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1 2 Dating DR. WRIGHT CHLOE MORGAN 3 La presente traducción ha sido llevada a cabo sin ánimos de lucro, con el único fin de propiciar la lectura de aquellas obras cuya lengua madre es el inglés, y no son traducidos de manera oficial al español. El staff de LG apoya a los escritores en su trabajo, incentivando la compra de libros originales si estos llegan a tu país. Todos los personajes y situaciones recreados pertenecen al autor. Queda totalmente prohibida la comercialización del presente documento. ¡DISFRUTA DE LA LECTURA! 4 Staff: MODERADORA DE TRADUCCIÓN: Flor TRADUCTORAS: Flor Jabes Myr62 ZombieQueen Anothergirl MODERADORA DE CORRECCIÓN: Lelu LECTURA FINAL Y DISEÑO: ZombieQueen 5 Índice STAFF SINOPSIS CAPÍTULO 1 CAPÍTULO 2 CAPÍTULO 3 CAPÍTULO 4 CAPÍTULO 5 CAPÍTULO 6 CAPÍTULO 7 CAPÍTULO 8 CAPÍTULO 9 CAPÍTULO 10 CAPÍTULO 11 CAPÍTULO 12 CAPÍTULO 13 CAPÍTULO 14 CAPÍTULO 15 CAPÍTULO 16 CAPÍTULO 17 CAPÍTULO 18 CAPÍTULO 19 EPÍLOGO SOBRE LA AUTORA 6 Sinopsis Soy un tomador de riesgos. Siempre. Todos los días. Mis pacientes merecen mi audacia y más. Sin embargo, no me arriesgo a encontrar el amor. No hay tiempo para algo tan trivial. Pero una noche de pasión sin ataduras con una bella desconocida cambia eso. Ella es todo lo que un hombre como yo necesita, pero hay un problema. Ella está fuera de los límites. No puedo alejarme de ella, incluso después de descubrir que es residente de mi hospital. Y yo soy su mentor. Ser atrapado nos destruiría a los dos. Oh bien. Que se jodan las reglas. 7 Capítulo 1 Traducido por Flor Corregido por Lelu Trevor Tragué mi bebida, ya aburrido con esta maldita recaudación de fondos. La recaudación de fondos anual de San José era fácilmente la mayor función del año. Y cada año, me enfadaba más y más. Estaba cansado de los elegantes salones de baile y los esmóquines a medida, los zapatos lustrados y los brillantes diamantes alrededor del cuello de personas ricas. Se llevaba a cabo en el mismo hotel del centro todos los años y contaba con la misma multitud de médicos y filántropos que mantenían el hospital próspero. Tenía que hablar con la gente. Agitar sus manos. Actualizarlos sobre nuestro programa de residencia, ya que ahora lo encabezaba. La gente quería tocar y pinchar mi mente. Querían hablar sobre todos los pacientes que traté y curé, especialmente los que fueron noticia nacional. Claro, me había hecho un nombre en el mundo médico. Pero eso no significaba que la gente rica tuviera que renunciar a las leyes de confidencialidad médico—paciente. Me dije a mí mismo que este año no iría. Me dije que le diría a la gente que tenía demasiado trabajo por hacer. Especialmente porque era el nuevo jefe del programa de residencia en el hospital. Pero Amos, el jefe de personal del hospital, me convenció para que viniera. Bueno, más bien me preparó para venir. Seguía recordándome cuánto disfrutaban los donantes de codearse con los principales médicos del hospital. Especialmente el pez gordo que siempre estaba en las noticias, dando entrevistas, y cosas así. 8 Prácticamente rodé los ojos al hombre cuando acepté asistir a la función. Pero ahora, después de numerosas conversaciones y demasiadas bebidas, estaba considerando marcharme temprano. Hasta que ella entró. Nunca la había visto antes. No tenía idea de quién demonios era. Pero en el momento en que entró al salón de baile, todo lo demás se desvaneció. Su cabello rubio le caía por la espalda en suaves rizos, y sus helados ojos azules capturaron los míos en un instante. Ella me sonrió suavemente, y sus mejillas de color manzana enrojecieron del color de su vestido rojo carmesí. Era sin tirantes, mostrando su prominente pecho, y caía en la suave inmersión de su cintura. Su cuerpo floreció debajo de esa tela, con curvas que me dejaron con la boca seca después de cuatro tragos. Tenía una hinchazón en las caderas que me hizo estremecer las yemas de los dedos. Así como la punta de mi polla. Finalmente, este evento estaba a punto de volverse agradable. Dejé mi vaso de cristal vacío y alisé mis manos sobre mi chaqueta de esmoquin. Me dirigí directamente hacia ella, sosteniendo su mirada con la mía. La vi reír. Esos suaves sonidos cayeron sobre mis oídos cuanto más me acercaba. Me detuve el tiempo suficiente para tomar dos copas de champán de una bandeja, pero ni una sola vez dejé que alguien me detuviera. No importa cuántas personas me agarraron de los brazos para hablar conmigo. Me preguntaba si era una mujer de la alta sociedad, nueva en la escena en Chicago. Su hermoso vestido me hizo preguntármelo. Los pendientes brillantes que colgaban de sus orejas me convencieron que lo era. ¿Por 9 qué si no estaría aquí? Lista para gastar el dinero de papá que heredó. Bueno, no había una mejor causa, en mi opinión. El St. Joseph’s Hospital realizaba el trabajo más reconocido del país en investigación y diagnóstico de cáncer para niños. Y los riesgos que tomé siempre les salvaron la vida. Siempre. Esos niños eran la única razón por la que podía soportar eventos como este. Sus vidas eran la única razón por la que me atrevía a llegar a funciones como esta. Pero ahora, mi mente estaba en otra parte. Porque habían pasado meses desde que me permití una conexión casual. El trabajo siempre se interponía en cosas como estas. —Tu vestido hace juego con tus mejillas, ya sabes —le dije. Le entregué la copa de champán cuando una sonrisa cruzó su rostro suave. —Tengo que decir que no he escuchado esa línea antes —dijo. —Tal vez no has encontrado a un hombre que te haga sonrojar tanto. Sin embargo, me siento honrado de tener el título —le dije, sonriendo. —¿Qué te hace pensar que mis mejillas no siempre están tan sonrojadas? —Si lo fueran, te diría que busques un médico. Porque eso no es normal. Entonces, bien podrías admitirme la verdad ahora. Es posible que necesites un chequeo, de lo contrario. —¿Y quién me haría este chequeo? Sonreí hambrientamente mientras acercaba mi copa de champán a mis labios, bebiendo la bebida lujosa. 10 —¿Qué te trae a un evento como este? —pregunté desviando su pregunta. Le tomó un segundo responderme porque sus ojos seguían corriendo por la habitación. Sus ojos se movieron hacia los candelabros, y tarareó suavemente sobre el sabor del champán. Miró alrededor de la habitación a las personas antes que sus ojos volvieran a mí. La estudié y la acogí, observando sus reacciones. Ella estaba un poco asustada. Cada vez que alguien la pasaba, ella saltaba suavemente, esas curvas se agitaban para mi placer visual. El toque de inocencia en su piel clara y sus mejillas sonrojadas me hicieron desearla más. Entonces, me di cuenta. —Es tu primer evento, ¿no? —pregunté. Ella se rió. —¿Es obvio? Me encogí de hombros. —He estado en muchos de ellos. Sé cómo es estar cómodo en este ambiente. Ella se rió de nuevo y el sonido se precipitó sobre mí. Tan suave. Muy liviano. Tan sin aliento. Me dejó igual. —¿Qué sucede en funciones como esta? —curioseó. Me acerqué a su lado, mirando la habitación como si fuera ella. —Bueno, hay un poco de fricción codo a codo. Un montón de cumplidos innecesarios. Algunos discursos oportunos que se utilizan para absorber un poco de gloria. Hay muchas manos temblorosas y 11 palmaditas en la espalda. Las personas que actúan como si se conocieran cuando realmente no lo hacen —dije. —Parece que has estado en muchos de estos —dijo. —Casi todos los años. Ella me miró con esos brillantes ojos azules, y mi corazón se estrelló contra mi pecho. —Sin embargo, la multitud es prácticamente la misma. Tienes tus donantesricos, que son fáciles de detectar. Ellos son los que gotean con gemas y diamantes. Tienes los médicos que no tienen otra opción, y ellos son los que recubren las paredes, con la esperanza de volver a casa pronto. Aquí tienes a la gente a la que le gusta pagar por el pollo gomoso como su única contribución al hospital, por lo que se siente como la alta sociedad. Puedes decir quiénes son esas personas que se sientan en sus mesas bebiendo agua en lugar de tomar bebidas con alcohol —dije. —Porque gastaron su dinero en el plato de comida —dijo. —Ahora te estás dando cuenta. Ella sonrió antes d que esos gruesos labios suyos se envolvieran alrededor del borde de su copa de champán. No podía quitar los ojos del movimiento. —¿A qué categoría perteneces? —preguntó. Sus ojos se posaron en los míos, y me detuve. ¿Debía decirle la verdad? No. No quería que la tontería grandilocuente de esta función se interpusiera entre esta conexión que sentía con ella. —¿Importa cuando me has hecho querer quedarme? —pregunté. 12 Ella me sonrió antes que termináramos nuestras bebidas. Le arranqué la copa de la punta de los dedos y los puse en una bandeja que pasaba detrás de nosotros. La banda comenzó a tocar su música, y tomé su mano, llevándola a la pista de baile. —Realmente no soy una gran bailarina —dijo suavemente. —Nunca hay un mejor momento para aprender que el presente — dije. No estaba aceptando un no por respuesta. Mientras la hacía girar con mi cuerpo, su risa llenó el espacio entre nosotros. Ella encajaba perfectamente en mis brazos. Sus curvas se ajustaban perfectamente a mi cuerpo de una manera que nunca había experimentado con otra mujer. Y mientras tropezaba con sus tacones, la abracé contra mí. Usé sus problemas de equilibrio como una excusa para aferrarme a ella, para moldearla contra mi cuerpo. Quería impresionar a esta mujer. De esa manera ella no querría dejar mi abrazo. 13 Capítulo 2 Traducido por Jabes Corregido por Lelu Alex Nunca me había sentido más como un pez fuera del agua que cuando entré en ese salón de baile. Pero cuando este guapo extraño se me acercó, me sentí un poco más a gusto. Me habían invitado a esta recaudación de fondos como una de las nuevas clases de médicos graduados que hacen mi residencia en St. Joseph’s. Me dijeron que se vería bien para mi primer día si asistía a la función anual. Solo estuve de acuerdo en ir porque Danielle seguía molestándome al respecto. Habíamos hecho juntas la escuela de medicina y estábamos extasiadas cuando nos ubicaron a ambas en St. Joseph’s para nuestras residencias. Se suponía que Danielle debía estar conmigo, a mi lado para aliviar mi timidez y mi comportamiento inestable cuando se trataba de grandes multitudes. Pero su perro había masticado su par de tacones para esta función en el último minuto, lo que hizo que me dejara plantada para llevarlo al veterinario. Sin embargo, tendría que agradecerle por prestarme este vestido rojo, porque atrajo al hombre más guapo de este salón de baile. Lo que significaba que no estaba sola esta noche de todos modos. Y me sentí extrañamente consolada en su presencia. Cuando me hizo girar en la pista de baile, me sentí más cómoda con mis movimientos. Nunca había sido una bailarina, siempre pesaba unos kilos de más como para que la mayoría de la gente quisiera bailar conmigo. Sin embargo, no dejé que me afectara. Me mantuve firme en lo que respecta a mi confianza, aunque no alivió mi ansiedad cuando me 14 metía en grandes multitudes como ésta. Pero pensé que asistir a esta función me ayudaría a conocer mejor a todos los otros residentes que vería el lunes por la mañana. Y con suerte, mi proactividad me llevaría a una posición segura como médica hecha y derecha en St. Joseph’s. Un poquito de ventaja no dolía en esta industria. Sin embargo, en el momento en que entré al salón de baile, casi me voy. La multitud era demasiado, y muchas personas que no conocía me estaban tocando. Sentí que mi ritmo cardíaco se disparaba. Y que mi respiración se volvía inestable. Pero a medida que el apuesto caballero de esmoquin se me acercó, instantáneamente me sentí cómoda. A pesar de ser un extraño. —¿Ves? Ya estás mejorando en tus pies —dijo. —Supongo que tengo un buen maestro —le dije, sonriendo. —Quiero decir, estoy seguro que sí. Pero nunca podría bailar del modo que lo haces con tacones. Tienes mi respeto. Me reí mientras me hacía girar de nuevo, agitando mi vestido alrededor de mis tobillos. Me atrajo hacia su cuerpo y envolvió su fuerte brazo a mi alrededor, haciéndome mirarlo a los ojos. El hombre era sexy en su grado máximo. Cabello castaño oscuro con reflejos de miel. Profundos ojos verdes. Una deslumbrante sonrisa blanca y una mandíbula bien afeitada. Era fuerte. Podía sentir sus músculos magros debajo de su esmoquin. Lamí mis labios y vi sus ojos caer ante el movimiento, y la oscuridad que rápidamente venció su rostro erizó mis pezones. Recé para que no pudiera ver el contorno de ellos a través de mi vestido. 15 Cuanto más hablamos, más divertido se volvía. Sus bromas eran sin esfuerzo, y detrás de ese humor había una inteligencia que me atrajo aún más. Tenía una forma de empujar mis límites mientras me mantenía cerca. Como si me estuviera cubriendo con su propia sombra para permitirme dar los pequeños pasos que necesitaba. El primer límite fue aceptar un trago suyo. El segundo fue unirme a él en la pista de baile. El tercero fue permitirle que me enseñara algo nuevo. Me preguntaba qué otro tipo de límites intentaría empujar. —No creo haber oído tu nombre —dije. —Porque aún no lo preguntaste. Supongo que es porque soy un gran bailarín —dijo, sonriendo. Me reí. —Bueno, no hay tiempo como el presente. ¿No es eso lo que dijiste? —Lo es —dijo, volviéndome hacia él. Envolvió sus brazos a mi alrededor por detrás y colocó sus labios contra mi oreja. —Mi nombre es Trevor. ¿Y tú quién eres? —preguntó en voz baja. Mis ojos se cerraron al sentir su cálido aliento contra mi piel. —Alex —le dije. Me hizo girar y me trajo de vuelta rápidamente, envolviéndome en su fuerte abrazo. —Es maravilloso conocerte, Alex. —Igualmente, Trevor —le dije, sonriendo. 16 Entre mi timidez y mi deseo de tener éxito en mi carrera médica, las citas no eran una opción en la universidad. ¿Pero ahora? Este apuesto extraño que hablaba rápido, con movimientos de baile como un profesional se precipitó a través de mi fachada a pasos agigantados. Tomamos un pequeño descanso para recuperar el aliento, y me pasó otra copa de champán. —¿Un brindis por la noche? —preguntó Trevor —Estoy segura que ya conoces la respuesta —dije. Pero cuando fui a levantar mi copa, alguien empujó mi brazo, haciéndome derramar el champán sobre el vestido rojo que Danielle me prestó. —Mierda —siseé. Cerré los ojos y me mordí el labio inferior, esperando que este hombre guapo no me escuchara maldecir. Pero la risa que cayó de sus labios me dijo que sí. Mierda. —¿Sabes dónde está el baño? —pregunté. Lo miré y lo encontré abandonando su copa. —Ven conmigo. Conozco un lugar cerca donde puedes lidiar con esa mancha esta noche —dijo. Y cuando me tendió la mano, cedí a la tentación. Tomé su mano y me sacó del salón de baile. Serpenteamos a lo largo de la pared, abandonando la función por completo. Esperaba que saliéramos del hotel. Para entrar a su auto en algún lugar y hacer nuestro camino hacia una tintorería. Pero en cambio, nos dirigimos al 17 ascensor. Presionó el botón y las puertas se abrieron para nosotros. Y algo dentro de mí se detuvo. Tiró de mi brazo, pero no me moví. —¿Alex? —preguntó. Mi corazón se aferró en mi pecho. Esto era todo. Me estaba llevando a su habitación de hotel. Este era el movimiento, y si cedía, sabía lo que estaba sucediendo.Lo miré a los ojos y debe haber sentido mi preocupación. Tomó mi mano dentro de la suya y la frotó suavemente, consolándome mientras estábamos parados frente al elevador. —No tienes la obligación de hacer nada. Por lo menos, ven a buscar una bata que tengo en mi habitación para que pueda poner un poco de agua con gas en tu vestido —dijo Trevor. Y hubo algo en su voz que me hizo confiar en él. Ingresamos al ascensor y nos dirigimos a su suite. Me llevó a la puerta de su habitación, y entramos sin esfuerzo. Observé la extensión del lugar, los cómodos muebles y la alfombra gruesa y suave. Había dos puertas dobles que daban a un balcón con vistas a la belleza de Chicago. No salí de mi trance hasta que sentí la suavidad de la bata contra mi brazo. —Puedes cambiarte en mi habitación. Me quedaré aquí —dijo. Hice lo que me pidió, y cuando volví a salir, le entregué el vestido y vi que le ponía agua con gas. La secó suavemente mientras intentaba con todas mis fuerzas mantener cerrada la bata. Pero siendo una niña grande, cosas así siempre fueron una lucha. Sentí mi cadera asomándose, mis senos a punto de estallar. Observé a este guapo 18 extraño deslizarse la chaqueta de su esmoquin y la corbata para ponerse más cómodo. Colgó el vestido rojo sobre una silla en la sala de estar, con su crujiente camisa de esmoquin blanco dejando al descubierto el grabado de sus músculos debajo. —Una vez que se seque, puedes ponértelo y salir de aquí con una mancha mínima hasta que puedas lavar el vestido en seco —dijo Trevor. Cuando me miró, algo hizo clic en mi mente. Nuestros ojos se conectaron y mis brazos se relajaron. Sentí que la bata se abría, mi cuerpo desnudo se destapaba para él mientras sus ojos se deslizaban por mi forma expansiva. Mis senos se balancearon suavemente contra mi pecho, y mis muslos se calentaron cuando se lamió los labios. Lentamente se acercó a mí, su cuerpo se cernía sobre el mío mientras estiraba el cuello para mantener sus ojos a la vista. —Realmente no deberías provocar a un hombre así, Alex — murmuró. Sus labios abarcaron los míos, y me quitó la bata de los hombros. Yo tampoco peleé. Había algo que tiraba de mí hacia él. Un tirón que no quería negar. Habían pasado años desde que experimenté algo así con un hombre. Y, oh, Trevor era todo hombre. Le devolví el beso, sintiéndolo gruñir contra mis labios. Sus manos cayeron sobre mis caderas, masajeándolas y alabándolas mientras me guiaba a su habitación. Mi trasero golpeó el borde del colchón y caí contra las sábanas. Se derrumbó encima de mí, su lengua no buscaba permiso para entrar en mi boca. Tiré de su camisa y saqué su cinturón de las presillas de sus pantalones. Se quitó los zapatos mientras besaba mi cuello, haciéndome jadear y haciendo que mis pezones se fruncieran. Podría tener una noche de pasión. Una noche de tirar todas las reglas por la ventana antes de comenzar mi residencia. 19 Mientras solo fuera una noche. 20 Capítulo 3 Traducido por Jabes Corregido por Lelu Trevor Me quitó la ropa con dedos torpes y brazos temblorosos. Pero en el momento en que mi piel desnuda se conectó con la de ella, nada de eso importó. Sus senos cayeron contra mi pecho, y sentí esos picos diamantinos pinchando contra mi piel. Sus piernas se abrieron para mí, adormeciéndome con su aroma femenino mientras besaba su cuello. Enterré mi cara en su escote. Me hundí en su suavidad. Maldita sea, no se sentía como ninguna mujer que hubiera tenido en mi vida. Todas eran miembros y piernas, huesos y bordes afilados. Pero ¿Alex? Era suave. Acogedora. Cálida. Mojada. Oh, qué mojada estaba para mí. Subimos a la cama y gruñí contra su piel. Mordí el exceso de sus tetas mientras sus caderas se alzaban por mí. Los labios de su coño envolvieron toda mi polla, deslizándome con sus jugos mientras mis manos exploraban sus profundidades ocultas. La punta de mi polla se atrapó contra su entrada. La sentí jadear y suspirar con cada mordisco de mis dientes. Me levanté y mis manos cayeron sobre sus muslos. Los encerró a mi alrededor, su exceso amoldándose a mis bordes cincelados. Observé su rostro mientras deslizaba cada centímetro de mí en ella. Y, oh, el fuego que avivó mis entrañas. Sus ojos se volvieron hacia atrás y su piel clara se sonrojó. La cremosidad dio paso a un rojo carmesí que eclipsó su vestido de noche. 21 Vi sus pechos rebotar mientras embestía contra ella. Sus jugos rociaron mi piel mientras golpeaba contra su cuerpo. Mis manos se estrellaron junto a su cabeza, mi cuerpo rodó contra ella mientras trazaba sus dedos de arriba a abajo por la parte posterior de mis muslos. La piel de gallina me recorrió de la cabeza a los pies, cubriéndome mientras me perdía en esta hermosa mujer. —Sí, Trevor. Oh, Dios mío. Gemí por sus sonidos, la forma en que nuestros cuerpos se unieron. Mi polla se zambulló dentro y fuera de sus profundidades, sus jugos se desbordaron y corrieron por su trasero. Mis bolas golpearon contra su piel. Me cubrió con su marca cuando dejé algunas en su cuerpo. Chupé sus tetas, mordisqueé su cuello, le mordí el hombro mientras me alimentaba de su calor, su humedad, la forma en que me apretaba la polla. —Trevor. Sí. Me voy a correr. Me voy a correr. Trevor. ¡Trevor! ¡No te detengas! Me envolví alrededor de ella y la di vuelta, sintiéndola enterrarse dentro de mí profundamente. Planté mis talones en la cama y aceleré mi ritmo, su coño temblando alrededor de mi polla. La follé a través de su orgasmo, mientras gimió y gimió en mi pecho. Su coño me agarró con fuerza, empujándome aún más dentro de su cuerpo mientras mis bolas se apretaban y soltaban. —Alex. Joder —me ahogué. Y luego, sentí mi polla inundar sus paredes. Se derrumbó contra mí y la sostuve allí, acariciando con mis dedos sus suaves rizos rubios. Nos quedamos allí hasta que mi polla bajo, cayendo de ella con facilidad. Nuestros fluidos entremezclados 22 brotaron de entre sus piernas. Eso la hizo reír y su rostro se sonrojó de vergüenza. Pero una vez que se deslizó lejos de mi cuerpo, la noche terminó pronto. Y me arrepentí por no conseguir su número después que salió de mi habitación de hotel. Me quedé despierto toda la noche, pensando en ella. Preguntándome cuál era su apellido. Salí de mi habitación y pasé el resto del fin de semana con ella en mente, incapaz de concentrarme en mi papeleo. Me preguntaba si podría hablar con los organizadores de la recaudación de fondos, ver si había una lista de invitados de algún tipo. No tienes tiempo para una relación. Odiaba lo acertada que era mi mente a veces. No solo no tenía tiempo para una relación, sino que estaba a punto de comenzar a asesorar a un nuevo grupo que hacía su residencia en el hospital. Habría poco tiempo para respirar, y mucho menos para salir. Durante la temporada de residencia, llegaba al hospital a las seis de la mañana y nunca me iba hasta casi las ocho de la noche. Dos pausas para el almuerzo, pausas de quince minutos. Y eso era todo. Sin tiempo para cenar. Sin tiempo para citas. Sin tiempo para ligues. —Mierda —dije, gimiendo. Amaba lo que hacía. Pero a veces era solitario. Era fastidioso, ir a casa, a mi condominio y no tener a alguien allí. Los ligues casuales generalmente funcionaban para mí. Un cuerpo cálido para conciliar el sueño. Alguien con quien despertarse. Eso era suficiente. Generalmente. ¿Pero después de mi noche con Alex? Ya no me sentía demasiado casual. 23 Terminé rechazando a mi mejor amigo para nuestra tradicional noche de sábado porque ella era en todo lo que podía pensar. Pasé todo el día domingo preparándome para mis nuevos residentes. Y el lunes por la mañana, mi alarma sonó a las cinco. Gemí cuando salí de la cama, dirigiéndome a la ducha para despertarme rápidamente. Una ducha calientey dos tazas de café después, y me sentí como nuevo. Excepto por la dolorosa soledad en el fondo de mi mente. Conduje y tomé una última taza de café antes de ir al hospital. Me dirigí a mi oficina para obtener información sobre los nuevos residentes, luego me dirigí a la sala de conferencias. Bien temprano a las seis de la mañana. Era entonces cuando tenían que presentarse en el hospital durante toda la primera semana de su tiempo en St. Joseph’s. Suspiré mientras me dirigía hacia el frente, bajando mi café antes de soltar la pila de archivos que contenían información sobre mi nuevo lote de graduados médicos. Pero un jadeo suave en la pequeña multitud me llamó la atención. Moví mi cabeza hacia arriba y mis ojos se posaron en un familiar par de ojos azul hielo. Una par muy familiar. Vi esas mejillas claras teñirse con un tono carmesí que rivalizaba con el tono que había memorizado el viernes por la noche. Vi sus labios separarse en estado de shock, y se recostó pesadamente en su silla. Mi polla chisporroteó detrás de mis pantalones. Me dolían las puntas de los dedos con ese cosquilleo familiar. Y cuando la cara de sorpresa de Alex se enfocó lentamente, solo una cosa cruzó por mi mente. ¿Cómo mierda se supone que debo mantener mis manos lejos de mi nueva residente? 24 Capítulo 4 Traducido por Myr62 Corregido por Lelu Alex Mi mandíbula se abrió cuando levanté la vista de mi teléfono. Escuché los pasos de nuestro mentor bajando por el pasillo, y rápidamente lo guardé en el bolsillo de mi chaqueta. La bata blanca se apoyaba en mis hombros, y me hizo sentirme realizada. Pero cuando levanté la vista y vi a Trevor parado frente a mí con nuestras carpetas, un jadeo salió de mis labios. Un jadeo que no pude evitar. Oh. No. Sus ojos verdes cayeron sobre los míos, y no tenía ni idea de qué hacer. No podía moverme. No podía respirar. No podía pensar con claridad. ¿Qué se suponía que debía hacer en esta situación? ¿Cuál era el protocolo? ¿El hombre con el que me acosté el fin de semana pasado era mi mentor para mi residencia? Por dentro, me estaba volviendo loca. Sabía que tenía que fingir que no había pasado nada entre nosotros. Pero, maldita sea, ¡hablando de ponerme al día con las cosas! Mi corazón se estrelló contra mi pecho, y el calor se filtró por mis venas. Me sentí mareada cuando las imágenes de nuestro encuentro bombardearon mi mente. Las líneas de sus músculos. La fuerza de sus brazos. El olor a madera y roble de su colonia y lo llena que me hizo sentir su polla. Nuestro encuentro había estado en mi mente todo el fin de semana. Y ahora, estaba mirando 25 fijamente a esos ojos otra vez. A los ojos de un hombre del que me había arrepentido de no haber dejado mi número mientras salía corriendo de su habitación de hotel esa noche. Tiene más que mi número en ese archivo que lleva. Si no me enamore de él después de salir de su habitación de hotel esa noche, lo hice ahora. No sabía por qué en el mundo no había hecho clic. La recaudación de fondos del St. Joseph's Hospital. Trevor. El esmoquin caro. Me había visto tan envuelta en el anonimato de todo, un extraño y una mujer al azar reuniéndose en un momento de lujuria, que no había visto las señales justo delante de mí. Dr. Trevor Wright. El Dr. Trevor Wright. —Buenos días, chicos. Y bienvenidos al primer día de su residencia —dijo. Sus ojos se apartaron de los míos, y respiré hondo. —¿Qué demonios fue eso? —murmuró Danielle a mi lado. Pero todo lo que hice fue poner los ojos en blanco cuando Trevor comenzó su discurso de bienvenida. Fue cortante. Al grano. Trevor explicó lo afortunados que fuimos al recibir nuestra residencia aquí en el hospital. Dijo que nos presentaríamos a las seis de la mañana todos los días de esta semana. Luego, crearía turnos de trabajo como en cualquier hospital. La mayor parte de esto voló sobre mi cabeza. No podía dejar de ver sus labios moverse. No fue hasta que Danielle tiró de mi brazo y me sacó de la silla que me di cuenta que la reunión había terminado. 26 —¿Necesitas otra taza de café o algo? —preguntó. —Lo siento. ¿Qué ha pasado? —devolví. —No me digas que estás fascinada por los ojos del hombre o algo así. Siempre te han gustado los ojos. —Simplemente no me siento bien, eso es todo. Danielle rápidamente me hizo a un lado en el momento en que salimos al pasillo. —¿Cuáles son tus síntomas? —ella preguntó rápidamente. —No es tan grave —dije—. Podrías haber entrado en contacto con alguien en la recaudación de fondos que estaba enfermo. Y si estás enferma... —No estoy enferma. Al menos, no tan enferma. —Entonces, ¿qué clase de enferma eres? —preguntó. Miré a mí alrededor antes de acercarme más. —Tienes que jurar que no se lo dirás a nadie —le susurré. Sus ojos se abrieron de par en par. —Por supuesto. Ya me conoces. ¿Qué está pasando, Alex? Suspiré. —Fui a la gala y me... enganché con alguien. —¡¿Tu qué?! Puse mi mano sobre la boca de Danielle. —¿En serio? 27 —Lo siento. Lo siento. Lo siento —murmuró ella. Quité mi mano. —Y no, antes que preguntes, no estoy embarazada. Estoy en control de natalidad. Lo he estado por años. Entonces, el rostro de Danielle estalló en comprensión. —Oh. Mi Dios —dijo ella. —Tienes que callarte —dije. —¡Te enganchaste con…! Otra vez puse mi mano sobre su boca. Hasta que supe que había terminado de agitar sus labios. —Bueno, tengo que decirlo. Tienes buen gusto —dijo ella, sonriendo. Me reí y sacudí la cabeza cuando rápidamente nos encontramos con los otros residentes. —Sin embargo, no voy a mentir. Estoy celosa de tu noche. —Me reí y sacudí la cabeza mientras alcanzábamos rápidamente a los otros residentes—. Estoy celosa de tu noche. Estuve atrapada quedándome despierta con mi perro enfermo, que aún no ha aprendido la lección. A mis ojos, has tenido una noche mejor —dijo. —Pero ahora, todo va a ser más que incómodo. Me tratará de manera diferente a todos los demás. Probablemente se me echará encima con más dureza, sólo para encubrir lo que pasó entre nosotros. Va a convertir mi vida en una pesadilla —dije. —O hacerla más fácil. 28 —No quiero que ocurra ninguna de esas cosas. Sólo quiero que me traten como a un igual. Que me desafíen, como a todos los demás. Danielle se rió mientras nos acercábamos al resto del equipo. —No sé cómo no lo vi —dije sin aliento. —¿Cuántas copas te tomaste? —murmuró. Le eché una mirada que le dijo que mantuviera la boca cerrada mientras una sonrisa salvaje cruzaba sus labios. No mencioné que quería repetir. Estaba demasiado avergonzada para admitirlo, de verdad. Pero lo quería a él. Cuanto más hablaba, más deseaba que estuviera más cerca de mi oído. Más cerca de mi cuerpo. Durante los siguientes dos días de mi residencia, traté de no parecer una completa idiota frente a él. Hablaba cuando sabía las respuestas y tomaba notas fervientes cuando no las sabía. Traté de impresionarlo, pero no me desvié del camino para estar a su lado. Aunque, quería estar a su lado. Todo el tiempo. A veces, lo sorprendí mirándome. Y a veces, me sorprendía mirándolo demasiado. Danielle me daba un codazo en las costillas y mi chillido interrumpía lo que decía. Mis mejillas ardían de vergüenza cada vez que sucedía. Pero podría jurar que Trevor tenía un brillo en sus ojos. Disculpe. Dr. Wright. Llámale Dr. Wright. Aunque tenía la sensación que las cosas no se habían terminado entre nosotros, Trevor estaba haciendo un buen trabajo declarando que no había pasado nada. Nunca intentó atraparme sola. Nunca trató de 29 apartarme a un lado. No me eligió más que a nadie, ni me elogió cuando respondí correctamente. Me trataba como a cualquier otro residente que lo rodeaba o lo miraba con una mirada lujuriosa demasiado tiempo. Poco a poco, me encontréqueriendo que él me tratara de manera diferente. En el buen sentido, claro. —¿Quieres tomar un café, Alex? La voz de Seth me tomó por sorpresa y me sacó de mis notas. —¿Qué? —pregunté. —Café. En la cafetería. ¿Quieres acompañarme? Esperaba poder hablar del procedimiento al que asististe esta mañana —dijo. —Oh, ¿el uh... el aumento de pecho congénito? —Ese. Sí. Yo invito —dijo sonriendo. Me encogí de hombros mientras me levantaba, recogiendo mis cosas. —Claro. Tengo unos minutos libres. —¿No estás en tu hora de almuerzo? —Por diez minutos más. —Ah bueno. Estoy seguro que no te extrañarán durante diez minutos. Pensé que no estaría de más hacer amistad con los otros residentes. Además, hacer amigos me proporcionaría una gran distracción a la hora de centrarme en el Dr. Wright. Seguí a Seth hasta 30 la cafetería, donde cumplió su palabra de pagar el café. Y aunque era apuesto, todo el tiempo que hablamos solo pude hacer una cosa. Compararlo con Trevor. Estás hasta el cuello, Alex. Y ni siquiera podía luchar contra mi mente en ese pensamiento fugaz. 31 Capítulo 5 Traducido por Myr62 Corregido por Lelu Trevor Estaba a punto de comenzar el segundo de mi turno doble de último minuto, así que decidí que necesitaba una gran taza de café. Y mientras el café de la cafetería sabía a combustible, lo mezclaban con algo que me mantenía en funcionamiento durante horas. Nunca les pregunté qué le ponían al café para ayudarnos a animarnos, aunque bromeé con el personal de la cafetería al respecto. Uno de mis colegas había llamado diciendo que estaba enfermo, y yo era el primero en la fila para tomar su lugar. Especialmente porque ya había estado allí la mayor parte de la mañana. Me concentré en servir mi café a la perfección, mezclándolo con un poco de crema dulce mientras el olor de las barras de limón me llegaba a la nariz. Hice todo lo que pude para distraerme de los pensamientos de Alex. Porque durante los tres primeros días de su residencia, ella era todo en lo que podía pensar. Quitándole la ropa. Besando cada centímetro. Metiéndola a uno de los armarios de limpieza y golpeando su boca con mi mano mientras la follaba. Me había masturbado tantas veces en mi baño privado que había perdido la cuenta. Cada ducha que tomaba terminaba con mi mano envuelta en mi longitud y pensamientos de sus gemidos rebotando en mis oídos. Ella invadió cada parte de mí, y estar cerca día tras día sólo sirvió para acelerar mi mente aún más. Especialmente después que me impresionó durante el complicado procedimiento de hoy. 32 Alex era inteligente, eso era seguro. Sería un médico maravilloso una vez que terminara el programa. Lo que hizo que fuera más necesario para mí fingir que no había pasado nada entre nosotros. No importa lo duro que hayan sido los últimos días. Tampoco importa lo duro que haya estado. Escaneé el comedor de la cafetería cuando la mujer de la caja registradora me llamó. Pero no la escuché pedir mi tarjeta. En el segundo en que encontré a Alex sentada en una mesa con Seth Matthews, el mundo se desvaneció en la nada. Ella estaba sonriendo. Riendo. Todo me recordó a sus acciones en la recaudación de fondos. No estaba seguro de este chico Seth todavía. Era inteligente, pero sus modales eran terribles. Era un adulador, por ejemplo. Hablaba con fluidez cuando se trataba de mí. No tenía el talento natural para ayudar a los demás que muchos de sus compañeros tenían. Fue una de las razones por las que no le pedí que me ayudara con el procedimiento esta mañana. Una ola de celos me invadió, impidiéndome pensar con claridad. De concentrarme en la mujer que me pedía mi tarjeta. Todo lo que podía hacer era odiar al pequeño imbécil que hacía sonreír a Alex. Quién estaba poniendo los movimientos en una mujer a la que ya le había echado el ojo. —¿Dr. Wright? —preguntó la mujer otra vez. —Sí. Lo siento. Creo que necesito este café más de lo que pensaba —dije. —Es por eso que lo estoy rellenando sin costo alguno. —Siempre me has tratado demasiado bien, Gloria —le dije, sonriendo. 33 —Sigue con esos cumplidos y estarás atrapado conmigo —dijo, sonriendo. —¿Qué le dirás a tu marido? —Que lo dejo por un hombre más joven y rico al que le gusta dar masajes en los pies. —¿Cómo supiste mi debilidad? —Me reí. Pagué mi café y salí rápidamente, acechando en el pasillo. Me escondí a la vuelta de la esquina, esperando que Alex saliera de la cafetería. Esperaba que ella no saliera con Seth. Estoy seguro que no quería enfrentarme a él ahora mismo. Y cuando el cuerpo de Alex salió con esas gruesas caderas balanceándose, solo, me aclaré la garganta. —Dra. Rich —dije. Se dio la vuelta, sus ojos brillaron cuando cayeron sobre mí. —Dr. Wright. No lo vi allí —dijo. —¡Hola, Dr. Wright! Veo que está haciendo lo mismo que nosotros. Cafeinandose —dijo Seth. La sonrisa más falsa del mundo apareció en su rostro. Y todo lo que quería hacer era limpiarla de sus labios como la mancha que era para este hospital. —Dra. Rich, necesito hablar con usted —le dije. —Por supuesto. ¿Está todo bien? —preguntó ella. —¿Puedo ayudar en algo? —preguntó Seth. —En privado —dije bruscamente. 34 Seth captó la indirecta y asintió antes de alejarse, dejándonos a los dos solos, justo afuera de la cafetería. Me di la vuelta y comencé a caminar, escuchando los pasos de Alex que se alineaban con los míos detrás de mí. Agarré mi café con fuerza. Tomé unos cuantos tragos calientes mientras íbamos por los pasillos. Podía oír su respiración suave y sus suspiros, preguntándose qué iba a pasar a continuación. La tensión era palpable. Y en cuanto llegué a una habitación vacía, la arrastré dentro de ella. —Dr. Wright, ¿qué...? Rápidamente cerré la puerta tras de mí y la cerré con llave, encerrándonos y alejándonos de las miradas indiscretas. Bajé mi café y la atraje hacia mí. Envolví mis brazos alrededor de su espalda, acercándola a mis labios. Ella chilló cuando su sabor a café golpeó mi lengua, pero no perdió el tiempo en abrirse para mí. Su boca se abrió, y tracé el interior de sus mejillas con mi lengua. Ella gimió contra mí, su hermoso cuerpo cayó sobre el mío cuando su taza de café vacía cayó al suelo. Se estremeció e hizo un sonido maravilloso cuando cerré la distancia entre nuestros cuerpos. Las compuertas se abrieron cuando la recosté contra una pared y la esquina sombreada de la habitación donde sabía que nadie podía vernos. —No podemos ceder. Mis palabras fueron puntuadas con besos contra sus labios. Con mis manos corriendo por su cabello. Con las yemas de mis dedos deambulando por las curvas debajo de su bata blanca. —Tú eres el... mm... con... oh, Trevor. —No digas mi nombre así. No puedes —dije sin aliento. 35 Nuestras frentes se juntaron, nuestros ojos se conectaron cuando sus mejillas se sonrojaron. Joder, me encantaba cuando hacíamos eso. —Tú eres el que envía señales mixtas —dijo, sonriendo. Me reí. —No he podido dejar de pensar en ti, Alex. Ella cerró los ojos. —Yo tampoco, Trevor. Yo tampoco. —Verte todo el tiempo sin poder abrazarte. Es una tortura. —Pero sabes que algo entre nosotros pondría en peligro nuestras carreras. Asentí lentamente. —Lo sé. Maldita sea, lo sé. Sin embargo, presioné mis labios contra los de ella nuevamente. No pude evitarlo. Su brillo de labios de cereza me atrajo, y el sabor de su lengua me mantuvo cautivo. Mis brazos la rodearon y la levanté, presionándola contra la pared. Ella me rodeó con sus piernas y rodó contra mí mientras su suave aroma femenino empezaba a crecer entre nosotros. —No podemos —susurró Alex. —Dilo otra vez —dije antes de besarla. —No podemos hacer esto, Trevor. —Otra vez. 36 —No podemos —dijo, gimiendo. —Otra vez —gruñí. Le besé en el cuello, deleitándomecon el olor a vainilla y miel de su jabón corporal en el que había bañado su cuerpo desnudo. La idea de sus curvas empapadas de burbujas hizo que mi polla cobrara vida. Me apoyé contra ella, incapaz de apartarme, como un imán a la puerta de un refrigerador. —Por favor —susurró Alex. —No puedes rogarme así —murmuré. Entonces, llamaron a la puerta. —¿Hay alguien aquí? —llamó una enfermera. Me congelé, y Alex rápidamente se apartó de mí. Antes que me diera cuenta, ella se había lanzado al pequeño baño, encerrándose en él. La culpa inundó todo mi ser mientras me recuperaba, luego fui a abrir la puerta. Me paré frente a una de las enfermeras de la estación al final del pasillo, y sus ojos se abrieron disculpándose. —Lo siento, Dr. Wright. Podría haber jurado que escuché algo más en la habitación —dijo. —Está bien. Solo necesitaba encontrar un lugar tranquilo para hablar algunas cosas conmigo mismo, una lluvia de ideas sin que los residentes se cernieran a mí alrededor —dije. —¿Otro paciente suyo? —Desafortunadamente. —Tome todo el tiempo que necesite. Evitaré que la gente camine por aquí. 37 —Te lo agradecería, gracias. Si bien eso debería haber sido música para mis oídos, ¿al segundo en que la enfermera se fue? Alex estaba fuera del baño. Ella salió de la habitación sin siquiera mirarme y me dolió el corazón. Suspiré mientras me sentaba en la camilla, pasando mis dedos por mi cabello. Nunca podría sacar a esa mujer de mi sistema. Al menos no en el corto plazo. 38 Capítulo 6 Traducido por Flor Corregido por Lelu Alex Era hora de nuestras evaluaciones de la primera semana. La primera de cuatro que tendríamos que pasar con el Dr. Wright. En privado. En su oficina. Sabía que sería difícil comportarse cuando estuviéramos encerrados en lugares más cercanos. Porque si hace un par de días me quedó claro algo, es que no estaba sola en el tirón que sentía por el Dr. Wright mientras estábamos trabajando. Había pasado toda la semana reviviendo la noche de la gala mientras mi mano se deslizaba por mi cuerpo, entre mis muslos. Había pasado todas las noches con orgasmos con su nombre cayendo de mis labios, y el miércoles solo empeoró las cosas. Me pregunté si había una manera de explorar qué era esto sin arriesgar nuestras carreras. Entré en la oficina del Dr. Wright justo después de Seth, pero no parecía muy feliz. Tenía el ceño fruncido y no me miró mientras pasaba. Me preparé para la evaluación cuando entré. Cerré la puerta de su oficina detrás de mí, observando cómo anotaba algunas cosas más. —Tome asiento, Dra. Rich —dijo claramente. Me senté frente a su escritorio, tratando de parecer lo más profesional posible. —Esta evaluación no tomará mucho tiempo porque no tengo mucho que decir en cuanto a las críticas —dijo. 39 Me miró y sus ojos detuvieron mi aliento en mi garganta. —¿No? —pregunté. —No, Dra. Rich. Su desempeño la semana pasada ha estado en el lado suave de lo ejemplar. Tiene un poco de aprendizaje que hacer en lo que respecta al triaje y al protocolo de urgencias, pero eso es generalmente donde cada médico tiene dificultades. Se trata más de adaptarse al aumento de adrenalina y trabajar a través de la fiebre que del conocimiento médico —dijo. —Trabajaré en ello a medida que avance la residencia. —No tengo dudas al respecto. —¿Es este el momento adecuado para hacer una pregunta sobre el procedimiento del miércoles por la mañana? Él comenzó a escribir algo. —Por supuesto. —Nunca llegamos a una conclusión de por qué la presión arterial de nuestro paciente cayó una vez que comenzamos a insertar los implantes —dije. Él me miró. —Hubo una caída repentina, sí. Nuestro paciente había estado bajo mucha anestesia. Tres horas más de lo que estaba preparada. En cirugía, Dra. Rich, tiene que aprender a improvisar. La programamos para una cirugía de cinco horas; luego, cuando la abrieron, el defecto de nacimiento era peor de lo que suponíamos. Su presión arterial cayó debido a la anestesia para la que su cuerpo no estaba preparado. Se administró más oxígeno para contrarrestar la reacción en sus 40 pulmones, que generalmente es el resultado de una caída de la presión sanguínea como esa, y todo volvió a la normalidad. Asentí lentamente, mirando cómo se levantaba de su silla. —No está satisfecha con mi respuesta —dijo. —Es solo que... Acercó una silla y se sentó a mi lado, nuestras rodillas se tocaron mientras me miraba a los ojos. —No se detenga, Dra. Rich —dijo. Y podría haber jurado que sus ojos se oscurecieron. —Es solo eso: su caída en la presión sanguínea podría haber sido una reacción preliminar a los implantes mismos. ¿Y si su cuerpo los rechaza? —pregunté. Él asintió lentamente antes de alcanzar uno de los modelos de anatomía en su escritorio. En lugar de hablar, lo vi maniobrar lentamente las partes anatómicas de una mujer. Silenciosamente me guío por el procedimiento que habíamos realizado. Abriendo su pecho. Tallando lentamente su esternón para crear un bolsillo en el pecho que no se formó correctamente. Sus dedos trabajaron ágilmente, y me encontré fascinada por su control, su fuerza sutil. Luego, volvió a armar todo y me entregó el modelo. —Ahora, muéstrame cómo lo hubieras hecho —dijo. —¿Qué tiene que ver eso con los implantes? —pregunté. —Solo dame el gusto, Dra. Rich. 41 Estar tan cerca de él, con su calor, su olor y su aroma, me debilitó las rodillas. Gracias a Dios que estaba sentada. Le quité el modelo y busqué con él. Intenté recrear sus movimientos, luego hice un par de movimientos diferentes de mi parte. Pero cuando me dispuse a mover el brazo hacia un lado, todo se me escapó de la mano y cayó al suelo en pedazos. Trevor se rió entre dientes. —Esa no es la técnica adecuada. Me reí mientras lo miraba, y ver esa sonrisa en su rostro me llenó de alegría. La modelo pronto fue olvidada y nuestras caras se acercaron. Sentí su magnetismo atrayéndome, su cuerpo apoyándose en mí mientras nuestros labios se conectaban suavemente, y la electricidad que chisporroteó por mi columna saltó a mis brazos. Encontraron su hogar alrededor del cuello de Trevor, y rápidamente me sacaron de la silla. —Trevor —susurré. —La respuesta fácil a tu pregunta es el hecho que la caída ocurrió antes de que la cosiéramos. Antes de que su cuerpo tuviera tiempo de registrar los implantes —dijo acaloradamente. Nos hundimos en el piso de su oficina, sus manos se deslizaron por mis costados mientras sus labios caían sobre mi cuello. —Pero apuesto a que podría mostrarte en tu cuerpo la respuesta exacta a tu pregunta. Si me dejaras —murmuró. Me besó el pulso y me quitó la bata blanca de los hombros. Mi camisa se levantó en un instante, y sus labios cayeron sobre mis senos. Sentí su lengua trazando mi vena principal desde mi pezón hasta mi 42 hombro. Me estremecí debajo de él, sintiendo mis piernas abiertas por él. —Presionar suavemente contra esta vena hace que el corazón salte —gruñó. Comenzó a chupar el parche de piel donde mi seno se unía con la articulación de mi brazo, y mi corazón se aceleró. Me lancé contra él, apretándolo mientras mi mundo se desvanecía. Chupó y lamió, mordisqueó y besó. Y con cada lamida de su lengua, tuve que tragar un gemido de puro deleite. —¿Ves lo que pasa con solo una lengua? —susurró. Se cernía sobre mí, sus manos plantadas en cada borde de mi cara. —Ahora, imagina un implante presionando contra él hasta que pueda asentarse en su bolsillo —dijo, sonriendo. Y sin decir una palabra más, extendí la mano hacia él. Apreté su camisa y lo atraje hacia mis labios. Lo quería y no pude resistirlo más. Mi única esperanza era que su puerta estuviera cerrada. 43 Capítulo 7 Traducido por ZombieQueen Corregido por Lelu Trevor Debía detenerme. La puertaestaba apenas cerrada. Cualquiera con una llave administrativa podría entrar. Pero sus labios contra los míos eran irresistibles. El tirón que sentí en el estómago me llevó hacia adelante. Mi lengua barrió el calor de su boca, memorizando cómo sabía. Cuán dulcemente rodó contra mí cuando sus piernas se separaron tan fácilmente para mí. Pero no se trataba de mí esta vez. Esta vez, quería probar cada centímetro de ella. Mis labios se deslizaron por su cuello, mordisqueando su pulso. Me dolía la polla contra los pantalones, pero mi propio placer tendría que esperar hasta más tarde. Porque la próxima vez que me enterrara dentro de ella, quería tomarme mi tiempo. Empujé su camisa mientras sus manos se curvaban en mi cabello. Chupé sus hermosos senos, que se desbordaron en exceso rogando que los marcaran. Los acaricié, luego capturé sus picos rosados y fruncidos entre mis dientes mientras mis manos los sostenían. Ella gimió en mi oficina, sus labios rodaron sobre sus dientes para enmascarar sus sonidos. Cómo deseaba oírla llenar mi oficina con sus gritos de pasión. Me deslicé entre sus gruesos muslos y rápidamente bajé sus pantalones. Sus bragas de algodón me llamaron, esa mancha húmeda me recordó el alimento que estaba a punto de recibir. Deslicé sus piernas sobre mis hombros, presionando mi nariz contra su coño 44 vestido. Ella suspiró aliviada y rodó contra mi cara. Sentí su coño temblar por mí mientras deslizaba sus bragas a un lado, revelando esos jugosos labios inferiores para mí. Los chupé, disfruté su sabor. Gruñí mientras caía al suelo de mi oficina. Ella jadeó de placer. Levanté la vista justo a tiempo para verla morder su bata blanca de laboratorio para no volver a gemir. Qué increíble se veía su piel cuando estaba enrojecida para mí. Mi lengua se introdujo entre sus pliegues, y encontré su clítoris palpitante. Sus jugos cayeron sobre mi piel, goteando por mi barbilla y marcando mi cuello. Estaba tan mojada para mí. La bebí, tragando y tragando mientras mi lengua se metía profundamente dentro de ella. La llené con mis dedos, y ella se sacudió vorazmente, perdiendo la paciencia ante mis movimientos lentos y tiernos. —Trevor, por favor. Yo... no puedo... tú... Presioné mi lengua más profundamente contra su clítoris, sintiéndola rechinar contra mí. Los labios de su coño cubrieron mis mejillas con sus jugos mientras torcía mis dedos. Los bombeé lentamente, sintiendo sus paredes cerrándose a mí alrededor. Mi polla goteó de su punta, creando una mancha que sentí en mi bóxer. Gruñí en sus profundidades y lamí más hondo en su hendidura. Moví mis dedos un poco más rápido, sintiendo su cuerpo apretarse por mí mientras sus muslos se sacudían alrededor de mi cabeza. —Sí. Sí. Sí. Sí. Su espalda se arqueó, doblándose cuando sus caderas presionaron más en mi cara. La lamí, llenándola con otro dedo mientras sus paredes me sostenían con fuerza. Chupé su clítoris entre mis labios, lamiendo y chupando, trazando y presionando. Se ahogó con sus 45 propios sonidos cuando sus manos soltaron mi cabello, agitándose en el aire mientras su cuerpo giraba en espiral por el borde. No pude apartar mis ojos de ella cuando se encontró contra mi cara. Su espalda cayó al suelo, y la limpié. No quería dejar que ni una gota se desperdiciara. Lamí mis labios y chupé mis dedos. Mordisqueé sus muslos internos, sintiendo sus jugos goteando lentamente por mi maldito cuello. Besé su cuerpo, sintiéndola saltar y gemir con el rastro húmedo que dejé. Pero cuando volví a su cara, mi mente quedó en blanco. Maldita sea, estábamos en el piso de mi maldita oficina. —Ha sido una tortura verte cada día y no poder tocarte, Alex — dije bruscamente. Lentamente abrió los ojos y asintió mientras me bajaba de ella. La ayudé a ponerse de pie, observando mientras reordenaba su ropa. Alcancé algunos pañuelos y me limpié el cuello, escuchándola reír suavemente mientras me sonreía tan inocentemente. Me iba a matar continuar con mi discurso. —Pero no puedo arriesgar tu carrera por esto —dije. —¿Qué? —preguntó. La miré a los ojos y vi una mirada de decepción cubriendo su hermosa mirada. —Me esforzaré más por mantener mis manos en mí mismo. Para mantener mis propios deseos a raya. Pero no podemos repetir esto. Aquí no. No cuando eres mi residente. Tu carrera se arruinará y la mía se verá empañada, en el mejor de los casos —dije. 46 Quería retirar cada palabra cuando el dolor inundó su rostro. Pero sabía que no podía. No quería lastimarla, pero tampoco quería comprometer su futuro. Porque tenía uno muy brillante por delante. No podría robarle a sus futuros pacientes algo así. Cuando salió de mi oficina, pasé la semana siguiente solo. La veía todos los días en sus turnos de residencia y me iba a casa a una cama vacía. Continué evitando a mi mejor amigo cuando él llamó para seguir hablando sobre golpear los barrotes y encontrar algunas mujeres para pasar el tiempo. Sabía que ninguna de ellos equivaldría a nada en comparación con Alex. Y mientras me acostaba en mi cama vacía todas las noches, entendí por qué me ofrecí voluntariamente para turnos adicionales. Fue porque mi cama era demasiado grande para una sola persona. Fue porque no disfrutaba estar solo tanto como pensaba. Cada vez que iba a casa, pensaba en el tiempo que podría haber pasado con Alex. Hacerla reír y crear buenos recuerdos. Explorando su cuerpo y despertando con ella en mis brazos. Estás demasiado metido, Trevor. Lo estaba, y lo sorprendente fue que no quería que cambiara. No quería no estar en lo profundo con Alex. No quería que mis sentimientos por ella se fueran. Quizás después de su residencia podríamos explorar lo que existía entre nosotros. Aunque un año era mucho tiempo de espera. 47 Capítulo 8 Traducido por ZombieQueen Corregido por Lelu Alex Durante toda la semana siguiente, supe que Trevor estaba de mal humor. Y aunque me había acostumbrado a llamarlo Doctor Wright, no podía decirlo tan fácilmente como su nombre. Lo observé y aprendí de él. Tomé notas sobre sus modales con los pacientes y los guardé en mis bancos de memoria. Su actitud y trato con los pacientes era impecable. O, al menos por lo general, lo fue. Parecía un poco fuera de lugar hoy, y me preguntaba qué estaba mal. Me hubiera gustado haberle preguntado. Pero había dibujado una línea en la arena la semana pasada. Dejó en claro cuáles eran sus intenciones, y las respeté. Fueron amables. Halagadoras, incluso. Querer dejar de lado sus propios deseos para tratar de protegerme a mí y al futuro de mi carrera. Me calentó el corazón aún más y me hizo querer fundirme más en él. Aunque sabía que no podía. Sin embargo, estaba preocupada por su particular estado de ánimo. Estábamos tratando con un paciente que recientemente se había sometido a una cirugía de reemplazo de cadera, y el Doctor Wright estaba luchando por mantener la calma con el anciano. Casi parecía como si hubiera encontrado a su pareja, en términos de pacientes con los que podía mantenerse equilibrado. Porque no importa lo que hiciera el doctor Wright, el hombre siempre retrocedía y continuaba siendo grosero y condescendiente. Y vi el precio que estaba cobrando en Trevor. 48 Disculpa. El doctor Wright. —Señor Jackson, la única razón por la que… —Puedes callar ese elegante discurso Doctor, Wright. Se exactamente por qué estoy aquí. Me duele, y es por la cirugía. Algo salió mal, así que necesito que lo arregles. No necesito que me mediques hasta que se vaya por su cuenta. Necesito que lo arregles. Ahora —dijo el hombre. —Señor Jackson, déjeme ser franco. ¿Está haciendo su fisioterapia? —preguntó el Doctor Wright. —Estoy yendo a mis citas, seguro. —¿Está haciendo los ejercicios en casa? —Ya tuve suficiente de la terapia física —dijo el hombre.El doctor Wright siseó, y tuve que cubrirme el rostro con mi libreta para evitar reír con la expresión del hombre. —Señor Jackson, esos encuentros semanales no le proveen de ejercicios para hacer solo allí. Debe hacerlos en su hogar, también. Le duele porque su articulación se está endureciendo. Sus tendones y ligamentos no están… —Basta de elegante lenguaje de médico —dijo el hombre cortante. —Señor Jackson, todo lo que tiene que hacer es escucharme. Esos ejercicios que su fisioterapeuta le está dando son cosas que debe hacer en casa. Todos los días. Múltiples veces al día. —Los estoy haciendo lo mejor que puedo, Wright. Pero cada hombre tiene sus límites. 49 —Sí, y yo tengo los míos. No voy a ver a uno de mis pacientes caer debido a que no está dispuesto a participar en lo que es capaz de hacer. Su articulación se está endureciendo porque no la está estirando. No le está dando tiempo a su cuerpo para sanar y adaptarse adecuadamente. Y si tengo que supervisar cada sesión de fisioterapia y seguirlo a casa para asegurarme que haga esos ejercicios, lo haré. —No te atreverías. —El hombre frunció el ceño. —Si su odio por mí es lo que tengo que usar para lograr que se recupere adecuadamente, no subestime las medidas que tomaré para cuidarlo —respondió el Doctor Wright. El hombre pareció reaccionar a la forma en que el Doctor Wright le habló, y me asombró. Incluso en su frustración, todavía usaba el bienestar de su paciente para mostrarles la luz, por así decirlo. Necesitaba aprender a ser más extrovertida con mis pacientes así. Pasé momentos difíciles con pacientes que fueron más dificultosos. Como el señor Jackson. Apuesto a que su trato con los pacientes es también excelente en privado. Solo me tomó un pensamiento para sumergirme en la madriguera del conejo. Me encontré perdiéndome en fantasías. En recuerdos. En la sensación de su lengua entre mis piernas. Tomé algunas respiraciones profundas, esperando más allá de toda esperanza que no me estuviera sonrojando tanto como me sentía. Pero cuando el Doctor Wright pasó por mi lado, escuché un susurro caer de sus labios. —Me gustaría saber en qué estás pensando en este momento. 50 Cuando me asomé a su cara sonriente, me guiñó un ojo, un movimiento casi indetectable que hizo que mi estómago revoloteara con mariposas. Ahora, mi única esperanza era que los otros residentes no se hubieran dado cuenta. 51 Capítulo 9 Traducido por ZombieQueen Corregido por Lelu Trevor —Esa fue una gran captura, doctora Rich. —¿Quieres tomar una taza de café? Creo que nuestros descansos coinciden —¿Algún consejo para mejorar mi manera de tratar a los pacientes, Alex? La tuya es maravillosa, y sé que la mía podría necesitar una puesta a punto. —Doctora Rich, creo que se trata de tu habilidad. Podría necesitar tu ayuda, si tienes algo de tiempo libre. Cada vez que escuchaba a Seth abrir su puta boca, estaba llamando a Alex. O halagándola. O apartándola para tomar un café antes que ella pudiera responderle. El pequeño alcahuete se estaba acercando demasiado a ella para su comodidad. Si no estaban hablando en un rincón con cafés en sus manos, él se estaba acercando a sus pacientes. O pidiéndole que fuera a ver el suyo. O negociando su camino hacia la sala de operaciones con ella durante los procedimientos con los que me ayudó. Me enfermaba mirar y escuchar. Lo odiaba y hacía que mis celos fueran casi insoportables. Casi imposibles de controlar. Me abrumaba y me distraía de mi trabajo y los montones de papeleo que siempre venían con el programa de residencia. Me sentía protector de Alex, de alguna manera. Posesivo. Como si ella me 52 perteneciera y el mundo entero necesitara entenderlo. Esos eran sentimientos peligrosos para mí, especialmente después que fui yo quien dibujó la línea en la arena. Pero no podía evitarlo. Permanecí tan cerca de ellos como pude. Siempre cronometraba mis viajes al café cuando Seth la invitaba a tomar uno con él. Lo vigilé mucho durante la cirugía y lo mantuve ocupado con minucias, como abrir al paciente. Cerrarlos. Aspirar el exceso de sangre mientras le daba a Alex las tareas más interesantes. Cualquier cosa para mantener el enfoque de Seth fuera de ella y de nuestros pacientes enfermos, cuyas vidas estaban literalmente en nuestras manos. Pero no era suficiente. —Seth, unas palabras, ¿por favor? —pedí. Lo llamé, alejándolo de otra conversación de café que estaba teniendo con Alex. Él la miró y levantó el dedo, luego hizo que la mujer sostuviera su café. Maldito infierno, hizo de Alex su maldito marcador de posición. Me enfureció sin fin. —¿Sí, doctor Wright? —preguntó Seth. —Los exámenes de rutina de uno de tus pacientes no salieron tan bien como podrían haber sido. Estoy aquí para recordarte que debes concentrarte en tu residencia y no tratar de enganchar a la chica atractiva de tu clase. Tus exámenes básicos han estado resbalando. He captado tres cosas en los gráficos que deberías haber notado. Cosas que requerían pruebas que deberías haber ordenado —dije. —Oh, doctor Wright, ¿qué... qué paciente? 53 —Nada de eso importa ya que te he cubierto. Pero no más. Te vuelves a desviar y pones tu atención en otro lado en lugar de enfocarte en lo que realmente importa, y perderás tu residencia. Hay muchos estudiantes esperando para tener la posición que tienes. No tengo problemas para dárselo a alguien más merecedor. —Lo siento mucho, doctor Wright. Juro que me estoy tomando todo en serio en este hospital. —Tu trabajo no lo demuestra. Si entregara calificaciones, tendrías la más baja en este momento. He notado que te estás acercando demasiado a la doctora Rich —le dije. Seth arqueó una ceja antes de suspirar. —Es una mujer genial, doctor Wright —dijo. —No me importa. No tienes tiempo para relaciones durante un programa de residencia como este. Porque si haces el tiempo para ello, ocurren deslices. Como los que ya tuve que rectificar. Deja de enfocarte en lo que no corresponde, o perderás tu residencia. Lo digo en serio. —Prometo que me enfocaré. Y sí, la doctora Rich es hermosa. Pero necesito que sepa que me lo tomo en serio, doctor Wright. Ella es mi competencia. Y solo hay pocos puestos de alto nivel directamente de cualquier residencia. Especialmente con un hospital como este. Necesito conocer sus debilidades. En qué es buena y en qué no. Estoy seguro que puede recordar cómo fue eso. Solo estoy tratando de cubrir todas mis bases. Eso es todo. Y prometo que no habrá más resbalones. —Bien —dije acaloradamente. Sus palabras me enfurecieron. Mi visión estaba roja. Seth no era más que una pobre excusa para un hombre que se sentía intimidado por la mujer frente a él. Era el tipo de persona que sonreía en la cara de alguien mientras lo apuñalaba por la espalda. Y me tomó todo lo que 54 tenía para contener la lengua. Tomó todo lo que tenía para no apuntar los dos cañones a Seth y derribarlo antes que pudiera hacer más daño. El niño nunca sería mejor médico que Alex. Nunca. Y no podía esperar para verla matarlo durante esta residencia. 55 Capítulo 10 Traducido por ZombieQueen Corregido por Lelu Alex La presión fue en aumento. No solo con mi residencia, sino con negar mi creciente atracción por Trevor. Cuanto más lo llamaba doctor Wright, peor se sentía. Cuanto más me paraba a su lado y aprendía de él, más quería inclinarme y besarlo. Todos los días lo veía. Todos los días, miraba sus hermosos ojos verdes. Todos los días me preguntaba cómo sería tirar de él al salón o al armario de limpieza y tocarlo. Besarlo. Sentirlo contra mí otra vez. Era una distracción, y se encontraba al límite de lo doloroso. Mis noches las pasaba con la mano entre los muslos, intentando desesperadamente imaginarlo allí conmigo. Y mis mañanasestaban llenas de una soledad que no podía soportar. —Necesitas salir una noche —dijo Danielle. —¿Qué? —pregunté. —Chica, no puedo imaginar lo difícil que es esta mierda para ti en este momento. ¿Y con la forma en que lo estás mirando? Puedo decir que estás luchando. —Espera un segundo, ¿puedes decirlo? —Puedo porque sé lo que está pasando. No creo que sea obvio para nadie más que estés imaginando claramente desvestir a nuestro mentor de residencia —dijo, sonriendo. 56 Suspiré profundamente cuando ella me llevó a una esquina. —Mira, necesitas salir por la noche. Una noche para tomar unas copas y desahogarte. Podemos ir después de nuestro turno, tomar una hora para nosotras, y luego puedes irte a casa y estrellarte. Solo algo para romper la monotonía, ¿sí? —preguntó. Y no tuve la energía para decirle que no. Nuestro turno vino y se fue, y rápidamente nos cambiamos en el salón. Guardamos nuestras batas blancas en nuestros autos, y luego la seguí hasta un bar que estaba cerca del hospital. Danielle siguió hablando sobre cómo se enteró de este lugar por parte de algunas enfermeras en la estación principal. Cómo nos darían las mejores bebidas especiales si mostrábamos nuestras insignias. Pero mi mente no estaba en ello. Porque en el momento en que entramos en el bar, vi a Trevor con un par del personal del hospital sentado en un extremo del bar. Por supuesto que él está aquí. —Mierda — murmuró Danielle. —¿Qué fue lo que dijiste sobre dejar de pensar en las cosas? — pregunté. Trevor nos hizo un gesto con la mano para que nos uniéramos a él. —Si nos escapamos rápidamente, podemos encontrar otro lugar para ir —dijo Danielle. —O bien, podríamos aprovechar este tiempo para ponernos en contacto con nuestro mentor —le dije. 57 Eché un vistazo a Danielle, sabiendo que nunca perdería la oportunidad de tratar de ayudar a alguien. —Bien. Bueno. Pero solo unos minutos. Justo el tiempo suficiente para tener una idea de dónde estoy parada con el doctor Wright —dijo. Luego, ella me llevó a donde estaban sentados los tres. Trevor me hizo sitio a su lado, y Danielle se sentó entre los otros dos enfermeros. Intercambiaban historias de terror sobre el hospital y sus propias residencias. Y vi cómo los enfermeros seguían mirando a Danielle cuidadosamente. Obviamente se sentían atraídos por ella, y ¿por qué no lo estarían? Era una bomba. Pelo oscuro. Ojos misteriosos. Piel bronceada. Exótica en todas las formas que importaban, incluidas sus largas piernas. Pero sentí los ojos de Trevor sobre mí. Fuertemente. Su atención no estuvo una vez en Danielle. Hizo que mi corazón se detuviera en mi pecho. Nos reímos e intercambiamos historias mientras disfrutaba de un par de copas de vino, una que había ordenado para mí y otra que Trevor ordenó para que me ‘completara’. Danielle se reía a carcajadas con los dos hombres a su lado, y me estaba cansando de sentarme al lado de Trevor sin poder tocarlo. —Ya vuelvo. Solo necesito usar el baño —dije. —¿Está todo bien? —preguntó Trevor. Pero no le respondí. Simplemente me bajé del taburete y me dirigí al baño. Me salpique un poco de agua en la cara. Respiré profundamente algunas veces, me sequé la cara y luego hice lo que tenía que hacer. 58 Parte de mí quería escabullirse por la parte de atrás. Salir de allí antes que terminara perdiéndolo frente a esos dos enfermeros. Escuché las risitas de Danielle elevándose sobre el ruido, filtrándose por el pasillo y a través de la puerta. Al menos ella se estaba divirtiendo. Suspiré mientras abría la puerta, decidiendo escabullirme. Tenía mi bolso conmigo. Podría escabullirme, salir por el callejón y volver a mi auto. Sin embargo, en el momento en que la puerta se abrió, me encontré cara a cara con el hombre que frecuentaba mi trabajo. Atormentando mis sueños. Atormentando mis fantasías. Trevor estaba de pie contra la pared. Justo en frente de la puerta del baño. —Doctor ¿Wright? —pregunté. —No te atrevas a llamarme así fuera del trabajo —dijo. Me tomó de la muñeca y comenzó a empujarme hacia la parte trasera del bar, lejos de miradas indiscretas. El calor de su toque me encendió, quemándome. Y cuando presionó mi espalda contra la pared de un corredor al azar, sus labios estaban contra los míos. Sus manos se deslizaron por mi cintura, hasta mis caderas mientras su lengua lentamente presionó mi boca. Gemí por su sabor, mis rodillas se convirtieron en gelatina. Deslicé mis brazos alrededor de él, acercándolo mientras su lengua exploraba lentamente mis profundidades. Mi cabeza cayó a un lado. Envolvió su brazo alrededor de la parte baja de mi espalda, acercándome. Su mano se abrió camino en mi cabello, tomándolo en un puño y ordenando a mis labios que se presionen más cerca de los suyos. 59 —No poder tocarte me está volviendo loco —murmuró. —Lo sé. Lo sé. Lo sé —susurré. Marqué mis palabras con besos mientras él hundía sus caderas en las mías. —Pero, tenemos… T…Trevor… detente, Trevor. Dejó el beso de inmediato y puso algo de espacio entre nosotros. —Tenemos que comportarnos para que nadie descubra nuestro secreto —dije suavemente. Y cuando sus manos cayeron de mi cuerpo, mi corazón se hizo añicos. 60 Capítulo 11 Traducido por Flor Corregido por Lelu Trevor No podía hacer esto por más tiempo. Ya no podía resistirme a ella. El impulso era demasiado fuerte. El tirón era demasiado grande. Envolví mi mano alrededor de su muñeca y la arrastré hacia el bar. Danielle estaba haciendo compañía a mis otros colegas, lo que nos permitió pasar a una cabina. La luz estaba rota y nos envolvió en la oscuridad. Sentí a Alex tensarse a mi lado mientras le pasaba el brazo por la cintura. —Nadie lo descubrirá. Lo juro —murmuré contra su oreja. Se inclinó hacia mí y dejé que mi mano se deslizara por su espalda. Bromeé con la piel desnuda a su lado, levantando lentamente su camisa. Ella jadeó suavemente mientras yo trazaba círculos contra su michelín de la cintura. Mientras mi mano acariciaba su muslo, mantuve mis ojos fijos en los dos hombres, esperando que se dieran cuenta que me había ido antes de alejar mis manos. —Trevor, yo… —¿Quieres que me detenga? —pregunté. Y cuando negó, se relajó en los cojines de la cabina. Mantuvo una impresionante cara de póker mientras mi mano masajeaba su muslo, trazando su piel desnuda asomando para que yo le prestara atención. Su gracia bajo presión solo me hizo quererla más. ¡Qué mujer que era! Mi mano se deslizó más allá de la parte superior de 61 sus jeans, y la punta de mis dedos trazó la línea de sus bragas. Y cuando mi dedo se sumergió debajo de sus bragas para explorar un poco más, rápidamente se puso de pie. —Creo que otra copa de vino me haría bien —dijo Alex sin aliento. —Permíteme invitarte esta —le dije, sonriendo. Aunque ella se alejó de mí, rápidamente la alcancé y me paré detrás en el bar. La gente se agolpó a nuestro alrededor, cubriendo mis manos errantes de las miradas de todos. Mis manos se posaron en sus caderas, y enganché mis dedos en los lazos de sus jeans, moviendo un poco sus pantalones, dándole a mis manos más piel para masajear. Y cuando su trasero se estrelló contra mi pelvis, tuve que tragarme mi gemido. No me importaba lo que me pasara. Mientras pudiera preservar su carrera, con mucho gusto arriesgaría la mía para estar más cerca de ella. Alex era un imán y yo estaba indefenso ante su atracción. Quería estar en su órbita. Quería estar cerca de ella. Quería sentir el calor de su piel contra la mía, y quería probarla todas las mañanas y todas las noches. Era la primera vez en mi vida que algo significaba más para mí que mi carrera. Y sabía que no había vuelta atrás. —¡Oye, Alex! Mis manos cayeron al escuchar la voz de Danielle. —¿Si? —preguntó Alex, su voz temblando.—¿Puedes traernos otras tres cervezas mientras estás allí? — indagó. 62 Podría haber jurado que también había una sonrisa en las mejillas de Danielle. ¿Ella lo sabía? Joder, realmente esperaba que no lo supiera. Cuando Alex se alejó, mi cuerpo se vio obligado a decirle adiós. Nos unimos al grupo con todas nuestras bebidas, pero Alex no volvió a tomar asiento a mi lado. Se quedó junto a Danielle, para desesperación de los enfermeros. Cuando dos de ellos se marcharon solo unos minutos después, noté que Alex ni siquiera tocaba la bebida que le compré. Mi corazón se hundió cuando ella se fue. Mi alma me rogó que la siguiera mientras me quedaba en mi asiento. No quería nada más que seguir a Alex, arrastrarla de regreso a mi apartamento y hacerle el amor toda la noche. No tenía idea de cuánto tiempo más podría mantener mi resolución. Las cosas llegarían a un punto crítico pronto, y alguien se rompería. Mi única oración era no arruinar su vida. Que nada arruine su vida. Porque protegerla era lo único que me impedía romper todas las reglas a la vez. 63 Capítulo12 Traducido por ZombieQueen Corregido por Lelu Alex Amaba cada parte. A pesar de la orden que Trevor tenía sobre mí y su insistencia en tocarme, disfruté cada segundo. Amaba que supiera qué quería. Que no se detendría hasta tenerlo. Lo mucho que me perseguía, incluso revisándome para saber si me encontraba bien. Era un mandón, pero también amoroso. Dominante, pero respetuoso. Jamás pasé por algo así, y las cosas que me hizo la última semana en el bar, me mantuvieron al borde. Me hizo desear ir hasta donde vivía, aparecer en su puerta principal y rogarle que me tomara de todas las maneras que deseara. Pero no podía. El riego era gigantesco para ambos. Y no permitiría que destruyera la carrera por la que había trabajado tan duramente solo para que me tocara un poco más. No sacrificaría ninguno de nuestros sueños por un orgasmo. Sin importar que tan bueno haya sido. Y maldita sea, sus orgasmos eran increíbles. No sabía durante cuánto tiempo más podría mantener mi resolución. La residencia se iba poniendo cada vez más estresante. Lo que significaba que la liberación con él sonaba cada vez mejor por minutos. Cada vez que tenía que seguir a Trevor en sus rondas, me encontraba mirando su trasero. Cada vez que decía mi nombre, las visiones de él desnudo y encima de mí asaltaban mi mente. Era una locura cuánto había invadido mi cabeza. Mis sentidos. Mi vida. 64 No quería que se detuviera. —Dr. Wright, ¿por qué estamos en la sala de fisioterapia? — preguntó Seth. Su voz me sacó de mi trance, y noté que estábamos en la sala de fisioterapia adjunta al hospital. —Estamos aquí para reunirnos con un paciente mío —dijo Trevor, sonriendo. —Espere un segundo, ¿señor Jackson? —pregunté. —¿Qué demonios estás haciendo aquí? La voz del anciano, atrapó mi oído y los tres nos dimos vuelta. Trevor permaneció de pie allí con una sonrisa en su boca que era más de lo que podía decir del anciano Jackson. No estaba feliz que estuviéramos allí, y no estaba contento con que Trevor estuviera interrumpiendo su entrenamiento. —Vamos, señor Jackson, tiene más rotación que eso. Flexione los pies. »Necesita que estén flexibles para caminar. »Para cuando termine, ya no necesitará el bastón. »¿Puede imaginarlo? Respire, señor Jackson. Necesita respirar, mi hombre. Era cómico, y no pude evitar la sonrisa que a apreció en mis labios. —¿Pueden callar esa mierda suya? —preguntó el hombre. —Solo si pide por favor —dijo Trevor, sonriendo. 65 —Deberás matarme si mi vida dependiera de ello. —Bien, me contentare con un “gracias por salvar mi vida” entonces. Me reí a carcajadas con eso, y el Sr. Jackson definitivamente no era fanático de mi arrebato. —Solo piense, cuanto antes termine con la rehabilitación, antes podrá deshacerse de mí —dijo Trevor. —Dios, eso es lo mejor que he escuchado en todo el día —dijo Jackson, gimiendo. —Y si hace estos ejercicios en casa, incluso podría derivarlo a la Dra. Rich para que no tenga que verme en sus chequeos a partir de ahora. —Sigues endulzando esa oferta, imbécil. — El hombre frunció el ceño. —Espera, ¿qué hay de mí? —preguntó Seth. —Cuando puedas hacer exámenes físicos básicos correctamente, comenzaré a pasarte pacientes —dijo Trevor. —Suena como una historia jugosa allí mismo. ¿Les importaría brindarme algo de entretenimiento? —preguntó el señor Jackson. Honestamente, también tenía curiosidad por la historia. Una vez más, me asombraba cómo Trevor manejaba incluso a los pacientes más firmes. Sabía que yo nunca habría podido convencer a un hombre como el señor Jackson para que trabajara tan duro como lo hacía en esta sesión de fisioterapia. Realmente era un médico talentoso, y eso solo solidificó mi necesidad de mantenerme alejada de él. 66 No podría robarle a este hospital una joya como ese hombre. Si la persona equivocada se enterara que nos estábamos viendo, o realmente saliendo, sería una verdadera pérdida para sus pacientes actuales. No solo para el hospital. La gente lo necesitaría en el futuro, y no podría ser tan egoísta. No podría pedirle a los futuros enfermos de esta ciudad que renunciaran a un médico tan asombroso y talentoso solo porque no podía mantener mi corazón a raya. Al menos lo tuviste mientras pudiste, Alex. Era la única paz que tenía con respecto a la situación, y la acepté egoístamente. Porque en el fondo, mi alma se estaba rompiendo en pedazos. 67 Capítulo 13 Traducido por ZombieQueen Corregido por Lelu Trevor —Ahora, colocar un yeso es bastante básico. Pero con un adolescente inquieto que no quiere quedarse inmóvil, puede convertirse en un procedimiento difícil —dije. Los residentes se rieron suavemente mientras la madre de mi paciente intentaba que su hijo se acomodara. —Para ser justos, esto es lo que sucede cuando él también se mueve demasiado sobre un trozo de tabla móvil —dije. Incluso la madre se rió de eso, y yo le sonreí mientras continuaba colocando la pierna rota de su hijo en un yeso. El niño había entrado sin siquiera una lágrima en sus ojos. En estado de shock, obviamente, que usualmente jugaba a mi favor como médico. Tuve un par de residentes que me ayudaron mientras trataba de mantener mis ojos fuera de Alex lo suficiente como para concentrarme. El suave color rosa del ambo que tenía puesto hoy realmente destacaba sus ojos, y me tomó todo lo que tenía para no mirarla todo el día. Entonces, escuché el clic del intercomunicador. —Código azul, UCI1. Código azul, UCI. Dr. Wright, código azul, UCI. Le pasé el yeso a una de las enfermeras y les indiqué a los residentes que me siguieran. Me persiguieron mientras corríamos por el 1 UCI: Unidad de Cuidados Intensivos. 68 hospital, entrando por las puertas de la UCI. Escuché a las enfermeras gritar por el pasillo cuando un carro de paradas**2 se estrelló en mi dirección. Lo intercepté, empujándolo hacia la enfermera en la puerta, que lo atrapó contra sus palmas. —¿Qué hacían cuando sus estadísticas se desplomaron? — pregunté. —Nutrirlo con medicamentos. Cambiando su bolsa intravenosa. Las cosas estándar, doctor —dijo la enfermera. —Tenemos que trabajar rápido, porque podría tener que volver a cirugía. —¡Doctor Wright! —exclamó Seth. —¿Qué? —pregunté. —El carro no se enciende —dijo. Gruñí y alejé el carrito de él, pensando que simplemente no entendía cómo funcionaba esa maldita cosa. Y una parte de mí esperaba que ese fuera el caso, para poder despedirlo y conseguir a alguien más competente en esta residencia. Pero tenía razón. El carro no se estaba encendiendo. —¿Alguien puede conseguirme un maldito carro que funcione? — exclamé. —No tenemos tiempo —dijo
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