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23 Resumen Romero 6 - dependencia o liberación, 1966-1976

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Texto de Romero 
Cap 6: dependencia o liberación, 1966-1976 
 
El ensayo autoritario 
 
En el año 66 los militares, liderados por Ongania, deponen a Illia. Este golpe de estado vino acompañado de un 
amplio consenso de parte de la sociedad ya que estaban esperanzados con este nuevo golpe militar que ponía el 
acento en el orden, la unidad, representaba un cierto paternalismo y un definido anticomunismo. Todos creían que 
era necesario reorganizar el Estado, hacerlo fuerte, con autoridad y recursos, y controlable desde arriba. Para unos, 
esto era la condición para un reordenamiento económico. Para otros, esto era la condición para un reordenamiento 
de la sociedad y de sus maneras de organización y representación. 
 
El nuevo gobierno militar comenzó con un “shock autoritario”: disolvió el Parlamento y también los partidos 
políticos, decretó el Estado de sitio, redujo los ministerios a cinco y comenzó a trabajar en una fuerte represión del 
comunismo. El blanco principal de represión fue la universidad, ya que era vista como el lugar típico de la infiltración 
del comunismo, por ende estas se intervinieron y se acabó con su autonomía académica. Tal fue la represión que el 
29 de julio del 66 sucedió la “noche de los bastones largos” donde la policía irrumpió en algunas sedes de la UBA y 
molió a palos a profesores y alumnos. Esto provocó que un montón de profesores se fueran del país, lo que tuvo su 
lado negativo pero increíblemente también su lado positivo. Lo malo fue la fuga de cerebros que sufrió el país, 
mientras que lo bueno fue que los científicos argentinos comenzaron a ser conocidos mundialmente debido a su 
trabajo en lugares muy prestigiosos. La censura también se extendió a las manifestaciones más diversas de las 
nuevas costumbres como la minifalda o el pelo largo ya que se creía que estas expresiones eran la antesala del 
comunismo. Las protestas sindicales también fueron brutalmente acalladas. 
 
A pesar de que el rumbo político era claro, el rumbo económico no lo era tanto. Hasta que se designó a Vasena 
como ministro de Economía y Trabajo, quien implementó un plan económico que apuntaba en primer lugar a 
superar la crisis cíclica y a lograr una estabilización prolongada y en segundo, más a largo plazo, se proponía reactivar 
el funcionamiento de toda la economía. Para esto se utilizaron las herramientas de un Estado interventor: se 
congelaron los salarios por dos años y se suspendieron las negociaciones colectivas, el déficit fiscal se redujo a través 
de recortes de personal, de aumentos en los impuestos y de una devaluación del 40%, impidiendo que esta fuese 
aprovechada por los sectores rurales. Por otro lado, por parte del Estado las inversiones fueron considerables sobre 
todo en materia de obras públicas. Se trató de mantener el nivel de actividad económica, estimulando a los sectores 
que según el gobierno eran más eficientes, no poniéndoles restricciones ni monetarias ni crediticias. Pero si, se 
redujeron selectivamente los aranceles y se eliminaron los subsidios a economías regionales. En lo inmediato el éxito 
de esta política de estabilización fue notable. La desnacionalización de la economía se hizo manifiesta ya que las 
mayores empresas beneficiadas eran extranjeras. En cambio la lista de perjudicados fue amplia, con los sectores 
rurales a la cabeza. La nueva política económica volcaba la balanza a favor de los grandes empresarios. La idea 
principal de esta política era achicar el Estado Benefactor pero agrandar el Estado Intervencionista. 
 
Durante el 68 la sociedad comenzó a revelarse a esta política económica que tanto le afectaba. La CGT de los 
Argentinos encabezó un movimiento de protesta que el gobierno sin embargo pudo controlar combinando amenazas 
y ofrecimientos. Sin embargo, las protestas eran cada vez más, por lo tanto Onganía decidió reemplazar a uno de sus 
comandantes por Lanusse. Pero esta decisión no dio resultado, la sociedad comenzó a quejarse del excesivo 
autoritarismo del gobierno y empezó a pensar en una salida política a este. Finalmente en 1969 estalló el 
movimiento de protesta conocido como “el Cordobazo” que destruyó el único capital con el que contaba Onganía: el 
mito del orden. 
 
La primavera de los pueblos 
 
Lo que había comenzado en Córdoba, después se extendió por todo el país a través de una ola de protestas 
estudiantiles en diversas universidades provinciales y de agitaciones sindicales. Es decir, comenzó a haber un fuerte 
activismo estudiantil y obrero. Sin embargo, la represión policial seguía siendo fuertísima. Lo novedoso es que las 
multitudes movilizadas no tenían ni consignas ni organizadores pero eran eficaces. El Cordobazo fue entonces, el 
episodio fundador de una ola de movilización social que se prolongó hasta 1975 y el enemigo común de la gente que 
salía masivamente a la calle era el poder autoritario. A su vez, la sociedad legitimaba estas movilizaciones, 
conformando así un imaginario social sorprendente que derivó en una “primavera de los pueblos”, que poco a poco 
fue creciendo y cobrando confianza, sobre todo a medida que descubría la debilidad de su adversario que 
reencarnaba todos los males de la sociedad, y este no podía ser otro que el poder autoritario. El pueblo se alzaba 
entonces, frente a los responsables directos y voluntarios de toda forma de opresión, explotación y violencia de la 
sociedad. 
 
Lo que sucedía en Argentina, no era algo de por si novedoso, “la primavera de los pueblos” estaba dando señales 
en todo el mundo desde el fin de la 2° GM, y el grupo más activo a la hora de revelarse contra la autoridad eran los 
jóvenes. A su vez, China y Cuba proclamaban la posibilidad de que existiera otro comunismo, a la vez nacional y anti-
autoritario, estos eran países que oscilaban entre el mundo socialista y un Tercer Mundo cada vez más volcado a la 
 
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izquierda. A esto se le sumaba el accionar revolucionario del Che Guevara en América Latina. Incluso la Iglesia se 
sumaba, al menos en parte, a esta primavera a través de los sacerdotes del Tercer Mundo donde proclamaban su 
preocupación por los pobres así como la necesidad de comprometerse en forma activa en la reforma social. 
 
Argentina no fue la excepción ya que era un país donde los religiosos se reunían en el Movimiento de Sacerdotes 
del Tercer Mundo y los laicos militaban en zonas más pobres. Todos justificaban la violencia desde abajo debido a 
que se usaba para combatir la injusticia social, que también era una forma de violencia. Por estas y otras vías es que 
muchísimos jóvenes se incorporaron rápidamente a un activismo social antes desconocido para muchos. Esto hizo 
que, para muchos jóvenes el peronismo, proscripto y resistente, sea el mejor espacio que encontraron para 
manifestarse. 
 
Perón por su parte, exiliado en Madrid, había ido actualizando su discurso para incluir a esta nueva juventud que se 
estaba sumando al movimiento. Mientras tanto, aquí en Argentina quienes se proclamaban peronistas hacían una 
“lectura estratégica” del discurso del líder para seleccionar aquellos elementos que mejor se adaptaban a su propia 
percepción de la realidad. Esto hizo que, el peronismo resulte permeable a múltiples discursos, muy distintos entre 
sí: el del catolicismo, el del nacionalismo, el del revisionismo histórico y también el de la izquierda. Sin embargo, a 
pesar de sus diferencias todos los peronistas concordaban en algo: había dos bandos irreconciliables y eternamente 
enfrentados, el poder autoritario y el pueblo peronista. 
 
Ante la creencia de que la revolución era posible, la política comenzó a interpretarse con la lógica de la guerra y las 
primeras organizaciones guerrilleras comenzaron a surgir en el país. Estas organizaciones tenían la convicción de que 
no había alternativas más allá de la acción armada para combatir al autoritarismo. Así surgieron, las FAP, las FAR, las 
FAL, descamisados y las dos con más trascendencia: Montoneros y el ERP que era el brazo armadodel trotskista PRT. 
Muchas de estas organizaciones tenían como objetivo el equipamiento de las organizaciones: armas, dinero y 
material médico. Otras, las demostraciones de poder, entre ellas las acciones de “expropiación” y reparto entre los 
pobres o los secuestro. Sin embargo, lo más espectacular fueron los asesinatos: comenzando con el de Vandor y 
terminando con el de Aramburu llevado a cabo por Montoneros. Entre todas las organizaciones había grandes 
diferencias pero había algo en común: todas aspiraban a transformar la movilización espontanea de la sociedad en 
un alzamiento generalizado para aniquilar al enemigo, y para eso la violencia debía jugar un papel fundamental ya 
que iba a ser quien permitiera el nacimiento de un nuevo orden. 
 
Montoneros, fue de todas las organizaciones guerrilleras la que mejor se adaptó al clima del país y la que fue 
absorbiendo a casi todas las otras, con excepción del ERP. También triunfaron, dentro del peronismo, en la difícil 
competencia de la “lectura estratégica” de Perón, ganando espacios para su acción autónoma y a la vez el 
reconocimiento del líder. Y fueron quienes aprovecharon el clima creado por la salida política y el retorno de Perón 
para captar más militantes de todos los ámbitos a través de la JP que creció notablemente. 
 
Militares en retirada 
 
La movilización popular fue identificándose cada vez más con el peronismo y con el propio Perón. Esto hizo que las 
FFAA se encontraran en un callejón sin salida. Pero, la gota que rebalso el vaso fue sin dudas el secuestro y asesinato 
de Aramburu por parte de Montoneros. Debido a este hecho los militares depusieron a Ongania y designaron a 
Levingston como presidente, sin embargo al poco tiempo los jefes militares apreciaron que Levingston era tan poco 
capaz como Ongania de encontrar una salida y decidieron su remoción y su reemplazo por el general Lanusse. 
 
En marzo del 71, Lanusse anuncio el restablecimiento de la actividad partidaria y la próxima convocatoria a 
elecciones generales. Sin embargo, a la hora de enfrentar a las organizaciones armadas se presentaron varios 
dilemas. Algunos sectores del Estado y las FFAA iniciaron una represión ilegal para hacerlo (la masacre de Trelew, 
Operación Masacre). Similares vacilaciones había con la política económica. Para el gobierno, el centro de la cuestión 
estaba en el Gran Acuerdo Nacional (GAN) que empezó siendo una negociación amplia y se convirtió en un tironeo 
entre Lanusse y Perón. Perón no estaba dispuesto a renunciar a nada y por ende Lanusse tuvo que reducir sus 
exigencias ya que era imposible negociar con Perón. Así fue que decidió establecer que Perón no podría ser 
candidato pero él tampoco. Por ende, Perón impuso la fórmula presidencial Campora presidente, Solano Lime vice, 
con el lema “Campora al gobierno, Perón al poder”. 
 
El 25 de mayo asumió Campora el gobierno, quien había ganado las elecciones con casi el 50% de los votos. Las 
formas institucionales fueron salvadas por una inmediata ley de amnistía dictada por el Congreso. Perón fue 
identificado por muchos como el salvador de la nación, esto era sin dudas singular ya que era mucho para muchos. 
Esto se explicaba por la heterogeneidad del movimiento peronista y por la habilidad de Perón para no desprenderse 
de ninguna de sus partes. 
 
1973: Un balance 
 
Durante el 73 la economía del país tuvo un desempeño satisfactorio que se habría de prolongar hasta el 75. En 
estos años prósperos, el mundo se encontraba en condiciones de transformar al menos parte de su necesidad de 
alimentos en demanda efectiva, y se abrieron nuevos mercados para los granos y aceites argentinos. Esto provocó 
 
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una verdadera revolución productiva que hizo que el impacto de las crisis cíclicas disminuyera y el margen para el 
crecimiento industrial aumente. Y, al igual que la agricultura, la industria se modernizo y se acercó como nunca antes 
ni después, a los estándares internacionales. También, hubo un crecimiento del mercado interno debido al aumento 
del empleo industrial y sobre todo de la construcción, junto con una recuperación en los ingresos de los asalariados. 
 
Sin embargo, la cuestión social era totalmente distinta. La fuerte conflictividad social continuaba y no lograba ser 
fácilmente satisfecha. Por ende, la iniciativa para la paz social debía pasar por el estado. Perón, trato de generar 
entonces, un pacto social. El acuerdo entre la CGE y la CGT empezó a dibujar la figura del pacto social y la gran 
negociación entre las principales corporaciones. En 1973, podía vislumbrarse un futuro para la escena corporativa. 
Sobre la escena democrática, en cambio, había muchas más dudas debido a que los partidos políticos que debían 
ocuparla no entusiasmaban demasiado. Esto se debía a que, la ola de movilización, que estaba llevando el 
enfrentamiento social a un punto extremo, contenía en sus orígenes un importante elemento de participación, pero 
sus elementos potencialmente democráticos se cruzaban con toda una cultura política espontanea que llevaba a 
identificar el poder con el enemigo y la represión, a menos que se lo “tomara” para reprimir a su vez al enemigo. Esto 
provoco que esta cultura espontanea se viera incluida en una lógica de la guerra, por lo que, la movilización popular, 
convertida en parte en una máquina de guerra, fue apartada de la alternativa democrática y llevada a dar en otro 
terreno el combate final. 
 
La vuelta de Perón 
 
El día que Perón volvió al país se había congregado en Ezeiza una inmensa multitud, un enfrentamiento entre 
grupos armados de distintas tendencias del peronismo provoco una masacre. Por otro lado, en julio del 76 Campora 
y su vice renunciaron al gobierno. En septiembre se realizaron las nuevas elecciones y la formula Perón-Perón 
alcanzo el 62% de los votos. 
 
Perón armo su proyecto sobre 3 bases: un acuerdo democrático con las fuerzas políticas, un pacto social con los 
grandes representantes corporativos y una conducción más centralizada de su movimientos, hasta entonces 
desplegado en varios frentes y dividió en estrategias heterogéneas. Para que esto funcionara, Perón necesitaba que 
la economía tuviera un desempeño medianamente satisfactorio. Sin embargo, las 3 patas de su proyecto fallaron. 
 
En primer lugar, se intentó aplicar el Programa de Reconstrucción y Liberación Nacional, con la idea de superar las 
limitaciones al crecimiento de una economía cuyos rasgos básicos no se pensaba modificar. La clave del programa 
residía en el pacto social. Los primeros resultados de este programa de estabilización fueron espectaculares. La 
inflación, desatada con intensidad en 1972, se frenó bruscamente, mientras que la excelente coyuntura del comercio 
exterior permitió superar la angustiante situación de la balanza de pagos y acumular un buen superávit, y las mejoras 
salariales y el incremento de gastos del Estado estimulaban el aumento de la actividad interna. Pero desde diciembre 
del 73 comenzaron a acumularse problemas. Apareció en juego la inflación y con ella la suba de precios, todo esto, 
puso en tela de juicio la continuidad del pacto social, que finalmente termino por romperse. Así se rompía la primera 
base del proyecto: el pacto social con los grandes representantes corporativos. 
 
Por otro lado, las alas más fuertes del peronismo se encontraban cada vez más enfrentadas. Por un lado se 
encontraban las movilizaciones guerrilleras de izquierda que tenían un papel activo en el movimiento y que 
comenzaron a ser “agredidas” por el propio Perón. Por otro, el ala sindical, el “peronismo clásico” a quienes Perón se 
dedicó a fortalecer y desde que retorno al país halagó de mil maneras distintas. Y finalmente, la ultraderecha 
liderada por López Rega e instalada en el poder. Esta guerra se desarrolló también bajo la terrible forma de 
terrorismo, ya que mientras Montoneros asesinaba a personajes centrales del peronismo, la ultraderecha 
contraatacaba con aparatos parapoliciales: La TripleA. Finalmente, el 1° de mayo de 1974 se dio la ruptura definitiva 
del peronismo cuando Montoneros tuvo que abandonar una plaza de donde el propio Perón los expulsaba. De esta 
forma se rompía la segunda base del proyecto: una conducción más centralizada del movimiento. 
 
Con la muerte de Perón, Isabel asume el poder. Su política se alejó totalmente de la que Perón había trazado en los 
últimos años, con López Rega como mano derecha la represión había llegado al poder y comenzó a reprimir desde el 
Estado a la guerrilla. Por otro lado, los problemas económicos eran cada vez más grandes y finalmente el “rodrigazo” 
desato una crisis económica imposible de dominar. El gobierno peronista se acercaba a su final. Cuando López Rega 
cayó en desgracia, el país comenzó a preparase para el golpe. El general Videla espero que la crisis económica y la 
política sumadas consumaran su deterioro y se preparó para el reemplazo de Isabel. Finalmente el 24 de marzo de 
1976 los comandantes militares depusieron y arrastraron a “la señora”. Como en ocasiones anteriores, el grueso de 
la población recibió el golpe con inmenso alivio y muchas expectativas. Y de esta forma la última base del proyecto se 
rompía: un acuerdo democrático con las fuerzas políticas.

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