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ESPACIOS Y SOCIEDADES 
José Luicho Gómez 
08/04/2016 09:02 a.m. 
José Luis Geografía 
 
 
Ricardo Méndez 
Fernando Molinero 
 
ESPACIOS Y SOCIEDADES 
 
 
Introducción a la geografía 
regional del mundo 
 
 
 
 
 
 
 
 
6a edición puesta al día 
 
 
ESPACIOS Y SOCIEDADES 
José Luicho Gómez 
08/04/2016 09:02 a.m. 
 
«Doble es ciertamente la Geografía: una General, otra Especial. Aquélla considera la Tierra en 
conjunto explicando sus varias partes y sus características generales; ésta, por su parte, la Especial, 
observando las reglas generales vuelve a estudiar la situación de cada una de las regiones, la división, los 
límites y otras cosas dignas de conocimiento. Pero los que hasta el momento escribieron sobre la Geografía 
lo hicieron detalladamente sólo acerca de la Especial y desarrollaron poco lo perteneciente a la General, 
descuidando y omitiendo muchas cosas necesarias, de modo que los jóvenes, mientras aprendían lo especial 
de esta disciplina, ignoraban en su mayor parte sus fundamentos, y a la misma Geografía apenas se le podía 
aplicar el calificativo de ciencia.» 
(B. VARENIO, 1650) 
 
 
«La ciencia es el descubrimiento de conexiones entre los hechos. En la conexión, el hecho desaparece 
como puro hecho y se transforma en miembro de un sentido. Entonces se le entiende. El sentido es la 
materia inteligible.» 
(J, ORTEGA Y GASSET) 
 
ESPACIOS Y SOCIEDADES 
José Luicho Gómez 
08/04/2016 09:02 a.m. 
 
ÍNDICE 
 
 
Prólogo a la sexta edición 11 
Prólogo a la cuarta edición 12 
Introducción 13 
Primera parte 14 
Geografía descriptiva. Geografía regional 14 
Capítulo I. Los factores de organización territorial a escala planetaria y la división regional del mundo 14 
I. Introducción 14 
II. Evolución del concepto y los estudios regionales en Geografía 14 
1. La tradición corográfica anterior a nuestro siglo 14 
2. La cristalización de la geografía regional 15 
3. La renovación de los estudios regionales desde mediados de siglo 16 
4. Geografía sistémica y análisis regional: la región como sistema espacial integrado 17 
III. La división regional del mundo y los criterios de delimitación 19 
1. Incidencia del nivel de desarrollo 21 
2. La herencia histórico-cultural 23 
3. El desigual valor de los condicionamientos ecológicos 23 
4. Personalidad geográfica de las unidades regionales delimitadas 23 
a) Europa 23 
b) Rusia y la Comunidad de Estados Independientes (CEI) 24 
c) Japón 25 
d) América del Norte 25 
e) Australia y Nueva Zelanda 25 
f) China 25 
g) Asia meridional y nuevos países industriales del Sureste 25 
h) El mundo árabe-islámico de Asia Suroccidental y norte de África 26 
i) África subsanarían a 26 
j) Latinoamérica 26 
Bibliografía básica 26 
 
Secunda parte 27 
Estructuras espaciales en áreas desarrolladas 27 
Capítulo II. Concepto y caracterización del desarrollo 27 
I. La constatación de las desigualdades internacionales 28 
II. La explicación de las desigualdades: los conceptos de desarrollo y subdesarrollo 33 
1. Las teorías neoclásicas y el modelo de crecimiento lineal 33 
2. La necesaria distinción entre crecimiento y desarrollo 35 
3. La dialéctica desarrollo-subdesarrollo 36 
III. El modelo de organización territorial en las áreas desarrolladas 38 
1. Una acumulación de medios productivos 38 
2. ¿Economías industriales avanzadas o sociedad postindustrial? 38 
3. Una intensa urbanización 40 
4. La desagrarización y progresiva urbanización del mundo rural 41 
5. Cambios en la distribución y estructura de la población 42 
6. Formación de espacios polarizados y establecimiento de políticas territoriales 42 
Bibliografía básica 42 
 
Capítulo III Europa: integración y contrastes en la cuna de la industrialización 44 
I. La individualización del espacio europeo 45 
II. Condición antes en la organización del espacio europeo 45 
1. La desigualdad respecto a la industrialización y el crecimiento económico 45 
2. La variedad de regiones naturales 47 
3. Europa: entre la integración y la desintegración 51 
4. Organización territorial de la Unión Europea 54 
a) Creciente protección y especialización regional de la actividad agraria: la incidencia de la Política Agraria Común (PAC) 54 
b) Expansión de las empresas multinacionales y políticas de reconversión/reindustrialización 55 
c) Reorganización y mejora de la red de transportes 57 
d) Hacia una política europea de desarrollo regional 58 
III. Localización y estructura de las áreas industriales y urbanas 60 
1. La lógica del espacio industrial europeo 60 
2. Principales tipos de áreas industriales 64 
3. La urbanización del espacio europeo y los modelos históricos de ciudad 65 
4. El desarrollo de las aglomeraciones metropolitanas 67 
5. La intervención pública en la construcción de la ciudad contemporánea 70 
IV.Los espacios rurales y las actividades agrarias 71 
1. La transformación del mundo rural europeo: procesos generales 71 
2. Las regiones agrarias en la Europa preindustrial 72 
a) El pastoreo nómada en la península Escandinava 73 
b) La agricultura cerealista centroeuropea 73 
c) La agricultura mediterránea 74 
3. Los nuevos espacios agrarios europeos 74 
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José Luicho Gómez 
08/04/2016 09:02 a.m. 
a) La evolución de los sistemas de cultivo: hacia una agricultura industrializada 74 
b) La inadaptación de las estructuras agrarias y los modelos de reforma 78 
4. Urbanización y desarrollo del medio rural 79 
V. Europa, región polarizada: relaciones centro-periferia 80 
1. El progresivo desplazamiento del centro de gravedad europeo 80 
2. Europa, un espacio de contrastes poblacionales 81 
a) Las desigualdades en el reparto de los efectivos demográficos 81 
b) Las desigualdades en el dinamismo demográfico 82 
c) Condiciones socioeconómicas y bienestar social 84 
3. Flujos de población e integración del espacio europeo 86 
a) Evolución reciente de los movimientos migratorios 86 
b) La expansión de los flujos turísticos 88 
VI. Conclusión: unidad y fragmentación del espacio europeo 89 
Bibliografía básica 90 
 
Capítulo IV. Rusia y la Comunidad de Estados Independientes: un espacio en transición 91 
I. El legado de la Unión Soviética: elementos de unidad y fragmentación territorial 91 
II. Los condicionamientos impuestos por el medio físico 92 
1.La magnitud de las unidades morfoestructurales 92 
2. Las difíciles condiciones climáticas y los grandes dominios ecológicos 94 
III. Una perspectiva histórica 97 
1. El modelo territorial a comienzos del siglo XX: un vasto imperio de base agraria 97 
2. La Unión Soviética y el modelo de planificación centralizada 98 
3. Del crecimiento acelerado a la crisis del sistema soviético 102 
4. La consolidación de los nuevos estados y la difícil transición al capitalismo 103 
IV. Permanencias y cambios en la organización del territorio 105 
1. Los complejos territoriales de producción y su reconversión actual 105 
2. Cambios recientes en la población y el poblamiento urbano 109 
3. Una agricultura y unos espacios rurales postergados 112 
Bibliografía básica 116 
 
Capítulo V. El peculiar modelo de desarrollo japonés y sus efectos territoriales 117 
I. La identidad del Japón en su contexto espacial 117 
II. El sustrato y los condicionamientos del desarrollo japonés 118 
1. Un medio natural inhóspito 118 
2. Un denso poblamiento 120 
3. Una fuerte concentración del poder político y económico 122 
4. Una posición central en el área del Pacífico 125 
III. El proceso de crecimiento económico 125 
1. La Revolución Meijí y el impulso inicial para el desarrollo 125 
2. La aceleración del crecimiento y el milagro japonés 126 
3. La crisis asiática y el cuestionamiento del modelo japonés 129 
IV. El espacio del crecimiento: concentración del capital y aglomeración 130 
1. La distribución de la población, reflejo de losdesequilibrios regionales 130 
2. Los espacios del crecimiento: la congestión en las aglomeraciones urbanas 132 
3. Las tecnópolis en el proceso de innovación y descentralización territorial 136 
4. El retroceso del mundo rural y la economía agraria 138 
V. Conclusión: actividad económica y organización del espacio japonés 139 
Bibliografía básica 140 
 
Capítulo VI. El espacio del capitalismo norteamericano 141 
I. América del Norte, un espacio dominante 14 
II. Los fundamentos del desarrollo y la diferenciación regional en Norteamérica 142 
1. El proceso colonizador y las etapas del poblamiento 142 
2. La red de transpones y la integración territorial en Norteamérica 145 
3. La distribución de las grandes regiones naturales y su significado geoeconómico 149 
4. La economía norteamericana: del «despegue» al «nuevo estado industrial» 156 
5. Estados Unidos: auge y declive de una gran potencia 158 
III. Los espacios productivos y la creciente especialización territorial 159 
1. Los espacios agrarios en Norteamérica: una agricultura sin campesinos 159 
2. La estructura y el dinamismo del sistema industrial: ¿hacia la dispersión de las actividades productivas? 163 
3. América del Norte, espacio de contrastes 169 
4. El mosaico urbano norteamericano 172 
IV. Conclusión: un espacio contrastado y dinámico para una sociedad plural 174 
Bibliografía básica 175 
 
Capítulo VII. Australia y Nueva Zelanda: de territorios coloniales a países desarrollados 176 
I. Los elementos de identificación 176 
II. Desarrollo, colonialismo y dependencia 177 
1. El difícil comienzo de la implantación europea 177 
2. La sobreimposición de unas estructuras coloniales 178 
3. El reciente proceso de industrialización 179 
4. Un marco natural contrastado 181 
 a) Los contrastes del relieve 181 
 b) La contraposición de dominios bioclimáticos 182 
III. El dualismo territorial en Australia 184 
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José Luicho Gómez 
08/04/2016 09:02 a.m. 
1 .Un poblamiento escaso y periférico 184 
2. Una desproporcionada concentración metropolitana 186 
3. Una industria urbana y portuaria 188 
4. Los contrastes en el espacio agrario 190 
IV. Las peculiaridades del modelo neozelandés 193 
V. Fragmentación y dependencia en el Pacífico meridional 197 
VI. Conclusión 198 
Bibliografía básica 198 
 
Tercera parte 199 
ESTRUCTURAS ESPACIALES EN ÁREAS SUBDESARROLLADAS 199 
Capítulo VIII. Los países subdesarrollados; pobreza, contrastes sociales y territoriales 199 
I. Génesis y evolución del subdesarrollo 200 
1. Toma de conciencia y posturas frente al subdesarrollo 200 
2. Los caracteres del subdesarrollo 202 
3. El origen del subdesarrollo: la distorsión de las variables socioeconómicas 205 
II. Diferentes situaciones y estrategias de desarrollo 208 
III. Conclusión: un Tercer Mundo en movimiento (faltan textos) 210 
Bibliografía básica 212 
 
Capítulo IX. Iberoamérica: y una sociedad marcados por la colonización 213 
I. Los caracteres de la identidad iberoamericana 213 
1. Unidad cultural y diversidad espacial 213 
2. Un conjunto socio-espacial en crisis 214 
II. La herencia del pasado: la formación de un espacio dependiente 217 
1. Aniquilación del sustrato demográfico: cambio y progreso de la población 218 
2. Cristalización de unas bases económicas dependientes y afianzamiento de los desequilibrios sociales 219 
a) La colonización del espacio iberoamericano; una ocupación territorial selectiva 219 
b) Unas bases económicas dependientes del exterior 220 
c) Independencia política y dependencia económica 222 
III. El significado de las condiciones naturales 223 
1. Un relieve contrastado sobre grandes unidades morfoestructurales 223 
2. Unos medios bioclimáticos muy heterogéneos 225 
IV. Explosión demográfica y expansión económica: la consolidación del subdesarrollo 227 
1. Explosión demográfica y subdesarrollo 227 
a) Un crecimiento demográfico desbordante, aunque en declive 227 
b) La resultante: frenos al desarrollo y éxodo campesino 228 
2. Los intentos de corrección de las estructuras heredadas en el campo: reformas agrarias, revolución verde y movimiento 
colonizador 229 
a) El fracaso de las reformas agrarias 229 
b)valor de la modernización agraria y del movimiento colonizador 230 
3. El significado de la industrialización iberoamericana: del fracaso de la sustitución de importaciones al liberalismo y a la 
inserción en la economía global 231 
V Dualidad y desequilibrios en los medios rurales y urbanos 238 
1.Espacios rurales desequilibrados 238 
a) la disfuncionalidad de las producciones agrarias 238 
b) Pervivencia de estructuras agrarias dualistas 240 
2. Falta de integración de la red y de la estructura urbana 242 
a) Densificación y ausencia de integración de la red urbana 242 
b) Una estructura urbana dual 243 
VI. Conclusión: la incapacidad de modelo de desarrollo iberoamericano 244 
Bibliografía básica 245 
 
CAPÍTULO X. China: un país, dos sistemas 246 
 I. La población como motor y freno del desarrollo 246 
1. Una desequilibrada distribución territorial, con un régimen demográfico de transición 146 
2. La política demográfica bajo el socialismo: un cambio radical en la moral y el comportamiento demográfico 248 
a) Una política demográfica cambiante 248 
b) Los medios y los resultados 248 
3. Incidencia de la política demográfica sobre el progreso económico y social 249 
II. Unas ambivalentes condiciones naturales 250 
1. Un relieve complejo y contrastado 251 
2. Heterogeneidad y significado de los medios bioclimáticos 252 
a) Los dominios climáticos 252 
b) Los dominios biogeográficos 252 
e) El control y aprovechamiento de las condiciones naturales 253 
III. Las profundas transformaciones realizadas en los medios rurales 253 
1. Las estructuras agrarias antes de la revolución y la reforma de 1950 254 
2. El impacto de la colectivización y el desarrollo agrario 254 
a) El impulso colectivizador y el nacimiento de la comuna 254 
b) El desarrollo agrario bajo el socialismo chino 255 
c) La organización, diversidad y crisis de la comuna 256 
d) La disolución de la comuna y la liberalización de los años ochenta y noventa 257 
IV. Un fuerte progreso industrial 259 
1.Las bases de partida: escasez de infraestructuras y abundancia de materias primas 259 
ESPACIOS Y SOCIEDADES 
José Luicho Gómez 
08/04/2016 09:02 a.m. 
a)La escasa densidad de infraestructuras 259 
b)Las riquezas minerales 260 
2. La política industrial: grandes complejos industriales y pequeñas fábricas 260 
a) La industrialización bajo la dirección soviética: un desarrollo concentrado sectorial y espacialmente 260 
b) Industria pesada e industria ligera: «marchar sobre las dos piernas» (1958-1979) 261 
c) impulso a la industria ligera, creación de las zonas-piloto en los años ochenta y desregulación en los noventa 261 
3.Una estructura industrial dual 263 
V. La nueva organización urbana 265 
1. Población urbana y urbanización 266 
2. Distribución de las ciudades y estructura urbana 266 
a) El legado prerrevolucionario y el proceso urbano posterior 266 
b) Las estructuras urbanas 267 
VI. Conclusión: China, espacio y sociedad en desarrollo 268 
VII. China y sus pequeños vecinos socialistas del Extremo Oriente 269 
Bibliografía básica 270 
 
Capítulo XI. Pobreza, arcaísmos y mutaciones en Asia meridional y los NPI del Sureste asiático 271 
I. Introducción: los factores de unidad del sur de Asia 272 
II. Un gran potencial demográfico en continua expansión 273 
1. Un acusado proceso de densificación 274 
2. Los factores de crecimiento: una dinámica demográfica difícil de frenar 274 
3. Políticas y estructuras demográficas: la marcha hacia la transición demográfica 275 
a) El valor de las políticas demográficas 275 
b) Estructuras demográficas y caracteres de la población 276 
4. Las consecuencias socioeconómicas del dinamismo demográfico278 
III. Las condiciones ecológicas: un medio cálido y húmedo 279 
1. El significado de la configuración morfológica 279 
2. La disparidad de los medios bioclimáticos 282 
IV. Los medios rurales: la economía de la precariedad y de la pobreza 283 
1. La escasez de tierra y la ambivalencia de las producciones agrarias 284 
2. La diversidad de explotaciones y las dificultades del campesinado 285 
a) Los escasos cambios estructurales 285 
b) Las inercias del mundo agrario 287 
c) Los enclaves de plantación 288 
3. Problemas y perspectivas del mundo agrario 289 
V. Industrialización urbana y migraciones rurales: causas del fuerte crecimiento de las ciudades 289 
1. La industrialización sustitutiva de importaciones: el caso de la India 289 
2. El modelo de los NPI y su expansión por el sureste asiático 293 
3. La debilidad del poblamiento urbano y la cristalización de grandes metrópolis nacionales 297 
VI. Conclusión: hacia la lenta superación de los desequilibrios sociales y territoriales mediante un crecimiento económico 
acelerado y sostenido 299 
Bibliografía básica 300 
 
Capítulo XII. El mundo árabe-islámico: tradición y cambio 301 
I. El mundo árabe del Magreb, Machrek y Oriente Medio 301 
II. La abundancia de recursos energéticos 302 
1. Las condiciones de formación del petróleo en relación con las estructuras geológicas 302 
2. Las principales áreas petrolíferas del Oriente Medio y norte de África 303 
3. Las consecuencias económicas de la explotación petrolera: riqueza y desequilibrios 306 
III. Las difíciles condiciones ecológicas de un medio predominantemente árido 308 
1. La formación del relieve actual 308 
2. Los medios ecológicos: un obstáculo a la colonización vegetal y a la ocupación humana 311 
a) Un domino árido tropical 313 
b) Un dominio mediterráneo degradado hacia el interior continental 313 
IV. La ocupación del medio: bajas densidades poblacionales, explosivo crecimiento de la población y considerables peso de 
las actividades agrarias 314 
1. Una ocupación laxa, con una organización social tradicional 314 
a) La organización de la sociedad tradicional 315 
b) Explosión demográfica y desequilibrios socioeconómicos como efectos contradictorios de la modernización 317 
2. Una organización rural y unas estructuras agrarias disfuncionales, con una creciente presión sobre la tierra 318 
a) Las estructuras productivas y los sistemas agrarios 318 
b) Transformaciones y progresos en la organización rural 320 
V. Transformaciones industriales y urbanas 321 
1. Una industrialización acelerada 321 
2. Un firme crecimiento urbano 323 
VI. Conclusión: riqueza y desequilibrios 325 
Bibliografía básica 325 
 
CAPÍTULO XIII. La herencia de la colonización y la crisis estructural en el África subsahariana 327 
1. El papel hegemónico de las estructuras físicas 328 
1. Un relieve de zócalo 328 
2. Un paisaje natural con un claro fundamento climático 331 
a) Un reducido dominio hiperhúmedo de gran homogeneidad paisajística 332 
b) Un amplísimo dominio tropical basado en la alternancia de estaciones pluviométricas 332 
c) Un extenso dominio árido peritropical 334 
ESPACIOS Y SOCIEDADES 
José Luicho Gómez 
08/04/2016 09:02 a.m. 
d) Un dominio mediterráneo de escasa extensión en los extremos continentales 337 
e) La singularidad del dominio montañoso 337 
II. Los condicionantes históricos de la organización espacial y sus disfuncionalidades actuales 338 
1. Los fundamentos históricos de la debilidad demográfica y su evolución reciente 338 
2. Pervivencia de las estructuras agrarias tradicionales 343 
a) La inadecuación de la agricultura de subsistencia tradicional 343 
b) El desarrollo de una agricultura comercial volcada al exterior 344 
3. La irracional herencia político-económica de la colonización 350 
III. Una falta de integración económica y espacial 353 
1. La dinámica evolutiva y los problemas de las estructuras agrarias 354 
 a) permanencia y causas de la inseguridad alimentaria 354 
 b) desadaptación de las estructuras productivas y sus consecuencias 356 
2. Una industrialización escasa y estancada, con una localización puntual 258 
a) Las estructuras industriales de tipo colonial 360 
b) Las estructuras industriales diversificadas y parcialmente nacionalizadas 362 
c) Las estructuras industriales complejas 362 
3. Las ciudades africanas: un crecimiento acelerado con una gran debilidad del entramado urbano 363 
IV. Conclusión: pobreza, morbilidad, dependencia y desequilibrios regionales 366 
Bibliografía básica 367 
 
Anexos. Datos estadísticos de los países y territorios del mundo en 1997 368 
 
 
 
 
 
 
 
 
PRÓLOGO A LA SEXTA EDICIÓN 
 
De nuevo siete años después de haber realizado una primera renovación en profundidad de Espacios y 
Sociedades, las rápidas e intensas transformaciones que experimenta nuestro mundo actual, junto a la 
vigencia que aún parece mantener este texto en la enseñanza de la geografía regional del mundo, tamo en 
las universidades españolas como en las de algunos países latinoamericanos, nos han movido a aceptar el 
reto de enfrentar una nueva actualización de su estructura y contenidos. 
Muchos son los cambios que es necesario incorporar en un período de aceleración histórica como el 
actual, que hace difícil dar cuenta de las novedades al ritmo con que se producen y, aún más, encontrar 
esquemas interpretativos capaces de establecer un cierto orden bajo el ruido de los acontecimientos 
cotidianos, ofreciendo así una imagen comprensiva de una realidad cada vez más compleja. Así, por 
ejemplo, mientras se hace ya tópica la referencia a la globalización de los procesos y los mercados, que 
resulta cada vez más evidente en el caso de los flujos económicos y de información, asistimos a un rebrote 
de los movimientos nacionalistas, que se han traducido en el surgimiento de una nueva generación de 
estados independientes sobre las ruinas de la Unión Soviética y de algunos otros países europeos. Si, por 
una parte, las fronteras internacionales se debilitan para hacer más fluidos ciertos intercambios materiales 
e inmateriales, y surgen nuevas formas de cooperación plasmadas, sobre todo, en uniones económicas y 
aduaneras, por otra aparecen nuevas fronteras y líneas de fricción que tensionan y fragmentan el territorio 
en determinadas regiones del mundo, al tiempo que se refuerzan los controles para limitar ciertos 
movimientos internacionales de población que algunos consideran amenazadores. 
Del mismo modo, se diluye el enfrentamiento Oeste-Este que durante casi medio siglo estableció 
una de las divisorias clave para entender la situación de los diferentes países en el contexto geopolítica 
internacional, pero parecen profundizarse otros contrastes asociados a unas desigualdades económicas y 
de bienestar que no dejan de crecer, o a ¡a contraposición de modelos culturales entre civilizaciones que 
reivindican su autonomía frente a la anterior hegemonía occidental, ganando importancia como elementos 
de identidad colectiva. La necesidad, pues, de incorporar nuevas realidades y acontecimientos, así como 
de revisar la propia jerarquía de factores capaces de orientar en la interpretación del mundo actual ante la 
creciente importancia de algunos que resultaban poco visibles con anterioridad, frente al declive de otros, 
podría justificar la redacción de un texto sobre geografía regional del mundo planteado desde, criterios 
algo diferentes a los que justificaron la publicación de Espacios y Sociedades, hace ya catorce años. 
Pero no ha sido ése nuestro objetivo. Por el contrario, aquí se trata de renovar y actualizar un libro 
que en su día propuso una revisión temática y organizativa de los textos existentes en España sobre esta 
materia, y no de reescribirlo de nuevo. Por esa razón, y pese a la simplificación siempre aceptada que 
eso supone, se ha mantenido la división de los diferentes conjuntos regionales en dos grandes grupos,que guardan relación con su situación respecto a los procesos de desarrollo. Esa pervivencia no ignora 
que en toda fase de transición como la que hemos vivido en los últimos años, tiene lugar el declive de 
ESPACIOS Y SOCIEDADES 
José Luicho Gómez 
08/04/2016 09:02 a.m. 
algunos países y regiones frente a la emergencia de otros, capaces de adaptarse mejor al nuevo contexto 
económico, político y tecnológico. La crisis de la antigua Unión Soviética y sus países satélites europeos, 
frente al dinamismo no exento de contradicciones que han conocido los nuevos países industriales del 
Sureste asiático. China, o una parte de América Latina, ponen en evidencia que estamos en presencia de 
un sistema fluido y cada vez más interdependiente, en el que toda divisoria que se establezca con fines 
didácticos estará sometida a una periódica revisión. 
En cuanto a los diez conjuntos regionales que se delimitaron en el texto original, se ha opiado por 
ampliar el que antes se identificaba con Asia suroccidental para incluir también el norte de África, parte 
integrante con la anterior de un mundo islámico que acentúa sus señas de identidad cultural y su 
presencia en el concierto internacional, tal como reconoce la mayor parte de la bibliografía geográfica 
publicada en los últimos años. Se ha preferido, en cambio, mantener sin apenas modificaciones —salvo 
la exclusión de las repúblicas bálticas— la unidad antes identificada con la URSS y ahora con la CEI, 
pues si bien son ciertas las diferencias entre Rusia y el resto de los nuevos estados, o las tendencias 
divergentes que parecen seguir las repúblicas occidentales —que buscan una mayor integración con 
Europa— respecto a las del Asia central y parte del Cáucaso —con creciente influencia de los 
movimientos islámicos— todas cuentan con un pasado común suficientemente próximo, que aún define 
buena parte de sus características actuales, en especial las vinculadas a la organización del territorio. 
Finalmente, en cada uno de los capítulos, el trabajo realizado se ha dirigido tanto a actualizar la 
gran cantidad de informaciones estadísticas y material gráfico que incorporaba el texto original, como a 
renovar algunos de sus contenidos, incluyendo temáticas y problemas que han surgido o cobrado nueva 
dimensión en los últimos años. No obstante, en este aspecto se ha mantenido el carácter selectivo y, por 
ello, inevitablemente sesgado de un texto que, además de describir espacios y sociedades determinados, 
pretende ofrecer una interpretación de los mismos. 
Cuando en el curso 1983-1984 escribíamos la primeva edición de esta obra, nuestro objetivo era 
ofrecer una panorámica geográfica de un mundo que por entonces vivía el final de un ciclo histórico 
iniciado con el despertar del siglo XX y consolidado tras la II Guerra Mundial. Confiamos en que el 
trabajo ahora realizado permita que Espacios y Sociedades siga siendo un instrumento útil para entender 
la situación de las diversas regiones del mundo en esta nueva fase histórica que arranca con el cambio 
de siglo. Si lo conseguimos, al menos en parte, habremos contribuido a pagar la deuda que tenemos 
contraída con quienes, durante todos estos años, han ayudado a mantener vivo este libro. 
ESPACIOS Y SOCIEDADES 
José Luicho Gómez 
08/04/2016 09:02 a.m. 
PRÓLOGO A LA CUARTA EDICIÓN 
 
Preveía con bastante exactitud el porvenir, cosa posible cuando se está bien informado sobre la 
mayoría de los elementos del presente. 
M. YOURCEN'AR, 
 
Memorias de Adriano 
Hace ya casi siete años veía la luz Espacios y Sociedades, intentando proponer una renovación en 
profundidad de la geografía regional del mundo, ámbito de estudio con larga tradición y que se había 
mostrado poco permeable a la evolución teórica y metodológica experimentada por la ciencia geográfica 
en las últimas décadas. La buena acogida del libro, materializada en sucesivas reimpresiones, ha 
aconsejado abordar una revisión y ampliación del texto original, tal como se hace en esta cuarta edición. 
Más allá de la simple actualización de datos estadísticos o material gráfico, que supuso un primer 
objetivo, el trabajo realizado incorpora dos novedades de mayor significación para el contenido global 
de la obra. Por un lado, se lleva a cabo una reconsideración de algunas cuestiones a la luz de los 
acontecimientos —en ocasiones verdaderamente revolucionarios— que se han sucedido con inusitada 
rapidez en estos años, entre los que la crisis de los sistemas de planificación centralizada y del mundo 
bipolar, que definió la estructura geopolítica durante casi medio siglo, pueden ser los más expresivos. No 
obstante, otros aspectos de no menor trascendencia, como la desigual evolución que conocen países y 
regiones del Tercer Mundo (entre la «década perdida» en Iberoamérica y el crecimiento acelerado de 
algunos nuevos países industriales), la meandriforme evolución de China o la creciente preocupación 
por los problemas del medio ambiente global, exigían también su incorporación al esquema 
interpretativo que aquí se propone, dada su indudable trascendencia presente y futura. 
Por otra parte, se ha intentado ahondar en el análisis de procesos y problemas ya esbozados en la 
edición anterior, pero que han cobrado un evidente protagonismo con posterioridad. La reestructuración 
económica y la revolución tecnológica asociadas a la crisis del modelo de acumulación precedente, que 
se desencadenó en los años setenta, con el consiguiente impacto sobre la organización del territorio, el 
proceso de integración en Europa, el trasvase de actividad industrial hacia regiones y países periféricos, 
frente al declive de antiguas regiones fabriles, las aparentes tendencias desurbanizadoras en algunos 
países desarrollados frente a la «explosión» de las grandes metrópolis en áreas subdesarrolladas, o los 
controvertidos efectos de la revolución verde en estas últimas, son algunos de los considerados con 
mayor atención. En suma, tal como se expresa en el texto de Margarita Yourcenar, citado al comienzo, 
sólo una voluntad explícita de renovación permanente, atenta a detectar las fuerzas actuantes en cada 
etapa histórica y los problemas-clave derivados, puede dotar de utilidad una obra como ésta, tanto para 
interpretar algunas de las cuestiones que suscita la realidad presente, como para inducir las tendencias 
que se apuntan. 
 
Pese a todo, tanto la estructura general del texto como la que personaliza cada capítulo, se han 
mantenido sin apenas cambios, al considerar que su funcionalidad y capacidad de síntesis continúan 
intactos. Es ésta, sin duda, una de las propuestas básicas que aquí se hacen, frente a otros esquemas 
anteriores utilizados en la geografía regional del mundo, y los resultados obtenidos parecen confirmar su 
interés. 
Queremos, para concluir, hacer expreso nuestro agradecimiento a todos aquellos que, ya sea 
mediante comentarios personales, recensiones en revistas, o sugerencias, nos han ayudado a revisar 
críticamente nuestras ideas iniciales, confiando haber sido capaces de traducir algunas de ellas en esta 
nueva edición. Agradecimiento que debe hacerse extensivo a quienes, con su utilización en las aulas, vienen 
a compensar con creces el esfuerzo realizado, y a la Editorial Ariel, que desde el inicio del proyecto ha 
venido ofreciendo todo tipo de facilidades para su culminación. 
 
 
 
ESPACIOS Y SOCIEDADES 
José Luicho Gómez 
08/04/2016 09:02 a.m. 
 
INTRODUCCIÓN 
 
Entre los objetivos de la Geografía, uno esencial es dar sentido al espacio en que vivimos, desde el 
marco local, más inmediato, hasta el contexto mundial, cada vez más próximo e interdependiente. En ese 
esfuerzo, las visiones de conjunto han pecado con frecuencia de excesivo descriptivismo, faltas 
precisamente de ese «sentido», de ese argumento integrador que racionalizase la simple acumulación de 
datos diversos y dispersos, contribuyendo asía mantener una imagen de la disciplina,dentro del cuerpo 
social, frecuentemente identificada con formas de conocimiento precientífico. 
En este contexto resulta significativo que, siendo una materia de estudio omnipresente en todos los 
niveles de enseñanza, desde la EGB a la universidad, la Geografía Regional del Mundo conozca hoy un 
cierto desprestigio entre los profesionales y en el conjunto de la sociedad. A potenciar esta contradicción 
contribuye la escasa bibliografía disponible en español, que además, mantiene en general un carácter 
enciclopédico, desarrollando un catálogo de países en el que, de forma reiterativa, se yuxtapone la 
descripción de su medio físico, población y actividades económicas, complementada a veces con una 
división regional. 
La presente obra intenta ofrecer una visión diferente, no sólo preocupada por actualizar los 
contenidos y la información, sino, ante todo, por incorporar algunas de las novedades metodológicas 
desarrolladas en las últimas décadas al servicio de una explicación geográfica integrada del espacio 
mundial. Junto a ello, también se ha prestado particular atención al tratamiento de algunos de los hechos 
más relevantes que caracterizan nuestra realidad presente, a menudo relegados en los estudios 
precedentes. 
Con estos objetivos, el estudio se estructura en tres unidades. La primera intenta llevar a cabo una 
consideración general sobre el marco teórico, es decir, sobre los supuestos básicos que fundamentan el 
análisis posterior, partiendo de la evolución de la disciplina para llegar a definir los criterios en los que se 
apoya la división regional adoptada. Se ha rechazado la división tradicional por continentes y países en 
aras del establecimiento de grandes conjuntos regionales con clara personalidad geográfica. Las dos 
restantes se dedicarán a analizar las estructuras y la dinámica espacial de cada uno de ellos, integrándolos 
en dos ámbitos de caracteres opuestos y evolución divergente, como son el mundo del desarrollo y del 
subdesarrollo, cuya trascendencia actual parece fuera de toda duda. La búsqueda de una identidad propia 
para los sucesivos conjuntos regionales, el establecimiento de un hilo conductor que destacase los 
elementos esenciales en cada caso, ha sido siempre un objetivo esencial. Esto justifica ¡a utilización de 
esquemas no reiterativos en el tratamiento de los capítulos, sino, por el contrario, la selección de aquellos 
aspectos que, en nuestra opinión, mejor ayudan a explicar las estructuras espaciales básicas de cada 
conjunto a la escala que aquí se emplea, lo que dota al texto de una trama argumental, discutible como es 
lógico, pero manifiesta. 
Este trabajo podrá ser calificado por algunos como de divulgación. Sin duda lo es, si por divulgación 
se entiende la recopilación y actualización de contenidos, sintetizando informaciones de procedencia muy 
diversa, al servicio de una explicación geográfica integrada del espacio mundial. Este carácter no sólo no 
nos parece un demérito, sino por el contrario, un difícil objetivo a conseguir. El rápido y desigual 
desarrollo de las ciencias ha ido abriendo un vacío creciente entre la energía intelectual dedicada a la 
concepción de nuevas ideas y métodos de investigación, y la empleada en su difusión, con lo que se ha 
establecido una disociación progresiva entre ambas. En nuestro país, esa situación es evidente en lo que se 
refiere a la Geografía. La labor de investigación realizada desde los departamentos universitarios no 
guarda relación con la visión que de la disciplina sigue manteniendo el conjunto de la sociedad. Si para 
una amplia mayoría de los españoles la Geografía sigue ofreciendo un tipo de conocimiento meramente 
descriptivo, memorístico y aburrido, empeñada en hacernos aprender nombres o cifras perfectamente 
inútiles y, por ello, resulta claramente marginada, mucho se deberá a la escasa labor de los geógrafos, 
poco atentos a ofrecer una visión coherente y crítica sobre la organización del espacio, de los espacios, en 
que todos vivimos. 
Racionalizar ese espacio, marcar las coordenadas básicas en que se mueve su apropiación, 
explotación y organización en las distintas regiones del mundo, es objetivo más que suficiente para esta 
obra. 
ESPACIOS Y SOCIEDADES 
José Luicho Gómez 
08/04/2016 09:02 a.m. 
PRIMERA PARTE 
 
GEOGRAFÍA DESCRIPTIVA. GEOGRAFÍA 
REGIONAL 
 
CAPÍTULO I 
 
 
LOS FACTORES DE ORGANIZACIÓN TERRITORIAL 
A ESCALA PLANETARIA Y LA DIVISIÓN REGIONAL DEL MUNDO 
 
 
I. Introducción 
 
El proceso del conocimiento humano está basado en el emplee de abstracciones, entre las que la 
noción de «región» viene a ser una de las usadas tradicionalmente con mayor frecuencia en geografía. 
Su consideración obligada en una obra que pretende analizar la organización y el dinamismo internos 
de espacios regionales a una escala determinada, se enfrenta a dos dificultades iniciales que es preciso 
mencionar. En primer lugar, una simple aproximación superficial a la literatura geográfica sobre el tema 
nos sitúa en presencia de un concepto complejo y frecuentemente ambiguo, empleado para describir 
realidades muy diversas y que, además, ha estado sometido a profundos cambios en relación con la 
evolución seguida por el pensamiento geográfico en su conjunto, que también ha hecho variar la 
metodología empleada en su análisis. Un segundo aspecto relacionado con el anterior es la peculiar 
valoración de los estudios regionales dentro de la disciplina y a lo largo del tiempo: si durante décadas 
constituyeron el eje central y la esencia misma de los estudios geográficos, hasta el punto de poderse hablar 
de una identificación entre ambos, en el último cuarto de siglo han conocido un innegable retroceso, que en 
ocasiones se traduce en un rechazo explícito por parte de geógrafos insertos en las nuevas corrientes de 
renovación teórica. La confusión que, aún hoy, se establece en ocasiones entre la «geografía regional» y la 
«geografía tradicional», que llega a desbordar el ámbito teórico incorporándose a las estrategias 
corporativas dentro de la comunidad científica, sigue suscitando posiciones encontradas. 
Por contra, y frente a la relativa crisis de las obras regionales en geografía, se ha producido en los 
últimos años una revitalización de su interés para el conjunto social y, consecuentemente, en la demanda de 
este tipo de estudios, que ha pasado a ser cubierta en buena parte por otras ciencias sociales como la 
economía o la sociología, que han incorporado la dimensión espacial en época relativamente reciente. 
Fenómenos como la constitución del Estado de las Autonomías, la evolución hacia la «Europa de las 
regiones» o el impacto generado hoy por el desarrollo de organismos supranacionales como la Unión 
Europea, plantean a la Geografía el reto de afrontar de forma nueva interrogantes que han estado presentes 
durante buena parte de su evolución. 
En estas circunstancias, y antes de abordar el análisis de cada una de las entidades regionales 
definidas, parece necesario trazar una breve evolución de los estudios regionales en geografía 
—particularmente de los vinculados a la geografía universal— que justifique su situación presente, así 
como los criterios de delimitación y el tratamiento adoptados en nuestro caso. 
Aplicando aquí las palabras de Harvey, «es claro que cualquier análisis es estéril a menos que tenga un 
objetivo. Este puede no estar claramente explicitado, estar implícito y hasta estar muy borroso. Pero sin una 
noción de lo que estudiar, no puede haber geografía ni, por cierto, conocimiento alguno... Por lo tanto, no 
podemos proceder sin tener un objeto, y definirlo se traduce, aun transitoriamente, en adoptar una posición 
filosófica específica con respecto a la propia geografía» (Harvey, D., 1983, 29; véase la referencia 
bibliográfica completa al final del texto). 
 
 
II. Evolución del concepto y los estudios regionales en Geografía 
 
1. LA TRADICIÓN COROGRÁFICAANTERIOR A NUESTRO SIGLO 
 
Desde la Antigüedad, una parte importante de los estudios considerados geográficos se orientó a la 
descripción de lugares y países, próximos o remotos, dentro de una tradición secular que arraiga en la 
concepción de la disciplina como «descripción de la Tierra». 
Este conjunto de relatos agrupados bajo el calificativo de corográficos se contrapone desde sus 
orígenes a la geografía matemático-astronómica, que considera la Tierra como un astro y se interesa sobre 
ESPACIOS Y SOCIEDADES 
José Luicho Gómez 
08/04/2016 09:02 a.m. 
todo por establecer los principios generales que sirven como base al levantamiento cartográfico. La 
heterogeneidad de sus contenidos iniciales, en donde lo mítico y lo histórico se entremezclan con la 
descripción de las costumbres, los rasgos étnicos, la organización política o la localización de accidentes 
fisiográficos, se irá concretando con el paso del tiempo, en particular desde el Renacimiento, momento en 
que conoce también un fuerte auge en relación con los descubrimientos y exploraciones de nuevas tierras. 
De este modo, y una vez más, las descripciones geográficas que salen a la luz narrando viajes o sintetizando 
las informaciones disponibles de mercaderes, militares y exploradores, muestran, más allá de su valor 
meramente informativo o de cualquier preocupación científica, un claro sentido utilitario en relación con 
los objetivos comerciales o de conquista de determinadas potencias europeas, lo que justifica al propio 
tiempo el interés que despiertan. 
El ámbito de análisis preferente en estas obras suele tomar como base las fronteras políticas, en 
particular desde el surgimiento de los Estados modernos, con lo que la geografía descriptiva se convierte 
progresivamente en una geografía de países, agrupados por lo común en continentes, característica que ha 
pervivido en lo esencial hasta la actualidad con escasas variaciones y que justifica la secular identificación 
—al menos hasta la aparición de la obra de Ratzel— entre los calificativos de descriptivo y político 
aplicados a los estudios geográficos (Méndez, R.-Molinero, F., 1984). 
Incluso aquellas obras que abarcan territorios más reducidos que el del Estado emplean con 
frecuencia criterios de identificación y diferenciación político-administrativos (condados, ducados, 
obispalías...), bien actuales o pasados, lo que introduce en nuestra disciplina el concepto de regiones 
históricas, en estrecha vinculación con el de regiones políticas. Se concibe así.la región como una 
construcción en el tiempo, enraizada en la conciencia colectiva, con lo que se apuntalan las tendencias 
históricas en los estudios geográficos. 
En cualquier caso, es significativa la fidelidad de los geógrafos a los marcos territoriales establecidos 
con criterios ajenos, limitando su labor a describir aquellos elementos que los singularizan, lo que pone de 
manifiesto la falta de concepciones alternativas en la definición de los «objetos geográficos». La aún hoy 
frecuente identificación popular de nuestra disciplina como una «guía» más o menos detallada sobre las 
características paisajísticas, económicas, demográficas, etc., de los países del mundo, parece hundir sus 
raíces en ese pasado remoto, y manifiesta las fuertes inercias que han atenazado su evolución teórica, 
plasmadas también en su decreciente valoración social. 
El primer avance significativo en la definición de región desde perspectivas geográficas se producirá 
en la segunda mitad del siglo XIX, coincidiendo con el desarrollo científico de la propia disciplina y su 
institucionalización académica (Capel, H., 1981, 83 y sigs.). La fuerte influencia de las ciencias naturales 
desde Humboldt, que apunta hacia una redefinición de la geografía como estudio de las interrelaciones 
hombre-medio, junto al deseo de afirmar el carácter científico y a la vez específico de los estudios 
geográficos, se plasman en la búsqueda de criterios de regionalización diferentes a los históricos o a la 
artificialidad de los políticos, que presentan además un mayor valor didáctico. 
De este modo, surge y se desarrolla la noción de región natural, en coherencia con la primacía que el 
determinismo ambiental imperante otorga al medio como factor de organización espacial y base explicativa, 
en último término, de la Historia. 
Si en un primer momento las divisiones realizadas consideran tan sólo uno de los elementos de este 
medio como clave diferenciadora {por ejemplo, las cuencas hidrográficas), el concepto irá adquiriendo 
progresivamente una mayor complejidad al incorporar nuevos componentes (biogeográficos, geológicos, 
climáticos...), hasta permitir la identificación de espacios integrados en los que se supone que las 
condiciones ecológicas determinan las formas de vida y ocupación de los grupos humanos que los habitan. 
En palabras de Ratzel, «el territorio, siempre el mismo y siempre situado en el mismo lugar del espacio, 
sirve de soporte rígido a los humores, a las volubles aspiraciones de los hombres, y cuando se les ocurre 
olvidar este sustrato les hace sentir su autoridad y les recuerda, mediante serias advertencias, que toda la vida 
del Estado tiene sus raíces en la tierra. Regula los destinos de los pueblos con ciega brutalidad. Un pueblo 
tiene que vivir sobre el territorio que le ha tocado en suerte, tiene que morir en él, tiene que soportar su ley» 
(Ratzel, F., 1888-1889, 12). 
En los análisis a escala mundial cobrarán particular auge las divisiones climáticas, bien de base zonal 
como las realizadas por Herbertson a principios de siglo, bien utilizando otros criterios como, por ejemplo, 
los de Penck, que relacionando temperaturas y precipitaciones llega a distinguir tres grandes tipos de 
regiones en el globo: las húmedas, las nivales y las áridas. De este modo, se singularizan una serie de 
conjuntos territoriales que superan el ámbito estatal (el Asia monzónica, los «países tropicales», la Europa 
mediterránea, la América andina...), en donde el clima, o cualquier otro factor tomado como base, otorga 
una homogeneidad cuya importancia se marca tanto en el paisaje como en las formas de organización 
tradicionales. 
Si la división del mundo en zonas climáticas o cualquier otro tipo de regiones naturales supone un 
indudable avance en tanto los criterios escogidos tienen ya un valor explicativo e intentan plasmar las 
ESPACIOS Y SOCIEDADES 
José Luicho Gómez 
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interrelaciones existentes entre hechos físicos y humanos (Vilá Valentí, J., 1983, 257), su significación y 
valor operativo resultan bastante escasos. En un mundo en que la evolución tecnológica y económica 
resulta cada vez más rápida, los grandes contrastes existentes no parecen vincularse tanto a las peculiares 
condiciones naturales como a la diferente capacidad de las sociedades para dominar y organizar su territorio 
en relación con los valores e intereses dominantes en cada momento y las fuerzas materiales disponibles. La 
reivindicación de la región como espacio humanizado, con límites y dinamismo no coincidentes con los de 
orden fisiográfico, exigirá, pues, una reorientación de los estudios regionales en geografía. 
 
 
2. LA CRISTALIZACIÓN DE LA GEOGRAFÍA REGIONAL 
 
El rechazo del determinismo positivista que alcanza a la geografía desde finales de la segunda década 
de nuestro siglo se constituirá en el vehículo esencial de esa renovación, comenzando entonces lo que ha 
dado en llamarse la etapa «clásica» o regionalista. 
Ante la negación de la unidad metodológica de las ciencias y la contraposición que ahora se impone 
entre ciencias físicas y humanas o sociales, llega a peligrar la propia identidad de la Geografía como 
disciplina específica y única, a caballo entre ambos tipos de saberes. En estas circunstancias, su definición 
como materia que estudia la diferenciación de áreas en la superficie terrestre, es decir, las regiones, además de 
otorgarleun objeto propio de análisis, le asegura su supervivencia científica y académica (Capel, H., 1981, 
338). 
Sin entrar en consideraciones respecto a las diferentes escuelas que desarrollan en esos años los 
estudios regionales sobre supuestos no totalmente coincidentes, el aspecto más relevante desde nuestra 
perspectiva lo constituye la decantación, a lo largo de tres décadas, de un esquema conceptual y 
metodológico de matiz claramente idiográfico que ha llegado a convertirse en clásica, cualquiera que sea la 
escala de análisis considerada. 
La región geográfica, concepto diferente al de región natural que generalmente se aplica a un territorio 
de tamaño inferior al del Estado, se define ahora como espacio singular y único en cuanto supone una 
asociación particular de elementos físicos y humanos, que ha sido modelado históricamente, y cuya 
plasmación material es un paisaje determinado. 
Esta singularidad del hecho regional exigirá, en consecuencia, un tratamiento individualizado en cada 
caso, no siendo aplicables para su comprensión leyes o principios de carácter general en razón de que 
simplifican abusivamente una realidad extraordinariamente compleja y diversa. En este sentido, el geógrafo 
deberá realizar una labor de síntesis al adentrarse en su estudio, profundizando de modo especial en las 
relaciones que se establecen entre los grupos humanos que la habitan y su medio, y destacando los rasgos 
originales, lo que exige recurrir a conocimientos procedentes de disciplinas muy diversas. Los méritos 
indudables que contienen algunos de estos trabajos regionales, que Vilá Valentí identifica con la «habilidad 
especial» y la «notable sensibilidad subjetiva de matización» por parte de sus autores (Vilá, I, 1983, 248), 
reflejan con bastante claridad la peculiar concepción de una labor geográfica entendida más como un arte 
que como una ciencia en sentido estricto. 
Si bien es cierto que el ámbito mundial no resulta la escala analítica más utilizada, la cristalización 
metodológica y la revalorización de los estudios regionales tendrán una evidente repercusión en las obras 
sobre geografía universal que se publican a partir de esos años. 
Aunque teóricamente se integran dentro de la «nueva» geografía regional, puesto que consideran 
espacios delimitados e integrados de características complejas, en la práctica apenas se observan 
modificaciones de importancia respecto al tratamiento dado hasta entonces, La tradicional división del 
mundo en continentes y países, combinada en ocasiones con la inclusión de algunas regiones naturales como 
ámbitos intermedios, continúa plenamente vigente, pese a que las fronteras políticas rompen con frecuencia 
unidades espaciales que desde el punto de vista, geográfico están dotadas de cohesión. La resistencia al 
cambio y la pervivencia de fuertes inercias en este sentido resulta claramente visible en la bibliografía 
existente en castellano sobre el tema: desde la ya clásica Geografía Universal dirigida por Vidal de la Blache 
y Gallois, que comenzó a traducirse en 1928, hasta las posteriores de Terán (1952), o las dirigidas por Vilá 
Valentí (1971) y Casas Torres (1979) —sin considerar las numerosas enciclopedias de temática similar—, el 
mantenimiento de verdaderos «catálogos» de países, en los que se intenta destacar lo específico u original de 
cada caso, resulta una constante. 
Junto a la generalización de esta materia en los diversos niveles de enseñanza, la principal aportación 
en estos años se relaciona con la sistematización en el método de análisis empleado para caracterizar cada 
uno de los países, que yuxtapone desde ahora una serie de apartados sucesivos sin apenas modificaciones 
según el esquema: 
― Medio físico (relieve, clima, vegetación, suelos, hidrografía). 
― Historia, población y poblamiento. 
ESPACIOS Y SOCIEDADES 
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― Actividades económicas (análisis sectorial). 
― Subdivisiones regionales/comarcales. 
 
Si bien este orden impuesto en el tratamiento de la información pudo haber tenido en determinado 
momento alguna significación implícita, su repetición mecánica posterior y la consiguiente ausencia de la 
pretendida visión sintética se constituyeron prontamente en reflejo de las contradicciones existentes entre 
teoría y praxis geográfica. 
Las críticas a esta forma de hacer geografía que surgen desde distintos puntos a partir de mediados de 
siglo vendrán a señalar, junto al carácter excesivamente analítico del estudio «por ficheros», la falta de 
criterios específicos en la delimitación regional y el sentido excepcionalista que impone la enumeración de 
países, frente a la búsqueda de principios explicativos de carácter general. En este sentido, la geografía 
universal jugará un papel activo en la progresiva identificación del conjunto de la Geografía como 
disciplina exclusivamente escalar y académica, descriptiva, memorística y con un cierto tinte 
enciclopédico, poco interesada por los problemas reales de la sociedad y de notable pobreza 
epistemológica, calificativos que aplica Lacoste a lo que denomina «la geografía de los profesores» 
(Lacoste, Y., 1977). 
 
3. LA RENOVACIÓN DE LOS ESTUDIOS REGIONALES DESDE MEDIADOS DE SIGLO 
 
La profunda renovación teórica y metodológica que ha conocido la Geografía en su conjunto durante 
los últimos cuarenta años no podía dejar de reflejarse en los estudios regionales (Unwin, T„ 1995; Peet, R., 
1998). De este modo, la aparición y desarrollo de la llamada geografía analítica o teorético-cuantitativa en 
los años cincuenta supondrá un cuestionamiento inmediato, tanto del concepto de región imperante hasta 
ese momento, como de su práctica concreta en los trabajos empíricos de los geógrafos. 
La redefinición del objeto geográfico, y la prioridad ahora otorgada a la búsqueda de principios 
explicativos generales sobre la organización del espacio, supondrán un cambio inicial en la valoración del 
análisis regional, que deja de constituir un fin en sí mismo para convertirse en complemento de la geografía 
sistemática o general. Ya desde la obra pionera de Schaefer, la geografía regional se justifica en cuanto 
sirve como fuente de información (base para la elaboración de hipótesis) y ámbito de experimentación o 
verificación de las leyes y modelos elaborados por la geografía teórica. 
Esta nueva visión del papel que juegan los aspectos descriptivos dentro de la disciplina es claramente 
formulada por Bunge, considerando que «en geografía, como en cualquier otra ciencia, existe una continua 
interacción entre lógica, teoría y hechos (descripción). Ninguna puede estar separada de las demás. Debido 
a su inseparabilidad, es absurdo mantener que una de las tres, en este caso la descripción, sea "más 
geográfica" que las demás. Las tres son geografía. El problema en geografía, como en cualquier otra ciencia, 
reside en tratar de encontrar la forma más económica de ordenar nuestra percepción de los hechos. En esta 
continua búsqueda de la eficiencia hay que preguntarse: ¿dónde está el cuello de botella? Sin duda, hay que 
contestar que está en la construcción de teorías» (Bunge, W„ 1962, 8). 
La región habrá de explicarse, pues, a partir de los principios generales enunciados por las disciplinas 
sistemáticas, lo que desplaza el interés prioritario hacia la consideración de los procesos y estructuras 
espaciales comunes a varias de ellas, en tanto los aspectos peculiares de cada entidad regional se interpretan 
ahora como anomalías que deben justificarse incorporando nuevas variables no incluidas en los modelos 
globales. La distinción entre espacios individuales y únicos, propuesta por el mismo Bunge, sustenta una 
reorientación de la geografía regional, tanto en los objetivos como en la metodología a aplicar: la región se 
define como una combinación individualizada, pero comparable a las demás, de elementos físicos y 
humanos que se resume en una estructura, estando sometidaa procesos comunes que formalizan su 
organización interna en cada momento. Desde esta nueva perspectiva, pueden entenderse posiciones que en 
apariencia resultan contradictorias como la de Smith, al afirmar que «la geografía regional continúa con 
perfecta salud, aunque no suceda lo propio con la mayoría de textos escritos bajo tal epígrafe» (Smith, D. 
M., 1980, 39). 
Dentro de este ámbito, una de las aportaciones más destacadas que se realiza en esos años se relaciona 
con la ampliación del propio concepto de región tal y como se entiende por la geografía. Si hasta entonces su 
identificación espacial se basaba en la existencia de una cierta uniformidad, bien en sus rasgos físicos o 
humanos, ahora se incorporan nuevos criterios. Por influencia de la economía regional, pasa a un primer 
plano la existencia de interrelaciones (económicas, sociales, informativas...) que vinculan los distintos 
componentes de un territorio o diversos territorios entre sí, generando una red de flujos a partir de la cual se 
formaliza una determinada estructura espacial. Podrá hablarse, por tanto, de región cuando la unidad o 
cohesión funcional entre elementos y espacios heterogéneos sustituya la existencia de uniformidad 
(Juillard, E., 1962). 
En este sentido, junto a las regiones homogéneas o formales, definidas como espacios continuos, 
ESPACIOS Y SOCIEDADES 
José Luicho Gómez 
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delimitados y diferenciados respecto a su entorno por la posesión de ciertos rasgos específicos (históricos, 
culturales, económicos, ecológicos...) que le otorgan una personalidad plasmada en formas concretas de 
organización territorial, se definen ahora las regiones funcionales o polarizadas. 
Aun cuando ambos términos no son estrictamente sinónimos, podemos definirlas aquí como aquellas 
en que existen uno o varios polos o nodos que concentran la población y las actividades, actuando, pues, 
como centros dominantes, en tanto el resto del territorio es funcionalmente dependiente y ejerce como 
abastecedor de factores productivos (fuerza de trabajo, alimentos, materias primas y energía, capitales). Las 
relaciones de intercambio desigual que genera esta diferenciación de funciones en el espacio se establecen a 
lo largo de unas redes de transporte y comunicación de informaciones igualmente jerarquizadas, 
generándose las máximas densidades de flujos (materiales e inmateriales) en las áreas próximas a los 
centros principales, para disminuir desde aquí con la distancia. Así pues, las regiones polarizadas son, por 
definición, heterogéneas, aunque dotadas de una cohesión funcional que permite delimitar con una cierta 
aproximación su ámbito territorial, en tanto áreas de influencia respecto a unos centros dominantes, 
generalmente urbanos, que las organizan. 
Desde mediados de los años ochenta ha tenido lugar una cierta revitalización de los estudios 
regionales en Geografía, que profundizaron también su renovación teórica y metodológica hasta justificar la 
referencia a una nueva geografía regional hecha por algunos autores (Gilbert, A., 3988; Sayer, A., 1989). En 
esencia, tales planteamientos han insistido en el carácter de las regiones como reflejo material de estructuras 
y relaciones sociales formalizadas en el tiempo, que al actuar sobre territorios diferentes dan lugar a formas 
de organización específicas, que se plasman en paisajes característicos. La región se entiende a la vez como 
una estructura, producida por la actuación de diversos agentes y constituida por múltiples elementos que 
interactúan de forma compleja, como partes de un conjunto, y como un proceso dinámico, reflejo de tales 
relaciones dialécticas (Albet, A., 1993). Se sitúa, por tanto, en la intersección entre espacio y tiempo, entre 
«lo horizontal y lo vertical», que son las dos dimensiones básicas con que operan los geógrafos (Péguy, C. 
R, 1996). 
En consecuencia, la geografía regional deberá enfatizar la necesidad de una visión integrada, donde 
los componentes sociales, económicos, ecológicos, históricos o culturales han de plantearse de manera 
interrelacionada, como base explicativa necesaria para abordar la organización del territorio y sus cambios. 
No debe olvidarse tampoco la interdependencia entre las diferentes escalas espaciales, pues los fenómenos 
locales se ven afectados por procesos de carácter estructural, que cobran creciente importancia en el actual 
contexto de globalización, si bien las diversas respuestas dadas en función de las condiciones específicas de 
cada región (recursos naturales, humanos y de capital, relaciones sociales, marco institucional...) acentúan 
la fragmentación actual del espacio y son el origen de nuevas formas de desigualdad entre las mismas 
(Dollfus, O., 1994; De Mattos, C.-Hiernaux, D.-Restrepo, D. compils., 1998). 
La evolución de las obras dedicadas a la geografía universal en estas últimas décadas es tan sólo 
parcialmente coherente con los supuestos teóricos aquí apuntados, al ser uno de los ámbitos donde el peso 
de la inercia ha ejercido mayor influencia. 
Dentro de la búsqueda de divisiones regionales más pertinentes desde una perspectiva geográfica 
exigente, el progresivo desplazamiento de la geografía hacia posiciones más próximas a otras ciencias 
sociales queda aquí reflejado en la prioridad que ahora se otorga a criterios socioeconómicos como base de 
diferenciación. El proceso es observable ya desde los años sesenta, pero se consolidó en la década siguiente, 
cuando las llamadas corrientes críticas o radicales, en su preocupación por aspectos como las relaciones 
sociales que subyacen en las formas espaciales, los fenómenos de dominación, o las profundas 
desigualdades en la distribución de los niveles de bienestar, insistieron en la particular incidencia del 
desarrollo o de los sistemas político-económicos sobre la división del mundo en grandes conjuntos 
regionales con señas de identidad propias. 
Obras como las de Blij (1971 y 1974), Jackson y Hudman (1982), Ward English (1984), o, en el 
caso español, la dirigida por Lluch (1981-1984) y la primera edición de este libro (Méndez, R. y Molinero, 
F-, 1984), constituyeron el intento de proponer un enfoque nuevo que puede calificarse como de verdadera 
«geografía regional del mundo». La identificación en ellas de conjuntos territoriales de ámbito 
generalmente superior al del Estado, justificados a partir de criterios objetivables, y la búsqueda en cada 
caso de una explicación a sus rasgos esenciales a partir de los modelos elaborados por la propia geografía, 
estableció un marcado contraste con la pervivencia de «geografías descriptivas» tradicionales, remozadas 
formalmente en ocasiones pero sin variaciones significativas en los supuestos que las fundamentan, 
generando con ello un panorama bibliográfico más heterogéneo que en décadas precedentes (Riudor, L., 
1986). 
En fechas aún más recientes, la necesidad de revisar las formas de escribir y enseñar la geografía 
regional ha dado lugar a un amplio debate en la geografía francesa, promovido con ocasión del proyecto de 
editar la Géographie Universelle RECLUS (Brunet, R., 1986 y 1989), que intenta recuperar el significado 
del análisis regional y trasladar los principios teóricos ya comentados al estudio de grandes conjuntos 
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regionales. En el mundo anglosajón, ese mismo esfuerzo de actualización temática puede apreciarse en la 
nueva versión de la obra de Blij (1994), o la publicada por Colé (1996), que mantienen una división 
territorial bastante similar a las anteriores. 
 
4. GEOGRAFÍA SISTÉMICA Y ANÁLISIS REGIONAL; 
 LA REGIÓN COMO SISTEMA ESPACIAL INTEGRADO 
 
Una de las aportaciones teórico-metodológicas recientes que mayor interés y posibilidades de 
desarrollo parece suscitar ha sido la incorporación de la Teoría General de Sistemas al ámbito de los 
estudios geográficos a partir del artículo va clásicode Ackerman (Ackerman, E.. 1963). 
En su preocupación por integrar los contenidos de las diversas ciencias mediante el establecimiento de 
una lógica común a todas ellas, el análisis de sistemas ha permitido la decantación de un amplio conjunto de 
conceptos, técnicas analíticas y de un lenguaje normalizado que, además de contribuir a superar el creciente 
aislamiento entre las ciencias (lo que Ortega y Gasset denominó la «miseria del especialismo»: el saber 
cada vez más de cada vez menos), ha estimulado un desarrollo teórico paralelo en diversos campos de 
investigación al favorecer las transferencias interdisciplinarias. Para Von Bertalanffy, «representa un 
amplio punto de vista que trasciende grandemente los problemas y los requerimientos tecnológicos, una 
reorientación que se ha hecho necesaria en la ciencia en general, en toda la gama de disciplinas que va de la 
física y la biología a las ciencias sociales y del comportamiento, y hasta la filosofía. Con distintos grados de 
éxito y de exactitud, interviene en varios dominios y anuncia una nueva visión del mundo que tendrá 
repercusiones considerables» (Von Bertalanffy, L., 1981, VIII-IX). 
Su aplicación a la geografía regional, aun cuando todavía resulte incipiente y con escaso desarrollo 
empírico, puede contribuir a obtener una nueva visión del hecho regional que integre muchos de los 
elementos considerados ya con anterioridad, pero dentro de nuevas categorías teóricas. Como apunta 
Dauphiné, «asimilando la región a un sistema, el geógrafo posee un marco teórico formal, 3o que permite la 
creación de una ciencia de las regiones» (Dauphiné, A., 1979, 30), al tiempo que favorece la colaboración 
con otras disciplinas científicas interesadas hoy también en estos temas. 
Una definición de la región como sistema espacial integrado, abierto y en equilibrio dinámico exige 
precisar en la medida de lo posible sus características: 
1. Toda región supone un territorio delimitado y continuo, de extensión variable, caracterizado por una 
peculiar combinación de elementos físicos y humanos dotados de cienos atributos (tamaño, forma...), 
que le otorgan una personalidad propia y diferenciada. En este sentido, y junto a los atributos puramente 
materiales, hay que señalar la existencia frecuente de una comunidad cultural, de un sentimiento 
colectivo de pertenencia, que vincula a los hombres entre sí y con el territorio que habitan. 
2. El espacio regional aparece dotado de cohesión, estructurado, por la existencia de estrechas 
interrelaciones entre los elementos y territorios que la componen, de las que derivan su propia 
especialización funcional y jerarquización, que definen el estado del sistema en cada momento. Según la 
imagen propuesta por Brunet, en cada lugar del espacio regional existe una estructura vertical definida 
por las relaciones entre sus características físicas, demográficas, económicas, sociales, etc. A su vez, 
entre los distintos lugares que componen una región existen relaciones más o menos intensas que 
definen su estructura horizontal. La región se configura por la articulación de ambos tipos de 
estructuras: «regionalizar consiste en encontrar, sobre la base de las estructuras verticales, un vínculo 
entre lugares, o un orden en el conjunto de relaciones horizontales» (Dumolard, P., 1975, 94). 
3. La región es un sistema abierto, as decir, vinculado en mayor o menor medida a un entorno a través 
de flujos constantes de entradas y salidas (inputs-outputs) que influyen sobre su organización interna. 
Esto supone una permanente relación con el exterior, bien en forma de movimientos de mercancías, 
inversiones de capital, migraciones de población, transmisión de informaciones, etc., en la que unas 
regiones juegan un papel dominante, en tanto otras actúan como espacios dependientes, perjudicados 
por la existencia de un sistema de intercambios desigual. En otros términos, puede apuntarse como 
hipótesis interpretativa que la división del trabajo es una de las claves esenciales de la diferenciación 
a cualquier escala: toda región es un espacio con funcionalidad definida dentro de un contexto más 
amplio, en relación con los recursos productivos de que disponga y su grado de accesibilidad 
respecto a otras áreas (posición geográfica, infraestructuras físicas y técnicas...), 
4. El carácter de sistema abierto justifica que la región no alcance nunca la estabilidad, apareciendo por el 
contrario en constante evolución. Es, por tanto, un complejo espacial construido en el tiempo —a lo 
largo de la Historia— en relación con el propio desarrollo de la sociedad que lo sustenta, de sus fuerzas 
productivas y de las relaciones de producción imperantes. Las transformaciones que se producen en el 
interior de cada región no afectan por igual ni con la misma rapidez a todos sus elementos (la 
distribución del poblamiento es, por ejemplo, más duradera que la de los cultivos o las industrias, aun 
sin llegar a la lenta evolución de las condiciones ecológicas), siendo también discontinuas en el tiempo, 
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pues a períodos de relativa estabilidad les suceden otros de cambios acelerados y profundos. Esto 
complica extraordinariamente el análisis y obliga a incorporar con frecuencia aspectos históricos en 
los estudios geográficos. 
5. El grado de organización interna o de entropía varía notablemente de unas regiones a otras. En las áreas 
desarrolladas, donde la circulación es relativamente fluida y los intercambios son intensos, los espacios 
regionales están fuertemente especializados y jerarquizados. Por el contrario, uno de los rasgos 
geográficos más destacados de las áreas subdesarrolladas es el bajo nivel de integración espacial 
derivado del dualismo económico que contrapone amplios territorios dominados aún por economías 
agrarias orientadas a la autosubsistencia, con áreas puntuales ocupadas por actividades que se destinan 
en gran parte a la exportación. Este hecho, unido a la menor capacidad técnico-económica, puede 
justificar que en estas últimas los factores físicos, étnicos, etc., se constituyan aún ocasionalmente en 
criterios de regionalización significativos. 
6. La región es una realidad observable a diferentes escalas, en cuanto áreas organizadas por los grupos 
humanos y dotadas de cierta cohesión. Según esto, cualquier punto del espacio podrá insertarse en 
regiones diversas según la escala que se considere; el grado de cohesión interna o de homogeneidad 
tenderá a evolucionar en razón inversa al tamaño de la región, aunque manteniendo los supuestos 
básicos anteriores. Esto supone la posibilidad de dividir cualquier región en subsistemas territoriales de 
menores dimensiones, interdependientes entre sí pero con características y dinamismo propios, Desde 
esta perspectiva, un estudio tan global como el que corresponde a esta obra podrá marcar, tan sólo, unas 
claves interpretativas generales que sirvan de contexto para análisis más pormenorizados, manteniendo 
el mismo esquema metodológico. 
7. Cada región se diferencia de las restantes por la existencia de discontinuidades que generalmente 
adoptan la forma de áreas de transición o indeterminación. De este modo, en cada una de ellas se 
identificarán unos espacios centrales o «corazón» regional, en donde se presentan con nitidez los rasgos 
que la personalizan, y unos márgenes en donde se van desdibujando progresivamente hasta llegar a 
confundirse con los de las regiones circundantes, tal como muestra la figura 1.1. La frecuente 
necesidad de dibujar fronteras regionales precisas y de carácter lineal obliga a introducir una cierta 
artificialidad en la delimitación. En estos casos, las fronteras políticas aún resultan de evidente utilidad 
por su papel limitador del movimiento e intercambio, facilitando con ello una mayor diferenciación. 
 
Fig. 1.1. Delimitación de los espacios regionales 
 
 
En cualquier caso, todo intentode delimitación regional incorporará obligatoriamente un 
componente subjetivo e intuitivo relacionado con los presupuestos teóricos de que se parte y el grado de 
conocimiento sobre la realidad que se analiza, pues ambos condicionan la selección de variables y umbrales 
significativos. Cuanto más amplios resulten los conjuntos regionales a delimitar, mayor será este 
componente ante las crecientes deficiencias en la información disponible. 
La revisión teórica de los estudios regionales implica necesariamente una paralela transformación 
metodológica que supere la mera yuxtaposición de elementos físicos y humanos, Desde las afirmaciones 
precedentes, la consideración de cualquier aspecto sólo cobra verdadero significado en relación con su 
funcionalidad dentro del sistema espacial en que se integra, es decir, únicamente a partir de un contexto 
global cabe situar el lugar y la importancia otorgadas a cada variable. 
En cada región, pues, habrá de darse prioridad al análisis de sus estructuras básicas o dominantes, las 
que justifican lo esencial de su organización y dinamismo, dejando en un segundo plano aquellas otras 
subsidiarias que cuentan con menor valor explicativo. Así, por ejemplo, mientras en regiones como Europa 
los procesos de industrialización y urbanización son el motor esencial de las transformaciones acaecidas en 
el último siglo y de las estructuras espaciales vigentes hoy, en otras como el África subsahariana las 
herencias vinculadas al modelo colonial de explotación junto al papel ejercido por un medio tropical 
contrastado que impone aún su rigor sobre unas sociedades con escasa capacidad técnica, económica y 
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organizativa, pasan a ocupar un lugar preeminente. La geografía regional del mundo se define así como un 
estudio de carácter eminentemente selectivo y sintético, frente a las pretensiones de exhaustividad que han 
caracterizado buena parte de las geografías descriptivas al uso. 
Respecto al esquema metodológico a aplicar, y frente a la anterior yuxtaposición de contenidos, la 
comprensión del hecho regional parte de la consideración selectiva de aquellos factores internos y externos 
implicados en cada caso, para analizar después los procesos a que han dado lugar y las estructuras 
territoriales resultantes (distribución de actividades y población, sistemas de poblamiento, redes de 
transporte y comunicación, desigualdades espaciales, delimitación de áreas homogéneas y/o funcionales...), 
tal como muestra la figura 1,2. Así, según afirma Santos, forma, función, proceso y estructura resultan ser las 
categorías analíticas básicas para fundamentar el estudio de las diversas unidades regionales (Santos, M., 
1990). 
Aun cuando en el momento presente una utilización estricta del análisis sistémico aplicado a la 
geografía regional del mundo no resulta aún posible ante la persistencia de problemas teóricos y de 
información no resueltos, el empleo de algunos de sus conceptos básicos como hipótesis interpretativas de 
carácter general y la insistencia sobre las interrelaciones espaciales frente a la simple descripción analítica 
puede ofrecer una alternativa coherente dentro de la necesaria revisión crítica a la que se enfrentan los 
estudios regionales en la actualidad. 
 
III. La división regional del mundo y los criterios de delimitación 
Cualquier división regional implica el establecimiento de unos criterios significativos en relación con 
la escala de análisis utilizada, puesto que en cada caso la importancia relativa de unos y otros resulta 
variable. 
Junto a las evidentes limitaciones en lo que se refiere a la profundidad y complejidad del análisis a 
realizar que impone la magnitud de los espacios aquí considerados, es preciso tener presente que ésta 
también influye sobre la determinación de los factores básicos que otorgan personalidad propia a los 
conjuntos regionales. Al propio tiempo, la influencia relativa de tales factores es cambiante a lo largo del 
tiempo, en función de las transformaciones económicas, tecnológicas, sociales y políticas que definen las 
grandes fases o ciclos históricos por los que ha pasado el sistema mundial (Taylor, P. J., 1988). Desde esa 
perspectiva, en la primera edición de esta obra se identificaron como condicionantes esenciales de la 
división regional del mundo vigente en la primera mitad de los años ochenta: 
― el desigual nivel de desarrollo de cada sociedad; 
― la dualidad de sistemas político-económicos; 
― la herencia histórico-cultural; 
― las características del medio físico. 
 
La crisis de los sistemas de planificación centralizada, con el consiguiente final del esquema bipolar 
que ha tenido lugar en la última década del siglo XX y supone la emergencia de un nuevo orden geopolítico 
mundial (Taylor, P. J., edit, 1993), obliga a revisar hoy esa identificación, eliminando el segundo de tales 
criterios. Desaparece así de forma rápida un modelo que intentó convertirse en alternativa al capitalismo, que 
hoy ejerce por vez primera su hegemonía sobre la práctica totalidad del globo. No obstante, eso no significa 
que la impronta territorial de una forma de organización que primaba la intervención pública sobre la 
economía y el territorio, la homogeneización formal, o las actuaciones de gran escala, haya desaparecido, 
sino que aún se mantendrá como seña diferencial en aquellas sociedades donde estuvo vigente durante 
décadas. 
 
 
 
A) ESQUEMA CLÁSICO DE ANÁLISIS REGIONAL 
 
Medio físico Población y 
poblamiento 
Actividades 
económicas 
Equipamientos Subdivisiones 
territoriales 
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Relieve 
Clima 
Suelos y vegetación 
Hidrografía 
Historia del 
poblamiento 
Distribución 
Estructura 
 •edad/sexo 
 •actividad 
Crecimiento 
Movilidad 
Proyecciones 
Ciudades 
principales 
Agrarias 
 
Extractivas 
Industriales 
Comercio y 
Desequilibrios 
territoriales 
Transpones e 
Infraestructuras 
Equipamientos 
 •públicos 
 •privados 
1Medio físico 
Población 
Economía... 
2. Medio físico 
Población 
Economía... 
3. Medio físico 
Población 
Economía... 
 
 
 
 
B) ESQUEMA METODOLÓGICO PARA UN ANÁLISIS REGIONAL SISTÉMICO 
 
 
FIG. 1.2. Metodología para el análisis regional. 
Tiempo 
Diagnostico territorial 
— Procesos y estructuras dominantes 
— Perspectivas/tendencias (escenarios 
previsibles) 
— Problemática derivada 
— Valoración y propuestas de actuación 
 
Estructuras espaciales 
— Distribución elementos 
— Especialización jerarquización 
— Interrelaciones espaciales 
— Desigualdades 
— Delimitación de áreas 
homogéneas o funcionales… 
 
Factores organización espacial 
— Naturales 
— Históricos 
— Económicos 
Internos 
— Sociológico 
Externos 
— Jurídico- 
Institucionales 
— Culturales 
 
Agentes Sociales 
— Privados 
— Públicos 
 
Procesos 
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FIG. 1.2. Metodología para el análisis regional. 
 
 
1. INCIDENCIA DEL NIVEL DE DESARROLLO 
 
Partiendo de la consideración del espacio regional como producto esencialmente humano, un primer 
factor que diferencia el comportamiento de unas sociedades respecto a otras en lo que se refiere a la 
utilización del espacio que ocupan, es su nivel de desarrollo. 
Aun cuando el propio concepto de desarrollo resulta notablemente complejo y controvertido, tal 
como habrá ocasión de comprobar en el siguiente capítulo, vinculándose prioritariamente desde nuestra 
perspectiva con la noción de bienestar social, no puede dudarse que en su origen tiene una connotación 
esencialmente económica. En este sentido, la consideración del nivel de desarrollo resulta de interés 
geográfico puesto que influye, en primer término, sobre la mayor o menor capacidad de inversión y 
adquisición de tecnología

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