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1 ¿De verdad puede el entrenamiento de fuerza practicado desde la infancia llegar a provocar efectos negativos sobre el crecimiento o incluso result ar potencialmente lesivo para el niño adolescente? Es posible que sea uno de los temas sobre los que existe una mayor desinformación, especialmente en los círculos ajenos al mundo de la musculación y los deportes de fuerza. Resulta evidente que un entrenamiento de musculación mal estructurado e incorrect amente Adaptado a la capacidad física de todo individuo, sea cual sea su edad, puede result ar potencialmente lesivo, pero también existe una sólida evidencia científica de que el entrenamiento de fuerza diseñado con la correct a progresión de intensidad y volumen, así como con la supervisión de un profesional, puede resultar . Dada la complejidad de un tema tan estrechamente vinculado con los mecanismos biológicos implicados en el desarrollo del cuerpo humano durante la niñez, pubertad y la a dolescencia, conviene profundizar, paso a paso, en los result ados que nos aportan las investigaciones actuales y sacar nuestras propias conclusiones al respecto. Cabe advertir que el concepto de “entrenamiento de fuerza en niños y adolescentes” al que se hace referencia en este eBook, así como los ejemplos de ejercicios e intensidades, incluyen desde el nacimiento hasta los 18 a ños , no únicamente a l trabajo con pesos libres como mancuernas o barras. 2 INFLUENCIA DEL EJERCICIO SOBRE LA ESTATURA Y EL PESO CORPORAL .......................... 9 INFLUENCIA DEL EJERCICIO SOBRE LA MADURACIÓN ÓSEA Y SEXUAL ............................... 11 MASA MUSCULAR ............................................................................................................................ 12 CRECIMIENTO ÓSEO .................................................................................................................... 13 DESARROLLO HORMONAL ............................................................................................................. 14 RENDIMIENTO FÍSICO ................................................................................................................ 16 MACROCICLO DE FOCALIZACIÓN DE CUALIDADES Y CAPACIDADES POR EDADES .............. 27 SESIÓN CLÁSICA DE ENTRENAMIENTO DE FUERZA ............................................................... 28 ENTRENAMIENTO DE FUERZA EN CLASE DE EDUCACIÓN FÍSICA ........................................ 28 3 Parte 1. ENTRENAMIENTO Y PROCESOS DE CRECIMIENTO Y MADURACIÓN. 1. Generalidades del crecimiento y la maduración infantil. Es imprescindible que los profesionales del deporte que trabajan con estas edades conozcan un poco mejor los procesos de maduración y crecimiento del niño y adolescente que practica regularmente deporte o que se encuentra inmersos en un programa de entrenamiento, ya sea orientado al alto rendimiento deportivo, o no. En este contexto, existen varias preguntas importantes que trataremos de aclarar y que sería conveniente tener presente a la hora de planificar un programa de entrenamiento para un deportista de estas edades [1]: ¿Qué sabemos sobre el papel desempeñado por la actividad física regular en el crecimiento y maduración del niño/ adolescente?, ¿Puede un programa de entrenamiento físico llegar a inhibir el crecimiento y retrasar su maduración?, ¿Qué influencia tiene la maduración biológica de un niño en su rendimiento físico?, ¿En qué momento del desarrollo de un niño/ adolescente se produce una mejor tolerancia a una carga de entrenamiento determinada?, ¿Hasta qué punto un niño/ adolescente puede desarrollar la fuerza y la masa muscular?, ¿Cómo es la entrenabilidad de los niños/ adolescentes en comparación con la de los adultos?, Durante un periodo de desentrenamiento, ¿cuánto tiempo se conservan las mejoras obtenidas con el entrenamiento?, ¿Qué beneficios y riesgos potenciales van asociados al entrenamiento de fuerza en estas edades? Lo primero que deberíamos hacer es una aclaración conceptual diferenciando dos conceptos que acaban de aparecer y que a veces se confunden entre sí para garantizar una comprensión óptima de los siguientes apartados: crecimiento y maduración [2]. Crecimiento: cambio cuantificable en la composición corporal, el tamaño del cuerpo como un todo o de las regiones específicas del mismo. Maduración: tanto los plazos ampliamente variables como el ritmo de cambio progresivo dentro del cuerpo humano desde la infancia hasta la edad adulta, y que, además del crecimiento, influye en las capacidades del rendimiento físico y motor. Es un hecho generalmente aceptado que la práctica regular de ejercicio físico durante estas etapas es importante para obtener un normal crecimiento y maduración. Igualmente, conocemos que un entrenamiento físico “excesivo”, como en cualquier etapa de la vida, podría tener efectos adversos. Específicamente en estos casos 4 Independientemente del trabajo con cargas, la capacidad de ejercer fuerza y la mayoría de las cualidades físicas se ven mejoradas con la edad desde el nacimiento hasta la juventud. Las experiencias, el crecimiento y la maduración a nivel neural y neuromuscular explican estas diferencias. sobre el crecimiento establecido genéticamente para un niño y, en general, sobre su normal desarrollo, desequilibrando los procesos fisiológicos anabólicos comprometidos, por un lado, con las adaptaciones de los tejidos a la actividad física, y por otro, con el crecimiento/ maduración [2,3]. Sabemos, tanto por fundamento teórico como por experiencias prácticas que cada uno de nosotros hemos tenido a lo largo de nuestro crecimiento, que la capacidad para manifestar o hacer fuerza y la mayoría de las cualidades físicas (salvo la flexibilidad, que es involutiva) se ven favorecidas de una manera directamente proporcional al incremento en edad [2,3] ya que, aun sin un entrenamiento con cargas, un niño de siete años puede aplicar menor fuerza que un adolescente de quince. Ello viene motivado porque el adolescente posee mayor experiencia y ha experimentado cambios musculares, cierta maduración a nivel neural y neuromuscular y ha aprendido recursos biomecánicos clave, en ocasiones de manera natural y automática, para el desarrollo de la fuerza [3]. El aumento de la masa muscular y el crecimiento óseo que se produce a lo largo del proceso de crecimiento y maduración trae implícito una modificación importante a nivel biomecánico: al aumentar el área de sección transversal del músculo, el brazo de palanca aumenta por lo que para una misma magnitud de fuerza, el torque* generado será mayor (Figura 1). * El torque o momento de una fuerza hace referencia a la fuerza que se genera alrededor de un punto de giro (articulación) y que permite aumentar o disminuir la distancia entre los dos segmentos (huesos) que se unen en la articulación. El torque responde a la fórmula: Torque = Distancia x Fuerza Figura 1. Diferencia del brazo de palanca en base al volumen muscular. Durante dicho periodo prepuberal y adolescente, el incremento de la fuerza también se consolida en aspectos no únicamente estructurales. La maduración del sistema nervioso central, la consecuente mejora en la capacidad de reclutar todo el espectro de fibras musculares y la mayor coordinación intra- e intermuscular son ejemplos de algunos de ellos [3-7] (Figura 2). 5 Chicos Chicas Rendimiento en diferentes pruebas físicas de niños y niñas entre 5 y 14 años de edad Figura 2: Efectos del crecimiento y maduración en niños en diferentes cualidades físicas [6]. Por supuesto, en ese proceso de crecimiento y maduración, los cambios hormonalesque se producen son de conocida importancia ya que el músculo, sin poseer únicamente una función estructural, también posee una función endocrina que favorece la mayor producción de fuerza con el paso de los años. Básicas y conocidas por todos, las hormonas que potencian dichos incrementos son la testosterona, hormona del crecimiento e insulina [2,3,6]. Por ello es preciso tener en cuenta en qué medida, representando condiciones y factores biológicos determinantes, influyen directa o indirectamente sobre la entrenabilidad de niños y adolescentes. Desde este punto de vista, en lo que se refiere a la capacidad de fuerza (resistencia a la fuerza, fuerza máxima y fuerza rápida) no se pueden determinar recorridos uniformes de desarrollo [8]. Por lo menos a partir de la edad infantil, la edad cronológica pierde progresivamente su valor explicativo y realmente presenta sólo una validez limitada para cada persona. Según Martin et al. (2004) [9], además, es necesario considerar las diferencias entre sujetos que tienen un desarrollo acelerado y los que tienen un desarrollo retardado, así como entre índices de la constitución física que presentan un desarrollo acelerado y los que lo presentan retardado. 6 Así, a la hora de valorar si un niño está capacitado para poder realizar un programa de entrenamiento básico, hay que diferenciar dicha según los tipos de edad a los que en realidad hacemos referencia: o Edad cronológica: hace referencia única y exclusivamente a los años que posee el sujeto. o Edad biológica: maduración del organismo el cual puede dividirse según varios indicadores de crecimiento: - Edad esquelética: es aquella que se identifica según la formación de huesos y articulaciones. - Edad dental: se identifica según la erupción y caída de las piezas dentales. - Edad somática o morfológica: según evoluciona la talla y peso. - Edad sexual: ligada a las modificaciones hormonales que ocurren en el proceso de crecimiento y maduración. Es conveniente tener en cuenta algunas consideraciones con respecto a dicha edad biológica: 1. Por norma, el sujeto adelantado en la edad esquelética lo está igualmente en la edad dental. 2. La maduración sexual y ósea suelen ir de la mano, en cambio, la maduración sexual y dental distan más. 3. Las chicas manifiestan una mayor precocidad en las diferentes edades o indicadores de crecimiento. 4. Aquel sujeto que esté adelantado fisiológicamente a una edad o indicador de crecimiento, también lo estará en los demás lo que significa que poseerá una pubertad precoz pero a la vez, su crecimiento cesará antes. o Edad de entrenamiento [6,10]: nos aporta información sobre el tiempo/experiencia que posee dicho niño/a en el ámbito de entrenamiento. No aplicaremos el mismo protocolo a un adolescente que se acerca a la edad adulta pero no ha tenido ningún tipo de contacto con la disciplina a entrenar que con un niño que ya posea cualidades y competencias suficientes; al igual que no aplicaremos las mismas estrategias a un niño de 11 años que sea totalmente competente. 2. Crecimiento y maduración vinculadas a la fuerza muscular. En el pasado se asumía que en edad evolutiva no fuese aconsejable un entrenamiento dirigido a la fuerza antes de la finalización de la maduración sexual, y tal indicación era justificada, en primer lugar, con las carencias del estado hormonal, sobre todo de testosterona, típicas de los niños y de los adolescentes. Se tenía la sospecha de que, de por sí, un entrenamiento de la fuerza provocase un efecto negativo sobre el crecimiento y sobre la maduración ósea y, en consecuencia, aumentase la predisposición a los traumas especialmente de las epífisis, de los cartílagos de crecimiento, de los huesos y del tejido conectivo [1,7,11]. En la fase inicial, entre los años 60 y 80, los primeros estudios empíricos sobre el tema del entrenamiento en edad evolutiva, no se observaron efectos significativos en relación con el incremento de la fuerza y de la capacidad de rendimiento. De esta forma, en 1983, partiendo de estos conocimientos, la American Academy of Pediatrics publicó una toma de posición en la que se consideraba que el entrenamiento de la fuerza con los 7 Hasta finales del s. XX no se tuvieron suficientes pruebas empíricas para tener certeza de que el entrenamiento de fuerza para edades tempranas es adecuado. Actualmente es posible constatar, que el organismo humano es entrenable durante todo el período vital, si bien esta posibilidad de entrenamiento está sujeta, en ocasiones, a notables oscilaciones que dependen de la fase de desarrollo individual. niños y los adolescentes fuese inoportuno, y casi inútil, en cuanto que no llevaba al objetivo deseado, aumentaba el riesgo de lesiones y su efecto no era seguro [3,5,6]. En torno a 1990, a causa del aumento de las pruebas empíricas favorables al entrenamiento de la fuerza con niños y adolescentes, se produce un cambio en los consejos sobre el entrenamiento [2], que llevó a una revisión del posicionamiento de la National Strenght and Conditioning Association, del American College of Sports Medicine y de la American Academy of Pediatrics que ahora recomendaban, expresamente, un entrenamiento de la fuerza realizado bajo la supervisión de un experto, y orientado a un grupo específico de sujetos, como prevención de las lesiones, para incrementar la capacidad de rendimiento, la condición física general y el estado general de bienestar psíquico [1-8]. A partir de entonces, se comenzó a cambiar la tendencia [12], y en los últimos años del s. XX y comienzos del s. XXI se empezaron a exponer ideas en relación al entrenamiento de la fuerza con niños y adolescentes en las que afirmaban: 1. “El primer concepto erróneo es que un deportista en la edad prepuberal no puede obtener beneficios del entrenamiento de la fuerza a causa de los insuficientes niveles de andrógenos en circulación. […]” 2. “El segundo es que un deportista que realiza un entrenamiento de la fuerza pierde la flexibilidad y la amplitud de los movimientos necesarios para obtener un rendimiento óptimo en el deporte que ha elegido. […]” 3. “La tercera idea equivocada es que el entrenamiento de la fuerza es peligroso y expone a los deportistas a un riesgo de lesiones inútil”. Mientras se afirmaba, sobre todo en las publicaciones anteriores, que antes de la pubertad, y después de los 70 años, de por sí, la fuerza no fuese susceptible de ser entrenada desde el punto de vista de la adaptación morfológica, actualmente es posible constatar, que el organismo humano es entrenable durante todo el período vital [3,6-9], si bien esta posibilidad de entrenamiento está sujeta, en ocasiones, a notables oscilaciones que dependen de la fase de desarrollo individual. Para poder tratar de forma diferenciada y evaluar todos los aspectos de los posibles procesos de adaptación en el marco de la ontogénesis general y, sobre todo, el desarrollo motor, lo primero debe ser describir, diferenciándolas entre sí, las distintas etapas del desarrollo hasta la madurez. Mientras en el manual dedicado al entrenamiento de los niños y de los adolescentes de Martin [9] encontramos una descripción general de la infancia y de la niñez definida formalmente como el período que va desde el nacimiento a los 14 años de vida, lo cierto es que dentro de esos 14 años, la mayoría de autores adoptan un modelo de fases o estadios procedente de la psicología del desarrollo, y este será desde nuestro punto de vista, 8 la base de comprensión de los diferentes tipos de ejercicio y metodologías de entrenamiento que se puedan aplicar a cada rango de edad de los niños/adolescentes con los que trabajemos (Tabla 1). Por ello es preciso tener en cuenta en qué medida, representando condiciones y factores biológicos determinantes, influyen directa o indirectamente sobre la entrenabilidad.No obstante, y como hemos mencionado previamente, entre los niños de desarrollo acelerado y los del retardado es posible encontrar desviaciones de varios años entre la edad cronológica y la biológica. Las mayores diferencias en el desarrollo se encuentran sobre todo desde el inicio de la segunda edad escolar hasta el final de la adolescencia [3,5,8]. Habitualmente los modelos por estadios o por fases se basan en datos medios, lo cual sirven de inestimable ayuda, pero ignoran los procesos y las diferencias de desarrollo interindividuales. Además, la edad cronológica sólo proporciona informaciones generales y representa en una escala numérica cual ha sido el período de tiempo durante el que, después del nacimiento, han intervenido los factores que determinan el desarrollo psicológico y biológico. Esa edad cronológica no conlleva obligatoriamente la presencia de la manifestación de una determinada característica, y que hay que tener en cuenta las diferencias individuales y de género. Tabla 1: Estadios del desarrollo y sus características específicas en relación al entrenamiento [3,9,12]. ESTADIOS DE DESARROLLO Y CARACTERÍSTICAS PROPIAS Estadio del desarrollo Edad en años Consecuencias específicas del desarrollo Consecuencias para la práctica de entrenamiento Edad preescolar de 3 a 6/7 Elevado impulso para moverse y para jugar Adquisición de una gran base de entrenabilidad, ejercicios de breve duración y divertidos; evitar un entrenamiento especial de la condición física, especialmente de la fuerza; los m ovim ie ntos de la s tareas deben estimular la creatividad y la experiencia del propio cuerpo. Primera edad escolar de 6/7 a 10 Grandes capacidades de rendimiento y de aprendiza je, interés hacia la actividad física y el depor te, impetuosidad en los comportamientos motores, edad favorable para el aprendizaje motor, adquisición “acrítica” de conocimientos y habilidades. En primer plano encontramos un entrenamiento polideportivo y, sobre todo, el desarrollo de la s capacidades coordina tiva s; ofrecer la posibilidad de tener muchas experiencias motoras ; ev itar un entrenamiento especial de la fuerza con pesas o máquinas; se aconseja una gimnasia especial para los niños. Segunda edad escolar De 10 a 12 Fase fundamental para la posterior maestría motriz, alto nivel de control del cuerpo, relación fuerza- peso corporal muy favorable, máxima expresión de la movilidad articular. Ejercicios variables y dirigidos a las técnicas deportivas; aumento multilateral del pa trimonio de movimientos, sin que, sin embargo, la cantidad vaya en detrimento de la calidad, los movimientos deber ser aprendidos con la mayor precisión posible; crear las bases coordinativas de las habilidades; es aconsejable empezar un entrenamiento especial de la resistencia ; iniciar un entrenamiento de la fuerza con elementos , pe ro sólo si están adaptados a la edad, en caso contrario se aconseja n ejercicios “gimnásticos” de la fuerza y de desarrollo de la movilidad articular. 9 Tabla 1 (cont.): Estadios del desarrollo y sus características específicas en relación al entrenamiento [3,9,12]. ESTADIOS DE DESARROLLO Y CARACTERÍSTICAS PROPIAS Estadio del desarrollo Edad en años Consecuencias específicas del desarrollo Consecuencias para la práctica de entrenamiento Primera fase puberal (pubescencia) Chicas: de 11/12 a 13/14 Chicos: de 12/13 a 14/15 Empeoramiento de la relación fuerza/peso durante e l pico de crecimiento y disminución de la capacidad de carga del aparato motor; aumento de la masa muscular y de la fuerza, elevada entrenabilidad de la s capacidades asociadas a la condición física; descenso de l interés por el depor te; inestabilidad psíquica. Entrenamiento de las capacidades que determinan la condición física (fuerza , resistencia, velocidad, movilidad articular); estabilización de la s capacidades coordinativas; entrenamiento de la fuerza con pesas y máquinas en condiciones en que se domine la técnica de ejecución y en que los instrumentos sean adecuados a la necesidad; necesidad absoluta de un entrenamiento de la movilidad articular; entrenamiento de la resistencia con acento sobre el volumen y exclusivamente aeróbico. Segunda edad puberal (adolescencia) Chicas: de 13/14 a 17/18 Chicos: de 14/15 a 18/19 La entrenabilidad de la capacidad coordinativa y de las asociadas a la condición física hacia el final de la adolescencia casi alcanza los valores de los adultos; final del crecimiento óseo; máxima disposición de l sistema nervioso a almacenar y automatizar programas motores. El entrenamiento de la fuerza y de la resistencia sigue haciendo más hincapié sobre el volumen que sobre la intensidad; entrenamiento general y especial de la movilidad articular; consolidación y aumento de la s habilidades motoras; lenta introducción del entrenamiento de los adultos. Primera edad adulta de 18/20 a 30/35 Fase de máxima expresión del desarrollo motor y del conjunto de los sistemas orgánicos (edad de los máximos resultados deportivos) Con la condición de una buena salud, es posible un entrenamiento ilimitado de las pr incipales formas de actividad motriz, incluida la fuerza En lo que se refiere a la estatura, diversos estudios sugieren que la práctica regular de una actividad física, o la participación en un programa de entrenamiento físico, no influye en el crecimiento en estatura del niño porque en un niño bien alimentado la estatura está regulada, principalmente, por su herencia genética. En realidad, la estatura media observada en los deportistas jóvenes varía según el deporte. Entre las gimnastas y nadadoras, por ejemplo, las primeras son más pequeñas que la media de las niñas de su edad y las segundas más altas, y esto se observa ya antes de ser incluidas en los programas de entrenamiento de ese deporte [6,13- 16]. Pero, además, los padres de estas gimnastas son más pequeños que los de las nadadoras [15,16] lo que, efectivamente, apunta hacia un factor genético como responsable principal de la estatura de una persona. En una revisión reciente, Malina et al. [16] ofrecieron importantes conclusiones en torno a la influencia del deporte de fuerza y gimnástico realizado de forma intensa y frecuente en el desarrollo y crecimiento de los chicos y chicas que lo practican: 1. La altura adulta o casi la altura adulta de gimnastas artísticos femeninos y masculinos no se ve comprometida por el entrenamiento intensivo de gimnasia. 2. El entrenamiento de gimnasia no parece atenuar el crecimiento del segmento del cuerpo superior (altura sentada) o inferior (piernas). 10 El entrenamiento de fuerza realizado de manera habitual en su máxima expresión deportiva durante la infancia (gimnasia artística) no afecta al crecimiento y la maduración. La genética es la principal protagonista de que un chico o una chica tenga un cuerpo más o menos adecuado para la gimnasia deportiva. 3. El entrenamiento de gimnasia no parece atenuar el crecimiento y la maduración de la pubertad, ni la tasa de crecimiento, ni el momento y el ritmo del crecimiento acelerado. 4. Los datos disponibles son inadecuados para abordar el tema del entrenamiento intensivo de gimnasia y las alteraciones dentro del sistema endocrino. En general, en estudios longitudinales desarrollados con chicos y chicas que participan en diferentes deportes desde los 8 hasta los 18 años, se ha visto que son, de media, más altos y también más pesados que los chicos y chicas que no practican una actividad física regular. Este mayor peso probablemente resulta del incremento de la masa muscular reflejo de una pubertad avanzaday del efecto del entrenamiento, sin olvidar la posible mejora del factor alimentación [1,2] (Figura 3). Figura 3. Porcentaje de la estatura media alcanzada en chicas (izquierda) y chicos (derecha) en diferentes edades y madurez (adelantada, línea continua; o retrasada, línea de puntos) [1,2]. Por otro lado, en relación a la pérdida de peso y como uno de los efectos adversos a los que hacíamos referencia previamente, mantener un peso corporal y un porcentaje graso bajos forman parte de la preparación física de muchos deportes (gimnasia, ballet, atletismo de fondo, etc.). Un/a deportista joven que todavía está creciendo puede seguir dietas drásticas, en muchos casos muy bajas en calorías, que no aportan las necesidades mínimas de hidratos de carbono, proteínas, hierro y otros nutrientes, y puede encontrarse con problemas derivados de su bajo peso corporal [13]. 11 Aquellos deportes que siempre se han catalogado como causantes de retrasar la maduración y el crecimiento en realidad son más aptos para aquellos chicos y chicas que tienen una maduración ósea retrasada respecto a la media. Por tanto, es el deporte el que elige a los deportistas más exitosos, pero no el que ofrece un estímulo negativo al desarrollo. Este tipo de alteraciones en los hábitos de alimentación, mucho más frecuentes en las chicas, también puede acompañarse de una pérdida de parte del potencial de crecimiento en estatura establecido genéticamente, pero en condiciones normales y con buenas pautas y planificación nutricional no existe evidencia que lo sustente. De hecho, al contrario, en la regulación de la composición corporal intervienen de forma muy importante tanto una actividad física regular como el entrenamiento específico para un deporte, porque ambos se asocian con un descenso en el porcentaje graso y, ocasionalmente, con un aumento de la masa muscular, más frecuentemente en varones que entrenan deportes relacionados con la fuerza [1,3,6,13]. La maduración ósea es, quizá, el mejor método para la valoración de la edad biológica o el estado de maduración de un niño, junto a la maduración somática y sexual, aunque ninguno de ellas, de manera aislada, nos da una completa descripción de esta [13]. El progreso de maduración del esqueleto (los huesos de mano y muñeca izquierda han sido tradicionalmente los más utilizados para este propósito) puede ser medido y su evolución fácilmente controlada y evaluada mediante placas de rayos X. La edad ósea de un niño se relaciona siempre con su edad cronológica, y con ello se sabe si un niño tiene una maduración ósea adelantada, retrasada o está en la media. El proceso de la maduración ósea de la mano y la muñeca no se ve afectado por el entrenamiento deportivo [13]. Estudios longitudinales con niños que entrenaban habitualmente en diferentes deportes (gimnasia, tenis, ciclismo o remo), pero no a nivel de élite, han indicado un aumento paralelo en la edad cronológica y en la ósea. Por otro lado, en lo que se refiere a deportistas jóvenes de élite, se ha visto que las chicas relacionadas con el ballet, la gimnasia y el atletismo tienden a presentar una edad ósea retrasada, mientras las nadadoras, en general, presentan una edad ósea algo avanzada con relación a su edad cronológica [1,2,13]. Por su parte, los chicos que destacan en el beisbol, atletismo, natación, ciclismo y remo presentan, en general, una edad ósea avanzada respecto a la edad cronológica [1,2,13]. ¿Quiere decir esto que quienes practican estos deportes a nivel de élite son más susceptibles de tener una diferencia entre edad cronológica y maduración ósea motivado por el entrenamiento? Más bien, al contrario, los chicos y chicas que están predispuestos genéticamente a esa diferencia podrán destacar en uno u otro deporte en función del retraso/avance de la misma. Por otro lado, en cuanto a la madurez sexual, hay que mencionar el caso especial del retraso de la menarquia en las deportistas, un tema que sigue siendo controvertido porque se ha relacionado con ser consecuencia directa del entrenamiento. El entrenamiento físico mal periodizado, la especialización temprana en un deporte o los a veces extremistas hábitos nutricionales del alto rendimiento previene o retrasa que muchas deportistas alcancen la menarquía en edad “normal”. 12 No obstante, aunque efectivamente se ha visto que cuando se trata de chicas que entrenan en diversos deportes, su menarquia aparece más tarde que en las chicas que no practican deporte [1,2,8,13,14], también es cierto que existen deportistas que tienen su primera regla en la media de edad o incluso antes que las chicas no deportistas. Es decir, hay que considerar una predisposición familiar para ese retraso en la maduración. Por otro lado, el entrenamiento deportivo probablemente interactúa o es confundido con otros factores, además de la predisposición familiar, por lo que el efecto específico del entrenamiento per se podría resultar bastante difícil de aislar [1,13]. 3. Crecimiento y maduración. Diferencias entre niños y niñas. En los inicios de la investigación científica en el ámbito juvenil y el deporte se estudiaron única y exclusivamente a hombres por las dificultades de hacerlo con el género femenino, en gran parte debido a factores sociales, de represión, ética o, simplemente, participación. Los resultados, por aquel entonces, se extrapolaron y generalizaron al género femenino sin ningún reparo, motivo de que algunos de los mitos más extendidos hoy en día sigan vigentes y, en muchos casos, sin aclararse. Fue en las décadas de 1970 y 1980 donde hubo un cambio de tendencia y se empezó a estudiar ambos sexos por separado. De hecho, a día de hoy, se siguen encontrando diferencias biológicas importantes pero aún se necesitan más investigaciones comparativas. La valoración y estudio de las diferentes edades a lo largo de los estadios anteriormente expuestos (Tabla 1) se hace de extrema importancia a la hora de valorar y entender las posibles diferencias. Como hemos visto, no es hasta los 10-11 años de edad cronológica donde comienza a haber una diferenciación importante, momento en el cual la maduración propia de la edad ocasiona el inicio de las principales diferencias entre chicos y chicas: Tras los 10-11 primeros años de vida, las chicas alcanzan una meseta de incremento de masa muscular, donde a pesar de seguir evolucionando en positivo, lo hace a un ritmo mucho menor que en los chicos [1,2,7,13-16]. A partir de entonces, los chicos tienen un incremento en el tamaño de la masa muscular que sigue una tendencia directamente proporcional al incremento de la edad [17] (Figura 4). Figura 3. Evolución de la masa muscular (kg) durante la niñez y adolescencia [9]. 13 Como dato estadístico significativo cabe mencionar que esta diferencia de aumento de masa muscular es mayor en el torso y extremidad superior que en las piernas y extremidad inferior. Ejemplo de ello son los datos expuestos en la Figura 5 [15] donde se puede observar que el incremento de la masa muscular del brazo es aproximadamente el doble del observado en las chicas, pero el pico de crecimiento de la masa muscular de la pantorrilla es sólo ligeramente mayor en el chico. Evolución de masa muscular en pierna y brazo a diferentes edades en chicos y chicas. Figura 5 (A y B). A) Evolución de la masa muscular en brazo y pantorrilla de niños y niñas desde los 3 a los 18 años. B) Crecimiento de la masa muscular de brazo y pantorrilla en mm por año en niños y niñas desde los 3 a los 18 años [15]. La bibliografía apoya, y esto es algo conocido por todos, que quienes presentan una historia de actividad física regular o han participado en un entrenamiento físico durante su niñez y juventud tienen más masa ósea [6], lo que en principio nos indicaría que la mineralizacióndel hueso se ha visto favorecida por la práctica de ejercicio físico durante los primeros años de vida. De manera general, el crecimiento óseo entre sexos no dista mucho [1,6,14-17]. En la Figura 6, se observa que en mujeres la evolución durante el crecimiento de la densidad mineral ósea (DMO) de la columna vertebral es directamente proporcional y paralela a la evolución de la talla, describiendo una forma de curva donde en los primeros años se observa un aumento significativo de la misma para luego reducirse poco a poco. Los 14 Los deportes de fuerza y los de alto impacto tienen un efecto positivo en la integridad del tejido óseo y el pico de densidad mineral ósea alcanzado durante la etapa vital. hombres, por su parte, describen una tendencia más lineal hasta los 16 años, donde tanto el crecimiento como la DMO empiezan a frenar su progresión [17]. A los 18-20 años se alcanza el pico de densidad mineral ósea, que puede llegar a ser mayor o menor en función, como decíamos, del historial de actividad física y ejercicio, especialmente de fuerza y/o impacto durante los años previos. Figura 6. Evolución en de la talla y DMO en la columna lumbar en mujeres y hombres [17]. No obstante, la actividad física regular parece tener un efecto beneficioso sobre la integridad del tejido óseo hasta un cierto punto. Efectivamente, parece existir un umbral a partir del cual el entrenamiento deportivo excesivo puede tener una influencia negativa sobre la integridad ósea [1,2,5,13], tanto en hombres como en mujeres, con el agravante en este último caso de que es un hecho comprobado que algunas jóvenes que practican deporte con unos volúmenes e intensidades de entrenamiento elevados, tienen problemas de alteraciones en su ciclo menstrual y presentan niveles bajos de estrógenos (hay una estrecha correlación entre la regularidad menstrual y la densidad mineral ósea). La diferencias a nivel hormonal entre géneros son evidentes y no es objeto de estos apuntes hacer una exposición explícita de cada una de ellas, pero sí abordar la que más relación muestra con las posibles diferencias en el entrenamiento propio de la fuerza a estas edades y en términos absolutos: la testosterona. La evidencia es algo equívoca en cuanto a los cambios hormonales crónicos que experimentan chicos y chicas como consecuencia del entrenamiento de fuerza [18]. Parece ser que los niños y niñas menores de 12 años experimentan un cambio más marcado en la testosterona que cuando son adolescentes , mientras que los cambios crónicos en otras hormonas son muy variables. 15 El ejercicio de fuerza tiene un impacto positivo en el desarrollo de la testosterona en chicos y chicas durante la infancia, más que durante la pubertad. Por el contrario, el ejercicio de resistencia con un excesivo volumen de entrenamiento tiene consecuencias negativas. Si esto se acompaña con una inadecuada alimentación no acorde a las necesidades energéticas de cada niño/a, sin duda que supone un factor contraproducente en el desarrollo y maduración ósea, hormonal y sexual. Sí se ha demostrado que, en comparación con los niveles basales propios de la edad, un entrenamiento habitual e intenso de resistencia (at letismo, ciclismo, natación, etc.) disminuye los niveles de testosterona a medio y largo plazo, por lo que el manejo de la carga, especialmente en lo que a volumen se refiere, es clave para no interactuar negativamente en el desarrollo hormonal. El efecto anabólico de la testosterona es evaluado generalmente en conjunción con otras hormonas como el cortisol, encargado de estimular el catabolismo en el tejido muscular y óseo, así como reducir la capacidad inmunológica. Resumiendo la evidencia actual, y a pesar de las diferencias individuales propias de cada persona, los niveles de cortisol no parecen modificarse como consecuencia del entrenamiento durante la maduración sexual. En la Tabla 2, donde se puede observar la clara línea diferenciadora entre chicos y chicas a partir de los 11 años y para el resto de sus vidas [19,20]. Tabla 2: Testosterona total en hombres y mujeres según la etapa de vida. Testosterona total Edad Hombres (ng/dL) Mujeres (ng/dL) 1-5 meses 1 – 177 1 – 10 6-11 meses 1 – 10 1 – 10 1-5 años 0 -10 0 -10 6-7 años 0 -20 0 -10 8-10 años 0 -25 0 – 30 11-12 años 0 – 350 0 - 50 13-15 años 15 – 500 0 – 50 Adultos 241 - 827 14 - 76 La testosterona en mujeres alcanza su máxima producción durante la década de los 20, con una media pico de 50-70 ng/dl (testosterona libre = 0.3 – 1.9 ng/dl), lo que es 16 veces menor que la media pico en hombres. Estos niveles afectan al nivel muscular inicial de desarrollo muscular al empezar a entrenar fuerza, pero tienen un impacto mínimo en el progreso relativo (%). Es prácticamente improbable al 100% que una mujer alcance el desarrollo muscular de un hombre en términos absolutos (volumen y kilogramos totales). El mayor desarrollo que puede ejercer el entrenamiento de fuerza durante la infancia en niños y niñas puede resultar en un importante marcador del posterior rendimiento en deportes asociados a la fuerza como el culturismo, la halterofilia, el powerlifting, el crossfit, el lanzamiento de peso o jabalina, entre otros. 16 Aunque sí han sido suficientemente revisados y estudiados los efectos del ejercicio físico en general y del entrenamiento de fuerza en particular en niños y adolescentes como grupo de edad, la diferenciación por géneros, en este caso, lo ha sido bastante menos [2,18,21]: Fuerza: durante la infancia y la adolescencia, los niños tienden a ser capaces de aplicar mayor fuerza, especialmente en el tren superior, que las niñas. Esa diferencia de fuerza es menos notable en el tren inferior, pudiendo llegar a considerarse insignificante en términos absolutos y relativos. El desarrollo de esta cualidad se acelera a los 13 años considerablemente en los chicos y, aunque continúa aumentando en chicas, lo hace con menos intensidad. Resistencia: El VO2máx relativo disminuye sistemáticamente con la edad en las niñas, mientras que en niños aumenta ligeramente. Además, existe una pequeña diferencia en cuanto al género, ya que las niñas alcanzan el 80-95% del máximo total relativo que los niños (Figura 7). Figura 7: VO2máx en niños y niñas según la edad. (A) Absoluto; (B) Relativo [21]. o Velocidad máxima: La velocidad máxima alcanzada es mayor en niños que en niñas. En cualquier caso, y pese a las pocas diferencias encontradas, creemos que en un contexto de no especialización (élite), chicos y chicas deberían compartir entornos, juegos y entrenamientos con unas mínimas adaptaciones individuales, mayores quizás a medida que se acercan a la juventud, pero siendo estas estrictamente necesarias. Un entorno de convivencia equitativa y justa entre ambos géneros resultará más educativo y productivo en todos los aspectos. Por ejemplo, conociendo y teniendo en cuenta las diferencias de fuerza en torso entre chicos y chicas a partir de los 11 años, no sería recomendable demandar mismos resultados a chicos y chicas, sino evaluar y valorar el carácter de esfuerzo, técnica, actitud...como factores evaluativos 17 1. Prevención/reducción de la incidencia de lesiones inducidas por la práctica físico-deportiva. La implementación de entrenamientos de fuerza correctamente prescritos y supervisados en programas de acondicionamiento físico globales durante la pretemporada y la temporada deportiva ha mostrado poder reducir la incidencia de lesiones deportivas en niños y adolescentes. 2. Mejoras de la fuerza muscular y de rendimiento en habilidades motrices. Parte 2. BENEFICIOS DEL ENTRENAMIENTO DE FUERZA EN NIÑOS Y ADOLESCENTES. La práctica de ejercicio físico y la realización habitual de actividad física deberían ser objetivos primarios en cualquier grupo de edad. Enconcreto, y aunque se podría hacer una extensa revisión sobre los potenciales beneficios de todos los tipos de ejercicio en el desarrollo, maduración y salud de niños y adolescentes, nos centraremos en la especialidad del entrenamiento de la fuerza como cualidad fisca básica que mejora las demás. El entrenamiento de fuerza, en este caso, debería ser entendido como [5,6] “el uso de métodos de resistencia para aumentar la habilidad para ejercer o resistir una fuerza. Los entrenamientos pueden utilizar las pesas libres, el propio peso corporal del individuo, máquinas, y/u otros dispositivos de resistencia para conseguir este objetivo”. La implementación de entrenamientos de fuerza correctamente prescritos y supervisados en programas de acondicionamiento físico globales durante la pretemporada y la temporada deportiva ha mostrado poder reducir la incidencia de lesiones deportivas en niños y adolescentes [18-23]. Al contrario, los jóvenes deportistas que no posean adecuados niveles de fuerza y acondicionamiento físico tendrán más riesgo de sufrir lesiones deportivas; es decir, en definitiva, el entrenamiento de fuerza puede ayudar a preparar físicamente a los jóvenes deportistas, para afrontar con mayores garantías las altas demandas musculoesqueléticas del entrenamiento deportivo y la competición. Aquellos programas de entrenamiento de la fuerza que se centran sobre los factores de riesgo de lesión asociados a las lesiones deportivas como desequilibrios musculares, bajo nivel de aptitud física neuromuscular inicial), tienen el potencial de reducir la incidencia de lesiones por sobrecarga hasta el 50% en niños y adolescentes [23]. De este modo, la inclusión de programas específicos de acondicionamiento neuromuscular, en jóvenes deportistas de 13-19 años, ha mostrado, además de reducir la tasa de lesiones, requerir menos tiempo para la recuperación tras la lesión que en los compañeros de equipo que no lo hicieron [5,24]. La literatura científica respecto a este aspecto es también firme, el entrenamiento de fuerza correctamente prescrito y supervisado tiene la capacidad de poder generar mejoras de rendimiento en habilidades motoras 18 Los programas de entrenamiento más eficaces sobre las mejoras musculares y el rendimiento de las habilidades motrices parecen ser aquellos con una duración mínima de 8 semanas y series múltiples, que a ser posible deberán continuarse a largo plazo para afianzar y mantener las adaptaciones conseguidas 3. Mejora de la salud ósea. (saltar, correr, lanzar) en edades infantiles y juveniles, lo que puede tener transferencia para mejorar otras capacidades de tipo deportivo20. Disponemos de un cuerpo de conocimiento científico creciente que atestigua que el entrenamiento de la fuerza a estas edades puede conducir a incrementos del rendimiento motor a través de aumentos de fuerza, velocidad, potencia y otras características relacionadas [2,3,6,19]. Los programas de entrenamiento más eficaces parecen ser aquellos con una duración mínima de 8 semanas y series múltiples, que a ser posible deberán continuarse a largo plazo para afianzar y mantener las adaptaciones conseguidas [3,5,18,22,25]. Sobre este punto destaca especialmente el metaanálisis de Behringer et al. [26] el cual analiza el efecto del entrenamiento de la fuerza en niños y adolescentes sobre el rendimiento motor de determinadas habilidades motrices (entrenamientos de fuerza tradicionales y/o pliométricos). Dicho metaanálisis muestra que el entrenamiento de fuerza correctamente estructurado es efectivo para mejorar el rendimiento de la carrera, el salto y los lanzamientos. Y puesto que el rendimiento motor de tales habilidades constituye un componente esencial en diferentes deportes, es razonable suponer que haya una transferencia positiva específica hacia el rendimiento de muchas modalidades deportivas. La niñez, la preadolescencia y la adolescencia son etapas clave para conseguir un pico de masa ósea lo más elevado posible en la etapa juvenil, cuando este es alcanzado. Durante estos periodos sensibles de formación ósea se puede llegar a adquirir el 50% del pico de masa ósea [1-3,6]. La práctica regular en actividades físico-deportivas con soporte del peso corporal en general, y con alto contenido de acciones de fuerza en particular, son potentes estímulos osteogénicos que pueden ayudar, junto a otras medidas nutricionales, a conseguir ese objetivo en estas fases [23]. Sobre esto, algunos estudios han comprobado que la densidad y contenido mineral óseo de adolescentes halterófilos y chicos que participan en powerlifting es mayor que la de controles de la misma edad que no realizaban entrenamientos de fuerza [18,26,27]. Aunque es cierto que el pico de masa ósea alcanzado a esas edades dependa de numerosos factores (genética, sexo, nutrición, etc.), la participación regular en deportes y programas que incluyan ejercicios multiarticulares contra resistencias de moderada a alta intensidad, y ejercicios pliométricos con saltos, puede ayudar a maximizar el capital mineral óseo durante la infancia y adolescencia. Por el contrario, la no realización de ejercicios con suficiente estrés mecánico para las estructuras musculoesqueléticas, en esos periodos tan críticos para el completo desarrollo óseo, puede predisponer a los sujetos a sufrir consecuencias negativas para su salud ósea a largo plazo [3,6]. 19 4. Mejoras de la composición corporal y de la sensibilidad a la insulina. 5. Beneficios psicosociales. Participar en diferentes deportes ayuda, sobre todo, a mejorar el rendimiento físico, la autoconfianza, y al afrontamiento de tareas y problemas de la vida diaria. Por otro lado, no parece que tengan especial relevancia en externalizar los problemas con la mayoría de compañeros en el caso de deportes de equipo. A falta de poder realizar una contundente afirmación desde la base científica, parece más que probable que la realización de entrenamiento de fuerza aumenta los niveles de bienestar psicológico, estado de ánimo y autoestima de los niños, niñas y adolescentes , siempre y cuando tengan una duración mínima de 8 a 12 semanas para observar cambios clínicamente significativos y duraderos. Ante una sociedad infantil y juvenil cada vez más sedentaria y con unos índices de obesidad crecientes cualquier intervención de ejercicio que muestre mejorar o prevenir el desarrollo de la obesidad y patologías asociadas debiera ser incorporada. Es por ello que actualmente exista un cuerpo de conocimiento creciente y sólido [1,3,6,12,18,23,28,29] que muestra mejoras significativas en niños y adolescentes obesos, o en riesgo de serlo, sobre la mejora de su composición corporal (disminución de grasa corporal; aumento de masa muscular) y/o la sensibilidad a la insulina tras la participación progresiva en programas de entrenamiento de fuerza. Si bien especialmente a los niños y adolescentes con obesidad o sobrepeso siempre se les ha animado a que participasen en actividades de tipo aeróbico, el exceso de peso corporal dificulta el rendimiento en actividades físicas de soporte del peso, como correr, y aumenta el riesgo de lesiones musculoesqueléticas por sobreuso. El entrenamiento centrado en ejercicios de fuerza, caracterizados por una dinámica intermitente, por su mejora sobre el rendimiento motor y los beneficios sobre la reducción de lesiones, además, resultan agradables para estos chicos y chicas al no ser tan exigentes aeróbicamente y proporcionar una oportunidad para mejorar su rendimiento físico y ganar autoconfianza [30,31]. En este sentido, y aunque existe algo de contradicción en la literatura científica ya que en una serie de investigaciones se ha visto que el entrenamiento de fuerza en jóvenes no supone una mejora del aspecto psicosocial (especialmente en intervenciones con niños en normopeso), es ciertoque sí ofrece una clara mejoría en grupos de niños que no están dentro de la media, como discapacitados intelectuales, chicos y chicas con problemas de déficit de atención y también en aquellos que tienen sobrepeso [31,32]. A falta de poder realizar una contundente afirmación desde la base científica, parece más que probable que la realización de entrenamiento de fuerza aumenta los niveles de bienestar psicológico, estado de ánimo y autoestima de los niños, niñas y adolescentes, siempre y cuando tengan una duración mínima de 8 a 12 semanas para observar cambios clínicamente significativos y duraderos [30-36]. Deportes y programas que incluyan ejercicios multiarticulares contra resistencias de moderada a alta intensidad y ejercicios pliométricos con saltos pueden ayudar a maximizar el capital mineral óseo durante la infancia y adolescencia. 20 A pesar de no haber muchas investigaciones que hayan analizado la relación directa entre la participación en ejercicio de fuerza y el rendimiento cognitivo, recientemente Moradi et al. [37] realizaron un análisis de regresión lineal múltiple ajustado por posibles factores de confusión (es decir, edad, estado socioeconómico, porcentaje de grasa y actividad física) y reveló que no existía ninguna relación entre flexibilidad, velocidad, fuerza muscular y resistencia con las tareas de procesamiento de información o las tareas cognitivas. Por otro lado, sí se observó una asociación positiva entre la agilidad con el tiempo de reacción ante problemas cognitivos. . . . Conjuntamente, todos estos argumentos (Figura 8) respaldan la necesidad de promover la práctica del entrenamiento de fuerza entre los niños y adolescentes por la eficacia mostrada para la mejora de su salud y rendimiento motor. Figura 8. Beneficios del entrenamiento de fuerza en la salud y el rendimiento durante la infancia y adolescencia. 6. Efectos cognitivos. 21 Aunque no hay una edad específica en la que un niño "deba" comenzar el entrenamiento de resistencia, es importante introducir el entrenamiento de fuerza durante la infancia (preadolescencia), en lugar de durante la adolescencia. Los niños están preparados para la adquisición de habilidades motoras fundamentales y fuerza fundamental porque exhiben niveles más altos de plasticidad neuronal antes de la pubertad, lo que los hace más "flexibles" para el crecimiento mental y físico. Parte 3. DIRECTRICES DE ENTRENAMIENTO EN NIÑOS Y ADOLESCENTES. 1. ¿Cuándo empezar con el entrenamiento de fuerza? Se han observado beneficios por realizar entrenamiento de fuerza específico en niños de 5 años como mínimo a través de programas en la escuela [38-41], pero eso no significa que sea apropiado para todos los niños, en esta etapa de la vida. Como se recoge en la de posición de consenso internacional sobre entrenamiento de resistencia en jóvenes, Lloyd y Oliver (2017) [42] aconsejan que un niño solo debe participar en un programa estructurado de entrenamiento de fuerza cuando 1) exhibe niveles suficientes de equilibrio y control postural, y 2) es lo suficientemente maduro emocionalmente para recibir y seguir instrucciones, lo que generalmente ocurre alrededor 6-7 años como hemos visto en la Tabla 1 de este eBook. Lo que sí parece claro es que, aunque no hay una edad específica en la que un niño "deba" comenzar el entrenamiento de resistencia, es importante introducir el entrenamiento de fuerza durante la infancia (preadolescencia), en lugar de durante la adolescencia, por algunas razones. A edades tempranas, el rendimiento de las habilidades motoras como correr, saltar y lanzar mejora tanto en niños como en adolescentes, pero las mejoras son mayores en los niños [26,43-45]. La explicación, que también se puede extraer de la Tabla 1 de los estadios del desarrollo y crecimiento, se sustenta en que los niños están preparados para la adquisición de habilidades motoras fundamentales y fuerza fundamental porque exhiben niveles más altos de plasticidad neuronal antes de la pubertad, lo que los hace más "flexibles" para el crecimiento mental y físico. También puede haber ventanas de oportunidad específicas durante la preadolescencia donde hay una adaptación acelerada natural para un rango de cualidades biomotoras [46], y no incorporar el entrenamiento de fuerza dentro de estas ventanas puede limitar el desarrollo actual y futuro de tales habilidades, incluida la coordinación intramuscular e intermuscular, y el control motor. Una vez que el niño llega a la adolescencia, los componentes físicos avanzados (habilidades deportivas específicas, potencia e hipertrofia) se convierten en focos más importantes debido al aumento del ambiente interno androgénico asociado con esta etapa de desarrollo [30]. 22 2. Generalidades de la carga de entrenamiento. La literatura especializada señala que, pese a que no se conozca una combinación o dosis óptima de los componentes o variables de la carga, que puedan maximizar o favorecer las adaptaciones en respuesta al entrenamiento de la fuerza en edades tempranas, se pueden dar unas directrices generales al respecto de estas que ayuden a manipular y controlarlas. Del mismo modo, debe entenderse que los jóvenes con más experiencia de entrenamiento de fuerza necesitarán seguir programas de entrenamiento periodizados con una variación sistemática de los ejercicios y las variables intensidad, volumen, frecuencia, densidad, velocidad de ejecución y medios de entrenamiento [3,5,6,10,18,23,42] (Tabla 3 y Figura 9). Tabla 3. Propuesta de carga de entrenamiento de fuerza para niños y adolescentes según experiencia [5,10,23]. Principiante (sin experiencia) Intermedio (>6 meses) Avanzado (>12 meses) Frecuencia sem anal (sesiones sem anales) 2-3 2-3 2-3 (hasta 4) Volumen (n.° ejercicios por sesión) 6-8 (hasta 10) 6-8 3-8 Volumen (n.° series por ejercicio) 1-2, globales. 2-3, globales. 3-4, globales e introduciendo trabajo unilateral. Intensidad (Carácter de esfuerzo) (%1RM aproxim ado) Ejercicios Monoarticulares 10-15 (RIR 5 a 10); 40 – 50% 1RM Ejercicios multiarticulares 10-15 (RIR 5 a 10); 40 – 50% 1RM Ejercicios secuenciales: 3-6 (RIR 2 a 6) 55 – 70% 1RM Ejercicios Monoarticulares 6-10 (RIR 3 a 8) 45 – 65% 1RM Ejercicios multiarticulares 6-10 (RIR 3 a 8) 45 - 65% 1RM Ejercicios secuenciales: 3-6 (RIR 2 a 6) 65 – 82% 1RM Ejercicios Monoarticulares 6-10 (RIR 2 a 5) 55 – 70% 1RM Ejercicios multiarticulares 6-10 (RIR 2 a 5) 55 – 70% 1RM Ejercicios secuenciales: 1-6 (RIR 2 a 8) 65 – 90% 1RM Intensidad (Escala EPInfant) 3-5 sobre 10 Esfuerzo bajo - moderado 4-6 sobre 10 Esfuerzo moderado 5-8 sobre 10 Esfuerzo moderado - alto Intensidad (velocidad ejecución) (Tempo o cadencia)* Ejercicios Monoarticulares Baja = 3:0:2:1 a 3:0:3:1 Ejercicios multiarticulares Baja – Moderada = 3:0:2:1 Ejercicios secuenciales: Medio – alta = 3:0:1:0 Ejercicios Monoarticulares Moderada = 3:0:2:0 Ejercicios multiarticulares Medio – alta: 3:0:2:1 a 3:0:1:0 Ejercicios secuenciales: Alta: 3:0:1:0 a 2:0:1:0 Ejercicios Monoarticulares Medio – alta: 3:0:2:1 a 3:0:1:0 Ejercicios multiarticulares Alta: 3:0:1:0 a 2:0:1:0 Ejercicios secuenciales: Máxima: 2:0:1:0 a 1:0:1:0 A diferencia del uso de edades específicas para dictar el comienzo y los avances del entrenamiento de fuerza, sería aconsejable identificar los niveles de emoción y madurez física del niño o de la niña, y sus etapas de crecimiento, para guiar las demandas de programación. 23 Baja Incremento en intensidad y complejidad Alta Tabla 3 (cont). Propuesta de carga de entrenamiento de fuerza para niños y adolescentes según experiencia [5,10,23]. Principiante (sin experiencia) Intermedio (>6 meses)Avanzado (>12 meses) Densidad (Intervalo descanso) Densidad alta Descanso series: Aprox. 1 min Densidad media Descanso entre series: 1-2 min Densidad medio-alta Descanso entre series <2-3min(según objetivo) Tipo de ejercicio Multiarticulares Monoarticulares Secuenciales Core Multiarticulares Monoarticulares Secuenciales Inicio de pliometrías Core Multiarticulares Monoarticulares Secuenciales Pliometrías Core Metodología Circuitos generales Circuitos generales Circuitos generales y específicos + series uniformes tradicionales * Respecto a la cadencia del movimiento, para un hipotético ejemplo 3:0:2:1; hay que tener en cuenta que: o El primer número corresponde a la fase excéntrica del movimiento. o El segundo número se corresponde con la posición de máxima extensión del músculo/movimiento. o El tercer número se corresponde con la fase concéntrica y debe ser tan rápida como sea posible (cuando se indica un 1) o moderada (cuando se indica un 2) en relación a la fase excéntrica. Es la fase que determinará la cadencia total de la repetición. Es decir, en el ejemplo 3:0:2:1, el 2 no hace referencia a una duración de 2 segundos, sino a una ejecución en fase concéntrica más controlada y con una relación 2:3 respecto a la excéntrica (primer número). La duración de la repetición dependerá del rango de movimiento total. o El cuarto y último número hace referencia a la fase isométrica de máxima contracción del movimiento. ¿Cómo deben entrenar los máS pequeños? Series: 1-2 Repeticiones: rango amplio y variado Intensidad: ≤60% 1RM Velocidad de repetición: desde moderada a máxima Frecuencia: 2 semanal Series: 2-4 Repeticiones: 6-15 Intensidad: ≤80% 1RM Velocidad de repetición: máxima Frecuencia: 2-3 semanal Series: 3-10 Repeticiones: 4-8 Intensidad: >85% 1RM Velocidad de repetición: máxima Frecuencia: 2-4 semanal Figura 9. Resumen de carga de entrenamiento de fuerza para niños, niñas y adolescentes. B aj a M ed ia A lt a 24 3. Evaluación de la fuerza muscular en niños y adolescentes. La evaluación de la fuerza al comienzo de un programa de entrenamiento o curso académico resulta fundamental para poder comparar los resultados posteriores y la efectividad del programa o los contenidos prácticos del curso. Desde nuestra perspectiva, habría que diferenciar los diferentes estadios de crecimiento y maduración, observando innecesarias las evaluaciones complejas y específicas para niños y niñas menores de la segunda etapa de primaria, guiándonos únicamente por la normalidad en el desarrollo de estos y sólo en caso de ver déficits remarcables, hacer un test específico. A partir de los 6-8 años, dependiendo del autor, se han propuesto diferentes tests de evaluación donde los tests del salto horizontal a pies juntos y de fuerza de presión manual (Figura 10) son los más importantes recomendados como tests de campo para evaluar la fuerza muscular en escolares de 6 a 12 años, debido a su alto grado de validez y fiabilidad, aplicabilidad y gran utilización en estudios epidemiológicos [47]. a) Los test de salto horizontal a pies juntos, Squat Jump, Countermovement Jump y el test de Abalakov mostraron una alta asociación con el test de 1 repetición máxima (RM) en máquina de extensión de rodilla, siendo el test de salto horizontal a pies juntos y el test de Abalakov los que presentaron una mayor asociación. Además, todos los test mostraron una alta fiabilidad entre sesiones separadas 7 días. b) Los tests de dinamometría de prensión manual y lanzamiento de balón de baloncesto mostraron una buena reproducibilidad y una alta asociación con el test de 1RM en press de banca. Por el contrario, el test de fondos en el suelo mostró diferencias significativas entre sesiones, además de una baja asociación con el test de 1RM. Figura 10: Tests de salto horizontal a pies juntos y fuerza de prensión manual como evaluación de la fuerza en niños y adolescentes. No obstante, consideramos que dos tests son insuficientes como valoración global de la fuerza (máxima y submáxima) y deberían complementarse con, por ejemplo: o Test submáximo de tracciones consecutivas de una barra (dominadas) o de una banda de resistencia (igual para todos, en función del género), o Dinamometría en posición de inicio de peso muerto (fuerza máxima isométrica de un ejercicio de patrón dominante de cadera). 25 Los tests de salto a pies juntos con contramovimiento y la dinamometría de presión con la mano son los más utilizados para evaluar la fuerza del miembro inferior y superior, respectivamente. Sin embargo, dada su escasez en número y en patrones de movimiento y tipo de contracción, se estima necesario complementarlos con otros como: 1. Test submáximo de tracciones consecutivas de una barra (dominadas) o de una banda de resistencia (igual para todos, en función del género), 2. Dinamometría en posición de inicio de peso muerto (fuerza máxima isométrica de un ejercicio de patrón dominante de cadera). Asimismo, a medida que los niños avanzan de estadios, los tests deberían ser más específicos de los ejercicios concretos donde pretendemos aplicar fuerza. Así, tests como los arriba propuestos quedarían destinados a la fuerza máxima y submáxima general, pero se harían necesarios otros complementarios. 4. ¿Cómo medir la intensidad en niños y adolescentes? En el sector del deporte infantil y juvenil, los test de la fuerza se basan en los llamados test submáximos con un alto número de repeticiones y, lógicamente, con cargas de escasa intensidad. En su utilización se olvida que, con un número alto de repeticiones, la energía se suministra por la vía anaeróbico-láctica con la correspondiente acumulación de lactato [3,6,10,18]. Cuando nos referimos a niños y adolescentes esto debe ser valorado negativamente puesto que en ellos la capacidad de generar y eliminar el lactato es escasa o inexistente [18,30]. Por otra parte, y aunque se ha demostrado que si se tienen en cuenta los aspectos biomecánicos, se dispone la ayuda de un experto y se respetan los procesos de calentamiento adecuados, se pueden utilizar test con 1RM o máximas contracciones voluntarias isométricas apropiados para la valoración de las mejoras de entrenamiento de sujetos en edad evolutiva, no se estiman recomendables ni necesarios dado el alto grado de incertidumbre ante la presencia de esos factores, la condición de excepcionalidad de la carga utilizada (rara vez en un programa de entrenamiento de fuerza para niños y adolescentes se maneja el 1RM real) y el consecuente riesgo lesional, En contraposición, las escalas de esfuerzo subjetivo durante el ejercicio constituyen una variable con propiedades psicométricas apropiadas para ser utilizada en población infantil [48-50]. La evidencia es contundente en establecer su validez en niños a partir de los 4 años a través de escalas adaptadas, y desde los 13 a 15 años mediante escalas de adultos como la de Borg 0-10. Por otra parte, a diferencia de otros instrumentos existentes, la escala EPInfant (Figura 11) ha sido desarrollada mediante un proceso metodológico que considera aspectos cognitivos y fisiológicos de la respuesta perceptiva durante el ejercicio en niños y adolescentes, lo cual, permite la medición del carácter de esfuerzo con un alto grado de certeza. 26 Figura 11: Escala EPInfant a partir de las escalas subjetivas OMNI-Res [40]. 5. Recomendaciones y propuestas prácticas. o Comenzar cada sesión con un calentamiento dinámico apropiado de 5-10 minutos, que incluya una parte general de actividades aeróbicas de baja intensidad, seguida de una parte específica con movimientos dinámicos. o Priorizar los ejercicios globales o multiarticular con el propósito de mejorar aspectoscoordinativos y de equilibrio. Además, este tipo de ejercicios presenta similitudes mecánicas con muchos gestos deportivos que podrían favorecer el rendimiento requerido. o Considerar, el entrenamiento de fuerza a estas edades, como un medio profiláctico de lesiones por sobrecarga, al poder ayudar a compensar desequilibrios musculares del conjunto articular del hombro y del tronco (core). 27 ♂ H ♀ M Combinada: neural y hormonal (adaptada a la madurez) Principalmente neural (adaptada a la edad) Adaptado de Lloyd & Oliver, 2017 [30]. Habilidades de movimiento fundamental Fuerza Niñez ♂♀ 2-4 años Movilidad y flexibilidad Agilidad y velocidad (Técnica, táctica y coordinación motora) Transición desde habilidades fundamentales a específicas del deporte practicado Fuerza Infancia ♂ 5-11 años ♀ 5-9 años Agilidad y velocidad Potencia e hipertrofia Habilidades específicas del deporte practicado Fuerza Adolescentes ♂ 12-20 años ♀ 10-19 años Resistencia y capacidad metabólica Potencia 4 3 2 Habilidades específicas del deporte practicado Fuerza * Hipertrofia (*si el deporte practicado es de fuerza) Adultos ♂ 21+ años ♀ 20+ años 1 o Evitar o minimizar los ejercicios que impliquen una excesiva carga o estrés compresivo y cizalla para la columna vertebral. o Enseñar la técnica apropiada de cada ejercicio con buenos modelos de ejecución y adecuadas instrucciones para el aprendizaje (baja ratio entrenador-alumnos). o Cuidar que el entorno y el equipamiento utilizados para los ejercicios sean seguros y estén adaptados a las medidas antropométricas del niño o adolescente, a su nivel de aptitud física y a su nivel de competencia técnica. o Progresar con el volumen e intensidad de entrenamiento de forma gradual, pero suficiente para permitir un estímulo efectivo. Utilizar siempre la mínima dosis de ejercicio rentable (efectiva). o Variar periódicamente las características del entrenamiento semanal (ejercicios, medios, etc.), para favorecer la motivación y evitar el aburrimiento. MADURACIÓN ETAPA y EDAD PROPUESTA DE ÉNFASIS DE ENTRENAMIENTO PARA EL CORRECTO ADAPTACIÓN DESARROLLO ATLÉTICO DE LOS JÓVENES 28 Una buena manera de entrenar la fuerza a estas edades con componente dinámico y lúdico son los métodos de contrastes en los que existen cargas que requieren un mayor componente de fuerza absoluta combinados con cargas que requieren un mayor componente de velocidad. Esto permitirá, además, trabajar en un gran espectro de la curva F-v. En el siguiente ejemplo, se muestra una sesión con el método Complex (edad 9-11). Ejercicios Repeticiones e intensidad Descanso 30 segundos entre 1A y 1B 1A. Sentadilla trasera 1A. 5 reps @ RIR = 4 2-3 minutos antes de siguiente serie 1B. Saltos verticales consecutivos 1B. 10 saltos con descanso activo (juegos) Realizar 3 series 30 segundos entre 2A y 2B 2A. Kettlebell Swings 2A. 10 reps @ RIR = 3 2-3 minutos antes de siguiente serie 2B. Saltos hacia delante 2B. 5 saltos con descanso activo (juegos) Realizar 3 series 3A. Fondos en el suelo 3B. Lanzar balón medicinal adelante (5-10% del peso del niño; 3-8 kg) 3A. RIR = 3 3B. 1 lanzamiento 30 segundos entre 3A y 3B 2-3 minutos antes de siguiente serie con descanso activo (juegos) Realizar 3 series CIRCUITO DE FUERZA PARA NIÑOS Y NIÑAS DE 8-9 AÑOS Organización Según características físicas, por tríos Material Esterillas y bandas elásticas Calentamiento 1. 3 minutos de trabajo cardiovascular (jumping jacks, vueltas al campo, etc…) 2. Movilidad articular en orden ascendente 3. Juego del pilla-pilla Parte principal 3 vueltas al circuito con descanso entre vueltas de 2-3 minutos. Descanso entre ejercicios (postas 1 a 6 del circuito) de 1 minuto. En cada posta, 3-4 x (trabajar durante 30 segundos + descansar durante 20 segundos). Para pasar de posta a posta, lo indica el profesor (3-4 minutos de trabajo total). 1. Sentadillas con peso corporal 2. Flexiones en el suelo o en la pared, dependiendo de la fuerza del grupo. 3. Zancadas alrededor del campo 4. Planchas abdominales con pelea simulada entre compañeros 5. Remos con gomas o juego de tracción de cuerda por equipos 6. Abducciones de cadera con banda elástica en rodillas o Sumo Walks en formato carrera. Vuelta a la calma Charla caminando + estiramientos + relajación Observaciones Superación personal sin compararse con otros compañeros. Diversión y adherencia. 29 BIBLIOGRAFÍA Y REFERENCIAS 1. Malina R.M. (1994). Physical activity: relationship to growth, maturation, and physical fitness. Physical activity, fitness and health. International proceedings and consensus statement. Human Kinetics Publishers, Champaign IL 2. Beunen G.P., Malina R.M. (2008). 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