Logo Studenta

SARTORI, Giovanni - La política, lógica y método en las cias, soc CAP 8 - Agustín Sola

¡Este material tiene más páginas!

Vista previa del material en texto

244 PROFUNDIZACIONES
con lo que encuentra. El filósofo com o tal no merece ningún repro­
che, salvo el de dejar de actuar com o filósofo. En una época cientí­
fica, también la filosofía está llamada a hacer un examen de concien­
cia; pero sólo para reencontrarse a sí misma y retomar su propio 
camino. Que no es superponerse a la ciencia ni ser únicamente su 
momento mayéutico y m etodológico.22 Reducir la filosofía a la epis­
temología de la física, o limitarla al análisis del lenguaje, es traficar 
una parte por el todo. La filosofía ha sido acusada de constituir un 
“ saber infecundo” ; pero quien acepta esta crítica es en verdad la vícti­
ma de un com plejo de la ciencia. N o se trata únicamente de que el 
saber fecundo germina en el seno mismo del que se considera infe­
cundo; se trata de que la filosofía crea las ideas, crea los valores; y no 
puedo concebir fecundidad mayor. Con esto también queremos dejar 
establecido que la tesis de la inaplicabilidad del filosofar no debe ir 
acompañada por una subestimación, de la “ eficacia práctica” del filo­
sofar. Sería absurdo, dado que es la filosofía la que elabora las visiones 
del mundo.
Marcar los límites del filosofar significa al mismo tiempo delimitar 
también la ciencia. Así com o el filósofo no puede subrogar al hom­
bre de ciencia, el hombre de ciencia no puede suplantar al filósofo. 
Con esto no quisiera que se entendiera mal mi insistencia sobre la rela­
ción entre la ciencia y la práctica. Decir que la ciencia nace de la exi­
gencia de observar una realidad sobre la que se quiere “ operar” , no 
equivale a afiliarse a una visión mezquinamente practicista de la cien­
cia. La ciencia es básicamente ciencia “ pura” que sirve a una finali­
dad científica; y por lo tanto la finalidad científica no es de por sí 
una finalidad práctica. L o que no quita que la finalidad científica y 
la finalidad práctica sean com o dos líneas destinadas a converger, 
aun a despecho de fricciones puramente incidentales. Basta conside­
rar que la aplicación es sustitutiva del experimento en aquellas cien­
cias que no son experimentales.
Recapitulemos. He sostenido que todo filosofar encuentra su mí-
22 En Italia, la tesis de la filosofía política como metodología de la ciencia política 
es sostenida, por ejemplo, por R. Treves, “ Intorno alia nozione di filosofie política” , 
en: Rivista di Filosofía, L, 1959, núm. 3. Véase también La notion de philosophie 
politique dans la philosophie italienne, en op. cit. L ’ idée de philosophie politique. Pero 
véase en contra A. Passerin d’Entréves, La filosofia política en la Storia delle idee 
politiche, economiche e sociali, dirigida por Luigi Firpo, u t e t , Turín, 1972, vol. fi; 
y la discusión al respecto en el vol. col. citado, Tradizione e novita della filosofia della 
política.
LA POLÍTICA COMO CIENCIA 245
nimo común denominador en un lenguaje metaobservador dirigido a 
“ explicar ideando” , un lenguaje determinado, por el concebir mucho 
más que por el percibir. De ello se infiere que el saber filosófico se di­
ferencia siempre del conocer científico cuando menos en este aspec­
to: por una instrumentación lingüística que no satisface el requisito 
operacional (la investigación) y mucho menos las exigencias operativas. 
Dicho de otro m odo, la ciencia se caracteriza por una aplicabilidad 
que la filosofía no posee. Obviamente, ese fundamentum divisio- 
nis indica sólo una línea tendencial, señala predominancias. Tra­
tándose de una reconstrucción ex post, no refleja una división de 
objetivos y de competencias que los interesados busquen consciente­
mente. Pero por esto mismo no es válido argüir que la filosofía y la 
ciencia — tal com o aquí las hemos separado— suelen encontrarse 
mezcladas. Aceptar esta com probación equivale a santificar el pasa­
do y perpetuar sus errores. Podrá ser verdad que la literatura ofrece 
híbridos en abundancia y que seguimos programando soluciones fi­
losóficas para los problemas prácticos; pero si entendemos que éste 
es un error, entonces hay que separar los dos elementos y encontrar 
un criterio válido de reconstrucción en vistas al futuro, que divida 
de ahora en adelante lo que hemos mezclado en el pasado.
VIII.4. ClENTIFICIDAD Y NO VALORABILIDAD
Habíamos quedado en la ciencia política en sentido lato; un m odo 
autónomo de estudiar la política en su autonomía. Una acepción 
que se va precisando a medida que tiene lugar su separación de la 
filosofía política. Pero de este m odo vemos a la ciencia política desde 
fiiera, sobre todo por lo que no es. Veámosla ahora desde dentro, por 
la forma com o se viene haciendo y “ cientifizando” .23 Esto es, exami­
nemos cóm o se pasa de la acepción lata a la acepción estricta de la 
disciplina. ~
23 Sobre ¡la aplicación del procedimiento científico a la ciencia política^ cfr. A. C. 
Isaak, Scope and Methods of Political Science-. An Introduction to the Methodology 
of Political Enquky, Dorsey, Homewood, 1969; y R. T. Golembiénwski, W. A. Welsh y 
W. J. Crotty, A Methodological Primer for Political Scientists, Rand McNally, Chicago, 
1969. Véase también E. J. Meehan, The Theory and Method of Political Analysis, Dor­
sey, Homewood, 1969. Sobre la noción de ciencia en general, es útil la recapitula­
ción de W. Gee, Social Science Research Methods, Appleton Century Crofts, Nueva 
York, 1950.

Continuar navegando