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Fisiología tresguerres up6 - Victoria Beron

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Fisiología: Tresguerres
El intestino grueso es la parte final del tubo digestivo y clásicamente se le ha asignado una misión sencilla de almacenamiento de las heces hasta su evacuación.
 Desde el punto de vista funcional es más real considerar una división en dos partes: el colon derecho y el colon izquierdo. El colon derecho está constituido por el ciego y el colon ascendente y funcionalmente es donde se desarrollan los procesos de fermentación y digestión por la flora bacteriana, así como la mayor parte de los procesos de absorción y secreción. El colon izquierdo, constituido por el colon descendente, el colon sigmoide y el recto, tiene como misiones fundamentales el almacenamiento de las heces, la absorción final de agua, su transporte y finalmente su evacuación al exterior.
 La capacidad de absorción de agua del intestino grueso es muy grande. Aproximadamente 1.5 L de quimo entran en el colon cada día y se eliminan menos de 200 cc con las heces.
 El efecto neto de la absorción/secreción de colon es la absorción de sodio y cloro, la absorción de agua, la absorción de ácidos grasos de cadena corta, la pérdida de potasio y bicarbonato y la secreción de moco.
 El sodio es transportado desde el citoplasma al espacio intercelular, generándose un ambiente hipertónico que arrastra el agua desde la luz colónica hacia el espacio intercelular. El sodio que se transporta desde el interior celular hacia el espacio intersticial lleva asociado la necesidad de un transporte desde la luz hacia el interior celular. Este transporte es llevado a cabo básicamente por dos transportadores. En primer lugar, los canales de sodio electrogénicos, que son capaces de permitir la entrada celular de sodio sin intercambiarse por ningún ion. Además de este transportador, en la membrana apical de todas las células intestinales, incluido el colon, existe un intercambiador Na+/H+, lo que genera una alcalinización intracelular, que se subsana con la eliminación de bicarbonato hacia la luz intercambiándolo por cloro, gracias al intercambiador Cl–/HCO3–.
 Los ácidos grasos de cadena corta provienen del metabolismo bacteriano de los hidratos de carbono y las proteínas y tienen una enorme importancia en la fisiología colónica, ya que son el principal nutriente de la mucosa colónica y tienen un efecto trófico y regulador sobre la mucosa colónica.
 Dentro de la actividad motora colónica pueden distinguirse dos tipos de movimiento: los movimientos de mezclado y los movimientos de propulsión. Los movimientos segmentarios implican contracciones de baja amplitud, a veces simultáneas en varios segmentos, a veces con sentido peristáltico o antiperistáltico a lo largo de cortos segmentos, que no ocluyen la luz colónica y cuyo sentido fisiológico parece corresponder a un mezclado y facilitación de la digestión bacteriana y la absorción colónica.
 La propagación del contenido colónico en el ser humano depende fundamentalmente de las contracciones en masa, especialmente las contracciones propagadas de alta amplitud. Estas contracciones suelen iniciarse en el colon ascendente y originan un movimiento de avance de gran cantidad de material intraluminal. 
 La ingesta induce una notable actividad motora mediante el reflejo gastrocólico. Pero los estímulos más importantes son la distención gástrica y la composición calórica, en especial las grasas.
 La defecación comienza cuando los movimientos del colon hacen avanzar el contenido fecal y distienden el recto, produciendo la sensación y el deseo de defecar. Cuando la persona considera que la defecación es apropiada, se inicia el reflejo, adoptando la postura más adecuada, que es la postura en cuclillas. La defecación se inicia con una maniobra de Valsalva (espiración forzada tras una inspiración máxima con la nariz y la boca cerradas), que aumenta la presión intrabdominal e intrarrectal y genera una relajación refleja del esfínter anal interno y una relajación voluntaria de los músculos puborrectal y anal externo, el gradiente de presión generado impulsa las heces hacia el exterior. Sin embargo, aun cuando se produce el llenado rectal, existen mecanismos para contener la defecación. El primero que se pone en práctica es la contracción voluntaria de los músculos puborrectal y anal externo, pero suele puede mantenerse durante unos minutos. Paralelamente, el recto es capaz de relajarse para adaptarse al volumen y acomodarlo; ambas respuestas en conjunto permiten en la mayoría de las ocasiones diferir la defecación hasta que ésta sea conveniente y no entorpezca la actividad normal.
 La cantidad de heces que expulsa un ser humano es muy variable y depende de la dieta. Las heces están constituidas en un 75 % por agua; el 25 % restante corresponde al componente sólido. Este componente sólido está constituido en aproximadamente una tercera parte por los residuos no digeribles de los alimentos sólidos, básicamente la fibra. Esta fibra es tanto insoluble (lignina y celulosa) como soluble (pectina y gomas). La fibra insoluble no es digerible por la flora colónica y arrastra agua a lo largo de todo el colón, ejerciendo una acción catártica directa. La fibra soluble es digerible, fundamentalmente en el colon derecho, y además de gases son productos finales de este proceso los ácidos grasos de cadena corta, considerados unos de los principales sustratos metabólicos del colonocito. Junto con la fibra, existe también una proporción variable de grasa no absorbida (10-20%), proteínas no digeridas (10%) y materia inorgánica procedente de los alimentos (10-20%). El resto de las heces, aproximadamente una quinta parte, está constituido por bacterias, en su mayor parte muertas. El color de las heces proviene fundamentalmente de los componentes de la secreción biliar, sobre todo bilirrubina.
 Los gases constituyen una parte importante del contenido de la luz colónica. Los gases se generan mediante dos fuentes: producto de la fermentación bacteriana (anhídrido carbónico, hidrógeno y metano) y por difusión pasiva desde el torrente sanguíneo (nitrógeno y oxígeno).
 La flora bacteriana no es estrictamente una parte estructural del propio organismo. Se calcula que el colon humano puede albergar 100 millones de bacterias de unas 400 especies diferentes y con un peso total de hasta 500 g. Estas bacterias ejercen unas acciones extraordinariamente beneficiosas para el organismo: acción metabólica (fermentan sustratos no digeridos, recuperando la energía proveniente de ellos), acción protectora (impide la colonización y el desarrollo de bacterias patógenas) y acción inmunomoduladora (juega un papel muy importante en el desarrollo del sistema inmunitario digestivo).

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