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Chloe Morgan - Dating Dr. Wright

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Dating DR. WRIGHT 
CHLOE MORGAN 
 
 
 
 
 
 
 
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La presente traducción ha sido llevada a cabo sin ánimos de lucro, con 
el único fin de propiciar la lectura de aquellas obras cuya lengua madre 
es el inglés, y no son traducidos de manera oficial al español. 
El staff de LG apoya a los escritores en su trabajo, incentivando la 
compra de libros originales si estos llegan a tu país. 
Todos los personajes y situaciones recreados pertenecen al autor. 
Queda totalmente prohibida la comercialización del presente documento. 
¡DISFRUTA DE LA LECTURA! 
 
 
 
4 
Staff: 
 
 
MODERADORA DE TRADUCCIÓN: 
Flor 
 
 
TRADUCTORAS: 
Flor 
Jabes 
Myr62 
ZombieQueen 
Anothergirl 
 
 
MODERADORA DE CORRECCIÓN: 
Lelu 
 
 
LECTURA FINAL Y DISEÑO: 
ZombieQueen 
 
 
 
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Índice 
 
STAFF 
SINOPSIS 
CAPÍTULO 1 
CAPÍTULO 2 
CAPÍTULO 3 
CAPÍTULO 4 
CAPÍTULO 5 
CAPÍTULO 6 
CAPÍTULO 7 
CAPÍTULO 8 
CAPÍTULO 9 
CAPÍTULO 10 
CAPÍTULO 11 
CAPÍTULO 12 
CAPÍTULO 13 
CAPÍTULO 14 
CAPÍTULO 15 
CAPÍTULO 16 
CAPÍTULO 17 
CAPÍTULO 18 
CAPÍTULO 19 
EPÍLOGO 
SOBRE LA AUTORA 
 
 
 
 
 
6 
Sinopsis 
Soy un tomador de riesgos. Siempre. Todos los días. 
Mis pacientes merecen mi audacia y más. 
Sin embargo, no me arriesgo a encontrar el amor. No hay tiempo 
para algo tan trivial. 
Pero una noche de pasión sin ataduras con una bella desconocida 
cambia eso. 
Ella es todo lo que un hombre como yo necesita, pero hay un 
problema. 
Ella está fuera de los límites. 
No puedo alejarme de ella, incluso después de descubrir que es 
residente de mi hospital. 
Y yo soy su mentor. 
Ser atrapado nos destruiría a los dos. 
Oh bien. Que se jodan las reglas. 
 
 
 
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Capítulo 1 
Traducido por Flor 
Corregido por Lelu 
 Trevor 
Tragué mi bebida, ya aburrido con esta maldita recaudación de 
fondos. La recaudación de fondos anual de San José era fácilmente la 
mayor función del año. Y cada año, me enfadaba más y más. Estaba 
cansado de los elegantes salones de baile y los esmóquines a medida, 
los zapatos lustrados y los brillantes diamantes alrededor del cuello de 
personas ricas. Se llevaba a cabo en el mismo hotel del centro todos los 
años y contaba con la misma multitud de médicos y filántropos que 
mantenían el hospital próspero. Tenía que hablar con la gente. Agitar 
sus manos. Actualizarlos sobre nuestro programa de residencia, ya que 
ahora lo encabezaba. La gente quería tocar y pinchar mi mente. 
Querían hablar sobre todos los pacientes que traté y curé, 
especialmente los que fueron noticia nacional. 
Claro, me había hecho un nombre en el mundo médico. Pero eso 
no significaba que la gente rica tuviera que renunciar a las leyes de 
confidencialidad médico—paciente. 
Me dije a mí mismo que este año no iría. Me dije que le diría a la 
gente que tenía demasiado trabajo por hacer. Especialmente porque era 
el nuevo jefe del programa de residencia en el hospital. Pero Amos, el 
jefe de personal del hospital, me convenció para que viniera. Bueno, 
más bien me preparó para venir. Seguía recordándome cuánto 
disfrutaban los donantes de codearse con los principales médicos del 
hospital. Especialmente el pez gordo que siempre estaba en las noticias, 
dando entrevistas, y cosas así. 
 
 
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Prácticamente rodé los ojos al hombre cuando acepté asistir a la 
función. Pero ahora, después de numerosas conversaciones y 
demasiadas bebidas, estaba considerando marcharme temprano. 
Hasta que ella entró. 
Nunca la había visto antes. No tenía idea de quién demonios era. 
Pero en el momento en que entró al salón de baile, todo lo demás se 
desvaneció. Su cabello rubio le caía por la espalda en suaves rizos, y 
sus helados ojos azules capturaron los míos en un instante. Ella me 
sonrió suavemente, y sus mejillas de color manzana enrojecieron del 
color de su vestido rojo carmesí. Era sin tirantes, mostrando su 
prominente pecho, y caía en la suave inmersión de su cintura. Su 
cuerpo floreció debajo de esa tela, con curvas que me dejaron con la 
boca seca después de cuatro tragos. Tenía una hinchazón en las 
caderas que me hizo estremecer las yemas de los dedos. 
Así como la punta de mi polla. 
Finalmente, este evento estaba a punto de volverse agradable. 
Dejé mi vaso de cristal vacío y alisé mis manos sobre mi chaqueta 
de esmoquin. Me dirigí directamente hacia ella, sosteniendo su mirada 
con la mía. La vi reír. Esos suaves sonidos cayeron sobre mis oídos 
cuanto más me acercaba. Me detuve el tiempo suficiente para tomar 
dos copas de champán de una bandeja, pero ni una sola vez dejé que 
alguien me detuviera. 
No importa cuántas personas me agarraron de los brazos para 
hablar conmigo. 
Me preguntaba si era una mujer de la alta sociedad, nueva en la 
escena en Chicago. 
Su hermoso vestido me hizo preguntármelo. Los pendientes 
brillantes que colgaban de sus orejas me convencieron que lo era. ¿Por 
 
 
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qué si no estaría aquí? Lista para gastar el dinero de papá que heredó. 
Bueno, no había una mejor causa, en mi opinión. El St. Joseph’s 
Hospital realizaba el trabajo más reconocido del país en investigación y 
diagnóstico de cáncer para niños. Y los riesgos que tomé siempre les 
salvaron la vida. Siempre. Esos niños eran la única razón por la que 
podía soportar eventos como este. Sus vidas eran la única razón por la 
que me atrevía a llegar a funciones como esta. 
Pero ahora, mi mente estaba en otra parte. Porque habían pasado 
meses desde que me permití una conexión casual. 
El trabajo siempre se interponía en cosas como estas. 
—Tu vestido hace juego con tus mejillas, ya sabes —le dije. 
Le entregué la copa de champán cuando una sonrisa cruzó su 
rostro suave. 
—Tengo que decir que no he escuchado esa línea antes —dijo. 
—Tal vez no has encontrado a un hombre que te haga sonrojar 
tanto. Sin embargo, me siento honrado de tener el título —le dije, 
sonriendo. 
—¿Qué te hace pensar que mis mejillas no siempre están tan 
sonrojadas? 
—Si lo fueran, te diría que busques un médico. Porque eso no es 
normal. Entonces, bien podrías admitirme la verdad ahora. Es posible 
que necesites un chequeo, de lo contrario. 
—¿Y quién me haría este chequeo? 
Sonreí hambrientamente mientras acercaba mi copa de champán 
a mis labios, bebiendo la bebida lujosa. 
 
 
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—¿Qué te trae a un evento como este? —pregunté desviando su 
pregunta. 
Le tomó un segundo responderme porque sus ojos seguían 
corriendo por la habitación. Sus ojos se movieron hacia los candelabros, 
y tarareó suavemente sobre el sabor del champán. Miró alrededor de la 
habitación a las personas antes que sus ojos volvieran a mí. La estudié 
y la acogí, observando sus reacciones. Ella estaba un poco asustada. 
Cada vez que alguien la pasaba, ella saltaba suavemente, esas curvas 
se agitaban para mi placer visual. El toque de inocencia en su piel clara 
y sus mejillas sonrojadas me hicieron desearla más. 
Entonces, me di cuenta. 
—Es tu primer evento, ¿no? —pregunté. 
Ella se rió. 
—¿Es obvio? 
Me encogí de hombros. 
—He estado en muchos de ellos. Sé cómo es estar cómodo en este 
ambiente. 
Ella se rió de nuevo y el sonido se precipitó sobre mí. Tan suave. 
Muy liviano. Tan sin aliento. 
Me dejó igual. 
—¿Qué sucede en funciones como esta? —curioseó. 
Me acerqué a su lado, mirando la habitación como si fuera ella. 
—Bueno, hay un poco de fricción codo a codo. Un montón de 
cumplidos innecesarios. Algunos discursos oportunos que se utilizan 
para absorber un poco de gloria. Hay muchas manos temblorosas y 
 
 
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palmaditas en la espalda. Las personas que actúan como si se 
conocieran cuando realmente no lo hacen —dije. 
—Parece que has estado en muchos de estos —dijo. 
—Casi todos los años. 
Ella me miró con esos brillantes ojos azules, y mi corazón se 
estrelló contra mi pecho. 
—Sin embargo, la multitud es prácticamente la misma. Tienes tus 
donantesricos, que son fáciles de detectar. Ellos son los que gotean con 
gemas y diamantes. Tienes los médicos que no tienen otra opción, y 
ellos son los que recubren las paredes, con la esperanza de volver a 
casa pronto. Aquí tienes a la gente a la que le gusta pagar por el pollo 
gomoso como su única contribución al hospital, por lo que se siente 
como la alta sociedad. Puedes decir quiénes son esas personas que se 
sientan en sus mesas bebiendo agua en lugar de tomar bebidas con 
alcohol —dije. 
—Porque gastaron su dinero en el plato de comida —dijo. 
—Ahora te estás dando cuenta. 
Ella sonrió antes d que esos gruesos labios suyos se envolvieran 
alrededor del borde de su copa de champán. No podía quitar los ojos del 
movimiento. 
—¿A qué categoría perteneces? —preguntó. 
Sus ojos se posaron en los míos, y me detuve. ¿Debía decirle la 
verdad? 
No. No quería que la tontería grandilocuente de esta función se 
interpusiera entre esta conexión que sentía con ella. 
—¿Importa cuando me has hecho querer quedarme? —pregunté. 
 
 
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Ella me sonrió antes que termináramos nuestras bebidas. Le 
arranqué la copa de la punta de los dedos y los puse en una bandeja 
que pasaba detrás de nosotros. La banda comenzó a tocar su música, y 
tomé su mano, llevándola a la pista de baile. 
—Realmente no soy una gran bailarina —dijo suavemente. 
—Nunca hay un mejor momento para aprender que el presente —
dije. 
No estaba aceptando un no por respuesta. Mientras la hacía girar 
con mi cuerpo, su risa llenó el espacio entre nosotros. Ella encajaba 
perfectamente en mis brazos. Sus curvas se ajustaban perfectamente a 
mi cuerpo de una manera que nunca había experimentado con otra 
mujer. Y mientras tropezaba con sus tacones, la abracé contra mí. Usé 
sus problemas de equilibrio como una excusa para aferrarme a ella, 
para moldearla contra mi cuerpo. 
Quería impresionar a esta mujer. 
De esa manera ella no querría dejar mi abrazo. 
 
 
 
 
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Capítulo 2 
Traducido por Jabes 
Corregido por Lelu 
Alex 
Nunca me había sentido más como un pez fuera del agua que 
cuando entré en ese salón de baile. Pero cuando este guapo extraño se 
me acercó, me sentí un poco más a gusto. Me habían invitado a esta 
recaudación de fondos como una de las nuevas clases de médicos 
graduados que hacen mi residencia en St. Joseph’s. Me dijeron que se 
vería bien para mi primer día si asistía a la función anual. Solo estuve 
de acuerdo en ir porque Danielle seguía molestándome al respecto. 
Habíamos hecho juntas la escuela de medicina y estábamos extasiadas 
cuando nos ubicaron a ambas en St. Joseph’s para nuestras 
residencias. Se suponía que Danielle debía estar conmigo, a mi lado 
para aliviar mi timidez y mi comportamiento inestable cuando se 
trataba de grandes multitudes. Pero su perro había masticado su par de 
tacones para esta función en el último minuto, lo que hizo que me 
dejara plantada para llevarlo al veterinario. 
Sin embargo, tendría que agradecerle por prestarme este vestido 
rojo, porque atrajo al hombre más guapo de este salón de baile. Lo que 
significaba que no estaba sola esta noche de todos modos. 
Y me sentí extrañamente consolada en su presencia. 
Cuando me hizo girar en la pista de baile, me sentí más cómoda 
con mis movimientos. Nunca había sido una bailarina, siempre pesaba 
unos kilos de más como para que la mayoría de la gente quisiera bailar 
conmigo. Sin embargo, no dejé que me afectara. Me mantuve firme en lo 
que respecta a mi confianza, aunque no alivió mi ansiedad cuando me 
 
 
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metía en grandes multitudes como ésta. Pero pensé que asistir a esta 
función me ayudaría a conocer mejor a todos los otros residentes que 
vería el lunes por la mañana. Y con suerte, mi proactividad me llevaría 
a una posición segura como médica hecha y derecha en St. Joseph’s. 
Un poquito de ventaja no dolía en esta industria. 
Sin embargo, en el momento en que entré al salón de baile, casi 
me voy. La multitud era demasiado, y muchas personas que no conocía 
me estaban tocando. Sentí que mi ritmo cardíaco se disparaba. Y que 
mi respiración se volvía inestable. Pero a medida que el apuesto 
caballero de esmoquin se me acercó, instantáneamente me sentí 
cómoda. 
A pesar de ser un extraño. 
—¿Ves? Ya estás mejorando en tus pies —dijo. 
—Supongo que tengo un buen maestro —le dije, sonriendo. 
—Quiero decir, estoy seguro que sí. Pero nunca podría bailar del 
modo que lo haces con tacones. Tienes mi respeto. 
Me reí mientras me hacía girar de nuevo, agitando mi vestido 
alrededor de mis tobillos. Me atrajo hacia su cuerpo y envolvió su fuerte 
brazo a mi alrededor, haciéndome mirarlo a los ojos. El hombre era sexy 
en su grado máximo. Cabello castaño oscuro con reflejos de miel. 
Profundos ojos verdes. Una deslumbrante sonrisa blanca y una 
mandíbula bien afeitada. Era fuerte. Podía sentir sus músculos magros 
debajo de su esmoquin. Lamí mis labios y vi sus ojos caer ante el 
movimiento, y la oscuridad que rápidamente venció su rostro erizó mis 
pezones. 
Recé para que no pudiera ver el contorno de ellos a través de mi 
vestido. 
 
 
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Cuanto más hablamos, más divertido se volvía. Sus bromas eran 
sin esfuerzo, y detrás de ese humor había una inteligencia que me 
atrajo aún más. Tenía una forma de empujar mis límites mientras me 
mantenía cerca. Como si me estuviera cubriendo con su propia sombra 
para permitirme dar los pequeños pasos que necesitaba. El primer 
límite fue aceptar un trago suyo. El segundo fue unirme a él en la pista 
de baile. El tercero fue permitirle que me enseñara algo nuevo. 
Me preguntaba qué otro tipo de límites intentaría empujar. 
—No creo haber oído tu nombre —dije. 
—Porque aún no lo preguntaste. Supongo que es porque soy un 
gran bailarín —dijo, sonriendo. 
Me reí. 
—Bueno, no hay tiempo como el presente. ¿No es eso lo que 
dijiste? 
—Lo es —dijo, volviéndome hacia él. 
Envolvió sus brazos a mi alrededor por detrás y colocó sus labios 
contra mi oreja. 
—Mi nombre es Trevor. ¿Y tú quién eres? —preguntó en voz baja. 
Mis ojos se cerraron al sentir su cálido aliento contra mi piel. 
—Alex —le dije. 
Me hizo girar y me trajo de vuelta rápidamente, envolviéndome en 
su fuerte abrazo. 
—Es maravilloso conocerte, Alex. 
—Igualmente, Trevor —le dije, sonriendo. 
 
 
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Entre mi timidez y mi deseo de tener éxito en mi carrera médica, 
las citas no eran una opción en la universidad. ¿Pero ahora? Este 
apuesto extraño que hablaba rápido, con movimientos de baile como un 
profesional se precipitó a través de mi fachada a pasos agigantados. 
Tomamos un pequeño descanso para recuperar el aliento, y me pasó 
otra copa de champán. 
—¿Un brindis por la noche? —preguntó Trevor 
—Estoy segura que ya conoces la respuesta —dije. 
Pero cuando fui a levantar mi copa, alguien empujó mi brazo, 
haciéndome derramar el champán sobre el vestido rojo que Danielle me 
prestó. 
—Mierda —siseé. 
Cerré los ojos y me mordí el labio inferior, esperando que este 
hombre guapo no me escuchara maldecir. Pero la risa que cayó de sus 
labios me dijo que sí. 
Mierda. 
—¿Sabes dónde está el baño? —pregunté. 
Lo miré y lo encontré abandonando su copa. 
—Ven conmigo. Conozco un lugar cerca donde puedes lidiar con 
esa mancha esta noche —dijo. 
Y cuando me tendió la mano, cedí a la tentación. 
Tomé su mano y me sacó del salón de baile. Serpenteamos a lo 
largo de la pared, abandonando la función por completo. Esperaba que 
saliéramos del hotel. Para entrar a su auto en algún lugar y hacer 
nuestro camino hacia una tintorería. Pero en cambio, nos dirigimos al 
 
 
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ascensor. Presionó el botón y las puertas se abrieron para nosotros. Y 
algo dentro de mí se detuvo. 
Tiró de mi brazo, pero no me moví. 
—¿Alex? —preguntó. 
Mi corazón se aferró en mi pecho. Esto era todo. Me estaba 
llevando a su habitación de hotel. Este era el movimiento, y si cedía, 
sabía lo que estaba sucediendo.Lo miré a los ojos y debe haber sentido 
mi preocupación. Tomó mi mano dentro de la suya y la frotó 
suavemente, consolándome mientras estábamos parados frente al 
elevador. 
—No tienes la obligación de hacer nada. Por lo menos, ven a 
buscar una bata que tengo en mi habitación para que pueda poner un 
poco de agua con gas en tu vestido —dijo Trevor. 
Y hubo algo en su voz que me hizo confiar en él. 
Ingresamos al ascensor y nos dirigimos a su suite. Me llevó a la 
puerta de su habitación, y entramos sin esfuerzo. Observé la extensión 
del lugar, los cómodos muebles y la alfombra gruesa y suave. Había dos 
puertas dobles que daban a un balcón con vistas a la belleza de 
Chicago. 
No salí de mi trance hasta que sentí la suavidad de la bata contra 
mi brazo. 
—Puedes cambiarte en mi habitación. Me quedaré aquí —dijo. 
Hice lo que me pidió, y cuando volví a salir, le entregué el vestido 
y vi que le ponía agua con gas. La secó suavemente mientras intentaba 
con todas mis fuerzas mantener cerrada la bata. Pero siendo una niña 
grande, cosas así siempre fueron una lucha. Sentí mi cadera 
asomándose, mis senos a punto de estallar. Observé a este guapo 
 
 
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extraño deslizarse la chaqueta de su esmoquin y la corbata para 
ponerse más cómodo. Colgó el vestido rojo sobre una silla en la sala de 
estar, con su crujiente camisa de esmoquin blanco dejando al 
descubierto el grabado de sus músculos debajo. 
—Una vez que se seque, puedes ponértelo y salir de aquí con una 
mancha mínima hasta que puedas lavar el vestido en seco —dijo Trevor. 
Cuando me miró, algo hizo clic en mi mente. Nuestros ojos se 
conectaron y mis brazos se relajaron. Sentí que la bata se abría, mi 
cuerpo desnudo se destapaba para él mientras sus ojos se deslizaban 
por mi forma expansiva. Mis senos se balancearon suavemente contra 
mi pecho, y mis muslos se calentaron cuando se lamió los labios. 
Lentamente se acercó a mí, su cuerpo se cernía sobre el mío mientras 
estiraba el cuello para mantener sus ojos a la vista. 
—Realmente no deberías provocar a un hombre así, Alex —
murmuró. 
Sus labios abarcaron los míos, y me quitó la bata de los hombros. 
Yo tampoco peleé. Había algo que tiraba de mí hacia él. Un tirón que no 
quería negar. Habían pasado años desde que experimenté algo así con 
un hombre. Y, oh, Trevor era todo hombre. Le devolví el beso, 
sintiéndolo gruñir contra mis labios. Sus manos cayeron sobre mis 
caderas, masajeándolas y alabándolas mientras me guiaba a su 
habitación. Mi trasero golpeó el borde del colchón y caí contra las 
sábanas. Se derrumbó encima de mí, su lengua no buscaba permiso 
para entrar en mi boca. 
Tiré de su camisa y saqué su cinturón de las presillas de sus 
pantalones. Se quitó los zapatos mientras besaba mi cuello, 
haciéndome jadear y haciendo que mis pezones se fruncieran. 
Podría tener una noche de pasión. Una noche de tirar todas las 
reglas por la ventana antes de comenzar mi residencia. 
 
 
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Mientras solo fuera una noche. 
 
 
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Capítulo 3 
Traducido por Jabes 
Corregido por Lelu 
Trevor 
Me quitó la ropa con dedos torpes y brazos temblorosos. Pero en 
el momento en que mi piel desnuda se conectó con la de ella, nada de 
eso importó. Sus senos cayeron contra mi pecho, y sentí esos picos 
diamantinos pinchando contra mi piel. Sus piernas se abrieron para mí, 
adormeciéndome con su aroma femenino mientras besaba su cuello. 
Enterré mi cara en su escote. Me hundí en su suavidad. Maldita sea, no 
se sentía como ninguna mujer que hubiera tenido en mi vida. Todas 
eran miembros y piernas, huesos y bordes afilados. 
Pero ¿Alex? Era suave. Acogedora. Cálida. Mojada. 
Oh, qué mojada estaba para mí. 
Subimos a la cama y gruñí contra su piel. Mordí el exceso de sus 
tetas mientras sus caderas se alzaban por mí. Los labios de su coño 
envolvieron toda mi polla, deslizándome con sus jugos mientras mis 
manos exploraban sus profundidades ocultas. La punta de mi polla se 
atrapó contra su entrada. La sentí jadear y suspirar con cada mordisco 
de mis dientes. Me levanté y mis manos cayeron sobre sus muslos. Los 
encerró a mi alrededor, su exceso amoldándose a mis bordes 
cincelados. 
Observé su rostro mientras deslizaba cada centímetro de mí en 
ella. Y, oh, el fuego que avivó mis entrañas. 
Sus ojos se volvieron hacia atrás y su piel clara se sonrojó. La 
cremosidad dio paso a un rojo carmesí que eclipsó su vestido de noche. 
 
 
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Vi sus pechos rebotar mientras embestía contra ella. Sus jugos rociaron 
mi piel mientras golpeaba contra su cuerpo. Mis manos se estrellaron 
junto a su cabeza, mi cuerpo rodó contra ella mientras trazaba sus 
dedos de arriba a abajo por la parte posterior de mis muslos. 
La piel de gallina me recorrió de la cabeza a los pies, cubriéndome 
mientras me perdía en esta hermosa mujer. 
—Sí, Trevor. Oh, Dios mío. 
Gemí por sus sonidos, la forma en que nuestros cuerpos se 
unieron. Mi polla se zambulló dentro y fuera de sus profundidades, sus 
jugos se desbordaron y corrieron por su trasero. Mis bolas golpearon 
contra su piel. Me cubrió con su marca cuando dejé algunas en su 
cuerpo. Chupé sus tetas, mordisqueé su cuello, le mordí el hombro 
mientras me alimentaba de su calor, su humedad, la forma en que me 
apretaba la polla. 
—Trevor. Sí. Me voy a correr. Me voy a correr. Trevor. ¡Trevor! ¡No 
te detengas! 
Me envolví alrededor de ella y la di vuelta, sintiéndola enterrarse 
dentro de mí profundamente. Planté mis talones en la cama y aceleré mi 
ritmo, su coño temblando alrededor de mi polla. La follé a través de su 
orgasmo, mientras gimió y gimió en mi pecho. Su coño me agarró con 
fuerza, empujándome aún más dentro de su cuerpo mientras mis bolas 
se apretaban y soltaban. 
—Alex. Joder —me ahogué. 
Y luego, sentí mi polla inundar sus paredes. 
Se derrumbó contra mí y la sostuve allí, acariciando con mis 
dedos sus suaves rizos rubios. Nos quedamos allí hasta que mi polla 
bajo, cayendo de ella con facilidad. Nuestros fluidos entremezclados 
 
 
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brotaron de entre sus piernas. Eso la hizo reír y su rostro se sonrojó de 
vergüenza. 
Pero una vez que se deslizó lejos de mi cuerpo, la noche terminó 
pronto. Y me arrepentí por no conseguir su número después que salió 
de mi habitación de hotel. 
Me quedé despierto toda la noche, pensando en ella. 
Preguntándome cuál era su apellido. Salí de mi habitación y pasé el 
resto del fin de semana con ella en mente, incapaz de concentrarme en 
mi papeleo. Me preguntaba si podría hablar con los organizadores de la 
recaudación de fondos, ver si había una lista de invitados de algún tipo. 
No tienes tiempo para una relación. 
Odiaba lo acertada que era mi mente a veces. 
No solo no tenía tiempo para una relación, sino que estaba a 
punto de comenzar a asesorar a un nuevo grupo que hacía su 
residencia en el hospital. Habría poco tiempo para respirar, y mucho 
menos para salir. Durante la temporada de residencia, llegaba al 
hospital a las seis de la mañana y nunca me iba hasta casi las ocho de 
la noche. Dos pausas para el almuerzo, pausas de quince minutos. Y eso 
era todo. Sin tiempo para cenar. Sin tiempo para citas. Sin tiempo para 
ligues. 
—Mierda —dije, gimiendo. 
Amaba lo que hacía. Pero a veces era solitario. Era fastidioso, ir a 
casa, a mi condominio y no tener a alguien allí. Los ligues casuales 
generalmente funcionaban para mí. Un cuerpo cálido para conciliar el 
sueño. Alguien con quien despertarse. Eso era suficiente. 
Generalmente. ¿Pero después de mi noche con Alex? Ya no me sentía 
demasiado casual. 
 
 
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Terminé rechazando a mi mejor amigo para nuestra tradicional 
noche de sábado porque ella era en todo lo que podía pensar. 
Pasé todo el día domingo preparándome para mis nuevos 
residentes. Y el lunes por la mañana, mi alarma sonó a las cinco. Gemí 
cuando salí de la cama, dirigiéndome a la ducha para despertarme 
rápidamente. Una ducha calientey dos tazas de café después, y me 
sentí como nuevo. 
Excepto por la dolorosa soledad en el fondo de mi mente. 
Conduje y tomé una última taza de café antes de ir al hospital. Me 
dirigí a mi oficina para obtener información sobre los nuevos residentes, 
luego me dirigí a la sala de conferencias. Bien temprano a las seis de la 
mañana. Era entonces cuando tenían que presentarse en el hospital 
durante toda la primera semana de su tiempo en St. Joseph’s. Suspiré 
mientras me dirigía hacia el frente, bajando mi café antes de soltar la 
pila de archivos que contenían información sobre mi nuevo lote de 
graduados médicos. 
Pero un jadeo suave en la pequeña multitud me llamó la atención. 
Moví mi cabeza hacia arriba y mis ojos se posaron en un familiar 
par de ojos azul hielo. Una par muy familiar. Vi esas mejillas claras 
teñirse con un tono carmesí que rivalizaba con el tono que había 
memorizado el viernes por la noche. Vi sus labios separarse en estado 
de shock, y se recostó pesadamente en su silla. Mi polla chisporroteó 
detrás de mis pantalones. Me dolían las puntas de los dedos con ese 
cosquilleo familiar. Y cuando la cara de sorpresa de Alex se enfocó 
lentamente, solo una cosa cruzó por mi mente. 
¿Cómo mierda se supone que debo mantener mis manos lejos de mi 
nueva residente? 
 
 
 
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Capítulo 4 
Traducido por Myr62 
Corregido por Lelu 
Alex 
Mi mandíbula se abrió cuando levanté la vista de mi teléfono. 
Escuché los pasos de nuestro mentor bajando por el pasillo, y 
rápidamente lo guardé en el bolsillo de mi chaqueta. La bata blanca se 
apoyaba en mis hombros, y me hizo sentirme realizada. Pero cuando 
levanté la vista y vi a Trevor parado frente a mí con nuestras carpetas, 
un jadeo salió de mis labios. 
Un jadeo que no pude evitar. 
Oh. No. 
Sus ojos verdes cayeron sobre los míos, y no tenía ni idea de qué 
hacer. No podía moverme. No podía respirar. No podía pensar con 
claridad. ¿Qué se suponía que debía hacer en esta situación? ¿Cuál era 
el protocolo? 
¿El hombre con el que me acosté el fin de semana pasado era mi 
mentor para mi residencia? 
Por dentro, me estaba volviendo loca. Sabía que tenía que fingir 
que no había pasado nada entre nosotros. Pero, maldita sea, ¡hablando 
de ponerme al día con las cosas! Mi corazón se estrelló contra mi pecho, 
y el calor se filtró por mis venas. Me sentí mareada cuando las 
imágenes de nuestro encuentro bombardearon mi mente. Las líneas de 
sus músculos. La fuerza de sus brazos. El olor a madera y roble de su 
colonia y lo llena que me hizo sentir su polla. Nuestro encuentro había 
estado en mi mente todo el fin de semana. Y ahora, estaba mirando 
 
 
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fijamente a esos ojos otra vez. A los ojos de un hombre del que me había 
arrepentido de no haber dejado mi número mientras salía corriendo de 
su habitación de hotel esa noche. 
Tiene más que mi número en ese archivo que lleva. 
Si no me enamore de él después de salir de su habitación de hotel 
esa noche, lo hice ahora. No sabía por qué en el mundo no había hecho 
clic. La recaudación de fondos del St. Joseph's Hospital. Trevor. El 
esmoquin caro. Me había visto tan envuelta en el anonimato de todo, un 
extraño y una mujer al azar reuniéndose en un momento de lujuria, 
que no había visto las señales justo delante de mí. 
Dr. Trevor Wright. 
El Dr. Trevor Wright. 
—Buenos días, chicos. Y bienvenidos al primer día de su 
residencia —dijo. 
Sus ojos se apartaron de los míos, y respiré hondo. 
—¿Qué demonios fue eso? —murmuró Danielle a mi lado. 
Pero todo lo que hice fue poner los ojos en blanco cuando Trevor 
comenzó su discurso de bienvenida. 
Fue cortante. Al grano. Trevor explicó lo afortunados que fuimos 
al recibir nuestra residencia aquí en el hospital. Dijo que nos 
presentaríamos a las seis de la mañana todos los días de esta semana. 
Luego, crearía turnos de trabajo como en cualquier hospital. La mayor 
parte de esto voló sobre mi cabeza. No podía dejar de ver sus labios 
moverse. 
No fue hasta que Danielle tiró de mi brazo y me sacó de la silla 
que me di cuenta que la reunión había terminado. 
 
 
26 
—¿Necesitas otra taza de café o algo? —preguntó. 
—Lo siento. ¿Qué ha pasado? —devolví. 
—No me digas que estás fascinada por los ojos del hombre o algo 
así. Siempre te han gustado los ojos. 
—Simplemente no me siento bien, eso es todo. 
Danielle rápidamente me hizo a un lado en el momento en que 
salimos al pasillo. 
—¿Cuáles son tus síntomas? —ella preguntó rápidamente. 
—No es tan grave —dije—. Podrías haber entrado en contacto con 
alguien en la recaudación de fondos que estaba enfermo. Y si estás 
enferma... 
—No estoy enferma. Al menos, no tan enferma. 
—Entonces, ¿qué clase de enferma eres? —preguntó. 
Miré a mí alrededor antes de acercarme más. 
—Tienes que jurar que no se lo dirás a nadie —le susurré. 
Sus ojos se abrieron de par en par. 
—Por supuesto. Ya me conoces. ¿Qué está pasando, Alex? 
Suspiré. 
—Fui a la gala y me... enganché con alguien. 
—¡¿Tu qué?! 
Puse mi mano sobre la boca de Danielle. 
—¿En serio? 
 
 
27 
—Lo siento. Lo siento. Lo siento —murmuró ella. 
Quité mi mano. 
—Y no, antes que preguntes, no estoy embarazada. Estoy en 
control de natalidad. Lo he estado por años. 
Entonces, el rostro de Danielle estalló en comprensión. 
—Oh. Mi Dios —dijo ella. 
—Tienes que callarte —dije. 
—¡Te enganchaste con…! 
Otra vez puse mi mano sobre su boca. Hasta que supe que había 
terminado de agitar sus labios. 
—Bueno, tengo que decirlo. Tienes buen gusto —dijo ella, 
sonriendo. 
Me reí y sacudí la cabeza cuando rápidamente nos encontramos 
con los otros residentes. 
—Sin embargo, no voy a mentir. Estoy celosa de tu noche. —Me 
reí y sacudí la cabeza mientras alcanzábamos rápidamente a los otros 
residentes—. Estoy celosa de tu noche. Estuve atrapada quedándome 
despierta con mi perro enfermo, que aún no ha aprendido la lección. A 
mis ojos, has tenido una noche mejor —dijo. 
—Pero ahora, todo va a ser más que incómodo. Me tratará de 
manera diferente a todos los demás. Probablemente se me echará 
encima con más dureza, sólo para encubrir lo que pasó entre nosotros. 
Va a convertir mi vida en una pesadilla —dije. 
—O hacerla más fácil. 
 
 
28 
—No quiero que ocurra ninguna de esas cosas. Sólo quiero que 
me traten como a un igual. Que me desafíen, como a todos los demás. 
Danielle se rió mientras nos acercábamos al resto del equipo. 
—No sé cómo no lo vi —dije sin aliento. 
—¿Cuántas copas te tomaste? —murmuró. 
Le eché una mirada que le dijo que mantuviera la boca cerrada 
mientras una sonrisa salvaje cruzaba sus labios. 
No mencioné que quería repetir. Estaba demasiado avergonzada 
para admitirlo, de verdad. Pero lo quería a él. Cuanto más hablaba, más 
deseaba que estuviera más cerca de mi oído. Más cerca de mi cuerpo. 
Durante los siguientes dos días de mi residencia, traté de no parecer 
una completa idiota frente a él. Hablaba cuando sabía las respuestas y 
tomaba notas fervientes cuando no las sabía. Traté de impresionarlo, 
pero no me desvié del camino para estar a su lado. 
Aunque, quería estar a su lado. 
Todo el tiempo. 
A veces, lo sorprendí mirándome. Y a veces, me sorprendía 
mirándolo demasiado. Danielle me daba un codazo en las costillas y mi 
chillido interrumpía lo que decía. Mis mejillas ardían de vergüenza cada 
vez que sucedía. Pero podría jurar que Trevor tenía un brillo en sus 
ojos. 
Disculpe. Dr. Wright. 
Llámale Dr. Wright. 
Aunque tenía la sensación que las cosas no se habían terminado 
entre nosotros, Trevor estaba haciendo un buen trabajo declarando que 
no había pasado nada. Nunca intentó atraparme sola. Nunca trató de 
 
 
29 
apartarme a un lado. No me eligió más que a nadie, ni me elogió cuando 
respondí correctamente. Me trataba como a cualquier otro residente que 
lo rodeaba o lo miraba con una mirada lujuriosa demasiado tiempo. 
Poco a poco, me encontréqueriendo que él me tratara de manera 
diferente. 
En el buen sentido, claro. 
—¿Quieres tomar un café, Alex? 
La voz de Seth me tomó por sorpresa y me sacó de mis notas. 
—¿Qué? —pregunté. 
—Café. En la cafetería. ¿Quieres acompañarme? Esperaba poder 
hablar del procedimiento al que asististe esta mañana —dijo. 
—Oh, ¿el uh... el aumento de pecho congénito? 
—Ese. Sí. Yo invito —dijo sonriendo. 
Me encogí de hombros mientras me levantaba, recogiendo mis 
cosas. 
—Claro. Tengo unos minutos libres. 
—¿No estás en tu hora de almuerzo? 
—Por diez minutos más. 
—Ah bueno. Estoy seguro que no te extrañarán durante diez 
minutos. 
Pensé que no estaría de más hacer amistad con los otros 
residentes. Además, hacer amigos me proporcionaría una gran 
distracción a la hora de centrarme en el Dr. Wright. Seguí a Seth hasta 
 
 
30 
la cafetería, donde cumplió su palabra de pagar el café. Y aunque era 
apuesto, todo el tiempo que hablamos solo pude hacer una cosa. 
Compararlo con Trevor. 
Estás hasta el cuello, Alex. 
Y ni siquiera podía luchar contra mi mente en ese pensamiento 
fugaz. 
 
 
 
31 
Capítulo 5 
Traducido por Myr62 
Corregido por Lelu 
Trevor 
Estaba a punto de comenzar el segundo de mi turno doble de 
último minuto, así que decidí que necesitaba una gran taza de café. Y 
mientras el café de la cafetería sabía a combustible, lo mezclaban con 
algo que me mantenía en funcionamiento durante horas. Nunca les 
pregunté qué le ponían al café para ayudarnos a animarnos, aunque 
bromeé con el personal de la cafetería al respecto. Uno de mis colegas 
había llamado diciendo que estaba enfermo, y yo era el primero en la 
fila para tomar su lugar. 
Especialmente porque ya había estado allí la mayor parte de la 
mañana. Me concentré en servir mi café a la perfección, mezclándolo 
con un poco de crema dulce mientras el olor de las barras de limón me 
llegaba a la nariz. Hice todo lo que pude para distraerme de los 
pensamientos de Alex. Porque durante los tres primeros días de su 
residencia, ella era todo en lo que podía pensar. 
Quitándole la ropa. Besando cada centímetro. Metiéndola a uno 
de los armarios de limpieza y golpeando su boca con mi mano mientras 
la follaba. Me había masturbado tantas veces en mi baño privado que 
había perdido la cuenta. Cada ducha que tomaba terminaba con mi 
mano envuelta en mi longitud y pensamientos de sus gemidos 
rebotando en mis oídos. Ella invadió cada parte de mí, y estar cerca día 
tras día sólo sirvió para acelerar mi mente aún más. 
Especialmente después que me impresionó durante el complicado 
procedimiento de hoy. 
 
 
32 
Alex era inteligente, eso era seguro. Sería un médico maravilloso 
una vez que terminara el programa. Lo que hizo que fuera más 
necesario para mí fingir que no había pasado nada entre nosotros. No 
importa lo duro que hayan sido los últimos días. 
Tampoco importa lo duro que haya estado. 
Escaneé el comedor de la cafetería cuando la mujer de la caja 
registradora me llamó. Pero no la escuché pedir mi tarjeta. En el 
segundo en que encontré a Alex sentada en una mesa con Seth 
Matthews, el mundo se desvaneció en la nada. Ella estaba sonriendo. 
Riendo. Todo me recordó a sus acciones en la recaudación de fondos. 
No estaba seguro de este chico Seth todavía. Era inteligente, pero sus 
modales eran terribles. Era un adulador, por ejemplo. Hablaba con 
fluidez cuando se trataba de mí. No tenía el talento natural para ayudar 
a los demás que muchos de sus compañeros tenían. Fue una de las 
razones por las que no le pedí que me ayudara con el procedimiento 
esta mañana. 
Una ola de celos me invadió, impidiéndome pensar con claridad. 
De concentrarme en la mujer que me pedía mi tarjeta. Todo lo que 
podía hacer era odiar al pequeño imbécil que hacía sonreír a Alex. 
Quién estaba poniendo los movimientos en una mujer a la que ya 
le había echado el ojo. 
—¿Dr. Wright? —preguntó la mujer otra vez. 
—Sí. Lo siento. Creo que necesito este café más de lo que pensaba 
—dije. 
—Es por eso que lo estoy rellenando sin costo alguno. 
—Siempre me has tratado demasiado bien, Gloria —le dije, 
sonriendo. 
 
 
33 
—Sigue con esos cumplidos y estarás atrapado conmigo —dijo, 
sonriendo. 
—¿Qué le dirás a tu marido? 
—Que lo dejo por un hombre más joven y rico al que le gusta dar 
masajes en los pies. 
—¿Cómo supiste mi debilidad? —Me reí. 
Pagué mi café y salí rápidamente, acechando en el pasillo. Me 
escondí a la vuelta de la esquina, esperando que Alex saliera de la 
cafetería. Esperaba que ella no saliera con Seth. Estoy seguro que no 
quería enfrentarme a él ahora mismo. Y cuando el cuerpo de Alex salió 
con esas gruesas caderas balanceándose, solo, me aclaré la garganta. 
—Dra. Rich —dije. 
Se dio la vuelta, sus ojos brillaron cuando cayeron sobre mí. 
—Dr. Wright. No lo vi allí —dijo. 
—¡Hola, Dr. Wright! Veo que está haciendo lo mismo que 
nosotros. Cafeinandose —dijo Seth. 
La sonrisa más falsa del mundo apareció en su rostro. Y todo lo 
que quería hacer era limpiarla de sus labios como la mancha que era 
para este hospital. 
—Dra. Rich, necesito hablar con usted —le dije. 
—Por supuesto. ¿Está todo bien? —preguntó ella. 
—¿Puedo ayudar en algo? —preguntó Seth. 
—En privado —dije bruscamente. 
 
 
34 
Seth captó la indirecta y asintió antes de alejarse, dejándonos a 
los dos solos, justo afuera de la cafetería. Me di la vuelta y comencé a 
caminar, escuchando los pasos de Alex que se alineaban con los míos 
detrás de mí. Agarré mi café con fuerza. Tomé unos cuantos tragos 
calientes mientras íbamos por los pasillos. Podía oír su respiración 
suave y sus suspiros, preguntándose qué iba a pasar a continuación. 
La tensión era palpable. Y en cuanto llegué a una habitación 
vacía, la arrastré dentro de ella. 
—Dr. Wright, ¿qué...? 
Rápidamente cerré la puerta tras de mí y la cerré con llave, 
encerrándonos y alejándonos de las miradas indiscretas. 
Bajé mi café y la atraje hacia mí. Envolví mis brazos alrededor de 
su espalda, acercándola a mis labios. Ella chilló cuando su sabor a café 
golpeó mi lengua, pero no perdió el tiempo en abrirse para mí. Su boca 
se abrió, y tracé el interior de sus mejillas con mi lengua. Ella gimió 
contra mí, su hermoso cuerpo cayó sobre el mío cuando su taza de café 
vacía cayó al suelo. Se estremeció e hizo un sonido maravilloso cuando 
cerré la distancia entre nuestros cuerpos. Las compuertas se abrieron 
cuando la recosté contra una pared y la esquina sombreada de la 
habitación donde sabía que nadie podía vernos. 
—No podemos ceder. 
Mis palabras fueron puntuadas con besos contra sus labios. Con 
mis manos corriendo por su cabello. Con las yemas de mis dedos 
deambulando por las curvas debajo de su bata blanca. 
—Tú eres el... mm... con... oh, Trevor. 
—No digas mi nombre así. No puedes —dije sin aliento. 
 
 
35 
Nuestras frentes se juntaron, nuestros ojos se conectaron cuando 
sus mejillas se sonrojaron. 
Joder, me encantaba cuando hacíamos eso. 
—Tú eres el que envía señales mixtas —dijo, sonriendo. 
Me reí. 
—No he podido dejar de pensar en ti, Alex. 
Ella cerró los ojos. 
—Yo tampoco, Trevor. Yo tampoco. 
—Verte todo el tiempo sin poder abrazarte. Es una tortura. 
—Pero sabes que algo entre nosotros pondría en peligro nuestras 
carreras. 
Asentí lentamente. 
—Lo sé. Maldita sea, lo sé. 
Sin embargo, presioné mis labios contra los de ella nuevamente. 
No pude evitarlo. Su brillo de labios de cereza me atrajo, y el sabor de 
su lengua me mantuvo cautivo. Mis brazos la rodearon y la levanté, 
presionándola contra la pared. Ella me rodeó con sus piernas y rodó 
contra mí mientras su suave aroma femenino empezaba a crecer entre 
nosotros. 
—No podemos —susurró Alex. 
—Dilo otra vez —dije antes de besarla. 
—No podemos hacer esto, Trevor. 
—Otra vez. 
 
 
36 
—No podemos —dijo, gimiendo. 
—Otra vez —gruñí. 
Le besé en el cuello, deleitándomecon el olor a vainilla y miel de 
su jabón corporal en el que había bañado su cuerpo desnudo. La idea 
de sus curvas empapadas de burbujas hizo que mi polla cobrara vida. 
Me apoyé contra ella, incapaz de apartarme, como un imán a la puerta 
de un refrigerador. 
—Por favor —susurró Alex. 
—No puedes rogarme así —murmuré. 
Entonces, llamaron a la puerta. 
—¿Hay alguien aquí? —llamó una enfermera. 
Me congelé, y Alex rápidamente se apartó de mí. Antes que me 
diera cuenta, ella se había lanzado al pequeño baño, encerrándose en 
él. La culpa inundó todo mi ser mientras me recuperaba, luego fui a 
abrir la puerta. Me paré frente a una de las enfermeras de la estación al 
final del pasillo, y sus ojos se abrieron disculpándose. 
—Lo siento, Dr. Wright. Podría haber jurado que escuché algo 
más en la habitación —dijo. 
—Está bien. Solo necesitaba encontrar un lugar tranquilo para 
hablar algunas cosas conmigo mismo, una lluvia de ideas sin que los 
residentes se cernieran a mí alrededor —dije. 
—¿Otro paciente suyo? 
—Desafortunadamente. 
—Tome todo el tiempo que necesite. Evitaré que la gente camine 
por aquí. 
 
 
37 
—Te lo agradecería, gracias. 
Si bien eso debería haber sido música para mis oídos, ¿al 
segundo en que la enfermera se fue? Alex estaba fuera del baño. Ella 
salió de la habitación sin siquiera mirarme y me dolió el corazón. 
Suspiré mientras me sentaba en la camilla, pasando mis dedos por mi 
cabello. 
Nunca podría sacar a esa mujer de mi sistema. 
Al menos no en el corto plazo. 
 
 
38 
Capítulo 6 
Traducido por Flor 
Corregido por Lelu 
Alex 
Era hora de nuestras evaluaciones de la primera semana. La 
primera de cuatro que tendríamos que pasar con el Dr. Wright. En 
privado. En su oficina. Sabía que sería difícil comportarse cuando 
estuviéramos encerrados en lugares más cercanos. Porque si hace un 
par de días me quedó claro algo, es que no estaba sola en el tirón que 
sentía por el Dr. Wright mientras estábamos trabajando. Había pasado 
toda la semana reviviendo la noche de la gala mientras mi mano se 
deslizaba por mi cuerpo, entre mis muslos. Había pasado todas las 
noches con orgasmos con su nombre cayendo de mis labios, y el 
miércoles solo empeoró las cosas. 
Me pregunté si había una manera de explorar qué era esto sin 
arriesgar nuestras carreras. 
Entré en la oficina del Dr. Wright justo después de Seth, pero no 
parecía muy feliz. Tenía el ceño fruncido y no me miró mientras pasaba. 
Me preparé para la evaluación cuando entré. Cerré la puerta de su 
oficina detrás de mí, observando cómo anotaba algunas cosas más. 
—Tome asiento, Dra. Rich —dijo claramente. 
Me senté frente a su escritorio, tratando de parecer lo más 
profesional posible. 
—Esta evaluación no tomará mucho tiempo porque no tengo 
mucho que decir en cuanto a las críticas —dijo. 
 
 
39 
Me miró y sus ojos detuvieron mi aliento en mi garganta. 
—¿No? —pregunté. 
—No, Dra. Rich. Su desempeño la semana pasada ha estado en el 
lado suave de lo ejemplar. Tiene un poco de aprendizaje que hacer en lo 
que respecta al triaje y al protocolo de urgencias, pero eso es 
generalmente donde cada médico tiene dificultades. Se trata más de 
adaptarse al aumento de adrenalina y trabajar a través de la fiebre que 
del conocimiento médico —dijo. 
—Trabajaré en ello a medida que avance la residencia. 
—No tengo dudas al respecto. 
—¿Es este el momento adecuado para hacer una pregunta sobre 
el procedimiento del miércoles por la mañana? 
Él comenzó a escribir algo. 
—Por supuesto. 
—Nunca llegamos a una conclusión de por qué la presión arterial 
de nuestro paciente cayó una vez que comenzamos a insertar los 
implantes —dije. 
Él me miró. 
—Hubo una caída repentina, sí. Nuestro paciente había estado 
bajo mucha anestesia. Tres horas más de lo que estaba preparada. En 
cirugía, Dra. Rich, tiene que aprender a improvisar. La programamos 
para una cirugía de cinco horas; luego, cuando la abrieron, el defecto de 
nacimiento era peor de lo que suponíamos. Su presión arterial cayó 
debido a la anestesia para la que su cuerpo no estaba preparado. Se 
administró más oxígeno para contrarrestar la reacción en sus 
 
 
40 
pulmones, que generalmente es el resultado de una caída de la presión 
sanguínea como esa, y todo volvió a la normalidad. 
Asentí lentamente, mirando cómo se levantaba de su silla. 
—No está satisfecha con mi respuesta —dijo. 
—Es solo que... 
Acercó una silla y se sentó a mi lado, nuestras rodillas se tocaron 
mientras me miraba a los ojos. 
—No se detenga, Dra. Rich —dijo. 
Y podría haber jurado que sus ojos se oscurecieron. 
—Es solo eso: su caída en la presión sanguínea podría haber sido 
una reacción preliminar a los implantes mismos. ¿Y si su cuerpo los 
rechaza? —pregunté. 
Él asintió lentamente antes de alcanzar uno de los modelos de 
anatomía en su escritorio. En lugar de hablar, lo vi maniobrar 
lentamente las partes anatómicas de una mujer. Silenciosamente me 
guío por el procedimiento que habíamos realizado. Abriendo su pecho. 
Tallando lentamente su esternón para crear un bolsillo en el pecho que 
no se formó correctamente. Sus dedos trabajaron ágilmente, y me 
encontré fascinada por su control, su fuerza sutil. 
Luego, volvió a armar todo y me entregó el modelo. 
—Ahora, muéstrame cómo lo hubieras hecho —dijo. 
—¿Qué tiene que ver eso con los implantes? —pregunté. 
—Solo dame el gusto, Dra. Rich. 
 
 
41 
Estar tan cerca de él, con su calor, su olor y su aroma, me 
debilitó las rodillas. Gracias a Dios que estaba sentada. Le quité el 
modelo y busqué con él. Intenté recrear sus movimientos, luego hice un 
par de movimientos diferentes de mi parte. Pero cuando me dispuse a 
mover el brazo hacia un lado, todo se me escapó de la mano y cayó al 
suelo en pedazos. 
Trevor se rió entre dientes. 
—Esa no es la técnica adecuada. 
Me reí mientras lo miraba, y ver esa sonrisa en su rostro me llenó 
de alegría. La modelo pronto fue olvidada y nuestras caras se acercaron. 
Sentí su magnetismo atrayéndome, su cuerpo apoyándose en mí 
mientras nuestros labios se conectaban suavemente, y la electricidad 
que chisporroteó por mi columna saltó a mis brazos. 
Encontraron su hogar alrededor del cuello de Trevor, y 
rápidamente me sacaron de la silla. 
—Trevor —susurré. 
—La respuesta fácil a tu pregunta es el hecho que la caída ocurrió 
antes de que la cosiéramos. Antes de que su cuerpo tuviera tiempo de 
registrar los implantes —dijo acaloradamente. 
Nos hundimos en el piso de su oficina, sus manos se deslizaron 
por mis costados mientras sus labios caían sobre mi cuello. 
—Pero apuesto a que podría mostrarte en tu cuerpo la respuesta 
exacta a tu pregunta. Si me dejaras —murmuró. 
Me besó el pulso y me quitó la bata blanca de los hombros. Mi 
camisa se levantó en un instante, y sus labios cayeron sobre mis senos. 
Sentí su lengua trazando mi vena principal desde mi pezón hasta mi 
 
 
42 
hombro. Me estremecí debajo de él, sintiendo mis piernas abiertas por 
él. 
—Presionar suavemente contra esta vena hace que el corazón 
salte —gruñó. 
Comenzó a chupar el parche de piel donde mi seno se unía con la 
articulación de mi brazo, y mi corazón se aceleró. Me lancé contra él, 
apretándolo mientras mi mundo se desvanecía. Chupó y lamió, 
mordisqueó y besó. Y con cada lamida de su lengua, tuve que tragar un 
gemido de puro deleite. 
—¿Ves lo que pasa con solo una lengua? —susurró. 
Se cernía sobre mí, sus manos plantadas en cada borde de mi 
cara. 
—Ahora, imagina un implante presionando contra él hasta que 
pueda asentarse en su bolsillo —dijo, sonriendo. 
Y sin decir una palabra más, extendí la mano hacia él. Apreté su 
camisa y lo atraje hacia mis labios. Lo quería y no pude resistirlo más. 
Mi única esperanza era que su puerta estuviera cerrada. 
 
 
 
43 
Capítulo 7 
Traducido por ZombieQueen 
Corregido por Lelu 
Trevor 
Debía detenerme. La puertaestaba apenas cerrada. Cualquiera 
con una llave administrativa podría entrar. Pero sus labios contra los 
míos eran irresistibles. El tirón que sentí en el estómago me llevó hacia 
adelante. Mi lengua barrió el calor de su boca, memorizando cómo 
sabía. Cuán dulcemente rodó contra mí cuando sus piernas se 
separaron tan fácilmente para mí. 
Pero no se trataba de mí esta vez. 
Esta vez, quería probar cada centímetro de ella. 
Mis labios se deslizaron por su cuello, mordisqueando su pulso. 
Me dolía la polla contra los pantalones, pero mi propio placer tendría 
que esperar hasta más tarde. Porque la próxima vez que me enterrara 
dentro de ella, quería tomarme mi tiempo. Empujé su camisa mientras 
sus manos se curvaban en mi cabello. Chupé sus hermosos senos, que 
se desbordaron en exceso rogando que los marcaran. Los acaricié, luego 
capturé sus picos rosados y fruncidos entre mis dientes mientras mis 
manos los sostenían. Ella gimió en mi oficina, sus labios rodaron sobre 
sus dientes para enmascarar sus sonidos. 
Cómo deseaba oírla llenar mi oficina con sus gritos de pasión. 
Me deslicé entre sus gruesos muslos y rápidamente bajé sus 
pantalones. Sus bragas de algodón me llamaron, esa mancha húmeda 
me recordó el alimento que estaba a punto de recibir. Deslicé sus 
piernas sobre mis hombros, presionando mi nariz contra su coño 
 
 
44 
vestido. Ella suspiró aliviada y rodó contra mi cara. Sentí su coño 
temblar por mí mientras deslizaba sus bragas a un lado, revelando esos 
jugosos labios inferiores para mí. 
Los chupé, disfruté su sabor. Gruñí mientras caía al suelo de mi 
oficina. Ella jadeó de placer. Levanté la vista justo a tiempo para verla 
morder su bata blanca de laboratorio para no volver a gemir. 
Qué increíble se veía su piel cuando estaba enrojecida para mí. 
Mi lengua se introdujo entre sus pliegues, y encontré su clítoris 
palpitante. Sus jugos cayeron sobre mi piel, goteando por mi barbilla y 
marcando mi cuello. Estaba tan mojada para mí. La bebí, tragando y 
tragando mientras mi lengua se metía profundamente dentro de ella. La 
llené con mis dedos, y ella se sacudió vorazmente, perdiendo la 
paciencia ante mis movimientos lentos y tiernos. 
—Trevor, por favor. Yo... no puedo... tú... 
Presioné mi lengua más profundamente contra su clítoris, 
sintiéndola rechinar contra mí. Los labios de su coño cubrieron mis 
mejillas con sus jugos mientras torcía mis dedos. Los bombeé 
lentamente, sintiendo sus paredes cerrándose a mí alrededor. Mi polla 
goteó de su punta, creando una mancha que sentí en mi bóxer. Gruñí 
en sus profundidades y lamí más hondo en su hendidura. Moví mis 
dedos un poco más rápido, sintiendo su cuerpo apretarse por mí 
mientras sus muslos se sacudían alrededor de mi cabeza. 
—Sí. Sí. Sí. Sí. 
Su espalda se arqueó, doblándose cuando sus caderas 
presionaron más en mi cara. La lamí, llenándola con otro dedo mientras 
sus paredes me sostenían con fuerza. Chupé su clítoris entre mis 
labios, lamiendo y chupando, trazando y presionando. Se ahogó con sus 
 
 
45 
propios sonidos cuando sus manos soltaron mi cabello, agitándose en el 
aire mientras su cuerpo giraba en espiral por el borde. 
No pude apartar mis ojos de ella cuando se encontró contra mi 
cara. 
Su espalda cayó al suelo, y la limpié. No quería dejar que ni una 
gota se desperdiciara. Lamí mis labios y chupé mis dedos. Mordisqueé 
sus muslos internos, sintiendo sus jugos goteando lentamente por mi 
maldito cuello. Besé su cuerpo, sintiéndola saltar y gemir con el rastro 
húmedo que dejé. 
Pero cuando volví a su cara, mi mente quedó en blanco. 
Maldita sea, estábamos en el piso de mi maldita oficina. 
—Ha sido una tortura verte cada día y no poder tocarte, Alex —
dije bruscamente. 
Lentamente abrió los ojos y asintió mientras me bajaba de ella. La 
ayudé a ponerse de pie, observando mientras reordenaba su ropa. 
Alcancé algunos pañuelos y me limpié el cuello, escuchándola reír 
suavemente mientras me sonreía tan inocentemente. 
Me iba a matar continuar con mi discurso. 
—Pero no puedo arriesgar tu carrera por esto —dije. 
—¿Qué? —preguntó. 
La miré a los ojos y vi una mirada de decepción cubriendo su 
hermosa mirada. 
—Me esforzaré más por mantener mis manos en mí mismo. Para 
mantener mis propios deseos a raya. Pero no podemos repetir esto. Aquí 
no. No cuando eres mi residente. Tu carrera se arruinará y la mía se 
verá empañada, en el mejor de los casos —dije. 
 
 
46 
Quería retirar cada palabra cuando el dolor inundó su rostro. 
Pero sabía que no podía. No quería lastimarla, pero tampoco quería 
comprometer su futuro. Porque tenía uno muy brillante por delante. 
No podría robarle a sus futuros pacientes algo así. 
Cuando salió de mi oficina, pasé la semana siguiente solo. La veía 
todos los días en sus turnos de residencia y me iba a casa a una cama 
vacía. Continué evitando a mi mejor amigo cuando él llamó para seguir 
hablando sobre golpear los barrotes y encontrar algunas mujeres para 
pasar el tiempo. Sabía que ninguna de ellos equivaldría a nada en 
comparación con Alex. 
Y mientras me acostaba en mi cama vacía todas las noches, 
entendí por qué me ofrecí voluntariamente para turnos adicionales. 
Fue porque mi cama era demasiado grande para una sola 
persona. Fue porque no disfrutaba estar solo tanto como pensaba. Cada 
vez que iba a casa, pensaba en el tiempo que podría haber pasado con 
Alex. Hacerla reír y crear buenos recuerdos. Explorando su cuerpo y 
despertando con ella en mis brazos. 
Estás demasiado metido, Trevor. 
Lo estaba, y lo sorprendente fue que no quería que cambiara. No 
quería no estar en lo profundo con Alex. No quería que mis sentimientos 
por ella se fueran. Quizás después de su residencia podríamos explorar 
lo que existía entre nosotros. 
Aunque un año era mucho tiempo de espera. 
 
 
 
 
 
47 
Capítulo 8 
Traducido por ZombieQueen 
Corregido por Lelu 
Alex 
Durante toda la semana siguiente, supe que Trevor estaba de mal 
humor. Y aunque me había acostumbrado a llamarlo Doctor Wright, no 
podía decirlo tan fácilmente como su nombre. Lo observé y aprendí de 
él. Tomé notas sobre sus modales con los pacientes y los guardé en mis 
bancos de memoria. Su actitud y trato con los pacientes era impecable. 
O, al menos por lo general, lo fue. Parecía un poco fuera de lugar hoy, y 
me preguntaba qué estaba mal. 
Me hubiera gustado haberle preguntado. 
Pero había dibujado una línea en la arena la semana pasada. 
Dejó en claro cuáles eran sus intenciones, y las respeté. Fueron 
amables. Halagadoras, incluso. Querer dejar de lado sus propios deseos 
para tratar de protegerme a mí y al futuro de mi carrera. Me calentó el 
corazón aún más y me hizo querer fundirme más en él. 
Aunque sabía que no podía. 
Sin embargo, estaba preocupada por su particular estado de 
ánimo. Estábamos tratando con un paciente que recientemente se 
había sometido a una cirugía de reemplazo de cadera, y el Doctor 
Wright estaba luchando por mantener la calma con el anciano. Casi 
parecía como si hubiera encontrado a su pareja, en términos de 
pacientes con los que podía mantenerse equilibrado. Porque no importa 
lo que hiciera el doctor Wright, el hombre siempre retrocedía y 
continuaba siendo grosero y condescendiente. Y vi el precio que estaba 
cobrando en Trevor. 
 
 
48 
Disculpa. El doctor Wright. 
—Señor Jackson, la única razón por la que… 
—Puedes callar ese elegante discurso Doctor, Wright. Se 
exactamente por qué estoy aquí. Me duele, y es por la cirugía. Algo salió 
mal, así que necesito que lo arregles. No necesito que me mediques 
hasta que se vaya por su cuenta. Necesito que lo arregles. Ahora —dijo 
el hombre. 
—Señor Jackson, déjeme ser franco. ¿Está haciendo su 
fisioterapia? —preguntó el Doctor Wright. 
—Estoy yendo a mis citas, seguro. 
—¿Está haciendo los ejercicios en casa? 
—Ya tuve suficiente de la terapia física —dijo el hombre.El doctor Wright siseó, y tuve que cubrirme el rostro con mi 
libreta para evitar reír con la expresión del hombre. 
—Señor Jackson, esos encuentros semanales no le proveen de 
ejercicios para hacer solo allí. Debe hacerlos en su hogar, también. Le 
duele porque su articulación se está endureciendo. Sus tendones y 
ligamentos no están… 
—Basta de elegante lenguaje de médico —dijo el hombre cortante. 
—Señor Jackson, todo lo que tiene que hacer es escucharme. 
Esos ejercicios que su fisioterapeuta le está dando son cosas que debe 
hacer en casa. Todos los días. Múltiples veces al día. 
—Los estoy haciendo lo mejor que puedo, Wright. Pero cada 
hombre tiene sus límites. 
 
 
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—Sí, y yo tengo los míos. No voy a ver a uno de mis pacientes caer 
debido a que no está dispuesto a participar en lo que es capaz de hacer. 
Su articulación se está endureciendo porque no la está estirando. No le 
está dando tiempo a su cuerpo para sanar y adaptarse adecuadamente. 
Y si tengo que supervisar cada sesión de fisioterapia y seguirlo a casa 
para asegurarme que haga esos ejercicios, lo haré. 
—No te atreverías. —El hombre frunció el ceño. 
—Si su odio por mí es lo que tengo que usar para lograr que se 
recupere adecuadamente, no subestime las medidas que tomaré para 
cuidarlo —respondió el Doctor Wright. 
El hombre pareció reaccionar a la forma en que el Doctor Wright 
le habló, y me asombró. Incluso en su frustración, todavía usaba el 
bienestar de su paciente para mostrarles la luz, por así decirlo. 
Necesitaba aprender a ser más extrovertida con mis pacientes así. Pasé 
momentos difíciles con pacientes que fueron más dificultosos. Como el 
señor Jackson. 
Apuesto a que su trato con los pacientes es también excelente en 
privado. 
Solo me tomó un pensamiento para sumergirme en la madriguera 
del conejo. Me encontré perdiéndome en fantasías. En recuerdos. En la 
sensación de su lengua entre mis piernas. Tomé algunas respiraciones 
profundas, esperando más allá de toda esperanza que no me estuviera 
sonrojando tanto como me sentía. 
Pero cuando el Doctor Wright pasó por mi lado, escuché un 
susurro caer de sus labios. 
—Me gustaría saber en qué estás pensando en este momento. 
 
 
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Cuando me asomé a su cara sonriente, me guiñó un ojo, un 
movimiento casi indetectable que hizo que mi estómago revoloteara con 
mariposas. 
Ahora, mi única esperanza era que los otros residentes no se 
hubieran dado cuenta. 
 
 
 
51 
Capítulo 9 
Traducido por ZombieQueen 
Corregido por Lelu 
Trevor 
—Esa fue una gran captura, doctora Rich. 
—¿Quieres tomar una taza de café? Creo que nuestros descansos 
coinciden 
—¿Algún consejo para mejorar mi manera de tratar a los pacientes, 
Alex? La tuya es maravillosa, y sé que la mía podría necesitar una 
puesta a punto. 
—Doctora Rich, creo que se trata de tu habilidad. Podría necesitar 
tu ayuda, si tienes algo de tiempo libre. 
Cada vez que escuchaba a Seth abrir su puta boca, estaba 
llamando a Alex. O halagándola. O apartándola para tomar un café 
antes que ella pudiera responderle. El pequeño alcahuete se estaba 
acercando demasiado a ella para su comodidad. Si no estaban hablando 
en un rincón con cafés en sus manos, él se estaba acercando a sus 
pacientes. O pidiéndole que fuera a ver el suyo. O negociando su 
camino hacia la sala de operaciones con ella durante los procedimientos 
con los que me ayudó. Me enfermaba mirar y escuchar. Lo odiaba y 
hacía que mis celos fueran casi insoportables. 
Casi imposibles de controlar. 
Me abrumaba y me distraía de mi trabajo y los montones de 
papeleo que siempre venían con el programa de residencia. Me sentía 
protector de Alex, de alguna manera. Posesivo. Como si ella me 
 
 
52 
perteneciera y el mundo entero necesitara entenderlo. Esos eran 
sentimientos peligrosos para mí, especialmente después que fui yo 
quien dibujó la línea en la arena. 
Pero no podía evitarlo. 
Permanecí tan cerca de ellos como pude. Siempre cronometraba 
mis viajes al café cuando Seth la invitaba a tomar uno con él. Lo vigilé 
mucho durante la cirugía y lo mantuve ocupado con minucias, como 
abrir al paciente. Cerrarlos. Aspirar el exceso de sangre mientras le 
daba a Alex las tareas más interesantes. Cualquier cosa para mantener 
el enfoque de Seth fuera de ella y de nuestros pacientes enfermos, 
cuyas vidas estaban literalmente en nuestras manos. 
Pero no era suficiente. 
—Seth, unas palabras, ¿por favor? —pedí. 
Lo llamé, alejándolo de otra conversación de café que estaba 
teniendo con Alex. Él la miró y levantó el dedo, luego hizo que la mujer 
sostuviera su café. Maldito infierno, hizo de Alex su maldito marcador 
de posición. 
Me enfureció sin fin. 
—¿Sí, doctor Wright? —preguntó Seth. 
—Los exámenes de rutina de uno de tus pacientes no salieron tan 
bien como podrían haber sido. Estoy aquí para recordarte que debes 
concentrarte en tu residencia y no tratar de enganchar a la chica 
atractiva de tu clase. Tus exámenes básicos han estado resbalando. He 
captado tres cosas en los gráficos que deberías haber notado. Cosas que 
requerían pruebas que deberías haber ordenado —dije. 
—Oh, doctor Wright, ¿qué... qué paciente? 
 
 
53 
—Nada de eso importa ya que te he cubierto. Pero no más. Te 
vuelves a desviar y pones tu atención en otro lado en lugar de enfocarte 
en lo que realmente importa, y perderás tu residencia. Hay muchos 
estudiantes esperando para tener la posición que tienes. No tengo 
problemas para dárselo a alguien más merecedor. 
—Lo siento mucho, doctor Wright. Juro que me estoy tomando 
todo en serio en este hospital. 
—Tu trabajo no lo demuestra. Si entregara calificaciones, tendrías 
la más baja en este momento. He notado que te estás acercando 
demasiado a la doctora Rich —le dije. 
Seth arqueó una ceja antes de suspirar. 
—Es una mujer genial, doctor Wright —dijo. 
—No me importa. No tienes tiempo para relaciones durante un 
programa de residencia como este. Porque si haces el tiempo para ello, 
ocurren deslices. Como los que ya tuve que rectificar. Deja de enfocarte 
en lo que no corresponde, o perderás tu residencia. Lo digo en serio. 
—Prometo que me enfocaré. Y sí, la doctora Rich es hermosa. Pero 
necesito que sepa que me lo tomo en serio, doctor Wright. Ella es mi 
competencia. Y solo hay pocos puestos de alto nivel directamente de 
cualquier residencia. Especialmente con un hospital como este. 
Necesito conocer sus debilidades. En qué es buena y en qué no. Estoy 
seguro que puede recordar cómo fue eso. Solo estoy tratando de cubrir 
todas mis bases. Eso es todo. Y prometo que no habrá más resbalones. 
—Bien —dije acaloradamente. 
Sus palabras me enfurecieron. Mi visión estaba roja. Seth no era 
más que una pobre excusa para un hombre que se sentía intimidado 
por la mujer frente a él. Era el tipo de persona que sonreía en la cara de 
alguien mientras lo apuñalaba por la espalda. Y me tomó todo lo que 
 
 
54 
tenía para contener la lengua. Tomó todo lo que tenía para no apuntar 
los dos cañones a Seth y derribarlo antes que pudiera hacer más daño. 
El niño nunca sería mejor médico que Alex. Nunca. 
Y no podía esperar para verla matarlo durante esta residencia. 
 
 
 
55 
Capítulo 10 
Traducido por ZombieQueen 
Corregido por Lelu 
Alex 
La presión fue en aumento. No solo con mi residencia, sino con 
negar mi creciente atracción por Trevor. Cuanto más lo llamaba doctor 
Wright, peor se sentía. Cuanto más me paraba a su lado y aprendía de 
él, más quería inclinarme y besarlo. Todos los días lo veía. Todos los 
días, miraba sus hermosos ojos verdes. Todos los días me preguntaba 
cómo sería tirar de él al salón o al armario de limpieza y tocarlo. 
Besarlo. Sentirlo contra mí otra vez. Era una distracción, y se 
encontraba al límite de lo doloroso. Mis noches las pasaba con la mano 
entre los muslos, intentando desesperadamente imaginarlo allí 
conmigo. 
Y mis mañanasestaban llenas de una soledad que no podía 
soportar. 
—Necesitas salir una noche —dijo Danielle. 
—¿Qué? —pregunté. 
—Chica, no puedo imaginar lo difícil que es esta mierda para ti en 
este momento. ¿Y con la forma en que lo estás mirando? Puedo decir 
que estás luchando. 
—Espera un segundo, ¿puedes decirlo? 
—Puedo porque sé lo que está pasando. No creo que sea obvio 
para nadie más que estés imaginando claramente desvestir a nuestro 
mentor de residencia —dijo, sonriendo. 
 
 
56 
Suspiré profundamente cuando ella me llevó a una esquina. 
—Mira, necesitas salir por la noche. Una noche para tomar unas 
copas y desahogarte. Podemos ir después de nuestro turno, tomar una 
hora para nosotras, y luego puedes irte a casa y estrellarte. Solo algo 
para romper la monotonía, ¿sí? —preguntó. 
Y no tuve la energía para decirle que no. 
Nuestro turno vino y se fue, y rápidamente nos cambiamos en el 
salón. Guardamos nuestras batas blancas en nuestros autos, y luego la 
seguí hasta un bar que estaba cerca del hospital. Danielle siguió 
hablando sobre cómo se enteró de este lugar por parte de algunas 
enfermeras en la estación principal. Cómo nos darían las mejores 
bebidas especiales si mostrábamos nuestras insignias. Pero mi mente 
no estaba en ello. 
Porque en el momento en que entramos en el bar, vi a Trevor con 
un par del personal del hospital sentado en un extremo del bar. 
Por supuesto que él está aquí. 
—Mierda — murmuró Danielle. 
—¿Qué fue lo que dijiste sobre dejar de pensar en las cosas? —
pregunté. 
Trevor nos hizo un gesto con la mano para que nos uniéramos a 
él. 
—Si nos escapamos rápidamente, podemos encontrar otro lugar 
para ir —dijo Danielle. 
—O bien, podríamos aprovechar este tiempo para ponernos en 
contacto con nuestro mentor —le dije. 
 
 
57 
Eché un vistazo a Danielle, sabiendo que nunca perdería la 
oportunidad de tratar de ayudar a alguien. 
—Bien. Bueno. Pero solo unos minutos. Justo el tiempo suficiente 
para tener una idea de dónde estoy parada con el doctor Wright —dijo. 
Luego, ella me llevó a donde estaban sentados los tres. 
Trevor me hizo sitio a su lado, y Danielle se sentó entre los otros 
dos enfermeros. Intercambiaban historias de terror sobre el hospital y 
sus propias residencias. Y vi cómo los enfermeros seguían mirando a 
Danielle cuidadosamente. Obviamente se sentían atraídos por ella, y 
¿por qué no lo estarían? Era una bomba. Pelo oscuro. Ojos misteriosos. 
Piel bronceada. Exótica en todas las formas que importaban, incluidas 
sus largas piernas. 
Pero sentí los ojos de Trevor sobre mí. Fuertemente. Su atención 
no estuvo una vez en Danielle. 
Hizo que mi corazón se detuviera en mi pecho. 
Nos reímos e intercambiamos historias mientras disfrutaba de un 
par de copas de vino, una que había ordenado para mí y otra que Trevor 
ordenó para que me ‘completara’. Danielle se reía a carcajadas con los 
dos hombres a su lado, y me estaba cansando de sentarme al lado de 
Trevor sin poder tocarlo. 
—Ya vuelvo. Solo necesito usar el baño —dije. 
—¿Está todo bien? —preguntó Trevor. 
Pero no le respondí. Simplemente me bajé del taburete y me dirigí 
al baño. 
Me salpique un poco de agua en la cara. Respiré profundamente 
algunas veces, me sequé la cara y luego hice lo que tenía que hacer. 
 
 
58 
Parte de mí quería escabullirse por la parte de atrás. Salir de allí antes 
que terminara perdiéndolo frente a esos dos enfermeros. Escuché las 
risitas de Danielle elevándose sobre el ruido, filtrándose por el pasillo y 
a través de la puerta. 
Al menos ella se estaba divirtiendo. 
Suspiré mientras abría la puerta, decidiendo escabullirme. Tenía 
mi bolso conmigo. Podría escabullirme, salir por el callejón y volver a mi 
auto. Sin embargo, en el momento en que la puerta se abrió, me 
encontré cara a cara con el hombre que frecuentaba mi trabajo. 
Atormentando mis sueños. Atormentando mis fantasías. 
Trevor estaba de pie contra la pared. Justo en frente de la puerta 
del baño. 
—Doctor ¿Wright? —pregunté. 
—No te atrevas a llamarme así fuera del trabajo —dijo. 
Me tomó de la muñeca y comenzó a empujarme hacia la parte 
trasera del bar, lejos de miradas indiscretas. El calor de su toque me 
encendió, quemándome. Y cuando presionó mi espalda contra la pared 
de un corredor al azar, sus labios estaban contra los míos. 
Sus manos se deslizaron por mi cintura, hasta mis caderas 
mientras su lengua lentamente presionó mi boca. 
Gemí por su sabor, mis rodillas se convirtieron en gelatina. 
Deslicé mis brazos alrededor de él, acercándolo mientras su lengua 
exploraba lentamente mis profundidades. Mi cabeza cayó a un lado. 
Envolvió su brazo alrededor de la parte baja de mi espalda, 
acercándome. Su mano se abrió camino en mi cabello, tomándolo en un 
puño y ordenando a mis labios que se presionen más cerca de los 
suyos. 
 
 
59 
—No poder tocarte me está volviendo loco —murmuró. 
—Lo sé. Lo sé. Lo sé —susurré. 
Marqué mis palabras con besos mientras él hundía sus caderas 
en las mías. 
—Pero, tenemos… T…Trevor… detente, Trevor. 
Dejó el beso de inmediato y puso algo de espacio entre nosotros. 
—Tenemos que comportarnos para que nadie descubra nuestro 
secreto —dije suavemente. 
Y cuando sus manos cayeron de mi cuerpo, mi corazón se hizo 
añicos. 
 
 
 
 
60 
Capítulo 11 
Traducido por Flor 
Corregido por Lelu 
Trevor 
No podía hacer esto por más tiempo. Ya no podía resistirme a ella. 
El impulso era demasiado fuerte. El tirón era demasiado grande. 
Envolví mi mano alrededor de su muñeca y la arrastré hacia el bar. 
Danielle estaba haciendo compañía a mis otros colegas, lo que nos 
permitió pasar a una cabina. La luz estaba rota y nos envolvió en la 
oscuridad. Sentí a Alex tensarse a mi lado mientras le pasaba el brazo 
por la cintura. 
—Nadie lo descubrirá. Lo juro —murmuré contra su oreja. 
Se inclinó hacia mí y dejé que mi mano se deslizara por su 
espalda. Bromeé con la piel desnuda a su lado, levantando lentamente 
su camisa. Ella jadeó suavemente mientras yo trazaba círculos contra 
su michelín de la cintura. Mientras mi mano acariciaba su muslo, 
mantuve mis ojos fijos en los dos hombres, esperando que se dieran 
cuenta que me había ido antes de alejar mis manos. 
—Trevor, yo… 
—¿Quieres que me detenga? —pregunté. 
Y cuando negó, se relajó en los cojines de la cabina. 
Mantuvo una impresionante cara de póker mientras mi mano 
masajeaba su muslo, trazando su piel desnuda asomando para que yo 
le prestara atención. Su gracia bajo presión solo me hizo quererla más. 
¡Qué mujer que era! Mi mano se deslizó más allá de la parte superior de 
 
 
61 
sus jeans, y la punta de mis dedos trazó la línea de sus bragas. Y 
cuando mi dedo se sumergió debajo de sus bragas para explorar un 
poco más, rápidamente se puso de pie. 
—Creo que otra copa de vino me haría bien —dijo Alex sin aliento. 
—Permíteme invitarte esta —le dije, sonriendo. 
Aunque ella se alejó de mí, rápidamente la alcancé y me paré 
detrás en el bar. La gente se agolpó a nuestro alrededor, cubriendo mis 
manos errantes de las miradas de todos. Mis manos se posaron en sus 
caderas, y enganché mis dedos en los lazos de sus jeans, moviendo un 
poco sus pantalones, dándole a mis manos más piel para masajear. 
Y cuando su trasero se estrelló contra mi pelvis, tuve que 
tragarme mi gemido. 
No me importaba lo que me pasara. Mientras pudiera preservar 
su carrera, con mucho gusto arriesgaría la mía para estar más cerca de 
ella. Alex era un imán y yo estaba indefenso ante su atracción. Quería 
estar en su órbita. Quería estar cerca de ella. Quería sentir el calor de 
su piel contra la mía, y quería probarla todas las mañanas y todas las 
noches. 
Era la primera vez en mi vida que algo significaba más para mí 
que mi carrera. 
Y sabía que no había vuelta atrás. 
—¡Oye, Alex! 
Mis manos cayeron al escuchar la voz de Danielle. 
—¿Si? —preguntó Alex, su voz temblando.—¿Puedes traernos otras tres cervezas mientras estás allí? —
indagó. 
 
 
62 
Podría haber jurado que también había una sonrisa en las 
mejillas de Danielle. ¿Ella lo sabía? 
Joder, realmente esperaba que no lo supiera. 
Cuando Alex se alejó, mi cuerpo se vio obligado a decirle adiós. 
Nos unimos al grupo con todas nuestras bebidas, pero Alex no volvió a 
tomar asiento a mi lado. Se quedó junto a Danielle, para desesperación 
de los enfermeros. Cuando dos de ellos se marcharon solo unos 
minutos después, noté que Alex ni siquiera tocaba la bebida que le 
compré. Mi corazón se hundió cuando ella se fue. Mi alma me rogó que 
la siguiera mientras me quedaba en mi asiento. No quería nada más 
que seguir a Alex, arrastrarla de regreso a mi apartamento y hacerle el 
amor toda la noche. 
No tenía idea de cuánto tiempo más podría mantener mi 
resolución. Las cosas llegarían a un punto crítico pronto, y alguien se 
rompería. 
Mi única oración era no arruinar su vida. Que nada arruine su 
vida. 
Porque protegerla era lo único que me impedía romper todas las 
reglas a la vez. 
 
 
 
 
63 
Capítulo12 
Traducido por ZombieQueen 
Corregido por Lelu 
Alex 
Amaba cada parte. A pesar de la orden que Trevor tenía sobre mí 
y su insistencia en tocarme, disfruté cada segundo. Amaba que supiera 
qué quería. Que no se detendría hasta tenerlo. Lo mucho que me 
perseguía, incluso revisándome para saber si me encontraba bien. Era 
un mandón, pero también amoroso. Dominante, pero respetuoso. 
Jamás pasé por algo así, y las cosas que me hizo la última semana en el 
bar, me mantuvieron al borde. 
Me hizo desear ir hasta donde vivía, aparecer en su puerta 
principal y rogarle que me tomara de todas las maneras que deseara. 
Pero no podía. El riego era gigantesco para ambos. Y no permitiría 
que destruyera la carrera por la que había trabajado tan duramente 
solo para que me tocara un poco más. No sacrificaría ninguno de 
nuestros sueños por un orgasmo. Sin importar que tan bueno haya 
sido. 
Y maldita sea, sus orgasmos eran increíbles. 
No sabía durante cuánto tiempo más podría mantener mi 
resolución. La residencia se iba poniendo cada vez más estresante. Lo 
que significaba que la liberación con él sonaba cada vez mejor por 
minutos. Cada vez que tenía que seguir a Trevor en sus rondas, me 
encontraba mirando su trasero. Cada vez que decía mi nombre, las 
visiones de él desnudo y encima de mí asaltaban mi mente. Era una 
locura cuánto había invadido mi cabeza. Mis sentidos. Mi vida. 
 
 
64 
No quería que se detuviera. 
—Dr. Wright, ¿por qué estamos en la sala de fisioterapia? —
preguntó Seth. 
Su voz me sacó de mi trance, y noté que estábamos en la sala de 
fisioterapia adjunta al hospital. 
—Estamos aquí para reunirnos con un paciente mío —dijo Trevor, 
sonriendo. 
—Espere un segundo, ¿señor Jackson? —pregunté. 
—¿Qué demonios estás haciendo aquí? 
La voz del anciano, atrapó mi oído y los tres nos dimos vuelta. 
Trevor permaneció de pie allí con una sonrisa en su boca que era más 
de lo que podía decir del anciano Jackson. No estaba feliz que 
estuviéramos allí, y no estaba contento con que Trevor estuviera 
interrumpiendo su entrenamiento. 
—Vamos, señor Jackson, tiene más rotación que eso. Flexione los 
pies. 
»Necesita que estén flexibles para caminar. 
»Para cuando termine, ya no necesitará el bastón. 
»¿Puede imaginarlo? Respire, señor Jackson. Necesita respirar, mi 
hombre. 
Era cómico, y no pude evitar la sonrisa que a apreció en mis 
labios. 
—¿Pueden callar esa mierda suya? —preguntó el hombre. 
—Solo si pide por favor —dijo Trevor, sonriendo. 
 
 
65 
—Deberás matarme si mi vida dependiera de ello. 
—Bien, me contentare con un “gracias por salvar mi vida” 
entonces. 
Me reí a carcajadas con eso, y el Sr. Jackson definitivamente no 
era fanático de mi arrebato. 
—Solo piense, cuanto antes termine con la rehabilitación, antes 
podrá deshacerse de mí —dijo Trevor. 
—Dios, eso es lo mejor que he escuchado en todo el día —dijo 
Jackson, gimiendo. 
—Y si hace estos ejercicios en casa, incluso podría derivarlo a la 
Dra. Rich para que no tenga que verme en sus chequeos a partir de 
ahora. 
—Sigues endulzando esa oferta, imbécil. — El hombre frunció el 
ceño. 
—Espera, ¿qué hay de mí? —preguntó Seth. 
—Cuando puedas hacer exámenes físicos básicos correctamente, 
comenzaré a pasarte pacientes —dijo Trevor. 
—Suena como una historia jugosa allí mismo. ¿Les importaría 
brindarme algo de entretenimiento? —preguntó el señor Jackson. 
Honestamente, también tenía curiosidad por la historia. 
Una vez más, me asombraba cómo Trevor manejaba incluso a los 
pacientes más firmes. Sabía que yo nunca habría podido convencer a 
un hombre como el señor Jackson para que trabajara tan duro como lo 
hacía en esta sesión de fisioterapia. Realmente era un médico talentoso, 
y eso solo solidificó mi necesidad de mantenerme alejada de él. 
 
 
66 
No podría robarle a este hospital una joya como ese hombre. 
Si la persona equivocada se enterara que nos estábamos viendo, o 
realmente saliendo, sería una verdadera pérdida para sus pacientes 
actuales. No solo para el hospital. La gente lo necesitaría en el futuro, y 
no podría ser tan egoísta. No podría pedirle a los futuros enfermos de 
esta ciudad que renunciaran a un médico tan asombroso y talentoso 
solo porque no podía mantener mi corazón a raya. 
Al menos lo tuviste mientras pudiste, Alex. 
Era la única paz que tenía con respecto a la situación, y la acepté 
egoístamente. 
Porque en el fondo, mi alma se estaba rompiendo en pedazos. 
 
 
67 
Capítulo 13 
Traducido por ZombieQueen 
Corregido por Lelu 
Trevor 
—Ahora, colocar un yeso es bastante básico. Pero con un 
adolescente inquieto que no quiere quedarse inmóvil, puede convertirse 
en un procedimiento difícil —dije. 
Los residentes se rieron suavemente mientras la madre de mi 
paciente intentaba que su hijo se acomodara. 
—Para ser justos, esto es lo que sucede cuando él también se 
mueve demasiado sobre un trozo de tabla móvil —dije. 
Incluso la madre se rió de eso, y yo le sonreí mientras continuaba 
colocando la pierna rota de su hijo en un yeso. El niño había entrado 
sin siquiera una lágrima en sus ojos. En estado de shock, obviamente, 
que usualmente jugaba a mi favor como médico. Tuve un par de 
residentes que me ayudaron mientras trataba de mantener mis ojos 
fuera de Alex lo suficiente como para concentrarme. El suave color rosa 
del ambo que tenía puesto hoy realmente destacaba sus ojos, y me 
tomó todo lo que tenía para no mirarla todo el día. 
Entonces, escuché el clic del intercomunicador. 
—Código azul, UCI1. Código azul, UCI. Dr. Wright, código azul, 
UCI. 
Le pasé el yeso a una de las enfermeras y les indiqué a los 
residentes que me siguieran. Me persiguieron mientras corríamos por el 
 
1 UCI: Unidad de Cuidados Intensivos. 
 
 
68 
hospital, entrando por las puertas de la UCI. Escuché a las enfermeras 
gritar por el pasillo cuando un carro de paradas**2 se estrelló en mi 
dirección. Lo intercepté, empujándolo hacia la enfermera en la puerta, 
que lo atrapó contra sus palmas. 
—¿Qué hacían cuando sus estadísticas se desplomaron? —
pregunté. 
—Nutrirlo con medicamentos. Cambiando su bolsa intravenosa. 
Las cosas estándar, doctor —dijo la enfermera. 
—Tenemos que trabajar rápido, porque podría tener que volver a 
cirugía. 
—¡Doctor Wright! —exclamó Seth. 
—¿Qué? —pregunté. 
—El carro no se enciende —dijo. 
Gruñí y alejé el carrito de él, pensando que simplemente no 
entendía cómo funcionaba esa maldita cosa. Y una parte de mí 
esperaba que ese fuera el caso, para poder despedirlo y conseguir a 
alguien más competente en esta residencia. Pero tenía razón. El carro 
no se estaba encendiendo. 
—¿Alguien puede conseguirme un maldito carro que funcione? —
exclamé. 
—No tenemos tiempo —dijo

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