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GUIA BREVE DE TERAPIA BREVE

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breve
Terapia Familiar 
Últimos títulos publicados: 
16. J. S. Bergman - Pescando barracadas 
17. B. P. Keeney - Estética del cambio 
18. S. de Shazer - Pautas de terapia familiar breve 
20. V. Papp - El proceso de cambio 
21 . M. Selvini Palazzoli y otros - Paradoja y contraparadoja 
22. B. P. Keeney y O. Silverstein - La voz terapéutica de Olga Silverstein 
23. M. Andolfi - Tiempo y mito en la psicoterapia familiar 
25. W. H. O'Hanlon - Raices profundas 
27. H. C. Fishman - Tratamiento de adolescentes con problemas 
28. M. Selvini Palazzoli y otros - Los juegos psicóticos en la familia 
29. T. Goodrich y otras - terapia familiar feminista 
3ü. L. Onnis - Terapia familiar de los trastornos psicosomáticos 
31 . A. Ackermans y M. Andolfi - La creación del sistema terapéutico 
32. S. de Shazer - Claves para la solución en terapia breve 
33. A. M. Sorrentino - Handicap y rehabilitación 
34. L Cancrini - La psicoterapia: gramática y sintaxis 
35. W. H. O'Hanlon y M. Weiner-Davis - En busca de soluciones 
36. C. A. Whitaker y W. M. Bumberry - Danzando con la familia 
37. E. S. Pittman III - Momentos decisivos 
38. S. Orillo y P. Di Blasio - Niños maltratados 
39. J. Haley - Las tácticas de poder de Jesucristo 
40. M. Bowen - De la familia al individuo 
41. C, Whitakcr - Meditaciones nocturnas de un terapeuta familiar 
42. M. M. Berger - Mas allá del doble vinculo 
43. M. Walters, B. Carter, P. Papp y O. Silverstein - La red invisible 
45. Matteo Selvini - Crónica de una investigación 
46. O Rausch Herscovici y L. Bay - Anorexia nerviosa y bulimia 
48. S. Rosen - Mi voz irá contigo 
49. A. Campanini y E. Luppi - Servicio social y modelo sistémico 
50. B. P Keeney- La improvisación en psicoterapia 
51. P.. Caillé - Uno más uno son tres 
52. J. Carpenter y A. Treacher - Problemas y soluciones 
en terapia familiar y de pareja 
53. M. Zappella - No veo, no oigo, no hablo. El autismo infantil 
54. J. Navarro Góngora - 'Técnicas y programas en terapia familiar 
55. C. Machines - Sexo, amor y violencia 
56. M. Whitc y D. Epston - Medios narrativos para fines terapéuticos 
57. W. Robert Beavers y R. B. Hampson - Familias exitosas 
58. I. Segal - Soñar la realidad 
59. S. Cirillo - El cambio en los contextos no terapéuticos 
60. S. Minuchin - La recuperación de la familia 
62. J. Navarro Góngora y M. Beyebach - Avances en terapia familiar sistémica 
63. B. Cade y W. H. OHanlon - Guía breve de terapia breve 
Brian Cade 
William Hudson O'Hanlon 
Guía breve 
de terapia breve 
ediciones 
PAIDOS 
Barcelona-Buenos Aires-México 
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SUMARIO 
Agradecimientos 11 
Prefacio 13 
Introducción 15 
1. Enfoques breves/estratégicos de la terapia: una visión ge-
neral 19 
Historia de los primeros tiempos: algunos hitos importantes. . 19 
Definiciones 22 
Los dos enfoques principales 23 
Intervención terapéutica 27 
Entrenamiento 33 
Conclusión 34 
2. ¿Qué es lo que sucede entre oreja y oreja? 37 
La operación básica 38 
Los constructos personales 40 
Figura/fondo: los efectos de la tendencia del observador . . . . 45 
3. La realidad de la «realidad» (o la «realidad» de la realidad): 
«¿qué es lo que está ocurriendo realmente?» 49 
4. ¿Cómo comprendemos las emociones? 61 
5. Negociando el problema 69 
6. Neutralidad y poder, sugerencias, tareas y persuasiones . . . 83 
Influencia y pericia 83 
La neutralidad 85 
Sugerencias, tareas y persuasiones 87 
7. Menos de lo mismo 97 
Libertad, ¿para quién? 104 
8. Excepciones, soluciones y enfoques al futuro 111 
Excepciones 114 
La pregunta del milagro 118 
Ubicación en una escala 122 
Enfocando al futuro 125 
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10 GUÍA BREVE DE TERAPIA BREVE 
9. Intervenciones de enmarcado: modificando la visión del pro-
blema 127 
10. Intervención en la pauta: modificando la acción del proble-
ma 139 
Intervención en la pauta 142 
11. El uso de la analogía 149 
Sobre la analogía 150 
Anécdotas, parábolas y relatos 152 
Utilizando las aptitudes naturales del cuerpo 154 
La metáfora mediante la acción 156 
Tareas metafóricas 157 
«He conocido una familia que...» 157 
12. Las intervenciones paradójicas 159 
La paradoja reconsiderada: empatia, no trampa 168 
13. Exceso y defecto de responsabilidad: las dos caras de la mo-
neda 171 
Tres niveles de responsabilidad 173 
Experiencias formativas 174 
El continuum responsabilidad-irresponsabilidad 176 
Sistemas de constructos personales 183 
«El que compra un perro no sigue ladrando» 184 
Conclusión 189 
Una historia final 190 
Epílogo 192 
Bibliografía 195 
Indice de nombres 204 
Indice analítico 206 
AGRADECIMIENTOS 
Nos gustaría reconocer la ayuda de nuestro amigo y colega Michael 
Durrant, por sus valiosos consejos, su apoyo, su constante exhortación 
a que no abandonáramos, sus frecuentes y gratas invitaciones a tomar 
un vaso de vino (ofrecido a Brian, no a Bill, que vivía demasiado lejos) 
y, finalmente, por su pericia con los ordenadores. 
También deseamos expresar nuestro agradecimiento a los directo-
res de los periódicos que nos autorizaron a reproducir o adaptar la tota-
lidad o partes de los siguientes artículos: 
Cade, B. (1982), «Some uses of metaphor», The Australian Journal of 
Family Tlierapy, 3: 135-140. 
Cade, B. (1984), «Paradoxal techniques in therapy», Journal of Child 
Psychology and Psychiatry, 25: 509-516. 
Cade, B. (1986), «The reality of "reality" (or the "reality" of reality)», 
The American Journal of Family Therapy, 14: 49-56. 
Cade, B. (1987), «Brief/strategic approaches to therapy: A commentary», 
The Australian and New Zealand Journal of Family Therapy, 8: 37-44. 
Cade, B. (1988), «The art of neglecting children: Passing the respon-
sability back», Family Therapy Case Studies, 3: 27-34. 
Cade, B. (1989), «Over-responsability and under-responsability: Opposite 
sides of the coin», A celebration of family therapy-10th anniversary 
issue of The Journal of Family Therapy, Primavera, 103-121. 
Cade, B. (1992), «A response by any other...», Journal of Family Therapy, 
14: 163-169. 
Cade, B. (1992), «I am an unashamed expert», Context: A News Magazine 
of Family Therapy, Verano, 30-31. 
Cade, B. y Seligman, P. (1981), «Nothing is good or bad but thinking 
makes it so», The Association for Child Psychology and Psychiatry: 
Newsletter, n. 6, Primavera, 4-7. 
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12 GUÍA BREVE DE TERAPIA BREVE 
Finalmente , queremos agradecerle su infinita paciencia y com-
prensión, y su buen humor, que seguramente algunas veces se vio afec-
tado, a Susan Barrows Munro, de la editorial Norton. Y a su nueva ayu-
dante, Margaret Farley, deseamos expresarle nuestra admiración por 
el rápido desarrollo de sus habilidades para la «compaginación breve». 
PREFACIO 
Los autores se conocieron en Cardiff, Gales, a principios de la déca-. 
da de 1980. Bill dirigía unas sesiones de trabajo auspiciadas por The 
Family Institute, en el que estaba empleado Brian. Descubrimos con-
siderables afinidades. Los dos tocábamos la guitarra y habíamos escri-
to canciones. Otrora ambos habíamos llevado el pelo largo (aunque 
en el caso de Brian; ya andaba algo escaso de ese bien), además de cami-
sas floreadas y abalorios. Encontramos que nuestras ideas sobre la ten 
pia breve y el modo en que la practicábamos tenían mucho en común 
aunque con algunas diferencias de énfasis. Coincidíamos en que la 
influencia de Milton Erickson había sido de suma importancia en el 
desarrollo de nuestra práctica y de nuestras ideas acerca de la terapia 
aunque sólo Bill le había conocido personalmente. 
Muy pronto decidimos colaborar en un libro que resumiría los prin-
cipales elementos, las ideas, los principios, las actitudes y las técnicas 
asociadas con la terapia breve. Cada uno de nosotros había practica-
do y enseñado este enfoque desde mediados de la década de 1970, y 
nos parecía que teníamos algo significativo que decir. El libro iba a 
reflejar tan to las semejanzas como las diferencias de nuestro trabajo. 
Sin embargo, escribirlo nos llevómás tiempo del que habíamos pen-
sado. Esto se debió, en parte, a que no podíamos seguirle el paso a los 
desarrollos que se producían en nuestro campo (y en nosotros); en bue-
na medida, la causa fue que los dos somos personas ocupadas; también 
a que estábamos escribiendo demasiadas otras cosas; de pronto, Brian 
emigró a Australia, y etcétera, etcétera. El proyecto finalmente levantó 
el vuelo cuando , por casualidad, descubrimos que los dos habíamos 
comprado ordenadores compatibles y programas también compatibles 
para el procesamiento de textos, y que, además, ambos teníamos fax. 
Entonces surgió un problema que no habíamos previsto. ¿Qué está-
bamos haciendo en terapia, y qué pensábamos acerca de ello? En los 
días impetuosos de finales de la década del 70 y principios de la del 80, 
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14 GUÍA BREVE DE TERAPIA BREVE 
nosotros, junto con la mayoría de nuestros colegas breves/estratégicos, 
trabajábamos con relativa certidumbre. Éramos buenos tácticos, nos 
basábamos en concepciones claras, centradas en los procesos, acerca 
del modo en que se mantenían y evolucionaban los problemas; ade-
más, disponíamos de energía y entusiasmo ilimitados, y de una ver-
dadera cornucopia de ideas perspicaces para las intervenciones. 
Ahora somos tácticos con menos cert idumbres, menos audaces, 
menos abrazados a modelos simplistas, y mucho menos impresiona-
dos por nuestra sagacidad. Nos interesan mucho más los recursos de 
nuestros clientes y procuramos evitar enfoques que, abierta o encu-
biertamente, los debiliten. Nos interesa más el desarrollo de un enfo-
que cooperativo. No obstante, seguimos siendo un tanto escépticos con 
respecto al modo santurrón con que algunos colegas niegan la vali-
dez de la pericia profesional y afirman que es posible y deseable no 
ejercer ninguna forma de influencia. Nosotros pensamos que es impo-
sible no influir, pero «...hay un modo de estar abiertos para que los 
clientes influyan en nosotros como terapeutas. Podemos escucharlos 
a ellos en lugar de escuchar a nuestras teorías. Podemos validar su expe-
riencia y permitirles que nos enseñen lo que da y lo que no da resul-
tado para ellos» (O'Hanlon, 1991, pág. 109). 
Sin duda, nos habría resultado mucho más fácil escribir este libro 
cuando se nos ocurrió la idea y mientras aún disfrutábamos de un gra-
do considerable de certidumbre acerca de lo que pensábamos y de lo 
que poníamos en práctica. Pero, con suerte, lo que finalmente hicimos 
quizá sea más útil. 
INTRODUCCIÓN 
En las últimas tres décadas, considerablemente influido por la publi-
cación en 1963 de Strategies of Psychotherapy, de Jay Haley, y el trabajo 
ulterior del Centro de Terapia Breve de Palo Alto (Watzlawick y otros, 
1974; Weakland y otros, 1974), se produjo un rápido crecimiento del 
interés en el desarrollo de enfoques terapéuticos breves/estratégicos. 
En contraste con la mayoría de los modelos que entonces prevalecían, 
evolucionó un enfoque más activo, directivo, para el cual la terapia con-
sistía primordialmente en promover el cambio, y ya no el crecimiento, 
la comprensión o el insight; el terapeuta se volvía mucho más útil como 
agente generador del cambio. 
Gran parte del primer ímpetu del desarrollo de este enfoque refle-
jaba el interés por la innovación y el descubrimiento de mejores téc-
nicas para producir cambios. En los años siguientes, resultó cada vez 
más claro que la terapia exitosa podía ser mucho más corta que lo que 
suponían los profesionales que operaban en el marco de principios más 
tradicionales. Esta perspectiva fascinó a cantidades crecientes de pro-
fesionales y equipos en todo el mundo, que empezaron a experimen-
tarla. Les atraía el optimismo y el enfoque pragmático, tanto la creati-
vidad como la aportación a una terapia eficaz. Siguió una oleada expo-
nencial de artículos, capítulos y libros; cada vez era mayor la riqueza 
de ideas y técnicas. Más recientemente, la posibilidad de realizar inter-
venciones breves pero eficaces se ha popularizado entre diversas fuen-
tes de recursos económicos, compañías de seguros, y los muchos orga-
nismos de ayuda que no pueden proporcionar servicios a cantidades 
crecientes de clientes, dado que sus presupuestos se reducen rápida-
mente. 
Pero en los últimos años se está empezando a dirigir una mirada 
más sobria y más crítica al enfoque, a las consecuencias de muchas de 
las técnicas desarrolladas, y a algunos de los supuestos subyacentes 
que orientaron la práctica de la terapia breve que ésta, alternativamente, 
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16 GUÍA BREVE DE TERAPIA BREVE 
ha sido acusada de ignorar o pasar por alto. Siempre hubo críticos 
externos, pero ahora el campo en sí está considerando con mayor deten-
ción la dirección de su marcha anterior y el punto al que ahora se enca-
mina. 
Entre los principales ámbitos de preocupación parecen estar: 
• el empleo de técnicas encubiertas y manipulativas (por ejemplo, 
las intervenciones paradójicas), en particular cuando éstas supo-
nen proyectos encubiertos del terapeuta o del equipo y, a veces, 
diversos grados de engaño deliberado; 
• el abuso implícito o explícito de la posición de poder y control 
del terapeuta pa ra definir la dirección y el resultado, en parti-
cular cuando éstos quedan fuera de la conciencia del cliente; 
• el enfoque conductual estrecho y, en gran medida, pragmático 
asumido por esta aproximación, y su aparente desinterés por las 
variables in t rapsíquicas o emocionales de la vida del cliente; 
• la perspectiva un tanto frivola que parece haberse adoptado en 
cuanto a la importancia o existencia de una realidad o verdad 
identificable en los asuntos humanos; 
• el hecho de que no se encararan con seriedad las variables socio-
políticas que afectan la vida de los clientes, en particular las rela-
cionadas con el género. 
A lo largo de este libro tocaremos muchos de estos temas, aunque 
no prometemos resolver todos los dilemas suscitados. No pretendemos 
negar que, a veces, los terapeutas breves han aparecido como profe-
sionales de enfoque estrecho, antagónicos y falaces en su trabajo, en 
algunos casos impúdicamente. Pero creemos que los buenos terapeu-
tas breves siempre han prestado mucha atención a las preocupaciones 
de los clientes (lo cual también supone respetar sus sentimientos), han 
considerado las restricciones contextuales más amplias, y han valora-
do y respetado los propios recursos del cliente. También creemos que 
el campo ha evolucionado significativamente desde aquellos días impe-
tuosos y ofuscados de principios de la década de 1970, cuando los escri-
tos omitían mencionar estos factores. 
Estamos de acuerdo con Steve de Shazer, quien, al ser interrogado 
acerca de la reputación manipulativa/no ética que los terapeutas bre-
ves se habían ganado, respondió: 
INTRODUCCIÓN 17 
Hemos descubierto que no hay ninguna necesidad de inventar esas 
trampas, esos recursos engañosos que algunos de nosotros solíamos uti-
lizar en el pasado. Nuestras técnicas preferidas son ahora francas y correc-
tas, y estamos utilizando el material que nos proporciona la familia. De 
hecho, retrospectivamente, supongo que todas aquellas técnicas prove-
nían de las familias con las que trabajábamos. Pienso que las preocu-
paciones que tienen algunas personas surgen del modo en que nosotros, 
los autores, escribimos sobre lo que estábamos haciendo, y quizá escri-
bíamos de un modo que no lo reivindicaba. Si lo hubiéramos escrito de 
otra manera, podríamos haber dicho: «¡Dios mío, vaya si son astutos 
estos clientes!» (Cade, 1985b, pág. 97). 
Nosotros ya no utilizamos el paradigma sistémico como nuestro 
modelo pr inc ipa l . El único que puede ac tua r y reaccionar ante las 
circunstancias es el individuo. Preferimos el término interaccioval a la 
palabra sistémico, en cuanto el primero lleva a considerar procesos 
repetitivos y potencialmente observables, en los cuales las personas 
reaccionan secuencial y recíprocamente. La palabra «sistémico» pue-
de serdemasiado estática y carente de especificidad, además de pres-
tarse a la reificación. 
Por razones tanto pragmáticas como estéticas, también nos hemos 
guiado por el principio de economía de Occam. El hermano Guillermo 
de Occam, un filósofo inglés del siglo XIV, sostenía que para explicar 
cualquier fenómeno había que partir de la menor cantidad posible de 
supuestos. Basándose en la idea de que «es vano hacer con más lo que 
puede lograrse con menos», diseccionó como con una navaja todos los 
marcos de referencia. Como dijo más tarde Bertrand Russell, «...si en 
una ciencia todo puede interpretarse sin suponer ésta o aquella enti-
dad hipotética, no hay ninguna base para suponerla» (Russell, 1979, 
pág. 462). 
Tras una visión histórica general, nuestro plan es llevar al lector a 
un recorrido razonablemente amplio por los diversos aspectos de este 
campo tal c o m o lo vemos en la actualidad. (Al principio, Bill quería 
que el libro se titulara «Una guía de la terapia breve para turistas que 
hacen auto-s top», pero finalmente prevaleció la reserva británica de 
Brian.) Por cierto, no será un recorrido exhaustivo ni, esperamos, ago-
tador. Evitamos plantear las cosas como si fueran recetas de cocina, 
aunque algunas secciones tengan ese aspecto. Tratamos de no escribir 
un m a n u a l to ta lmente teórico, aunque in tercalamos alguna teoría. 
Esperamos que este libro refleje la tendencia actual a un enfoque 
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18 GUÍA BREVE DE TERAPIA BREVE 
que, de manera marcada y transparente, sea más cooperativo y res-
petuoso. También esperamos haber logrado comunicar nuestro entu-
siasmo continuo y nuestro compromiso con el potencial de los enfo-
ques breves, aunque reduciendo al mínimo o evitando por completo el 
celo fundamentalista que quizá se habría deslizado si hubiéramos escri-
to el libro cuando lo planeamos inicialmente. 
Deseamos dejar en claro desde el principio que la «terapia breve» 
de la que hablamos deriva de la tradición de la terapia familiar y de 
la obra de Milton Erickson. Hay otra rama de la «terapia breve», pro-
cedente de Freud y de la tradición psicodinámica, que es, por lo gene-
ral, considerablemente más prolongada que la que describimos aquí. 
Lo advertimos para que el lector tenga la seguridad de haber dado con 
el libro correcto, a la manera de las azafatas, que anuncian el destino 
del vuelo antes de cerrar las puertas del avión. Si no es éste el tipo de 
terapia breve al que el lector quiere llegar, ahora tiene la oportunidad 
de bajarse rápidamente del avión. 
1. ENFOQUES BREVES/ESTRATÉGICOS DE LA TERAPIA: 
UNA VISIÓN GENERAL 
Si se me pidiera que explicara brevemente la psicoterapia estra-
tégica... respondería: «Los pacientes intentan dominar sus pro-
blemas con una estrategia que el terapeuta cambia, porque no es 
eficaz. Todo lo demás es comentario». 
RABKIN(1977, pág. 5) 
Milton H. Erickson, doctor en medicina, fue el primer tera-
peuta estratégico. Se le podría incluso considerar el primer te-
rapeuta, puesto que fue el primer clínico importante que se con-
centró en la manera de cambiar a las personas. 
HALEY (1985, pág. vii) 
HISTORIA DE LOS PRIMEROS TIEMPOS: ALGUNOS HITOS IMPORTANTES 
La influencia de Milton Erickson sobre el desarrollo de los enfo-
ques breves/estratégicos ha sido enorme. Sus actitudes y su genio inven-
tivo ejercieron una influencia considerable durante el desarrollo tem-
prano de los enfoques de la comunicación, centrados inicialmente en 
el proyecto de investigación de Gregory Bateson. Éste empezó en 1952 
con un es tudio de las paradojas de la abs t racción en la comunica-
ción, para lo cual utilizó la teoría de los tipos lógicos (Whitehead y 
Russell, 1910-1913). Bateson colaboró en este proyecto junto con John 
Weakland, Jay Haley y William Fry, Jr. Otras importantes influencias 
tempranas fueron las de la obra de Norbert Weiner sobre cibernética 
(la ciencia de la comunicación, aún en desarrollo, y el control de los 
sistemas) (Weiner, 1948), y el trabajo de Shannon y Weaver, que desa-
rrollaba una matemática del intercambio y el flujo de la información 
(1949). 
Al mismo t iempo, Don Jackson, un psiquiatra, estaba elaborando 
sus ideas acerca de la homeostasis familiar (1975). Empezó a traba-
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20 GUÍA BREVE DE TERAPIA BREVE 
jar en estrecha colaboración con el grupo de investigación de Bateson 
y más tarde se incorporó a él. «En la investigación se utilizaron diver-
sos tipos de datos: hipnosis, ventriloquia, entrenamiento animal, pelí-
culas populares, la naturaleza del fuego, el humor, la esquizofrenia, la 
comunicación neurót ica , la psicoterapia, los sistemas familiares y 
la terapia familiar» (Haley, 1963, pág. ix). 
A lo largo de los diez años que duró este proyecto, sus miembros 
consultaron a menudo a Milton Erickson para examinar aspectos de 
la hipnosis y la terapia, y también en busca de supervisión en sus pro-
pios casos. Recientemente se h a n publicado las t ranscr ipciones de 
muchas de esas consultas en tres volúmenes compilados por Jay Haley 
(1985). 
En 1956 apareció el trabajo clásico y seminal t i tulado Toward a 
Theory of Schizophrenia, en el que se elaboraba la etiología de la esqui-
zofrenia sobre la base de la teoría del doble vínculo (Bateson y otros, 
1956). 
Don Jackson fundó en 1958 el Mental Research Inst i tute (MRI) 
en Palo Alto, California, y se le unieron John Weakland, Jay Haley, Jules 
Riskin, Virginia Satir y Paul Watzlawick. George Greenberg ha escri-
to un excelente homenaje a la influencia y las ideas de Don Jackson 
(Greenberg, 1977). 
En 1963, Haley publicó su brillante obra Strategies of Psychoterapy, 
que destacaba la naturaleza paradójica de toda terapia y también demos-
traba la influencia de Milton Erickson en su pensamiento. 
En 1966, Richard Fisch iniciaba en el MRI el proyecto de terapia 
breve que iba a tener un profundo efecto sobre el desarrollo de los enfo-
ques breves/estratégicos. 
Dos obras importantes vieron la luz en 1967: el trabajo de Haley 
titulado Toward a Theory of Pathological Systems, que trataba sobre la 
influencia de las coaliciones transgeneracionales (el triángulo perver-
so) en el desarrollo de la patología (Haley, 1967a), y el libro Pragmatics 
of Human Communication: A Study of Interactional Patterns, Pathologies, 
and Paradoxes (Watzlawick, Beavin y Jackson, 1967). 
En 1967, Haley pasó a la Philadelphia Child Guidance Clinic, don-
de se unió a Salvador Minuchin y Braulio Montalvo, interesándose cada 
vez más por la estructura y la jerarquía. En 1973 se publicó Uncommon 
Therapy: The Psychiatric Techniques of Milton H. Erickson; allí Haley 
introdujo la expresión «terapia estratégica» y elaboró sus ideas sobre 
el enfoque ericksoniano de los problemas que aparecían en las diver-
ENFOQUES BREVES/ESTRATÉGICOS DE LA TERAPIA 21 
sas etapas del ciclo vital de la familia. Como observa Lynn Hoffman, 
este libro representa la culminación de la preocupación inicial de Haley 
por el proceso. Dice esta autora: «Al escribir sobre la terapia estraté-
gica, Haley se atiene principalmente al lenguaje de los procesos. Tras 
su decisión de unirse a Minuchin en Filadelfia... comenzó a restar impor-
tancia al empleo de las técnicas hipnóticas y las directivas paradójicas 
(aunque sin dejar de atribuirles importancia), para concentrarse en un 
modelo más organizacional de la terapia» (Hoffman, 1981, pág. 280). 
El paso de Haley del interés en los procesos al interés en la forma resul-
ta muy claro en sus obras ulteriores, Problem Solving Therapy (1976) y 
Leaving Home: The Therapy of Disturbed Young People (1980b). 
En 1971, Mara Selvini Palazzoli, Luigi Boscolo, Gianfranco Cecchin 
y Giuliana Prata empezaron a trabajar juntos en Milán y en 1974 publi-
caron un artículo, The Treatment of Children Through the Brief Therapy 
o Their Parents. Aunque algunos autores presentaban su enfoque como 
breve/estratégico (Stanton, 1981), Hoffman ha observado que «los aso-
ciados de Milán, aunque influidospor el grupo de Palo Alto, evolu-
cionaron en una dirección totalmente diferente, c reando u n a forma 
singular y lo bastante distinta como para que se la pueda considerar 
una escuela por derecho propio» (Hoffman, 1981, pág. 285). Estamos 
de acuerdo con la observación de esta obra, y no incluimos a los aso-
ciados de Milán en el campo de los enfoques «breves/estratégicos», si 
bien reconocemos la brillantez táctica de su trabajo y la influencia que 
su modo de pensar, su preocupación por el contexto, el estilo de sus 
intervenciones y su empleo de las intervenciones «paradójicas» sisté-
micas han ejercido sobre muchos terapeutas breves/estratégicos. 
En 1974, miembros del proyecto de terapia breve del MRI publi-
caron dos obras impor tantes : el libro Change: Principles of Problem 
Formation and Problem Resolution (Watzlawick y otros, 1974) y el ar-
tículo «Brief Therapy: Focused Problem Resolution» (Weakland y otros, 
1974). Estos trabajos tuvieron un impacto inmediato y espectacular en 
el campo de la terapia familiar, y contribuyeron de modo profundo a 
la ulterior difusión rápida del interés por los enfoques breves/estraté-
gicos. Este grupo ha continuado perfilando sus ideas sobre la terapia 
en trabajos posteriores, que se concentraron mucho menos en elabo-
ra r la teoría y más en la práctica de la terapia breve centrada en pro-
blemas (Fisch y otros, 1982). 
Otra figura temprana importante es Richard Rabkin, quien demos-
tró su estilo singular en Strategic Psychotherapy: Brief and Symptomatic 
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22 GUÍA BREVE DE TERAPIA BREVE 
Treatment (1977); allí utiliza como analogía el ajedrez, y divide las eta-
pas del tratamiento en apertura, medio juego y final. 
DEFINICIONES 
Haley definió la terapia estratégica como sigue: 
La terapia puede denominarse estratégica si el clínico inicia lo que 
sucede durante ella y diseña un enfoque particular para cada problema... 
[El terapeuta] debe identificar los problemas resolubles, establecer metas, 
diseñar intervenciones para alcanzar esas metas, examinar las respues-
tas que recibe para corregir su enfoque y, en última instancia, examinar 
el resultado de su terapia, a fin de ver si ha sido eficaz. El terapeuta debe 
ser agudamente sensible y receptivo al paciente y a su campo social, pero 
él mismo tiene que determinar su modo de proceder (Haley, 1973, 
pág. 17). 
Richard Rabkin diferencia los enfoques estratégicos respecto de las 
terapias que «buscan sabiduría e iluminación», definiéndolos como 
«usualmente breves» e interesados en «cambiar la perspectiva que tie-
nen los pacientes de sus problemas y síntomas» (1977, págs. 6-7). 
Para describir su enfoque, Weakland y otros prefieren la expresión 
«terapia breve» a «terapia estratégica» (Weakland y otros, 1974); lo 
mismo que Peggy Papp (1983), pero Rabkin considera que esa deno-
minación «no es lo bastante específica» (1977, pág. 7). 
Típica del terapeuta breve/estratégico es la evitación de una teoría 
elaborada de la personalidad o la disfunción, sea en el nivel individual, 
familiar, o del sistema global. Las formulaciones diagnósticas tienden 
a representar, en cada caso, la visión más simplificada de la evolución 
y el mantenimiento de los problemas, a fin de permitir el desarrollo de 
una intervención eficaz. A los terapeutas breves/estratégicos les inte-
resa intervenir del modo más rápido y económico posible; realizan una 
exploración y una elaboración sostenidas de sus propias conductas ó 
actitudes que t ienden a facilitar al máximo la resolución rápida de 
los problemas. 
En los escritos más recientes de Jay Haley y Cloé Madanes, la expre-
sión «terapia estratégica» ha pasado a vincularse mucho más a las preo-
cupaciones estructurales/jerárquicas/centradas-en-el-poder que apa-
recen en el trabajo de estos autores. En consecuencia, en los capítulos 
ENFOQUES BREVES/ESTRATÉGICOS DE LA TERAPIA 23 
siguientes emplearemos el término «breve», y no «estratégico», para 
referirnos a los enfoques, primordialmente centrados en los proce-
sos, que constituyen el interés de la mayor parte de este libro. 
La terapia breve se atiene esencialmente a fenómenos observables, 
es pragmática y se relaciona con la creencia de que los problemas son 
producidos y mantenidos: 
1. por los constructos a través de los cuales se ven las dificultades 
(Kelly, 1955), y 
2. por las secuencias conductuales repetitivas (personales e inter-
personales) que rodean a tales constructos; estas secuencias, del 
de luego, pueden incluir los constructos y los aportes de los tera-
peutas. 
LOS DOS ENFOQUES PRINCIPALES 
Aunque en todos los casos hay acuerdo acerca de la importancia de 
identificar las secuencias conductuales repetitivas, los enfoques bre-
ves/estratégicos pueden dividirse en dos grupos principales, según el 
modo en que tiende a utilizarse la información: 
A. Los enfoques (que definiremos como terapias estratégicas) inte-
resados en el modo en que las secuencias repetitivas revelan y 
reflejan la forma. Por lo general, se considera que los síntomas 
cumplen una función en la familia y aportan información meta-
fórica sobre la disfunción jerárquica (Haley, 1976; Madanes, 
1981a, 1984; Papp, 1983). Se observan las secuencias para tra-
zar el mapa de la organización familiar. 
B. Los enfoques (que definiremos como terapias breves) para los 
cuales el análisis de las ideas y de las secuencias repetitivas que 
rodean a los síntomas constituye un nivel de explicación sufi-
ciente; se consideran innecesarias las inferencias sobre su pro-
pósito, su función, o la estructura familiar (Cade, 1985; de Shazer, 
1982, 1985, 1988; Fisch y otros, 1982; OHanlon, 1982; OHanlon 
y Weiner-Davis, 1989; Weakland y otros, 1974). Las secuencias 
se observan para identificar pautas de pensamiento y conduc-
tas que se autorrefuerzan. 
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24 GUÍA BREVE DE TERAPIA BREVE 
Los enfoques interesados en la forma y la función 
El enfoque de Haley, tal como aparece apuntado en Problem Solving 
Tlierapy (1976), se basa en la creencia de que los síntomas son signos 
de un sistema en el cual el ordenamiento jerárquico es constantemen-
te ambiguo o bien involucra coaliciones reiteradas que cruzan los lími-
tes generacionales u organizacionales. Esa ambigüedad o confusión se 
cartografía observando los modos repetitivos en que los miembros del 
sistema se tratan entre sí, particularmente con respecto a la conducta-
problema. Por ejemplo, un progenitor podría sentirse exasperado por 
un hijo, expresar cólera o desesperación y pedir ayuda, pero proteger 
cont inuamente al jovencito de los intentos del cónyuge tendentes a 
imponer disciplina. En otro caso posible, un abuelo actúa constante-
mente en connivencia con un nieto contra sus padres, o lo protege de 
ellos, y de tal modo socava los esfuerzos de estos progenitores por alen-
tar o dar vigencia a lo que consideran conductas apropiadas. Al mis-
mo tiempo, ese abuelo o abuela quizá culpe de las conductas pertur-
badoras del niño a la incompetencia o indiferencia de los padres. Los 
problemas tienden a ser más graves cuando la confusión jerárquica es 
encubierta y/o desmedida. Desde esta perspectiva, la terapia supone 
cambiar esas secuencias, de modo tal que se corrija la jerarquía y se 
reduzca la ambigüedad o confusión. 
Madanes comenta: 
Se espera que los progenitores estén a cargo de sus hijos, y las coa-
liciones transgresionales, como la de un progenitor que toma partido por 
un niño contra el otro progenitor, estén bloqueadas. Hay también una 
preocupación cautelosa por el lugar del terapeuta..., de modo que él o 
ella no forme coaliciones inadvertidas con los miembros que ocupan 
posiciones inferiores en la jerarquía, contra los que están en niveles más 
altos (Madanes, 1981b, pág. 22). 
Los síntomas se consideran una comunicación metafórica sobre un 
problema más impor tante , y también una solución disfuncional dé 
ese problema. Se los analiza como contratos entre personas o como 
tácticas en lasluchas de poder. Dice Madanes: 
En el caso de un hombre deprimido que no hace su trabajo, se supon-
dría que éste es el modo en que ese hombre y su esposa (y/o su madre) 
su padre, sus hijos y otras personas) se comunican acerca de ciertas cues-
ENFOQUES BREVES/ESTRATÉGICOS DE LA TERAPIA 2S 
tiones específicas, como la de si la esposa aprecia a su marido y el tra-
bajo que éste desempeña, o si el esposo tiene que hacer lo que quieren la 
mujer o la madre, etcétera. Es posible que la pareja se vuelva inestable 
en torno al problema presentado, y que entonces un hijo tenga que desa-
rrollar un síntoma que obligue al padre a participar activamente en su 
cuidado, en lugar de mantenerse deprimido o incompetente (Madanes, 
1981b, pág. 21). 
De modo que, para este enfoque, los síntomas tienen funciones de 
protección o estabilización. Papp habla de tener presentes interrogan-
tes como «¿Qué función cumple este síntoma en la estabilización de la 
familia?», y «¿Cuál es el tema central en torno al que está centrado el 
problema?». Esta autora habla de cambios en el ciclo vital de la fami-
lia que activan «conflictos dormidos, y esos conflictos, en lugar de resol-
verse, se expresan a través de un síntoma» (Papp, 1983, págs. 18-19). 
Se considera que el propósito del síntoma es defender a la familia de 
los cambios o, alternativamente, ayudar a negociarlos, forzando a la 
familia a reorganizarse. 
Los enfoques que se centran en el proceso 
y los circuitos de feedback 
El modelo de terapia breve del MRI se basa en la creencia de que 
los problemas se originan y son mantenidos por el m o d o en que un 
cliente o las otras personas involucradas perciben y abordan las difi-
cultades normales de la vida. Las soluciones intentadas, que derivan 
de un cierto marco de creencias aplicado a la dificultad, quizá no gene-
ren ningún cambio o incluso exacerben el problema. Dicho problema 
se agrava mientras se aplican de modo repetido y creciente soluciones, 
o aparentes soluciones, del tipo «más de lo mismo», que llevan a «más 
del mismo» problema, lo cual, a su vez, genera «más de las mismas» 
soluciones intentadas, y así sucesivamente... (Watzlawick y otros, 1974). 
Se entiende que lo que mantiene los problemas es la aplicación conti-
nuada de esos intentos de solución, «erróneos» o frustrados, que enton-
ces se convierten en el problema en sí. Desde luego, el mismo fenómeno 
puede producirse en la terapia, cuando «más del mismo» enfoque tera-
péutico o «más de las mismas» técnicas derivadas de un cierto marco 
o modelo generan «más del mismo» problema, etcétera, etcétera... Una 
reacción insuficiente a u n a dificultad, o su negación, pueden tam-
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26 GUÍA BREVE DE TERAPIA BREVE 
bién constituir «soluciones intentadas» capaces de perpetuar esa difi-
cultad y convertirla en un problema. 
La aplicación repetida de soluciones «erróneas» o desafortunadas 
conlleva así la dificultad en una pauta de autorrefuerzo que mantiene 
el statu quo. Por ejemplo, los miembros de The Brief Therapy Center 
describen como sigue la pauta común que se desarrolla entre una per-
sona deprimida y sus íntimos: 
Cuanto más intentan animarlo y hacerle ver los aspectos positivos 
de la vida, probablemente más se deprimirá el paciente: «Ellos ni siquie-
ra me comprenden». La acción destinada a aliviar la conducta del otro, 
en parte la agrava; la «cura» es peor que la «enfermedad» original. 
Lamentablemente, los involucrados, por lo general, no advierten este 
hecho, e incluso se niegan a creerlo si cualquier otro intenta señalárse-
lo (Weakland y otros, 1974, pág. 149). 
Un progenitor que trata de controlar a un adolescente lo impulsa a 
realizar más actos de rebeldía, que provocarán más intentos de con-
trol, v así sucesivamente. Un insomne se esfuerza cada vez con más 
empeño en dormir, fenómeno éste que sólo puede producirse de modo 
espontáneo; ese esfuerzo frenético por dormir se convierte en la razón 
misma de que el sueño le resulte tan elusivo. En este enfoque, la cro-
nicidad es vista como persistencia de una dificultad repetidamente mal 
manejada. No se extraen inferencias sobre disfunciones individuales o 
familiares subyacentes. Al síntoma no se le atribuye ningún propósi-
to o función. No se considera que sean necesarios o útiles conceptos 
tales como los de homeostasis , enfermedad mental o ventaja inter-
personal de los síntomas. 
Fisch y otros comentan: 
Las personas suelen persistir en acciones que inadvertidamente man-
tienen los problemas, y a menudo lo hacen con la mejor de las inten-
ciones.. Se atienen con mucho cuidado a mapas mal trazados, lo cual 
es de esperar en personas comprensiblemente angustiadas en medio de 
dificultades. La creencia en tales mapas también hace difícil que se vea 
que no sirven como guías eficaces... (1982, págs. 16-18). 
En este enfoque, la terapia se centra en las «soluciones intentadas», 
en detener c incluso invertir el tratamiento usual que ha servido para 
exacerbar la situación, por más lógico que ese tratamiento parezca. El 
ENFOQUES BREVES/ESTRATÉGICOS DE LA TERAPIA 27 
supuesto de base es que, una vez bloqueado el circuito de realimenta-
ción que mantiene el problema, se tiene acceso a una mayor gama de 
conductas. 
En contraste con la sabiduría convencional, según la cual «si no tie-
nes éxito la primera vez, sigue intentándolo», Fisch y otros recomien-
dan que, «si no tienes éxito la primera vez, puedes intentarlo una segun-
da, pero si vuelves a fracasar, intenta algo diferente» (pág. 18). Ellos 
resumen su enfoque como sigue: 
Si la formación y el mantenimiento del problema se ven como par-
tes de un círculo vicioso, en el cual la bienintencionada conducta-solu-
ción mantiene el problema, entonces alterar esa conducta debe inte-
rrumpir el ciclo e iniciar la resolución, es decir, la cesación de la con-
ducta-problema, puesto que ya no es provocada por otras conductas del 
sistema de interacción (1982, pág. 18). 
Entonces «menos de lo mismo» puede llevar a «menos de lo mis-
mo», y así sucesivamente. 
INTERVENCIÓN TERAPÉUTICA 
Aunque los distintos enfoques breves/estratégicos se basan en algu-
nos supuestos diferentes, hay muchos modos de intervención comu-
nes a todos los terapeutas breves. Está implícito en lo que ya hemos 
dicho que los terapeutas breves se identifican más por el modo en que 
actúan que por sus formulaciones teóricas. Milton Erickson parecía 
trabajar más a par t i r de una teoría implícita de la intervención que 
basándose en una teoría de la personalidad o de la disfunción clara-
mente articulada. Lankton y Lankton han confeccionado una lista de 
los principios que sustentan el enfoque idiosincrásico de Erickson. 
Éstos pueden verse como implícitos en el trabajo de la mayoría de los 
terapeutas breves. 
1. Las personas actúan sobre la base de sus mapas internos, y no de su 
experiencia sensorial. 
2. Las personas realizan la mejor elección para ellas en cualquier momen-
to dado. 
3. La explicación, la teoría o la metáfora utilizadas para relacionar hechos 
concernientes a una persona no son la persona. 
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28 GUÍA BREVE DE TERAPIA BREVE 
4. Respeta todos los mensajes del cliente. 
5. Enseña a elegir; nunca excluyas la elección. 
6. Los recursos que el cliente necesita están en su propia historia personal. 
7. Encuéntrate con el cliente en su propio modelo del mundo. 
8. La persona con la mayor flexibilidad o posibilidad de elección será el 
elemento que controle el sistema. 
9. Una persona no puede no comunicar. 
10. Si es trabajo duro, divídelo en partes. 
11. Los resultados se determinan en el nivel psicológico (Lankton y Lankton, 
1983, pág. 12). 
El genio de Erickson para construir intervenciones singulares y a 
menudo brillantes se ha hecho legendario. En nuestra opinión, no menos 
importante era el profundo respeto que tenía por sus pacientes, por 
sus creencias, por su capacidad para cambiar a pesar de sus problemas 
agudos o crónicos, y la preocupación porproteger su integridad. 
La terapia apunta hacia todos o algunos de los objetivos siguientes: 
A. Modificar los marcos de creencias o constructos del cliente (indi-
viduo o familia) que se pueden considerar relacionados con el 
modo en que se perciben, encaran y mantienen las dificultades. 
B. Modificar las sentencias repetitivas que rodean el problema, 
derivadas de aquellos marcos. 
C. Modificar las posiciones y enfoques del terapeuta que se vuelvan 
partes de un patrón que se autorrefuerza entre el terapeuta y el 
cliente. 
D. Modificar la relación del cliente (y quizá del terapeuta) con los 
sistemas globales de la familia, el vecindario o la profesión. 
Las pautas como hábitos 
El enfoque breve asume el supuesto de que las personas hacen lo 
mejor que está a su alcance en vista de las situaciones y las restriccio-
nes de los constructos (Kelly, 1955) a través de los cuales han llegado 
a ver sus dificultades (véase el capítulo 2). No se supone que los sín-
tomas reflejen hipotéticos problemas subyacentes irresueltos. El enfo-
que no se basa en un modelo de déficit. La opinión de los autores 
es que la mayoría de los problemas están insertados en hábitos de reac-
ción y respuesta, no necesar iamente más complejos que, por ejem-
ENFOQUES BREVES/ESTRATÉGICOS DE LA TERAPIA 29 
plo, el hábito de fumar o de comerse las uñas, aunque sus ramifica-
ciones pueden tener consecuencias de mucho mayor a lcance. Y así 
como una persona puede empezar a fumar mucho como respuesta a 
un período particularmente tenso de su vida, y después le resulte difí-
cil romper el hábito aunque ese período de tensión haya concluido 
mucho tiempo antes, del mismo modo, decimos, las reacciones y res-
puestas emocionales y conductuales habituales que se convierten en 
partes de los contextos-problema pueden verse como hábitos que sobre-
viven mucho tiempo a los estímulos originales que los han desencade-
nado. Igual que muchos hábitos, éstos suelen ser difíciles de romper, 
debido a los ciclos de autorrefuerzo en los que quedan a t rapados . A 
nuestro juicio, no es necesario inferir un sustrato más fundamental y 
profundo de cuestiones irresueltas, motivaciones inconscientes, resis-
tencias, etcétera. 
Etapas de la vida 
Los terapeutas a los que les interesa la forma consideran los sín-
tomas como indicación de que una familia no está pasando de una eta-
pa a la siguiente del ciclo vital familiar con éxito. Se supone que la tera-
pia ayuda a las familias a negociar esa transición y a reorganizarse ade-
cuadamente para la etapa siguiente. Pueden ser especialmente difíci-
les las etapas en las que alguien se suma al sistema o desaparece de él 
—por ejemplo por nacimiento, divorcio, muerte, y cuando los hijos cre-
cen y empiezan a irse del hogar (Haley, 1973, 1980b). 
Para los terapeutas a los que les interesa el proceso, esos puntos de 
transición también son importantes. Fisch y otros comentan: 
Los problemas comienzan en alguna dificultad ordinaria de la vida, 
de las que nunca faltan. Esa dificultad puede provenir de un aconteci-
miento inusual o fortuito. Pero, las más de las veces, es probable que el 
origen sea una dificultad común asociada con una de las transiciones 
que se experimentan regularmente en el curso de la vida (1982, pág. 13). 
El proceso que lleva a ver la situación de determinada manera , y 
a manejarla mal inadvertidamente, por medio de la aplicación reite-
rada de soluciones desafortunadas, puede convertir muy pronto una 
dificultad en un problema «cuya dimensión y naturaleza finales qui-
zá tengan poca relación aparente con el obstáculo original» (pág. 14). 
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30 GUÍA BREVE DE TERAPIA BREVE 
Cambio, ¿en qué? 
Ya hemos indicado que todos los enfoques breves/estratégicos, sea 
que se interesen en el proceso o en la forma, consideran que el cambio 
surge de la ruptura de las pautas de pensamiento y acción, de la inte-
rrupción de las secuencias que se repiten. 
También interesa directamente el problema presentado, aunque las 
distintas opiniones sobre lo que ese problema refleja o representa pue-
den diferir mucho. Como observa Haley, 
... al concentrarse en los síntomas, el terapeuta obtiene el mayor poder 
y la mejor oportunidad para generar cambios. Lo que más le interesa 
al cliente es el problema presentado: cuando el terapeuta trabaja con 
esto, puede obtener una gran cooperación... La meta no es proporcio-
narle a la familia conocimientos sobre su sistema, que funciona mal, sino 
cambiar las secuencias familiares para que se resuelvan los problemas 
presentados (1976, pág. 129). 
Los terapeutas interesados en el proceso centran su atención en las 
soluciones intentadas, tratando de bloquearlas o invertirlas. Por ejemplo: 
Un hombre pidió ayuda porque cada vez era más incapaz de man-
tener la erección. Esto le provocaba un considerable malestar y genera-
ba alguna tensión en sus relaciones con su novia. Hubo una entrevista 
conjunta y el hombre dijo que necesitaba aprender a controlar mejor la 
conducta de su pene. Como primer paso hacia el aprendizaje de este con-
trol, se le pidió a la joven que esa noche intentara todo lo que pudiera para 
excitar al novio. A él se le indicó que tratara de impedir que su pene entra-
ra en erección o permaneciera erecto. Fracasó (Cade, 1979, pág. 92). 
Weakland y otros observan: 
En general sostenemos que el cambio se puede lograr con más faci-
lidad si su meta es razonablemente pequeña y está claramente enun-
ciada. En cuanto el paciente ha experimentado un cambio pequeño pero 
definido en la naturaleza aparentemente monolítica del problema que 
es más real para él, esa experiencia conduce a más cambios autoindu-
cidos en ese ámbito de su vida, y a menudo también en otros. Es decir, 
se inician círculos benéficos (1974, pág. 150). 
ENFOQUES BREVES/ESTRATÉGICOS DE LA TERAPIA 
31 
Los terapeutas interesados en la forma tienden a planificar su tera-
pia en etapas y a concentrarse directamente en la organización dis-
funcional de la familia. A menudo, como primer paso en el camino a 
una organización disfuncional, conducen a la familia a una organiza-
ción disfuncional diferente. Por ejemplo, una pauta que incluye a un 
progenitor que participa en exceso podría llevar a un patrón en el cual 
el otro progenitor, más periférico, deba tomar todas las decisiones 
importantes sobre los hijos. Ése sería el paso inicial, antes de que ambos 
padres pasen a actuar juntos con mayor eficacia. Los encargos asig-
nados a las familias con respecto a este tipo de metas t ienden a con-
trolarse con algún vigor en las sesiones ulteriores. 
Los terapeutas interesados en el proceso, aunque piensan mucho 
la planificación de las intervenciones, no operan desde una posición 
normativa que fije de antemano una organización obligada y, por lo 
tanto, tienden a tomar cada sesión tal como viene. Si la familia no cum-
ple con un encargo, el terapeuta tiende a considerar que se trata de un 
error de cálculo suyo, más bien que de resistencia del cliente (indivi-
duo o familia). 
Directivas 
Los enfoques breves/estratégicos son a menudo directivos, en cuan-
to al cliente o a la familia se le dan ideas o incluso instrucciones sobre 
cómo comportarse en determinadas situaciones. A veces, las directivas 
requieren cambios específicos en las conductas, y otras, que los cam-
bios sean evitados o pospuestos. Los terapeutas interesados en el pro-
ceso tienden a concentrarse en directivas que se deben llevar a cabo 
entre sesiones; utilizan la entrevista para reunir información y desa-
rrollar el tipo de rapport necesario para una relación respetuosa y coo-
perativa. Los terapeutas interesados en la forma también dan directi-
vas para el t iempo entre sesiones, pero también en las entrevistas se le 
suele indicar a la familia que haga algo diferente de lo habitual . Por 
ejemplo, a un progenitor se le pide que controle en ese mismo momen-
to a un niño destructivo, mientras el terapeuta bloquea cualquier in-
tento de intromisión del abueloo la abuela, o de otro de los hijos. La 
sesión sirve para ensayar los cambios que la familia tendrá que reali-
zar en el hogar. Estas sesiones a veces se vuelven m u y dramát icas . 
Madanes observa: 
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32 GUÍA BREVE DE TERAPIA BREVE 
El enfoque supone que toda terapia es directiva y que el terapeuta 
no puede evitar serlo, puesto que incluso son directivos los temas que 
escoge comentar y su tono de voz (1981b, pág. 23). 
Por lo tanto, el terapeuta debe adquirir la habilidad de influir sobre 
las personas y llevar al máximo la probabilidad de que las directivas 
sean aceptadas o realizadas. Cade ha observado: 
Lo típico es que el terapeuta no considere la motivación simplemente 
como algo que existe en los miembros de la familia [sino como] una fun-
ción del intercambio entre la familia y el terapeuta. Lo más útil es ver la 
falta de motivación como una respuesta a la respuesta del terapeuta a 
la familia (1980b, pág. 95). 
También es importante considerar cómo hay que responder al modo 
en que las personas abordan las directivas. ¿Las han seguido, modifi-
cado, ignorado u olvidado? ¿Se han opuesto a ellas? Para determinar 
el próximo paso, el terapeuta debe guiarse por ese feedback. Por ejem-
plo, si las directivas se siguieron tal como se pidió, lo indicado podría 
ser dar más directivas del mismo tipo; si hubo oposición, lo indicado 
serían directivas «paradójicas». Si las directivas son olvidadas o igno-
radas, el terapeuta debe considerar cuidadosamente su propia posi-
ción. A menudo estará más motivado para el cambio que el cliente o la 
familia, y debe prepararse para adoptar una posición subordinada más 
cauta y respetuosa. 
También típica de la mayoría de los terapeutas breves/estratégicos 
es la creencia de que, en cuanto a los significados que es posible atri-
buir a los hechos, no existe ninguna realidad absoluta, sino sólo cons-
tructos (Kelly, 1955) o «mapas mentales» por medio de los cuales las 
personas dan sentido a su experiencia, y que gobiernan sus reacciones, 
sus respuestas y lo que piensan sobre tales experiencias. Estos tera-
peutas parten del supuesto de que si se puede cuestionar y modificar 
una manera de ver el mundo, también es posible cambiar el significa-
do y sus consecuencias experienciales y conductuales. Esta creencia 
ha llevado a atribuir importancia al empleo del reenmarcado y el re-
etiquetado. 
Los terapeutas breves/estratégicos también hacen un uso conside-
rable del arte de comunicarse por medio de analogías. Para facilitar la 
terapia se utilizan anécdotas, parábolas, relatos y cuentos humorísti-
ENFOQUES BREVES/ESTRATÉGICOS DE LA TERAPIA 33 
cos. En capítulos ulteriores consideraremos más detalladamente estos 
aspectos, así como el desarrollo reciente de los enfoques cent rados 
en el futuro o la solución, que se basan en lo que los individuos ya están 
haciendo y les da resultado (Berg y Miller, 1992; de Shazer, 1985, 1988; 
de Shazer y otros, 1986; Dolan, 1991; Furman y Ahola, 1992; O'Hanlon 
y Martin, 1992; O'Hanlon y Weiner-Davis, 1989; Walter y Peller, 1992; 
White y Epston, 1990). 
ENTRENAMIENTO 
Los puntales teóricos básicos de las terapias breves/estratégicas son 
relativamente fáciles de aprender, lo mismo que muchas de las habi-
lidades básicas para la intervención. No obstante, el empleo respe-
tuoso, creativo y eficaz del enfoque resulta extremadamente difícil de 
adquirir e integra una parte muy importante del resto de la vida del 
terapeuta. 
Haley apunta varios criterios para la selección y el entrenamien-
to. Son los siguientes: 
1. Sugiere que, como el enfoque «subraya los problemas del mun-
do real, lo mejor es escoger estudiantes con exper iencia de 
ese mundo». Él prefiere estudiantes maduros con hijos, y no 
personas jóvenes. 
2. El estudiante debe tener tanto inteligencia como u n a gama 
amplia de conductas: capacidad para ser «autoritario, a veces 
juguetón, a veces presumido, a veces severo y serio, a veces de-
samparado, y así sucesivamente». 
3. Se debe evitar el aprendizaje de varios enfoques a la vez. 
4. Idealmente, el estudiante debe aprender haciendo terapia y guia-
do desde el principio por un supervisor con experiencia que 
emplee técnicas de supervisión en vivo. La representación de 
roles con ensayo de técnicas específicas puede ser úti l antes 
de ponerlas a prueba con un cliente (individuo o familia). 
5. El aprendizaje en grupo optimiza las oportunidades de apren-
dizaje, por el mayor número de casos que se ven, la gama de 
ideas a las que se tiene acceso y el apoyo de los pares. 
6. Debe acentuarse más la práctica que la teoría; más que discu-
tir la terapia, hay que observar y presentar sesiones de terapia. 
7. El entrenamiento debe concentrarse en lo que hay que hacer 
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34 GUÍA BREVE DE TERAPIA BREVE 
con las cuestiones que surgen en el trabajo presente del estu-
diante. De esta manera, él se sentirá motivado para aprender. 
8. El supervisor debe enseñar al estudiante a ser directivo y moti-
var. (A nuest ro juicio, paradój icamente , también es impor-
tante aprender a ser directivo para poder optar por ser no direc-
tivo.) 
9. La terapia debe orientarse hacia problemas y soluciones más 
bien que hacia métodos, y hay que escoger casos en los que sea 
posible brindar oportunidades de aprendizaje sobre los temas 
específicos en que los estudiantes individuales están encon-
trando dificultades. 
10. Se le debe requerir al estudiante que controle el resultado de 
su trabajo y aprenda a realizar seguimientos. 
11. El contexto del entrenamiento debe respaldar el enfoque y el esti-
lo de la formación, además de contar con el equipamiento téc-
nico apropiado —por ejemplo, espejos falsos, videograbación y/o 
facilidades para realizarla (Haley, 1976, págs. 179-194). 
CONCLUSIÓN 
El campo de la terapia breve/estratégica se ha estado expandien-
do rápidamente, y las técnicas han proliferado de tal modo que es casi 
imposible hacer justicia a su riqueza y diversidad. Esta visión general 
ha procurado identificar los principales temas y desarrollos. 
Los enfoques breves/estratégicos parecen tener una aplicabilidad 
muy amplia. Madanes observa que, «puesto que en la terapia estraté-
gica se diseña un plan terapéutico específico para cada problema, no 
hay ninguna contraindicación en cuanto a la selección de los pacien-
tes y la adecuabilidad» (Madanes, 1981b, pág. 27). Stanton enumera 
una vasta gama de desórdenes que han sido eficazmente tratados con 
estos enfoques, desde dificultades conductuales directas, delincuencia, 
problemas matrimoniales, has ta trastornos más serios, neuróticos y 
psicóticos (1981, págs. 368-369). Este autor dice que «no es tan pro-
bable que los terapeutas estratégicos rechacen tipos part iculares de 
familias-problema, como que eludan situaciones en las que el contex-
to no permite ejercer más que poca o ninguna influencia» (pág. 369). 
Stanton sostiene que «los investigadores de la terapia estratégica 
han sido más activos que los de otros enfoques de la terapia familiar 
ENFOQUES BREVES/ESTRATÉGICOS DE LA TERAPIA 35 
en lo que concierne al estudio controlado o comparativo de los resul-
tados» (pág. 369). Ha llamado, sobre todo, la atención acerca del tra-
bajo de Parsons y Alexander, al confrontar un enfoque estratégico con 
otros tres enfoques del tratamiento de la delincuencia, demostrando 
que el primero es notoriamente más eficaz (Parsons y Alexander, 1973). 
Para poner fin a este capítulo con una nota más cauta, diremos que 
muchos terapeutas jóvenes, recién formados, se sienten atraídos por 
la excitación y la promesa de los enfoques breves/estratégicos y por la 
«brujería» demostrada en talleres o en la literatura. Asimismo, como 
señala Greenberg, «se supone que, como la terapia es breve, es senci-
lla de realizar». Greenberg añade: 
Terapeutas recién llegados a la perspectiva se suelen familiarizar con 
la literatura e intentan precipitadamente aplicar los principios y técni-
cas breves,sin la particular información necesaria para la evaluación y 
el tratamiento. El equipo de novicios también tiende a intentar «inter-
venciones de libro de cocina», basadas, sobre todo, en las descripcio-
nes de la literatura... (Greenberg, 1980, pág. 320). 
A menudo los principiantes se concentran excesivamente en la téc-
nica, en idear intervenciones «astutas», prestando una atención insu-
ficiente al respeto, la comprensión y la validación. En cierta medida, 
éste podría ser también el defecto de quienes escriben sobre los enfo-
ques breves/estratégicos (entre ellos nosotros mismos), que a veces han 
prestado una atención excesiva a las técnicas de intervención, subes-
t imando la importancia de las actitudes y valores básicos, de la pru-
dencia, la integridad y la contención, dando por sentado que el lector 
ya valoraba de por sí estas cualidades. Los terapeutas breves/estraté-
gicos tampoco han sabido describir el trabajo básico, paciente, peno-
so y a menudo agotador, que suele preceder a las intervenciones «bri-
llantes», ni los muchos casos en los que los cambios significativos 
son generados por una labor constante y competente, y no por «fuegos 
de artificio». La sabiduría no se desarrolla de la noche a la mañana 
ni puede aprenderse en un taller, por mejor conducido que esté. Se 
desarrolla a lo largo de años rigurosos de ensayo y error. 
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2. ¿QUÉ ES LO QUE SUCEDE ENTRE OREJA Y OREJA? 
Un universo adquiere ser cuando se divide o fragmenta un 
espacio. La piel de un organismo vivo separa un exterior de 
un interior. Lo mismo hace el perímetro de un círculo en un pla-
no. Rastreando el modo en que representamos esa separación, 
podemos comenzar a reconstruir, con una precisión y un alcance 
que parecen casi sobrenaturales, las formas básicas que subyacen 
en nuestra ciencia lingüística, matemática, física y biológica, y 
también empezar a ver de qué modo las leyes familiares de nues-
tra propia experiencia se desprenden inexorablemente del acto ini-
cial de separación. 
SPENCER-BROWN (1979, pág. xxix) 
...ninguna de nuestras explicaciones puede ser verdadera... en 
cierto sentido no hay ninguna verdad final accesible a nosotros, 
por la sencilla razón de que hemos realizado un corte en el 
Universo, a fin de realizar el experimento. Tenemos que decidir 
qué es lo pertinente y qué es lo no pertinente. 
BRONOWSKI(1978, pág. 69) 
...sin sus invenciones, tanto teóricas como instrumentales, el 
hombre estaría al mismo tiempo desorientado y ciego. No sabría 
qué mirar o cómo ver. 
KELLY (1969, pág. 94) 
El más profundo de los sentimientos es que tiene que haber algo 
más. 
HARRISON (1986, pág. 2) 
En los últimos años se ha expresado u n a preocupación creciente 
porque los terapeutas breves habi tua lmente demuestran estar poco 
interesados en lo que sucede entre oreja y oreja. La analogía de la «caja 
negra» ha sido criticada porque ignora las experiencias vividas po r el 
cliente, que constituyen un factor motivante significativo del modo en 
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38 GUÍA BREVE DE TERAPIA BREVE 
que responde a su mundo, y una componente crucial de su sentido con-
tinuo del sí mismo (Duncan, 1992). Es cierto que los terapeutas breves 
están, por lo general, más interesados en los fenómenos observables. 
En lo esencial, coincidimos en cuanto a la importancia de concentrarse 
en lo observable y de reducir al mínimo las inferencias y los supuestos 
cuando se trata de comprender la conducta humana. No obstante, tene-
mos cerebro, y no cabe duda de que en él sucede algo. Con un mínimo 
de supuestos, queremos presentar brevemente algunos marcos rela-
cionados (por lo menos, relacionados en nuestras mentes). Los hemos 
encontrado útiles al considerar el modo en que las personas dan sen-
tido a su mundo y discriminan para sí mismas las «realidades» únicas 
con las que cada uno vive y responde, tanto conductual como afectiva-
mente. 
I.A OPERACIÓN BÁSICA 
El bloque constructivo de toda vida que no se encuentre en el nivel 
más primitivo (las amebas, ciertos políticos, etc.), es la célula nervio-
sa, que opera siguiendo estrictamente un principio de «todo o nada»: 
emite una descarga o no lo hace. Una distinción más básica: está ENCEN-
DIDA o APAGADA. La decisión de cada célula de transmitir o no se basa 
en su particular y constante umbral de excitabilidad; no puede comu-
nicar información de ninguna otra manera que no sea con la frecuen-
cia con que se descarga (por ejemplo, no puede recurrir a variar la in-
tensidad de sus respuestas). El proceso de la evolución hacia formas 
superiores de funcionamiento se basa primordialmente en «tender» 
conexiones sinápticas cada vez más ricas y variadas entre un crecien-
te número de células nerviosas básicas, cada una de las cuales sólo 
sigue siendo capaz de indicar dos estados posibles. 
Spencer-Brown dice que la operación básica es trazar una distin-
ción que, una vez establecida, crea dos espacios o estados, separados 
por un límite y susceptibles de marcarse (nombrarse) (Spencer-Brown, 
1979, pag.1). El hecho de que esta operación se realice implica que 
existió primero una distinción entre el observador y el campo de obser-
vación. Sea cual fuere el impulso a t razar una distinción, ésta deter-
minará qué lado del límite será el más significativo, de modo que el 
otro se convierte en lo que no es el primero. 
Está claro que, cuanto más primitiva es una forma de vida, menos 
¿QUÉ ES LO QUE SUCEDE ENTRE OREJA Y OREJA? 39 
distinciones necesitará para funcionar dentro de los parámetros defi-
nidos por su forma: distinciones, por ejemplo, entre lo caliente y lo no 
caliente, lo frío y lo no frío, lo oscuro y lo no oscuro, la luz y la 
no luz, lo húmedo y lo no húmedo, lo seco y lo no seco, lo comestible y 
lo no comestible, lo seguro y lo no seguro, lo peligroso y lo no peligro-
so, etcétera. Cuanto más compleja sea la forma de vida, mayor será la 
cantidad y variedad de las distinciones que podrá trazar. Cuanto más 
complejos sean el aparato sensorial y el sistema nervioso, más sutiles y 
variadas serán las distinciones que esa forma de vida sabrá establecer. 
Sin duda, es posible trazar distinciones dentro de las distinciones. 
Por ejemplo, la respuesta de un organismo que traza la distinción entre 
lo comest ible y lo no comestible se verá afectada por la dis t inción 
que ese mismo organismo establece entre lo cercano y lo no cercano, 
entre estar cansado y no cansado, o tener hambre y no tener hambre. 
Las distinciones que definen el grado de urgencia e intensidad con que 
se ven otras distinciones pueden llevar a organizarías en u n a varie-
dad de ordenamientos jerárquicos. Por ejemplo, un hambre intensa 
podría impulsar a un animal cansado a perseguir algo no cercano pero 
comestible. A la inversa, un cansancio intenso puede determinar que 
un animal hambriento pase por alto algo comestible pero no cerca-
no. Algo cercano y comestible podría no suscitar ninguna respuesta en 
un animal que no está cansado pero tampoco tiene hambre . Aunque 
éstos son ejemplos un tanto simplificados, a través de ellos puede ver-
se que, incluso cuando la gama de distinciones es mínima, se vuelve 
posible un grado considerable de complejidad en la experiencia del 
organismo y en sus respuestas al medio. 
El t amaño y la capacidad del cerebro humano, la complejidad de 
nuestro aparato sensorial y nuestro sistema nervioso, y nues t ra apti-
tud para el pensamiento abstracto, determinan que la gama y com-
plejidad jerárquica de las distinciones que podemos trazar resulte prác-
ticamente infinita. 
A pesar de los intentos de los sociobiólogos de explicar en todo lo 
posible nuestra conducta como determinada genéticamente, se diría 
que se la puede considerar basada en la «conexión» de relativamente 
sólo unos pocos rasgos básicos. Nuestra dotación genética parece impul-
sarnos a comer, a defendernos, a huir cuando es necesario, a reunir-
nos en agrupamientos sociales, a reproducirnos y a cuidar a nuestraprole. También parecemos dispuestos a reír, a menudo en relación con 
el ejercicio de nuestra curiosidad casi insaciable por la naturaleza de 
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40 GUÍA BREVE DE TERAPIA BREVE 
lo que nos rodea, con su interminable provisión de enigmas. En este 
sentido no somos muy diferentes de los chimpancés, que pueden des-
cribirse de un modo muy parecido. Lo distinto es que, con nuestros 
cerebros m á s grandes, según Chomsky, tenemos también una red de 
conexiones para el desarrollo del lenguaje simbólico, y a través del len-
guaje hemos podido comprender y articular una multitud de mundos, 
que van desde el básico y más práctico hasta el más abstracto y meta-
físico (Chomsky, 1972, 1975). 
Las distinciones que trazamos y los significados que atribuimos se 
articulan, interpretan y reinterpretan a través de la riqueza del lenguaje 
simbólico en el proceso evolutivo continuado de construcción de nues-
tras «realidades». Lo hacemos por medio de diálogos internos e inter-
personales. Como observan Goolishian y Anderson, 
...en el sentido hermenéutico, los seres humanos construyen mun-
dos porque participan en el lenguaje, en las prácticas sociales, en las ins-
tituciones, y en otras formas de acción simbólica. Estas acciones socia-
les presuponen, exijen y recompensan las mismas construcciones del 
mundo y el sí mismo corrientes en esa participación (1992, pág. 11). 
LOS CONSTRUCTOS PERSONALES 
El ps icólogo George Kelly p ropuso un marco para la compren-
sión de la conducta humana, basado principalmente en el estableci-
miento de distinciones (Kelly, 1955). A nuestro juicio, este marco pare-
ce pos tu lar un proceso básico semejante a la «operación básica» de 
Spencer-Brown, y también sigue el principio de economía de Guillermo 
de Occam en cuanto a la formulación de hipótesis. Describiendo la 
aportación de Kelly a las diversas teorías de la personalidad, Schultz 
comenta: 
Es poco lo que la teoría de Kelly comparte con los otros enfoques. Él 
mismo nos advierte que no encontraremos muchos de los términos y 
conceptos familiares de Jas otras teorías de la personalidad en su siste-
ma. Después de esto, procede a sacudirnos, señalando cuántos de tales 
términos faltan en su enfoque: inconsciente, necesidad, impulso, estí-
mulo, respuesta, refuerzo y (esto es lo más sorprendente) motivación y 
emoción (1990, pág. 380). 
¿QUÉ ES LO QUE SUCEDE ENTRE OREJA Y OREJA? 4 1 
El postulado esencial de la teoría de Kelly es que a las situaciones 
se les da sentido por medio de la aplicación de una variedad de «cons-
tructos» que constituyen el modo singular en que cada uno de noso-
tros traza distinciones y categoriza sus experiencias, lo cual incide en 
la manera en que prevemos los hechos futuros. Con el paso del tiem-
po, todos desarrollamos una variedad de dimensiones, o conjuntos 
de categorías, que nos resultan de particular importancia para anali-
zar el m u n d o y responder a él. Esas categorías reflejan nuestras va-
riadas experiencias hasta el momento (según las recordamos e inter-
p re tamos en el presente), nuestras preocupaciones actuales por los 
principios. No sólo afectan nuestra percepción de las situaciones pre-
sentes y las respuestas que les damos, sino también nuestra previsión 
del futuro probable y nuestra preparación para él. Los constructos exis-
ten primordialmente en el ojo del observador; por lo tanto, no deben 
considerarse entidades como un ser real. Son interpretaciones de la 
realidad objetiva, y no reflejos de ella. Continuamente se los somete a 
revisión. En el capítulo 3 consideraremos algunos de los problemas que 
surgen cuando se tratan las abstracciones como si fueran entidades 
concretas. Toda percepción personal es al tamente selectiva e indivi-
dual ( aunque las personas de la misma familia, con iguales antece-
dentes étnicos, fe religiosa, convicción política, género, etcétera, pue-
den, desde luego, compartir muchos constructos, que confirman por 
medio de los rituales y el diálogo sostenido). 
Los constructos pueden sacarse a luz, por ejemplo, pidiéndole al 
sujeto que confeccione una lista de diez a quince personas con las que 
tiene dist intos tipos de relación significativa (padre, madre, herma-
no, maest ro , sacerdote, amigo, amante , extraño, etcétera); alternati-
vamente, esa lista puede proporcionarla el experimentador. A conti-
nuación, tomando tres ítem de la lista por vez, se le pregunta al suje-
to qué dos de los tres seleccionados son más semejantes entre sí, y en 
qué difiere de ellos el tercero. Examinando las diferentes combina-
ciones, es posible identificar las característ icas preferidas, y repre-
sentar en un gráfico las dimensiones a lo largo de las cuales el sujeto 
tiende a establecer distinciones cuando evalúa a las personas. Argyle 
señala que «las diferentes personas utilizan diferentes rasgos... Se vuel-
ven más precisas al evaluar las cualidades que más les importan.. .» 
(Argyle, 1983, pág. 107). 
Para Fransella y Bannister, el constructo es una discriminación, no 
un rótulo verbal: 
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42 GUÍA BREVE DE TERAPIA BREVE 
Kelly ofrece varias definiciones del constructo. Por ejemplo, dice que 
es «un modo en que se asemejan dos o más cosas y por lo tanto difieren 
de una tercera cosa, o de otras».... En todas estas definiciones, Kelly con-
serva la noción especial de que los constructos son bipolares. Su argu-
mento es que nunca afirmamos nada sin negar simultáneamente algo... 
No siempre, ni siquiera a menudo, especificamos el polo contrastante, 
pero Kelly dice que extraemos sentido de nuestro mundo observando 
simultáneamente las semejanzas y las diferencias. La utilidad del cons-
tructo reposa en el contraste» (1977, pág. 5). 
Aunque los científicos no están aún seguros de cómo se almacenan 
los recuerdos, parece claro que el proceso supone la acumulación de 
pautas asociativas entre los impulsos sensoriales. Este almacenamiento 
de pautas —y no el almacenamiento secuencial de cada acontecimiento 
sensorial aislado— es lo que nos permite operar con cantidades limi-
tadas de información. El acceso a una parte de una pauta nos hace posi-
ble una apreciación casi instantánea del modo de completar dicha pau-
ta sobre la base de asociaciones aprendidas previamente, del agrupa-
miento cartográfico de los datos que ingresan en pautas almacenadas 
en la memoria. (Es fácil advertir las ventajas evolutivas que represen-
ta la capacidad para responder de este modo.) 
Peter Russell dice que «la información se registra en vastas redes 
interconectadas. Cada idea o imagen tiene centenares, quizá miles de 
asociaciones, y está conectada con muchos otros puntos de la red men-
tal (1979, pag.105). 
Las vías asociativas recorridas con más frecuencia tienden a refor-
zarse. Las utilizadas con menos frecuencia, aunque no desaparezcan, 
probablemente tienden a perder importancia y «olvidarse», del mismo 
modo que las sendas que atraviesan una selva son cubiertas de nuevo 
por la vegetación, a menos que el tránsito reiterado por ellas las man-
tenga abiertas. 
A medida que quedan establecidas pautas de asociaciones, éstas 
tienden a influir en la selección y flujo de la información subsiguien-
te. Como ha señalado de Bono, «las pautas se extraen del ambiente sólo 
sobre la bases de la familiaridad, y a través de tal selección se vuelven 
cada vez más familiares» (1971, pág. 124). De este modo desarrollamos 
jerarquías de pautas de distinciones dentro de las distinciones, que tien-
den a gobernar el modo en que nos vemos a nosotros mismos, a nues-
tro mundo y a cómo le atribuimos significado a nuestras experiencias. 
¿QUÉ ES LO QUE SUCEDE ENTRE OREJA Y OREJA? 43 
A las estructuras que creamos a partir de esas abstracciones las defi-
niremos como «realidad». Sin duda, las distinciones necesarias para 
preservar la vida y la seguridad tienen una importancia primordial. Las 
distinciones pueden basarse en constructos articulados con relativa 
facilidad y ser accesibles a la introspecciónen los recuerdos de expe-
riencias y condicionamientos más profundamente enterrados, o inclu-
so en nuestros instintos más básicos y menos articulables. También en 
este caso, la organización jerárquica depende del contexto instantáneo. 
Si un adulto ve a un niño en peligro, sin pensar en absoluto (o con inde-
pendencia de lo que piense), es capaz de enfrentarse a algo que, en 
un contexto diferente, le provocaría una fobia irracional o un terror 
razonable. 
Otras dimensiones importantes en el establecimiento de distin-
ciones son las que nos permiten definir diversas categorías de «ellos» 
y «nosotros»: por ejemplo, familia, tribu, raza, género, color, creen-
cia religiosa, clase social y la multitud de otros agrupamientos que pue-
den adquirir una importancia profunda y duradera, o bien transitoria, 
en nuestra vida. 
...después de que los hechos han sido asignados a una categoría glo-
bal, las observaciones ulteriores sobre ellos tienden a ser tendenciosas... 
tienden a ser asignados a conductas incluso sobre la base de poca infor-
mación... Después de haber aplicado rótulos globales, puede resultar difí-
cil refutarlos y descartarlos. Además, si una cultura comparte amplia-
mente y utiliza de modo habitual vastas categorías de rasgos, puede 
llegar a verlos como descripciones intuitivamente adecuadas de con-
ductas a las que en realidad no se adecúan bien. 
A menudo se ha encontrado que, después de que un individuo cate-
goriza o agrupa los estímulos, tiende a retener esa categoría incluso fren-
te a pruebas en sentido contrario, prestando menos atención a la nueva 
información y concentrándose, en cambio, en la información que con-
firma su categoría (Mischel, 1968, pág. 58). 
A veces, sólo p redominan unas pocas dimensiones p r imar i a s . 
Entonces muchas otras dimensiones potenciales son absorbidas por 
las pocas que se consideran más inclusivas, y puede desarrollarse una 
rigidez de actitudes y respuestas durante un período breve o más pro-
longado. Por ejemplo, dimensiones tales como la bondad o la maldad, 
el estatus, la inteligencia, el atractivo, pueden ser notablemente afec-
tadas cuando se las construye viéndolas a través del cristal de dimen-
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44 GUÍA BREVE DE TERAPIA BREVE 
siones jerárquicamente superiores (para nosotros) tales como la fami-
lia, la tribu, el color, la religión, «parecerse al tío Jack», etcétera. En un 
nivel mucho más trivial, las distinciones que se trazan comúnmente 
entre los pelirrojos y el resto de nosotros pueden afectar nuestra acti-
tud y nuestra tolerancia respecto de los estallidos de ira. Bajo presión 
(y lo que se experimenta como presión, en medida considerable, está 
en el ojo del observador), es probable que cualquiera de nosotros reduz-
ca su enfoque a esas dimensiones, que parecen las más importantes 
para la supervivencia inmediata. Ciertas posiciones fundamentalistas 
políticas y religiosas pueden actuar como «agujeros negros» en los que 
permanentemente desaparecen verdaderos universos de dimensiones, 
bajo el imperativo de unos pocos temas dominantes. Como observa de 
Bono, 
...de la tendencia a tratar las cosas en términos de polos opuestos 
surge el peculiar peligro de que estos polos se alejen tanto como sea posi-
ble... Entonces cualquier distinción se magnifica hasta convertirse en 
una distinción absoluta. Exactamente el mismo efecto explica el proce-
so en el cual una descripción parcial reemplaza a la descripción total. Es 
fácil tildar a un político de corrupto, o a una mujer de ramera, aunque 
sólo una pequeña parte de su conducta justifique tal descripción. Pero 
si esta pequeña parte es la única distintiva, se la toma como represen-
tativa del todo» (1971, págs. 201-202). 
Schultz señala que los constructos van desde los que son permea-
bles y «susceptibles de revisarse y ampliarse a la luz de nuevas expe-
riencias», has ta los que parecen impermeables y «no susceptibles de 
revisión o reemplazo, sean cuales fueren las nuevas experiencias acce-
sibles... Una persona puede tolerar algunas incongruencias subordi-
nadas sin descartar o modificar el constructo general» (Schultz, 1990, 
págs. 390-391). De modo que la complejidad cognitiva (que puede defi-
nirse en función del mayor número de dimensiones independientes 
accesibles para su uso en el trazado de distinciones en cualquier momen-
to) es defendiblemente equiparable a la flexibilidad, la responsabili-
dad, la tolerancia, la comprensión, la creatividad, etcétera. Presumible-
mente, habrá todo un complejo de factores personales, interpersona-
les, de per tenencia grupal (incluso la raza y el género), históricos y 
sociopolíticos que afectarán, en cada uno de nosotros, a la constan-
cia o inconstancia relativas de cualquier grupo particular de constructos 
relacionados. 
¿QUÉ ES LO QUE SUCEDE ENTRE OREJA Y OREJA? 45 
FlGURA/FONDO: LOS EFECTOS DE LA TENDENCIA 
DEL OBSERVADOR 
Así pues, en cualquier campo que atraiga la atención, ciertos aspec-
tos de la situación se destacarán en una relación de figura/fondo sobre 
los otros aspectos. 
Hace muchos años, un amigo de uno de nosotros compró un dibu-
jo Victoriano que era más bien una imagen, ejecutada con habilidad, 
de figura y fondo reversibles, del tipo que ilustra con frecuencia las 
obras sobre psicología de la percepción. El dibujo podía verse como 
una joven desnuda o como un conjunto de cráneos humanos. Este ami-
go solamente había visto la primera figura, y no pudo ver la otra has-
ta un t iempo después de que le fuera señalada. Varios días más tarde 
estaba mi rando distraídamente la imagen, cuando de pronto vio por 
primera vez las calaveras. Está claro que en los dibujos de este tipo la 
emergencia de uno u otro tema depende de dos interpretaciones total-
mente diferentes acerca de qué líneas y qué zonas sombreadas cons-
tituyen la figura en torno a la cual el resto se convierte en el fondo. Los 
dos temas no pueden ser simultáneos para ningún observador (aun-
que, cuando uno ha aprendido a verlos, se pueden al ternar rápida-
mente). Examinando el fenómeno de la figura/fondo en un capítulo 
sobre la percepción, Adcock comenta que «en la porción considerada 
como figura son observables los detalles, mientras que el fondo tiende 
a ser más bien homogéneo» (1964, pág. 142). 
Como h a n demostrado los estudios de Rosenthal y sus colabora-
dores sobre los efectos de las tendencias del experimentador, el sen-
tido que le damos a las cosas, lo que escogemos como figura y como 
fondo, y nuestras predicciones acerca del futuro, no sólo inciden sobre 
nuestras propias conductas, sino que pueden también afectar profun-
damen te las conductas de los otros (Rosenthal , 1966; Rosenthal y 
Jacobson, 1968). En uno de sus experimentos, a un grupo de maestros 
se les informó que los niños de sus clases habían pasado un test de 
inteligencia para prever cuáles de ellos era probable que destacasen. 
Además se les dieron los nombres de quienes supuestamente habían 
obtenido puntuaciones altas. En realidad, los «niños especiales» ha-
bían sido elegidos al azar. De modo que la diferencia entre esos «niños 
especiales» y el resto sólo existía en la mente de los maestros. Al cabo 
de un año, 
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46 GUÍA BREVE DE TERAPIA BREVE 
...apareció una significativa ventaja de expectativa, especialmente 
grande entre los niños del primer y el segundo grado. La ventaja de los 
que se esperaba que descollaran fue evidente con estos niños más peque-
ños en el CI total, el CI verbal y el CI de razonamiento. Los niños del gru-
po control progresaron bastante en su coeficiente intelectual: el 19 por 
ciento ganó 20 o más puntos de CI total. Pero, entre los niños «especia-
les», realizó ese mismo progreso el 47 por ciento» (Rosenthal y Jacobson, 
1968, pág. 175). 
Otros investigadores han subrayado los efectos de nuestras expec-
tativas, no sólo sobre el modo en que se ven las cosas, sino también 
sobre las acciones, como consecuencia de las distinciones establecidas. 
Rosenhan

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