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Competencias transversales comunicativas en la formación profesional: Reflexiones en torno a las demandas de una sociedad globalizada Carmen Alicia Jiménez Martínez Universidad de Cuautitlán Izcalli, México Maestra en psicología carmenaliciaj@gmail.com RESUMEN Tomando como base que desde hace varias décadas se ha reconocido el impacto de la globalización y las nuevas tecnologías sobre la transformación de la educación superior, se hace una reflexión sobre las diversas conceptualizaciones y clasificaciones de las competencias, los componentes de las instrumentales, tal es el caso de las competencias comunicativas y del uso de las nuevas tecnologías de la información y comunicación. La propuesta es analizar las competencias transversales clave que permitirán atender a las actuales demandas de formación profesional, estudiar los procesos de producción e intercambio que emplean los estudiantes universitarios en diversas situaciones, así como los procesos metacognitivos implicados. Palabras clave: Competencias, formación profesional, nuevas tecnologías de información y comunicación, globalización Desde hace algunas décadas se ha reconocido que la influencia de la globalización, la aparición de nuevas tecnologías y el avance en el campo de las comunicaciones han generado la necesidad de cambios importantes en los sistemas educativos de toda nación. De esta forma, se observan diversas transformaciones en los sistemas educativos de todos los niveles y en especial de la Educación Superior, en la que se ha reconocido una importante expansión de la cobertura, la aparición de nuevas regulaciones, la exigencia de calidad, la poca conexión entre el tipo de formación que prevalece en las universidades y las exigencias de la práctica profesional, el cuestionamiento epistemológico sobre la organización de los saberes y el uso de nuevas tecnologías, lo que conduce necesariamente a un cambio en los métodos y las prácticas. (Schön, 1992; García, 1997; Pedroza, 2006; IESALC, 2006; Tuning, 2007, CRES, 2008). En este contexto, se han propuesto nuevas funciones de la Universidad además de la de formación de recursos humanos, pues se considera que ésta debe favorecer el análisis y solución de problemas que plantea una sociedad cambiante, de dinamizar avances tecnológicos sin descuidar el aspecto humano y de producir conocimiento a través de la incentivación de la investigación, entre otras cosas. Al respecto, Díaz-Barriga (2003) señala que desde hace varias décadas, se ha observado un incremento en la búsqueda de modelos educativos alternativos que permitan atender la necesidad de desarrollar - desde la universidad - las capacidades para adaptarse al cambio y la diversidad tecnológica, fomentar la creatividad y la capacidad para contribuir a la innovación, el trabajo en equipo y la comunicación. Esta situación ha llevado a la creación de diversos programas y tratados multiculturales tendientes a proponer estándares educacionales comunes para generar políticas pertinentes para elevar la calidad y pertinencia de la educación, además de favorecer la movilidad estudiantil y intercambio, así como unificar criterios - sin perder de vista la riqueza de la historia y la cultura de cada región. De esta forma, se ha apostado a las competencias profesionales que, bajo el cobijo de una visión de formación profesional- no sólo reproduzcan conocimientos, sino que promuevan la generación de los conocimientos y alternativas que permitan la solución de problemas relativos a la práctica profesional, pues como ha indicado Perrenoud (2006),”… ¿para qué ir a la escuela si allí no se adquiere ningún medio para actuar en y sobre le mundo?...” (pp. 16). Y a pesar de que no existe un consenso sobre la definición de competencia, diversos autores coinciden en considerarla como una capacidad para responder a una demanda de manera adecuada, como la convergencia de los comportamientos sociales, afectivos y las habilidades cognoscitivas, psicológicas, sensoriales y motoras que permiten llevar a cabo adecuadamente un papel, un desempeño, una actividad o una tarea (Argudin, 2001; Zabalza, 2006; Rodríguez, 2007), o como indica Perreneoud (2006) la “capacidad de actuar de manera eficaz en un tipo definido de situación, capacidad que se apoya en conocimientos pero no se reduce a ellos” (pp.7). Pero esta manera de concebir a la competencia es reciente, pues como señala Rodríguez (2007) existen concepciones tradicionales en las que se le consideraba como sinónimo de aptitud o capacidad. Esta idea tiene origen con Tyler, quien en 1949 indica que para un currículo formativo se debía tener en cuenta la tarea hecha por la persona y, que esta actividad, podía dividirse en operaciones y tareas iniciales, intermedias y finales e incluso complementarias. Más tarde, hacia la década de los ochentas se consideró a las competencias como un conjunto de atributos y potencialidades aplicables a diversas ocupaciones (cualificación) y hacia los noventas su conceptualización implicó más bien autonomía, creatividad y flexibilidad para afrontar problemas y tomar decisiones. Y aunque en toda competencia se requiere de esquemas de acción - entendiendo que un esquema es una totalidad constituida que sirve de base a una acción u operación- , una competencia no es un simple esquema, sino el medio a través del cual se organiza un conjunto de esquemas. Así, ésta pasa por razonamientos explícitos, decisiones conscientes, tanteos, dudas, ensayos y errores, pero no los exigen. De tal suerte que la competencia profesional debe considerar un modelo heurístico propio de su dominio o en procedimientos de identificación y resolución de cierto tipo de problemas, que permitan acelerar la movilización de los conocimientos pertinentes y su transposición. “… la construcción de competencias es inseparable de la formación de modelos de movilización de conocimientos de manera adecuada en tiempo real, al servicio de una acción eficaz…” (Perrenoud, 2006, pp.11). Una competencia ha de estar conformada, como se indica en el Proyecto Tuning (2000, 2003, 2007) por elementos integrados, que impliquen la capacidad de seleccionar - entre una amplia gama de posibilidades-, los conocimientos apropiados para determinados fines, esto es, una competencia debe: - Ser correlacional, pues requiere vincular la combinación de habilidades cognitivas y prácticas, de conocimientos, motivación, valores, actitudes, emociones y otros componentes sociales; holística, en tanto considere la multitud de factores relacionados con la finalidad de encontrar aquellos que expliquen el desempeño laboral exitoso concentrándolo en tareas profesionales y contextual, pues para construirse se requiere del contexto o entorno social, considerando las metas, requerimientos y expectativas propias de una sociedad cambiante y abierta. - Generar la capacidad de construir conocimiento (saber), de impulsar un desempeño eficaz (saber hacer) y de permitir la integración del profesional en el ámbito social (saber ser y relacionarse). - Funcionar como recurso de competencias mayores, lo que lleva a pensar que deben existir tantas competencias como situaciones. ¿Qué tipos de competencias se proponen? En lo que se refiere a los tipos de competencias, debido a la polisemia de su conceptualización, también se encuentras diversas clasificaciones tales como: - Competencias básicas: construidas en los primeros ciclos de educación (preescolar, primaria y secundaria) - Competencias genéricas o transversales: atributos compartidos de toda profesión - Competencias específicas: las propias de una disciplina en particular Otra clasificación es la propuesta por el Proyecto Tuning (2003, 2007): - Competencias instrumentales, que engloban a lashabilidades cognitivas, capacidades metodológicas, destrezas tecnológicas y lingüísticas. (comunicación oral y escrita, habilidades básicas para el manejo de ordenadores y de gestión dela información) - Competencias interpersonales, que permiten mejorar el trabajo en equipo, capacidad crítica y autocrítica así como el compromiso ético. - Competencias sistémicas, útiles para aplicar los conocimientos en la práctica y habilidades de investigación, entre otras cosas, a través de la integración de conocimientos teórico-prácticos En lo que se refiere a las competencias instrumentales se han destacado las relativas a la comunicación oral y escrita, la habilidad de gestión de la información y las habilidades básicas del manejo de las nuevas tecnologías, pues éstas facilitan la consecución de numerosos objetivos tanto en el ámbito académico como en el laboral. La comunicación, al incluir tanto mensajes verbales como no verbales, que pueden ser enviados de forma consciente o inconsciente, implica un proceso dinámico complejo, multidimensional y simbólico a través del cual se atribuyen significados por parte del emisor tanto como por el receptor. Al respecto, Hayes (1996, en Marinkovich, 2002) destaca la existencia de los siguientes procesos implicados: • Planificación a nivel conceptual global que se refiere a la generación interna de ideas a comunicar. De organizar estas ideas y desarrollar una estructura para el escrito o discurso además de evaluar la mejor manera/estilo de comunicar estas ideas a su audiencia. • Trasladar o poner en palabras las ideas generadas en la anterior fase, viéndose implicada una conceptualización de cada frase, la estructura sintáctica, la activación de la información léxica (palabras a usar), la selección de detalles dela pronunciación a niel fonológico u ortográfico y la selección de información pragmática y prosódica implicada de manera especial en las comunicación oral pues debe haber congruencia entre la entonación y los gestos y el significado que se quiere expresar. • Y por último la revisión o detección/corrección de errores, que en el caso de la escritura, implica la detección de incongruencias entre las ideas a expresar y lo que expresa el texto, inconsistencias en la organización y detección de errores léxicos o sintácticos. Otro componente importante de las competencias instrumentales es la gestión de la información, en la que se destacan habilidades relativas a la búsqueda de información en textos escrito y uso de los recursos electrónicos. En ésta también se observan diversas fases tales como: • Fase de selección que implica la clasificación y organización de la información de acuerdo a los objetivos y sobre todo de la valoración de la calidad y relevancia • Fase del almacenamiento y recuperación que implica la capacidad para redactar diversos tipos de textos, desde ficheros hasta reportes científicos. Por último estaría lo relativo al conocimiento y habilidad para el manejo de las nuevas tecnologías relacionadas con procesadores de textos, empleo de la red informática, hasta la participación en programas e-learning. La bibliografía existente en la actualidad en torno a las nuevas tecnologías de la información y de la comunicación es muy amplia; sin embargo existen elementos comunes como la microelectrónica, la informática, las telecomunicaciones, la televisión y la radio. De este modo al referirse a las nuevas tecnologías de la información y comunicación se indican los instrumentos técnicos como el ordenador, las redes y la realidad virtual, entre otros, que giran en torno de las telecomunicaciones, la informática y los audiovisuales de forma interactiva. Respecto al uso de las nuevas tecnologías de la información y comunicación (NTIC), Monereo (2005) propone diversas competencias básicas que permiten potenciar su uso en diferentes aspectos de la educación y de la vida, las cuales tiene que ver con la capacidad para aprender a buscar y seleccionar información, aprender a aprender a través de a comunicarse, colaborar y participar en al vida pública. Un aspecto que se ha destacado en el uso de las NTIC, es la necesidad de desarrollar competencias que permitan autorregular y fomentar el aprendizaje autodirigido, que es un aspecto que contribuye en la clarificación de las propias actividades de aprendizaje, al permitir la retroalimentación continua. Además, las competencias relativas a aprender a aprender implican alcanzar un grado elevado de conciencia metacognitiva sobre el propio “yo-en-contexto”, contribuyen a darse cuenta de qué pensar (representación), decir (discurso) y hacer (acción estratégica) cuando se está en un determinado contexto –sea personal, laboral, de ocio, etc., para alcanzar los objetivos de aprendizaje y desarrollo personales. Sin embargo, aunque el estudio de la comunicación y en este caso de la competencia comunicativa, se ha apoyado en la lingüística, la semiótica, la sociología y psicología, explicar el desarrollo de las competencias comunicativas no puede circunscribirse a la sola descripción de las tareas o desempeños implicados, sino que, en un sentido más amplio sería pertinente analizar el modo peculiar de interacción mediadora y mediada entre sujetos-agentes sociales que, en el marco de una nueva sociedad del conocimiento, se ve manifiesta en diversas situaciones sociales y culturales. De este modo, al reconocer que las nuevas tecnologías han transformado la forma de comunicarse de las personas, investigadores como Monereo (2005) señalan la importancia de identificar las competencias clave y los saberes asociados con la adquisición y el desarrollo de las capacidades metacognitivas y cognitivas de alto nivel (planificación, autorregulación, autocontrol, adaptabilidad, manejo de la incertidumbre, etc.); además de fomentar el desarrollo de competencias relativas a la capacidad de relación interpersonal (comunicación, empatía, trabajo en equipo, habilidades sociales, etc.) e incluso las relativas a los principales ámbitos de alfabetización, tales como: - la cultura letrada (que implica el dominio de la lengua oral y escrita), - la cultura matemática, científica, así como en la cultura visual (interpretar, utilizar, valorar y producir imágenes fijas y en movimiento para comunicarse) - la cultura de la información (localizar, seleccionar, valorar, sintetizar y utilizar la información que se necesita con las tecnologías apropiadas) - la multiculturalidad y la cultura de la globalización (relacionada con el conocimiento y la comprensión de las interrelaciones entre fenómenos y procesos que tienen lugar en diferentes lugares del planeta) De esta forma, sería pertinente estudiar los procesos de producción, circulación, intercambio, negociación y usos de formas simbólicas que emplean los estudiantes universitarios, pues si comunicar significa negociar significados o expresarse, interactuar, proyectarse, afirmarse, abrirse al mundo, sentirse y sentir a los demás, la investigación de la competencia comunicativa ha de llevar a comprender: ¿Cuál ha sido el impacto de las transformaciones tecnológicas en el tipo de comunicación e interacción social que impera en los espacios de intercambio académico? ¿De qué forma el mundo globalizado ha impactado en la concepción de las competencias comunicativas como ejes transversales del proceso de formación? ¿Cómo interviene la comunicación en los diversos campos de la formación del universitario? 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