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Cronica la otra cara

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CRÓNICA 
 
LA OTRA CARA DEL CONFLICTO 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Jhoana Grajales Montes 
Diego Alejandro Hurtado Aroca 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Universidad Tecnológica de Pereira 
Facultad de Bellas Artes y Humanidades 
Humanidades II 
2018 
LA OTRA CARA DEL CONFLICTO 
 
Los sucesos narrados a continuación, son hechos reales, los nombres de los personajes pueden 
cambiar para proteger la identidad, confianza y seguridad de las personas involucradas. 
Juan José es un joven de veintidós años, es de contextura delgada, de barba muy bien definida, 
con aretes en sus orejas y un pequeño piercing en una ceja, un par de cicatrices visibles en su 
cuerpo, múltiples tatuajes los cuales ha expresado que fueron rezados al momento de realizarlos, 
- “son tatuajes de protección”- dice, además tiene una lesión en uno de sus brazos lo cual limita la 
flexión y extensión de este. Juan José tiene dos pequeños hijos, de no más de cuatro años, los 
cuales no viven con él, pero lo visitan seguido. Está a punto de graduarse como barbero, lo cual 
es un hobby que le apasiona y expresa un gran ánimo de ingresar al SENA a estudiar una carrera 
con fines agropecuarios para poder ayudar a su mamá en la finca. 
En su preadolescencia, Juan José fue Boy Scout durante cinco años, se desempeñó como guía de 
patrulla, de los búfalos. Tras salir de los Scout se integró al Club Interact de rotarios, del cual se 
retiraría tiempo después. 
Le preguntamos: - ¿Juan Jo, ¿Cómo empezó todo? -. Yo durante mi infancia, viví en Pereira con 
mis papás y mis hermanos, después de la crisis de Babaria, nos fuimos para Ibagué y luego para a 
una finca en Quimbaya. - ¿Cuándo empezó todo? - . Cuando vivía en la finca, llegó un chino en 
un caballo pidiendo caña, y en esos tiempos el chino tenía un celular, un 1200, me pareció muy 
chévere, ese fue el primer parcero que tuve, “el juanete”, me llego a la finca ese marica. Entramos 
a estudiar a sexto y ahí empezamos a vender marihuana y otras sustancias, éramos como decir los 
jíbaros del colegio, pero no le trabajamos a nadie, comprábamos lo de nosotros y lo revendíamos. 
Ya en el colegio conocí a Carlitos y nos empezamos a conocer todos y ahí desde niños, todos 
pequeños, ya empezamos a pelear, nos “parábamos”. Al combo de nosotros nos decían los 
pitbulls, ya después más grande empezamos a fumar marihuana, vendíamos, pero nada más. 
Ya en noveno, me Sali de estudiar, mi novia quedo en embarazo yo tenía 16 años y para el mismo 
tiempo, me vine a vivir otra vez a Pereira donde una tía. Estudie en la julita, eso fue para décimo, 
pero no me iba bien en el colegio y paila ya después me regrese para Quimbaya. Los parceros ya 
estaban más parados, mientras yo no estuve, llegaron los cuchos, los patrones, llegaron a 
reclutarlos, a armarlos, a darles droga para la venta y les dijeron que cogieran el pueblo para 
ellos, cuando llegue, no tenía donde vivir ni nada, entonces ellos me dijeron que me fuera a vivir 
con ellos y que trabajara con ellos. 
Recién llegué yo estaba fumando en una esquina y bajaron los muchachos, “que JuanJo, vamos a 
ir a camellar a los jíbaros de allí abajo, nos vamos apoderar de esto acá”, y yo sí, entonces que, 
que tenemos, ellos, “no nada tenemos los dos changones que nos dieron los patrones” y yo no y 
yo que, entonces por allá Julito, el que nos sapio, el que ya camellamos, “no, tome yo le presto 
este” y sacó un cuchillote, yo cuando eso nunca había matado, no había apuñalado, yo solo me 
paraba a los puños, firme- si me entiende- me daba muy duro con los otros, pero solo puños, 
también me paso la chaqueta, me la puse y bajamos. Eso era una cancha oscura, con un camino 
así tipo carrilera y en la última cuadra estaban los manes sentados, estaba la novia del man, el 
man que teníamos que camellar y dos bazuqueros. Entonces llegamos nosotros y llegó Menor y le 
puso el Changon y lo cargo delante de él y sonó un clic y lo volvió a cargar y volvió y sonó 
igual, no le estalló ese tiro y ahí mismo el man arrancó a correr, nosotros salimos detrás del man 
y como hay una cancha y es oscura , casi no veíamos, yo le dije a uno de los muchachos, bum, 
bum, pero se resbaló y mandó el tiro al piso, esa chispa nos encegueció y el man se nos 
desapareció. Entonces nos pusimos a ver alrededor y yo lo alcance a ver subiendo por los 
alrededores de la cancha y le arranque, me metí por una maleza unas piedras y escombros, eso es 
el Grisales y como lo tumbó el terremoto entonces hay muchas casas caídas y todo, yo me subí 
por ahí, le pase por el lado a un pitbull, pues ese perro ya me conocía, entonces no me tiraba; la 
verdad yo no sé cómo alcance a ese man, pero cuando lo alcance, le pegue una puñalada en el 
estómago, con forme le metí el cuchillo el man callo, le pegue las tres primera puñaladas y 
cuando iba a mandar la cuarta, se me resbalo el cuchillo y me cortó, ahí sí fue cuando me 
endemonie, -imagínense que yo hasta degollé a ese man-, ahí fue cuando salió un man de una 
casa y “oe oe, no lo maten ahí” y yo lo insulte y le dije que si también se quería hacer matar y el 
man se entró, yo seguí ahí encarnizado, dándole puñaladas en la cabeza, ahí fue cuando llegó 
Menor y seguía tratando de dispararle, pero no le funcionaba, le pegamos cachazos en la cabeza, 
cuando llegó el otro parcero, el marica ni me corrió y descargo el disparo de una vez, cómo sería 
eso, que el disparo me tumbó de una vez, todos dijimos, no ese man se murió y arrancamos a 
correr. -El Grisales es como una montaña-, nos tiramos de esa montaña allá abajo, corrimos la 
carrilera, llegamos a la cancha municipal, yo todo ensangrentado, ahí nos estaban esperando en 
bicicletas, ya los tombos estaban volteando ensirenados por todo eso y ya, nos escondimos y no 
pasó nada, nos apoderamos nosotros de ese pedazo. 
Dos días después estaba yo relajado en un palo de limón cerca del pitbull, cuando el man, 
caminando como un cangrejo, todo cocido. 
 
-” Nosotros todos sorprendidos escuchando como Juan José contaba, como si le hubiera 
sido muy sencillo matar al primero y resultar que no había muerto, es algo que hace 
preguntar cómo funciona en realidad la mente humana”. 
 
- ¿Como así, no lo mataron, después de todo lo que le hicieron, quedó vivo? -, -Nada, yo apenas 
lo vi, tragué saliva, el man se llamaba Fercho, yo fui a saludarlo, y yo- ¿huy Fercho, que le paso? 
-, el man llego y me miro, y él man respondió, “huy marica, no casi me matan”, yo le dije huy si, 
casi se lo llevan. El man ya no volvió a vender ni nada, entonces lo dejamos sano. 
-” Hasta donde llega el cinismo de él, que se le acerca a saludar sabiendo que 
prácticamente por poco y lo mata, que de buenas que no lo reconoció esa noche”-. 
-Por ese tiempo Carlitos se nos perdió debiendo un poco de plata, nos llegaron los patrones y nos 
dijeron que respondíamos o paila, nosotros en una finca, el camilo, Pablito y yo cuando eso y nos 
sacaron severo machete, no, así de película¡ Pero nada los cuchos no nos hicieron nada, nos 
dieron más vueltas, nos dieron más armas, ahí fue cuando nos mandaron al primer man, el primer 
sicario, pero yo no sicariaba ni nada, yo quede como vendedor, pero yo no vendía, yo tenía los 
vendedores, ya teníamos medio pueblo y estaba encargado de la crespa, el perico y el bazuco. Ahí 
ya nos dieron moto y nos dejaron a cargo de todo eso. 
Mi hijo estaba muy pequeño, yo estaba viendo mucho peligro y un día cualquiera llegó el camilo 
y me dijo “perro, usted por qué no se sale, para que usted vea crecer el niño. Eso me quedó 
sonando, yo lo pensé varios días y tomé la decisión de salirme. Para ese entonces, me salió 
trabajo aquí en Pereira en la fábrica de icopores, ya me vine a trabajar a Pereira recién cumplidos 
los 18, me traje a mi mujer, a mi hijo, fueron muchas cosas buenas las que pasamos aquí, trabajé 
seis meses allá, pero una vez nos requisaron a la entrada de la empresay como yo fumaba 
marihuana, me encontraron la pipa y todo y me echaron me quedé dos meses más, pero no, nada 
me gaste lo de la liquidación y me devolví para Quimbaya. Cuando llegue, llegue a vivir a la casa 
de mi suegra. Mientras estuve por fuera, Camilito se calentó, porque quería acabar con todos los 
duros del pueblo, entonces se fue de ahí, en esos mismos días, fui con mi mujer hacer vacunar al 
niño, y en el pueblo, nos encontramos a la novia del Camilito, estaba embarazada y todo, ella ya 
nos contó lo que pasó y llamó al Camilo para que yo hablara con él, no, la mera alegría¡, me dijo 
que iba a ir a saludarme. Cuando llegó Camilo, se apareció uno de los duros y se miraron ahí, 
pero nada, yo entre a Camilo para la casa y no pasó nada, nos fumamos las baretos y ya, solo me 
dijo que volvía al otro día. 
Al día siguiente, mi papá y mi mamá llegaron a visitarme y en esas, llego el camilo en una bóxer 
2 nueva y llegó así todo loco sin casco, se bajó me dio la mano y me dijo -“ vea ahí le manda el 
patrón y no me vaya a decir que no, que yo sé que usted los necesita, vea para el niño, para la 
casa y el patrón le manda a decir que si quiere entrar a trabajar, móntese si quiere que el patrón lo 
está esperando”-, yo ni lo pensé ni nada con mis papas esperándome, yo no, qué va, me monte en 
esa moto y arrancamos como locos, llegamos a una casa y ahí conocí al diablito, el diablito era el 
terror de Cartago, era un chino de 17 años, --cuando lo veían llegar, se le escondían o las cuchitas 
se echaban la bendición y decían “ Ay dios mío, llegó la muerte”, ese mato 86 taxistas, también le 
decía la mancha amarilla de Cartago, los patrones le decían risas, porque era un negrito que 
mantenía riéndose--. – marica los malos son los que más se ríen. - Ahí estaba con bemba y el 
patrón, esos eran los duros de Pereira, Cartago, Alcalá, Montenegro, Armenia ah y otros. El 
patrón fino, me dio la bienvenida y me dijo “fino parcerito usted es de los que conoce el pueblo, 
vamos es a trabajarle”. Me quedé como hasta las diez de la noche y yo había salido de la casa 
como a las cuatro de la tarde, yo les dije que ya me tenía que ir y me llevaron a la casa. 
Lo primero que empecé hacer con ellos, fue guardar unas estopas en la finca, volteaba, vendía y 
fino. Tiempo después el patrón se tenía que ir y me dijo “Yo le voy a dar la confianza a usted, le 
voy a entregar todos los negocios, le voy a soltar todo Quimbaya, si veo que le va bien, le voy 
soltando más, necesito que consiga trabajadores para que empaquen todos los días, la finca para 
guardar armas, plata y la mercancía”. Y empezamos a facturar, la mejor droga era la de nosotros, 
la teníamos marcadas con un sello y el que tuviera droga y no tuviera de ese sello, lo 
fumigábamos. Cogimos todo el mercado de Quimbaya, todos los barrios, Solo nos faltaba la 
ciudadela. Un día cualquiera yo estaba con la nena, estábamos comprando una avena y pasó un 
man en una XT, el que mandaba la ciudadela y me dijo “pronto va a caer”, las cosas quedaron 
así. Esa noche yo iba en la moto, una Biwis envenenada, yo iba por el centro, cerca de la estación 
de policía, cuando tres DT acelerando, pararon ahí y me vieron y de una empezaron a 
perseguirme, yo arranqué, me metí por la calle de la alcaldía en contra vía, y esos manes detrás, 
yo me hice todo el recorrido hasta el barrio, pase el colegio y ahí apenas uno pasa el colegio hay 
una tienda, la tienda es de nosotros, conforme pase, los manes pararon, yo me baje de la moto y le 
grite al de la tienda, !sáquemelo¡, !sáquemelo¡, ya me pasaron el fierro y empiezo yo ,-! como fue 
no van a entrar o que¡-, ahí se me unieron todos los parceros ya los manes se fueron, pero lo 
manes me hicieron la cacería, ya después se relajaron y nos dejaron camellar tranquilos. Por esa 
época fue que cogieron al Camilito, yo quedé solo ahí a cargo del pueblo y conocí al duro de 
Cartago. 
Ya meses después le empezamos la cacería al que mandaba la ciudadela, esa noche el campanero 
nos avisó, el man vivía a cuatro casas del comando, el man llegó a la casa y abrió la puerta para 
entrar la moto, cuando la iba entrar yo ya tenía el arma apuntando cuando escuche un disparo, el 
bobi, un parcero. Nosotros antes de ir, estábamos comiendo hamburguesa y perro y el marica me 
dijo que el mataba personas comiéndose un perro y ese día el chino se estaba comiendo un perro 
y se me adelantado, ahí delante de la mamá y todo le disparó y comiendo perro, yo solo estaba 
esperando y cubriendo que no salieran los tombos y aterrado de ese marica como va a matar así 
comiendo. Ya ahí nos abrimos y quedamos dueños de todo. 
Ya después Aguilón me calentó con los patrones, la vuelta se puso muy pesada, entonces me abrí, 
sin decirle nada a nadie, sin dar razones, arranque para Bogotá para donde mi hermana, allá 
estuve viviendo mucho tiempo, me puse a trabajar en un local de tatuajes, tatuaba, vendía ropa, 
pipas de todo. 
Después de eso, me fui para Victoria con mi mujer, allá no nos iba mal, pero uno con ganas de 
más plata, le hicimos la cacería a un prestamista, ese fue el último que yo pele, el man 
supuestamente tenía mucha plata, decían que el man cargaba diez millones en el bolso, entonces 
empezamos a campanearlo; estábamos en la carretera esperándolo, yo era el único que estaba 
armado, había un pelado esperando para pararlo, mientras yo estaba hablando con los chinos y 
escuche la moto, “el man era mocho”, -para que vean Dios como lo castiga a uno-, “el man era 
mocho del pie”, el andaba con una muleta. Cuando escuche la moto, yo me levante y disparé dos 
veces y ese man siguió, yo solo tenía tres tiros, cuando el man llegó y paro y salí yo de la maleza 
así entre el humo de la moto, el man llego y me miro y eso fue lo último que miro, le estalle el 
ultimo que tenía y el man de una cayó. Uno de los parceros con los que iba, tratando de quitarle 
el canguro y no era capaz, entonces yo le pegue el jalonaso y arrancamos, cuando yo al revisar el 
canguro y puras tarjetas de préstamo no más y 50 mil pesos y éramos como cinco nada más, ¡-! 
nos cargamos al man por 50 mil, ¿pueden creerlo?¡-. Luego nos contaron que el man cargaba la 
plata era en la cintura. 
Bueno entre esas cosas muchísimas que hice en esos tiempos, la muerte de muchos amigos, tener 
que ver como muchos se iban para la cárcel, el primero que me camelle, que fue en Cartago, lo 
único que me dijeron fue que si me quedaba gustando, seguía, pero si no, le cogía el miedo más 
berraco y no lo volvía hacer, ahí fue cuando los patrones me dieron más confianza y entre a un 
pequeño grupo de sicarios, los consentidos del patrón, pero ese nos hacía hacer unas cosas re 
pesadas, a mí me tocó picar a un man y desaparecer por sapo, matar mujeres, aunque al principio 
yo decía que no, pero hasta que le toca a uno, lo que si no hacíamos y nunca hicimos, fue matar 
niños, eso sí era sagrado para nosotros. Alguna vez tratamos de robar la joyería de Quimbaya. 
Le preguntamos: - Juan José, ¿usted cuantas personas mato, o no se acuerda, o no llevaba la 
cuenta? -, si, si me acuerdo, con mi mano, he quebrado por ahí 36 personas, pero ayudado, 
muchos ya ni me acuerdo, pero con mi mano, como 36, estos días me estaba acordando y los 
estaba contando. – ¿Usted se acuerda de todos? - No, no de todos, de muchos, pero hay algunos 
que, estando muy loco, o estando muy pepo, no me acuerdo. 
-Bueno Juan José, ¿Cuéntenos qué fue lo que le paso en el brazo?- , No pues eso fue en victoria, 
estaba yo ayudando a trastear a mi papá, entonces yo deje la pistola en la casa, cuando ya 
terminamos de trastear, llegaron los parceros, que para ir a fumar yo les dije que ya les caía, mi 
mujer me tomó de la mano y me dijo que no me fuera por allá, y yo le dije, no mor, si nos salen, 
pues corremos y nada, Salí para las canchas, llegue yo, ya lo estaba pegando, cuando llegaron 
unos manes, y un man dijo “quietos, quietos, todos al suelo,todos arrodillados”, cuando yo voltee 
y yo, a estos son amigos, como estaba oscuro, yo mande la mano y yo toque el hierro del arma de 
una, yo le dije no pa’, no me vaya a matar y saqué y le pegue un zurdazo y salí a correr, cuando 
sentí el primero en la espalda, entonces yo me agache, cuando sentí el otro en la mano, yo seguí 
corriendo, -”yo en la espalda sentí fue como cuando le tiran arena a uno así”-, pero el de la mano, 
-”yo creí que me habían arrancado la mano”-, yo no paraba, yo corrí por ahí 10 o 15 cuadras, 
cuando por fin llegue donde había luz, me mire el brazo y ya vi que si lo tenía, yo seguí 
corriendo, yo tenía una camiseta pero no la tenía puesta, miren, yo tenía esta gorra y nada de eso 
se me cayó. Cuando ya llegue a la casa, ahí estaba la nena y de una me preguntó qué había 
pasado por que ellos habían escuchado los tiros, ella llego y me cogió de la mano y se me subió 
horrible un dolor, yo solo me queje y le dije que me soltara, ahí salió mi cucho y yo !cucho 
hágale que me voy es a desmayar¡, ahí llegaron los parceros ayudar y eso, mi papá tenía un 
motocarro, pero lo tenía sin batería, entonces todos los parceros agarraron a empujar el moto 
carro y arrancamos. – Juan José y ¿los bebés estaban en la casa? - sí, pero el bebé estaba 
durmiendo y la niña estaba despierta, pero estaba muy pequeña. Bueno, ya cuando llegue al 
hospital, me sentaron en una silla de ruedas, me entraron y me empezaron a preguntar, yo solo les 
pedía que me pusieran algo para el dolor, me pusieron morfina y yo me sentí en el cielo, el 
medico solo me pregunta que si podía respirar bien, que si no sentía liquido o algo, para ver si me 
habían perforado un pulmón, -vean cómo es Dios, la bala de la espalda entró y salió y no daño 
nada-. A mí me llevaron al hospital de Victoria, pero la ambulancia no estaba, la ambulancia se 
había ido con una embarazada, -mejor dicho, moría yo y vivía el niño-. Ya ahí llamaron una 
ambulancia de Samaná, pero eso está muy lejos de ahí, yo dure cuatro horas en el hospital, ahí me 
estabilizaron, pero yo no sentía el brazo, cuando llegó la ambulancia, me trasladaron a Dorada 
Caldas y allá me dijeron que no había nada que hacer, que me iban a mochar el brazo. Pero mi 
papá tiene una novia con buenos contactos y ya me llevaron para Manizales. Alla me quitaron la 
bala y tenía que esperar la prótesis que me la mandaran, porque eso no se consigue aquí, eso es de 
otro país, espero como 4 semanas, pero en esos días me vio un especialista y me opero y me 
salvó el brazo, está lleno de cosas y no tengo todo el movimiento, pero me lo salvaron. 
La recuperación fue una tortura, porque tuve que dejar de fumar, porque a mí eso me tranquiliza 
mucho, es que yo fui un demonio imagínense todos los que he camellado, - ¿Juan José y no siente 
ganas de hacerlo de nuevo? -, a mí todavía me dan ganas claro, a veces me pican las manos, pero 
fumar me calma. Si, porque cuando uno trabaja en eso, uno no es uno, cuando yo camellaba, yo 
lo veo como si llegaran y le metieran a uno un case de esos de VH y uno quedaba en negro y 
cuando ya terminaba otra vez a la realidad. 
 
- ¿Cómo se siente ahora? -. “No, más relajado claro, yo he cambiado mucho, ya me 
controlo, ya he aprendido a controlar las emociones, eso era lo que nos faltaba a 
nosotros, madurar, uno de por sí siempre tiene el instinto asesino, porque uno es 
humano, pero ya, yo me relajo”. 
 
- ¿y sus amigos del parche y eso, que hay de ellos? -. “De mis amigos los únicos que quedan 
vivos, son el Juanete que está por allá en otro lado, el Camilito que está encanado 55 
años”. 
 
Con lo anterior, mostramos algo de lo que es la realidad de los integrantes dentro de las bandas 
criminales, la guerra por la droga, una parte del lado oscuro de nuestro país y no solo el nuestro, 
sabemos que no toda la vida es de color de rosas, esta vez dejamos de lado a las víctimas, para 
mostrar la otra cara de la sociedad, “la violencia”, enseñar lo que las ganas de tener dinero y 
poder pueden provocar, ver de cara a la vida, la caída y rehabilitación de los victimarios, donde 
un kilo de marihuana, cuesta más que la vida propia, donde los victimarios quedan con cicatrices 
de guerra y no nos referimos a las cicatrices físicas, si no a las psicológicas, que llevarán de por 
vida, las cuales a algunos los atormentaran, mientras que otros, tan solo aprenderán a vivir con 
ellas. Los deseos que quedan después de tanto tiempo tras el cañón de un arma no son más que 
pasiones banales, pero los miedos y temores que habitan en el alma y cuerpo de un hombre al 
sentirse desprotegido, sin su “juete, bebe o arma”, tan solo serán entendidos por ello. Estos, serán 
señalados por la sociedad, por la moral, o por su propia conciencia, volviendo más difícil aun su 
intento de reintegro y las posibilidades de recaída, pero, aun así, todos están a favor de caer en lo 
más profundo, levantarse y salir a seguir luchando en estos difíciles caminos llamados vida. 
 
 
Mi compañera al filo de la muerte 
 
Por razones de confidencialidad, no se nos permitió tomar una foto donde saliera la persona que 
nos relato la historia, aunque se le insistió y se le solicito que al menos de los tatuajes, no fue 
posible acceder a ello.

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