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1 LA SITUACIÓN CULTURAL ACTUAL OPORTUNIDAD PARA UN CAMBIO DE PARADIGMA LA INTEGRACIÓN DE LOS SABERES Todo lo que existe esconde en su interior un gran misterio. Para algunos, la frase anterior podría parecer cargada de un misticismo exagerado e indemostrable. Y desde hace ya bastante tiempo, este tipo de parecer, es lo que se espera de una persona seria y juiciosa. En efecto, desde hace siglos en nuestra cultura se viene produciendo y profundizado una disociación entre lo que, en principio, es lo racional y lo que no lo es – alcanzando valor y legitimidad, claro está, aquello que cae del lado de la razón. Debido a razones históricas, que analizaremos más adelante, esta disociación se encuentra en el corazón de nuestra cultura occidental. A partir de aquí se ha implantado una manera completa de comprender y percibir la realidad, que todos, en mayor o menor medida, compartimos. Así, no es difícil que muchos de nosotros al escuchar palabras tales como “misticismo” o “espiritualidad”, experimentemos cierta contrariedad o juzguemos negativamente su contenido. Esta manera de comprender de la que hablamos, ha considerado durante mucho tiempo que los únicos medios legítimos para conocer la realidad eran el pensamiento racional y lo que nos demuestran los sentidos de percepción. Esta insistencia en la exclusividad de la razón, lejos de ser la clave de la resolución de los problemas de la humanidad, ha terminado teniendo no pocas consecuencias sociales indeseables. Y estas consecuencias no hubieran sido tan graves, quizá, si no hubiese existido además una incapacidad real para abrirse y poner en consideración aquello que no se ajusta a nuestra comprensión occidental. Tal cual sucede con una “persona inteligente” que no acepta los motivos genuinos de otra, simplemente porque no tiene la capacidad de presentarlos en un razonamiento elaborado. ¿Somos nosotros, cada uno de nosotros, capaces de algo distinto? ¿O todavía estamos presos de esa fuerte necesidad de tener razón, de ese impulso irrefrenable de querer que las cosas sean como creemos que son? ¿Estamos dispuestos, sin desconocer el lugar de donde venimos, a abrirnos a otra manera de comprender y percibir la realidad? Evidentemente, estas preguntas sólo pueden tener una respuesta concreta y vivencial. Sólo embarcándose en ese proceso de apertura cada cual descubre si tiene la capacidad de abrirse. Quizá para algunos este proceso comienza aquí, con el inicio de este profesorado de yoga. Quizá para la mayoría, simplemente sea continuar profundizando una aventura que comenzó hace ya mucho tiempo. Retomemos entonces: Todo lo que existe esconde en su interior un gran misterio. ¿Podemos confiar realmente que estas palabras encierran una enorme verdad? ¿Somos capaces de sostenernos en la certeza que esto es así? ¿O todavía esa manera establecida de ver las cosas, propia de nuestra cultura, nos impone su parecer? Afortunadamente para todos nosotros, desde hace ya décadas, en la misma cultura occidental corren vientos de cambio. Es cierto que aquel racionalismo estrecho, aquella concepción rígidamente mecanicista de la realidad, todavía tiene mucha fuerza y presencia en casi todos los ámbitos de la sociedad. Pero al menos desde hace un siglo viene surgiendo otra visión global del mundo. Esta nueva visión está permitiendo que madure otro modo de relacionarnos con nosotros mismos y con la realidad que nos rodea. Es más, facilita una apertura, precisamente, para percibir más ampliamente la realidad. Desde esta nueva perspectiva no se desacreditan u omiten dimensiones de la experiencia humana tan importantes como el mismo conocimiento científico, como por ejemplo, la espiritualidad. Lo curioso de este cambio en la concepción del mundo es que no ha surgido simplemente de una resistencia caprichosa y sin fundamento ante aquel viejo racionalismo estrecho. Por el contrario, esta visión de la realidad fue tomando fuerza gracias a toda una serie de científicos de vanguardia, cuya especialidad era la física altamente especulativa. Pero aun más significativo es que la mayoría de ellos ha considerado que los últimos descubrimientos en este campo, no son pensamientos del todo novedosos en la historia de la humanidad, sino que tienen notables semejanzas y acercamientos con ideas e intuiciones de antiguas tradiciones de sabiduría. Tal cual queda expresado con total claridad en estas palabras del físico cuántico J. R. Oppenheimer: Las ideas generales del entendimiento humano (…) ilustradas por los descubrimientos ocurridos en la física atómica, no constituyen cosas del todo desconocidas, de las que jamás se oyera hablar, ni tampoco nuevas. 2 Incluso en nuestra propia cultura tienen su historia y en el pensamiento budista e hindú ocupan un lugar muy importante y central. Lo que hallaremos es un ejemplo, un desarrollo y un refinamiento de la sabiduría antigua. En definitiva, lo que actualmente está teniendo lugar en nuestra cultura, es lo que se define como un cambio de paradigma. En toda comunidad de saber – en nuestro caso presidida por la ciencia – el conocimiento no es simplemente un sistema teórico de enunciados que se desarrolla en la mente de las personas, abstraído de las circunstancias históricas. Por el contrario, todo saber es una actividad que llevan a cabo agrupaciones de individuos, en una determinada época de la historia de la humanidad y en condiciones sociales bien concretas. El mismo desarrollo histórico de la ciencia supone la existencia de un paradigma, que se va modificando de tiempo en tiempo. Al concepto de paradigma el filósofo Thomas Kuhn lo define como un conjunto general de creencias, valores y procedimientos compartidos por una comunidad científica, cuyo aspecto esencial es brindar un marco de contención o referencia. Entonces, un paradigma es una especie de teoría general de gran alcance, que tiene la capacidad de abarcar la mayor parte de los fenómenos conocidos en su campo y proporcionar un contexto para ellos. Estos paradigmas se convierten, además, en filtros conceptuales que condicionan el modo de percibir la realidad, que marcan los límites de la manera “natural y sensata” de ver las cosas. Ante esta limitación que necesariamente sugiere un paradigma específico, es extremadamente difícil el reconocimiento y legitimación de otros saberes y experiencias que no estén contenidos en el mismo. Entonces, aquello que esté más allá de su alcance tenderá a ser considerado como ilusorio, falso, irreal, o sencillamente soslayado como irrelevante. En este sentido es evidente, para todos nosotros, que en nuestra cultura occidental ha existido un paradigma que imponía una oposición, cuando no una negación rotunda, entre la ciencia y la espiritualidad. Así, como antes mencionábamos, lo que actualmente está ocurriendo es un replanteamiento de cuestiones fundamentales que, desde la perspectiva anterior, se suponían resueltas. Esto está conduciendo, cada vez con mayor firmeza, hacia un cambio de paradigma, con su correspondiente influencia en la concepción del mundo. A continuación, a modo de ilustración, esbozamos algunas tendencias muy generales de ambos paradigmas en juego. Con lo siguiente sólo pretendemos evidenciar algunas características que, en su generalidad, sean quizá poco fieles y rigurosas. Es necesario, además, estar atentos de no caer en un favoritismo arbitrario, tomando parte ciegamente ante uno de los modelos, creando así una nueva dualidad irreconciliable. La modificación de un paradigma cultural es un cambio más o menos global, del que los seres humanos forman parte con mayor o menor conciencia, pero que con seguridad está fuera del alcance de la decisión arbitraria de una persona. Paradigma establecido Paradigma emergente SEGURIDAD – certeza, verdades, normas, legalidad INCERTIDUMBRE – apertura, posibilidades, imprevisible JERARQUIA – control,obediencia, orden, reglamentos RELACIONALIDAD – confianza, cooperación, autoorganización CUANTITATIVO – estadísticas, bienes externos CUALITATIVO – virtudes, cualidades, bienes internos FRAGMENTARIO – individualista, especializaciones, reduccionismo HOLISTICO – integral, circular, totalidad INDIVIDUALISTA – apropiación, desigualdad COLECTIVO – compartir, reciprocidad COMPETITIVIDAD – lucha, confrontación, competencia COMPLEMENTARIEDAD – diálogo, inclusión, colaboración ESTRUCTURA – no permeabilidad, planificación rígida, con objetivos PLASTICIDAD – permeabilidad, creatividad, libertad, con sentido 3 LINEAL – instrumental, unilateral, causalidad COMPLEJO – ambiguo, diversas lógicas, no lineal, sincronicidad ESTATICO – permanente, establecido, inmutable DINAMICO – abierto, procesual, cambiante MORALISTA – moral antropocéntrica, normativas, exigencias, deber ETICA – ecocéntrica, vinculante, integración RACIONALISTA – razón instrumental, cálculo, estrategia, facticidad INTUITIVO – perceptivo, emotivo, afectivo, aspiraciones MATERIALISTA – fáctico, pragmático, economía ESPIRITUAL – energético, estético, trascendente PATRIARCAL – autoridad, coerción, obediencia MATRIARCAL – contención, protección, confianza VERTICAL – autoritario, disciplina externa HORIZONTAL – comunicativo, interdependiente NO SUSTENTABLE – consumo, derroche, dominio de naturaleza SUSTENTABLE – conciencia ecológica, natural, bio-equilibrio Gracias al paradigma establecido, desde hace siglos la cultura occidental pudo desplegar grandes acontecimientos, tales como el establecimiento definitivo de la ciencia moderna y la serie indefinida de sus descubrimientos, el desarrollo industrial y tecnológico, el despliegue del comercio global y la masificación de la información, entre otros. Pero todos esos sucesos se han visto enturbiados, a los ojos de algunos, por la utilización no integradora – y hasta nociva – de esos medios. De esta manera, todo este gran desarrollo ha concluido, no pocas veces, en la arrogancia científica, debido a un racionalismo estrecho, incapaz de reconocer e integrar el valor de otros saberes; en un desarrollo industrial no sustentable y no ecológico; en un desenvolvimiento tecnológico de consecuencias funestas y letales; en una monopolización desmedida de la riqueza; en una manipulación tendenciosa de los medios de información, etc. Sumándose a lo anterior, en las últimas décadas se ha producido toda una serie de cambios vertiginosos, pero ante todo, globales. Estos cambios, a diferencia de otras épocas, comprometen a la humanidad, si bien no estrictamente como un todo, sí con una implicancia que no tiene antecedentes. Así, la acumulación tecnológica basada en la intensidad del conocimiento; la automatización y robotización de la producción; la transnacionalización del comercio; la revolución de la informática, de la biotecnología y de las telecomunicaciones, poco a poco han puesto en evidencia que la historia de la humanidad ha entrado en una etapa sin precedentes y con repercusiones imprevisibles, no sólo para las sociedades humanas, sino también para el planeta tierra como un todo. Este nuevo escenario mundial plantea, en cierto sentido, un reevaluación del paradigma que regía nuestro modo de comprender e interactuar con la realidad. Se presenta como un espacio inédito, que requiere de nuevas respuestas en todos los ámbitos – ya sea político, económico, ecológico, social, cultural, educativo o espiritual. Pero la cuestión fundamental reside en el hecho de que el paradigma actual – que creemos riguroso, por su objetividad, determinismo, lógica formal y verificación – resulta insuficiente e inadecuado para comprender e integrar armónicamente las nuevas realidades que se nos han ido imponiendo. Pero no sólo esto. Se hace necesario, también, revalidar aquellas otras realidades que se han ido soslayando y deslegitimando, por el sólo hecho de que el paradigma imperante, no tenía la suficiente amplitud y capacidad de inclusión. La actual situación se presenta, así, como un punto crucial, como una oportunidad para un cambio de paradigma. El modelo emergente es una alternativa posible que, poco a poco, va tomando raíces y madurando con firmeza en la mayoría de los ámbitos de la comunidad humana – al menos de las sociedades globalizadas. Este nuevo modelo, como hemos visto, tiene características más inclusivas, integradoras, donde hay mayor apertura para el diálogo y la interacción, en busca de reciprocidad. 4 Gracias a este paradigma emergente, se abre un espacio para la integración y convivencia de los saberes. Un modo de comprender la realidad donde la ciencia y la espiritualidad, por ejemplo, no están en mutuo desacuerdo, sino que se presentan como dos maneras complementarias de relacionarse con el mundo. Tal cual lo enuncia el físico Fritjof Capra: La ciencia y el misticismo (…) son “complementarios”, como nos hemos acostumbrado a decir en física. Ninguno de los dos está comprendido en el otro ni puede ser reducido a aquél, sino que los dos son necesarios y se refuerzan recíprocamente para ofrecer una comprensión más cabal del mundo (…). La ciencia no necesita del misticismo y el misticismo no necesita de la ciencia; pero el hombre necesita de ambos. La experiencia mística es necesaria para entender la naturaleza más profunda de las cosas, y la ciencia es esencial para la vida moderna. Lo que necesitamos, por consiguiente, no es una síntesis, sino una interrelación dinámica entre la intuición mística y el análisis científico. Ya a esta altura, se hace necesario aclarar el por qué de todo este análisis del cambio de paradigma cultural. ¿En qué sentido este acontecimiento tiene importancia para nosotros, futuros profesores de yoga? ¿O es que simplemente lo estudiamos a título informativo, como se pudiera leer indiferentemente cualquier otra noticia? De manera general, ya hemos dicho que esta nueva visión está permitiendo que madure otro modo de relacionarnos con nosotros mismos y con la realidad que nos rodea. Es decir, facilita una apertura, precisamente, para percibir más ampliamente la realidad, desde una perspectiva integradora. Podríamos concluir, entonces, que este cambio de paradigma nos ayudaría a despojarnos de prejuicios y resistencias a la hora de relacionarnos con la espiritualidad y el misticismo. Pero esta consecuencia, si bien útil, sería quizá un poco superficial, cuando no demasiado individualista. Una consecuencia de mayor relevancia que este acontecimiento tiene para nosotros, es lo que nos gustaría señalar a continuación. En cuanto que somos hijos de nuestro tiempo, es evidente que ésta es la circunstancia histórica en la que nos ha tocado desenvolvernos. Tal cual decía el filósofo Ortega y Gasset, “yo soy yo y mi circunstancia; y si no la salvo a ella no me salvo yo”. Así como confiamos en que esas palabras encierran una gran verdad, también tenemos la certeza que si “sano yo, sana el mundo”. Esta relación circular e inseparable entre cada uno de nosotros y la realidad que nos rodea, nos conduce al hecho de que tomar conciencia sobre los cambios globales que ocurren en nuestra situación histórica, sea también un tomar conciencia de nosotros mismos. Como por otro lado, que los cambios ocurridos en nuestra interioridad, se vean reflejados, en mayor o menor medida, en la realidad como un todo. En definitiva, los descubrimientos llevados a cabo por la nueva física, es decir, la teoría de la relatividad y cuántica, indican claramente que no hay objetividad y que somos nosotros mismos, por la calidad y modo de nuestra percepción, quienes generamos y creamos la realidad tal y como va aconteciendo. Esto implica una ruptura radical en la visión del mundo respecto dela percepción mecanicista anterior. No podemos comprender el mundo y hablar de él, sin examinarnos, sin llegar a tomar conciencia de nosotros mismos. Aquí es donde comienza a surgir la verdadera importancia que tiene, para nosotros, ser concientes de esta circunstancia donde se perfila nítidamente un cambio de paradigma. Como así también se delinea, poco a poco, la relevancia que tiene una disciplina como el yoga en este acontecimiento cultural. Según puede desprenderse de las palabras de otro físico sobresaliente como Max Planck: La ciencia nos acompaña, pues, hasta el umbral del ego, y ahí nos deja abandonados a nosotros mismos. Ahí nos deja al cuidado de otras manos. Para saber cómo comportarnos en la vida, el principio de causalidad nos sirve de poco (…) Pero la humanidad tiene necesidad de orientaciones fundamentales en su existencia cotidiana, y esa necesidad es mucho más acuciante que el ansia de conocimiento científico. A menudo, un simple hecho tiene muchos más significado para un ser humano que toda la sabiduría del mundo junta. Y por ello debe de haber otra fuente de orientación distinta de la mera dotación intelectual (…) Aquí la inteligencia debe ceder el puesto al carácter, y el conocimiento científico a la espiritualidad. Y cuando digo aquí espiritualidad, entiendo la expresión en su sentido propio y fundamental (…) La ciencia es incapaz de resolver el misterio último de la naturaleza. Y ello se debe, en un último análisis, a que nosotros mismos formamos parte de la naturaleza, y por tanto del misterio que estamos intentando resolver. También, en cierta medida, la música y el arte son intentos de resolver, o al menos de expresar ese misterio. Estas palabras de nos llevan de regreso al punto de inicio: 5 “Todo lo que existe esconde en su interior un gran misterio” ¿A esta altura, nos es posible realmente abrir nuestra comprensión y confiar en que esto es así? También nosotros, cada uno de los que estamos aquí presentes embarcándonos en esta aventura, tenemos dentro un gran misterio. En la misma elección que nos trajo hasta aquí es posible descubrir, además, que hay un enigma. Siguiendo el patrón habitual de pensamiento, podríamos seguir analizando los acontecimientos basándonos en el principio de causalidad, observando cómo se han ido sucediendo los hechos, reconociendo cuáles son las causas que han determinado los efectos por los que hoy estamos aquí; cómo es que cada uno de nosotros termina adoptando determinadas resoluciones o cuáles fueron los motivos pasados que nos condujeron a una toma de decisión que implicaba formar parte de este profesorado de yoga. En la mayoría de los casos este análisis sería tan cierto como parcial. Otra alternativa es comenzar a ampliar nuestro entendimiento, abriéndonos también a otro modo de comprender los acontecimientos. Aunque pueda resultar un poco extraño, quizá el sentido de por qué hoy estamos aquí, no reside en los motivos pasados, sino en el futuro. Tal vez éste sea uno de los enigmas que se vayan desplegando poco a poco, y que no sea sino después de mucho tiempo, años quizá – al estar en otro lugar, con otra madurez interna – cuando se ilumine claramente el porqué necesitábamos transitar estos espacios y esta formación, como tantos otros acontecimientos. En conclusión: Quizá parte del misterio de que estemos aquí, sea para develar el misterio que llevamos dentro. Bibliografía: Capra, F. El tao de la física, Editorial Sirio. Gutiérrez, F. Pensar la Educación desde los valores de un nuevo Paradigma. Ortega y Gasset, J. ¿Qué es la filosofía?, Editorial Austral. Walsh, R. y Vaughan, F. (comp.), Más allá del ego, Editorial Kairos. Wilber, K. Cuestiones cuánticas. Escritos místicos de los físicos más famosos. Editorial Kairos.
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