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Esta obra está bajo licencia 2.5 de Creative Commons Argentina.
Atribución-No comercial-Sin obras derivadas 2.5
Documento disponible para su consulta y descarga en Memoria Académica, repositorio
institucional de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación (FaHCE) de la
Universidad Nacional de La Plata. Gestionado por Bibhuma, biblioteca de la FaHCE.
Para más información consulte los sitios:
http://www.memoria.fahce.unlp.edu.ar http://www.bibhuma.fahce.unlp.edu.ar
Tesis presentada para la obtención del grado de
Licenciado en Sociología
Directora: Pagani, María Laura
Cita sugerida:
Ferrea, H. (2017). Disipando la bruma de las estadísticas oficiales: Análisis metodológico
de la línea de la pobreza y una propuesta de estimación para la provincia de Buenos
Aires. Periodo 2013-2016. Tesis de grado. Universidad Nacional de La Plata. Facultad
de Humanidades y Ciencias de la Educación. En Memoria Académica. Disponible en:
http://www.memoria.fahce.unlp.edu.ar/tesis/te.1464/te.1464.pdf
Ferrea, Hilario
Disipando la bruma de las
estadísticas oficiales: Análisis
metodológico de la línea de la
pobreza y una propuesta de
estimación
http://www.memoria.fahce.unlp.edu.ar/
http://www.bibhuma.fahce.unlp.edu.ar/
http://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/2.5/ar/
 
 
UNIVERSIDAD NACIONAL DE LA PLATA 
FACULTAD DE HUMANIDADES Y CIENCIAS DE LA EDUCACIÓN 
DEPARTAMENTO DE SOCIOLOGÍA 
 
 
LICENCIATURA EN SOCIOLOGÍA 
TRABAJO FINAL 
 
Disipando la bruma de las estadísticas oficiales: 
Análisis metodológico de la línea de la pobreza y una 
propuesta de estimación para la provincia de Buenos Aires. 
Periodo 2013 – 2016.- 
 
 
Alumno: Ferrea, Hilario 
Legajo: 67152/3 
Correo electrónico: 
hilarioferrea@hotmail.com 
Director: Pagani, María Laura 
Fecha: Octubre de 2017 
2 
 
Resumen 
 
Las estadísticas oficiales obran de insumo indispensable en la elaboración y monitoreo de 
políticas públicas. En sintonía con esta afirmación, la medición de la pobreza constituye un 
mecanismo indispensable en la producción de pruebas empíricas capaces de visibilizar 
situaciones de carencia, críticas y urgentes. 
En un contexto caracterizado por el descrédito de la información oficial, el siguiente trabajo 
busca contribuir al estudio de la pobreza y de las estadísticas oficiales a través del análisis 
procedimental de las estimaciones oficiales. Con esta intención se exponen brevemente los 
antecedentes de la medición de la pobreza en el país y se analiza la metodología de la Línea 
de Pobreza junto con diversos indicadores de agregación. Por último, y bajo este proceder, 
se aportan datos capaces de completar y complementar la información suministrada por los 
organismos estatales de producción de estadística para el periodo comprendido entre el 
segundo semestre de 2013 y el segundo de 2016. 
 
Palabras clave: Políticas Públicas, Estadísticas oficiales, Medición de la Pobreza, Línea de 
Pobreza, Indicadores de agregación. 
 
 
3 
 
A mis viejos. 
A Caro y a nuestra bebé. 
 
 
4 
 
Agradecimientos 
 
Quisiera agradecer a María Laura por orientarme con tanta predisposición y atino; a Marcia, 
por la lectura sagaz pero mucho más solidaria y; a mis compañeros de la Dirección de 
Estadística, por la contención y el estímulo. Colegas al fin. 
 
5 
 
Índice 
Aclaraciones preliminares: sobre la situación problemática.- ......................................... 7 
Primer Ejercicio 
1. Abordando la pobreza ............................................................................................. 12 
1.1. Enfoque monetario. ........................................................................................ 13 
1.2. Enfoque de las capacidades de A. Sen. .......................................................... 14 
1.3. El enfoque de la exclusión social. .................................................................. 15 
1.4. Enfoque participativo. .................................................................................... 16 
1.5. Enfoque de los activos de los pobres. ............................................................. 17 
1.6. Enfoque Estructural. ....................................................................................... 18 
2. La medición de la pobreza en Argentina ............................................................... 23 
2.1. Antecedentes, ¿para qué medir la pobreza en la Argentina? .......................... 23 
2.2. Las estadísticas oficiales, dos enfoques absolutos ......................................... 26 
Segundo Ejercicio 
3. Identificación: análisis metodológico de la línea de la pobreza oficial. .............. 29 
3.1 La población de referencia ............................................................................. 31 
3.2. La Canasta Básica de Alimentos .................................................................... 33 
3.2.1. Requerimientos energéticos y nutricionales ............................................. 34 
3.2.2. Estructura de consumo de alimentos de la población de referencia ......... 38 
3.2.3. Composición y cantidades de alimentos de la CBA ................................ 40 
3.2.4. Ajustes necesarios para optimizar el criterio normativo de la CBA ........ 42 
3.2.5. Valor monetario de la CBA ...................................................................... 44 
3.3. Canasta Básica Total ...................................................................................... 46 
6 
 
3.3. La Encuesta Permanente de Hogares (EPH) .................................................. 49 
4. Agregación: análisis metodológico de las medidas de pobreza ........................... 53 
4.1. Índice de recuento (H) .................................................................................... 54 
4.2. Indicadores de intensidad de la pobreza ......................................................... 55 
4.3. Brecha de pobreza (PG) .................................................................................. 57 
4.4. Índice de Sen .................................................................................................. 58 
4.5. Medidas FGT .................................................................................................. 59 
Tercer Ejercicio 
5. Una propuesta alternativa.- .................................................................................... 61 
5.1. Sobre los relevamientos .................................................................................. 61 
5.2. Sobre las canastas ........................................................................................... 63 
5.2.1. Composición y equivalencias ................................................................... 64 
5.2.2. Ajustes regionales .................................................................................... 68 
6. Resultados ................................................................................................................ 70 
6.1. Metodología oficial vigente. Valorizaciones de CBA y CBT de INDEC. ..... 71 
6.2. Metodología alternativa. Valorizaciones de CBA y CBT de FIEL. ............... 79 
7. Algunas reflexiones finales...................................................................................... 86 
8. Índice de cuadros y gráficos ................................................................................... 88 
9. Bibliografía ............................................................................................................... 91 
10. Anexo I ...................................................................................................................... 97 
11. Anexo II .................................................................................................................... 98 
 
7 
 
Aclaraciones preliminares: sobre la situación problemática.- 
 
La información estadística supone un insumo esencial para la planificación de políticaspúblicas. Los procesos de elaboración de información estadística oficial, al igual que buena 
parte del accionar estatal está sujeto, no solo a los condicionantes que suponen los costos de 
su puesta en marcha, sino también, y más importante aún, al esquema normativo que permite 
y legitima este ejercicio de recolección, procesamiento y difusión de datos. 
Buena parte de la literatura que se ha encargado de reflexionar sobre la relación que expresan 
los diferentes gobiernos con la información pública despliega un abordaje específico a partir 
del rol preponderante de las Tecnología de la Información y la Comunicación (TICS)1. Aquí 
los presupuestos de “gobierno abierto”2 asumen íntima relación con el desarrollo de las 
tecnologías digitales y la expansión de internet. Estos procesos, si bien han fortalecido el 
ejercicio de derechos en las sociedades democráticas, expresan sólo en parte la discusión 
sobre la producción de información pública, limitándose a impulsar mejoras en los canales 
de difusión de la información existente3. 
Este trabajo, en cambio, busca destacar, tal como lo hace Lindenboim (2011), la importancia 
de la construcción de la “conciencia estadística” de la sociedad como labor cultural de 
primera línea. Así, sin desentenderse de la discusión técnica, se busca aquí aportar al análisis 
de las estadísticas oficiales a partir del abordaje metodológico de los procedimientos de su 
elaboración. 
 
1 Véase el trabajo de Cristian Boccalari, TICs y Gobierno Abierto. Experiencias en Municipios Argentinos y 
Latinoamericanos (Boccalari, S/E) 
2 Sobre este aspecto ver Calderón y Lorenzo (2010). 
3 Para profundizar sobre cuestiones de acceso a la información véase Prince (2005), Álvarez (2011) y Rosa (2011). 
8 
 
En nuestro país el análisis de las estadísticas oficiales exige, casi ineludiblemente, atender a 
la batería de publicaciones que dieron cuenta del contexto de desconfianza con el que se 
produjo la información en los últimos años4. En este sentido, y si bien la propuesta de este 
trabajo no persigue un abordaje que de tratamiento pormenorizado a estas cuestiones, sí busca 
advertir sobre la importancia que supone para la ciudadanía disponer en tiempo y forma de 
información capaz de evaluar, dar seguimiento y predecir la situación de un país (Mondragón 
Pérez, 2002). En línea con lo postulado en los Principios fundamentales de las estadísticas 
oficiales (Naciones Unidas, 1994), resaltar su importancia como herramienta capaz de 
proporcionar datos útiles sobre la situación económica, demográfica, social y ambiental, 
tanto a los gobiernos, para la planificación de políticas públicas, eficaces y oportunas, como 
a los ciudadanos en el ejercicio de su derecho a la información. 
La discontinuidad de la publicación del informe Incidencia de la Pobreza e Indigencia5 
expresó solo en parte el problema de la producción y difusión de la información estadística 
oficial. La intervención del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC) de 2007 
significó el descrédito de buena parte de la producción estadística, y supuso a su vez, 
inaugurar nuevas alternativas en los procesos de recolección, procesamiento y difusión de la 
información disponible. Todos estos elementos configuraron un escenario de incertidumbre 
 
4 Para profundizar véase Revista Latinoamérica de Metodología de la Investigación Social (ReLMIS) N°8, Construcción, 
usos y sentidos de las estadísticas públicas. Año 4. Octubre 2014 – Marzo 2015. 
55 Así se anuncia en la página oficial de INDEC: “Como es de público conocimiento, las autoridades que ejercieron la 
conducción del INDEC hasta diciembre de 2015 tomaron la decisión de discontinuar la publicación en el segundo semestre 
de 2013. A partir de septiembre de 2016, se reanuda la publicación del informe Incidencia de Pobreza e Indigencia […] 
Se advierte que las series estadísticas posteriores a enero de 2007 y hasta diciembre de 2015 deben ser consideradas con 
reservas, excepto las que ya hayan sido revisadas en 2016 y su difusión lo consigne expresamente. […]. 
9 
 
y menoscabo, no solo de la información generada a partir del Índice de Precios al Consumidor 
(IPC), sino de la producción de información estadística en sentido amplio6. 
Ante este telón de fondo, y advirtiendo el lugar central que ocupa el estudio de la pobreza en 
el ámbito de las decisiones políticas, el siguiente trabajo se estructura a partir de tres 
ejercicios que proponen contribuir tanto al análisis de la pobreza como al de las estadísticas 
oficiales de nuestro país. 
El primer ejercicio buscará contextualizar el abordaje a partir una reflexión analítica sobre 
dos dimensiones vinculantes y profundamente significativas para la planificación y 
desarrollo de un país: la pobreza y las estadísticas oficiales. En esta dirección se realizará un 
breve recorrido por los diferentes enfoques que el estudio de la pobreza asume en la literatura 
especializada y se pasará revista de los antecedentes y principales características que la 
medición oficial asume en el país. 
El segundo ejercicio avanzará sobre el esquema planteado por Amartya Sen (1976). En esta 
dirección se trataran las dos dificultades cardinales de la medición de la pobreza, la 
identificación y la agregación. Así, con la intención de complementar la información 
producida a partir del procedimiento oficial de estimación de pobreza por ingresos, además 
de describir la metodología vigente, se analizarán diversos indicadores capaces de resumir el 
grado de la pobreza. 
 
6 A principios de 2007, con el desplazamiento de la Directora del IPC, se habilitan modificaciones metodológicas, referidas 
a las fuentes y normativas utilizadas en la medición del índice. Al respecto, Salvia (2015) denuncia la clara intención del 
gobierno de ocultar la evolución ascendente del índice de precios mediante la intervención de INDEC y la manipulación del 
IPC, insumo fundamental para las valorizaciones de las Canasta Básica de Alimentos y la Canasta Básica Total. A pesar de 
la resistencia de buena parte de los trabajadores y de la planta técnica-profesional del organismo, la intervención logró 
extenderse, no solo hacia el control técnico–político de las estimaciones de la pobreza, sino también de otras estadísticas 
poblacionales y económicas. 
10 
 
El tercer ejercicio, quizás el más trascendente de los tres, buscará contrarrestar el vacío de 
información oficial referida a la medición de pobreza por ingresos, con la elaboración de 
datos construidos a partir de la información disponible. Con esta intención, primero se 
detallarán las decisiones metodológicas tomadas a fin de ajustar la información disponible a 
la construcción de la serie para el periodo comprendido entre el segundo semestre de 2013 y 
el segundo de 2016, para luego analizar concisamente los resultados. 
Sobre este esquema buscaré dar cuenta de los elementos constitutivos de un concepto tan 
proliferante como el de la pobreza (González, 1997) para desglosar, a partir de estos, las 
diferentes propuestas que asume su medición en el país. Propongo así, pasar revista de las 
principales perspectivas que expresan las estadísticas oficiales y construir datos alternativos 
a partir de la información disponible. Para tal propósito, y con la intención de contribuir a la 
caracterización de la población de la provincia de Buenos Aires, los datos que se presentan a 
continuación comparan la información nacional con la de la Provincia. 
Planteo advertir de esta forma cómo la estrategia cuantitativa representa un elemento 
indispensable en la producción de pruebas empíricas y cómo la gestión de datos supone a su 
vez una tarea político-administrativa, que responde a un complejo proceso de construcción, 
condicionadono solo por el entramado de tensiones y poderes de la sociedad, sino también 
por las perspectivas teórico-metodológicas desde las cuales han sido producidas (Gamallo, 
2004). Destacar como: 
“… las estadísticas en tanto productos no son solo insumos a los que el 
historiador o el cientista social recurren para reconstruir aspectos de la 
sociedad sino que constituyen, además una imagen en si misma de la 
sociedad, es decir una representación discursiva y estructurada de acuerdo 
11 
 
con reglas internas de funcionamiento cargadas de sentidos que sobrepasan 
ampliamente los alcances del número (Otero, 2006, pág. 18)”. 
En suma, se procura resaltar aquí la importancia de la construcción de datos en un contexto 
específico y condicionante, disipando la bruma que presumió la información estadística 
oficial de los últimos años. 
 
 
12 
 
1. Abordando la pobreza 
 
Concebir la pobreza a partir de la privación de medios es una de las fronteras más antiguas 
del pensamiento social (González, 1997). Ya a fines del siglo XVIII la pobreza representaba 
uno de los problemas sociales más significativos del advenimiento de la sociedad industrial. 
La fuerte proletarización de sectores campesinos y artesanos, que arrancados de sus fuentes 
de riqueza, inundaban las ciudades, sobre todo de Inglaterra y Francia, redefinía, 
colapsándolo, un nuevo orden social. El recrudecimiento de las condiciones de vida en estas 
primeras instancias de la mutación al capitalismo marcó dramáticamente el surgimiento de 
un término específico. Verdera (2007, pág. 17) refiere a Novak y destaca “… que el punto 
de inicio concreto de la pobreza en tanto problema social, habría tenido lugar en aquel 
momento en el cual la mayor parte de la población fue separada de la tierra, deviniendo en 
consecuencia en trabajadora asalariada…” 
Pero, si bien el término pobreza sirvió para expresar las características de una sociedad en un 
contexto específico, su uso ha trascendido el recorte histórico de los inicios del capitalismo 
moderno, para situarse en tanto problema actual de la dimensión social (Bobbio, Matteucci, 
& Pasquino, 2011, pág. 1162). Así, la conceptualización y percepción de la pobreza en tanto 
proceso no pueden liberarse ni de la influencia del contexto socioeconómico, ni del 
presupuesto en el que se inscriben las políticas orientadas a su erradicación (Altimir, 1979). 
La ambigüedad teórica del concepto de pobreza representa así una de las dificultades modales 
de su estudio. La densidad ideológica de este concepto, repleto de subjetividades, sugiere 
proximidades muy finas con las diferentes interpretaciones del mundo, y en este sentido, en 
cercanía de diversas teorías de estratificación social, se presenta inespecífico (González, 
1997). Resulta una tarea prácticamente imposible encuadrar un marco teórico capaz de 
13 
 
atender integralmente a todos los síntomas de la pobreza. Es más, todos estos intentos suelen 
pretender conclusiones universales al tratamiento aislado de situaciones extremas de 
desigualdad en un marco deficitario de distribución de bienes sociales (Altimir, 1979). 
Si bien, buena parte de la literatura especializada refiere a esta situación particular, a la 
inexistencia de una teoría socio económica integral sobre la pobreza se le anteponen diversos 
enfoques o perspectivas para su estudio. Ruggeri Laderchi, Saith, y Stewart (2003) proponen 
cuatro orientaciones fundamentales: 
 
1.1. Enfoque monetario. 
 
Este enfoque es el que se utiliza habitualmente y se cimenta en la identificación de la pobreza 
a partir del cálculo del déficit de ingreso o de consumo establecido por una línea de pobreza 
normativa. En este sentido, la pobreza o el bienestar, responden, o a los gastos o a los ingresos 
que se ubiquen por debajo o por encima de un monto establecido según criterios diversos. Es 
sobre este supuesto, y a raíz de la inexistencia de una teoría económica que logre caratular 
objetivamente a los pobres, que la identificación de las diferentes líneas representa una 
discusión constante en la literatura. 
Más allá de las distintas propuestas de corte, ya sea a través de líneas relativas o absolutas7, 
la presunción paradigmática de este enfoque responde a la matriz disciplinar de la 
 
7 Como la intención de este trabajo se apoya en el desglose pormenorizado de la metodología de medición pobreza por 
ingresos de las estadísticas oficiales, el abordaje monetario, uno de los criterios rectores de la medición oficial, será 
retomado en los apartados siguientes. La intención de esta sección, procura hacer un breve recorrido por los principales 
enfoques sobre la pobreza, pero sin pretender abarcar en detalle todos ni cada uno de ellos. 
14 
 
microeconomía, es decir, al supuesto del comportamiento maximizador de la utilidad8. Es 
decir, subyace “…el concepto neoliberal de que el bienestar material se reduce a la medición 
de la capacidad de compra en el mercado de bienes y servicios (INDEC, 2012, pág. 2). 
 
1.2. Enfoque de las capacidades de A. Sen. 
 
Si la maximización de la utilidad como presupuesto conductual, es el eje rector del enfoque 
monetario, el enfoque de las capacidades constituye un modo alternativo, no solo en el 
abordaje de la pobreza, sino también en la conceptualización del comportamiento individual. 
Sobre la crítica a los fundamentos éticos del utilitarismo, se pretende aquí, abandonar la 
premisa a partir de la cual la evaluación de la condición social recae sobre el presupuesto 
mental de los individuos, para prestar más atención a las características individuales físicas 
y de contexto en el ejercicio del “cumplimiento del deseo”9. 
Bajo este enfoque la pobreza es el resultado de un proceso institucional que ratifica un acceso 
desigual a los recursos y una lenta expansión de capacidades (Verdera, 2007). En este 
sentido, el dinero no resulta ser un indicador capaz de expresar los resultados finales de la 
capacidad, ya que “…las diferencias que las personas enfrentan al transformar esos recursos 
en logros valiosos […] dependen de diferentes características individuales […] o diferencias 
 
8 La matriz disciplinar de la economía clásica expresa la normas para su legitimación a partir del establecimiento de 
supuestos racionales inalterables. Diamand (2010) denuncia a esta matriz en tanto ideología -y ya no tanto solo ciencia 
neutral-, que persigue conseguir consenso y gobernabilidad partir de un criterio muy específico de concepción social, 
adjudicando una mayor preponderancia a la esfera del intercambio que a la esfera de la producción. 
9 Ruggeri Laderchi, Saith, y Stewart (2003) sostienen que el "cumplimiento del deseo", en tanto concepto de utilidad es el 
único presupuesto defendible del enfoque utilitarista. 
15 
 
en los contextos en que viven los individuos (Saith, Stewart, & Ruggeri Laderchi, 2003, pág. 
14). 
Se pretende así, resaltar la adecuación de los recursos monetarios o de cualquier otro tipo en 
la promoción de ciertas capacidades y no tanto su suficiencia. En definitiva, la propuesta que 
subyace bajo este enfoque supone combatir la pobreza identificando, para potenciar, las 
capacidades de las personas en la búsqueda de su bienestar (CEPAL, 2004). 
 
1.3. El enfoque de la exclusión social. 
 
A diferencia de los abordajes presentados anteriormente, este enfoque, lejos de asumir una 
visión individualista de la pobreza, centra su atención en las características estructurales de 
la sociedad que puedan generar procesos de exclusión social. Así, al encauzarse socialmente, 
el concepto de exclusión se define sobre situaciones específicas de normalidad, que sugieren 
necesariamente un abordaje relativo en la de identificación de la pobreza. Es este aspecto, el 
que dificulta aplicar el concepto de exclusiónsocial a los países en desarrollo, ya que la 
tipificación de la normalidad presupone un ejercicio conflictivo entre lo habitual y lo 
deseable. Pero, si bien la situación de privación que propone este enfoque, puede presuponer 
una interpretación sesgada10, el ejercicio de su identificación, enfatizando los procesos de 
distribución y la caracterización del mercado laboral, pretende a su vez, dar cuenta del 
proceso de reproducción de la pobreza. Este enfoque, al advertir que el crecimiento 
 
10 No es una cuestión menor resaltar que esta propuesta responde a una inquietud propia de los Estados de bienestar 
europeos, que preocupados por las transformaciones socioeconómicas de las últimas décadas, procuran advertir de la mejor 
manera posible la realidad de las minorías, particularmente de los inmigrantes (Verdera, 2007). 
16 
 
económico no sugiere por si solo la eliminación de la exclusión social, fomenta políticas 
redistributivas y de reforma estructural. 
 
1.4. Enfoque participativo. 
 
Lo particular de este enfoque, y a diferencia de los anteriores, radica en el rechazo de las 
pautas normativas impuestas externamente. Este enfoque, lejos de aceptar las convenciones 
que para la apreciación de la pobreza propone el monetarismo y el enfoque de la capacidades, 
promueve en cambio, las evaluaciones que los propios sujetos hacen de su condición. Desde 
esta perspectiva, bajo la premisa de combatir la pobreza a partir del empoderamiento de los 
pobres, se promueve la participación de estos en el diseño y ejecución de programas 
orientados al desarrollo11. Una de las críticas más severas que asume este abordaje, y en 
sintonía con las que Sen dirigía al utilitarismo, expresa el riesgo que pueden conllevar las 
propias evaluaciones. En este sentido, y a raíz del condicionamiento social o de la 
desinformación, desatender una situación de privación objetiva. 
Para Verdera (2007), los abordajes monetario y participativo, no logran constituirse como 
enfoques en el sentido estricto del término. Sobre esto argumenta que mientras el enfoque 
monetario centra su atención solo en la definición operativa de la pobreza y en la medición 
de una línea de ingresos normativo, el participativo, no es más que un método de 
 
11 Si bien, la inclusión de la participación de la sociedad civil suele aparecer en los documentos de los organismos 
internacionales, esto presupone casi siempre, más una recomendación que una condicionalidad de los préstamos. De todas 
maneras, conveniente resaltar la presión manifiesta que los organismos internacionales ejercen al utilizar cada vez más 
frecuentemente los presupuestos de este enfoque en sus evaluaciones sobre la pobreza. Tal como sugiere Gordon (citado 
por Aimetta, Alzugaray, & Peiró, 2007), esta concepción expresa una idea del bienestar basado más en logros y conquistas 
individuales que en la universalidad de un derecho garantizado por el Estado. No sorprende entonces que buena parte de los 
planes de reducción de la pobreza propuestos por organismos multilaterales justifique el desplazamiento del Estado por 
ONGs. Estas últimas asumiendo el rol de representantes y facilitadores de las demandas y los recursos de los pobres. 
17 
 
conocimiento y acercamiento a la pobreza. De igual manera considera al abordaje que 
pregonan los presupuestos de la pobreza multidimensional, al que caracteriza a partir de una 
denominación arbitraria de fenómenos complejos que, agregados ad hoc a un índice 
compuesto presume advertir su evolución, sin siquiera lograr una explicación sobre sus 
causas. 
De todas maneras, y sin dejar de mencionar las deficiencias teóricas que considera asumen 
los abordajes a partir de la caracterización multidimensional, monetaria y participativa, a las 
cuatro perspectivas que desarrollan Ruggeri Laderchi, Saith, y Stewart (2003), Verdera 
(2007) propone sumar al abordaje habitual del estudio de la pobreza otros dos enfoques: 
 
1.5. Enfoque de los activos de los pobres. 
 
La piedra angular de este enfoque radica en el presupuesto de que los pobres poseen varias 
formas de activos o capital, y en tanto propietarios de estos, son los responsables de 
potenciarlos para salir de la pobreza. Aquí, las familias son consideradas de igual manera, 
unidades de consumo y unidades de producción. Este emparejamiento a la lógica empresarial, 
no hace más que evidenciar lo sesgado de este enfoque, que al centrarse en el análisis de los 
escasos recursos del hogar pobre, se desentiende de la estructura profundamente concentrada 
de la economía de muchos países. En suma, para este enfoque, “… la concentración extrema 
de la propiedad y la riqueza, la explotación de los recursos naturales de un país, el papel del 
Estado y otros aspectos pasan a ser parte del “contexto”…” (Verdera, 2007, pág. 37). 
 
18 
 
1.6. Enfoque Estructural. 
 
Verdera (2007), siguiendo la propuesta de Alock sintetiza como las causas de la pobreza 
responden a dos interpretaciones, es decir, la pobreza puede explicarse a través de causas 
patológicas o a partir de causas estructurales. Las primeras agrupan dos categorías, a los 
individuos y a la familia. Para ambas categorías son los pobres quienes reproducen las 
condiciones de pobreza. O bien son los individuos quienes por desidia o por condicionantes 
genéticos, o bien colectivamente, la familia y la comunidad, fomentando el “ciclo de 
empobrecimiento”. Con lineamientos similares, en América Latina, O. Lewis, argumenta la 
existencia de una “cultura de la pobreza”. Esta situación determina la conducta de sus 
miembros, dificultando así un desenvolvimiento por fuera de los márgenes que la 
circunscribe. Los pobres constituyen un grupo con ciertos comportamientos particulares que 
llevan a reproducir la situación de privación. Aquí también la pobreza resulta ser un 
problema de los pobres. 
Las causas estructurales, en cambio, inscriben a la pobreza como el producto inherente del 
propio modelo de acumulación capitalista. En este sentido, las características funcionales 
del sistema, reflejan un mercado de trabajo y un proceso político específico que no hace más 
que reproducir pobres. 
Cada uno de estos enfoques reconoce, no solo fundamentos metodológicos particulares y 
condicionantes, sino que sus diferentes propuestas de estimación, muchas veces con 
resultados discordantes entre sí, inciden en la implementación y diseño de las políticas 
públicas destinadas a la erradicación de la pobreza. En suma, cada uno de estos enfoques se 
configura sobre presupuestos ideológicos que direccionan, tanto las diferentes 
19 
 
interpretaciones que asumen sobre el entramado social, como así también sobre las diferentes 
propuestas de intervención o transformación. 
Pero, si la intención, tal como expone Boltvinik, (1999) reside en adjudicarle al concepto de 
pobreza utilidad como instrumento de política, el abanico de privación, lejos de pretender 
abarcar todas las instancias de sufrimiento del ser humano, debiera centrarse en la 
insatisfacción de las necesidades que responden a las condiciones económicas. 
No obstante los diferentes abordajes de la pobreza, responden a esquemas valorativos 
específicos, los diferentes umbrales de privación, son consecuencia de las condiciones 
sociales de producción y de consumo de las diferentes sociedades (Boltvinik, 1999). Así, en 
tanto norma social, estos umbrales mínimos son los que definen la frontera de satisfacción 
indispensable, impulsando, con fuerte impronta orientativa, a las personas a la conquista de 
objetivos. Pero, tal como advierte Altimir (1979, pág. 7): 
“Suelen coexistir, en una misma sociedad, diferentes - y aun conflictivas— 
valoraciones colectivas - o de grupo- de la pobreza: la de los gobernantes, la 
de diferentes corrientes intelectuales, lade los ricos, la de los mismos grupos 
desfavorecidos, y la de otros grupos sociales. No es, pues, extraño que la 
discusión del problema de la pobreza esté plagada de diferencias de criterio y 
de normas que emanan de diferentes valoraciones morales y políticas acerca 
del orden social existente y de la manera en que debe organizarse la sociedad, 
y que a la vez están insertas en dichas valoraciones.” 
Si bien los diferentes instrumentos de abordaje, los métodos y técnicas estadísticas empleadas 
para la medición del mundo social, condicionan la creación de la fotografía obtenida (Otero, 
2006), la mayoría de los estudios sobre pobreza centran su atención en los conceptos de 
20 
 
necesidad, dirigido a la carencia de bienes y servicios básicos para el funcionamiento en 
sociedad; estándar de vida, que además de puntualizar privaciones determinadas, señala los 
problemas de distribución; e insuficiencia de recursos, estableciendo parámetros mínimos 
de ingreso o de consumo (Feres & Mancero, 2001). 
Ya más cercano con las perspectivas que asumen las mediciones oficiales de nuestro país, 
Altimir (1979) concede al término de pobreza una significación especialmente descriptiva 
que expresa una valoración específica, tanto de las políticas seleccionadas como de la 
definición de la pobreza misma. La noción de pobreza que se adopte sostiene, responde al 
esquema valorativo de quienes la formulan. En esta sentido, fijar la norma de pobreza a partir 
de la insatisfacción de necesidades básicas, expresa una propuesta política orientada a un 
resultado final en el combate de la pobreza. Fijar la norma sobre ingresos o consumos 
mínimos, no sugiere en cambio, una propuesta política voluntarista, sino más bien, concede 
mayor confianza a las decisiones individuales en la maximización de la utilidad. La opción 
entre una y otra norma, tal como venimos desarrollando, no responde a los tan 
promocionados a debates académicos y técnicos, sino, al juicio que sobre la situación social 
y la admisibilidad de determinadas políticas asumen cada uno de los diferentes enfoques. 
Como veremos en el apartado siguiente, en Argentina, el concepto de pobreza que hoy se 
presenta en las mediciones oficiales, a través de los enfoques monetario y de las capacidades, 
que despliegan las metodologías de la línea de Pobreza (LP) y de Necesidades Básicas 
Insatisfechas (NBI) respectivamente, lejos de surgir espontáneamente, fue consecuencia de 
un proceso de construcción técnica, moral y política que se inició en la transición 
democrática. Si bien el origen del dispositivo técnico e institucional del que se nutrió el 
concepto de pobreza puede rastrearse en el proyecto de modernización estatal de los ´60 y 
21 
 
´70, etapa clave en el proceso profesionalización del INDEC, la pobreza cobro notoriedad 
política cuando el Estado democrático se prepuso subsanar los daños sociales producidos por 
la dictadura militar (Vommaro & Daniel, 2013). La pobreza era hasta entonces divisada como 
un problema menor del entramado público. Así describe el proceso de construcción de la 
pobreza en tanto fenómeno medible Marie-France Prévot – Schapira: 
“En un país próspero, donde la pobreza era percibida como un fenómeno 
marginal y residual, el deterioro brutal de la situación económica de los años 
ochenta obligo a una conceptualización renovada del fenómeno […] según un 
doble enfoque. El primero liga las manifestaciones de la pobreza a la existencia 
de carencias, de “necesidades básicas insatisfechas” […] El segundo enfoque 
[…] comprende el fenómeno a partir del método luego devenido clásico de la 
definición de un umbral de pobreza debajo del cual un hogar no puede cubrir sus 
necesidades esenciales de alimentación, de salud y de educación”, citado por 
Vommaro (2011, pág. 87) 
La redemocratización instaló el problema de la pobreza en la agenda pública visibilizando 
las condiciones objetivas con las que la dictadura militar condicionaba la apertura política: 
aumento de la concentración del ingreso, el deterioro de los salarios reales y de la 
participación salarial, la agudización de la informalización y la precarización del mercado 
laboral (Daniel, 2011). 
Al respecto Vommaro (2011) resalta que si bien el deterioro de las condiciones de vida de 
los sectores populares desde la dictadura militar significó una redefinición de la cuestión 
social, esta no fue un simple reflejo de la realidad social. Por el contrario, la definición de la 
pobreza fue el resultado de un complejo proceso político, social y cultural que fortaleció a la 
22 
 
“sociedad civil”, en tanto espacio privilegiado para el tratamiento de la cuestión de la 
pobreza. Así, aludiendo a Vivian Domínguez Ugá, destaca como la introducción de la 
pobreza como categoría dominante de las políticas sociales, se relaciona con el triunfo de 
los principios promovidos por el consenso de Washington, es decir, dejando que la regulación 
que supo ejercer el Estado del mundo social se desvanezca en manos del mercado. 
“El mundo social podía dividirse así entre los que tienen las capacidades para 
participar de los mercados – de empleo, de la vida económica, de la vida 
asociativa, etc.- y los que no poseen esas capacidades: de un lado los 
individuos competitivos; del otro, los pobres” (Vommaro, 2011, pág. 83). 
 
23 
 
2. La medición de la pobreza en Argentina 
 
Argentina no tiene larga tradición en el estudio empírico de la pobreza. Los primeros intentos 
de medición fueron estimulados, al igual que en buena parte de América Latina, por la 
Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) en los años ´70. Si bien a 
principios de los ´80 pueden observarse algunos avances12, la escasez de bases de datos 
públicas y las rigideces de la dictadura militar minaron buena parte de las intenciones de 
muchos investigadores. Esta tendencia logra revertirse en la década de los ´90, por un lado 
por la creciente disponibilidad de datos13, pero más importante y preocupante aún, por la 
deteriorada situación socioeconómica (Gasparini, 2004). 
 
2.1. Antecedentes, ¿para qué medir la pobreza en la Argentina? 
 
Si bien la articulación de las dimensiones políticas, técnicas y cognitivas de las estadísticas 
comienza a manifestarse a fines de la década del ´50, no fue sino a partir de las décadas 
siguientes que el Estado profundiza su rol de regulador e interventor mediante “… la 
estadística como saber específico, instrumento de diagnóstico e insumo de planeamiento” 
(Daniel, 2011, pág. 59). Tal como se anticipó en la sección anterior, la transición democrática 
supuso el escenario a partir del cual el Estado democrático busco dotarse de instrumentos 
capaces de leer con precisión la deteriorada situación social. Bajo este proceder, y a raíz de 
 
12 Sobre este punto puede consultarse la investigación, La pobreza en la Argentina, de INDEC (1985), que supuso el 
antecedente oficial más riguroso de análisis estadístico de la pobreza. Contando con el asesoramiento de O. Altimir, la 
metodología presentada buscaba asociar las mediciones de pobreza por ingresos con las realizadas a través de la metodología 
de necesidades básicas insatisfechas. 
13 Si bien en los ´90, INDEC inicia un lento proceso de democratización comercializando sus bases de datos, no fue sino 
hasta 2001 que estas fueron de acceso público y gratuito. 
24 
 
la progresiva institucionalización de las estadísticas oficiales se busca transferir objetividad 
a las decisiones de gobierno. La estadística oficial transciende así su rol de proveedora de 
información para legitimar decisiones públicas (Daniel, 2011). 
El deterioro en las condiciones de vida de buena parte de la población a raíz de la puesta en 
marcha del plan socioeconómico de la dictadura militar, significó un rápido consenso 
alrededor de la pobreza como problema público. En estesentido, tal como expresan 
Vommaro y Daniel (2013), durante esta etapa de transición, la prioridad apuntaba más a las 
cuestiones referidas al cómo medir por sobre aquellas que buscaban más precisiones 
conceptuales14. Las urgencias de la agenda política de la nueva administración condicionaron 
fuertemente las discusiones alrededor de la pobreza, generando que la búsqueda de recetas 
para la acción ganara cada vez más terreno en el exclusivo debate de la academia. 
En esta línea se inscribe la Investigación sobre la Pobreza en Argentina (IPA). Así comenzaba 
Pablo Vinocur uno de los informes fundacionales (IPA-INDEC, 1988, págs. 1,2) : 
 “… el retorno a un sistema democrático de gobierno generó posibilidades 
para la discusión sobre la crisis, sus causas y las diferentes estrategias para 
enfrentarla. 
 El resultado ha sido el de priorizar nuevamente la lucha contra la pobreza.” 
 
14 Claudia Daniel refiere a las numeras controversias técnicas que atravesaron los programas de investigación, sobre todo 
relacionadas con la definición del proceso de cuantificación de la pobreza. Al respecto resalta, que en el contexto de la 
crisis financiera del sector público, estos programas no solo sugerían el diseño de políticas sociales, sino, y más importante 
aún, pretendían un proceder más racional y eficiente en la asignación de recursos (Daniel, 2011). 
25 
 
Tal como advierten Saith, Stewart, y Ruggeri Laderchi (2003), dos cuestiones importantes 
repercuten y condicionan, tanto a la conceptualización como a la medición de la pobreza, a 
saber, la disponibilidad de datos y las implicaciones políticas. 
En 1984 y con el propósito de “dimensionar y localizar territorialmente” la insatisfacción de 
necesidades básicas, se confecciona un indicador de pobreza, a partir de la utilización de los 
datos del Censo de 198015. Esta primera aproximación supone así un abordaje directo que 
expresa materialmente la insatisfacción de ciertas necesidades. La insatisfacción de estas 
necesidades16 , definidas oportunamente como básicas para el desarrollo de la vida en 
sociedad, establece el criterio a partir del cual identificar a la población pobre (INDEC, 
1996). 
El primer antecedente de medición de la pobreza por ingresos en Argentina se remonta a 
1979. Ese año, un estudio de CEPAL se propuso definir la situación de la pobreza del Gran 
Buenos Aires a partir de contrastar la información de la Encuesta de Empleo y Desempleo 
(EEyD) 17 con la valorización de una Canasta Básica de Alimentos (CBA). Trabajos 
posteriores recurrieron a la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) como fuente de 
información y a la Línea de Pobreza estimada por CEPAL para 1970 y actualizada por medio 
del Índice de Precios al Consumidor (IPC) (INDEC, 1992). 
 
15 El programa Alimentario Nacional (PAN), de Alfonsín, recurrió al estudio “La pobreza en Argentina” para orientar la 
distribución de sus recursos (Vommaro & Daniel, 2013). 
16 La construcción del indicador NBI buscó que las dimensiones que expresaban las necesidades fueran representativas, 
universales, estables y simples (Arakaki, 2011). A partir de estas condiciones la información censal consideró hogares con 
NBI a aquellos que tuvieran al menos una de estas condiciones: a) más de tres personas por cuarto (hacinamiento); b) 
vivienda en pieza de inquilinato, precaria u de “otro tipo”, (calidad de la vivienda inconveniente); c) hogares sin retrete 
(condiciones sanitarias); d) al menos un niño de 6 a 12 años que no asista a la escuela (asistencia escolar) y; e) cuatro o más 
personas por miembro ocupado y además, jefe del hogar con nivel educativo bajo (no completó el tercer grado de la 
escolaridad primaria), para determinar la capacidad de subsistencia (INDEC, 1993) 
17 La EEyD es el antecedente más cercano a la Encuesta Permanente de Hogares (EPH). En sintonía con el proceso de 
modernización y profesionalización estatal de los años ´60, la EEyD, relevó información sobre variables sociales desde 
1963 hasta 1973, año en el que fue reemplazada por la EPH (Daniel, 2011). 
26 
 
Como estadística oficial, la metodología de estimación de pobreza por ingresos fue adoptada 
en 1993, a partir del trabajo del Comité Ejecutivo para el Estudio de la Pobreza en la 
Argentina (CEPA). Si bien las primeras estimaciones estuvieron bajo la órbita de la 
Secretaria de Programación Económica, encabezada por Juan José Llach y su Consejo 
Asesor, posteriormente se delegó la responsabilidad del cálculo al Instituto Nacional de 
Estadística y Censos (INDEC). (INDEC, 2012). 
La metodología de la Línea de Pobreza (LP) comenzó a desarrollarse sistemáticamente desde 
entonces, primero para el Gran Buenos Aires y a partir de 2001 para los grandes aglomerados 
urbanos del país. Si bien esta metodología no ha variado sustancialmente a lo largo de estos 
años, la publicación de INDEC (2016), La Medición de la pobreza y la indigencia en la 
Argentina, presenta una serie de modificaciones (sobre todo relacionadas con la actualización 
de la base del cálculo), que sintetiza los nuevos lineamientos metodológicos de la medición 
oficial de pobreza por ingresos en Argentina luego de la interrupción de 2013. 
 
2.2. Las estadísticas oficiales, dos enfoques absolutos 
 
Siguiendo el esquema planteado por Amartya Sen (1976), la medición de la pobreza supone 
resolver dos dificultades. Primero, identificar a las personas pobres dentro de una población 
objetivo. Segundo, dar cuenta de las distintas características que se expresa a partir de dicha 
identificación, es decir, determinar por medio de un indicador el grado de la pobreza. A esta 
última actividad se la denomina agregación. 
En Argentina, la identificación de la pobreza de las estadísticas oficiales responde a dos 
aproximaciones, que coinciden en su conceptualización a partir de un criterio esencialmente 
27 
 
normativo. Así, tanto el método de la LP como el de NBI estiman la pobreza a partir de 
identificar, “…a quien no obtiene o no puede procurarse recursos suficientes para llevar una 
vida mínimamente decorosa, de acuerdo con los estándares implícitos en el estilo de vida 
predominante en la sociedad a la que pertenece” (INDEC, 1985, pág. 9). 
Los dos métodos se dirigen hacia una noción de la pobreza caracterizada a partir de una 
situación de privación objetiva de ciertas necesidades, consideradas básicas para el desarrollo 
de la vida en sociedad, puntualizando así la situación de carencia de los individuos y no los 
sentimientos de privación. Más allá de la arbitrariedad que puede asumir este presupuesto, 
en Argentina la identificación de la pobreza en las estadísticas oficiales, a diferencia de los 
abordajes subjetivos, que contemplan la valoración que la propia población hace de su 
situación particular, asume la existencia de un núcleo irreductible de privación a partir del 
cual determinar las situaciones de pobreza. Esta característica remite, no sólo a la distancia 
de la metodología oficial con respecto a los abordajes de las perspectivas subjetivas, sino 
también, de aquellas metodologías de medición, comunes en los países desarrollados, que 
presuponen abordajes a partir de líneas de pobreza relativas a la distribución de los ingresos. 
Pero mientras que el método NBI propone un abordaje directo, relacionando el bienestar con 
la satisfacción efectiva de la necesidad, la metodología de la Línea de Pobreza asume un 
abordaje indirecto, es decir, la identificación de la pobreza responde al presupuesto de un 
monto monetario mínimo que permite mantener un nivel de vida adecuado. Esta última 
alternativa es la que se presenta con más frecuencia en las publicaciones oficiales ya que los 
insumos que necesita para su cálculo suelen brindar información con mucha más fluidez que 
los Censos de población, insumoutilizado para el cálculo de NBI. Por otro parte, al ser una 
28 
 
metodología capaz de captar las dinámicas de corto plazo, se destaca también por su utilidad 
como herramienta política. 
Las estadísticas oficiales, tanto en las estimaciones de la LP como de NBI, suelen utilizar 
tasas de incidencia a la hora de publicar la información sobre pobreza18. Estos indicadores, 
construidos a partir del cociente entre el número de hogares o personas clasificados como 
pobres y el total de los mismos, si bien son fáciles de construir y comunicar, expresan 
solamente un aspecto del fenómeno, es decir, apenas dan cuenta de la cantidad. 
Más adelante, cuando se traten las medidas de pobreza (medidas de agregación) propuestas 
para este trabajo, se podrá advertir como estudiar la pobreza por medio de indicadores que 
atiendan únicamente a la proporción de pobres, no sólo que limita el abordaje a un “todo o 
nada” que trunca la percepción del fenómeno (Gasparini, Cicowiez, & Sosa Escudero, 2012), 
sino que mina el alcance y monitoreo de políticas públicas. 
 
 
18 Si bien a partir de 2016, el informe Incidencia de la pobreza y la indigencia pretende revertir esta tendencia publicando 
las brechas de la indigencia y de la pobreza, la difusión de la información todavía acentúa los índices de recuento. 
29 
 
3. Identificación: análisis metodológico de la línea de la pobreza oficial. 
 
La “línea de pobreza” es un concepto normativo, representa el valor de todos los bienes y 
servicios que se consideran necesarios para que el hogar satisfaga necesidades básicas. La 
idea sobre la que se sustenta este enfoque es determinar si los recursos con los que cuenta el 
hogar le permiten solventar un presupuesto capaz de reflejar la adquisición de los bienes y 
servicios que posibiliten a sus miembros convivir dignamente en sociedad y desarrollarse 
personalmente. 
La medición de la pobreza mediante esta metodología presupone tres instancias 
fundamentales: 1) la definición de las necesidades, es decir, las dimensiones cuya 
satisfacción o insatisfacción indica que una persona o un hogar sea o no pobre; 2) la 
definición de las métricas utilizadas para determinar la situación de un individuo con respecto 
a estas necesidades, o sea, el establecimiento de los umbrales de satisfacción, y; 3) la 
definición de los satisfactores, entendidos estos como los bienes y servicios que permiten 
alcanzar el umbral establecido en cada necesidad (Beccaria & Gluzmann, 2013). 
Atendiendo a esta secuencia, la metodología de la línea de pobreza confecciona la Canasta 
Básica de Alimentos (CBA) como la norma calórica y nutricional mínima, precisando 
posteriormente los umbrales necesarios de nutrientes a partir de la cantidad de alimento 
requerido según rasgos demográficos (sexo y edad) y a variaciones propias al tipo de 
actividad que desarrollan los miembros del hogar. La fijación de estos umbrales responde a 
su vez, a la estructura de gasto en alimentos reflejada en la población de referencia y a las 
recomendaciones nutricionales de la Organización de las Naciones Unidas para la 
Alimentación y la Agricultura (FAO) y de la Organización Mundial de la Salud (OMS). 
30 
 
Esta metodología calcula en forma directa sólo las dimensiones, los umbrales y los 
satisfactores del componente alimentario. El cómputo del componente no alimentario se 
establece indirectamente asumiendo que la proporción de este componente en la línea de 
pobreza será igual a la que se expresa entre el gasto efectivo no alimentario y el gasto efectivo 
total en los hogares de la población de referencia, es decir, aquellos que cumplen con el 
umbral nutricional con el menor ingreso (Beccaria & Gluzmann, 2013). Como se verá más 
adelante, a esta relación entre los gastos totales y los gastos en alimentos se la denomina 
coeficiente de Engels. 
A continuación, y con el propósito de dar tratamiento al método oficial de medición de 
pobreza por ingresos de la Argentina, se desglosarán los aspectos más sobresalientes de la 
metodología vigente19. 
Por un lado se hará mención de las acciones que guían la construcción de la CBA, es decir, 
de las referidas a la selección de la población de referencia y de aquellas que definen su 
composición específica. Por otro lado se detallarán las instancias referidas al cálculo del 
componente no alimentario. 
 
 
19 El análisis metodológico presentado a continuación se nutre fundamentalmente de los documentos de INDEC, 
Actualización de la metodología oficial de cálculo de las líneas de pobreza, desarrollado en 2003 y de La medición de la 
pobreza y la indigencia en la Argentina, de 2016. Este trabajo hace alusión a este último documento cuando se refiere a la 
“nueva metodología”. Pero tal como sostiene Pizarro (2017), si bien este último documento procura sintetizar las 
modificaciones aplicadas al procedimiento de estimación de la incidencia de la Pobreza en 2016, no se establece en él un 
cambio de la metodología de estimación, sino que anuncia apenas una nueva base para el cálculo a partir de la actualización 
de la encuesta nacional de gastos utilizada. 
31 
 
3.1 La población de referencia 
 
El paso previo para la elaboración, tanto del presupuesto normativo de la CBA, como del 
componente no alimenticio de la línea de pobreza20, obliga a tomar nota de las pautas de 
consumo de la población de referencia. 
Si bien la composición promedio del consumo de alimentos de los hogares del país puede 
sugerir un pantallazo generalizado de los hábitos de consumo, estos se verían influenciados 
por las estructuras de consumo de los hogares con los niveles de ingresos más altos. No sería 
recomendable, a su vez, considerar las pautas de consumo de los estratos más bajos, ya que 
tal procedimiento implicaría desconocer uno de los criterios básicos que persigue la 
construcción de la LP, reflejar un valor normativo, un “debe ser” irreductible (INDEC, 2003). 
La población de referencia se reconoce entonces como el conjunto de hogares cuyos 
consumos alcanzan estrictamente los requerimientos nutricionales. Al igual que en la 
mayoría de los países que adoptan este enfoque, el procedimiento utilizado en Argentina para 
reconocer a la población de referencia se define a partir de considerar la estructura de 
consumo de un grupo de hogares con ingresos relativamente bajos pero que no hayan 
enfrentado una significativa limitación de recursos. Es decir, lo que persigue este ejercicio es 
identificar a los hogares de menores ingresos que hayan alcanzado la norma nutricional. Así, 
el grupo de referencia es el constituido por hogares cuyo consumo de alimentos satisfacen 
estrictamente o superan levemente los requerimientos nutricionales mínimos. 
 
20 En términos estrictos, la CBA define el umbral de la pobreza extrema, es decir, la línea de indigencia. La línea de pobreza 
supone valorizar también el componente no alimentario del consumo. 
32 
 
Para determinar este segmento se utiliza en nuestro país la Encuesta Nacional de Gastos de 
los Hogares (ENGHO). Esta encuesta tiene como objetivo principal recabar información 
sobre los gastos y los ingresos de los hogares, obrando de insumo en el cálculo de las 
ponderaciones del Índice de Precios al Consumidor (IPC), en la actualización de las 
estructuras de las canastas y en las estimaciones de las Cuentas Nacionales (INDEC, 2016). 
A partir de esta encuesta se calcula la distribución de los ingresos por adulto equivalente21 y 
se determina para cada uno de ellos el requisito calórico correspondiente. 
Hasta la reforma metodológica de 2016 (INDEC, 2016), la población de referencia 
seleccionada para identificar las pautas de consumo alimentario correspondía a la 
conformada por los hogares quese encontraban entre los percentiles 21 y 40 de la distribución 
de Ingresos per cápita de los hogares del Gran Buenos Aires, según datos provisto por la 
ENGHo de 1985/86. La nueva metodología, para determinar la población de referencia, 
utiliza en cambio, los resultados de la ENGHo 2004/05. Esta edición, segunda en tener 
cobertura nacional, permite identificar a una población de referencia, nacional y urbana22, 
ubicada entre los percentiles 29 y 4823 netos de alquiler24. 
 
21 Como se verá más adelante, el adulto equivalente es la unidad métrica utilizada para valorizar la CBA de los hogares y 
se calcula a partir de los requerimientos kilo-calóricos requeridos en forma mensual por un varón de entre 30 y 60 años. 
22 La metodología utilizada previa al 2016 expresaba sólo las diferencias de precios entre las regiones, la actualización 
metodológica, incorpora las pautas de consumo de las diferentes regiones estadísticas, permitiendo así, la elaboración de un 
coeficiente específico para el cálculo del componente no alimentario de cada región. Al igual que la mayoría de las encuesta 
a hogares llevadas a cabo por INDEC, la ENGHo supone una cobertura sólo de los centros urbanos de 2000 habitantes y 
más en todo el país. 
23 En el Informe metodológico N º 22 (La medición de la pobreza y la indigencia en la Argentina), INDEC anuncia la 
utilización de nuevas canastas a partir de la información provista por la ENGHo de 1996/1997 pero “validadas con la edición 
de 2004/05”. Cada una de las ediciones señala una población de referencia particular. Para la primera de las dos, esta se 
ubicó entre los percentiles 23 y 42 y en la última entre los percentiles 29 y 48. 
24 El ingreso familiar utilizado es el monto declarado menos los gastos destinados al alquiler. Esta corrección busca lograr 
comparabilidad entre aquellos hogares que destinan parte de sus ingresos al alquiler de los propietarios de la vivienda. Sobre 
esta presupuesto, existe en las encuestas a hogares una tendencia cada vez mayor a consignar el monto de la renta implícita 
del hogar. El diseño del cuestionario de la Encuesta a Hogares de Bolivia de 2011 sirve de ejemplo de esta tendencia. Para 
profundizar véase http://www.ine.gob.bo/, sitio web oficial del Instituto Nacional de Estadística del Estado Plurinacional 
de Bolivia. 
http://www.ine.gob.bo/
33 
 
3.2. La Canasta Básica de Alimentos 
 
Tal como se anticipó, para calcular los umbrales de satisfacción de la LP es necesario 
seleccionar y valorizar bienes y servicios a partir de los cuales determinar la satisfacción o 
insatisfacción de la dimensión establecida como necesidad. Para tal propósito, la medición 
oficial confecciona inicialmente la CBA a partir de la estructura de consumo de la población 
de referencia. Esto supone que entre los elementos que componen la CBA debe distribuirse 
proporcionalmente los requerimientos calóricos establecidos normativamente. 
La nueva metodología de 2016, siguiendo los lineamientos metodológicos presentados por 
INDEC en los talleres de MECOVI 25 de 2003 explicita cinco pasos para su elaboración: 1) 
determinar los requerimientos energéticos y nutricionales necesarios de la “unidad de 
consumo” o de referencia; 2) determinar la estructura de consumo de alimentos de la 
población de referencia para cubrir estos requerimientos; 3) seleccionar los alimentos y 
determinar sus cantidades en la composición de la CBA; 4) realizar los ajustes necesarios 
para optimizar el criterio normativo de la CBA y finalmente; 5) determinar el valor monetario 
de la CBA (CEPAL & INDEC, 2003). 
 
 
25 Tal y como anuncian en su página web, el Programa para el Mejoramiento de las Encuestas y la Medición de las 
Condiciones de Vida en América Latina y el Caribe (MECOVI), ejecutando conjuntamente por el Banco Interamericano de 
Desarrollo (BID), el Banco Mundial y la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) y las institutos 
de estadística de los países participantes, busca generar información adecuada y de alta calidad acerca de las condiciones 
de vida de los habitantes de la región, en cuanto a su contenido, alcance, confiabilidad, actualidad y relevancia para el diseño 
y evaluación de políticas. 
34 
 
3.2.1. Requerimientos energéticos y nutricionales 
 
Dado que las necesidades alimenticias son diferentes según la edad, el sexo y la actividad de 
las personas, para determinar los requerimientos energéticos y nutricionales de la CBA, el 
INDEC adopta como marco de referencia los lineamientos establecidos en el Informe de la 
Reunión de Expertos FAO/OMS/UNO sobre Necesidades de Energía y Proteínas de 1985 
(CEPAL & INDEC, 2003). 
En este sentido, para determinar los requerimientos energéticos, primero se establece un 
criterio de normatividad que subdivide a la población utilizando los estándares nacionales de 
peso para niños hasta los 9 años; los de peso y talla para los adolescente de 10 a 17 años y; a 
partir de los estándares para los 19 años, se estima la talla de los adultos de 20 años y más 
mediante los incrementos que reconoce la literatura sobre la materia (CEPAL & INDEC, 
2003). Luego, INDEC asume para cada uno de estos grupos decisiones metodológicas 
particulares a fin de atender las exigencias energéticas particulares. 
Así, para el primero de los grupos este abordaje no exhibe grandes contratiempos, el 
requerimiento energético para cada tramo de edad se determina solamente a partir los 
estándares nacionales de peso. 
Para definir los requerimientos energéticos del segundo grupo, adolescentes de 10 a 17 años, 
INDEC, en sintonía con los lineamientos de FAO/OM, calcula primero los requerimientos 
basales26 a partir de los estándares nacionales de talla y peso de cada edad y, luego utiliza los 
factores de actividad propuestos por FAO/OMS para determinar la demanda energética total. 
 
26 El requerimiento basal refiere al gasto energético mínimo para mantenerlas funciones biológicas en condiciones de reposo 
mental y físico. La Tasa Metabólica Basal (TMB) expresa la cantidad total de energía necesaria (expresada en kcal) que 
35 
 
Cuadro 1. Tabla de Equivalencias 0 a 17 años 
Necesidades energéticas y unidades consumidoras según edad y sexo 
 
 
De igual manera, para el último grupo se aplica un valor normativo del peso equivalente a la 
mediana según la edad y la talla. Pero ante la inexistencia de tablas nacionales para mayores 
de 19 años, aquí se recurre a las tablas de Bray27. A partir de considerar un crecimiento 
medio de 1 cm entre los 19 y 25 años y una pérdida de 0,5 cm por década a partir de los 45 
años, los valores del peso de las tablas de Bray, para cada talla y edad son equivalentes con 
un Índice de Masa Corporal (IMC) ubicado en el punto medio del rango normal. 
 
una persona necesita para que el organismo realice sus funciones básicas. FAO/OMS recomienda para estimar el 
metabolismo basal, tomar el valor de la mediana del peso para cada edad y talla correspondiente. 
27 Las tablas nutricionales de Bray fueron propuestas en el Informe de la Reunión de Expertos FAO/OMS/UNU 1985 sobre 
Necesidades de Energía y Proteínas para suplir la inexistencia de datos (Britos, 2000). Para profundizar véase Bray (1979). 
6-9 meses 776 0,28
9-12 meses 952 0,35
1 año 1.030 0,37
2 años 1.277 0,46
3 años 1.409 0,51
4 años 1.518 0,55
5 años 1.643 0,60
6 años 1.760 0,64
7 años 1.813 0,66
8 años 1.865 0,68
9 años 1.910 0,69
10 años 2.192 0,79
11 años 2.255 0,82
12 años 2.347 0,85
13 años 2.472 0,90
14 años 2.650 0,96
15 años 2.760 1,00
16 años 2.828 1,03
17 años 2.881 1,04
10 años 1.918 0,70
11 años 1.986 0,72
12 años 2.051 0,74
13 años 2.089 0,76
14 años 2.100 0,76
15 años2.116 0,77
16 años 2.111 0,77
17 años 2.124 0,77
Varones
EdadSexo
Necesidad 
energética (kcal)
Unidades 
consumidoras 
Ambos
Mujeres
36 
 
En cuanto al requerimiento energético de las personas adultas, FAO/OMS propone ajustarla 
a partir de las horas promedio destinadas para su realización. Así, recomienda una 
clasificación que contemple actividades ligeras, moderadas e intensas. Si bien esta propuesta 
pretende un abordaje pormenorizado de las situaciones posibles, la información necesaria 
para su puesta en práctica dificulta su implementación28. Por este motivo, INDEC efectúa 
una adecuación que refleja las características de cada individuo utilizando como vector de 
referencia al varón adulto de 30 a 60 años, con actividad moderada. A esta unidad de 
referencia se la denomina “adulto equivalente” y constituye el criterio normativo y 
nutricional de la CBA. La composición de adultos equivalentes de cada hogar determina un 
coeficiente específico que se utiliza para valorizar la CBA. 
 
 
 
 
 
 
 
 
28 La EPH proporciona información solamente sobre la actividad principal de los ocupados. No puede advertirse por esta 
encuesta la situación de los desocupados o inactivos. 
37 
 
Cuadro 2. Tabla de Equivalencias 18 años y más 
Necesidades energéticas y unidades consumidoras según edad, sexo y tipo de actividad
 
 
Por último, vale aclarar que la nueva metodología (INDEC, 2016) incorpora el concepto de 
densidad nutricional al diseño de la CBA. La densidad nutricional expresa: 
“… la relación entre el contenido de cada nutriente y la energía. En cada grupo 
etario y para cada nutriente, la densidad nutricional óptima es equivalente a 
la relación entre la recomendación diaria del mismo y la recomendación diaria 
de energía. […] De esta manera, una vez cubierta la necesidad energética 
también se asegurará la necesidad de nutrientes” (CEPAL & INDEC, 2003, 
pág. 33). 
Liviana 2.358 0,85
Moderada 2.826 1,02
Intensa 3.340 1,21
Liviana 2301 0,83 0,83
30-45 años Moderada 2.758 1,00
Intensa 3.260 1,18
Liviana 2.297 0,83
46-60 años Moderada 2.750 1,00
Intensa 3.255 1,18
Liviana 1.910 0,69
61-76 años Moderada 2.288 0,83
Intensa 2.705 0,98
Más de 75 años 2.050 0,74
Liviana 1.929 0,70
Moderada 2.106 0,76
Intensa 2.318 0,84
Liviana 1.933 0,70
30-45 años Moderada 2.111 0,77
Intensa 2.323 0,84
Liviana 1.914 0,69
46-60 años Moderada 2.090 0,76
Intensa 2.300 0,83
Liviana 1.704 0,62
61-76 años Moderada 1.860 0,67
Intensa 2.048 0,74
Más de 75 años 1.750 0,63
Mujeres
18-29 años
18-29 años
ActividadEdadSexo
Necesidad 
energética (kcal)
Unidades 
consumidoras 
Varones
38 
 
Se busca, a partir de este concepto, alcanzar la mejor adecuación posible sin alterar 
significativamente el perfil nutricional de la estructura de consumo observada en la población 
de referencia. 
 
3.2.2. Estructura de consumo de alimentos de la población de referencia 
 
La estructura de consumo de la población de referencia se obtiene a partir del procesamiento 
de los datos de la encuesta de gastos, reconvirtiendo las cantidades brutas de consumo 29 en 
sus equivalentes de energía y nutrientes, para luego determinar la distribución de las calorías 
totales en cada uno de los once grupos de alimentos: 1) lácteos; 2) carnes; 3) hortalizas; 4) 
frutas; 5) tubérculos; 6) pan; 7) cereales y derivados; 8) legumbres; 9) azúcares y dulces; 10) 
aceites y grasas y; 11) bebidas y jugos. 
A diferencia de la metodología anterior, que se basaba en el presupuesto normativo del Gran 
Buenos Aires, la nueva metodología (INDEC, 2016), al utilizar como insumo los resultados 
de las primeras encuestas de gastos con cobertura nacional (la ENGHo de 1996/7 y la de 
2004/05), considera los patrones de consumo regionales para la composición de la CBA. 
 
29 La ENGHo recopila la información del consumo de alimentos sobre el peso de compra en bruto. Para la calibración del 
peso neto se utilizan los factores de corrección de la Escuela de Nutrición de la UBA. 
39 
 
Cuadro 3. Estructura calórica observada en la población de referencia 
ENGHo 1996/7- (% de las kilocalorías totales)
 
Fuente: Actualización de la metodología oficial de cálculo de las líneas de pobreza. CEPAL – INDEC, 2003. 
 
Como puede observarse en el cuadro 1, la distribución del consumo regional muestra una 
relativa inelasticidad en la estructura dietaria del país, concentrando casi el 85% del consumo 
global en no más de 45 productos30. A partir de este patrón de consumo nacional, el paso 
siguiente en el diseño de la CBA supone distribuir en cada uno de estos artículos los 2750 
kcal diarias determinados como presupuesto normativo. 
 
 
30 Salvo algunas situaciones particulares, las diferencias de consumo regionales advertidas en la ENGHo de 1996/97 
expresan un patrón de consumo nacional prácticamente uniforme. Dentro de las situaciones a destacar puede mencionarse: 
a) la participación de carnes de cerdo y de cordero en la región Patagónica; b) la mandioca en la región noreste representado 
casi el 10% dentro de los tubérculos y; c) un consumo mayor de leche fluida en el Gran Buenos Aires y en la Región 
Pampeana (CEPAL & INDEC, 2003). 
Gran Buenos 
Aires
Pampeana Noroeste Noreste Cuyo Patagonia
Lácteos 7,21 6,38 4,89 5,49 5,94 5,11
Carnes 17,20 16,88 16,07 17,98 16,13 14,64
Hortalizas 1,48 1,20 1,65 1,38 1,71 1,44
Tubérculos 3,80 4,00 3,74 3,69 3,45 3,72
Frutas 2,44 2,31 3,02 2,44 2,26 1,87
Pan 18,67 18,94 21,38 17,29 24,22 15,32
Cereales y derivad 17,17 16,37 15,95 19,64 14,07 25,78
Legumbres 0,21 0,31 0,35 0,34 0,20 0,18
Azúcares y dulces 7,24 8,49 10,79 7,56 9,01 9,86
Aceites y grasas 13,30 14,15 13,13 14,37 14,20 12,74
Bebidas y jugos 5,67 6,00 5,15 5,58 4,80 4,81
Otros 5,62 4,98 3,89 4,24 4,01 4,52
40 
 
3.2.3. Composición y cantidades de alimentos de la CBA 
 
Si bien la CBA refleja la estructura de consumo observada en la población de referencia, los 
alimentos considerados para su diseño no incluyen a todos los productos registrados en la 
ENGHo. Estos alimentos deben, a) haber sido consumidos por al menos 5% de los hogares 
de la población de referencia y b) representar no menos de 5% de la estructura calórica da 
cada uno de los grupos genéricos. Este ejercicio constituye un vector denominado “canasta 
larga”, sobre el cual se selecciona un número reducido de alimentos, la “canasta corta”, que 
define el componente no alimentario de la LP (Beccaria & Gluzmann, 2013). Una vez 
definido este abanico de productos se procede a reponderar la contribución de cada alimento 
a las calorías y consumo total de cada grupo. 
 
41 
 
Cuadro 4. Composición CBA según región estadística 
(grs o ml por mes por unidad de consumo o adulto equivalente)
 
 (Continúa) 
 
Buenos Aires Pampeana Noroeste Noreste Cuyo Patagonia
Aceite de girasol 6.750 7.020 7.350 7.020 7.620 6.720
Acelga 210 180 90 120 120 180
Arroz 420 390 360 180 210 180
Arvejas en lata 1.080 1.350 2.190 2.070 1.650 2.850
Asado 210 180 210 150 150 150
Azúcar 1.200 1.080 1.050 1.500 870 810
Banana 1.740 1.680 1.050 1.050 1.680 810
Batata 1.230 1.500 1.050 1.380 1.410 1.200
Café 510 450 630 630 - 690
Caldo concentrado 390 450 1.050 870 630 -
Carnaza común 780 - - - 330 270
Carne de pescado 900 810 480 660 1.200 1.500
Carne picada 630 1.020 1.260 1.290 660 630
Cebolla 270 270 270 270 270 180
Cerveza - - 60 - - 240
Choclo 1.650 1.890 1.800 1.230 1.650 1.800
Dulce de batata 180 330 120 210 330 210
Dulce de leche - 60 - 60 - 30
Fideos secos 30 30 - 30 60 30
Galletitas de agua - - - - 120 -
Galletitas dulces 30 - - - - -
Gaseosas 1.200 1.020 1.050 1.140 990 1.020
Harina de maíz - 90 - 60 150 90
Harina de trigo 9.270 8.100 6.900 4.560 5.070 4.050
Hígado - 330 390750 570 750
Hueso con carne 80 50 60 40 70 70
Huevo 170 110 120 80 140 140
Jugos Concentrados 80 50 60 30 60 60
Leche en polvo enter 60 60 60 - - 90
Leche fluida 570 570 510 360 480 510
Lechuga 110 70 70 30 40 30
Lentejas secas 600 480 390 480 540 450
Mandarina 1.380 1.830 997 1.147 1.433 1.890
Manteca 1.140 1.320 1.230 1.230 1.320 1.590
Manzana 1.350 1.290 1.710 1.650 1.260 1.470
Margarina para cocin 810 960 1.410 1.470 1.164 1.170
Mayonesa 270 480 137 137 159 -
Mermelada 510 270 - - 240 -
Mortadela 6.510 6.870 6.870 6.930 6.870 7.230
42 
 
 
Fuente: La medición de la pobreza y la indigencia en la Argentina. Diciembre de 2016. INDEC. 
 
3.2.4. Ajustes necesarios para optimizar el criterio normativo de la CBA 
 
Para cumplir con su presupuesto rector, la CBA debe imponer un criterio normativo en tres 
direcciones: a) atendiendo los requerimientos energéticos de la unidad de consumo; b) a partir 
de los valores de peso y talla de los componentes del hogar y; c) mediante la adecuación de 
nutrientes que requiere el concepto de densidad nutricional (Britos, 2000). 
Si bien la estructura de consumo expresada en el cuadro 3 define la composición inicial de la 
CBA, reflejando estrictamente la distribución calórica observada en la población de 
Nalga 750 750 360 300 660 570
Naranja 1.380 1.320 1.530 1.980 1.080 2.100
Paleta - - 300 - - -
Paleta cocida 660 660 420 540 660 660
Pan Francés 1.440 2.070 2.160 1.680 2.010 1.350
Papa 540 810 840 750 780 780
Pechito de cerdo 720 870 1.050 810 990 840
Pera 240 210 180 240 180 240
Pollo 120 240 120 150 120 180
Queso crema 120 - 120 150 120 60
Queso cuartirolo 1.230 1.290 1.290 1.350 1.380 1.380
Queso de rallar 110 70 - - - 30
Sal fina 110 70 70 30 40 30
Salame 120 150 120 150 150 180
Salchichón 60 60 60 90 90 90
Soda 60 90 60 30 60 60
Té en saquitos 60 30 30 30 30 30
Tomate envasado 750 630 1.500 930 600 1.110
Tomate perita 1.500 960 900 870 870 810
Vinagre 1.200 2.100 2.400 1.500 2.550 900
Vino 510 630 300 600 300 600
Yerba 570 660 510 600 1.020 600
Yogur 30 30 30 30 60 30
Zanahoria 510 600 360 750 360 450
Zapallo - 30 30 30 30 30
43 
 
referencia, luego de evaluar su composición en nutrientes31, es sometida a un proceso de 
calibración en sintonía con los preceptos de la densidad nutricional, proponiendo una nueva 
estructura calórica (cuadro 5) y una composición especifica en alimentos/productos (cuadro 
4). 
Cuadro 5. Estructura calórica propuesta para el diseño de las CBA 
(% de las kilocalorías totales) 
 
Fuente: Actualización de la metodología oficial de cálculo de las líneas de pobreza. CEPAL – INDEC, 2003. 
 
La densidad nutricional se expresa determinando la cantidad de nutrientes por cada 1000 
kcal. Los datos presentados en el cuadro 6, se consideran valores de referencia estándar a 
partir de los cuales establecer las adecuaciones nutricionales necesarias, tanto de los 
consumos observados como de las CBA (CEPAL & INDEC, 2003). 
 
31 La composición de la CBA inicial mostraba niveles muy bajos de adecuación de calcio; niveles bajos de adecuación de 
zinc y de vitamina A (sólo en la región Patagónica); ingesta inadecuada de hierro en términos de densidad nutricional 
(aunque suficiente en términos de recomendación diaria total) y; una elevada proporción de calorías provistas por grasa en 
relación con el valor normativo del 30% (CEPAL & INDEC, 2003). 
Gran Buenos 
Aires
Pampeana Noroeste Noreste Cuyo Patagonia
Lácteos 8,22 9,00 8,50 8,45 8,28 8,67
Carnes 13,03 13,14 12,92 12,95 13,04 13,31
Hortalizas 1,38 1,55 1,63 1,65 1,46 1,71
Tubérculos 5,03 5,06 5,11 5,22 5,01 5,05
Frutas 2,15 2,74 2,75 2,79 2,82 2,87
Pan 22,12 23,12 24,14 22,81 24,94 22,10
Cereales y derivados 22,21 21,61 21,69 22,64 20,92 22,36
Legumbres 0,99 1,00 1,00 1,11 0,99 1,00
Azúcares y dulces 6,83 6,76 6,74 6,56 6,85 6,78
Aceites y grasas 14,19 13,07 12,57 13,00 12,77 13,32
Bebidas y jugos 3,86 2,96 2,95 2,83 2,92 2,83
44 
 
Cuadro 6. Densidad nutricional propuesta según grupo de edad 
Fuente: Actualización de la metodología oficial de cálculo de las líneas de pobreza. CEPAL – INDEC, 2003. 
 
3.2.5. Valor monetario de la CBA 
 
Dado que la composición de la CBA se mantiene fija alrededor de un abanico definido de 
productos, su valorización puede realizarse en cualquier momento, siempre y cuando sus 
precios sean relevados. Pero una vez obtenido el cálculo inicial para el año base, las 
valorizaciones posteriores se obtienen de manera indirecta, por medio de índices de precios. 
A su vez, la actualización de la CBA debe realizarse sobre dos instancias, desde el año de 
referencia32 hasta el periodo de la estimación, y mensualmente desde el inicio de la nueva 
serie (Pizarro, 2017). 
 
32 Tal como se anunció anteriormente, el INDEC se mantiene ambiguo en relación a este punto. Si bien la CBA puede 
valorizarse en el periodo de la estimación, INDEC declara haber utilizado la ENGHo 1996/1997 para definir la CBA y la 
ENGHo 2004/05 para definir la CBT y el coeficiente de Engel. 
Edad Calcio mg Hierro mg Vit. A ug RE Vit. C mg B1 mg B2 mg Niacina mg Zinc mg
7-12 meses 284,21 10,53 394,74 36,84 0,32 0,42 4,21 5,26
1-3 años 403,55 8,07 322,84 32,28 0,40 0,40 4,84 8,07
4-8 años 465,12 5,81 337,21 26,16 0,35 0,35 4,65 5,81
Hombres 
9-13 años 581,66 5,37 393,74 21,48 0,40 0,40 5,37 6,71
14-18 años 466,12 4,30 358,55 21,51 0,43 0,47 5,74 5,38
19-30 años 353,86 3,54 353,86 21,23 0,42 0,46 5,66 5,31
31-50 años 363,24 3,63 363,24 21,79 0,44 0,47 5,81 5,45
51-70 años 524,48 4,37 437,06 26,22 0,52 0,57 6,99 6,56
más de 70 años 524,48 4,37 437,06 26,22 0,52 0,57 6,99 6,56
M ujeres 
9-13 años 652,94 6,53 381,72 24,11 0,45 0,45 6,03 6,03
14-18 años 620,82 7,16 382,04 28,65 0,48 0,48 6,69 5,73
19-30 años 474,83 7,12 379,87 28,49 0,52 0,52 6,65 5,70
31-50 años 473,71 7,11 378,97 28,42 0,52 0,52 6,63 5,68
51-70 años 645,16 5,38 430,11 32,26 0,59 0,59 7,53 6,45
más de 70 años 685,71 5,71 457,14 34,29 0,63 0,63 8,00 6,86
45 
 
La actualización del valor de la CBA puede realizarse, o bien a través de los precios de los 
alimentos componen que la CBA, o bien a través del rubro Alimentos y Bebidas del Índice 
de Precios al Consumidor (IPC) general33. El Procedimiento utilizado por INDEC antes de 
2016 consistía en “…actualizar el valor de la canasta aplicando la variación promedio de los 
precios para los ítems correspondientes…” (INDEC, 2016, pág. 9). La nueva metodología, 
en cambio, actualiza el valor de la CBA a partir precios medios relevados por el IPC. 
Hasta junio de 2017 INDEC no actualizaba las CBA atendiendo a los precios medidos en 
cada una de las regiones estadísticas. Para valorizar las CBA regionales se utilizaban los 
precios medios de los componentes de la canasta del aglomerado Gran Buenos Aires 
ajustados con los coeficientes de Paridad de Poder de Compra al Consumidor34. Esta relación 
de paridad había sido estimada en 2001, por lo tanto tal como anuncia Pizarro (2017), 
resultaba al menos oportuno preguntarse en qué medida seguía reflejando la brecha en los 
precios medios existentes entre las regiones y el GBA. 
 
33 Los ítems de la canasta del IPC se encuentran clasificados siguiendo una estructura jerárquica de desagregación 
compuesta de los siguientes capítulos: 1) Alimentos y bebidas; 2) Indumentaria; 3) Vivienda y servicios básicos ; 4) 
Equipamiento y mantenimiento del hogar; 5) Atención médica y gastos para la salud; 6) Transporte y comunicaciones; 7) 
Esparcimiento; 8) Educación; 9) Otros bienes y servicios. 
Para más especificaciones sobre la composición de cada uno de los ítems como así también de la metodología de cálculo 
véase Índice de Precios al Consumidor. Gran Buenos Aires, Metodología INDEC Nº 19 de 2016. 
34 La Paridad de Poder de Compra

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