Logo Studenta

analisis situ socioeco venezuela

¡Estudia con miles de materiales!

Vista previa del material en texto

Universidad Panamericana del Puerto
Facultad de ciencias Económicas y Sociales 
Escuela de Contaduría Pública 
Situación Socio Económica de Venezuela
La migración de los hidrocarburos es un proceso complejo que involucra un movimiento del petróleo y el gas de su roca madre de grano fino a las rocas reservorio permeable de grano grueso. En primer lugar, debe establecerse una distribución importante entre migración primaria y la migración secundaria. 
La migración primaria es el movimiento del petróleo y el gas de la roca madre a una capa más permeable, o roca transportadora, generalmente una arenisca o caliza. 
En la migración secundaria, el petróleo y el gas se mueven a través de las capas transportadoras para acumularse en una trampa petrolífera. La migración secundaria puede ocurrir sobre grandes distancias.
El petróleos de Venezuela encabeza el grupo de las 600 empresas más destacadas de los países subdesarrollados y ocupaba para 1987 el cuarto lugar en ganancias generadas por empleado entre las 22 empresas internacionales más importantes. Venezuela es el país de la OPEP con mayor capacidad de refinación (1.357.000 barriles diarios, de los cuales el 57% es el local y el 43% en el exterior). Esto se ha logrado mediante la participación accionaria en ocho refinerías en el exterior, en las que se procesan 450.000 barriles diarios, más los correspondientes a la operación de la refinería "Isla" en Curazao. En 1988 la actividad de refinación experimentó una significativa expansión del 8,4%, lo que determinó el crecimiento de la actividad petrolera global con respecto a 1987.
Recientemente se ha hecho el mayor descubrimiento de crudos livianos y medianos de los últimos treinta años. Los resultados iniciales indican la existencia de enormes acumulaciones de petróleo en la parte nororiental del país. Se han añadido 1.200 millones de barriles a las reservas probadas de crudos livianos y medianos, de bajo contenido de azufre. La producción en esta área comenzó en 1987 y se espera que alcance el medio millón de b/d para los comienzos de la década de los años noventa.
En consecuencia, las reservas probadas de Venezuela se colocan en más de 58.000 millones de barriles, que a las presentes tasas de producción, tendrían una vida útil de 100 años. Debido a la magnitud de nuestras reservas, Venezuela se coloca en uno de los primeros lugares después del Medio Oriente y de la Unión Soviética. Este último factor así como la proximidad geográfica a los consumidores más importantes, impulsó la estrategia de aumentar la presencia de Venezuela en el mercado a través de inversiones directas en el sector de refinación y comercialización de los países consumidores.
Es interesante observar cómo se ha enfrentado la industria petrolera nacionalizada a un mercado internacional sumamente debilitado y competido para poder sortear las violentas fluctuaciones de los precios del hidrocarburo.
El territorio ahora conocido como Venezuela fue colonizado por España en 1522, en medio de la resistencia de los pueblos amerindios. En 1811, se convirtió en uno de los primeros territorios hispanoamericanos en declarar la independencia, que no se estableció de manera segura hasta 1821, cuando Venezuela era un departamento de la República Federal de la Gran Colombia. Se separó como un país independiente en 1830. Durante el siglo XIX, Venezuela sufrió la agitación política y la autocracia y permaneció dominada por caudillos regionales hasta mediados del siglo XX. Desde 1958, el país ha tenido una serie de gobiernos democráticos. La crisis económica en los años 1980 y 90 llevó a varias crisis políticas, incluidos los mortales disturbios del Caracazo en 1989, dos intentos de golpe de estado en 1992 y el juicio político al presidente Carlos Andrés Pérez por malversación de fondos públicos en 1993. Un colapso en la confianza a los partidos políticos existentes llevaron a la elección en 1998 del ex-oficial de carrera Hugo Chávez, implicado en el golpe, y el inicio de lo que llamó la Revolución bolivariana. Chávez comenzó su gobierno convocando a una Asamblea Constituyente en 1999, donde se redactó una nueva Constitución que cambiaría el nombre oficial del país a República Bolivariana de Venezuela.
Para 2010, Venezuela tenía las reservas petroleras más grandes del mundo y era uno de los principales exportadores mundiales de petróleo, antes de la explotación del petróleo, el país era un exportador de productos agrícolas, como café y cacao, pero el petróleo rápidamente alcanzó a dominar las exportaciones y los ingresos del país. La sobreoferta mundial de petróleo en los años 1980 condujo a una crisis de la deuda externa y a una prolongada crisis económica. La inflación se disparó en 1996 y las tasas de pobreza aumentaron al 66 % en 1995. Para 1998 el PIB per cápita cayó al mismo nivel que en 1963, una tercera parte de su máximo, alcanzado en 1978. El gobierno de Hugo Chávez se caracterizó por su ideología antiimperialista y un cambio en la geopolítica del mercado petrolero buscando nuevos mercados15​ y apoyando a países carentes del recurso petrolero, se incrementó el gasto público con la teoría de distribuir la riqueza y creció la deuda externa a más de 118 mil millones de dólares de manera descontrolada16​17​ que a pesar de tener un boom petrolero las consecuencias se notarían años después18​ el ingreso de divisas que se invirtieron en gran parte en políticas de bienestar social, mientras la producción nacional venezolana se vio estancada durante los primeros años de su gobierno, aumentando el gasto social y temporalmente reduciendo la pobreza y la desigualdad económica, gracias en gran medida al aumento de los precios del petróleo que favorecieron el aumento de los ingresos del país.
Años más tarde, la reducción de los ingresos debido en gran medida al excesivo gasto público, el aumento de las importaciones, la corrupción, la caída de la producción nacional debido al excesivo control del estado y políticas económicas que terminan ahogando al sector privado,​ se citan ampliamente como factores que desestabilizaron la economía del país.​ Esto condujo a una crisis generalizada que trajo como consecuencia hiperinflación, depresión económica, escasez de productos básicos y aumentos drásticos del desempleo, la pobreza, las enfermedades, la mortalidad infantil, la malnutrición y el crimen.​ A fines de 2017, las agencias de calificación crediticia declararon a Venezuela en mora con los pagos de la deuda.​ En 2019, la Alto Comisionado para los Derechos Humanos de las Naciones Unidas emitió un informe donde señala que el gobierno venezolano ha incurrido en sistemáticas violaciones a los derechos humanos.
La economía venezolana acumula en los últimos cuatro años una caída abismal del PIB cercana a 40%, en un cuadro de escasez que no solo afecta a las empresas por la ausencia de insumos, materias primas y bienes de capital importados, sino a la población en general que hoy dedica buena parte de su tiempo de vida a la búsqueda de bienes esenciales para la subsistencia. El Banco Central de Venezuela (bcv) se ha quedado sin reservas internacionales operativas, en un contexto en el que los menguados ingresos petroleros ya no alcanzan para cubrir la pesada carga de obligaciones financieras externas heredadas de la bonanza, que en promedio se han comido 45% de las exportaciones anuales de la economía durante los últimos cuatro años. Para cubrir el desequilibrio externo, el gobierno de Maduro ha recortado las importaciones ¿Cómo explicar la catástrofe económica venezolana? Leonardo Vera Venezuela está inmersa en la más severa crisis económica que haya encarado país latinoamericano alguno en la historia moderna, con sombrías perspectivas de recuperación económica en el corto plazo y sin que se vislumbre una voluntad política decisiva para diseñar e implementar un programa económico integral, que atienda los desequilibrios macroeconómicos, las profundas distorsiones de los precios relativos y la disfuncionalidad de instituciones que mantienen laeconomía en un estado de caos. Leonardo Vera: es doctor en Economía por la Universidad de East London. Se desempeña como profesor titular de la cátedra de Macroeconomía de la Escuela de Economía de la Universidad Central de Venezuela (UVC) desde 1987. Trabaja como consultor y asesor en el área de planificación de escenarios y se especializa en macroeconomía del desarrollo, macroeconomía financiera y políticas públicas para el desarrollo económico. Palabras claves: crisis, economía, redistribución, renta petrolera, Nicolás Maduro, Venezuela. Este artículo es copia fiel del publicado en la revista, marzo-abril de 2018, ISSN en casi 76% en el mismo periodo. Con inmensas dificultades para cubrir la demanda interna de divisas, el rígido mecanismo de control de cambios que ha regido el país desde 2003 ha colapsado y, desde septiembre del año pasado, la economía se ha quedado sin mercado cambiario legal u oficial y a merced de un mercado paralelo no legalizado, cuya tasa de cambio ha adquirido un comportamiento explosivo. El sector externo no es el único en problemas en Venezuela. La economía atraviesa una crisis fiscal como resultado de la pesada carga de la deuda externa acumulada, de la caída de los ingresos petroleros y de la no menos importante caída de los ingresos de origen no petrolero, que han sido erosionados por la inflación. El país ha entrado en un proceso de hiperinflación que, según los datos del índice de precios que publica la Asamblea Nacional, movió los precios en el último trimestre de 2017 a una tasa promedio mensual de 62%. El proceso de aceleración inflacionaria, que retrospectivamente se remonta a finales de 2012, ha acabado por completo con los logros transitorios y cíclicos de los programas de desarrollo social de la Revolución Bolivariana. En solo dos años, entre 2015 y 2016, 10 millones de personas fueron enviadas al casillero que se ubica por debajo del umbral de pobreza, y de acuerdo con el proyecto Encuesta de Condiciones de Vida (Encovi), cerca de 80% de los hogares se encontraba en situación de pobreza para finales de 2016 . ¿Cómo se explica esta dinámica que ha convertido a un país tradicionalmente percibido como próspero en una sociedad aplastada por una catástrofe que ya adquiere signos humanitarios? Desde luego, hay factores estructurales que condicionan el devenir de ciertas economías y preparan el terreno para el advenimiento de una crisis. En el caso venezolano, la persistente dependencia de un recurso natural exportable cuyos ingresos exhiben un comportamiento altamente volátil, la tendencia a acumular gestiones fiscales deficitarias, el peso excesivo del Estado en la economía, el escaso dinamismo del sector privado no petrolero para proyectarse internacionalmente, la alta dependencia de las importaciones, la sobrevaluación crónica de la moneda, la caída secular de la productividad, son todos factores que se conjugan para proyectar, con un elevado grado de certeza, el advenimiento de una crisis. También puede apelarse a la caída abrupta del precio del petróleo y de los ingresos de origen petrolero como la razón que explica el advenimiento de la crisis, y no ha faltado quien se aferre a ese argumento.
Venezuela arranca el 2022 con desafíos persistentes, pero también con algunas oportunidades tangibles. Quedaron atrás las aspiraciones poco realistas de una salida inmediata del chavismo, dejando espacio para la eventual construcción de una convivencia democrática. Pero para que ocurra cualquier cambio positivo, el gobierno de Maduro y la oposición democrática deberán volver a la mesa de negociaciones, donde han establecido una plataforma para la coordinación y el progreso temas en como la restauración de las instituciones democráticas, la ayuda humanitaria y, en última instancia, una salida electoral. La comunidad internacional, especialmente Estados Unidos, será un actor clave y no debe caer en la inercia. En la Venezuela de 2022, los pequeños esfuerzos pueden lograr una diferencia real en la vida de los ciudadanos.
Sería fácil, incluso defendible, que los removidos de la democracia en Venezuela se retiraran de la lucha. Para muchos, simplemente no hay una lista clara de cosas por hacer, y existe el temor siempre presente de que cualquier participación directa en los problemas del país simplemente envalentona a los autócratas. Pero una mirada más cercana revela varias cosas en juego que podrían marcar una diferencia material en la vida de los venezolanos y mantener vivas las opciones para la redemocratización en el futuro. Consideramos cuatro cosas a tener en cuenta en el próximo año:
Como era de esperarse, las elecciones regionales de noviembre de 2021 fueron dominadas por el partido gobernante. En un panorama mayormente sombrío, solo cuatro de las 23 gubernaturas fueron ganadas por la oposición, aunque hubo algunos puntos positivos. La contienda en Barinas, ciudad natal de Hugo Chávez y bastión tradicional del chavismo, se decidió finalmente tras una nueva votación orquestada por el régimen de Maduro el pasado 9 de enero tras una derrota en noviembre. Sorprendiendo a muchos observados, el régimen perdido por segunda vez, revelando la falta de un amplio apoyo hacía al partido de gobierno, especialmente fuera de Caracas. Los resultados electorales a nivel local refuerzan este análisis, donde un tercio de las 335 alcaldías se fue a candidatos distintos al oficialismo, frente a solo 29 en las elecciones regionales de 2017.
No será un camino fácil, ya que los recursos y el poder en última instancia aparecerá residiendo en el gobierno central, pero como los gobernadores y alcaldes de la oposición han descubierto en el pasado, hay mucho que se puede lograr para mejorar la vida de los ciudadanos venezolanos y eso ayudará a reforzar el apoyo a las fuerzas democráticas en el futuro. La comunidad internacional puede apoyar a estos funcionarios locales si no los castiga por haber resultado en una elección impugnada, como ha sucedido en el pasado. Más bien, los actores internacionales se acercarán y ofrecerán tanta ayuda como sea posible para reforzar las oportunidades a nivel local.
Los actores internacionales también pueden aportar mucho para lograr la “reinstitucionalización” del país, definida por algunos actores de la sociedad civil como el proceso de preservar y fortalecer lo que queda de las instituciones democráticas, mientras mantienen la puerta abierta para a una restauración plena la democracia en el futuro. Al aceptar que el restablecimiento de la democracia en Venezuela no se producirá en un solo fin de semana de dramáticos juegos de poder o una marcha masiva hacia el palacio de Miraflores, sino de manera gradual, muchos venezolanos se concentrarán en estos cambios más modestos.
Como ejemplo reciente, el nombramiento negociado de un Consejo Nacional Electoral más equilibrado por parte del gobierno de Maduro en 2021 permitió algunas mejoras en el aún proceso electoral de noviembre. Está previsto que en los próximos meses se lleve a cabo un proceso de renovación del Tribunal Supremo de Justicia. Las fuerzas democráticas y sus posiciones internacionales deben aprender de la pequeña victoria en el nombramiento de la autoridad electoral y tratar de influir en la renovación del poder judicial, contribuyendo aún más al proceso de reinstitucionalización.
Una segunda área en la que la comunidad internacional puede ser útil en la promoción de la unidad entre la oposición. 
La oposición democrática es justificadamente sensible a este persistente llamado a la unidad, que se percibe como injusto dada la amplia variedad de partidos democráticos en cualquier otra democracia. Aun así, en las recientes elecciones de noviembre, el analista electoral venezolano Aníbal Sánchez que la unidad básica le habría ganado a la oposición seis gobernaciones adicionales, mientras que una coordinación más profunda podría haberles ganado hasta diez.
La falta de unidad fragmenta las fuerzas democráticas de manera destructiva tanto para ganar elecciones como para mostrarle al pueblo venezolanoque tiene los medios para abordar los problemas del país. La caída en picada del apoyo a la oposición desde un máximo de más del 60 por ciento hasta el mínimo de los 10 hoy demuestra el costo de esta debilidad. Se debe fomentar a la oposición a desarrollar nuevos mecanismos para seleccionar líderes, lo que permitiría una expresión más amplia de la democracia que no descartar a sectores enteros de la oposición como colaboradores del gobierno de Maduro y se aleja del tóxico personalismo que ha sido la ruina del sistema político de Venezuela desde su inicio.
Un problema persistente en la cuestión de la unidad es el estado del gobierno interino de Juan Guaidó, que se constató hace tres años como un polo alternativo al gobierno después de que la Asamblea Nacional de 2015 liderada por la oposición declaró ilegítima la presidencia de Nicolás Maduro . Por tercer año, los miembros de la Asamblea Nacional de 2015 se entregaron a multas de diciembre para extender el mandato del gobierno interino. Sin embargo, han cambiado la estructura de toma de decisiones de una presidencia a una comisión delegada de 18 miembros de la Asamblea Nacional, que prestó juramento el 7 de enero.
Pero a pesar de la controversia que ocasiona, hay una oportunidad para el gobierno interino, que aún cuenta con el apoyo de muchos venezolanos y es reconocido por Estados Unidos y unos cuantos países más. Significativamente, tendrá un rol en la gestión de los activos venezolanos en el extranjero y podría proporcionar una plataforma para la acción coordinada si es inclusivo y establece vínculos consultivos con todos los partidos políticos y con la sociedad civil.
Las oportunidades para un cambio mejorarían con la continuación de la plataforma de negociación establecida en la Ciudad de México el año pasado. Las tres rondas de conversaciones hasta la fecha, con la facilitación de Noruega, han sido productivas pero un poco vacilantes, y terminaron en noviembre tras la retirada del gobierno por la extradición del socio y enviado de Maduro, Alex Saab, de Cabo Verde a Estados Unidos.
Las negociaciones contarán con la mayor participación de mujeres que cualquier iniciativa previa, dos en cada lado, y explorarán la inclusión de la sociedad civil en futuras conversaciones. Además, surgió un marco político que estableció una relación cuasi respetuosa y afirmó en gran medida la convivencia política como meta intermedia, dejando de lado los esfuerzos por una salida de suma cero. No hay garantía de que las negociaciones se reanuden, pero sería una gran oportunidad perdida si no lo hacen.
El desarrollo de una plataforma de negociaciones semipermanente podría crear algunas aperturas para la cooperación en el próximo año, particularmente en temas humanos que requieren la liberación de activos venezolanos en el extranjero, activos que la oposición controla pero que necesitan ser coordinados con el gobierno de Maduro para poder ser utilizado con multas humanitarias.
Otra posibilidad, en gran parte aspiracional en este momento, debería al menos requerir. Muchas propuestas para restaurar las instituciones democráticas en Venezuela exigen una forma de gobierno de concertación. Tales ideas no son realistas, dada la insistencia de ambas partes en adherirse estrictamente a la constitución venezolana, que no permite tal concesión. Pero podría haber espacio para canalizar muchas decisiones nacionales a un organismo de negociación establecido para su resolución y colaboración.
Por lo tanto, las negociaciones de la Ciudad de México han preparado el escenario para avances pequeños pero persistentes en asuntos humanitarios e institucionales. En última instancia, podrían proporcionar la plataforma donde podrían tomarse decisiones más importantes sobre una salida electoral. Es imperativo que las negociaciones continúen.
El actor clave para apoyar la siguiente y ampliar la mesa de negociación es Estados Unidos. Abandonando su postura previa de oposición a las negociaciones, Estados Unidos ahora consiente e incluso ofrece apoyo condicional para ellas. Pero para lograr un progreso real, los Estados Unidos tienen que estar más involucrados, poniendo el levantamiento de las sanciones sobre la mesa como apalancamiento para crear condiciones para un progreso sustancial.
Algunos venezolanos han propuesto una “hoja de ruta” que permitiría a Estados Unidos y al gobierno de Maduro alinear claramente las concesiones con los beneficios. Por parte de Estados Unidos, esto giraría en gran medida en torno a ofrecer un alivio de las sanciones en apoyo del progreso democrático dentro de Venezuela, en estrecha coordinación con la oposición democrática. Dada la facilidad de la imposición de la mayoría de las sanciones, estas concesiones podrían emplearse de manera segura sin temor a envalentonar o fortalecer al gobierno de Maduro.
Este año no tendrá el drama del 2021, que presentó grandes expectativas para la administración de Biden seguida de elecciones clave en Venezuela. Pero no deben perderse las oportunidades de mejorar la terrible situación humanitaria del país, reconstruir o preservar instituciones clave, mejorar la unidad entre las fuerzas democráticas y permitir que los funcionarios locales y otros gobiernen con al menos cierta eficacia.

Continuar navegando