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Las familias y la teoría económica_Análisis

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La importancia de la familia 
en la economía 
LUDOVICO VIDELA 
1.-Introducción 
 
Para los economistas el interés por la fami-
lia es bastante reciente. Podría decirse que 
hasta la década del 70 la familia era ignorada 
en el análisis económico y también era desco-
nocido su aporte a la economía real. 
Hay que reconocer que en la concepción 
aristotélica se contraponía la economía fami-
liar a la economía política, propia del ámbito 
público. Por ello no sorprende que el interés 
de los estudiosos se haya desplazado durante 
largo tiempo hacia la economía pública no 
familiar. 
En términos de Adam Smith, fundador de 
la ciencia económica, la familia era clasifica-
da dentro del reino del altruismo y por lo 
tanto era objeto de estudio para la filosofía y 
la ética (Teoría de los sentimientos morales) y 
no para la economía, que consideraba al 
egoísmo individual como la principal motiva-
ción de los negocios (La riquezas de las na-
ciones).1 
Sin embargo, un aspecto de la situación fa-
miliar recibió una atención particular por un 
economista perteneciente a la escuela clásica: 
Thomas Malthus, que investigó el tema de la 
población. Sus pronósticos apocalípticos fue-
ron tan errados que esta rama de estudio 
quedó desacreditada, y en parte abandonada. 
En las últimas décadas el renacimiento del 
interés por la familia tiene varias fuentes. Por 
una parte, los autores neoclásicos pertene-
cientes a la corriente bautizada como del "im-
perialismo económico" comenzaron a investi-
gar la posibilidad de aplicar los criterios del 
egoísmo individual a ciertas decisiones fami-
liares. El núcleo del interés analítico giraba 
en torno al fenómeno social de gran enverga-
dura de la transición demográfica, la caída de 
la fertilidad, las nuevas tareas laborales de la 
mujer y todas sus implicancias para la econo-
mía. La familia estaba sufriendo grandes 
transformaciones que parecían no reflejar un 
apacible equilibrio dentro del reino del al-
truismo y se intentaba verificar la validez de 
incorporar hipótesis tomadas del mundo de 
los negocios para explicar el cambio. 
En esta línea se destacaron T.W. Schultz y 
G.Becker, que formuló, recientemente, un 
ambicioso tratado sobre la familia sobre la ba-
se de hipótesis neoclásicas.2 
Estos primeros ensayos recibieron una im-
portante crítica que contribuyó a precisar los 
conceptos y delimitar los campos. Hoy confi-
gura un capítulo muy importante del análisis 
económico. 
Sin embargo, la notable producción cientí-
fica de las corrientes mencionadas no ha con-
seguido todavía dar una respuesta valedera y 
completa, a las viejas preguntas referidas al 
comportamiento de la fertilidad o la transfor-
mación de la familia. 
En otra perspectiva, la familia también ha 
sido objeto de investigaciones vinculadas con 
la temática de la sociología económica. Muy 
original y emparentada con grandes ensayos 
de sociología económica —como el de Max 
Weber— es la obra del antropólogo francés 
Emmanuel Todd. El adopta un enfoque his-
tórico en que se estudia el aporte de la fami-
lia al desarrollo económico.3 Su análisis, parte 
3 
de una clasificación de las familias tomadas 
del economista francés F. Le Play. Este distin-
gue los valores fundamentales que organizan 
las relaciones entre padres e hijos, que pueden 
ser de tipo liberal o de tipo autoritario, y las 
que vinculan las relaciones entre hermanos 
que pueden ser de tipo igualitario o no 
igualitario. Las parejas liberalismo/autorita-
rismo e igualitarismo /no igualitarismo en-
gendran cuatro posibilidades tipológicas que 
son las siguientes: a) familia nuclear absoluta 
en que las relaciones entre padres e hijos son 
de tipo liberal y las relaciones entre hermanos 
de tipo no igualitario, b) familia nuclear 
igualitaria en que las relaciones entre padres e 
hijos son de tipo liberal y las relaciones entre 
hermanos igualitarios, c) familia matriz, con 
relaciones entre padres e hijos autoritarias y 
las relaciones entre hermanos de tipo no 
igualitario, d) familia comunitaria en que las 
relaciones entre padres e hijos son de tipo 
autoritario y las relaciones entre hermanos de 
tipo igualitario. 
La aplicación de esta metodología a Europa 
permite verificar una sugestiva asociación de 
la conducta religiosa, política, cultural y 
económica de las familias y su conformación, y 
el alto valor explicativo de la familia en la 
evolución del desarrollo económico. 
El ensayo de E.Todd nos indica que los es-
tudios sociales y económicos adolecen de una 
grave falencia en cuanto no contemplan la 
realidad familiar. 
El objeto de este artículo es efectuar una 
síntesis de los grandes temas vinculados a la 
realidad familiar dentro de la economía real. La 
familia como señalábamos, ha sido reconocida 
corno objeto de análisis de los estudiosos en 
economía, pero a nuestro juicio no alcanza a 
ser calibrada en toda su significación y, en 
particular, no ha suscitado la relevancia 
suficiente en materia de políticas públicas. 
 
2. - Funciones económicas de la familia 
 
Para comenzar quisiera desarrollar breve-
mente el tema que se refiere a las funciones 
económicas que cumple hoy la familia. 
Partamos de una realidad: la especialización 
del trabajo y el avance tecnológico ha hecho 
desaparecer en el seno de la familia las 
funciones de producción para el autoconsumo. 
Servicios otrora considerados típicamente 
familiares, hoy han sido transferidos al 
mercado. Por ejemplo, el coser la ropa, lavarla, 
preparar la comida, atender a los enfermos y 
ancianos, etc. 
Una forma de ver este fenómeno con más 
claridad es analizar cómo se distribuye el 
tiempo de trabajo dedicado al mercado y al 
hogar. La evidencia disponible demuestra que 
ha habido una significativa modificación que 
involucra principalmente a la mujer, que 
dedica mucha menos horas a las tareas en el 
hogar y más al trabajo remunerado.4 
Es muy interesante observar que la mayor 
dedicación femenina al trabajo remunerado 
termina con una mayor dedicación global la-
boral, tanto de la mujer como del hombre. 
Cuando la mujer dedica su tiempo sólo a su 
hogar trabaja 32,2 horas por semana, en cam-
bio, cuando también lo hace en el mercado de-
dica 15,9 horas al hogar y 41,4 horas al trabajo 
remunerado con un total de 57,3 horas sema-
nales, que es un 78% mayor. El hombre trabaja 
44,8 horas en el mercado y 7,3 horas en el ho-
gar, es decir un total de 52,2 horas semanales, 
pero sólo 1,3 horas más en el hogar cuando su 
mujer lo hace dentro y fuera del hogar. 
El informe citado, destaca que el aumento 
de productividad que este nuevo esquema de 
distribución del tiempo laboral implica "no 
ofrece ninguna conclusión sobre las impli-
cancias de estas tendencias del uso del tiempo 
sobre la calidad de vida".5 Lo cierto es que el 
hogar ha dejado de ser un lugar con una 
actividad de importancia desde el punto de 
vista de la autoproducción, y tanto el hombre 
como en especial la mujer ejerce su principal 
actividad en el mercado. El siguiente cuadro 
detalla lo señalado sobre el uso del tiempo 
dentro y fuera del hogar. (Ver cuadro 1) 
Pero si no es la producción, ¿Qué función 
económica importante queda entonces para la 
familia?; A mi juicio no es la disposición del 
ingreso con destino al consumo de bienes y 
servicios su función primordial porque, porque 
si bien se da en la familia, la proporción de el 
consumo que se explica por razones 
propiamente familiares es de menor sig-
nificación y viene perdiendo participación. Un 
indicio de esto lo tenemos en la distribu- 
4 
ción de personas por hogares y la creciente 
participación de hogares unipersonales. En 
efecto, en la Argentina, de acuerdo a la evo-
lución de la población se estima que en la ac-
tualidad los hogares unipersonales represen-
taban más de un 20%, cuando en 1980 eran 
de sólo 10,1%. A este valor se le podrían agre-
gar los hogares comunitarios no familiares con 
lo que el acumulado subiría más. 
Algo similar sucede en Francia, la Unión 
Europea en general y enEstados Unidos. En el 
país galo los hogares unipersonales fueron el 
24,6% para 1980 y crecieron al 27,1% en 
1991. 
Otro indicio se encuentra en la oferta de 
bienes y servicios específicamente familiares. 
En mi impresión este es un segmento decli-
nante en su desarrollo, comparativamente con 
el resto de la economía. Esto no debería 
sorprender en cuanto es un supuesto conven-
cional del análisis económico ver el consumo, 
el ahorro y las decisiones económicas en ge-
neral como opciones de individuos racionales 
que maximizan una función individual. En 
términos de Gary Becker y otros economistas 
neoclásicos, se estaría verificando que las deci-
siones sobre el trabajo, la producción, el con-
sumo y el ahorro resultan en la economía ac-
tual, mayormente de opciones que no tienen 
corno prioridad el bienestar de la familia. 
En realidad la explicación última, responde 
a nuestro juicio a la condición peculiar de las 
decisiones económicas ligadas a la familia. 
Tanto el consumo, como la producción, el 
ahorro y el trabajo son la resultante de una 
decisión anterior que hace a la esencia de la 
familia y se vincula con la vida. 
Uno de los obstáculos para comprender con 
detenimiento esta cuestión está en la in-
correcta equiparación entre hogar y familia. La 
familia habitualmente convive en un hogar 
pero no siempre es así, corno también hay 
hogares que no configuran una familia. 
El primero, es decir el hogar, es un lugar 
donde conviven una o más personas. La fa-
milia, en cambio, es el padre y la madre y los 
hijos unidos por una relación estable de amor, 
en vistas a un proyecto común. Si el proyecto 
no existe o la relación se fractura, no 
sorprende que las decisiones económicas se 
reorienten, basándose en criterios meramente 
individuales. La decisión propiamente familiar 
es esencialmente relacional, está referenciada 
y dirigida a atender y favorecer un vínculo. 
Como es obvio, la realidad no es lineal y hay 
por lo tanto familias en crisis que participan 
más de las características de un hogar que de 
una familia como tal. Estas distinciones no 
son perceptibles para los instrumentos 
estadísticos usualmente utilizados. 
 
3- El reemplazo generacional 
 
¿Cuál es entonces la función que prin-
cipalmente cumple la familia en la economía 
actual? . A nuestro juicio es el reemplazo ge-
neracional que es lo que permite que la so-
ciedad tenga su propia sucesión en todos los 
planos: cultural, religioso, social y también 
5 
económico. Esta tarea de procrear y educar a 
los hijos está en la esencia de la familia y con-
forma también una función económica de 
primera importancia en sí misma, a la que se 
agregan las decisiones económicas que son la 
resultante indirecta de esta labor familiar 
central. 
El reemplazo generacional permite que 
perduren y funcionen instituciones tan im-
portantes como la deuda pública y la seguri-
dad social. Estos institutos están basados en la 
capacidad del Estado de imponer a las gene-
raciones no nacidas la transferencia de la car-
ga. Esta compulsión está limitada por la razo-
nabilidad del impuesto que está afectado y 
por la holgura del reemplazo generacional. 
Este tema ha despertado un interés cre-
ciente en los investigadores económicos, que 
entre otras cosas, han desarrollado una nueva 
forma de presentar la política fiscal incorpo-
rando los efectos de largo plazo de la misma, 
que se conoce corno contabilidad intergene-
racional, "generational accounts". 
Los presupuestos públicos del Gobierno 
central normalmente reflejan los ingresos y 
los gastos de un año, con un horizonte un po-
co más extendido para algunos gastos de in-
versión. La contabilidad intergerenacional, 
por el contrario, cubre un período de varias 
décadas, clasificando los impuestos pagados y 
las transferencias recibidas (jubilaciones, 
pensiones, seguros médicos etc.) de acuerdo 
a la generación que paga los impuestos y reci-
be las transferencias. Para cada generación, 
los impuestos y transferencias se estiman so-
bre la vida remanente promedio, calculada 
sobre la esperanza de vida vigente en el mo-
mento del cálculo. Todos estos montos de di-
nero que cada generación recibirá o pagará 
en el futuro se actualizan y constituyen el 
"impuesto neto" que ese grupo soportará. 
Se supone que los compromisos públicos 
vigentes deberán ser pagados por las genera-
ciones actuales o por las por nacer. Se define 
como generación a todos los hombres y muje-
res nacidos en el mismo año. 
El cálculo recoge estimaciones del creci-
miento de la productividad y la evolución de-
mográfica. Si ésta permite prever un desequi-
librio entre los pasivos y los activos (ancianos 
y jóvenes), en general el impuesto neto para 
las futuras generaciones debe subir significa-
tivamente, o reducirse drásticamente los be-
neficios a los pasivos. 
En líneas generales estos cálculos presen-
tan resultados preocupantes para los países 
avanzados. En el caso de Estados Unidos, un 
estudio reciente afirma: "los resultados obte-
nidos indican que la actual política fiscal es 
insostenible, o el gasto debe bajar o la tasa 
impositiva neta debería subir del 28,6% actual 
al 49,2% para las generaciones no nacidas".6 
En las estimaciones del Fondo Monetario 
Internacional, el resultado es similar para 
muchos países como Noruega, Suecia, e Italia. 
La Argentina y Brasil no están exentos del 
problema, si bien en estos casos el ajuste de-
bería combinar una mayor recaudación, re-
ducción de los beneficios sociales excesivos 
como las jubilaciones de privilegio, y una ma-
yor atención a los problemas familiares. 
En el gráfico 1 se presenta una estimación 
de la carga impositiva extra que enfrentan las 
futuras generaciones en diversos países. Nóte-
se el incremento superior al 50% que se re-
quiere en la Argentina, para mantener sola-
mente los beneficios al nivel actual. 
Si bien estas estimaciones manejan varia-
bles básicamente económicas, uno de los fac-
tores claves es el del deficiente reemplazo ge-
neracional que efectúan actualmente las fa-
milias y que impactará significativamente en 
la capacidad de recaudar del Estado en el fu-
turo. La referencia más obvia es el desajuste 
entre activos y pasivos en el futuro esquema 
previsional, pero el impacto económico ya se 
siente en alguna medida hoy. Veamos un tes-
timonio de la coyuntura: "En la medida que a 
Europa no le falta capital (lo exporta), le sobra 
tierra arable (una parte se abandona), y 
espacio (algunas regiones se abandonan), y 
escuelas (algunas se cierran por falta de 
alumnos ), el análisis hecho sugeriría que una 
política tendiente a incrementar la fertilidad 
podría crear un estímulo permanente a la 
demanda doméstica ".7 
El problema de la escasa fertilidad se des-
cribe en el gráfico 2 y su efecto sobre el equi-
librio demográfico en el cuadro 2. El índice 
sintético de fecundidad para 1995, nos indica 
para cada país el número de hijos por mujer 
6 
en edad de procrear. Un valor inferior a 2,2 
señala la situación de un insuficiente reem-
plazo generacional, lo que como indica el 
cuadro es la realidad de la mayor parte de los 
países avanzados. 
En las naciones emergentes la situación es 
inversa, el reemplazo cuantitativo es amplio, 
pero con frecuencia no resulta de una pater-
nidad responsable, con lo que termina con-
virtiéndose en una carga para la sociedad. 
Precisamente, en el cuadro 2 se presentan 
los índices de dependencia económica actua-
les y proyectados para el 2050 para distintos 
países. La dependencia distingue entre los 
ancianos y los jóvenes y la sumatoria de am-
bos. Se expresa como proporción de la pobla-
ción activa. En el cuadro se comprueba que, 
con la salvedad de la Argentina, la dependen-
cia económica aumentará significativamente, 
con una proporción de ancianos muy superior 
incluso en nuestro país. 
En la Argentina la población crece en valo-
res absolutos en un 56,8% con relación a 
1995, siendo el principal desafío educar a esos 
jóvenes tanto en sus aptitudes técnicascomo 
morales. ¿Cómo lograr entonces un reemplazo 
generacional adecuado? 
La respuesta técnica a esta situación dista 
de ser clara y unánime. Para Gary Becker, por 
ejemplo, la difusión de técnicas contraceptivas 
ha permitido separar la unión sexual de la 
procreación. Si se supone que cada familia 
tiene un control perfecto sobre el número y la 
frecuencia de los nacimientos, los criterios 
para gestar una nueva vida están basados en 
distintas causas. 
Becker sostiene que, para los padres, los hi-
jos son una fuente de ingresos materiales o 
satisfacciones. Por ello, pueden ser asimila-
dos a un bien de consumo durable. Esto no 
deja de reconocer que las satisfacciones o los 
costos en que incurren los padres no son mo-
ralmente iguales a la de los bienes de consu-
mo durables, pero se pueden comparar y por 
lo tanto aplicarse el análisis de la teoría de la 
demanda. 
Siguiendo esta línea Becker distingue entre 
la cantidad y la calidad de los hijos, que se 
mide por el monto que los padres están dis-
puestos a gastar en los hijos. Si los padres 
quieren gastar más en menos hijos es porque 
obtienen una utilidad adicional en ello, dice 
Becker. 
Malthus sostenía que un aumento del in-
greso llevaría a un significativo incremento del 
tamaño de las familias. Su argumento tenía 
dos partes, la primera es que el mayor ingreso 
reduciría la mortalidad infantil, lo que en 
ausencia de una disminución de los naci-
mientos aumentaría el tamaño de las familias. 
El segundo aspecto es que el mayor ingreso, 
dice Malthus, induciría a casarse antes y a 
abstenerse menos en el matrimonio con el 
consiguiente efecto positivo sobre la natalidad. 
Pero Becker critica a Malthus en cuanto 
que su teoría falla por ser mecánica y no con-
siderar el margen de decisión que tiene la fa-
milia en su criterio sobre el número de hijos. 
En definitiva, el economista de Chicago sos-
tiene que el número de hijos surge de la oferta 
y la demanda correspondiente, que está 
afectada por el valor actual de los ingresos y 
satisfacciones esperados para cada hijo en 
comparación con otras alternativas de gasto. 
Por ello, no es seguro si el incremento del in-
greso aumenta, disminuye o no altera la nata-
lidad.8 
El análisis de Becker supone que cada fa-
milia logra el equilibrio entre su demanda y 
oferta. La demanda depende del ingreso, el 
gasto de crianza y educación, los gustos, el co-
nocimiento de las técnicas contraceptivas y la 
incertidumbre. Esta resulta de que "cada fa-
milia debe producir sus propios hijos dado 
que los hijos no pueden comprarse o vender-
se libremente en el mercado"9. Por consi-
guiente, dice Becker, la fertilidad real puede 
ser considerablemente distinta a la fertilidad 
deseada. 
Con tal grado de laxitud, es imposible ob-
tener una verificación empírica directa de la 
teoría de Becker, que es el criterio de validez 
que el mismo sostiene. Pese a ello, su influen-
cia ideológica es considerable y está en la 
trastienda de muchas recomendaciones polí-
ticas de organismos internacionales y otras 
instituciones. 
Lo cierto es que el supuesto equilibrio de 
cada familia entre hijos deseados y procrea-
dos, tautológicamente debería llevarnos a un 
equilibrio global, que sería la suma de cada 
uno de los equilibrios individuales. Pero co- 
7 
mo este equilibrio en la realidad dista de ser 
tal, se argumenta que se alcanzaría sin restric-
ciones al libre juego de la oferta y la deman-
da. Estas "restricciones" serían la falta de difu-
sión de técnicas anticonceptivas, la penaliza-
ción del aborto, la prohibición de la compra-
venta de personas, las limitaciones a la fecun-
dación artificial y cosas semejantes. 
Creo más bien que lo que con estas teorías 
no alcanza a comprenderse es la naturaleza 
peculiar de la familia, que no puede ser en-
tendida mecánicamente ni desde una pers-
pectiva solamente económica. 
 
4. El costo de crianza 
y las externalidades de los hijos 
 
Reconociendo todos los aspectos demográ-
ficos, sociales, culturales, religiosos y también 
económicos, que hay que considerar para en-
tender la evolución familiar, hay condiciones 
materiales objetivas que están adquiriendo 
cada vez más importancia. 
En particular destaco dos dimensiones del 
tema. Primero, el costo de criar y educar hijos 
ha subido significativamente. La mejora en la 
alimentación y el vestido, los mayores cuida-
dos de la salud, la educación obligatoria y la 
que impone el mercado es cada vez más ex-
tensa. En esto la tesis de Becker es verdadera. 
Otro autor, Lesttr Thurow, afirma que para 
estar en el nivel necesario y poder competir 
hoy en el mundo un trabajador debe tener al 
menos tres años de educación post-secun-
daria; si no los tiene es un discapacitado. Si-
multáneamente, se muestra escéptico sobre 
la posibilidad de supervivencia de la familia 
en un contexto económico tan desfavorable 
como el actual.10 
Otro aspecto importante se refiere al al-
truismo familiar. El altruismo paternal y ma-
ternal se erosiona cuando el costo de crianza 
y educación aumenta y la remuneración por 
esta tarea es nula. Los economistas liberales 
ridiculizan a veces la utopía socialista basada 
en el improbable supuesto de que todos los 
ciudadanos decidirán sobre la base de un pu-
ro altruismo. Sin embargo, este supuesto de 
altruismo familiar absoluto, exógeno al mo-
delo analítico económico, está subyacente en 
la investigación económica convencional. El 
mismo Becker postula el altruismo del padre 
de familia como condición necesaria de su 
modelo, aunque los hijos sean los más recalci-
trantes egoístas les conviene comportarse con 
generosidad dentro de la familia.11 
En realidad, el altruismo se ha vuelto en 
cierto sentido endógeno, depende de las con-
diciones que encuentra para poder crecer y 
desarrollarse. La nueva cultura posmoderna, 
que favorece y fomenta el hedonismo y el re-
lativismo moral, es un fuerte condicionante de 
la vigencia de conductas altruistas. 
El otro aspecto de gran trascendencia social 
y económica se refiere a la educación de los 
hijos. Aun si la fertilidad es la adecuada, si la 
familia no educa en las virtudes, es decir 
trasmite valores, los jóvenes pueden conver-
tirse en una carga pesada para la sociedad. 
Los hijos desde el punto de vista fiscal re-
presentan un bien público. Todos los ciuda-
danos tienen significativos créditos sobre los 
ingresos de los futuros adultos en edad de 
trabajar a través de la previsión social y la 
deuda pública, pero no todos los ciudadanos 
contribuyen en la misma proporción en el 
cuidado y educación de esos futuros adultos.12 
Ahora bien, la externalidad de los hijos para 
la sociedad puede ser negativa, cuando los 
jóvenes por efecto de la droga, el delito, el bajo 
o nulo rendimiento escolar se convierten en 
una carga social. Estas situaciones adversas 
están altamente correlacionadas con familias 
incompletas o destruidas. Por ello, el 
reemplazo generacional debe hacerse en un 
marco de fortalecimiento familiar que asegure 
un verdadero beneficio social. 
Lamentablemente, el cuadro familiar 
muestra algunas señales preocupantes, si 
bien no dejan de representar una porción re-
lativamente pequeña de la situación global. 
Por ello, en términos de reemplazo gene-
racional, si no estamos dispuestos a sostener 
comunitariamente en cierta medida el costo 
de crianza y educación de los hijos, la situa-
ción puede agravarse. 
 
5- Conclusión 
 
La temática de la familia tiene hoy un re-
novado interés. El lugar donde el hombre na-
ce, se educa, trabaja, se enferma y muere es 
8 
demasiado importante para pasar desaperci-
bido. 
Desgraciadamente, una de las razones que 
justifican un nuevo interés por la familia re-
sulta de la sensación, compartida por varios 
analistas, de que asistimos a profundas trans-
formaciones en esta institución que van más 
en un sentido destructivo que constructivo. 
Hoy, las familias que responden íntegramente 
al nombre de tales son minoría dentro del total 
de hogares, incluyendoa los hogares 
unipersonales. 
Un escapismo es sostener que ha cambiado 
la organización familiar, con nuevas versiones 
mejor adaptadas a nuestra cultura, donde los 
lazos personales se hacen más tenues, cam-
biantes y quebradizos. En realidad, una visión 
más objetiva reconocería un elevado costo en 
este modelo sin compromisos. 
En este informe destacamos que en el plano 
de la economía tiene gran trascendencia la 
tarea de reemplazo generacional que realiza la 
familia, sobre todo cuando supera la dimensión 
cuantitativa y procrea y educa integralmente a 
los futuros ciudadanos. 
A nuestro juicio, la visión de la familia del 
análisis económico sólo explica parcialmente la 
dimensión laboral de los integrantes de la 
familia. El misterio de la vida y la muerte, el 
nacer y morir, no son explicados por estas 
teorías. Pese a ello estas realidades son las de-
cisivas para cada persona. Pero, por sobre to-
do, el amor no encuentra lugar en los enfoques 
reduccionistas. 
Para entender realmente a la familia, que es 
un ámbito de encuentro de las personas y de 
las generaciones, hay que calar más hondo y 
comprender mejor el amor y el compromiso. 
Para formar una familia se requiere un 
compromiso básico: es necesario creer en al-
guien, amarlo e inspirarle confianza. Por su 
parte, tener hijos responsablemente significa 
esperar algo bueno del futuro, es apostar por 
el futuro y por las personas. 
Todos estos valores requieren un ambiente 
favorable para que florezcan y se desarrollen. 
Por ello, así como hay una ecología del am-
biente que nos informa y protege de la conta-
minación, hay una ecología humana que nos 
invita a hacer del espacio público algo decente 
y humano. 
La familia es el sustento del pluralismo y la 
diversidad, y por tanto de la sociedad demo-
crática. Protegerla es proteger estos valores. 
1 Cf. Smith, Adam, "La riqueza de las naciones", Ed. de 
Carlos Rodríguez Braun , Alianza, Madrid 1996, y "La teoría 
de los sentimientos morales", Ed. de Carlos Rodríguez Braun , 
Alianza , Madrid 1997. 
2 Cf. Becker, Gary "Tratado sobre la familia " , Alianza, 
Madrid 1987. 
3 Cf. Todd, Emmanuel, "La invención de Europa ", Tus-
quets, Barcelona 1995. 
4 Cf. Kristin Roberts and Peter Rupert, "The myth of the 
overworked American", Economic Commentary, Federal Re-
serve Bank of Cleveland, 15/1/1995. 
5 Op.cit.pag.4. 
6 Cf. Gokhale, Page, Sturdock, "Generational accounts, an 
update" , Economic Review, Federal Reserve Bank of Cle-
veland , IV trimestre de 1997. 
 7 Cf. Conjoncture, Paribas , Marzo de 1998. 
8 Becker, Gary op.cit. cap. 5-6. 
9 Cf. Becker, Gary, "The economic approach to human 
behavior", The University of Chicago press, Chicago 1976, 
pag.193. 
10 Thurow, Lester, "The future of capitalism", W.Morrow, 
New York, 1996, Pag.31. 
 11 Cf.Beker, Gary, 1987, pag. 226. 
12 Cfr. Folbre, Nancy, Papers and Proceedings, Mayo de 
1994. 
Nota: 
Este artículo formó parte del trabajo de seminario en el 
curso del prof. R. Crespo, Universidad Austral, marzo de 
1998. 
 
 
 
 
9 
 
 
 
 
 
 
 
	La importancia de la familia

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