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ERIK. H. ERIKSON. 
EL CICLO VITAL COMPLETADO. 
La versión ampliada de El ciclo vital completado va más allá de la primera edición al mostrar los elementos de 
un noveno estadio del ciclo vital, un estadio no previsto en la original aproximación eriksoniana del desarrollo 
psicosocial. 
El cuadro del ciclo vital solo adquiere realmente sentido cuando se contempla como un tejido o, incluso mejor, 
cuando se pone uno a tejerlo. 
Al designar las virtudes del ciclo vital, selecciono sabiduría e integridad como las fuerzas finales para llegar a 
la plena madurez en la vejez. 
La sabiduría no puede representarse adecuadamente mediante volúmenes de información árida sobrecargada 
de hechos y formulas. 
La raíz de la palabra sabiduría es veda “ver, conocer”. Esta palabra, veda, nos conduce a los mitos antiguos y 
a los mensajes misteriosos de los textos sagrados sanscritos de la India, denominados en conjunto Los 
Vedas. En Los Vedas se halla la búsqueda eterna por la visión, el entendimiento y la sabiduría, lo primero que 
vieron los sris fueron los vedas, la sabiduría y la iluminación se transmiten por la vista. 
La visión despierta nos orienta y nos integra en la tierra donde vivimos y nos movemos, hallamos el sustento y 
aprendemos a relacionarnos con los demás. Para ello, los ojos deben estar bien abiertos y atentos. Para ello, 
también, e oído tiene que estar bien preparado para recibir todo tipo de señales y comprender su significado. 
Tras elucidar la raíz de la palabra sabiduría, hizo un nuevo descubrimiento. Parece ser que hace miles de 
años, la palabra para oído y para sabiduría en la lengua sumeria era la misma. Esta palabra era 
probablemente “enki”, ya que asi se invocaba al dios de la sabiduría en Summer. “Desde la gran altura la 
Diosa abría el oído, su receptor de sabiduría, a la Gran Profundidad”. Si la sabiduría se expresa tanto por el 
sonido como por la vista, entonces el canto, el movimiento rítmico y la danza son sus transmisores y 
amplificadores. El sonido es poderoso, el sonido puede calmar, iluminar, informar y estimular. Nos desafía con 
su potencial y dependemos de nuestra percepción auricular para desarrollar la sabiduría. 
Ahora podemos ver que la sabiduría pertenece al mundo de la realidad al que tenemos acceso a través de 
nuestros sentidos. La comprensión se realiza por los sentidos (fuentes de información). Es la mente atenta la 
que retiene información y la almacena sabiamente para usarla cuando surja la necesidad. Es también función 
de la sabiduría asesorar nuestra inversión en vista y oído y centrar nuestra atención en lo que es relevante, 
perdurable y enriquecedor, tanto para nosotros individualmente como para la sociedad en la que vivimos. 
La raíz de la palabra integridad es tacto; de este elemento se deriva contacto, intacto, táctil, tangible, tacto y 
tocar. Con nuestros cuerpos, con nuestros sentidos, es con lo que construimos edificios, forjamos materiales y 
respondemos a las intimaciones de los mensajes sagrados, poderosos y sabios de la tierra y de los cielos. 
Vivimos, nos movemos y compartimos la tierra con otros. Sin contacto no hay crecimiento, sin el contacto la 
vida no es posible. La independencia es una falacia. 
La integridad tiene la función de promover el contacto con el mundo. Es una manera de vivir táctil y tangible, y 
no un objetivo intangible y virtuoso que hay que perseguir y alcanzar. Que algo es integro señala su capacidad 
de mantenerse unido, que es robusto y seguro, nada etéreo. Es una confirmación de la visión, el oído y la 
habilidad que implica a todos nuestros sentidos. 
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La vejez exige que acumulemos toda la experiencia previa y nos apoyemos en ella, manteniendo alerta la 
conciencia y la creatividad con un nuevo talante. A menudo hay algo indómito en muchos ancianos que 
podemos denominar indómito. Erik lo llamaba un núcleo invariable, la identidad existencial, que es una 
integración del pasado, del presente y del futuro. Trasciende el yo y subraya la presencia de lazos 
intergeneracionales. Es universal en su aceptación de la condición humana. Un aspecto de la condición 
humana es la falta de sabiduría sobre nosotros mismos y sobre nuestro planeta. 
La sabiduría y la integridad son procesos activos que duran toda la vida, al igual que todas las fuerzas 
comprendidas en los estadios del ciclo vital. 
CAPITULO DOS. 
ESTADIOS FUNDAMENTALES DEL DESARROLLO PSICOSOCIAL. 
El punto de vista epigenético sugiere una secuencia de estadios psicosociales, donde cada escalón está 
fundado en todos los anteriores. 
Podemos preguntarnos porque nos resulta tan practico el principio epigenético al describir la configuración 
general de los fenómenos psicosociales, ¿no significa esto conferir a un proceso somático un poder 
organizador exhaustivo sobre un proceso social? Los estadios de la vida permanecen siempre vinculados a 
procesos somáticos, aunque sigan dependiendo de los procesos psíquicos de desarrollo de la personalidad y 
del poder éticos del proceso social. 
La lectura de este cuadro requiere que cualquier hilera (horizontal o vertical) se relacione evolutivamente con 
cualquier otra, sea en forma de una condición anterior o de una consecuencia posterior de necesidad 
demostrable. 
 EL ULTIMO ESTADIO: La antítesis dominante en la vejez y el tema de la última crisis es lo que 
denominamos integridad vs desesperanza. Aquí el elemento distonico puede parecer mas 
inmediatamente convincente, teniendo en cuenta el hecho de que la hilera superior marca el fin total 
(impredecible en su tiempo y naturaleza) de este curso de vida, el único que nos ha sido dad. Sin 
embargo, la integridad parece traer consigo una exigencia peculiar (tal como ocurre con la fuerza 
específica que postulamos como algo que madura a partir de esta última antítesis: la sabiduría). La 
hemos descrito como una especie de preocupación informada y desapegada por la vida misma, frente 
a la muerte misma. 
¿Qué lugar ocupa la vejez a lo largo y a lo ancho de este cuadro? Ubicada como esta cronológicamente en el 
ángulo superior derecho, su último ítem distonico, es la desesperanza; y si damos una rápida ojeada en el 
ángulo inferior izquierdo, recordamos que allí abajo el primer elemento sintónico es la esperanza; se va de la 
esperanza a la desesperanza. La esperanza connota la cualidad más básica de yoidad, sin la cual la vida no 
podría comenzar o terminar con sentido. La capacidad de esperanza es la más infantil de todas las cualidades 
humanas. Y, en verdad, el ultimo estadio de la vida parece tener una gran significación potencial para el 
primero; los niños de las culturas dotadas de energía vital adquieren modos de pensamiento especifico en su 
contacto con los viejos, y es fácil estimar que ocurrirá y deberá ocurrir con esta relación en el futuro, cuando 
una vejez madura llegue a ser una experiencia esperable en promedio, que se pueda anticipar en forma 
planificada. Así, un cambio histórico como el de la prolongación del lapso promedio de vida requiere 
rerritualizaciones vitales, que deben proporcionar un intercambio significativo entre el comienzo y el fin, y 
también algún sentimiento finito de síntesis y, quizás, una anticipación más activa del morir. Por todo esto, 
sabiduría seguirá siendo una palabra valida y también lo será desesperanza. 
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Volviendo al ángulo superior derecho, retrocedemos un paso por la diagonal y encontramos el estadio 
generativo que precede a la vejez. En un esquema epigenético, después significa una versión posterior de un 
ítem previo, no una pérdida de este. Y, en verdad, los viejos pueden y necesitan mantener una función 
generativa de gran estilo, pues poca duda cabe de que en la actualidad la discontinuidad de la vida familiar 
como resultado de la dislocación contribuye mucho a que la vejez carezca de ese mínimo de compromiso vital 
que es necesario para permanecer realmente vivo. Y la falta de compromiso vitalparece ser el tema 
nostálgico oculto en los síntomas manifiestos que llevan a los viejos a la psicopatía. Buena parte de su 
desesperanza consiste de hecho en un sentimiento permanente de estancamiento. Se dice que esto es lo 
que puede hacer que algunos viejos traten de prolongar la terapia, un nuevo síntoma que se confunde 
fácilmente con una mera regresión a estadios anteriores: y esto, en especial cuando los pacientes viejos 
parecen hacer un duelo no solo por el tiempo perdido y el espacio agotado, sino también, por la autonomía 
debilitada, la iniciativa abandonada, la intimidad faltante, la generatividad descuidada. Todo esto puede ser 
regresión al servicio del desarrollo, es decir, una búsqueda de la solución de algo que es un conflicto 
especifico de la edad. 
En la vejez todas las cualidades del pasado asumen nuevos valores. 
Si la contrapartida antipática de la sabiduría es el desdén, este debe ser reconocido, hasta cierto punto, una 
reacción natural y necesaria ante la debilidad humana y la mortífera reiteración del deterioro y el engaño. 
¿Cuál es la última ritualizacion incorporada al estilo de la vejez? Es filosófica, pues al mantener algún orden y 
significado en la desintegración de cuerpo y mente, también puede defender una esperanza duradera de 
sabiduría. 
¿Qué estadio psicosexual final podemos sugerir para la vejez (presenil)? Es una generalización de modos 
sensuales que puede promover una experiencia corporal y mental enriquecida, aunque se debiliten funciones 
parciales y disminuya la energía genital. 
Y asi volvemos a lo que hemos sostenido que es el rasgo sintónico dominante del último estadio: la integridad. 
Esta, en su significado más simple, es un sentimiento de coherencia y totalidad que corre un riesgo supremo 
en condiciones terminales que incluyen una pérdida de vínculos en los tres procesos organizativos: 
*en el soma: el debilitamiento generalizado de la interacción tónica en los tejidos conjuntivos, los vasos 
sanguíneos y el sistema muscular; 
*en la psiquie: la pérdida gradual de coherencia mnémica de la experiencia pasada y presente; 
*en el ethos: la amenaza de una repentina y casi total pérdida de la función respondiente en la interacción 
generativa. 
Lo que aquí se requiere podría llamarse simplemente integridad, es decir, una tendencia a mantener las cosas 
unidas. Y, en verdad, debemos reconocer en la vejez una mitologizacion retrospectiva que puede equivaler a 
una pseudointegracion como defensa contra la desesperanza en acecho. (por supuesto, se puede hacer el 
mismo uso defensivo de todas las cualidades sintónicas que dominan la diagonal del cuadro). Sin embargo, a 
todo lo largo del diagrama debemos permitir que la capacidad potencial de un ser humano, en condiciones 
favorables, disfrute más o menos activamente de la experiencia integrativa de los estadios anteriores; y asi, 
nuestro cuadro permite, hasta su extremo superior derecho, la gradual maduración de la integridad. 
Aquí lo único que puede armar un todo es un cierto sentimiento de integridad; y por integridad no podemos 
entender solamente una rara cualidad de carácter personal, sino, sobre todo, una proclividad compartida a 
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comprender, o a oír a los que realmente comprenden, los modos integrativos de la vida humana. La vida 
individual es la coincidencia de un solo ciclo vital con un solo segmento de la historia, y toda la integridad 
humana se mantiene o derrumba junto con el estilo único de integridad del que uno participa. 
 EL VÍNCULO GENERACIONAL: LA ADULTEZ. 
A la adultez (séptimo estadio) se le asigna la antítesis critica de Generatividad Vs Auto absorción y 
Estancamiento. La generatividad abarca la pro creatividad, la productividad y la creatividad, y por lo tanto la 
generación de nuevos seres y también de nuevos productos e ideas, incluido un tipo de autogeneración que 
tiene que ver con un mayor desarrollo de la identidad. Un sentimiento de estancamiento, por otra parte, es 
algo de ninguna manera ajeno, ni si quiera a quienes son más intensamente productivos y creativos, mientras 
puede abrumar totalmente a quienes se encuentran inactivados en cuestiones generativas. La nueva virtud 
que surge de esta antítesis, es decir, el Cuidado, es un compromiso ampliado de cuidar de las personas, los 
productos y las ideas por los que uno ha aprendido a preocuparse. Todos los poderes que surgen de los 
desarrollos anteriores en el orden ascendente, desde la infancia a la juventud (esperanza y voluntad, finalidad 
y habilidad, fidelidad y amor) resultan ser ahora, esenciales para la tarea generacional de cultivar el poder en 
la próxima generación, pues esta es, en verdad, el repositorio de la vida humana. 
¿no es entonces la pro creatividad un paso más, y no un simple producto derivado de la genitalidad? La 
capacidad de los jóvenes (adquirida en el estadio precedente de intimidad vs aislamiento) de abandonarse a 
si mismos para el encuentro mutuo en la reunión de cuerpos y almas, debe llevar, tarde o temprano, a una 
vigorosa expansión de intereses recíprocos y a un investimento libidinal de lo que ambos están generando y 
por lo que se están preocupando juntos. Cuando el enriquecimiento generativo en sus variadas formas falta 
totalmente, pueden ocurrir regresiones a estadios anteriores, sea en forma de una necesidad obsesiva de 
seudointimidad, o de un tipo compulsivo de preocupación por la autoimagen (y en ambos casos con un 
sentimiento generalizado de estancamiento). 
El estancamiento, como antítesis de todos los estadios, señala la patología básica potencial de esta etapa e 
implicara, alguna regresión a conflictos previos. Sin embargo, se lo debe entender también en su importancia 
específica para el estadio. Esto resulta de especial importancia, pues la frustración sexual se reconoce como 
patogénica, mientras que la frustración generativa, de acuerdo con el ethos tecnológico dominante del control 
de la natalidad, probablemente pase inadvertida. No obstante, la sublimación, o una aplicación más amplia, es 
el mejor uso de las energías impulsivas frustradas. Así en la actualidad, un nuevo ethos generativo puede 
requerir un cuidado más universal, preocupado por un mejoramiento cualitativo de la vida de todos los niños. 
Hay otros conjuntos de fenómenos característicos de cada estadio de la vida, que son de decisiva 
importancia para la vida de grupo y para la supervivencia de la humanidad misma. Si el cuidado es la 
expresión de una tendencia simpática vital con una elevada energía instintiva a su disposición, hay también 
una correspondiente tendencia antipática. En la vejez, llamamos desdén a esa tendencia; en el estadio de 
generatividad, es el rechazo, es decir, la no disposición a incluir a personas o grupos específicos en la 
preocupación generativa de uno (uno no se preocupa de preocuparse por ellos). Hay, por supuesto, una cierta 
lógica en el hecho de que en el hombre la elaboración (instintivo) del cuidado (instintivo) tienda a ser muy 
selectiva a favor de lo que es, o se puede hacer que sea muy familiar. De hecho, uno no puede ser siempre 
generativo y cuidadoso sin ser selectivo hasta el punto de que ocurra algún rechazo perceptible. 
 Debemos adjudicar también a cada estadio una forma específica de ritualizacion. Un adulto debe estar 
dispuesto a transformarse en un modelo luminoso a los ojos de la próxima generación y a actuar como un juez 
del mal y un transmisor de valores ideales. Por lo tanto, los adultos también deben ritualizar, como 
efectivamente hacen, el ser ritualizadores; y hay una antigua necesidad y costumbre de participar en algunos 
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rituales que sancionan y refuerzan ceremonialmente ese rol. Podemos llamar simplemente generativo a todo 
este elemento adulto de la ritualizacion. Incluye ritualizaciones auxiliares tales como la parental y la didáctica, 
la productiva y la curativa. 
El ritualismo potencialmente rampante en la adultezes, el autoritarismo, o sea el uso mezquino y no 
generativo del puro poder para la regimentación de la vida económica y familiar. La generatividad genuina 
incluye una cierta dosis de verdadera autoridad. 
La adultez madura surge, sin embargo, de la juventud que, hablando psicosexualmente, depende de una 
reciprocidad genital posadolescente como modelo libidinal de verdadera intimidad. 
Los jóvenes que surgen de la búsqueda adolescente de un sentimiento de intimidad, pueden estar ansiosos y 
dispuestos a fusionar sus identidades en la identidad mutua y a compartirlas con individuos que en el trabajo, 
la sexualidad y la amistad, prometen resultar complementarios. Uno a menudo puede estar enamorado o 
entablar una relación íntima, pero la intimidad que está ahora en juego es la capacidad de comprometerse con 
afiliaciones concretas que pueden requerir sacrificios y compromisos significativos. 
Sin embargo, la antítesis psicosocial de la intimidad es el aislamiento, es decir, el temor de permanecer 
separado y no reconocido. El sentimiento de aislamiento es la patología básica potencial de la juventud. Hay 
afiliaciones que implican un aislamiento, que protege a ambos participes de la necesidad de enfrentar el 
siguiente desarrollo crítico: la generatividad. Pero el máximo peligro de aislamiento es una revivencia 
regresiva y hostil del conflicto de identidad y, en el caso de una disposición a la regresión, una fijación en el 
conflicto primitivo con el otro primario. Esto puede surgir como patología fronteriza. Sin embargo, de la 
resolución de la antítesis entre intimidad y aislamiento surge el amor; esa mutualidad de devoción madura que 
promete resolver los antagonismos inherentes a la función dividida. 
 La intimidad y la generatividad están obviamente relacionadas en forma estrecha, pero la intimidad debe 
proveer, ante todo, un tipo afiliativo de ritualizacion que cultiva estilos de vida centrada en el endogrupo, cuya 
cohesión se mantiene a menudo por obra de modos de comportamiento y comunicación verbal de fuerte 
idiosincrasia, pues la intimidad sigue siendo el guardián de ese poder elusivo y sin embargo omnipresente en 
la evolución psicosocial: el del estilo comunal y personal, que da y pide convicción en las pautas compartidas 
de vida, garantiza una cierta identidad individual, aunque en unida intimidad, y vincula, en forma de modo de 
vida, la solidaridad de un compromiso conjunto con un estilo de producción. Estos, por lo menos, son los 
elevados fines a los que apunta, en principio, el desarrollo. Pero entonces, este es el estadio en que personas 
de antecedentes muy diferentes deben fusionar sus modos habituales de vida para formar un nuevo ambiente 
para si mismas y para sus descendientes: un ambiente que refleje el cambio (gradual o radical) de las 
costumbres y las variaciones en las pautas dominantes de identidad que va produciendo el cambio histórico. 
 LA ADOLESCENCIA Y LA EDAD ESCOLAR. 
Demos otro paso atrás: la contabilidad del compromiso del joven depende, en gran medida, del resultado de la 
lucha adolescente por la identidad. Hablando epigeneticamente, por supuesto, nadie puede saber 
exactamente quién es él o ella hasta que se han encontrado y verificado pautas promisorias en el trabajo y el 
amor. Sin embargo, las pautas básicas de identidad deben surgir de 
1) la afirmación y el repudio selectivo de las identificaciones infantiles del individuo, y 2) la manera en que el 
proceso social de la época identifica a los jóvenes. 
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La antítesis de la identidad es la confusión de identidad, experiencia obviamente normativa y necesaria que 
puede constituir, sin embargo, una perturbación básica que agrava la regresión patológica y a su vez es 
agravada por esta. 
El proceso de formación de la identidad emerge como una configuración evolutiva, que integra en forma 
gradual lo dado constitucionalmente, las necesidades libidinales peculiares, las capacidades promovidas, las 
identificaciones significativas, las defensas efectivas, las sublimaciones exitosas y los roles consistentes. 
Todos estos elementos, sin embargo, solo pueden surgir de una adaptación mutua de los potenciales 
individuales, las cosmovisiones tecnológicas y las ideologías religiosas o políticas. 
Los jóvenes buscan una forma de confirmación ideológica, y surgen entonces ritos espontáneos y rituales 
formales. 
La adolescencia y el aprendizaje cada vez más prolongado de los últimos años de la escuela secundaria y los 
años de universidad pueden verse como una moratoria psicosocial: un periodo de maduración sexual y 
cognitiva y, sin embargo, una postergación sancionada del compromiso definitivo. Proporciona una relativa 
libertad para la experimentación de roles, incluida la que se realiza con los roles de sexo, muy significativa 
para la auto renovación adaptativa de la sociedad. El primer ciclo escolar, en cambio, es una moratoria 
psicosexual, pues su comienzo coincide con el periodo de latencia, caracterizado por un cierto 
adormecimiento de la sexualidad infantil y una postergación de la madurez sexual. Así, el futuro macho y 
padre puede someterse al comienzo al método de escolaridad que ofrezca su sociedad y aprender los 
rudimentos técnicos y sociales de una situación de trabajo. Se asignó a este periodo la crisis psicosocial de 
industria versus inferioridad (siendo la industria un sentimiento básico de actividad competente adaptada tanto 
a las leyes del mundo instrumental como a las reglas de cooperación en procedimientos planeados y 
diagramados). Un niño en este estadio aprende a amar el aprender y también el jugar (y a aprender con 
máximo afán las técnicas coherentes con el ethos de producción). La imaginación del niño que juega y 
aprende ya ha sido penetrada por una cierta jerarquía de roles de trabajo, a través de ejemplos ideales, reales 
o míticos, que entonces se presentan en las personas de los adultos que lo instruyen, y en los héroes de la 
leyenda, la historia y la ficción. 
La antítesis del sentimiento de industria es el sentimiento de inferioridad, un sentimiento distonico necesario, 
que ayuda al impulso en los mejores, asi como puede paralizar (temporalmente) a los trabajadores menos 
dotados. Sin embargo, como patología básica de este estadio la inferioridad puede acarrear muchos conflictos 
de decisiva influencia, impulsando al niño a una competencia excesiva o induciéndolo a la regresión (lo que 
significa una renovación del conflicto genital infantil y edipica, y por ende una preocupación en la fantasía por 
personajes conflictivos, mas bien que un encuentro real con los beneficios que están a mano). No obstante, el 
poder rudimentario que se desarrolla en este estadio es la competencia, un sentimiento que en el ser humano 
en desarrollo debe integrar gradualmente todos los métodos que van madurando y permitirán verificar y 
dominar la factualidad y compartir la realidad de quienes cooperan en la misma situación productiva. 
 LOS AÑOS PREESCOLARES. 
Los estadios de la niñez se vinculan con la epigenesis, la pregenitalidad y la ritualizacion. 
En la edad de juego, la antítesis de la iniciativa y la culpa llega a su crisis. La actividad de juego es un 
ingrediente esencial en todos los estadios futuros. La edad del juego, ocurre, antes del advenimiento limitante 
de la edad escolar, con sus roles definidos de trabajo, y de la adolescencia, con su experimentación con sus 
potenciales de identidad. En el juego se funda tambien todo sentido del humor. 
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Todo esto hace también plausible que en la edad del juego la inhibición sea la contraparte antipática de la 
iniciativa. Sin embargo, la inhibición resulta ser también la patología básica en posteriores perturbaciones 
psiconeuroticas que tienen sus raíces en el conflictivo estadio edipico. 
El estadio que precede a la edad del juego es ese estadio anal de conflicto que se descubrió inicialmente 
como punto de fijación infantilen las perturbaciones compulsivo neuróticas. Psicosocialmente hablando, se 
trata de la crisis de autonomía vs vergüenza y duda, de cuya resolución surge la voluntad rudimentaria. 
La esperanza surge del conflicto entre confianza básica vs desconfianza básica. 
Con cada nuevo poder surge gradualmente un nuevo sentido del tiempo junto con un sentimiento de 
irrevocable identidad 
CAPITULO 4. 
EL NOVENO ESTADIO. 
El desarrollo humano es tan variado en su aspecto temporal que ninguna especificación de la edad propia de 
cada estadio tendría valor si no se tienen en cuenta los criterios y las presiones sociales. 
Aunque esto también es verdad con respecto a la vejez, es útil definir un marco temporal específico para 
centrar las experiencias vitales y las crisis de cada periodo. La vejez a los 80 y a los 90 años conlleva nuevas 
exigencias, revalorizaciones y dificultades diarias. Estas cuestiones tan solo pueden discutirse y presentarse 
adecuadamente si contemplamos un nuevo estadio, el noveno, para calificar los nuevos retos. Ahora 
debemos ver y comprender los estadios finales del ciclo vital con los ojos de las personas de más de 80 años. 
o Incluso los cuerpos más cuidados empiezan a debilitarse y no funcionan como antes. A pesar de todos 
los esfuerzos para mantener la fuerza y el control, el cuerpo continúa perdiendo su autonomía. 
o La desesperanza que aparece en el noveno estadio, es una compañera intima en el noveno, porque es 
casi imposible conocer las eventualidades y las pérdidas de realidad psíquica que son inminentes. 
o Al ponerse en tela de juicio la independencia y el control 
o Se debilita la confianza y la autoestima 
o La esperanza y la confianza, que otrora nos proporcionaran un apoyo firme, ya no son aquellos 
puntales de antes. Afrontar la desesperanza con la fe y la humildad adecuada tal vez sea la vía mas 
sabía. 
En el ciclo vital, los ocho estadios muchas veces se presentan con el cociente sintónico, mencionado en 
primer lugar, seguido del segundo elemento, el distonico. El sintónico sostiene el crecimiento y la expansión, 
ofrece metas, celebra el respeto por uno mismo y el mejor de los compromisos. Las cualidades sintónicas nos 
sostienen mientras nos amenazan los elementos más distonico que nos depara la vida. Deberíamos 
reconocer el hecho de que las circunstancias pueden situar lo distonico en una posición más dominante. La 
vejez es inevitablemente una de estas circunstancias. Por esta razón, al escribir el noveno estadio sitúo el 
elemento distonico en primer lugar, para subrayar su importancia y su fuerza. En cualquier caso, es 
importante recordar que el conflicto y la tensión son fuentes de crecimiento, fuerza y compromiso. 
DESCONFIANZA BASICA VS CONFIANZA: ESPERANZA. 
Sin una confianza básica el niño no puede sobrevivir. Cada persona tiene la confianza básica y con ella, hasta 
cierto punto la fuerza de la esperanza. La confianza básica es la confirmación de la esperanza, nuestro firme 
apoyo contra todas las adversidades y las llamadas tribulaciones de la vida en este mundo. Aunque la 
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supervivencia seria difícil sin un poco de desconfianza para protegernos, la desconfianza puede contaminar 
todos los aspectos de nuestra vida y privarnos del amor y la amistad con los demás. 
Los ancianos se ven forzados a desconfiar de sus propias capacidades. El paso del tiempo hace sentir sus 
efectos y el cuerpo inevitablemente se debilita. La esperanza puede fácilmente dar paso a la desesperanza 
ante la continua y creciente desintegración, y ante las afrentas crónicas y repentinas. Incluso las actividades 
simples de la vida cotidiana pueden presentar dificultades y conflictos. No es de extrañar que los ancianos se 
cansen y a menudo se depriman. 
AUTONOMIA VS VERGÜENZA Y DUDA: VOLUNTAD. 
Los niños, en sus primeros años de vida se muestran voluntariosos, su postura es juguetona pero firme y llena 
de satisfacción. Ellos quieren, y demuestran que pueden, hacerlo. Cuanto más fuerte es su voluntad, mas 
emprendedores se tornan. el crecimiento se realiza muy rápidamente y con satisfacción. Pero existen algunos 
limites; cuando estos se traspasan y se pierde el control de las cosas, puede darse una reversión hacia la 
inseguridad y la pérdida de confianza en sí mismos, que acaba produciendo vergüenza y duda sobre sus 
capacidades. 
Una parte de estas dudas vuelven a los ancianos cuando ya no confían en su autonomía con respecto a sus 
cuerpos y a sus elecciones vitales. La voluntad se debilita, aunque se conserva lo suficiente para proporcionar 
seguridad y evitar la vergüenza de la pérdida del autocontrol. uno desea lo que es seguro y sólido, y nada es 
lo bastante seguro, ciertamente. 
El impulso de la autonomía sigue existiendo hasta nuestro último suspiro, el querer cada cosa a nuestra 
manera. Cuando éramos jóvenes, todos los mayores eran más robustos y fuertes; ahora los fuertes son más 
jóvenes que nosotros. La vergüenza y la duda ponen a prueba la autonomía. 
INICIATIVA VS CULPA: FINALIDAD. 
Inicial sugiere una salida hacia una nueva dirección. La iniciativa es valiente y esforzada, pero cuando fracasa 
le siegue una gran sensación de desánimo. Es vivaz y entusiasta mientras dura pero el instigador de la 
iniciativa a menudo se queda en un sentimiento de incapacidad y culpa. 
Los ancianos que, muy pronto en la vida, se tomaron en serio el liderazgo, puede que años más tarde rehúyan 
la culpa que acompaña la iniciativa demasiado exigente. Aunque antaño estuviéramos llenos de ideas 
creativas, a los 80 y tantos todo lo que queda es un entusiasmo memorable. Con la distancia las cosas 
parecen ser excesivas y estar descentradas. Los sentimientos de finalidad y entusiasmo se apagan; ya es 
mucho poder mantener un paso lento, constante y exigente. La culpa levanta su fea cabeza cuando un 
anciano está demasiado encorvado llevando a cabo algún proyecto que parece completamente satisfactorio y 
atractivo, pero solo desde un punto de vista personal. 
INDUSTRIA VS INFERIORIDAD: COMPETENCIA. 
La industria y la competencia son aptitudes. En que somos buenos y para que valemos son las primeras 
preguntas que nos hacemos. 
Todo aquello que una hace o intenta hacer requiere un determinado nivel de competencia para ser aceptable 
y comprensible. No basta con ser original o con tener inventiva; es necesario además ser competente a fin de 
sobresalir en nuestro mundo practico. 
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La industria es una fuerza motriz a los 40, pero hacia fines del ciclo vital es algo que quizás se recuerda; al no 
tener la fuerza para mantener el ritmo de antes, ante las dificultades crecientes nos vemos forzados a admitir 
nuestra insuficiencia. 
IDENTIDAD VS CONFUSION DE IDENTIDAD. FIDELIDAD. 
la identidad marca, aclama , distingue a cada niño al nacer y se confirma inmediatamente al ponerle un 
nombre. El mayor problema con el que nos encontramos es el de quien pensamos que somos frente a quien 
piensan los demás que somos o que intentamos ser. 
La ropa y el maquillaje pueden ser a veces persuasivos, pero a la larga serán tan solo un sentimiento genuino 
de quienes somos lo que mantendrá nuestros pies en el suelo y nuestra cabeza a una altura desde donde 
poder ver claramente donde estamos, que somos y que nos mantiene de pie. 
La confusión sobre esta identidad existencial plantea un enigma a uno mismo y a muchas personas, quizás a 
la mayoría. Con la edad, se puede sentir una incertidumbre real sobre el estatus y el rol. ¿Hasta qué punto 
podemos ser independientes?¿Quiénes somos con 85 años o más, cuando nos comparamos con quien 
éramos hacia la mitad de la vida? nuestro rol no está claro al compararlo con la firmeza de nuestra anterior 
postura y finalidad. De hecho, quizás estemos confusos sobre el rol y la postura que debemos adoptar en este 
periodo en el que los viejos valores se vuelven de repente imprecisos y se desmoronan. 
IDENTIDAD VS AISLAMIENTO. 
Los años de intimidad y de amorson alegres y están henchidos de calor y de luz. Amar y encontrarse en otra 
persona es dar satisfacción y placer. Añadir hijos al círculo es un enriquecimiento gozoso. Verlos crecer y que 
son capaces de controlar sus propias vidas resulta maravilloso y gratificante. 
Pero los que no atraviesan este rico periodo experimentan una sensación de aislamiento y privación. Los 
ancianos pueden sentirse muy aislados y abandonados al envejecer si la vida no les ha dado la oportunidad 
de recordar y saborear tales riquezas. Cuando no hay recuerdos que evocar en la vejez mediante una historia 
fotográfica o mediante la memoria, puede nacer en su lugar una dedicación al arte, la literatura o a la erudición 
para compensar la carencia. Algunas personas se entregan feliz y completamente a su trabajo, a su vocación 
y a la creatividad. 
Todos los ancianos que están en el noveno estadio pueden sentirse incapaces de confiar de la manera en la 
que solían hacerlo al relacionarse con los demás. La forma usual de comprometerse y de establecer contacto 
con los demás puede verse eclipsada por nuevas incapacidades y dependencias. Es posible que algunos 
necesiten iniciar interacciones más a menudo y otros, en cambio, pueden sentirse poco decididos o 
incomodos, inseguros sobre como romper el hielo. Las dificultades que se derivan de la confusión de la forma 
de interactuar con alguien que no es como los demás, puede hacer que muchos ancianos se vean privados de 
posibles relaciones y de intercambios íntimos. 
GENERATIVIDAD VS ESTANCAMIENTO: CUIDADO. 
El estadio de generatividad ocupa la mayor extensión de tiempo del cuadro (30 años o más, durante los 
cuales se establecen compromisos de trabajo y tal vez se inicie una nueva familia, dedicando el tiempo y la 
energía a fomentar una vida sana y productiva). Durante este periodo las relaciones laborales y familiares nos 
enfrentan a las relaciones de cuidado y a una amplia gama de obligaciones y responsabilidades, intereses y 
celebraciones. Cuando todo esto esta cohesionado de manera satisfactoria, todo puede ir bien y prosperar. Es 
una época maravillosa para dar afecto y recibirlo, rodeado de las personas más próximas y más queridas. Es 
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un reto excitante en el mejor de los casos, pero sin embargo es una carga si se convierte en algo rígido y 
exigente. Puede haber un compromiso con la comunidad. 
Hacia el final de este periodo tan exigente podemos sentir la necesidad de retirarnos un poco para 
experimentar una pérdida de los estímulos de pertenencia, de ser necesitados. A los 80 o 90 podemos 
empezar a tener menos energías, menos capacidad para adaptarnos con rapidez a los precipitados cambios 
impuestos por los cuerpos ajetreados que nos rodean. La generatividad, que implica los compromisos vitales 
más importantes de las personas activas, ya no se espera necesariamente en la vejez. Esto libera a los 
ancianos de la labor de velar por los demás. Sin embargo, no ser necesitado puede ser sentido como signo de 
inutilidad. Cuando ya no se presentan nuevos retos, puede apoderarse de nosotros una sensación de 
estancamiento. Otros lo vivirán como una promesa de respiro, aunque si hubiera que apartarse totalmente de 
la generatividad, de la creatividad y del afecto por y con los otros, sería peor que la muerte. 
INTEGRIDAD VS DESESPERANZA: SABIDURIA. 
La sabiduría hace referencia a la capacidad de ver, mirar, recordar, así como de escuchar, oír y recordar. La 
integridad exige tacto, contacto y toque. Esta es una exigencia importante de los sentidos de los ancianos. 
Aprender a tener contacto es una tarea que ocupa toda una vida y exige tanto paciencia como habilidad. Lo 
más fácil es sentirse cansado y desanimado. A los 90 años puede resultar un serio problema localizar unas 
gafas fuera de lugar. En el noveno estadio los ancianos no tienen generalmente la buena vista o el oído fino 
que exige la sabiduría. 
En los encuentros entre lo sintónico y lo distonico, los elementos distonico ganan terreno a medida que pasa 
el tiempo. La desesperanza está a la espera. La desesperanza del noveno estadio refleja una experiencia 
diferente en cierto modo a la relacionada con el estadio octavo. La vida en el estadio octavo incluye una 
mirada retrospectiva de la vida de uno mismo hasta el momento presente. El grado de disgusto y de 
desesperanza que uno experimenta dependerá en parte del grado en que uno considera que ha vivido bien la 
vida frente a lamentarse de las ocasiones perdidas. La desesperanza expresa el sentimiento de que el cuerpo 
es corto, demasiado corto para intentar empezar una nueva vida y para aprender vías alternativas. 
La pérdida de capacidades y la desintegración pueden exigir casi toda la atención. El centro de atención 
pueden circunscribirse totalmente a los problemas de la vida diaria, de manera que pasar un día incólume sea 
suficiente preocupación, tanto si uno está satisfecho como si no lo está respecto a su historia pasada. La 
desesperanza como respuesta a estos acontecimientos inmediatos y agudos depende de las evaluaciones 
anteriores de uno mismo y de su vida. 
A esta edad se han experimentado, por lo general, muchas pérdidas de personas así como de relaciones. Hay 
muchos pesares, junto a un claro anuncio de que la puerta de la muerte está abierta y no demasiado lejos. 
Para vivir y hacer frente a estos obstáculos y perdidas a los 90 o más, tenemos un pie firme en el que 
apoyarnos. Desde el principio se nos ha dado una confianza básica. Sin ella la vida es imposible y con ella 
hemos resistido. Nos ha acompañado como una fuerza permanente y nos ha alentado con la esperanza. 
Cualesquiera que sean o que hayan sido las fuerzas específicas de nuestra confianza básica, y al margen de 
cuan peligrosamente se haya puesto a prueba la esperanza, esta no nos ha abandonado nunca 
completamente. La vida sin ella es impensable. Si tenemos todavía la intensidad de ser y de esperar una 
mayor gracia e iluminación, tenemos una razón para vivir. Si los ancianos se pueden adaptar a los elementos 
distonico de sus experiencias vitales en el noveno estadio, pueden avanzar al camino que conduce a la 
gerotrascendencia. 
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Un ciclo vital individual no puede comprenderse satisfactoriamente fuera del contexto social en el que se 
realiza. El individuo y la sociedad están íntimamente entrelazados, interrelacionados dinámicamente en un 
intercambio continuo. Erik señala “A falta de un ideal culturalmente viable para la vejez, nuestra civilización no 
abriga realmente un concepto de la totalidad de la vida”. Nuestra sociedad no sabe cómo integrar a sus 
ancianos en normas y convenciones básicas o en su funcionamiento vital. En vez de incluir a los ancianos, a 
menudo se lo margina, se los abandona y no se les hace caso; los ancianos ya no son considerados como los 
portadores de la sabiduría, sino como encarnaciones de la vergüenza. Las dificultades del noveno estadio 
contribuyen al menosprecio de la sociedad al tiempo que son fomentadas por este. 
CAPITULO 5. 
COMUNIDAD Y VEJEZ. 
Tener conversaciones francas con los nietos es una de las deliciosas experiencias de los ancianos. 
En nuestro país las cosas viejas que no sirven para nada se echan a la basura. A nuestras viejas y viejos no 
se los hecha a la basura, pero no se hace demasiado para reciclarlos. Todos los especialistas en atención 
medica recomiendan el ejercicio, por lo menos paseos regulares, para mantener la salud y la movilidad. Pero 
pocas ciudades y pueblos ofrecen aceras seguras y anchas en las que los ancianos puedan moverse lenta y 
prudentemente. 
La actitud general hacia los ancianos en nuestra sociedad resulta desconcertante. Mientras que los 
documentos religiosos, antropológicos e históricos atestiguan que la gente de larga vida era antaño respetada 
e incluso valorada, la respuesta de este siglo a los individuos ancianos esa menudo la burla, el desprecio e 
incluso la revulsión. Cuando seofrece ayuda tiende a ser exagerada: se hiere el orgullo y peligra el respeto. A 
los ancianos se les ofrece un segunda infancia sin ningún tipo de juegos. Si un anciano no puede subir las 
escaleras con facilidad, o si se balancea al andar, este infortunio se equipara a una perdida intelectual o de 
memoria. 
Toda la población está envejeciendo. Hay hoy más personas de más de 80 años de las que nunca hubo 
antes, y la medicina hace grandes progresos para incrementar la duración de la vida. Por el momento, sin 
embargo, no se ha previsto ni diseñado adecuadamente ningún programa para incorporar a los ancianos en 
nuestra sociedad y en nuestras vidas. 
Cuando, en este país y especialmente en las ciudades muy pobladas, empezamos a considerar como ofrecer 
ayuda y atención a nuestros ancianos, dimos un paso gigantesco hacia adelante. Quedo claro que los 
ancianos necesitan en muchas ocasiones ayuda las 24 horas del día. Dentro de los límites de la ciudad se 
empezaron a proyectar algunas residencias geriátricas, pero las ciudades están superpobladas y son 
ruidosas, y el aires está contaminado. También se alojaron a los ancianos en los barrios de las afueras. 
Grandes áreas fueron destinadas a centros para ancianos, que fueron cuidadosamente planificados y 
construidos. Muchos de estos centros se crearon en entornos maravillosos y en ellos se ofrecían programas 
muy inteligentes de entretenimiento, así como una atención y una supervisión excelentes. En tales lugares 
para ancianos se pretende cubrir todas las necesidades, pero su coste es demasiado elevado para la 
mayoría. 
Cuanto mayor es la residencia más especializado y segregado es el personal. Constantemente se repone 
comida, bebida, material de oficina, vestido y entretenimiento. Los peluqueros vienen bajo cita concertada, así 
como los podólogos, dentistas, manicura y masajistas. Has programas de actividades diarios. Los servicios 
religiosos, los acontecimientos especiales y las vacaciones se planifican con regularidad por el personal. Las 
actividades son diversas y el tiempo que se emplea en cuidado y calidad es enorme. 
12 
 
Luego están los ancianos, para quienes todo esto se ha diseñado, y sus médicos y enfermeros. Algunos de 
estos ancianos puede que sean lentos, inseguros, o que estén temporalmente incapacitados. Muchos 
necesitan silla de ruedas, andaderas o bastones, algunos son incontinentes, otros requieren dietas especiales, 
muchos tienen huesos rotos o mal curados, son comunidades frágiles. La continuidad de las interrelaciones y 
del funcionamiento diario está constantemente amenazada por todas y cada una de las averías inesperadas 
de la maquinaria sistémica y por los cambios en la población de clientes y de sirvientes. 
Algo ha ido terriblemente mal; ya que ha sido necesario enviar a todos nuestros viejos fuera de este mundo a 
un remoto lugar para que en el lleven sus vidas recibiendo cuidado y confort físico. Todo ser humano va con 
rumbo a la vejez, con todos sus pesares y con todas sus alegrías. Pero ¿Cómo vamos a aprender de nuestros 
ancianos la manera de prepararnos a este final de la vida, al que todos debemos enfrentar solos, si nuestros 
modelos a imitar no viven con nosotros?. 
Atravesando el octavo estadio, con las perdidas, ocurre un abandono de la fuerza y las capacidades físicas. 
Sí, no hemos tenido contacto con una persona que hay vivido hasta los noventa y, por lo tanto, no hemos 
compartido la experiencia de aquello en lo que la vida se convierte en el noveno estadio ¿Cómo podemos 
planificar o imaginar el modo en que vamos a conformarnos a este futuro desconocido y hacer que sea tan 
rico, significativo y estimulante como sea posible?¿con que historias de envejecimiento afortunado vamos a 
preparar nuestro camino? 
¿en qué rincón de sus vidas diarias, limitadas y repetitivas encuentran estos ancianos retirados y resignados 
el refresco y el estímulo, la alegría o el alimento del alma y el sentido necesario para la supervivencia? La 
belleza espectacular de la naturaleza y las estaciones cambiantes nos sorprende y nos estimula 
constantemente a todos. El arte siempre ha jugado su papel, la belleza, la canción y la respuesta de todos los 
sentidos está ahí y puede contarse con ella, invocarse y absorberse. 
Los grupos religiosos ofrecen y proporcionan ayuda permanente a sus miembros o a los necesitados que 
acuden a ellos. Los familiares hacen cuanto pueden para mantener las relaciones aun existentes; ofrecen 
tanta ayuda y tanto calor humano como les es posible. Cuando la distancia imposibilita este contacto familiar, 
organizaciones tales como el hospicio acuden vigorosamente al rescate de aquellos individuos aislados que 
han dado a conocer sus necesidades. 
Cuando nos enfrentamos a un problema fastidioso, a menudo decidimos dejar el asunto en manos de aquellos 
que saben más que nosotros. Y esto lo que un centro de atención medica puede ofrecer, manos, manos 
talentosas, competentes, comprensivas, manos que han tenido una rigurosa instrucción y mucha experiencia 
en la comunicación con aquellos que están limitados en sus modos de expresar las necesidades. “En manos 
de”; nada podría expresar con mayor claridad la importancia de las manos para con los pacientes de cualquier 
parte. El uso consciente y cuidadoso de nuestras manos haría que nuestras vidas tuvieran más sentido en el 
cuidado y en el confort de las relaciones con los pacientes que se sienten aislados y un poco abandonados. 
Los manos son esenciales para estar vitalmente implicados en la vida. 
Hay una distinción entre el toque de mantenimiento (esto es, el tocar a los pacientes durante la higiene y el 
cuidado; ej.: durante la limpieza, al ofrecerles ayuda para levantarse, al alimentarlos) y el toque de 
comunicación (esto es, tocarlos para establecer un contacto humano; ej.: frotarles la espalda o los hombros, 
cogerles las manos). Incluso el toque de mantenimiento puede hacerse de forma respetuosa y humanizante, 
de manera que deje a los pacientes con la sensación de que se los trata como a personas y no como a 
objetos que son puestos en orden y transportados de un lado a otro. 
CAPITULO 6. 
13 
 
GEROTRASCENDENCIA. 
En el seguimiento de los modos en que los ancianos se enfrentan al deterioro de sus cuerpos y de sus 
facultades, los geriatras han empezado a utilizar la palabra trascendencia para describir el estadio que 
algunos ancianos desarrollan y retienen. 
Lars Tornstam realiza una definición de la palabra Gerotrascendencia a partir de teorías y de estudios de otros 
investigadores. (…) sugerimos que el envejecimiento humano, el mero proceso de acercarse a la vejez, se 
acompaña en general de un potencial de gerotrascendencia. Expresada en su forma más sencilla, la 
gerotrascendencia es un cambio en la metaperspectiva de una visión materialista y racional a una más 
cósmica y trascendente, acompañada, por lo general, de un incremento de satisfacción vital. 
El individuo gerotrascendente experimenta: 
1. Se produce un sentimiento nuevo de comunión cósmica con el espíritu del universo; 
2. Para prácticamente cualquier persona de más de noventa años, el tiempo se circunscribe al ahora, o 
tal vez a la semana que viene, mas allá de esto la ventana se empaña; 
3. Lentamente, el espacio va reduciendo de dimensiones dentro del radio de nuestras capacidades 
físicas; 
4. La muerte se convierte en sintónica, en el sentido de todo lo vivo; 
5. El sentido del yo propio se expande hasta incluir a una esfera más amplia de otros interconectados. 
Según el diccionario, trascender significa, simplemente, elevarse por encima, oír mas allá, de un límite, 
exceder, superar; también “ir más allá del universo y del tiempo”. El concepto de trascendencia se ha situado 
en el dominio de la religión, donde ha hallado un suelo sagrado, protegido del uso casual. La palabra cubre un 
área que sobrepasa el conocimiento humano al expresar las esperanzas y las expectativasde todo verdadero 
creyente. 
Los historiadores de épocas anteriores han probado que en oriente los ancianos eran tenidos en alta estima 
por su larga vida de servicio y por su buen juicio. Se elogia que los sabios ancianos dejaran el bullicio de la 
vida comunitaria y se retiraran a la montaña y a lugares remotos para continuar sus vidas. 
Tal vez los muy ancianos solo puedan considerar su estado vital si encuentran un lugar seguro donde estar en 
intimidad y soledad; para aceptar los cambios que el tiempo impone sobre nuestras mentes y nuestros 
cuerpos. Se acabó la carrera y la competición; fuerza es que en la vejez se libere uno a si mismo de la prisa 
de las tensiones. Hay quienes aprenden este punto, otros lo aprenden demasiado tarde. 
Este tipo de alejamiento en el cual uno se retira deliberadamente de los compromisos usuales de la actividad 
diaria, es un alejamiento conscientemente elegido. Tal postura no implica necesariamente una falta de 
compromiso vital; puede seguir habiendo compromisos a pesar de la falta de compromisos; como Erik dice: 
“una falta de compromiso profundamente comprometida”. Este estado paradójico no parece mostrar una 
cualidad trascendente, un abandono de una visión materialista y racional. Sin embargo, cuando el alejamiento 
y el retiro se produce por un desdén por la vida y por los demás, tal paz y trascendencia difícilmente podrán 
experimentarse. 
Son afortunados los que tienen el lujo de retirarse libremente. Muchos ancianos se enfrentan a retiros 
forzados. El deterioro físico de la vista, el oído, los dientes, los huesos o de todo el sistema corporal inflige a 
menudo una reducción inevitable del contacto con los demás y con el mundo externo. Las respuestas 
emocionales y psicológicas al debilitamiento pueden también reducir la esfera de contactos. La situación 
también se agrava por la sociedad, que a menudo sitúa a los ancianos donde solo raramente pueden verse u 
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oírse. Las diferencias entre el retiro elegido y el obligado en el plano de los centros de atención son claras. Si 
se da una pérdida de aptitudes físicas, puede que el paciente cambie automáticamente de aptitud; una mejora 
importante en las habilidades físicas puede también invertir un retiro obligado. Alcanzar la trascendencia en el 
caso de un retiro obligado tal vez sea menos probable, aunque ciertamente no es imposible. 
En los esfuerzos por construir un sentido socialmente efectivo del yo en la vejez, se pone a prueba nuestra 
identidad temporal. Esperamos un buen tiempo futuro para eludir la carga del presente. El modelo de 
sociedad para los ancianos ha consistido normalmente en un dejarlos estar, no en buscarles una nueva vida y 
un nuevo rol, un nuevo yo. Este fenómeno de la vejez falsa, o de la abnegación, asfixia el desarrollo normal. 
¿Cuál debería ser el desarrollo psíquico normal desde la madurez hasta la muerte? ¿hay coraje suficiente 
para enfrentarse a la vejez sin engaño? Limitarse a parecer joven o a aparentar serlo es puro teatro. 
Raramente se fomenta la sabiduría de la humildad, que puede ser infinita y misteriosamente fuerte. 
Obsesionados como estamos por la perfección y por estar a la altura de las expectativas, nos alejamos 
asustados del galanteo de la actividad creativa y de la imaginación. 
Estamos destinados a ser cada vez más humanos; tenemos que encontrar la libertad para sobrepasar los 
límites que nos impone nuestro mundo y para buscar la realización personal. Al principio somos lo que se nos 
deja ser. Al llegar a la vida media, cuando hemos aprendido a aguantarnos sobre nuestros dos pies, 
comprendemos que para completar nuestra vida tenemos que dar a los demás, de forma que cuando 
abandonemos el mundo podamos ser aquello que dimos. La muerte, desde esta perspectiva, puede 
concebirse como nuestra dadiva final. 
Para el autor, trascendencia se hace mucho más viva si se convierte en “trascendanza” que habla al alma y al 
cuerpo y los desafía a elevarse por encima de aquellos aspectos distonico y pegajosos de nuestra existencia 
mundana que nos cargan y nos apartan del verdadero crecimiento y aspiración. 
Alcanzar la trascendanza es elevarse, sobrepasar, exceder, ir mas allá y sentirse independiente del universo y 
del tiempo. Implica sobrepasar todo conocimiento y experiencia humanas. La trascendencia no tiene que 
limitarse solo a experiencias de retiro. Al tocarnos estamos estableciendo contacto unos con otros y con 
nuestro planeta. La trascendanza puede ser una recuperación de viejas habilidades, incluyendo el juego, la 
actividad, la felicidad, la canción y, por encima de todo, un salto por encima y más allá del miedo a la muerte. 
Nos ofrece una apertura hacia lo desconocido con un salto de confianza. Todo esto exige de nosotros una 
humildad honesta y constante. 
La trascendanza es esto, nos conmueve, es un arte. Las trascendanza exige el lenguaje del arte. La gran 
danza de la vida puede transportar al reino de la actividad cada parte de nuestro cuerpo, alma y espíritu. 
Llegar a ser anciano es un gran privilegio. Permite retroalimentar una larga vida al poder vivirla en 
retrospectiva. Con los años, la retrospectiva se hace más inclusiva; la escena y la acción se hacen más reales 
y presentes. Con la mente y el corazón dispuestos a la retrospectiva, es natura que en el noveno estadio uno 
se halle en el camino hacia la colina empinada. El camino ascendiente hacia el punto panorámico desde el 
cual saludaremos al sol naciente y poniente es estrecho y está lleno de rocas y basura, pero cada paso nos 
recompensa y nos conduce más arriba. Con cada paso, también, se amplía el panorama. 
Pero continua habiendo obligaciones para con el cuerpo que hace posible este ascenso a la montaña. El fardo 
sobre la espalda debe tenerse en cuenta, pero antes hay que considerar cuales son los cuidados necesarios 
para mantener la maquinaria corporal en buen estado a pesar de la edad y del deterioro del modelo original. 
En el noveno estadio hay que desprenderse de algunas posesiones, especialmente de aquellas que exigen 
supervisión y cuidado. El viaje tiene que ser ligero y sin carga. Para alcanzar el éxito se requiere una vida 
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entera de entretenimiento. Los momentos de descanso son obligatorios, pero no hay tiempo para la 
autocompasión ni para el debilitamiento de propósitos. 
Esta uno obligado a aflojar el paso y a reconfirmar la decisión de continuar. Los impulsos sintónicos o 
distonico, el continuar y el ceder, luchan en todo momento por el control de la situación y por la voluntad de 
obrar correctamente. Uno se siente desafiado y sometido a prueba. Esta tensión cuando se enfoca y se 
controla es la clave misma del éxito. Cada paso es una prueba de soberanía sintónica y de voluntad de poder. 
OCTAVIO FERNANDEZ MOUJAN. 
CRISIS VITAL. 
“DE COMO SE ORIGINO LA IDEA DE CRISIS VITAL”. 
El ideograma chino de crisis une el significado de peligro con el de oportunidad. Entonces, crisis podría ser 
una ocasión favorable o un campo de posibilidades que nos desafía no solo a poner coraje para enfrentar lo 
desconocido, sino especialmente en poner en acción nuestra capacidad creadora. Este ideograma revela lo 
que le sucedía al autor en su tarea clínica cotidiana, y lo ayudo a salir de su ambivalencia para utilizar el 
término crisis, que en el uso corriente es algo pesimista, indicador de una situación dificultosa debido a un 
cambio no deseado. 
Un autor norteamericano, Gerald Caplan, agrego a crisis el adjetivo “evolutiva”. Las crisis evolutivas no son 
accidentales, sino inherentes a momentos de cada ciclo vital. Se adjudica así el termino crisis vital a toda 
situación de cambio impuesta, como una muerte, un accidente, un exilio, una mudanza importante, una 
operación, etc. 
El autor, no dejaba de tener presente, como estudioso de la adolescencia que es, la crisis adolescente, pero 
no provenía de esta crisis particular su idea de crisis vital. Esta se leocurrió al experimentar algo vital como 
una transformación operada en él, que dejaba de percibir para captar la inmediatez de la experiencia. El peso 
de lo previo era mínimo y remitía a una situación originaria. Luego tuvo que poner en palabras lo vivido. Pero 
antes, el contactar directamente con la experiencia lo llevo a pensar que estaba en un contexto de creación y 
esta, por definición, es indeterminada. 
A un pintor la tela en blanco debe provocarle, una vez superada una primera sensación de vértigo, la 
inspiración que le da la oportunidad de crear con su imaginación activa una imagen original a la que con su 
técnica dará forma plástica. Crisis vital será entonces una idea que dé cuenta de una experiencia originaria 
donde la estructura previa icc, generadora de ideas, da lugar a otra estructura mítica, fuera del tiempo y el 
espacio convencionales, desde la cual surgirán las imágenes originales que participan del contexto cultural. 
Sumergidos en este contexto, captamos inmediatamente la nueva configuración, sin mediar ningún orden 
lógico establecido. 
Crisis vital. Crisis porque nos saca de estructuras deterministas que nos dan seguridad, y porque nos pone 
ante el peligro de lo desconocido. Nos atrae como la fuerza del vértigo, que confunde a la 
percepción/consciencia, lo que nos da la oportunidad de producir algo inédito. Vital porque dicha 
transformación consiste en la creación de algo naciente en cada ciclo de vida, o situación traumática asumida. 
La crisis no es perdida de un objeto psíquico, ni de un rol o de una cosa concreta de la realidad exterior, sino 
que es la pérdida o el desprendimiento activo de la estructura que hasta ese momento nos determinaba. Es la 
suspensión de todo determinismo para poder coparticipar de una experiencia grupal desde un nosotros que 
nos permite la captación directa de la realidad, generando un acontecimiento. 
16 
 
La noción de crisis vital supone un cambio de mentalidad. 
Mircea Eliade explica que el hombre primitivo, antes de conocer, se transforma en lo experimentado sin 
confundirse, para nutrirse de su poder, que le permite orientar su accionar. En nuestros términos podemos 
decir que sufría una transformación por la coparticipación, la cual estimulaba la imaginación activa que busca 
el lenguaje adecuado para convertirse en conocimiento. 
Estas reflexiones fueron dando forma a lo que le sucedía a O. F Moujan cuando coparticipando en un grupo, 
un vínculo o una comunidad, vivía una transformación previa al conocimiento. 
La crisis vital, cuando es asumida, nos sumerge en la cultura viva, es un mundo de constante aparecer que 
dinamiza el universo dado de la lógica y la ciencia que hay que descubrir y combinar. El mundo cultural al que 
tenemos acceso en cada crisis vital es un presente continuo, al cual, como al rio de Heraclito, no podemos 
volver. Es un contexto de creación que nos invita a ser poetas por un instante y a buscar palabras con un 
nuevo sentido. 
Es una experiencia iniciática que por ser originaria nos muestra las infinitas posibilidades de las cosas, 
siempre y cuando no las focalicemos perceptualmente, sino que coparticipemos vivencialmente de un logos 
unitario. A esto se llama: identidad grupal, el nosotros. 
A partir de este Eros cultural el proceso de individuación lleva la marca del grupo. 
CAPITULO 1: “EL CONCEPTO DE CRISIS VITAL”. 
La crisis se produciría cuando los problemas superan las fuerzas reequilibradoras más tiempo de lo tolerable. 
Otros recursos deben ser movilizados para recuperar el equilibrio, con el consiguiente desgaste de energías y 
sobrecompensaciones patológicas. Este enfoque de crisis que G. Caplan nos propone es muy parecido al de 
síndrome del estrés o de adaptación que Selye definió en el campo médico. 
En ambos enfoques un organismo en equilibrio es afectado por momentos evolutivos (crisis evolutivas) o 
situaciones accidentales (crisis accidentales), modificaciones estructurales para restablecer la estabilidad 
perdida: situaciones de riesgo que es necesario enfrentar. De ellas se saldrá transformado, sobre adaptado o 
desorganizado. Ambos enfoques consideran lo biopsicosocial. Las estructuras están al servicio de lo evolutivo 
y lo adaptativo o equilibratorio. El mérito de esta teoría ha sido integrar los niveles psicosociales y dar bases 
firmes a la psicología preventiva. Los sistémicos han desarrollado este modelo. 
En el psicoanálisis la noción de crisis ha sido abordada indirectamente. El trabajo del duelo toma en cuenta 
las situaciones de perdida, tanto accidentales como evolutivas. 
Los dos modelos expuestos de crisis consideran la pérdida del equilibrio en relaciones estables de objetos, en 
sistemas intersubjetivos e intrasubjetivos; estructuras ligadas al desempeño evolutivo y accidental que las 
pone a prueba en su funcionalidad. Es el cambio objetal, no importa el motivo el que pone en crisis toda la 
estructura, haciendo perder el equilibrio generador de ansiedades y defensas. Un supuesto a priori de ambos 
enfoques es que estaríamos sujetos a estructuras determinadas que tratamos de restituir, ya sea repitiendo o 
cambiándolas, con la finalidad de restablecer el equilibrio interno y externo. En ambos, el concepto de crisis 
está ligado a un peligro que debemos superar, y es una oportunidad para realizar un cambio. Pero en ningún 
caso el peligro y la oportunidad se realizan dentro de una unidad alcanzada gracias al desapego que permite 
descubrir otra estructura, sin objetos (cosas y representaciones), pero con funciones, donde las partes 
conforman una unidad (están en función una de otra), que llamamos contexto participativo o campo de 
posibilidades. 
17 
 
El concepto de crisis vital parte de esta posibilidad: alcanzar un nivel estructural sin objetos previos donde la 
unidad y lo múltiple son la misma cosa; solo hay diferenciación por estar cada parte en función del resto. Es el 
contexto cultural el que presenta esta estructuración necesaria para el desarrollo de lo humano desde sus 
orígenes. 
Diferenciamos tres niveles estructurales: 
1. definido por la definiciones y configuraciones psicosociales que constituyen sistemas de interacción 
inestables. Hay que compensar o afrontar los frecuentes desequilibrios cambiando la estructura caduca. 
2. El segundo nivel es más psíquico. En él lo estructural inconsciente está dado por las configuraciones 
objetales o mundo representacional. 
3. El tercer nivel, mítico, está ligado a lo cultural. 
La estructura está conformada por partes o funciones que crean un campo de posibilidades o contexto de 
creación que promueve la imaginación activa. 
La imaginación activa o creativa transmuta el tiempo y el espacio dando nuevo sentido a lo percibido, lo que 
toma carácter de inédito, generando un acontecimiento captado a través de una imagen que no representa 
nada previo, sino la experiencia vivida. La imaginación activa ignora el tiempo y el espacio. 
En nuestro modelo de crisis vital no excluimos los otros modelos sistémicos y psicoanalíticos sino que los 
extendemos en un campo estructural sin objetos donde la experiencia vivida es original, generando 
acontecimientos (no solo sucesos), es decir, algo único e irrepetible, con densidad propia. Los sucesos están 
predeterminados y valen por el lugar que ocupan en la secuencia. 
Masalla de la perdida de sistemas, subsistemas, vínculos y objetos, estamos ante la pérdida de todo objeto y 
posibles relaciones que nos pone en un estado de crisis especial, que llamo vital, porque nos conecta con el 
origen de la vida humana, es decir con la cultura. 
“Crisis” porque crea un campo de posibilidades, y “Vital” porque nos conecta con la génesis del sentimiento de 
identidad y del pensamiento. La génesis es filogenética, es decir, que estamos ante una crisis que nos vuelve 
a colocar como protagonistas de la cultura cada vez que pasamos de un ciclo de vida a otro, dentro de un 
contexto globaldonde se desarrolla la historia como acontecimiento, no como relato. Pero también este 
pasaje estructural de cada ciclo esta en otra línea de continuidad que es la propia identidad. 
La estructura psicosocial es, como decíamos, un conjunto relativamente estable de relaciones destinado a 
cumplir objetivos específicos dentro de cada etapa vital. Terminada una etapa se necesita otra modalidad 
relacional para que el desarrollo y el crecimiento continúen de la mejor manera. Para ello es necesario pasar 
por una crisis vital. 
Una crisis vital pone en cuestión toda estructura de relación de objetos (psíquicos o sociales), ya sea de 
manera consciente o inconsciente, de manera tal que el yo quede subsumido (presente pero sin función 
prevalente) en la imaginación activa o creativa. 
Nuestro concepto de crisis vital no se agota en lo evolutivo, sino que se lo incluye, pero da importancia a todo 
proceso de transformación en cualquier momento del ciclo de vida. Transformación que supone desarrollo de 
la identidad y la imaginación activa creadora de acontecimientos. O sea que crisis vital es un momento dentro 
del proceso de la búsqueda de la identidad y de la creación humana en el devenir histórico. Alcanzada la 
primera etapa, permitirá enriquecer las otras crisis que hemos definido como psicosociales (evolutivas y 
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accidentales) e intrapsíquica (duelo). Consideramos fundamental el rescate de esta primera etapa crítica, 
porque garantiza que la estabilidad postcrisis no sea adaptativa, ni tendrá las características de un duelo 
patológico. En cambio estará en la línea de la identidad y continuidad histórica (lo que llamamos luego 
identidad cultural). No borra lo anterior ni reniega de ello, sino que lo transforma superando las estructuras 
objetales. 
En la crisis vital, lo que convoca a la coparticipación es siempre un valor (los valores es todo aquello que no 
es susceptible de identificación.; la única función que tienen es permitir la coparticipación. No son de nadie y 
por eso son de todos, como la ley). 
Cuando hablamos de identidad estamos hablando de un sentir profundo sobre quien es uno, dado que existe 
un desajuste entre uno y la realidad, entre nuestra imagen y lo que somos. No hay coincidencia entre el ideal 
y la persona, por eso surge la pregunta ¿Quién soy? El hombre necesita del sentimiento de identidad porque 
es incompleto y esta desajustado, la falta con la que nacemos nos hace esencialmente humanos y moviliza 
una búsqueda que jamás concluye. Sin embargo, el sentimiento de identidad esta generalmente oculto por la 
falsa ilusión de compleción a la que generalmente nos aferramos por identificación hasta que entramos en 
crisis. Y cuando entramos en crisis vital, la identidad ilusoria del yo es cuestionada y ocupa su lugar otra 
identidad que es fruto de la desidentificación ilusoria del yo que se incluye participativamente como parte de 
un grupo. Es un nosotros grupal o comunitario que nos arraiga culturalmente y nos transmite un sentimiento 
de identidad que compensara la falta a través de la coparticipación grupal. Esta es nuestra primera identidad 
grupal, que adquirimos al nacer, a través del grupo familiar representante de la cultura. Luego nos 
individualizamos y surge un nuevo sentimiento de identidad, que Erikson llamo “Identidad del yo”. 
Toda crisis vital nos pone en contacto con este grupo original que ocupara por un instante la falta a través de 
la coparticipación del contexto cultural o contexto de creación. 
Experiencia originaria no remite a los primeros días de un niño, sino al origen del ser humano. Origen mítico, 
previo a la palabra, previo a la historia. Es decir, estamos hablando de un origen lógico, no cronológico, que 
es el orden que permite explicar el acontecimiento que se produce cuando logramos alcanzar una crisis vital. 
Hemos definido “Crisis Vital” como un concepto limite 
entre los objetos y cosas y los valores; 
entre la civilización y la cultura, entre la imaginación pasiva y la imaginacion activa; 
en otras palabras, dicho concepto apunta a una idea de estructura diferente que da cuenta de un contexto 
creativo donde los objetos, las cosas y los roles son trascendidos por “las funciones” diferenciadas de un todo 
primero, simbolizado por una imagen donde la parte nos hace participar del resto, para luego alcanzar el 
símbolo lingüístico en el que las palabras ocupan el lugar de las cosas. Es decir, que el hablar, cuando es 
posterior a una crisis vital, no está solo predeterminado, sino que es un acontecimiento inédito que hace 
historia al dar cuenta de una experiencia originaria, que cambia la estructura determinada por la presión de los 
sistemas psicosociales y del inconsciente reprimido. 
 
CRISIS VITAL EN LA EDAD MEDIA DE LA VIDA. 
Este espacio psicosocial, la crisis media de la vida (espacio vital que se extiende entre los 35 y los 40/45 
años, según la personalidad del sujeto y su ámbito sociocultural), está muy relacionado con la adolescencia. 
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El desamparo ante el cambio estructural crea necesariamente un intento de grupalizacion o marginación 
temporaria que de tiempo para una mejor inserción. Hoy día, lo que vemos es una prolongación de la 
adolescencia hasta los 25 o 30 años, consecuencia de muchos factores, entre los que subrayamos: la falta de 
un futuro generador de proyectos de vida, sembrando más bien la incertidumbre; una sociedad cerrada por el 
consumismo liberalizado que desprecia la producción e idealiza la especulación; una cultura científica 
desarraigada de su cultura viva que deshumaniza el progreso como entidad paralela a la justicia y la 
solidaridad social: una tecnología que va reemplazando al hombre en los lugares de trabajo sin preocuparse 
de encontrar nuevas formas de inserción social y por ultimo un sistema de comunicación masivo que ha 
convertido la propaganda en el factor de poder más importante al dirigir la opinión pública. Todo esto quiere 
decir, que el hombre se está robotizando, pues se lo desarraiga, no se lo deja pensar libremente, se lo aísla 
efectivamente y se lo programa. 
La crisis consiste en: 
1. Cambios corporales: disminución en su rendimiento cuantitativo y en la tensión muscular. Trastornos 
funcionales; 
2. Cambios sexuales: cambios del ritmo sexual y de su intensidad. 
3. Cambios en la pareja matrimonial: mayor conocimiento y aflojamiento de la responsabilidad compartida 
con los hijos. 
4. Cambios con los hijos que pasan a ser adolescentes y por lo tanto la relación pasa a ser más 
confrontada que complementaria. Mas autónoma para todos. 
5. Cambios en las relaciones laborales, en las que ha dejado de predominar una búsqueda de una 
inserción social. Pasa a primer plano la realización personal. 
6. Cambios en la forma de pensar y de creer, donde la intuición busca un amplio espacio para el dialogo. 
Hay un trecho entre el pensar y el actuar. Y este pensar se disfruta enseñando, avalado por la 
experiencia. 
7. Cambio en el ritmo de vida al tener más conciencia del tiempo pasado y de la muerte más próxima. La 
vida ya no es algo que hay que ganar, sino para vivir con. Se valora más el minuto que lo que falta. 
Ante estos hechos no se puede dejar de pensar que se cerró un ciclo vital, se lo dice el cuerpo, los vínculos 
afectivos y laborales, la forma de pensar, su ubicación frente a la vida y la muerte. Una estructura hasta ahora 
útil para alcanzar los objetivos de la adultez (fundar una familia, insertarse socialmente, alcanzar los proyectos 
de vida planteados en la juventud) deja de tener vigencia y ponemos en duda si aceptamos los límites que el 
ciclo vital nos impone. Y lo impone en todas las áreas pues el cuerpo cambia sin preguntar, los hijos se 
vuelven adolescentes por su propio desarrollo, las relaciones laborales nos han ubicado en otro lugar de 
mayor responsabilidad, etc. ante semejante alud de cambios se movilizan, como ante toda crisis vital, dos 
mecanismoyoicos: los defensivos (evitan entrar en crisis vital. El adulto se aferra a lo que siente como 
perdida, sea incrementando vínculos narcisistas que lo ligan con la muerte puesta en el pasado, sea negando 
la verdadera muerte futura. Pasa el tiempo llorando lo perdido, identificándose con ello. Por otro lado, puede 
aferrarse al pasado como objeto ideal proyectado al futuro, negando maniacamente la realidad. Estas 
modalidades estructurales narcisistas fijan el proceso y no se entra en crisis vital) y los transformadores 
(cuando se movilizan estos mecanismos, la identificación proyectiva expansiva va desidentificando al yo de su 
tendencia a aferrarse a lo conocido, melancólica o maniacamente). 
El adulto alrededor de los 45 años vive una regresión .como en cualquier crisis vital. Pero con el matriz de ser 
realizada sin sostén, el balance lo hace uno mismo desde el grupo psicosocial incorporado como grupo “en si” 
del que forma parte. Esto nos permite mirar (durante la crisis) lo recorrido sin necesidad de realizar balances 
(bueno/malo, ganancia/perdida) pues en identidad grupal todo es vivido en la identidad con igual valoración. 
Es lo ilusorio lo que nos lleva a hacer balance respecto a un ideal que creo alcanzar o no. 
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Nuestra cultura científica, que llamamos robótica, exige construir balances pues lo que interesa no es el logro 
de la identidad, sino el de un lugar en la serie de los sucesos psicosociales. 
Los balances que se realizan deben ser contextualizados en una crisis vital que los conecte con la identidad 
cultural. Podemos suponer que la vigencia actual de esta crisis está dada por la importancia que hoy en día 
tiene este ciclo vital como nuevas propuestas que permiten superar el actual enfrentamiento generacional que 
pide cambios al sistema social y ciertas pautas culturales. 
El volver a las fuentes, propio de toda crisis vital, tiene en la crisis media de la vida la importancia que tiene un 
volver habiéndose recorrido un ciclo completo, que incluye por primera vez el logro de “un lugar en la serie de 
sucesos psicosociales”. No se trata ya de un futuro, sino de un pasado. 
Los dioses de la civilización actual nos robotizan y la crisis media de la vida rompe con esta mitología 
defensiva por no encontrarnos definitivamente solos, ante lo desconocido de la vida que jamás se podrá 
agotar. 
E. Jaques puso énfasis en la aceptación de la muerte como forma de transitar por esta crisis. Desde el modelo 
de crisis vitales agregaríamos “la muerte” del objeto de la pulsión que vuelve entones a superditarse al anhelo 
de ser, como lo fue en la primera identidad grupal y en cada crisis vital. 
Esta crisis vital provoca una importante transformación, que es la de recuperar nuestra condición de grupo, de 
un nosotros comunitario, que posibilita la interpretación de todo desde este lugar en la cultura. 
Cuando se ha salido de la crisis, se tiene nuevas respuestas para las perdidas. 
1. Ante la disminución corporal, responde con un cuerpo menos omnipotente y más dispuesto a 
compartir. 
2. Ante la disminución cuantitativa sexual, responde con una sexualidad que incrementa su capacidad de 
donación, participación e integración en la vida cotidiana. 
3. Ante la pérdida de los hijos responde con más hijos de la vida, en los nietos y alumnos. 
4. Ante los cambios del apego en la pareja, responde con un desapego donde lo compartido es todo, mas 
allá de los hijos. 
5. Ante los cambios en el trabajo, por tener menos impulsos para lograr objetivos, responde con un 
incremento de experiencia que permite dominarlo (no ser dominado) por objetivos más solidarios. 
6. Ante una creatividad menos impetuosa, responde con una creatividad escultórica en que cada paso va 
sugiriendo otro dialogalmente. Es una creación más contextualizada. 
7. Ante un ritmo menos acelerado, responde con un ritmo mas dinámico, emergente del consenso. 
Esta serie de notas conforma el encuentro con la sabiduría, que no es más información, sino una visión de la 
vida y del mundo más integrada desde la identidad que nos libera de falsas ilusiones. Entonces nos podemos 
mover en los detalles viendo lo general y en lo general cuidando los detalles. En la sabiduría no hay conflictos 
entre puntos de vista porque todos incluyen algo de verdad. Esta visión de respeto por todo, sin juicio 
valorativo a priori, es aportada desde la coparticipación que confiere a la palabra autoridad moral, que se 
obtiene por consenso. El punto de vista que da la sabiduría es la propia síntesis, fruto de una experiencia de 
vida sometida a crisis vitales que familiarizaran al individuo con lo comunitario 
La sabiduría permite que la madurez alcanzada después de la crisis no esté a merced de las presiones 
robóticas (alienantes) de la civilización actual o la proyección narcisista de un grupo sobre el líder, pues la 
mujer o el hombre maduro no se ofrecen como imagen ideal, sino como escena, donde forma arte de un 
contexto. 
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Esta superación del “lugar”, como espacio acotado por el rol social, es lo que permite al hombre/mujer maduro 
descubrirse “grupo” y vivir desde esa identidad grupal y hablar desde allí con sabiduría y autoridad. Pero 
también supera el tiempo con la exogamia de sus hijos y especialmente con el advenimiento del nieto. 
Con la madurez descubrimos que la vida esta mas alla de la muerte. La vida, que esta mas alla de un tiempo 
y un espacio (crisis vitales) mensurables, aparece en la madurez de una manera más permanente cuando el 
objeto que nos tiranizo siempre, se vuelve configuración viviente. 
El cuerpo frágil empieza a hablar de otra manera, muestra la diferencia entre lo permanente y lo caduco, el 
sentido del dolor, la fecundidad de la comunicación por el desapego, la vida como conflicto, el inconsciente 
cultural como transformador y vital, la unión intrínseca entre el amor y la sexualidad. 
Se han sentado las bases para enfrentar el ultimo capítulo de la vida: la ancianidad. 
CAPITULO 5. 
L. HORSTEIN. 
AUTOESTIMA E IDENTIDAD. 
Narcisismo y valores sociales. 
La autoestima es una experiencia afectiva y cognitiva, y desempeña la función de termostato emocional, pues 
modula el impacto de las emociones negativas, evitando que se extiendan al resto de la vida. 
¿De qué se alimenta la autoestima y de que se realimenta? Para algunos se nutre principalmente de factores 
externos: el éxito laboral, la apariencia física o el amor de otros significativos. Para otros se nutre de 
realizaciones sublimadas. 
CREATIVIDAD Y AUTOESTIMA. 
La autoestima necesita de estrategias de sostenimiento, desarrollo y protección. Algunas personas realizan 
enormes esfuerzos por proteger la autoestima: negación de la realidad, huida o evasión, agresión hacia los 
demás, sacrifican diversos aspectos de la calidad de vida y se torturan ante exigencias por expectativas 
propias y ajenas. 
No nos olvidemos de lo social al pensar la autoestima. Un individuo apático es un individuo no motivado por la 
sociedad ni por el mismo. Yo soy a la vez dos: el que creo que soy y el que espera algo de mí (ideales). 
Espero logros, relaciones, pero también cosas impalpables como reconocimientos y afectos. 
AMOR A SI MISMO NO ES SOBERVIA. 
El amor propio, la imagen y la confianza en sí mismo son indispensables para la autoestima. 
Amor a sí mismo es un modo de decir. Incluso puede confundirse con la soberbia. Supone quererse 
aceptando defectos, límites y fracasos. Este núcleo de amor a uno mismo no depende exclusivamente de los 
logros y vínculos actuales. Su presencia consigue resistir la adversidad y sobrellevar decepciones. No impide 
sufrimientos ni dudas, pero protege de la desesperanza. La soberbia es ciega. 
Ese amor a uno mismo depende de cómo fuimos y somos amados y valorados. 
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La autoconfianza se alimenta del sentirse capaz de actuar satisfactoriamente en situaciones diversas, sin 
atormentarse mientras se las enfrenta. A diferencia del amor

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