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El futurismo - agustin Makinistian

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El Futurismo 
Las vanguardias
Las vanguardias son una serie de movimientos artísticos que se producen en Europa e Hispanoamérica desde comienzos del siglo XX y alcanzan su esplendor a partir de la Primera Guerra Mundial (1914). El término vanguardias es un derivado del vocablo francés “avant-garde”, que designaba a la primera línea de soldados en el campo de batalla. Esto en cierto modo refleja el espíritu de lucha, de combate y de confrontación que estas vanguardias van a oponer frente al llamado arte tradicional o académico, que era principalmente Realista y conciben como ligado a la burguesía. Los increíbles avances tecnológicos y el estallido de la Primera Guerra hacen pensar a las vanguardias que el orden del mundo entró en crisis, y que es necesario encontrar (o crear) un nuevo arte que refleje este nuevo orden social por venir.
Futurismo: La primera vanguardia
El primero de estos movimientos de vanguardia es el Futurismo, un movimiento artístico y literario fundado en Italia por Filippo Tommaso Marinetti, quien redactó el “Manifiesto del futurismo” el 20 de febrero de 1909. El futurismo tuvo una vertiente más ligada a lo literario que se dio en Rusia, de la mano de los poetas Velimir Jlébnikov y Vladimir Mayakovski. Su característica más importante es su fascinación por el dinamismo, la velocidad y la inquietud que gobiernan la vida urbana moderna. Las nuevas máquinas y medios de transporte posibilitaban desplazamientos a grandes velocidades y ampliaban el horizonte de lo posible. En línea con esto, mostraron una marcada proyección hacia el futuro y despreciaron el arte previo a ellos, que consideraban “estático”. Buscaron deliberadamente causar escándalo y anunciaban cosas como que los autores más reconocidos de la tradición realista debían ser "arrojados por la borda del barco de la Modernidad". Tomemos como ejemplo este fragmento de una proclama de Marinetti: 
Nos gritan: "¡Su literatura no será bella!". ¡No lograremos las sinfonías verbales de los armoniosos balanceos y de las cadencias tranquilizantes! Por supuesto. ¡Qué suerte! Nosotros utilizaremos, por el contrario, todos los sonidos brutales, todos los gritos expresivos de la vida violenta que nos rodea. Seamos los brutos en la literatura y matemos por todos los sitios la solemnidad. […] ¡Es necesario escupir cada día sobre el Altar del Arte! ¡Nosotros entramos en los dominios ilimitados de la libre intuición! ¡Después del verso libre, he aquí finalmente las palabras en libertad!
También fueron partidarios de la creación de neologismos. Jlébnikov decía lo siguiente: “La magia de una palabra permanece mágica aún si no es entendida, y no pierde nada de su poder. Los poemas pueden ser entendibles o pueden no serlo, pero deben ser buenos, deben ser verdaderos”. Específicamente en la forma de los poemas, optaron por prescindir lo más posible de la sintaxis y la puntuación (especialmente los italianos), y de las partes calificativas del discurso (usan pocos adjetivos y adverbios).
Ejemplos:
El manifiesto futurista, de Filippo Tommaso Marinetti,
1. Nosotros queremos cantar el amor al peligro, el hábito de la energía y de la temeridad.
2. El coraje, la audacia y la rebeldía serán elementos esenciales de nuestra poesía.
3. Nuestra pintura y arte resalta el movimiento agresivo, el insomnio febril, la carrera, el salto mortal, la bofetada y el puñetazo.
4. Afirmamos que el esplendor del mundo se ha enriquecido con una belleza nueva: la belleza de la velocidad.
5. Queremos alabar al hombre que tiene el volante, cuya lanza ideal atraviesa la Tierra, lanzada ella misma por el circuito de su órbita.
6. Hace falta que el poeta se prodigue con ardor, fausto y esplendor para aumentar el entusiástico fervor de los elementos primordiales.
7. No hay belleza sino en la lucha. Ninguna obra de arte sin carácter agresivo puede ser considerada una obra maestra. La pintura ha de ser concebida como un asalto violento contra las fuerzas desconocidas, para reducirlas a postrarse delante del hombre.
8. ¡Estamos sobre el promontorio más elevado de los siglos! ¿Por qué deberíamos protegernos si pretendemos derribar las misteriosas puertas del Imposible? El Tiempo y el Espacio morirán mañana. Vivimos ya en lo absoluto porque ya hemos creado la eterna velocidad omnipresente.
9. Queremos glorificar la guerra —única higiene del mundo—, el militarismo, el patriotismo, el gesto destructor de los anarquistas, las ideas por las cuales se muere y el desprecio por la mujer.
10. Queremos destruir y quemar los museos, las bibliotecas, las academias variadas y combatir el moralismo, el feminismo y todas las demás cobardías oportunistas y utilitarias.
11. Cantaremos a las grandes multitudes que el trabajo agita, por el placer o por la revuelta: cantaremos a las mareas multicolores y polifónicas de las revoluciones en las capitales modernas; cantaremos al febril fervor nocturno de los arsenales y de los astilleros incendiados por violentas lunas eléctricas; a las estaciones ávidas devoradoras de serpientes que humean, en las fábricas colgadas en las nubes por los hilos de sus humaredas; en los puentes parecidos a gimnastas gigantes que salvan los ríos brillando al sol como cuchillos centelleantes; en los barcos de vapor aventureros que olfatean el horizonte, las locomotoras de ancho pecho que piafan en los raíles como enormes caballos de acero embridados con tubos, y el vuelo deslizante de los aeroplanos, cuya hélice ondea al viento como una bandera y parece aplaudir como una muchedumbre entusiasta.
Es desde Italia donde lanzaremos al mundo este manifiesto nuestro de violencia atropelladora, con el cual fundamos hoy el "futurismo", porque queremos liberar este país de su fétida gangrena de profesores, de arqueólogos, de cicerones y de anticuarios.
Ya durante demasiado tiempo Italia ha sido un mercado de antiguallas. Nosotros queremos liberarla de los innumerables museos que la cubren toda de cementerios innumerables.
El poeta es un obrero, de Vladimir Mayakovski
Se le ladra al poeta:
«¡Quisiera verte con un torno!
¿Qué, versos?
¿Esas pamplinas?
¡Y cuando llaman al trabajo, te haces el sordo!»
Sin embargo
es posible que nadie
ponga tanto ahínco en la tarea
como nosotros.
Yo mismo soy una fabrica.
Y si bien me faltan chimeneas,
esto quiere decir
que más coraje me cuesta serlo.
Sé muy bien
que no gustáis de frases vacías.
Cuando aserráis la madera, es para hacer leños.
Pero nosotros
qué somos sino ebanistas
que trabajan el leño de la cabeza humana.
Por supuesto
que pescar es cosa respetable.
Echar las redes.
¿Quién sabe? ¡Tal vez un esturión!
Pero el trabajo del poeta es más beneficioso:
la pesca de hombres vivos, esto es lo mejor.
Enorme, ardiente es el trabajo en los altos hornos,
donde se forma el hierro chisporroteante.
¿Pero quién
se atrevería a llamarnos holgazanes?
Nosotros bruñimos las mentes con áspera lengua.
¿Quién es más aquí?
¿El poeta o el técnico
que procura a los hombres
tantas ventajas prácticas?
Los dos.
Los corazones son también motores.
El alma es también fuerza motriz.
Somos iguales.
Camaradas de la clase trabajadora.
Proletarios del cuerpo y del espíritu.
Solamente unidos
solamente juntos podremos engalanar el universo,
acelerar el ritmo de su marcha.
ante una oleada de palabras, levantemos un dique.
¡Manos a la obra!
¡Al trabajo, nuevo y vivo!
Y a los que discursean
que se les mande al molino.
¡Para que el agua de sus discursos haga girar sus aspas!
Zang Tumb Tumb, de Marinetti. 
Esta es una página de ese libro en el que recopila poemas sobre su experiencia como corresponsal en una guerra. Este poema en particular cuenta sobre la captura de un globo aerostático turco y usa el recurso del caligrama para adaptar la forma al contenido
El infierno, de Vladimir Mayakovski (1913)
Insoportable la ciudad, ha roto los cristales 
En pedacitos luminosos, infernales.
Diablos fogosos, se elevan los automóviles, 
Rompiéndose a gritos las bocinas al oído.
Ahí, debajo del cartel con arenques, 
Un viejucho, buscando las gafas,
Se echó a llorar cuando en la tarde caídaUn tranvía a toda marcha le mostró sus pupilas.
Ardía la mena entre ventanas de rascacielos
Y el hierro de trenes amontonados, 
Vociferó el aeroplano y se cayó ahí, 
Dónde se derramaba el ojo del sol herido.
Y entonces, entre las sábanas arrugadas de lampiones, 
La noche se amó, obscena y ebria,
Detrás del sol cojeaba por las calles
La luna marchita, nadie la necesita.

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