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: Ángela Daniela García Cleofás El mito azteca del Sol y la Luna (mito etiológico) Hubo un tiempo en el que los dioses discutieron acerca de quién de ellos sería el que diera luz a todo el mundo. Todos sabían que era una tarea difícil, aunque de mucho prestigio, pues exigía lanzarse al fuego y sacrificar la propia vida. Uno de los dioses más jóvenes, Tecuciztécatl, asumió el reto y los otros dioses lo veneraron. Sin embargo, para tal labor, necesitaría de un acompañante, y ningún dios se atrevió a ir con él hasta que un anciano de aspecto harapiento, Nanoatzín, dio un paso al frente y se ofreció para ir con el joven. En la fecha señalada, Tecuciztécatl intentó cuatro veces entrar en el fuego, pero cada vez que se levantaba decidido, al instante se arrepentía. Para animarlo, Nanoatzín entró en la hoguera y se acostó tranquilamente mientras todos los otros dioses lo adoraban, así que el joven dios, avergonzado, ingresó también en las llamas. De repente, un rayo de sol apareció desde el Este, hasta elevarse como un gran sol que todos identificaron como Nanoatzín. Luego salió otro sol igual de brillante, Tecuciztécatl, al cual los dioses acordaron oscurecer para que no restara protagonismo al anciano, quien había sido el primero en entrar en la hoguera. De esta forma, decidieron tapar la luna con un conejo y oscurecieron su cielo. La flor de cempasúchil Dice una vieja narración que, hace muchos años, vivieron dos jóvenes enamorados: la muchacha Xóchitl y el joven Huitzilin. Un día, los muchachos subieron a la cima de una montaña en busca de la bendición del Dios del Sol para que su historia de amor durara eternamente. Allí, Tonatiuh cumplió con el deseo de la pareja y bendijo su amor. Un tiempo después, Huitzilin tuvo que marcharse a la guerra y Xóchitl se quedó esperando su regreso. Pero el joven nunca más volvió y Xóchitl pasaba sus días muy apenada. Cuenta la leyenda que, al ver que la muchacha estaba tan triste, el Dios del Sol decidió transformarla en una hermosa flor. Pronto, un colibrí se posó en los pétalos de la flor, amarillos como el sol. La flor reconoció a su amado Huitzilin, quien regresó transformado en aquel precioso pájaro. El congreso de los ratones Había una vez una familia de ratones que vivía en la despensa de una casa. Eran felices, pero vivían con miedo de ser atacados por un enorme gato, de manera que nunca se atrevían a salir ya que sin importar que fuera de día o de noche ese terrible enemigo siempre les vigilaba. Un buen día decidieron poner fin al problema, por lo que celebraron una asamblea a petición del jefe de los ratones, que era el más viejo de todos. El jefe de los ratones dijo a los presentes: – “Os he mandado reunir para que entre todos encontremos una solución. ¡No podemos vivir así!”. – “¡Pido la palabra!”, dijo un ratoncillo muy atento. – “Atemos un cascabel al gato, y así sabremos en todo momento por dónde anda”. Tan interesante propuesta fue aceptada por todos los roedores entre grandes aplausos y felicidad. Con el cascabel estarían salvados, porque su campanilleo avisaría de la llegada del enemigo con el tiempo para ponerse a salvo. – “¡Silencio!”, gritó el ratón jefe, para luego decir: – “Queda pendiente una cuestión importante: ¿Quién de todos le pone el cascabel al gato?”. Al oír esto, los ratoncitos se quedaron repentinamente callados, porque no podían contestar a aquella pregunta. Y corrieron de nuevo a sus cuevas, hambrientos y tristes. Moraleja: Es más fácil proponer ideas que llevarlas a cabo. La metamorfosis de Franz Kafka La historia comienza con el despertar de Gregorio Samsa, encargado de mantener económicamente a toda su familia. El protagonista amanece con la sensación de haber tenido un sueño intranquilo. Poco a poco, va descubriendo su transformación en un insecto: sus innumerables patas, su abdomen abombado, el caparazón que sustituye a su espalda, sus nuevas y fuertes mandíbulas. Pese a la gravedad de la situación, la primera preocupación de Gregorio es justificar su estado en el trabajo. Un gerente de los almacenes donde Gregorio trabaja decide ir a buscarlo a su casa debido a su inusual retraso. El protagonista hace un gran esfuerzo por abrir la puerta y, entonces, su familia se percata de su nueva forma: la de un enorme escarabajo. Hoy ha sido un día genial. Ha sido mi cumpleaños y para celebrarlo he pasado todo el día con mi familia y mis amigos. Por la mañana, me he levantado temprano para desayunar con mis padres y mi hermana Lola y me han preparado mi desayuno favorito: tortitas con fruta y chocolate. Después, hemos ido juntos al museo de las artes y las ciencias. Ha sido divertido. A la hora del almuerzo, hemos ido a mi restaurante favorito y ¡sorpresa! Todos mis amigos estaban allí. Me ha hecho muy feliz ver a toda la gente que quiero en el restaurante. Por la tarde, mis padres se han ido a casa y mis amigos, mi hermana y yo hemos ido al cine. Después, hemos ido todos a mi casa y nos hemos bañado en la piscina. Hemos pedido pizzas y hemos cenado en el jardín. A las once y media mis amigos se han tenido que ir y yo me he puesto a escribir un rato, pero ahora tengo sueño y voy a la cama también. Mañana te cuento más cosas. ¡Buenas noches! Martina La sepultura del lobo Hubo una vez un lobo muy rico pero muy avaro. Nunca dio ni un poco de lo mucho que le sobraba. Sin embargo, cuando se hizo viejo, empezó a pensar en su propia vida, sentado en la puerta de su casa. Un burrito que pasaba por allí le preguntó: – “¿Podrías prestarme cuatro medidas de trigo, vecino?”. “Te daré ocho, si prometes velar por mi sepulcro en las tres noches siguientes a mi entierro”. – “Está bien”, dijo el burrito. A los pocos días el lobo murió y el burrito fue a velar su sepultura. Durante la tercera noche se le unió el pato que no tenía casa. Y juntos estaban cuando, en medio de una espantosa ráfaga de viento, llego el aguilucho y les dijo: – “Si me dejáis apoderarme del lobo os daré una bolsa de oro”. “Será suficiente si llenas una de mis botas”, le dijo el pato, que era muy astuto. El aguilucho se marchó para regresar enseguida con un gran saco de oro, que empezó a volcar sobre la bota que el sagaz pato había colocado sobre una fosa. Como no tenía suela y la fosa estaba vacía no acababa de llenarse. El aguilucho decidió ir entonces en busca de todo el oro del mundo. Y cuando intentaba cruzar un precipicio con cien bolsas colgando de su pico, cayó sin remedio. – “Amigo burrito, ya somos ricos”, dijo el pato. – “La maldad del aguilucho nos ha beneficiado. Y ahora nosotros y todos los pobres de la ciudad con los que compartiremos el oro nunca más pasaremos necesidades”, dijo el borrico. Así hicieron y las personas del pueblo se convirtieron en las más ricas del mundo. La gallina de los huevos de oro En una granja vivía una pareja que tenía varias gallinas. Un día la mujer entró al gallinero y vio que una gallina no había puesto un huevo común, sino que había puesto un huevo de oro. Los días pasaban y la gallina ponía un huevo de oro por día. El hombre decidió que tenían que matar y abrir la gallina, porque creía que adentro tenía oro. La mujer accedió. Pero cuando la abrieron, se dieron cuenta de que era una gallina como cualquier otra. Esta fábula también contiene una moraleja: no hay que ser ambicioso. https://philpot.education/mod/page/view.php?id=1249#:~:text=EJEMPLO%3A%20DIARIO%20PERSONAL&text=Querido%20diario%2C,tortitas%20con%20fruta%20y%20chocolate https://philpot.education/mod/page/view.php?id=1249#:~:text=EJEMPLO%3A%20DIARIO%20PERSONAL&text=Querido%20diario%2C,tortitas%20con%20fruta%20y%20chocolate https://philpot.education/mod/page/view.php?id=1249#:~:text=EJEMPLO%3A%20DIARIO%20PERSONAL&text=Querido%20diario%2C,tortitas%20con%20fruta%20y%20chocolatehttps://www.etapainfantil.com/cuentos-cortos-ninos https://www.ejemplos.co/historias-cortas/#ixzz7vmXAwaip
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