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23 Resumen (Caimari - El peronismo y la Iglesia católica)

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Caimari 
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EL PERONISMO Y LA IGLESIA CATÓLICA 
 
Cuando se enumeran los elementos primarios del peronismo, el catolicismo suele estar aquí. 
Perón reivindico muchas veces algunas encíclicas sociales como fuente de inspiración de su 
movimiento y atrajo masivamente a los militantes católicos de aquellos años. Si el peronismo fue 
el movimiento político más católico de la historia contemporánea argentina, también es el que 
más conflictos tuvo con la Iglesia. 
 
PERONISMO A IMAGEN CATÓLICA, IGLESIA A IMAGEN PERONISTA 
La primera campaña de Perón genero muchas expectativas dentro del catolicismo 
mediante discursos y actos; su adhesión fue hacia fundamentales diagnósticos de la Iglesia sobre 
los males del mundo moderno. Este tipo de adhesión reforzaban las políticas religiosas del 
gobierno militar del que Perón era heredero (cuando Ramírez se instaura en el gobierno, adquirió 
un inconfundible aire de restauración católico-nacionalista1). 
Los gestos de religiosidad que Perón hizo públicamente durante su campaña electoral, se 
insertaban en el marco de una campaña concentradas en la reivindicación de la política social ya 
desarrollada por él desde la Secretaria de Trabajo y Previsión. La adopción de la doctrina social 
de la iglesia como contexto ideológico en el cual Perón insertó su obra, atrajo a muchas personas 
dentro del mundo eclesiástico. 
Las referencias “católicas: de Perón estaban destinadas a tranquilizar a quienes temían 
que el nuevo movimiento de los trabajadores desembocara en algún proyecto subversivo. La 
primera alusión de Perón en cuestiones sociales, no fue hecha ante una audiencia católica, sino 
en el contexto de su más famoso discurso “patronal” en la Bolsa de Comercio en 19442. 
Así como Perón se apoyaba en la iglesia para el desarrollo de la justicia social, la iglesia se apoya 
en Perón ya que este, en un principio, le otorgo muchas concesiones y beneficios. Para evitar 
problemas con los miembros de la coalición, el candidato inserto sus referencias católicas en la 
lógica de demandas sociales. El hecho de que la iglesia obtenga tantos beneficios con Perón en 
el gobierno, luego de la campaña de 1945-46 se terminaron de polarizar las posiciones. 
 Los primeros años de gobierno peronistas, dieron la razón a los miles de católicos que 
habían visto en Perón al líder que finalmente aplicaría los ideales defendidos y promocionados 
desde diversas organizaciones y publicaciones eclesiásticas o de inspiración católica. La 
oposición antiperonista (organizada desde 1945 en torno al principio liberal y secular) veía en el 
encuentro entre el nuevo gobierno y la Iglesia como un signo puramente negativo. 
Entre 1946-1949, el peronismo aparecía como la entidad política que más explícitamente 
buscaba a la iglesia y la tradición católica de la historia argentina. La presencia del catolicismo 
se manifestó en una multiplicidad de imágenes, temas y símbolos rápidamente introducidos en el 
discurso político del flameante movimiento. Por otro lado, Eva Perón, quien desarrollo la posición 
oficial en favor de la legalización de la enseñanza religiosa en las escuelas públicas y además se 
basó en la autoridad eclesiástica para legitimar su campaña en favor del voto femenino. 
 
1 el texto va para atrás un poquito y muestra algunas de las reformas, como por ejemplo en la educación, que se 
dan durante el golpe. La educación fue un factor esencial para poner en marcha la restauración espiritual de la 
nación. Las nuevas medidas en el terreno educativo, fueron vistas como un triunfo histórico de la iglesia sobre las 
fuerzas que desde 1884 habían defendido la educación laica> 
2 Este lo vimos antes del parcial. Es el discurso en el que los empresarios lo mandan a cagar porque le estaba dando 
mucho poder a los trabajadores. 
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La intensa apelación al a catolicismo que enmarcaba tantas iniciativas de este primer 
peronismo, vino de la mano de un despliegue igualmente visible de las relaciones Iglesia-Estado. 
La iniciativa que pareció sellar la alianza entre el nuevo gobierno y el Episcopado fue la legalización 
de la enseñanza religiosa en la educación pública. Esta medida fue tomada por DECRETO!! 
En este momento es cuando el estado comienza a prestar infinidad de servicios a la iglesia: el 
pago de gastos de peregrinaciones a Europa, pasajes oficiales para delegaciones católicas en el 
país, etc. obvio que los obispos apreciaban la idea de limitar las libertades de los cultos no 
católicos, los cuales la iglesia oficial demandaba hace años. Hasta el momento en que Perón 
asume, la iglesia era una institución debilitada y sin mucha importancia como consecuencia de los 
ocurrido desde 1810. 
En los años ’40, el Episcopado liderado por el cardenal Copello, tenía mucha conciencia del 
enorme crecimiento del espacio y la influencia de la Iglesia en la sociedad argentina y de la nueva 
legitimidad del catolicismo como fuente de modelo para la misma sociedad. Al mismo tiempo, 
sabían que esta fuerza era relativamente reciente y que su consolidación dependía en gran medida 
de la continuidad del peronismo. 
Si bien la infraestructura básica de la institución experimentaba innegables mejoras, esta seguía 
todavía lejos de los espectaculares avances simbólicos de la religión en el espacio público. 
El evidente apoyo de la jerarquía eclesiástica debe comprenderse entonces en este 
contexto y en el marco del tipo de liderazgo de la institución, que sin duda veía en la primera 
evolución del peronismo un signo prometedor para la salud institucional de la iglesia. 
ATENCIÓN NO ERA TODO BUENO : durante los años de amor entre Perón y el Episcopado, 
los católicos antiperonistas no tenían un espacio legítimo en la Iglesia y debían salir del mundo 
católico para encontrar aliados políticos. Por su lado, Perón debía hacer malabares para mantener 
disciplinadas a sus bases laboristas, que provenían de una larga tradición anticlerical y 
manifestaban ruidosamente su descontento ante las concesiones del candidato hacia la iglesia. 
El peronismo había llevado hasta su máximo punto el apoyo material y simbólico del Estado a la 
expansión corporativa de la iglesia, así como a su influencia en el aparato estatal. El peronismo y 
el catolicismo estaban ligados por infinidad de lazos, espirituales y materiales. 
 
LAS TRAMPAS DE LA FE 
Los primeros signos de un punto de vista peronista sobre la religión diferente del discurso 
católico-peronista aparecieron durante los primeros tiempos. Sin embargo, estos cambios se 
integrarían al discurso oficial mucho tiempo después. El peronismo comenzó a desarrollar 
simultáneamente proyectos contradictorios con respecto al papel de la iglesia, poniendo en 
marcha un dispositivo letal para las relaciones entre el estado y la iglesia y complicando 
irreversiblemente la situación de los militantes católicos que habían optado por el peronismo. Era 
tal la tensión que se comenzó a generar, que el mismo Perón parecía ajeno a la atmosfera creada 
por las iniciativas católicas de su gobierno. Es importante remarcar que la iglesia no era el único 
eje importante. La atención de Perón también estaba concentradas en temas más apremiantes: 
la organización de un nuevo gobierno, la problemática peronización del partido que lo había llevado 
al poder, el encuadramiento de los sindicatos, etc. 
 
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El primer choque entre Perón y la Iglesia, se puede dar en 1949 como consecuencia de la 
reforma constitucional en la que se habla de justicialismo y no de catolicismo. Este evento sería 
el primero que revelaría los síntomas de la futura separación entre el peronismo y el catolicismo. 
Según el presidente, los mejores obispos eran los que estaban más preocupados por procurar el 
bien del pueblo que por acumular beneficios materiales para la iglesia; los que usaban el dinero 
obtenido del Estado para construir barrios obreros en lugar de arzobispales. 
Una vez quePerón impuso su poder sobre la inicial coalición formada a su alrededor para 
las elecciones de 1946, su objetivo esencial fue un largo y vigoroso trabajo de organización y 
expansión del Estado para encuadrar la sociedad argentina en organizaciones peronistas. Desde 
los inicios de su gobierno, Perón se había referido a la necesidad de lograr la unidad en el seno 
de la comunidad nacional mediante el consenso alrededor de ciertos valores primordiales que 
todos debía compartir. El Estado tenía un papel esencial en este proyecto de unificación 
espiritual, y alrededor de 1950 los resortes de este Estado ya estaban firmemente controlados 
por Perón. 
El peronismo de los años cincuenta, ya consolidado en el aparato del Estado, dejo de 
presentarse como algo nuevo en las tradiciones sociales, políticas o ideológicas pasadas, para 
aparcar como la primera entidad política capaz de romper con esas tradiciones. 
En 1950, las relaciones entre el estado y la Iglesia se enfriaron notoriamente. En 1950 
finalmente se desarrolló el nuevo discurso religioso oficial: el cristianismo peronista, no solo 
definido como una entidad independiente del catolicismo sino, tacita y a veces explícitamente 
contra la tradición católica. 
 
CRISTIANISMO DE IGLESIA Y CRISTIANISMO PERONISTA 
Cristianismo peronista→ religión popular, desinteresada de las formas, pero fiel a la esencia social 
del mensaje cristiano, presentado como el remedio a los antiguos males provocados por una 
iglesia frívola y una religiosidad formal desligada del pueblo. 
Este discurso religioso tomaba argumentos clásicos de ese anticlericalismo que critica a 
la institución y a sus líderes en nombre de una vuelta a los principios olvidados del cristianismo 
original. El cristianismo peronista era mejor porque era más puramente cristiano que el catolicismo 
de la iglesia, pero, sobre todo, porque era peronista. 
Perón marco el tono de los nuevos tiempos volviendo sobre la idea de que la iglesia 
argentina estaba dominada por un clero concentrados en intereses puramente materiales y que 
creyentes católicos profesaban una religión formal y superficial. 
El congreso Eucarístico de 1950 revelo el cambio que se estaba dando: mostro inicio de 
una fuerte identidad católica opositora, y el progresivo retraimiento del estado como garantes de 
la hegemonía del catolicismo en la sociedad argentina; 1950 fue también, el primer año de la 
reducción de los fondos públicos destinados a las partidas del ítem culto en el presupuesto 
nacional. 
 
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El peronismo, que quizás a veces no respeta las formas, pero que trata de asimilar y 
cumplir el fondo, es una manera efectiva, leal y honrada de hacer cristianismo. Ya para 1950, el 
potencial anticlerical de las afirmaciones de Perón era evidente. El cambio en la forma de pensar/ 
actuar de Perón, no era el fruto de vaivenes espirituales de él, sino más bien una muestra de su 
irritación al ver que el mundo católico daba cada vez más espacio y visibilidad a los adversarios 
del peronismo, y que el Episcopado había hecho poco y nada para revertir esta tendencia. El 
Episcopado había apoyado el proyecto peronista, pero la “naturaleza” de la institución 
eclesiástica, hacía imposible una peronización como la de otros ámbitos de la sociedad. Esta 
resistencia, fue interpretada por Perón como una ingratitud por parte de la iglesia, la cual recibía 
montones de beneficios. Es así como comenzó a referirse al clero como una corporación ingrata 
con costumbres pedigüeñas. 
La disociación entre el universo peronista y el eclesiástico se desarrolló de maneras muy diversas. 
Los que decidieron quedarse en el peronismo, por su parte, debieron enfrentar la difícil opción 
entre una u otra lealtad. La nueva religión (“catolicismo peronista”) era predicada por Perón y 
Evita, y luego por funcionarios. 
“La razón de mi vida,” lectura obligatoria en todas las escuelas del país desde 1952, 
permitió la entrada de temas “cristiano-peronistas” en la educación pública. En el contexto de 
peronización de la educación impulsada por el Segundo Plan Quinquenal, el catolicismo era un 
elemento subordinado a la visión peronista del mundo dominante en los contenidos de la 
educación pública. Otra de las vías por las que el peronismo conquisto la educación, fue mediante 
la ola de nuevos libros introducidos en 1953. En estos Cristo era presentados como un líder 
social, cuyos orígenes humildes eran enfatizados y cuyo mensaje permitía numerosos paralelos 
con la obre de Perón y Evita. Incluso el nuevo interés del peronismo por los derechos de los no 
católicos aparecía representado mediante lecturas que enseñaban el respeto de los católicos 
hacia otras religiones, un logro más de la justicia social de Perón. 
 La Escuela Superior Peronista, creada en 1951 para desarrollar la doctrina Nacional y 
formar cuadros partidarios, proporciono otro espacio para el desarrollo conceptual del 
cristianismo peronista. 
 
UNA CRISIS EXPLICABLE PERO INEXPLICABLE 
Entre fin de 1954 y mediados de 1955, el gobierno peronista y la iglesia católica se vieron 
envueltos en un escandaloso conflicto. 
 Lo que pareció al principio una iniciativa desconcertantes del presidente, se convirtió de 
inmediato en una escalada mayor: decenas de sacerdotes fueron arrestados con excusas diversas 
y cinco feriados católicos fueron eliminados del calendario, etc. los legisladores justicialistas 
pasaron del debate sobre hijos legítimos e ilegítimos a discutir sobre la legalización del divorcio, 
la supresión de la enseñanza religiosa, y finalmente, un proyecto de reformas constitucional 
destinados a separar la Iglesia del Estado. Ante esto los católicos no tardaron en reaccionar. A 
pesar de los esfuerzos por detener la escalada de la crisis, los obispos se vieron atrapados entre 
la ofensiva peronista y la presión de los cuadros católicos enfurecidos que esperaban directivas 
para defender su fe. La reacción católica fue amplificada por el apoyo encontrado en otros 
sectores de la sociedad. 
 Las explicaciones existentes de la separación del estado e iglesia del ‘54 y’55 dadas por 
Perón, fueron cambiando dependiendo de la alianza política del momento. 
 
 
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PERONISMO CONTRA CATOLICISMO 
La politización de todos los aspectos de la vida cotidiana hizo que el eje peronismo/ 
antiperonismo atravesara todos los ámbitos de la vida pública, y muchos de la vida privada. En 
este contexto, los múltiples aspectos de la experiencia cotidiana tomaron un sentido político: 
todo podía leerse como una forma de apoyo o resistencia. 
Los cambios en la atmosfera política del mundo católico, sin embrago, eran amplios: no 
solo muchos militantes que se habían comprometido con el peronismo, volvían hacia la lealtad 
católica, sino que quienes siempre lo habían criticado recuperaban una legitimidad perdida desde 
1945. 
El liberalismo político, era el lugar de encentro de las heterogéneas filas antiperonistas. La 
polarización había hecho milagros, limando hasta las más intensas asperezas entre los católicos 
u sus enemigos ideológicos. 
Nuevas ideas sobre la importancia de la militancia de los laicos eran aceptadas por la 
jerarquía universal, dando impulso a una nueva variedad de organizaciones ya no definidas por 
sexo y edad, sino que por sector ocupacional. 
Durante el proceso de agudización de la polarización política y de exacerbación del tono 
discursivo del peronismo, la Iglesia nunca había sido mencionada como enemigo del pueblo, aunque 
se fueron acumulados varios elementos para que dicha percepción sea posible. El “cristianismo 
peronista,” ya maduro y establecido en los medios partidarios, mostraba al fin todo su potencial 
anticlerical.

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