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1 LA IMPORTANCIA DE LA METODOLOGÍA EN EL APRENDIZAJE Y LA ENSEÑANZA La fuerza para practicar las reglas no se adquiere todavía por la mera enseñanza de cómo comportarse, sino que tiene que ejercitarse, cultivarse. Porque no se puede enseguida todo lo que se quiere, si previamente no se han probado y ejercitado las propias fuerzas, y para ello se debe haber tomado la decisión totalmente de una vez. Immanuel Kant Cuando no se tiene carácter, hay que seguir un método. Albert Camus No sólo en las antiguas tradiciones de sabiduría oriental, sino también en la propia de occidente, existe una metáfora poderosa que intenta expresar las características del estado de conciencia habitual en el que la mayoría de las personas nos desenvolvemos a lo largo de la vida. Esta imagen es la que equipara nuestra conciencia de vigilia con una especie de sueño, es decir, allí cuando estamos despiertos y creemos tener máxima claridad y percepción, nos encontramos en realidad en un estado de adormecimiento. Según lo expresa Heráclito, uno de los primeros filósofos griegos: A la mayoría de los hombres se les ocultan las cosas que hacen cuando están despiertos, de la misma manera que se olvidan de las cosas que hacen mientras se encuentran durmiendo. Esta imagen puede resultar extraña e inaceptable. Por lo pronto se opone abiertamente a la manera habitual que tenemos de concebir nuestra experiencia cotidiana. De esta manera, es lógico que nos resulte muy difícil, si no imposible, aceptar que nuestro estado habitual de conciencia es muy limitado, cuando es el único que hemos experimentado. ¿Cómo es posible que, allí donde creo que percibo con máximo detalle y lucidez, esté sucediendo lo contrario, una percepción reducida y nebulosa? Pero si nos detenemos a considerar esta imagen, podemos observar lo siguiente: al soñar mientras dormimos, nos encontramos sumidos en nuestras propias proyecciones mentales, con una nula percepción de la situación que nos rodea. En ese momento toda nuestra realidad se reduce a esas imágenes oníricas – un proceso mental en última instancia – respondiendo internamente ante ellas con sentimientos de temor o confianza, tristeza o alegría, según se nos presenten como agradables o todo lo contrario. Una vez que despertamos, a veces nos reímos de nosotros mismos considerando que hemos reaccionado tan intensamente ante algo que, asentados ya en el estado de vigilia, parece no ser más que una ilusión. De modo semejante operamos en nuestro estado de conciencia habitual. Por lo general nuestra atención está volcada hacia exterior y la percepción de nosotros mismos es muy limitada. No obstante, el psiquismo profundo continúa teniendo una vastísima actividad: innumerables procesos mentales siguen aconteciendo con una intensidad que raramente se llega a percibir. Aquí el elemento clave es la falta de conciencia de todo este dinamismo mental. Debido a esto ignoramos los procesos mentales que condicionan, cuando no desfiguran totalmente, la percepción de la realidad - tal como ocurre cuando soñamos mientras dormimos. La profundidad de este hecho no sólo se limita al error en las creencias, tal cual sucede en el famoso ejemplo, cuando percibimos una rama en lo oscuro y a la intemperie juzgando equivocadamente que es una serpiente. Existe otro condicionamiento, que nuestra mente impone a lo real, mucho más vasto y fundamental, del cual se tiene tanta menos conciencia. Tal cual afirma Castaneda, expresando la sabiduría de las tradiciones de nuestra América: El mundo de la vida cotidiana no es real ni está allí como nosotros creemos. Para un chamán, la realidad, o el mundo que todos conocemos es solamente una posible estructuración (…) Lo que nuestra mente considera el mundo inmediato es sólo una descripción del mundo: una configuración que se nos inculca desde el momento en que nacemos. 2 Todo el que entra en contacto con un niño es un maestro que le describe incesantemente el mundo, hasta el momento en que el niño es capaz de percibir el mundo según se lo describen. La realidad, tal cual la percibimos, está filtrada y configurada por procesos mentales profundos e inconcientes. De esta manera, la realidad de lo que existe no se reduce a cómo lo percibimos, sino que es simplemente el modo humano de configurarlo. Esta estructuración es un comportamiento adquirido, transmitido por la educación en su sentido más amplio. En base a esto, difícilmente podríamos dimensionar las posibilidades asombrosas que nos abre, en todo sentido, el hecho de ser educados en la comunidad humana. Pero quizá sea todavía más complejo identificar las limitaciones que nos ha impuesto. Siguiendo la imagen que evocábamos al principio, se podría decir que hemos sido instruidos para vivir adormecidos en una especie de ilusión. Sin embargo, el engaño no está en percibir la realidad tal cual lo hacemos, sino en creer que es el único modo posible. Despertar de este sueño no sólo es posible, sino que es aquello que todos buscamos intuitivamente en la vida, según lo expresan la mayoría de las tradiciones de sabiduría. Ese despertar simbólico hace referencia a un estado de conciencia ampliado, donde la armonía y la plenitud se conjugan con una total aceptación y libertad en relación a lo real. Sin duda alguna, acceder a estos estados de conciencia puede suceder de manera azarosa, sin siquiera haberlo buscado. Pero tan pronto como llegan, se desvanecen, la mayoría de las veces, sin dejar cambios perdurables en la vida de quienes lo experimenta. En palabras de Ramana Maharsi, que forma parte de los maestros contemporáneos de la India más respetados: Nadie triunfa sin esfuerzo. El control mental no es un derecho de nacimiento. Los que lo consiguen deben su liberación a la perseverancia. La mayoría de las disciplinas tradicionales de desarrollo interno y también otras sabidurías milenarias, han nacido con el objetivo de ofrecer un entrenamiento, metódico y sistemático, para orientarse y acercarse a estos estados de conciencia, de modo consistente y perdurable en el tiempo. Se presentan como una reeducación, profunda y transformadora, que nos permite conectarnos con la realidad de manera más esencial. Pero esto no puede convertirse en un hecho si en el camino recorrido prima el desorden, la falta de compromiso o la pereza. La intensidad y la duración del entrenamiento que por lo común se necesita en estas disciplinas para alcanzar su dominio pueden ser realmente extraordinarias para las normas occidentales y se miden por lo común en décadas. Siendo que el trabajo sobre sí mismo es tan prolongado y busca una transformación tan profunda, el único modo de realizarlo es, posiblemente, a través de un recorrido ordenado y metódico. En este punto podemos observar con claridad la importancia que tiene la metodología, tanto en el aprendizaje como en la enseñanza, para nuestra disciplina. Como estudiaremos en breve, desde los primeros tiempos de este arte milenario, la palabra “yoga” se utilizó para nombrar, por un lado, ese estado de conciencia ampliado donde se percibe la unidad de todo lo que existe, y por otro, para hacer referencia también a la disciplina o el quehacer mismo a través de la cual intentaba alcanzarse. De esta manera, con la misma palabra se engloba tanto la finalidad que se busca, como los medios a través de los cuales intenta conseguirse. El yoga, en tanto que es una disciplina práctica, se compone así de una serie variable de técnicas que se ejecutan de manera metódica. Con “técnica”, queremos señalar la sugerencia de un hacer pautado, la receta para un accionar regido por determinadas reglas. “Aplicación metódica” es el orden, progresividad y estructura general de puesta en acción de esas mismas técnicas. Esta aplicación de las técnicas de manera metódica, ordenada, eficaz e inteligente, es lo que permiteun proceso gradual de avance, sin contrariedades, hacia la integración, hacia el objetivo mismo del yoga. Contrario a esto sería una disposición arbitraria y azarosa de los medios. Como es evidente, casi en cualquier ámbito de lo humano, operar sin método, no sólo hace dificultoso el logro de los objetivos planteados, sean estos cuales fueran, sino también es posible que 3 entrañe riesgos. Así es en particular en el ámbito que nos toca. La experimentación de técnicas sin tener en cuenta a quién van dirigidas, el objetivo planteado, la dificultad de las tareas a realizar y su ordenamiento gradual, es posible que torne ineficaz todo el proceso. Pero no sólo eso. Lo anterior simplemente haría vana nuestra dedicación sin posibilitarnos el avance. Es necesario observar, además, que existe un riesgo concreto de daño, tanto en el plano físico, como también en los aspectos más internos. El objetivo de tener esto presente no es despertar una sensación de temor en el estudiante con respecto a la práctica y al dictado de la misma. Lo que pretendemos es tomar conciencia sobre la importancia que tiene la aplicación metódica de las técnicas. Precisamente, parte de la inseguridad que es posible experimentar, proviene del desconocimiento de cuándo una técnica en particular es o no la indicada. Para llegar a conocer esto, es necesario un estudio dedicado y paciente sobre los aspectos que conforman la metodología general de aplicación técnica. La metodología es el estudio, análisis y aplicación del camino a seguir, ordenado y gradual, hacia un objetivo planteado. Este estudio busca tener como base una estructura general que represente con claridad hacia dónde nos dirigimos en esta disciplina, como una especie de mapa que brinde una orientación general sobre el asunto en cuestión. Esta estructura general es un punto más que importante dentro de la metodología. Nos permite, a grandes rasgos, una clara organización y disposición respecto de lo que es necesario trabajar en un momento determinado. Este mapeo o estructura general, que forma parte de la metodología, puede ser de lo más variado. La misma tradición del yoga ofrece varios ejemplos de esta especie de cartografía del ser humano. Dentro de la formación de profesorado, la que hemos decido adoptar, es la de los koshas. La palabra “kosha” proviene del sánscrito – la lengua en la que están escritos la mayoría de los libros tradicionales de yoga – y se lo suele traducir como envoltura, funda, pantalla, etc. Las “envolturas” hacen referencia a una posible división en partes del ser humano. De manera similar a como hace la anatomía occidental, que divide el cuerpo humano en partes más o menos discernibles entre sí, pero con plena conciencia que forman una unidad orgánica indivisible, así lo hace también la anatomía sutil proveniente de la sabiduría yóguica. Una de las diferencias entre ambas consiste en que ésta última no sólo reduce su análisis al cuerpo material, sino que avanza hacia aspectos menos tangibles que conforman al ser humano. Como el sistema de koshas será uno de los puntos en los que se centrará nuestro estudio más adelante, aquí no nos detendremos realizando un análisis detallado. Baste con decir que se conciben cinco de estas envolturas: annamaya kosha, la envoltura material; pranamaya kosha, la energética; manomaya kosha, la mental; vijñanamaya kosha, la intelectual-intuitiva; anandamaya kosha, la de la felicidad. De manera independiente a si esta división que se plantea tiene una existencia real, nosotros la adoptaremos de manera hipotética, puesto que nos brinda una estructura coherente y ordenada para abordar el trabajo técnico. Delinea una especie de mapa que nos indica por dónde empezar y en qué dirección continuar, yendo de lo más accesible y concreto, a lo más inaprensible y sutil. Así, esta estructura metodológica nos sugiere abordar el trabajo técnico que realicemos comenzando por la envoltura más tangible, que es la del cuerpo físico, concentrando luego nuestro quehacer en la 4 envoltura energética, para finalmente profundizar en las capas mentales. Si bien esta división y el énfasis puesto, a su debido momento, en cada parte, no nos debe hacer olvidar que siempre el trabajo que se realiza en el yoga es integral. Esta segmentación sólo tiene sentido para brindarnos mayor discernimiento, orden y un enfoque con una conciencia más detallada. Interacción didáctica: 1. ¿Cuál es el elemento clave que condiciona nuestra percepción, por lo cual se dice que aun estando despiertos es como si estuviéramos soñando? 2. ¿Qué dice el texto sobre la sencillez o dificultad y la duración de ese despertar simbólico? ¿Qué opinas al respecto? 3. ¿Qué sentido tiene entonces la metodología? 4. ¿Cuál es la estructura metodológica general que utilizaremos en este Profesorado? ¿Y sus subdivisiones? 5. Al trabajar técnicamente ¿qué nos sugiere esta estructura metodológica? Bibliografía: Abbagnano, N. Diccionario de filosofía, Editorial Fondo de Cultura Económica. Castaneda, C. Viaje a Ixtlan, Editorial Fondo de Fondo de Cultura Económica. Cornavaca, R. Presocráticos I, Editorial Losada. Hernandez, D. Las claves del Yoga, Editorial Continente. Iyengar, B.K.S. La esencia del yoga II, Editorial Kairos. Iyengar, B.K.S. Luz sobre la vida, Editorial Kairos. Kant, I. Metafísica de las costumbres, Editorial Tecnos. Walsh, R. y Vaughan, F. (comp.), Más allá del ego, Editorial Kairos.
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