partir del establecimiento de supuestos racionales inalterables. Diamand (2010) denuncia a esta matriz en tanto ideología -y ya no tanto solo ciencia neutral-, que persigue conseguir consenso y gobernabilidad partir de un criterio muy específico de concepción social, adjudicando una mayor preponderancia a la esfera del intercambio que a la esfera de la producción. 9 Ruggeri Laderchi, Saith, y Stewart (2003) sostienen que el "cumplimiento del deseo", en tanto concepto de utilidad es el único presupuesto defendible del enfoque utilitarista. 15 en los contextos en que viven los individuos (Saith, Stewart, & Ruggeri Laderchi, 2003, pág. 14). Se pretende así, resaltar la adecuación de los recursos monetarios o de cualquier otro tipo en la promoción de ciertas capacidades y no tanto su suficiencia. En definitiva, la propuesta que subyace bajo este enfoque supone combatir la pobreza identificando, para potenciar, las capacidades de las personas en la búsqueda de su bienestar (CEPAL, 2004). 1.3. El enfoque de la exclusión social. A diferencia de los abordajes presentados anteriormente, este enfoque, lejos de asumir una visión individualista de la pobreza, centra su atención en las características estructurales de la sociedad que puedan generar procesos de exclusión social. Así, al encauzarse socialmente, el concepto de exclusión se define sobre situaciones específicas de normalidad, que sugieren necesariamente un abordaje relativo en la de identificación de la pobreza. Es este aspecto, el que dificulta aplicar el concepto de exclusiónsocial a los países en desarrollo, ya que la tipificación de la normalidad presupone un ejercicio conflictivo entre lo habitual y lo deseable. Pero, si bien la situación de privación que propone este enfoque, puede presuponer una interpretación sesgada10, el ejercicio de su identificación, enfatizando los procesos de distribución y la caracterización del mercado laboral, pretende a su vez, dar cuenta del proceso de reproducción de la pobreza. Este enfoque, al advertir que el crecimiento 10 No es una cuestión menor resaltar que esta propuesta responde a una inquietud propia de los Estados de bienestar europeos, que preocupados por las transformaciones socioeconómicas de las últimas décadas, procuran advertir de la mejor manera posible la realidad de las minorías, particularmente de los inmigrantes (Verdera, 2007). 16 económico no sugiere por si solo la eliminación de la exclusión social, fomenta políticas redistributivas y de reforma estructural. 1.4. Enfoque participativo. Lo particular de este enfoque, y a diferencia de los anteriores, radica en el rechazo de las pautas normativas impuestas externamente. Este enfoque, lejos de aceptar las convenciones que para la apreciación de la pobreza propone el monetarismo y el enfoque de la capacidades, promueve en cambio, las evaluaciones que los propios sujetos hacen de su condición. Desde esta perspectiva, bajo la premisa de combatir la pobreza a partir del empoderamiento de los pobres, se promueve la participación de estos en el diseño y ejecución de programas orientados al desarrollo11. Una de las críticas más severas que asume este abordaje, y en sintonía con las que Sen dirigía al utilitarismo, expresa el riesgo que pueden conllevar las propias evaluaciones. En este sentido, y a raíz del condicionamiento social o de la desinformación, desatender una situación de privación objetiva. Para Verdera (2007), los abordajes monetario y participativo, no logran constituirse como enfoques en el sentido estricto del término. Sobre esto argumenta que mientras el enfoque monetario centra su atención solo en la definición operativa de la pobreza y en la medición de una línea de ingresos normativo, el participativo, no es más que un método de 11 Si bien, la inclusión de la participación de la sociedad civil suele aparecer en los documentos de los organismos internacionales, esto presupone casi siempre, más una recomendación que una condicionalidad de los préstamos. De todas maneras, conveniente resaltar la presión manifiesta que los organismos internacionales ejercen al utilizar cada vez más frecuentemente los presupuestos de este enfoque en sus evaluaciones sobre la pobreza. Tal como sugiere Gordon (citado por Aimetta, Alzugaray, & Peiró, 2007), esta concepción expresa una idea del bienestar basado más en logros y conquistas individuales que en la universalidad de un derecho garantizado por el Estado. No sorprende entonces que buena parte de los planes de reducción de la pobreza propuestos por organismos multilaterales justifique el desplazamiento del Estado por ONGs. Estas últimas asumiendo el rol de representantes y facilitadores de las demandas y los recursos de los pobres. 17 conocimiento y acercamiento a la pobreza. De igual manera considera al abordaje que pregonan los presupuestos de la pobreza multidimensional, al que caracteriza a partir de una denominación arbitraria de fenómenos complejos que, agregados ad hoc a un índice compuesto presume advertir su evolución, sin siquiera lograr una explicación sobre sus causas. De todas maneras, y sin dejar de mencionar las deficiencias teóricas que considera asumen los abordajes a partir de la caracterización multidimensional, monetaria y participativa, a las cuatro perspectivas que desarrollan Ruggeri Laderchi, Saith, y Stewart (2003), Verdera (2007) propone sumar al abordaje habitual del estudio de la pobreza otros dos enfoques: 1.5. Enfoque de los activos de los pobres. La piedra angular de este enfoque radica en el presupuesto de que los pobres poseen varias formas de activos o capital, y en tanto propietarios de estos, son los responsables de potenciarlos para salir de la pobreza. Aquí, las familias son consideradas de igual manera, unidades de consumo y unidades de producción. Este emparejamiento a la lógica empresarial, no hace más que evidenciar lo sesgado de este enfoque, que al centrarse en el análisis de los escasos recursos del hogar pobre, se desentiende de la estructura profundamente concentrada de la economía de muchos países. En suma, para este enfoque, “… la concentración extrema de la propiedad y la riqueza, la explotación de los recursos naturales de un país, el papel del Estado y otros aspectos pasan a ser parte del “contexto”…” (Verdera, 2007, pág. 37). 18 1.6. Enfoque Estructural. Verdera (2007), siguiendo la propuesta de Alock sintetiza como las causas de la pobreza responden a dos interpretaciones, es decir, la pobreza puede explicarse a través de causas patológicas o a partir de causas estructurales. Las primeras agrupan dos categorías, a los individuos y a la familia. Para ambas categorías son los pobres quienes reproducen las condiciones de pobreza. O bien son los individuos quienes por desidia o por condicionantes genéticos, o bien colectivamente, la familia y la comunidad, fomentando el “ciclo de empobrecimiento”. Con lineamientos similares, en América Latina, O. Lewis, argumenta la existencia de una “cultura de la pobreza”. Esta situación determina la conducta de sus miembros, dificultando así un desenvolvimiento por fuera de los márgenes que la circunscribe. Los pobres constituyen un grupo con ciertos comportamientos particulares que llevan a reproducir la situación de privación. Aquí también la pobreza resulta ser un problema de los pobres. Las causas estructurales, en cambio, inscriben a la pobreza como el producto inherente del propio modelo de acumulación capitalista. En este sentido, las características funcionales del sistema, reflejan un mercado de trabajo y un proceso político específico que no hace más que reproducir pobres. Cada uno de estos enfoques reconoce, no solo fundamentos metodológicos particulares y condicionantes, sino que sus diferentes propuestas de estimación, muchas veces con resultados discordantes entre sí, inciden en la implementación y diseño de las políticas públicas destinadas a la erradicación de la pobreza. En suma, cada uno de estos enfoques se configura sobre presupuestos ideológicos que direccionan, tanto las diferentes 19 interpretaciones que asumen sobre el entramado social, como así también sobre las diferentes propuestas de intervención o transformación. Pero, si la intención, tal como expone Boltvinik, (1999) reside en adjudicarle al concepto de pobreza utilidad como instrumento de política, el abanico de privación, lejos de pretender abarcar todas las instancias de sufrimiento del ser humano, debiera centrarse en la insatisfacción de las necesidades que responden a las condiciones económicas. No obstante los diferentes abordajes de la pobreza, responden a esquemas valorativos específicos, los diferentes umbrales de privación, son consecuencia de las condiciones sociales de producción y de consumo de las diferentes sociedades (Boltvinik, 1999). Así, en tanto norma social, estos umbrales mínimos son los que definen la frontera de satisfacción indispensable, impulsando, con fuerte impronta orientativa, a las personas a la conquista de objetivos. Pero, tal como advierte Altimir (1979, pág. 7): “Suelen coexistir, en una misma sociedad, diferentes - y aun conflictivas— valoraciones colectivas - o de grupo- de la pobreza: la de los gobernantes, la de diferentes corrientes intelectuales, lade los ricos, la de los mismos grupos desfavorecidos, y la de otros grupos sociales. No es, pues, extraño que la discusión del problema de la pobreza esté plagada de diferencias de criterio y de normas que emanan de diferentes valoraciones morales y políticas acerca del orden social existente y de la manera en que debe organizarse la sociedad, y que a la vez están insertas en dichas valoraciones.” Si bien los diferentes instrumentos de abordaje, los métodos y técnicas estadísticas empleadas para la medición del mundo social, condicionan la creación de la fotografía obtenida (Otero, 2006), la mayoría de los estudios sobre pobreza centran su atención en los conceptos de 20 necesidad, dirigido a la carencia de bienes y servicios básicos para el funcionamiento en sociedad; estándar de vida, que además de puntualizar privaciones determinadas, señala los problemas de distribución; e insuficiencia de recursos, estableciendo parámetros mínimos de ingreso o de consumo (Feres & Mancero, 2001). Ya más cercano con las perspectivas que asumen las mediciones oficiales de nuestro país, Altimir (1979) concede al término de pobreza una significación especialmente descriptiva que expresa una valoración específica, tanto de las políticas seleccionadas como de la definición de la pobreza misma. La noción de pobreza que se adopte sostiene, responde al esquema valorativo de quienes la formulan. En esta sentido, fijar la norma de pobreza a partir de la insatisfacción de necesidades básicas, expresa una propuesta política orientada a un resultado final en el combate de la pobreza. Fijar la norma sobre ingresos o consumos mínimos, no sugiere en cambio, una propuesta política voluntarista, sino más bien, concede mayor confianza a las decisiones individuales en la maximización de la utilidad. La opción entre una y otra norma, tal como venimos desarrollando, no responde a los tan promocionados a debates académicos y técnicos, sino, al juicio que sobre la situación social y la admisibilidad de determinadas políticas asumen cada uno de los diferentes enfoques. Como veremos en el apartado siguiente, en Argentina, el concepto de pobreza que hoy se presenta en las mediciones oficiales, a través de los enfoques monetario y de las capacidades, que despliegan las metodologías de la línea de Pobreza (LP) y de Necesidades Básicas Insatisfechas (NBI) respectivamente, lejos de surgir espontáneamente, fue consecuencia de un proceso de construcción técnica, moral y política que se inició en la transición democrática. Si bien el origen del dispositivo técnico e institucional del que se nutrió el concepto de pobreza puede rastrearse en el proyecto de modernización estatal de los ´60 y 21 ´70, etapa clave en el proceso profesionalización del INDEC, la pobreza cobro notoriedad política cuando el Estado democrático se prepuso subsanar los daños sociales producidos por la dictadura militar (Vommaro & Daniel, 2013). La pobreza era hasta entonces divisada como un problema menor del entramado público. Así describe el proceso de construcción de la pobreza en tanto fenómeno medible Marie-France Prévot – Schapira: “En un país próspero, donde la pobreza era percibida como un fenómeno marginal y residual, el deterioro brutal de la situación económica de los años ochenta obligo a una conceptualización renovada del fenómeno […] según un doble enfoque. El primero liga las manifestaciones de la pobreza a la existencia de carencias, de “necesidades básicas insatisfechas” […] El segundo enfoque […] comprende el fenómeno a partir del método luego devenido clásico de la definición de un umbral de pobreza debajo del cual un hogar no puede cubrir sus necesidades esenciales de alimentación, de salud y de educación”, citado por Vommaro (2011, pág. 87) La redemocratización instaló el problema de la pobreza en la agenda pública visibilizando las condiciones objetivas con las que la dictadura militar condicionaba la apertura política: aumento de la concentración del ingreso, el deterioro de los salarios reales y de la participación salarial, la agudización de la informalización y la precarización del mercado laboral (Daniel, 2011). Al respecto Vommaro (2011) resalta que si bien el deterioro de las condiciones de vida de los sectores populares desde la dictadura militar significó una redefinición de la cuestión social, esta no fue un simple reflejo de la realidad social. Por el contrario, la definición de la pobreza fue el resultado de un complejo proceso político, social y cultural que fortaleció a la 22 “sociedad civil”, en tanto espacio privilegiado para el tratamiento de la cuestión de la pobreza. Así, aludiendo a Vivian Domínguez Ugá, destaca como la introducción de la pobreza como categoría dominante de las políticas sociales, se relaciona con el triunfo de los principios promovidos por el consenso de Washington, es decir, dejando que la regulación que supo ejercer el Estado del mundo social se desvanezca en manos del mercado. “El mundo social podía dividirse así entre los que tienen las capacidades para participar de los mercados – de empleo, de la vida económica, de la vida asociativa, etc.- y los que no poseen esas capacidades: de un lado los individuos competitivos; del otro, los pobres” (Vommaro, 2011, pág. 83). 23 2. La medición de la pobreza en Argentina Argentina no tiene larga tradición en el estudio empírico de la pobreza. Los primeros intentos de medición fueron estimulados, al igual que en buena parte de América Latina, por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) en los años ´70. Si bien a principios de los ´80 pueden observarse algunos avances12, la escasez de bases de datos públicas y las rigideces de la dictadura militar minaron buena parte de las intenciones de muchos investigadores. Esta tendencia logra revertirse en la década de los ´90, por un lado por la creciente disponibilidad de datos13, pero más importante y preocupante aún, por la deteriorada situación socioeconómica (Gasparini, 2004). 2.1. Antecedentes, ¿para qué medir la pobreza en la Argentina? Si bien la articulación de las dimensiones políticas, técnicas y cognitivas de las estadísticas comienza a manifestarse a fines de la década del ´50, no fue sino a partir de las décadas siguientes que el Estado profundiza su rol de regulador e interventor mediante “… la estadística como saber específico, instrumento de diagnóstico e insumo de planeamiento” (Daniel, 2011, pág. 59). Tal como se anticipó en la sección anterior, la transición democrática supuso el escenario a partir del cual el Estado democrático busco dotarse de instrumentos capaces de leer con precisión la deteriorada situación social. Bajo este proceder, y a raíz de 12 Sobre este punto puede consultarse la investigación, La pobreza en la Argentina, de INDEC (1985), que supuso el antecedente oficial más riguroso de análisis estadístico de la pobreza. Contando con el asesoramiento de O. Altimir, la metodología presentada buscaba asociar las mediciones de pobreza por ingresos con las realizadas a través de la metodología de necesidades básicas insatisfechas. 13 Si bien en los ´90, INDEC inicia un lento proceso de democratización comercializando sus bases de datos, no fue sino hasta 2001 que estas fueron de acceso público y gratuito. 24 la progresiva institucionalización de las estadísticas oficiales se busca transferir objetividad a las decisiones de gobierno. La estadística oficial transciende así su rol de proveedora de información para legitimar decisiones públicas (Daniel, 2011). El deterioro en las condiciones de vida de buena parte de la población a raíz de la puesta en marcha del plan socioeconómico de la dictadura militar, significó un rápido consenso alrededor de la pobreza como problema público. En estesentido, tal como expresan Vommaro y Daniel (2013), durante esta etapa de transición, la prioridad apuntaba más a las cuestiones referidas al cómo medir por sobre aquellas que buscaban más precisiones conceptuales14. Las urgencias de la agenda política de la nueva administración condicionaron fuertemente las discusiones alrededor de la pobreza, generando que la búsqueda de recetas para la acción ganara cada vez más terreno en el exclusivo debate de la academia. En esta línea se inscribe la Investigación sobre la Pobreza en Argentina (IPA). Así comenzaba Pablo Vinocur uno de los informes fundacionales (IPA-INDEC, 1988, págs. 1,2) : “… el retorno a un sistema democrático de gobierno generó posibilidades para la discusión sobre la crisis, sus causas y las diferentes estrategias para enfrentarla. El resultado ha sido el de priorizar nuevamente la lucha contra la pobreza.” 14 Claudia Daniel refiere a las numeras controversias técnicas que atravesaron los programas de investigación, sobre todo relacionadas con la definición del proceso de cuantificación de la pobreza. Al respecto resalta, que en el contexto de la crisis financiera del sector público, estos programas no solo sugerían el diseño de políticas sociales, sino, y más importante aún, pretendían un proceder más racional y eficiente en la asignación de recursos (Daniel, 2011). 25 Tal como advierten Saith, Stewart, y Ruggeri Laderchi (2003), dos cuestiones importantes repercuten y condicionan, tanto a la conceptualización como a la medición de la pobreza, a saber, la disponibilidad de datos y las implicaciones políticas. En 1984 y con el propósito de “dimensionar y localizar territorialmente” la insatisfacción de necesidades básicas, se confecciona un indicador de pobreza, a partir de la utilización de los datos del Censo de 198015. Esta primera aproximación supone así un abordaje directo que expresa materialmente la insatisfacción de ciertas necesidades. La insatisfacción de estas necesidades16 , definidas oportunamente como básicas para el desarrollo de la vida en sociedad, establece el criterio a partir del cual identificar a la población pobre (INDEC, 1996). El primer antecedente de medición de la pobreza por ingresos en Argentina se remonta a 1979. Ese año, un estudio de CEPAL se propuso definir la situación de la pobreza del Gran Buenos Aires a partir de contrastar la información de la Encuesta de Empleo y Desempleo (EEyD) 17 con la valorización de una Canasta Básica de Alimentos (CBA). Trabajos posteriores recurrieron a la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) como fuente de información y a la Línea de Pobreza estimada por CEPAL para 1970 y actualizada por medio del Índice de Precios al Consumidor (IPC) (INDEC, 1992). 15 El programa Alimentario Nacional (PAN), de Alfonsín, recurrió al estudio “La pobreza en Argentina” para orientar la distribución de sus recursos (Vommaro & Daniel, 2013). 16 La construcción del indicador NBI buscó que las dimensiones que expresaban las necesidades fueran representativas, universales, estables y simples (Arakaki, 2011). A partir de estas condiciones la información censal consideró hogares con NBI a aquellos que tuvieran al menos una de estas condiciones: a) más de tres personas por cuarto (hacinamiento); b) vivienda en pieza de inquilinato, precaria u de “otro tipo”, (calidad de la vivienda inconveniente); c) hogares sin retrete (condiciones sanitarias); d) al menos un niño de 6 a 12 años que no asista a la escuela (asistencia escolar) y; e) cuatro o más personas por miembro ocupado y además, jefe del hogar con nivel educativo bajo (no completó el tercer grado de la escolaridad primaria), para determinar la capacidad de subsistencia (INDEC, 1993) 17 La EEyD es el antecedente más cercano a la Encuesta Permanente de Hogares (EPH). En sintonía con el proceso de modernización y profesionalización estatal de los años ´60, la EEyD, relevó información sobre variables sociales desde 1963 hasta 1973, año en el que fue reemplazada por la EPH (Daniel, 2011). 26 Como estadística oficial, la metodología de estimación de pobreza por ingresos fue adoptada en 1993, a partir del trabajo del Comité Ejecutivo para el Estudio de la Pobreza en la Argentina (CEPA). Si bien las primeras estimaciones estuvieron bajo la órbita de la Secretaria de Programación Económica, encabezada por Juan José Llach y su Consejo Asesor, posteriormente se delegó la responsabilidad del cálculo al Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC). (INDEC, 2012). La metodología de la Línea de Pobreza (LP) comenzó a desarrollarse sistemáticamente desde entonces, primero para el Gran Buenos Aires y a partir de 2001 para los grandes aglomerados urbanos del país. Si bien esta metodología no ha variado sustancialmente a lo largo de estos años, la publicación de INDEC (2016), La Medición de la pobreza y la indigencia en la Argentina, presenta una serie de modificaciones (sobre todo relacionadas con la actualización de la base del cálculo), que sintetiza los nuevos lineamientos metodológicos de la medición oficial de pobreza por ingresos en Argentina luego de la interrupción de 2013. 2.2. Las estadísticas oficiales, dos enfoques absolutos Siguiendo el esquema planteado por Amartya Sen (1976), la medición de la pobreza supone resolver dos dificultades. Primero, identificar a las personas pobres dentro de una población objetivo. Segundo, dar cuenta de las distintas características que se expresa a partir de dicha identificación, es decir, determinar por medio de un indicador el grado de la pobreza. A esta última actividad se la denomina agregación. En Argentina, la identificación de la pobreza de las estadísticas oficiales responde a dos aproximaciones, que coinciden en su conceptualización a partir de un criterio esencialmente 27 normativo. Así, tanto el método de la LP como el de NBI estiman la pobreza a partir de identificar, “…a quien no obtiene o no puede procurarse recursos suficientes para llevar una vida mínimamente decorosa, de acuerdo con los estándares implícitos en el estilo de vida predominante en la sociedad a la que pertenece” (INDEC, 1985, pág. 9). Los dos métodos se dirigen hacia una noción de la pobreza caracterizada a partir de una situación de privación objetiva de ciertas necesidades, consideradas básicas para el desarrollo de la vida en sociedad, puntualizando así la situación de carencia de los individuos y no los sentimientos de privación. Más allá de la arbitrariedad que puede asumir este presupuesto, en Argentina la identificación de la pobreza en las estadísticas oficiales, a diferencia de los abordajes subjetivos, que contemplan la valoración que la propia población hace de su situación particular, asume la existencia de un núcleo irreductible de privación a partir del cual determinar las situaciones de pobreza. Esta característica remite, no sólo a la distancia de la metodología oficial con respecto a los abordajes de las perspectivas subjetivas, sino también, de aquellas metodologías de medición, comunes en los países desarrollados, que presuponen abordajes a partir de líneas de pobreza relativas a la distribución de los ingresos. Pero mientras que el método NBI propone un abordaje directo, relacionando el bienestar con la satisfacción efectiva de la necesidad, la metodología de la Línea de Pobreza asume un abordaje indirecto, es decir, la identificación de la pobreza responde al presupuesto de un monto monetario mínimo que permite mantener un nivel de vida adecuado. Esta última alternativa es la que se presenta con más frecuencia en las publicaciones oficiales ya que los insumos que necesita para su cálculo suelen brindar información con mucha más fluidez que los Censos de población, insumoutilizado para el cálculo de NBI. Por otro parte, al ser una 28 metodología capaz de captar las dinámicas de corto plazo, se destaca también por su utilidad como herramienta política. Las estadísticas oficiales, tanto en las estimaciones de la LP como de NBI, suelen utilizar tasas de incidencia a la hora de publicar la información sobre pobreza18. Estos indicadores, construidos a partir del cociente entre el número de hogares o personas clasificados como pobres y el total de los mismos, si bien son fáciles de construir y comunicar, expresan solamente un aspecto del fenómeno, es decir, apenas dan cuenta de la cantidad. Más adelante, cuando se traten las medidas de pobreza (medidas de agregación) propuestas para este trabajo, se podrá advertir como estudiar la pobreza por medio de indicadores que atiendan únicamente a la proporción de pobres, no sólo que limita el abordaje a un “todo o nada” que trunca la percepción del fenómeno (Gasparini, Cicowiez, & Sosa Escudero, 2012), sino que mina el alcance y monitoreo de políticas públicas. 18 Si bien a partir de 2016, el informe Incidencia de la pobreza y la indigencia pretende revertir esta tendencia publicando las brechas de la indigencia y de la pobreza, la difusión de la información todavía acentúa los índices de recuento. 29 3. Identificación: análisis metodológico de la línea de la pobreza oficial. La “línea de pobreza” es un concepto normativo, representa el valor de todos los bienes y servicios que se consideran necesarios para que el hogar satisfaga necesidades básicas. La idea sobre la que se sustenta este enfoque es determinar si los recursos con los que cuenta el hogar le permiten solventar un presupuesto capaz de reflejar la adquisición de los bienes y servicios que posibiliten a sus miembros convivir dignamente en sociedad y desarrollarse personalmente. La medición de la pobreza mediante esta metodología presupone tres instancias fundamentales: 1) la definición de las necesidades, es decir, las dimensiones cuya satisfacción o insatisfacción indica que una persona o un hogar sea o no pobre; 2) la definición de las métricas utilizadas para determinar la situación de un individuo con respecto a estas necesidades, o sea, el establecimiento de los umbrales de satisfacción, y; 3) la definición de los satisfactores, entendidos estos como los bienes y servicios que permiten alcanzar el umbral establecido en cada necesidad (Beccaria & Gluzmann, 2013). Atendiendo a esta secuencia, la metodología de la línea de pobreza confecciona la Canasta Básica de Alimentos (CBA) como la norma calórica y nutricional mínima, precisando posteriormente los umbrales necesarios de nutrientes a partir de la cantidad de alimento requerido según rasgos demográficos (sexo y edad) y a variaciones propias al tipo de actividad que desarrollan los miembros del hogar. La fijación de estos umbrales responde a su vez, a la estructura de gasto en alimentos reflejada en la población de referencia y a las recomendaciones nutricionales de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y de la Organización Mundial de la Salud (OMS). 30 Esta metodología calcula en forma directa sólo las dimensiones, los umbrales y los satisfactores del componente alimentario. El cómputo del componente no alimentario se establece indirectamente asumiendo que la proporción de este componente en la línea de pobreza será igual a la que se expresa entre el gasto efectivo no alimentario y el gasto efectivo total en los hogares de la población de referencia, es decir, aquellos que cumplen con el umbral nutricional con el menor ingreso (Beccaria & Gluzmann, 2013). Como se verá más adelante, a esta relación entre los gastos totales y los gastos en alimentos se la denomina coeficiente de Engels. A continuación, y con el propósito de dar tratamiento al método oficial de medición de pobreza por ingresos de la Argentina, se desglosarán los aspectos más sobresalientes de la metodología vigente19. Por un lado se hará mención de las acciones que guían la construcción de la CBA, es decir, de las referidas a la selección de la población de referencia y de aquellas que definen su composición específica. Por otro lado se detallarán las instancias referidas al cálculo del componente no alimentario. 19 El análisis metodológico presentado a continuación se nutre fundamentalmente de los documentos de INDEC, Actualización de la metodología oficial de cálculo de las líneas de pobreza, desarrollado en 2003 y de La medición de la pobreza y la indigencia en la Argentina, de 2016. Este trabajo hace alusión a este último documento cuando se refiere a la “nueva metodología”. Pero tal como sostiene Pizarro (2017), si bien este último documento procura sintetizar las modificaciones aplicadas al procedimiento de estimación de la incidencia de la Pobreza en 2016, no se establece en él un cambio de la metodología de estimación, sino que anuncia apenas una nueva base para el cálculo a partir de la actualización de la encuesta nacional de gastos utilizada. 31 3.1 La población de referencia El paso previo para la elaboración, tanto del presupuesto normativo de la CBA, como del componente no alimenticio de la línea de pobreza20, obliga a tomar nota de las pautas de consumo de la población de referencia. Si bien la composición promedio del consumo de alimentos de los hogares del país puede sugerir un pantallazo generalizado de los hábitos de consumo, estos se verían influenciados por las estructuras de consumo de los hogares con los niveles de ingresos más altos. No sería recomendable, a su vez, considerar las pautas de consumo de los estratos más bajos, ya que tal procedimiento implicaría desconocer uno de los criterios básicos que persigue la construcción de la LP, reflejar un valor normativo, un “debe ser” irreductible (INDEC, 2003). La población de referencia se reconoce entonces como el conjunto de hogares cuyos consumos alcanzan estrictamente los requerimientos nutricionales. Al igual que en la mayoría de los países que adoptan este enfoque, el procedimiento utilizado en Argentina para reconocer a la población de referencia se define a partir de considerar la estructura de consumo de un grupo de hogares con ingresos relativamente bajos pero que no hayan enfrentado una significativa limitación de recursos. Es decir, lo que persigue este ejercicio es identificar a los hogares de menores ingresos que hayan alcanzado la norma nutricional. Así, el grupo de referencia es el constituido por hogares cuyo consumo de alimentos satisfacen estrictamente o superan levemente los requerimientos nutricionales mínimos. 20 En términos estrictos, la CBA define el umbral de la pobreza extrema, es decir, la línea de indigencia. La línea de pobreza supone valorizar también el componente no alimentario del consumo. 32 Para determinar este segmento se utiliza en nuestro país la Encuesta Nacional de Gastos de los Hogares (ENGHO). Esta encuesta tiene como objetivo principal recabar información sobre los gastos y los ingresos de los hogares, obrando de insumo en el cálculo de las ponderaciones del Índice de Precios al Consumidor (IPC), en la actualización de las estructuras de las canastas y en las estimaciones de las Cuentas Nacionales (INDEC, 2016). A partir de esta encuesta se calcula la distribución de los ingresos por adulto equivalente21 y se determina para cada uno de ellos el requisito calórico correspondiente. Hasta la reforma metodológica de 2016 (INDEC, 2016), la población de referencia seleccionada para identificar las pautas de consumo alimentario correspondía a la conformada por los hogares quese encontraban entre los percentiles 21 y 40 de la distribución de Ingresos per cápita de los hogares del Gran Buenos Aires, según datos provisto por la ENGHo de 1985/86. La nueva metodología, para determinar la población de referencia, utiliza en cambio, los resultados de la ENGHo 2004/05. Esta edición, segunda en tener cobertura nacional, permite identificar a una población de referencia, nacional y urbana22, ubicada entre los percentiles 29 y 4823 netos de alquiler24. 21 Como se verá más adelante, el adulto equivalente es la unidad métrica utilizada para valorizar la CBA de los hogares y se calcula a partir de los requerimientos kilo-calóricos requeridos en forma mensual por un varón de entre 30 y 60 años. 22 La metodología utilizada previa al 2016 expresaba sólo las diferencias de precios entre las regiones, la actualización metodológica, incorpora las pautas de consumo de las diferentes regiones estadísticas, permitiendo así, la elaboración de un coeficiente específico para el cálculo del componente no alimentario de cada región. Al igual que la mayoría de las encuesta a hogares llevadas a cabo por INDEC, la ENGHo supone una cobertura sólo de los centros urbanos de 2000 habitantes y más en todo el país. 23 En el Informe metodológico N º 22 (La medición de la pobreza y la indigencia en la Argentina), INDEC anuncia la utilización de nuevas canastas a partir de la información provista por la ENGHo de 1996/1997 pero “validadas con la edición de 2004/05”. Cada una de las ediciones señala una población de referencia particular. Para la primera de las dos, esta se ubicó entre los percentiles 23 y 42 y en la última entre los percentiles 29 y 48. 24 El ingreso familiar utilizado es el monto declarado menos los gastos destinados al alquiler. Esta corrección busca lograr comparabilidad entre aquellos hogares que destinan parte de sus ingresos al alquiler de los propietarios de la vivienda. Sobre esta presupuesto, existe en las encuestas a hogares una tendencia cada vez mayor a consignar el monto de la renta implícita del hogar. El diseño del cuestionario de la Encuesta a Hogares de Bolivia de 2011 sirve de ejemplo de esta tendencia. Para profundizar véase http://www.ine.gob.bo/, sitio web oficial del Instituto Nacional de Estadística del Estado Plurinacional de Bolivia. http://www.ine.gob.bo/ 33 3.2. La Canasta Básica de Alimentos Tal como se anticipó, para calcular los umbrales de satisfacción de la LP es necesario seleccionar y valorizar bienes y servicios a partir de los cuales determinar la satisfacción o insatisfacción de la dimensión establecida como necesidad. Para tal propósito, la medición oficial confecciona inicialmente la CBA a partir de la estructura de consumo de la población de referencia. Esto supone que entre los elementos que componen la CBA debe distribuirse proporcionalmente los requerimientos calóricos establecidos normativamente. La nueva metodología de 2016, siguiendo los lineamientos metodológicos presentados por INDEC en los talleres de MECOVI 25 de 2003 explicita cinco pasos para su elaboración: 1) determinar los requerimientos energéticos y nutricionales necesarios de la “unidad de consumo” o de referencia; 2) determinar la estructura de consumo de alimentos de la población de referencia para cubrir estos requerimientos; 3) seleccionar los alimentos y determinar sus cantidades en la composición de la CBA; 4) realizar los ajustes necesarios para optimizar el criterio normativo de la CBA y finalmente; 5) determinar el valor monetario de la CBA (CEPAL & INDEC, 2003). 25 Tal y como anuncian en su página web, el Programa para el Mejoramiento de las Encuestas y la Medición de las Condiciones de Vida en América Latina y el Caribe (MECOVI), ejecutando conjuntamente por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), el Banco Mundial y la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) y las institutos de estadística de los países participantes, busca generar información adecuada y de alta calidad acerca de las condiciones de vida de los habitantes de la región, en cuanto a su contenido, alcance, confiabilidad, actualidad y relevancia para el diseño y evaluación de políticas. 34 3.2.1. Requerimientos energéticos y nutricionales Dado que las necesidades alimenticias son diferentes según la edad, el sexo y la actividad de las personas, para determinar los requerimientos energéticos y nutricionales de la CBA, el INDEC adopta como marco de referencia los lineamientos establecidos en el Informe de la Reunión de Expertos FAO/OMS/UNO sobre Necesidades de Energía y Proteínas de 1985 (CEPAL & INDEC, 2003). En este sentido, para determinar los requerimientos energéticos, primero se establece un criterio de normatividad que subdivide a la población utilizando los estándares nacionales de peso para niños hasta los 9 años; los de peso y talla para los adolescente de 10 a 17 años y; a partir de los estándares para los 19 años, se estima la talla de los adultos de 20 años y más mediante los incrementos que reconoce la literatura sobre la materia (CEPAL & INDEC, 2003). Luego, INDEC asume para cada uno de estos grupos decisiones metodológicas particulares a fin de atender las exigencias energéticas particulares. Así, para el primero de los grupos este abordaje no exhibe grandes contratiempos, el requerimiento energético para cada tramo de edad se determina solamente a partir los estándares nacionales de peso. Para definir los requerimientos energéticos del segundo grupo, adolescentes de 10 a 17 años, INDEC, en sintonía con los lineamientos de FAO/OM, calcula primero los requerimientos basales26 a partir de los estándares nacionales de talla y peso de cada edad y, luego utiliza los factores de actividad propuestos por FAO/OMS para determinar la demanda energética total. 26 El requerimiento basal refiere al gasto energético mínimo para mantenerlas funciones biológicas en condiciones de reposo mental y físico. La Tasa Metabólica Basal (TMB) expresa la cantidad total de energía necesaria (expresada en kcal) que 35 Cuadro 1. Tabla de Equivalencias 0 a 17 años Necesidades energéticas y unidades consumidoras según edad y sexo De igual manera, para el último grupo se aplica un valor normativo del peso equivalente a la mediana según la edad y la talla. Pero ante la inexistencia de tablas nacionales para mayores de 19 años, aquí se recurre a las tablas de Bray27. A partir de considerar un crecimiento medio de 1 cm entre los 19 y 25 años y una pérdida de 0,5 cm por década a partir de los 45 años, los valores del peso de las tablas de Bray, para cada talla y edad son equivalentes con un Índice de Masa Corporal (IMC) ubicado en el punto medio del rango normal. una persona necesita para que el organismo realice sus funciones básicas. FAO/OMS recomienda para estimar el metabolismo basal, tomar el valor de la mediana del peso para cada edad y talla correspondiente. 27 Las tablas nutricionales de Bray fueron propuestas en el Informe de la Reunión de Expertos FAO/OMS/UNU 1985 sobre Necesidades de Energía y Proteínas para suplir la inexistencia de datos (Britos, 2000). Para profundizar véase Bray (1979). 6-9 meses 776 0,28 9-12 meses 952 0,35 1 año 1.030 0,37 2 años 1.277 0,46 3 años 1.409 0,51 4 años 1.518 0,55 5 años 1.643 0,60 6 años 1.760 0,64 7 años 1.813 0,66 8 años 1.865 0,68 9 años 1.910 0,69 10 años 2.192 0,79 11 años 2.255 0,82 12 años 2.347 0,85 13 años 2.472 0,90 14 años 2.650 0,96 15 años 2.760 1,00 16 años 2.828 1,03 17 años 2.881 1,04 10 años 1.918 0,70 11 años 1.986 0,72 12 años 2.051 0,74 13 años 2.089 0,76 14 años 2.100 0,76 15 años2.116 0,77 16 años 2.111 0,77 17 años 2.124 0,77 Varones EdadSexo Necesidad energética (kcal) Unidades consumidoras Ambos Mujeres 36 En cuanto al requerimiento energético de las personas adultas, FAO/OMS propone ajustarla a partir de las horas promedio destinadas para su realización. Así, recomienda una clasificación que contemple actividades ligeras, moderadas e intensas. Si bien esta propuesta pretende un abordaje pormenorizado de las situaciones posibles, la información necesaria para su puesta en práctica dificulta su implementación28. Por este motivo, INDEC efectúa una adecuación que refleja las características de cada individuo utilizando como vector de referencia al varón adulto de 30 a 60 años, con actividad moderada. A esta unidad de referencia se la denomina “adulto equivalente” y constituye el criterio normativo y nutricional de la CBA. La composición de adultos equivalentes de cada hogar determina un coeficiente específico que se utiliza para valorizar la CBA. 28 La EPH proporciona información solamente sobre la actividad principal de los ocupados. No puede advertirse por esta encuesta la situación de los desocupados o inactivos. 37 Cuadro 2. Tabla de Equivalencias 18 años y más Necesidades energéticas y unidades consumidoras según edad, sexo y tipo de actividad Por último, vale aclarar que la nueva metodología (INDEC, 2016) incorpora el concepto de densidad nutricional al diseño de la CBA. La densidad nutricional expresa: “… la relación entre el contenido de cada nutriente y la energía. En cada grupo etario y para cada nutriente, la densidad nutricional óptima es equivalente a la relación entre la recomendación diaria del mismo y la recomendación diaria de energía. […] De esta manera, una vez cubierta la necesidad energética también se asegurará la necesidad de nutrientes” (CEPAL & INDEC, 2003, pág. 33). Liviana 2.358 0,85 Moderada 2.826 1,02 Intensa 3.340 1,21 Liviana 2301 0,83 0,83 30-45 años Moderada 2.758 1,00 Intensa 3.260 1,18 Liviana 2.297 0,83 46-60 años Moderada 2.750 1,00 Intensa 3.255 1,18 Liviana 1.910 0,69 61-76 años Moderada 2.288 0,83 Intensa 2.705 0,98 Más de 75 años 2.050 0,74 Liviana 1.929 0,70 Moderada 2.106 0,76 Intensa 2.318 0,84 Liviana 1.933 0,70 30-45 años Moderada 2.111 0,77 Intensa 2.323 0,84 Liviana 1.914 0,69 46-60 años Moderada 2.090 0,76 Intensa 2.300 0,83 Liviana 1.704 0,62 61-76 años Moderada 1.860 0,67 Intensa 2.048 0,74 Más de 75 años 1.750 0,63 Mujeres 18-29 años 18-29 años ActividadEdadSexo Necesidad energética (kcal) Unidades consumidoras Varones 38 Se busca, a partir de este concepto, alcanzar la mejor adecuación posible sin alterar significativamente el perfil nutricional de la estructura de consumo observada en la población de referencia. 3.2.2. Estructura de consumo de alimentos de la población de referencia La estructura de consumo de la población de referencia se obtiene a partir del procesamiento de los datos de la encuesta de gastos, reconvirtiendo las cantidades brutas de consumo 29 en sus equivalentes de energía y nutrientes, para luego determinar la distribución de las calorías totales en cada uno de los once grupos de alimentos: 1) lácteos; 2) carnes; 3) hortalizas; 4) frutas; 5) tubérculos; 6) pan; 7) cereales y derivados; 8) legumbres; 9) azúcares y dulces; 10) aceites y grasas y; 11) bebidas y jugos. A diferencia de la metodología anterior, que se basaba en el presupuesto normativo del Gran Buenos Aires, la nueva metodología (INDEC, 2016), al utilizar como insumo los resultados de las primeras encuestas de gastos con cobertura nacional (la ENGHo de 1996/7 y la de 2004/05), considera los patrones de consumo regionales para la composición de la CBA. 29 La ENGHo recopila la información del consumo de alimentos sobre el peso de compra en bruto. Para la calibración del peso neto se utilizan los factores de corrección de la Escuela de Nutrición de la UBA. 39 Cuadro 3. Estructura calórica observada en la población de referencia ENGHo 1996/7- (% de las kilocalorías totales) Fuente: Actualización de la metodología oficial de cálculo de las líneas de pobreza. CEPAL – INDEC, 2003. Como puede observarse en el cuadro 1, la distribución del consumo regional muestra una relativa inelasticidad en la estructura dietaria del país, concentrando casi el 85% del consumo global en no más de 45 productos30. A partir de este patrón de consumo nacional, el paso siguiente en el diseño de la CBA supone distribuir en cada uno de estos artículos los 2750 kcal diarias determinados como presupuesto normativo. 30 Salvo algunas situaciones particulares, las diferencias de consumo regionales advertidas en la ENGHo de 1996/97 expresan un patrón de consumo nacional prácticamente uniforme. Dentro de las situaciones a destacar puede mencionarse: a) la participación de carnes de cerdo y de cordero en la región Patagónica; b) la mandioca en la región noreste representado casi el 10% dentro de los tubérculos y; c) un consumo mayor de leche fluida en el Gran Buenos Aires y en la Región Pampeana (CEPAL & INDEC, 2003). Gran Buenos Aires Pampeana Noroeste Noreste Cuyo Patagonia Lácteos 7,21 6,38 4,89 5,49 5,94 5,11 Carnes 17,20 16,88 16,07 17,98 16,13 14,64 Hortalizas 1,48 1,20 1,65 1,38 1,71 1,44 Tubérculos 3,80 4,00 3,74 3,69 3,45 3,72 Frutas 2,44 2,31 3,02 2,44 2,26 1,87 Pan 18,67 18,94 21,38 17,29 24,22 15,32 Cereales y derivad 17,17 16,37 15,95 19,64 14,07 25,78 Legumbres 0,21 0,31 0,35 0,34 0,20 0,18 Azúcares y dulces 7,24 8,49 10,79 7,56 9,01 9,86 Aceites y grasas 13,30 14,15 13,13 14,37 14,20 12,74 Bebidas y jugos 5,67 6,00 5,15 5,58 4,80 4,81 Otros 5,62 4,98 3,89 4,24 4,01 4,52 40 3.2.3. Composición y cantidades de alimentos de la CBA Si bien la CBA refleja la estructura de consumo observada en la población de referencia, los alimentos considerados para su diseño no incluyen a todos los productos registrados en la ENGHo. Estos alimentos deben, a) haber sido consumidos por al menos 5% de los hogares de la población de referencia y b) representar no menos de 5% de la estructura calórica da cada uno de los grupos genéricos. Este ejercicio constituye un vector denominado “canasta larga”, sobre el cual se selecciona un número reducido de alimentos, la “canasta corta”, que define el componente no alimentario de la LP (Beccaria & Gluzmann, 2013). Una vez definido este abanico de productos se procede a reponderar la contribución de cada alimento a las calorías y consumo total de cada grupo. 41 Cuadro 4. Composición CBA según región estadística (grs o ml por mes por unidad de consumo o adulto equivalente) (Continúa) Buenos Aires Pampeana Noroeste Noreste Cuyo Patagonia Aceite de girasol 6.750 7.020 7.350 7.020 7.620 6.720 Acelga 210 180 90 120 120 180 Arroz 420 390 360 180 210 180 Arvejas en lata 1.080 1.350 2.190 2.070 1.650 2.850 Asado 210 180 210 150 150 150 Azúcar 1.200 1.080 1.050 1.500 870 810 Banana 1.740 1.680 1.050 1.050 1.680 810 Batata 1.230 1.500 1.050 1.380 1.410 1.200 Café 510 450 630 630 - 690 Caldo concentrado 390 450 1.050 870 630 - Carnaza común 780 - - - 330 270 Carne de pescado 900 810 480 660 1.200 1.500 Carne picada 630 1.020 1.260 1.290 660 630 Cebolla 270 270 270 270 270 180 Cerveza - - 60 - - 240 Choclo 1.650 1.890 1.800 1.230 1.650 1.800 Dulce de batata 180 330 120 210 330 210 Dulce de leche - 60 - 60 - 30 Fideos secos 30 30 - 30 60 30 Galletitas de agua - - - - 120 - Galletitas dulces 30 - - - - - Gaseosas 1.200 1.020 1.050 1.140 990 1.020 Harina de maíz - 90 - 60 150 90 Harina de trigo 9.270 8.100 6.900 4.560 5.070 4.050 Hígado - 330 390750 570 750 Hueso con carne 80 50 60 40 70 70 Huevo 170 110 120 80 140 140 Jugos Concentrados 80 50 60 30 60 60 Leche en polvo enter 60 60 60 - - 90 Leche fluida 570 570 510 360 480 510 Lechuga 110 70 70 30 40 30 Lentejas secas 600 480 390 480 540 450 Mandarina 1.380 1.830 997 1.147 1.433 1.890 Manteca 1.140 1.320 1.230 1.230 1.320 1.590 Manzana 1.350 1.290 1.710 1.650 1.260 1.470 Margarina para cocin 810 960 1.410 1.470 1.164 1.170 Mayonesa 270 480 137 137 159 - Mermelada 510 270 - - 240 - Mortadela 6.510 6.870 6.870 6.930 6.870 7.230 42 Fuente: La medición de la pobreza y la indigencia en la Argentina. Diciembre de 2016. INDEC. 3.2.4. Ajustes necesarios para optimizar el criterio normativo de la CBA Para cumplir con su presupuesto rector, la CBA debe imponer un criterio normativo en tres direcciones: a) atendiendo los requerimientos energéticos de la unidad de consumo; b) a partir de los valores de peso y talla de los componentes del hogar y; c) mediante la adecuación de nutrientes que requiere el concepto de densidad nutricional (Britos, 2000). Si bien la estructura de consumo expresada en el cuadro 3 define la composición inicial de la CBA, reflejando estrictamente la distribución calórica observada en la población de Nalga 750 750 360 300 660 570 Naranja 1.380 1.320 1.530 1.980 1.080 2.100 Paleta - - 300 - - - Paleta cocida 660 660 420 540 660 660 Pan Francés 1.440 2.070 2.160 1.680 2.010 1.350 Papa 540 810 840 750 780 780 Pechito de cerdo 720 870 1.050 810 990 840 Pera 240 210 180 240 180 240 Pollo 120 240 120 150 120 180 Queso crema 120 - 120 150 120 60 Queso cuartirolo 1.230 1.290 1.290 1.350 1.380 1.380 Queso de rallar 110 70 - - - 30 Sal fina 110 70 70 30 40 30 Salame 120 150 120 150 150 180 Salchichón 60 60 60 90 90 90 Soda 60 90 60 30 60 60 Té en saquitos 60 30 30 30 30 30 Tomate envasado 750 630 1.500 930 600 1.110 Tomate perita 1.500 960 900 870 870 810 Vinagre 1.200 2.100 2.400 1.500 2.550 900 Vino 510 630 300 600 300 600 Yerba 570 660 510 600 1.020 600 Yogur 30 30 30 30 60 30 Zanahoria 510 600 360 750 360 450 Zapallo - 30 30 30 30 30 43 referencia, luego de evaluar su composición en nutrientes31, es sometida a un proceso de calibración en sintonía con los preceptos de la densidad nutricional, proponiendo una nueva estructura calórica (cuadro 5) y una composición especifica en alimentos/productos (cuadro 4). Cuadro 5. Estructura calórica propuesta para el diseño de las CBA (% de las kilocalorías totales) Fuente: Actualización de la metodología oficial de cálculo de las líneas de pobreza. CEPAL – INDEC, 2003. La densidad nutricional se expresa determinando la cantidad de nutrientes por cada 1000 kcal. Los datos presentados en el cuadro 6, se consideran valores de referencia estándar a partir de los cuales establecer las adecuaciones nutricionales necesarias, tanto de los consumos observados como de las CBA (CEPAL & INDEC, 2003). 31 La composición de la CBA inicial mostraba niveles muy bajos de adecuación de calcio; niveles bajos de adecuación de zinc y de vitamina A (sólo en la región Patagónica); ingesta inadecuada de hierro en términos de densidad nutricional (aunque suficiente en términos de recomendación diaria total) y; una elevada proporción de calorías provistas por grasa en relación con el valor normativo del 30% (CEPAL & INDEC, 2003). Gran Buenos Aires Pampeana Noroeste Noreste Cuyo Patagonia Lácteos 8,22 9,00 8,50 8,45 8,28 8,67 Carnes 13,03 13,14 12,92 12,95 13,04 13,31 Hortalizas 1,38 1,55 1,63 1,65 1,46 1,71 Tubérculos 5,03 5,06 5,11 5,22 5,01 5,05 Frutas 2,15 2,74 2,75 2,79 2,82 2,87 Pan 22,12 23,12 24,14 22,81 24,94 22,10 Cereales y derivados 22,21 21,61 21,69 22,64 20,92 22,36 Legumbres 0,99 1,00 1,00 1,11 0,99 1,00 Azúcares y dulces 6,83 6,76 6,74 6,56 6,85 6,78 Aceites y grasas 14,19 13,07 12,57 13,00 12,77 13,32 Bebidas y jugos 3,86 2,96 2,95 2,83 2,92 2,83 44 Cuadro 6. Densidad nutricional propuesta según grupo de edad Fuente: Actualización de la metodología oficial de cálculo de las líneas de pobreza. CEPAL – INDEC, 2003. 3.2.5. Valor monetario de la CBA Dado que la composición de la CBA se mantiene fija alrededor de un abanico definido de productos, su valorización puede realizarse en cualquier momento, siempre y cuando sus precios sean relevados. Pero una vez obtenido el cálculo inicial para el año base, las valorizaciones posteriores se obtienen de manera indirecta, por medio de índices de precios. A su vez, la actualización de la CBA debe realizarse sobre dos instancias, desde el año de referencia32 hasta el periodo de la estimación, y mensualmente desde el inicio de la nueva serie (Pizarro, 2017). 32 Tal como se anunció anteriormente, el INDEC se mantiene ambiguo en relación a este punto. Si bien la CBA puede valorizarse en el periodo de la estimación, INDEC declara haber utilizado la ENGHo 1996/1997 para definir la CBA y la ENGHo 2004/05 para definir la CBT y el coeficiente de Engel. Edad Calcio mg Hierro mg Vit. A ug RE Vit. C mg B1 mg B2 mg Niacina mg Zinc mg 7-12 meses 284,21 10,53 394,74 36,84 0,32 0,42 4,21 5,26 1-3 años 403,55 8,07 322,84 32,28 0,40 0,40 4,84 8,07 4-8 años 465,12 5,81 337,21 26,16 0,35 0,35 4,65 5,81 Hombres 9-13 años 581,66 5,37 393,74 21,48 0,40 0,40 5,37 6,71 14-18 años 466,12 4,30 358,55 21,51 0,43 0,47 5,74 5,38 19-30 años 353,86 3,54 353,86 21,23 0,42 0,46 5,66 5,31 31-50 años 363,24 3,63 363,24 21,79 0,44 0,47 5,81 5,45 51-70 años 524,48 4,37 437,06 26,22 0,52 0,57 6,99 6,56 más de 70 años 524,48 4,37 437,06 26,22 0,52 0,57 6,99 6,56 M ujeres 9-13 años 652,94 6,53 381,72 24,11 0,45 0,45 6,03 6,03 14-18 años 620,82 7,16 382,04 28,65 0,48 0,48 6,69 5,73 19-30 años 474,83 7,12 379,87 28,49 0,52 0,52 6,65 5,70 31-50 años 473,71 7,11 378,97 28,42 0,52 0,52 6,63 5,68 51-70 años 645,16 5,38 430,11 32,26 0,59 0,59 7,53 6,45 más de 70 años 685,71 5,71 457,14 34,29 0,63 0,63 8,00 6,86 45 La actualización del valor de la CBA puede realizarse, o bien a través de los precios de los alimentos componen que la CBA, o bien a través del rubro Alimentos y Bebidas del Índice de Precios al Consumidor (IPC) general33. El Procedimiento utilizado por INDEC antes de 2016 consistía en “…actualizar el valor de la canasta aplicando la variación promedio de los precios para los ítems correspondientes…” (INDEC, 2016, pág. 9). La nueva metodología, en cambio, actualiza el valor de la CBA a partir precios medios relevados por el IPC. Hasta junio de 2017 INDEC no actualizaba las CBA atendiendo a los precios medidos en cada una de las regiones estadísticas. Para valorizar las CBA regionales se utilizaban los precios medios de los componentes de la canasta del aglomerado Gran Buenos Aires ajustados con los coeficientes de Paridad de Poder de Compra al Consumidor34. Esta relación de paridad había sido estimada en 2001, por lo tanto tal como anuncia Pizarro (2017), resultaba al menos oportuno preguntarse en qué medida seguía reflejando la brecha en los precios medios existentes entre las regiones y el GBA. 33 Los ítems de la canasta del IPC se encuentran clasificados siguiendo una estructura jerárquica de desagregación compuesta de los siguientes capítulos: 1) Alimentos y bebidas; 2) Indumentaria; 3) Vivienda y servicios básicos ; 4) Equipamiento y mantenimiento del hogar; 5) Atención médica y gastos para la salud; 6) Transporte y comunicaciones; 7) Esparcimiento; 8) Educación; 9) Otros bienes y servicios. Para más especificaciones sobre la composición de cada uno de los ítems como así también de la metodología de cálculo véase Índice de Precios al Consumidor. Gran Buenos Aires, Metodología INDEC Nº 19 de 2016. 34 La Paridad de Poder de Compra
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