Logo Studenta

Manual de Sociología del Ocio Turístico Cap 12 a 13

¡Este material tiene más páginas!

Vista previa del material en texto

1 
Capítulo 12: LAS PARTICULARIDADES DEL TURISMO COMO ACTIVIDAD 
ECONÓMICA DE SERVICIOS 
J. Rosa Marrero Rodríguez 
 
 Las actividades de servicios frente a la producción industrial: en torno a su 
‘especificidad’ 
 Particulares circunstancias que concurren a las que deben atender las empresas 
turísticas para organizarse 
 Acerca de las cualificaciones o competencias sociales 
 La gestión empresarial de las actividades de servicios 
 
El objetivo de este capítulo es aproximar al estudiante a algunas de las particularidades que dicha 
actividad presenta como sector económico y las consecuencias que se derivan para la organización 
empresarial y la gestión de los recursos humanos. En cierta medida, se trata de un capítulo que 
podríamos considerar derivado del dedicado a los impactos del turismo, puesto que a partir de las 
particularidades que el turismo presenta como sector económico se puede comprender mejor el tipo de 
empleo, de empresas, de cualificaciones o de relaciones con el territorio a que da lugar. 
 
LAS ACTIVIDADES DE SERVICIOS FRENTE A LA PRODUCCIÓN INDUSTRIAL: EN 
TORNO A SU ‘ESPECIFICIDAD’ 
Con el objetivo de analizar la especificidad de los servicios, realizaremos un ejercicio 
comparativo, abordando las semejanzas y diferencias en relación con la actividad productiva más 
habitualmente considerada, la industria94. Tiene su razón de ser este ejercicio, y es que la economía y la 
sociología han estudiado con mucho más detenimiento y profundidad las actividades industriales; pero 
además, muchos de los conceptos y esquemas de trabajo de dichas disciplinas provienen del estudio de 
la industria y mucho menos de la investigación de las actividades de servicios. 
Hasta la década de los setenta del siglo XX, la economía y la sociología prestaron muy poca 
atención al sector, ocupaciones y funciones de servicios. Luego, han aumentado el interés y el número 
de investigaciones y publicaciones. Este creciente interés tiene que ver con que a partir de dicha década 
los servicios van a crecer en empleo e importancia económica a un ritmo cada vez mayor, en 
 
94 Una parte importante de este capítulo es un extracto de Marrero Rodríguez (2004_b) y (2008), y toma muchas ideas de 
Cuadrado Roura y Río Gómez (1993). 
 
2 
comparación a la industria, la gran protagonista de la revolución industrial y base de la modernización 
de las sociedades europeas. 
En el período comprendido entre mediados del siglo XIX y 1930 se generan las ideas que van a 
abandonar el debate anterior que había tenido lugar en la economía acerca del carácter productivo o 
improductivo de los servicios. Y es que durante mucho tiempo se debatió que los servicios, al ser 
inmateriales, no podían contribuir a la acumulación de capital y por tanto de riqueza. Una vez 
abandonada esa idea y reconocido que todo lo que tiene valor de cambio es productivo, sean bienes o 
servicios, se pasa a otros asuntos. 
Tradicionalmente las diferencias entre la producción industrial y servicial se han planteado en 
términos negativos: los servicios presentaban cualidades que no estaban presentes en la agricultura o la 
industria, o viceversa. Parte de la literatura estuvo al principio dedicada a desentrañar las diferencias 
entre industria y servicios. Luego, aproximaciones teóricas más recientes han visto la dificultad cada 
vez mayor de clarificar las diferencias entre industria y servicios, y se han detenido más en su 
clasificación y en las relaciones cada vez más estrechas entre industria y servicios. 
Y es que, dados los cambios tan importantes y profundos que se han producido en las últimas 
décadas en el interior de los servicios y en la misma industria, resulta cada vez más complicado 
encontrar diferencias entre estas actividades, de la misma manera que es aislar criterios de 
homogeneización para los servicios. También se ha planteado que estas dificultades arrancan de la 
misma clasificación de la actividad económica en tres sectores. 
Ya Fisher planteó en 1935 una clasificación de las actividades económicas, dividiéndolas en 
primarias, secundarias y terciarias, e identificando las ramas concretas a incluir en cada una de ellas 
(Fisher, 1949). Desde su perspectiva, el progreso técnico aparece ligado al cambio industrial pero 
también a la disminución de las necesidades de mano de obra en la agricultura, debido a los 
incrementos de productividad derivados de la tecnología. Para este autor, la principal característica del 
sector terciario es que produce bienes inmateriales. A partir de la obra de este economista, surgen otras 
propuestas acerca de los servicios, que vienen a ratificar esta primera clasificación realizada por él. Con 
la diferencia de la fórmula concreta que empleará cada autor para ubicar las diferentes actividades en 
cada uno de los sectores (por ejemplo, para algunos la construcción es una actividad del sector 
secundario, y para otros, del terciario). 
Luego C. Clark (1980) plantea que el sector servicios crece debido a la tendencia a la 
terciarización de la demanda, como consecuencia del crecimiento de la economía en su conjunto. Esta 
transformación se corresponde con el contenido de la Ley de Engel , según la cual cuanto más pobre es 
 
3 
una familia, mayor es la parte de los gastos totales dedicados a la alimentación. Así, a medida que los 
ingresos de las familias aumentan, la parte dedicada a los gastos de primera necesidad experimenta una 
tendencia a disminuir en beneficio del gasto de otros bienes y servicios antes considerados no 
necesarios. Esta Ley ha servicio para ayudar a entender los cambios experimentados por la demanda de 
servicios, de forma que cuando los niveles de renta de un país son bajos, los servicios más demandados 
son los que resultan imprescindibles, pero a medida que la renta por habitante crece, el gasto en 
servicios se amplía y diversifica (Cuadrado Roura y Río Gómez, 1993). 
Luego J. Fourastié añadirá a estos argumentos nuevas consideraciones sobre las diferencias de 
productividad entre los sectores, fundamento además de su clasificación posterior de las actividades. Es 
constatable la diferente evolución de la productividad entre sectores de actividad. Las actividades 
primarias serían aquellas que en un período dado experimentan un crecimiento medio de la 
productividad, las secundarias aquellas en las que el ritmo de crecimiento de la productividad es rápido. 
Y las actividades terciarias serían aquellas que presentan un ritmo de crecimiento débil. Así, no sólo se 
reafirma la Ley de Engel sino que se añade un nuevo argumento, el diferencial de productividad, para 
establecer diferencias entre los tres sectores. Estos argumentos serán parte del soporte de la posterior 
confirmación de las clasificaciones entre actividades económicas, entre sector primario (agricultura, 
pesca, actividades extractivas), sector secundario (industria y construcción) y servicios (el resto). 
Sin embargo, como se ha comentado anteriormente, la complejidad interna de los servicios es tal 
que requiere de un último comentario antes de centrarnos en sus características. Estos comentarios se 
derivan de la denominada corriente neo industrial. Los servicios no sólo han aumentado su peso 
relativo en la estructura productiva, sino que es cada vez más evidente su complejidad interna y sus 
fuertes imbricaciones con los restantes sectores de actividad. Bajo la denominación de servicios se 
agrupan una serie heterogénea de actividades, en lo relativo al tipo de demanda, tecnología, producto, 
tipología de los operadores, grado de concurrencia del mercado y la propia integración de cada 
actividad con el resto del sistema productivo. Los servicios incrementan no sólo debido a la creciente 
demanda de éstos, propia de las economías desarrolladas, y a los diferenciales de productividad con la 
industria y el sector primario (terciarización),sino también como consecuencia de la propia 
complejidad del desarrollo de ambos sectores (desindustrialización). Por ejemplo, los servicios a las 
empresas (financieras, bancos, asesorías, etcétera). La progresiva tecnologización y los procesos de 
externalización facilitan esta mayor imbricación industria-servicios. Pero también las propias 
estrategias de los consumidores y de las familias que buscan mecanismos para hacer frente a los costes 
que implican los bajos niveles de productividad de algunos servicios (y que terminan sustituyendo el 
 
4 
cine por los vídeos de alquiler o los servicios de peluquería por los tintes adquiridos en el 
supermercado)95. 
Deteniéndonos ahora en los servicios, una propiedad en torno a la cual hay una cierta unanimidad 
es que, en general, el momento de la producción y el momento del consumo coinciden en el tiempo. En 
la economía de mercado se producen mercancías tangibles e intangibles. El automóvil representa y 
simboliza a las mercancías tangibles. Mientras que muchas actividades de servicios producen 
mercancías intangibles, como puede ser ‘experiencias’, ‘bienestar’, ‘salud’, es decir, que son reales 
porque reales son sus efectos, pero no se pueden almacenar ni palpar. Esto quiere decir que las 
personas pueden acumular experiencias turísticas y presumir de ellas, por ejemplo, pero las empresas 
no pueden acumular la producción de experiencias turísticas. Necesitan de los consumidores para que 
ello sea posible. 
La producción de mercancías tangibles —piénsese en el automóvil—, está organizada en base a 
la consecución de la máxima eficiencia y productividad. Por lo que es más que frecuente que la 
producción sea de carácter continuo y se reduzcan los tiempos muertos en la producción. Por ello, los 
productos finales serán homogéneos. En cambio, en la producción de mercancías intagibles como son 
los servicios turísticos, —aunque eficiencia y productividad son fundamentales— supone una situación 
en la que cada uno de los usuarios puede demandar unas directrices y condiciones distintas para ser 
debidamente ejecutado. El servicio se muestra así como algo diferente es cada momento, lo que 
dificulta más su homogeneización, al aumentar la incertidumbre temporal, social y material. Piénsese 
en las situaciones a las que se enfrentan médicos o recepcionistas, donde cada cliente puede tener 
necesidades distintas o contrarias incluso. 
Si se recuerda el prototipo de la producción estandarizada de mercancías —la cadena de 
montaje— en la que se impone una función técnica de producción bajo control exhaustivo y gracias a 
la cual se garantizan incrementos de la producción y de productividad, se puede proceder a una 
comparación con el servicio. Para éste es más complicado establecer los elementos que determinen el 
lugar, la cantidad y el tipo de la oferta prestacional. Por lo que tiene más dificultades para someterse a 
un criterio único de economicidad. Ésta sería una de las razones por las que la productividad es más 
baja en los servicios que en la industria. 
Sin embargo, como ya se ha comentado brevemente, en las últimas décadas se han desarrollado 
algunos procesos económico-tecnológicos y organizativos que pueden poner en cuestión lo descrito 
hasta ahora. En primer lugar, los cambios tecnológicos empiezan a hacer posible que algunos servicios 
 
95 Véase Gershuny y Miles (1988). 
 
5 
se equiparen a la producción de bienes, en la medida en que se ponen las condiciones para que puedan 
ser acumulables —es el caso del software; otro ejemplo, propio del sector de la restauración, es el 
desarrollo de la tecnología del frío que permite almacenar parte del proceso de elaboración de las 
comidas; o la compra a la carta de películas por Internet—. Dadas las dificultades de muchas empresas 
para aumentar la productividad, por el peso de la mano de obra en el servicio, la introducción de 
tecnología y la conversión de algunos elementos de servicio en bienes, aumenta también las 
posibilidades de consecución de mayor productividad. 
En segundo lugar, los procesos de reorganización y de flexibilización de la producción llevan a 
muchas empresas de servicios a externalizar parte de su producción. Una de las consecuencias de este 
proceso es la tendencia a la estandarización e industrialización de parte de los servicios. Estos dos 
procesos contribuyen a lo que algunos sociólogos han apodado como macdonaldización . Volveremos 
sobre ello más adelante. 
Por ello, se deben asumir con precaución algunas de las características esbozadas anteriormente, 
dado que dichos cambios en la estructura productiva podrían, en un momento dado, obligar a 
abandonar su aplicación para cada vez más actividades productivas de servicios. Por otro lado, muchos 
autores consideran que los servicios requieren de cualificaciones específicas, muy poco estudiadas 
algunas de ellas. Se trata de la competencia interactiva, conciencia de responsabilidad, empatía y 
experiencia adquirida casuísticamente, así como cálculos no económicos definidos. 
Así C. Offe (1992: 32) planteaba que “en lo que atañe a la racionalidad técnica del trabajo de 
prestación de servicios, su no-normabilidad, que crece dentro de unos límites bastante amplios, han de 
verse compensada mediante cualidades tales como la competencia interactiva, la conciencia de 
responsabilidad, la empatía y una experiencia adquirida casuísticamente; y, en el lugar de criterios 
económicoestratégicos de racionalidad que han fracasado, se sitúan cálculos de necesidades y 
utilidades, convencionales, político-discrecionales o adquiridos por medio del consenso de los 
pertenecientes a una determinada profesión”. 
Por su parte, para Gershuny y Miles (1988) muchos servicios implican tratamiento de productos, 
información y de personas. Lo que significa que en la consecución del servicio se hallan implicados de 
una forma activa los trabajadores y los propios consumidores. Aquí interviene un tercer elemento, el 
cliente, que algunos autores introducen en el análisis de las actividades de servicios como el turismo, en 
tanto en cuanto, condicionará la gestión del empleo en la empresa (Lucas, 2004). También Offe (1992: 
275) señala al respecto que “los servicios han de estar dotados de un mayor o menor porcentaje de 
 
6 
‘disponibilidades de actuación’ que, aunque de hecho no se recurra a ellas, han de estar preparadas 
preventivamente”. 
Nótese que estas ofertas ‘excedentarias’ de servicios reducen también la ‘productividad’ del 
mismo. Volvamos a la especificidad de la actividad de servicios. De forma resumida tenemos que: 
1. En muchas actividades de servicios, se da una suerte de simultaneidad entre el momento de la 
producción y el momento del consumo. Los profundos cambios en marcha estarían cuestionando, sin 
embargo, esta propiedad en muchos servicios. 
2. Relacionado con esto, el producto del servicio tendría un carácter intangible. Algunos autores 
lo denominan “impalpabilidad, pero sólo en sentido táctil (no equivale a inmaterialidad), consustancial 
a funciones y asistencias...” (Moreno Jiménez y Escolano Utrilla, 1992: 18). En el caso del turismo, se 
trataría de un producto que aúna dimensiones tangibles (alojamiento, restauración, transporte) e 
intangibles (emoción, experiencias auténticas). 
3. Dada la simultaneidad entre la producción y el consumo, surgen ciertos grados de 
incertidumbre que afectan a la organización del servicio, consecuencia de la posible heterogeneidad de 
los casos. 
4. La búsqueda de mecanismos de homogeneización y estandarización en algunos servicios se ve 
favorecida por diversas innovaciones tecnológicas y organizativas. Sin embargo, pueden volverse en 
contra de sus objetivos y funciones, como cuando se habilitan fórmulas de tratamiento estandarizado a 
colectivos de clientes que son heterogéneos en su demanda. Así, los mecanismos dehomogeneización 
y estandarización resultan más positivos cuanto menos efectos negativos provoquen las medidas de 
implementación de criterios estrictos de cuantificación y cálculo. Por ello surgen dos tipos distintos de 
gestión empresarial, de los que hablaremos más adelante en este capítulo. 
5. Los criterios de racionalidad y economicidad tienen dificultades para imponerse en aquellos 
servicios en los que resulte complejo realizar evaluaciones de los costes de cada uno de los elementos 
implicados en el mismo. 
6. Muchos servicios implican tratamiento de información, objetos y personas. De manera que “en 
ellos se produce la intervención como input del cliente (comercio, sanidad o educación) o de los bienes 
de su propiedad (reparaciones, lavandería). Dicho de otra manera, existe una relación directa entre el 
productor y el consumidor ya sea definiendo el servicio, utilizando el equipamiento del productor o 
recibiendo directamente el servicio sobre su persona” (Gutiérrez Junquera, 1993: 25). Por esta razón 
están físicamente cercanos al consumidor, lo que introduce un elemento que está ausente en la 
producción de bienes: lo que podríamos denominar actitud social del productor repercute sobre el éxito 
 
7 
comercial y sobre la satisfacción del consumidor y, sobre todo, también la actitud y la formación del 
cliente repercuten sobre la productividad así como sobre la satisfacción del productor. 
7. Esto significa que en muchos servicios se demandará de los empleados unas características 
personales que no tienen porqué estar presentes en la producción industrial. Y que además, puedan 
compensar algunos problemas derivados de lo comentado anteriormente. Estas características son la 
competencia interactiva, la conciencia de responsabilidad, empatía y experiencia adquirida 
casuísticamente. Son cualificaciones o competencias en la que se encuentran mezclados componentes 
cognitivos y emocionales. Muchas de estas cualidades pueden tener, a su vez, un nivel de formalización 
muy bajo, es decir, su transmisión vía sistemas educativo-formales es más compleja que la transmisión 
de contenidos o conocimientos. Y aunque estén codificados socialmente suelen conllevar un cierto 
nivel de ‘improvisación o impronta personal’ que dificulta su transmisión. 
8. Como consecuencia de lo expuesto más arriba, apreciamos que en los servicios se presenta el 
problema del control de los trabajadores y de la producción bajo una óptica más compleja. Porque si la 
producción es simultánea al momento del consumo y si los resultados del servicio son muchas veces 
inmateriales o intangibles, entonces ocurre que el control sobre dicha ‘producción’ requerirá de 
condiciones diferentes. En algunas ocasiones es el mismo cliente el que ejerce el control sobre la 
producción-consumo (a través, por ejemplo, de encuestas de satisfacción dirigidas a los consumidores). 
En otras, pertenecer a una profesión —con lo que implica de interiorización de códigos— pretende 
garantizar la efectividad del trabajo a realizar (como cuando los médicos asumen su código 
deontológico). 
En la medida en que avanzan los procesos de racionalización y se imponen también los de 
cuantificación y cálculo, los servicios se asemejarán a la producción de mercancías. Esta situación 
puede generar problemas. Estas afirmaciones nos llevan a considerar la necesidad de subrayar y atender 
a los siguientes aspectos: el tipo de cualidades necesarias para el desempeño de las actividades de 
servicios; las estrategias de las empresas de servicios para hacer frente a las mayores dificultades para 
concretar criterios de economicidad y eficiencia ; el problema del control y los mecanismos de 
resolución del mismo; las relaciones de las empresas de servicios con el territorio , dadas las altas 
probabilidades de cercanía física entre el productor y el cliente; y la importancia del cliente en la 
relación de empleo. 
 
PARTICULARES CIRCUNSTANCIAS QUE CONCURREN A LAS QUE DEBEN ATENDER 
LAS EMPRESAS TURÍSTICAS PARA ORGANIZARSE 
 
8 
A los problemas anteriores debe añadirse las particularidades de las actividades de servicio 
turísticas. En primer lugar, el ocio turístico implica actividades y experiencias diferentes de la vida 
cotidiana y/o laboral. Incluso algunos autores sugieren que los individuos persiguen en este tiempo de 
ocio experiencias contrarias a las ordinarias. Además, es una actividad que supone desplazamiento, por 
lo que el territorio es un elemento consustancial a la misma. La búsqueda de experiencias obliga a 
considerar que hay componentes tangibles e intangibles en el producto ofrecido por las empresas. Se 
ofrece alojamiento pero también felicidad o emoción. En este sentido, la expectativa, presente en todo 
acto de consumo, aparece también aquí. 
En segundo lugar, en las sociedades de modernidad tardía, los individuos llevan a cabo su 
desplazamiento de ocio turístico en un contexto en el que las elecciones de lugares y experiencias 
turísticas no son independientes de la existencia de grupos de pertenencia y de referencia. La sociedad 
de consumo ha adquirido tal importancia que el consumo es central para comprender los procesos 
activos de construcción de la ubicación del individuo en lo social. Los objetos de consumo son 
símbolos de la posición social. Por lo que su manejo sirve como mecanismo de igualación y 
diferenciación. Homogeneización en el consumo y mecanismos permanentes de diferenciación. El 
turismo como objeto de consumo viene entonces a aglutinar o representar todas las complejas y 
contradictorias dinámicas de la sociedad de consumo actual. Lo anterior implica que hay al menos dos 
dimensiones que considerar para comprender el comportamiento y expectativas turísticas, la dimensión 
expresiva (las necesidades psicológicas que los individuos proyectan en el acto turístico) y la 
dimensión estructural (la influencia que la ubicación social tiene sobre esa experiencia). Por todo ello, 
hay distintos turistas, desde el punto de vista de los comportamientos, motivaciones y pertenencias 
sociales. Esto debe tenerse en cuenta porque el cliente es fundamental y sus demandas específicas 
entran a formar parte de la gestión empresarial. Si los clientes demandan atención particularizada, los 
efectos sobre dicha gestión no serán iguales que si admiten trato homogéneo. Así, cuando los 
consumidores entran en un MacDonald , ya saben que no van a recibir un trato personalizado, y cuando 
acuden a un restaurante a la carta, se puede suponer que sí que esperan recibirlo. 
En tercer lugar, es condición importante en el sector turístico su caracterización como oferta que 
se enfrenta a una demanda inestable. La demanda de este conjunto de empresas sería inestable. Las 
vacaciones y circunstancias climatológicas contribuyen a ello. Pero también la propia práctica del ocio 
es cada vez más variable, pues muchas personas viajan sólo una vez al año y otras lo hacen más de una 
 
9 
vez. Y el consumo de los servicios de restauración, por ejemplo, es variable e inestable. Variabilidad e 
inestabilidad a lo largo del año, de la semana y del día96. 
Y en cuarto lugar, también hay que tener en cuenta que es un sector con uso intensivo de la mano 
de obra, con una gran diversidad interna de ocupaciones en cuanto a destrezas, conocimientos o 
competencias. Lo que diversifica también las condiciones salariales y contractuales. 
 
ACERCA DE LAS CUALIFICACIONES O COMPETENCIAS SOCIALES 
Como se ha comentado anteriormente, las actividades de servicios requieren, dada la presencia de 
los clientes, de cualidades específicas. En este apartado trataremos este asunto con más detenimiento. 
Así, cuando los empleados han de tratar con otras personas —los clientes—, deben desplegar 
competencias sociales, junto a competencias técnicas. Ahora bien, qué se entiende por cualificaciones o 
competencias sociales. Para algunos autores se quiere decir aparienciafísica agradable o bella, en otros 
casos se entiende como competencia interactiva, de comprensión hacia las necesidades o demandas del 
otro, de resolución de conflictos o de problemas donde los elementos emocionales tienen importancia. 
Desde luego, casi todos están de acuerdo en que muchas de estas competencias tienen un bajo nivel de 
formalización, dado que no son aprendidas en la escuela, sino adquiridas en los espacios no mercantiles 
de la socialización —familia, grupos de pares, espacios de ocio, medios de comunicación—. 
Muchas veces tanto empleados como empleadores no son conscientes de su presencia, por lo que 
es difícil precisarlas, y por tanto reconocerlas a través de la remuneración y del status del puesto. Esto 
complejiza y discrecionaliza la contratación y promoción. Se pueden ejemplificar estas afirmaciones 
con los casos de los recepcionistas o de los camareros, a quienes los clientes atribuyen cualidades 
estrictamente personales o individuales cuando son especialmente simpáticos o afables con ellos. 
Las competencias sociales se activan cuando se dan relaciones sociales entre empleados-
empresarios y clientes. No son encuentros casuales, sino relaciones sociales, aunque algunas 
situaciones son tan formales, reglamentarias o cortas que posiblemente pudiera ser que no entraran en 
la categoría de relaciones sociales —el caso de algunos puntos de venta de tickets, o de entrega de 
formularios—, dada la reducida implicación personal desplegada tanto en los trabajadores como en los 
usuarios. 
Algunos autores como Gutek (2000) se han detenido a analizar precisamente la naturaleza de 
estos encuentros. Plantea que la respuesta de los consumidores puede cambiar dependiendo de la 
 
96 También es cierto que la inestabilidad en la demanda es ya uno de los componentes característicos de la nueva etapa 
del capitalismo, por lo que muchas actividades industriales y de servicios tienden a desarrollar un marco de condiciones 
laborales donde la implantación de la flexibilidad en sus distintas acepciones genera mayor temporalidad. 
 
10 
estructura de dicho encuentro. Las relaciones entre proveedores y receptores de servicios se pueden 
plantear en contextos donde unos y otros son conocidos o extraños. Lo que le lleva a diferenciar entre 
relaciones, pseudo-relaciones y encuentros, dependiendo de si empleado y cliente son capaces de 
identificarse el uno al otro, si esperan interacciones en el futuro y de si hay una historia de 
interacciones compartidas. 
Las relaciones se dan cuando los clientes esperan que se repita, lo que hace que aquellas se 
vuelvan más interdependientes; empleado y cliente se beneficiarán mutuamente si cooperan —o sea, si 
el proveedor da un buen servicio y el cliente lo paga en tiempo y forma—; y es más probable que 
surjan la confianza y los servicios personalizados. 
Luego hay casos en los que los consumidores son fieles a una empresa o cadena, pero lo habitual 
es que los empleados no sean siempre los mismos. A esto se lo denomina pseudo-relación, porque se 
sabe de la fórmula de trato previamente a ser atendido dado que la cadena ofrece un servicio 
estandarizado. Pero no se establecen relaciones sociales concretas con nadie. Por ello, para Gutek 
serían pseudo-relaciones. En un mundo empresarial cada vez más dominado por la globalización 
empresarial, que favorece la proliferación de cadenas, es cada vez más frecuente que los consumidores 
acudan a determinado tipo de cadenas de las que conocen su modus operandi pero no así a los 
empleados. Razón por la que este tipo de clasificaciones puede ser útil. 
Lo cierto es que la relación entre cliente y empleado se da en un contexto marcado por la 
desigualdad entre ambos participantes, dado que aunque cada uno debe cumplir con un rol distinto, lo 
habitual es que se dé en un marco de subordinación, donde el cliente ordena y el empleado obedece. 
Incluso puede serlo de pertenencia a marcos culturales y económicos distintos, como cuando los 
turistas del primer mundo viajan al tercer mundo, o cuando pertenecen a clases y grupos sociales 
diferenciados (Carmouche y Kelly, 1995). 
Precisamente por tratarse de un contexto mercantil es por lo que este encuentro clientes-
empleados puede generar cuotas de ansiedad y stress en mayor medida que otros encuentros sociales 
(Riley, 1986). Los empleados no siempre saben lo que quieren los clientes y éstos, por definición, son 
diversos en personalidad, expectativas y deseos. Es un encuentro marcado por la mercantilización, pero 
que incluirá necesariamente elementos no mercantiles. Surgen obligaciones mutuas entre personas 
desconocidas. 
Con respecto al contenido de las competencias sociales, lo más sencillo es comenzar 
comparándolas con las competencias técnicas. Éstas implican manejo de materiales, objetos o 
información, mientras que aquellas implican trato con personas. Esa es la diferencia central. Al igual 
 
11 
que en las competencias técnicas, en las sociales se diferencia entre conocimiento explícito y tácito. 
Aquel, como su nombre indica, se adquiere a través de un procedimiento claramente establecido y 
reconocido, no siendo así en el segundo. Dado que los individuos aprenden a relacionarse con otros a 
través de distintos medios en los procesos de socialización primaria, es sobresaliente el peso de las 
competencias sociales tácitas. Por lo que es frecuente que se confunda con rasgos de personalidad y 
con características individuales. 
Así pues, un problema relativo a las competencias sociales tiene que ver con la naturaleza del 
conocimiento que supone. Pues mientras todas las competencias, sean técnicas o sociales, están dentro 
de las personas, en el caso de éstas últimas parecería que se exponen íntimamente vinculadas a los 
rasgos de personalidad o de carácter (Thompson y otros, 2001). Por ello, es frecuente que para algunos 
puestos los empresarios piensen en ocuparlos reiteradamente bien con hombres o con mujeres. La 
construcción es un espacio laboral masculino y las cajeras de los supermercados mayoritariamente 
mujeres. De hecho, la discusión acerca de las competencias sociales y su importancia en los trabajos de 
servicios está muy vinculada a la dimensión de género que atraviesa las relaciones laborales (Thea 
Sinclair, 1997; Belt y otros, 2002)97, porque muchas ocupaciones de servicios, que se dirigen a usuarios 
o consumidores requieren de cuotas de paciencia o amabilidad, que son cualidades que empresarios y 
clientes valoran inconscientemente como propias de mujeres. 
También debemos diferenciar entre conocimiento abstracto y concreto. El primero suele implicar 
el manejo de información o cuerpos de conocimientos formalizados que se habrán de aplicar a un 
amplio espectro de situaciones. El segundo se adquiere en una situación concreta y se activa sólo en 
ella. Claro que las competencias adquiridas por las mujeres en el espacio familiar son aplicadas en 
ocasiones a un amplio espectro de clientes, lo que nos hace dudar de las fronteras entre conocimiento 
abstracto y concreto. El problema es que es frecuente que se atribuya aplicación de conocimiento 
abstracto o concreto dependiendo de la ubicación del puesto en la clasificación ocupacional, y no 
respecto del ámbito de habilidades realmente activadas en el mismo. En general, cuanto más sociales, 
tácitas y concretas se definan las competencias de un puesto, menor valor se asignará al trabajo que 
contiene (Thompson y otros, 2001). 
 
97 Lo que ha llevado a algunos análisis feministas a plantear que el desarrollo de la sociedad de servicios, con su 
permanente recurso a las desigualdades de género en la distribución de puestos entre hombres y mujeres, debe ser 
considerado más bien una ‘sociedad servil’ (Korczynski, 2002). Debe tenerse en cuenta que las cualidades que socialmentese atribuyen a hombres o mujeres son un producto social y cultural, consecuencia de procesos de socialización 
diferenciados. 
 
12 
Korczynski (2005) hace una propuesta relativa a los diferentes elementos implicados en la 
expresión social skills (competencias sociales), tratando de diferenciar entre elementos tangibles y no 
tangibles, y en cada uno de ellos entre complejidad de la tarea y autonomía. Con respecto a la 
complejidad del trabajo, los elementos tangibles (trabajar con materiales o información) no presentan 
problema y polémica, puesto que se los puede considerar como en la industria, siendo el indicador más 
habitual el nivel de estudios requerido. Con respecto a los elementos intangibles, aunque aquí hay 
menos consenso, se puede valorar que cuanto mayores sean los componentes cognitivos y emocionales 
implicados mayor será la competencia social. En cuanto a la autonomía, cuanto más estandarizado esté 
el servicio y/o más controles ejerzan la empresa, menores serán los grados de autonomía. 
Norris (2003) ha propuesto los siguientes elementos que pueden acrecentar las competencias 
sociales, y que podríamos tomar como componentes de las mismas: 
1. Conciencia de sí: reconocer las propias emociones; entender razones y circunstancias por las 
que se siente uno de una determinada manera. Muchos trabajadores de servicios deben desarrollar una 
conciencia de sus competencias sociales y de cómo y cuando las despliegan. Esta conciencia personal 
es una especie de conocimiento tácito. Donde se desarrolla una conciencia de sí mismo para usar las 
emociones y dar un buen servicio (Thompson y otros, 2001). 
2. Auto-regulación de la emoción: verbalizar y hacer frente al enfado, culpa y depresión; 
controlar impulsos agresivos y antisociales; reconocer fuerzas y movilizar sentimientos positivos hacia 
los otros. 
3. Supervisión del sí y escenificación: focalizar tareas, establecer objetivos a medio y largo plazo, 
modificar la conducta dependiendo de las respuestas, motivación positiva y optimismo, trabajar de cara 
a estados óptimos. Aquí se conjuntan tanto dimensiones emocionales como cognitivas. 
4. Empatía: aprender como incrementar los mecanismos de feed-back en la vida cotidiana, 
aprendizaje de la escucha, y de la comprensión hacia el sentimiento y perspectivas de los otros. 
En definitiva, el trato con personas en los espacios mercantiles activa habilidades que los 
individuos han adquirido en los espacios no mercantiles —aunque no exclusivamente—, que pueden 
implicar tanto conocimiento abstracto como concreto, explícito como tácito, consciente como 
inconsciente, componentes emocionales y cognitivos. Y que será más cualificado cuanto más 
complejas sean las relaciones y mayores los grados de autonomía. 
 
LA GESTIÓN EMPRESARIAL DE LAS ACTIVIDADES DE SERVICIOS 
 
13 
Otra de las cuestiones planteadas anteriormente se refiere a las estrategias que las empresas de 
servicios emplean para hacer frente a la intangibilidad del servicio, a la simultaneidad de producción-
consumo y a que el cliente participa en la producción del servicio. El proceso de trabajo debe 
contemplar una interacción triangular (empresario-empleado-cliente) que complica la gestión 
empresarial98. Así, dependiendo del tipo de servicio y de las expectativas de los clientes, surgen dos 
tipos de orientación empresarial: la estrategia empresarial Macdonald y la estrategia centrada en el 
empleado denominada empowerment99. 
La estrategia empresarial macdonald concibe el servicio como una actividad económica similar a 
la producción de bienes industriales, y de ahí comprendemos su organización burocrática y 
estandarizada. Las propuestas organizativas se encuentran al servicio de la búsqueda de la eficiencia. 
Para Ritzer (2007), los fundamentos de la macdonaldización son la eficiencia, la calculabilidad, la 
predecibilidad y el control, garantizados tanto a las empresas como a los consumidores. La eficiencia 
supone el método óptimo para pasar de un punto a otro, lo que incluye procesos altamente organizados, 
prediseñados y reglamentados. La calculabilidad hace referencia a los aspectos cuantitativos de los 
productos vendidos (tamaño de porciones o costes) y los servicios ofrecidos (tiempo dedicado a cada 
cliente, por ejemplo). La predecibilidad se da en tanto se ofrece la seguridad de que los productos y 
servicios son los mismos en cualquier momento y lugar, lo que evita sorpresas. El comportamiento de 
los empleados es siempre el mismo, pues siguen reglas corporativas; ello influye para que los 
consumidores acaben teniendo también comportamientos predecibles. En cuanto al control, se da un 
diseño organizativo tal que el comportamiento de empleados y consumidores está sometido a reglas o 
imposiciones externas. En el caso de los empleados, están entrenados para realizar un número limitado 
de acciones, de una manera establecida previamente. 
Los empresarios introducen mecanismos de control de tipo tecnológico sobre los empleados. Por 
ejemplo, los programas informáticos que indican qué decir en cada situación al cliente. O los guiones 
que los empleados de Disneylandia emplean para dirigirse a sus clientes, dependiendo de la demanda 
realizada. Se tiende así a rutinizar la conducta y comportamientos de los empleados, evitando que el 
control sobre los empleados sea directo, problemático en tanto puede disturbar la relación con los 
clientes. 
En esta perspectiva se sustituye la motivación por tecnología, reemplazando la interacción 
espontánea por guiones predeterminados, y sustituyendo las decisiones de los empleados por el diseño 
 
98 Parte de esta exposición se apoya en MacDonald y Sirianni (1996). 
99 Empowerment suele traducirse al español como empoderamiento. 
 
14 
organizacional. El resultado para los empleados son generalmente bajos salarios, cualificación y 
seguridad en el empleo. Es un tipo de organización diseñada para minimizar la flexibilidad y así 
también los costes. 
La expansión de las fórmulas burocratizadas de organización del servicio se debe a lo siguiente: 
un rango amplio de productos y servicios está disponible para una mayor cantidad de personas; la 
disponibilidad de dichos servicios y productos depende menos que antes del tiempo y de la localización 
geográfica. Las personas pueden conseguir lo que quieren o necesitan de manera más rápida y 
conveniente para ellas, uniformidad de los productos y servicios, disponibilidad para personas con poco 
tiempo, seguridad de los establecimientos, comparabilidad clara con otros competidores, entre otros 
componentes (Ritzer, 2007: 41-42). 
Para este autor, la macdonaldización es una amplificación y extensión de la teoría weberiana de 
la racionalización, que luego pudo ser aplicada a la industria a través de la implementación de 
mecanismos como la organización científica del trabajo, la cadena de montaje y la burocracia 
organizativa. Y posteriormente a los servicios, teniendo como emblema a los restaurantes de comida 
rápida. 
En este sentido plantea Ritzer (2007: 53-54), “la racionalidad formal define que la búsqueda por 
las personas de los medios óptimos para alcanzar determinado fin, está condicionada por leyes, 
regulaciones, y estructuras sociales más amplias. Los individuos no tienen que alcanzar sus objetivos 
por sus propios medios. Weber identificó este tipo de racionalidad como uno de los logros más grandes 
de la historia del mundo… un aspecto importante de la racionalidad formal es que permite a los 
individuos pocas posibilidades de elegir medios para alcanzar determinados fines. En un sistema 
racional formal, virtualmente cualquiera puede (y debe) hacer la misma elección óptima”. 
Cuando el tipo de interacción en el servicio requiere mayor flexibilidad y espontaneidad de los 
empleados, se tiende a implementar la segunda estrategia, la del empoderamiento delempleado. Se 
trata de situaciones para las que la organización burocrática no se adapta bien a los servicios. La 
existencia de una relación directa consumidor-empleado y la diversidad de clientes y demandas 
dificulta su estandarización. Por ello, la actividad de servicios debe ser organizada de forma diferente a 
la producción de bienes industriales, otorgando una mayor capacitación al empleado. En este caso, el 
fundamento organizativo es la calidad en la atención al cliente. 
A través de una cuidadosa selección, formación y motivación, la empresa forma a un tipo de 
personas tal que puedan tomar las decisiones idóneas en cada situación. Y así por ejemplo, más que 
buscar empleados a los que inculcar un guión de actuación, realizan la selección para localizar 
 
15 
individuos con características personales que les permitan interactuar espontáneamente con los clientes. 
Una vez que se ha seleccionado a los candidatos idóneos, los forman para otorgarles capacidad 
suficiente para tomar decisiones en la práctica diaria. Toman decisiones basadas no en guiones sino en 
su propio criterio (que previamente ha sido formado). 
El trabajo enriquecido, la autonomía y la capacidad para tomar decisiones son elementos que 
benefician a los empleados. Pero también a las empresas porque estos mecanismos permiten eliminar la 
necesidad de contar con supervisores, incrementa la productividad del conjunto de los empleados y 
reduce la intervención sindical. 
Claro que no todo son parabienes; y han surgido analistas que han subrayado ciertos aspectos 
negativos en esta propuesta organizativa. Dado que este tipo de proceso de trabajo implica gestionar 
por parte de los empleados relaciones con otras personas, y que ello es un comportamiento con 
dimensiones cognitivas y emocionales, puede suponer métodos intrusivos de adoctrinamiento y 
vigilancia, incluso cuando son bien intencionados. Con este método, el management frecuentemente 
invade más áreas de las vidas personales de los empleados que en otros métodos de supervisión. De 
forma adicional, la dimensión emocional presente en la relación con el cliente es parte constitutiva de 
dicha relación, y no marginal, sobre todo cuando se busca en la relación con el cliente el fundamento de 
la calidad del servicio y de ahí, el valor añadido de muchas empresas. 
Muchos empleados pueden empezar a sentir alienación, como consecuencia de la gestión de sus 
emociones por parte de la empresa. Y a medida que estas emociones pasan a tener más protagonismo, 
mayor sensación de invasión tienen los empleados sobre su personalidad e intimidad. El problema así 
es que pareciendo mejores formas empresariales para los empleados, terminan siendo vividas por 
muchos de ellos como más invasivas. 
En resumen, en la organización macdonaldizada la organización es burocrática y orientada a la 
eficiencia, y los niveles de autonomía bajan; y en la organización centrada en el empleado, hay una 
orientación hacia el cliente y es mayor el grado de autonomía. En estos casos, socialización, selección y 
formación se convierten en la mejor forma de control, y al mismo tiempo otorga una mayor autonomía 
otorgada al empleado en su relación con el cliente. 
Pero no se trata simplemente de escoger una u otra opción. Para el primer grupo de empresas, la 
eficiencia debe lograrse en un entorno organizativo donde los clientes pueden tener dificultades para 
conseguir trato personalizado, al tiempo que los empleados han de vérselas con guiones prescritos de 
comportamientos y símbolos que reducen sus capacidades de intervención personal en actividades que 
son, por antonomasia, personales. Los problemas del segundo grupo de empresas no son menores. 
 
16 
Deben atender a la calidad del servicio, sin olvidar que vulnere la lógica de obtención del beneficio, y 
con unos empleados a los que debe formar, y por tanto remunerar. 
Por esta razón, Korczynski (2002) ha planteado que el estudio de las actividades de servicios 
reclama una vía intermedia, ‘la burocracia orientada al cliente’ donde se debe atender a la tensión que 
ambos objetivos suponen en dichas actividades. Para este autor, la burocracia orientada al cliente es un 
modelo que pretende capturar tanto los esfuerzos de las empresas por alcanzar los requerimientos 
organizacionales que respondan adecuadamente a las presiones de la competencia, procurando niveles 
adecuados de eficiencia; como las demandas de atención personalizada y de calidad de los clientes. Lo 
que requiere necesariamente de un modelo de análisis que incluya al cliente, tanto en su dimensión 
racional —satisfacción de necesidades—, como ‘expresiva’ —búsqueda de placeres y deseos—. De 
esta forma se puede entender que las empresas de servicios se enfrenten a un orden social 
necesariamente frágil, con un proceso de trabajo que debe atender tanto a dimensiones cuantitativas 
como cualitativas, a las tareas y a las relaciones sociales, donde la base de la autoridad es tanto la 
empresa como el cliente; con formas de control basadas en normas burocráticas pero también 
orientadas por el cliente; con afectos basados en un esfuerzo emocional racionalizado, y unos 
mecanismos de flexibilidad que se mueven a caballo entre mantener la estabilidad interna y adaptarse a 
la demanda variable de los consumidores. 
 
REFLEXIONES GENERALES DE ESTE CAPÍTULO 
1. En primer lugar, en la comparación entre las actividades industriales y las de servicio, se 
pueden subrayar los siguientes elementos diferenciales: el tipo de cualidades necesarias para el 
desempeño de las actividades de servicios; las estrategias de las empresas de servicios para hacer frente 
a las mayores dificultades para concretar criterios de economicidad y eficiencia; el problema del 
control y los mecanismos de resolución del mismo; las relaciones de las empresas de servicios con el 
territorio, dadas las altas probabilidades de cercanía física entre el productor y el cliente; y la 
importancia del cliente en la relación de empleo. A los que deberán añadirse las particulares 
características de la actividad turística (actividades y experiencias diferentes de la vida cotidiana y/o 
laboral; supone desplazamiento, por lo que el territorio es un elemento consustancial a la misma; la 
búsqueda de experiencias obliga a considerar que hay componentes tangibles e intangibles en el 
producto ofrecido; los individuos llevan a cabo su desplazamiento de ocio turístico en un contexto en el 
que las elecciones de lugares y experiencias turísticas no son independientes de la existencia de grupos 
 
17 
de pertenencia y de referencia; oferta que se enfrenta a una demanda inestable; es un sector con uso 
intensivo de la mano de obra, con una gran diversidad interna de ocupaciones). 
2. En segundo lugar, se ha procedido a la definición de la expresión competencias sociales, que 
hace referencia a las habilidades que requieren el trato con personas en espacios mercantiles: 
competencias que activan habilidades adquiridas en los espacios no mercantiles y mercantiles, que 
implican conocimiento abstracto y concreto, explícito y tácito, componentes emocionales y cognitivos. 
3. En tercer lugar, otra de las cuestiones planteadas se refiere a las estrategias que las empresas de 
servicios emplean para hacer frente a la intangibilidad del servicio, a la simultaneidad de producción-
consumo y a que el cliente participa en la producción del servicio. El proceso de trabajo debe 
contemplar una interacción triangular (empresario-empleado-cliente) que complica la gestión 
empresarial. Así, dependiendo del tipo de servicio y de las expectativas de los clientes, surgen dos tipos 
de orientación empresarial: la estrategia empresarial macdonald y la estrategia centrada en el empleado 
denominada empowerment. 
 
PARA SEGUIR APRENDIENDO ‡ 
 Los dos siguientes artículos profundizan en el estudio de la importancia y gestión de las 
emociones en lasactividades de servicios turísticos. Selecciona uno de ellos y procura concretar el 
concepto de emoción y trabajo emocional presente en el mismo, la estrategia metodológica utilizada, y 
los aspectos concretos que han sido importantes para los autores a la hora de estudiar la emoción en el 
lugar de trabajo. ‡ 
- Bolton, S. (2006), “Una tipología de la emoción en el lugar de trabajo”, Sociología 
del Trabajo, nº 57, pp. 3-30. ‡ 
- García-Buades, E. y otros (2005), “El trabajo emocional en servicios turísticos: 
cuando ser amable es una obligación”, J. Romay Martínez, R. A. García Mira y J. 
E. Real Deus (comps.), Psicología social y problemas sociales , vol. 5, pp. 665-674. 
 Para un mejor conocimiento del sector servicios en España se recomienda la siguiente lectura: 
Gordo, E. y otros (2006), Radiografía del sector servicios en España , Documentos ocasionales, Banco 
de España, nº 7, pp. 9-94. 
 El primer capítulo del libro de Ritzer permite que el estudiante conozca de primera mano el 
concepto de macdonaldización : Ritzer, G. (2007), La MacDonaldización de la sociedad , Barcelona, 
Ariel. Para una ampliación desde el punto de vista empírico y teórico de este concepto, ver Ritzer, G. -
coord.(2007), Los tentáculos de la MacDonaldización , Popular, Madrid. ‡ 
 
18 
Capítulo 13: ¿PARA QUÉ SIRVE LA SOCIOLOGÍA DEL TURISMO? EL ANÁLISIS DEL 
CICLOTURISMO 
Manuel Santana Turégano 
 
 Desarrollo de la investigación 
 Análisis e interpretación de los resultados obtenidos 
 
Tal y como vimos en el capítulo nueve, las tendencias recientes en el turismo han llevado a la 
proliferación de productos turísticos específicos. Esto tiene que ver tanto con la demanda como con la 
oferta turística. Desde el punto de vista de la demanda, es decir, de lo que buscan los turistas, los 
consumidores turísticos aspiran cada vez más a experiencias que incorporen elementos intangibles 
como las emociones o el desarrollo de la individualidad en el disfrute de sus vacaciones. Desde el 
punto de vista de la oferta, las estrategias de marketing turístico tienden a orientarse cada vez más a 
segmentos de mercado específicos, surgiendo publicidad orientada al cicloturismo, el turismo 
deportivo, el turismo idiomático, o el turismo de la tercera edad, entre otros. Además, como ya hemos 
señalado, el surgimiento de estas nuevas formas de productos turísticos ‘específicos’ se enmarca en el 
debate relativo a los cambios acaecidos en el modelo turístico actual, lo que a su vez se vincularía con 
otros debates teóricos sobre el fordismo y el postfordismo que se han tratado en capítulos anteriores. 
Por todo ello, en este capítulo presentaremos el análisis de un producto turístico específico, el 
cicloturismo, con el doble objetivo de que sirva para ilustrar cómo las herramientas conceptuales de la 
sociología del turismo permiten comprender un fenómeno turístico concreto, el cicloturismo, pero 
también para ilustrar el proceso de investigación sociológica del turismo. Para ello, se explicará la 
forma en que se ha abordado el análisis de este fenómeno en un estudio realizado entre 2007 y 2008 
por un equipo del Grupo de Investigación en Turismo y Deporte de la ULL. La exposición se 
organizará siguiendo el orden que vimos en el capítulo dos acerca del proceso de investigación social. 
 
DESARROLLO DE LA INVESTIGACIÓN 
 
SELECCIÓN Y DEFINICIÓN DEL PROBLEMA A INVESTIGAR 
A la hora de seleccionar un problema de investigación es preciso abordarlo desde el punto de 
vista teórico y práctico. Desde un punto de vista teórico, un problema es pertinente cuando puede 
relacionárselo con los debates más importantes de una disciplina, de forma que contribuye a generar un 
 
19 
conocimiento abstracto, teórico y generalizable. Desde un punto de vista práctico, un problema es 
pertinente cuando por su importancia social resulta interesante para la comunidad en la que se hace el 
estudio. Además, también lo es cuando hay una adecuación con respecto a los recursos materiales y 
humanos disponibles para llevar a cabo la investigación. 
Así, desde un punto de vista teórico, el estudio del cicloturismo parece pertinente pues el análisis 
de los turismos específicos (niche tourism), como es el caso que se estudia, se enmarcaría dentro del 
paso hacia sistemas de producción más especializados o postfordistas, y en el paso de estrategias de 
marketing generalistas a estrategias de nichos de mercado. Éstas serían una respuesta a las necesidades 
de los consumidores, al permitir el desarrollo y la expresión de la identidad a través de actividades 
concretas que se interconectan con otras preferencias de consumo. Todo ello se enmarca también en 
cambios sociales más amplios acerca de la función que cumple el ocio y el trabajo en la construcción 
de la identidad de los individuos y los grupos sociales, pasando de sociedades centradas en el trabajo 
(denominadas por algunos modernas o fordistas) a sociedades centradas en el ocio (denominadas por 
algunos postfordistas o postmodernas). 
Por otra parte, desde un punto de vista práctico, el estudio del cicloturismo resulta pertinente 
porque, aunque siguiendo a autores como Robinson y Novelli (2005: 7), el cicloturismo podría ser uno 
de los fenómenos de turismo deportivo más importantes en términos cuantitativos, lo cierto es que es 
un fenómeno relativamente poco estudiado pues hasta ahora muchos de los estudios sobre el turismo 
deportivo se han centrado en modalidades que requieren un gran esfuerzo inversor en infraestructuras, 
y por lo tanto movilizan grandes inversiones de carácter inmobiliario, como pueden ser el caso del golf 
(Paniza, 2004), el turismo náutico (González Ramallal y otros, 2006) o los deportes de invierno. Sin 
embargo, si hacemos referencia a la práctica deportiva, resulta que el ciclismo es el tercero de los 
deportes más practicados en España, tras el fútbol y la natación (García Ferrando, 2005). Es más, de los 
datos elaborados por Sports Marketing Survey y facilitados por Tur (2004: 6), cabe deducir que el 
ciclismo es uno de los deportes más practicados en países que son también importantes mercados 
emisores de turistas hacia España, como Alemania, Francia, Italia o Gran Bretaña, por lo que pensamos 
que el estudio del cicloturismo resulta plenamente pertinente en nuestro contexto. Por último, señalar 
que el cicloturismo ha alcanzado en algunas zonas turísticas una gran presencia. Así por ejemplo, para 
las Islas Baleares se plantea como el tercer soporte para el desarrollo del turismo deportivo, junto al 
turismo de golf y al turismo náutico, contribuyendo en los últimos años al alargamiento de la 
temporada turística durante la primavera y el otoño (Tur, 2004). 
 
20 
Por último, y desde un punto de vista pragmático, señalar que uno de los componentes del grupo 
de investigación ha sido ciclista recreativo durante toda su vida, habiendo realizado diversos viajes 
cicloturistas. Precisamente después de haber participado en un estudio sobre deportes náuticos y ante la 
participación en la XIX Vuelta Cicloturista Internacional a Maspalomas en diciembre de 2007, surge la 
ocasión de iniciar el estudio del cicloturismo. 
Pues bien, siguiendo con lo señalado en el capítulo dos, hasta aquí hemos mostrado la selección 
del problema a investigar, el cicloturismo. Pero además de seleccionar es preciso definir con precisión 
el problema. En este caso, debido a motivos pragmáticos, nos hemos centrado en analizar a los 
cicloturistas definidos como aquellos turistas para los cuales la práctica de un deporte (el ciclismo) 
encuadrada en el marco de un evento (en un primer momento, la Vuelta Cicloturista a Maspalomas) 
resulta una motivación fundamental para el viaje. 
Otros autores parten de definiciones distintas del cicloturismo, lo que les lleva a estudiar 
fenómenos parcialmente distintos, si bien con solapamientos entre ellos. Así Ritchie (1998: 568) define 
alcicloturista como “una persona que permanece fuera de su lugar de origen por un periodo de al 
menos 24 horas, con un propósito vacacional y para la cual el uso de la bicicleta como medio de 
transporte es una parte integral de sus vacaciones”. Este cicloturismo definido como turismo en que se 
usa la bicicleta como medio de transporte es una forma de turismo bastante desarrollada, que en 
algunas zonas y países atrae a una parte significativa del total de turistas. Así, de acuerdo con los datos 
aportados por Tur (2004), en Austria la ruta del Danubio, entre la frontera alemana y la ciudad de 
Viena consigue atraer anualmente a 1,5 millones de cicloturistas. Para el caso de Dinamarca, cerca del 
18% del total de pernoctaciones están relacionadas con el ciclismo o incluyen la práctica del mismo 
durante el período vacacional. 
Sin embargo, no hemos definido aquí el cicloturismo como el tipo de turismo que utiliza la 
bicicleta como medio de transporte, sino como aquel en el cual la práctica del ciclismo, entendido 
como deporte, constituye una motivación central del viaje. Por lo tanto, puede analizarse dentro del 
marco existente para el turismo deportivo, en el cual suele diferenciarse entre un turismo deportivo de 
eventos, un turismo deportivo de patrimonio y un turismo deportivo-activo (Delpy Neirotti, 2005; 
Gammon y Robinson, 2003). El primero de ellos, el turismo deportivo de eventos, implica la 
realización de viajes turísticos en los cuales la asistencia a espectáculos deportivos es una motivación 
central del viaje. En los casos que aquí estudiaremos, la asistencia como meros espectadores a 
espectáculos deportivos no es una motivación importante en los turistas. Existe en segundo lugar lo que 
se denomina turismo deportivo de patrimonio, que consiste en visitar lugares relacionados con la 
 
21 
historia y los mitos del deporte. En la medida en que el deporte se ha convertido en un elemento 
fundamental en las sociedades contemporáneas, podría considerarse como una forma de turismo 
cultural. Tal y como veremos posteriormente, este componente de turismo deportivo de patrimonio sí 
que forma parte de las motivaciones de los turistas en los casos analizados, pues parte del atractivo de 
los viajes que realizan estos cicloturistas es ascender puertos ‘míticos’ para la historia del deporte 
ciclista. 
Y por último, dentro del marco del turismo deportivo suele diferenciarse un tercer subtipo que es 
el que se relaciona más directamente con los casos analizados. El turismo deportivo activo tiene que 
ver con aquellos viajes en que la práctica de un determinado deporte juega un papel central en la 
motivación de los turistas. El ciclismo suele asociarse fundamentalmente con dos subtipos de turismo 
deportivo activo. Por una parte existe lo que podría denominarse turismo deportivo climático. En este 
caso, se trata de turistas que residiendo en zonas cuyo clima en invierno resulta demasiado frío y poco 
agradable para la práctica del ciclismo, se desplazan a lugares más cálidos para esta práctica. Este es el 
caso de los participantes en la Vuelta Cicloturista a Maspalomas, así como de los cicloturistas que 
acuden a Mallorca en los meses de otoño, finales del invierno y primavera. 
Por otra parte, podríamos hablar de un cicloturismo activo de patrimonio en el que distintos 
grupos de cicloturistas se desplazan a zonas distintas a su residencia habitual con el fin de practicar 
ciclismo en entornos que resultan atractivos, bien porque constituyen un reto, como sucede en los 
numerosísimos grupos de cicloturistas que acuden cada año a los Alpes, los Pirineos o los Dolomitas a 
escalar puertos famosos. Y también porque esto va ligado a un patrimonio relacionado con la historia 
del ciclismo. 
Para terminar con esta aclaración conceptual, señalar que el caso del cicloturismo constituye un 
buen ejemplo de lo que sucede con muchos otros objetos de estudio de la sociología del turismo, donde 
las distintas realidades se entremezclan, siendo las distinciones útiles sobre todo a efectos analíticos, y 
en los cuales la relación entre sujetos y prácticas son sumamente complejas. Por ello se ha pasado 
paulatinamente de estudiar el turista (como si todos los turistas fueran similares) a estudiar los turistas, 
suponiendo que distintos grupos sociales tienen diferentes comportamientos turísticos y por último los 
viajes turísticos, ya que incluso los mismos grupos sociales o los mismos individuos pueden variar en 
su comportamiento turístico a lo largo de un año o de su ciclo vital. 
Así por ejemplo, la mayoría de los cicloturistas analizados en invierno en la XIX Vuelta 
Cicloturista a Maspalomas, y que en tanto que participantes en la misma pueden considerarse 
cicloturistas activos climáticos, realizan durante el verano viajes que podrían considerarse como de 
 
22 
cicloturismo activo de patrimonio y de eventos, con el objetivo fundamental de ascender algunos de los 
puertos de montaña más famosos de carreras como el Tour de Francia o la Vuelta Ciclista a España, y 
en muchos casos asistir a estos eventos como espectadores. Aún más, también entre ellos son muchos 
los que alguna vez han realizado viajes cicloturistas entendidos no como deporte sino como medio de 
transporte. Y por supuesto, todos han realizado o realizan también viajes turísticos que podrían 
considerarse más propios del turismo de masas y no típicos del “turismo deportivo”. En definitiva, el 
estudio de un caso concreto, el cicloturismo, permite profundizar tanto en el análisis de los “turismos 
específicos” como de las relaciones entre las distintas modalidades de turismos específicos, y entre 
éstas y turismos considerados más masivos o clásicos. Como vemos con estos ejemplos, las 
aclaraciones conceptuales son interesantes pero no conviene obsesionarse con ellas. 
Una vez seleccionado y definido el problema a investigar, es necesario plantearse la pregunta de 
investigación que nos guía a lo largo de todo el proceso. En este caso, la pregunta clave podría 
formularse en términos de “cómo son los cicloturistas”. Y plantearse cómo son los cicloturistas desde 
el punto de vista de la sociología del turismo nos lleva a plantear cuestiones como cuáles son sus 
motivaciones para viajar, cómo y cuándo viajan, o a qué grupos sociales pertenecen. Además, resultan 
relevantes otras acerca de cómo viven subjetivamente la experiencia (qué sentido le dan a la 
experiencia) o en qué sentido son similares o diferentes del grueso de los turistas, cualquiera que sea la 
denominación que se use para los “otros turistas” (turistas de masas, turistas “fordistas”, turistas como 
contrapuestos a viajeros o ciclistas, etc.). La respuesta provisional a la pregunta, es decir, las hipótesis, 
van en la línea de considerar que debe existir una cierta similitud entre los cicloturistas que visitan una 
localidad o destino y el conjunto de turistas que la visitan. Todo ello influirá en el diseño metodológico 
de la investigación, que es algo que veremos después de la revisión de la literatura existente. 
 
 
REVISIÓN DE LAS EVIDENCIAS Y PRECISIÓN DE LOS FUNDAMENTOS TEÓRICOS Y 
CONCEPTUALES 
Tal y como vimos en el capítulo dos, antes de proceder al diseño metodológico de una 
investigación es necesario revisar otras similares que puedan existir sobre el mismo tema y que pueden 
contribuir a responder a algunos de los interrogantes que nos planteamos y a reformular otros. Para 
ello, lo habitual es revisar las distintas bases de datos existentes de artículos científicos, informes de 
investigación u otros textos similares que traten del mismo tema que nos ocupa o similares. Pues bien, 
lo que cabe deducir de un estudio de la literatura existente es que el cicloturismo es un fenómeno poco 
 
23 
estudiado, tanto en las revistas científicas dedicadas al turismo como en aquellas otras que se centran 
más específicamente en el tema de turismo y deporte. A continuaciónpasamos a tratar las aportaciones 
más relevantes existentes al respecto. 
Siguiendo un orden cronológico, Ritchie (1998) realizó hace ya más de 10 años un estudio de los 
cicloturistas independientes en la isla sur de Nueva Zelanda. Lumsdom, Downward y Cope (2004) 
analizaron la gestión de una ruta de cicloturismo, la del Mar del Norte en el Reino Unido, en la que el 
cicloturismo se entiende fundamentalmente como un medio de transporte, y concluyeron que esta 
forma de turismo podía resultar beneficiosa para el desarrollo de pequeñas y medianas empresas a nivel 
local. 
Tur (2004) realizó el que posiblemente constituye el estudio más importante y profundo hasta la 
fecha sobre el cicloturismo activo, al menos desde la perspectiva que aquí nos ocupa, llevando a cabo 
cuestionarios con cicloturistas que acudían a la isla de Mallorca, así como entrevistas con empresarios 
implicados en el sector. A partir de todos los datos recopilados, llega a la estimación de que a 
principios del siglo XXI unas 80.000 personas visitaban Mallorca cada año con el objetivo principal de 
practicar el deporte ciclista, concentrados en los meses de febrero-abril y septiembre-octubre. Se trata 
de unos turistas que gastan algo más de la media de los turistas que visitan Baleares, que tienen un 
comportamiento relativamente distinto al resto de éstos, presentan la tendencia a reservar con mayor 
antelación y una motivación distinta (frente al sol y la playa que motiva a la mayoría de los visitantes 
de la isla, en su caso es la práctica del ciclismo, las carreteras tranquilas y atractivas, y el clima 
adecuado). Sin embargo, en otros aspectos resultaban relativamente similares al resto de turistas de la 
isla, en lo que tiene que ver con sus mercados de origen (fundamentalmente alemanes, en menor 
medida británicos), con los mecanismos de viaje (gran uso de paquetes turísticos y touroperadores) y 
con el tipo de alojamiento (mayoría de hoteles de 4 estrellas). 
De los resultados del estudio de Tur destacaremos un par de cuestiones que resultan muy 
relevantes para el estudio que aquí nos planteamos. Por un lado, la complementariedad de esta fórmula 
de “turismo específico” en la oferta turística de Baleares. El cicloturismo ha alcanzado una gran 
importancia en el archipiélago balear (sobre todo en la isla de Mallorca) sobre todo porque contribuye a 
paliar la estacionalidad, uno de los problemas más importantes del turismo insular. Por otra parte, es 
interesante contrastar cómo, a pesar de todo lo que se ha hablado de turismos específicos como 
contrapuestos a los turismos de masas, resulta que en muchas de sus características los cicloturistas que 
visitan Mallorca no son tan distintos del resto de turistas que visitan la isla. Por lo tanto, parece que 
 
24 
puede darse una complementariedad entre distintos tipos de turistas más que una competencia por los 
mismos espacios. Éstas son ideas que tendremos muy presentes a la hora de elaborar la metodología. 
Por último, para terminar con la revisión de la literatura existente, señalar que los miembros de 
este equipo de investigación, como paso previo a la realización del trabajo empírico, llevaron a cabo 
una aproximación conceptual al estudio del cicloturismo (González Ramallal y Santana Turégano, 
2007), en el que encuadraron al cicloturismo dentro del turismo activo y deportivo. 
 
DISEÑO METODOLÓGICO DE LA INVESTIGACIÓN 
A la hora de proceder al diseño metodológico de una investigación es necesario tener en cuenta 
los objetivos de la investigación (cómo son los cicloturistas, en qué medida se parecen/diferencian del 
resto de turistas y cómo viven subjetivamente la experiencia turística). Para recoger información sobre 
todas estas cuestiones se plantearon inicialmente tres instrumentos: un cuestionario sobre el perfil 
turístico de los cicloturistas, otro sobre su perfil como deportistas y en tercer lugar la observación 
participante. Los cuestionarios pretendían captar información acerca del cicloturismo como producto 
turístico específico. En aras de facilitar la comparación con el perfil del conjunto de los turistas se 
utilizó un cuestionario adaptado de la Encuesta del Gasto Turístico del Gobierno de Canarias, que 
incluía variables como el motivo del viaje, los aspectos por los que se eligió el destino, los medios 
mediante los cuales se conoció éste, los mecanismos y la antelación de la reserva, la duración de la 
estancia, el tipo y número de componentes del grupo de viaje, etc. 
Para evitar un cuestionario demasiado extenso se optó por incluir las preguntas más referidas al 
perfil cicloturista en otro cuestionario aparte, a contestar por aquellos que tuvieran mayor 
predisposición. En dicho cuestionario se incluían preguntas acerca de cómo se habían iniciado en la 
práctica del ciclismo, cuánto tiempo llevaban en ello, cuántas horas le dedicaban semanalmente, así 
como una valoración subjetiva de lo que representaba para ellos el cicloturismo. Los cuestionarios 
fueron elaborados en español y traducidos al inglés, alemán e italiano. Previamente a la realización de 
los cuestionarios se mantuvo una entrevista con el responsable de la organización de la Vuelta 
Cicloturista a Maspalomas y de la Vuelta Cicloturista Internacional a Tenerife. Y durante la 
celebración de aquella se llevó a cabo también una entrevista al responsable de márketing de una 
empresa radicada en el sur de Gran Canaria y dedicada al alquiler de bicicletas (tanto de carretera como 
de montaña) y a la realización de rutas cicloturistas y de senderismo. 
Por último, la observación participante, es decir, la participación de uno de los investigadores 
como ciclista, recorriendo diariamente en bicicleta las rutas con el resto de los ciclistas tenía un doble 
 
25 
objetivo. Por una parte, crear las condiciones de complicidad con los participantes para que éstos se 
animaran a responder al cuestionario. Tal y como nos había advertido el organizador en la entrevista 
previa, los cicloturistas tienden a ser reacios a contestar cuestionarios, pues suelen ir justos de tiempo y 
atentos a subirse cuanto antes a la bicicleta. En este sentido, se creaba un clima de confianza entre 
encuestados y encuestador al pasar a convertirse éste en un compañero de fatigas ciclistas. Por otra 
parte, la participación como ciclista permitía observar de primera mano el comportamiento de los 
turistas, asistir a las conversaciones entre ellos, y, cuando el ritmo de la marcha lo permitía, entablar 
conversaciones de carácter informal. 
 
OBTENCIÓN DE DATOS DE INVESTIGACIÓN 
La recogida de datos se llevó a cabo en tres eventos, los dos primeros llevados a cabo en Canarias 
por la empresa Sportcanarias, organizadora de las Vueltas Cicloturistas a Maspalomas y Tenerife y, el 
tercero, la I Marcha Cicloturista Mítics dels Ports del Pirineu, llevada a cabo en Julio de 2008 entre 
Catalunya, Andorra y Francia. La elección de estos tres eventos correspondió fundamentalmente a 
motivos pragmáticos, ya que le resultaba más fácil participar en ellos al equipo de investigación. Los 
cuestionarios fueron completados durante la realización de los eventos, antes de la salida, a la llegada y 
en las paradas para los avituallamientos. Dadas las limitaciones de tiempo que ello impuso, finalmente 
se optó por realizar el primero de los cuestionarios (sobre el perfil turístico) en las Vueltas Cicloturistas 
a Maspalomas y Tenerife. En el caso de la Marcha Cicloturista Mítics dels Ports dels Pirineus, dado 
que el investigador convivió durante tres días con los ciclistas, compartiendo cena y hotel con ellos, la 
mayor disponibilidad de tiempo permitió cumplimentar un cuestionario algo más amplio, incluyendo 
cuestiones sobre la práctica turística. En cuanto a los datos recogidos a través de la observación 
participante, fueron registrados en un cuaderno de campo. 
Los cuestionarios fueron aplicados por el investigador, 45 cuestionariosen la XIX Vuelta 
Cicloturista a Maspalomas (de un total aproximado de 275 participantes, dado que no todos los días 
participaron los mismos ciclistas), 25 en la VI Vuelta Cicloturista Internacional a Tenerife (la práctica 
totalidad) y 15 en la I Marcha Cicloturista Mítics dels Ports del Pirineu (la totalidad). Por lo tanto, los 
datos no pueden considerarse representativos en sentido estadístico del total de participantes en la 
Vuelta Cicloturista Internacional a Maspalomas y sí en el caso de los otros eventos, si bien la 
significatividad estadística no era uno de los objetivos perseguidos. 
Obviamente, el hecho de que el análisis del cicloturismo se haya limitado al estudio de sólo tres 
eventos presenta importantes limitaciones, lo que dificulta la capacidad de generalizar los datos 
 
26 
respecto al total de cicloturistas activos del segmento analizado. Así por ejemplo, los participantes en la 
Vuelta Cicloturista a Maspalomas provienen fundamentalmente del resto de España, mientras que el 
grueso de los cicloturistas de la isla proviene de los mercados turísticos más importante para Gran 
Canaria (alemán, británico y nórdico), todo ello de acuerdo con las declaraciones de una persona 
entrevistada vinculada a una de las empresas mencionadas. En cualquier caso, la pertinencia de los 
datos que aquí se presentan no se limita a su validez estadística, sino al hecho de que permiten ilustrar 
los eventos concretos que se han analizado y señalar la conveniencia de profundizar en el estudio del 
cicloturismo. 
Para terminar con la obtención de los datos de investigación queremos aludir a una idea 
mencionada en el capítulo dos, la complementariedad de las distintas técnicas de investigación. Así por 
ejemplo, los datos sobre el tipo de grupo de viaje o la edad de los cicloturistas fueron comparados con 
los datos secundarios disponibles. Por otra parte, la observación participante permitía matizar, 
complementar y validar cuestiones relativas a la vivencia subjetiva de la experiencia turística y a otras 
cuestiones. Un ejemplo de todo esto es la obtención de información acerca del tiempo que los ciclistas 
dedican al deporte en su vida cotidiana. En las encuestas se preguntaba el número de horas dedicadas 
semanalmente al entrenamiento. Es evidente que se pueden producir sesgos, en el sentido de que los 
apasionados del deporte, que construyen su identidad como tales deportistas, exageren las cantidades. 
Sin embargo, la observación participante permite comprobar el desempeño como ciclista (a qué ritmo 
son capaces de rodar en el llano, a qué velocidad ascienden un determinado puerto de montaña). Dado 
que estas son cuestiones que vienen determinadas en gran medida por las horas dedicadas al 
entrenamiento, la obtención de información mediante dos vías distintas permite validar aún más la 
calidad de la información obtenida. 
 
ANÁLISIS E INTERPRETACIÓN DE LOS RESULTADOS OBTENIDOS 
La información obtenida a través de los cuestionarios fue tratada mediante el paquete estadístico 
SPSS, y se hizo un tratamiento relativamente simple de los datos, obteniéndose las frecuencias y en 
algunos casos tablas de contingencia. En el análisis de los datos, más que obsesionarse con una técnica 
estadística concreta, se buscó la complementariedad, poniendo en relación los datos obtenidos mediante 
encuesta con los datos secundarios ya disponibles, así como con las evidencias obtenidas mediante 
observación participante. A continuación pasamos a exponer los datos acerca del comportamiento 
como turistas de los cicloturistas. 
 
 
27 
EL COMPORTAMIENTO COMO TURISTAS DE LOS CICLOTURISTAS 
En primer lugar, lo que más caracteriza a los cicloturistas como turistas, aunque pueda parecer 
obvio, es que para ellos la motivación para viajar es sobre todo la práctica del deporte ciclista, lo que 
condiciona el destino elegido, diferenciándoles del conjunto de los turistas. Así, cuando se les pregunta 
por el motivo principal del viaje, un 93% de los encuestados en Maspalomas, un 95% en Tenerife y un 
85% en el Pirineo afirma que el principal motivo para realizar el viaje es participar en un evento 
cicloturista. La interpretación de este dato, que al principio puede parecer poco interesante por obvia, 
cobra interés cuando se analizan los motivos del reducido número de personas que respondió otros 
motivos: se señalan cuestiones como “salir de casa” o “pasar un fin de semana fuera”. Más allá de la 
precisión y validez estadística de las cifras, el interés de éstas es que señalan un cambio en el turismo 
que va en la línea de lo que muchos autores consideran el paso del turismo fordista al postfordista. 
Como botón de muestra, pensemos que para el caso de Canarias, de acuerdo a la Encuesta del Gasto 
Turístico 2006 (Gobierno de Canarias, 2007), el 90% de los encuestados señala que el principal 
objetivo de la visita a Canarias es disfrutar de vacaciones. 
Dicho esto resulta interesante aclarar que no estamos hablando de ciclistas profesionales; para los 
cicloturistas encuestados los viajes analizados son también vacaciones. Sin embargo, para ellos es más 
importante la actividad que realizan que el hecho de que estén de vacaciones. Es decir, cuando a los 
cicloturistas se les pregunta acerca de cuál es el principal motivo del viaje no contestan “disfrutar de 
unas vacaciones”, pese a que están disfrutando de unas vacaciones, sino practicar el cicloturismo. La 
actividad que realizan en estas vacaciones en concreto las hace distintas de otras posibles vacaciones y 
a ellos distintos del resto de turistas. Lo que se hace en las vacaciones es más importante que el hecho 
de estar de vacaciones. Y en esto resultan distintos de los turistas considerados masivos o “de sol y 
playa”, que cuando son preguntados, como en el ejemplo anterior, por el motivo de su viaje, dicen 
“disfrutar de vacaciones”, y no “tomar baños de sol” o la actividad que realizan de forma mayoritaria 
en sus vacaciones. Así, la respuesta va en la línea de lo que autores como Marchena Gómez (1994) o 
Donaire, Fraguell y Mundet (1997) consideran el turismo postfordista o postmoderno. Ya no importa 
tanto dónde se va sino qué se va a hacer. No es que se decida viajar, y después ya se verá qué hacer en 
el destino, sino que se viaja para hacer algo, en este caso practicar el ciclismo, y en base a ello se elije 
uno u otro destino para el viaje. 
Esta idea se corrobora si analizamos la respuesta a la pregunta relativa a los motivos por los que 
se eligió el destino en cuestión (Maspalomas, Tenerife o el Pirineo Oriental) para el viaje analizado. 
Siguiendo una formulación similar a la de la Encuesta del Gasto Turístico del Gobierno de Canarias se 
 
28 
pedía a los turistas que señalaran tres motivos por los que habían elegido el destino para este viaje. 
Además de los motivos incluidos en la Encuesta de Gasto y que alcanzaban en la misma un mayor 
porcentaje de respuestas, como son el clima/sol, las playas, los paisajes, el precio y la categoría “otros”, 
se incluyeron dos posibles motivos, uno relacionado con el atractivo cicloturista en general de las rutas 
a recorrer (el atractivo de Maspalomas, Tenerife o los Pirineos Orientales) desde el punto de vista 
cicloturista y otro con el atractivo de la marcha o evento concreto. Pues bien, en los tres casos 
analizados los motivos más señalados para elegir el destino tenían que ver con el atractivo cicloturista 
(entre el 85 y el 90% de los encuestados). Además de los motivos “ciclistas”, en el caso de Canarias 
(Maspalomas y Tenerife) tenía mucha importancia el clima (en torno al 85% lo señalan como motivo 
para elegir el destino), y en el caso de los Pirineos los paisajes (un 75%). 
En definitiva, pensamos que los datos que acabamos de señalar parecen corroborar la hipótesis 
inicialmente planteada: los cicloturistas que visitan un destino determinado se caracterizan 
precisamente por su afición (el ciclismo)

Otros materiales

Materiales relacionados