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La dama del alba por Alejandro Casona, resumen por actos

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LA DAMA DEL ALBA 
 
Primer Acto: En la casa están la madre, el abuelo, tres niños, la vieja sirvienta que se 
llama Telva. La madre está muy triste y nos enteramos de que se debe a que hace 
cuatro años exactos que murió ahogada en el río su hija mayor, Angélica, a la que 
todos querían mucho. Lo que no le permite consolarse a la madre es que el cuerpo de 
Angélica se lo haya llevado el agua, pues sólo encontraron un pañuelo suyo. Telva 
cuenta que ella también perdió a sus siete hijos que trabajaban en la mina, debido a 
una explosión, y que sin embargo lo ha superado, pero la madre parece que no puede. 
A los niños no se les deja apenas jugar y no van al colegio porque la madre no quiere 
que crucen el puente sobre el río por miedo a que les pase lo mismo que a Angélica. 
En este acto aparece también en escena la Pelegrina, que es una mujer que lleva una 
capucha y un bastón en la mano, y que cuando se acerca a la casa hace ladrar a los 
perros. En la casa la acogen y ella dice que está muy cansada y que se quiere quedar 
un rato junto al fuego. Juega un rato con los niños, pero le entra sueño y les pide que 
la despierten sin falta a las nueve. 
Segundo acto: El abuelo, que dice que recuerda a la Peregrina de algo, empieza a 
hacer memoria con Telva de las veces que la ha visto y se da cuenta de que siempre 
había sucedido una muerte. Además, él estuvo a punto de morir cuando explotó la 
mina y pudo verle la cara. El abuelo la despierta y la peregrina se da cuenta de que han 
pasado las nueve y cuando el abuelo le dice que sabe quién es le cuenta que venía a 
buscar a Martín, que ella misma le había ensillado el potro. El abuelo la acusa de ser 
"traidora y cruel" pero la Peregrina se disculpa, dice que ella sólo hace lo que tiene que 
hacer y que quiere mucho a los niños, que cuando les hace daño es sin querer, como 
un niño del pueblo que tenía unos ojos azules preciosos y ella le besó en los ojos de lo 
que le gustaba, pero le dejó ciego. La Peregrina parece una mujer dulce y buena, no es 
como las imágenes de la muerte que se suelen dar, de una vieja horrible y mala. El 
abuelo siente incluso pena de la Peregrina cuando esta le cuenta su desgracia, que 
nunca puede querer a nadie y que "está condenada a matar siempre sin nunca poder 
morir". ¡Pobre mujer! dice el abuelo. En ese momento aparece Martín que trae una 
mujer desmayada y con los vestidos y los cabellos húmedos en brazos. La madre sale y 
piensa que es Angélica, pero luego ve que es otra mujer joven Esta joven, que se llama 
Adela, había intentado suicidarse, pero Martín la había rescatado. La acuestan en la 
habitación de Angélica. 
La Peregrina se despide entonces, pero le dice al Abuelo que volverá cuando a la 
misma casa dentro de siete lunas para llevarse a una mujer joven. El abuelo piensa que 
es Adela y le da mucha pena que una mujer tan joven y hermosa muera tan pronto, 
incluso se ofrece a irse él con la Peregrina pues le dice que ya tiene 70 años, a lo que la 
Peregrina le contesta, "muchos menos abuelo, esos 70 son los que no tienes ya". Al 
final la Peregrina se va y le dice al abuelo que cuando vuelva será para bien de todos, 
que bendecirá su nombre. 
Tercer acto: Ya es verano y han pasado las siete lunas que dijo la Peregrina. Se ve que 
Adela está muy contenta en la casa, todos la quieren, Quico, el chico empleado del 
molino, está enamorado de ella, los niños juegan con ella y la Madre la quiere como si 
hubiese recuperado a Angélica, hasta el punto de que, para la fiesta de San Juan, que 
va a ser esa noche, le deja llevar la ropa de Angélica. Martín la ve con esa ropa y se 
disgusta, dice que prefiere que use ropa suya. 
Adela le cuenta a Telva que lo único que la pone triste es que Martín no le hace nada 
de caso. En realidad, Martín está enamorado de Adela y en un momento en que están 
solos le dice que al día siguiente se va de viaje a Castilla y le confiesa que la quiere pero 
que no puede casarse con ella porque en realidad Angélica no murió aquella noche, lo 
que ocurrió es que le abandonó por otro hombre y huyeron a caballo pero él no quiso 
contar la verdad para que todo el mundo siguiera pensando que Angélica era muy 
buena. 
La Peregrina aparece en la casa y el abuelo le pide que no se lleve a Adela, que ella ha 
sustituido a Angélica, pero entonces la Peregrina dice que ella no conoce a Angélica, lo 
que les sorprende a los dos. 
Cuarto y último acto: Se desarrolla la noche de San Juan, en la que es tradicional en 
determinadas regiones españolas encender hogueras y saltarlas por encima. También 
se considera la fiesta del agua y se dice que ésta tiene poderes milagrosos, porque es 
la fiesta de San Juan Bautista, que fue quien bautizó a Jesucristo. 
El acto comienza cuando los mozos y las jóvenes "sanjuaneras" aparecen en la casa a 
llevarse leña y a las mozas de la casa. Las chicas cuentan todas las supersticiones de 
esa noche (por ejemplo, que si al alba tiran los alfileres al agua tendrán un año feliz por 
cada alfiler) y se llevan a Telva a la fiesta. 
Aparece la Madre y habla con Adela, le dice que se ha dado cuenta de que Martín la 
quiere y que, si ella también siente lo mismo por él que ella lo acepta, que acepta que 
ocupe el lugar de su hija Angélica. 
Adela está muy emocionada y le dice a Martín que por lo menos pasen la noche de San 
Juan juntos, aunque tenga que irse al día siguiente y que se diviertan y que todos vean 
que se quieren, y se van juntos al baile. 
El abuelo también se va al baile y se queda sola en la casa la Pelegrina. 
En ese momento aparece Angélica, muy triste, que al no encontrar a nadie le cuenta a 
la Pelegrina lo infeliz que ha sido esos cuatro años, que el hombre con el que se fue la 
abandonó y que lo único que quiere es volver a su casa y estar con su familia. La 
Pelegrina la convence sin embargo de que no vuelva, le explica que todos la creen 
muerta y que si se enteran de la verdad va a volver a destrozar a la familia. También le 
dice que hay una mujer que la ha sustituido en el cariño de Martín y ella la puede ver 
desde la casa a la luz de la hoguera bailando. Poco a poco, la va convenciendo de que 
lo mejor para ella es que muera "con belleza" para que todos tengan un recuerdo 
hermoso de ella. La acompaña al río. 
Cuando vuelven todos del baile, se encuentran con el bastón de la Pelegrina. Al poco 
rato se oyen unos gritos de la gente del pueblo, que dicen que han encontrado a 
Angélica. La Madre grita al mismo tiempo de dolor y de alegría, porque por fin ha 
encontrado a su hija, ya no estará perdida en el agua. En el pueblo la consideran una 
santa, porque es un milagro que cuatro años después siga tan hermosa. Se oyen, 
lejanas y sumergidas en el pueblo que dice la leyenda que hay en el fondo del río, las 
campanas de San Juan.

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