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Prehistoria de la nano 1 Prehistoria de la nano Pablo A. González Pensar que la nanotecnología empieza con el descubrimiento del grafeno es pensar que la microbiología empezó con la invención del microscopio inventado por Zacharias Janssen en 1590. La nano existe desde que existe la vida, o inclusive desde antes. Las primeras moléculas autorreplicativas de ARN eran verdaderas nanomáquinas que fabricaban copias de sí mismas. Eventualmente, se rodearon de membranas que las protegían formando precursores de las primeras protocélulas y así, de nano en nano, hasta nosotros. Esto quiere decir que la nano es más descubierta que inventada, pero ese descubrimiento, esa noción de que algo extraño estaba pasando, fue primero nanotecnología y recién después nanociencia. Existe registro histórico del uso de nanotecnología por parte de los mayas, que solían mezclar pigmentos azules profundos que extraían de las hojas de añil y una forma de arcilla. Pero, ¿dónde está la nanotenología en mezclar plantas y barro? Figura 1. Azul Maya Los pigmentos que se extraían de estas plantas son muy delicados, y una exposición ligera al sol, la lluvia o el viento los destruía con facilidad. Lo que los mayas descubrieron es que si antes de pintar mezclaban el pigmento con la arcilla, la pintura duraba muchísimo más. Esta arcilla en particular contiene filosilicatos que forman estructuras nanométricas. Las moléculas que le dan color al pigmento son rodeadas por estas nanoestructuras, que van a dejar interactuar la luz normalmente, pero van a protegerlos de la interacción con el ambiente, resultando en un azul que es visible todavía hoy, siglos después. Otro ejemplo es la Copa de Lycurgus, de la cual ya se habló en el capítulo 1.1., que los romanos en el Siglo IV a.C. usaron nanopartículas de oro y plata incluidas en vidrio para generar objetos casi mágicos, como la Copa de Lycurgus, verde opaca cuando es iluminada desde afuera pero que al ser iluminada desde adentro adquiere un tono rojizo. Ese mismo uso fue popular en la Edad Media, donde los diferentes colores para las ventanas de las catedrales se obtenían calentando y enfriando el vidrio lleno de nanopartículas de oro y plata, y logrando que se modificara el tamaño y la estructura y, por lo tanto, el color. Claro que poco entendían sobre la naturaleza de su arte, pero eso no les impidió ser pioneros de la nanotenología. Otros pioneros fueron los ceramistas de Manises, que conseguían un brillo metálico en sus piezas gracias a la inclusión de nanopartículas de plata y cobre, técnica que aprendieron de los todavía más antiguos ceramistas musulmanes andaluces. Pero así como hubo arte, hubo guerra, y el Proyecto Manhattan del Siglo XVII fue llevado a cabo por herreros históricos como Assalud Ullah, que lograba espadas con hojas tan afiladas que podían cortar un pelo si se lo dejaba caer sobre el filo. El secreto de Ullah era el acero, que tenía una cantidad de carbono anormalmente alta. Normalmente el carbono arruinaría una espada, pero en este caso la hacía más fuerte, ¿cuál era el secreto? el carbono no estaba de cualquier forma, sino que había sido moldeado en forma de nanotubos de carbono gracias a ciclos de calor y frío y el agregado de diferentes catalizadores en el proceso de forja. ¿Sabía Assalud algo de nanotecnología? Nada, pero nos dejó en el acero de Damasco. La nano no es inmune a una constante en la ciencia: a veces se hace primero que algo funcione y después (tal vez años y años después) se descubre cómo. Profesor Norio Taniguchi acuñó el término nanotecnología. No fue hasta 1981, con el desarrollo del microscopio de efecto túnel que podría "ver" los átomos individuales comenzó la nanotecnología moderna.
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