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Paradigmas evolucion tecnologica y revoluciones industriales - We color Life

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Partimos en la presente lectura del recorrido que hemos propuesto en la anterior en materia de
naturaleza y caracterización de la tecnología. Contamos así con bases adecuadas para
adentrarnos en la comprensión holística de los procesos de cambio tecnológico profundo o
disruptivo, comúnmente conocidos como revoluciones industriales o tecnológicas, tema que
será el centro de la presente lectura.
 
Para llegar a la dinámica y composición de las distintas revoluciones tecnológicas que hemos
atravesado, vamos a introducir primero la concepción de paradigmas bajo la teoría siempre
vigente de Thomas Kuhn. Ello nos permitirá enmarcar de forma científica los procesos de
cambios disruptivos que los hombres generan a través de las nuevas tecnologías,
especialmente de cara a diferenciar dichos procesos del cambio evolutivo que sigue la
tecnología de forma constante, de la mano de la ciencia y la técnica.
 
Nos concentraremos en los aspectos más relevantes de cada una de las revoluciones,
buscando siempre los hilos conductores que tienen que ver con el cambio tecnológico en el
marco de la tensión dialéctica con las personas y organizaciones de la sociedad. Y dejaremos
el trayecto esclarecido para ingresar de forma consciente en nuestra época actual, la de la
cuarta Revolución Industrial.
Estructura de las revoluciones cientí�cas
Primera revolución industrial
Paradigmas, evolución tecnológica y revoluciones
industriales
Segunda revolución industrial
Tercera revolución industrial
Referencias
Thomas Kuhn, historiador y filósofo de origen estadounidense, consideró que era de vital importancia
dedicar tiempo al estudio histórico para entender la dinámica de esos periodos en los que la producción
científica genera grandes cambios en la organización social y económica, así como también las ideas y
concepciones subyacentes que acompañan dichos procesos que habitualmente llamamos revoluciones. 
En 1962, Kuhn publicó un libro de enorme trascendencia: “La estructura de las revoluciones científicas”. Allí,
el autor expone que la evolución de la ciencia (y, por ende, de gran parte de la tecnología) no es el resultado
de un recorrido uniforme y lineal basado en la pureza del método científico. Más bien, retomando la idea de
profunda tensión entre sociedad y tecnología, se explica por saltos de cambios paradigmáticos, es decir por
cambios en la manera de pensar que, en un momento determinado de la historia, se consolidan en la
comunidad científica y tecnológica de una sociedad.  
Cuando esos cambios en el sistema de ideas y pensamiento de una sociedad se consolidan y adquieren
plena vigencia, nuevas teorías se construyen y se moviliza la producción científica que permite una sucesión
de hallazgos y validaciones. Esto, a su vez, es lo que configura una revolución científico tecnológica. En
definitiva, es el mecanismo de aceptación y validación social de un paquete de conocimiento nuevo lo que
origina el vendaval de revolución científica que cambia el curso de la historia. 
Específicamente, esos sistemas de ideas y pensamiento que llamamos paradigmas, no se renuevan por
imperio de la decisión de alguna autoridad o fenómeno directo, sino que, según la teoría de Kuhn (1971), lo
hacen a raíz de la existencia de anomalías que no pueden resolverse satisfactoriamente con las teorías
vigentes en un momento de la historia, lo cual desata procesos de crisis que son la antesala a la creación de
nuevas teorías. En este marco, la transición entre viejas y nuevas teorías es el proceso en el cual se incuban
y producen las revoluciones científicas. 
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Estructura de las revoluciones científicas
Es tan potente el proceso que Kuhn (1971) pudo visualizar y exponer en su famoso libro que estamos ante
un fenómeno de ruptura circular o global. No se produce una revolución científica por la irrupción de algún
invento o tecnología en particular, por más impactante que pueda ser, sino más bien por un conjunto de
proyectos y hallazgos que solo suceden cuando esta comunidad de científicos y expertos deciden buscar
nuevas soluciones fuera del paradigma de pensamiento y acción existente en un momento determinado. Se
abandona, de esta forma, un estado del arte para saltar a otro que tiene muchos interrogantes, pero que va
arrojando luz a medida que se resuelven y acopian los nuevos logros en materia de ciencia y tecnología. 
De forma subyacente, lo que Kuhn (1971) nos deja como legado es que la ciencia y el conocimiento
constituyen una sinfonía nunca terminada, sino en constante evolución y transformación. Todo lo contrario,
a los dogmas y las verdades con pretensiones de vigencia eterna. Si, como estudiamos en la lectura anterior,
la historia de la tecnología es la historia de la ambición y capacidad humana por resolver problemáticas
propias del entorno y del tiempo, la teoría de Kuhn es la que permitió darle a dicho fenómeno un formato
claro y consistente: los cambios de paradigmas que habilitan saltos hacia adelante, a modo de revoluciones
científicas, ya sean específicas de un sector (entendimiento del espacio y Copernico o de la evolución de las
especies sobre la Tierra con Darwin) o bien generalizadas (como las que veremos aquí). 
Esta dinámica de sustitución de paradigmas que Kuhn (1971) relata en su explicación de las revoluciones
científicas, se puede ver con mucha claridad en los procesos de las llamadas revoluciones industriales o
tecnológicas que proponemos recorrer en líneas generales a través de la presente lectura. Justamente, al
darse ese quiebre entre un conjunto de nuevos conocimientos y tecnologías con pretensión de resolver
problemas humanos y el que estaba en vigencia anteriormente, ya sea total o parcialmente, es cuando fluye
un verdadero vendaval de novedades que configuran las revoluciones que hoy estudiamos.
Una buena parte de la actividad humana tiene que ver históricamente con la necesidad de energía para
cumplir tareas y actividades. Durante siglos, el trayecto de los hombres estuvo basado en una matriz
energética tremenda e indigna: los esfuerzos físicos. Y no solo de seres humanos, sino también de
animales como bueyes y caballos. Fueron siglos de entrega muscular hacia las tareas requeridas para la
vida, desde mover mercaderías hasta construir obras comunitarias.  
Conviene detenerse y repasar que el concepto de energía tiene que ver con cualquier tipo de fuerzas que sea
capaz de movilizar y transformar a uno o más objetos de cualquier índole. En toda acción o reacción hay una
intervención de la energía, que no puede inventarse o destruirse, sino básicamente transformarse de un tipo
a otro, en virtud del principio de conservación de la energía. Cualquier tipo de energía puede medirse y, lo más
importante, es que puede almacenarse para programar usos diferidos en el tiempo. Esto explica por qué la
civilización humana tiene con la energía una relación eterna e imprescindible. 
Siguiendo con nuestra histórica dependencia de la energía para vivir, luego del largo periodo de predominio
muscular, fueron los elementos de agua y viento los que nos permitieron enfocar los esfuerzos de
producción energética. Las energías hidráulica y eólica, emergentes de aquellos elementos, fueron
determinantes para el progreso de las comunidades humanas, pero rápidamente evidenciaron sus
limitaciones, en materia de cantidades y de localización geográfica (molinos de agua y de viento). Energía
condicionada por la disponibilidad de agua y vientos ponía un techo cada vez más evidente al ímpetu y las
necesidades humanas en materia de producción, crecimiento y progreso. El paradigma entraba en crisis y
las fuerzas científicas y emprendedoras comenzaban a movilizarse con pasión para validar nuevas
hipótesis, elaborar nuevo conocimiento y materializar nuevos artefactos. 
Es en las últimas décadas del siglo 18, específicamente desde 1760 cuando comienzan a aparecer nuevas
tecnologías que se convertirán en el epicentro de esta primera Revolución Industrialpropiamente dicha de la
historia humana. Esos nuevos artefactos se tratan de la máquina de hilar o el telar mecánico y la máquina de
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Primera revolución industrial
vapor, fundamentalmente. La liberación que dichas tecnologías comenzaban a generar de las limitaciones
del agua y el viento, rápidamente expandieron la escala de las actividades económicas, a punto tal que
podemos afirmar que es con la irrupción de la máquina de vapor que se pudo dar forma a la empresa
industrial, verdadera novedad frente a los procesos y establecimientos artesanales que caracterizaban la
economía hasta entonces. 
Este proceso, que más tarde fue denominado como Revolución Industrial (la primera, como dijimos), tuvo su
epicentro en Gran Bretaña, se extendió por lo menos hasta la década de 1830 y fue protagonizada por una
multiplicidad de actores abocados con entusiasmo e imaginación a diversas actividades económicas,
basados en el poder de las técnicas más que del conocimiento científico. 
Fue tanto el impacto de la introducción de la máquina de vapor en los procesos productivos, que
rápidamente se fue configurando una sociedad con fuertes cambios en el marco de la transformación más
profunda desde el descubrimiento de la agricultura. De una sociedad eminentemente agraria, pasamos a
una industrial, organizada cada vez más en torno al peso de los grandes establecimientos que comenzaban
a producir bienes y servicios de forma mecanizada. Ello generaba, cada vez más, cuotas crecientes de
empleo. Técnicamente, entonces, podemos situar en este proceso histórico al nacimiento de la fábrica
moderna, a partir de la organización del proceso productivo que la energía hidráulica y sus artefactos
asociados, comenzaban a permitir. 
Comienza, de esta forma, una nueva era en la relación histórica entre hombre y tecnologías. Por primera vez,
comenzamos a disponer de artefactos y dispositivos que son mucho más que la extensión herramental de
las capacidades musculares humanas (martillos, tenazas, arados, etc.). Así, se abre una categoría
novedosa de dispositivos de mayor complejidad y diversidad, que demandan creciente atención y servicios
por parte de los humanos para hacerlas funcionar correctamente. La maquinaria tecnológica será, cada vez
más a partir de este momento, fuente de realizaciones para el bienestar y, al mismo tiempo, de
preocupaciones para la autonomía de las personas y comunidades. Recordemos, de la lectura anterior, el
fenómeno de los luditas que pasaron a la historia como primer grupo organizado en practicar la resistencia
al avance de las máquinas y la tecnología por sobre las personas.
Figura 1. Introducción de la máquina a vapor en los procesos productivos.
Vamos a ilustrar los principales conceptos de las revoluciones industriales y tecnológicas que son objeto de
la presente lectura con el caso de una legendaria compañía alemana que por su antigüedad ha transitado
por este recorrido histórico modificando sus soluciones y modelos de negocios, según las circunstancias y
el paradigma imperante en cada una de esas revoluciones de la capacidad creativa humana. Se trata de
Siemens, compañía tecnológica creada en el año 1847 en Alemania. 
Siemens arrancó como un emprendimiento o startup, fundada en Berlín por Werner Von Siemens, con un
equipo inicial de solo 10 personas. Para esta compañía, 170 años de historia superando desafíos
económicos, sociales, políticos y tecnológicos, se explican fundamentalmente por un espíritu innovador
incubado desde los orígenes y un conjunto de características o valores esenciales que han perdurado a lo
largo del tiempo y las nuevas generaciones. Según la historia oficial que la misma compañía relata en sus
manuales, es la combinación entre curiosidad científica y acción empresarial la nota predominante que les
ha permitido construir una organización exitosa a través del tiempo, dominando la cadena de valor global de
la industria eléctrica. Y todo ello, con una fuerte vocación internacional para llegar a mercados externos al
país de origen, aun desde épocas bien tempranas de su existencia. 
La compañía alemana comienza su larga historia en los finales de la primera Revolución Industrial que
hemos venido relatando aquí. Estrictamente, no estamos hablando de una compañía que haya creado o
fabricado la máquina de vapor que fue el epicentro de dicha revolución, pero podemos considerar a Siemens
como una de las primeras grandes compañías industriales, en este caso, especializada en productos y
soluciones de ingeniería eléctrica.  
Es el telégrafo el que permite a Siemens arrancar su proeza empresarial. Dicho artefacto, que ya había sido
inventado y recibido aportaciones de parte de distintos emprendedores y científicos, fue la obsesión inicial
de Siemens para llevarlo a una escala de alto impacto y comercialización en el mundo. De esta forma, junto
al experto mecánico de su equipo, Johann Halske, lograron mejorar el diseño de las primeras versiones de
telégrafos y construir el primero basado en agujas, superando los modelos anteriores de telégrafos ópticos y
electromecánicos, básicamente utilizados para el funcionamiento de semáforos en las primeras líneas de
ferrocarriles que por aquellas primeras décadas del siglo 18 se instalaban en Europa. 
El mundo, con Europa como epicentro, comenzaba a tener una dinámica inusitada y se necesitaban de
manera imperiosa mejores comunicaciones, tanto para la correspondencia entre personas y organizaciones
como para el creciente despliegue de las líneas ferroviarias y la transmisión de noticias a través de los
medios de prensa. Es la telegrafía eléctrica, desarrollada con múltiples aportaciones e impulsada
especialmente por la simplificación de la codificación lograda por el francés Morse, la tecnología que viene a
dar respuesta desde Siemens. 
Previo a la segunda Revolución Industrial, el éxito en la comercialización de la telegrafía eléctrica que
Siemens logró en distintas partes del mundo, sentó las bases de una nueva era en materia de
comunicaciones, casi similar a lo que veremos con la introducción de Internet más de 200 años más tarde.
El cambio de paradigma que durante varias décadas se fue consolidando en el marco de esta primera
Revolución Industrial tuvo múltiples manifestaciones y la primera tecnología de telegrafía eléctrica, fue una
de ellas. Y es aquí donde el rol de Siemens cobra valor histórico: siempre las nuevas tecnologías requieren
del coraje y habilidad empresarial para llevarlas a instancias masivas y modelos comercializables en
distintas partes del mundo. 
De esta forma, esta primera Revolución Industrial o tecnológica constituye un verdadero punto de inflexión
en la historia de la Humanidad. La mecanización creciente impulsará cambios sustantivos en la manera de
vivir y trabajar, llevará millones de personas del campo a las ciudades y elevará la producción de bienes y
servicios y, por supuesto, la productividad en su fabricación, de manera exponencial.
Los enormes avances en generar energía y comunicaciones logrados en esa primera Revolución Industrial
debían necesariamente desencadenar una nueva oleada de conocimientos científicos y tecnológicos
necesarios para soportar el crecimiento de ciudades, actividades y expectativas de personas y
organizaciones. 
Esta nueva oleada es lo que se conoce como Segunda Revolución Industrial, que puede leerse como el gran
triunfo de la energía eléctrica masiva para las actividades humanas, a través de los avances en materia de
electricidad y petróleo. Se trata de un periodo que va aproximadamente desde el año 1870 al 1914. Tiene
elementos de clara evolución y continuidad respecto de la primera revolución que hemos expuesto y
elementos de carácter más disruptivo y transformador propios del concepto de revolución. 
El enorme desarrollo teórico y sucesión de inventos vinculados a la electromecánica, propios del periodo
anterior, encontrarán en esta etapa un conjunto de oportunidades para ingresar enesta verdadera era de la
electricidad que estamos presentando. Los motores eléctricos, la lámpara incandescente (Thomas Edison),
el sistema trifásico y la invención de la corriente alterna (creación de Nikola Tesla para superar las
limitaciones de la corriente continua de Edison) son símbolos de esta enorme evolución que encuentra una
caja de resonancia en la primera exposición internacional de electricidad realizada en París en 1881. 
El mundo ingresaba en una nueva era de dignidad humana y producción masiva por imperio de la electricidad
y la iluminación expandida. La superación constante de la generación de energía, a través de las máquinas
de vapor impulsadas a carbón y la multiplicidad de artefactos y motores en los que comenzaba a plasmarse
la versatilidad de la energía eléctrica, abrían un mundo de posibilidades en distintos campos. En las TICs a
través de la invención y desarrollo de teléfonos, radio, cine y la evolución del telégrafo (ya inalámbrico, capaz
de unir continentes), todos avances logrados en este periodo. También en el transporte, a través de la rápida
expansión de ferrocarriles y el desarrollo de aviones, barcos y automóviles, todos medios viabilizados y
acelerados a través de diferentes modalidades de electrificación. 
LECCIÓN 3 de 5
Segunda revolución industrial
En paralelo, buena parte del esfuerzo expansivo de este periodo tiene que ver con el hallazgo, extracción y
uso más intensivo de un conjunto de materiales que resultaron fundamentales para el desarrollo científico
tecnológico, como acero, zinc, aluminio, niquel y cobre -especialmente el acero, cuya producción pudo
comenzar a ser masiva y a costos accesibles-. Asimismo, el material más utilizado en construcción de
cualquier índole, como el hierro, sufrió una mejora sustantiva al desarrollar técnicas que permitieron explotar
su versión rica en fósforo, con propiedades que lo harían más y mejor utilizable para proyectos que fueron
los responsables del enorme progreso de la arquitectura (Torre Eiffel en 1889, por ejemplo). Adicionalmente,
los avances en química resultan muy relevantes e introducen productos de gran usabilidad como explosivos,
fertilizantes, mejoras en el papel, materiales plásticos o anilinas para coloración de productos. 
Todo lo anterior, y muchos otros elementos y artefactos que estamos omitiendo de desarrollar aquí, son
combinados de forma vertiginosa en este periodo y adquieren la forma clara de nuevo sistema tecnológico
para la Humanidad que será responsable de un proceso de crecimiento sostenido de la economía y de
nuevas configuraciones de organización social y pautas culturales, en el marco de esa vinculación siempre
dialéctica que desarrollamos en la lectura anterior. Máquinas de coser, máquinas de escribir, bicicletas,
radios, automóviles y muchos otros artefactos comenzaron a formar parte de la sociedad, aún con
limitaciones para el acceso y uso por parte de las mayorías, por supuesto. 
Quizás lo más relevante para esta materia y la lectura de la historia que nos ha traído hasta nuestro
presente, tenga que ver con los efectos de las nuevas tecnologías en la organización de la producción, la
sociedad y el comercio internacional. Básicamente, la creciente disponibilidad de energía eléctrica y sus
artefactos asociados permitió la evolución del prototipo de fábrica industrial del periodo anterior, llevándola a
un modelo de absoluta mecanización y organización del trabajo.  
Fue el ingeniero y economista norteamericano, Frederick Taylor, quien le puso marco a todo esto, a través de
su teoría científica del proceso de producción, con su estudio y diagrama de tiempos y movimientos de las
personas para la maximización de la eficiencia en procesos productivos. El Taylorismo sería por décadas el
principio imperante en el management industrial y general. Y luego, complementado con los aportes del gran
Henry Ford, mítico emprendedor de la industria del automóvil, que daría forma concreta a la cadena de
producción en serie, tan responsable más tarde del crecimiento exponencial de productos de toda índole.
Figura 2. Cadena de producción en serie
Fuente: Autobild.es, s.f., https://bit.ly/36PZiMG
Para cerrar este apartado, es importante destacar que es en el seno de esta revolución en el que nace lo que
podemos considerar como globalización económica propiamente dicha, dado que, si bien siempre existió el
comercio internacional, es en este proceso en el que adquiere la escala, magnitud y diversidad que permite
considerarlo como uno de los motores del vínculo y progreso de las sociedades, gracias a los nuevos y más
accesibles medios de transporte, producción y comunicación.  
También, y quizás como la otra cara de la moneda, es en este momento histórico en el que el surgimiento de
una clase obrera conocida como proletariado se conforma, a partir de la disminución de actividades agrarias
o artesanales. La dinámica de esta revolución productiva llevó al exceso de horas de trabajo bajo
condiciones insalubres y la consecuente carrera por la dignificación de los trabajadores, de la mano de la
sindicalización y reglamentación de relaciones laborales. Hito de esta secuencia es la famosa protesta de
obreros en USA que desencadenó en el fenómeno de los mártires de Chicago el 1 de mayo de 1886, origen
del Día Mundial del Trabajador. 
Nuevamente, la compañía alemana Siemens será fuerte protagonista de este periodo de revolución
tecnológica. Fiel a la filosofía de la empresa acerca de que los nuevos conocimientos científicos deben
llevarse a la práctica para resolver problemas reales a través de la innovación, en 1866 Siemens logra poner
en valor el avance de conocimiento eléctrico de la época para desarrollar un generador eléctrico que haría
mucho más viable y accesible la utilización de electricidad para distintas actividades. 
Basados en el primer generador electromagnético inventado por Michael Faraday y en sucesivas mejoras e
invenciones, fue Siemens la empresa que logró desarrollar un producto de fabricación en escala para
suministrar energía en escala a establecimientos industriales. El artefacto de Siemens compitió con otros
similares de la misma época y logró demostrar mayor efectividad y confiabilidad para generar, por primera
vez en la historia, electricidad de alta potencia para la industria en condiciones seguras y accesibles. La
causa central fue haber desarrollado en la empresa el principio electrodinámico, a partir del cual un
generador podía aumentar sustancialmente la potencia de salida de energía empleando bobinas de campo
electromagnético en lugar de imanes permanentes. 
Con esta verdadera innovación protagonizada por Siemens, se desencadenaron un conjunto de aplicaciones
que grafican el impacto de la empresa en esta etapa de revolución tecnológica:
1879
Primer ferrocarril eléctrico.
1880
Primer ascensor eléctrico del mundo.
1881
Primer tranvía eléctrico del mundo.
1882
Primer alumbrado eléctrico permanente en ciudad de Berlín.
1896
Primer metro en Europa continental.
En síntesis, en esta revolución tecnológica, cuyo corazón tuvo que ver con la transformación de la energía y
las comunicaciones, Siemens tiene un gran capítulo de aplicación en su haber que refleja cabalmente cuán
necesarios son los actores empresarios que catalizan los cambios de paradigmas en nuevos productos y
servicios para resolver necesidades.
El siglo 20 comenzó bajo una dinámica de innovación y progreso muy marcada. La combinación de nuevos
conocimientos y tecnologías propias de la segunda Revolución estaban en plena maduración, con nuevas
regiones del mundo cada vez más integradas a las corrientes de creación de valor y comercio internacional
(frente a un mundo anterior muy centrado en Europa) y una constante proliferación de nuevos
establecimientos industriales bajo el mantra de la fabricación seriada y masiva. 
Pero la historia humana se construye más de a saltos que bajo procesos lineales y previsibles. De esta
forma, llegaronla Primera Guerra Mundial, la crisis económica mundial del 1929 (crack financiero
internacional) y allí nomás muy cerquita la terrible Segunda Guerra Mundial bajo la emergencia del nazismo.
Es a partir de los años 50, en pleno proceso de recuperación mundial posguerra, que comienza a organizarse
la confluencia de avances científicos y tecnológicos que darán origen a lo que se conoce como la tercera de
las revoluciones industriales. 
Como hemos explicado en la primera lectura del módulo, la ciencia avanza progresivamente frente a la
técnica en el origen del desarrollo de las nuevas tecnologías. Y es en esta revolución en la que dicha
mutación puede percibirse con mayor claridad. Esta revolución industrial de la segunda mitad del siglo 20 es
la que puede considerarse como la Revolución científico tecnológica propiamente dicha, dado que la fusión
entre líneas y exploraciones propias del campo de la ciencia y el diseño y creación de artefactos y sistemas
tecnológicos nunca había sido tan estrecha ni multifacética como en esta ocasión. 
En este marco, es la renovada convergencia entre microelectrónica, informática y telecomunicaciones la
que conforma el epicentro de esta nueva revolución, configurando un verdadero sistema teleinformático
basado en el avance de la ciencia aplicada. Pero también se suman a este proceso nuevas aplicaciones de
la biotecnología, la ciencia de materiales, las energías alternativas o de fuente renovable, la industria
espacial, la medicina y la robótica. En todos estos campos se concretaron enormes avances de
LECCIÓN 4 de 5
Tercera revolución industrial
conocimiento y aplicación a productos y procesos concretos para resolver problemas humanos
(tecnologías). 
Es la época de la evolución de la ciencia aislada y fragmentada hacia la ciencia basada en equipos, áreas de
I+D (Investigación y Desarrollo) desde universidades y corporaciones y participación activa del Estado para
impulsar y financiar proyectos científicos, todo en el marco de una conflagración mundial entre sistemas
opuestos que intentaban sacarse ventajas en materia de conocimientos y tecnologías aplicando principios y
metodologías opuestas (capitalismo versus comunismo). 
Es el ordenador o computadora el artefacto sobresaliente que empieza a emerger en primeras versiones en
este proceso de cambio tecnológico. Por primera vez, la humanidad entró en el terreno de fabricar un
portador tecnológico de información interactiva. Hasta este momento, aplicar información almacenada para
responder preguntas y resolver problemas, era una capacidad propia del monopolio cognitivo humano. Pero
los ordenadores comenzaron a desarrollar funcionalidades en esa dirección, habilitando una esfera de
complementación entre hombre – máquina nunca vista. 
Entre 1941 y 1954, diversos proyectos experimentales en USA, Inglaterra y Alemania desarrollaron las
primeras versiones de ordenadores, con un tremendo consumo energético y un enorme tamaño de los
artefactos. En 1954, la empresa IBM logra presentar el primer ordenador orientado a usuarios. Pesaba 900
kilos y buscaba reemplazar a las máquinas contables que funcionaban en base a tarjetas perforadas para el
procesamiento de información. Sucesivos modelos, especialmente de IBM, fueron dando forma a la
arquitectura de una computadora más cercana a lo que hoy conocemos: terminales conectadas por líneas
telefónicas a un servidor, circuitos integrados, microprocesadores, chips, pantallas, diseño funcional. 
Constituyen hitos fundamentales la llegada de la llamada tercera generación de computadoras con la IBM
360 que por primera vez utiliza circuitos integrados para su funcionamiento en 1964, la creación del primer
computador personal comercializado a gran escala que fue el Apple II de la mítica compañía de Steve Jobs
en 1977, rápidamente copiada y mejorada por IBM con su primera PC en 1981. Luego, el avance sería
imparable, no solo en su componente de hardware (estructura física y electrónica), sino fundamentalmente
en el software (programas y datos que permiten realizar actividades y procesos con las computadoras) en el
que radicaría la gran revolución de las siguientes décadas a partir de la introducción de la primera versión del
sistema MS-DOS por parte de otra compañía que hará historia, Microsoft, para instalar en las PC de IBM. 
Todo este despliegue de avances científicos y tecnológicos en múltiples dimensiones, pero
fundamentalmente orientados a la informática y las telecomunicaciones fue configurando una arquitectura
de organización y funcionamiento de la sociedad que fue haciéndose conocida bajo la denominación
“sociedad del conocimiento” o “sociedad de la información”. La carrera por vencer limitaciones para generar
y distribuir conocimiento e información que nos acompaña desde los orígenes, encuentra en este periodo un
enorme propulsor, a partir de la capacidad de sistematización y procesamiento de contenidos por parte de
las computadoras cada vez más potentes y accesibles. 
Pero será sobre todo la aparición de Internet el eslabón que consolide este proceso y lleve a esta sociedad
del conocimiento e información a su máxima expresión. Imprenta, telégrafos, teléfonos, radio, televisión,
satélites y todas las tecnologías que se fueron desarrollando para facilitar nuestras comunicaciones e
interacciones, esperaban por algo de capacidad ubicua, transparente y descentralizada, como la tecnología
de Internet. Nuevamente la ciencia, a través de varios expertos del MIT y de una Agencia Gubernamental del
área de Defensa de USA (DARPA), fueron quienes comenzaron a producir conocimiento vinculado a redes de
computadoras y protocolos de información vía paquetes transmisibles. Y es en 1969, justamente el año en
el que el Hombre llega a la Luna, que a través del Plan Arpanet, financiado por dicha Agencia pública, se
logran conectar varios nodos informatizados para enviar y recibir información en red. 
A partir de semejante hito, se desata una persistente secuencia de avances para llegar a la Internet que hoy
conocemos: elaboración de protocolos para extender esa vía de comunicación (TCP-IP), desarrollo de la
metodología del correo electrónico (en 1972 se envía el primer e-mail), desarrollo de la red de arquitectura
abierta (base técnica de Internet como red de redes), sistema operativo Unix, etc. Para 1985, Arpanet ya era
una red de comunicación e intercambio entre expertos del mundo de la ciencia, la academia y el Gobierno.
Se crean organismos para la gobernanza inicial de este sistema de carácter abierto y expansivo que se
estaba configurando. Finalmente, llegó la World Wide Web (WWW) como la plataforma para poder mostrar
en pantallas los contenidos en red y un nuevo protocolo para hacerlo viable a través del concepto del
“Hipertexto” (http). Así, es en 1991 cuando Internet se convierte en el medio abierto a la comunidad y en
1993 con el primer programa de software (navegador) para hacer fácil su uso (Mosaic), la evolución fue
imparable y exponencial. 
De esta manera, la tercera Revolución Industrial y tecnológica deja un estándar muy alto de nuevas
tecnologías, la disrupción de Internet y un enorme potencial para ingresar de lleno y muy pronto en la era de
la digitalización. 
Las siguientes imágenes constituyen una buena síntesis de estas primeras tres revoluciones industriales y
tecnológicas que hemos recorrido, con su enorme impacto en la Humanidad y la preparación de semejante
terreno para la incubación de la Cuarta, que trataremos en la próxima lectura.
Figura 3. Línea del tiempo las tres revoluciones industriales
Fuente: Ronin Educación, 2017, https://bit.ly/2SfS8gM
Figura 4. Revoluciones industriales
Fuente: Elaboración propia.
Siemens, el gigante alemán que nos viene acompañando en la presente lectura, también es un actor
protagónico de esta etapa del cambio tecnológico, siempre a partir de su capacidad de innovación y
ejecución global de negocios de base tecnológica. 
En esta nueva era signada porla computación, Siemens intentó ingresar en el negocio de los
semiconductores, fundamentales para el éxito de la informática a partir de las propiedades del silicio. Pero
la dinámica exponencial de ese negocio y la potencia de los competidores que lo dominaban, le impidieron
dar pasos sólidos y exitosos en el segmento. Pero una compañía de espíritu emprendedor y múltiples
capacidades siempre encuentra oportunidades alternativas de desarrollo e innovación. 
De esta forma, la puerta de entrada y presentación de Siemens en esta nueva revolución tecnológica, serán
las tecnologías para la automatización de los procesos industriales. Aprovechando el fuerte conocimiento
de las necesidades de las plantas de producción industrial, a partir de su condición de proveedor sofisticado
de tecnologías de energía eléctrica, Siemens entiende rápidamente la demanda de automatización de
procesos en la industria y la posibilidad de responder a ella con nuevos productos que aprovecharán los
avances en la informática y la conectividad. Es así como en 1958 nace Simatic, que puede considerarse una
de las primeras tecnologías en gestionar la lógica de conexión y almacenamiento de información entre
dispositivos de un proceso industrial. 
Simatic es el verdadero antecedente de la “fábrica digital” que será el corazón de la cuarta Revolución
Industrial. Le permitió a la compañía dar un paso adelante en su misión de resolver problemas reales a
través de la tecnología. Fabricación más segura y con mayor productividad fue una promesa cada vez mejor
cumplida con las sucesivas versiones de este producto que, por ejemplo, en la actualidad es utilizado en las
plantas de fabricación de automóviles de 30 compañías del mundo.
Video 1: Conoce Siemens 
Siemens. (2017). Conoce Siemens (Discover Siemens). [YouTube]. Recuperado de:
https://www.youtube.com/watch?v=XRZZ0Yt7HL0
Conoce Siemens (Discover Siemens)
https://www.youtube.com/watch?v=XRZZ0Yt7HL0
Kuhn, T. (1971) La estructura de las revoluciones científicas. México: Fondo de Cultura Económica.
Autobild.es. (s.f.). Historia de Ford. Recuperado de  https://www.autobild.es/coches/ford/historia
Ronin Educación (2017) Desde la Primera hasta la Cuarta Revolución Industrial. Recuperado de
http://ronineducacion.com/espacio/2017/11/23/desde-la-primera-hasta-la-cuarta-revolucion-industrial/
LECCIÓN 5 de 5
Referencias

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