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2020 AÑO BELGRANIANO - Trabajo Práctico n2 - Magali Rojas 'c (1)

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2020 AÑO BELGRANIANO - Trabajo Práctico n°2 
 
"Mujeres de la Independencia" 
 
 
 En la historia argentina se reconocen innumerables figuras que, de una forma u otra, 
influenciaron al país, ya sea de forma política o cultural. Hay personajes que supieron dejar 
una marca que superó los límites establecidos por las clases sociales, por los roles que les 
eran impuestos, o por los deseos de los tiranos en los que se concentraba el poder colonial; 
cuyo legado es notable en diversos aspectos de la actualidad, llegando incluso a formar 
parte de los medios de entretenimiento. Como ejemplos de ello podemos mencionar a San 
Martín o Belgrano, cuyas historias no solo se volvieron parte indispensable de nuestra 
formación académica, si no que, año tras año, se los homenajea y representa en medios 
destinados al disfrute y entretenimiento de una audiencia. Está constante exposición 
provoca que sus nombres sean parte de la conciencia colectiva de nuestro país. Pero hay 
otros nombres a los que no se los escucha tan a menudo. Nombres que han quedado 
opacados debido al favoritismo de la historia hacia cierto "arquetipo" de prócer. Estos 
nombres han pasado desaparecidos durante décadas hasta que, tal vez de la mano del 
revisionismo histórico o gracias a algunos movimientos sociales tales como el feminismo, 
los historiadores decidieron que si vale la pena mencionarlos. Pero, ¿A quiénes podrían 
pertenecer estos nombres ignorados?¿Podría ser que pertenezcan a algún hombre blanco 
de la clase alta? Probablemente no. Quienes más afectados se ven por esta invisibilización 
suelen ser aquellos cuyos nombres ni siquiera importaban en un primer lugar, o aquellas en 
este caso. El mismo Manuel Belgrano, de alguna forma, involuntariamente predijo lo que 
pasaría con la mayoría de las mujeres que pusieron todo de si para contribuir a la causa 
independencista: ​"«El sexo femenino, sexo en este país, desgraciado, expuesto a la miseria 
y desnudez, a los horrores del hambre y estragos de las enfermedades que de ella se 
originan (...) expuesto a tener que andar mendigando de puerta en puerta un pedazo de 
pan para su sustento»". ​A continuación, repasaremos las vidas de tres mujeres que 
dedicaron su vida a la patria. 
 
 
● Juana Azurduy 
 
 Juana Azurduy nació el 12 de julio de 1780 en Toroca, que hoy forma parte de Bolivia. 
Sus padres eran Eulalia Bermúdez y Matias Azurduy, un hombre de clase acomodada que 
poseía varias haciendas. Desde niña, Juana estuvo en constante contacto con los 
pobladores nativos de las tierras que trabajaba junto a su padre. Así logró incorporar desde 
joven a las lenguas quichua y aymara. Sus padres, quienes habían perdido a su primer hijo, 
le inculcaron valores que en la época eran más apreciados en los varones esperando que 
ella pudiera llegar a hacerse cargo de las propiedades de su padre. Sin embargo, quedó 
huérfana siendo joven y debió pasar el resto de su niñez alternando entre la casa de sus 
tíos y conventos, pues su rebeldía y su actitud hacían que les fuera difícil a estas personas 
 
aceptar su forma de ser. A los 25 años se casó con Miguel Asencio Padilla, con quien tuvo 5 
hijos. En 1809, tanto Juana como su esposo se unieron a los ejércitos populares y ayudaron 
a destituir al gobernador y a formar una junta de gobierno que duraría hasta que las tropas 
revolucionarias fueran derrotadas en 1810. Desde entonces, a través de una organización 
fundada por ellos mismos conocida como "Los Leales", el matrimonio combatió al imperio 
español. Juana, por su parte, también formó un grupo llamado "Las Amazonas", 
conformado únicamente por mujeres, en su mayoría de origen indígena, que luchaban junto 
a Los Leales. Eventualmente, ambos se unieron al ejército comandado por Manuel 
Belgrano. En agradecimiento por su contribución, Belgrano le entregó su sable como un 
obsequio y pidió a las autoridades porteñas que se la nombrara, por su valentía y su 
capacidad de mando, Teniente Coronel. En septiembre de 1816 Manuel Padilla pereció en 
combate y, poco tiempo después, Juana se trasladó a Salta y se unió a las fuerzas patriotas 
de Miguel Martín de Güemes, con quien luchó hasta que falleció en el año 1821. Desde que 
se unió a las tropas revolucionarias de Chuquisaca hasta la muerte de Güemes, ella perdió 
sus tierras, a su marido y a cuatro de sus cinco hijos. En 1825, una vez que ya había sido 
establecida la independencia de Bolivia, recibió una visita del General Simón Bolívar. “Esta 
república, en lugar de hacer referencia a mi apellido, debería llevar el de los Padilla”, le dijo. 
Él le otorgó el título de Coronel, junto a una pensión que le duró solo unos pocos años. 
 A pesar de todos sus logros, Juana murió pobre y olvidada en una casita humilde el 25 de 
mayo de 1862. 
 
 
 
 
● Monumento a Juana Azurduy; Centro Cultural Kirchner 
 
 
 
 
 
● María Remedios del Valle 
 
 María Remedios del Valle se alistó al ejército en 1810 junto con su esposo y sus dos 
hijos. Aunque todos ellos murieron en el campo de batalla, María continúo peleando y 
asistiendo al resto de soldados por su cuenta. Por su gran esfuerzo, fue apodada como la 
"Madre de la Patria". Eventualmente también formó parte del Ejército del Norte comandado 
por Manuel Belgrano, quien, viendo su coraje, la nombró capitana. Allí, ella y otras dos 
mujeres (que algunas fuentes mencionan como sus hijas) contribuyeron fervientemente 
durante la batalla y se ganaron el nombre de "Las Niñas de Ayohuma". Fue en esta batalla 
donde María, luego de ser herida en combate, fue capturada y posteriormente torturada por 
el ejército realista. Incluso durante su encierro, "La Capitana", otro apodo que le dieron sus 
compañeros, continúo ayudando a los demás soldados capturados para que pudiesen 
escapar y también logró hacerlo ella. A partir de entonces se desempeñó como correo, 
llevando noticias y mensajes a través del campo de batalla. Luego de su salida del entorno 
militar, María vivió en la pobreza e incluso llegó a mendigar para poder sobrevivir. A pesar 
de sus reclamos, debieron pasar años para que la "Madre de la Patria" obtuviera siquiera 
una pequeñísima remuneración por su contribución en la guerra: en 1828 la Sala de 
Representantes le otorgó el sueldo de un capitán de infantería, pero María solo cobraba 
unos $30 por mes. En 1829, el general Juan Manuel Rosas la incorporó a la plana mayor 
inactiva (retirada) y la designó con el grado de sargento mayor de infantería. Finalmente, 
María falleció en 1847. 
 
 
 
 ● Eel pintor Grillo Castro representa a María Remedios del Valle 
mendigando en el atrio de la Iglesia de Santo Domingo 
 
 
 
● Macacha Güemes 
 
 Macacha Güemes, cuyo nombre real era Magdalena Dámasa Güemes de Tejada, nació 
el 11 de diciembre del año 1787, en el seno de una adinerada familia de la élite salteña. Era 
la hermana menor de Martin Miguel de Güemes, y fue su más grande soporte. Macacha se 
casó en 1803 con un oficial del Regimiento de Patricios, con quien tuvo una hija. Cuando 
Güemes organizó la llamada "Partida de Observación" en 1810, Macacha ofreció su casa 
para convertirla en un taller donde se confeccionarían los uniformes de los soldados 
comandados por su hermano. Los dos hermanos apoyaron a la revolución y buscaron 
contribuir con la expedición al Alto Perú con la organización de un grupo de gauchos 
apodados "Los Infernales", junto a quienes luchaban contra las fuerzas españolas. Mientras 
su hermano dirigía las batallas, Macacha se ocupaba de coordinar misiones de espionaje en 
las que participaban otras mujeres, manteniendo al grupo guerrillero informado de los 
movimientos del ejército realista. Ambos se hicieron populares entre los grupos más 
desfavorecidos y fueron apodados como "el padre" y "la madre de los pobres" por ellos. 
Cuando, en 1815, Martín Miguel de Güemes obtuvo el cargo de gobernador de Salta, su 
hermana le sirvió prácticamente como ministro y asesora política. Durante este periodo, 
Macacha intervinoen actos públicos, encuentros bélicos, actuó como mediadora entre 
Güemes y el general Rondeau, logrando el "Pacto de los Cerrillos", e incluso llegó a 
suplantar a su hermano en su puesto como gobernador, dirigiendo a la provincia cuando 
Miguel se encontraba en el frente de batalla. Desde tal cargo, ella debió enfrentarse a las 
conspiraciones de los múltiples opositores al gobierno de su hermano. Cuando estos 
fundaron el partido político "Patria Nueva", Macacha creó el suyo, "Patria Vieja", junto con el 
futuro gobernador José Ignacio Gorriti, para respaldar la figura de Güemes. Luego de la 
muerte de Miguel, Magdalena, su madre y demás políticos fueron encarcelados el 
gobernador José Antonio Fernández Cornejo, quien fue un fuerte opositor a la gestión de 
Güemes. A partir de este hecho, sucedió en Salta lo que se conoce como la "Revolución de 
las Mujeres". En esta, el "gauchaje" cometió saqueos y hubo un violento alboroto en la 
ciudad el 22 de septiembre de 1821. De esto resultó la liberación de los presos políticos y el 
derrocamiento de Fernández Cornejo. Posteriormente Macacha se declaró partidaria del 
movimiento federal, y continúo siendo una figura con una presencia notable en el ámbito 
político hasta su retiro en 1840. Ella falleció en 1866, pero sus hazañas fueron casi 
completamente olvidadas por la historiografía hasta después de la llegada del revisionismo 
histórico al país. 
 
 
 
 
● Retrato de Macacha Güemes 
 
 
 
 
 Luego de esta exposición, podemos decir con obvia certeza que ninguna de estas 
luchadoras merecía caer en el olvido. Cada una de ellas sirvió a nuestro país con todo lo 
que tenían, las tres terminaron perdiendo a un ser querido (o a cinco) en el camino, y 
ninguna se permitió un descanso. Tanto Juana como María Remedios fueron olvidadas, no 
solo por la historia, si no también por aquellos junto a quienes lucharon tan fervientemente. 
Ambas atravesaron situaciones de severa pobreza debido a que no se les pagaba el sueldo 
por sus servicios al ejército. Macacha, gracias a su posición de nacimiento en la elite 
colonial, al menos pudo vivir de buena manera durante el resto de su vida, aunque eso no la 
salvó de caer en el olvido. Tuvieron que pasar alrededor de doscientos años para que 
Remedios del Valle obtuviera algo de reconocimiento y los historiadores se interesaran en 
su persona; a pesar de haber llegado a ser una militar de renombre, Juana Azurduy murió 
en la pobreza; Macacha nunca fue reconocida, a pesar de que se mantuvo activa en la 
política durante tres décadas. En la época en la que estás mujeres realizaron sus más 
grandes proezas, no se consideraba que fueran capaces de hacer lo que los hombres, ni 
tampoco eran consideradas como personas. Véase como a la "Madre de la Patria" se le 
negaba la pensión que le correspondía, a pesar de tener múltiples marcas en su cuerpo 
como prueba de su lucha. Los primeros en ignorarlas fueron las autoridades estatales que 
no quisieron saber nada de ellas, a quienes no les importo ni su dedicación, su coraje ni su 
necesidad de abrigo y alimento.

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