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La segunda revolucion industrial y la division del trabajo - Valentina Carrizo

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CAPÍTULO 6
151
La Segunda Revolución Industrial
Etapas
La Revolución Industrial, que consistió en la sustitución 
del trabajo manual por el fabril, suele dividirse en etapas. 
La primera fue iniciada por Inglaterra a fines del siglo 
XVIII, gracias a la aplicación en las maquinarias de la 
fuerza motriz del vapor. En una primera fase predominó 
la industria textil. Luego, en una segunda fase, dentro de 
esa primera Revolución Industrial, Inglaterra produjo una 
revolución en los transportes, y la Revolución Industrial 
se expandió a otros países.
Tras una gran crisis que sufrió el capitalismo mundial en 
1873, muchas empresas quebraron y fueron adquiridas 
por otras más poderosas, lo que dio lugar a un fenómeno 
titulado «concentración de capitales». El capitalismo se 
transformó y se crearon nuevas organizaciones empre-
sariales y financieras; de este modo comenzó una otra 
etapa de innovaciones, que se denomina generalmente 
Segunda Revolución Industrial.
Unificación de Alemania 
Capitalismo
Sistema económico basado 
en la propiedad privada de 
los medios de producción 
(constituidos por las tierras, 
los medios de transporte, 
la energía, las fábricas, las 
máquinas) y en la existen-
cia de un mercado de libre 
competencia en el que se 
comercian bienes, servicios, 
productos y trabajos. El obje-
tivo es lograr la máxima pro-
ducción con el mínimo costo, 
y los beneficios se reparten 
casi exclusivamente entre 
los capitalistas (o empresa-
rios, dueños de los medios 
de producción) y el Estado, 
que recauda impuestos.
TRANSFORMACIONES POLÍTICAS, ECONÓMICAS Y SOCIALES EN LA 
EUROPA DEL SIGLO XIX
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Breves características de la primera etapa
Entre 1780 y 1840 Inglaterra no tuvo competencia real 
debido a que Francia estaba en un proceso político revo-
lucionario, Alemania era un conglomerado de pequeños 
Estados que luchaban por la unión nacional, Estados 
Unidos daba sus primeros pasos como nación indepen-
diente, Bélgica estaba dominada por Holanda y ésta, a la 
vez, bajo el yugo napoleónico; es decir, estas naciones no 
tenían, en ese momento, las condiciones como para surgir 
como potencias industriales. El bloqueo que Napoleón le 
había impuesto a Inglaterra provocó una reducción en el 
número de compradores para sus textiles, pero esto en 
realidad la favoreció, ya que debió salir en busca de nue-
vos mercados, y capturó los de América Latina e India. La 
acumulación de capitales gracias a la fabricación y venta 
de sus telas, que al principio requerían de poca inversión 
y brindaban grandes ganancias, propició la inversión en 
otros sectores, que sí necesitaban inversiones importan-
tes, como la minería y la industria pesada.
Típica máquina hiladora utilizada 
en las fábricas durante la Primera 
Revolución Industrial
Conceptos
La industria liviana fabrica bienes de uso y consumo para la población, utilizando materias primas y 
productos semielaborados. Entre las industrias livianas o ligeras podemos mencionar la alimentación, 
la textil, la del mueble, y actualmente, la química ligera, los electrodomésticos, etcétera. 
La industria pesada transforma grandes cantidades de materias primas pesadas, para convertirlas en 
productos semielaborados. Sus industrias principales son la metalúrgica y la química. Son proveedoras 
de materiales para otras industrias, como las de bienes de equipo, como las industrias de la construc-
ción y las metalúrgicas de transformación. 
La industria metalúrgica fabrica hierro, aluminio, acero u otros materiales en lingotes, forjados, tu-
bos, planchas, laminados. La industria química utiliza muchos tipos diferentes de materias primas: 
combustibles sólidos, líquidos y gaseosos, cal, sales, productos vegetales y animales. En su primera 
época fabricaba fertilizantes, explosivos, colorantes, productos farmacéuticos, y luego caucho, plás-
ticos, detergentes, aislantes, fibras artificiales, etcétera. La producción de estos bienes es compleja, 
de mayor nivel tecnológico, y origina problemas de contaminación ambiental, que debe ser controlada 
por los Estados. Estas industrias fueron desarrolladas en los países con mayor investigación científica 
aplicada a la tecnología.
La revolución en los transportes
Con la proliferación de fábricas textiles y la falta de innovación en sus maquinarias, 
las ganancias declinaron, pero el capital acumulado se invirtió en la minería de hierro 
y carbón, en industrias metalúrgicas de hierro y acero, y en metalúrgicas de transfor-
mación, en especial su aplicación en el transporte.
Desde que se utilizó la energía del vapor en la industria, se intentó, también, emplearla 
en el transporte, pero los primeros intentos no funcionaron, debido a la dificultad de 
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avanzar con una maquinaria pesada a vapor, a través de caminos desparejos, no pavi-
mentados. Por eso, los inventores se volcaron al diseño de transportes por agua y por 
rieles. El estadounidense Robert Fulton, sobre la base de los avances europeos, diseñó 
y patentó un buque a vapor de paletas, en 1809.
El primer buque a vapor que llegó al Río de la Plata fue en 1848, con el bloqueo anglo-
francés. Pero los veleros siguieron siendo mayoría hasta fines del siglo XIX, ya que los 
buques a vapor debían llevar carbón, lo que les restaba espacio de carga.
La industria del ferrocarril le permitió a Inglaterra mantener su liderazgo en la industria 
mundial durante el siglo XIX.
A fin de perfeccionar el sistema ferroviario (que se usaba solamente en minería, en ese 
momento), en 1829 Inglaterra llevó a cabo un concurso para premiar a la locomotora a 
vapor más eficiente; lo ganó George Stephenson, por lo cual en 1830 se instaló el primer 
ferrocarril para pasajeros y mercaderías entre Liverpool y Manchester. En pocos años 
se instalaron miles de kilómetros de vías férreas. En Estados Unidos en 1869, ya los 
rieles ferroviarios iban del Atlántico al Pacífico. El primer ferrocarril en la Argentina fue 
instalado en 1857; su expansión posibilitó el abaratamiento de los fletes, y los cereales 
se convirtieron en una de las exportaciones básicas del país. 
La construcción de ferrocarriles implicó no sólo la fabricación de las máquinas, vagones, 
rieles, señales, estaciones intermedias y terminales, talleres de reparación y depósitos, 
sino que también se construyeron puentes, se cortaron laderas de montañas, se exca-
varon túneles y se hicieron viaductos. Este medio de transporte se convirtió en el gran 
unificador del mercado interno.
Cuando el uso de energía eléctrica comenzó a difundirse, hubo intentos de usarla 
como fuerza motriz en los ferrocarriles. Se construyó un tercer riel, conductor de la 
electricidad, que fue aplicado por Werner Von Siemens al ferrocarril de Berlín, y que se 
exhibió en la Exposición Internacional de Electricidad de París de 1881. Pero en la relación 
costo-beneficio, la electricidad fue usada al principio como energía para los transpor-
tes, sólo donde era necesaria para evitar la contaminación, y esto ocurrió en los trenes 
subterráneos.
La mayoría de las locomotoras siguieron alimentándose con vapor, durante el siglo XIX. 
En 1897 el ingeniero alemán Rudolf Diesel presentó su diseño de un motor que usaba 
gasoil como combustible y que fue mucho más eficiente que los anteriores. En el siglo 
XX se perfeccionó y se generalizó su uso. 
Los medios de transporte y el mercado mundial
El ferrocarril contribuyó a la creación del mercado mundial, al estimular la venta de 
productos metalúrgicos y carbón. A lo largo del ferrocarril se instalaron industrias, en 
países como Estados Unidos. o Rusia, y el trazado de las redes ferroviarias favoreció el 
traslado de materias primas para la alimentación o la industria de países europeos. La 
convergencia de las líneas férreas hacia los puertos denota este objetivo de exportación-
importación.
TRANSFORMACIONES POLÍTICAS, ECONÓMICAS Y SOCIALES EN LA 
EUROPA DEL SIGLO XIX
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La formación del mercado mundial se dio, entonces, en el contexto de la Revolución 
Industrial,3 porla revolución en los transportes.
Pese a que la mayoría de los buques eran a vela, se preveía que el desarrollo tecnoló-
gico en el transporte marítimo era inexorable, por lo que el canal interoceánico que se 
construyó en Suez no permitía el paso de veleros, y a éstos se les redujo el mercado.
El comercio internacional fue creciendo progresivamente y de una forma explosiva, en 
la segunda mitad del siglo XIX, a causa de la baja de las tarifas del transporte.
La expansión de la Revolución Industrial
Gran Bretaña era el país con mayor cantidad de industrias y capitales, no solamente en 
su país, sino en otras partes del Globo, pero también otras naciones comenzaron nue-
vos desarrollos tecnológicos. Francia triplicó su producción de hierro a partir de 1825 y 
favoreció al capitalismo, mediante el desarrollo un moderno sistema bancario; Bélgica 
también se sumó en este proceso. Tanto Italia como Alemania desarrollaron su industria 
tras la unificación de sus naciones. En Italia la industria comenzó a prosperar en el 
norte (en el sur continuaban con una agricultura atrasada) ayudada por la expansión 
de los ferrocarriles, que contribuyeron a apuntalar un mercado interno. En Alemania 
los grandes propietarios rurales (los Junkers prusianos) participaron de la formación 
de un mercado único en la región; ya que con el Zollverein (unión aduanera de estados 
considerados alemanes), habían desarrollado una importante red ferroviaria.
El progreso posterior, luego de la unificación política, fue posible por la disponibilidad 
de carbón, hierro, capitales y gracias a la protección estatal.
En Rusia se emplazaron industrias a finales del siglo XIX, aunque la mayoría eran de 
capitales belgas, franceses, alemanes e ingleses. La mayoría de los pobladores rusos eran 
campesinos, bajo un régimen semifeudal; la emancipación de la servidumbre recién se 
Uno de los primeros gigantes de la Great Western Railway 
of Canada, en 1859
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dio en 1861. Cuando esos campesinos fueron liberados de su atadura a la tierra, pro-
porcionaron una abundante mano de obra a la creciente industrialización del país.
Estados Unidos había comenzado su industrialización en el Este, siguiendo el modelo 
inglés. Muchos trabajadores, que sufrían la explotación capitalista, prefirieron buscar 
nuevos rumbos en lo que se denominó «la conquista del Oeste». Si bien había una 
altísima tasa de crecimiento poblacional (45%), los capitalistas desarrollaron una me-
canización cada vez más perfeccionada: utilizaron, por ejemplo, la máquina a vapor 
en la agricultura (arados y cosechadoras).
El ferrocarril unió las grandes distancias, se expandió la industria algodonera, y este 
impulso industrial se afianzó e incrementó con nuevos inventos, cuando se consolidó 
el Estado, tras la Guerra de Secesión.
Transformaciones tecnológicas, científicas y culturales en la Segunda 
Revolución Industrial
Si bien la fuerza motriz fundamental para los ferrocarriles seguía siendo la máquina de 
vapor, en las industrias comenzaron a aplicarse fuentes alternativas de energía, como 
la electricidad y el petróleo. 
Las transformaciones que estaban surgiendo a partir de la Revolución Industrial im-
pactaron sobre el progreso científico, que fue apoyado desde los diferentes Estados, 
con la fundación de instituciones para la investigación. Al mismo tiempo, la industria 
aplicó lentamente los resultados de estas investigaciones y de la nueva tecnología en 
la producción.
Por ejemplo, con relación a la electricidad, en el siglo XVIII habían hecho importantes 
estudios el estadounidense Benjamin Franklin (inventor del pararrayos) y los físicos 
italianos Galvani y Volta. Este último, en 1800, construyó una pila eléctrica o batería. 
Numerosos científicos continuaron las investigaciones, y en 1831 Faraday trabajó 
sobre la inducción electromagnética. Otros demostraron que los circuitos eléctricos 
cumplen la ley de conservación de la energía, y que la electricidad es una forma de 
energía. Las aplicaciones prácticas de la teoría electromagnética llevaron al diseño de 
la dínamo (Siemens, 1856, perfeccionada luego por otros), que juntamente con la pila, 
suministró durante muchos años la energía eléctrica que circulaba en hilos de cobre 
para transmitir mensajes telegráficos. Un método similar se diseñó años más tarde 
para las comunicaciones telefónicas (Graham Bell, 1876).
Hertz fue el primero en transmitir ondas electromagnéticas (1886) y Marconi empleó 
esas ondas para producir y enviar señales de radio (1896).
También la electricidad reemplazó el alumbrado a gas, con lámparas de arco voltaico 
perfeccionadas por el inglés Swan y el norteamericano Edison.
Otra fuente de energía, que se conocía desde hacía mucho, pero que no se utilizaba para 
la industria, comenzó a ser usada: el petróleo. Esto fue posible gracias a los progresos 
de la química industrial, con la destilación del petróleo. De la misma se obtuvo nafta o 
gasolina, aplicada a motores livianos, y querosene, gasoil y otros productos derivados 
TRANSFORMACIONES POLÍTICAS, ECONÓMICAS Y SOCIALES EN LA 
EUROPA DEL SIGLO XIX
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del petróleo, más adecuados a motores pesados, para el 
transporte marítimo y el ferrocarril.
También la tecnología mejoró la aplicación del caucho 
(antes utilizado para telas impermeables, zapatos, aislan-
tes eléctricos y gomas de borrar), y el proceso de vulcani-
zación, desarrollado por Charles Goodyear, (1800-1860) 
se empleó para mejorar los vehículos, recubriendo las 
llantas.4
La química industrial produjo, asimismo, nuevos coloran-
tes sintéticos y la fabricación de explosivos.
Alfred Nobel (1833-1896) inventó en 1866 la dinamita, 
con la intención de ayudar al progreso del hombre, para 
simplificar la de excavación de túneles y la construcción 
de caminos; pero su creación también fue aplicada en 
la guerra, por lo cual este químico e industrial sueco 
–en retribución al daño que, sin buscar, había hecho a la 
humanidad– legó su inmensa fortuna a la consagración 
de los premios que llevan su nombre, para recompensar 
a los benefactores y científicos que ayuden al verdadero 
progreso humano.
La ciencia aplicada también alcanzó a la Medicina: se iden-
tificaron bacterias con el microscopio; se dictaron pautas 
de salubridad e higiene como depuración de las aguas, 
desinfecciones y desratizaciones, vacunaciones preven-
tivas; se desarrolló la anestesia, que reducía los riesgos 
de las operaciones, junto con la antisepsia y la asepsia.
Con respecto a la reproducción de la imagen, Daguerre 
creó el daguerrotipo (1839). Se obtenía mediante una 
gran cámara de madera con objetivo de bronce, en una 
placa de cobre cubierta con una fina capa de plata, y se 
revelaba con procedimientos químicos en cámara oscura. 
El procedimiento –que no daba posibilidad de obtener 
copias– era muy caro, por lo cual sólo los personajes más 
acomodados de la sociedad podían adquirir, de ese modo, 
su retrato. En el Río de la Plata fue introducido en 1843, 
con máquinas provenientes de Estados Unidos.5
La reproducción de la imagen en movimiento, la cinema-
tografía, fue el logro de los hermanos Lumière en 1895. 
El cine se transformó, poco después de su nacimiento, en 
uno de los entretenimientos masivos de la población, y 
en lo que se ha denominado «el séptimo arte».
Tomás Alva Edison, que había fracasado con su «kine-
toscopio», tuvo, en cambio, gran éxito con la invención 
Dínamo
Generador eléctrico desti-
nado a la transformación de 
energía mecánica en eléc-
trica, generando corriente 
continua.
Vulcanización
Proceso mediante el cual 
se procesa el caucho cru-
do y se lo hace más duro y 
resistente. 
Benjamin Franklin
Thomas Alva Edison
CAPÍTULO 6
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del fonógrafo para la reproducción del sonido (1877), que después se desarrolló para 
escuchar música como gramófono (1888) y ya en el siglo XX, en el tocadiscos.
La división internacional del trabajo
Los países industriales necesitaban tener provisión suficiente de materia prima para 
fabricar susproductos, y sus ideólogos pensaron que lo más conveniente para su eco-
nomía era que en el mundo se distribuyeran los roles productivos, del mismo modo 
en que en el siglo XVIII se había implementado la división del trabajo en la fábrica. 
A esta teoría se la denominó división internacional del trabajo: las economías del 
mundo debían ser o industriales o agroexportadoras. Los países ya industrializados 
debían estar a cargo de la fabricación de mercancías, ya que ellos tenían capitales, 
minas de hierro y carbón para fabricar las máquinas necesarias para las empresas y el 
combustible para alimentarlas. Las antiguas colonias, en cambio, tenían tierras y mano 
de obra barata para el cultivo extensivo y la cría de animales para la alimentación de 
los obreros europeos. Para que esta doctrina se hiciera efectiva, debía establecerse el 
librecambio entre los distintos países del mundo e incorporar al comercio mundial a 
las naciones periféricas. 
Si los nuevos países comenzaban a producir comestibles para el mercado europeo, se 
abarataban los alimentos por la mayor oferta y el menor costo de producción. 
A la burguesía industrial le convenía que bajaran los precios de los alimentos básicos, 
porque a los obreros se les pagaba un salario equivalente a la comida que necesitaban 
para alimentarse; si se contraía el precio por el librecambio del trigo y la carne, dismi-
nuían relativamente los sueldos y aumentaban las ganancias empresarias.
La especialización de las economías, que beneficiaba a los industriales, perjudicaba a 
los productores agropecuarios europeos: el librecambio significaba su desprotección 
frente a los mismos productos provenientes de otros países, que tuvieran menor precio. 
Sin embargo, dentro de los Estados desarrollados, los intereses industriales tuvieron 
mayoría y esta política se aplicó hasta la crisis de 1930. 
Durante la primera etapa de la división internacional del trabajo, hasta la Primera Gue-
rra Mundial, los países centrales del intercambio mundial fueron los europeos, luego 
Estados Unidos y Japón comenzaron a incrementar su importancia.
Los países industriales presentaban una economía integrada, diversificada y más com-
pleja; en cambio, los países que se hicieron agroexportadores, dejaron de elaborar o no 
desarrollaron la producción de artículos necesarios para la vida humana, que de esta 
forma, pasaron a ser importados. 
Hubo debates en algunas de las naciones para ver si se adaptaban a ese esquema o no. 
Los antiguos países coloniales a mediados del siglo XIX no tenían infraestructura para 
sumarse a la división internacional del trabajo: debieron «modernizarse» e instalar fe-
rrocarriles, construir mejores puertos, mejorar los medios de comunicación y expandir 
sus tierras a costa de las comunidades originarias. Para estos emprendimientos, los 
gobiernos solicitaron préstamos a los países industrializados. Los bancos europeos 
ganaron con los intereses. También los gobiernos de los países marginales se vieron 
TRANSFORMACIONES POLÍTICAS, ECONÓMICAS Y SOCIALES EN LA 
EUROPA DEL SIGLO XIX
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beneficiados por la emigración de sus habitantes desocupados, que fueron a trabajar en 
las nuevas economías agroexportadoras, ya que se descomprimió un poco la situación 
social en el «Viejo Mundo». 
En general, las clases propietarias de los países que pasaron a ser dependientes de los 
centrales, prefirieron la ganancia fácil, sin mucha inversión, que les proporcionaba la 
explotación agropecuaria en las grandes extensiones de tierra que poseían. Y la acumu-
lación de ganancias extraordinarias que tuvieron en las dos últimas décadas del siglo 
XIX, no fue generalmente invertida para reproducir el capital con industrias –que daban 
menor margen de beneficio que el campo– sino en artículos de lujo y de placer. 
Ya en el siglo XX, con el crecimiento del mercado mundial y de la división internacional 
del trabajo, se fueron acentuando las desigualdades entre los países industriales y los 
exportadores de materias primas. Se deterioraron los términos del intercambio para 
los países periféricos, es decir, bajaron los precios cobrados por las materias primas, y 
aumentaron los de los productos manufacturados. 
a) Subraya las frases donde los economistas hablan de la división internacional del trabajo. 
Explica el concepto con tus propias palabras.
b) ¿Por qué se beneficiaba Inglaterra si abandonaba el monopolio?
c) ¿Por qué era importante para los industriales adquirir trigo más barato?
Librecambio, mercado mundial y división internacional del trabajo6
Richard Cobden
«Nosotros hemos adoptado el principio de la libertad de comercio; y al actuar así, hemos declarado 
que tendremos a todo el mundo por consumidor. Y, si hay algo de cierto en los principios de la libertad 
de comercio, que hemos adoptado como verdaderos, debemos esperar que la libertad de comercio, en 
vez de dejarnos confinados al comercio, comparativamente insignificante, de islas o de continentes casi 
desiertos, nos dará acceso a los mercados de todo el mundo. Al abandonar el monopolio del comercio 
de nuestras colonias, no haremos más que cambiar un privilegio miserable por el privilegio de comer-
ciar con el mundo entero. ¡Que nadie venga a decirnos que al abandonar este monopolio, Inglaterra 
perjudicará a su potencia o a su prosperidad futuras!» 
David Ricardo
«Si, en vez de cosechar trigo en nuestro país, descubriésemos un nuevo mercado en el que pudiése-
mos adquirir este producto a menor precio, los salarios tendrían que bajar y que aumentar las ganan-
cias. […] Es tan importante para la felicidad de la humanidad entera aumentar nuestros disfrutes por 
medio de una mejor distribución del trabajo, produciendo cada país aquellos artículos que, debido a su 
clima, su situación y demás ventajas naturales o artificiales, les son propios, o intercambiándolos por 
los productos en otros países, como aumentarlos mediante un alza en la tasa de utilidades. […] La tasa 
de utilidades no podrá ser incrementada a menos que sean reducidos los salarios, y no puede existir 
una baja permanente de salarios sino a consecuencia de la baja del precio de los productos necesarios 
en que los salarios se gastan».
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