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1 Capítulo 12: LAS PARTICULARIDADES DEL TURISMO COMO ACTIVIDAD ECONÓMICA DE SERVICIOS J. Rosa Marrero Rodríguez Las actividades de servicios frente a la producción industrial: en torno a su ‘especificidad’ Particulares circunstancias que concurren a las que deben atender las empresas turísticas para organizarse Acerca de las cualificaciones o competencias sociales La gestión empresarial de las actividades de servicios El objetivo de este capítulo es aproximar al estudiante a algunas de las particularidades que dicha actividad presenta como sector económico y las consecuencias que se derivan para la organización empresarial y la gestión de los recursos humanos. En cierta medida, se trata de un capítulo que podríamos considerar derivado del dedicado a los impactos del turismo, puesto que a partir de las particularidades que el turismo presenta como sector económico se puede comprender mejor el tipo de empleo, de empresas, de cualificaciones o de relaciones con el territorio a que da lugar. LAS ACTIVIDADES DE SERVICIOS FRENTE A LA PRODUCCIÓN INDUSTRIAL: EN TORNO A SU ‘ESPECIFICIDAD’ Con el objetivo de analizar la especificidad de los servicios, realizaremos un ejercicio comparativo, abordando las semejanzas y diferencias en relación con la actividad productiva más habitualmente considerada, la industria94. Tiene su razón de ser este ejercicio, y es que la economía y la sociología han estudiado con mucho más detenimiento y profundidad las actividades industriales; pero además, muchos de los conceptos y esquemas de trabajo de dichas disciplinas provienen del estudio de la industria y mucho menos de la investigación de las actividades de servicios. Hasta la década de los setenta del siglo XX, la economía y la sociología prestaron muy poca atención al sector, ocupaciones y funciones de servicios. Luego, han aumentado el interés y el número de investigaciones y publicaciones. Este creciente interés tiene que ver con que a partir de dicha década los servicios van a crecer en empleo e importancia económica a un ritmo cada vez mayor, en 94 Una parte importante de este capítulo es un extracto de Marrero Rodríguez (2004_b) y (2008), y toma muchas ideas de Cuadrado Roura y Río Gómez (1993). 2 comparación a la industria, la gran protagonista de la revolución industrial y base de la modernización de las sociedades europeas. En el período comprendido entre mediados del siglo XIX y 1930 se generan las ideas que van a abandonar el debate anterior que había tenido lugar en la economía acerca del carácter productivo o improductivo de los servicios. Y es que durante mucho tiempo se debatió que los servicios, al ser inmateriales, no podían contribuir a la acumulación de capital y por tanto de riqueza. Una vez abandonada esa idea y reconocido que todo lo que tiene valor de cambio es productivo, sean bienes o servicios, se pasa a otros asuntos. Tradicionalmente las diferencias entre la producción industrial y servicial se han planteado en términos negativos: los servicios presentaban cualidades que no estaban presentes en la agricultura o la industria, o viceversa. Parte de la literatura estuvo al principio dedicada a desentrañar las diferencias entre industria y servicios. Luego, aproximaciones teóricas más recientes han visto la dificultad cada vez mayor de clarificar las diferencias entre industria y servicios, y se han detenido más en su clasificación y en las relaciones cada vez más estrechas entre industria y servicios. Y es que, dados los cambios tan importantes y profundos que se han producido en las últimas décadas en el interior de los servicios y en la misma industria, resulta cada vez más complicado encontrar diferencias entre estas actividades, de la misma manera que es aislar criterios de homogeneización para los servicios. También se ha planteado que estas dificultades arrancan de la misma clasificación de la actividad económica en tres sectores. Ya Fisher planteó en 1935 una clasificación de las actividades económicas, dividiéndolas en primarias, secundarias y terciarias, e identificando las ramas concretas a incluir en cada una de ellas (Fisher, 1949). Desde su perspectiva, el progreso técnico aparece ligado al cambio industrial pero también a la disminución de las necesidades de mano de obra en la agricultura, debido a los incrementos de productividad derivados de la tecnología. Para este autor, la principal característica del sector terciario es que produce bienes inmateriales. A partir de la obra de este economista, surgen otras propuestas acerca de los servicios, que vienen a ratificar esta primera clasificación realizada por él. Con la diferencia de la fórmula concreta que empleará cada autor para ubicar las diferentes actividades en cada uno de los sectores (por ejemplo, para algunos la construcción es una actividad del sector secundario, y para otros, del terciario). Luego C. Clark (1980) plantea que el sector servicios crece debido a la tendencia a la terciarización de la demanda, como consecuencia del crecimiento de la economía en su conjunto. Esta transformación se corresponde con el contenido de la Ley de Engel , según la cual cuanto más pobre es 3 una familia, mayor es la parte de los gastos totales dedicados a la alimentación. Así, a medida que los ingresos de las familias aumentan, la parte dedicada a los gastos de primera necesidad experimenta una tendencia a disminuir en beneficio del gasto de otros bienes y servicios antes considerados no necesarios. Esta Ley ha servicio para ayudar a entender los cambios experimentados por la demanda de servicios, de forma que cuando los niveles de renta de un país son bajos, los servicios más demandados son los que resultan imprescindibles, pero a medida que la renta por habitante crece, el gasto en servicios se amplía y diversifica (Cuadrado Roura y Río Gómez, 1993). Luego J. Fourastié añadirá a estos argumentos nuevas consideraciones sobre las diferencias de productividad entre los sectores, fundamento además de su clasificación posterior de las actividades. Es constatable la diferente evolución de la productividad entre sectores de actividad. Las actividades primarias serían aquellas que en un período dado experimentan un crecimiento medio de la productividad, las secundarias aquellas en las que el ritmo de crecimiento de la productividad es rápido. Y las actividades terciarias serían aquellas que presentan un ritmo de crecimiento débil. Así, no sólo se reafirma la Ley de Engel sino que se añade un nuevo argumento, el diferencial de productividad, para establecer diferencias entre los tres sectores. Estos argumentos serán parte del soporte de la posterior confirmación de las clasificaciones entre actividades económicas, entre sector primario (agricultura, pesca, actividades extractivas), sector secundario (industria y construcción) y servicios (el resto). Sin embargo, como se ha comentado anteriormente, la complejidad interna de los servicios es tal que requiere de un último comentario antes de centrarnos en sus características. Estos comentarios se derivan de la denominada corriente neo industrial. Los servicios no sólo han aumentado su peso relativo en la estructura productiva, sino que es cada vez más evidente su complejidad interna y sus fuertes imbricaciones con los restantes sectores de actividad. Bajo la denominación de servicios se agrupan una serie heterogénea de actividades, en lo relativo al tipo de demanda, tecnología, producto, tipología de los operadores, grado de concurrencia del mercado y la propia integración de cada actividad con el resto del sistema productivo. Los servicios incrementan no sólo debido a la creciente demanda de éstos, propia de las economías desarrolladas, y a los diferenciales de productividad con la industria y el sector primario (terciarización),sino también como consecuencia de la propia complejidad del desarrollo de ambos sectores (desindustrialización). Por ejemplo, los servicios a las empresas (financieras, bancos, asesorías, etcétera). La progresiva tecnologización y los procesos de externalización facilitan esta mayor imbricación industria-servicios. Pero también las propias estrategias de los consumidores y de las familias que buscan mecanismos para hacer frente a los costes que implican los bajos niveles de productividad de algunos servicios (y que terminan sustituyendo el 4 cine por los vídeos de alquiler o los servicios de peluquería por los tintes adquiridos en el supermercado)95. Deteniéndonos ahora en los servicios, una propiedad en torno a la cual hay una cierta unanimidad es que, en general, el momento de la producción y el momento del consumo coinciden en el tiempo. En la economía de mercado se producen mercancías tangibles e intangibles. El automóvil representa y simboliza a las mercancías tangibles. Mientras que muchas actividades de servicios producen mercancías intangibles, como puede ser ‘experiencias’, ‘bienestar’, ‘salud’, es decir, que son reales porque reales son sus efectos, pero no se pueden almacenar ni palpar. Esto quiere decir que las personas pueden acumular experiencias turísticas y presumir de ellas, por ejemplo, pero las empresas no pueden acumular la producción de experiencias turísticas. Necesitan de los consumidores para que ello sea posible. La producción de mercancías tangibles —piénsese en el automóvil—, está organizada en base a la consecución de la máxima eficiencia y productividad. Por lo que es más que frecuente que la producción sea de carácter continuo y se reduzcan los tiempos muertos en la producción. Por ello, los productos finales serán homogéneos. En cambio, en la producción de mercancías intagibles como son los servicios turísticos, —aunque eficiencia y productividad son fundamentales— supone una situación en la que cada uno de los usuarios puede demandar unas directrices y condiciones distintas para ser debidamente ejecutado. El servicio se muestra así como algo diferente es cada momento, lo que dificulta más su homogeneización, al aumentar la incertidumbre temporal, social y material. Piénsese en las situaciones a las que se enfrentan médicos o recepcionistas, donde cada cliente puede tener necesidades distintas o contrarias incluso. Si se recuerda el prototipo de la producción estandarizada de mercancías —la cadena de montaje— en la que se impone una función técnica de producción bajo control exhaustivo y gracias a la cual se garantizan incrementos de la producción y de productividad, se puede proceder a una comparación con el servicio. Para éste es más complicado establecer los elementos que determinen el lugar, la cantidad y el tipo de la oferta prestacional. Por lo que tiene más dificultades para someterse a un criterio único de economicidad. Ésta sería una de las razones por las que la productividad es más baja en los servicios que en la industria. Sin embargo, como ya se ha comentado brevemente, en las últimas décadas se han desarrollado algunos procesos económico-tecnológicos y organizativos que pueden poner en cuestión lo descrito hasta ahora. En primer lugar, los cambios tecnológicos empiezan a hacer posible que algunos servicios 95 Véase Gershuny y Miles (1988). 5 se equiparen a la producción de bienes, en la medida en que se ponen las condiciones para que puedan ser acumulables —es el caso del software; otro ejemplo, propio del sector de la restauración, es el desarrollo de la tecnología del frío que permite almacenar parte del proceso de elaboración de las comidas; o la compra a la carta de películas por Internet—. Dadas las dificultades de muchas empresas para aumentar la productividad, por el peso de la mano de obra en el servicio, la introducción de tecnología y la conversión de algunos elementos de servicio en bienes, aumenta también las posibilidades de consecución de mayor productividad. En segundo lugar, los procesos de reorganización y de flexibilización de la producción llevan a muchas empresas de servicios a externalizar parte de su producción. Una de las consecuencias de este proceso es la tendencia a la estandarización e industrialización de parte de los servicios. Estos dos procesos contribuyen a lo que algunos sociólogos han apodado como macdonaldización . Volveremos sobre ello más adelante. Por ello, se deben asumir con precaución algunas de las características esbozadas anteriormente, dado que dichos cambios en la estructura productiva podrían, en un momento dado, obligar a abandonar su aplicación para cada vez más actividades productivas de servicios. Por otro lado, muchos autores consideran que los servicios requieren de cualificaciones específicas, muy poco estudiadas algunas de ellas. Se trata de la competencia interactiva, conciencia de responsabilidad, empatía y experiencia adquirida casuísticamente, así como cálculos no económicos definidos. Así C. Offe (1992: 32) planteaba que “en lo que atañe a la racionalidad técnica del trabajo de prestación de servicios, su no-normabilidad, que crece dentro de unos límites bastante amplios, han de verse compensada mediante cualidades tales como la competencia interactiva, la conciencia de responsabilidad, la empatía y una experiencia adquirida casuísticamente; y, en el lugar de criterios económicoestratégicos de racionalidad que han fracasado, se sitúan cálculos de necesidades y utilidades, convencionales, político-discrecionales o adquiridos por medio del consenso de los pertenecientes a una determinada profesión”. Por su parte, para Gershuny y Miles (1988) muchos servicios implican tratamiento de productos, información y de personas. Lo que significa que en la consecución del servicio se hallan implicados de una forma activa los trabajadores y los propios consumidores. Aquí interviene un tercer elemento, el cliente, que algunos autores introducen en el análisis de las actividades de servicios como el turismo, en tanto en cuanto, condicionará la gestión del empleo en la empresa (Lucas, 2004). También Offe (1992: 275) señala al respecto que “los servicios han de estar dotados de un mayor o menor porcentaje de 6 ‘disponibilidades de actuación’ que, aunque de hecho no se recurra a ellas, han de estar preparadas preventivamente”. Nótese que estas ofertas ‘excedentarias’ de servicios reducen también la ‘productividad’ del mismo. Volvamos a la especificidad de la actividad de servicios. De forma resumida tenemos que: 1. En muchas actividades de servicios, se da una suerte de simultaneidad entre el momento de la producción y el momento del consumo. Los profundos cambios en marcha estarían cuestionando, sin embargo, esta propiedad en muchos servicios. 2. Relacionado con esto, el producto del servicio tendría un carácter intangible. Algunos autores lo denominan “impalpabilidad, pero sólo en sentido táctil (no equivale a inmaterialidad), consustancial a funciones y asistencias...” (Moreno Jiménez y Escolano Utrilla, 1992: 18). En el caso del turismo, se trataría de un producto que aúna dimensiones tangibles (alojamiento, restauración, transporte) e intangibles (emoción, experiencias auténticas). 3. Dada la simultaneidad entre la producción y el consumo, surgen ciertos grados de incertidumbre que afectan a la organización del servicio, consecuencia de la posible heterogeneidad de los casos. 4. La búsqueda de mecanismos de homogeneización y estandarización en algunos servicios se ve favorecida por diversas innovaciones tecnológicas y organizativas. Sin embargo, pueden volverse en contra de sus objetivos y funciones, como cuando se habilitan fórmulas de tratamiento estandarizado a colectivos de clientes que son heterogéneos en su demanda. Así, los mecanismos dehomogeneización y estandarización resultan más positivos cuanto menos efectos negativos provoquen las medidas de implementación de criterios estrictos de cuantificación y cálculo. Por ello surgen dos tipos distintos de gestión empresarial, de los que hablaremos más adelante en este capítulo. 5. Los criterios de racionalidad y economicidad tienen dificultades para imponerse en aquellos servicios en los que resulte complejo realizar evaluaciones de los costes de cada uno de los elementos implicados en el mismo. 6. Muchos servicios implican tratamiento de información, objetos y personas. De manera que “en ellos se produce la intervención como input del cliente (comercio, sanidad o educación) o de los bienes de su propiedad (reparaciones, lavandería). Dicho de otra manera, existe una relación directa entre el productor y el consumidor ya sea definiendo el servicio, utilizando el equipamiento del productor o recibiendo directamente el servicio sobre su persona” (Gutiérrez Junquera, 1993: 25). Por esta razón están físicamente cercanos al consumidor, lo que introduce un elemento que está ausente en la producción de bienes: lo que podríamos denominar actitud social del productor repercute sobre el éxito 7 comercial y sobre la satisfacción del consumidor y, sobre todo, también la actitud y la formación del cliente repercuten sobre la productividad así como sobre la satisfacción del productor. 7. Esto significa que en muchos servicios se demandará de los empleados unas características personales que no tienen porqué estar presentes en la producción industrial. Y que además, puedan compensar algunos problemas derivados de lo comentado anteriormente. Estas características son la competencia interactiva, la conciencia de responsabilidad, empatía y experiencia adquirida casuísticamente. Son cualificaciones o competencias en la que se encuentran mezclados componentes cognitivos y emocionales. Muchas de estas cualidades pueden tener, a su vez, un nivel de formalización muy bajo, es decir, su transmisión vía sistemas educativo-formales es más compleja que la transmisión de contenidos o conocimientos. Y aunque estén codificados socialmente suelen conllevar un cierto nivel de ‘improvisación o impronta personal’ que dificulta su transmisión. 8. Como consecuencia de lo expuesto más arriba, apreciamos que en los servicios se presenta el problema del control de los trabajadores y de la producción bajo una óptica más compleja. Porque si la producción es simultánea al momento del consumo y si los resultados del servicio son muchas veces inmateriales o intangibles, entonces ocurre que el control sobre dicha ‘producción’ requerirá de condiciones diferentes. En algunas ocasiones es el mismo cliente el que ejerce el control sobre la producción-consumo (a través, por ejemplo, de encuestas de satisfacción dirigidas a los consumidores). En otras, pertenecer a una profesión —con lo que implica de interiorización de códigos— pretende garantizar la efectividad del trabajo a realizar (como cuando los médicos asumen su código deontológico). En la medida en que avanzan los procesos de racionalización y se imponen también los de cuantificación y cálculo, los servicios se asemejarán a la producción de mercancías. Esta situación puede generar problemas. Estas afirmaciones nos llevan a considerar la necesidad de subrayar y atender a los siguientes aspectos: el tipo de cualidades necesarias para el desempeño de las actividades de servicios; las estrategias de las empresas de servicios para hacer frente a las mayores dificultades para concretar criterios de economicidad y eficiencia ; el problema del control y los mecanismos de resolución del mismo; las relaciones de las empresas de servicios con el territorio , dadas las altas probabilidades de cercanía física entre el productor y el cliente; y la importancia del cliente en la relación de empleo. PARTICULARES CIRCUNSTANCIAS QUE CONCURREN A LAS QUE DEBEN ATENDER LAS EMPRESAS TURÍSTICAS PARA ORGANIZARSE 8 A los problemas anteriores debe añadirse las particularidades de las actividades de servicio turísticas. En primer lugar, el ocio turístico implica actividades y experiencias diferentes de la vida cotidiana y/o laboral. Incluso algunos autores sugieren que los individuos persiguen en este tiempo de ocio experiencias contrarias a las ordinarias. Además, es una actividad que supone desplazamiento, por lo que el territorio es un elemento consustancial a la misma. La búsqueda de experiencias obliga a considerar que hay componentes tangibles e intangibles en el producto ofrecido por las empresas. Se ofrece alojamiento pero también felicidad o emoción. En este sentido, la expectativa, presente en todo acto de consumo, aparece también aquí. En segundo lugar, en las sociedades de modernidad tardía, los individuos llevan a cabo su desplazamiento de ocio turístico en un contexto en el que las elecciones de lugares y experiencias turísticas no son independientes de la existencia de grupos de pertenencia y de referencia. La sociedad de consumo ha adquirido tal importancia que el consumo es central para comprender los procesos activos de construcción de la ubicación del individuo en lo social. Los objetos de consumo son símbolos de la posición social. Por lo que su manejo sirve como mecanismo de igualación y diferenciación. Homogeneización en el consumo y mecanismos permanentes de diferenciación. El turismo como objeto de consumo viene entonces a aglutinar o representar todas las complejas y contradictorias dinámicas de la sociedad de consumo actual. Lo anterior implica que hay al menos dos dimensiones que considerar para comprender el comportamiento y expectativas turísticas, la dimensión expresiva (las necesidades psicológicas que los individuos proyectan en el acto turístico) y la dimensión estructural (la influencia que la ubicación social tiene sobre esa experiencia). Por todo ello, hay distintos turistas, desde el punto de vista de los comportamientos, motivaciones y pertenencias sociales. Esto debe tenerse en cuenta porque el cliente es fundamental y sus demandas específicas entran a formar parte de la gestión empresarial. Si los clientes demandan atención particularizada, los efectos sobre dicha gestión no serán iguales que si admiten trato homogéneo. Así, cuando los consumidores entran en un MacDonald , ya saben que no van a recibir un trato personalizado, y cuando acuden a un restaurante a la carta, se puede suponer que sí que esperan recibirlo. En tercer lugar, es condición importante en el sector turístico su caracterización como oferta que se enfrenta a una demanda inestable. La demanda de este conjunto de empresas sería inestable. Las vacaciones y circunstancias climatológicas contribuyen a ello. Pero también la propia práctica del ocio es cada vez más variable, pues muchas personas viajan sólo una vez al año y otras lo hacen más de una 9 vez. Y el consumo de los servicios de restauración, por ejemplo, es variable e inestable. Variabilidad e inestabilidad a lo largo del año, de la semana y del día96. Y en cuarto lugar, también hay que tener en cuenta que es un sector con uso intensivo de la mano de obra, con una gran diversidad interna de ocupaciones en cuanto a destrezas, conocimientos o competencias. Lo que diversifica también las condiciones salariales y contractuales. ACERCA DE LAS CUALIFICACIONES O COMPETENCIAS SOCIALES Como se ha comentado anteriormente, las actividades de servicios requieren, dada la presencia de los clientes, de cualidades específicas. En este apartado trataremos este asunto con más detenimiento. Así, cuando los empleados han de tratar con otras personas —los clientes—, deben desplegar competencias sociales, junto a competencias técnicas. Ahora bien, qué se entiende por cualificaciones o competencias sociales. Para algunos autores se quiere decir aparienciafísica agradable o bella, en otros casos se entiende como competencia interactiva, de comprensión hacia las necesidades o demandas del otro, de resolución de conflictos o de problemas donde los elementos emocionales tienen importancia. Desde luego, casi todos están de acuerdo en que muchas de estas competencias tienen un bajo nivel de formalización, dado que no son aprendidas en la escuela, sino adquiridas en los espacios no mercantiles de la socialización —familia, grupos de pares, espacios de ocio, medios de comunicación—. Muchas veces tanto empleados como empleadores no son conscientes de su presencia, por lo que es difícil precisarlas, y por tanto reconocerlas a través de la remuneración y del status del puesto. Esto complejiza y discrecionaliza la contratación y promoción. Se pueden ejemplificar estas afirmaciones con los casos de los recepcionistas o de los camareros, a quienes los clientes atribuyen cualidades estrictamente personales o individuales cuando son especialmente simpáticos o afables con ellos. Las competencias sociales se activan cuando se dan relaciones sociales entre empleados- empresarios y clientes. No son encuentros casuales, sino relaciones sociales, aunque algunas situaciones son tan formales, reglamentarias o cortas que posiblemente pudiera ser que no entraran en la categoría de relaciones sociales —el caso de algunos puntos de venta de tickets, o de entrega de formularios—, dada la reducida implicación personal desplegada tanto en los trabajadores como en los usuarios. Algunos autores como Gutek (2000) se han detenido a analizar precisamente la naturaleza de estos encuentros. Plantea que la respuesta de los consumidores puede cambiar dependiendo de la 96 También es cierto que la inestabilidad en la demanda es ya uno de los componentes característicos de la nueva etapa del capitalismo, por lo que muchas actividades industriales y de servicios tienden a desarrollar un marco de condiciones laborales donde la implantación de la flexibilidad en sus distintas acepciones genera mayor temporalidad. 10 estructura de dicho encuentro. Las relaciones entre proveedores y receptores de servicios se pueden plantear en contextos donde unos y otros son conocidos o extraños. Lo que le lleva a diferenciar entre relaciones, pseudo-relaciones y encuentros, dependiendo de si empleado y cliente son capaces de identificarse el uno al otro, si esperan interacciones en el futuro y de si hay una historia de interacciones compartidas. Las relaciones se dan cuando los clientes esperan que se repita, lo que hace que aquellas se vuelvan más interdependientes; empleado y cliente se beneficiarán mutuamente si cooperan —o sea, si el proveedor da un buen servicio y el cliente lo paga en tiempo y forma—; y es más probable que surjan la confianza y los servicios personalizados. Luego hay casos en los que los consumidores son fieles a una empresa o cadena, pero lo habitual es que los empleados no sean siempre los mismos. A esto se lo denomina pseudo-relación, porque se sabe de la fórmula de trato previamente a ser atendido dado que la cadena ofrece un servicio estandarizado. Pero no se establecen relaciones sociales concretas con nadie. Por ello, para Gutek serían pseudo-relaciones. En un mundo empresarial cada vez más dominado por la globalización empresarial, que favorece la proliferación de cadenas, es cada vez más frecuente que los consumidores acudan a determinado tipo de cadenas de las que conocen su modus operandi pero no así a los empleados. Razón por la que este tipo de clasificaciones puede ser útil. Lo cierto es que la relación entre cliente y empleado se da en un contexto marcado por la desigualdad entre ambos participantes, dado que aunque cada uno debe cumplir con un rol distinto, lo habitual es que se dé en un marco de subordinación, donde el cliente ordena y el empleado obedece. Incluso puede serlo de pertenencia a marcos culturales y económicos distintos, como cuando los turistas del primer mundo viajan al tercer mundo, o cuando pertenecen a clases y grupos sociales diferenciados (Carmouche y Kelly, 1995). Precisamente por tratarse de un contexto mercantil es por lo que este encuentro clientes- empleados puede generar cuotas de ansiedad y stress en mayor medida que otros encuentros sociales (Riley, 1986). Los empleados no siempre saben lo que quieren los clientes y éstos, por definición, son diversos en personalidad, expectativas y deseos. Es un encuentro marcado por la mercantilización, pero que incluirá necesariamente elementos no mercantiles. Surgen obligaciones mutuas entre personas desconocidas. Con respecto al contenido de las competencias sociales, lo más sencillo es comenzar comparándolas con las competencias técnicas. Éstas implican manejo de materiales, objetos o información, mientras que aquellas implican trato con personas. Esa es la diferencia central. Al igual 11 que en las competencias técnicas, en las sociales se diferencia entre conocimiento explícito y tácito. Aquel, como su nombre indica, se adquiere a través de un procedimiento claramente establecido y reconocido, no siendo así en el segundo. Dado que los individuos aprenden a relacionarse con otros a través de distintos medios en los procesos de socialización primaria, es sobresaliente el peso de las competencias sociales tácitas. Por lo que es frecuente que se confunda con rasgos de personalidad y con características individuales. Así pues, un problema relativo a las competencias sociales tiene que ver con la naturaleza del conocimiento que supone. Pues mientras todas las competencias, sean técnicas o sociales, están dentro de las personas, en el caso de éstas últimas parecería que se exponen íntimamente vinculadas a los rasgos de personalidad o de carácter (Thompson y otros, 2001). Por ello, es frecuente que para algunos puestos los empresarios piensen en ocuparlos reiteradamente bien con hombres o con mujeres. La construcción es un espacio laboral masculino y las cajeras de los supermercados mayoritariamente mujeres. De hecho, la discusión acerca de las competencias sociales y su importancia en los trabajos de servicios está muy vinculada a la dimensión de género que atraviesa las relaciones laborales (Thea Sinclair, 1997; Belt y otros, 2002)97, porque muchas ocupaciones de servicios, que se dirigen a usuarios o consumidores requieren de cuotas de paciencia o amabilidad, que son cualidades que empresarios y clientes valoran inconscientemente como propias de mujeres. También debemos diferenciar entre conocimiento abstracto y concreto. El primero suele implicar el manejo de información o cuerpos de conocimientos formalizados que se habrán de aplicar a un amplio espectro de situaciones. El segundo se adquiere en una situación concreta y se activa sólo en ella. Claro que las competencias adquiridas por las mujeres en el espacio familiar son aplicadas en ocasiones a un amplio espectro de clientes, lo que nos hace dudar de las fronteras entre conocimiento abstracto y concreto. El problema es que es frecuente que se atribuya aplicación de conocimiento abstracto o concreto dependiendo de la ubicación del puesto en la clasificación ocupacional, y no respecto del ámbito de habilidades realmente activadas en el mismo. En general, cuanto más sociales, tácitas y concretas se definan las competencias de un puesto, menor valor se asignará al trabajo que contiene (Thompson y otros, 2001). 97 Lo que ha llevado a algunos análisis feministas a plantear que el desarrollo de la sociedad de servicios, con su permanente recurso a las desigualdades de género en la distribución de puestos entre hombres y mujeres, debe ser considerado más bien una ‘sociedad servil’ (Korczynski, 2002). Debe tenerse en cuenta que las cualidades que socialmentese atribuyen a hombres o mujeres son un producto social y cultural, consecuencia de procesos de socialización diferenciados. 12 Korczynski (2005) hace una propuesta relativa a los diferentes elementos implicados en la expresión social skills (competencias sociales), tratando de diferenciar entre elementos tangibles y no tangibles, y en cada uno de ellos entre complejidad de la tarea y autonomía. Con respecto a la complejidad del trabajo, los elementos tangibles (trabajar con materiales o información) no presentan problema y polémica, puesto que se los puede considerar como en la industria, siendo el indicador más habitual el nivel de estudios requerido. Con respecto a los elementos intangibles, aunque aquí hay menos consenso, se puede valorar que cuanto mayores sean los componentes cognitivos y emocionales implicados mayor será la competencia social. En cuanto a la autonomía, cuanto más estandarizado esté el servicio y/o más controles ejerzan la empresa, menores serán los grados de autonomía. Norris (2003) ha propuesto los siguientes elementos que pueden acrecentar las competencias sociales, y que podríamos tomar como componentes de las mismas: 1. Conciencia de sí: reconocer las propias emociones; entender razones y circunstancias por las que se siente uno de una determinada manera. Muchos trabajadores de servicios deben desarrollar una conciencia de sus competencias sociales y de cómo y cuando las despliegan. Esta conciencia personal es una especie de conocimiento tácito. Donde se desarrolla una conciencia de sí mismo para usar las emociones y dar un buen servicio (Thompson y otros, 2001). 2. Auto-regulación de la emoción: verbalizar y hacer frente al enfado, culpa y depresión; controlar impulsos agresivos y antisociales; reconocer fuerzas y movilizar sentimientos positivos hacia los otros. 3. Supervisión del sí y escenificación: focalizar tareas, establecer objetivos a medio y largo plazo, modificar la conducta dependiendo de las respuestas, motivación positiva y optimismo, trabajar de cara a estados óptimos. Aquí se conjuntan tanto dimensiones emocionales como cognitivas. 4. Empatía: aprender como incrementar los mecanismos de feed-back en la vida cotidiana, aprendizaje de la escucha, y de la comprensión hacia el sentimiento y perspectivas de los otros. En definitiva, el trato con personas en los espacios mercantiles activa habilidades que los individuos han adquirido en los espacios no mercantiles —aunque no exclusivamente—, que pueden implicar tanto conocimiento abstracto como concreto, explícito como tácito, consciente como inconsciente, componentes emocionales y cognitivos. Y que será más cualificado cuanto más complejas sean las relaciones y mayores los grados de autonomía. LA GESTIÓN EMPRESARIAL DE LAS ACTIVIDADES DE SERVICIOS 13 Otra de las cuestiones planteadas anteriormente se refiere a las estrategias que las empresas de servicios emplean para hacer frente a la intangibilidad del servicio, a la simultaneidad de producción- consumo y a que el cliente participa en la producción del servicio. El proceso de trabajo debe contemplar una interacción triangular (empresario-empleado-cliente) que complica la gestión empresarial98. Así, dependiendo del tipo de servicio y de las expectativas de los clientes, surgen dos tipos de orientación empresarial: la estrategia empresarial Macdonald y la estrategia centrada en el empleado denominada empowerment99. La estrategia empresarial macdonald concibe el servicio como una actividad económica similar a la producción de bienes industriales, y de ahí comprendemos su organización burocrática y estandarizada. Las propuestas organizativas se encuentran al servicio de la búsqueda de la eficiencia. Para Ritzer (2007), los fundamentos de la macdonaldización son la eficiencia, la calculabilidad, la predecibilidad y el control, garantizados tanto a las empresas como a los consumidores. La eficiencia supone el método óptimo para pasar de un punto a otro, lo que incluye procesos altamente organizados, prediseñados y reglamentados. La calculabilidad hace referencia a los aspectos cuantitativos de los productos vendidos (tamaño de porciones o costes) y los servicios ofrecidos (tiempo dedicado a cada cliente, por ejemplo). La predecibilidad se da en tanto se ofrece la seguridad de que los productos y servicios son los mismos en cualquier momento y lugar, lo que evita sorpresas. El comportamiento de los empleados es siempre el mismo, pues siguen reglas corporativas; ello influye para que los consumidores acaben teniendo también comportamientos predecibles. En cuanto al control, se da un diseño organizativo tal que el comportamiento de empleados y consumidores está sometido a reglas o imposiciones externas. En el caso de los empleados, están entrenados para realizar un número limitado de acciones, de una manera establecida previamente. Los empresarios introducen mecanismos de control de tipo tecnológico sobre los empleados. Por ejemplo, los programas informáticos que indican qué decir en cada situación al cliente. O los guiones que los empleados de Disneylandia emplean para dirigirse a sus clientes, dependiendo de la demanda realizada. Se tiende así a rutinizar la conducta y comportamientos de los empleados, evitando que el control sobre los empleados sea directo, problemático en tanto puede disturbar la relación con los clientes. En esta perspectiva se sustituye la motivación por tecnología, reemplazando la interacción espontánea por guiones predeterminados, y sustituyendo las decisiones de los empleados por el diseño 98 Parte de esta exposición se apoya en MacDonald y Sirianni (1996). 99 Empowerment suele traducirse al español como empoderamiento. 14 organizacional. El resultado para los empleados son generalmente bajos salarios, cualificación y seguridad en el empleo. Es un tipo de organización diseñada para minimizar la flexibilidad y así también los costes. La expansión de las fórmulas burocratizadas de organización del servicio se debe a lo siguiente: un rango amplio de productos y servicios está disponible para una mayor cantidad de personas; la disponibilidad de dichos servicios y productos depende menos que antes del tiempo y de la localización geográfica. Las personas pueden conseguir lo que quieren o necesitan de manera más rápida y conveniente para ellas, uniformidad de los productos y servicios, disponibilidad para personas con poco tiempo, seguridad de los establecimientos, comparabilidad clara con otros competidores, entre otros componentes (Ritzer, 2007: 41-42). Para este autor, la macdonaldización es una amplificación y extensión de la teoría weberiana de la racionalización, que luego pudo ser aplicada a la industria a través de la implementación de mecanismos como la organización científica del trabajo, la cadena de montaje y la burocracia organizativa. Y posteriormente a los servicios, teniendo como emblema a los restaurantes de comida rápida. En este sentido plantea Ritzer (2007: 53-54), “la racionalidad formal define que la búsqueda por las personas de los medios óptimos para alcanzar determinado fin, está condicionada por leyes, regulaciones, y estructuras sociales más amplias. Los individuos no tienen que alcanzar sus objetivos por sus propios medios. Weber identificó este tipo de racionalidad como uno de los logros más grandes de la historia del mundo… un aspecto importante de la racionalidad formal es que permite a los individuos pocas posibilidades de elegir medios para alcanzar determinados fines. En un sistema racional formal, virtualmente cualquiera puede (y debe) hacer la misma elección óptima”. Cuando el tipo de interacción en el servicio requiere mayor flexibilidad y espontaneidad de los empleados, se tiende a implementar la segunda estrategia, la del empoderamiento delempleado. Se trata de situaciones para las que la organización burocrática no se adapta bien a los servicios. La existencia de una relación directa consumidor-empleado y la diversidad de clientes y demandas dificulta su estandarización. Por ello, la actividad de servicios debe ser organizada de forma diferente a la producción de bienes industriales, otorgando una mayor capacitación al empleado. En este caso, el fundamento organizativo es la calidad en la atención al cliente. A través de una cuidadosa selección, formación y motivación, la empresa forma a un tipo de personas tal que puedan tomar las decisiones idóneas en cada situación. Y así por ejemplo, más que buscar empleados a los que inculcar un guión de actuación, realizan la selección para localizar 15 individuos con características personales que les permitan interactuar espontáneamente con los clientes. Una vez que se ha seleccionado a los candidatos idóneos, los forman para otorgarles capacidad suficiente para tomar decisiones en la práctica diaria. Toman decisiones basadas no en guiones sino en su propio criterio (que previamente ha sido formado). El trabajo enriquecido, la autonomía y la capacidad para tomar decisiones son elementos que benefician a los empleados. Pero también a las empresas porque estos mecanismos permiten eliminar la necesidad de contar con supervisores, incrementa la productividad del conjunto de los empleados y reduce la intervención sindical. Claro que no todo son parabienes; y han surgido analistas que han subrayado ciertos aspectos negativos en esta propuesta organizativa. Dado que este tipo de proceso de trabajo implica gestionar por parte de los empleados relaciones con otras personas, y que ello es un comportamiento con dimensiones cognitivas y emocionales, puede suponer métodos intrusivos de adoctrinamiento y vigilancia, incluso cuando son bien intencionados. Con este método, el management frecuentemente invade más áreas de las vidas personales de los empleados que en otros métodos de supervisión. De forma adicional, la dimensión emocional presente en la relación con el cliente es parte constitutiva de dicha relación, y no marginal, sobre todo cuando se busca en la relación con el cliente el fundamento de la calidad del servicio y de ahí, el valor añadido de muchas empresas. Muchos empleados pueden empezar a sentir alienación, como consecuencia de la gestión de sus emociones por parte de la empresa. Y a medida que estas emociones pasan a tener más protagonismo, mayor sensación de invasión tienen los empleados sobre su personalidad e intimidad. El problema así es que pareciendo mejores formas empresariales para los empleados, terminan siendo vividas por muchos de ellos como más invasivas. En resumen, en la organización macdonaldizada la organización es burocrática y orientada a la eficiencia, y los niveles de autonomía bajan; y en la organización centrada en el empleado, hay una orientación hacia el cliente y es mayor el grado de autonomía. En estos casos, socialización, selección y formación se convierten en la mejor forma de control, y al mismo tiempo otorga una mayor autonomía otorgada al empleado en su relación con el cliente. Pero no se trata simplemente de escoger una u otra opción. Para el primer grupo de empresas, la eficiencia debe lograrse en un entorno organizativo donde los clientes pueden tener dificultades para conseguir trato personalizado, al tiempo que los empleados han de vérselas con guiones prescritos de comportamientos y símbolos que reducen sus capacidades de intervención personal en actividades que son, por antonomasia, personales. Los problemas del segundo grupo de empresas no son menores. 16 Deben atender a la calidad del servicio, sin olvidar que vulnere la lógica de obtención del beneficio, y con unos empleados a los que debe formar, y por tanto remunerar. Por esta razón, Korczynski (2002) ha planteado que el estudio de las actividades de servicios reclama una vía intermedia, ‘la burocracia orientada al cliente’ donde se debe atender a la tensión que ambos objetivos suponen en dichas actividades. Para este autor, la burocracia orientada al cliente es un modelo que pretende capturar tanto los esfuerzos de las empresas por alcanzar los requerimientos organizacionales que respondan adecuadamente a las presiones de la competencia, procurando niveles adecuados de eficiencia; como las demandas de atención personalizada y de calidad de los clientes. Lo que requiere necesariamente de un modelo de análisis que incluya al cliente, tanto en su dimensión racional —satisfacción de necesidades—, como ‘expresiva’ —búsqueda de placeres y deseos—. De esta forma se puede entender que las empresas de servicios se enfrenten a un orden social necesariamente frágil, con un proceso de trabajo que debe atender tanto a dimensiones cuantitativas como cualitativas, a las tareas y a las relaciones sociales, donde la base de la autoridad es tanto la empresa como el cliente; con formas de control basadas en normas burocráticas pero también orientadas por el cliente; con afectos basados en un esfuerzo emocional racionalizado, y unos mecanismos de flexibilidad que se mueven a caballo entre mantener la estabilidad interna y adaptarse a la demanda variable de los consumidores. REFLEXIONES GENERALES DE ESTE CAPÍTULO 1. En primer lugar, en la comparación entre las actividades industriales y las de servicio, se pueden subrayar los siguientes elementos diferenciales: el tipo de cualidades necesarias para el desempeño de las actividades de servicios; las estrategias de las empresas de servicios para hacer frente a las mayores dificultades para concretar criterios de economicidad y eficiencia; el problema del control y los mecanismos de resolución del mismo; las relaciones de las empresas de servicios con el territorio, dadas las altas probabilidades de cercanía física entre el productor y el cliente; y la importancia del cliente en la relación de empleo. A los que deberán añadirse las particulares características de la actividad turística (actividades y experiencias diferentes de la vida cotidiana y/o laboral; supone desplazamiento, por lo que el territorio es un elemento consustancial a la misma; la búsqueda de experiencias obliga a considerar que hay componentes tangibles e intangibles en el producto ofrecido; los individuos llevan a cabo su desplazamiento de ocio turístico en un contexto en el que las elecciones de lugares y experiencias turísticas no son independientes de la existencia de grupos 17 de pertenencia y de referencia; oferta que se enfrenta a una demanda inestable; es un sector con uso intensivo de la mano de obra, con una gran diversidad interna de ocupaciones). 2. En segundo lugar, se ha procedido a la definición de la expresión competencias sociales, que hace referencia a las habilidades que requieren el trato con personas en espacios mercantiles: competencias que activan habilidades adquiridas en los espacios no mercantiles y mercantiles, que implican conocimiento abstracto y concreto, explícito y tácito, componentes emocionales y cognitivos. 3. En tercer lugar, otra de las cuestiones planteadas se refiere a las estrategias que las empresas de servicios emplean para hacer frente a la intangibilidad del servicio, a la simultaneidad de producción- consumo y a que el cliente participa en la producción del servicio. El proceso de trabajo debe contemplar una interacción triangular (empresario-empleado-cliente) que complica la gestión empresarial. Así, dependiendo del tipo de servicio y de las expectativas de los clientes, surgen dos tipos de orientación empresarial: la estrategia empresarial macdonald y la estrategia centrada en el empleado denominada empowerment. PARA SEGUIR APRENDIENDO ‡ Los dos siguientes artículos profundizan en el estudio de la importancia y gestión de las emociones en lasactividades de servicios turísticos. Selecciona uno de ellos y procura concretar el concepto de emoción y trabajo emocional presente en el mismo, la estrategia metodológica utilizada, y los aspectos concretos que han sido importantes para los autores a la hora de estudiar la emoción en el lugar de trabajo. ‡ - Bolton, S. (2006), “Una tipología de la emoción en el lugar de trabajo”, Sociología del Trabajo, nº 57, pp. 3-30. ‡ - García-Buades, E. y otros (2005), “El trabajo emocional en servicios turísticos: cuando ser amable es una obligación”, J. Romay Martínez, R. A. García Mira y J. E. Real Deus (comps.), Psicología social y problemas sociales , vol. 5, pp. 665-674. Para un mejor conocimiento del sector servicios en España se recomienda la siguiente lectura: Gordo, E. y otros (2006), Radiografía del sector servicios en España , Documentos ocasionales, Banco de España, nº 7, pp. 9-94. El primer capítulo del libro de Ritzer permite que el estudiante conozca de primera mano el concepto de macdonaldización : Ritzer, G. (2007), La MacDonaldización de la sociedad , Barcelona, Ariel. Para una ampliación desde el punto de vista empírico y teórico de este concepto, ver Ritzer, G. - coord.(2007), Los tentáculos de la MacDonaldización , Popular, Madrid. ‡ 18 Capítulo 13: ¿PARA QUÉ SIRVE LA SOCIOLOGÍA DEL TURISMO? EL ANÁLISIS DEL CICLOTURISMO Manuel Santana Turégano Desarrollo de la investigación Análisis e interpretación de los resultados obtenidos Tal y como vimos en el capítulo nueve, las tendencias recientes en el turismo han llevado a la proliferación de productos turísticos específicos. Esto tiene que ver tanto con la demanda como con la oferta turística. Desde el punto de vista de la demanda, es decir, de lo que buscan los turistas, los consumidores turísticos aspiran cada vez más a experiencias que incorporen elementos intangibles como las emociones o el desarrollo de la individualidad en el disfrute de sus vacaciones. Desde el punto de vista de la oferta, las estrategias de marketing turístico tienden a orientarse cada vez más a segmentos de mercado específicos, surgiendo publicidad orientada al cicloturismo, el turismo deportivo, el turismo idiomático, o el turismo de la tercera edad, entre otros. Además, como ya hemos señalado, el surgimiento de estas nuevas formas de productos turísticos ‘específicos’ se enmarca en el debate relativo a los cambios acaecidos en el modelo turístico actual, lo que a su vez se vincularía con otros debates teóricos sobre el fordismo y el postfordismo que se han tratado en capítulos anteriores. Por todo ello, en este capítulo presentaremos el análisis de un producto turístico específico, el cicloturismo, con el doble objetivo de que sirva para ilustrar cómo las herramientas conceptuales de la sociología del turismo permiten comprender un fenómeno turístico concreto, el cicloturismo, pero también para ilustrar el proceso de investigación sociológica del turismo. Para ello, se explicará la forma en que se ha abordado el análisis de este fenómeno en un estudio realizado entre 2007 y 2008 por un equipo del Grupo de Investigación en Turismo y Deporte de la ULL. La exposición se organizará siguiendo el orden que vimos en el capítulo dos acerca del proceso de investigación social. DESARROLLO DE LA INVESTIGACIÓN SELECCIÓN Y DEFINICIÓN DEL PROBLEMA A INVESTIGAR A la hora de seleccionar un problema de investigación es preciso abordarlo desde el punto de vista teórico y práctico. Desde un punto de vista teórico, un problema es pertinente cuando puede relacionárselo con los debates más importantes de una disciplina, de forma que contribuye a generar un 19 conocimiento abstracto, teórico y generalizable. Desde un punto de vista práctico, un problema es pertinente cuando por su importancia social resulta interesante para la comunidad en la que se hace el estudio. Además, también lo es cuando hay una adecuación con respecto a los recursos materiales y humanos disponibles para llevar a cabo la investigación. Así, desde un punto de vista teórico, el estudio del cicloturismo parece pertinente pues el análisis de los turismos específicos (niche tourism), como es el caso que se estudia, se enmarcaría dentro del paso hacia sistemas de producción más especializados o postfordistas, y en el paso de estrategias de marketing generalistas a estrategias de nichos de mercado. Éstas serían una respuesta a las necesidades de los consumidores, al permitir el desarrollo y la expresión de la identidad a través de actividades concretas que se interconectan con otras preferencias de consumo. Todo ello se enmarca también en cambios sociales más amplios acerca de la función que cumple el ocio y el trabajo en la construcción de la identidad de los individuos y los grupos sociales, pasando de sociedades centradas en el trabajo (denominadas por algunos modernas o fordistas) a sociedades centradas en el ocio (denominadas por algunos postfordistas o postmodernas). Por otra parte, desde un punto de vista práctico, el estudio del cicloturismo resulta pertinente porque, aunque siguiendo a autores como Robinson y Novelli (2005: 7), el cicloturismo podría ser uno de los fenómenos de turismo deportivo más importantes en términos cuantitativos, lo cierto es que es un fenómeno relativamente poco estudiado pues hasta ahora muchos de los estudios sobre el turismo deportivo se han centrado en modalidades que requieren un gran esfuerzo inversor en infraestructuras, y por lo tanto movilizan grandes inversiones de carácter inmobiliario, como pueden ser el caso del golf (Paniza, 2004), el turismo náutico (González Ramallal y otros, 2006) o los deportes de invierno. Sin embargo, si hacemos referencia a la práctica deportiva, resulta que el ciclismo es el tercero de los deportes más practicados en España, tras el fútbol y la natación (García Ferrando, 2005). Es más, de los datos elaborados por Sports Marketing Survey y facilitados por Tur (2004: 6), cabe deducir que el ciclismo es uno de los deportes más practicados en países que son también importantes mercados emisores de turistas hacia España, como Alemania, Francia, Italia o Gran Bretaña, por lo que pensamos que el estudio del cicloturismo resulta plenamente pertinente en nuestro contexto. Por último, señalar que el cicloturismo ha alcanzado en algunas zonas turísticas una gran presencia. Así por ejemplo, para las Islas Baleares se plantea como el tercer soporte para el desarrollo del turismo deportivo, junto al turismo de golf y al turismo náutico, contribuyendo en los últimos años al alargamiento de la temporada turística durante la primavera y el otoño (Tur, 2004). 20 Por último, y desde un punto de vista pragmático, señalar que uno de los componentes del grupo de investigación ha sido ciclista recreativo durante toda su vida, habiendo realizado diversos viajes cicloturistas. Precisamente después de haber participado en un estudio sobre deportes náuticos y ante la participación en la XIX Vuelta Cicloturista Internacional a Maspalomas en diciembre de 2007, surge la ocasión de iniciar el estudio del cicloturismo. Pues bien, siguiendo con lo señalado en el capítulo dos, hasta aquí hemos mostrado la selección del problema a investigar, el cicloturismo. Pero además de seleccionar es preciso definir con precisión el problema. En este caso, debido a motivos pragmáticos, nos hemos centrado en analizar a los cicloturistas definidos como aquellos turistas para los cuales la práctica de un deporte (el ciclismo) encuadrada en el marco de un evento (en un primer momento, la Vuelta Cicloturista a Maspalomas) resulta una motivación fundamental para el viaje. Otros autores parten de definiciones distintas del cicloturismo, lo que les lleva a estudiar fenómenos parcialmente distintos, si bien con solapamientos entre ellos. Así Ritchie (1998: 568) define alcicloturista como “una persona que permanece fuera de su lugar de origen por un periodo de al menos 24 horas, con un propósito vacacional y para la cual el uso de la bicicleta como medio de transporte es una parte integral de sus vacaciones”. Este cicloturismo definido como turismo en que se usa la bicicleta como medio de transporte es una forma de turismo bastante desarrollada, que en algunas zonas y países atrae a una parte significativa del total de turistas. Así, de acuerdo con los datos aportados por Tur (2004), en Austria la ruta del Danubio, entre la frontera alemana y la ciudad de Viena consigue atraer anualmente a 1,5 millones de cicloturistas. Para el caso de Dinamarca, cerca del 18% del total de pernoctaciones están relacionadas con el ciclismo o incluyen la práctica del mismo durante el período vacacional. Sin embargo, no hemos definido aquí el cicloturismo como el tipo de turismo que utiliza la bicicleta como medio de transporte, sino como aquel en el cual la práctica del ciclismo, entendido como deporte, constituye una motivación central del viaje. Por lo tanto, puede analizarse dentro del marco existente para el turismo deportivo, en el cual suele diferenciarse entre un turismo deportivo de eventos, un turismo deportivo de patrimonio y un turismo deportivo-activo (Delpy Neirotti, 2005; Gammon y Robinson, 2003). El primero de ellos, el turismo deportivo de eventos, implica la realización de viajes turísticos en los cuales la asistencia a espectáculos deportivos es una motivación central del viaje. En los casos que aquí estudiaremos, la asistencia como meros espectadores a espectáculos deportivos no es una motivación importante en los turistas. Existe en segundo lugar lo que se denomina turismo deportivo de patrimonio, que consiste en visitar lugares relacionados con la 21 historia y los mitos del deporte. En la medida en que el deporte se ha convertido en un elemento fundamental en las sociedades contemporáneas, podría considerarse como una forma de turismo cultural. Tal y como veremos posteriormente, este componente de turismo deportivo de patrimonio sí que forma parte de las motivaciones de los turistas en los casos analizados, pues parte del atractivo de los viajes que realizan estos cicloturistas es ascender puertos ‘míticos’ para la historia del deporte ciclista. Y por último, dentro del marco del turismo deportivo suele diferenciarse un tercer subtipo que es el que se relaciona más directamente con los casos analizados. El turismo deportivo activo tiene que ver con aquellos viajes en que la práctica de un determinado deporte juega un papel central en la motivación de los turistas. El ciclismo suele asociarse fundamentalmente con dos subtipos de turismo deportivo activo. Por una parte existe lo que podría denominarse turismo deportivo climático. En este caso, se trata de turistas que residiendo en zonas cuyo clima en invierno resulta demasiado frío y poco agradable para la práctica del ciclismo, se desplazan a lugares más cálidos para esta práctica. Este es el caso de los participantes en la Vuelta Cicloturista a Maspalomas, así como de los cicloturistas que acuden a Mallorca en los meses de otoño, finales del invierno y primavera. Por otra parte, podríamos hablar de un cicloturismo activo de patrimonio en el que distintos grupos de cicloturistas se desplazan a zonas distintas a su residencia habitual con el fin de practicar ciclismo en entornos que resultan atractivos, bien porque constituyen un reto, como sucede en los numerosísimos grupos de cicloturistas que acuden cada año a los Alpes, los Pirineos o los Dolomitas a escalar puertos famosos. Y también porque esto va ligado a un patrimonio relacionado con la historia del ciclismo. Para terminar con esta aclaración conceptual, señalar que el caso del cicloturismo constituye un buen ejemplo de lo que sucede con muchos otros objetos de estudio de la sociología del turismo, donde las distintas realidades se entremezclan, siendo las distinciones útiles sobre todo a efectos analíticos, y en los cuales la relación entre sujetos y prácticas son sumamente complejas. Por ello se ha pasado paulatinamente de estudiar el turista (como si todos los turistas fueran similares) a estudiar los turistas, suponiendo que distintos grupos sociales tienen diferentes comportamientos turísticos y por último los viajes turísticos, ya que incluso los mismos grupos sociales o los mismos individuos pueden variar en su comportamiento turístico a lo largo de un año o de su ciclo vital. Así por ejemplo, la mayoría de los cicloturistas analizados en invierno en la XIX Vuelta Cicloturista a Maspalomas, y que en tanto que participantes en la misma pueden considerarse cicloturistas activos climáticos, realizan durante el verano viajes que podrían considerarse como de 22 cicloturismo activo de patrimonio y de eventos, con el objetivo fundamental de ascender algunos de los puertos de montaña más famosos de carreras como el Tour de Francia o la Vuelta Ciclista a España, y en muchos casos asistir a estos eventos como espectadores. Aún más, también entre ellos son muchos los que alguna vez han realizado viajes cicloturistas entendidos no como deporte sino como medio de transporte. Y por supuesto, todos han realizado o realizan también viajes turísticos que podrían considerarse más propios del turismo de masas y no típicos del “turismo deportivo”. En definitiva, el estudio de un caso concreto, el cicloturismo, permite profundizar tanto en el análisis de los “turismos específicos” como de las relaciones entre las distintas modalidades de turismos específicos, y entre éstas y turismos considerados más masivos o clásicos. Como vemos con estos ejemplos, las aclaraciones conceptuales son interesantes pero no conviene obsesionarse con ellas. Una vez seleccionado y definido el problema a investigar, es necesario plantearse la pregunta de investigación que nos guía a lo largo de todo el proceso. En este caso, la pregunta clave podría formularse en términos de “cómo son los cicloturistas”. Y plantearse cómo son los cicloturistas desde el punto de vista de la sociología del turismo nos lleva a plantear cuestiones como cuáles son sus motivaciones para viajar, cómo y cuándo viajan, o a qué grupos sociales pertenecen. Además, resultan relevantes otras acerca de cómo viven subjetivamente la experiencia (qué sentido le dan a la experiencia) o en qué sentido son similares o diferentes del grueso de los turistas, cualquiera que sea la denominación que se use para los “otros turistas” (turistas de masas, turistas “fordistas”, turistas como contrapuestos a viajeros o ciclistas, etc.). La respuesta provisional a la pregunta, es decir, las hipótesis, van en la línea de considerar que debe existir una cierta similitud entre los cicloturistas que visitan una localidad o destino y el conjunto de turistas que la visitan. Todo ello influirá en el diseño metodológico de la investigación, que es algo que veremos después de la revisión de la literatura existente. REVISIÓN DE LAS EVIDENCIAS Y PRECISIÓN DE LOS FUNDAMENTOS TEÓRICOS Y CONCEPTUALES Tal y como vimos en el capítulo dos, antes de proceder al diseño metodológico de una investigación es necesario revisar otras similares que puedan existir sobre el mismo tema y que pueden contribuir a responder a algunos de los interrogantes que nos planteamos y a reformular otros. Para ello, lo habitual es revisar las distintas bases de datos existentes de artículos científicos, informes de investigación u otros textos similares que traten del mismo tema que nos ocupa o similares. Pues bien, lo que cabe deducir de un estudio de la literatura existente es que el cicloturismo es un fenómeno poco 23 estudiado, tanto en las revistas científicas dedicadas al turismo como en aquellas otras que se centran más específicamente en el tema de turismo y deporte. A continuaciónpasamos a tratar las aportaciones más relevantes existentes al respecto. Siguiendo un orden cronológico, Ritchie (1998) realizó hace ya más de 10 años un estudio de los cicloturistas independientes en la isla sur de Nueva Zelanda. Lumsdom, Downward y Cope (2004) analizaron la gestión de una ruta de cicloturismo, la del Mar del Norte en el Reino Unido, en la que el cicloturismo se entiende fundamentalmente como un medio de transporte, y concluyeron que esta forma de turismo podía resultar beneficiosa para el desarrollo de pequeñas y medianas empresas a nivel local. Tur (2004) realizó el que posiblemente constituye el estudio más importante y profundo hasta la fecha sobre el cicloturismo activo, al menos desde la perspectiva que aquí nos ocupa, llevando a cabo cuestionarios con cicloturistas que acudían a la isla de Mallorca, así como entrevistas con empresarios implicados en el sector. A partir de todos los datos recopilados, llega a la estimación de que a principios del siglo XXI unas 80.000 personas visitaban Mallorca cada año con el objetivo principal de practicar el deporte ciclista, concentrados en los meses de febrero-abril y septiembre-octubre. Se trata de unos turistas que gastan algo más de la media de los turistas que visitan Baleares, que tienen un comportamiento relativamente distinto al resto de éstos, presentan la tendencia a reservar con mayor antelación y una motivación distinta (frente al sol y la playa que motiva a la mayoría de los visitantes de la isla, en su caso es la práctica del ciclismo, las carreteras tranquilas y atractivas, y el clima adecuado). Sin embargo, en otros aspectos resultaban relativamente similares al resto de turistas de la isla, en lo que tiene que ver con sus mercados de origen (fundamentalmente alemanes, en menor medida británicos), con los mecanismos de viaje (gran uso de paquetes turísticos y touroperadores) y con el tipo de alojamiento (mayoría de hoteles de 4 estrellas). De los resultados del estudio de Tur destacaremos un par de cuestiones que resultan muy relevantes para el estudio que aquí nos planteamos. Por un lado, la complementariedad de esta fórmula de “turismo específico” en la oferta turística de Baleares. El cicloturismo ha alcanzado una gran importancia en el archipiélago balear (sobre todo en la isla de Mallorca) sobre todo porque contribuye a paliar la estacionalidad, uno de los problemas más importantes del turismo insular. Por otra parte, es interesante contrastar cómo, a pesar de todo lo que se ha hablado de turismos específicos como contrapuestos a los turismos de masas, resulta que en muchas de sus características los cicloturistas que visitan Mallorca no son tan distintos del resto de turistas que visitan la isla. Por lo tanto, parece que 24 puede darse una complementariedad entre distintos tipos de turistas más que una competencia por los mismos espacios. Éstas son ideas que tendremos muy presentes a la hora de elaborar la metodología. Por último, para terminar con la revisión de la literatura existente, señalar que los miembros de este equipo de investigación, como paso previo a la realización del trabajo empírico, llevaron a cabo una aproximación conceptual al estudio del cicloturismo (González Ramallal y Santana Turégano, 2007), en el que encuadraron al cicloturismo dentro del turismo activo y deportivo. DISEÑO METODOLÓGICO DE LA INVESTIGACIÓN A la hora de proceder al diseño metodológico de una investigación es necesario tener en cuenta los objetivos de la investigación (cómo son los cicloturistas, en qué medida se parecen/diferencian del resto de turistas y cómo viven subjetivamente la experiencia turística). Para recoger información sobre todas estas cuestiones se plantearon inicialmente tres instrumentos: un cuestionario sobre el perfil turístico de los cicloturistas, otro sobre su perfil como deportistas y en tercer lugar la observación participante. Los cuestionarios pretendían captar información acerca del cicloturismo como producto turístico específico. En aras de facilitar la comparación con el perfil del conjunto de los turistas se utilizó un cuestionario adaptado de la Encuesta del Gasto Turístico del Gobierno de Canarias, que incluía variables como el motivo del viaje, los aspectos por los que se eligió el destino, los medios mediante los cuales se conoció éste, los mecanismos y la antelación de la reserva, la duración de la estancia, el tipo y número de componentes del grupo de viaje, etc. Para evitar un cuestionario demasiado extenso se optó por incluir las preguntas más referidas al perfil cicloturista en otro cuestionario aparte, a contestar por aquellos que tuvieran mayor predisposición. En dicho cuestionario se incluían preguntas acerca de cómo se habían iniciado en la práctica del ciclismo, cuánto tiempo llevaban en ello, cuántas horas le dedicaban semanalmente, así como una valoración subjetiva de lo que representaba para ellos el cicloturismo. Los cuestionarios fueron elaborados en español y traducidos al inglés, alemán e italiano. Previamente a la realización de los cuestionarios se mantuvo una entrevista con el responsable de la organización de la Vuelta Cicloturista a Maspalomas y de la Vuelta Cicloturista Internacional a Tenerife. Y durante la celebración de aquella se llevó a cabo también una entrevista al responsable de márketing de una empresa radicada en el sur de Gran Canaria y dedicada al alquiler de bicicletas (tanto de carretera como de montaña) y a la realización de rutas cicloturistas y de senderismo. Por último, la observación participante, es decir, la participación de uno de los investigadores como ciclista, recorriendo diariamente en bicicleta las rutas con el resto de los ciclistas tenía un doble 25 objetivo. Por una parte, crear las condiciones de complicidad con los participantes para que éstos se animaran a responder al cuestionario. Tal y como nos había advertido el organizador en la entrevista previa, los cicloturistas tienden a ser reacios a contestar cuestionarios, pues suelen ir justos de tiempo y atentos a subirse cuanto antes a la bicicleta. En este sentido, se creaba un clima de confianza entre encuestados y encuestador al pasar a convertirse éste en un compañero de fatigas ciclistas. Por otra parte, la participación como ciclista permitía observar de primera mano el comportamiento de los turistas, asistir a las conversaciones entre ellos, y, cuando el ritmo de la marcha lo permitía, entablar conversaciones de carácter informal. OBTENCIÓN DE DATOS DE INVESTIGACIÓN La recogida de datos se llevó a cabo en tres eventos, los dos primeros llevados a cabo en Canarias por la empresa Sportcanarias, organizadora de las Vueltas Cicloturistas a Maspalomas y Tenerife y, el tercero, la I Marcha Cicloturista Mítics dels Ports del Pirineu, llevada a cabo en Julio de 2008 entre Catalunya, Andorra y Francia. La elección de estos tres eventos correspondió fundamentalmente a motivos pragmáticos, ya que le resultaba más fácil participar en ellos al equipo de investigación. Los cuestionarios fueron completados durante la realización de los eventos, antes de la salida, a la llegada y en las paradas para los avituallamientos. Dadas las limitaciones de tiempo que ello impuso, finalmente se optó por realizar el primero de los cuestionarios (sobre el perfil turístico) en las Vueltas Cicloturistas a Maspalomas y Tenerife. En el caso de la Marcha Cicloturista Mítics dels Ports dels Pirineus, dado que el investigador convivió durante tres días con los ciclistas, compartiendo cena y hotel con ellos, la mayor disponibilidad de tiempo permitió cumplimentar un cuestionario algo más amplio, incluyendo cuestiones sobre la práctica turística. En cuanto a los datos recogidos a través de la observación participante, fueron registrados en un cuaderno de campo. Los cuestionarios fueron aplicados por el investigador, 45 cuestionariosen la XIX Vuelta Cicloturista a Maspalomas (de un total aproximado de 275 participantes, dado que no todos los días participaron los mismos ciclistas), 25 en la VI Vuelta Cicloturista Internacional a Tenerife (la práctica totalidad) y 15 en la I Marcha Cicloturista Mítics dels Ports del Pirineu (la totalidad). Por lo tanto, los datos no pueden considerarse representativos en sentido estadístico del total de participantes en la Vuelta Cicloturista Internacional a Maspalomas y sí en el caso de los otros eventos, si bien la significatividad estadística no era uno de los objetivos perseguidos. Obviamente, el hecho de que el análisis del cicloturismo se haya limitado al estudio de sólo tres eventos presenta importantes limitaciones, lo que dificulta la capacidad de generalizar los datos 26 respecto al total de cicloturistas activos del segmento analizado. Así por ejemplo, los participantes en la Vuelta Cicloturista a Maspalomas provienen fundamentalmente del resto de España, mientras que el grueso de los cicloturistas de la isla proviene de los mercados turísticos más importante para Gran Canaria (alemán, británico y nórdico), todo ello de acuerdo con las declaraciones de una persona entrevistada vinculada a una de las empresas mencionadas. En cualquier caso, la pertinencia de los datos que aquí se presentan no se limita a su validez estadística, sino al hecho de que permiten ilustrar los eventos concretos que se han analizado y señalar la conveniencia de profundizar en el estudio del cicloturismo. Para terminar con la obtención de los datos de investigación queremos aludir a una idea mencionada en el capítulo dos, la complementariedad de las distintas técnicas de investigación. Así por ejemplo, los datos sobre el tipo de grupo de viaje o la edad de los cicloturistas fueron comparados con los datos secundarios disponibles. Por otra parte, la observación participante permitía matizar, complementar y validar cuestiones relativas a la vivencia subjetiva de la experiencia turística y a otras cuestiones. Un ejemplo de todo esto es la obtención de información acerca del tiempo que los ciclistas dedican al deporte en su vida cotidiana. En las encuestas se preguntaba el número de horas dedicadas semanalmente al entrenamiento. Es evidente que se pueden producir sesgos, en el sentido de que los apasionados del deporte, que construyen su identidad como tales deportistas, exageren las cantidades. Sin embargo, la observación participante permite comprobar el desempeño como ciclista (a qué ritmo son capaces de rodar en el llano, a qué velocidad ascienden un determinado puerto de montaña). Dado que estas son cuestiones que vienen determinadas en gran medida por las horas dedicadas al entrenamiento, la obtención de información mediante dos vías distintas permite validar aún más la calidad de la información obtenida. ANÁLISIS E INTERPRETACIÓN DE LOS RESULTADOS OBTENIDOS La información obtenida a través de los cuestionarios fue tratada mediante el paquete estadístico SPSS, y se hizo un tratamiento relativamente simple de los datos, obteniéndose las frecuencias y en algunos casos tablas de contingencia. En el análisis de los datos, más que obsesionarse con una técnica estadística concreta, se buscó la complementariedad, poniendo en relación los datos obtenidos mediante encuesta con los datos secundarios ya disponibles, así como con las evidencias obtenidas mediante observación participante. A continuación pasamos a exponer los datos acerca del comportamiento como turistas de los cicloturistas. 27 EL COMPORTAMIENTO COMO TURISTAS DE LOS CICLOTURISTAS En primer lugar, lo que más caracteriza a los cicloturistas como turistas, aunque pueda parecer obvio, es que para ellos la motivación para viajar es sobre todo la práctica del deporte ciclista, lo que condiciona el destino elegido, diferenciándoles del conjunto de los turistas. Así, cuando se les pregunta por el motivo principal del viaje, un 93% de los encuestados en Maspalomas, un 95% en Tenerife y un 85% en el Pirineo afirma que el principal motivo para realizar el viaje es participar en un evento cicloturista. La interpretación de este dato, que al principio puede parecer poco interesante por obvia, cobra interés cuando se analizan los motivos del reducido número de personas que respondió otros motivos: se señalan cuestiones como “salir de casa” o “pasar un fin de semana fuera”. Más allá de la precisión y validez estadística de las cifras, el interés de éstas es que señalan un cambio en el turismo que va en la línea de lo que muchos autores consideran el paso del turismo fordista al postfordista. Como botón de muestra, pensemos que para el caso de Canarias, de acuerdo a la Encuesta del Gasto Turístico 2006 (Gobierno de Canarias, 2007), el 90% de los encuestados señala que el principal objetivo de la visita a Canarias es disfrutar de vacaciones. Dicho esto resulta interesante aclarar que no estamos hablando de ciclistas profesionales; para los cicloturistas encuestados los viajes analizados son también vacaciones. Sin embargo, para ellos es más importante la actividad que realizan que el hecho de que estén de vacaciones. Es decir, cuando a los cicloturistas se les pregunta acerca de cuál es el principal motivo del viaje no contestan “disfrutar de unas vacaciones”, pese a que están disfrutando de unas vacaciones, sino practicar el cicloturismo. La actividad que realizan en estas vacaciones en concreto las hace distintas de otras posibles vacaciones y a ellos distintos del resto de turistas. Lo que se hace en las vacaciones es más importante que el hecho de estar de vacaciones. Y en esto resultan distintos de los turistas considerados masivos o “de sol y playa”, que cuando son preguntados, como en el ejemplo anterior, por el motivo de su viaje, dicen “disfrutar de vacaciones”, y no “tomar baños de sol” o la actividad que realizan de forma mayoritaria en sus vacaciones. Así, la respuesta va en la línea de lo que autores como Marchena Gómez (1994) o Donaire, Fraguell y Mundet (1997) consideran el turismo postfordista o postmoderno. Ya no importa tanto dónde se va sino qué se va a hacer. No es que se decida viajar, y después ya se verá qué hacer en el destino, sino que se viaja para hacer algo, en este caso practicar el ciclismo, y en base a ello se elije uno u otro destino para el viaje. Esta idea se corrobora si analizamos la respuesta a la pregunta relativa a los motivos por los que se eligió el destino en cuestión (Maspalomas, Tenerife o el Pirineo Oriental) para el viaje analizado. Siguiendo una formulación similar a la de la Encuesta del Gasto Turístico del Gobierno de Canarias se 28 pedía a los turistas que señalaran tres motivos por los que habían elegido el destino para este viaje. Además de los motivos incluidos en la Encuesta de Gasto y que alcanzaban en la misma un mayor porcentaje de respuestas, como son el clima/sol, las playas, los paisajes, el precio y la categoría “otros”, se incluyeron dos posibles motivos, uno relacionado con el atractivo cicloturista en general de las rutas a recorrer (el atractivo de Maspalomas, Tenerife o los Pirineos Orientales) desde el punto de vista cicloturista y otro con el atractivo de la marcha o evento concreto. Pues bien, en los tres casos analizados los motivos más señalados para elegir el destino tenían que ver con el atractivo cicloturista (entre el 85 y el 90% de los encuestados). Además de los motivos “ciclistas”, en el caso de Canarias (Maspalomas y Tenerife) tenía mucha importancia el clima (en torno al 85% lo señalan como motivo para elegir el destino), y en el caso de los Pirineos los paisajes (un 75%). En definitiva, pensamos que los datos que acabamos de señalar parecen corroborar la hipótesis inicialmente planteada: los cicloturistas que visitan un destino determinado se caracterizan precisamente por su afición (el ciclismo)
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