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Zarza, Mariano Gastón Horacio como constructor de poesía y de ideología en las "Odas romanas": Análisis especial de la Oda 3, 1 Tesis presentada para la obtención del grado de Licenciado en Letras Director: Martínez Astorino, Pablo Leandro Zarza, M. (2021). Horacio como constructor de poesía y de ideología en las "Odas romanas": Análisis especial de la Oda 3, 1. Tesis de grado. Universidad Nacional de La Plata. Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación. En Memoria Académica. Disponible en: https://www.memoria.fahce.unlp.edu.ar/tesis/te.2253/te.2253.pdf Información adicional en www.memoria.fahce.unlp.edu.ar Esta obra está bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional https://creativecommons.org/licenses/by-nc-sa/4.0/ 1 Tesina de licenciatura Horacio como constructor de poesía y de ideología en las “Odas romanas”: Análisis especial de la Oda 3, 1 Zarza, Mariano Gastón Director: Martínez Astorino, Pablo 2 ÍNDICE Presentación 4 Agradecimientos 5 Introducción 6 Capítulo 1. Algunas necesarias observaciones sobre la biografía de Horacio 8 Capítulo 2. Comentario sobre las “Odas romanas” en particular y su vínculo con el libro de las Odas en general 19 2.1. Los cuatro libros de las Odas 19 2.2. Las “Odas romanas” 22 2.3. La postura de Santirocco 24 2.4. La postura de Fraenkel 26 2.5. La postura de Witke 28 Capítulo 3. Comentario de la Oda 3, 1 31 3.1. Texto de la Oda 3, 1 en latín y traducción 31 3.2. Proemio y unidad 33 3.3. El griego y el latín 36 3.4. Necessitas 38 3.5. Legitimum poema 39 3.6. La espada de Damocles 40 3.7. Iustus et tenax uir 45 3.8. Dominus terrae fastidiosus 47 3.9. Der Angst 48 3.10. Desiderantem quod satis est 50 3.11. El valle sabino 51 3.12. Conclusión 56 Capítulo 4. La crítica horaciana: algunos ejemplos y nuestra postura interpretativa 62 4.1. Un cuarto llamado “Siracusa” 64 3 4.2. La trirreme de Mecenas 69 4.3. Libertad y comunidad 75 Capítulo 5. Conclusiones 82 Bibliografía 84 4 Presentación Este trabajo ha sido elaborado para ser presentado en la Facultad de Humanidades de la UNLP como Tesis de grado en la Carrera Licenciatura en Letras. Las etapas preparatorias se cumplieron mediante una beca concedida por la CIN durante 2019-2020, además de la participación en diversos seminarios dictados por los profesores del área de Latín, en particular por los profesores Pablo Martínez Astorino, María Delia Buisel y Lía Galán, sobre la obra de Horacio. La beca y la presente tesina se insertan en el Proyecto de Investigación “La Naturaleza en la Literatura Latina. El campo semántico de Natura y sus funciones textuales: caracterización y dinámica de resemantización” (Código PICT-2015-2035), dirigido por la Dra. Lía Galán. 5 Agradecimientos A mi familia por todo su apoyo. A mis amigos del barrio, de las escuelas y de la facultad. A mi profesor Pablo Martínez Astorino, por su acompañamiento y sus enseñanzas a lo largo de estos años de estudio. A la Prof. María Delia Buisel por sus correcciones sobre este trabajo y al Dr. Juan Nápoli por las correcciones que hizo de las traducciones del griego. 6 Introducción A lo largo de estos años de estudio de la obra de Horacio hemos podido advertir su complejidad por todas las facetas que allí aparecen y por las diversas interpretaciones que puede provocar. Sin embargo, más allá de que podamos dividir sus escritos en lírica civil e individual y a la vez relacionar ambas, más allá de que unos lo interpreten como un fiel seguidor de Augusto y otros como uno de sus enemigos, y más allá de tantas otras cuestiones que puedan ser debatidas sobre el venusino, lo cierto es que nos encontramos ante una de las figuras, junto a Virgilio, más emblemáticas de la poesía romana y, sin dudas, también, de la poesía mundial. En el presente trabajo nos detendremos en distintos aspectos de su vida y de su obra (particularmente, en las “Odas romanas”), sin duda conectadas. En el primer capítulo nos dedicamos a hacer un breve repaso por la biografía de Horacio, destacando aspectos que serán de interés a lo largo de la tesina al analizar sus poemas y la interpretación que hagamos de ellos, especialmente en sus vínculos con el poder imperial. Si bien Horacio defendió en su juventud al bando republicano en la batalla de Filipos, no por eso debemos considerarlo un traidor al unirse años después al bando de Augusto, ya que, como veremos, él nunca negó ni se arrepintió de su pasado, sino que simplemente fueron épocas distintas con diferentes realidades políticas en Roma. Ya con Augusto en el gobierno, tampoco debemos ver a Horacio como un simple servidor, cuya poesía podría ser considerada cortesana, como muchos lo han propuesto. Por el contrario, destacaremos momentos significativos en su vida que demuestran que siempre gozó de total libertad para escribir y vivir a su manera, como ocurrió, por ejemplo, al rechazar el cargo de secretario ofrecido por Augusto en el año 25 a. C. El capítulo 2 consiste en una introducción general al libro de las Odas y a los vínculos entre ellas, en especial a los existentes entre las “Odas romanas” y los otros poemas cercanos a ese ciclo. Las diferentes posturas al respecto las resumimos tomando los trabajos de tres críticos destacados, como lo son Santirocco (1986), cuyo plan es ver relaciones entre las seis primeras odas del libro tercero y las que les siguen; en segundo lugar, Fraenkel (1957), quien prefiere destacar la independencia de cada poema, si bien no niega las conexiones entre las odas del conjunto en cuestión; y, por último, Witke (1983), cuya propuesta calificamos de superadora, ya que considera el ciclo de las “Odas romanas” como una verdadera construcción del poeta, formada no solo por esos 7 seis poemas, ni tampoco solo por otros pertenecientes al libro tercero, sino también por otras odas de los libros primero y segundo. En el capítulo 3 nos dedicamos a hacer un comentario estrofa por estrofa de la Oda 3, 1. Se destaca especialmente la tensión siempre característica en Horacio de lo público y lo privado, pues, si bien con las “Odas romanas” nos ubicamos en la llamada “lírica civil” del poeta, no por eso este hace a un lado a la lírica individual, sino que esta también aparece de formas destacadas, como por ejemplo en el final de la oda que analizamos al hacer referencia Horacio a sí mismo y a su finca en el valle sabino. Otros temas centrales en nuestro comentario son la oposición entre los impíos/codiciosos y los humildes, el temor a la muerte, la actitud del sabio ante la vida, etc. Además, se hará hincapié en ir vislumbrando poco a poco a qué personajes de la política romana alude Horacio en esta oda y en todas las del conjunto, y a quiénes ataca y a quiénes defiende. En el capítulo 4 se hace un estado de la cuestión de la crítica horaciana. La crítica más tradicional ha interpretado su obra y la de los otros poetas augusteos como una alabanza (obligada) del imperio, es decir, que esos textos eran una simple propaganda del régimen, si bien casi ninguno de esos estudiosos niega la calidad poética de todos ellos. Luego, en las décadas de los 60 y 70, comenzaron a surgir lecturas que proponían interpretaciones irónicas y burlescas de la representación política y, particularmente, de la figura de Augusto, sobre la base de la idea de una rebelión tácita contraquien supuestamente ejercía una influencia dominante sobre los poetas. Por último, a fines del siglo XX, surge una serie de autores que destaca no solo la libertad de esos poetas durante el gobierno de Augusto, sino también su compromiso político, a través de su poesía, en la construcción del imperio. 8 Capítulo 1 Algunas necesarias observaciones sobre la biografía de Horacio Toda la información sobre la vida de Horacio parte de dos fuentes: por un lado, de la Vida de Horacio de Suetonio y, por el otro, de la propia obra de nuestro poeta, especialmente de las Sátiras y de las Epístolas: “Horace tells us far more about himself, his character, his development, and his way of life (his Bíos), than any other great poet in antiquity” (Fraenkel 1957: 1). Tarrant (2019) advierte que hay que ser cuidadoso con ambas fuentes, ya que, con respecto a Suetonio, “he tends to present as facts what are actually inferences from the work of the writer in question” y, con respecto a Horacio, “much of what Horace tells us about himself is shaped by literary ends” (1). Esto no impide, sin embargo, que podamos hacer un esquema de su biografía a partir de esos textos antiguos. Quinto Horacio Flaco nació1 el 8 de diciembre del año 65 a. C. en Venusia, la actual Venosa (provincia de Potenza), situada a unos 250 kms. al S. E. de Roma. Es famoso el hecho de que fue hijo de un liberto, pero debemos hacer una aclaración al respecto. Al repetirse la frase “Horacio, hijo de un liberto”, pensamos que su padre había sido un esclavo durante toda su vida hasta que quedó libre y tuvo a su hijo. Esto no fue así. Su padre fue esclavo solamente durante unas semanas o meses, ya que había sido tomado como prisionero por los romanos durante la guerra social entre los años 91 y 88 a. C., hasta que fue manumitido y consiguió la ciudadanía. Así lo explica West (2002), siguiendo la hipótesis de Williams2: If… Horace´s father was among those captured, there are parallels which suggest that he may have been enslaved. After the Social War Roman citizenship was granted to the peoples of Italy, but before this citizenship could be taken up, those who had been enslaved would have had to be manumitted. Such men might then have been slaves for a matter of weeks or a few months (xi). 1 La fecha de su nacimiento no solo es atestiguada por Suetonio, sino también por él mismo en algunos de sus poemas, como por ejemplo en la Epístola 1, 20. 26, en el Epodo 13. 6 y en la Oda 3, 21. 1. 2 Por su parte, Tarrant es más cauteloso y concluye que no puede asegurarse si el padre de Horacio era esclavo de nacimiento o si solo lo fue durante un tiempo ya siendo adulto: “It is unclear whether Horace’s father was born a slave or suffered enslavement as an adult, perhaps as a result of Venosa’s support for the losing side in the Social Wars” (1). 9 De manera que, como también lo aclara West, no fue una persona que haya vivido en la extrema pobreza, aunque tampoco fue una persona adinerada. Sí fue un hombre trabajador, cuyo empleo era el de cobrador de subastas, que en un momento fue hecho esclavo (o, más bien, prisionero de guerra) y luego liberado y que, al ver crecer a su hijo, decidió esforzarse enormemente para brindarle la mejor educación. Su hijo no lo decepcionó. Horacio siempre valoró a su padre y así lo dejó en claro en diversos pasajes de su obra. Es cierto que nunca se encargó de aclarar el tema de que haya sido esclavo solo por un tiempo, y simplemente decía, como se comenzó a decir y se sigue diciendo comúnmente, que era “hijo de un padre liberto” (Sat.3 1, 6. 6 y 45 ss4.). Por un lado, creemos que esto fue, más bien, una imagen poética5 que quiso crear de su dura vida junto a su padre6: “we sense that Horace’s father as depicted in his poetry is to an extent a literary creation” (Tarrant: 2); y, por otro lado, lo hizo para realzar la figura de Mecenas y de Octavio, quienes, a pesar de que él era de condición tan humilde, lo aceptaron en su círculo7: In praising the agent, friend, and confidential adviser of Augustus, he is also engineering an oblique panegyric of Augustus and his circle. In addition Lyne (16-17) has argued that he is concerned to promulgate a creditable picture of himself. ´The picture Horace draws may be, while partial, true… we grant that the picture contains truth. ́ Horace ´is operating a policy of image-management… a carefully constructed and prominently positioned picture to counter the embarrassment of having fought for the Republicans in 42 BC, and so son soliciting and winning patronage from his former enemies´ (West: xii). 3 Para las abreviaturas, seguimos las utilizadas por el Oxford Classical Dictionary. 4 Ver también la Epístola 1, 20. 20. 5 “Un escritor crea no solamente el personaje de sus sueños, sino que deja adherido otro personaje que es él mismo” (Borges: 1981). 6 Para lograr esto, menciona, por ejemplo, a personajes que llegaron a ser importantes, a pesar de no haber tenido abolengo, como el sexto rey de Roma, Servio Tulio, quien fuera hijo de una esclava (Sat. 1, 6. 9). 7 Es decir, hay mérito tanto por parte de Horacio, ya que se esforzó como poeta, pese a su origen humilde, y mérito de Mecenas y Augusto que lo aceptaron en su círculo, a pesar de su origen (Carm. 2, 20. 5-8): Non ego pauperum / sanguis parentum, non ego quem vocas, / dilecte Maecenas, obibo / nec Stygia cohibebor unda (“No yo, sangre de padres pobres, no yo, a quien llamas, oh, querido Mecenas, moriré ni seré retenido por el agua estigia”). Aclaramos que, salvo que se indique lo contrario, todas las traducciones de las citas latinas y griegas nos pertenecen. Las citas de Horacio están tomadas de la edición de Wickham-Garrod (1912); las demás citas latinas están tomadas del Latin Library y los textos griegos, del Perseus (excepto las de Alceo, de la Bibliotheca Augustana). 10 En los primeros años, Horacio vivió en su tierra natal, pero como su padre supuso que recibiría burlas por parte de los otros niños por su condición8, hizo un gran esfuerzo y decidió llevarlo a estudiar a Roma: qui macro pauper agello noluit in Flavi ludum me mittere, magni quo pueri magnis e centurionibus orti, laevo suspensi loculos tabulamque lacerto, ibant octonos referentes Idibus aeris: sed puerum est ausus Romam portare, docendum artis quas doceat quivis eques atque senator semet prognatos. vestem servosque sequentis, in magno ut populo, si qui vidisset, avita ex re praeberi sumptus mihi crederet illos. ipse mihi custos incorruptissimus omnes circum doctores aderat (Sat. 1, 6. 72-82). … (mi padre) que, pobre, con tan solo un pequeño campo magro, no quiso enviarme a la escuela de Flavio, a donde iban los niños ilustres, nacidos de centuriones ilustres, con sus cofrecillos y su tabla colgándolos en su brazo izquierdo, llevando a mediados de mes sus ocho monedas, sino que se atrevió a llevarme a Roma cuando era niño para que me enseñaran las artes que cualquier caballero o el mismo senador les enseña a sus hijos. Si alguien hubiera visto mi vestimenta y a los siervos que me acompañaban, como en medio de una gran multitud, creería que aquellos gastos me venían de la herencia ancestral. Él mismo, el más incorruptible, se presentaba como un guardián alrededor de todos mis maestros. Sin embargo, no fue muy feliz la vida estudiantil en Roma, ya que allí tuvo que soportar las lecciones, acompañadas de golpes, de su maestro Orbilio, sobre quien escribe en un pasaje de la Epístola a Augusto (69-71): non equidem insector delendave carmina Livi / esse reor, memini quae plagosum mihi parvo / Orbilium dictare (“En efecto, no censuro ni pienso que deban ser destruidos los poemas de Livio, que recuerdoque Orbilio, el aficionado a pegar, me dictaba cuando yo era niño”). A mediados de los años 40, su padre hizo un nuevo gran esfuerzo que le permitió estudiar en Atenas, en donde se dedicó especialmente a la filosofía (Epist. 2, 2. 43-45). Allí, según Fraenkel (9), también conoció la obra de distintos poetas griegos, a los que, estando en Roma, no había podido acceder9, como por ejemplo Arquíloco, 8 Fraenkel supone que esas burlas por parte de los hijos de los centuriones de Sila llegaron a realizarse. Así recrea una posible escena de la niñez de Horacio en Venusia: “When they were playing together, they may have bullied and insulted him: ‘and what are you doing here, a freedman’s son? My father, you know,…’” (3). Por su parte, Tarrant explica que, si bien Horacio, como hijo de un liberto, tenía plenos derechos ciudadanos, a lo largo de su vida recibiría cierto desprecio debido al pasado de su progenitor: “The sons of freedmen were considered freeborn, and so Horace himself had full citizen rights, but his descent from a libertinus would expose him to scorn and resentment in later life” (1). 9 Sabemos que en Roma, al menos, había conocido la Ilíada (Epist. 2, 2. 41-42). 11 Hiponacte, Anacreonte, Baquílides, Alceo y Píndaro. Luego, Horacio se aventuró a escribir poemas en esa lengua, aunque no duró mucho en esa tarea y comenzó a hacerlo en latín, por el motivo que relata en la Sátira 1, 10. 31-35: atque ego cum Graecos facerem, natus mare citra, versiculos, vetuit me tali voce Quirinus, post mediam noctem visus cum somnia vera, 'in silvam non ligna feras insanius ac si magnas Graecorum malis implere catervas.' Y como yo, nacido de este lado del mar, compusiera versillos griegos, con tales palabras me lo prohibió Quirino, quien se me apareció después de la medianoche, cuando los sueños son veraces: “No serías más insensato si llevaras leña al bosque que al querer sumarte a las grandes tropas de los autores griegos”. Sin embargo, la carrera como poeta romano tuvo que esperar un poco, ya que antes debió cumplir con la tarea de ser soldado. Después del asesinato de César en el año 44 a. C., continuó la guerra civil por unos cuantos años más. En el 42, se produjo la batalla de Filipos, en la que Horacio se encontró luchando del lado de los republicanos10, luego de que Bruto reclutara a varios de los romanos que estaban viviendo en Grecia11. Nuestro poeta desempeñó el cargo de tribuno militar12, lo cual provocó mucha envidia entre sus compañeros, algo comprensible si tenemos en cuenta especialmente cuál era su origen y que, además, hasta ese momento, no había tenido ninguna experiencia en las armas13 (Sat. 1, 6. 45 ss.). Como tiempo después explicaría en la Sátira 2, 1 y en la Oda 1, 1, las inclinaciones humanas son diversas14, pues algunos aspiran a las riquezas, mientras 10 Ronald Syme (2011) opina que Horacio no peleó en ese bando por convicción, sino por casualidad: “Horacio fue arrastrado de las conferencias de los filósofos al ejército de los Libertadores. Luchó en Filipos por la República, pero no por convicciones republicanas; fue la simple coincidencia de su estancia en una ciudad universitaria, a una edad en que se es impresionable, y en compañía de jóvenes de la aristocracia romana” (312). 11 Como, por ejemplo, al hijo de Cicerón y a Pompeyo Varo, a quien se dirige en la Oda 2, 7. 12 En cada legión había seis tribunos; en ocasiones, podía ocurrir que, al ausentarse el jefe, ellos tomaran el mando, y más raramente ocurría que se ausentaran cinco de esos tribunos y todo el mando quedara a cargo de uno, como Horacio sugiere, de manera exagerada, en la Sátira 1, 6. 49 (Fraenkel: 11). 13 Fraenkel explica que a Bruto, más que interesarle la experiencia militar, le interesaba la lealtad que pudieran llegar a tener sus soldados, y que por ese motivo eligió a Horacio: “At the height of the crisis it may have seemed all-important to put in charge young men whose loyalty could be trusted, even if they were lacking in military experience” (11). 14 La misma idea es desarrollada por Baquílides en el Epinicio 10. 35-38: ματεύει / δ ἄλλ[ος ἀλλοί]αν κέλευθον,/ἅντι[να στείχ]ων ἀριγν τοιο δόξας/τεύξεται. μυρίαι δ ἀνδρ ν ἐπιστᾶμαι πέλονται (“Y cada uno busca un camino diferente, avanzando por el http://www.perseus.tufts.edu/hopper/morph?l=mateu%2Fei&la=greek&can=mateu%2Fei0&prior=*ai)/gin%5dan http://www.perseus.tufts.edu/hopper/morph?l=d%27&la=greek&can=d%273&prior=mateu/ei http://www.perseus.tufts.edu/hopper/morph?l=a%29%2Fll%5Bos&la=greek&can=a%29%2Fll%5Bos0&prior=d%27 http://www.perseus.tufts.edu/hopper/morph?l=a%29lloi%2F%5Dan&la=greek&can=a%29lloi%2F%5Dan0&prior=a)/ll%5bos http://www.perseus.tufts.edu/hopper/morph?l=ke%2Fleuqon&la=greek&can=ke%2Fleuqon0&prior=a)lloi/%5dan http://www.perseus.tufts.edu/hopper/morph?l=a%28%2Fnti%5Bna&la=greek&can=a%28%2Fnti%5Bna0&prior=ke/leuqon http://www.perseus.tufts.edu/hopper/morph?l=stei%2Fx%5Dwn&la=greek&can=stei%2Fx%5Dwn0&prior=a(/nti%5bna http://www.perseus.tufts.edu/hopper/morph?l=a%29rignw%2Ftoio&la=greek&can=a%29rignw%2Ftoio0&prior=stei/x%5dwn http://www.perseus.tufts.edu/hopper/morph?l=do%2Fcas&la=greek&can=do%2Fcas0&prior=a)rignw/toio http://www.perseus.tufts.edu/hopper/morph?l=teu%2Fcetai&la=greek&can=teu%2Fcetai0&prior=do/cas http://www.perseus.tufts.edu/hopper/morph?l=muri%2Fai&la=greek&can=muri%2Fai0&prior=teu/cetai http://www.perseus.tufts.edu/hopper/morph?l=muri%2Fai&la=greek&can=muri%2Fai0&prior=teu/cetai http://www.perseus.tufts.edu/hopper/morph?l=d%27&la=greek&can=d%274&prior=muri/ai http://www.perseus.tufts.edu/hopper/morph?l=a%29ndrw%3Dn&la=greek&can=a%29ndrw%3Dn0&prior=d%27 http://www.perseus.tufts.edu/hopper/morph?l=e%29pista%3Dmai&la=greek&can=e%29pista%3Dmai0&prior=a)ndrw=n http://www.perseus.tufts.edu/hopper/morph?l=pe%2Flontai&la=greek&can=pe%2Flontai0&prior=e)pista=mai 12 otros se aplican a la vida humilde en el campo; algunos son atraídos por la caza o la guerra, mientras otros lo son por la poesía. Y eso mismo le ocurrió a él en el año 42, ya que no alcanzó ningún tipo de gloria en el campo de batalla, del que huyó15 (Carm. 2, 7. cual construirá una opinión célebre. Pues las habilidades de los hombres resultan innumerables”). Varios siglos después, lo mismo hará el poeta italiano Matteo Boiardo, muy influenciado por Horacio y por toda la literatura clásica: “El voler de ciascun molto è diverso: / Cui piace eser soldato e cui pastore, / Chi detro a roba, ali 'acquistar è perso, / Chi ha diletto di cacia e chi d'amore, / Chi navica per mar e dà ' traverso, / E qual è prete, e qual pescatore; / Questo in palazo vende ogni sua zanza, / Quel è zoglioso, e canta e sona e danza” (Orlando Innamorato 2, 13. 1) (“El deseo común está repartido: / unos soldados, otros apastores / quien detrás la hacienda va perdido, / quien se deleita en caza, quien de amores, / quien navega por mar aborrescido, / quien clérigo y quien son pescadores, / quien en palacio tiene su crianza, / quien con deleite suena, canta y danza”) (la traducción pertenece al poeta y traductor español Francisco Garrido de Villena). 15 Si bien no sabemos exactamente de qué modo huyó Horacio, lo cierto es que no podemos creer totalmente en su descripción de ese momento en la Oda 2, 7. Fraenkel comenta que seguramente ya los lectores contemporáneos del poeta entendieron que se trataba más bien de una construcción poética que de un relato fiel a la verdad de los hechos: “They must have understood that Horace admitted unmistakably his flight from Philippi, and also that the motif of the shield was a conventional poetic device, in its relation to the actual happenings in noway different from the Homeric mist by means of which a few lines later (13 ff.) an Olympian god whisks the poet away from the battlefield” (12). Nisbet y Hubbard (1978) agregan que el motivo de la pérdida del escudo en el campo de batalla también había sido ficticio en la mayoría de los predecesores de Horacio, como Arquíloco, Alceo y Aanacreonte: “In view of these passages Horace must be making use of a poetical topic (cf. Lessing, Fraenkel) that may have been fictional even with some of his Greek predecessors” (113). De la misma opinión es Harrison (2017): “H.’s claims to have abandoned his shield and to have been rescued by Mercury from the battle are not literal historical reports; both details deliberately recall the work of his fellow-poet Archilochus (10 n., 13 n.), while the former may also recall a similar claim of his fellow-poet Alcaeus (10 n.) and the latter evokes Iliadic heroes (13–16 n.)” (163). Luego, este autor señala que esta forma de presentarse por parte de Horacio es más bien paródica y tiene por finalidad realzar la figura de Augusto, a cuya clemencia se alude con la mención de Pompeyo, el amigo anticesariano que pudo volver de Filipos a Roma: “This poetic stylising, employing irony and wit, eases H.’s potential embarrassment about his youthful military opposition to the regime which now offers him patronage: by presenting himself as a mere unwarlike poet in a long tradition and as a parodic Homeric hero, he can offer entertaining praise to Augustus as his conqueror in war” (164). Nisbet y Hubbard señalan que además se alude a la clemencia y amnistía de Augusto con palabras como obliuioso (107). West (1998) también destaca el tono de burla en esta oda, la cual opone a la Sátira 1, 6. 48, en la que Horacio había exagerado con respecto a sus funciones como tribuno militar; en la Oda 2, 7, por el contrario, él mismo se presenta como un cobarde para realzar, al mismo tiempo, la figura de Pompeyo como alguien que siguió sufriendo en las batallas posteriores a la de Filipos y la figura de Augusto como alguien lleno de clemencia para con sus enemigos derrotados; una forma de lograr esa imagen burlesca de sí mismo es a través de la mención del dios que lo rescató del campo de batalla: “Then, like Aeneas and Hector, he is whisked off the battlefield, not by Apollo (Iliad 5. 344 and 20. 443) or Poseidon (Iliad 20. 325) but by Mercury, a much less serious god (so Odes 1. 10)” (52). Para Plessis-Lejay (1961), la mención de Mercurio se debe a que era el dios protector de los poetas: “Mercurius, favorable aux poètes, Mercuriales viri (Odes, II, 17, 29-30); il est l´inventeur de la lyre, cf. Odes, I, 10, 6” (81). Por último, Buisel (2008) ve en este pasaje mucho más que un juego literario inspirado en la Ilíada: “… H., ya no tan escéptico, nos brinda otra explicación que no es un mero juego 13 9 ss.), sino que aquélla llegaría posteriormente al dedicarse a su verdadera pasión; aunque debemos recordar que, luego de Filipos, no solo comenzó a escribir porque era su vocación, sino también por una cuestión económica, pues el fundo paterno había sido confiscado (Epist. 2, 2. 49-52): unde simul primum me dimisere Philippi, / decisis humilem pennis inopemque paterni / et laris et fundi, paupertas impulit audax / ut versus facerem (“Desde el mismo momento en el que Filipos me despidió de ahí, a mí, insignificante con las alas cortadas y privado no solo del lar, sino también del fundo paterno, la osada pobreza me empujó a que compusiera versos”). De todos modos, seguramente Horacio exageró al hablar de su “osada pobreza” (West 2002: xi), ya que, a pesar de la derrota en Filipos y de haber encontrado sus propiedades confiscadas al volver a Roma, pudo conseguir rápidamente un cargo de escribano en las cuesturas16 y, al mismo tiempo, comenzó su carrera de escritor17 con los Epodos y el libro primero de las Sátiras18. Poco a poco, fue haciéndose conocido, lo cual le permitió trabar amistad con los poetas Virgilio y Vario19, quienes fueron los responsables de que el venusino se encontrara con Mecenas en el año 38 e ingresara en su círculo20. Así recuerda Horacio ese momento clave en su vida (Sat. 1, 6. 52-62): felicem dicere non hoc me possim, casu quod te sortitus amicum; nulla etenim mihi te fors obtulit: optimus olim Vergilius, post hunc Varius, dixere quid essem. ut veni coram, singultim pauca locutus, infans namque pudor prohibebat plura profari, literario: Mercurio veloz, sustulit lo sustrajo elavándolo (doble valor del verbo tollo) envuelto en una espesa nube (denso aëre) y lo salvó sacándolo del campo de batalla” (62). 16 En la Sátira 2, 6. 37-8, Horacio alude a sus tareas como escribano. 17 “Given Horace’s gentleman’s education, he is more likely to have been a supervisor than a mere copyist, with enough leisure to begin writing poetry” (Tarrant: 3). 18 Ronald Syme, quien, como veremos a lo largo de la tesina, insiste sobre la falta de libertad de los poetas durante la era de Augusto, señala que, si bien Horacio escribió sátiras, no fueron al modo de Lucilio, sino mucho más moderadas, pues los nuevos tiempos no hubieran permitido algo distinto: “Horacio entonces compuso sátiras, pero no al modo tradicional de Lucilio. Su tema era la vida diaria; su tratamiento del mismo no áspero ni truculento, sino humano y tolerante, lo cual se amoldaba a su propio temperamento. Tampoco los tiempos permitían ahora la sátira política o el libre ataque al orden establecido en el Estado y en la sociedad. La libertas republicana, denegada a los nobiles de Roma, no se le podía conceder al hijo de un liberto” (312-313). 19 Fraenkel explica que, indudablemente, antes del encuentro con Mecenas, Horacio ya había escrito al menos algunos epodos y sátiras, pues fue eso justamente lo que le permitió ser recomendado por parte de Virgilio y Vario (16). 20 “Mecenas, cuyos gustos estéticos eran genuinos y variados, aunque no siempre dignos de crédito, andaba en busca de talentos. Reunió a un grupo de poetas a los que brindó protección, consejo y subsidios” (Syme: 311). 14 non ego me claro natum patre, non ego circum me Satureiano vectari rura caballo, sed quod eram narro. respondes, ut tuus est mos, pauca: abeo; et revocas nono post mense iubesque esse in amicorum numero. No podría decirme feliz porque se echó a suertes que tú fueras mi amigo por azar; y en efecto ninguna fortuna me llevó a ti: un día el óptimo Virgilio, y después de este Vario, te dijeron qué era. Cuando vine personalmente, hablé pocas palabras de manera entrecortada (pues un pudor infantil me prohibía proferir más palabras). Yo no te conté que fuera nacido de un padre ilustre ni que hubiera sido llevado en mi tierra por un caballo de Saturio, sino que te conté lo que yo era. Respondes, como es tu costumbre, pocas palabras; me alejo, y nueve meses después me vuelves a llamar y me propones estar en el número de tus amigos. Al formar parte del círculo de Mecenas, Horacio también comenzó a acercarse a Octavio, lo que le permitió llevar a cabo su carrera de escritor de manera más cómoda, ya que recibió varios beneficios de parte de ellos, como por ejemplo una finca en el valle sabino21 en el año 3222; al mismo tiempo, Horacio debía responder con el cumplimiento de ciertos compromisos, como acompañar a su patrono en el viaje que realizó en el año 37 a Brindis, en donde se reunirían Octavio y Marco Antonio23: Virgilio no fue el único descubrimiento de Mecenas. Virgilio con poca demora le había presentado a Horacio a su nuevo patrono. En compañía de estadistas, diplomáticos y otros poetas, tales como el dramaturgo Vario Rufo, viajaron juntos a Brindis en aquella ocasión en que los gobernantes del mundo ibana reunirse no lejos de Tarento (37 a. C.) (Syme: 312). Quisiéramos hacer algunas aclaraciones sobre la posición política de Horacio, ya que suele caerse en dos lugares comunes al respecto que merecen ser cuestionados. En primer lugar, se lo ve a Horacio como una especie de traidor, porque, luego de haber defendido el bando republicano contra los cesarianos en la batalla de Filipos, se unió a estos últimos unos años después. Creemos que esto es un reduccionismo, pues debe recordarse que, derrotados los tiranicidas, se inició un nuevo enfrentamiento entre los propios cesarianos Octavio y Marco Antonio. Desde un primer momento, Horacio tomó 21 “Horace’s association with Maecenas yielded benefits of several kinds. The most tangible came in the form of property, an estate in the Sabine hill country near Rome (sometimes referred to, in misleadingly modest terms, as the ´Sabine farm´), which provided Horace with financial independence and a retreat from the city during the warmer months of the year” (Tarrant: 3). 22 “Hacia el año 32 a. C. Horacio se convirtió en propietario de la que iba a ser su morada preferida, su finca o villa en la región de los sabinos o, según suele decirse, en la Sabina” (Moralejo 2007: 29). 23 Viaje descripto por Horacio en la Sátira 1, 5. 15 partido por el primero, ya que fue el que lo recibió con los brazos abiertos luego de las guerras pasadas y mucho más al enterarse de que era uno de los poetas del círculo de Mecenas. Es decir, en Roma ya no había republicanos y cesarianos enfrentados, sino que la lucha era entre los seguidores de Octavio y los seguidores de Marco Antonio. Y Horacio optó por uno de ellos24. En segundo lugar, suele decirse que Augusto ejercía un gran dominio sobre los poetas que formaban parte de su corte como Horacio y Virgilio, y que la obra de estos fue simplemente una propaganda de su gobierno25. De este pensamiento es parte, por ejemplo, Ronald Syme, para quien la libertad de expresión existió durante la República, pero no durante el Principado de Augusto: La libertad de expresión era una parte esencial de la virtud republicana de la libertas, más añorada que la libertad política cuando ambas fueron abolidas. Por la causa de la paz y del bien común, todo el poder tuvo que pasar a un hombre. Ése no fue el rasgo peor de la monarquía; lo fue el crecimiento del servilismo y de la adulación (193). A quienes, como Syme, condescienden a hacer este tipo de afirmaciones, debemos recordarles que una simple propaganda nunca podría perdurar en el tiempo como lo han hecho las obras de estos poetas. Ellos hicieron algo más: mucho más26. Por 24 Además, debemos destacar el hecho de que Horacio nunca ocultó ni negó los años que tomó partido por los republicanos, en especial en la batalla de Filipos, sino que, por el contrario, los recordó en algunos de sus poemas durante el gobierno de Augusto, como por ejemplo en las ya citadas Oda 2, 7 y en la Epístola a Floro, y también en la Oda 3, 4. 26 y en la Epístola 1, 20. 23 (Fraenkel: 12-13), lo cual habla de la honestidad y buena fe que siempre tuvo nuestro poeta. A propósito, Buisel (2008) comenta lo siguiente: “… al delinearse señera la figura de Octavio del marasmo y la descomposición política y moral, imponiéndose lenta y dificultosamente al caos, H. sin arrepentirse de su pasado republicano y celoso de su independencia, vislumbra objetivamente y sin pesimismo no sólo al restaurador del orden, sino también al expiador y purificador de la ofensa primigenia; pero el expiador es además el mediador entre dos esferas, la divina y la humana, no por voluntad propia, sino por el querer de los dioses” (66). Y en otro texto: “… por muy vinculado que estuviese Horacio con Augusto, no debemos olvidar que el poeta fue tribunus militis de Bruto y no deploró en ningún momento la muerte de César, sólo mencionado dos veces en su obra, ni tampoco se ruborizó jamás por su pasado republicano” (Buisel 1998: 36). 25 “Equiparar con la propaganda política vulgar una poesía elevada escrita concordando con un régimen de autoridad, es un prejuicio absurdo, insidioso e injusto (y lo mismo vale para la poesía de contenido revolucionario); la poesía augustea al resultar estéticamente devaluada sufrió el consiguiente desprecio y es Horacio quien más lo ha padecido” (Buisel 1998: 37). 26 Por ejemplo, al analizar la Oda 1, 12, Fraenkel explica que el poema no es directa y simplemente una celebración de la figura de Augusto, como sí lo fue la Olímpica 2 de Píndaro a Terón de Agrigento, sino que el emperador aparece de manera indirecta y sirve de objeto para la escritura del poeta: “Augustus himself receives his full share of glory in the last triad, but nowhere in this ode, which in this regard differs completely from Pindar´s epinikion for Theron, is he made the direct object of the poet´s celebrare, dicere, referre. The apparently obvious 16 otro lado, queremos destacar que, pese a que normalmente se diga lo contrario, durante el gobierno de Augusto se gozaba de libertad, y esto incluía también a los escritores27. A propósito, recordamos que, si bien en el año 25 Augusto le había ofrecido a Horacio el cargo de secretario y este lo rechazó, no hubo ningún tipo de reprimenda por parte del princeps (Suet. Vita Hor.): Ac ne recusanti quidem aut suscensuit quicquam aut amicitiam suam ingerere desiit. Exstant epistulae, e quibus argumenti gratia pauca subieci: "Sume tibi aliquid iuris apud me, tamquam si convictor mihi fueris; recte enim et non temere feceris, quoniam id usus mihi tecum esse volui, si per valitudinem tuam fieri possit." Et rursus: "Tui qualem habeam memoriam, poteris ex Septimio quoque nostro audire; nam incidit ut illo coram fieret a me tui mentio. Neque enim si tu superbus amicitiam nostram sprevisti, ideo nos quoque anthuperephanoumen." E incluso, a pesar de rechazarlo (el cargo), (Augusto) no se irritó ni dejó de ofrecer su amistad. Hay epístolas, de las cuales presento algunos pasajes como prueba de mi argumento: “Lleva algún derecho junto a mí, así como si fueras un comensal mío; en efecto, lo serías convenientemente y sin dificultad, puesto que quise tener este trato contigo, si, a causa de tu salud, esto pudiera suceder”. Y en otra parte: “Tengo tal recuerdo de ti, como lo podrás oír de nuestro Septimio; pues sucedió que en presencia de aquél ocurriera la mención de ti por parte de mí. Ciertamente, si tú, soberbio, despreciaste nuestra amistad, nosotros por eso tampoco debemos permanecer así separados”. Sin embargo, algunos lectores suponen que sí hubo reprimendas, pues, según ellos, ya en la misma carta, también citada por Suetonio, en la que le había pedido a Mecenas que convenciera a Horacio para aceptar el cargo, se deja ver un tono autoritario y burlón, a lo que Fraenkel responde del siguiente modo: In that letter the clause veniet ergo ab ista parasitica mensa ad hanc regiam has time and again been made the object of appalling distortions. But readers familiar with the ways of Augustus will not find it difficult to recognize here ´quel tono urbanamente scherzoso che il principe spesso assumeva nello scrivere a familiari ed amici´ (Malcovati 1937: 208) (18). answer to the oppening question Quem virum…? Is avoided or, at any rate, is given only in an indirect form. Had Horace been the courtier into whom many modern critics attempt to turn him, he would have felt obliged to write a very different poem” (293). 27 Tal es así que, si bien en la mayoría de sus poemas Horacio acompaña las ideas augusteas, en algunos presenta opiniones contrarias: “Those who wish to claimall such poems as evidence of a desire to propagate the policy of the regime must admit that many of the odes actually run counter to it” (Wilkinson 1951: 82). 17 A pesar de no haber aceptado ese cargo, creemos que Horacio siempre fue un fiel amigo28 de Augusto y de Mecenas y además una persona muy importante en el proyecto político que se estaba llevando a cabo. Horacio fue un poeta que gozó de libertad y que siempre escribió lo que quiso y sobre lo que quiso. Trató diversos temas como la amistad, la guerra, la muerte, la felicidad y, además, trató el tema político romano de su tiempo, es decir, las ideas que formaban parte del proyecto de Augusto para su imperio, en el que Horacio desempeñó un papel muy importante. Las obras que más se destacan en este acompañamiento del programa político son, sin dudas, las “Odas romanas” y el Canto secular. En los últimos años de su vida29, Horacio se alejó finalmente de la vida política y también de la poesía lírica. Se dedicó, en cambio, a la escritura de las Epístolas, la última de las cuales fue el Arte poética, una obra en la que escribe como poeta ya consagrado y retirado y, a la vez, como maestro de las nuevas generaciones de poetas. En septiembre del año 8 a. C., murió su amigo Mecenas. Unos años antes, Horacio le había escrito lo siguiente en la Oda 2, 17. 5-12: A! te meae si partem animae rapit maturior vis, quid moror altera, nec carus aeque nec superstes integer? ille dies utramque ducet ruinam. non ego perfidum dixi sacramentum: ibimus, ibimus, 28 Tarrant destaca la amistad entre ellos tres, a pesar de las diferencias de estatus de cada uno, y además señala que tanto Mecenas como Augusto sirvieron de inspiración a la poesía de Horacio: “Maecenas supplied Horace with a rich vein of poetic material. A number of poems in the Epodes, Satires, Odes 1–3, and Epistles 1 depict their relationship as a genuine friendship between persons of unequal status, rather than the transactional connection implied by the terms ´patron´ and ´client´” (4); “The commission to compose the hymn for the Secular Games of 17 (the Carmen saeculare) almost certainly came from Augustus himself, and he also had a role in encouraging Horace to celebrate the victories of his stepsons Tiberius and Drusus in poems that became Odes 4.4 and 4.14” (5). Por su parte, McNeill (2001) también menciona la amistad existente, más allá de las posiciones que ocupaba cada uno: “The poet here expresses a palpable pride at being deemed worthy of being counted as Maecenas’s friend, not simply his client” (15). 29 Fraenkel señala que, sin contar los primeros años de juventud, en los que viajó mucho y además peleó en la guerra, Horacio no tuvo una vida en la que le sucedieran grandes acontecimientos y que, por ese motivo, los pocos que sí le ocurrieron, como la aventura náutica del cabo Palinuro, en la que la flota de Octavio que marchaba contra Sexto Pompeyo naufragó, con Mecenas y Horacio a bordo, en el año 36 a. C., y también la caída del árbol que casi lo mata en el año 30, los explotó al máximo como motivo literario en sus poesías. El primer suceso lo menciona en la Oda 2, 17. 20 (aunque es solamente una posible alusión) y en la 3, 4. 28; el segundo, en las Odas 2, 13; 3, 4. 27; 2, 17. 27-9 y en la 3, 8. 7-8: “In Horace´s external life, after the troubled years of his early career, very few exciting things happened; those that did happen the poet had to make the most of” (168). 18 utcumque praecedes, supremum carpere iter comites parati. ¡Ay!, si una fuerza más prematura te arrebata a ti, parte de mi alma, ¿por qué permancería yo, la otra, ni siendo igualmente querido para mí ni siendo un sobreviviente íntegro? Aquel día nos llevará a una ruina común. Yo no dije un pérfido juramento: iremos, iremos, comoquiera que tú me precederás, como compañeros preparados para emprender el último viaje. Horacio fue fiel a su promesa, ya que, el 27 de noviembre del año 8 a. C., murió en Roma a los 56 años de edad. 19 Capítulo 2 Comentario sobre las “Odas romanas” en particular y su vínculo con el libro de las Odas en general 2.1. Los cuatro libros de las Odas Entre los años 30 y 2330 a. C., Horacio recreó en latín la lírica monódica eolia, desarrollada en Grecia entre los siglos VII y VI por poetas como Safo y Alceo. Siguiendo los temas y, sobre todo, los metros de esos escritores, nacieron los tres primeros31 libros de las Odas. En ellas trata diversos temas, como la amistad, el paso del tiempo, la muerte, las mujeres, cuestiones morales y filosóficas, entre otros. Con respecto a la política, debemos señalar que en las primeras odas no aparece como un asunto central32; su centralidad se dará sobre todo a partir del libro 3, debido especialmente a que, a medida que Horacio avanzaba con la escritura de sus poemas en la década del 20, Augusto avanzaba como figura política destacada de Roma a través de diversas acciones, como por ejemplo: … su retorno y celebración de los triunfos en los años 29-27 a. C., su proyectada expedición a Britania en el 27, su viaje a Hispania en el 26 para poner fin a la resistencia de cántabros y astures, tarea que no habría de concluir personalmente; sus intentos de vengar la vergonzosa derrota del 53 a. C. en Carras ante los partos, que sólo más tarde quedarían medianamente satisfechos con la devolución de las enseñas perdidas por Craso y la liberación de los prisioneros supervivientes; y, en fin, varias otras empresas o proyectos con los que Augusto aspiraba, ya más que a ampliar sus fronteras, a consolidar su famosa pax, el precio que quería pagar a los romanos por su más o menos voluntaria renuncia a buena parte de las viejas libertades republicanas (Moralejo: 35). Y Horacio celebró esos hechos en muchas de sus odas, particularmente en las seis primeras del libro 3, que forman el conjunto conocido como “Odas romanas”, motivo de análisis en el presente trabajo. Pero no nos adelantemos. Para empezar, digamos que los tres libros están dedicados a Mecenas, quien es el destinatario de la 30 “By the summer of 23 B. C. Horace had written nearly a hundred odes and the time had come to give them to the world” (Wilkinson: 14-15). 31 El libro cuarto, al cual nos referiremos más adelante, fue publicado en el 13 a. C. 32 Sí aparece en algunas odas, como en la 1, 2. 41-44, en la que Mercurio toma la forma de Augusto como salvador de la patria. 20 Oda 1, 1 y de muchas más33. También hay varias dedicadas a Augusto34, a quien, según nos informa el propio Horacio en la Epístola 1, 13. 1-5, le envió un ejemplar firmado: Vt proficiscentem docui te saepe diuque, Augusto reddes signata volumina, Vini, si validus, si laetus erit, si denique poscet; ne studio nostri pecces odiumque libellis sedulus importes opera vehemente minister. Como te expliqué frecuentemente y durante un tiempo a ti que partes, le entregarás a Augusto los volúmenes firmados, oh, Vinio, si él está sano, alegre y si, además, lo exige; no les falles a los libros de nuestro esfuerzo ni, como un servidor diligente, le lleves vehementemente desdén a las obras. Pese a su entusiasmo, manifestado claramente en la Oda 3, 30, la primera entrega de las Odas no recibió la acogida esperada. De ello se quejaría el poeta en la Epístola 1, 19. 35-40: scire velis mea cur ingratus opuscula lector laudet ametque domi, premat extra limen iniquus: non ego ventosae plebis suffragia venor impensis cenarum et tritae munere vestis; non ego, nobilium scriptorum auditor et ultor, grammaticas ambire tribus et pulpita dignor. Querrías saber por qué el ingrato lector alaba y ama mis obritasde puertas adentro, pero de puertas afuera, injusto, me oprime; yo no persigo los aplausos de la plebe voluble ni con gastos en cenas ni con regalos de ropa desgastada; yo, oidor de los escritores nobles y vengador de las gramáticas, no me considero digno de rodear las tribus y los estrados. Fraenkel explica que esto se debió a que Horacio siempre fue un autor exigente consigo mismo y con su poesía, sin interesarle mucho si luego era bien recibido por el público general o, más bien, como él dice en la Oda 3, 1, por el profanum vulgus: Throughout his poetic career Horace showed himself an exacting autor. He cared little about pleasing the average reader, but preferred to write for a few highly educated men who would be prepared to give him their undivided attention and who would be awake to the careful structure of a poem and to its minute detail, subtle hints, sometimes elusive transitions. Small wonder, then, that his publication of three books of carmina in 23 B. C. proved a failure as far as the general public in Rome was concerned (vii). 33 1, 20; 2, 12; 2, 17; 2, 20; 3, 8; 3, 16 y 3, 29. 34 1, 2; 1, 12; 3, 3; 3, 5 y 3, 14. 21 Además, debemos recordar que la aparición de las Odas se produjo en un momento político muy complicado en Roma. En primer lugar, en el año 2335, Augusto enfermó gravemente. Luego, en el verano, se recuperó, pero sufrió el duro golpe de la muerte de quien estaba destinado a ser su sucesor, su sobrino y yerno, Marcelo. Para empeorar todo, entre ese mismo año y el siguiente, se produjo un hecho que marcó el fin de la gran amistad entre Mecenas y Augusto. Terencio Varrón Murena36, el medio hermano de Terencia, esposa de Mecenas, después de haber terminado su consulado en el 23, participó de una conjura organizada por Cepión para derrocar al princeps. El plan fue descubierto y los organizadores, condenados37. Al parecer, Mecenas, además de ser cuñado de Murena, le informaba, a través de su esposa, acerca de los movimientos de Augusto, como por ejemplo cuando este estaba preparando su venganza38. Como consecuencia, a partir de esa fecha, el patrono de los poetas fue alejado del poder39, si bien hasta el final de su vida conservó la imagen de la vieja amistad con el emperador40. No queda del todo claro cómo afectó este hecho a Horacio y al resto de los poetas del círculo. Según Syme, a partir del año 23, mengua la importancia de Mecenas como protector y consejero de la cultura contemporánea y, además, Augusto reclama para sí la tarea de mantener los contactos con la élite intelectual41. Esta información la 35 “… un año que pudo ser el último, y que fue ciertamente el más crítico del largo Principado de Augusto” (Syme: 408). 36 Según Nisbet y Hubbard, a este personaje, con el nombre de “Licinio”, se dirige Horacio en la Oda 2, 10, en donde desarrolla el tópico de la aurea mediocritas. Seguramente, a él se refiere la imagen poética de aquellos que, al querer escalar demasiado alto, terminan sufriendo una caída estrepitosa: saepius ventis agitatur ingens / pinus et celsae graviore casu / decidunt turres feriuntque summos / fulgura montis (9-12) (“Más frecuentemente es agitado por los vientos el ingente pino, las torres excelsas caen de manera estrepitosa y el relámpago golpea a los montes más elevados”). Ronald Syme agrega que también sería el Murena de la Oda 3, 19: “el ´Murena ́ de Horacio, Odas 3, 19, 11, puede identificarse con el ´Licinius´ de Odas 2, 10, 1” (398). 37 “Una conspiración fue urdida, o por lo menos descubierta. El autor era Fanio Cepión, republicano de familia y simpatías. Murena estaba implicado en ella. Los criminales fueron condenados en ausencia, detenidos cuando trataban de evadirse, y ejecutados” (Syme: 408). 38 “Mecenas cometió un error garrafal: decirle a Terencia el peligro que corría su hermano. Augusto no podía perdonar que se traicionase su confianza” (Syme: 418). 39 “There was no question of dismissal or of an open breach between Augustus and Maecenas, for the knight held no official position; but a breach there was, and it was never healed except on the surface. Maecenas ceased to count, and his circle must have felt it deeply” (Wilkinson: 16). 40 “Maecenas’s request to Augustus in his will, ´Remember Horatius Flaccus as you would me´, does not sound like the appeal of a man who has fallen from grace” (Tarrant: 4). 41 “Después del 23 a. C., Mecenas perdió terreno gradualmente” (Syme: 499). 22 podemos comprobar42, por ejemplo, al repasar que, en el libro cuarto de las Odas, publicado en el año 13 a. C., no hay ningún poema dedicado a Mecenas43 y, en cambio, hay muchos dedicados a Augusto44. Son muchos los vínculos que podemos establecer entre las distintas odas de los cuatro libros. En esta tesina, si bien trataremos de tener una mirada abarcadora, nos centraremos en el análisis de las llamadas “Odas romanas” y, en particular, en el estudio de la primera de ellas. 2.2. Las “Odas romanas” En el siglo XIX, Plüss agrupó y llamó “Odas romanas” a las seis primeras del libro tercero, pues notó muchas similitudes entre ellas. Podemos decir que esto ya había sido advertido por Porfirión, quien creía, aunque erróneamente, que las seis formaban un único poema. Así resume Fraenkel sus características principales: “These six odes are bound together by their common metre45, their solemn style, by the fact that none of them is addressed to an individual, by the affinity of their main themes, and by the central position which Augustus and his rule occupy in them” (260). En el libro 1, aparecen varias odas cuyo tema central es la política, pero en el libro 2, no. Recordemos lo que le dice Horacio a su Musa en el final de la Oda 2, 146, luego de haber relatado hechos recientes de la historia de Roma: Sed ne relictis, Musa procax, iocis / Ceae retractes munera Neniae, / mecum Dionaeo sub antro / quaere 42 Por su parte, Tarrant es más cauteloso y, si bien reconoce que en el libro cuarto de las Odas prácticamente no se menciona a Mecenas, señala que eso no significa que la relación con el princeps fuera mala, y que, en el caso de que lo fuera, es difícil conocer el verdadero motivo: “This diminished position is often explained as the consequence of Maecenas’s having lost favor with Augustus, and his fall is in turn accounted for by his having divulged confidential information, but the facts are murky, and much tells against any such hypothesis. The reference to Maecenas’s birthday in Odes 4.11 has all the warmth of earlier times: Horace regards the day as almost more sacred than his own dies natalis (17–18)” (4). 43 Solamente se lo menciona en la Oda 4, 11. 13-20: “The prominent place Maecenas occupies in so much of Horace’s poetry makes his near disappearance in the last collections especially striking. The fourth book of Odes contains no poem addressed to him, only a mention of his birthday, which Horace proposes to celebrate in the company of a woman named Phyllis” (Tarrant: 4). 44 Las Odas 5, 14 y 15 y, además, recordemos la Epístola a Augusto y el Canto secular del 17 a. C. Tarrant opina que este hecho, más que deberse a un posible distanciamiento entre Horacio y Mecenas, se debió a un acercamiento cada vez mayor de aquél hacia Augusto: “Rather than inferring coolness toward Maecenas, it is more plausible to think of Horace as growing closer to Augustus” (4). 45 A manera de anticipo, las Odas 13, 14, 15, 19 y 20 del libro segundo estaban escritas en esta misma estrofa, como así también las Odas 16, 17, 34 y 35 del libro primero. 46 En la Oda 2, 12 volverá a hacer una recusatio, ya que su cítara no se aviene a los asuntos épicos. Lo mismo ocurre en la Oda 1, 6, y también en la Sátira 2, 1 y en la Epístola a Augusto.23 modos leviore plectro (37-40) (“Pero, ya abandonadas las bromas, no emprendas de nuevo, oh, Musa procaz, las tareas del triste canto de Ceos; conmigo busca bajo el antro de Díone ritmos con un plectro más ligero”). Por este motivo, el tema político no aparecerá en el libro 2, sino recién en el libro 3, particularmente en el conjunto de las “Odas romanas”. Algunos autores47 han cuestionado especialmente la inclusión en ese grupo de la Oda 3, 1, ya que consideran que, a diferencia de las otras cinco, allí no aparece el tema político. En los próximos capítulos nos detendremos específicamente en el análisis de esta oda y en la discusión acerca de su inclusión o no en el grupo. Por el momento, queremos subrayar lo siguiente. Reconocemos que, como han señalado los críticos citados, el tema político no aparece de manera explícita. Uno de los motivos que consideramos válido para explicar este hecho es lo mencionado en el párrafo anterior, es decir, que Horacio no trataba este tema desde la Oda 2, 1, de manera que, si hubiera comenzado el libro tercero de ese modo, habría resultado muy brusco; por esta razón, creemos que la Oda 3, 1 funciona como un poema de transición e introduce de manera sutil el nuevo tema que será desarrollado largamente en las odas siguientes. Sin embargo, si bien el tema político no aparece de manera explícita, consideramos que hace su aparición de otras formas48. Por ejemplo, con la mención del mito de Júpiter y los Gigantes. Nuestra interpretación será que ese pasaje funciona como una alegoría de la batalla entre Augusto y Antonio. Luego, el tema que se destaca en esta oda es el de la ética, ya que Horacio cuestiona el modo de vida de las personas que solo viven interesadas por las riquezas y, por otro lado, se presenta a él mismo como un ejemplo a seguir49, pues vive retirado de todas esas preocupaciones en su valle sabino. Algunos autores han postulado que la Oda 3, 1 no merece ser incluida en el grupo porque es apolítica, y que mejor sería incluirla en otro grupo como “poema ético” (Mader: 24) en el que Horacio propone a los jóvenes un modelo de hombre para la nueva Roma. A esto queremos responder con las siguientes palabras de West (2002), para justificar que esta oda sí es política y que merece formar parte del conjunto: “In 47 Por ejemplo, Mader (1987). 48 Como anunciamos, este capítulo es solamente una introducción; en los siguientes, nos detendremos y desarrollaremos más detalladamente estos comentarios sobre la Oda 3, 1. 49 “La Oda 3, 1 es un poema político-histórico en la medida en que diseña una manera de vivir en comunidad que continúa, con variaciones temáticas, en las siguientes Odas romanas, redefiniendo, como veremos, el sentido del motivo de la pobreza en el poemario: mientras la 2 y la 5 ponen el acento en el valor militar, la 3 y la 4 se centran en la justicia y la mesura (la 6 retomaría la primera)” (Martínez Astorino 2020: 118). 24 Roman thinking generally, and certainly in Augustan ideology, ethics and politics were inseparable” (19). 2.3. La postura de Santirocco Con respecto al vínculo entre las seis odas, Santirocco (1986) ha destacado que no consiste simplemente en el tema político, sino en la existencia de una tensión entre lo público y lo privado, que se dará entre las seis del conjunto, y que se continuará en las odas siguientes del libro 3. Además de ser una característica de Alceo, quien es considerado por Horacio como su modelo en la Oda 1, 32, pues él pudo armonizar ambas voces, esa tensión, en parte, fue característica también de la literatura augustea. No de Tibulo, ya que él nunca menciona a Augusto, ni de Propercio, quien se jacta de su falta de simpatía hacia el nuevo régimen, ni de Ovidio, cuyo ingenio siempre parece estar dirigido contra la familia imperial (Santirocco: 110). Pero sí, por ejemplo, de Virgilio. Santirocco ha presentado algunos esquemas posibles para relacionarlas: 1 2 3 4 5 6 El anillo está enmarcado por los males que aquejan como plagas a la sociedad. En la 3, 1, son la riqueza y la ambición; en la 3, 6, la licencia sexual. En cuanto a la numerología, ambas tienen 48 versos. En el segundo anillo, 3, 2 y 3, 5, se destacan la virtud militar y la referencia al persistente problema parto. 3, 3 y 3, 4, que ocupan la posición central, además de ser las más extensas y pindáricas, tratan los temas complementarios de justicia y piedad. Otro esquema es posible: 1 2 3 4 5 6 25 En primer lugar, hay que decir que este esquema se debe a que Santirocco previamente realiza otro agrupamiento, que consiste en calificar a las Odas 1, 2 y 3 como romanas y a 4, 5 y 6 como augusteas. Luego, presenta este esquema y señala que 1 y 4 tienen en común el hecho de marcar un comienzo: la 1 con el motivo calimaqueo de rechazar al vulgo y la 4 marca un nuevo comienzo con la invocación a la Musa; ambas invocan a las Musas, tienen un tono religioso, aparece el elemento personal, hay carencia de ambición del poeta, aparecen el valle sabino y la gigantomaquia. 3, 2 y 3, 5 nuevamente van juntas. Con respecto a 3, 3 y 3, 6, opina que se relacionan en el sentido de que marcan una contraposición: 3, 3 es positiva por la bendición de Juno a Roma; 3, 6, en cambio, es negativa porque Horacio presenta una visión desesperada del presente de Roma y del estado futuro50. Finalmente, propone este esquema: 1 - 2 3 4 5 6 La 1 funciona como introducción; 2 y 6 son poemas éticos; 3 y 5 son míticos; y 4 es un poema místico. En resumen, al menos tres esquemas son posibles para las “Odas romanas”, y cada una, además, tiene paralelos con las Geórgicas de Virgilio (particularmente, las Odas 1 y 6 con la segunda Geórgica). 50 Para West (2002), por el contrario, la Oda 3, 6 no es pesimista, sino que funciona como un soporte de las reformas augusteas, y el final de la Oda debe entenderse como una condición que el poeta le pone al pueblo, advirtiéndole que si no respeta las leyes todo terminará mal para Roma: “The last stanza of the ode would then contain an implied condition. ́ (If we do not accept a reform of sexual behaviour supported by marriage laws) the degeneration of the Roman state (and consequent disasters) will continue.´ Horace here avoids such explicit preaching, confident that his message will be understood. Augustus understood. Five years after these poems appeared, a committee he chaired appointed Horace to write the Secular Hymn for the celebration of the Augustan age with emphasis on the reform of the marriage laws (Carmen Saeculare 5-8, 13-20, 42, 47-8, 57). That appointment would not have been made if Augustus had believed that the last stanza of the last Roman Ode contradicted the case in favour of the laws as Horace had presented it in the first eleven” (71). Por su parte, Fenik (1962) recuerda que, según Kosch, Horacio tenía confianza en Augusto, y su mirada pesimista era más bien hacia el pueblo, de quien él esperaba, tarde o temprano, la vuelta a la decadencia, a menos que siguiera las propuestas del princeps: “Koch argued that Horace was presenting an evenly balanced picture of two sides of Rome's situation in terms of two sharply separated attitudes existing in his own mind. Horace had great, even blind (´irrational´ is Koch's word), confidence in Augustus, and at the same time a ŕealistic' awareness of the natural and inevitable tendency to degeneration in the populace itself. Horace implies, however, that if the citizenry follow and obey Augustus, they can be saved” (88). 26 Otros autores como Mommsen y Domaszewski han postulado que las “Odas romanas”son un homenaje a Augusto, quien había sido coronado previamente a su composición. Por ejemplo, en 3, 3. 11 y en 3, 5. 3, se menciona explícitamente al emperador, y en todas aparecen las ideas y programas asociados a él. Santirocco, en parte, concuerda con ellos, pero sostiene que sus interpretaciones son reduccionistas. Para él, un poeta hace algo más que un historiador (115). Afirma que es un error buscar un único tema o esquema en las “Odas romanas”, ya que no son algo estático, sino dinámico, particularmente en lo que se refiere a la relación entre la deidad del princeps y la impiedad de la gente: At the heart of the cycle there is no static pattern or conceptual abstraction but rather a dynamic tension. This is perhaps best described in terms of an analogy with the drama: against the backdrop of virtue, Horace plays out the melancholic counterpoint between the godhead of Augustus and the godlessness of his people (116). Para explicar cómo es este pasaje dinámico de una oda a otra, Santirocco hace mención de las “gliding transitions”. Por ejemplo, divitias operosiores de 3, 1, en donde se rechaza la riqueza, contrasta con el comienzo de 3, 2, angustam… pauperiem, en donde se abraza la pobreza. 3, 2 termina con el criminal y 3, 3 empieza con el varón justo. Al ver todas estas semejanzas y conexiones, se comprende el error de Porfirión al creer que eran un único poema. Por último, Santirocco explica que también existen transiciones y conexiones entre las “Odas romanas” y las otras del libro 3. Destaca a la 3, 7, pues es la que crea una transición con lo que sigue luego del ciclo. Ya no aparece el tono serio y público de las “Odas romanas”, sino un tono más ligero, y se habla de historias privadas; sin embargo, la idea anterior de continuar con el estándar moral se mantiene. 2.4. La postura de Fraenkel Por otro lado, Fraenkel, autor anterior a Santirocco, no había visto una relación tan estrecha entre las odas, como si una le estuviera respondiendo a la otra, sino todo lo contrario, ya que él postulaba la independencia de cada una, con su propio comienzo y fin51. Esta idea la aplica tanto a las “Odas romanas” como a todos los poemas de los cuatro libros de las Odas. Por ejemplo, al analizar la Oda 1, 16, cuestiona a los 51 Otro autor con una idea similar es Gordon Williams (1965), quien estudia las Odas individualmente y considera que organizarlas es “a waste of time” (23). 27 comentaristas que dicen que allí hay que resolver el enigma del nombre de la muchacha a la que Horacio le pide disculpas en su palinodia. Ellos proponen que la respuesta sería la Tíndaris de la Oda 1, 17. A lo que Fraenkel contesta lo siguiente: The reader who forgets that every Horatian ode is self-contained is in danger of being lured into a quagmire by any will-o´-the-wisp… More than one attentive reader must have seen that Horace´s odes are complete in themselves and consequently never rely on any additional information, whether a superscription (ad Tyndaridem and the like) or a gloss or anything else… Everything that Horace wants to convey to his reader is put into the text of the poems (208). Y en una nota al pie aclara lo siguiente: “This principle is valide even in the extreme-and unique- case of several odes making up a cycle (iii. 1-6)”. De manera que Fraenkel, si bien proclama que cada oda es autónoma, reconoce que las “Odas romanas” forman un ciclo y se pueden establecer vínculos entre ellas. Destaca, por ejemplo, el cruce que realiza Horacio entre los mitos griegos y la historia romana52. En la 3, 1 se ve claramente esta estructura al mencionarse la gigantomaquia, que representaría a aquellos que desean ir más allá de lo permitido y nunca se conforman con lo que tienen, como los personajes de la vida romana que presentará en las estrofas siguientes. Este cruce luego será desplegado en las Odas 3, 3 y 3, 5. Su estructura es la misma ya que en ambas hay un discurso53 que ocupa una posición central, el de Juno y el de Régulo, respectivamente. Pero a Fraenkel le interesa destacar que, pese a esta similitud, se diferencian en que una gira en torno a un mito griego y la otra, a un hecho de la historia 52 No solo sucede en las “Odas romanas”, sino también en otros poemas como en la Oda 4, 7, en la que, por el lado romano, aparecen Eneas, Tulo y Anco y, por el lado griego, Hipólito y Pirítoo. 53 En otros poemas de Horacio también aparece esta estructura conformada por una narración, en general, breve, y un largo discurso que ocupa una posición central. Por ejemplo, en la Oda 1, 7, encontramos el elogio de Tíbur por sobre el de las ciudades griegas y luego se introduce el discurso de Teucro, quien, a pesar de haber sido desterrado de Salamina por su padre Telamón y de estar obligado a buscar nuevas tierras, alienta a sus compañeros a disfrutar de los últimos momentos en la patria bebiendo vino. También se estructuran de este modo el Epodo 13 con el discurso del Centauro Quirón a su alumno Aquiles, a quien le aconseja que, como no regresará de Troya, lo mejor es que aproveche a aliviar las penas con el vino y el canto; y las Odas 1, 15 con el discurso de Nereo a Paris acerca de las desgracias que para él y su patria traerá el rapto de Helena; la 3, 11 con el discurso de Hipermestra, la única de las cincuenta Danaides que no mató a su marido en la noche de bodas; y la 3, 27, primero, con el discurso de Europa lamentándose por haber abandonado a su padre Agenor al ser raptada por Júpiter transformado en toro y, finalmente, con el discurso de Venus, quien, como un deus ex machina (Fraenkel: 194), aparece para consolarla. Según Fraenkel, esta estructura posee reminiscencias de Píndaro y Baquílides (269). 28 de Roma, y ambas enmarcan a la que para el autor es la oda central del conjunto, la Oda 3, 4: … in both the centre of interest lies in the weighty speeches. Both are concerned with momentous decisions in Rome´s life. The setting, however, is different. In the third ode Juno´s address to the assembly of the Olympian gods carries on the Homeric tradition as modified by Ennius, in the fifth ode the narrative purports to be an account of a famous event of the First Punic War. Taken together, the two scenes show the streams of Greek myth and of Roman history flowing into a common bed. The paralelism in the structure of Odes iii. 3 and iii. 5 has the effect that these two poems appear as a frame in which Horace has set the principal piece of his cycle, iii. 4, Descende caelo (267). Consideramos acertada la propuesta de Fraenkel de tomar a cada oda de manera autónoma y no esperar resolver los posibles enigmas que se presenten yendo de una a otra. Sin embargo, vemos que este autor, al igual que Santirocco, termina reconociendo los vínculos que existen entre esos poemas, si bien se limita a reconocerlos únicamente en el ciclo de las “Odas romanas”. También es importante tener en cuenta la métrica, cuyo empleo es deliberado en las 88 odas de los tres libros. 2.5. La postura de Witke Finalmente, creemos que la postura de un autor como Witke (1983) resulta superadora. No solamente se interesa en vincular las seis “Odas romanas” entre sí, sino que se detiene especialmente en cómo ese grupo está enmarcado en otro mayor. En su hipótesis destaca sobre todo las Odas 1, 34; 1, 35; 2, 19; 2, 20; 3, 24 y 3, 25, y afirma que, si bien es importante estudiar las particularidades que pueda tener cada una, lo principal es considerarlas como parte de un programa artístico: “… it seems essential to have a full-scale discussion in order to form a basis for judging Horace´s artistic program for the Roman Odes as a whole before embarking on detailed interpretation of each ode” (7). Según él, el gran tema del conjunto 3, 1-6 esla política, que ya se había desarrollado en el libro primero en las Odas 2, 12, 14, 35 y 37. Luego, 2, 1 comienza con el mismo tema y hace suponer que abarcará gran parte de ese libro. Sin embargo, como habíamos mencionado anteriormente, al final de esa oda el poeta le dice a su Musa que lo mejor será tratar otras cuestiones menos elevadas. En 2, 20, uno de los poemas públicos, se refiere a sí mismo como un poeta biforme (biformis… vates, 2-3). Witke cree que esa doble forma tiene que ver con la tensión entre lo público y lo 29 privado, con el cruce de poemas con temas políticos y de otros con asuntos personales54. Por este motivo, el autor agrupa las Odas 2, 19 y 2, 20 como representantes de esa tensión, ya que el primero es un poema privado y el segundo, como anunciamos, público; éste, además, funciona como epílogo del libro segundo y como prólogo de las “Odas romanas”. Por último, agregamos que ambas odas están escritas en estrofas alcaicas, que luego caracterizarán al conjunto en cuestión. La afirmación del párrafo anterior de que 2, 20 funciona como prólogo de las “Odas romanas” tal vez resulte extraña para aquéllos que leen ese ciclo de poemas de manera cerrada y consideran que el prólogo es, por ejemplo, toda la Oda 3, 1 o, más bien, los primeros cuatro versos de ese poema. Pero Witke sostiene que ese conjunto está enmarcado en otro mayor por odas que lo anuncian. No solo menciona la Oda 2, 20, sino, también, las Odas 1, 35 y 3, 24, cuyas fechas de composición son muy tempranas: la primera sería del 26 a. C. y la segunda, del 28 o 27. La Oda 1, 35, al igual que las “Odas romanas”, está escrita en estrofas alcaicas, trata un tema público, menciona a Augusto (v. 29) y utiliza palabras que luego aparecerán en las “Odas romanas”, como por ejemplo Necessitas (17), vulgus infidum y iuventus (36). Por su parte, la Oda 3, 24 también está en estrofas alcaicas y es un poema público en el que se profundizan temas muy importantes tratados en 3, 1-6, como la codicia y la lujuria, presentadas especialmente en 3, 1, y la desmoralización sexual, tema central de la Oda 3, 6; nuevamente, es mencionada la Necessitas (6) y se alude a Augusto al preguntarse el poeta quién será el encargado de salvar al pueblo de esos males (25-30); por último, destacamos que, al igual que en las “Odas romanas”, el poeta se presenta como acompañante de ese salvador y, por tanto, es partícipe de la moralización de la sociedad, sobre todo de la juventud55: eradenda cupidinis / pravi sunt elementa et tenerae nimis / mentes asperioribus / formandae studiis (Carm. 3, 24. 51-54) (“Han de ser borrados los elementos del perverso deseo y las mentes delicadas en exceso han de ser formadas con afanes más severos”). A priori, puede resultar extraño que Witke afirme que la Oda 3, 24 anuncia al conjunto de 3, 1-6, pues estas aparecen antes que aquella. Por un lado, como ya señalamos, él recuerda que la fecha de composición de la 3, 24 fue anterior a todas las demás; por otro lado, justifica su hipótesis al explicar que las “Odas romanas” están 54 “Horacio es poeta de múltiples facetas” (Buisel 1998: 20). 55 Sobre los destinatarios de la Oda 3, 1, Witke comenta: “It is the young to whom the poet speaks, those capable of implementing the vision which he mediates” (19). 30 enmarcadas por otras odas, es decir, que no solo las que aparecen antes las anticipan, sino que las que aparecen luego también lo hacen. Además, señala la cuestión numerológica, tan analizada en obras antiguas como las Églogas de Virgilio, pues desde la Oda 1, 35, que iniciaría ese marco, hasta llegar a la primera “Oda romana”, hay veintitrés odas, la misma cantidad que hay desde la 3, 1 hasta la 3, 24. Por último, Witke suma a este marco a la 1, 34 y a la 3, 25, ya que con ellas se estaría señalando nuevamente la tensión entre lo público y lo privado, pues la 1, 34, en la que Horacio presenta su inconstancia en el culto de los dioses, es considerada una oda de tema privado (1, 35, recordemos, público) y la 3, 25, en la que abandona el escepticismo de la 1, 34 y se entrega al dios Baco, también es considerada una oda de tema privado (3, 24, público). La propuesta de Witke nos resulta sumamente interesante, pues al destacar este programa artístico de Horacio, que no solo se limita a las Odas 3, 1-6, sino que abarca muchas más, nos permite formular la hipótesis de que este poeta fue un constructor56, no de edificios ni de esculturas (si bien Witke señala cómo fue influenciado por la arquitectura), sino de un monumento mucho mayor como lo es su poesía57: Although the chief concern of the present study is to present ways of competently reading the Roman Odes, nevertheless this examination of their frame, rather like a study of the sculpture of the Vestals and sacrificial animal son the wings of the Ara Pacis Augustae, its lex arae, seeks to establish a general context for the leading features and functions of the central monument itself (18). 56 Pasquali (1966) también alude a esta idea cuando compara el conjunto de las “Odas romanas” con un edificio, y lo diferencia, a la vez, de la estructura simple que tenían las elegías: “Chi potrà credere che l´antica elegia, così semplice nelle sue forme, presentasse già edifici tanto complicati?” (653). 57 Lo mismo señala West (2002) en su comentario de la Oda 3, 30: “Horace may be hinting at the difference between his own monument and tombs being built for some contemporary Romans” (262). 31 Capítulo 3 Comentario de la Oda 3, 1 Analizaremos la Oda 3, 1 de Horacio partiendo de la hipótesis de que presenta, aparentemente, dos dificultades para ser considerada parte del conjunto de las “Odas romanas”. La primera consiste en que esta oda, que abre el ciclo, parece separada de las otras cinco58, ya que en ella no es explícito el tema histórico-político. La segunda dificultad reside, particularmente, en la primera estrofa, pues, paradójicamente, esta sí es vista como cercana al resto de las otras cinco odas, pero a la vez se ve separada de las demás estrofas de la Oda 1. Así resume Cremona (1982) toda esta discusión: A differenza delle altre cinque odi, con le quali è congiunta a formare un ciclo, essa pare tutta concentrata nell´esperienza etica personale del poeta, come ribadisce l´ultima strofe (cur ualle permutem Sabina / diuitias operosiores?), al punto che è stata avanzata l´ipotesi che solo in un secondo momento la nostra ode sia stata messa in relazione con le altre del ciclo e a questo fine abbia subito un ampliamente con l´aggiunta dei primi quattro o addirittura del primi otto versi, in funzione di proemio (180). A continuación, se estudiará la unidad que consideramos presente tanto en virtud de la relación entre la Oda 1 y las otras “Odas romanas” como también de la relación entre la primera estrofa y el resto de las estrofas de la Oda 1. Sin embargo, antes de comenzar con el comentario, presentamos el texto de la oda en latín y nuestra traducción. 3.1. Texto de la Oda 3, 1 en latín59 y traducción60 Odi profanum vulgus et arceo; favete linguis: carmina non prius audita Musarum sacerdos virginibus puerisque canto. regum timendorum in proprios greges, 5 reges in ipsos imperium est Iovis, clari Giganteo triumpho, cuncta supercilio moventis. Desdeño al vulgo profano y de él me aparto. Haced silencio: cantos nunca antes oídos, como sacerdote de las Musas, para las doncellas y para los muchachos canto. El imperio de los reyes temibles está sobre sus propios rebaños; sobre esos mismos reyes está el imperio de Júpiter, famoso por su triunfo contra los Gigantes, moviendo todo con su ceño.
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