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A contramano Conflictividad y cambio en la gestión de recursos humanos de una empresa estatal de transporte público Colección Experiencias en territorio 4 A contramano Conflictividad y cambio en la gestión de recursos humanos de una empresa estatal de transporte público 5 Colección Experiencias en territorio Autores: Andrea Pujol, Constanza Dall'Asta y María Inés Gutiérrez Coordinación de producción textual y corrección: Silvia Scarafía Participaron en esta experiencia: Federico Barnes Natalia Bartolini Laura Bosque (alumna en práctica supervisada) Vanina Carranza (alumna en práctica supervisada) Cecilia Carrizo Constanza Dall'Asta María Inés Gutiérrez Javier Navarra Carlos Navarro (alumno en práctica supervisada) María Eugenia Olivera Rubia Florencia Peñaloza (alumna en práctica supervisada) Andrea Pujol Agustina Terrera El plan de trabajo fue íntegramente financiado por la contraparte. Diseño de la colección: Di Pascuale Estudio [www.dipascuale.com] Agradecimientos: A Marisa Dasso, por la confianza, aun en tiempos difíciles. ISBN: 978-987-29270-1-1 6 Índice 9 Presentación ———— 13 A contramano. Conflictividad y cambio en la gestión de recursos humanos de una empresa estatal de transporte público ———— 43 Producción asociada a esta experiencia ———— 44 Bibliografía 7 8 Presentación Extensión, transferencia de tecnología, asistencia técnica, vinculación, servicio son algu-nos de los términos que se utilizan en la universidad para hacer referencia a lo que aquí llamamos “experiencias en territorio”. Experiencias que remiten al encuentro de universitarios con otros actores sociales para concretar una idea o un proyecto, resolver un problema que –a priori– consideramos compartido, construir conocimiento relevante o realizar todas esas ac- ciones juntas, más otras igualmente significativas. Las experiencias que presentamos en esta colección fueron protagonizadas por un equipo de docentes investigadores en el marco del Programa de Asistencia Técnica y Transferencia en Calidad de Empleo y Desarrollo Ocupacional (PCE), de la Facultad de Psicología de la Uni- versidad Nacional de Córdoba, un espacio que permite enriquecer los marcos conceptuales que guían la acción extensionista y poner a prueba estrategias de intervención, metodologías y técnicas, en situación de cooperación con otras instituciones. Entendemos que el conocimiento se caracteriza por generarse en los contextos en los que adquiere valor social: son los problemas y las necesidades sociales los que “traccionan” la producción de saberes y el desarrollo de tecnologías. Así lo sostienen actualmente distintas teorías y prácticas profesionales. A su vez, por estar socialmente distribuido, el saber se pro- duce en co-operación, lo que sin duda provoca cambios en los modos de vinculación entre la universidad y la comunidad. De este modo, el programa fortalece las prácticas de investiga- ción al tiempo que se vale de ellas. 9 El primer paso para asimilar las nuevas tendencias en la producción de conocimiento, consiste en admitir el carácter singular de cada una de estas vinculaciones. En efecto, cada encuentro con la comunidad constituye una “experiencia” única marcada por la diversidad y heterogeneidad del conocimiento que se genera. Los saberes se distribuyen entre quienes cooperan, son de naturaleza diversa, se despliegan en función de intereses distintos y bajo lógicas no siempre compatibles. Quizás “entramar” estos saberes diversos constituya el principal desafío para cualquier equipo decidido a trabajar “en territorio”. Las intervenciones demandan la conformación de equipos temporarios o redes que des- aparecen o se reconfiguran al cabo de un tiempo cuando el problema ha sido resuelto, cuando se ha redefinido y emergen nuevas necesidades, o bien cuando los contratos co- municativos o la confianza que exige la cooperación se han fragilizado. Quizás en otro momento, esas mismas personas vuelvan a reunirse en grupos distintos, en otro territorio y en torno a nuevos problemas. Lo cierto es que las capacidades construidas podrán trans- ferirse y reeditarse con el grado de adecuación y creatividad que impongan otras situaciones en nuevos contextos. En cada ocasión nos involucramos en una trama de acontecimientos única e irrepetible. También lo es el modo en que se interpela y moviliza nuestra subjetividad en cada caso. En cambio, lo que permanece igual y resulta común es la necesidad de compartir lo vivido a través de alguna forma de comunicación. ¿Cómo hacerlo sino a través de un relato? El relato opera como un cedazo que retiene aquella parte de la experiencia que resultó significativa para el sujeto o el grupo implicados. Se trata aquí de narrar el quehacer cotidiano para dotarlo de sentido y construir oficio. En el marco de esta colección, la experiencia puede ser concebida como resultado de la actividad material o simbólica y hace referencia al conjunto de conocimientos y habilida- des adquiridas a través de esa vía en un espacio y un tiempo determinados. Se trata en- tonces de un acontecimiento situado que deja una impresión o una marca en quienes lo protagonizaron. Sin embargo, no se remite aquí a un plano fenomenológico, ya que si bien la experiencia se funda en la percepción, no se agota en ella, sino que remite a conceptos, ideas, pensamientos y emociones elaboradas más allá de la percepción inmediata. La experiencia “decanta” 10 de un proceso reflexivo tamizado por el tiempo, precisamente porque en cada oportunidad en que el acontecimiento vuelve a hacerse presente a través del relato, con la ayuda de las trampas de la memoria y la emoción, ciertas ideas se reconfiguran y “sedimentan”. Siguiendo a Walter Benjamin, llamamos la atención sobre la relación entre el relato del acontecer y la figura de quien o de quienes relatan, cuando narradores y protagonistas coin- ciden. La palabra que se escribe, el texto que emerge –aun sin proponérselo– delata las huellas de la voz enunciadora, justamente porque el lenguaje de la experiencia está atrave- sado por la subjetividad y la conciencia del narrador. “La narración, tal como prospera lentamente en el círculo del artesanado […] es también, por decirlo así, una forma artesanal de la comunicación. No se propone transmitir el puro “en sí” del asunto, como una información o un reporte. Sumerge el asunto en la vida del relator, para poder luego recu- perarlo desde allí. Así, queda adherida a la narración la huella del narrador, como la huella de la mano del alfarero a la superficie de su vasija de arcilla”. (Benjamin, 2010:71) Presentamos aquí relatos de prácticas, versiones de hechos vividos tamizadas por la memoria y la reflexión grupal. Ellos sintetizan experiencias en territorio originales, singulares, fuente de múltiples aprendizajes. Las compartimos con el propósito de abrir el juego de las lecturas y las interpretaciones entre docentes, extensionistas, investigadores, alumnos y graduados preocupados por la acción universitaria en la comunidad. Socializamos las inquietudes que guiaron la elaboración de proyectos, algunas acciones emprendidas y su impacto en los gru- pos e instituciones que participaron, los avatares de dichas intervenciones, los aprendizajes que generaron, las asignaturas pendientes. También quienes transitan las instituciones con las que dialogamos pueden reconocerse en algunos personajes o pueden verse a sí mismos en las escenas que evocamos, sin haberlas presenciado. En la presentación de los casos abandonamos las formas canónicas del discurso académico confiando en las posibilidades de revisar libremente las prácticas que nos ofrece el relato. Si de rememorar y analizar el hacer se trata, ninguna forma del discurso resulta tan apropiada ya que es “un procedimiento de redescripción, en el cual la función heurística procede de la estructura narrativa y donde la redescripción tiene como referente a la acción misma”. (Ricoeur, 2000: 206) 11 La opción por el relato se vincula también con nuestra intención deponer en suspenso la cuestión instrumental y subrayar cómo en cada experiencia del equipo lo conceptual se arti- cula con lo político. En cada proyecto, el sentido último de la acción es que los trabajadores puedan “desplegarse”. Trabajo, aprendizaje y desarrollo son las categorías que sustentan los lazos de cooperación que establecemos con la comunidad. “El pensamiento colectivo genera práctica común. Por lo tanto, el proceso de producción de conoci- miento no es separable del proceso de producción de subjetividad. Ni a la inversa. De poco sirve ir a contarle a la gente qué es lo que debe pensar, cómo debe interpretar su propia vida y el mundo, con- fiando en que esa transmisión de información de conciencia a conciencia sea capaz de producir algo, de liberar en algún sentido”. (Malo, 2004). Algunas de las experiencias que se leerán en esta colección tuvieron su origen en la identifica- ción de necesidades sociales que demandaban aportes innovadores. Otras partieron del re- querimiento concreto de asistencia técnica o innovación por parte de empresas y organismos públicos. Todas tuvieron como horizonte de trabajo el cuestionamiento de las rutinas institu- cionales que imposibilitan el desarrollo de los actores y la innovación como alternativa eman- cipatoria del colectivo de trabajo. Todas admiten un nuevo capítulo, una reescritura, una re- visión crítica, ser el escalón o el puntapié entre un intervalo y otro para una nueva narración. Andrea Pujol 12 A contramano Conflictividad y cambio en la gestión de recursos humanos de una empresa estatal de transporte público 13 “Reintroducir la incertidumbre es reintroducir el tiempo, con su ritmo, su orienta- ción, su irreversibilidad, sustituyendo la mecánica del modelo por la dialéctica de las estrategias […]” Pierre Bourdieu Idas y vueltas de un proceso de modernización Los avatares que sufren los procesos de cambio en las burocracias son objeto de discusión en la literatura especializada a partir de los años ’70. Desde los interrogantes abiertos por Michel Crozier en La sociedad bloqueada (1972), a las claves para pensar la actualidad que plantea Richard Sennett (2006) –por señalar apenas dos hitos–, se enfatiza la necesidad de situar los cambios en su temporalidad histórica, económica, política y social. El contexto en el que se enmarca la problemática a tratar se caracteriza por su continua desintegración o reconfiguración, por la ausencia de reglas de juego que recompensen las actividades cooperativas, constructivas y renovadoras. Así, ¿cómo promover objetivos relativamente duraderos y cómo contribuir a la innovación allí donde no se presentan contrapartidas que justifiquen el cambio? Cuestiones de esa índole atravesaron la experiencia de asistencia técnica producto de un convenio entre la empresa de transporte urbano TAMSE (Transporte Automotor Municipal Sociedad del Estado de Córdoba) y el Programa de Asistencia Técnica y Transferencia en Ca- lidad de Empleo y Desarrollo Ocupacional1 (PCE) de la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional de Córdoba. La intervención realizada entre 2008 y 2009 tuvo como norte contribuir a la modernización de la gestión de los recursos humanos de la empresa. Sin embargo, debido a las razones que desplegamos progresivamente en este relato, se trató de un horizonte huidizo, que puso en evidencia la inevitable complejidad de todo intento de modernización en este tipo de organizaciones y los desafíos técnicos que enfrenta la Universidad ante pro- 14 1. De aquí en adelante: PCE. cesos en los cuales se ponen a prueba sus capacidades de vinculación con la comunidad y transferencia de conocimientos. Cada vez que los actores universitarios entablamos relaciones de cooperación con otras ins- tituciones de la sociedad, se tensionan los conocimientos, perspectivas y modos de operar de los que partimos en el momento de plantear la intervención; los proyectos suponen búsquedas y preguntas que por lo general dan lugar a nuevos saberes. En perspectiva, vueltos al pasado con interés narrativo, constatamos que esta experiencia no fue una excepción en ese sentido. Nos proponemos compartir aquí los nudos de la intervención profesional en TAMSE. En primer término, damos a conocer la historia reciente de la empresa y describimos su orga- nización interna. Luego, presentamos las expectativas de la contraparte y la propuesta que este equipo elaboró a partir del análisis de la demanda y de una instancia diagnóstica inicial. Las “marchas y contramarchas” del plan original son piezas importantes de esta trama ya que develan los avatares de su puesta en práctica, enriqueciendo la comprensión de las contradicciones y conflictos entre los supuestos e intenciones que orientaron las demandas a la Universidad y las soluciones ofrecidas en los distintos componentes del programa. En los procesos de intervención profesional se recomienda prever espacios y tiempos destinados a comunicar y revisar con los actores de las instituciones las decisiones adopta- das y las que a criterio del equipo conviene adoptar, así como priorizar esas instancias dia- logales y sostenerlas en todo momento a través del plan general de acciones. En el apartado final analizamos los aprendizajes concretos alcanzados a ese nivel en el marco de la presente experiencia. 15 Algunos datos y un poco de historia: la TAMSE La organización en la que se realizó la intervención es una empresa del Estado creada en el año 2002. En ese momento una crisis financiera afectó fuertemente a las concesionarias de corredores centrales del transporte público de la ciudad de Córdoba haciendo peligrar el man- tenimiento del servicio y las fuentes de trabajo. La Municipalidad salió al cruce de la situación con medidas audaces: decidió la caducidad de las concesiones, conformó una empresa fi- nanciada por capital municipal bajo la figura de sociedad del Estado, y asumió la prestación del servicio. En el año 2005 absorbió también el servicio de trolebuses y sus tres líneas. La flamante TAMSE no nació de cero sino que se constituyó en empresa del Estado sobre la base de otras empresas públicas organizadas en gestiones municipales previas y de otras empresas privadas que habían quebrado, lo que explica la presencia de un colectivo de trabajo particularmente heterogéneo en su composición demográfica, con trayectorias de oficio di- versas y bajo nivel de cohesión entre los distintos sectores. Desde entonces existen en Córdoba tres corredores de transporte. El que está a cargo de la TAMSE equivale al 40% del total e incluye los no rentables, llamados “corredores sociales”. Dado que en nuestro país el transporte es considerado un servicio social, se derivan fondos públicos para asegurar su prestación en todo el territorio nacional. La prestación del servicio público de transporte de pasajeros en estos corredores es el fundamento de los subsidios es- tatales municipales y nacionales recibidos que, sumados a los ingresos propios, conforman aún hoy el presupuesto de la empresa. 16 La TAMSE es administrada por un Directorio formado por un presidente y tres directores. El presidente y dos de los directores son elegidos por el Ejecutivo Municipal en tanto el tercero es elegido por los trabajadores. El Concejo Deliberante establece el estatuto y es el único ente con potestad para modificarlo. En el momento de la intervención la flota de colectivos sumaba 399 unidades, de las cuales 279 eran comunes y 60 prestaban el nuevo servicio diferencial que durante ese año inició la empresa. El servicio de trolebuses, por su parte, contaba con 37 unidades y se dis- tinguía por una particularidad: desde el inicio la conducción de las unidades estuvo a cargo de mujeres. Un total de 1.496 empleados se desempeñaban como choferes; 120 estaban a cargo de los trolebuses y 996, de los colectivos. Es muy probable que tales cifras hayan cam- biado en más o en menos según las circunstancias que atravesó la empresa desde el 2008 hasta hoy. Pero más allá de las variaciones, no cabendudas de que la TAMSE es una empresa de gran tamaño en términos de personal. Además de la cantidad de personal ocupado, distinguen a la empresa otros tres rasgos. En primer lugar, su carácter público, es decir, dependiente del Estado, lo que determina una organización burocrática, con estamentos jerarquizados y procedimientos rígidamente estandarizados, orientados por el control y la verificación de las actividades de la empresa y de los recursos que se aplican mediante una estricta regulación jurídico-administrativa que reduce la flexibilidad del accionar tanto de los decisores como del personal. En segundo lugar, se trata de un colectivo de trabajadores con estabilidad, en contraposi- ción a la variabilidad y rotación que distingue a la conducción de la empresa. Recordemos que tanto el cargo de presidente como los de dos de los directores mencionados son elegidos por el Ejecutivo Municipal y, por lo tanto, suelen cambiar al compás de los distintos gobiernos y de los vaivenes políticos de un mismo gobierno. En tercer lugar, la mayoría de los empleados están sindicalizados y pertenecen a la UTA (Unión Tranviarios Automotor), gremio muy numeroso y con larga historia de lucha. En buena medida, la trama de la historia que sigue, de sus enredos y complicaciones, de sus idas y vueltas, de la configuración de los grupos de actores y sus acciones en favor o en contra de nuestras propuestas, se relaciona con esta marca y con las tradiciones gremiales del sector. 17 Mover fronteras: de la expectativa inicial a la propuesta ampliada En el año 2008, los salarios abonados absorbían el 80% del presupuesto, sin embargo este costo no alcanzaba a asegurar por sí mismo un adecuado funcionamiento general de la em- presa. El Directorio estaba decidido a optimizar el uso de los fondos y se disponía a ensayar nuevos modos de gestión del personal a los fines de afrontar una etapa de importantes ini- ciativas y transformaciones. Por cierto, se estaban preparando para la prestación de un nuevo servicio, el de los colectivos diferenciales, cuya cobertura demandaría movimientos internos y reestructuraciones. A la vez, un número relativamente importante de conductores se hallaba en pleno trámite jubilatorio, lo que requeriría la incorporación de personal. En este escenario, el Directorio consideró oportuno que, por primera vez en la historia de la TAMSE, el ingreso de nuevo personal se realizara a través de un proceso formalizado de re- clutamiento y selección con el fin de evitar la aplicación de criterios políticos de tipo clien- telar, u otros tácitamente instalados y que generaban malestar. En esa línea, dispuso una convocatoria abierta a postulantes para cubrir los puestos de chofer y la difundió a través de un aviso en el diario de mayor tirada en Córdoba, lo que despertó importantes expectativas en la comunidad, habida cuenta de que se abría la posibilidad de una inserción laboral en empleos de alta calidad, tanto por la estabilidad como por el salario. El resultado fue una base de 5000 postulantes a los puestos ofrecidos y la presencia de un nuevo problema: la empresa carecía de la estructura de recursos humanos necesaria para abordar una tarea de selección de personal de tal magnitud y poner en práctica un conjunto 18 de iniciativas de formación profesional y de salud laboral cuya necesidad ya se había relevado. El dinamismo y complejidad del escenario que se perfilaba motivó la convocatoria a la Uni- versidad en la búsqueda de saberes especializados en la temática. Una vez producido el en- cuentro con nuestro equipo, el Directorio formalizó su demanda de colaboración para la profesionalización del ingreso y el establecimiento de mecanismos y procesos de selección de personal que aseguraran transparencia y equidad a los postulantes. La expectativa de la empresa apuntaba casi con exclusividad a una intervención en torno a la selección de nuevos choferes, actividad lo suficientemente compleja como para ser re- suelta a través del PCE2 tanto por el volumen de la base de reclutamiento como por las espe- cificidades del puesto a cubrir. Sin embargo, para nosotros la selección podía integrarse a un proyecto más amplio, que considerara otras inquietudes planteadas por el Directorio de TAMSE en las entrevistas iniciales. Por lo tanto, asumimos el riesgo de contraproponer un proyecto más abarcador estructurado en torno a tres ejes de trabajo que se plasmaron en tres unidades operativas de servicios: • selección y promoción, • capacitación y desarrollo del personal, • evaluación y mejora de las CyMAT3. Cada unidad enfrentó dificultades particulares, algunas esperables y otras imprevistas, que determinaron marchas y contramarchas en el recorrido de la intervención. La unidad de selección y promoción en primer lugar se propuso establecer los mecanis- mos, procedimientos e instrumentos para profesionalizar el ingreso de personal a la empresa, fijar los requerimientos de calificación mínimos exigidos para los puestos de trabajo clave y estandarizar las competencias técnicas y sociales necesarias para el desempeño. Uno de los principales desafíos consistió en la construcción de instrumentos que permitieran evaluar las competencias técnicas requeridas por la posición a cubrir y que al mismo tiempo sirvieran para ser aplicados en forma simultánea a un número importante de postulantes. Como paso siguiente, se planteó el diseño de un manual de inducción o integración de colaboradores y un plan de capacitación del personal de la empresa para que realizara la in- 19 2. De acuerdo con la filosofía de trabajo adoptada, el PCE propone que las actividades de asistencia técnica que se reali- zan desde la Universidad no deben limitarse al mero ofreci- miento de servicios que nor- malmente pueden satisfacer los egresados en sus activida- des de rutina. 3. Condiciones y Medio Ambiente de Trabajo. ducción al puesto de nuevos conductores. Se preveía que esta unidad también evaluara el desempeño de algunos choferes recientemente incorporados y que estableciera los criterios y mecanismos de promoción de personal. La unidad de capacitación y desarrollo se orientó a la determinación de prioridades en cuanto a calificación y capacitación, para luego diseñar, organizar y evaluar las actividades sobre esa base. También se dedicó a estimar el capital humano de la organización, con el fin de conocer sus principales características socio-profesionales y planificar acciones realistas de desarrollo para distintos grupos. La unidad de mejoramiento de CyMAT se propuso realizar estudios específicos en dis- tintos procesos de la empresa y establecer las prioridades en cuanto a necesidades de mejora. Nuestra idea era detectar y ponderar riesgos laborales, caracterizar tipologías de riesgo y problemáticas recurrentes e implementar tableros de mando para la gestión de CyMAT. La puesta en marcha de este plan de trabajo fue acompañada por una rutina de reuniones de coordinación con los miembros del Directorio con una frecuencia quincenal, con agenda o temario. Registrábamos las discusiones, los acuerdos y los ítems pendientes que luego se comunicaban y archivaban en formato de minuta. 20 La selección de choferes: criterios encontrados El proceso planteado por la unidad de selección y promoción implicaba la formalización de los ingresos a la empresa y constituía una absoluta novedad frente a prácticas tradicionales que hasta entonces habían dispuesto los ingresos de modo informal. En el caso de TAMSE, como en el de otras experiencias de intervención donde se ponen en debate principios y posturas res- pecto de esta cuestión, nos guiaba el propósito de revalorizar la instancia pública de acceso al empleo. Sin embargo, y a pesar de las coincidencias del equipo profesional con el Directorio en relación con la mayoría de los criterios de selección adoptados, se desataron conflictos de alto impacto político hacia dentro y hacia fuera de la institución. Veamos lo que sucedió. Como hemos dicho, antes de nuestra llegada, la empresa habíapublicado en periódicos locales un aviso en el que solicitaba conductores de colectivo y establecía como requisitos al- guna experiencia previa similar, un rango de edad entre 25 y 35 años y estudios secundarios completos. Esto implicó que el proceso de selección comenzara sin un paso previo clave: la consideración conjunta de los requisitos planteados, la valoración de cada uno y su perti- nencia en relación con el puesto de trabajo, es decir, la elaboración del perfil requerido. En cambio, y muy lejos de la metodología aconsejada en estos casos, conocimos los argumentos que fundaron la decisión cuando ya estaba tomada. La edad se había fijado tomando en cuenta los años de trabajo necesarios para acceder a la jubilación, criterio que estimamos adecuado, al igual que el de exigir experiencia previa en ocupaciones similares dada la responsabilidad implicada en la tarea. Respecto del requisito 21 de acreditar estudios secundarios completos, la empresa argumentó que intentaba alinear sus políticas de gestión de personal con las tendencias nacionales instaladas en 2007, año en el que se dispuso la obligatoriedad de ese tramo de la educación formal para todo el país. Por nuestra parte, entendíamos que en el caso de TAMSE ese parámetro debía pensarse más bien como un lugar de llegada que como un punto de partida, ya que con seguridad se pre- sentaría un número importante de postulantes con competencias para el puesto pero sin nivel medio completo. Contrariando la posición del Directorio, considerábamos deseable que esas personas tuvieran posibilidades de acceso a los cargos. El equipo debió afrontar complicaciones técnicas inicialmente no previstas derivadas de la enorme cantidad de solicitudes de postulantes recibidas en respuesta al aviso, en particular, fueron dificultosas la definición de criterios y estrategias para el ordenamiento de los ante- cedentes y la realización de las entrevistas. Por su parte, el ordenamiento y sistematización de la documentación, la realización de las entrevistas y la elaboración de informes sobre los postulantes, significaron un reto técnico no menor, que dejó como saldo un importante aprendizaje para el equipo, principalmente porque en las diferentes fases de la intervención tuvimos la posibilidad de crear, diseñar, construir criterios, procedimientos y técnicas ad hoc en colaboración con diferentes actores de la empresa. Los obstáculos técnicos pudieron sortearse con pericia, la dimensión política en cambio se dirimía en un escenario cruzado por disputas de poder, donde incidieron variables ajenas a los actores del campo universitario. Aun cuando dentro del Directorio existían posiciones diversas, podemos decir que en ge- neral la empresa expresaba su interés por superar los ingresos de tipo clientelista, fuerte- mente afianzados por la tradición, para virar hacia un mecanismo de ingreso profesionali- zado, fundado en trayectorias y competencias técnicas y sociales, en el marco de un proceso equitativo y transparente. El Directorio declaraba contar con el respaldo del intendente de la ciudad para la iniciativa y reconocía el peso que nuestra condición universitaria había te- nido en la contratación ya que, según lo entendían, les garantizaba solvencia técnico profe- sional y sobre todo, neutralidad política. Otra era la visión del Sindicato. Más temprano que tarde el Gremio comenzó a manifestar su desacuerdo respecto del requisito de acreditación de estudios secundarios completos impuesto a 22 los postulantes, por entender que impedía el ingreso de los hijos de muchos de los trabajadores. El lazo filial dominaba en el anterior marco regulatorio derivado del estatuto de la empresa, que establecía que en el caso de que existieran postulantes con condiciones equivalentes al ingreso para cubrir una vacante, se favorecería a los hijos de los empleados. Como se verá más adelante, las disidencias trajeron consecuencias en el plan global acordado. Un dato para nada menor: la mayoría de los conductores en actividad no habían completado sus estudios secundarios y hasta entonces ello no había sido un factor significativo en relación con el desempeño del oficio. La lectura del Sindicato, dominante en la tradición de la empresa, priorizaba el término “hijos”, extendía su sentido a otros parentescos (sobrinos, ahijados, yernos…) y otorgaba a todos ellos un privilegio en el ingreso. En cambio, nuestro equipo priorizaba el término “condiciones equivalentes”, porque consideraba que si un postulante, luego del recorrido por el proceso de selección, quedaba en posición menos favorecida que otros, particularmente en relación con el requisito de la experiencia previa, no era un postulante sugerido para ocupar el puesto aunque fuera hijo de un trabajador de la empresa. Diferíamos del Sindicato con respecto a la interpretación de las reglas fijadas por el estatuto y también disentíamos con el Directorio cuando ponía en valor la experiencia previa en el ejercicio de la actividad de conducir. Desde nuestra perspectiva, el privilegio para los hijos de los empleados sólo era aplicable en el caso de postulantes equivalentes en cuanto al cumplimiento de los requisitos establecidos. El mecanismo de ingreso a través de la selección de personal ejecutada desde la Universidad fue percibido por algunos trabajadores como una importante barrera de acceso para allegados y familiares y fue suscitando resistencias entre los diferentes actores, hasta llegar a resentir la marcha global del programa. Como es de práctica común, nuestro equipo técnico no decidía los ingresos sino que se limitaba a elevar la nómina de candidatos con los resultados de las evaluaciones. La empresa se encargaba de tomar la decisión final sobre la base del lis- tado de personas aptas para el ingreso. El Directorio hubiera podido ampararse en las tradi- ciones y priorizar en su decisión a los familiares del personal, sin embargo persistió en su propósito de producir cambios y por eso –quizás con cierta inflexibilidad– se ajustó a los cri- terios de acceso acordados con el equipo técnico, ratificando la concepción que esta frase re- sume: “La empresa sólo pretende un proceso justo y transparente”. 23 Más allá de este meritorio cometido político, hoy cabría observar que en tal contexto de presiones aquel Directorio no logró construir en forma oportuna estrategias compen- satorias para destrabar los conflictos que iban emergiendo. Entre otras opciones, tal vez hubiera resultado efectiva y muy bien recibida la promoción de oportunidades para que los postulantes y los trabajadores que ya formaban parte de la empresa finalizaran los es- tudios secundarios. Las tensiones quedaron expuestas y los intercambios se volvieron difíciles. Para poder avanzar con las acciones pautadas en los tres ejes, nuestro equipo se embarcó en numerosas tentativas de mediación entre el Sindicato –actor de gran peso dentro de la empresa– y el Di- rectorio, sin resultados positivos. Como era de esperar, los efectos de la controversia se hi- cieron sentir también sobre las otras unidades de trabajo. Como se dijo, el componente central de la unidad de CyMAT consistía en una evaluación de la calidad de los ambientes de trabajo de la empresa, con el fin de introducir mejoras ob- jetivas en seguridad, higiene, salud laboral, premios y beneficios, etc. Lamentablemente, a raíz del malestar desencadenado por el proceso de selección, el Sindicato decidió no acom- pañar el relevamiento de condiciones y medio ambiente de trabajo, a pesar de haber apoyado la iniciativa desde el comienzo y de haber convalidado las primeras acciones. El relevamiento había alcanzado un grado de avance de más del 70%, sin embargo, en un intento por evitar mayores conflictos con los delegados, el Directorio decidió suspenderlo y también pospuso algunas actividades de capacitación ya planificadas. Un retroceso, una negociación tácita… en fin, para nosotros, un esfuerzo desaprovechado y la frustración de una expectativa de mejora en aspectos clave para la calidad devida laboral y el desarrollo de los trabajadores de la institución. En el marco de la tensión entre los criterios que defendían el Directorio, el Sindicato y la Universidad, los hijos de los choferes –supuestamente interesados en ingresar a la empresa– también expresaron su posición en la privacidad de las entrevistas de selección. En ese tipo de entrevistas es normal que los psicólogos propiciemos un clima de verdadera confianza, que habilita conversaciones intensas, plenas de espontaneidad y franqueza y que incluso da lugar a sinceramientos inauditos. “El que está muy interesado en que yo agarre este laburo en realidad es mi papá”, se oyó confesar a uno de los entrevistados. 24 En efecto, algunos jóvenes no mostraban inquietud alguna por empezar a trabajar. Ningún interés por conducir un colectivo, ni por levantarse temprano, ni por lidiar con el tráfico… ni siquiera a cambio de un trabajo estable, en blanco, con amplia cobertura en cuanto a beneficios sociales. Pudimos comprobar que, aunque no lo expresaran abiertamente, no siempre los hijos compartían el interés de sus padres ni el afán con que aquellos presionaban por su incorporación a la empresa, avalados por el gremio. Cabe pensar que se imponían lógicas corporativas antes que deseos o expectativas individuales, más próximas al interés de cada sujeto en particular. En síntesis, el Directorio, el Sindicato, los consultores, los postulantes… todos a contramano. 25 Mujeres al volante A la unidad de selección se le asignó además la singular tarea de evaluar y elegir operadoras de trolebuses. Los trolebuses tienen puntas de línea propias, talleres propios, personal propio, lo que determina que de hecho constituya un segmento aparte de la empresa. Aunque los trolebuses prestan servicio en la ciudad de Córdoba desde el año 1989, pasaron a estar a cargo de la TAMSE recién en el año 2005. Eso sí, siempre fueron conducidos por mujeres. A pesar de que el aviso publicado solicitaba personas de sexo masculino, se habían recibido alrededor de 1.200 currículos de mujeres interesadas en el puesto de chofer. En este caso no era posible requerir experiencia previa, dado que en la ciudad de Córdoba la conducción de trolebuses sólo se realiza en esta empresa. Ese condicionamiento obligó a variar los pasos y procedimientos anteriores a la hora de trabajar con señoras y señoritas. Nuestro equipo clasificó primero los currículos y seleccionó a la población apta para ingresar a una capacitación destinada a enseñarles cómo conducir unidades de trolebuses, que estaría a cargo de operadoras con experiencia. Esa capacitación en un coche escuela constituyó la se- gunda instancia dentro del proceso de la selección, mientras que las entrevistas individuales se realizaron a posteriori, en un tercer y último momento. Las entrevistas realizadas fueron sólo 19, como se ve, una cantidad mucho menor que para el caso de los varones. Esa diferencia es sólo una de las tantas registradas en el recorrido cumplido en uno y otro proceso. Tanto los postulantes a conductor de ómnibus como las mujeres entrevistadas conforma- ban una población del mismo rango de edad y con igual nivel de escolaridad. Recordemos 26 que en ambos casos la empresa había exigido el certificado de estudios secundarios comple- tos. No obstante, notamos una diferencia importante en el comportamiento de las mujeres, quienes durante la entrevista tuvieron un despliegue mucho más asertivo, seguro, y hasta se podría decir, más “cómodo” que los varones, demostrando mayor adecuación a la situación comunicativa y mayor conciencia de sus propios recursos y expectativas laborales. A su vez, varias candidatas manifestaron que, más allá del resultado de la selección, se sentían orgu- llosas del hecho de haber participado de la experiencia de evaluación. Cabe preguntar si esta singularidad debe atribuirse a una cuestión de género, o más bien al momento en que se ubicaron las entrevistas de unos y otros dentro del proceso, o sea, a una cuestión procedimental y técnica. En el caso de las mujeres, fue a posteriori de la capaci- tación en el “coche-escuela”, lo que facilitó una progresiva adaptación al dispositivo imple- mentado y una mayor comprensión del contexto y de las lógicas de funcionamiento de la empresa. También es posible que haya influido la representación subjetiva respecto del puesto al que unos y otros se postulaban, ya que si bien en algunas entrevistas de hombres se expresó que conducir unidades de gran porte era una “tarea especial”, en el caso de la mayoría de las mujeres pudo comprobarse que la tarea se percibía como poco convencional, todavía más especial que la de manejar colectivos, diríase un oficio “excepcional”. En palabras de una de ellas: “Refleja mi personalidad, porque es como decir: ¡Miren! No vengo en bicicleta…”. También para nosotros, muchos aspectos del proceso tenían carácter excepcional, y sus desvíos, aciertos, e incluso los equívocos, nos impulsaban a continuar con entusiasmo. 27 Mejorar las CyMAT: ¿son negociables las condiciones de trabajo? Mientras se desarrollaba el proceso de selección, inició sus tareas la unidad de mejoramiento de las CyMAT. El concepto de condiciones y medio ambiente de trabajo articula lo referido a condi- ciones físicas con lo relativo a factores psicosociales, como por ejemplo, la forma organizativa de los procesos de trabajo, los modos de evaluación y control, la gestión del personal, entre otros. El conjunto de estos factores impacta sobre la salud de los trabajadores, pero a la vez establece el ámbito en que se pueden ejercer acciones saludables. El trabajo no necesariamente enferma, pero sí pueden hacerlo las condiciones en que este se desarrolla. La buena noticia es que las realidades laborales, por ser el producto de decisiones de gestión y organización, resultan modificables de manera sustantiva a través de acuerdos con los decisores o con quienes tienen el poder político de cambiarlas. Aunque en menor medida, también los trabajadores son capaces de lograrlo en su cotidianeidad. De allí la importancia de que los encargados de tomar decisiones cuenten con información fehaciente y detallada. En primer lugar, se diseñó y puso en marcha un censo de todo el personal con el objetivo principal de relevar el perfil socio demográfico de los trabajadores con que contaba la empresa y de las condiciones laborales en que se desempeñaban. Esta información serviría de base para un accionar más ajustado en cuanto a formación y salud laboral. Son escasos los antecedentes registrados de acciones de este tipo en empresas públicas, lo que consideramos le da una trascendencia particular al relato de este aspecto de la inter- vención. Incluso durante la etapa de relevamiento surgió la idea de detectar los riesgos labo- 28 rales más frecuentes como para implementar un tablero de mando para la gestión de las CyMAT. Esto llevó a perfeccionar y a enriquecer los instrumentos que se desarrollaron para el trabajo de este subequipo. Desafortunadamente, como ya se adelantó, las diferencias entre el Gremio y la Dirección tuvieron como consecuencia la interrupción del relevamiento en su etapa final, a pesar de la destacada y oportuna participación del Sindicato en la etapa previa a la implementación. Fueron precisamente los delegados quienes efectuaron aportes al equipo profesional en el momento del diseño de los instrumentos y quienes colaboraron en la revisión minuciosa del cuestionario para evitar posibles obstáculos en la toma. Según la visión de los delegados, para asegurar que se llegara a un número significativo de censados, sobre todo entre los choferes, se debían contemplar una serie de previsiones: a) que la toma fuera obligatoria para todos los empleados de la TAMSE preservando la iden- tidad de cada encuestado, b) que se reforzara la comunicación desde la Dirección acerca de la importancia de conocer la opinión de todos los trabajadores y c) que se involucrara a los inspectores en la implementación para que “abrieran la puerta” de laspuntas de línea. No obstante la colaboración y disposición iniciales, el malestar generado por la discre- pancia entre las modalidades de ingreso tradicional y las nuevas que se promovían, hizo que, hacia la mitad del relevamiento, las acciones de la unidad de CyMAT empezaran a verse obstaculizadas y finalmente se interrumpieran. Surgieron resistencias de distinto tipo. Entre otras, la decisión de no contar ciertas ex- periencias laborales por temor a evaluaciones negativas y sanciones. Sabemos que el cum- plimiento cotidiano de la tarea siempre va más allá de lo prescripto4, y eso implica muchas veces el desarrollo de prácticas al margen de lo dispuesto, conocidas como los “trucos” del oficio, que sólo se reconocen cuando el clima de confianza es suficiente. El contexto de crí- ticas y tensiones en que se estaba implementando el censo desalentaba la franqueza que hubiera permitido socializar y admitir los trucos instalados en las prácticas, protegidos por la complicidad y el secreto, debido a su alto grado de trasgresión a las normas. Algunos em- pleados temieron quedar expuestos e incluso ser sancionados, por lo que prefirieron callar. En esa falta de confianza sin duda también influyó el hecho de que el censo fuera única- mente una decisión de las autoridades, actores con rango jerárquico cuya condición transi- 29 4. Para profundizar este tema sugerimos la lectura de textos de Christophe Dejours. Este autor sostiene que la organiza- ción real del trabajo es producto de las relaciones sociales, que en el mundo del trabajo siempre existe un desfasaje entre la tarea prescripta y la actividad real y que, por lo general, las consignas destinadas a organi- zar el trabajo llevan a desorgani- zarlo e incluso vuelven imposi- ble el logro de los objetivos si son respetadas de manera escrupulosa. Así, en medio de una aparente paradoja, seguir al pie de la letra las prescripcio- nes, las consignas y los procedi- mientos atentaría contra su plena eficacia. En esta línea se inscribe y debe interpretarse la siguiente afirmación: “El trabajo es la actividad coordinada desple- gada por los hombres y las mujeres para enfrentar lo que, en una tarea utilitaria, no puede obtenerse mediante estricta ejecución de la organización”. (Dejours,1998: 44). toria los volvía referentes poco estables, figuras provisorias, “del momento”. Ya se mencionó que se trataba de cargos ocupados por personas elegidas por el Ejecutivo Municipal, con alta rotación e inevitable dependencia de los ciclos políticos. A los fines de abordar los procesos emergentes de resistencia al censo por parte de algunos trabajadores, se realizó una reunión con los delegados gremiales en la que se ex- plicitó nuevamente la metodología y el propósito del relevamiento, se dio a conocer el cuestionario que sería utilizado y se registraron las inquietudes y expectativas. Los dele- gados capitalizaron el encuentro para aclarar que en verdad no tenían problemas con las acciones de la unidad de CyMAT, pero que sí “había muchos problemas con los nuevos ingresos de personal”. Con todo, admitieron la racionalidad de los procedimientos propuestos por el equipo de la Universidad. Análisis posteriores nos llevaron a concluir que la oposición al censo fue un desplazamiento de la resistencia al cambio en las modalidades de reclutamiento y selección, aun cuando el motivo de este rechazo –la pérdida de privilegios– no podía sostenerse razonadamente en el actual contexto. Intervenir en organizaciones en etapas de cambio implica crear continuamente los canales y dispositivos para generar la información que permita encaminar y reencaminar continua- mente la intervención. No es una regla, pero sí un principio general comprobado. Los equipos profesionales nos proponemos comprender por qué sucede lo que sucede en cada caso, to- mando como unidad de análisis lo singular, a partir de la lectura de ciertas dimensiones y de ciertos dispositivos analizadores de los fenómenos. Ahora bien, en las situaciones concretas, cada sector de la organización se relaciona con el resto, conformando una compleja red de interacciones en donde cualquier decisión afecta a cada una de las otras de manera amplificada e impredecible, por lo que permanentemente debemos leer entrelíneas las señales del sistema, las que con frecuencia escapan a dimen- siones de análisis previstas. Esto supone la necesidad de un continuo análisis del complejo cruce de instancias históricas, políticas y sociales que atraviesan la realidad en la que inter- venimos y también el análisis de la propia tarea e implicación como operadores. Más allá de los inconvenientes, en el caso de CyMAT los cuestionarios fueron aplicados a un número significativo de trabajadores, de modo tal que las apreciaciones de quienes 30 respondieron bien podrían generalizarse. Nuestro plan consistía en presentar los resultados por área, primero a la Dirección de la empresa para lograr algún nivel de voluntad política de cambio y posteriormente, a las distintas secciones involucradas. Habíamos detectado problemáticas de diferente tenor; muchas de las cuestiones a modificar implicaban deci- siones de inversión que debían resolverse a nivel del Directorio de la empresa, pero otras, la gran mayoría, eran solucionables directamente entre los trabajadores y sus superiores inmediatos a través de acciones de sensibilización y prevención. Lamentablemente los resultados sólo llegaron a ser conocidos por la Dirección de la em- presa, que no acompañó las acciones de esta unidad con la misma vehemencia con la que apoyó la selección de choferes. Con posterioridad, un miembro del Directorio nos dijo con respecto al censo: “el Sindicato y los trabajadores no percibían que podía haber ventajas ahí. Pero ya en ese momento no importaba...” 31 El malestar en su contexto: ¿qué esconde el enojo? Corría el mes de septiembre de 2009 y promediaba el primer año de la experiencia. El Área de Recursos Humanos convocó a una reunión con delegados para que nuestro equipo diera cuenta de la intervención realizada desde la UNC. La iniciativa nos pareció acertada porque considerá- bamos estratégico interactuar con el Sindicato y establecer alianzas, siempre que se mantuviera la coincidencia en cuanto al rumbo y al objetivo de velar por el bienestar los trabajadores. Tení- amos muy presente que en un encuentro anterior en el que habíamos discutido aspectos técnicos del censo de condiciones de trabajo, sus aportes nos habían enriquecido. Tal vez en forma apre- surada y hasta si se quiere, ingenua, ese antecedente nos llevó a anticipar un desenlace positivo. Pero, desde el comienzo, en la reunión se respiraba una atmósfera tensa. Luego de las presen- taciones fuimos rápidamente increpados: “¿cómo es que ya no se siguen receptando currículos en la Universi- dad?” A ese tipo de intervenciones le siguieron otras en el mismo tono y contenido descalificador. Fueron criticados los criterios y procedimientos usados para la selección de personal, en un clima de descreimiento que ponía en duda nuestro accionar profesional y la calidad del dispositivo téc- nico aplicado. La interacción discurría por canales para nada provechosos y costaba establecer las bases para una verdadera conversación. Nuestros interlocutores se negaban a escuchar argu- mentos y razones. Cuando intentamos ofrecer explicaciones, nos interrumpieron diciendo en tono desafiante y teñido de sospechas:“¿Cómo armaron el perfil del puesto? Si es que lo hicieron…” Por nuestra parte, más calmos, uno a uno, conservando el rol profesional y sin perder de vista la institución a la que representábamos en ese acto, expusimos las razones que 32 respaldaban lo hecho hasta ese momento. Cada uno de nosotros fundamentó en forma pausada los porqué, los cómo, los criterios y métodos seleccionados, la modalidad de re- cepción de los currículos, el tratamiento dispuesto en el caso de los hijos de choferes, la construcción del perfil del chofer de transporte urbano, los criterios y técnicas empleados en las entrevistas,la participación de la empresa en el proceso… Para los delegados nada resultaba suficiente y volvían a la carga sin suavizar la intensidad ni el tenor de los reclamos. Objetaban todo, cuestionaban la utilidad de nuestro aporte, pe- dían que nos retiráramos porque, según su punto de vista, ocasionábamos malestar. La es- cena anterior volvió a repetirse: por turnos, nosotros reiteramos las explicaciones, reforzando los argumentos ya expuestos. De pronto, una integrante del equipo, que hasta ese momento se había limitado a registrar la reunión, soltó la lapicera para dirigirse al delegado más locuaz. Demostró su ofuscamiento, de hecho, perdió también ella la calma y le recriminó su desconocimiento respecto de lo que se venía discutiendo. Se trató de un error táctico que sólo consiguió avivar el fuego. Los re- presentantes del gremio redoblaron sus críticas, más empeñados que nunca en invalidar nuestra tarea. El acaloramiento se extendió por varios minutos y el tono de la discusión se elevó hasta convertir la escena en un griterío. Después sobrevino otra rueda de argumentos y explicaciones hasta que apareció una bre- cha por donde encontrar cierto grado de racionalidad, desatar el nudo, echar luz sobre el malestar. ¿Cuál fue el disparador que permitió pasar a un intercambio respetuoso y aceptable? ¿Cuándo cesó la polémica? Cuando reconocieron que estaban enojados con la empresa y no con nosotros, porque los criterios de selección los había fijado el Directorio desconociendo incluso nuestras discrepancias expresas. Después de tan intenso enfrentamiento, cayeron en la cuenta de que teníamos más motivos para aliarnos que para rivalizar. Leer qué esconden las señales, reconstruir la trama de sentidos que da lugar a las acciones y que está en la base de las mutuas representaciones de los actores que participan de un con- flicto, es tarea de psicólogos organizacionales, claro está, y hubo que hacerlo atravesando en TAMSE una dura prueba. Pero en las instituciones suele suceder que las partes cambien de opinión y las posiciones enfrentadas se dinamicen hasta casi diluirse. En esa línea, si cabe la broma, más de una vez 33 las negociaciones entre el Directorio de la TAMSE y el Sindicato se metieron “en contramano por la General Paz”. Luego de un tiempo, supimos que los delegados habían propuesto una nego- ciación a la Dirección que consistía en permitir el relevamiento de condiciones de trabajo ya iniciado, a cambio del cese de las selecciones de personal. Se trató sin dudas de un acuerdo, insólito pero real: finalmente, en la práctica, como el Directorio no cedió con los criterios de selección, el Sindicato impidió la continuidad del relevamiento. Desde el Directorio y sin vueltas nos hicieron saber que “Dadas las complicaciones políticas y las posibles consecuencias de este proceso, será mejor que no se lleve adelante.” Si bien el análisis institucional no es el objeto de este relato, revisar lo acontecido desde esa perspectiva aporta elementos para comprender la emergencia de obstáculos en la ejecu- ción del plan de trabajo previsto. Entendemos que la conflictividad que marcó las relaciones entre el Directorio y el Gremio y que signó todo el proceso de intervención, derivaba de la tensión entre dos actores institucionales, cada uno de ellos “a contramano” de la historia. Por una parte, un Sindicato con dificultades para pensar la acción colectiva de modo tal que, además de la defensa de los derechos y las conquistas del sector, incluyera iniciativas ligadas a otras dimensiones del trabajo asociadas al desarrollo (salud, formación, condiciones y medio ambiente de trabajo, profesionalización), que dieran cuenta de una agenda renovada de la acción gremial. Por otra parte, una empresa en crisis conducida por un Directorio sin posición homogénea respecto de las estrategias de cambio, pero inclinado a pensar que la modernización se vin- culaba estrechamente con la introducción de las claves del éxito del managment del sector pri- vado en el ámbito público, lo que, a juicio de este equipo, evidenciaba también ciertas difi- cultades para renunciar a paradigmas que ya se habían demostrado enteramente ineficaces para resolver los problemas de modernización del sector público5. En síntesis, el debate acerca de cómo modernizar una empresa pública a partir de la con- sideración de estrategias propias del ámbito de las políticas y la administración públicas, incluye el análisis del rol de los trabajadores en dichos procesos y su representación sindical, es decir, la consideración de prácticas de acción colectiva que instalen un circuito virtuoso entre una administración eficiente de lo público, calidad de servicios para los usuarios y ca- lidad de empleo para los trabajadores. 34 5. Pueden verse otros ejemplos que van en esta dirección en Motta Méndez, J. La lógica del sector público: ¿reforma al ser- vicio de qué modelo?, en IX Jornadas de Investigación de la Facultad de Ciencias Sociales. UdelaR. Montevideo. 2010. “Que la empresa ande” o cómo capacitar para la gestión compartida De las tareas planificadas en el proyecto de intervención tal vez la realización de una capaci- tación orientada a gerentes y mandos medios, sea la que mejor describe algunas de las difi- cultades que enfrentaba la empresa en su funcionamiento cotidiano. Con el objetivo de acompañar procesos de mejora en la organización interna, se propusieron actividades for- mativas orientadas al desarrollo de habilidades de gestión, de modo tal de optimizar la con- ducción de equipos de trabajo y las coordinaciones entre las distintas áreas. La mayoría de los participantes sostuvo que esta experiencia era la primera instancia de formación en capacidades de gestión que se desarrollaba para todo este grupo de trabajadores (personal de mandos medios y gerentes). Contrariamente a lo sucedido ante iniciativas in- novadoras en las otras unidades de trabajo, la capacitación fue aceptada de inmediato. En la recepción positiva se advirtió que la oferta de un espacio de estas características venía a cubrir una necesidad quizás no expresada hasta entonces, o no detectada debido a la atención constante de las urgencias cotidianas. Además de los resultados específicos del proceso de capacitación en sí, esta instancia ge- neró otro tipo de efectos no previstos, pero igualmente favorables. Concretamente contribuyó a la integración de los trabajadores y provocó una incipiente concientización acerca del lugar propio en la organización global. Cabe preguntarse por qué. La dimensión espacial jugó un rol central en el proceso. El asentamiento físico de la em- presa se reparte en varios locales y edificios en diversos sitios de la ciudad, pero la capacitación 35 se desarrollaba en un solo lugar, la punta de línea de los coches diferenciales, lo que obligó a los empleados a desplazarse desde sus áreas habituales de trabajo hacia esta zona clave. De ese modo, la capacitación se convirtió para algunos empleados en la primera ocasión de conocer la sede e, incluso, de conocer a sus compañeros. Por primera vez, algunas personas de áreas que interactuaban con frecuencia por teléfono o por correo electrónico tomaban contacto personal entre ellas; en muchos casos desconocían los nombres, la función y las responsabilidades que cumplían. La historia de la empresa explica que se haya configurado con el rasgo de la dispersión como nota singular llevando a que las distintas áreas de trabajo funcionaran de un modo muy cerrado, casi como “feudos” de distintos propietarios. Eso, sumado a la distribución geográfica de los locales, provocaba dificultades en la articulación y coordinación de activi- dades entre las distintas áreas, por lo que finalmente cada sector desarrollaba su tarea en función de lo que creía apropiado, diluyéndose así el trabajo conjunto e integral de los dife- rentes actores en pos de un objetivo o política organizacional. Hubo un hecho notable: en el momento de las presentaciones, todos los participantes se esmeraron en exponer susactividades como si fueran centrales e imprescindibles para el funcionamiento general del ente. El Área Contable destacaba que sin dinero la empresa se paralizaría; el Área de Tráfico decía que sin coches en circulación no habría empresa; el Área de Recursos Humanos enfatizaba que sin personas ocupadas en que la empresa marchara (o sea, ellos mismos), nada marcharía… Cada quien defendía su territorio. El funcionamiento compartimentado y poco coordinado los llevaba a pensar que el área de trabajo de cada uno era central. Como agravante, las posibilidades de articulación efectiva se veían dificultadas porque las comunicaciones se referían a las actividades concretas realizadas en diferentes escenarios, cada una con sus demandas, necesidades y motivos predominantes. En otras palabras, convivían distintos modos de pensar, dependientes del contexto de actividad en el que cada trabajador se desarrollaba, y sin conocimiento de los otros ámbitos y tareas. Por ejemplo, el encargado de taller estaba claramente orientado a la acción concreta, y hablaba sin cesar de la organización de su día de trabajo según las tareas planteadas, las dificultades para enfrentar los imprevistos y la falta de aprovisionamiento de los insumos necesarios, (básicamente, repuestos) en donde ubicaba su mayor problema. El encargado 36 de tráfico, por su parte, ponía énfasis en las cuestiones de liderazgo, ya que su actividad co- tidiana lo llevaba a estar en contacto permanente con los conductores de las unidades, plantel más numeroso que el de otras áreas y con mayor nivel de conflictividad. A su vez, el personal de contaduría insistía en mostrar el vínculo de la empresa con la Municipalidad, ya que gran parte de los fondos que permitían el funcionamiento global provenían de allí. En síntesis, un panorama de visiones acotadas. El espacio de capacitación, organizado en la modalidad de taller, promovió una fuerte implicación de los participantes y resultó revelador de los distintos modos de pensar, de- pendientes del contexto de actividad en el que un individuo se desarrolla. Lo contabilizamos entre los aciertos de la experiencia como una de las acciones más satisfactorias. Al finalizar la capacitación, recogimos manifestaciones positivas que contrastaron fuertemente con las impresiones iniciales, ya que para ese entonces los trabajadores comenzaban a comprender y desde luego, aceptar, la idea del necesario encadenamiento de las tareas de todas las áreas para asegurar el funcionamiento general. Se oyó decir con convicción: “es responsabilidad de todos que la empresa ande”. En una entrevista reciente, un ex miembro de aquel Directorio opinó que la capacitación a mandos medios había sido el aspecto más provechoso del convenio y que debería haber continuado, porque allí los participantes lograban incorporar efectivas herramientas para trabajar. Pero agregó que eso no había sido posible porque la complejidad de la selección había absorbido recursos y tiempo más allá de lo planificado. 37 Asistencia técnica sin transferencia: cuando el aprendizaje “se bloquea” Cuando la asistencia técnica no desemboca en procesos de transferencia de saberes a la con- traparte, se experimenta la convicción de un proceso inacabado y de bajo impacto. Este es uno de esos casos. Desde el momento del diseño del proyecto y atentos a las inquietudes de un Directorio in- teresado en modernizar la gestión, sostuvimos que el Área de Recursos Humanos debía for- malizarse y apropiarse de manera progresiva de los procesos, procedimientos y resultados de la experiencia, participando activamente en las actividades desarrolladas por el equipo técnico. En virtud de ello, concebimos un estilo de intervención con unidades operativas que implicaban a actores de la contraparte, como un modo de trabajo codo a codo que favo- reciera aprendizajes compartidos. Las diferentes tareas, además, lo posibilitaban. Así, se describieron los principales puestos de trabajo, se definieron criterios de desem- peño, se elaboraron los procedimientos para llevar adelante la selección de personal, desde la convocatoria a entrevistas hasta la incorporación al puesto de trabajo. En la misma línea, se produjeron informes e instructivos y se propiciaron reuniones de trabajo conjunto. En lo fáctico, se completaron legajos y se ordenaron en ficheros de acuerdo con los criterios vali- dados en reuniones con el Directorio. Cada legajo en una carpeta colgante donde se incluían además los resultados y documentación de las pruebas de selección tomadas. Se consiguieron los ficheros y se los colocó en la sede de la calle General Paz, donde fun- cionaba en aquel entonces el Área de Recursos Humanos, justamente con el propósito de 38 que el personal del área, más allá de los sucesivos cambios de directorio, tuviera la informa- ción física disponible para una gestión adecuada. Sin embargo, los procesos de apropiación de saberes por parte de la organización nunca pudieron concretarse. En la lógica institucional que venimos describiendo, la imposibilidad de concretar un proceso de difusión de conocimientos en la empresa obedeció principalmente a la dinámica de conflictividad gremial que marcó la experiencia: a medida que se intensificaba la resis- tencia gremial a la profesionalización del proceso de selección, la voluntad política del Di- rectorio de modernizar la gestión de recursos humanos disminuía y se mostraba en retirada y con ello, el interés por que la Universidad implantara en TAMSE los criterios, procedi- mientos y herramientas generadas en la intervención6. Los incansables esfuerzos del líder de proyecto que tenía bajo su responsabilidad promover los procesos de transferencia nunca dieron sus frutos. A esta situación se sumaron otros elementos significativos. El responsable de Recursos Humanos de la empresa había ingresado recientemente en el marco de una decisión política del Directorio y sin contar con experiencia de trabajo en el ámbito público, lo que lo situaba en una posición de doble fragilidad: política, en tanto era un funcionario ajeno al plantel de “estables”, y técnica, en tanto sus decisiones no se ajus- taban a la cultura de la empresa y por lo tanto no lograban legitimidad. En línea comple- mentaria, el Área de Personal –que sería eventualmente reconfigurada como un Área de Re- cursos Humanos– no contaba con un plantel profesionalizado y, dada la cultura organizacional, menos aún interesado en apropiarse de las innovaciones generadas por la Universidad. Vale aquí un ejemplo: varios meses después de concluida la intervención, nos comunica- mos con personal de la sede de la calle General Paz para devolver unos teléfonos celulares que nos habían consignado para las tareas de convocatoria a las entrevistas de selección. Cuando nos contactamos por teléfono para hacer esta gestión, nos atendió amablemente una persona que trabajaba en esa sede. Nos recordaba bien; preguntó por cada uno de nos- otros, se interesó por nuestras vidas personales, y nos dijo que nos esperaría con mucho gusto para saludarnos cuando nos hiciéramos presentes para devolver esos celulares de la empresa. Eso sí, casi sobre el final de la charla telefónica preguntó: “¿Y si cuando vienen aprovechan y se llevan estos ficheros y estas carpetas que se dejaron acá?” 39 6. En lo referido a las iniciativas de capacitación y de mejora de las condiciones de trabajo se observó idéntico comporta- miento que en el caso de la selección de personal. Sin palabras…. y “más embotellamientos”. Así como pensábamos que la mayor parte de los trabajadores sólo visibilizaban nuestras acciones en selección de choferes y no las de otras unidades, estuvo claro con este hecho que tampoco se visibilizaba la complejidad y el alcance de las acciones de la unidad de selección y cuánto de lo realizado era potencialmente aprovechable por la empresa. Finalmente, al término de nuestra intervención, el Directorio no había logrado la consti- tución de un Área de Recursos Humanos o una estructura interna que asegurara la conti-nuidad de las instancias de desarrollo habilitadas. Y aun cuando desde el inicio habíamos pactado las actividades de transferencia, finalizando el convenio, el Directorio decidió que para las necesidades futuras de selección de personal y de capacitación se contrataría nue- vamente a la Universidad. A veces las decepciones ayudan a detenerse en el camino para revisar de dónde se viene y hacia dónde se va. Quizá uno de nuestros aprendizajes más importantes en esta experiencia haya sido constatar que no siempre nuestras acciones pueden ser significadas por la institu- ción con la que trabajamos, e incluso si eso sucede, tampoco basta para que los conocimientos se difundan y se apropien completando un circuito virtuoso de vinculación entre la Univer- sidad y las instituciones. En este sentido, si bien sabemos que en las intervenciones debemos fortalecer los dispositivos que permiten comprender el alcance, la proyección y la direccio- nalidad de las acciones extensionistas, la cuestión de los procesos de transferencia –cómo lograrlos y bajo qué condiciones– sigue constituyendo un gran interrogante en nuestras prácticas. 40 Final de recorrido El horizonte de la intervención que llevamos a cabo desde el Programa de Calidad de Empleo (PCE) implicaba el inicio de una nueva tradición en la empresa TAMSE en materia de gestión de recursos humanos. No se produjeron hitos significativos en materia de aprendizaje orga- nizacional, sin embargo, en lo referido a los procesos de selección, la intervención posibilitó la recuperación de una instancia pública de acceso al empleo a la vez que se ajustaron los mecanismos para evitar que la incorporación de personas se realizara de manera arbitraria, con fuerte injerencia de los diferentes estamentos corporativos: Sindicato, cuadros técnicos en jefaturas, punteros políticos y clanes familiares, entre otros. En línea con lo dicho, no es posible saber cuánto de lo construido en la etapa de interven- ción puede haberse incorporado en las rutinas de la empresa por la propia iniciativa de los actores. La decisión de prescindir de las actividades de transferencia alteró claramente el sentido de nuestra intervención y advertimos que nuestras acciones perdían contenido y perfil extensionista, a la vez que se minimizaba la importancia del compromiso social que implicaba el convenio con una empresa del Estado, para dar respuesta a un objetivo de menor alcance, limitado a la prestación de un servicio. Así, finalizando las actividades pac- tadas, se consideró oportuno no renovar el vínculo de trabajo a través de un nuevo convenio. Es muy probable que nuestra intervención haya dejado a los trabajadores alguna clase de saldo favorable y acaso más de una resonancia y efecto se hagan sentir hasta la fecha. Cree- mos que si la presunción se confirmara debería relacionarse con la metodología de trabajo 41 participativo aplicada que permitió revisar algunas rutinas de la organización y construir alternativas junto con los actores. Si se instalaron nuevos modos de hacer a partir de ese en- tonces en la vida cotidiana de los trabajadores de la empresa, es porque para ellos tuvieron tanto sentido como para nosotros, porque colaboraron en las definiciones, porque evaluaron los impactos, porque a veces cuestionaron nuestro trabajo pero también nos dieron la posi- bilidad de explicarnos y de amalgamar nuestros aportes con los saberes que generaban al re- solver sus tareas diarias. Tras haber analizado la experiencia y con la perspectiva que otorgan la distancia crítica y la autoevaluación grupal, arriesgamos que, más allá de los objetivos incumplidos, de lo que quedó incompleto o no fue previsto, de lo que sí se realizó pero seguramente hoy ejecutaríamos de otra manera, el proceso registró logros que merecían ser relatados y compartidos. Son los que construimos juntos, con los trabajadores, con los delegados, y con aquel Directorio que tuvo la iniciativa de vincularse con la Universidad para transformar una realidad concreta. 42 43 7. Para acceder a las produccio- nes asociadas a esta experien- cia, escribir a: empleoydesarrollo@psyche.unc.edu.ar Producción asociada a esta experiencia7 Producción académica • Bartolini, N.; Gutiérrez, M. I.; Olivera Rubia, M. E. y Terrera, A. Una experiencia de asistencia técnica y transferencia de procesos de desarrollo ocupacional entre la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional de Córdoba y una empresa de transporte de buses y trolebuses de la ciudad de Córdoba. 5to. Foro de Psicología Organizacional. Universidad Nacional de Córdoba. Facultad de Psicología. Pu- blicado en actas. Córdoba. 2010. Producción técnica • Modelo de encuesta para el relevamiento de calidad de la comunicación interna • Manual de inducción para choferes • Mapa funcional del rol de comunicador interno • Mapa funcional del rol de chofer de transporte público de pasajeros • Mapa funcional del rol de operador(a) o chofer de trolebús • Prueba de conocimientos y capacidades para la evaluación de postulantes al puesto de chofer de transporte público de pasajeros • Grillas de evaluación utilizadas en el proceso (adaptadas a las condiciones de la empresa) • Pruebas situacionales para la selección de choferes de transporte urbano de pasajeros Bibliografía Benjamin, W. (2010). El Narrador. Santiago de Chile: Ediciones Metales Pesados, pág. 71. Bourdieu, P. (2007). El sentido práctico. Buenos Aires: Siglo Veintiuno Editores, pp. 159-160. Crozier, M. (1972). La sociedad bloqueada. Buenos Aires: Amorrortu Editores. Dejours, C. (1998). El factor humano. Buenos Aires: PIETTE/CONICET. Malo, Marta (2004). Prólogo a AAVV. Nociones comunes. Experiencias y ensayos entre investigación y mi- litancia. Madrid: Traficantes de Sueños. Obtenido desde http://es.scribd.com/doc/23488924/AA- VV-Nociones-Comunes (fecha de consulta: 12.03.13). Motta Méndez, J. (2010). La lógica del sector público: ¿reforma al servicio de qué modelo?, en IX Jornadas de Investigación de la Facultad de Ciencias Sociales. UdelaR. Montevideo. Sennett, R. (2006). La nueva cultura del capitalismo. Barcelona: Anagrama. Ricoeur, Paul (2000). Del texto a la acción. Ensayos de hermenéutica II. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica, pág. 206. 44 Tapas A contramano (Página 01) Tapas A contramano (Página 02) Libro A contramano Tapas A contramano (Página 03) Tapas A contramano (Página 04)
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