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Discriminación hacia las mujeres en la cultura musulmana - Daniel Bastidas

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Universidad Autónoma de Sinaloa 
Facultad de Estudios y Políticas Publicas 
Discriminación hacia las mujeres en la cultura musulmana
Paola Díaz Carrillo 
Mia Georgina Castaños De los Santos
04 de Noviembre de 2017
Introducción: 
Actualmente, la religión del Islam se ha convertido en el centro de atención y motivo de preocupación alrededor de la tierra. Es la segunda religión con más seguidores en la tierra, contando con 1.200 millones de personas; la quinta parte de la población mundial. La religión comenzó como un sistema de creencias local, circunscrito a la península Arábiga pero muy pronto llegó a ser una religión universal. Se encuentra en América, Europa, Rusia, India, África, etc. Esto muestra, que el islam es una religión universal en diversidad de culturas, etnias y razas. 
Desde el inicio de los tiempos existen tópicos limite en las ciencias. En la medicina, por ejemplo, la experimentación con animales, en la filosofía: la existencia o no de Dios o en la antropología: la demolición de edificios históricos para crear nuevos. También, en las ciencias existen muchas situaciones límites que dificultan su comprensión. Una situación límite en la ciencia jurídica son las practicas del derecho musulmán, ya que están basadas en la creencia religiosas del islam y esta a su vez en el Corán, en el cual existe una serie de prohibiciones hacia las mujeres. 
Con este ensayo no se busca predisponer a las personas a pensar mal acerca del islamismo, sino que tiene como objetivo brindar información de como con el paso de los años, la religión a sido manipulada al antojo de los extremistas, sublevando a la mujer en el camino. A continuación, se darán a conocer los distintos aspectos en los cuales la mujer musulmana es discriminada en su vida diaria y tratada con inferioridad en la religión del Islam. 
El efecto negativo del Corán en la vida de la mujer. 
El Corán es la escritura del Islam, contiene enseñanzas y leyes con concorde a las necesidades de las personas y da los medios para el desarrollo moral y espiritual de toda la humanidad, así como la cura para todos los males según la religión Islámica. Está dividido en 14 capítulos y cada uno de estos contiene un nombre específico y distintos versículos; los versículos son llamados “ayah” y está dividido en treinta partes para que se complete en el mes de Ramadán. En la religión islámica, existe un código que rige como ley, denominado Sharía o Xaría proveniente del Corán que regula la conducta de los musulmanes en criterios morales, conductas permitidas, castigos y prohibiciones. 
Posteriormente, se presentarán algunos versículos del Corán en el cual se observa claramente como la participación en el día a día de la mujer musulmana es totalmente degradada e inferior comparada con la vida del varón musulmán. 
En primer lugar, el hombre musulmán puede contraer matrimonio hasta con cuatro mujeres, mientras que la mujer solo puede tener un esposo. Es el hombre quien mantiene la vida de la relación entre sus mujeres, cambiándolas según su disposición quedando el rol de la mujer en el matrimonio como mero objeto de placer para el hombre. Esto presenta una degradación hacia las mujeres, afectándolas en su vida diaria. Las mujeres musulmanas consideran la poligamia humillante, manifestándose en movimientos feministas musulmanes para cambiarlo. “La exigencia coránica de tratar de manera equitativa y justa a todas las esposas es interpretada con frecuencia como una exhortación a la monogamia y, en los nuevos contratos matrimoniales, se excluye la posibilidad de desposar a una segunda mujer”. (Küng, El Islam, :631)
Además de las normas en el matrimonio encontramos normas jurídicas, que evidencian el papel secundario que sufre la mujer musulmana. El testimonio de un hombre vale por el de dos mujeres y, además, no es aceptado un testimonio proveniente de una mujer sin un varón que lo secunde. Como podemos ver en el libro Cien preguntas sobre el Islam, la desvaloración del testimonio femenino se encuentra escrito en el Corán (ayah 4, 11) estableciendo lo siguiente: «si hubiese varios hermanos, varones y hembras, al varón corresponde una parte igual a la de dos hembras». (Samir, Cien preguntas sobre el Islam, :86). Esté versículo del Corán muestra claramente como para la religión del Islam, una mujer musulmana literalmente vale menos que un varón musulmán mostrando gran discriminación hacia estas; considerándose una falta de respeto. 
El Corán contempla la posibilidad del repudio. Sin embargo, solo es el hombre quien puede repudiar a una mujer y no al revés. Ser repudiada es tan sencillo como que el esposo repita tres veces la frase: “queda repudiada” en presencia de dos testigos musulmanes hombres, adultos y en su sano juicio. 
El repudio es sinónimo de humillación. Obsérvese que el hombre es el único que puede decidir unilateralmente el repudio haciendo depender a la mujer de la voluntad del esposo. En caso de divorcio o en la mayoría de los casos el repudio, los hijos quedan a cargo del padre y a él pertenece toda decisión sobre su educación. 
La ayah (4, 34) en su último párrafo dice: “Aquellas de quienes temáis la desobediencia, amonestadlas, confinadlas en sus habitaciones, golpeadlas. Si os obedecen no busquéis pretexto para maltratarlas. Dios es altísimo, grandioso”(Samir, Cien preguntas sobre el Islam, :87).
Esta ayah es interpetada en el sentido en el cual el marido tiene una autoridad absoluta sobre la mujer. Esta es afectada con gran consecuencia la vida esta, puesto que el hombre está dispuesto a golpearla a fin de obtener su obediencia. Ha sido entendida en el sentido literal y utilizada por varones musulmanes para justificar la violencia contra la mujer. Se puede observar, como esto coloca a las mujeres en una situación muy riesgosa, especialmente ante varones violentos afectando seriamente la vida de la mujer.
Por último, existen cargos públicos en los cuales no pueden acceder las mujeres. En general, todos los que manifiesten autoridad. En este caso el origen de la discriminación se hallaría en todo el Islam, transmitido por Bokhari un autor de la Sahin el cual se reza así: “Jamás conocerá la prosperidad el pueblo que confía sus asuntos a una mujer” (Mernissi, El harén en occidente, :117). Sin embargo, Mernissi, indaga en el origen de este hasta descubrir que se trata de un escrito recordado por uno de los seguidores del Profeta en un momento de conveniencia política.
Desde la llegada del islam el poder ha tendido a justificarse a través de la religión, los intereses políticos y económicos han cambiado desde los orígenes la de la creación de falsos testamentos, según el favor político. Parece que no hay sólo razones religiosas o socio-económicas, sino también razones históricas de conveniencia política.
La discriminación de la mujer sigue existiendo, si el adulterio es punible con flagelación o apedreamiento, La discriminación recorre todos los sectores de la sociedad iraní, desde la gran severidad respecto a la vestimenta de la mujer hasta la separación de las zonas donde esquían hombres y mujeres. La cárcel y la tortura se imponen cuando se incumplen los preceptos islámicos. Aún más, en el Código Penal se esto-pula que el adulterio se castigue con flagelación o con un apedreamiento más duro para las mujeres, teniendo el testimonio de éstas la mitad de valor que el del hombre. Las mujeres no pueden postularse para la presidencia del estado, no tienen los mismos derechos que el hombre y, tras divorciarse sólo pueden tener la custodia de sus hijos hasta los 7 años. Incluso el dinero que se ha de pagar como pena por el asesinato de una mujer es la mitad del que suele abonarse por dar muerte a un hombre.
Prohibición a la educación a las mujeres 
Las mujeres han pasado por movimientos que han marcado su vida a lo largo del tiempo, luchando por derechos que los hombres tienen garantizados. En la cultura occidental, se ve como un hecho normal que la mujer estudie desde pequeña y que tome sus propias decisiones vocacionales y laborales. Setoma por sentado el hecho de que en otras culturas del mundo funcione de igual manera para las mujeres, olvidándose que esta libertad se ve satanizada en la cultura oriental viviendo con el pensamiento de que, mientras no sucede en la cultura occidental no existe. “Intolerable es la palabra que emerge en nuestra mente cuando pensamos en el elevado número de mujeres adultas que tuvieron una niñez privada de una adecuada educación, a veces, incluso desde el mismo momento de su nacimiento”. (Bedmar, 2013, :117) 
La educación es el arma más grande que alguien puede llegar a poseer. Las distintas generaciones de mujeres en el Islam se han visto bajo el yugo y escrutinio de los hombres extremistas de su religión, sin poder educarse con libertad en su propia sociedad. La falta de educación de la cual son victimas las mujeres afecta su desarrollo educativo, por lo tanto, afecta su desarrollo de vida. 
Intolerable es el calificativo que emerge en nuestra mente cuando pensamos en el elevado número de mujeres adultas que tuvieron una niñez privada de una adecuada educación, a veces, incluso desde el mismo momento de su nacimiento. Cuando nos referimos a los países en vías de desarrollo, la situación empeora drásticamente. En casos extremos la preferencia por los niños varones puede llegar al abandono de los bebés de sexo femenino, incluso al infanticidio. Algo mucho más frecuentes solos casos de niñas peor alimentadas y cuidadas que sus hermanos y, por supuesto, generando un inferior gasto económico en cuestiones relación-nadas con su educación. Desgraciadamente estas actitudes prevalecen en casi todos los países en vías de desarrollo. A estas mujeres, la mayoría esposas y madres, habría que preguntar-les qué significa ser niña en ciertas sociedades tradicionales: sumisión, explotación, humillaciones, negación de educación y de escuela. Estas niñas, sometidas a situaciones poco favorables, acabarán siendo esposas, madres y ciudadanas, a quienes se les pedirá que participen en el desarrollo de su país, en la producción de riqueza, así como que velen por la salud y educación de sus hijos, pero por entonces su formación distará mucho de ser la más deseada para desarrollar satisfactoriamente estas funciones.
En estos momentos, la escolarización representa el factor más importante en el posible cambio personal-cultural de las niñas, que posteriormente serán mujeres, piezas clave en la educación que hijos e hijas recibirán en el ámbito familiar. Igualmente, el acceso al mundo del trabajo de tipo moderno, representa para las mujeres un elemento esencial en la conformación de su personalidad, ya que cuando éstas reciben un salario su status mejora considerablemente. Por otra parte, y aunque sea de forma breve, hemos de añadir que gran parte de las discriminaciones qué encuentra la mujer cuando es adulta provienen de negligencias e incoherencias en la educación que ha recibido. 
El matrimonio islámico 
En el Islam, la sexualidad queda aislado a los límites del matrimonio: “el hombre y la mujer no podrían tener relaciones sexuales fuera del matrimonio ya que, entonces, se portarían como bestias o como salvajes” (Delcambre, Las prohibiciones del Islam, :64). 
La relación entre ambos sexos (que así se establece) es asimétrica, ya que es el hombre el que tiene preeminencia sobre la mujer y es a él a quien corresponde “ser el jefe de familia, la responsabilidad financiera, y a él se deja la iniciativa del repudio. La mujer, como tal, no vale nada” (Delcambre, Las prohibiciones del Islam, : 37.). El matrimonio se sitúa de este modo en la base de la estructura social y cultural musulmana. Así mismo, el matrimonio en el Islam no solamente se concibe para la procreación, sino también para otros fines, aunque en todos ellos la mujer ejerce un papel pasivo en relación al hombre.
Como ya se ha visto, es el hombre el que elige esposa y ejerce su voluntad sobre ella y sobre toda la descendencia nacida de la pareja. A la hora de establecer una alianza matrimonial no se celebra ningún ritual religioso específico, sino que el matrimonio islámico se asimila a un “contrato civil de compraventa en el que la mujer recibe una dote y el derecho a ser atendida en sus necesidades materiales a cambio del uso que de ella hace el marido” (Bramon, Una introducción al Islam, :114). Para que el enlace sea válido han de cumplirse ciertos requisitos: que se constate la capacidad jurídica de las dos partes que firman el contrato (en el caso de la mujer, ésta es representada por su padre o tutor legal), que haya consentimiento de ambos contrayentes, también en este particular es el tutor el encargado de hacer público el consentimiento en nombre de la mujer, y que el futuro cónyuge pague la dote estipulada. El tutor debe estar presente en el momento de la celebración del matrimonio.
Se pone así de manifiesto que, en las negociaciones previas al matrimonio, la mujer siempre efectúa un papel subordinado con respecto a algún varón de su familia que actúa como representante. Tras la petición formal de matrimonio pueden transcurrir varios meses, e incluso años, hasta que se firma el contrato escrito. La boda suele celebrarse al anochecer, y para ser válida requiere la presencia de dos testigos que deben ser varones musulmanes, mayores de edad y que no sean sordos. Vemos por tanto que las mujeres, también en lo tocante al matrimonio, tienen escaso valor como testigos. Una vez formalizado el matrimonio, la mujer pasa a depender jurídicamente del marido. Además, se establece siempre el régimen de separación de bienes y la mujer no está obligada a contribuir a los gastos familiares. Se considera asimismo que todos los hijos nacidos dentro del matrimonio son propiedad del padre, por lo que en caso de separación es siempre el hombre el que asume la custodia de los hijos.
Según las normas del Islam, es obligatorio que el esposo sea musulmán y la esposa profese una de las tres religiones monoteístas. Se permite a los musulmanes contraer matrimonio con musulmanas, judías y cristianas, pero esta permisividad no se aplica en igual medida a las mujeres musulmanas, ya que a ellas se les impide casarse con hombres que profesen el cristianismo o el judaísmo. Vemos en este punto otra desigualdad de género en la regulación jurídica del matrimonio islámico. El derecho islámico establece que la mujer casada tiene derecho a que el marido mantenga relaciones sexuales con ella en un intervalo no superior a cuatro meses, que sea equitativo con ella en caso de que tenga más esposas, y que garantice su manutención y la cobertura de sus necesidades básicas. El marido tiene derecho a exigir la obediencia de su esposa. El Corán concede al marido el derecho a educar a la esposa, y esa potestad incluye “el reproche, el abandono e incluso la violencia física”(Saleh, Amor, sexualidad y matrimonio en el Islam, :145), con todas las implicaciones que esto tiene. 
En líneas generales, el matrimonio islámico adjudica a la mujer un papel sumiso y la pone al servicio de los deseos y necesidades del marido. Y lo más preocupante: en caso de que la mujer incumpla esas obligaciones, se concede al marido el derecho de recurrir a la violencia para forzar y mantener esa sumisión y subordinación femeninas.
Conclusión:
Este recorrido por la situación de las mujeres en el Islam permite constatar su desigualdad con respecto a los hombres, que se manifiesta en los diferentes ámbitos analizados. El Corán, texto canónico del Islam, establece las marcas de la inferioridad femenina y las diversas interpretaciones posteriores que se han realizado a partir del texto original. Han abundado en esa inferioridad y la han institucionalizado a través de distintos códigos explícitos como las normas de comportamiento e implícitos como la restricción de la libertad de movimiento de las mujeres o el aprendizaje de roles de sumisión.
La asimetría entre hombres y mujeres, sitúa a éstas en una posición de inferioridad con respecto a los hombres, se capta de modo claro en la regulación del matrimonio islámico que concede ala mujer un escaso margen de poder con respecto a cuestiones tan fundamentales como la elección de esposo, el acceso al divorcio o la custodia de los hijos. La prescripción de la virginidad antes del matrimonio, los distintos castigos que se aplican a las mujeres acusadas de adulterio o la imposición del uso del velo en sus diferentes modalidades vienen a sumarse al conjunto de factores que contribuyen a perpetuar la subordinación de las mujeres musulmanas. La desigualdad femenina se agrava particularmente con la justificación de la violencia de género recogida en El Corán, y defendida actualmente por las ramas más conservadoras de la tradición islámica. Otras figuras jurídicas como la poliginia o el matrimonio por placer también implican, en muchos casos, una situación negativa para las mujeres. 
Desde el punto de vista del feminismo, comprometido con la defensa de los derechos de las mujeres a un nivel global y multicultural, resulta imprescindible abordar estas cuestiones y dialogar con la cultura islámica; se trata de crear un hoyo feminista multicultural que tome referencias de la tradición occidental, del Islam y del pensamiento moderno. En ese proceso es esencial que tomen protagonismo las voces críticas de las mujeres musulmanas que desde distintos contextos culturales han formulado peticiones de mayor autonomía y han reivindicado el ejercicio de sus derechos y libertades. En definitiva, se trata de asumir que la clave para articular un feminismo pasa por fomentar el encuentro con otras mujeres y establecer diálogos a múltiples voces que faciliten la articulación de redes de solidaridad y cooperación y contribuyan al surgimiento de nuevas estrategias de emancipación adecuadas a contextos cada vez más multiculturales. 
Bibliografía:
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· Delcambre, A.M., Una introducción al Islam. La Esfera de los Libros. Madrid, 2006.
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· Paz Garibo, Ana. (2007). La condición jurídica de las mujeres en el mundo islámico. Anuario de Derechos Humanos, 8, 233-260. 18 de noviembre de 2017, De Google Academic Base de datos.
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· Warraq, Ibn. (2003). ¿Por qué no soy musulmán? Barcelona, España: Planeta

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