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La importancia de la metodología 2019 - Tania Iglesias (1)

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LA IMPORTANCIA DE LA METODOLOGÍA 
EN EL APRENDIZAJE Y LA ENSEÑANZA 
 
 
 
La fuerza para practicar las reglas no se adquiere todavía 
por la mera enseñanza de cómo comportarse, 
sino que tiene que ejercitarse, cultivarse. 
Porque no se puede enseguida todo lo que se quiere, 
si previamente no se han probado y ejercitado las propias fuerzas, 
y para ello se debe haber tomado la decisión totalmente de una vez. 
 
Immanuel Kant 
 
 
Cuando no se tiene carácter, hay que seguir un método. 
 
Albert Camus 
 
 
 
No sólo en las antiguas tradiciones de sabiduría oriental, sino también 
en la propia de occidente, existe una metáfora poderosa que intenta 
expresar las características del estado de conciencia habitual en el que 
la mayoría de las personas nos desenvolvemos a lo largo de la vida. Esta 
imagen es la que equipara nuestra conciencia de vigilia con una 
especie de sueño, es decir, allí cuando estamos despiertos y creemos 
tener máxima claridad y percepción, nos encontramos en realidad en un 
estado de adormecimiento. Según lo expresa Heráclito, uno de los 
primeros filósofos griegos: 
 
 
A la mayoría de los hombres se les ocultan las cosas que hacen 
cuando están despiertos, de la misma manera que se olvidan de las 
cosas que hacen mientras se encuentran durmiendo. 
 
 
Esta imagen puede resultar extraña e inaceptable. Por lo pronto se 
opone abiertamente a la manera habitual que tenemos de concebir 
nuestra experiencia cotidiana. De esta manera, es lógico que nos resulte 
muy difícil, si no imposible, aceptar que nuestro estado habitual de 
conciencia es muy limitado, cuando es el único que hemos 
experimentado. ¿Cómo es posible que, allí donde creo que percibo con 
máximo detalle y lucidez, esté sucediendo lo contrario, una percepción 
reducida y nebulosa? 
Pero si nos detenemos a considerar esta imagen, podemos observar 
lo siguiente: al soñar mientras dormimos, nos encontramos sumidos en 
nuestras propias proyecciones mentales, con una nula percepción de la 
situación que nos rodea. En ese momento toda nuestra realidad se 
reduce a esas imágenes oníricas – un proceso mental en última instancia 
– respondiendo internamente ante ellas con sentimientos de temor o 
confianza, tristeza o alegría, según se nos presenten como agradables o 
todo lo contrario. Una vez que despertamos, a veces nos reímos de 
nosotros mismos considerando que hemos reaccionado tan 
intensamente ante algo que, asentados ya en el estado de vigilia, 
parece no ser más que una ilusión. 
De modo semejante operamos en nuestro estado de conciencia 
habitual. Por lo general nuestra atención está volcada hacia exterior y la 
percepción de nosotros mismos es muy limitada. No obstante, el 
psiquismo profundo continúa teniendo una vastísima actividad: 
innumerables procesos mentales siguen aconteciendo con una 
intensidad que raramente se llega a percibir. Aquí el elemento clave es 
la falta de conciencia de todo este dinamismo mental. Debido a esto 
ignoramos los procesos mentales que condicionan, cuando no 
desfiguran totalmente, la percepción de la realidad - tal como ocurre 
cuando soñamos mientras dormimos. 
La profundidad de este hecho no sólo se limita al error en las 
creencias, tal cual sucede en el famoso ejemplo, cuando percibimos 
una rama en lo oscuro y a la intemperie juzgando equivocadamente 
que es una serpiente. Existe otro condicionamiento, que nuestra mente 
impone a lo real, mucho más vasto y fundamental, del cual se tiene 
tanta menos conciencia. Tal cual afirma Castaneda, expresando la 
sabiduría de las tradiciones de nuestra América: 
 
 
El mundo de la vida cotidiana no es real ni está allí como nosotros 
creemos. Para un chamán, la realidad, o el mundo que todos 
conocemos es solamente una posible estructuración (…) Lo que nuestra 
mente considera el mundo inmediato es sólo una descripción del 
mundo: una configuración que se nos inculca desde el momento en 
que nacemos. 
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Todo el que entra en contacto con un niño es un maestro que le 
describe incesantemente el mundo, hasta el momento en que el niño es 
capaz de percibir el mundo según se lo describen. 
 
La realidad, tal cual la percibimos, está filtrada y configurada por 
procesos mentales profundos e inconcientes. De esta manera, la 
realidad de lo que existe no se reduce a cómo lo percibimos, sino que es 
simplemente el modo humano de configurarlo. Esta estructuración es un 
comportamiento adquirido, transmitido por la educación en su sentido 
más amplio. 
En base a esto, difícilmente podríamos dimensionar las posibilidades 
asombrosas que nos abre, en todo sentido, el hecho de ser educados en 
la comunidad humana. Pero quizá sea todavía más complejo identificar 
las limitaciones que nos ha impuesto. Siguiendo la imagen que 
evocábamos al principio, se podría decir que hemos sido instruidos para 
vivir adormecidos en una especie de ilusión. Sin embargo, el engaño no 
está en percibir la realidad tal cual lo hacemos, sino en creer que es el 
único modo posible. 
Despertar de este sueño no sólo es posible, sino que es aquello que 
todos buscamos intuitivamente en la vida, según lo expresan la mayoría 
de las tradiciones de sabiduría. Ese despertar simbólico hace referencia 
a un estado de conciencia ampliado, donde la armonía y la plenitud se 
conjugan con una total aceptación y libertad en relación a lo real. Sin 
duda alguna, acceder a estos estados de conciencia puede suceder de 
manera azarosa, sin siquiera haberlo buscado. Pero tan pronto como 
llegan, se desvanecen, la mayoría de las veces, sin dejar cambios 
perdurables en la vida de quienes lo experimenta. En palabras de 
Ramana Maharsi, que forma parte de los maestros contemporáneos de 
la India más respetados: 
 
 
Nadie triunfa sin esfuerzo. El control mental no es un derecho de 
nacimiento. Los que lo consiguen deben su liberación a la 
perseverancia. 
 
 
La mayoría de las disciplinas tradicionales de desarrollo interno y 
también otras sabidurías milenarias, han nacido con el objetivo de 
ofrecer un entrenamiento, metódico y sistemático, para orientarse y 
acercarse a estos estados de conciencia, de modo consistente y 
perdurable en el tiempo. Se presentan como una reeducación, profunda 
y transformadora, que nos permite conectarnos con la realidad de 
manera más esencial. Pero esto no puede convertirse en un hecho si en 
el camino recorrido prima el desorden, la falta de compromiso o la 
pereza. 
 
 
 La intensidad y la duración del entrenamiento que por lo común 
se necesita en estas disciplinas para alcanzar su dominio pueden ser 
realmente extraordinarias para las normas occidentales y se miden por 
lo común en décadas. 
 
 
Siendo que el trabajo sobre sí mismo es tan prolongado y busca una 
transformación tan profunda, el único modo de realizarlo es, 
posiblemente, a través de un recorrido ordenado y metódico. En este 
punto podemos observar con claridad la importancia que tiene la 
metodología, tanto en el aprendizaje como en la enseñanza, para 
nuestra disciplina. 
 
Como estudiaremos en breve, desde los primeros tiempos de este 
arte milenario, la palabra “yoga” se utilizó para nombrar, por un lado, ese 
estado de conciencia ampliado donde se percibe la unidad de todo lo 
que existe, y por otro, para hacer referencia también a la disciplina o el 
quehacer mismo a través de la cual intentaba alcanzarse. De esta 
manera, con la misma palabra se engloba tanto la finalidad que se 
busca, como los medios a través de los cuales intenta conseguirse. 
El yoga, en tanto que es una disciplina práctica, se compone así de 
una serie variable de técnicas que se ejecutan de manera metódica. 
Con “técnica”, queremos señalar la sugerencia de un hacer pautado, la 
receta para un accionar regido por determinadas reglas. “Aplicación 
metódica” es el orden, progresividad y estructura general de puesta en 
acción de esas mismas técnicas. Esta aplicación de las técnicas de 
manera metódica, ordenada, eficaz e inteligente, es lo que permiteun 
proceso gradual de avance, sin contrariedades, hacia la integración, 
hacia el objetivo mismo del yoga. 
 Contrario a esto sería una disposición arbitraria y azarosa de los 
medios. Como es evidente, casi en cualquier ámbito de lo humano, 
operar sin método, no sólo hace dificultoso el logro de los objetivos 
planteados, sean estos cuales fueran, sino también es posible que 
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entrañe riesgos. Así es en particular en el ámbito que nos toca. La 
experimentación de técnicas sin tener en cuenta a quién van dirigidas, el 
objetivo planteado, la dificultad de las tareas a realizar y su 
ordenamiento gradual, es posible que torne ineficaz todo el proceso. 
Pero no sólo eso. Lo anterior simplemente haría vana nuestra dedicación 
sin posibilitarnos el avance. Es necesario observar, además, que existe un 
riesgo concreto de daño, tanto en el plano físico, como también en los 
aspectos más internos. 
El objetivo de tener esto presente no es despertar una sensación de 
temor en el estudiante con respecto a la práctica y al dictado de la 
misma. Lo que pretendemos es tomar conciencia sobre la importancia 
que tiene la aplicación metódica de las técnicas. Precisamente, parte 
de la inseguridad que es posible experimentar, proviene del 
desconocimiento de cuándo una técnica en particular es o no la 
indicada. Para llegar a conocer esto, es necesario un estudio dedicado y 
paciente sobre los aspectos que conforman la metodología general de 
aplicación técnica. 
La metodología es el estudio, análisis y aplicación del camino a 
seguir, ordenado y gradual, hacia un objetivo planteado. Este estudio 
busca tener como base una estructura general que represente con 
claridad hacia dónde nos dirigimos en esta disciplina, como una especie 
de mapa que brinde una orientación general sobre el asunto en 
cuestión. Esta estructura general es un punto más que importante dentro 
de la metodología. Nos permite, a grandes rasgos, una clara 
organización y disposición respecto de lo que es necesario trabajar en un 
momento determinado. 
Este mapeo o estructura general, que forma parte de la 
metodología, puede ser de lo más variado. La misma tradición del yoga 
ofrece varios ejemplos de esta especie de cartografía del ser humano. 
Dentro de la formación de profesorado, la que hemos decido adoptar, 
es la de los koshas. 
La palabra “kosha” proviene del sánscrito – la lengua en la que están 
escritos la mayoría de los libros tradicionales de yoga – y se lo suele 
traducir como envoltura, funda, pantalla, etc. Las “envolturas” hacen 
referencia a una posible división en partes del ser humano. De manera 
similar a como hace la anatomía occidental, que divide el cuerpo 
humano en partes más o menos discernibles entre sí, pero con plena 
conciencia que forman una unidad orgánica indivisible, así lo hace 
también la anatomía sutil proveniente de la sabiduría yóguica. Una de 
las diferencias entre ambas consiste en que ésta última no sólo reduce su 
análisis al cuerpo material, sino que avanza hacia aspectos menos 
tangibles que conforman al ser humano. 
Como el sistema de koshas será uno de los puntos en los que se 
centrará nuestro estudio más adelante, aquí no nos detendremos 
realizando un análisis detallado. Baste con decir que se conciben cinco 
de estas envolturas: annamaya kosha, la envoltura material; pranamaya 
kosha, la energética; manomaya kosha, la mental; vijñanamaya kosha, 
la intelectual-intuitiva; anandamaya kosha, la de la felicidad. 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
De manera independiente a si esta división que se plantea tiene una 
existencia real, nosotros la adoptaremos de manera hipotética, puesto 
que nos brinda una estructura coherente y ordenada para abordar el 
trabajo técnico. Delinea una especie de mapa que nos indica por 
dónde empezar y en qué dirección continuar, yendo de lo más 
accesible y concreto, a lo más inaprensible y sutil. 
Así, esta estructura metodológica nos sugiere abordar el trabajo 
técnico que realicemos comenzando por la envoltura más tangible, que 
es la del cuerpo físico, concentrando luego nuestro quehacer en la 
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envoltura energética, para finalmente profundizar en las capas mentales. 
Si bien esta división y el énfasis puesto, a su debido momento, en cada 
parte, no nos debe hacer olvidar que siempre el trabajo que se realiza en 
el yoga es integral. Esta segmentación sólo tiene sentido para brindarnos 
mayor discernimiento, orden y un enfoque con una conciencia más 
detallada. 
 
 
Interacción didáctica: 
 
1. ¿Cuál es el elemento clave que condiciona nuestra 
percepción, por lo cual se dice que aun estando despiertos es 
como si estuviéramos soñando? 
 
 
 
2. ¿Qué dice el texto sobre la sencillez o dificultad y la duración 
de ese despertar simbólico? ¿Qué opinas al respecto? 
 
 
 
 
 
3. ¿Qué sentido tiene entonces la metodología? 
 
 
 
 
4. ¿Cuál es la estructura metodológica general que utilizaremos 
en este Profesorado? ¿Y sus subdivisiones? 
 
 
 
 
 
5. Al trabajar técnicamente ¿qué nos sugiere esta estructura 
metodológica? 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Bibliografía: 
 
 Abbagnano, N. Diccionario de filosofía, Editorial Fondo de Cultura 
Económica. 
 Castaneda, C. Viaje a Ixtlan, Editorial Fondo de Fondo de Cultura 
Económica. 
 Cornavaca, R. Presocráticos I, Editorial Losada. 
 Hernandez, D. Las claves del Yoga, Editorial Continente. 
 Iyengar, B.K.S. La esencia del yoga II, Editorial Kairos. 
 Iyengar, B.K.S. Luz sobre la vida, Editorial Kairos. 
 Kant, I. Metafísica de las costumbres, Editorial Tecnos. 
 Walsh, R. y Vaughan, F. (comp.), Más allá del ego, Editorial Kairos.

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